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IBLIOTECAAFROAMERICANA ADRID Una historia de la conciencia ensayos escogidos Angela Davis PRB Tei cto etme Rec tbersiee tate Alabama, 1946), alumna de Adorno y Marcuse, impartia clases como profesora de PI Cceae Nie CMe tere meLg California en OMe Nat) CrP aroun eae neg Preyer aoerotoy ae} Bstado, preparaba entonces su candidatura a PeMor rer Weyenetc melee le) demostrar alos conservadores que era capaz (elegy eye ie: har kel) activistas de izquierdas. En consecuencia, forzo TeMCy ast ciloeme Catan profesora, un suceso que resultaria mucho mas mediatico de lo previsto. Al recibir la noticia de su destitucion, decidié continuar impartiendo sus clases EN aire libre. A sus estudiantes habituales, se sumaron cientos de otras disciplinas, mientras se constituia un movimiento internacional en su defensa. Tras casi dos anos en prision, Sor Jem BL ha cemolt (mee) om lem: ne tel<) asumidé su propia defensa, fue absuelta en 1972. Posteriormente, se voleo en una intensa y fructifera actividad docente y ensayistica, entre cuyas obras destacan Una autobiografia (1974), Mujeres, raza y clase (1981), Women, Culture and Politics (1984), Black Popular Culture (1992), Blues Legacies and Black Feminism (1999), ¢Estan las prisiones obsoletas? (2003), Democracia de la abolicion (2005) y The Meaning of Freedom (2012). Imagen del orgullo negro en la década de 1970, dos veces candidata a la vicepresidencia de EE UU con e] Partido Comunista, catedratica de Filosofia en la Universidad de California, cabeza visible de la lucha contra el complejo industrial penitenciario y apoyo continuado del colectivo LGBT, del movimiento OWS (Occupy Wall Street), de la causa palestina... Los asuntos que, con su pensamiento preciso y su escritura- bisturi, viene examinando desde su juventud estan ahora en el centro mismo | de la sociedad contemporanea, «El reto mas dificil para un activista es responder plenamente a las necesidades del momento y hacerlo de forma que la luz que intenta proyectar sobre el presente ilumine simultaneamente el futuro». Una historia de la conciencia reune 16 textos, la mayoria de ellos inéditos en castellano, que abarcan cuatro décadas de reflexion y activismo en torno a cuestiones como el racismo, el feminismo y las prisiones, pero también acerca del blues o la fotografia. ISBN: 978-84-943932-7-3 Depésito Legal: M-9629-2016 Una historia de la conciencia: Ensayos escogidos Angela Y. Davis Seleccién é introduccién de Mireia Sentis Traduccién del inglés Inga Pellisa SUMARIO Introduccidn, por Mireia Sentis 9 I. BIOGRAFIA 1. Una autobiograffa (fragmento, 1974) 23 2. Notas sobre autorrepresentacién (1971) 36 3. Imégenes afro: politica, moda y nostalgia (1994) 50 4. Subexpuestos: fotografia e historia afroamericana (1984) 6r Il, FEMINISMOS 5. Nacionalismo Negro: décadas 1960 y 1990 (992) 79 6. El Movimiento Antiesclavista y el nacimiento de los derechos de las mujeres (1981) 88 7. Racismo, control de natalidad y derechos reproductivos (1981) 109 8. Harta y cansada de estar harta y cansada: factores politicos de la atencién sanitaria a las mujeres negras (1989) 136 9. Ahj viene mi tren: el tema del viaje en el blues femenino (1999) 150 TIT. PRISIONES 10. Resistencia, lenguaje y ley (2005) 191 u. De la carcel de la esclavitud a la esclavicud de la cdrcel: Frederick Douglass y el sistema de arrendamiento de convictos (1998) 216 12. El complejo industrial penitenciario (2003) 255 13. Alternativas abolicionistas (2003) 280 IV. CONFERENCIAS 14. Racismo ayer y hoy (2007) 295 15. Demoeracia, cambio social y compromiso INTRODUCCION civil (2009) 310 16. Didlogos complicados (2009) 321 «El que no habla es vulnerable», Angela Davis «Si no hay lucha no hay progreso». Frederick Douglass, citado por Barack Obama en su discurso inaugural del Mes de Historia Negra, 4-2-2011 La trayectoria vital e intelectual de Angela Davis se enmarca en la tradicién estadounidense de la resistencia civil, que nace con las revueltas de los primeros africanos trasladados por la fuerza al hemisferio occidental. Como tantos militantes que pusieron en cuestidn la legitimidad de las leyes del Estado, ha sido perseguida, encarcelada y difamada. En 1970, cuando salté a la escena ptiblica internacional al ser incluida entre los criminales mds buscados por el Ext, se la presenté como una revolucionaria violenta y «enemiga del Estado». En rea- lidad, era una ciudadana consciente, que participaba en la organizacién de un movimiento cuyo objetivo era lograr la inconstitucionalidad de la pena de muerte y la liberacién de los presos politicos. Profesora de Filosofia en la Universidad de California en Los Angeles, nunca oculté su pertenencia al Partido Comunista, convencida de que el activismo politico no era incompatible con ser una educadora eficiente. Pero en 1969 Ronald Reagan, gobernador de California, preparaba su candidatura a la Casa Blanca y necesitaba demostrar a los conservadores que era capaz de aplastar a los activistas de izquierdas —especialmente a los negros, muy implicados en la reivindicacién de sus derechos civiles—. En consecuen- 10 MIREIA SENTIg cia, forzé la expulsién de la joven profesora, un suceso que resultarfa mucho mas medidtico de lo previsto. Al recibir |, noticia de su destitucién, Angela Davis decidié continua; impartiendo sus clases al aire libre. A sus estudiantes habj- tuales, se sumaron entonces cientos de otras disciplinas, que manifestaron su repulsa a lo que consideraban un despido injusto. Finalmente, fue readmitida. Sin embargo, empez6 a recibir cartas injuriosas y amenazas de muerte. Una de las dos armas que adquirié para defenderse, desencadenaria sy persecucién por parte del FBI. Como activista en favor de los derechos de los presos y contra la pena de muerte, formé parte de la defensa de Soledad Brothers, tres reclusos de la prisién californiana de Soledad acusados de promover huelgas y revueltas, en una de las cuales fallecieron dos presidiarios y un vigilante, E] Estado pedia para ellos la pena capital. George Jackson, que llevaba diez afios entre rejas por asalto a una gasolinera (70 délares de botin), se hizo marxista, integrante del Black Pan- ther Party y escritor. En uno de sus libros —Soledad Brother: The Prison Letters of George Jackson (1970)—," incluyé la co- rrespondencia mantenida con la profesora universitaria. La visibilidad de Angela en la causa de los Hermanos Soledad y su acercamiento a les Black Panthers, desencadenaron su expulsion definitiva de la universidad («me habia convertido en un simbolo a destruire). Escéptico con respecto a los len- tos métodos legales a los que recurrian Angela y los restantes defensores de los Hermanos Soledad, Jonathan Jackson, hermano menor de George, irrumpié armado en la sala donde se celebraba un juicio contra ellos en agosto de 1970. Con ayuda de los acusados, hizo rehenes al juez, al fiscal y varios miembros del jurado. En el subsiguiente tiroteo resul- taron muertos el juez y el propio Jonathan. Las autoridades acusaron a Davis de planear el secuestro y facilitar las armas, y ordenaron su captura. Convencida de la imposibilidad de ser sometida a un juicio justo, incluso a cualquier clase de " Soledad Brother. Cartas de prisién, Barral, Barcelona, 1971. INTRODUCCION Ir juicio, decidié fugarse. Los carteles con la inscripcién «Se busca» que el Gobierno distribuyé por todo el territorio iban acompariados de la leyenda «armada y peligrosa». Fue arrestada en Manhattan nueve semanas después. No portaba ningtin arma y habia recorrido cinco Estados camuflada con maquillaje y una peluca lisa, mientras la policia interrogaba a centenares de mujeres que llevaban su peinado afro. Una vez en la cdrcel, Angela sorprendid a los atentos medios de comunicacién internacionales anunciando que asumiria su propia defensa. Solo contaba 26 afios. La conciencia politica de la profesora Davis, nacida en Birmingham, Alabama, en 1944, tenia sus raices. Habia recibido de sus padres el aprecio por el potencial liberador de la educacién. Ambos maestros y activistas de la NAACP (Asociacién Nacional para el Progreso de la Gente de Co- lor), fundada en 1909 para defender los derechos civiles de los negros, su madre era ademas miembro del Negro Youth Congress, una organizacién de colectivos antifascistas respal- dada por el Partido Comunista. Debido a tales conexiones, su familia fue vigilada por el rer durante la era McCarthy. Con solo seis afios, Angela era consciente de hasta qué punto el Gobierno hostigaba a los ciudadanos que disentian del orden establecido. Muy pronto aprendié también a vincular teorla y praxis. En la escuela de Nueva York donde estudid de adolescente, leyé por primera vez El Manifiesto Comunista y participé en los piquetes que protestaban a las puertas de Woolworth contra las practicas segregacionistas de la cadena de almacenes. En la Universidad de Brandeis (Massachusetts), tuvo oca- sién de asistir a conferencias de James Baldwin, del mismo modo que durante su estancia europea de 1962 escuché las de Theodor Adorno en Francfort, ademas de estudiar francés en la Sorbona’ y acudir al Festival Mundial de la Juventud en Helsinki. Alumna de Herbert Marcuse en Brandeis, no * Su ensayo para ser admitida en la Sorbona se titulaba «Las novelas de Robbe-Grillet: un estudio de su método y propésito», donde defendia la novela como escuela de conciencia. 