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La generaciOn de Vicente Riva Palacio y el quehacer historiografico Antonia Pi-Sufer Llorens FFyLUNAM Balance de los logros y los limites que en el 4mbito historiografico alcanzé Ia generacién de Tuxtepec, la cual es definida siguiendo el modelo establecido por Luis Gonzalez. Mi rencores por el pasado nf temores por el porventr Vicente Riva Palacio sidad y conveniencia de estudiar lahistoria patria, José Maria Vigil sostenia: E n.1878, al disertar sobre la nece- Los pueblos no se constituyen a priori; los pueblos no pueden prescindir de su pasado, nica base segura paraconocer el presente y preparar el porvenir; de donde se sigue naturalmente que nin- guna ignorancia puede ser mas funesta para una nacion que la que recae sobre 83 Secuencia, nueva época Jos asuntos que le conciernen; porque no sabra apreciar en su justa medida lo bueno ni lo malo que tiene, quedando sujeta a impresiones pasajeras, que le inspirarén unas veces la loca confianza del que se imagina poderlo todo, y otras, el profundo desaliento que trae consigo la pérdida de las mis lisonjeras esperanzas.! En dicho ensayo, publicado en el periédico El Sistema Postal, don José Maria insistia en lo importante que era 1 José Maria Vigil, “Necesidad y convenien- cia de estudiar la historia patria’, en Ortega y Medina, Polémicas, 1970, p. 269. num, 35, mayo-agosto 1996 para los pueblos “mantener aquellos fasgos que constituyen su fisonomia propia, su personalidad en medio del concurso de las-naciones”.? Conside- raba que en México la transmision del conocimiento hist6rico se habia he- cho de manera lamentable. Por un Ia- do se habia inculcado un sentimiento de odio hacia el pasado colonial, ana- tematizando todo lo que provenia de aquel periodo “sin reflexionar que, sean cuales fueren las ideas que sobre ello se tengan, alli estin los gérmenes de nuestras costumbres y de nuestros habitos”; por otro lado era evidente que existia desde el tiempo de la con- quista un menosprecio hacia las razas indigenas, mismas que seguian for- mando parte de la sociedad y que, por tanto, cabia estudiar. La unién de es- tos dos sentimientos, continuaba gil, habia traido como consecuenciael desconocimiento del propio ser y pro- vocado que el pueblo mexicano hu- biese caido en “el peor de los vicios”, que era el del desprecio propio.3 Ha- bia, pues, que cambiar de actitud, y Por ello era necesario hacer conocer allos hijos de México lo que significa en el mundo el pedazo de tierra que ocu- pan; porque s6lo asi podran amario, explotarlo ¢ interesarse en su conserva- cin; que sepan el camino que han re- corrido nuestros padres para llegar a conquistar la autonomia y las libertades que hoy disfrutamos, pues tal conoci- miento no s6lo nos hard apreciar los bienes inestimables que poseemos, sino que robustecer4 la fe para marchar ha- 2 Ibid, p. 267. 3 Bid, p. 268, 84 cia el porvenir, fortificandonos con el ejemplo de los que nos han precedido Y que tuvieron que vencer obstaculos mas poderosos que los que hoy se nos presentan.4 Si bien estos conceptos fueron ex- presados en relacion con la ensefianza de la historia, a nuestro parecer refle- jan también la idea que permeé a la mayoria de las obras historiograficas escritas en aquellos mismos afios y que consisti6 en transmitir una cultu- ra hist6rica que, a la vez que concilia- raa los mexicanos, reafirmase su iden- tidad nacional. Dicha tarea recay6, salvo algunas excepciones, en la gene- racion de Porfirio Diaz o “tuxtepeca- na”, cuyos miembros nacieron entre 1825y 1840. Esta elite rectora se encon- tré a caballo entre la generacion de la Reforma, o romAntica-liberal, y la de los cientificos. Con Ia primera coinci- did en el momento en que ésta se en- contraba en su “madurez triunfante”, es decir durante la intervencién fran- cesa, el imperio de Maximiliano y el restablecimiento de la repablica. A partir de 1877, momento en que los tuxtepecanos asumieron “la plenitud de mando”, convivieron con los jove- nes formados bajo Ia filosofia positi- vista, grupo que los relevaria del po- der en 1892.5 En el presente ensayo nos interesa acercarnos.a las caracteristicas del que- hacer historiogrifico realizado poresta generacién durante las décadas trans- 4 Bid, p. 270. 5 Seguimos la teoria de las generaciones del sugerente libro de Gonzilez y Gonzilez, La ronda, 1984. ANTONIA PFSUAIER LLORENS curridas entre 1867, afio en que se crey6 que se iniciaba la tan anhelada reconstrucci6n nacional, y 1889, que vio Ia luz el ultimo tomo de México a través de los siglos, obra con la que culmind, segiin nos parece, dicho que- hacer. En aquellos veinte afios la pro- duccién historica fue no solo muy co- piosa sino también muy versatil, y si bien nuestros historiadores compar- tieron la tarea con algunos miembros de las generaciones anterior y poste- rior, no cabe duda de que la mayoria de las obras fueron escritas por la elite que nos ocupa. De los cien miembros que segiin las cuentas del maestro Luis Gonzalez y Gonzalez pertenecieron a esta minoria rectora, slo nos ocuparemos de aque- llos que se interesaron por la historio- grafia y que desarrollaron sus activida- des literarias basicamente en la ciudad de México. Ellos fueron Joaquin Garcia Icazbalceta, Juan de Dios Arias, José Maria Roa Barcena, Evaristo Hernandez y Davalos, José Maria Vigil, Juan A. Mateos, Antonio Garcia Cubas, Fran- cisco Zarco,® Emilio del Castillo Ne- grete, Vicente Riva Palacio, Ignacio Manuel Altamirano, Ireneo Paz, Matias Romero y Manuel Rivera Cambas. Alar- gando un poco la fecha limite de naci- miento, aitadiremosa Alfredo Chavero, Julio Zarate y Enrique Olavarria y Fe- rrari, nacidos el primero en 1841 y los “ Cabe sefialar que, por su fecha de naci- miento, Francisco Zarco pertenecié a la genera- ci6n que nos ocupa; sin embargo, suvertiginosa carrera como periodista y politico y el haber muerto en 1869 han llevado a que, por lo gene- ral, seaconsiderado comomiembro dela pléyade de la Reforma, LA GENERACION DE VICENTE RIVA PALACIO dos diltimos en 1844.7 Creemos poder hacerlo por dos razones: la primera, porque dificilmente podemos ubicar- los en el grupo cuyas obras se basaron en la filosofia positivista, y la segunda porque su produccién mas importan- te se encuentra dentro de los limites cronolégicos que abarca el presente ensayo, Como miembros de una misma ge- neracion, hallamos en nuestros per- sonajes varias coincidencias que cabe anotar. De los 17 consignados, s6lo cinco fueron originarios de la ciudad de México: Garcia Icazbalceta, Mateos, Garcia Cubas, Riva Palacio y Chavero; ‘once de ellos nacieron y se formaron en provincia y uno en Espafia, para venir mas tarde a residir en la capital, incorporandose a su vida cultural y politica. En lo que respecta a sus estu- dios profesionales, doce se matricula- ron en Ja carrera de jurisprudencia, mientras que Garcia Cubas y Rivera Cambas fueron ingenieros topégrafos, y el resto fue, en cierta manera, auto- didacta. De los 17, s6lo dos no estuvie- ron vinculados con el periodismo po- litico, a saber, Garcia Icazbalceta y Garcia Cubas. Por lo menos siete fue- ron profesores: Vigil, Castillo Negrete, Altamirano, Rivera Cambas, Chavero, Zarate y Olavarria. Cuatro participa- ron en la lucha armada contra los fran- 7 Lalista de personajes corresponde lo que Gonzalez y Gonzalez llama “las ligas mayores". Estamos conscientes de que en virtud de la sistematizacin hemos dejado fuera a algunos autores de libros de texto. Para mayor informa ‘ci6n sobre los libros de texto en el periodo que nos ocupa, véase la excelente tesis de licencia- tura de Roldan Vera, “Conciencia”, 1995. 