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DEJUSTICIA DE LA NACION 1305 MS destinada (causa: S, 487. XX1. “Spada. Oscar y otros c/Diaz Perera, E.A. y otros s/ejec. de honorarios™, del 20 de octubre de 1987, y sus citas). Por ello, se deckara fa nulidad de ta resolucién por la que se concedié el recurso extraordinario, de manera que Jas actuaciones deberin ser devucltas al tribunal de origena fin de que dicte una nueva decisién sobre cl punto conarregloa lapresente. Ricarpo Levent: (tt) — Cartos $. Fayr — Aucusto Cksak Buntuscio — Juttio S. NAZARENO — Jutio C. OvtaNarTe — Epuarpo J. MoLine O'Connor, FISCAL v. VICTOR HUGO FERNANDEZ RECURSO EXTRAORDINARIO: Requisitos propios. Cuestién federal. Cuestiones feelerales simples. Interpretacién de la Constitucién Nacional, Suscitan cuestidn federal bastante lox planteos que, aunque atafien a temas de hecho y de derecho procesal, sustancialmente conducen a detemminar el alcanee de Ia garantia de la inviolahilidad det domicilio, CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantias. Domicilio y correspondencia, nevesidad previstos porel art. 189 del Cédligo de Procedimicntos en ieteso, expresado sin vicio alguno no expedida poreljuez.competente para jos de la autoridad publica ora de Jos supuestos d lo Criminal, 0 de la existencia le consentimiento par dela voluntad, resulta necesaria a orden de allanami el acceso al domicil Ja por parte de los fun eneargados de su visita y ulterior pesquisa, io © mor CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantias. Domicilio y correspondencia. CONSTITUCION NACIONAL: Der No cabe construit una regia abstracta que conduzca inevitablemente a tachar de nulidad el consentimiento dado para una inspeccién 0 requisa domiciliaria en todos los casos en que quien lo haya prestadoestuviese privado de su libertad, sino que es preciso practicarun examen exhaustive de todas las circunstancias que roxlearon cada ara arribar una conclusidn acerea de la existencia de vicios que hayan podido afectar la voluntad libre del detenido. én en concreto, ‘hos ¥ garantias, Domicilio y correspondencia No se adviene interferencia ilegitima del Estado en un ambito en el que, como el domicilio, 1306 FALLOS DE LA CORT M3 E SUPREMA, luna persona puede tener la mayor expectativa de intimidad y privacidad, sino obstante que el ingresode un coprocesadoy deloficial que loacompanabaencubria un procedimiento policial, se produjo por la amistad existente entre el procesado y su cémplice, no existiendo engaiio alguno que viciara la voluntad del imputado, no fue practicada pesquisa, registro, inypeccién © requisa, y el paquete que contenia el estupefaciente fue obtenido por entrega voluntaria det procesado a su cémplice. CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantias. Domivilio y correspondencia: Sic! titular det derecho de exclusién permitié el acceso a su casa de dos personas, una de las cuales desconocia y era un oficial de policfa, sin indagar los motives del acompafamiento ni cerciorarse debidamente de la identidad del desconocido y con entera libettad y desprecio por las eventuales consecuencias de su proceder, descorrié el velo de proteccién de Ia intimidad de su hogar y realiz6 actos que pemnitieron comprobar el grave delito que estaba cometiendo. no puede ser posteriomente amparado por la cldusula del art. 18 de la Constitucién Nacional. CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantias, Generalidades. contrario a garant empleo de un agente encubierto para la averiguacisn de Jos delitos no es por sf mismo jas constitucionales. CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantias. Generalidades La contormidad con el orden juridico det empleo de agentes encubiertos requiere que el comportamiento de ese agente se mantenga dentro de los principios del Estado de Derecho, Jo que no sueede cuando e] agente encubierto se involuera de tal manera que hubiese cre © instigado 1a ofensa criminal en fa cabeza del delincucate. CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantias. Derecho a la intimidad. No se ha violado el derecho constitucional a a intimidad, si el ecultamiento de la identidad policial s6lohatenido por objeto tomar conocimientode un hecho que fue realizado libremente y sin coacciones por parte del imputado, que tenia el derecho constitucional de excluir del aeceso a su morada al desconocidoe incluso, al no haberlo hecho, decidi6 libremente realizar ante sus ojos la transaecién criminal con desprecio del riesgo de delacién que ello podria involucrar. CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantias. Derecho a la intimidad, Hay que distinguir los casos en que el agente encubierto 0 colaborador sélo se limita a reproducir para el proceso aquello de lo que fue testigo por a actitud voluntaria de quien tenia elderecho de exclusisn sobre su ambito constitucionalmente protegid, de aquellos en los que sv configura una verdadera intusién a Ja intimid ‘diendo los limites de lo que el titular de ese derecho de exchisién admi ido por el extrano, A NACION 1307 IUICIO CRIMINAL. En el procedimiento penal tiene excepefonal relevancia y debe ser siempre tutelado el interés publico que reclama la determinacién de la verdad enel juicio, ya que aquél noes sino el medio paraalcanzarlos valoresmas altos: Ia verdad y a justicia (Voto de la mayoria, al que no adhiris el Dr. Carlos S. Fayt). RECURSO EXTRAORDINARIO: Requisites propioy. Cuestiones no federales. Sentencias arbitrarias Procedencia del recurso, Exceso ritual manifiesto. El deber de dejar establecida la verdad juridica objetiva en materia de enjuiciamiento penal, slo autoriza a prescindir, por ilicita, «le una prueba cuando ella, en xi misma, haya sido obtenidaa través de medios inconstitucionales oilegales (Voto de la mayoria, al que no adhiri6 el Dr. Carlos S. Fayb) DICTAMEN DEL PROCURADOR GENERAL, Suprema Corte: La Sala B de la Camara Federal de Apclaciones de Mendoza. revocé a fs. 962/ 978 cl fallo de primera instancia por el cual se condené a Eduardo Ricardo Rivas Graita por considerarlo autor criminalmente responsable de los delitos contempla- dosen clart. 2°, inc. e), de la ley 20.771 en concurso ideal con el del inc.c) en grado. de tentativa; en concurso real con e} del mismo articulo, inc. c). ambos con el agravante del art. 8. inc. c), siempre de aquella ley. le El decisorio de tribunal de alzada tuvo en cuenta, para absolver a Rivas Graiia, que la diligencia policial merced a la cual se logré secuestrar nueve kilogramos de cocaina en la ciudad de Mendoza. estaria viciada de nulidad por carecer el funcionario actuante de orden de allanamiento y ocular su calidad de tal al ingresar al domicilio de Rivas Grafia acompaiiado del detenido incomunicado. Victor Hugo Fernandez. De alli, concluy6 el a quo, se habria conculcado la garantia del art. 18 de la Constituci6n Nacional. motivo por el cual anuld la consecuencia inmediata de esa supuesta violacién domiciliaria, cual es el secuestro de Ja cocaina antes indicada. Por otra parte, el fallo atacado consideré que los restantes elementos de juicio reunidos en relacién con la conducta reprochada a Rivas Grajia, cran insuficientes para sustentar la condena impuesta en primera instancia. 1308 FALLOS DE LA CORTE SUPREMA uz de Cémara interpuso a fs. 98 1/997 recurso extraordinario —que cla quo olorgé a fs. 1018/1027— contra el fallo de mencién, atendiendo en primer lugar a lo que sefiala como una inadecuada imterpretacién de la garantia de inviolabilidad del domicilio prevista en cl art. 18 de Ia Constitucion Nacional. En segundo término, zdujo que la sentenciaen cuestiénesarbitraria, sosteniendo que sus razonamientos estin prefados de subjetividad y basados en suposiciones Y prejuicios. por lo que sostuvo que se ha apartado de la sana critica, desconociendo ademas, los hechos de fa causa, Cada uno de los agravios sera sometido a continuacion.a tratamiento y estudio individual, adelantando la coincidencia con el correcto tratamiento del tema examinado en el sub lite por el Dr. Romano. -Il- El examen de los elementos de conviccién rcunidos respecto del primero de Jos puntos en analisis, obliga a reflexionar sobre el cardicter del procedimiento Policial que conduce al secuestro de la caja que contenia nueve kilogramos de Cocaina, desplegado, cn su inicio, en el interior de la vivienda del por entonces Cénsul de la Republica de Bolivia cn la ciudad de Mendoza. Cabe advertir, respecto a dicho procedimiento, que la presencia del miembro de la Policfa Federal Comisario Armentano. acompafado del detcnido Fernndez, en la casa de Rivas Graf, no se adecua a las formas establecidas por el art. 188 CPMPN. ni encuentra acogimiento en las excepciones previstas en cl art. 189 del mismo cédigo. Es por ello. que tal actividad policial no puede ser considerada evidentemente el allanamiento de domicilio previsto por la normativa ritual. Asj establecido y no pudiendo ampararse por lo tanto la conducta examinada dentro de los supuestos legales referidos, cabe Preguntarse si la misma contiene ingredientes que lesionen 0 que hubieren afectado el precepto de la inviolabilidad del domicilio tutelado en cl art, 18 de la Constitucién Nacional, encontrar adecuada respuesta al interrogante planteado, debe destacar en primer lugar, que el policia Armentano ingres6 al domicilio ajeno ocultando. tanto su condicién de policia, como la circunstancia del apresamicnto que sufria Fernindez. quien cra conducido en caracter de detenido ¢ incomunicado, DEJUSTICIA DELA NACION 1309 33 Esta simulacién originaria, anterior a serles permitida la entrada por Rivas Grafia a ambos. adquiere singular valor en cl estudio de la cuesti6n, puesto que en definitiva, tal circunstancia sera una de kis que permitiré dilucidar si cl legitimo, derecho a la reserva domiciliaria de Rivas Graiia