12 MIREIA SENT(g solo profundizé en el pensamiento marxista, cuyos andlisi, le mostraban un mundo saturado de racismo y explotacign de clase, sino en las conexiones entre marxismo y Filosofia existencialista. Adorno, con quien estudid en la Universidad de Francfort entre 1965 y 1967, le transmitié la necesidag de respaldar los cambios radicales —los golpes revolucio. narios— con una constante revision teérica. Esa revision continua queda patente en unas declaraciones de 1993 a pro- pésito del feminismo: «Mi forma de ser feminista mafiana puede ser diferente a la de hoy. El concepto que tengo de mi misma como feminista evoluciona en la medida en que voy comprendiendo de qué asuntos necesitamos ocuparnos, Es mas productivo que adherirse a categorias rigidas». Los casi dos afios que Angela pasé en prisién estuvieron repletos de acontecimientos dentro y fuera de su celda. En el exterior, se publicé un libro —Jf They Come in the Morning (1970)—" con escritos suyos y textos y cartas de los repre- sentantes del movimiento internacional constituido en su defensa, llamado primero Free Angela Davis, y mas tarde, a instancias de la propia Angela, Free Angela Davis and All Po- litical Prisoners, En el interior, su propia experiencia, unidaa la relaci6n entablada con otras reclusas, le proporcioné una informacién bdsica para su futura dedicacién a la causa car- celaria; una huelga de hambre hizo peligrar su vida; aprendid yoga, cuya practica nunca abandonarfa; escribié ensayos y preparé intensamente su propia defensa, que, tras poner de relieve la brillantez de su pensamiento, concluyé en absolu- cién. «Mi juicio demostré que los ciudadanos pueden lograt que se les escuche. Pueden lograr que las cosas cambien». Las entrevistas concedidas durante su cautiverio dan. prueba de su preparacidn, serenidad y aplomo. A una pregunta s0- bre si estaba a favor de la violencia, contesté que la propia pregunta revelaba una total falta de informacién respecto 4 la violencia con la que Estados Unidos trataba a los negros- En su barrio de Birmingham, Alabama, al sur del pais, los * Si llegan por ti en la manana, Siglo x04, México, 1972. INTRODUCCION 3 yecinos tenfan que montar guardia para defenderse de las agresiones racistas, como la que hizo estallar una bomba en una iglesia y mat6 a cuatro niftas, a pesar de lo cual los ne- gros seguian organizdndose de forma pacifica para reclamar justicia € igualdad. «;¥ usted me pregunta si estoy a favor de la violencia?», conclusa Angela.” Desde la misma perspectiva debe considerarse su relacién con los Black Panthers, grupo fundado para proteger los ba- rrios negros de la violencia policial. Cualesquiera que fuesen las derivas posteriores de los Panthers,” el Partido se articulé para impulsar proyectos comunitarios tales como escuelas autogestionadas, distribucién de alimentos en los colegios infantiles y entre adultos necesitados, acceso gratuito a la asistencia sanitaria, fomento del voto y proteccién frente a la violencia policial. Su programa de diez puntos defendia, entre otras cosas, el derecho a poseer armas, ya que en Es- tados Unidos dicha posesién era legal... para los otros. «Mi compromiso con los Black Panthers —recapitularia Angela Davis— fue una fase muy emocionante de mi vida. Su radi- calidad y su rabia eran esenciales en aquella época. Pero no estaba de acuerdo con quienes predicaban el nacionalismo negro, la creacién de una nacién afroamericana separada de Estados Unidos o el regreso a Africa, Tampoco con el machismo imperante en el Partido, ni con su falta de demo- cracia interna», Tras su absolucién en junio de 1972, Angela Davis em- prendié durante dos afios una gira de conferencias por los numerosos paises que se habian sumado al movimiento Free Angela Davis. En todos ellos, fue recibida con honores, es- * Ocurrié en septiembre de 1963, en una iglesia baptista que servia de lugar de reunién a los dirigentes de los derechos civiles. Durante esos aftos, explotaban en Birmingham tantas bombas caseras que Ja ciudad recibié el apelativo de Bombingham. ** El aniquilamiento del Black Panthers Party fue obra del comn- TeLPRO (Counter Intelligence Program), creado en 1956 por el FBI con el objetivo de infilerarse y desmantelar por todos los medios —incluido el asesinato— los grupos politicos clasificados como subversivos. y muy especialmente los Panthers. a4 MIRELA SEN Tj, pecialmente en Alemania y Francia, donde entré en contacty con las teorfas postcoloniales de Frantz Fanon. Su Conogj. miento de las culturas y lenguas de ambos pueblos ayuds a que las salas donde impartia sus conferencias estuvieran siempre abarrotadas. Su fuerza, su juventud y su inteligencjg la convirtieron en icono internacional de la resistencia polt. tica. Y también en un icono pop. En 1972, tanto los Rollin, Stones como Yoko Ono & John Lennon le dedicaron sendag canciones: Sweet Black Angel (Exile on Main St.) y Angelg (Some Time in New York City). En ambos casos, las letras hacen referencia a la injusticia del trato recibido y piden sy libertad. ;¥ qué camino tomé Angela Davis a continuacién de esos bafios de multitud? El de la desaparicién de la esceng mediatica.” Angela se volcé en una intensa y fructifera carrera docen- te, continud su incansable activismo social y solo intervino en los medios de comunicacién masivos —radio, televisién— cuando existia una estrecha implicacién con el tema tratado, Si su figura desaparecié de la presencia internacional, fue ga- nando peso en su propio pais, hasta convertirse en una de sus intelectuales piblicas mas destacadas. A raiz de su apoyo a las reivindicaciones del movimiento Occupy Wall Street y de su presencia en algunas de sus acampadas —Oakland, Filadelfia, Nueva York, Berlin—, su imagen volvié a situarse en el pri- * En 1995, cuando marqué por primera vez el ntimero de teléfono que me facilitaron en la Universidad de California en Santa Cruz para Proponerle una entrevista (véase En ef pico del dguila, Una introduceién a la cultura afroamericana, Ardora, Madrid, 1998), las instrucciones eran claras: «Si quieren ponerse en contacto con la profesora Davis para temas relacionados con conferencias, pulse 3; si son temas relacionados con la Universidad, pulse 2», ¥ finalmente: «Si es para proponerle alguna entre- vista, la profesora Davis no concede ninguna». Al cabo de afto y medio, durante el cual la informé regularmente, via fax, sobre las personas a las cuales entrevistaba y la direccién que mi libro iba tomando, recibi una llamada de su asistente: la profesora me recibiria. Y, para mi sorpresa, lo haria én su propia casa. Siempre pensé que fue la entrevista realizada Previamente a June Jordan la que me abrié las puertas. En 2012, Angela acepté mi propuesta de escribir el prélogo para el primer libro de Jordan traducido al castellano: Dificultades téenicas (Baam, Madrid, 2012). INTRODUGCION 15 mer plano internacional, después de toda una vida consagra- daa dilucidar el verdadero significado y alcance de la libertad. No la libertad individual —hacer lo que uno quiera, siempre que esté dentro de la ley—, sino la colectiva, aquella que parte del derecho a ganar un salario decente, tener derecho a movilidad y no sufrir ningtin tipo de violencia, ya sea sexual, econémica o administrativa, Para ella, la libertad es un pro- ceso participativo que requiere incesantemente nuevas formas de pensar y actuar. Davis sostiene que son los movimientos sociales —la imaginacién y la accién de la gente corrien- te— los que producen cambios radicales, y no, como suele defenderse de forma fetichista, la obra providencial de seres excepcionales. En referencia a la eleccién de Obama, Davis escribié en el mencionado prdlogo a la edicién castellana de Dificultades técnicas, el libro de June Jordan: «Ya es hora de dejar de proyectar nuestro poder colectivo sobre individuos que parecen exceder la propia vida. Tal como June escribid: “Es a nosotros mismos a quienes hemos estado esperando”». Segin The Atlantic Monthly’ un intelectual publico es un escritor animado por un fuerte impulso moral, que se dirige a su audiencia en un lenguaje accesible, que trata los temas importantes del momento y en cuyo pensamiento se confunden lo personal y lo histérico. Los escritos y vida de Angela Davis se ajustan por completo a esa definicién: imagen del orgullo negro en la década de 1970, dos veces candidata a la vicepresidencia con el Partido Comunista (1980 y 1984), catedratica de Historia de la Conciencia, Estu- dios de la Mujer, Filosofia y Estética Afroamericanas, cabeza visible de la lucha contra el complejo industrial carcelario y el Gas,” apoyo continuado del colectivo test,” del movi- * «The New Intellectuals», el articulo de portada del niimero de mar- zo de 1995, estaba dedicado a los intelectuales afronorteamericanos més destacados de esos afios. ** Multinacional britdnica de servicios de vigilancia y seguridad. Es la mas grande del mundo en su sector. Opera en 125 paises y cuenta con. 620000 empleados. “™ Véase «Palestina, G4s y el negocio de la industria penitenciaria», en 16 MIREIA SENTIs miento ows (Occupy Wall Street), de la causa palestina, Los asuntos que, con su pensamiento pteciso y su scritu- ra-bisturi, viene examinando desde su juventud est4n ahora en el centro mismo de la sociedad contempordnea. «E] ret mas dificil para un activista es responder plenamente a las necesidades del momento y hacerlo de forma que la luz que intenta proyectar sobre el presente ilumine simultdéneamente el futuro». La antologia que presentamos da cuenta de los problemas que mds han preocupado a Davis a lo largo de su trayecto- ria, que no son otros que los propios de una activista social, revolucionaria, fildsofa y educadora, tal como la califica ¢| Oxford Companion to African American Literature. Los ensa- yos aparecen agrupados en tres bloques: biogréfico, feminista y penitenciario. EI primero, incluye un texto extraido de las tempranas memorias escritas por encargo de la entonces editora Toni Morrison (An Autobiography, 1974; Autobiogra- fia Grijalbo, Barcelona, 1977). El libro fue recibido como descendiente del género |lamado Slave Narrative,’ ya que la historia de los revolucionarios negros puede considerar- se una extensién de las insurrecciones de los esclavos. El capitulo escogido transcurre en la universidad de Brandeis justo antes de su primera visita a Paris. Las conversaciones que mantuvo con estudiantes argelinos y de otros lugares de Africa le hicieron percatarse del cardcter internacional de su lucha. De regreso a su pais, retomé los estudios en Brandeis bajo la tutela de Herbert Marcuse, y se unié a las luchas del movimiento de los derechos civiles y del movimiento feminista. En la campana a favor de su absolucidn, se hizo BDS por Palestina, Ediciones del Oriente y del Mediterraneo, Madrid, 2015- * Narrativas autobiogréficas de esclavos escapados del Sur, que los abolicionistas utilizaban como documentos para concienciar sobre Ja ne- cesidad de abolir la esclavitud, Una vez abolida, cayeron en un semiolvido del que fueron rescatadas a partir de 1968, con la incorporacién de los lamados Black Studies a la ensefanza universitaria. INTRODUGCION 17 notar la participacién de intelectuales franceses: Beauvoir, Sartre, Genet, Max-Pol Fouchet, Aragon, Prévert, Picasso... Mientras que en Estados Unidos Angela Davis formaba par- te de una pequefia y tepudiada minoria politica carente de representacién en Washington —la comunista—, en Francia fue inmediatamente reconocida como camarada por los nu- merosos seguidores de izquierdas. El segundo texto —«Notas sobre autorrepresentacién» («Notes for Arguments in Court on the Issue of Self-Rep- resentation»)— es uno de los ensayos del ya citado If They Come in the Morning (1971), el libro que aparecié mientras Davis permanecia cautiva, en apoyo de la campajia interna- cional por su liberacién. Entre otros autores, y a menudo en forma epistolar, escriben Huey Newton, Bobby Seale, George Jackson y James Baldwin... Angela explica de mane- ra precisa por qué decididé asumir su propia defensa ante la triple acusacién de asesinato, secuestro y conspiracién crimi- nal. Fue una decisién sumamente arriesgada: mujer, joven y «objeto de deseo» de los medios de comunicacién, no parecia que tales factores pudieran ayudarla a transmitir a su pais los fundamentos filoséficos de su