85 cesesy el segundo imperio: Arias, Riva Palacio, Altamirano y Paz. Respecto a la carrera politica, la mayoria tuvo al menos una representacion parlamen- taria mientras que seis de ellos —Arias, Zarco, Riva Palacio, Romero, Chavero y Zarate— ocuparon cargos piiblicos importantes. Finalmente, desde el pun- to de vista ideologico, cabe apuntar que predominé la corriente liberal, ya que de los 17 autores consignados, s6- Io Garcia Icazbalceta y Roa Barcena comulgaron con el conservadurismo. La pequefia revision estadistica que hemos presentado nos muestra la di- versidad de actividades desarrolladas por nuestros personajes, quienes com- binaron, aparentemente sin proble- ma, la literatura con Ia politica, el periodismo con la acci6n legislativa, 86 las armas con la oratoria. Eran enton- ces considerados como literatos u “hombres de letras”, y su actividad li- teraria no se dividia en compartimen- tos estancos como ocurre en la actua- lidad, sino que fue multifacética, por lo que lo mismo escribieron poemas que hicieron traducciones, igual redac- taron textos historicos que crénicas teatrales, o elaboraron articulos de cos- tumbres y grandilocuentes piezas de oratoria. Asi, el ejercicio de las letras les dio entrada a un vasto campo inte- lectual que hoy en dia ya no se concibe como una unidad. Como miembros de la elite cultural, nuestros personajes se ocuparon de dar nueva vida a algunas de las socie- dades literarias y cientificas que ha- bian dejado de existir en los tiempos de guerra, tanto civil como extranjera. En ellas intercambiaron opiniones y conocimientos con miembros de la pléyade de Ja reforma con quienes compartieron gustos y principios ideo- légicos, como fueron €l romanticismo y el liberalismo. También lo hicieron con algunos miembros de la genera- cién de los cientificos, cuyas nuevas ideas vieron algunos con interésy otros con gran desconfianza. Las dos asociaciones en que encon- tramos un mayor namero de nuestros personajes fueron El Liceo Hidalgo yla Sociedad Mexicana de Geografia y Es- tadistica. La primera, que fue fundada en 1850 y que, al decir de Alicia Pera- les,8 vivid tres etapas de gran fecundi- dad para la cultura y las letras mexica- nas, conté entre sus miembros a Arias, Roa Barcena, Zarco, Vigil, Garcia Cu- 8 Perales, Asoctaciones, 1957, pp. 89-122 ANTONIA PFSUNIER LLORENS bas, Riva Palacio, Altamirano, Paz, Ri- vera Cambas y Chavero. En cuanto ala segunda, que, como sabemos, también paso desde su inicio en 1833 por dife- rentes €pocas, unas mas fructiferas que otras, en los afios que nos ocupan tuvo una producci6n bastante excep- cional. A pesar de que la primera fina- lidad de esta Sociedad fue puramente cientifica, con el tiempo se abrié a las contribuciones humanisticas y es por ello que hallamos en su seno un alto porcentaje de los hombres de letras que nos ocupan. A saber, Garcia Icaz- balceta, Roa Barcena, Hernandez y Davalos, Vigil, Garcia Cubas, Riva Pa- lacio, Altamirano, Rivera Cambas, Cha- vero, Zarate y Olavarria. Otro importante espacio que com- particron nuestros hombres de letras y en el que también se encontraron con colegas de las generaciones ante- rior y posterior a Ja suya, fueron las fa- mosas Veladas Literarias, movimiento cultural que surgié de la efervescencia nacionalista provocada por el triunfo sobre la intervencién extranjera. Si bien estas reuniones s6lo subsistieron seis meses, de 1867 a 1868, contribu- yeron de manera importante a fomen- tar el renacimiento de Ia literatura na- cional. Aunque la mayoria de los asistentes eran simpatizantes del par- tido liberal, participaron también al- gunos conservadores, especialmente José Maria Roa Barcena. Elentusiasmo del principal promotor de estas Vela- das quedo plasmado en sus “Revistas Literarias”: El movimiento literario es visible. Hace algunos meses todavia, la prensa no pu- blicaba sino escritos politicos u obras LA GENERACION DE VICENTE RIVA PALACIO literarias extranjeras. Hoy se estan pu- blicando a un tiempo varias novelas, poesias, folletines de literatura, articu- los de costumbres y estudios hist6ri- cos, todo obra de jévenes mexicanos, impulsados por el entusiasmo que cun- de mas cada dia. Este fervor altamiraniano se reflejé en la aparicion del periddico literario ElRenacimiento, que él mismo fund6 y se publicé a lo largo de 1869. Dicha revista, abierta a los autores de “todas las edades y de todas las tendencias politicas”, tuvo como fin reconciliar las posturas encontradas y formar una verdadera literatura nacional. En sus ? Altamirano, “Revistas Literarias de Méxi- co” en Martinez , Literatura, 1949, vol. 1, p. 9. 87 paginas encontramos articulos de Roa Barcena, Vigil, Garcia Cubas, Riva Pala- cio, Chavero, Olavarria y Ferrari y por supuesto de su director, Altamirano. Es evidente que, aparte de pertene- cer a las asociaciones culturales men- cionadas, nuestros autores no pudieron desvincularse del acontecer politico que los rodeaba. Fueron todos ellos hombres polifacéticos que vivieron su tiempo con gran intensidad y busca- ron respuestas adecuadas a [as situa- ciones que se les presentaban. Asi, en tiempos de guerra, la mayoria habia combatido a la intervenci6n extranje- ra, ya fuese con las armas 0 con la plu- ma. Durante aquellos aciagos afios se identificaron plenamente con la plé- yade reformista, enarbolando con és- ta las banderas de la Constitucion de 1857 y de las Leyes de Reforma, como simbolos de la lucha contra la reac- ciény la invasion extranjera, simbolos que se convertirian después en el leit- moti del partido liberal. Una vez ter- minada la guerra, el recuerdo de aque- llas infaustas vivencias y el deseo de establecer una paz duradera llevarona nuestros personajes a buscar la recon- ciliacién nacional. Fue en esas circuns- tancias que la historiografia cobr6 para ellos un sentido vital. Todos compar: tieron una preocupacién de orden po- litico y moral al acercarse a la historia, y ante el gran reto que significé la re- construcci6n del pais, el quehacer his- toriografico se convirtié en una tarea trascendental, buscando con ella re- forzar el sentimiento de identidad na- cional. Para comprender la importancia que tuvo la historiografia para los auto- res que nos ocupan es preciso remon- 88 tarsea 1867. La victoria de los liberales sobre la intervenci6én extranjera y el partido conservador hizo que aqué- Hos se sintiesen los amos del devenir patrio. Ese sentir quedo plasmado en el discurso que el 16 de septiembre de ese afio pronuncié en Guanajuato, Ga- bino Barreda, presidente de la recién nombrada comision que se encargaria de reformar la educaci6n. En su Ora- ciOn Civica, Barreda sostuvo, por un lado, que el devenir hist6rico de Méxi- co solo podia explicarse dentro de la “evolucién progresiva de la humani- dad” y, por otro, que el tinico partido que podia considerarse como verd: deramente nacional era “el gran Parti do Liberal”.!° Lleno de orgullo, presen- t6a la guerra que acababa de terminar como el “conflicto entre el retroceso europeo y Ia civilizacién americana”. Insisti6 en que “en esta lucha del prin- cipio monarquico contra el principi republicano, los republicanos de Méxi- co se habian encontrado solos contra el orbe entero”.!! La tenacidad de Be- nito Juarez y la valentia de aquellos liberales que habian sostenido sin in- terrupcién el combate, seguidores de los principios de los héroes de la inde- pendencia, habian logrado finalmente Ia emancipaci6n de México dando fin alatarea que habian iniciado aquéllos. Siguiendo esta marcha evolutiva, recal- caba, la nueva hazafia habia ido mas allé que la de 1810 pues ahora se habia logrado no solo la emancipacion poli- tica sino la religiosa. Una vez obtenida Ja victoria, se debia emprender la re- } Barreda, Estudios, 1941, p. 103. " id. p. 95. ANTONIA PFSUAIER LLORENS construccién social, misma que ven- dria en forma natural ya que el pais reunia todos los elementos para ello. En efecto, segtin don Gabino, “todos los obstaculos se encuentran allana- dos; todas las fuerzas morales, intelec- tuales o politicas que deben concurrir consucooperacion, han surgido ya”.!2 Lo tinico que se debia hacer era conservar por algiin tiempo “la paz y el orden”, los cuales “harin por si solos lo que resta”.!3 El optimismo ex- presado por Barreda era el de todos los liberales, y si bien su Oracion civica introdujo conceptos positivistas que, como bien nos dice Hale, entrarian después en contradiccion con “mima- dos principios del liberalismo”,'4 es claro que este discurso marcé el prin- cipio de la version oficialista de nues- tra historia que culmind en la década de 1880 con México a través de los siglos. ‘Creemos que, desde el punto de vis- ta de la historiografia, en 1867 se vol- vio a repetir en cierta manera lo que habia sucedido en 1848. Si bien en aquel afio Ja derrota y la pérdida de mis de la mitad del territorio habian trastocado al pais y en cambio en 1867 se habia logrado vencer al invasor, en ambas ocasiones Ia intervencion ex- tranjera fue un acicate para la reafir- maci6n del nacionalismo. Entonces como ahora se hizo evidente que ca- bia insistir en aquello que hacia de México una nacion. Se quiso mostrar que no solo se compartia un 4mbito geografico comin, sino también un "2 Jbid., p. 109. "8 Loe. cit. M4 Hale, Transformacion, 1991, p. 24. LA GENERACION DE VICENTE RIVA PALACIO pasado historico y unas tradiciones culturales de las que se tenia que estar orgulloso. Se hizo un esfuerzo magno para dar a conocer la geografia de nuestro pais, para retratar paisajes, re- habilitar costumbres, tipos populares, etc.’ A la vez, el rescate de nuestro devenir historico se convirtié en una labor de primera importancia, buscan- dose un discurso que articulase el pa- sado en su conjunto y diese sentido al presente. En pocas palabras, se estaba en busca de un discurso integrador de la nacion. LOS DISTINTOS GENEROS HISTORIOGRAFICOS Lalaboremprendida por nuestros auto- res tuvo varias facetas, algunas de ellas dificilmente aceptadas hoy en dia co- mo historiografia. Sin embargo, cabe recordar que en el momento en que escribieron el campo de accién litera- ria abarcaba un espectro mucho mas amplio. Asi, unosse dedicaronal géne- ro historico monografico, otros al bio- grafico, otros masala compilacion do- cumental y a las obras eruditas, algunos a la historia general de México, algu- 15 No fine por casualidad que en los afios que signieron a la guerra con Estados Unidos se edi- tasen obras que tenian como fin dar a conocer las caracteristicas propias del pais. Asi, en 1853 se publicé Los mexicanos pintados por st mis- ‘mos, libro que describia los tipos peculiares de lavida mexicana al mediar el siglo. Aquel mismo afio empez6 a publicarse por entregas el Diccio- nario universal de historia y de geografia con su Apéndice que tenia solo informacion sobre México. Entre 1855 y 1856 aparecio México y sus alrededores, excelente colecci6n de vistas, trajes y monumentos mexicanos. 89 nos mas a los libros de texto y otros cuantos a la novela histérica, dandose el caso de que varios de ellos incur- sionaran en dos o tres de estos géneros ala vez. Asi, Garcia Icazbalceta, Arias, Roa Barcena, Vigil, Garcia Cubas, Cas- tillo Negrete, Riva Palacio, Altami no, Paz, Rivera Cambas, Chavero, Ola- varria y Zarate se dedicaron a escribir monografias, biografias o historia ge- neral de México. El mismo Garcia Icaz- balceta, Hernandez y Davalos, Garcia Cubas, Castillo Negrete, Paz, Romero, Rivera Cambas y Chavero se consagra- ronalarecopilacion de documentos y a obras eruditas. Roa Barcena, Garcia Cubas, Rivera Cambas y Z4rate se apli- caron también a los libros de texto y, finalmente, Riva Palacio, Altamirano y Olavarria junto con Mateos y Paz se ocuparon de transmitir el conocimien- to historico a través de novelas. En las siguientes paginas tratamos de dar una vision panoramica del campo historio- grafico en que incursionaron nuestros autores, aclarando de antemano que, por razones de espacio, sélo apunta- mos aquellas obras que nos parecen mis significativas. Las obras hist6ricas monogrdficas Durante los primeros afios que siguie- ron al triunfo sobre el imperio de Ma- ximiliano, una parte importante de la produccidn historiografica giré en tor- no a los acontecimientos que acaba- ban de suceder. Se escribieron enton- ces sendos articulos y algunos libros que tuvieron como objeto, por un [a- do, resefiar los hechos de armas que habian logrado el triunfo de las fuerzas republicans, y por otro, defender a 90 México de la campafia denigrante que se habia orquestado en Europa a raiz del fusilamiento de Maximiliano. Por ello, no acababa aan 1867 cuando Juan de Dios Arias publicé su Resefia hist6rica de la formaciony operacio- nes del cuerpo del ejército del Norte durante la intervencion francesa, sitio de Querétaroy noticias oficiales sobre la captura de Maximiliano, su proceso integro y muerte, en la que mostré que las heridas estaban todavia muy frescas. En el mismo ajfio, José Maria Vigil escribio un folleto al que llamé Vindicaci6n del pueblo mexica- no en la invasi6n francesa de 1862, titulo que hablaba por si solo. En 1874 el propio Vigil colabor6 con Juan B. Hijar y Haro en el Ensayo hist6rico del Ejército de Occidente, en el que presentaron las hazafias bélicas en aquella region durante Ia guerra con- trael francés. En 1884, bajo el titulo AL gunas campafias, reneo Paz publicé sus memorias, en las que refirié tanto las acciones militares en las que par- ticip6 durante Ia intervenci6n france- sa como su militancia en las distintas revueltas contra el orden establecido a raiz de la restauracion de la repuibli- ca, Para 1888, Manuel Rivera Cambas empezo a publicar, en forma de folle- tos, la que seria su voluminosa Histo- ria de la intervencion europea y nor- teamericana en Méxicoy delimperio de Maximiliano de Habsburgo, en la que, de manera un tanto desorganiza- da pero con gran sustento documen- tal, present6 como hilo conductor de nuestra historia decimonOnica la lu- cha entre las ideas monarquica y repu- blicana y la interaccién de los intere- ses de las potencias extranjeras. ANTONIA PI-SUNER LLORENS Ala vez que algunos autores histo- riaban el pasado inmediato, otros pre- firieron echar una mirada retrospecti- va a hechos mis lejanos con el fin de explicarse los acontecimientos vivi- dos y tratar de evitar una repeticion de Jo acontecido. Asi, mientras Altamira- no se propuso revisar el devenir hist6- rico de nuestro pais durante el siglo XIX, Roa Barcena tuvo interés en res- catar su vision de fa guerra del 47. Fue entre 1879 y 1882 cuando don José Maria escribié una serie de articulos sueltos que llam6 Recuerdos de la invasion norteamericana por un jo- ven de entonces, 1846-1848 que, en 1883, tomé forma de libro. En cuanto algnacio Manuel Altamirano, en 1883 vio la luz en Nueva York su estudio ti- tulado Revista historica y politica, donde explicaba el devenir hist6rico de México de 1821 a 1882, presentan- dolo como una lucha entre la demo- cracia y la oligarquia, en la que habian tenido una importancia determinante las grandes figuras heroicas. El género biografico Fue también a partir de 1867 que va- rios autores de la generacion tuxtepe- cana realizaron —o colaboraron en— obras cuyo sentido fue dar a conocer las figuras mas prominentes de nues- tra historia, recurriendo a los relatos heroicos con fines eminentemente didacticosy moralistas. Asi, entre 1870 y 1871 Vicente Riva Palacio, Juan A. Mateos y Rafael Martinez de la Torre publicaron, junto con Manuel Payno, El libro rojo obra que, si bien levaba un subtitulo muy truculento, Hogue- ras, horcas, patibuilos, martirios, sui- LA GENERACION DE VICENTE RIVA PALACIO cidios y sucesos ltigubres y extrafios acaecidos en México durante sus guerras civiles y extranjeras, tenia como fin ultimo recordar a aquellos personajes sacrificados por Ja nacion. Parad6jicamente, la listaempezabacon Moctezuma y terminaba con Maximi- fiano. La funci6n edificante de la obra se hizo evidente cuando Riva Palacio expres6 que “la sangre de los martires fecunda la tierra; el que muere por su patria es un escogido de la humani- dad, su memoria es un faro, perece como hombre y vive como ejemplo”! Por otro lado, se trataba de expiar las culpas de “la patria”, taly como lo dejo asentado Mateos: Ellibro ensangrentado de nuestra histo- ria es uno de aquellos monumentos terribles donde se ve la expiacién y el castigo que deja caer la mano vengado- fa de Dios sobre los pueblos a quienes azota la guerra fratricida.!7 En cuanto a los ditimos articulos, tuvieron un eminente tono concil dor tal y como lo vemos en las siguien- tes expresiones de Martinez de la To- rre: Patria, patria infortunada y querida: de los votos de estas victimas dependie- ra tu felicidad, la unién de tus hijos te abriria el mas brillante porvenir, y Méxi- co seria grande y feliz. con la unién de Jos mexicanos. Ojala y la generacion que ha asistido al drama sangriento de las disensiones por la patria, sea también la que abra 16 Riva Palacio etal, Ellibro rojo, 1988, vol. 1, p. 223. 17 Pbid., vol. mM, p. 313. 