ha resultado lesionado 0 no. El correcto entendimiento de ka previsién constitucional sefalada y de la Iegislacion consecuente. permite determinar quc la tutcla a la reserva domiciliaria. puede cederante cl interés social de la represi6n delictiva, s6locn la forma y medios establecidos legalmente. Fuera de estos casos, tinicamente es la voluntad del titular del derecho la que puede franqucar el ingreso de terceros a su domicilio, Si esta voluntad se ve impedida de pronunciarse libremente, por encontrarse doblegada por cualquier medio. es indudable que ct derecho amparado constitu- cionalmente, se vera afectado. En el caso, Rivas Grana permitié la entrada a su residencia a su amigo Fernindez y a quicn lo acompafaba, pero desconociendo que aquél estaba sometidoa detencién, y que éste cra un policfa que ademas de ocultar su condicion, lo Hevaba aprehendido. Contorme a este orden de ideas. y por el modo cn que Armentano logré entrar al domicilio de Rivas Graia, podria Hegar a suponerse que ocurrié un concreto desprecio de Ia voluntad del ex-c6nsul, Gnico que podia o no autorizar el ingreso, habidacuenta que tanto se puede contrariar la determinaci6n de quien expresamente prohibe la entrada a su vivienda, como la de quien no puede manif libremente. por ser victima de una situacién engafiosa. Al respecto sefiala Carrara “Programa... T. LV, pag. 455. Depalma, 1945): *... Cuando la introduccién sea clandestina o insidiosa, la misma pone en claro que el invasor, al usar de artificios 0 malicia para introdu subrepticiamente en la casa ajena. debié tener la conciencia de que contradecia la voluntad del habitante de la casa. y vanamente alegaria luego, que no habfa recibido la prohibicién. Para esto valdrfa la regla de sentido comtn por la cual ef impedimento para hacer la prohibicién equivale a ta prohibicién; y bien podria decirse que ha impedido la prohibici6n cl que ha buscado introducirse en Ta casa ajena de modo que el inguilino no adquiriese conocimiento de ello”. De alli cs que se puede afirmar, que la violacién de domicilio es “invito domino” y quien incurre en ella, debe conocer ka voluntad contraria del titular del domicilio o bien presumirla, por la circunstancia que en cl caso domina, emplea 0 aprovecha, (Daniel P. Carrera, nota on J.A.. 1988 I. abril-junio, pag. 21). 1310 FALLOS DE-LA CORTE SUPREMA 13 Se podria concluir por lo tanto, que si Armentano pudo impedir la libre exteriorizaciOn de la voluntad de Rivas Grafa cuando ingres6 a su domicilio, por hacerlo ardidosamente, distrazando su condicién de policfa en acto de servicio ae ocultando ademas que Fernandez estaba detenido. habria violado la intimidad de lamoradacn la que sc introdujo, puesto que la admisi6n que logré, habria resultado fruto de una voluntad viciada por el error al que él mismo indujo con su conducta. Peroa partir de esta conclusién primitiva. valida segdn lo contemplado cneste primer estadio del itinerario racional que se sigue para el estudio de esta cuestion, cabe continuar analizando el resto de los ingredientes que componen el hecho en su conjunto. Tres de ellos conticnen un alto valor convictivo. que hardn que en definitiva, vista la conducta cn andl: integridad, conformen un cuadro al que le confieren juridicidad. 1) Armentano, si bien oculté s de policia —o al menos no la exterioriz6— no fingié ser otra persona distinta, que por tal condicién, tuviera cxpedito el acceso al domicilio de Rivas Graita: 2) Este, por su parte, no s¢ interes6 en modo alguno en averiguar sobre quién cra cl desconocido a quien invité a entrar, conformandose en que lo hiciera en compaiiia de su conocido Ferndndez, a quien acompaiiaba, sin preguntar, siquiera, su nombre, ni mucho menos, su profesi6n: dejéndose constancia de que como lo reconoce Rivas en su indagatoria, Fernandez le preanuncié su visita (“que iba a retirar la caja que Ie dejara”) lo que acepts sin problema alguno (fs. 108 via.). lo que también recepta el fallo impugnado (Is, 968). 3) El comportamiento de Armentano fue totalmente pasivo, tanto dentro como fuera del ‘mbito privado. sin realizar ningrin acto que pueda sefialarse como de activa turbaci6n de la reserva domiciliaria a que Rivas Grafia tiene derecho. ya que se limit6 a presenciar la entrega de la caja con estupefacientes de uno a otro cémplice, durante cl breve lapso en que accedié —solamente— hasta la sala de recibo, en la entrevista previamente concertada telef6nicamente por Rivas y Fernandez. Por ello, Rivas Graiia (uvo absoluta libertad de movimiento dentro de su morada, alejdndose inclusive hacia sus dependencias internas. sin ningdn control de Armentano, lugar desde el cual regresé con los estupefacientes. Es dccir. si bien podria seprochdrscle al comisionado policial. su originario DEIU ‘FICIA DE LA NACION 1311 a3 silencio sobre su profesi6n y sobre el estado de su acompaiante, como ingrediente que pueda haber conducido a error a Rivas Graita. no aparece el mismo como determinante de la decisién permisiva de éste. quien desprecié, posiblemente pos haberse convencido de una supuesta seguridad e impunidad que Ie brindaba su cargo consular, inquirir sobre Ia personalidad y motivos que traian hasta su domicilio a sus dos visitantes noctumos. Tampoco empece a este razonamiento que conduce a Icgitimar cl resultado del obrar policial, la circunstancia de la privacién de libertad ¢ incomunicacién de Ferndndez. puesto que al meriturar tal condicidn, no debe perderse de vista que el objeto del instituto de la incomunicacién de un detenido, encuentra su raz6n de ser en impedir que sea obstaculizada ta accién de la justicia, entorpeciéndose la tarea de la investigaci6n de un hecho ilicito, por el contacto que ¢l aprchendido pueda efectuarcon sus cémplices. Enel caso. y porel contrario, laactividad de Fernandez (que de todas formas nunca pucde ser considerada comoagraviante de los derechos de Rivas Graiia. por haberla desarrollado durante su incomunicacién) permitié la continuidad exitosa de la pesquisa. Se resalta aqué, que Fernéndez cn ningin momento procesal dice haber actuado presionado, sino que su actividad fue frato de una personal decisién, no motivada por terceros, siendo totalmente aventurado presumir tal cosa. © sea. repitese. que Fernandez. en una conducta procesal irreprochable, acta en plena voluntad, contribuyendoa la obtencion de elementos que, sin perjuicio de involucrar a Rivas. también constituyen probanzas en su contra. Su decisién de colaborar con Ia investigacién no se ve perturbada por elemento conviccional sospechoso alguno. Es por todo ello que la voluntaria conducta de Rivas Graiia. cuando libremente decidié entregar a su cémplice la mercaderia ilicita que almacenaba, segiin esptireos acuerdos preestablecidos, no fue en forma alguna condicionada por la presencia de un policia a quicn ét mismo invité a ingresar a su morada, sin rle cn absoluto de quién se trat Concluy6, por consiguiente en que la supresién de la prueba de que se trata. en el razonamiento del decisorio recurrido, se ha efectuado merced a un errénco entendimiento del principio plasmado en el art. 18 de la Constitucién Nacional y auna cquivocada adecuacién a la norma, de los hechos comprobados en fa causa. La fundamental importancia de la evidencia asi ignorada. cn cuanto hace a la atribucién de responsabilidad criminal al encartado Rivas Grafia, se destaca con su inclusi6n hipotética en el cuadro probatorio. circunstancia que se menciona en cl mismo fallo en crisis. Debo seffalar que para arribar a tal conclusién, no he dejado de sopesar 1312 PALLOS DE LA CORTE: SUPREMA m3 cuidadosamente. que el instituto que se pretendié violado, ha visto la luz normativa en los dias precursores de la organizacién de la Nacién, adquiriendo progresiva- mente su tutela. una de las mas significativas exteriorizacioncs de la sana vlimitada exaltacién de los derechos individuales, raz6n esta por la cual comparto totalmente y sin reserva alguna la tesitura que invalida la adquisici6n de cualquier medio de conocimicnto al que se hubicre arribado merced al desconocimiento de éste uotros derechos fundamentales. Pero. también estimo que en el caso, esa concreta violacin no ha ocutrido. puesto que en definitiva quien pudo ejercerlo, no lo considers necesario, exhibicndo voluntariamente su delincuencia a la vision pasiva de aquél a quien habia invitado a ingresar a su dmbito tutelado, La consecuencia inmediata de la entrega dolosa de Rivas Grafia a Fernandez, fuc la obtencidn por parte de la comisién policial, de manos de éste y yaen la via Publica. del paquete que encerraba la cocafna. Deesta tradicién, constatada al arribar los empleadosa su sede por el secretario de! Tribunal interviniente, no existe una evidencia que se refleje en un acta de secuestro labrada en el mismo lugar en que ocurrid, lo que aparece como natural segtin la secuencia de los hechos: No podian detenerse los policias. frente mismo a la vivienda del cémplice de Ferndndez, en la calle y en horas de la noche, a redactar y cumplir las formalidades para conformar el acta respectiva la que se Podia llenar una vez.a buen recaudo y alejada la posibilidad de alertara quienes ain no habian sido aprehendidos. Tampoco se les puede exigir —como lo hace la resoluci6n recurrida—, que soliciten la presencia y ribrica en el acta del ex— cOnsul, porque ési¢ estaba en el interior de su domicilio. y el secuestro se efectud cuando Ferndndez y Armentano, ya se encontraban en cl exterior de la vivienda. Dentro del razonamiento seguido y sin descuidarla visién del plexo probatorio en su conjunto —defecto que si se pude sefialar en la sentencia en crisis— cabe observar que el itinerario seguido por Ia prevencién. cstaba originariamente dirigido al desbaratamiento del plan delictuoso que Hevaban a cabo Fernandez y Chaar, guiado por sus insospechadas