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‘Aaxjury, Revista de Filosofia, 26,2002, 107-123 Hannah Arendt: Una poética de la natalidad ‘Resumen: La filosolis de Haale vcr con forma un pensatientos mden cnt Laisa J sensiblidad histrice » cl nulls pitico, independieme y haere Se ase uh nse nero que verdaderancmis mss” pone todo acimimo es una rypiuesss eat area la fundacion de lo nus tavernas deo fedora de la barbaris toalanis vos horrible novedad es haber rows yal sts cage sas de pensamiento uot «toes wal Em este marco de interprets «tat ule propane repensar la filosoia ate ta terrible novedad y ha Le ccencialmente polit: 1 atid Desde ee punto de vste tt) tush Hanna ‘Arendt se mos mcs sents ts dd ‘mora, bajo ta cual Less xh IPO anterior as palabra 6-6 hia pes done os hombres 9 la cas ua ta Tera ‘pueden, bajo el minnie! pur ance el radical comienzo. hast esi cts mundo ffacturando l eli iss Palabras clave: Fils sk Vals Asc Totalitanemo, tolancis «ms ct rmieno yeducacin. Paperaic as lta ‘omeepto FERNANDO BARCENA* Absteaet: The philosophy of Hannah Arendt conforms a thought. by halves etween the plilsoph: historical sestiviy and the polical analysis. independent an heterodox. One is a ‘hough that vey sis born, because al Dinh & rupture with the previous thing and macks the foundation ofthe new thing, of the demolishing experience of the totalitarian harbatan. whore horrible newness is the racked salary our categories of thought, judgment and moral reflection. nhs fae of interpretation, this anicle proposes. to essemially rethink he arendian Pilosophy to thelist of this tebe newness and ‘under the ey of a woncept pita. that so say: ‘he arly. rom this pit of view the philosophy ‘of Hannah Arendt iss hike & phlosphy ofthe rata. under which the childioed —the tine revous to the wont isthe wm place where the ren and the women who inhabit the Earth can, ier the moment ofthe pure bepnning and the ‘adicl begining 9 Uo experience in the work frat the realty troagh he sense. Key words: Philosophy of Hannah Arendt, Totatatianism. Childhood and ratality. ent and education. Experence and education Los procesos hist6ricos se erean e inierrumpen de mado Constante a través de Is iniciaiva humana; por el initia, 1 hombe es en la medida en que es un ser actuante Hannah Arendt, La condicidn humana Incipit non discnur: nose aprende a comencat. Viodimir Jankéléviteh, La muerte "No nos quedan mis comicnzos, George Steiner, Graméticas de la ereacin, Fecha de recepein: 24 mayo 2002. Fecha de aceptaein: 28 junio 200 * Profesor Titular de Filosofia de la Fducacén, Departamento de Teoria ¢ Historia de la Edvescidn, Fauld de Educacién Universidad Complutense de Madrid. C/ Recor Royo Villaova, sin, 28040 Madrid, femando @edu ucm.es 108 Fernando Rarcena Introduecién, Para Hannah Arendt, es tarea indiscutible de Ja educacién formar hombres capaces, mediante la ‘accidn y la palabra, de inaugurar un nuevo comienzo en un mundo que ya estaba antes de su Hegada y permaneceré tras su partida. Si hay una temética que recorre, como una corriente subterrénea, la ‘obra completa de Arendt es la de la cnatalidad, esto es, la experiencia del inicio, del comienzo, 0 icho en otros términos. el hecho de que legamos al mundo através del nacimiento y que, con cada acciGn, confirmamos ante los demas el hecho biolGgico de nuestra condicién natal dando vida a lo nuevo, El germen de su «filosoffa de Ia natatidad>! se puede rastrear en su tesis doctoral dedicada al andlisis del concepto de amor en san Agustin: «El hecho decisivo definitorio del hombre como ser consciente, como ser que recuerda, es el nacimiento o la ‘natalidad’, 0 sea, el hecho de que hemos entrado al mundo por el nacimiento>?. Esta semilla tiene una resonancia especialmente significativa en Los origenes de! totalitarismo, al final del cual podemos leer lo siguiente: «Con cada nuevo nacimiento nace un nuevo comienzo. surge a la existencia potencialmente un nuevo mundo. La estabilidad de las leyes corresponde al constante movimiento de todos los asuntos hhumanos, un movimiento que nunca puede tener final mientras que los hombres na7can y mue- ran» Pero es La condicién humana la obra en la que la experiencia de la natalidad obtiene, den- tro de lo que cabe, un desarrollo més completo, a través del concepto de accidn. Alli, podemos leer: «El nuevo comienzo inherente al nacimiento se deja sentir en el mundo s6lo porque el recién Megado posee la capacidad de empezar algo nuevo, es decir, de actuar. Este sentido de ini- ciativa, un elemento de accidn, y por lo tanto de natalidad, es inherente a todas las actividades humanas. Mas atin, ya que la accién es la actividad politica por excelencia, la natalidad, y no la mortalidad, puede ser la categoria central del pensamiento politico, diferenciado del metaft- El nacimiento es, en efecto, la novedad radical, el milagro del que somos capaces los humanos.. Esto ya lo vio Franz Rosenzweig, quien lo supo expresar con suma belleaa en La estrella de la Redencidn, en un fragmento que podia haber escrito la mismisima Arendt: +E! individuo surge en ‘ nacimiento; el