1 por la fraternidad y la conciliaci6n, una nueva vida en el suelo privilegiado de la Repiiblica. No habia pasado unafio cuando, en 1872, Manuel Rivera Cambas empez6 a publicar Los gobernantes de Méxi- co. Galeria de biografias y retratos de virreyes, emperadores, presiden- tes y otros gobernantes que ha teni- do México desde Herndn Cortés has- ta el C. Benito Judrez. A diferencia de El libro rojo, que se habia ocupado tanto de personajes prehispanicos co- mo de los tiempos posteriores, Rivera omitia a los primeros. Sus biografias fueron mucho mas escuetas y, desde luego, menos tragicas. Don Manuel dio asimismo gran importancia a las imagenes, por lo que ilustr6 a sus bio- grafias con los retratos de los caudi- Ilos. Su objetivo fue bien claro al decir que su intenci6n era “generalizar los conocimientos hist6ricos sobre nues- tra patria”.!8 En 1873 se publicé Ja obra Hom- bres ilustres mexicanos. Biografia de los personajes notables desde antes de la conquista hasta nuestros dias. La mayoria de sus autores pertenecié a la generacion tuxtepecana, entre ellos varios historiadores de provincia como Agustin Gonzalez, Emilio Ve- lasco y Eufemio Mendoza, y otros tan- tos como Altamirano, Chavero, Vigily Zasate fueron del grupo de los 17 hom- bres de letras que nos ocupa. La idea del editor de Ja obra, Eduardo Gallo, fue también “prestar un servicio a la ™ Rivera Cambas, Gobernantes, prologo, 1872.1873. 92 historia nacional”. Los colaboradores le ofrecieron “ayudar a mitigar los ma- Jes que esta causando el egoismo, gan- grena de las sociedades modernas”,!? refiriéndose seguramente a la necesi- dad de conciliacion. Afirmaron, ade- mas, que acometian la empresa con entusiasmo pues el catalogo de hom- bres ilustres era “inmenso para gloria de nuestra patria”.2° Nos tlama la aten- cién que esta obra, en su primer tomo, se dedique a las biografias de los reyes aztecas, mientras que en los tres res- tantes retrata mas bien a personajes que destacaron en el campo de la cul- tura. Sea lo que fuere, su objetivo era “encadenar los sucesos de tal manera que nuestra obra pueda ser la historia de México, comenzando desde los tiempos en que la verdad hist6rica se confunde con la fabula y los aconteci- mientos comprobados con Jos que narra la leyenda” 2! Ello nos muestra como se tenia ya en mente la idea de escribir una historia de México que abarcase desde antes de la conquista hasta los tiempos actuales. No esti de mis sefialar que tres de los autores de estas biografias, Chavero, Zarate y Vigil, colaboraron al cabo de una década en México a través de los siglos. Entre 1877 y 1880, Emilio del Casti- lio Negrete publicé Galeria de orado- res de México en el siglo x1x, obra en la que reprodujo partes de los que él considero los mejores discursos, “mo- delos dignos de ser imitados”, de la 49 Altamirano et al, Hombres, 1873, vol. 1, ps. 29 Ibid. vol. 1, p.6. 21 Loc. eit. ANTONIA PF-SUAIER LLORENS “pléyade de oradores que han enrique- cido nuestras ciencias, nuestra litera- tura” 22 con algunos datos biograficos de cada uno de ellos. Con este mismo propésito de rendir homenaje a las grandes figuras mexicanas, enestaoca- sin las de sus contemporaneos, Riva Palacio escribi6 en 1882, bajo el pseu- dénimo de Cero, la obra Los Ceros, galeria de contempordneos. En ella hizoapareceraalgunosdeellosal lado de reconocidos hombres ilustres de la historia universal, resaltando a través de este paralelismo el papel desempe- fiado por estas figuras nacionales. 2 Castillo Negrete, Galerfa, 1877-1880, p. 1% LA GENERACION DE VICENTE RIVA PALACIO Las compilaciones documentates y las obras eruditas Es evidente que la basqueda y compi- Jacién de documentos no se inicié con Jageneraci6n tuxtepecana; sin embar- go varios de sus mas destacados inte- grantes se dedicaron a ella en cuerpo yalma. Estos consideraron dicha tarea ‘como indispensable para que algan dia se escribiese la historia de nuestro pais con plena veracidad. Asi, la pauta dada por José Fernando Ramirez y Manuel Orozcoy Berra, miembros am- bos de la pléyade de la Reforma que se dedicaron a rescatar documentos del México prehispanico y colonial, fue seguida por Joaquin Garcia Icazbalceta y Alfredo Chavero. Don Joaquin, que desde joven habia colaborado con los 93 autores arriba mencionados, public en 1886 su famosa Bibliografia mexi- cana del siglo xvi, y aquel mismo afio empez6a salir su Nueva coleccién de documentos inéditos para la historia de México, misma que veniaa comple- tar la que habia publicado entre 1858 y 1866. Alfredo Chavero, a su vez, se dedic6é a reeditar obras del México colonial de tradicién indigena, con notas y apéndices que ayudaran a su comprensién. Por su lado, Matias Romero tuvo siempre interés en dejar testimonio, por medio de la compilaci6n de docu- mentos, de los acontecimientos de los que habia sido testigo y actor, con el fin de dejar huellas fehacientes para la futura historiografia. La obra mas im- portante y meticulosa que compilé don Matias consistié en los diez volu- minosos tomos que conforman la Co- rrespondencia de la legacién mext- cana en Washington durante la intervenci6n extranjera, 1860-1868, que empez6 a publicar en 1870. A la vez que Romero trabajaba en Ia edi- cién de Ios materiales que servirian paraescribirla historia inmediata, Juan Evaristo Hernandez y Davalos se pre- ‘ocupé por recopilar cuanto documen- to existia sobre la guerra de Indepen- dencia. Asi, entre 1878y 1882 publicd, por entregas, su invaluable Coleccion de documentos para la guerra de In- dependencia de México, que abarco slo seis tomos de los 18 que don Eva- risto habia compilado. Junto con Ia labor desarrollada por estos grandes recopiladores de docu- mentos, hay que mencionara Antonio Garcia Cubas ya Emilio del Castillo Ne- grete, que fueron los autores de una 94 serie de obras enuditas que contribu- yeron a la difusién del conocimiento histérico sobre nuestro pais. Asi, don Emilio empez6 a publicar en 1875 su obra México en el siglo xix, cuyo sen- tido era resefiar, con base en un gran niamero de documentos, los principa- les acontecimientos ocurridos en nues- tro pais durante aquel siglo pero que, debido a su muerte, sdlo lleg6 hasta la firma de los Tratados de Guadalupe- Hidalgo. Esta obra monumental cons- t6 finalmente de 25 voliimenes y va- rios apéndices. En cuanto a la labor desarrollada por Garcia Cubas en el quehacer histo- riografico, debemos reconocer que si bien destacé mas como gedgrafo, don Antonio fue el autor de una serie de obras propagandisticas sobre México que tuvieron como fin difundir una imagen positiva de nuestro pais y que incluyeron todas ellas su parte histo- riografica. Entre 1876 y 1893, don An- tonio publicé cinco obras de este gé- nero. La primera fue The Republic of Mexicoin 1876, a Politicaland Ethno- graphical Division of the Population, Character, Costumes and Vocations of its Inhabitants. Las otras cuatro, casi idénticas entre si, fueron publica- das por la Secretaria de Fomento en distintos afios y diferentes idiomas. Asi, en 1884 vio la luz el Cuadro geo- &rafico, estadistico, descriptivo e his- t6rico de los Estados Unidos Mextca- nos, titulo que volvié a repetirse en 1885 con el subtitulo de “Obra que sirve de texto al Atlas pintoresco de Antonio Garcia Cubas”. En 1889 la obra salié a la luz en francés: Etude géographique, statistique, déscriptif et historique des Etats Unis Mext- ANTONIA PFSUNER LLORENS cains, obra que en 1893 se tradujo al inglés: Mexico, its trade, industries and resources.*> También se debié a este afin de di- fundir una nueva imagen de nuestro pais tanto entre sus habitantes como en el extranjero el que, entre 1880 y 1883, Manuel Rivera Cambas publica- ra su obra México pintoresco, artisti- co y monumental, en la que incluy6 beilas litografias. He aqui su razon de ser: Corresponde a nuestra época rectificar los escritos de multitud de viajeros que, con precipitacion y juzgando de nues- tras cosas primera vista, han asentado crasisimos errores y desviado la opi- ni6n en el extranjero y aun entre noso- tros mismos, acerca de nuestra civil ci6n y de nuestro adelanto.”