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RESISTENCIA ae EL PERONISMO Y LA CLASE TRABAJADORA ARGENTINA, A DANIEL JAMES yA siglo veintiuno editores PN SmeLAUISS Ree eoeecr eesti snes rents Ce eieceeete Poe 13 - LAS SALAMANCAS DE LORENZA Deeg eects ac) Poets ere ees Meee Maaco iL) ee ie eter te Hugo del Campo Reeeai se aes oles ire Perea ray eevee Picea testes Maria Dolores Béjar om ovate eta) fein ei en la Argentina criolla as} eee supe.) ARGENTINA EN EL SIGLO XX ene Secon! Pee ice o Lye Eman eo le ems aren 19- RESISTENCIA E INTEGRACION Giccisa arin once! precy Pes Perse emcee ear EN LA FORMAGION DE LA lets ui wena. Een COLECCION HISTORIA Y CULTURA Originariamente publicado en castellano en 1990, este magistral estudio se ha convertido en un clasico sobre el tema. Daniel James ofrece una sugestiva imagen, a la vez compleja, matizada y profund mente comprensiva de un actor decisivo de la historia contempordnea: la clase obrera. RESISTENCIA E INTEGRACION combina el andlisis de las fuerzas socioeconémicas y los factores politicos e ideol6gicos ‘con una percepcién de las experiencias vividas en el proceso de re- onstruccién de la cultura de los trabajadores. Durante el largo periodo que va de la cada del primer gobierno pe- ronista en 1955 al fin del segundo peronismo, en 1976, los trabaja- dores organizados de la Argentina oscilaron entre la resistencia y la integracién a los modelos socioeconémicos impuestos por los sucesi- vos gobiernos. Ambos polos de una practica y una actitud a menudo ambiguas resumen a la vez las experiencias constitutivas de los obreros peronistas, su peculiar interpretacién de esa ideologla y su respuesta a las adversas condiciones de existencia durante la larga proscripcién que siguié a la caida del lider. De esa clase obrera surgié un singular grupo dirigente -Ia llamada “burocracia sindical”- que la representaba, a la vez que moldes y configuré. El “vandorismo”, un sector experto en pactos y negociacio- nes, preocupado por evitar los desbordes de una movilizacién que sin embargo debia alentar, dispuesto a apelar para ello al matonismo y al gangsterismo, también expresaba las fuerzas que, objetiva y subjetivamente, alimentaban la resistencia popular. i aN Lae VALE EL PERONISMO Y LA CLASE TRABAJADORA ARGENTINA, 1946-1976 ; Traduccién de LUIS JUSTO RESISTENCIA E INTEGRACION El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-1976 por Daniel James »® Sigio veintiuno editores Argentina s.a. {TUCUMAN 16217" (C1050AAG), SUENOS ARES, REPUBLICA AAGENTINA Siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. (GEARO DEL AGUA 48, ELEGACION COYOACAN, 0410, MENICO, OF Siglo veintiuno de Espajia editores, s.a. Prive De VERGARA TA 2 (1009 MADRID “James, Daniel Resistencia intgracin sel peroniamo y la clase trabajadora sugentina : 19481975 la ed» Buenos Ale: Siglo XX Eaitoces| Argentina, 205. ‘68 ps 20x14 cm, (Historia y elt, 19; igi por Lae Alberto Romero) Traducklo por: Las Justo su 987, 0375 1. Historia Politics Argentina Peronismo. I Just, La tad. Titulo ‘cDD 390.982 Resistance and Integration (1988, Cambridge University Pres) fue publicado ‘riginalmente en casellano en 1990 en la eclecion "Historia y Cultera” de a Paitorial Sudamericana Portada: Peter Tjebbes Imagen de portada: Augusto Timoteo Vandor en una asamblea (© 2006, Siglo XXI Rditores Argentina S.A. ISBN 987-1290.975, Ips en Aes Gra Dele Indice Agradecimientos Introducci6n Primera parte. Los antecedentes 1. El peronismo y la clase trabajadora, 1943-55 Segunda parte. La resistencia peronista, 1955-58 2. Supervivencia del peronismo: la resistencia en las fabricas 3. Comandos y sindicatos: surgimiento del nuevo liderazgo sindical peronista 4. Ideologia y conciencia en Ia resistencia peronista ‘Tercera parte. Frondizi y la integracién: tentacién y desencanto, 1958-62 5, Resistencia