Porfiriato,1901-1911"en Historia dela Educaci6n Publicaen México. México: F.C.E. pp.
05) Solana, Fernando. (1982). “Justo Sierra yla Obra Educativa del A
83-115.
IV. JUSTO SIERRA Y LA OBRA EDUCATIVA
DEL PORFIRIATO, 1901-1911
Luts Atvarez Barret
La srruaci6n Pouitica pe 1900
Ax cumerin 70 afios, el dictador tenia serios quebrantos de salud; en
Jos circulos gobernantes se pensaba ya en buscarle sucesor; no para un
futuro inmediato, pero tampoco a muy largo plazo. Los hechos pos-
teriores demostraron que atin le quedaba una década, aunque en me-
dio de un creciente descontento. En fa imposibilidad de precisar una
fecha para la sucesién, menos ¢! de un sucesor, quedaba puerta abierta
a todas las contingencias, desde una explosién revolucionaria, hasta una
intriga palaciega.
En el gabinete presidencial, contendian dos figuras relevantes: Li-
mantout, ministro de Hacienda; y Baranda, de Justicia e Instruccién
Pablica. Con un ropaje novedoso, europeizante, Limantour representa-
ba a la juventud financiera, ansiosa de tomar en sus manos las riendas
det poder; Baranda, por su parte, se dejaba querer por los viejos libera-
les, sin comprometerse con los nucvos, que eran antiporfiristas, Ello
no le restaba simpatias, ni entre la gente nueva; afios después, Molina
Enriquez calificé a Baranda de gran liberal y hombre progresista.
El legado de la Reforma, traicionado ya en las esferas oficiales, es-
taba siendo reivindicado por una juventud inquieta, cada vez mds ac-
tiva y numerosa. Un renucimiento del liberalismo militante apuntaba
ya hacia propésitos renovadores entre las nuevas generaciones de la
opinién piblica independiente. El 7 de agosto de 1901 apatecié el pri-
mer niimero de Regeneracién, periédico politico de los hermanos Flo-
res Magén, que habla sido precedido por El Hijo del Ahuizote, de
Daniel Cabrera. El lenguaje claridoso y agresivo del periodismo revo-
lucionario sembraba Ia alarma en los circulos oficiales y ete un cli-
ma de ansiedad en todo el pais.
En tanto Ia efervescencia popular cobraba fuerza, la lucha cortesana
por la sucesién también se enconaba: limanturistas y barandistas bus-
caban el apoyo del dictador, pero también el de los gobemadores.
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Entre éstos, algunos tomaban posiciones y otros no. Se conocen los
contactos de uno y otto bando; por ejemplo, Yucatén y Campeche
exan las mejores trincheras del barandismo, pero también los reductos
més fuertes del antibarandismo.
En 1901 Baranda cometié un desliz politico: establecié contacto
con un jefe militar, el general Ignacio A. Bravo, jefe de la campafia
contra los mayas rebeldes, Su entrevista en Peto, tuvo funestas con-
secuencias para el ministro y favorables para el general. Con inespe-
rada rapidez, funciond la maquina informativa de los cientificos; y mencionado por Vera Esta-
fiol. Para su época este porcentaje de atencién a la educacién primaria
no es nada despreciable. Seguramente pudo hacerse mis, pero no es-
taba en la naturaleza del régimen hacerlo. En todo caso, la
bilidad de la dictadura es haber mantenido un ségimen feudal, o se-
mifeudal, enteramente anacronico; no haber procedido conforme a
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BJUSYO SIERRA Y LA OBRA EDUCATIVA DEL PORFIRIATO, 1901-1911 113
i; menos en las actividades gubemamentales que rebasaron este limite,
como es el caso de Ia educacién.
Antes he reconocido que Ia educacién rural de la dictadura fue, en
Ia prictica, igual a cero. En su ultimo intento de acercarse al pueblo, el
Porfiriato inventé las escuelas radimentarias; no tuvo tiempo de levar-
las a la prictica, pero el gobiemo provisional de Francisco Leén de Ja
Barra, con prisa desesperada, las puso en prictica, Sélo teniendo el pro-
yecto en el escritorio, pudo el presidente Leén de la Barta decretar tal
fundacién unos cuantos dias después de haber iniciado su administracién.
De todos modos, las escuelas rudimentarias de Leén de la Barra no fueron
tun paradigma de Ja educacién rural, menos ain de la escuela de la Re-
volucién Mexicana. El afio siguiente Pani hizo de ellas una critica
severisima,
La cxsTi6n De Justo Srema
Ahora trataré de exaltar la figura sefiera de Justo Sierra, Seré muy
breve; don Justo, a mi juicio, no necesita ser defendido ni avalado, me-
nos ain por pluma tan insignificante como la mia. El se defiende
y se avala por si solo; pero en caso de necesitarlo, Yériez lo ha hecho, y
también Zea, y Larroyo, y si mal no recuerdo, también Torres Bodet.