* Es evidente que la obra de don Ma- nuel fue mucho mas lejos de fo que modestamente dejé asentado. Con el mismo sentido propagandistico, Ireneo Paz public en 1888 su libro Los hombres prominentes de México, en el que se propuso dar “a conocer a los hombres y levantar tan alto como debe estar el nombre de México, cuyo fértil suelo se encuentra quiz4 destina- do en el porvenir a encerrar una de las mas grandes y mas prosperas nacio- nes”.?5 En ella presentaba, en edicion 23 Para mayor detalle sobre el contenido his- torico de esta tetralogia véase Carmen Colla- do, “Antonio Garcia Cubas”, en Rosa Camelo (coord.), Historiografia Mexicana, vol. 1 (en prensa). 24 Rivera Cambas, México, 1974, vol. t; p. 515. 25 Paz, Hombres..., prologo, 1888. LA GENERACION DE VICENTE RIVA PALACIO trilingiie, las biografias de mas de cien de sus contemporineos. Finalmente, en lo que a las obras eruditasse refiere, debemos mencionar que entre 1888 y 1898 Garcia Cubas publicd su Diccionario geografico, hist6rico y biografico de los Estados Unidos Mexicanos, obra enciclopédi- ca colectiva que consté de cinco to- mos y que represent6, en cierta mane- ra, la culminacion de la tarea iniciada entre 1853 y 1856 por los redactores del Diccionario universal de historia y de geografia, cuyo illtimo afin con- sistié en elaborar un diccionario ex- clusivamente mexicano. La historia general de México Por lo resefiado hasta ahora podemos ver cOmo la generacién tuxtepecana se esmer6 por crear una conciencia nacional que estuviese orgullosa desu pasado y confiada en su porvenir. A pesar de sus esfuerzos, fue sin em- bargo hasta la década de los ochenta cuando, al triunfo de la rebelion de Porfirio Diaz, la labor de concifiacion fue ganando terreno. La tranquilidad y los beneficios materiales palpables como fueron Ia construccién de vias férreas, el telégrafo y los avances de la ciencia, desarrollaron Ia confianza e sieron que se creyese sinceramente que el pais advenia finalmente a la senda de la paz y del progreso, No fue pues casualidad que los intentos de escribir una historia general de nues- tro pais fructificasen hasta aquellos afios Cabe recordar que el primer pro- yecto de esta historia general se ha- bia presentado en 1862. En aquel afio, 95 Francisco Carbajal Espinoza expuso, enelseno de la Sociedad de Geografia y Estadistica, su plan para redactar una Historia de México desde los prime- ros tiempos de que hay noticia hasta mediados del siglo xix. Don Francis- co s6lo publicé dos volimenes, uno dedicado al México precolombino y otroa la conquista espafiola hasta 1521. En 1865, en medio de las luchas fra- tricidas que provocaron la interven- On francesa y el establecimiento del imperio de Maximiliano, Manuel La- rrainzar propuso, en el seno de la mis- ma asociacin cientifica, un plan para escribir la historia general de México enuna serie de conferencias que titu- 16 Algunas ideas sobre la historia y manera de escribir la de México.*6 Debido a los tiempos que corrian, la propuesta tampoco prosperd. En 1869, Ignacio Manuel Altamira- no celebr6 con entusiasmo la decision de Manuel Orozco y Berra de impartir unos cursos de historia general de MExico, comentando: Nosotros quisiéramos que un triple ni- mero de los discipulos actuales asistie- ran a estas sabias lecciones que, no lo dudamos, van a tener una gran trascen- denciaen nuestra literatura hist6rica.| Hay algo mas para los jévenes estudio- sos de México que hacer versitos y novelas. Hay Ia historia, que nos brinda sus ricos tesoros desconocidos y que cuando se exploten enriqueceran al mundo, como lo han enriquecido los metales de nuestras minas.2” 26 M. Larrainzar, “Algunas ideas sobre la his- toria y manera de escribir la de México”, en Ortega y Medina, Polémicas, pp. 133-255. 27 “Crénica de la Semana", El Renacimien- to, 27 febrero 1869. 96 El curso de don Manuel abarcaba tres etapas: la antigua, que concluia con la conquista de México, la media, que terminaba en 1821, y la moderna, que Hegaba hasta los tiempos contem- poraneos, siguiendo en esto los linea- mientos indicados por Larrainzar en 1865. No sabemos si el curso prospe- 10 y es una lastima que 'dicha historia no haya tenido mayor difusion. Entre 1875 y 1877, elzacatecanolg- nacio Alvarez publicé en su ciudad na- tal sus Estudios sobre la historia gene- ral de México. Esta fue la primera vez ques lleva cabo, de manera comple- ta, la empresa que se habia considera- do tan necesaria desde tiempo atris, de hecho desde la publicacion del Dic- cionario universal de historia y de geografia en 1853-1856. La division tematica emprendida por Alvarez fue la misma que luego siguieron Niceto de Zamacois y los autores de México a través de los siglos: \a historia antigua, la conquista, el gobierno virreinal, la guerra de Independencia, los gobier- nos del México independiente y la Reforma y el Imperio. Al escribirla, don Ignacio dejé asentado que Io ha- cia por patriotismo, pues “nunca pue- de amarse debidamente un objeto des- conocido: y sera tanto mayor el amor que se le tenga, cuanto mas se conoz- can sus glorias y sus desventuras”.28La obra result6 ser un discurso ultramon- tano que acusaba a los liberales de ser los causantes de todos los males de México. Cuando el escritor zacatecano se hallaba escribiendo su obra, Zamacois 28 Alvarez, Estudios, 1875-1877, vol. 1 p. I ANTONIA PrSUNER LLORENS empezaba en Madrid su Historia de Méjico, editada entre 1876 y 1882. En ella el escritor espafiol, siguiendo la misma division temitica séfialada por Larrainzar, brindaba también una vi- sion conservadora de nuestrodevenir historico, pero a diferencia de Alvarez no s6lo con un afin conciliador sino con un anilisis mucho mas objetivo. Es evidente que a don Niceto le pre- ocupaba laruptura dela sociedad mexi- cana, ruptura quea su parecer la habia desviado del camino del progreso y de la modernidad. Por ello fue que con su discurso integrador llamaba a la con- cordia entre todos los mexicanos. Entre 1880 y 1886 el estadunidense Hubert H. Bancroft publicé, en San Francisco, California, su History of Mexico en seis tomos. Este nuevo dis- LA GENERACION DE VICENTE RIVA PALACIO curso hist6rico sobre nuestro pais tuvo motivaciones distintas de las del escri- tor espaiiol. Bancroft se interesé en México por dos razones; primero por- que era uno mis de los estados que se encontraban en la zona del Pacifico norte, area que la “fabrica de hacer historia” bancroftiana se habia pro- puesto estudiar; segundo, porque que- tia mostrar el progreso que nuestro pais habia logrado bajo Ia égida por- firista, invitando a los inversionistas estadunidenses. Es evidente que ninguna de estas obras cumplia los requisitos para ser- vir como historia general de un pais que acababa de triunfar sobre la reac- cion mexicana y los extranjeros. Cuan- do finalmente habia legado la paz y se creia estar en Ia via de la prosperi- 97 dad, correspondiaa los liberales triun- fantes escribir su propia version del tan esperado discurso integrador. Este tenia que articular-el pasado, dar sen- tido al presente y ofrecer un proyecto para el futuro. La Oraci6n civica pro- clamada por Gabino Barreda en 1867 serviria ahora de pauta, ya que seria la concepci6n progresista de la historia la que permitiria la elaboraci6n de tal discurso. La idea de continuidad y no la de ruptura, inspiraria el titulo mis- mo de México a través de los siglos, excelente ejemplo de la vision esen- cialista de la nacién. Se concibié entonces al ser nacio- nal como la sumay no como la contra- posicion de sus dos pasados. La con- quista habia sido un paso dolorosisimo pero inevitable dentro del lento pero permanente progreso humano. Se pre- senté a la nacion como la heredera de una doble tradicion, la indigena y Ja colonial, manejando el mestizajecomo el elemento conformador de la identi- dad nacional. Esta mezcla de razas de- bia ser razon de orgullo y no de vili- pendio, tal y como lo habia dejado asentado en 1878 José Maria Vigil y como lo afirmaba Vicente Riva Pala- cio, coordinador de la magna obra: Con tan extrafios elementos formése en el siglo xvi el embrion de un pueblo que con el transcurso de los afios debia ser una Republica Independiente. Laboriosa y dificil evolucién tenia que consumar aquel informe agrupa- miento de familias, de pueblos y de ra- zas, unidos repentinamente y al azar porun cataclismo socialy politico, para organizarse, cohonestando sus tenden- cias y esfuerzo, y construir la sociedad de donde debia surgir un pueblo que ni 98 era el conquistado ni el conquistador pero que de ambos heredaba virtudes y vicios, glorias y tradiciones, caracteres y temperamentos.?? Los libros de texto Alrestaurarse la repaiblica en 1867, se pens6 en la necesidad de una mayor intervenciOn del Estado en la educa- ci6n para reforzar la ideologia liberal. En lo que respecta a esta especialidad, la Ley Organica de Instrucci6n Pablica del 2 de diciembre de 1867 establecié definitivamente la ensefianza de la his- toria de México a nivel primaria, y al cabo de un afio dicha materia se con- virtié también en obligatoria en la re- cién fundada Escuela Nacional Prepa- ratoria.