y derrota: impacto sobre los dirigentes, Ios activistas y las bases 6. Corolario del pragmatismo institucional: activistas, comandos y elecciones Cuarta parte. La era de Vandor, 1962-66 7. La burocracia sindical: poder y politica en los sindicatos peronistas 8. Ideologia y politica en los sindicatos peronistas distintas corrientes dentro del movimiento 9 ul 19 147 188 Quinta parte. Los trabajadores y la Revolucién Argentina: de Ongania ala vuelta de Perén, 1966-73 9. Los dirigentes sindicales peronistas son asediados: nuevos actores y nuevos desafios 287 10. Conclusin 330 Bibliografia escogida 351 Para mi madre, Chris Maddison, y mi padre, Morgan James, con amor y gratitud. En memoria de Bryn Morgan, minero galés, 1908-79, y de Daniel Hopen, desaparecido en ta Argentina en agosto de 1976, Agradecimientos La investigacion en que se basa este Mbro fue financiada por subsidios de los siguientes organismos: Social Science Re- search Council (Gran Bretafia). Foreign Area Fellowship Program (Nueva York) y fondo para viajes de becarios de la Universidad de Cambridge. Deseo expresar a esos organismos mi gratitud por el apoyo que me brindaron. Las deudas intelectuales y personales que supone todo trabajo de este caracter no pueden menos que ser enormes. El profesor John Lynch y Richard Moseley-Williams plantaron las primeras semillas de mi interés por la historia argentina y fue- Ton para mi maestros cuya simpatia me estimul6. Durante més de quince afios estudié a la Argentina y su movimiento laboral. y, en el curso de ese tiempo, conversé y discuti con muchas personas sobre la historia y el presente de la clase tra- bajadora argentina. La originalidad intelectual es a mi juicio un producto sumamente raro y, por mi parte, de muy buena gana doy las gracias a muchos amigos y colegas que intervinieron en la elaboracién de este libro. Sdlo puedo esperar que no les disguste encontrarse en esta compafiia y que reconozcan, al menos en forma parcial, la esencia de las ideas y discusiones que compartimos. En primerisimo témino doy las gracias a mi amigo Alberto Belloni, por su voluntad de consagrar muchas horas y dias a discutir la historia gremial y compartir sus proplas experiencias con un extranjero ingenuo. A él debo gran parte de la com: prensién que yo pueda haber alcanzado de la pasi6n, la ambi- giedad y la tragedia de la historia de la clase obrera argentina. En los varios afios que siguieron a nuestro primer encuentro, y aun en las mas penosas circunstancias personales, Alberto Belloni siempre se mantuvo dispuesto a transmitirme Sus pen- samientos, su ira, su compasién y su ilimitada curiosidad in- telectual. Otro amigo argentino, Aiberto Ferrari, puso a mi dis. posicién su profundo conocimiento de la politica y la sociedad 10 DANIEL JAMES argentinas, Me beneficiaron también muchas discusiones con Juan Carlos Torre, quien persistentemente me provocé y me lle- v6 a cuestionar lugares comunes sobre los trabajadores argen- tinos y sus sindicatos. Estos y otros amigos argentinos siem- pre lograron hacer a un lado él instintivo escepticismo que les inspira esa especie que podriamos lamar el “latinoamericanis- ta de academia’, al que son inherentes la condescendencia y la inseguridad, Les agradezco su cortesia y su sentido del humor. Judith Evans, buena amiga y buena consejera, siempre supo transmitirme su pasién por las cosas de la Argentina. Mi colega y amiga Emilia Viotti da Costa constituyé una fuente permanente de aliento y consejo positivo en materia de redaccién. Mas atin: compartié conmigo su infatigable curiosidad intelectual y me indujo a justificar y repensar muchos supuestos. También ¥raduados de Yale me proporcionaron un ambiente intelectual estimulante; contribuyeron en particular a este trabajo Albert Vourvoulias, Romi Gandolfo y Jeff Gould. Walter Little ofrecié