militancia. «Imagenes afro: politica, moda y nostalgia» («Afro Im- ages: Politics, Fashion, and Nostalgia») procede de Picturing Us (1994), editado por Deborah Willis, probablemente la historiadora de la fotografia mds destacada de Afroamérica. En él se recopilan aportaciones de diferentes autores que analizan la identidad aftoamericana a través de su represen- tacién fotografica. Davis reflexiona sobre las implicaciones socioldgicas ¢ histéricas del peinado afro con el que, tantos afios después, atin se la identifica. El primer ensayo del bloque sobre feminismo, «Nacio- nalismo Negro: décadas 1960 y 1970» («Black Nationalism: The Sixties and the Nineties») aparecié originalmente en el libro Black Popular Culture (1992), a taiz de un ciclo de conferencias (Discussions in Contemporary Culture) impat- tidas alternativamente en el Dia Center for the Arts y en el Studio Museum in Harlem (Nueva York). La pieza de Davis 18 MIRELA SENTi, concluye con una frase de Feuerbach recogida por Marx, que define fielmente su propio pensamiento: «Los filésofos han interpretado el mundo de diversas formas. E] Propésito, sin embargo, es cambiarlo». Cornel West, bell hook, Henry Louis Gates Jr., Marlon Riggs, Greg Tate, Isaac Julien, Coco Fusco, Manta Diawara y Michelle Wallace son otras de las firmas incluidas en Ja publicacin. «E] movimiento antiesclavista y el nacimiento de Ios derechos de las mujeres» («The Anti-Slavery Movement and the Birth of Women’s Rights») y «Racismo, control de la natalidad y derechos reproductivos» («Racism, Birth Con. trol and Reproductive Rights») estan recogidos en Women, Race and Class (1981) —Mujeres, raza y clase, Akal, Madrid, 2004—, titulo clave no solo en la bibliografia de Davis, sino en la historia y teoria del feminismo. En sus paginas, Davis estudia el feminismo estadounidense desde la época aboli- cionista. Repasa las luchas de las mujeres negras y blancas contra las trabas econémicas (la mujer en el mundo laboral), sociales (derecho al voto) y sexuales (control de natalidad, esterilizacidn forzosa, teorlas eugenésicas) que han restringi- do tradicionalmente su libertad, teniendo también en cuenta los efectos del racismo y el clasismo dentro del propio mo- vimiento feminista. «Harta y cansada de estar harta y cansada: factores po- liticos de la atencién sanitaria a las mujeres negras» («Sick and Tired of Being Sick and Tired: The Politics of Black Women’s Health») proviene del volumen Women, Culture and Politics (1984), que constituye una continuacién de Mu- jeres, raza y clase. Se trata de un ensayo esclarecedor sobre la situacién de la cobertura sanitaria antes de que Hillary Clin- ton, primero, y Barack Obama, después, se esforzaran en mejorarla. El mismo libro incluye «Subexpuestos: fotografia e historia afroamericana» («Underexposed: Photography and Afro-American History»), tiltimo texto de la seccién biografica. «Ahi viene mi tren: el tema del viaje en el blues femeni- No» («Here Come My Train. Traveling Themes and Women's INTRODUCCION 19 Blues») es uno de los escritos de Blues Legacies and Black Feminism (1999), libro concebido como respuesta a la per- cepcién general de que el movimiento feminista era blanco y de clase media. Davis indaga las aportaciones de las mujeres negras y trabajadoras a través de las letras de los blues, inter- pretadas ya menudo compuestas por tres grandes cantantes: Gertrude «Ma» Rainey, Bessie Smith y Billie Holiday. Una extensa recopilacién —llevada a cabo por ella misma— de las letras del género musical estadounidense mds autéctono le sirve para poner en entredicho la primacia masculina en la narrativa tradicional del blues. Sobre el sistema penal versa «Resistencia, lenguaje y ley» («Resistance, Language and Law»), una de las entrevistas lle- vadas a cabo por Eduardo Mendieta, profesor de Filosofia en la Universidad de Stony Brooks (Nueva York), para el breve y condensado Abolition Democracy’ (2005). Sus paginas re- pasan la larga dedicacién de Angela Davis a la critica de las leyes que considera injustas, y en particular las que sustentan el complejo industrial carcelario. Tal objetivo la condujo en 1997 a participar en la fundacién de la organizacién Critical Resistance. «De la carcel de la esclavitud a la esclavitud de la carcel: Frederick Douglass y el sistema de arrendamiento de convic- tos» («From the Prison of Slavery to the Slavery of Prison: Frederick Douglass and the Convict Lease System») pertene- ce a The Angela ¥. Davis Reader (1998), En este importante ensayo, Angela examina desde sus origenes la expansién del sistema penitenciario, desarrollando la teorfa de que la pri- sién representé siempre para los negros —y ahora para toda la poblacién de color: hispanoamericanos ¢ inmigrantes no blancos— la continuacién inmediata de la esclavitud. Sus andlisis desembocan en la tesis de que Afroamérica experi- menta en la actualidad, a través de la encarcelaci6n masiva de los miembros de su comunidad, la tercera etapa de una * Demoeracia de la abolicién, Troua, Madrid, 2016. 20 MIREIA serie historia cuyas dos fases anteriores serfan la esclavitud y |, segregacion. «El complejo industrial penitenciario» («The Prison Ip. dustrial Complex») y «Alternativas abolicionistas» (cAbol. tionist Alrernatives») proceden del libro Are Prisons Obsoler,> (2003). «Las cérceles han acabado convirtiéndose en un dato esencial de la economia norteamericana y, cada vez més, de |, economia globalizada. Y cuando se observa que los politicos, las empresas y los medios de comunicacién tienen interés en la expansién continua de la industria punitiva, no se puede menos de constatar una gran similitud entre el complejo in. dustrial-carcelario y el complejo militar-industrial», declara Angela Davis, quien después de trabajar extensa e intensa- mente en prisiones y con prisioneros, ha observado que la esclavitud juega un papel central en las instituciones peni- tenciarias estadounidenses y, cada dia més, en las del mundo entero. Los escritos de este libro tocan todos los aspectos que conciernen el confinamiento penitenciario: se tiene que re- formar o abolir?, gqué alternativas existen?, ¢qué condiciones se aplican a los prisioneros en otros paises?, género y prisién, la pena de muerte... Uno de los géneros que asiduamente ha cultivado Angela Davis como parte de su militancia politica ha sido el de las conferencias. Las tres que figuran en esta antologia, fueron recogidas en el libro The Meaning of Freedom (2012). En cllas, repasa los temas fundamentales de su pensamiento politico y seftala algunos de los caminos para construir la sociedad igualitaria que ha defendido a lo largo de su ejemplar tra- yectoria. Mireia Sentis I. BIOGRAFIA I. UNA AUTOBIOGRAFIA (FRAGMENTO)* Septiembre de 1961 En lo alto de un enorme pefiasco que despunta sobre un monticulo cubierto de hierba a las afueras de Wal- tham, Massachusetts, hay una escultura de metal del juez Louis Brandeis, con los brazos desplegados, como alas, como si estuviese a punto de alzar el vuelo. Como si no hubiese otro lugar al que ir. Llegué a la conclusién de que, con el fin de preservar su heterodoxia, el instituto Elizabeth Irwin se habia construido un caparazon. Durante aquellos dos afios en Nueva York nunca terminé de sobreponerme a la sensacién de estar fuera de lugar, de ser una extrafha que habja penetrado ese caparazén por casualidad. De todos modos, lo afronté. Y cuando el ambiente se vol- via demasiado sofocante, demasiado opresivo, siempre podia derribar un pedazo de muro y escabullirme a otros mundos; mis amigas de la infancia, Margaret y Claudia, Mary Lou Patterson, Phyllis Strong; mi labor politica en Advance; mis amigos negros y puertorrique- fos del Centro Juvenil que llevaba la sefiora Melish en Brooklyn. * Angela Y. Davis. Ax Autobiography, Random House, New York, 19743 edicién en castellano: Angela Y. Davis, Autobiografia, Grijalbo, Barcelona, 1977. 24 ANGELA Y. Days La Universidad Brandeis era otra cosa. No hab carreteras de salida. Su aislamiento fisico y espiritual se teforzaban mutuamente. No habfa nada en Waltham més que ung fabrica de relojes, y Cambridge y Boston eran inalean. zables para quienes no podiamos permitirnos un coche Examinaba los grupos de estudiantes de primer afio en busca de compafieros que fuesen negros. Solo saber que estaban ahi me habria hecho sentir un poco més cémoda. Pero Ja beca completa que me habia con- cedido la Brandeis era claramente un intento, fruto de la culpa, de incrementar su cuota de dos estudiantes negros de primer afio, Las tres éramos mujeres. Me alegraba que una de ellas, Alice, viviera en la misma planta que yo. Aunque Alice y yo entablamos amistad de inme- diato, eso no cambié, en esencia, mi actirud hacia la universidad. Me sentia alienada, enfadada, sola, y sj hubiese sido lo bastante valiente y sabido adénde ir, me habria marchado del campus. Pero dado que estaba alli —para quedarme, daba la impresién—, vivi con esa alienacién y empecé a cultivarla con una especie de romanticismo. Me sentia sola, pero me negaba a compadecerme de mi misma y me negaba a combatir esa soledad buscando amigos activamente; me queda- tia sola, distante, y aparentaria disfrutar con ello. No ayud6 que me hubiese sumergido tanto en los textos de los denominados existencialistas, Camus. Sartre, Me replegué en mi misma y rechacé practicamente todo lo de fuera. Solo en el entorno artificial de un campus aislado y casi exclusivamente blanco podria haberme permitido cultivar este nihilismo, Fue como si para combatir la irrealidad de lo que me rodeaba, me hubiese Ianzado, desesperada, a un modo de vida igualmente irreal. UNA AUTOBIOGRAFIA (FRAGMENTO) 25 Durante aquel primer semestre, no me apliqué demasiado. Me dije a mi misma que, de todas formas, las asignaturas que me obligaban a estudiar eran irrele- vantes. Me mantenia al margen de la vida social de la universidad, 0 me presentaba en un baile formal con los vaqueros que llevaba siempre, solo para dejar clara mi postura. Me declaraba comunista, pero me negué a entrar en el pequefio movimiento del campus, por- que senti que sus cabecillas me habfan abordado con una actitud claramente paternalista. Parecfa como si estuviesen decididos a contribuir a que «los pobres y desgraciados negros» fuesen iguales a ellos, y yo, senci- Ilamente, no crefa que valiesen tanto la pena como para ser igual a ellos. La Unica cosa que si me ilusioné aquel primer afo fue la noticia de que estaba previsto que James Baldwin diese una serie de conferencias sobre literatura. Desde que descubri Ve y dilo en las montanas’, habia letdo to- dos los textos de Baldwin que pude localizar, Cuando vino a Brandeis, me aseguré de hacerme con un asiento en primera fila. Pero apenas Baldwin habia entrado en materia, salté la noticia de que el mundo se tambaleaba al filo del abismo de la Tercera Guerra Mundial. Habla estallado la crisis