>° Si bien en esta institucion la historia nacional tendria una trayecto- ria azarosa, ya no desapareceria de los planes de estudio de primaria. Al ha- ber separado a la Iglesia del Estado y suprimido la ensefianza religiosa en todos los niveles de la educacién pi- blica, se necesitaba otro sustento ideo- légico. Se trataba de crear un nuevo caracter nacional, laico, que modifica- se los habitos mentales, las costum- bres y aun los valores de los mexica- nos. La educacion, dirigida por el Estado, moldearia la conciencia colec- tiva del pais. Los relatos hist6ricos, moralizantes y edificantes para Ia ju- ventud, jugarian ahora el papel que antes habian tenido los religiosos. La 29. Riva Palacio, “El virreinato” en Riva Palacio et al; México, 1980, vol. 3, p. Vil 3 Dubliny Lozano, Legéslact6n, 1876-1904, vol. X, pp. 193-205; Meneses Morales, Tenden- cias, 1983, pp. 167-176, 204-208. ANTONIA PFSUNIER LLORENS historia seria Ja via para lograr dicho cambio y se convertiria en el vinculo de identidad nacional. Seria a través de Ia historia patria, término acufiado en estas décadas, que los educandos conocerian su he- rencia y reverenciarian a sus héroes, quienes asumirian asi el lugar del san- toral. Al decir de Guillermo Prieto, que si bien pertenecié a la pléyade de fa Reforma sobreviviéa sus contempo- raneos y escribié sus Lecciones de historia patria en 1886, slo a través del quehacer de Clio se podia exaltar el amor a la patria y enaltecer a sus hombres eminentes por sus virtudes.3! Fidel abria asi las puertas de la historia de bronce de corte oficialista. Aunque, en ntimeros, la contribu- ion de la elite tuxtepecana a la elabo- racion de libros de texto no fue muy grande, ya que en el periodo que nos ocupa s6lo cuatro de nuestros autores se abocaron al género didactico, cabe sefialar que las reediciones de estas obras hicieron que su presencia en el medio escolar fuese constante. Sibien el primer libro de texto escrito por un miembro del grupo nose ubica dentro de los afios que nos hemos puesto como limite, no podemos dejar de mencionar que, en 1862, José Maria Roa Barcena escribio su Catecismo elemental de historia de México, obra que se reedit6 cinco veces entre 1867 y 1888. En 1873 Manuel Rivera Cambas esctibié su Cartilla de la historia de México para uso de las escuelas de la Repiblica, dividido en tres cuader- nos, de la que se hicieron luego nue- 31 Prieto, Lecciones, 1986, p. 464. LA GENERACION DE VICENTE RIVA PALACIO ve ediciones. En 1884 Julio Zarate sa- 6 a Ja luz su Compendio de historia general de México, del que se hicie- ron seis reediciones. Finalmente, en 1890, Antonio Garcia Cubas contribu- y6 también al conocimiento histérico de nuestra juventud con su Compen- dio de historia de México y de su civilizacion, del que se hicieron tres reediciones. Cabe sefialar que tanto Zarate como Garcia Cubas escribieron en la década de 1890 nuevos textos de historia patria, a lo cuales no nos re- ferimos por caer en fechas fuera de nuestro estudio.32 La novela hist6rica No es nuestra intenci6n repetir lo que se ha dicho sobre el impulso que dio Ignacio Manuel Altamirano a la novela hist6rica de tema mexicano. Bastasdlo recordar que se la consideré como el medio mas id6neo para difundir los conocimientos historicos por medio de impresos baratos y de lectura facil, y totalmente valida y objetiva desde el punto de vista historiografico. Exce- lentes trabajos se han ocupado del género novelistico de Ignacio Manuel Altamirano, Vicente Riva Palacio, Juan A. Mateos y Enrique Olavarria y Fe- rrari.33 Sin embargo, el caso de Ireneo Paz ha sido poco estudiado. De acuer- do con los postulados altamiranianos de que la novela era el mejor vehiculo para conformar una cultura histrica que reafirmase el patriotismo, Paz es- 32 Véase Roldan, Conciencia, 1995. 33 De estas novelas se han ocupado en diver- sos estudios José Ortiz Monasterio, Clementina Diaz y de Ovando y Alvaro Matute. 99 cribid, entre 1873 y 1914, quince no- velas o leyendas —como él las Ilamo— hist6ricas.34 A pesar de que varias veces don Ire- neo sefialé que no se proponia “mas que unas obritas recreativas”, le inte- res6 aclarar que su intenci6n era con- tribuir, “dentro de la 6rbita de sus facultades” , a la difusion de los conoci- mientos hist6ricos, “que no sélo sir- ven para vigorizar el animo con los re- cuerdos patriéticos, sino que forman asimismo la experiencia de las nacio- nes”.3> La idea de Paz era difundir la historia patria fuera del ambito acadé- mico y hacerla llegar a aquellas perso- nas que “se fatigan con la lectura de los libros serios”, las que “no tienen tiem- po de dedicarse al estudio”, las que “por caracter gustan mas de los escri- tos recreativos”, las que aun cono- ciendo bien los hechos “quieren refres- car su memoria” y, finalmente, “todas las que siguen con ms interés una re- Jacion salpicada de didlogos y de varie- dad de incidentes que el 4rido libro del historiador sujeto a reglas especia- les”.36 Su fin era también didactico, pues queria ensefiarle al pueblo a formar su expe- riencia propia al presentarle de bulto los males que trajeron a nuestro pais las imprevisiones, la desuni6n, el espiritu 3 Los titulos de dichas leyendas son Amory. suplicto, Dona Marina, El Lic. Verdad, La Corregidora, Hidalgo, Morelos, Mina , Guerre- ro, Antonio Rojas, Manuel Lozada, Su Alteza Serenisima, Maximitiano, Judrez!, Porfirio Diaz y Madero. Véase Vazquez Bravo, Alzado, 1992, y Pi-Sufier Llorens, “Ireneo Paz, divulga- dor...", en Garritz, Hombre, 1993, pp. 297-314. 38 Paz, Maximiliano, 1899, p. 4 %6 Loe. ctt. 100 de anarquia que nos dominaba y Ia falta de juicio que precedi6a nuestra organi- zacion politica.3? Si bien don Ireneo no se considera- ba historiador sino que se presentaba como simple divulgador de la historia, debemos insistir en que tuvo interés €n que sus relatos fuesen leidos como obras histéricas. Por ello hizo hinca- pié en que sus datos eran fidedignos pues se basaban en fuentes veridicas. Insistio en que, a la vez que apegarse a la verdad, lo que le interesaba era dar a los hechos hist6ricos “su fisonomia propia y caracterizar hasta donde sea posible a los actores del drama”. Ello Jo llev6 al campo del relato novelesco ysiguiendoa los historiadores romanti- Cos pretendi6 aproximarse al mundo intimo de los personajes, recreando las situaciones en que se encontraron. Aun cuando los presenté como hom- bres de carne y hueso, con sus penas y sus glorias, sus grandezas y sus debi- lidades, cay6 en el relato heroico y, por ende, en Ia historia de bronce. Muyatono con Ia historiografia monu- mental, y llevado por la necesidad de crear un pante6n liberal, don Ireneo juzg6 necesario enaltecer a los héroes y condenara losantihéroes, lo que nos explicaria por qué los titulos de sus novelas correspondian a los proceres de nuestra historia. CONSIDERACIONES GENERALES Una vez revisados los distintos géne- ros historiograficos por los que incur- 3 Ibid. ANTONIA PFSUNER LLORENS sionaron nuestros hombres de letras, nos interesa plantear algunas conside- raciones generales respecto a lo que fue su quehacer. Influencias extranjeras Lamentablemente son pocas las refe- rencias bibliograficas directas que he- mos podido encontrar respecto a las obras que leian nuestros hombres de letras. Sin embargo hemos tratado de rastrear, tanto a través de sus propias citas como en los articulos publicados en los periddicos de mayor circula- ciOn, cuales fueron sus lecturas y sus directrices historiograficas. Lo que hemos podido comprobar es que por lo general estaban muy fa- miliarizados con el