generosamente su sélido conejo, Desde luego, corresponde formular la habitual advertencia en el sentido de que ninguno de los nombrados es responsable del producto final que se pre- senta aqui. Por ialtimo, pero no por ello menos efusivamente, vaya mi gratitud a Lynn Di Pietro, por su paciencia y sobre todo tan sélo por estar aqui, Introduccién Durante los iltimos cuarenta aftos el movimiento sindical peronista ha sido un actor crucial en el drama de ta historia de la Argentina modema. Ha sido el principal canal institucional para la lealtad de la clase trabajadora argentina hacia Peron como persona y hacia el peronismo como movimiento, y su be: neficiario. Pilar fundamental del régimen peronista de 1946 a 1955, los sindicatos son bos movilizadores esenciales de las ma- sas peronistas,y la dirigencia sindical ha actuado como agente principal de este poder en sus negociaciones con otros sectores de la organizacién politica argentina, por encima de todas las fuereas armadas. De hecho, el papel det movimiento sindical ‘como principal interlocutor entre las fuerzas armadas y la so- ciedad civil ha sido un tema dominante de la historia con- fempordnea argentina; con frecuencia, el destino de ta Argentina moderna parecié depender del resultado de un didlogo ineémodo pero siempre presente entre generales y jefes sindicales. El po- der que devengé esta situacion para el movimiento sindical fue enorme; frecuentemente reprimidos, los sindicatos han podido no obstante presentarse, incluso ante los gobiernos militares més hostiles, como una fuerza social y politica ireductible. La tntencion de este libro, en su nivel fundamental, es tra- zar el desarrollo del Peronismo en los sindicatos en el periodo 1955-73, ¢Cudl era la relacién entre los dirigentes sindicales y los miembros? ¢Hasta qué punto es vélida la concepcién popular respecto del poder sindical que pone de relieve la corrupcion, la violencia y el politiqueo del poder? ¢Cudles eran tos funda- mentos reales del poder sindical, y mas especialmente de la di- Tigencia sindical? Planteando y tratando de responder estos in- terrogantes no por obvios menos importantes esperamos ir més alld de ta admistbilidad superficial de las imagenes populares. Este lbro también trata el tema mas ampli de ta relacion entre el Peronismo y la clase trabajadora argentina y et significado de esa relacién para los trabajadores en general y los gremios 12 DANIEL JAMES en particular. A menudo, este tema ha sido abordado desde la erspectiva de nociones mas generales acerca del populismo. El resultado ha sido una marcada insistencia en el cardcter aberrante de ta participacién de la clase trabajadora en el pe- ronismo. Dicha participacién ha sido tratada como una especie de acertijo histérico que exigia una explicacion, la mayoria de las veces en términos de nociones tales como manipulacién, pa: sividad, eleccién digitada, y no pocas veces de irracionalidad. Este trabajo no ofrece una teoria abarcadora del populismo. Efectivamente, desde el punto de vista del histortador, diria que el problema con muchos andlisis existentes ha sido en par- te el nivel de abstraccién en que se manejaron. Los sistemas de ideas macroexplicativos no han sido capaces de resolver los interrogantes concretos y las excepciones que con frecuencia ellos mismos sugerian. La especificidad de una éxperiencia histérica y de movimientos sociales concretos se escaparon a través de la gran red de dichos sistemas. ‘Traté, primero y ante todo, de explorar la experiencia his- tortca de los trabajadores argentinos en las décadas posteriores al derrocamiento de Juan Perén en 1955. Dentro de esta es tructura general, me interesaron en particular dos terrenos de andlisis: la Jerarquia del sindicato peronista y su relacién con el resto de sus miembros, y el tema de la ideologia peronista y Su