de los misiles cubanos. James Baldwin anuncié que no podia proseguir con las conferencias sin contravenir su conciencia moral y abdicar de sus responsabilidades polfticas. Entre tan- to, se estaba organizando una concentracién a lo ancho y largo del campus, mientras los estudiantes vagaban por alli, bien en un aturdimiento mudo, bien procla- mando a gritos su temor de que el mundo estuviera a punto de consumirse en un holocausto nuclear. ———____ * Lumen, Barcelona, 1972. ANG! 26 ELA Y. Days Presas del panico, algunos huyeron en sus Coches hacia Canada. Lo que resultaba chocante en la reaceigy de los estudiantes frente a la crisis era su Profundy egoismo. No les preocupaba el hecho de que los cuba. nos estuviesen en un peligro terrible, ni siquiera que millones de personas inocentes pudieran ae aniquila. das en otros lugares si estallaba un conflicto nuclear Lo unico que les preocupaba era SU-Plopla seguridad: sus propias vidas. Parejas de novios se marcharon jun- tas con intencién de apurar sus ultimos momentos de amor. Cuando tuvo lugar la concentracién, un nimero enorme de estudiantes se habfan marchado, y no pudie- ron escuchar los poderosos discursos que pronunciaron James Baldwin, Herbert Marcuse (era la primera vez que le ofa) y diversos profesores y alumnos de docto- rado. El fondo de todos los discursos era que no habia que asustarse, no habia que desesperar, sino presionar al Gobierno para que retirara su amenaza. Estuvo bien sentirse parte de un movimiento y de nuevo participar en asambleas, seminarios organizados por los estudiantes, manifestaciones. Pero cuando todo termind, las cosas volvieron a su antiguo cauce. Duran- te aquel breve periodo de protesta, me senti atrafda por la gente con la que tenia m4s en comun: los alumnos extranjeros. Me hice amiga de un hindu, que era muy amable y tenia una visién sagaz de lo que estaba ocu- triendo a nuestro alrededor. Fue por encima de todo mi amistad con Lalit, supongo, la que me ayudé a entender concretamente la interconexién de las luchas pot h libertad de pueblos de todo el mundo. Me conmovia profundamente cuando hablaba de la miseria increible de su gente en India. Y mientras hablaba, yo pensaba sin cesar en mi gente en Birmingham, en mi gente en Harlem, UNA AUTOBIOGRAFIA (FRAGMENTO) 27 También me hice amiga de Melanie, una mujer joven de Filipinas; y de Mac, una mujer survietnamita a punto de ser deportada porque estaba en contra de Ngo Dinh Diem’. En torno a la misma época, trabé una estrecha amistad con Lani, seguramente porque ambas nos sentiamos extrafias en Brandeis. Mantenia correspondencia regular con Flo Mason, una de mis amigas del Elisabeth Irwin, me escribia con regularidad. No recuerdo de quién surgié la idea, pero decidimos asistir al Octavo Festival mundial para Jovenes y Estudiantes de Helsinki. Yo estaba ansiosa por conocer a jévenes revolucionarios de otras partes del mundo, pero mi decisién de hacer aquel viaje venia motivada también por el sencillo deseo de salir del pais para tener una perspectiva més adecuada de las cosas. Parecfa que cuanto mas me alejaba de mi hogar, de mis raices, mds constrehida me sentia y mds lejos queria ir. El testo del afio trabajé para pagarme el viaje. Reordené libros en los estantes de la biblioteca, rellené fichas para el Departamento de Biologia y trabajé en Chomondeleys, la cafeteria del campus, as{ como en un local de refrescos de tres al cuarto en Waltham. Como habia recuperado la costumbre de estudiar, entre los trabajos y los libros no me quedaba apenas tiempo para hacer nada mds. Incluso mi vida social —en aquella €poca estaba saliendo con un estudiante aleman, Man- fred Clemenz— se reducfa bdsicamente a tomar un café después de una tarde de estudio. Y entonces llegé junio. Mi beca para el festival implicaba algunas tareas voluntarias en las oficinas del comité organizador en Nueva York: mecanografiar, ha- cer copias a ciclostil, preparar envios. El avién fletado * Primer presidente de la Republica de Vietnam del Sur, entre 1955 ¥ 1963. 28 ANGELA y_ Pang por Brandeis nos llevé a Londres, por donde deambutg sola un dia o dos antes de coger el tren a Paris, Habia quedado con mi amiga Harriet Jackson en la Gare du Nord, pero una huelga alter6 nuestra planificacién ¥ me quedé sola en Paris, sin conocer a nadie y sin la Menor idea de cémo encontrar a Harriet. Después de unos dias en un hotel mugriento del Barrio Latino, explorando la ciudad y leyendo con ho. ror las consignas racistas garrapateadas por los Muros de toda la ciudad amenazando de muerte a los argelings, Al final pude localizar a mi amiga. Habfa dejado ung nota en la American Express con la esperanza de que se me ocurriera pasar por alli. Cuando Ilegé Flo, ya nos habfamos trasladado a un cuartito en la planta superior de un edificio de apartamentos del distrito xv1, tan cerca de la Torre Eiffel que velamos subir y bajar el ascensor desde nuestro ventanuco. Esa chambre de bonne la tenia alquilada una de las amigas de Harriet, que estudiaba en Paris y accedié a prestérnosla mientras estaba fuera. Habia diez cuartos as{ en el edificio, y solo se podia llegar a ellos subiendo los seis peldafios de una especie de escalera de incendios oxidada. Al igual que el resto, carecfa de agua corriente. Solo habia un vater asqueroso y una salida de agua fria al final del pasillo. Tenia el espacio justo para una cama, un armario pequefno y una mesa, y en el suelo, un colchén hinchable y un jergén, Creiamos que nuestro cuarto estaba abarrotado, hasta que conoci- mos a la familia de la habitacién de enfrente: una mujer de aspecto enclenque, natural de Martinica, que intenta- ba vivir en la misma cantidad de espacio con sus cuatro robustas hijas, de entre 14 y 20 aftos. Recién Hegadas del Caribe, salian cada dia a buscar trabajo. ¥ cada tarde vol- vian sin otra recompensa que sus cuerpos cansados, un Poco menos de dinero y, a menudo, historias horribles de cémo las hab/an confundido con mujeres argelinas- UNA AUTOBIOGRAFIA (FRAGMENTO) 29 Nosotras recorriamos Paris como turistas, yendo a los lugares mas baratos 0 que tuvieran descuento para estudiantes: el Louvre, el Museo Rodin, La Comédie Frangaise, donde vimos una obra de Moliére por un franco. Pasdbamos el rato en los cafés atestados del bulevar Saint Michel, con gente que tenia historias interesantes y emocionantes que contar, relativas, sobre todo, a su aversién por los franceses, Eran africanos, haitianos, otros antillanos y argelinos. Nos descubrie- ron las cantinas obreras de los argelinos, ocultas en la marafia de callejuelas del Barrio Latino. Ser argelino en Parfs en 1962 equivalia a ser un perseguido. Mientras los argelinos luchaban contra el ejército francés en sus montafias y en las ciudades europeizadas de Argel y Ordn, grupos terroristas pa- ramilitares atacaban indiscriminadamente a hombres y mujeres en la capital colonialista por ser, o parecer, argelinos. En Paris, explotaban bombas en los cafés que frecuentaban los norteafricanos, se descubrian cuerpos ensangrentados en callejones oscuros, y las pintadas contra los argelinos ensuciaban las paredes de los edificios y los muros de las estaciones de metro. Una tarde asisti a una manifestacién en defensa del pueblo argelino delante de la Sorbona. Cuando los flies [polis] la dispersaron con sus potentisimas mangueras, em- plearon una fuerza tan brutal como los polis paletos de Birmingham, que recibieron a los Freedom Riders’ con perros y mangueras. Los nuevos lugares, las nuevas experiencias que habia esperado descubrir en mi viaje resultaron ser los * Freedom Riders: grupo de activistas, negros y blancos, que, en la década de 1960, recorrieron el sur de EE,UU. en autobuses interestatales denunciando el incumplimiento de las leyes antisegregacionistas (N.T.). 32 ANGELA y, Davis finlandeses, perplejos, contemplaban con inctedulida d cémo cientos de jévenes de todos los colores, ajengg al tréfico, inundaban las calles de Helsinki. Si bien la camaraderia era la ténica dominante, no fue lo tinico que hubo en el festival. Siguiendo |g, dictados de la Guerra Fria, la cta habia infiltrado a sy, agentes e informadores en todas las areas estratégicas de] festival, incluida la delegacién de Estados Unidos (algo que la Agencia reconocerfa més tarde). Las provocacig. nes fueron frecuentes y adoptaron formas diversas. Po, ejemplo: algunos miembros de la delegaci6n de la Re. ptiblica Democratica Alemana fueron secuestrados; se lanzaron bombas de gas lacrimégeno entre la multitud en varios actos masivos; ¢ individuos tipo Angeles del Infierno provocaron peleas a pufietazos con los delega- dos en las calles del centro de la ciudad. Después de despedirme de mis nuevos compaiieros y pasar unos dias con Manfred, mi amigo alemdn, volvi a Estados Unidos y encontré a un investigador del rai esperéndome. —jQué hacias en ese festival de jovenes comunis- tas este verano? —queria saber el agente—. ;Es que no sabes lo que pensamos de los comunistas? ;No sabes qué hacemos con los comunistas? Con las experiencias del verano atin muy frescas, me sentfa mayor y més segura de m{ misma al comienzo del segundo afio en Brandeis, Conocer a gente de todo el mundo me habia ensefiado lo importante que derribar las barreras superficiales que nos separaba". El idioma constituia una de las que podia superarse facilmente. Decidi licenciarme con la especializacion en Francés, y aquel afio me sumergi por completo €” a tarea: Flaubert, Balzac, Baudelaire, Rimbaud y los miles UNA AUTOBIOGRAFIA (FRAGMENTO) 33 de paginas de A la recherche du temps perdu de Proust. Seguia bastante interesada en Sartre; siempre que tenfa ocasi6n me abria paso a través de sus obras: La nausée, Les mains sales, Le Séquestrés d’Altona y el resto de sus primeros y tiltimos textos dramiaticos, ademas de las novelas que integraban Les chemins de la liberté. Let también algunos de sus ensayos filoséficos y politicos, y me atrevi incluso con L “tre et le néant. Dado que, de una forma u otra, tenfa que soportar el aislamiento del campus, decidi aprovecharlo de manera constructiva, pasando la mayor parte del dia en la biblioteca o en algiin escondite con mis libros. Al principio comparti habitacién con Lani, pero como las dos preferiamos vivir solas, me mudé a una individual en cuanto fue posible. Tina, una amiga sueca que queria vivir fuera del campus con un amigo fingié que se trasladaba a mi habitacién y me propor- cioné asi la privacidad que deseaba. Gwen y Woody, estudiantes de doctorado de la universidad, estaban a cargo de la residencia masculina de Ridgewood. El hecho de que fuésemos negros y tuvié- semos amigos en comtin en Birmingham hizo que nos sintiéramos unidos incluso antes de conocernos. Cuando querian salir alguna noche o el fin de semana, siempre podian contar conmigo para quedarme con su bebé, a la vez que estudiaba. Y siempre que tenia ganas de hablar, ambos