ambiente cultural europeo y al corriente de las tenden- cias y metodologias que intentaban hacer de Ia historia un conocimiento de caracter cientifico. En cuanto a Espajia, hemos hallado bastantes refe- renciasal conde de Toreno, a Modesto Lafuente, Manuel José Quintana, Juan Valera, Emilio Castelar y Benito Pérez Galdés. En lo que respecta a la Gran Bretafia, hay referencias a Edmund Burke,Herbert Spencer, Charles Dar- win, John Stuart Mill y Henry Thomas Buckle.3 Sin embargo, lo que mas nos ha llamado la atenci6n han sido las lec- turas francesas. Es evidente que desde el punto de vista cultural y de teoria politica, todo lo que venia de Francia 38 Cabe sefialar que por lo general las obras de estos ingleses fueron leidas en su version francesa, tal y como lo vemos en el aparato cri tico de Vicente Riva Palacio en el tomo it de México a través de los siglos. LA GENERACION DE VICENTE RIVA PALACIO sién de Ia literatura historico-politica fue muy importante. Si bien algunas ‘obras fueron traducidas en México y otras llegaron en lengua castellana, tal parece que la mayoria fue leida en francés. Recordemos que, por lo ge- neral, nuestros intelectuales conocian bien dicho idioma y que ya desde dé- cadas atras el afrancesamiento cultu- ral de nuestra elite era una constante, lo que explicaria por qué al mediar el siglo habia cinco escuelas francesas en la ciudad de México. Esta comu- ni6n con Francia qued6 plasmada en muchos de los escritos de las dos gene- raciones que combatieron Ia interven- cin francesa y que vieron estupefac- tas como las tropas de una nacion que habia servido de guia ideologica inva- dian a nuestro pais. Asi, en 1862 Ma- nuel Payno preguntabaal general Forey cémo era posible que la nacién que habia esparcido Ia civilizacion por el mundo viniese a “destruit con los ca- fiones las ideas que la misma Francia ha ensefiado a las Américas” 3° Por su parte, Rivera Cambas escribia en la década de 1880 que muy lejos habia estado el partido liberal mexicano de creer que llegariaa encon- trarse frente a los franceses, de quienes habia tomado aliento para llevar a cabo a lucha de tres afios; ese partido se ins- piré en libros franceses y habia adopta- do por guia y bandera los principios proclamados el afio de 1789, de los que sacé el vigor y la energia que le condu- jeron al triunfo. Al partido liberal se habian asociado los franceses residen- » Payno, Carta, 1862, p. 72. 101 tes en México, y de tal manera se le habian identificado, que de la Francia esperaban el apoyo para realizar sus ensuefios de libertad nacional y de con- ciencia, y la colonizaci6n e inmigracion enel porvenir. [...] ;Extrafia anomaliala que se verificé al reunirse las fuerzas reaccionarias de Marquez con lo que proclamaban y habian extendido por todo el mundo los principios de Re- forma y de Progreso! Asuvez, a dos afios del triunfo de la repiblica sobre Ia intervencién y el imperio, Ignacio Manuel Altamirano hizo hincapié, en términos por demas 49 Rivera Cambas, Historia, 1987, vol. 11, pp. 9:10. 102 irénicos, en el afrancesamiento de la sociedad mexicana: México habra podido combatir la inter- vencién politica de la Francia; pero sera impotente para combatir la interven- ci6n moral. Vestimos a Ja francesa, co- memos a Ia francesa, vivimos a la fran- cesa, pensamos a la francesa. Trajes, peinados, joyas, alimentos, libros, mit- sica, bailes, todo lo debemos recibir de Paris. Nuestra sangre era americana an- tes; pero hoy con los filtros franceses parece también francesa." Esta cercania con la cultura y las le- tras galas no era desde lego nueva, ya que la mayoria de nuestros autores ha- bian sido educados bajo los principios de la Ilustraci6n, por lo que no nos ha extrafiado hallar en ellos referencias a Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Di- derot, D'Alembert y Volney. En cuan- toa los autores franceses del si hemos encontrado unas veces citas y otras s6lo alusiones a obras como El genio del cristianismo, las Memorias de ultratumba y Estudios 0 discursos hist6ricos sobre la caida del Imperio Romano, de Chateaubriand, La Histo- ria de los girondinos y la Vida de los grandes hombres, de Lamartine, Car- tas sobre la historia de Francia, de Thierry, la Historia de la revolucion francesa, de Thiers, la Historia de la revolucion francesa y la Historia de Francia de Michelet, la Historia dela repiiblica de Inglaterray de Cromwell y la Historia de Francia contada a ‘mis nietos, de Guizot, Los origenes de 4 “Cronica de la Semana”, El Renactmien- to, 3 julio 1869. ANTONIA PI-SUNER LLORENS la Francia contempordnea, de Taine, el Discurso sobre el espiritu positivo, de Comte, Historia de los Estados Unidos, de Laboulaye, Qué es una na- ci6n, de Renan, Asimismo, son varios Jos autores que hacen menci6n de Ja Revue des Deux Mondes, periodico que al parecer tuvo bastante circula- cin en México. ‘Creemos que muchas de estas obras fueron leidas mas por interés politico que historiografico, por lo que no he- mos podido sacar conclusiones gene- rales acerca de la influencia que tuvie- roneneldiscurso hist6rico de nuestros autores. Al no contar con un ensayo como Algunas ideas sobre la historia y manera de escribir la de México ‘que Manuel Larrainzar escribi6 para la generaci6n anterior, que nos permita profundizar en la teoria y filosofia dela historia en nuestro pais en la época que nos ocupa, hemos tratado de sis- tematizaralgunosaspectos que incum- ben al anilisis historiografico. La idea de la historia La constante que encontramos en las obras a que nos hemos referido es la idea del progreso. Por lo general nues- tros autores estaban convencidos de que “Ia sociedad {...] en el orden natu- ral no detiene su progreso”.*? Para unos, este camino era inmanente a la humanidad, y aun cuando pareciera que “todo progreso encuentra resis- tencias en las tradiciones del pasado, enesa fuerza de inercia que se quiere hacer venerable lamandola costum- 42 Garcia Cubas, Compendio, 1893, p. 239. LA GENERACION DE VICENTE Riva PALACIO bre”, como escribié Zarco, era ley de Ia historia que “Io nuevo triunfe de lo antiguo y que la costumbre cambie, se modifique y se perfeccione en un sen- tido progresivo”.* El destino de la humanidad era, para don Francisco, el triunfo de la democracia. Para otros, como Altamirano, el progreso se fun- daba en el respetoala libertad, ala que consideraba como la fuerza motora de la sociedad, rechazando en cambio, to- da clase de determinismos. En el mis- ‘mo sentido, Riva Palacio sostenia que Ia tendencia natural de los hombres ala libertad, la predisposicion organica de 48 Zarco, “Las leyes y las costumbres. La federaci6n y la libertad de cultos”, El Siglo Diez y nueve, 30 noviembre 1857. 103 los individuos, el ejemplo de otras na- ciones y el influjo del espiritu altamen- te progresista del siglo xix inspiré y alent6 a la nacién mexicana...“ A su vez, Juan de Dios Arias presen- taba al proceso hist6rico mexicano como ejemplo del desenvolvimiento general de las naciones. Asi, explica- ba: Acci6n y reaccién, avance y retroceso, prosperidad y decadencia, desnivela- mientos y esfuerzos, y luchas mas 0 menos activas para legar a un orden perfecto, constituyen el maravilloso panorama de las sociedades que nacen y crecen y se desarrollan a medida de Propios 0 extrafios elementos, 0 l6gica de la naturaleza, sin que jamas la nece- sidad 0 el acaso ciegamente y a guisa de cufias de hierro, entren a separar 0 romper las cosas humanas.