repercusin en la clase trabajadora. Para realizar esta ta- Tea se puso un énfasis considerable en furdamentar nuestro andlisis de estos temas en una comprensién de la experiencia conereta de la masa peronista. Considero que este énfasis es importante por dos razones. Primero, porque una perspectiva popular resulta esencial si queremos analizar los temas de ma- yor interés para este libro, Una mejor comprensién de las ac iones y percepciones de la masa de los gremialistas peronistas resulta esencial para esta empresa. ‘Ademds, este aspecto es no obstante crucial porque ha st do generalmente dejado de lado por muchos escritores. Al leer gran parte del material escrito sobre la historia argentina mo- derna, la sensacién que uno tiene es curiosamente ambigua. La clase ‘trabajadora esté presente en dichos andlisis; la realidad politica y la naturaleza det discurso argentino politico e intelectual dominante obviamente no permite eludir dicha presencia. Sin embargo, esa presencia tiene algo de treal. La clase trabajadora aparece generalmente como una cifra, casi como una construccién ideal al servicio de diferentes paradigmas ideolégicos. La esencia. de estas abstracciones deriva de nociones més amplias referidas @ la relacién de los trabajadores con el peronismo. Ya en Gino Germani y la sociologia de la modernizacién encontramos tas INTRODUCCION 1B masas urbanas pasivas y manipuladas que resultan de un pro- ceso de modernizactén incompleto. El marxismo y el comunismo y socialismo tatinoamericanos nos propone proletarios inexpertos incapaces de tomar conciencia de sus verdaderos intereses de clase, dominados por la ideologia burguesa y controlados y ma nipulados por politicos demagégicos y por una burocracia sindical despiadada. Finalmente, la tzquterda peronista y muchos sectores Juveniles radicales de fines de la década del '60 y comienzos de la del '70 ofrecian una vision de proletarios efemplares for- Jando un movimiento peculiarmente argentino hacia el socialismo ¥y la liberacién nacional. Detras de estos paradigmas estan al cecho una serie de antinomias globales que han dominado el debate general sobre el populismo y la clase trabajadora: tra- dictonal/modemo, eleccién digitada/autonomia, falsa conctencta/ conciencia de clase. y especialmente importante para el peronismo en la era posterior a 1955, resistencia e integraclon. Lo que no logran darnos estas abstracciones es generalmente una nocién de la experiencia histérica concreta de los trabajadores y sus respuestas complejas, ambiguas y a menudo contradictorias. Yo atribuiria esta carencia, en parte al menos, a la persistente incapacidad de la mayor parte de la teoria académica de captar adecuadamente la compiejidad de la experiencia de la clase trabajadora. No obstante, también se debe en parte a la extra ordinaria relevancia polémica de los modelos histéricos pasados y la experiencia en la Argentina contempordnea. La experiencia histérica pasada constituye evidentemente un fundamento crucial del debate ideolégico y politico contempordneo en la mayoria de las sociedades. Sin embargo, en la Argentina, el pasado ha si- do vivido como presente de una manera peculiarmente intensa. La percepcién de este hecho ha acentuado precisamente gran par: te del aura de pesimismo y fatalismo que ha dado forma a tas actitudes piblicas e inteleciuales respecto del “enigma” de ta Argentina. Los argentinos parecen haber sido condenados a so- portar un presente déminado por simbolos surgidos de expe- Tiencias y conflicts pasados. Figuras nacionales y movimientos sociales y politicos del pasado se convirtieron muchas veces en mitologias que sirven como simbolos cuya funcién es racionalizar, Justificar y dar una coherencia emocional a necesidades politicas resentes. En el caso de ta clase trabajadora esta mitologizactin im: plicé una