confesiones y afianzado por la incontestable obtencién de los elementos propios del delito. Se observaron respecto a los confesos, las garantfas estatuidas en tutela de sus derechos como judiciables y cuande: posteriormente ingresa en el Ambito de sospecha el ex-cnsul, aquellos actus originarios cumplidos antes de su sindicacién, deben también, sin cortapisa alguna, integrar el cuadro probatorio apto para juzgar su conducta. No encuentro que ello obre en desmedro de su defensa en juicio. La adquisici6n de esta prueba resulta, por lo tanto, legitima, quedando sujeta a valoracién dentro del conjunio probatorio colectado, ya que la falta de acta de DEJUSTICIA DE LA NACION 1313 a3 secucstro del objeto del delito, no constituyc un vicio en el procedimiento cuando fuc imposible su redaccién en el lugar donde aquél se produjo. En sintesis: al margende laincxistencia del requisito formal del acta inmediata. se demuestra por via testimonial indubitable, la realidad del procedimiento que ingresa a autos, la caja que contenfa cocaina. Lo acepta Rivas. lo testimonia personal policial y lo ratifica el codelincuente Fernandez. Se tratanada mds, ninada menos. que de nucve kilos de droga, es indubitable que un supuesto celo policial Por involucrar a Rivas, serfa algo exagerado y en modo alguno surge de autos animosidad procesal hacia el encartado. Por lo expuesto, y las s6lidas razones eserimidas por el Sr. Fiscal de Camara en su escrito de interposicion sostengo asf cl recurso, -Il- Ademaas de la firme apoyatura que logra cl sentenciante de primera instancia, cuando estudia acabadamente el probatorio reunido en la causa. —considerandos Via VIII (ts, 837/85 1) —. y la medulosa valoraciGn del mismo efectuada por el Dr. Romano, se puede agregar lo siguicnte: 1, Ha quedado categoricamente demostrada la vinculacién delictiva que uni alos condenados Femandez y Pérez, y ello lo ha sido cn virtud de sentencia firme. No se puede olvidar la condena de Fernandez y Chaar, fallo donde los excusados de intervenir, Dres. Endeiza y Mestre. adelantan opinién sobre la coparticipacién cn el delito investizado por parte de Rivas. El Gnico medio por el que Péres Fernandez pudieron entablar su relacién delictiva, fue a través de la presentacion mutua que efectuara Rivas Grafa. cuando viaj6, en compaffa de Fernandez hasta Ja ciudad de San Juan, donde se domicilia Pérez. El hecho de la nula actividad comercial de Fernandez. y los mos antecedentes de Pérez en cse mercado, desvanccen la excusa en que intenta situarse Rivas Graiia en el sentido de que la Presentacién obedecié a tales razones. 2. También esta judicialmente aceptado, por esta sentencia firme anteri r. que tanto Fernéndez como el también condenado Chaar, efectuaron en conjunto actividades reprimidas por la Ley 20.771. En este caso. como en el anterior, incucstionablemente su conocimicnto reciproco provino de la gestién de Rivas Granta, conforme lo reconocen ambos: en el caso de Chaar, con sindicacién delictuosa directa det ex-cénsul. ya que afirma que fue buscado expresamente para participar en la venta de estupefacientes, 1314 FALLOS DE LA CO} a3 # SUPREMA 3. Rivas Graita pertrecha a su cémplice Fernandez, extranjero y transitoria- mente cn la Argentina, de un arma de fuego con una caja completa de proyectil que éste, que obviamente carece de cualquier permiso 0 autorizacion de guarda 0 portacién de armas. esconde entre sus ropas en el hotel donde se aloja. Talentrega cncuentra légica razén en lasactividades vinculadas al narcotrafico que ambos realizaban. y por cl contrario, no se justifica dentro del cuadro de normalidad comercial en que s¢ escuda cl ex—cénsul., 4, Rivas Grafia acepla. segtin refiere al ejercer su defensa material. el depésito de una caja, pensando primero, que contiene valiosas artesanias. para luego sospechar que puede contener oro, Para dejarsela, Fernandez le habria hablado de la inseguridad de su hospedaje y del alto valor de la mercaderia (cada pieza podia costar quinicntos d6lares estadounidenses. y la caja contendria muchas). A fs, 108 menciona que ab-initio tuo sospechas respecto al contenido de esa caja que tan generosamente recepta cn depésito de un connacional virtualmente desconocido. Cabe aqui reflexionar sobre la realidad de la existencia de esa caja con nueve kilogramos de cocaina. No proporciona el fallo elemento descalificatorio alguno que pueda hacer presumir con licitud que cl contenido se introdujo con posterio- ridad a su entrega voluntaria y probada por Rivas. Esto unido a la valoracion correcta del Iamado en codelincuencia de Chaar y Fernandez, (que en nada se benefician trayendoa proceso Rivas) conduce necesariamente ala realidad de una prucha suficiente paracondenar como pretendeel Sr. Fiscal. Noesen modoalguno cierto lo sostenido por cl defensor de que en cl sub—judice hay una carencia total de prueba. 5. La Camara ha asiznado singular valoral dicho del abogado Cornejo Stewart, cuando depone en otro proceso —seguido en su contra—. como sospechoso de haber quebrantado la incomunicaci6n a que se hallaba sujeto su cliente Fernandez. En efecto. a fs. 33 del expediente N° 74.581 A, realiza una serie de consideraciones relativasa la persona de suex—defendido, que pucden ser atribuidas ala necesidad de cjercer su defensa material respecto de la acusacién de que era objeto, pero que constituyen revelacién de sccretos adquiridos en el cjercicio de su profesién de abogado. Lo que resulta incomprensible —y que es precisamente a lo que la sentencia del recurso adjudica relevancia— es que. so pretexto de proteger derechos afectados, el nombrado profesional afirme que su ex-cliente mentfa cuando sindicaba a Rivas Graiia como participe en los hechos de la causa, puesto que esta afirmacién, no tan sélo resulta indiferente para el objeto de su declaracion, sino que obra en directo perjuicio de la persona que habia depositado su confianza en la obligacién de silencio de su abogado defensor, y finalmente. obra en sospechoso beneficio de Rivas Grafia. DEJUSTICLA DE LA NACION 1315 a3 Aun cuando Ia conducta del letrado pudiese encontrar resguardo y justifica- ci6n en cl campo juridico, solo lo serfa respecto a su autodefensa, y atin asf resulta reprochable en el mas amplio continente que rige la ética del abogado, pero la valoraci6n de sus dichos. fuera de su necesidad de dar respuesta a una acusacion, repugna totalmente a las garantias de la defensa en juicio, Encuentro. por todo lo expuesto. razones suficientes para sostener el recurso en todos sus aspectos, ya que la presente no puede tenerse como una mera cuestion de apreciacién de pruebas, materia reservada a los jueces de la causa. y por ello no susceptible de revision en este estadio procesal, sino que no existe obstéculo para que V.E, pueda conocerla, toda vez que sobre la base de Ja doctrina de la arbitrariedad se procura asegurar la garantia de la defensa en juicio y del debido Proceso, exigiendo que las sentencias sean fundadas, sin incurrir en omisi6n de valorar prucba fundamental. y constituyan derivacién razonada del derecho vigente segiin las circunstancias comprobadas. Advierto, como ya se expres6, que la sentencia apelada presenta este vicio, Pues sus fundamentos son aparentes, al haberse valorado s6lo parcialmente clementos de juicio. con supresién de aquellos que revisten importancia funda- mental para la conclusién condenatoria a que se habria arribado de tenerl correctamente en consideracién, prescindiendo, ademas, de la necesaria vision de conjunto y de la correlacién de los testimonios ¢ indagatorias entre si, y fundamentalmente, con clementos indiciarios que tienen aqué. cardcter necesa- tio. A mérito de lo expuesto, opino que debe revocarse el fallo apelado. Buenos Aires, 3 de abril de 1990. Oscar Eduardo Roger FALLO DE LA CORTE SUPREMA Buenos Aires, 11 de diciembre de 1996, Vistos los autos: “Fiscal c/Fernéndez. Victor Hugo s/ av. infraccion ley 20.771". Considerando: 1°) Que contra la sentencia de la Camara Federal de Mendoza —Sala B—que, al revocar la dictada en primera instancia, absolvi6 al acusado Ricardo Eduardo Rivas Graiia de los delitos de introduccién. almacenamiento y trifico de est upefa- 1316 FALLOS DELACORTE SUPREMA, M3 cientes —agravados por el concurso de mas de tres personas— por los que habfa sido condenado a siete anos de prisi6n, multa de ciento veinte australes. accesorias legales y costas. interpuso el sefor Fiscal de Camara recurso extraordinario, que fue concedido (Is. 862/78, 981/97 y 1018/27). 2°) Que de las constanciats del proceso surge: ‘a) que personal de la Policfa Federal, anoticiado por informacion confidencial, Hev6 a cabo un procedimiento en el bar del hotel "Hucntala” en cuyo transcurso detuvo al ciudadano de origen boliviano Victor Hugo Fernéndez y secuestr6 380 gramos de cocaina que tenia dispuesta para la venta y procedfa de su pais natal: b) que. pormanifestacionesdel detenido, pudo saberse qucen las inmediaciones del lugar se hallaba estacionado cl automévil de su amigo Fuhad Carmelo Chad, at cuya detenci6n también se procedié al habérscle encontrado otros dos paquetes contenicndo 300 gramos de cocuina y una balanza para pesar esa sustancia: ) que ante los dichos de Fernandez, en el sentido de que en una casa de la zona de Godoy Cruz se guardaba el resto de la droga traida de Bolivia —otros nueve Paquetes de un kilogramo— uno de los policéas se trastadd, en compaiiia det nombrado, hasta a mencionada vivienda. cn cuya fachada lucia un cartel y escudo que la identificaba como la sede del Consulado de la Republica de Bolivia. Ya en el lugar, Ferndndez Iams a la puerta y fuc atcndido por su conocido. el consul Ricardo Eduardo Rivas Graiia, quien lo hizo pasar junto con cl policia, que no se present6 como tal y, a requerimicnto del primero, cl funcionario extranjero le entreg6 una caja con el contenido ya especificado. la que fue trasladada al asiento policial donde se confeccioné cl acta de estilo; d) que el sospechoso Rivas Grafta [uc Hamado a concurrir a un lugar piblico, so pretexto de asistir al connacional Chaad. y en esas circunstancias detenido. 