* Sin embargo para algunos, los mas influenciados por el romanticismo como seria el caso de Rivera Cambas, la fortuna o “el sino” eran factores im- portantes en el devenir historico. Para otros mas, habia sido el cristianismo el que habia echado “la simiente fecun- da” de la civilizacion y del progreso, por lo que insistian en relacionar a fa religion cristiana con los principios revolucionarios de libertad, igualdad y fraternidad. Para ellos, el mundo marchaba hacia la perfeccién guiado por la Providencia o por el “Artifice 44 Riva Palacio, “El virreinato”, en Riva Pala- cio et al, México, 1980, vol. 4, p. 442 48 Juan de Dios Arias, “México independien- te”, en Riva Palacio et al, México, 1980, vol. 7, pal! 104 Divino”, quien asignaba a cada hom- bre su mision o actuaba, por medio de leyes, en las fuerzas de la naturaleza. Asi, Emilio del Castillo Negrete escri- bia que la humanidad tiene trazada porla Providencia una mi- sin que cumplir, y una obligacion que lenar, y para levarla a efecto arrollara alos tiranos y se abrira paso por entre la sangre, el hierro y el fuego. El progreso ylalibertad marchana su perfeccion, lo contrario seria despojar a la Providen- cia de su mas bello atributo, el de guiar al hombre por el sendero de Ia perfec- tibilidad [...) EL mundo marcha y el que se oponga, sera aplastado.46 Rivera Cambas, a pesar de creer en la existencia de la fortuna no titubeo enafirmar, en una de sus obras, que su intencién era ocuparse de “los hom- bres de que se valié la Providencia pa- ra cumplir sus designios” 47 Al respec- tocabe recordar que el propio Guizot, seguramente el autor mas citado por nuestros historiadores, asenté que “los hombres, a los que Dios toma por ins- trumentos de sus grandes designios, estan llenos de contradiccion y de misterio” 8 Asi, si bien las explicacio- nes primeras debian buscarse en las acciones —y las pasiones— humanas, en ultima instancia se recurria a una explicacion de tipo providencialista. A pesar de estas distintas posturas, creemos poder afirmar que, por lo ge- neral, Ia historia fue concebida como 46 Castillo Negrete, México, 1875-1892, vol. 1, p. 216 47 Rivera Cambas, Gobernantes, prologo, 1872. 4 Guizot, Histotre, 1854, p. 4 ANTONIA PFSUNER LLORENS una larga y ardua marcha hacia el pro- greso y la modernidad en un sentido ascendente, acompafiada a veces por cambios violentos 0 revolucionarios y en Ja que cada etapa se presentaba co- mo superiora la anterior. Este proceso lineal de la historia, en que los grandes hombres tenian un papel de primeri- sima importancia, pareceria a veces sustentarse en un determinismo con resabios providencialistas. Si bien va- rios de nuestros autores, como Zarate, Arias o Riva Palacio, utilizaron la ter- minologia evolucionista, nos inclina- mos a atribuirlo al ambiente intelec- tual predominante en el momento. Por ello no estariamos de acuerdo en Hamarlos positivistas, ya que no siguie- ron esa filosofia en su interpretacion del devenir hist6rico, tal y como si lo hicieron los miembros de la genera- cién posterior. El historiador y la historiografia Es evidente que la mayor parte de nuestros autores fue seducida por el método cientifico como la via indiscu- tible para la recuperaci6n del pasado. El rigor metodolégico heredado del cientificismo ilustrado, asi como Ia in- fluencia de los historidgrafos france- ses —recordemos el interés de Guizot por la publicacién de “documentos inéditos”— y de Ia escuela erudita ale- mana, hicieron que nuestros persona- jes se obsesionaran con Ia idea de que el historiador debia ser totalmente im- parcial y s6lo atenerse a los documen- tos. Asi, Castillo Negrete afirmaba: Uno de los caracteres esenciales de to- do historiador es la imparcialidad en lo LA GENERACION DE VICENTE RIVA PALACIO que escribe: si carece de esta cualidad, no merece ciertamente ese titulo, y sus trabajos todo seran menos hist6ricos, a no ser que se le considere como simple narrador o cronista [...] En sualto carac- ter de maestro y de juez severo ¢ impar- cial, tiene el estricto deber de apreciar en todos sus detalles, de examinar en todas sus relaciones y de indagar con toda precisién las causas que determi- naron aquel acontecimiento y Ia in- fluencia que sus consecuencias ejercie- ron. Como lo verdadero debia ser com- probable, algunos de ellos afiadierona sus obras sendos apéndices documen- tales que corroboraban lo expuesto en su explicacion historica mientras que otros se afanaron por rendir cuentas de las fuentes de que habian bebido. Asi fue como las referencias bibliogra- ficas a pie de pagina se convirtieron para éstos en algo esencial Si bien es cierto que la busqueda de Ja verdad fue un propésito que desde Ja antiguedad clasica habia movido a los historiadores, nos atreveriamos a afirmar que, con los lineamientos me- todolégicos de la historiografia eru ta, esta premisa se volvid casi una obsesién. Por ello, la aseveracion de Riva Palacio en cuanto a que “el histo- riador no puede ni debe mas sino decir la verdad”® pudo haber sido fir- mada por todos nuestros autores. Ademias de imparcial, el historiador debia ser de buena fe y estar dispuesto a despojarse de sus propias opiniones 4° Castillo Negrete, México, 1875-1892, vol. Lp.4 5° Riva Palacio, “El virreinato”, en Riva Pala- cio et al, México, 1980, vol. 3, p. Xt. 105 y afectos. Para algunos de nuestros personajes, como Juan de Dios Arias, era éste “un mandato que siempre ha sido de dificil cumplimiento”. Sin embargo pensaba que “estos escollos” se podian salvar “a fuerza de pruden- cia, de imparcial examen, de investi- gacion minuciosa y sobre todo de la eleccion de buenas tradiciones y del acopio de documentos de intachable autenticidad”.5! Es evidente que esta tarea requeria de mucho tiempo y de gran dedicacién, por lo que no es de extrafiar que Manuel Rivera Cambas dejara asentado que “los trabajos his- toricos jamas presentan la Incidez que corresponde al tiempo y a las fuerzas consumidas ni dan idea de todo Io que cuesta desenterrar noticias de entre cl pesado polvo de los siglos”.5? La misiOn Ultima de la historia era funcionar como un tribunal, por lo que el historiador debia rendir culto a Ia justicia. Al decir del propio don Ma- nuel, éste no podia “excusarse de dar- la a todos aquellos que a su juicio la mereciesen”.>3 Asi, Riva Palacio afir- maria a su vez que “la severa impar- cialidad de la historia” debia juzgar a los hombres y a los acontecimientos sin preocuparse del efecto que su fallo produciria en las presentes o venide- ras generaciones.>4 Por lo general, y parafraseando las palabras de Zarate, nuestros hombres de letras consideraron a la historio- 51 Juan de Dios Arias, “México”, 1980, vol. 7, pov. 52 Rivera Cambas, Gobernantes, 1872, vol. 1, p. xt 59 Ibid, vol. 1, p. Vi. 54 Riva Palacio, “EI Virreinato”, en Riva Pala cio et al, Méxtco, 1980, vol. 3, p. Xil. 106, grafia como una narracion que recoge y conserva la tradicion y la memoria, a despecho del tiempo y del pasado.> ‘Como tal, sus lecciones ayudaban a la comprensi6n del pasado pero, sobre todo, al decir de Castillo Negrete, “ser- vian de guia, de luz” y permitian “mar- char con paso seguro, pero sin desviar nuestra vista de ella, a semejanza del marino que fija su mirada para llegar al puerto, en la estrella polar”.5° Es evi- dente que esta concepci6n utilitarista de la historia, muy cercana a Ja vision clsica de Cicerén en cuanto a que era maestra de Ia vida, permitié que el quehacer de Clio se convirtiese en una materia esencialmente politica, de la que se serviria el Estado para construir una conciencia historica que integra- se ala nacion. A MANERA DE CONCLUSION Varias son las autoridades que han sostenido que el siglo xix fue el de Ia historia y de los grandes historia- dores. Cabia esperar que una centuria predominantemente romintica y na- cionalista se consagrase a recuperar el pasado para dar sentido a su presente. Nuestro pais no podia quedar exclui- do de dicha corriente universal. Su propia circunstancia de inestabilidad politica continua, que culminé en una guerra civily en una segunda interven- cién extranjera, hizo que la victoria definitiva del partido liberal sobre el conservador se tornara en un acicate para buscarla union de todos los mexi- 58 Zarate, op. cit., vol. 6, p. 363. 56 Castillo Negrete, México, 1875-1892, vol. 1, pp. 4y 10. ANTONIA PFSUNIER LLORENS canos en torno aun pasado comin ya un régimen politico triunfante. El par- tido vencedor, que necesitaba conso- lidar su dominio tanto politico como ideolégico, inicié el proceso de cons- truccion de su legitimidad a través de la historiografia. Por ello, asi como Charles Hale sostiene que a partir de 1867 el liberalismo dejé de ser una ideologia combativa para convertirse enun mito unificador, nosotros afiadi- riamos que este mito se fue labrando a través del quehacer historiografico em- prendido basicamente por los hom- bres de letras de la generacion tuxte- pecana. BIBLIOGRAFIA. -Altamirano, Ignacio M. et al, Hombres ilustres mexicanos. 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