simplificacion y una idealizacion de las penosas com: plejidades de la experiencia de la clase trabajadora. La mayor parte del debate interno del peronismo en los uiltimos veinta afos ha girado, efectivamente, en torno de las tdealizaciones y estereotipos conflictivos de ta historia y la experiencia de la “4 DANIEL JAMES clase trabajadora. Asimismo, la comprensién del desarrollo de la izquierda peronista y de los grupos guerrilleros a fines de los aos '60 y la década del ‘70 debe basarse en una comprension de sus mitologias de la clase trabajadora y de su papel en el Peronismo en general y particularmente durante ta década st guiente a la destitucién de Perén en 1955. Estas mitologias son Perjudiciales para la comprensin histérica y nocivas para la Practica politica de grupos que proclamaron simbolizar y re- Presentar a esta clase trabajadora. Develar parte de la realidad oculta detras de estos mitos referidos a la presencia de la clase trabajadora en el peronismo es una de tas mayores preocupa- ciones de este trabajo. Las fuentes utilizadas para este estudio son de tres tipos. Primero: Tecurri a documentacion de archivos existentes en la Argentina. Incluyo aqui diartos y revistas de ese periodo y bo- letines, anuarios y materiales disponibles en organismos esta- tales, principalmente el Ministerio de Trabajo. Segundo: tuve la suerte de poder acceder a una gran cantidad de diarios peronistas no oficiales, a diarios de afiliados, panfletos y circulares de barrios. Todo esto estaba casi exclusivamente en manos privadas y no esté a disposicion del piiblico en general. Tercero: me guié Jfuertemente por entrevistas, conversaciones y discusiones con ‘Participantes activos en los gremios durante este periodo. El enfoque general adoptado en términos de la organizacién de este trabajo es analitico narrative. Los capitulos siguen un orden cronolégico. Quiero poner de relieve que, dentro de ese enfoque, se hizo una seleccién. Este trabajo no es una historia de la Argentina en las décadas que siguieron al derrocamiento de Peron. Muchos temas son tratados indirectamente, o sélo en la medida en que tienen relacién con el movimiento trabajador. Ast. por ejemplo, las relaciones entre las autoridades civiles y los miluares, 0 las tutrigas dentro de las fuerzas armadas, son mencionadas muy brevemente y s6lo cuando afectan al contexto general dentro del cual debian moverse los sindicatos peronistas. El primer capitulo, “El peronismo y la clase trabajadora, 1943-55", brinda una interpretacion de ta relacin entre el pe- ronismo y la clase trabajadora en el periodo de la formacion del movimiento peronista y los gobiernos peronistas. Apunta, sobre todo, a analizar los fundamentos de la identificacion de la clase trabajadora con el’ peronismo para poder entender mejor la Feaccién de esta misma clase ante la situacién creada por el derrocamiento de Peron. La Segunda Parte, ‘La resistencia pe- ronista’, trata de la resistencia de la clase trabajadora y otros sectores del movimiento peronista a los regimenes militares que INTRODUCCION 15 jobemnaron a la Argentina de 1955 a 1958. La Tercera Parte, rondizt y la. integracion: tentacion y desencanto", analiza el del gobtemo de Arturo Frondizt, 1958-62. En la Cuarta Parte, “La era de Vandor", estudié el desarrollo del poder del movimiento sindical peronista bajo la tnfluencia dominante de ‘Augusto Vandor, dirigente del gremio metalirgico, en el periodo comprendido entre el derrocamiento de Frondizi y el golpe militar de junto de 1966. Por tltimo, la Quinta Parte, “Los trabajadores y la Revolucién Argentina”, ofrece un andlisis del periodo del gobierno militar desde 1966 hasta 1973. PRIMERA PARTE: Los antecedentes 1. El peronismo y la clase trabajadora, 1943-55 Halen trangullos, Cul es el problema? Habls vos, Tedesco. El coronel lo va a entender