3*) Que el Tribunal a quo entendid, con base presunta cn la jurisprudencia de esta Corte (Fallos: 46: 36; 303: 1938: 306: 1752: 308: 733: y causas R. 524. XX, “Ruiz. Roque A. s/hurtos reiterados”; F. 103. XIX, y F477. XIX. “Francomano. Alberto José y otros s/ inf, ley 20.840", del 17 de septiembre y del 19 de noviembre de 1987), que la incautacién de nueve kilograms de cocaina, extraidos de la morada de Rivas Graha —a la vez casa habitacién de él y su familia y sede de la oficina consular de Bolivia en Mendoza— debia ser excluida del proceso como prueba por habérsela obtenido en infraccién a la garantia de la inviolabilidad del domicilio (art. 18 de la Constitucién Nacional). Estimaron los jucces que ello era asi porque el coprocesado Fernndez, y cl oficial de policia ingresaron en el DEJUSTICLA DE LA NACION 1317 Ma domicilio del acusado sin orden de allanamiento y cn circunstancias tales que no hacian excepcidn a la necesidad de obtenerla: y en cuanto al consentimiento Prestado por Rivas Graf, lo consideraron viciado, “... al hacérsele creer que el acompanante de su conocido Fernéindcz. era un amigo de éste y ocultérsele que en verdad Fernandez estaba privado de su libertad y que quicn lo acompanaba era un Policia que fingia...”, Por esta razén y porque. ademas, la Camara destacé la falta de cumplimicnto de normas procesales vinculadas con la forma en la que debe documentarse un secuestro con fines probatorios, declaré nulo el practicado en la vivienda del consul ¢ ineficaz su resultado, Por otra parte, los magistrados de la instancia anterior concluyeron en que. apartada It prucba obtenida —a su juicio— de manera ilegal, la remanente no aleanzaba. sin hesitacién para responsabilizar al procesado. Para sostener tal Conclusién sefialaron que la prevenci6n policial ha incurrido en“... inexactitudes © desprolijidades que. a la postre. han quedado en descubierto y restan veracidad 41 Tos asertos de los funcionarios policiates...". Ast aludicron los jueces all origen andnimo de Ia denuncia que determing la actuacion policial, el que encubriria la actividad de confidentes: la huida del “comprador” de a cocaina que portaba Fernindez sin explicacion valedera, lo que permitiria barruntar que aquél fue nada més que un scituelo: la no comdn colaboracién supucstamente cspontanea de Ferniindez para lograr el decomiso del estupetaciente almacenado en Ia casa de Rivas Graia: la forma incompleta y poco veraz en la que fue documentada esa diligencia durante el sumario de preveneién: ta manera en la que se logré la detencién del imputado. quien sali6 de su casa hasta el lugar donde lo esperaba la Policfa creyendo que iba a prestar asistencia un connavional. Ademas, pese a Feconocer que contra la negativa de Rivas Grafa se alzan las imputaciones de los coprocesados Fernandez y Chad. los juecesdieronr ones, mayormente apoyadas: cn conjeturas, para restarle mérito. Respectode Fernandez —porque aparece como colaborador de la policfa en la incautaci6n de la droga que tenian tanto Chaad como Rivas Grafa—: y de Chaad —porque intervino para facilitar la detencién det cénsul—, dijeron los magistrados que “aparecen pucs estos dos personajes delinquiendo, colaborando y disimulando su decisi6n de involucrar al projimo. No son. por lo expuesto, dos coprocesadoscuya versién por lo espontdnca. coincidente y desinteresada pueda merecer especial confianza, sino que se cuenta con expre- siones de quienes han delinquido cn infracciones gravemente penadas y ayudan a Japolicia, traicionando asus sospechados cmplices. Siaelloagregamos las dudas que surgen de lo actuado por algunos policfas que auxiliaron a la justicia en la prevencion. noes descartable que hayan declarado ante clla bajo presino instados por alguna promesa de mejorar su situacidn si colaboraran...” Finalmente, los Jucces desecharon el valor probatorio de la mendacidad con la que se produjo el procesado Rivas Graia, segdin cl magistrado de primera instancia, Porque. adn 1318 FALLOS DE LA CORTE SUPREMA, Ma cierta, no deja de ser una indicacién equivoca; y declararon que aunque la intima conviceién les pudiera indicar fo contrario. el sistema de la prueba tasada y de ta sana critica racional al que debfan sujetarse les imponia adoptar la solucin liberatoria, de conformidad con cl art. 13 del Cédigo de Procedimicntos en Materia Penal. 4°) Que el recurrente sostiene que la sentencia es arbitraria por contener dos vicios fundamentales: el primero, vinculado con la presunta violacién de la garantia de la inviolabilidad del domicilio (art. 18 de la Constitucién Nacional): y el segundo, que atafie a la irrazonabilidad en la interpretacién de los hechos de la cau En cuanto al tema de la exclusién del secucsiro de nueve kilos de cocafna porque se las habria incautado en el curso de un allanamicnto ilegal. el apelante sefiala que al procedimiento realizado en la casa del cénsul boliviano se lo consideré como pesquisa domiciliar namicnto cuando. en realidad. no tuvo ese alcance, De acuerdo con lo probado, cl acceso a la vivienda y la entrega de la droga se obtuvo como consecuencia de la amistad preexistente entre el morador y sucoprocesado Fernandez. sin otraintervencidn del policia que no fuese meramente pasiva y que, por lo tanto, “no conmocion6, alteré o siquiera rozé 1a intimidad de la vivienda del cénsul”, que es lo que protege la garantia constitucional. Cons cuentemente —dice el fiscal— si no hubo pesquisa 0 visita domiciliaria, no son exigibles los requisitosde los arts. 211,407,408 y 409 del Cédigo de Procedimicntos en Materia Penal. Y la posibilidad admitida por la Camara de que entre el momento cn cl que fue entregada la droga por Rivas Grafia. y aquel otro en el que se documenté cl hecho en la sede policial sc hubiese cambiado el contenido de lacaja respectiva. no reviste la mas minima confrontacién con la realidad. Ello es asi. porque lo revela imposible el millonario valor de la mercaderia y cl hecho de que no pudo haberla obtenido la policia en otros procedimicntos, puesto que una de las circunstancias probadas cn cl proceso es la de que en la provincia de Mendoza no habfa mercado suficiente como para ubicar sin dificultades tamajia cantidad de droga. En loatinente ala arbitrariedad en ta valoracién de la prucba independiente de la oblenida en el domicilio de Rivas Grafta, se puntualizan en el recurso los siguientes vici a) la sentencia se sustenta —a criterio del apelante— en “una serie de juicios errdticos quc nada tienen que ver con la prueba incorporada a la causa y con el anilisis que realiza el sefior juez federal de primera instancia”. Asi —se dice— el tribunal dedica su esfuerzo en resaltar presuntas irregularidades policiales en 1319 aspectos “pucriles y hasta microbianos™ para teftir con ellas una supuesta falta de sericdad en todo cl accionar de los preventores que compromete al consul procesado. Sc “supone™ que la policfa traté de proteger su fuente de informacion y se “sospecha” de complaciente la huida de uno de los intervinientes en el primer canje de cocaina comprobado, todo lo cual se califica de “inexactitudes 0 desprolijidades... que restan veracidad a los ascrtos de los funcionarios policiales”, por lo que “pareciera... que aqui se ha juzgadoa la policfa y no al consul que entreg6 los nueve kilos de cocafna”, afirma el fiscal. b) con igual método hipotético —existencia de posibles promesas policiales de ayuda— el fallo resta valor a las imputaciones cn codelincuencia de Fernandez 0 Chaad. c) omisién de tratamiento de las serias contradicciones en que incurrié el procesado Rivas Grafia al declarar, las que constituyen indicios graves de su mendacidad, En tal sentido, seftala e] recurrente que no ha extraiiado a los jueces: 1°) que el imputado abriese las puertas de la olicina consular a hora intempestiva para entregar a un connacional lo que. segiin él. era una mercaderia desconocida: 2°) que haya imterrumpido la iniciacién de lacenacon el alegado props r al coprocesado Chaad para otorgarle asilo por razones politicas. funcién ajena a la propia de su cargo; 3°) que si el acusado sospechaba del contenido de la caja, como lodice.no se impusiera de su contenido, méxime cuando aquélla estaba abierta: 4°) que si Rivas Grafia creia. como también Jo afirma, que se trataba de artesania iviana que negociaria con Fernandez, menos se explica que no revisase lo que el paquete; y. 5°) que si con cl dltimo de los nombrados s6lo Io ligaba una relacion comercial. no se explica por qué Ie presté un televisor para que no se aburriese en su estadia en cl hotel. y una pistola valiosa porque se la habia obsequiado el presidente de su pais: y d) descalificacién de los dichos imputativos de los coprocesados Chaad y Fernandez sobre Ja base de afirmaciones subjetivas carentes de respaldo legal. tales comocludirel valor objetivo desus versiones porque provendrian de“delincuentes™, © empaiar su colaboracién cn el esclarecimiento judicial del caso con el insélito argumento de Ia traicién a sus cémplices, en abierta oposicién con el art. 26 del Cédigo Penal que manda observar “la actitud del condenado posterior al delito”, comprensiva de la espontinca confesi6n de su responsabilidad y la cooperacién en la investigacion de la verdad. 5°) Que, a partir del caso registrado en Fallc 1752 y con cita a los precedentes de Fallos: 46: 317 y 177: 390, esta Corte estableci6 cl criterio segdn clcual suscitan cuestién federal bastante planteos como los sometidosa su decisiGn 1320 FALLOS DE LA CORTE SUPREMA, am en el recurso que se examina pues aun cuando atanen por lo general a temas de hecho y de derecho procesal. sustancialmente conducen a determinar el aleance de la garantia de la inviolabilidad del domicilio. 