estaban dispuestos a escuchar y aconsejarme. Fue un afio tranquilo y apagado en el campus, has- ta que la sensacién de comodidad satisfecha que reinaba en aquella universidad blanca y liberal salté en pedazos con la aparicién de Malcolm X. En el auditorio mds grande del campus, Gwen, Woody y yo nos sentamos en la parte mas cercana al escenario, engullidos, parecia, por una multitud blanca que esperaba conteniendo el aliento que hablara ese hombre, portavoz del profeta 34 ANGELA y, Day Is Elijah Muhammad. Elijah Muhammad se Presental, como el mensajero del dios isldmico, el elegidg fie revelar el mensaje de Al al pueblo negro de Estadog Unidos. Aftos antes, en el Instituto Parker, habfan arrestady a uno de mis compajfieros de clase por vender un perig, dico de los «Musulmanes Negros». Era un muchacho reservado, de aspecto amable y voz suave. Yo habj, tatado varias veces de hablar con él, sin éxito. El di siguiente al arresto, of nombrar por primera vez una op. ganizacién nacional llamada los «Musulmanes Negros, y, sin cuestionar la propaganda oficial, concluf que se trataba de una extrafia secta de gente que despotricah, y celebraba la Futura destruccién de todos los blancos g manos de Ala: en esencia, un grupo incapaz de ayudar a resolver el problema del racismo. Durante bastante tiempo, me incomodé que aquel compafiero mio fuese miembro de los Musulmanes. No podia conciliar mi visién estereotipada de los Musulmanes con su sensi- bilidad. Esperé a que saliera de la carcel y volviese al instituto para preguntarle quiénes eran en realidad los Musulmanes. Pero nunca volvi a verlo. Por fin legs Malcolm, inmaculadamente vestido, entre un circulo de hombres de estilo conservador y afeitado perfecto y mujeres con vestidos largos y holgs- dos, Su porte dejaba traslucir un sentimiento de orgullo que emanaba de ellos. Se sentaron pausadamente en las tres primeras filas. Malcolm, acompafiado de algunos de los hombres, subié al escenario. Comenzé su discurso con elocuencia contenida, ha blando de la teligién del islam y de su relevancia pata fos negros de Estados Unidos. Me fasciné su descripcién cémo la gente negra hab/a interiorizado Ja inferiorida racial que nos imponta la sociedad supremacista blanc Embelesada por sus palabras, me sobresalt6 oftle deci, UNA AUTOBIOGRAFIA (FRAGMENTO) 35 apelando directamente al puiblico: «Estoy hablando de vosotros! ;Vosotros! ;Vosotros y Vuestros antepasados, durante siglos, habéis violado y asesinado a mi pueblo!», Se estaba dirigiendo a una multitud de blancos, y me pregunté si Gwen, Woody y los otros cuatro o cinco negros que habia entre el publico se sintieron, a partir de aquel momento, tan tetriblemente fuera de lugar como yo. Malcolm se estaba dirigiendo a los blancos, les acu- saba, les recordaba sus pecados, alertandoles del Arma- gedén que estaba por venir, en el que todos perecerfan. Aunque experimenté una especie de satisfaccién morbo- sa escuchando cémo Malcolm fulminaba a los blancos, me fue imposible identificarme, al no ser musulmana, con su perspectiva religiosa. Seguia pensando que debia de ser una experiencia magnifica escucharlo hablar ante un ptblico negro. Para los blancos, habia sido descon- certante y turbador. Resultaba interesante comprobar que la mayoria estuviesen tan empefiados en defenderse y distanciarse del negrero y del segregacionista del Sur, pero no se les ocurriese que ellos mismos podian hacer algo concreto para combatir el racismo. Alguin tiempo antes, habia presentado una solici- tud en el programa de Francés del Hamilton College. Cuando fue aceptada, tuve que pelearme con el depar- tamento de becas de Brandeis hasta que accedieron, co- sa sin precedentes, a ampliar mi beca para que cubriese mis estudios de tercer curso en Francia. 2. NOTAS SOBRE AUTORREPRESENTACION: En numerosas ocasiones, mis abogados y yo hemos ma. nifestado el profundo temor de que a mi coacusadg y a mi se nos niegue el derecho fundamental a un juicio justo. Lejos de calmar nuestros miedos, los procesos re. cientes parecen venir a confirmarlos. A la vista de ello, la peticién de que se me permita participar activamente en mi defensa adquiere una relevancia todavia mayor y resulta de maxima urgencia. Como argumentaré, las expectativas de justicia y ecuanimidad en este caso van unidas de modo insepa- rable con el aspecto de la autorrepresentacién. Creo con firmeza que mis posibilidades de tener un juicio justo se verdn gravemente socavadas, tal vez incluso anuladas de maneta definitiva, si se me prohibe desempefiar un pa- pel activo en mi defensa, en colaboracién y consonancia con mis abogados. El lenguaje con el que se concede a los acusados el derecho a ejercer como codefensores, tanto en la Constitucién de California como en el Cédigo Penal de California, es inequivoco. El articulo 1, parrafo 13 de la Constitucién declara que los acusados en los juicios penales tienen el derecho a «comparecer y defenderse en persona y con un abogado defensor», La seccién 686 del Cédigo Penal californiano decreta que los acusados * «Notes on Self-Representation», Jf They Come in the Morning Third Press, Chicago, 1971; Si degan por tien ta mariana. Siglo XX1, México, 197 NOTAS SOBRE AUTORREPRESENTACION 37 tiene derecho a «contar con un abogado como en los procedimientos civiles 0 a comparecer y defenderse en persona y con un abogado defensor». No hace falta ser un experto para interpretar ese lenguaje sencillo, claro y extremadamente Ilano: el acu- sado tiene derecho a hablar por si mismo y, al mismo tiempo, a que lo represente un defensor. Como regla general, sin embargo, los tribunales han mantenido que, a pesar del lenguaje transparente empleado en la Constitucién y en el Cédigo Penal, el acusado no tiene derecho a «presentar él mismo su caso ante el tribunal y a que lo haga también su abogado defensor, actuando al mismo tiempo» (El Pueblo contra Mattson, 51, C.2d 777). No parece haber ninguna justificacién racional para el persistente rechazo de los jueces a sancionar este derecho constitucional y estatutario. El lenguaje de las resoluciones pone en evidencia, no obstante, que los tribunales se han preocupado en exceso por el decoro, y esto a expensas de los derechos del acusado, La mayo- tia de acusados, cuando se enfrentan a esta disyuntiva, eligen inevitablemente que los defienda un abogado, Pues pocas personas que no lo sean tienen un conoci- miento profundo de los entresijos de la ley. El hermano Magee es obviamente una excepcién. Consideracién aparte, me gustaria plantear la cuestidn de por qué la ley, concebida en principio para proteger los derechos de las personas, resulta prdcticamente incomprensible a las personas. Ademés, los tribunales suelen ser ya de entrada reticentes a conceder a los acusados el derecho consti- tucional de defenderse a si mismos. Al hermano Magee le han prohibido una y otra vez presentar su caso. Al hermano Bobby Seale se le prohibié llevar su defensa en EE. UU. contra Delinger et al, {Tan cerrado y autono- 38 ANGELA y, Day mo es el sistema judicial, y, en efecto, tan Precario, cualquier intervencién externa amenaza su estabiliday ePor qué debe el acusado, cuyos derechos el tribunal h, prometido proteger, mantenerse en silencio y al ma,” de los procesos judiciales? Si se diera el caso de que a los acusados cop i presentacién de un abogado se les impidiera a iia hablar ante un tribunal, la justicia norteamericana ik cuestionada con toda dureza hasta por los mds fervienteg defensores del statu quo. Los tribunales no sostienen, por tanto, que los acusados con abogado tengan indiscuti. blemente prohibido hablar en su propio nombre, sino que se ha ideado una solucién de compromiso: los triby. nales se han reservado el poder discrecional de Otorgara los acusados algo que se convierte, dadas las circunstan. cias, en el privilegio de ejercer como codefensores, Yo afirmo que el derecho a ejercer como codefensor es inequivoco, y que esa deberia ser suficiente base pata que el tribunal aprobara mi mocién. A este respecto, cabe recordar que en ocasiones los tribunales se han apo- yado en la redaccién de un estatuto, en lugar de hacerlo en los precedentes judiciales, con el fin de interpretar adecuadamente tal estatuto. (EJ Pueblo contra Vogel y El pueblo contra Herndndez). En el caso, sin embargo, de que este tribunal escoja interpretar la cuestién ak manera convencional y en mi opinién incorrecta, debo pedirle al tribunal que ejerza su criterio de conformided con los patrones esbozados en E/ Pueblo contra Mattson. Habria que recordar que en el caso Mattson lo que estaba en cuestién era el derecho de un acusado sin recursos propios, que se representaba in propit persona, a un abogado de oficio como asesor. La dec sidn del tribunal al negarle al acusado el derecho a ¥™ Tepresentacion conjunta se basé en gran medida en U negativa de designar un abogado que se veria obligado4 Margen NOTAS SOBRE AUTORREPRESENTACION 39 ¢jercer «meramente como ayudante y como asesor y no como representante legal» (795.). El tribunal mantenia que contravenia el cédigo ético de los letrados designar un defensor que tendria que desempefiar un papel tan secundario. Si bien en el caso Mattson se afirmaba que la re- presentacién conjunta no es un derecho, se consideraba apropiada cuando; [..-] el tribunal, sobre la base de evidencias sustan- ciales, determine que en las circunstancias del caso la causa de la justicia resulte beneficiada, y que en consecuencia el funcionamiento ordenado y diligen- te del tribunal no se vea entorpecido, obstaculizado o demorado sustancialmente. (692.) No me cabe duda de que servird a los intereses de la justicia que se me permita ejercer como codefensora, y que de las contribuciones que yo haga no se derivard ninguna alteracién en el funcionamiento del tribunal. Me inclino a creer, de hecho, que dado que soy yo, la acusada, la supuesta destinataria de la justicia, deberia corresponderle al fiscal demostrar concluyentemente por qué no se veria beneficiada la causa de la justicia. Pero, como hemos descubierto siempre los negros, nun- ca tenemos la justicia garantizada sin antes pelear por ella, pues nos hemos visto obligados a luchar incluso por los derechos humanos mas elementales. Una vez mas, las circunstancias me exigen adoptar una postura combativa. Trataré de convencer al tribu- nal, y desde luego de presentar «evidencias sustanciales» de que los intereses de la justicia se veran beneficiados por medio de mi participacién activa en la defensa y de que, ademas, el funcionamiento del tribunal no sufrira ninguna alteracién. 