mejor. ~Bueno.. pbsted es Tedesco? Ho de allanos, eno? i, coronel. “Ya me parecia. Qué pasa, Tedesco? =Muy_sencillo, coronel:: mucho laburo y poca guita ~Eso esté claro. Donde? “Trabajamos de noche en... Nos pagan 3 pesos con treinta cada noche. “iQue barbaridad! Enseguida lo arreglaremos. Haré lamar a los duefios de la fabrica para que se haga un convenio de parte con ustedes. Cuanto quieren. ganar? ‘Nos tiramos a 3 pesos con 33 centavos pero lo Justo seria 3,50 por noche. “Todo va a’andar bien, No puede ser que todavia se explote asia los trabajadores. Gracias, coronel “Tedesco, usted quédese. Los demas pueden tree y"tengan conflanza. Mariano Tedesco, fundador de le ‘Asociacién Obrera Textil Bueno, miré, lo digo de una vez. Yo, yo no lo Inventé a Peron. Te lo digo de una ver asi termino con esta patriada de buena voluntad que estoy Nevando a cabo en un afén mio de liberarte de tanto macaneo. La verdad: yo no lo inventé a Peron ni a Eva Peron, 1a milagrosa. Ellos nacieron como 20 DANIEL JAMES tuna reaccion a tus malos goblernos. Yo no lo inventé a Perén nia Evita Peron ni a su doctrina. Nos trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habian enterrado en un largo camino de miserla. Nacleron de vos, por vos y para vos. Enrique Santos Discépolo EL TRABAJO ORGANIZADO Y EL ESTADO PERONISTA, Bajo la guia de sucesivos gobiernos conservadores, la eco- nomia argentina respondié a la recesién mundial de la década 1930-40 mediante la produccién local de un creciente numero de bienes manufacturados que antes se importaban.' A la vez que en general mantuvo adecuados niveles de renta para el sector rural y garantizé los privilegiados nexos econdmicos de la elite tradicional con Gran Bretafia, el Estado argentino esti- mulé esa sustituctén de importaciones mediante una juiciosa politica de protecclép arancelaria, controles cambiarios y provi- sién de crédito industrial Entre 1930-35 y 1945-49 la pro- duccién industrial crecié hasta mas que duplicarse; las importa- clones, a las que en 1925-30 correspondia casi una cuarta par- te del Producto bruto argentino, se redujeron aproximadamente al 6 por ciento en el quinquenio 1940-44. De importar alrededor del 35 por cfento de su maquinaria y equipo industrial en el primer periodo, la Argentina pasé a importar sélo el 9,9 por clento en el segundo.’ Ademds, durante la Segunda Guerra Mundial se asistié a un considerable aumento del crecimiento industrial argentino, encabezado por las exportaciones. a medida que bienes manufacturados en la Argentina penetraron en mercados extranjeros.* Al promediar la década 1940-50 la Ar- gentina tenia una economia cada vez més industrializada; mientras el tradicional sector agrario seguia constituyendo la principal fuente de divisas, el centro dindmico de acumulacién de capital se hallaba ahora en la manufactura. En la estructura social se operaron cambios que reflejaban esa evolucién econémica. El ntimero de establecimientos in- dustriales aumenté de 38.456 en 1935 a 86.440 en 1946, a la vez que el mimero dé los trabajadores de ese sector pasaba de 435.816 a 1.056.673 en 1946.° También se modificd la com- posicién interna de esa fuerza laboral, Sus nuevos integrantes provenian ahora de las provincias del interior antes que de la inmigracién extranjera, sumamente reducida desde 1930. Se LOS ANTECEDENTES a desplazaban atraidos por los centros urbanos, en expansién, de la zona litoral, y en especial por el Gran Buenos Aires, area periférica de la Capital Federal. Hacia 1947, alrededor de 1.368.000 migrantes del interior habian llegado_a Buenos Ai- res atraidos por el rapido crecimiento industrial.