6") Que ya en ef recordado caso de Diego Enrique Fiorentino se dejé establecido que, fuera de los supuestos de necesidad previstos por cl art. 189 det Cédigo de Procedimientos en lo Criminal, o de la existencia de consentimiento para cl ingreso expresado sin vicio alguno de la voluntad, resulta necesaria la orden de allanamiento expedida por el jucz competente para el acceso al domicilio o morada por parte de los funcionarios de la autoridad ptiblica encargados de su visita y ulterior pesquisa, Esta doctrina fue reafirmada en las sentencias dictadas en las causas L. 105. XX1. “L6pez. Eduardo Adolfo s/encubrimiento de contrabando’ del 10 de diciembre de 1987, y F. 305. XX1. “Fato, Juan José y otro s/infr. ley 20.771”, del 24 de mayo de 1988: y precisadaatin mésen el fallo recaido en la causa R. 1. XXIL “Romero. Héctor Hugo y otros s/infr. Ley 20.771" del 1° de diciembre de 1988 —criterio recientemente reiterado al resolver in re: F. 65, XXIII. “Ferrer, Florentino Clemente s/inf. art, 189 bis de] Cédigo Penal” del 10 de julio de 1990— donde el Tribunal determiné que no cabe construir una regla abstracta, a partir del precedente de Fallos: 306: 1752, que conduzca inevitablemente a tachar de nulidad el consentimiento dado para una inspeccién o requisa domiciliaria en todos los casos en que quicn to haya prestado estuviese privado de su libertad. sino que es preciso practicar un examen exhaustivo de todas las circunstancia que rodearon cada situacion en concreto, para arribar a una conclusi6n acerca de la existencia de vicios que hayan podido atectar la voluntad libre del detenido, 7") Que en el sub examen, ail no darse ninguna de las excepciones del citado art. 189 del Cédigo Procesal ni scr juridicamente posible la obtencidn de orden de allanamienio en virtud de Ia inviolabilidad del local consular, donde también se domiciliaba el imputado (art. 31 de ta Convencién de Viena de 1963. sobre relaciones consulares, aprobada por la ley 17.081. que admite la visita con cl consentimiento del jefe de la oficina consular pero no su requisa). la situacin es diferente a la contemplada en los precedemtes de esta Corte en los que se apoyd la seniencia recurrida. A lo que cabe aftadir que. como se verd en lo que sigue. cl procedimicnto fue resuelto por la autoridad policial sin afectacion de la garantia de la inviolabilidad del domicilio, como se veri en lo que sigue. 8°) Que si bien es verdad que cl ingreso del coprocesado Fernandez y del oficial que Io acompana encubria un procedimiento policial. no es menos cierto que aquél se produjo por la amistad cxistente entre ¢l procesado y su cémplice. circunstancia favorecida por el ilicito negocio en cl que estaban cmbarcados. No hubo engafio alguno que viciara la voluntad del impuiado, ya que ninguna maquinacién, DE JUSTICIA DE LA NACION 1321 ua ocultamicnto o fraude fue utilizado para acceder a su vivienda, Basté con que uno dc los visitantes fuese su conocido. y que s¢ le presentase al acompaiante como un amigo para que se les franquease la entrada. Y. después de esta dltima, no fue practicada pesquisa. registro, inspeccién 0 requisa, ni el paquete que contenfa cl estupelaciente fue obtenido mediante ardid 0 aprovechamiento del descuido del morador, sino por entrega voluntaria del procesado a su cémplice. En condiciones tales, no se advierte interferencia ilcgitima del Estado en un ambitocn el que.como ef domicilio, una persona puede tener la mayor expectaliva de intimidad y privacidad. 9°) Que. ademias, si est probado que el imputado y titular del derecho de exclusion, permitié cl acceso a su casa de dos personas —una de las cuales desconocia— sin indagar los motivos del acompaiiamiento ni cerciorarse debi- damente de Ia identidad del desconocido: y, pese a cllo, con entera libertad y desprecio por las eventuales consecuencias de su proceder, descorrié el velo de protecci6n de la intimidad de su hogar y realiz6 actos que permitieron comprobar el grave delito que estaba cometiendo. no puede scr posteriormente amparado por laclusula del art. 18 de la Constitucién Nacional cuando fue su propia conducta discrecional fa que posibilité la presencia del agente preventoren el recinto privado y aquella comprobacion 10) Que es criterio de esta Corte que el empleo de un agente encubierto para la averiguacién de los delitos no es por si mismo contrario a garantfas constitu- cionales, Una cuidadosa comprension de la realidad de nuestra vida social comin, y en especial cl hecho comprobado de que ciertos delitos de gravedad se preparan ¢ incluso ejecutan en Ia esfera de intimidad de los involucrados en ellos, como sucede particularmente con el tnifico de estupefacientes. impone reconocer que esos delitos sélo son susceptibles de ser descubicrtos y probados si los érganos encargados de la prevencién logran ser admitidos en el circulo de intimidad en el que cllos tienen lugar, Por tal raz6n, una interpretaci6n prudencial de las garantias procesales contenidas en Ia Constitucién Nacional permite aceptar, bajo ciertas rest nes. el. empleo de agentes encubiertos de modo similar al que se lo admite en otros paises en los que las reglas del Estado de Derecho prescriben garantias andlogas a las que rigen en la Repdblica Argentina: entre los cuales cabe citar alos Estados Unidos (contr. “Lewis v. U.S.. 385 US 206) y a la Reptiblica Federal de Alemania (contr. BGH Gr. S. St. 32, 115. 122: ByerfGE 57, 250, 284. y la decision del GBH en NSIZ, 1982. 40). 11) Que lacontormidad cn el orden juridico del empleo de agentes encubicrtos requiere que cl comportamiento de ese agente se mantenga deniro de los principios del Estado de Derecho (asf lo sostuvo en Alemania cl BGH. contr. decisién en NSIZ, 1322 FALLOS DELACORTE a1 PREMA, 1984. 78), lo que no sucede cuando el agente encubicrto se involucra de tal manera que hubiese creado o instigado la ofensa criminal en la cabeza del delincucnie. pues Ja funcién de quienes ejecutan la ley es la prevenci6n del crimen y la aprehension de los criminales, pero esa funciGn no incluye la de producir el crimen tentando a Personas inocentes a cometer esas violaciones (contr, “Sortels v. U.S.” 287 US 435). De tal modo, cabe distinguir los casos en que los agentes del gobierno simplemente aprovechan las oportunidades o facilidades que otorga cl acusado predispucsto a cometer el delito, de los que son “producto de la actividad creativa”™ de los oficiales que ejecutan la ley (contr. ademas del caso citado de 287 US 435, “Sherman v. U.S. ", 356 US 369 y “Hampton v. U.S.”. 425 US 484) en los que procede descchar las pruebas obienidas por la actividad “crimindgena” de la policfa bajo lo que en cl derecho americano se conoce como defensa de entrapment (contr. "Woo Wai v, U.S.". 223 US 412 y “U.S. v. Russell”. 411 US 423. ademas del ya citado caso de 287 US 435). 12) Que las constancias de la causa resefiadas en los considerandos de la presente permiten descartar que la policia haya tenido una actitud creadora del crimen que moliva estas actuaciones, Al contrario, cl ocultamiento de la identidad Policial s6lo ha tenido por objeto tomar conocimiento de un hecho que fue realizado libremente. y sin coacciones por parte del imputado Rivas Grafta, que tenia cl derecho constitucional de excluir del acceso a su morada al desconocido. € incluso, al no haberlo hecho, decidié libremente realizar ante sus ojos la transaccién criminal con desprecio del riesgo de delaci6n qucello podria involucrar. En csas condiciones no puede sostcnerse scriamente que la presencia pasiva del policia encubierto en el domicilio del imputado haya violado su derecho consti- tucional a la intimidad. Aqui son totalmente aplicables las consideraciones efectuadas por la Corte Suprema de los Estados Unidos in re “Hoffa v. U.S.", 385 US 293. En efecto, lo sostenido por ese supremo tribunal con relacion a la Cuarta Enmienda es plenamente aplicable a la garantia de la inviolabilidad del domicilio consagrada en el art. 18 de la Constitucién Nacional. Al decir de esta Corte, “Io que protege la Cuarta Enmienda es la seguridad en la que descansa un hombre cuando secolocaa si mismo oa su propiedad en un démbito protcgido constitucionalmente™. Pero cllo supone una actitud del individuo celosa de su intimidad, y hay que distinguir entre los actos de una persona que se realizan en Ia seguridad consti- tucionalmente protegida contra intrusiones indeseadas en cl ambito del domicilio, de los realizados voluntariamente ante tercerosen lacrrénea confianza de que estos no revelaran su delito. 13) Que. en consecuencia, hay que distinguir también los casos en que et agente encubierto o colaborador sélo se limita a reproducir para cl proceso aquello de lo que fue testigo por la actitud voluntaria de quién tenia el derecho de exclusién DEJUSTICIA DE LA NACION 1323 3 sobre su dmbito constitucionalmente protegido. de aquéllos cn los que se configura una verdadera intrusi6n a la intimidad excediendo los limites de lo que el titular de ese derecho de exclusién admitia que fucra conocido por el extrafio. Tal seria el caso en que con ocasién de un ingreso autorizado por el interesado, el agente encubicrto realizara pesquisas, inspecciones. registros, secuestros, ctc., de manera subrepticia y mis all de lo que pueda considerarse comprendido dentro de la renuncia a Ja intimidad del interesado. Este es cl modo en que también ha sido entendida la garantia constitucional de la intimidad del domicilio por la Corte Suprema de los Estados Unidos de Norteamérica. cn un caso en el que un agente federal de narcéticos, haciéndose pasar por un consumidor de drogas, expresé al sospechoso su interés en comprar esas sustancias. y en tales circunstancias fue invitado por cl imputado a su casa, donde tuvo lugar la transaccién (“Lewis v. U.S.”, 385 US 206). Allfla Corte admitié ta validez del testimonio incriminatorio en el juicio que se siguié al traficante sobre Ia base de que el imputado “invitd" al agente encubierto a su domicilio con el propésito de ejecutar una venta ilicita de drogas. “y que cn ninguna de sus visitas cl agente vio 0 tomé algo distinto de lo considerado y de hecho querido por cl imputado como parte necesaria de su negocio ilegal”. En definitiva, este modo de entender cl alcance de la proteccién constitucional de la intimidad reposa en ta premisa de que cl riesgo tomado a cargo por un individuo que voluntariamente propone a otro la comisién de un delito 0 que voluntariamente permite a otro tomar conocimiento de tal propuesta o hechos que son relevantes para la prueba de un delito ya cometido, incluye cl riesgo de que la oferta o los hechos puedan ser reproducidos ante los tribunales por quien, de esta forma, tom6 conocimiento de ellos (contr. mutatis mutandi “L6pez v. U.S.". 