40 ay IGE! LAY, Dang Comenzaré por llamar la atencién del tribunal sobr hecho de que, como acusada en este caso, me en tro en una situacién de enorme desventaja. En —— que mujer negra, debo contemplar mi propio Sine ‘s el marco histérico del destino que por lo general le tenido reservado mi gente en los tribunales de joni de Estados Unidos. : Desde los cédigos de esclavos anteriores a |g Cua tra de Secesién y los eddigos de negros, igualmente perniciosos, de la posguerra, hasta el racismo Patente y codificado del Sur y el racismo més sutil e institucional. zado del conjunto del pais, los negros han sido victims sistemdticas de la supuesta sjusticia». En los tribunales al fiscal blanco, a los testigos blancos y, sobre todo, a los policias blancos se les concede mucha més credibilidad por parte del jurado —sistematicamente formado por una aplastante mayoria blanca— que al acusado negro, En caso de que el acusado negro haya sido condenado antes por un delito, sus probabilidades de absolucién son prdcticamente inexistentes. En consecuencia, su abogado blanco de oficio acostumbra a aconsejarle que se declare culpable aun cuando sea manifiestamente inocente. Creo que mi coacusado, el hermano Magee, puede dar fe de este hecho. Un destacado abogado negro, el sefior Haywood Burns, presidente de la Conferencia Nacional de Abogados Negros, ha Ilegado a la conclusién, en un articulo publicado en el New York Times, de que las po sibilidades de un hombre o una mujer negros de wr q2.ae un juicio justo en este pals son sumamente escasas ___* Referencias: Leon Fridman, ed., Southern justice, cf en particu ¢ culo de Charles Morgan ‘President's Commission Report on the Admins . tion of Justice” (material sobre abogados de oficio). Kerner Commission Repo NOTAS SOBRE AUTORREPRESENTACION 4h julio de 1970, New York Times Magazine). El presidente de Yale, Kingman Brewster, ha expresado las mismas dudas con respecto a los revolucionarios negros. Estos comentarios son relevantes, porque indican cual es la naturaleza de la institucién en cuyas manos ha sido depositada mi vida. Revelan las circunstancias ge- nerales y la atmésfera imperante en los tribunales ame- ricanos siempre que se juzga a un hombre o una mujer negros. Repito, como mujer negra, acusada de tres delitos capitales, estoy en enorme desventaja. El fiscal, representante de las fuerzas que vienen defendiendo de manera continuada este racismo institucional, cuenta con una enorme ventaja. La historia de Estados Unidos esta de su lado. No puede haber duda alguna de que somos adversarios desiguales. Esta desigualdad se manifiesta no solo en términos generales, histéricos, sino que es también bastante pal- pable. Nadie puede negar que los recursos inconmensu- rables a disposicién del fiscal, todo el aparato del Estado de California, de hecho, no pueden compararse de ninguna manera con los recursos de que dispongo yo. Sus recursos econémicos son practicamente ilimitados: el Estado no dudé ni por un momento en extraditarme desde Nueva York por medio, algo sin precedentes, de una guardia militar especial. Yo, por mi parte, tuve que recurrir a las donaciones de ciudadanos comprometi- dos, muchos de los cuales tuvieron que hacer tremen- dos sacrificios para aportar pequefias sumas. A otro nivel, la superioridad del fiscal ha sido apun- talada por una publicidad generalizada a su favor. Hago especial hincapié en el comentario gratuito y baldio de Nixon cuando felicité a J. Edgar Hoover por capturar «a alguien implicado en actividades terroristas». Da la impresién de que las ventajas abrumadoras de las que goza el fiscal llevarian a cuestionar la presun- 2 i CPLA ¥: Dg cion elemental de inocencia del acusado, Yoisg, que las circunstancias estén dispuestas a Prior} ae del fiscal. Seria por tanto apropiado propone, » tribunal ejerza su autoridad para crear, en |g me i d lo posible, un equilibrio mas equitativo de flinrem aportacién a la defensa como codefensora eda un paso en la direccién de combatir estas desj gual a Podrfa alegarse que dispongo de una amplia = tencia legal con la que presentar adecuadamente 2 caso. A este respecto, habria que tener en cuent : superioridad del fiscal no es solo Cuantitativa, sing cuz. litativa, estrechamente vinculada a la existencia histéri. ca del racismo. Creo que mi papel en el caso aportarfy una dimensién cualitativamente diferente a |g defensa, Por elevada que sea la cantidad de abogados defensores, nunca se los podrd considerar un sustituto de las apor- taciones cualitativas que solo yo estoy en disposicién de hacer en mi propia defensa. La naturaleza de tales apor- taciones quedara clara en el curso de mi argumentacién, a queh Il El cardcter politico de este caso otorga a mi peticién de representarme a mi misma todavia mas fuerza y validez. El fiscal demuestra una absoluta falta de comprensién cuando alega que este cardcter politico es una mera in- vencién con la que pretendo reforzar mis argumentos? favor de Ja autorrepresentacién, No puede negarse que Soy una mujer negra, miembro del Partido Comunis ta, activa en la lucha por la Liberacién Negra y; en ¥! plano més amplio, en el movimiento revolucionario en pos del socialismo. Esto es directamente relevant? en la causa contra mi, como ha afirmado, de hecho el fiscal. Se hizo referencia a mis actividades politic mucho antes de que tuviera ocasién de comparecet NOTAS SOBRE AUTORREPRESENTACION 43 el tribunal. Seguin la formulacién de cargos, una de las acciones patentes de la conspiracién de la que se me acusa consiste en mi defensa de la liberacién de los So- ledad Brothers‘. Mi participacién en el Movimiento de Liberacién Negra es, a ojos del fiscal, un componente de] delito que se me imputa, concretamente el motivo, Y a pesar de todo ello, sostiene que estoy decidida a convertir en un acontecimiento politico algo que care- ce de implicaciones politicas. E] juez que presidia los procesos del 5 de enero no acept6 la afirmacién del fiscal de que este caso carece de componentes politicos y declaré que tal cuestién deberia decidirse mas adelante. Asi pues, habria que ad- mitir que el asunto no puede dirimirse con justicia si se me prohibe intervenir en su resoluci6n de una manera directa y activa. Si este tribunal niega mi peticién de autorrepresentacién, se habré permitido al fiscal enmas- carar un aspecto extremadamente crucial de mi defensa, lo que seria un ejemplo més del funcionamiento de los tribunales como un mero apéndice del Estado, un ins- trumento en manos del fiscal. Parece constituir la regla general que los fiscales traten de enturbiar el cardcter politico de los juicios que implican a radicales y revolucionarios, para luego, con toda hipocresia, reinyectar en ellos contenido politico. Cito el caso de El Pueblo contra Shakur, et al. (Ind. num. 1848-1/2, pendiente de sentencia en el Tribunal * Hermanos Soledad, sobrenombre de tres reclusos confinados en la carcel californiana de Soledad, acusados de asesinar a un alguacil que habia dado muerte a tres presos negros. George Jackson (1941-1971), miembro de los Black Panthers, alcanzé notoriedad tras la publicacién de Soledad Brother, recopilacién de sus cartas escritas en la cdrcel, algunas de ellas dirigidas a Angela Davis. Fue tiroceado en la prisién de San Quintin, de la que supuestamente intenté fugarse. Véase George Jackson, Soledad Brother: Cartas de prisién, Barral, Barcelona, 1971 (N.2.). 44 ANGE; AT oi Supremo de Nueva York)’, caso que se Conoce mg munmente como «Los 21 Panteras de Nueva York, %. fiscal se negé a reconocer que se trataba eN esen, ” & un juicio politico, pese a que buena parte de las wed bas presentadas en contra de los acusados Consistian textos publicados por el Partido Pantera N egra, mat politico del que los acusados eran miembros, Gee afadir, al margen, que el tribunal permitig q ne los acusados se representaran a si mismos, Puedo anticipar que el fiscal de este caso Presentayy pruebas y Ilamard a testigos que declaren en wha, con mis actividades politicas. Un miembro del De partamento de Policia de Los Angeles ha testificado ya ante el Gran Jurado acerca de mi actividad en toro a la defensa de los Soledad Brothers. Nadie tiene un ¢p. nocimiento més profundo de mi labor politica que yo, En consecuencia, solo yo puedo impugnar de un modo competente las pruebas con implicaciones politicas preguntar a aquellos testigos cuyo testimonio atafaz mi posicién politica. Ue dog de It Se me acusa de tres delitos capitales: asesinato, secuestto ¥ conspiracién. Mi vida est4 en juego en este caso; no solo la vida de un individuo, sino una vida entregada a la lucha de mi pueblo, una vida que pertenece a gente negra cansada de la pobreza y el racismo, del e carcelamiento injusto de decenas de miles de hermanos y hermanas. Es esta vida, ligada de un modo organico a ks vidas de todos esos millones de personas que Juchan por la libertad y Ja justicia —Ruchell Magee, Geows* * Los acusados fueron absueltos el 13 de mayo de 1971. NOTAS SOBRE AUTORREPRESENTACION 45 Jackson, John Clutchette, Fleeta Drumgo, Bobby Seale, Ericka Huggins, por mencionar algunas—, la que el Es- tado de California amenaza exterminar. Solo yo puedo desarrollar y explicar su significado. Por estos motivos, solo desde la posicién de autorrepresentada podré reba- tir adecuada y plenamente a mis acusadotes. Me recordaran que dispongo ya del derecho a tes- tificar en mi nombre, y que puedo hablarle al jurado si decido subir al estrado en el curso de nuestra refutaci6n de la causa del fiscal. Esto elude la verdadera cuestién. El peso de las pruebas y el peso de la persuasién estan con el fiscal. No hay ninguna obligacién por parte del acusado de demostrar su inocencia hasta que el fiscal haya probado su culpabilidad. Iv Debido a las circunstancias especiales de este caso, re- sulta imperativo que yo desempefie un papel activo en el proceso judicial. A partir de un pufado de hechos inconexos, el fiscal ha fabricado una serie compleja de acontecimientos y un conjunto de cargos muy graves. Es muy posible que solo yo misma pueda zafarme de sus alegatos. Tradicionalmente, esta se ha considerado una justificacién valida para la representacién conjun- ta. En Wilson contra el Estado, 50, Tenn. 232 (1871) se sefialaba: Esta disposicién [la representacién conjunta] se basé en un conocimiento profundo de la naturaleza hu- mana, y en una observacién atenta y cuidadosa de las interacciones humanas. Las personas inocentes que- dan atrapadas a menudo en una red de sospechas por una curiosa combinacién de hechos que nadie mds que ellas pueden explicar [...] 