® En Avellaneda, centro suburbano esencialmente industrial separado de la Ca- pital por el Riachuelo, sobre 518.312 habitantes que habia en 1947 mas de 173.000 habian nacido fuera de la Capital o de la provincia de Buenos Altres.” Si bien la economia industrial se expandié rapidamente, Ja clase trabajadora no fue beneficiada por ese proceso. Los sa- larios reales en general declinaron al rezagarse detras de la in- flacién. Frente a la represién concertada por los empleadores y el Estado, los obreros poco podian hacer para mejorar los sa- jarios y las’ condiciones de trabajo. La legislacién laboral y so- cial era escasa y su cumplimiento obligatorio se imponia sélo esporadicamente, Fuera de los lugares de trabajo la situacién no era mucho mejor, pues las familias obreras debian enfrentar, sin ayuda del Estado, los problemas sociales de la rpida ur- banizacién, Una encuesta efectuada en 1937 revel6, por ejem- plo, que el 60 por ciento de las familias de clase obrera de la Capital vivian en un cuarto cada una." El movimiento laboral existente en el tiempo del golpe mi- litar de 1943 estaba dividido y era débil. Habia en la Argentina cuatro centrales gremiales: la Federacién Obrera Regional Ar- gentina (FORA), anarquista, hoy apenas un pufiado de militantes del anarquismo; la Unién Sindical Argentina (USA), sindicalista, también de escasa influencia, y ademas estaba la Confederacion General del Trabajo (CGT), dividida en la CGT NP 1 y la CGT N° 2° El influjo de este fragmentado movimiento laboral sobre Ia clase trabajadora era Iimitado. En 1943 se encontraba orga- nizado tal vez alrededor del 20 por ciento de la fuerza laboral urbana, con mayoria, en ese porcentaje, del sector terciario. La gran mayoria del pfoletariado industrial estaba al margen de toda organizacion sindical efectiva. El grupo mas dinémico que intenté organizarse en campos no tradicionales fueron los co- munistas, que alcanzaron clerto éxito entre los obreros de la construccién y la allmentacién y los madereros. Pero areas vi- tales de la expansion industrial en las décadas 1930-40 y siguiente -los textiles y los metalurgicos- aiin eran virtualmente, en 1943, terra incognita para la organtzacién sindical. De los 447.212 afiliados sindicales que habia en 1941, el sector del transporte y los servicios representaba bastante mas que el 50 por ciento, y la industria sélo aportaba 144.922 afiliados.'° Ed DANIEL JAMES Perén, desde su posicién como secretario de Trabajo y des- pués vicepresidente del gobierno militar instaurado en 1943, se consagré a atender algunas de las preocupaciones funda- mentales de la emergente fuerza laboral industrial."' Al mismo tiempo, se dedicé a socavar la influencia de las fuerzas de z- Quierda que competian con él en la esfera sindical, Su politica social y laboral creé simpatias por él tanto entre los trabajadores agremiados como entre los ajenos a toda organizacion, Ademas, sectores decisivos de la jefatura sindical legaron a ver sus Propios futuros en la organizacién ligados a la supervivencia Politica de Perén en momentos en que las fuerzas politicas tra- dicionales, tanto de tquierda como de derecha, atacaban su figura y sus politicas en el curso de 1945. El creciente apoyo obreroa Perén provocado por esas circunstancias cristalizé Por primera vez el 17 de octubre de 1945, fecha en que una manifestacin popular logré sacar a Perén del confinamiento y lo puso en el camino a Ja victoria que conquisté en las elec- ‘ciones presidenciales de febrero de 1946.2 Aunque en el periodo 1943-46 hubo muchas mejoras es- pecificas de las condiciones laborales y la legislacién social, la década de gobierno peronista 1946/55 tuvo un efecto mucho mds profundo atin sobre la posicién de la clase trabajadora en Ja sociedad argentina. Ante todo, durante ese lapso se asistio a un considerable aumento de la capacidad de organizacién y el peso social de la clase trabajadora. Combinandose, la simpatia del Estado por el fortalecimiento de la organizacién sindical y el anhelo de la clase trabajadora de trasladar su victoria po- litica a_ventajas concretas determinaron una rapida extension del sindicalismo, En 1948 la tasa de sindicalizacion habia as- cendido al 30,5 por ciento de la poblacién asalariada, y en 1954 era del 42,5 por ciento. En la mayoria de las industrias manufactureras la tasa oscilaba entre el 50 y el 70 por cien- to.'