373 US 427). 14) Que. en sintesis. en el sub lite. se ha demostrado que al imputado nada se Je oculté porque nada indag6. no se hizo un desplicgue de medios cngaiiosos para ingresar a su morada, esta Ultima no [uc objeto de requisa y que. en definitiva. la presencia de terceros en su hogar se debié a la forma en que discrecionalmente ejercid su derecho como titular del domicilio. Si esto es asf. no parece ciertamente razonable ni menos compatible con cl sentido comin entender que. en las circunstancias comprobadas cn este proceso. se hubiese visto comprometida la garantia de la inviolabilidad del domicilio. Esas mismas circunstancias evidencian que cl ingreso descalificado por cl tribunal a quo —realizado en un domicilio juridicamente imposible de allanar. pero con el consentimiento del jefe de la oficina consular— fue ejecutado con cl maximo respeto de tan eminente garantia individual y de las obligaciones internacionales, concerténdolas con el interés social en Ia averiguacién del delito y el ejercicio adecuado de las potestades 1324 FALLOS DE LA CORTE SUPREMA a3 estatales respectivas, que. al fi tan pri yal cabo. es el logro del delicado equilibrio entre tados valores que esta Corte siempre ha procurado resguardar Aeeste respecto, ha de recordarse que los jueces tienen ef deher de resguardar. dentro del marco constitucional estricto, “la raz6n de justicia queexige queel delito comprobudo no rinda bencficios” (caso “José Tibold”, Fallos: 254: 320, consid. 13), Asimismo. tampoco es posible olvidar que en cl procedimiento penal tiene excepcional relevancia y debe ser siempre tutelado “el interés piblico que reclama la determinacién de la verdad en el juicio”, ya que aquél no cs sino el medio para alcanzar los valores mis altos: la verdad y la justicia (C.S. de EE.UU.. “Stone vs. Powell”, 428 U.S. 465, 1976, cn pag. 488. y la cita de D.H. Oaks en nota 30. pi. 491), Demanera, pues. que el deber de dejar establecida la verdad juridica objetiva, en materia de enjuiciamiento penal. s6lo autoriza a prescindir, por ilicita. de una prucba cuando ella, en si misma, haya sido obtenida a través de medios inconsti- tucionales 0 ilegale: 15) Que la solucién alcanzada en Io que antecede hace innecesaria la consi- deracion de los restantes agravios trafdosa la instanciacon base en la doctrina sobre arbitraricdad de sentencias, Por ello, se revoca la sentencia apelad: Ricarbo Livent (It) — Caras $, Faye (por su voto) —~ Au 0 Crsar BELLUScIo — Ropotro C Barka — Jutio $. Nazarexo — Julio C. Ovtaxarr: — Epuarvo J. Mount: O°CoNNoR, VOTO DEL SEXOR MINISTRO DOCTOR DON CarLos S$. Fay Considerando: 1°) Que contra la sentencia de la Cimara Federal de Mendoza —Sala B—que. al revocar la dictada en primera instancia. absolvié al acusado Ricardo Eduardo Rivas Graia de los delitos de introduccidn, almaccnamiento y trafico de estupe- Facientes —agravados por cl concurso de mas de tres personas— por los que habia sido condenado a siete afos de prisién, multa de ciento veinte australes. accesorias legales y costas, interpuso el sefior Fiscal de Camara recurso extraordinario, que fue conecdido (fs. 862/78, 981/97 y 1018/27). 2°) Que de las constancias del proceso surge: DEJUSTICIA DELA NACION 1325 M3 a) que personal de la Policia Federal. anoticiado por informacién confiden- cial, Mev6 a cabo un procedimicnto en el bar del hotel “Huentala” en cuyo tanscurso detuvo al ciudadano de origen boliviano Victor Hugo Fernindez y secuestr 380 gramos de cocaina que tenfa dispuesta para la venta y procedia de Su pais natal; b) que. por manifestaciones del detenido, pudo saberse que en las inmediaciones del lugar se hallaba estacionado el automovil de su amigo Fuhad Carmelo Chaad, a cuya detencién también se procedié al habérsele encontrado otros dos Paquetes conteniendo 300 gramos de cocaina y una balanza para pesar esa sustancia: ) que ante los dichos de Fernandez, en el sentido de que en una casa de la zona de Godoy Cruz se guardaba cl resto de la droga traida de Bolivia —otros nueve paquetes de un kilogramo— uno de los policias se trastadé, en compania del nombrado, hasta Ja mencionada vivienda. en cuya fachada lucia un cartel y escudo que Ia identificaba como la sede del Consulado de la Reptiblica de Bolivia. Ya en el lugar. Fernandez lam6 a ta puerta y fue atendido por su conocido. el e6nsul Ricardo Eduardo Rivas Graiia, quien lo hizo pasar junto con el policia, que no se presenté como tal y, a requerimiento del primero, cl funcionario extranjero Ie entreg6 una caja con el contenido ya especificado. la que fue trasladada al asiento policial donde se confeccioné el acta de estilo: 4) que el sospechoso Rivas Graia fue Hamado a concurrir a un lugar pablico, So pretexto de asistir al connacional Chad, y en esas circunstancias detenido. 3) Que cl Tribunal 2 quo entendid. con base presunta en la jurisprudencia de esta Corte (Fallos: 46: 36; 303: 1938; 306: 1752: 308: 733. y causas R. 524, XX, “Ruiz, Roque A. s/hurtos reiterados”; F. 103. XIX, y F. 477. XIX, “Francomano, Alberto José y otros s/inf. ley 20.840". del 17 de septiembre y del 19 de noviembre de 1987). que la incautacién de nucve kilogramos de cocaina, extratdos de la morada de Rivas Graiia —a la vez. casa habitacién de é1 y su familia y sede de la oficina consular de Bolivia en Mendoza— debia ser excluida del proceso como prueba por habérsela obtenido en infraccién a la garantia de la inviolabilidad del domicilio (art, 18 de la Constitucién Nacional), Estimaron los jueces que ello era asi porque cl coprocesado Feméndex y el oficial de policia ingresaron en el domicilio del acusado sin orden de allanamiento y en circunstancias tales que no hacfan excepcién a Ia necesidad de obtenerla; y en cuanto al consentimicnto prestado por Rivas Graita. lo consideraron viciado. “... al hacérsele creer que cl acompaiiante de su conocido Fernindez era un amigo de éste y ocultérsele que en verdad Ferndndez estaba privado de su libertad y que quien To acompaitaba era un policfa que fing: * Por esta razén y porque, ademas, la Camara destacé la falta 1326 FALLOS DE LA CORTE SUPREMA 3B de cumplimicnto de normas procesales vinculadas con la forma en la que debe documentarse un secuestro con fines probatorios. declaré nulo el practicado en la vivienda del Consul e ineficaz su resultado. Por otra parte, los magistrados de la instancia anterior concluyeron en que. apartada Ia prueba obtenida —a su juicio— de manera ilegal. la remanente no alcanzaba. sin hesitacién, para responsabilizar al procesado. Para sostener tal conclusi6n sefialaron que la prevencién policial ha incurrido en“... inexactitudes 0 desprolijidades que. a la postre han quedado en descubierto y restan v idad a. los asertos de los funcionarios policiales...”. Asf, aludicron los jueces al origen andnimo de la denuncia que determind la actuacién policial, el que encubriria la actividad de confidentes: la huida del “comprador” de la cocaina que portaba Fernandez, sin explicaci6n valedera. lo que permitirfa barruntar que aquél fue nada mas que un sefuclo: la no comin colaboracién supuestamente espontinea de Fernandez, para lograr el decomiso del estupefaciente almacenado en la casa de Rivas Grafia: la forma incompleta y poco veraz en la que fue documentada es diligencia durante el sumario de prevencién; la manera en la que se logré la detencién del imputado. quien salié de su casa hasta el lugar donde lo esperaba la policia creyendo que iba a prestar asistencia a un connacional. Ademids. pese a reconocer que contra 1a negativa de Rivas Grajia se alzan las imputaciones de los coprocesados Ferndndez y Chad, los jueces dieron razones, mayormente apoya- das en conjeturas, para restarle mérito. Respecto de Fernandez —porque aparece como colaboradorde la policéa cn la incautaci6n de la droga que tenfan tanto Chaad como Rivas Graita—; y de Chaad —porque intervino para facilitar la detencién del cénsul—., dijeron los magistrados que “aparecen pues estos dos personajes delinquiendo. colaborando y disimulando su decisi6n de involucrar al préjimo, No son, por lo expuesto. dos coprocesados cuya versién por lo espontanea, coincidente y desinteresada pucda merecer especial confianza, sino que se cuenta con expre- siones de quienes han delinquido cn intracciones gravemente penadas y ayudan a lapolicia, traicionando asus sospechados complices. Si acllo agregamos las dudas que surgen de lo actuado por algunos policfas que auxiliaron a la justicia en la prevencidn, noes descartable que hayan declarado ante ella bajo presién o instados por alguna promesa de mejorar su situacién si colaboraran...”