Quizé convenga recordarlo una vez més; la explicacién de un hecho, de
una situacién, de un personaje, o de una época es inagotable; siempre
queda algo por explicar; y en este modesto propésito, quiz4 pueda yo
hacer algo que valga la pena.
Comenzaté por biografiarlo: nacié en Campeche, en plena Guerra
de Castas, cuando’ la ciudad amurallada estaba asediada por los indios
insurtectos, Su padre, Justo Sierra O'Reilly, escritor magnifico y poltti-
co muy infortunado, estaba en los Estados Unidos desempefiando una
misién que habria de pesarle toda su vida. Su madre era hija de un pro-
cet, Santiago Méndez Ibarra, ex gobemador de Yucatin, cacique de
Campeche, y hombre notabilfsimo por muchos conceptos.
Nifio atin, conocié Justo Sierra Jos infortunios de la politica; la ex-
pulsién de su padre de Ja ciudad amurallads, decretada y realizada por
los fundadores del estado. Quiero hacer constar que yo profeso el més
profundo respeto por los mencionados fundadores del estado, lo cual
no me impide aquilatar la excesiva y a mi juicio innecesaria crucldad
con que procedieron en la expulsion de Justo Sierra O'Reilly. La casa
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fue allanada, don Justo Sierra fue injuriado, sus pertenencias destrui-
ds, sus papeles dispersados y sus familiares sumergidos en una profunda
angustia. e
La familia Sierra-Méndez se refugié en Mérida, no por muchos
afios, porque el doctor Sierra estaba herido de muerte: la enferme-
dad que Jo Mlevé a la tumba, lo torturaba ya. El niiio Justo, contra
To que pudicra creerse, no fue un escolar muy formal que se diga; su
padre se quejaba de este escaso apego al estudio. Preferfa vagar por
as afueras de Ia ciudad, en compafiia de otto nifio, después hombre
eminente: el poeta Francisco Sosa. Pronto Sierra y Sosa fueron poe-
tas. Cuando Justo fue enviado a la capital su tio Santiago Méndez
Echazarreta, que vivia en Veracruz, le escribia al tio Luis, de los mis-
mos apellidos: ‘Te envio a Justo, Entre su equipaje, encontrards sus
versos; porque has de saber que es poeta. ;Sélo eso nos faltabal”
En México regulariz6é sus estudios primarios y secundarios en el
Liceo Franco Mexicano. No pudo hallar lugar mejor: nada de sole-
dad, ni de tristeza, como dice Laura Méndez de Cuenca, porque en
el Liceo, Justo estaba cn su casa; Jovita Guilbeau, hija del director,
era la esposa de Luis Méndez Echazarreta, tfo carnal del adolescente
campechano. A mayor abundamiento, Agapito Guilbeau, el director,
habia sido maestro de Justo en Campeche.
Entr6 Justo Sierra a San Ildefonso y alli curs6 la carrera de dere-
cho; el afio 71 se gradué de abogado. No he de repetir lo que ya he
dicho sobre su carrera de abogado, ni de escritor, ni de periodista, ni
de politico; por donde quiera que fue, alcanz6 éxitos, Sus articulos,
sus discursos, su obra poética, su obra entera, ha sido recopilada, co-
mentada, juzgada. Qué podtla yo agregar? Sus actuaciones, como
ministro, como subsecretario, al lado de otros ministros y de otros
funcionarios de educacién, también han sido objeto de acuciosas inves-
vestigaciones. En este mismo trabajo he hecho un resumen de su
actuacién.
‘A mi leal saber y entender, su gestién educativa al frente del mi-
nisterio fue de signo positivo, esto es, favorable al progreso de la edu-
cacién en México; y ademas brillante. No se puede neger que fue la
estricta continuacién de la politica educativa de Baranda, de la linea
trazada en los Congresos efectuados entre 1889 y 1991, ni hay pot
qué negarlo, porque él fue uno de los actores de esos Congresos. Debo
hacer constar, atendiendo la indicacién del maestro Sotelo Inclin, que
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1sJUSTO SIERRA ¥ LA OBRA EDUCATIVA DEL PORFIRIATO, 1901-1911 115
don Justo agregé 2 este plan de trabajo su interés por las Bellas Artes;
muy pobre en sus predecesores y muy rico en él.
Debo explicar también que Justo Sierra fue 1a expresién més clara
del ideal de una educacién para el pueblo, alimentado por la dictadu-
ra pero no realizado integramente. Seria injuste, de todos modos,
decir que Sierra quedé dentro de los limites de la politica general
del pais; yo creo que, en materia educativa, los superé. No hay por
qué peditle, sin embargo, confrontacién alguna con las realizaciones
educativas de la Revolucién; aunque, en verdad, su pensamiento si-
gue presidiendo muchos de nuestros actos.
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