® Entre 1946 y 1951 el numero total de afiliados sindicales aument6 de 520,000 a 2.334.000. Actividades manufactureras como la textil y la metalirgica, donde antes de 1946 el sindi- calismo era débil o nulo, para fines de la década tenian sin- dicatos cuyo mimero de afiliados se contaba por cientos de millares. Adems, por primera vez se agremiaron grandes ni- meros de empleados puiblicos. Esta extensién de la agremiacién en amplia escala fue acompafada por la implantacién de un sistema global de negociaciones colectivas. Los convenios fir- mados en toda la industria argentina en el periodo 1946-48 re- gulaban las escalas de salarios y las especilficaciones laborales € incluian ademas un conjunto de disposiciones sociales que LOS ANTECEDENTES: 2 contemplaban la Iicencla por enfermedad, la licencia por ma- temidad y las vacaciones pagas.' . La estructura de organizacién impuesta a la expansion sin- dical fue importante en el sentido de que molde6 el futuro de- sarrollo del movimiento gremial. La sindicalizacion debia basarse en la unidad de actividad econémica, antes que en el oficio o la empresa particular. AdemAs, en cada sector de la actividad econsmica solo se otorgé a un sindicato el reconocimiento ofi- cial que lo facultaba para negociar con los empleadores de esa actividad, Los empleadores estaban obligados por ley a negociar con el sindicato reconocido, y los salarios y condiciones esta~ lecidos por esa negociacién se aplicaban a todos los obreros de esa industria, con prescindencia de que estuvieran agremiados o no, Ademas se cred una estructura sindical especifica centra- \izada, que abarcaba las ramas locales y ascendia, por intermedio de federaciones nacionales, hasta una tnica central, la Confe- deracion Nacional del Trabajo (CGT), Finalmente, quedaba bien establecido el papel del Estado en la supervision y arti- culacién de esa estructura. El Ministerio de Trabajo era la au- toridad estatal que otorgaba a un sindicato el reconocimfento que lo facultaba para negociar con los empleadores. El decreto 23.852, de octubre de 1945, conocido como Ley de Asociaciones Profesionales, que establecié ese sistema, estipulaba también el derecho del Estado a supervisar vastas areas de la actividad sindical. En esta forma la estructura legal aseguraba a los sin- dicatos muchas ventajas: derechos de negociacién, proteccion de los funcionarios sindicales contra la adopcién de medidas punitivas que los afectaran, estructura sindical centralizada y unificada, deduccién automatica de los sueldos y salarios de las cuotas sindicales y aplicacién de éstas a vastos’planes de bienestar social. Pero al mismo tlempo otorg6 al Estado las funciones de garante y supervisor final de este proceso y de los beneficios derivados de él. - Mientras la expdnsién en gran escala de la organizacién sindical aseguraba el reconocimiento de la clase trabajadora ‘como fuerza social en la esfera de la produccién, durante el pe- riodo peronista también se asistié a la integracion de esa fuer- za social a una coalicién politica emergente, supervisada por el Estado. Desde el punto de vista de los trabajadores, la in- dole exacta de su incorporacién politica al régimen no se ev- dencié enseguida. Los contornos generales de esa integracién po- litica slo se manifestaron durante la primera presidencia de Peron y fueron confirmados y desarrollados en el curso de la segunda, En el primer periodo, de 1946 a 1951, se operaron la

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