. Finalmente. los jueces desecharon cl valor probatorio de la mendacidad con la que se produjo cl procesado Rivas Grafta, segtin el magistrado de primera instancia. porque. atin cierta. no deja de ser una indicacién equivoca: y declararon que aunque la intima convicci6n les pudiera indicar lo contrario. el sistema de la prueba tasada y de la sana critica racional al que debian suj Jes imponia adoptar ta solucién liberatoria, de conformidad con cl art. 13 del Cédigo de Procedimicntos en Materia Penal. DEJUSTICIA DE LA NACION 1327 a8 4°) Que cl recurrente sostiene que la sentencia es arbitraria por contencr dos vicios fundamentales: el primero, vinculado con Ia presunta violacién de fa garantia de la inviolabilidad del domicilio (art. 18 de la Constitucién Nacional); y el segundo, que ataiie a la irrazonabilidad cn Ia interpretaci6n de los hechos de la causa. En cuanto al tema de Ia exclusidn del secuestro de nueve kilos de cocaina Porque se los habria incautado en el curso de un allanaminto ilegal, ef apelante seflala que al procedimiento realizado cn la casa del cénsul boliviano se lo consider6 como pesquisa domiciliaria 0 allanamiento cuando, en realidad, no tuvo ese alcance. De acuerdo con lo probado. el acceso a la vivienda y Ia entrega de la droga se obtuvo como consecuencia de la amistad preexistente entre el morador y su coprocesado Fernindez. sin otra intervencién del policia que no fuese meramente pasiva y que. por lo tanto. “no conmocion6. alierd o siquiera roz6 la intimidad de a vivienda del cénsul”, que cs lo que protege la garantia constitucional. Conse- cuentemente —dice el fiscal— si no hubo pesquisa o visita domiciliaria. no son exigibles los requisitosde los arts. 211,407,408 y 409 del Codigo de Procedimientos en Matcria Penal. Y la posibilidad admitida por la Camara de que entre el momento en el que fue entregada la droga por Rivas Graia, y aquel otro cn el que se documenté el hecho en la sede policial se hubiese cambiado el contenido de la caja pectiva, no reviste la mas minima confrontacién con la r lidad. Ello es asi, porque lo revela imposible cl millonario valor de ka mercaderia y cl hecho de que no pudo haberla obtenido 1a policia en otros procedimicntos, puesto que una de las circunstancias probadas en el proceso es la de que cn la provincia de Mendoza no habia mercado suficiente como para ubicar sin dificultades tamaia cantidad de droga. En loatinente a la arbitraricdad en la valoracién de la prucba independiente de ta obtenida en cl domicilio de Rivas Graia, se puntualizan en cl recurso los siguientes vicios: a) la sentencia se sustenta —a criterio del apelante— cn “una serie de juicios erraticos que nada tien usa y con el andlisis que realiza el seftor juez federal de primera instancia™. As e dice— el tribunal dedica su esfuerzo en resaltar presuntas irregularidades policiales en aspectos “pueriles y hasta microbianos” para tefir con cllas una supuesta falta de seriedad en todo el accionar de los preventores que compromete al c6nsul procesado. Se “supone” que la policia traté de proteger su fuente de informacion y se “sospecha™ de complaciente la huida de uno de los intervinientes en el primer canje de cocaina comprobado, todo lo cual se califica de “inexactitudes o desprolijidades... que restan veracidad a los asertos de los funcionarios policiales”. n que ver con la prucba incorporada a la ca 1328, FALLOS DE LA CORTE SUPREMA, 313 porlo que “pareciera... que aqui se ha juzgadoa la poli los nueve kilos de cocaina™, afirma el fiscal. noal cOnsul que entregs b) con igual método hipotético —existencia de posibles promesas policiales de ayuda— el fallo resta valor a las imputaciones en codelincucncia de Fernandez © Chaad. ¢) omisi6n de tratamiento de las serias contradicciones en que incurrid ef procesado Rivas Grafia al declarar, kas que constituyen indicios graves de su mendacidad. En tal sentido, sefala cl recurrente que no ha extrafiado a los jueces: 1") que el imputado abriese las puertas de fa oficina consular a hora intempestiva para cntregar a un connacional lo que. segiin él, cra una mercaderia desconocida: 2°) que haya interrumpido la iniciacion de la cena conclalegado propdsito de asistir al coprocesado Chaad para otorgarle asilo por razones politicas, funcién ajena ala propia de su cargo; 3°) que si cl acusado sospechaba del contenido de la caja, como lodice.no sc impusiera de su contenido, maxime cuando aquélla estaba abierta: 4°) que si Rivas Graita creia, como también Io afirma, que se trataba de artesanfa boliviana que negociaria con Fernéndez. menos se explica que no revisase Io que contenia el paquete: y. 5") que si con el tltimo de los nombrados s6lo lo ligaba una relaci6n comercial. no se explica por qué le presté un televisor para que no se aburriese en su estadia en cl hotel, y una pistola valiosa porque se la habia obscquiado el presidente de su pais: y 4) descaliticacién de los dichos imputativos de los coprocesados Chaad y Fernandez sobre la base de alirmaciones subjetivas carentes de respaldo legal, tales comocludirel valor objetivo de sus versiones porque provendrian de“ delincuentes”. © empaitar su colaboracién cn el esckarecimiento judicial del caso con el insdlito argumento de la traicién a sus cémplices, en abicrta oposicién con el art. 26 del Cédigo Penal que manda observar “la actitud del condenado posterior al delito”. comprensiva de la esponténea confesién de su responsabilidad y la cooperacidn en la investigacién de la verdad. 5°) Que. a partir del caso registrado en Fallos: 306: 1752 y con cita de los precedentes de Fallos: 46: 317 y 177: 390, esta Corte establecié el criterio segan el cual suscitan cuestion federal bastante planteos como los sometidosa su decision cn el recurso que se examina pues atin cuando ataiten por lo general a temas de hecho y de derecho procesal, sustancialmente conducen a determinar el alcance de Ja garantia de la inviolabilidad del domicilio. 6°) Que ya cn el recordado caso de Diego Enrique Fiorentino se dejé establecido que, fuera de los supuestos de necesidad previstos por el art. 189 del ISTICIA 31d A NACION 1329 Cédigo de Procedimientos en lo Criminal, 0 de la existencia de consentimiento para cl ingreso expresido sin vicio alguno de la voluntad. resulta necesaria la orden de allanamiento expedida por el juez competente para el acceso al domicitio o morada por parte de los funcionarios de kuautoridad publica encargados de su visita y ulterior pesquisa. Esta doctrina fue reatirmada en las sentencias dictadas en las causas L. 108. XXI. “Lopez. Eduardo Adolfo s/encubrimiento de contrabando™. del 10 de diciembre de 1987, y F. 305. XXI. “Fato. Juan José y otro s/infr, Ley 20.771". del 24 de mayo de 1988: y precisada atin mascnel fallo recaido en la causa R.LXXIL “Romero, Héctor Hugo y otros s/inf, Ley. 20.771" del 1° de diciembre de 1988 —criterio recientemente reiterado al resolver in re: F. 65. XXII. “Ferrer. Florentino Clemente s/inf. art, 189 bis del Cédigo Penal”. del 10 de julio de 1990— donde el Tribunal determin6 que no cabe construir una regla abstracta. a partir del precedente de Fallos: 306: 1752, que conduzca incvitablemente a tachar de nulidad cl consentimiento dado para una inspeccion o requisa domiciliaria en todos los casos en que quien lo haya prestado estuviese privado de su libertad, sino que es preciso practicar un examen exhaustivo de todas las circunstancias que rodearon cada situaci6n cn concreto. para arribar a una conclusién acerca de la existencia de vicios que hayan podido afectar la voluntad libre del detenido. 7°) Que en el swh examen, al no darse ninguna de las excepciones del citado art, 189 del cédigo procesal. ni ser juridicamente posible la obtencidn de orden de allanamiento en virtud de la inviolabilidad del local consular, donde también se domiciliaba cl imputado (art. 31 de la Convencién de Viena de 1963, sobre relaciones consulares. aprobada por la Iey 17.081. que admite la visita con el consentimiento del jele de la oficina consular pero no su requisa). la situaciGn es diferente a la contemplada en los precedentes de esta Corte en los que se apoy6 la sentencia recurrida, y el procedimiento tue resuctto por la autoridad policial sin alectacion de la garantia de la inviolabilidad del domicilio, como se vera cn lo que sigue. 8") Que si bien es verdad que el ingreso del coprocesado Fernandez, y del oficial que lo acompafiaba encubria un procedimiento policial. no es menos cierto que aquél se produjo por la amistad existente entre cl procesado y su complice. circunstancia favorecida por el ilicito negocio en el que estaban embarcados. No hubo engafo alguno que viciara ka voluntad del imputado. ya que ninguna maquinaci6n.ocultamiento o fraude fue utitizado para accedera su vivienda. Basté con que uno de los visitantes fuese su conocido, y que se le presentase al acompaiante como un amigo para que les franquease la entrada. Y. después deesta ultima, no fue practicada pesquisa. registro, inspeccién o requisa, ni cl Paquete que contenia cl estupefaciente fue obtenido mediante ardid o aprovechamiento del descuido del morador. sino por entrega voluntaria del procesadoa su cémplice. En FALLOS DE LA CORTE SUPREMA, MS condiciones tales, no se advierte interferencia ilegitima del Estado cn un dmbito en el que. como cl domicilio. una persona pucde tener la mayor expectativa de intimidad y privacidad. 9°) Que, ademas, si esta probado que cl imputado y titular del derecho de exclusion, permitié el acceso a su casa de dos personas —una de las cuales desconocia— sin indagar los motives del acompaiamiento ni cerciorarse debi- damente de la identidad del desconocido: y pese a clio, con entera libertad y desprecio por las eventuales consecuencias de su proceder, descorrié el velo de proteccién de la intimidad de su hogar y realiz6 actos que permiticron comprobar cl grave delito que estaba cometiendo, no pucde ser posteriormente amparado por Ja cldusula del art. 18 de la Constituci6n Nacional cuando fue su propia conducta discrecional la que posibilit6 la presencia del agente preventoren el recinto privado. y aquella comprobacién. 