46 Vv Resultara evidente que considero que mi pa es decisiva en mi defensa. Alguien podria a1 dado que estoy decidida a desarrollar UN papel an US el juicio, deberfa despedir a mis abogados va o el peso de la defensa. En otras Palabras, que rate "od acogerme al derecho constitucional de deere, iy misma, debo renunciar al derecho a un abogado . a mi cotomia, en mi opinion, va descaradamente en cai a: la justicia. Hablando en rigor, ninguno de los dos. derecho si debemos renunciar a uno Para ejercer ¢| ¢Habria que penalizarme por no Poseer los ¢o mientos, la experiencia o la pericia legales que se sitan para proceder por completo pro se? Sola no capaz de llevar todo el peso de mi defensa. Una dec desfavorable atentaria contra los intereses de La justicia, pues mi conocimiento limitado de la ley serviria como excusa para negarme la oportunidad de llevar adelane mi mejor defensa y la mds eficaz. En el caso de &l Py. bla contra Bourland, el acusado queria representarse asi mismo. Dado que el tribunal decidié que no seria capaz de desarrollar la defensa més efectiva, se le asigné un abogado que lo ayudara. En este caso, el tribunal consi deré que debia hacerse todo lo que estuviera dentro de los limites de la justicia con tal de garantizar al acusada sus derechos; «Las decisiones demuestran el conver cimiento de que el Estado debe reducir al m{nimo st interferencia en el deseo de un individuo de defenders ae mismo como mejor considere, empleando cualquier medio legitimo que esté a su alcance». Ta de eS uy Ott9, noc. nece. Seria cision a negros no hemos olvidado que la sentencia de" tribunal norteamericano incluyé en su dia las palabras NOTAS SOBRE AUTORREPRESENTACION 47 «Un hombre negro no tiene ningun derecho que un hombre blanco esté obligado a respetar» (Dred Scott, 19 Howard 393). Muchas personas negras se han pregun- tado si se ha producido algan cambio fundamental en los ciento catorce afios transcurridos desde que se dicté, Este pais afronta ahora, al igual que cuando se juzgé el caso Dred Scott, una época complicada y explosiva; una época en la que impugnar los derechos constitucionales y democraticos de las personas hace que la amenaza del fascismo se cierna sobre nosotros. A la vista de los des- concertantes e inextricables problemas a los que se en- frenta hoy dia esta nacién, pregunto al tribunal si puede permitirse dar un ejemplo més, a millones de personas, en especial personas negras, del deterioro generalizado de las instituciones democraticas. Esperemos que la pregunta reciba una respuesta negativa y que en esta ocasién, coyuntural, pero de una importancia critica, prevalezcan los intereses de la justicia. Queda un asunto por tratar. De acuerdo con el ejemplo del caso Mattson, se puede impedir que un acusado ejerza como codefensor si ello es incompatible con «el funcionamiento ordenado y diligente del tribunal». Entiendo que como codefensora asumo exactamente las mismas responsabilidades y estoy sometida a las mismas restricciones que cualquier letrado que ejerza la aboga- cfa como profesién. Puedo garantizarle al tribunal que, en la medida en que yo ejerza un grado de control sobre los hechos que se desarrollen en este tribunal, no habra desorden alguno. No habrd provocaciones intenciona- das por mi parte. Este es un asunto extremadamente grave, y ansio que mi coacusado y yo seamos absueltos para poder seguir trabajando por la libertad de nuestro pueblo. 48 ANG: ELA y, DA El tribunal podria aducir que quizds se prod alteraciones sin que yo las provoque, com 7 cia directa de mi papel en el caso. El Estado me algtin «venga, adelante» pronunciado por los *Spectad res cuando compareci para la lectura de los Cargos, : " el Tribunal Supremo ha determinado en miuiltiples . siones que nadie puede perder derechos basicos Bi a las reacciones del ptiblico (Terminiello contyg Chica ° 337 U. S. 1, 1949; y Gregory contra Chicago, 394.U. . 1969). El lenguaje de un tribunal perspicaz Puede rest. tar perturbador, puede incitar a otros a reir © motiyar incluso una critica moderada, pero se SUpONe que ee es el precio por un sistema democratico, a diferencia A uno represivo, Puede que al tribunal le interese saber que algunas de las alteraciones mas graves que se han Producido en nuestros dias han venido motivadas Por la negativa del tribunal a permitir que los acusados en juicios politicos se representen a si mismos. Es decir, las alteraciones fueron provocadas en parte por los jueces que presidian el proceso. Mi coacusado esta aqui sentado, sujeto con cadenas como un esclavo, una visién sumamente tur- badora, especialmente para los negros. Ya tenemos bas- tantes recordatorios de nuestra esclavitud. El] hermano Magee fue encadenado como consecuencia directa de la negativa del tribunal a reconocerlo como su propio abogado. Los atropellos que se produjeron durante juicio por conspiracién a Los Ocho de Chicago’ —4 encadenamiento y el amordazamiento del hermano Bobby Seale— fueron resultado de la negativa del tr bunal a concederle su derecho a defenderse. * Los Ocho de Chicago (Bobby Seale, Dave Dillinger, Abbie “ man, Tom Hayden, Rennie Davis, Jerry Rubin, Lee Weiner y Joho o nes) fueron juzgados Por conspiracién como responsables de los disturo! producidos durante la Convencién Nacional Deméerata de 1968 (x NOTAS SOBRE AUTORREPRESENTACION 49 Pido al tribunal que tenga en cuenta la proposi- cién de que cuando las consideraciones formales de orden se sittian por encima de la justicia, acostumbra a ser el desorden lo que se impone. Por el contrario, de un respeto verdadero y sincero por la justicia, el orden surge de manera natural. 3. IMAGENES AFRO: POLITICA, mop A Y NOSTALGIA* No hace mucho asisti a una performance en San Fray. cisco a cargo de mujeres que estaban o habjan estado encarceladas en la prisién del condado, en colabotacign con artistas femeninas de performance del Area de la Ba. hia. Al rerminar, me meti entre bastidores, en el «came tino» donde las reclusas, custodiadas por ayudantes de sheriffapostados a la entrada, estaban de celebracién con sus familiares y amigos. Como habia trabajado con al gunas de esas mujeres en la carcel, queria felicitarlas por el espectaculo. Una de ellas me presenté a su hermano, que en un primer momento respondié con una mirade inexpresiva al oir mi nombre. La mujer lo reprendid: «qgNo sabes quién es Angela Davis?! Deberia darte ver giienza». De repente, un destello de reconocimiento recorrié la cara de su hermano: «Ah —dijo—. Angel Davis..., la afro». Respuestas como esta son bastante habituales, y 6 al mismo tiempo humillante y una leccién de humil dad descubrir que, solo una generacién después de los hechos que me convirtieron en un personaje pitblico, se me recuerda como un peinado. Humillante port reduce una politica de la liberacién a una politica dela 7 . Africae * Este ensayo se publicé originalmente en Picturing Os: an American Identity in Photography, de Deborah Willis, ed., New Yrs New Press, 199.4, IMAGENES AFRO: POLfTICA, MODA Y NOSTALGIA gr moda; y una leccién de humildad Porque este tipo de encuentros con la generacién mas joven demuestran la fragilidad y la mutabilidad de las imagenes histéricas, en particular las vinculadas a la historia afroamericana. Este encuentro con el joven que me identificé como «la afro» me recordé un articulo reciente del New York Times Magazine que me inclufa en una lista de los cincuenta marcadores de tendencias (Iéase: peinado) mds influyen- tes del ultimo siglo.” Me sigue pareciendo irénico que la popularidad del afro se me atribuya a mi, cuando en realidad no hacfa mds que emular a toda una multitud de mujeres, tanto figuras puiblicas como mujeres con las que coincidia en mi vida cotidiana, cuando comencé a llevar el pelo natural a finales de los afios 1960. Pero no es solo la reduccidén de la politica histé- rica a una moda contempordnea lo que me enfurece. Es especialmente desconcertante que el honor de ser conocida como «la afro» sea en gran parte resultado de la especial escasez de imagenes periodisticas de mujeres negras, entre las que la mia es una de las relativamente pocas que han sobrevivido a los tltimos veinte aftos. O quiza la misma segregacién impuesta a esas image- nes fotograficas hizo que la mia entrara en la cultura periodistica dominante precisamente en virtud de mi supuesta «criminalidad». En cualquier caso, ha sobre- vivido, desconectada del contexto histérico en el que emergié, como moda. La mayoria de afroamericanos jovenes que conocen mi nombre y mi imagen de hace veinticinco afos se han topado con fotografias y cortes de pelicula o video, especialmente en videos musicales y en collages sobre historia negra incluidos en libros y revistas populares, En el contexto interpretativo en el que han aprendido a ubicar estas fotografias, el elemen- ™ New York Times Magazine, s. f $2 ANGELA y, Dig to mas destacado de la imagen es el pelo, entend; tanto como declaracién politica sino como Sede Ny La difusi6n contempordnea y sin Precedeny, imagenes fotograficas y audiovisuales de Sea. de nos tiene miiltiples y contradictorias ; mplicacig:* Por una parte, contiene la promesa de una ment visual de generaciones mayores y desaparecidas rm de personajes bien conocidos como de gente que tal _ no alcanzara prominencia publica. Sin embargo, Pr también el peligro de que la memoria histérica se Fishy ahistérica y apolitica. «Las fotografias son teliquias i pasado», escribe John Berger. Son «huellas de |g que ha sucedido. Si los vivos asumieran el pasado, si CSte se convirtiera en una parte integrante del proceso median te el cual las personas van creando su Propia historia, todas las fotografias volverian a adquirir entonces un contexto vivo, continuarian existiendo en el tiem Po, en lugar de ser momentos detenidos».’ Antes era bastante reticente a reflexionar de un modo que fuese algo mds que casual sobre el poder de las imagenes visuales con las que se me represent du- rante la época del juicio. Tal vez se deba a que no quiero afrontar el hecho de que esas imagenes estructuraran en cierta medida mis experiencias de aquella época. El reci- claje reciente de algunas de esas imagenes en contextos que privilegian lo afro en cuanto moda —fascinacién revolucionaria— me ha llevado a reconsiderarlas en ¢! contexto histérico en el que fueron creadas original mente (y en el que yo las experimenté originalment) y en el contexto «histéricon en el que acostumbran 4 Presentarse hoy en dia como «momentos detenidos». ee " John Berger, About Looking, New York, Pantheon Books, se 57, [Traduccidn al castellano de Pilar Vazquez. Alvarez: Minar, But Gustavo Gili, 2001, p. 62.] IMAGENES AFRO; POLITICA, MODA Y NOSTALGIA 53 En septiembre de 1969, el consejo rector de la Uni- versidad de California me despidié de mi puesto en el departamento de filosoffa de la ucta [Universidad de California en Los Angeles] por mi pertenencia al Partido Comunista. El verano siguiente, se presentaron cargos de asesinato, secuestro y conspiracién contra mi en relacién con las actividades que habia llevado a cabo en nombre de George Jackson y los Soledad Brothers. La difusién de varias imagenes mias —hechas por periodistas, la policia secreta y activistas del movimiento— tuvieron un papel fundamental tanto en la movilizacién de la opinién pu- blica contra mi como en el desarrollo de la camparia que fue responsable finalmente de mi absolucién. Veinticinco aos después, muchas de estas fo- tografias