10) Que es criterio de esta Corte que cl emplco de un agente cncubierto para laaveriguaci6n de los delitos no es por sf mismo contrario a garantias constitucio- nales. Una cuidadosa comprensién de la realidad de nuestra vida social comin, y en especial el hecho comprobado de que cicrtos delitos de gravedad se preparan ¢ incluso ¢jecutan cn laestera de intimidad de los involucrados cn cllos,como sucede particularmente con el trafico de estupefacientes. impone reconocer que esos dclitos s6lo son susceptibles de ser descubiertos y probados si los érganos encargados de la prevencién logran ser admitidos cn el circulo de intimidad en el que ellos tienen lugar. Por tal raz6n, una interpretacion prudente de las garantias procesales contenidas en la Constitucién Nacional permite aceptar, bajo ciertas restricciones. cl empleo de agentes encubiertos de modo similar al que se lo admite cn otros paises en los que las reglas del Estado de Derecho prescriben garantias andilogas a las que rigen en la Repiblica Argentina: enirc los cuales cabe citar alos Estados Unidos (contr. “Lewis v. U.S.. 385 US 206) y a la Republica Federal de Alemania (conf. BGH Gr. S. St. 32. 115, 122: BverfGE 57, 250, 284 y la decision del BGH en NSIZ, 1982. 40). 11) Que laconformidad concl orden juridico del empleo de agentes encubiertos requicre quc cl comportamiento provocador del delito de ese agente se mantenga dentro de los principios del Estado de Derecho (asilo sostuvoen Alemaniael BGH. confr. decisién cn NSIZ 1984, 78}. lo que no sucede cuando el agente encubierto se involucra de tal manera que hubiese creado 0 instigado la ofensa criminal en la cabeza del delincuente, pues la funcién de quienes ejecutan la Iey es la prevencién del crimen y Ja aprehensién de los criminales, pero csa funci6n no incluye la de producir cl crimen tentandoa personas inocentes acometer esas violaciones (contr. “Sortels v. U.S.”, 287 US 435). De tal modo, cabe distinguir los casos en que los DEJUSTICIN DE LA NACION 1331 1 agentes del gobierno simplemente aprovechan las oportunidades o facilidades que otorga el acusado predispuesto a cometer el delito. de los que son “producto de la ctividad creativa” de los oficiales que ejecutan la ley (contr, ademas del caso citado de 287 US 435. “Sherman v. U.S.". 356 US 369 y “Hampton v, U.S.”, 425 US 484) en los que procede desechar las pruebas obtenidas por la actividad “crimindgena™ de la policfa bajo lo que en cl derecho americano se conoce como defensa de entrapment (contt."Woo Wai v. U.S.”.223 US 412 y "U.S. v. Russell”, 411 US 423, ademas del ya citado caso de 287 US 435). 12) Que las constancias de la causa rescitadas cn los considerandos de la presente permiten descartar que la policfa haya tenido una actitud creadora del crimen que motiva estas actuaciones. Al contrario, el ocultamicnto de la identidad policial s6lo ha tenido por objeto tomar conocimiento de un hecho que tue realizado libremente. ysin coacciones por parte del imputado Rivas Graiia. que teniacl derecho constitucional de excluir del acceso a su morada al desconocido. ¢ incluso. al no haberlo hecho. decidi6 libremente realizar ante sus ojos la transacci6n criminal con desprecio del riesgo de delaci6n que ello podria involucrar. Enesascondicionesno puede sostener seriamente que la presencia pasiva del policia encubicrtocn cl domicilio del imputado haya violado su derecho constitucional ala intimidad. Aqui son totalmente aplicables las consideraciones efectuadas por la Corte Suprema de los Estados Unidos in re “Hotfa v. U.S.”, 385 US 293. En efecto. lo sostenido por ese supremo tribunal con relaciénalaCuarta Enmiendacs plenamente aplicable ala garantia de la inviolabilidad del domicilio consagrada en el art. 18 de la Constituci6n Nacional. Al decir de esta Corte. “lo que protege la Cuarta Enmienda cs la scguridad en la que descansa un hombre cuando se coloca 4 si mismo 0 a su propiedad en un Ambito protegido constitucionalmente™. Pero ello supone una actitud del individuo celosa de su intimidad. y hay que distinguir entre los actos de una persona que se realizan en ka seguridad constitucionalmente protegida contra intrusiones indeseadas en cl ambito del domicilio, de los realizados voluntariamente ante terceros en kverrénea confianza de que estos no revelardn su delito, 13) Que. en consecuencia. hay que distinguir también los casos en que el agente encubiertoo colaborador s6lo se limita a reproducir para cl proceso aquello de lo que fue testigo por la actitud voluntaria de quien tenia el derecho de exclusion sobre su dimbito constitucionalmente protegido, de aquéllos en los que se configura una verdadera intrusi6n a la intimidad excediendo los limites de lo que el titular de ese derecho de exclusién admitia que fuera conocido por el extraiio. Tal seria el caso en que con ocasién de un ingreso autorizado por el interesado, el agente encubierto realizara pesquisas, inspecciones, registros, secuestros, etc. de manera subrepticia y mas alld de lo que pueda considerarse comprendido dentro de la renuncia a la intimidad del interesado. Este es cl modo en que también ha sido 1332 FALLOS DELACORTE SUPREMA M3 entendida Ia garantia constitucional de la intimidad del domicilio por la Corte ‘Suprema de los Estados Unidos de Nortcamérica. cn un caso en el que un agente federal de naresticos. haciéndose pasar por un consumidor de drogas. expresé al sospechoso su interés en comprar esas sustancias. y en tales circunstancias fue invitado por el imputado a su casa, donde tuvo lugar Ia transaccién (“Lewis v. U.S." 385 US 206). AU la Corte admitié la validez. del testimonio incriminatorio en cl juicio que se siguié al traficante sobre fa base de que el imputado "invits" al agente encubierto a su domicilio con el propésito de ejecutar una venta ilicita de drog: y que cn ninguna de sus visitas cl agente vio o tomé algo distinto de lo considerado y de hecho querido por cl imputado como parte necesaria de su negocio legal”. En esto se distingue nitidamente del caso en el que ese tribunal extranjero excluy6 documentos incriminatorios obtenidos por un conocido de negocios del imputado que. actuando a las 6rdenes de oficiales federales. simuld hacerle una visita social. y en ausencia del acusado registré su oficina (contr. “Gouled y, U.S.", 255 US 298), Endefinitiva, este modo de entender el alcance de la protecci6n constitucional de la intimidad reposa en lapremisa de que el riesgo tomadoa cargo porun individuo que voluntariamente propone a otro la comisién de un delito o que voluntariamente permite a otro tomar conocimiento de tal propuesta o hechos que son relevantes para la prueba de un delito ya cometido. incluye cl riesgo de que la oferta o los hechos puedan ser reproducidos ante los tribunales por quiendcesa forma. tomé conocimicnto de ellos (confr, mutatis mutandi “Lépez v. U.S.", 373 US 427). 14) Que. en sintesis. en el swh lite se ha demostrado que al imputado nada se le ocullé porque nada indag, no se hizo un despliegue de medios engaiosos para ingresar a su morada. esta ultima no fue objeto de requisa y que. en detinitiva, la presencia de terceros en su hogar se debié a la forma en que discrecionalmente ejercité su derecho como titular del domicilio. Si esto es asi, no parece ciertamente razonable ni menos compatible con cl sentido comén entender que, en las circunstancias comprobadas en este proceso. se hubiese visto comprometida la garantia de la inviolabilidad del domicilio. Esas mismas circunstancias evidencian que el ingreso descalificado por el tribunal a quo —realizado en un domicilio juridicamente imposible de allanar, pero con cl consentimiento del jefe de ta oficina consular— fue cjecutado con el maximo respeto de tan eminente garantia individual y de las obligaciones internacionales. concertandolas con el interés social en Ja averiguacién de! delito y cl ejercicio adecuado del poder de policia cstatal. que. al fin y al cabo. ¢s el logro del delicado cquilibrio entre tan preciados valores que esta Corte siempre ha procurado resguardar. 15) Que la solucién alcanzada en lo que antecede hace innecesaria Ia consi DESUSTICIA DE LA NACION 1333, 313 raci6n de los restantes agravios trafdos a la instancia con base en la doctrina sobre arbitrariedad de sentencias. Por ello, se revoca Ja sentencia apelada. Car.os S. Fay. ERNESTO ALFREDO MONTALVO CONSTTIUCION NACIONAL: Derechos y garantias. Leualdad. La garantia de igualdad ante ta ley importa el derecho de todos a que no se establezcan privilegios © excepciones que excluyan a unos de fos que se concede a otros en iguales condiciones. CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantias. Ieuatdad. El principio de igualdad ante 1a fey es aplicable a una Tey que contempla en forma distinta situaciones iguales, pero no puede aleanzar por analogia aun cambio de jurisprudencia que, por otra parte, no constituye cuestién federal alguna, RAZONABILIDAD DIE LA LEY. La cuestisn sobre Ja razonabilidad de una ley que dispone la ineriminacion penal de una conducta, no puede Hevar a que la Corte tenga que examinar la mayor o menor ulilidad real que Ta pena puede proporcionar part combatir el fhigelo de la droga, Los ueces tienen el deber de formularjuicios de validez constitucional, pero les esti prohibido basarse en juicios de conveniencia. Los jueces deben in 4 aceptar la legitimidad si tienen la certeza de que expresan. con fidelidad., la conciencia juridica y moral de a comunidad nars CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantias. Derecho de realizar lo no prohibido. Carece de sustentocl agravio seginel cual lanoma que reprime latenencia de estupefacientes

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