estén siendo recicladas y recontextualizadas de maneras que son a un tiempo fascinantes y per- turbadoras. Con la primera difusién publica de mis fotografias, tomé una profunda conciencia del poder invasivo y transformador de la cdmara y de la con- textualizacién ideolégica de mis imagenes, lo que me dejaba con poca o ninguna capacidad de accién. Por un lado, me retrataban como a una comunista (esto es, una antiamericana) conspiradora y monstruosa cu- yo rebelde peinado natural simbolizaba la militancia negra (esto es, antiblanca). Algunas de las primeras cartas de odio que recibi tendian a condensar «Rusia» y «African: me decfan «vuélvete a Rusia» y, a menudo en la misma frase (en relacién con una referencia a mi pelo), «vuélvete a Africa». Por otro lado, los retratos partidarios tendian a interpretar la imagen —casi ine- vitablemente una en la que yo apareciera con la boca bien abierta— como la de una revolucionaria carismé- tica y alborotadora lista para guiar a las masas hacia la lucha. Dado que no me considero ni monstruosa ni carismatica, me sentia en esencia traicionada por am- / 54 ANGELA y, ang bos motives: ultrajada en el primer caso, inadecy, en el segundo. Cuando el consejo rector de la uc me despj is 1969, un catdlogo de fotos mias aparecié a lo latgo & todo el afio en diversos periddicos y revistas Yen tele vision. Sin embargo, 10 fue hasta QUE Se presentato, cargos delictivos contra mi en relacién con el tiroteg de Marin County cuando las forografias Se Convirtieron ep, lo que Susan Sontag habia denominado «parte del de. corado general del ambiente». Como tales, emperaron a darme miedo de verdad. Un ciclo de terror se usp en marcha con la decisién del Br de declararme una de los diez criminales més buscados del pats, Aunque llevaba mds de un mes en la clandestinidad cuando yj las fotograffas que el FBt habia decidido usar en el cartel, tuve que imaginar de qué manera me retratarian pag intentar crearme una apariencia marcadamente distin de la que definirfamos como «armada y peligrosa». Los accesorios que utilicé consistian en una peluca con d pelo negro y liso, unas largas pestaitas postizas, y mis sombra de ojos, perfilador y colorete del que jamés habria imaginado que Ilevaria en ptiblico. Dado que nunca habia hecho ningun intento serio de presentatme como una persona exquisita, me parecié que el encanto era el tinico estilo que podfa anular la posibilidad de que me vieran como una revolucionaria. Jamés se me habria pasado por la cabeza que esa misma imagen « volucionaria que trataba entonces de camuflar a base de exquisitez se convertirfa, una generaci6n mas tarde, en fascinacién y nostalgia. ada ious * Susan Sontag, On Photography, New York, Farrar, Straus and en 1978, p. 27, [Traduccién al castellano de Carlos Gardini revisada P lio Major: Sobre la fotografia, Madrid, Alfaguara, 2005, p- 40-1 IMAGENES AFRO; POLITICA, MODA Y NOSTALGIA 55 Después de que el cartel del rar apareciera en oficinas de correos, en otros edificios piiblicos y enel programa de television The Fai, la revista Life lanzd un provocativo numero en el que inclufa un reportaje de portada sobre mi. Acompafiado de fotografias que iban desde mi infancia hasta el despido de uct, el articulo exploraba los motivos de mi supuesto abandono de una segura trayectoria hacia la realizacién del suefio ame- ricano de clase media para llevar la vida impredecible de una «revolucionaria negra». Teniendo en cuenta la tirada inmensa de esta revista ilustrada,’ experimenté algo similar a lo que se referfa Barthes cuando escribié: «Siento que la fotografia crea mi cuerpo o lo mortifica, segiin su capricho (apdlogo de este poder mortifero: ciertos partidarios de la Comuna pagaron con la vida su complacencia e incluso su entusiasmo en posar junto a las barricadas: vencidos, fueron reconocidos por los policias de Thiers y casi todos fusilados)»," El primer plano a tamafio real de la portada de la revista lo veria tanta gente, si no mds, que los retratos, mucho més pe- quefos, del cartel del esr. Cuando me topé cara a cara con mi propia imagen en la tienda en la que compré la revista, quedé convencida de que el director del rat, J. Edgar Hoover, habia intervenido en aquella portada. Me parecié mds que nada una ampliacién y una pro- longacién del cartel de sz Busca. Ademés, el texto del * En la década de 1960, la revista Life tenfa aproximadamente cuaren- ta millones de lectores. (Giséle Freund, Photography and Sociery, Boston, David R. Godine, 1980, p. 143. [Traduccién al castellano de Josep Elias, revisin técnica de Joaquim Romaguera i Ramié: La Fotografia como doct- mento social, Barcelona, Gustavo Gili, 2011, p. 124.]) “* Roland Barthes, Camera Lucida, New York, Hill and Wang, 1981, p. ut. [Traduecién al castellano de Joaquim Sala-Sanahuja con revisién bi- bliogréfica de Joaquim Rornaguera i Ramie: La cdmara licida, Barcelona, Paidds, 1990, p. 41.] 6 b) ANGEL, ¥ Dig reportaje explicaba de manera bastante Convinceny, qué las imagenes debian asociarse con armas ¥ pel or La fotografia de cubierta de mi autobiograft, a blicada en 1974, la hizo el reputado fotdgrafo Phi’ Halsman. Cuando entré en su estudio con Toni hae son, que era mi editora, lo primero que nos se fue si habfamos Ilevado la chaqueta de cuerg neor, Daba por hecho, resulté, que tenia que recrear ens c4mara una representacién visual simbélica de la mili. tancia negra: chaqueta de cuero (el uniforme de| Partido Pantera Negra), pelo afro y pufio en alto. Tuvimos que convencerlo de que me fotografiara en una POSe menos predecible. Todavia en 1993, la persistente capacidad de persuasién de estos estereotipos visuales se me hizo evidente cuando tuve que insistir a Anna Deavere Smith para que se replanteara la representacién que hacia de mi en su obra de teatro Fires in the Mirror, que en un primer momento tuvo una chaqueta de cuero negro como accesorio principal. La prueba més obvia del poder de estas imagenes fotogréficas fue el papel que desempefiaron a la hon de estructurar las opiniones de la gente sobre mi en cuanto «fugitiva» y Pprisionera politica; el efecto més extendido y sutil fue el modo en que sirvieron de imé- genes genéricas para las mujeres negras que llevaran ¢l pelo «natural». De la cottiente continua de historias que he ofdo durante los tltimos veinticuatro afos que sigo oyendo), deduzco que cientos, tal vez incluso miles de mujeres negras con el pelo afro fueron abor dadas, hostigadas y detenidas por la policia, el FBlY los agentes de inmigracién durante los dos meses q¥ Preguneg * Angela Y. Davis, Angela Davis: An Autobiography, New Yor .] ae a8 Nery, 5 Algunas de las fotos son intentos bastante ey; "K tes de recrear fotos de prensa que se hicieron arresto, durante el juicio y tras mi liberacign. Oo a drian calificarse de pastiche,’ con elementos los estereotipos contempordneos de la era negra de los afios 1960-1970, como hombr, chaqueta de cuero. Se incluia una escena del arrege la que la modelo aparecia entre dos policfas unifoy, n dos y vestida con una blusa de seda negra Public, en el pie de foto (y que recuerda a la camisa que llevah yo el dia que me arrestaron). Al igual que ocurre cop ‘ pelo, las gafas publicitadas son también notablemen similares a las que Ilevaba yo. Hay dos escenas del juj. cio en las que Williams lleva una peluca afro enormey vestidos minifalderos transparentes, también a la venta y en una de ellas, esposas. E incluso otra gira en toe un hombre con barba, con un puro, traje de faena y una pistolera en la cintura, que pretende obviamente evocg al Che Guevara (hasta el traje de faena se puede com- prar... jen Cheap Jack’s!). No hay ni rastro de sutilen en estas fotos. Dado que la intencidn de este reportaje de moda era representar la ro pa asociada con los movi- Mientos revolucionarios de principios de los afios 1970 como moda revolucionaria de los noventa, el logo del OS Sacados k de Militang, es Negros con * Utilizo el término pastiche tanto en el sentido habitual de un popu tri de elementos dispares como en el sentido en el que lo emplea Fredric Jameson: «Aquel, como esta [la parodia], es la imitacién de un estilo peculiar 9 tinico, el uso de una méscara estilistica, discurso en una lengut muerta: pero es una prdctica neutral de dicho remedo, sin el motivo u- terior de la parodia, sin el impulso satirico, la risa {...] El pastiche es 4? Parodia vacia, una parodia que ha perdido su sentido del humor». (Fredrie Jameson, «Pe ‘ostmodernismn and Consumer Society», en Hal Foster, ed. 1 Anti-Acsthetic: Esays on Postmodern Cultere, Port Townsend, ‘Washingt my Pees 1983, P. 114 [Disponible en traduccién al castellano de see ‘ons en: El giro cultural, Buenos Aires, Manantial, 2002, p. 20]: El ens se ha publicado en diversas versiones, Le aptadezco a Victoria Smith ae me sugiriera la relectura de este ensayo en relacién con el articulo de Vib IMAGENES AFRO: POLITICA, MODA Y NOSTALGIA 59 sexagésimo aniversario del Partido Comunista ha sido alterado en una de las fotos y aparece como 1919-1971 (en lugar de 1979). Y el vestido publicitado al que sirve de fondo este logo est4 adornado con chapas en las que se puede leer «Libertad para todos los presos politicos», Las fotografias que encuentro mas perturbadoras, no obstante, son los dos pequeiios retratos en primer plano de Williams, con una peluca afro enorme, de la reproduccién del cartel de sz Busca del FBI, que apare- ce por lo demas inalterado salvo por el texto LIBERTAD PARA ANGELA que aparece en letras rojas y en negrita al pie del documento. A pesar de que el tamafo excesi- vamente pequefio de las fotos no permite, en realidad, ver demasiado qué lleva puesto Williams, las blusas y las gafas (de nuevo, bastante similares a las que llevaba yo en las dos fotografias originales) aparecen en la lista de productos que pueden encontrarse a la venta. Este es el ejemplo més flagrante de cémo la historia concreta de mi causa judicial ha sido vaciada de todo contenido para usarla como fondo mercantilizado de anuncios publicitarios. La forma en que ese documento grafico sirvié de pretexto histérico para perseguir en algo pare- cido a un reino del terror a incontables jovenes negras queda borrado a todos los efectos al utilizarlo como un accesorio para vender ropa y promocionar la nostalgia por la moda de los afios 1970. Lo que se pierde también en este suceddneo nostdlgico de memoria histérica —en €sos «momentos detenidos», por emplear las palabras de John Berger— es la implicacién activista de un ntimero enorme de mujeres negras en movimientos que hoy en dia se representan con unos perfiles aun més masculinis- tas de los que poseian realmente en aquella época. Sin entrar en los numerosos debates generados por el articulo de Fredric Jameson «El posmodernismo y la sociedad de consumo», me gustaria sugerir que su andli-

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