género, en la generacién, 0, como ya indica su nombre alemén de Gettung, en la fecundacidn, en la Begattung. El acto de Ia fecundacién o generacién precede al nacimiento y sueede, como acto singular, sin una relacién determinada con é1 como nacimiento singular; por mas que, en su esencia universal, esté en estrecha referencia a él y va a él dirigido. El nacimiento irrumpe, sin embargo, en su resultado individual, como un pleno milagro, con la avasalladora 1 Algonosestutis ineresados en el uso arendhiano de concept de «natalia son: ENEGREN, A. La pensée polite ‘de Hannah Arendt Pais, PUE. 1984; BEINER, K: «Acting. Naty and Citizenship: Hannah Arends Concept of Fe ‘edom>, en PELCZYNSKL Z. 9 J. GRAY (ed), Conceptions of Liberty iw Political Phiosophy. Londees, The Athlone Pres, (984, pp. 349-375, BELARDINELLI, S«Natalite Azione in Hannah Arend (primera prte)o, La Novo, 3 (1984), pp. 25-39 y«datalta Azione in Hannah Arend (segunda parte)», La Nortvla 4 (1985), pp. 43-57; BOWEN- MOORE, P: Haunah Arendt’ Philosophy of Nalin, Londres, Macmillan, 1989; MASSCHELEIN, J; oLSducation ‘comme action. A propos e la pluralité et de fo mussance». OriamtmentiPedagosic. 37 (1990). 2 ARENDT, H.: Zl concep de amor en San Agustin, Madrid Eaciones Encwento. 200). 78 3. REND H.: The Origin of Tonalitaransem, Nuova York, Harcour. Brace & Co,-1951 Traducién espaol: Ls on genes del txaluaram, Mand, Taurus, 198, p. 565. Siempee que sect esta br, se ha poresta times salvo ‘qe 5 ndiqe lo conaro 4 ARENDT, H: Lo condi humana, Barcelona, aides, 199%, .28. Hannah Arend: Una poetic de a valde 109 fuerza de lo imprevisto e imprevisible. Fecundacién la habfa siempre, y, empero, cada nacimiento es algo absolutamente nuevor Este articulo quiere repensar esta temética de la natalidad, tal y como fue considerada por Arendt, por su importancia para plantear una teoria filoséfica de la educacién como acontecimiento*. Mi pro psito seré recuperar esta nocién desde uns filosoffa de la educacion que considera la formacidn bajo Ja figura de la infancia y de la natalidad como tiempo inaugural donde eabe recuperar la experiencia Pensar la educacién en estos términos es pensar tres dimensiones esenciales de la experiencia edu- cativa, Un acontecimiento, que por su propia naturaleza es una irrupcion de lo imprevisto y extraor- dinario es, por un lado, fo que da a pensar. no aquello acerca o sobre lo cual pensamos, sino lo que nos da la oportunidad. y hasta nos exige, pensar lo acontecido con un pensamiento nuevo, con nue ‘vas categorias y con un nuevo lenguaje. En segundo lugar, todo acontecimiento es lo que nos per mite hacer una experiencia. Un aconiecimiento no es aquello sobre lo cual experimentamos, sino justo eso otro que hace experiencia en nosotros, porque es algo que nos pasa y no nos deja igual que fantes’. Por ditimo, un acontecimiento es lo que rompe la continuidad de! tiempo de ta historia y del tiempo personal de lo vivido. De acuerdo con esta caracterizacién, abordar el andlisis de la educacién como acontecimienio nos obliga a repensar lo que, desde el punto de vista del mundo de la vida, configura la experien- cia humana del aprender. Como aquello que nos da @ pensar, la educaciGn es la experiencia del aprendizaje de lo nuevo, de 10 inédito, de Jo extraiio’. Como aquello a través de lo cual hacemos ‘experiencia en nosotros, la educacisn es la experiencia del aprendizaje del padecer, de la pasién y del dolor’, ¥, finalmente, por ser lo que rompe fa comtinuidad del tiempo, Ia educacidn es la experiencia del aprendizaje de la decepcién y de un cierto desencanto™, Este articulo se inscribe 5 ROSENZWEIG, F: La estrella de la Redenci, Salamanca, Sigueme. 1997. p. 89. Para un estodio de as relaciones centre Arendt y Raseneweig. ver BENSUSSAN. G.: «Hannah Arendt, Franz Rosenzweig et le judaisme, Aeosmic et fxtthistorickén, Les Temps Modernes. a 601 (199%), {6 Ente los pocosintemtes que se han llevado a cabo, en la filosoia de Ia educacn espaol, de pensa la ormacion bao Ja figura de la infancia y la experiencia de ks natalidad, hay que destacar las exploraciones de Jorge Larrosa. Vex TARROSA. Ja enigma de la infancia, 0 fo que va deo rmposible alo verdadero». en LARROSA. J y'N. PEREZ DE. LARA (comps): Imagenes del otr, Barcelona, Vinis Editorial, 1997p. 65-66, y LARROSA. 3. «Dara palabra. Notas para una dalogica dele transmisiGne, en LARROSA, J.C. SKILIAR (eds): Habitantes de Babe. Politicas v poeicas {lef diferencia. Barcelona Altes, 2001, pp. 411-431, Laidea dela educacion como acontecimiento yal etiosavan- ‘avd en otfos trabajos anteriores, de los evaes partimos paral elaboracion de ete ensayo, Ver: BARCENA. F: €1 ft io dela etudadanta, Barcelona, Paidés, 1997; BARCENA F. y J.C. MELICH: La educaciéin como acomecimienty ico. Natalia, narracién y hospitalidad. Barcelona. Pais, 2000, 7 Hay que mutizar aqui algo importante. Al hablar de la sexperiencian come algo que se hace. y que no simplemente se tiene nos retertnos a sentido =tradiciona de Ia experiencia, el que todavia Montagne defiendeen sus Ensayas,y 90 A sentido mendemo de fa experiencia es decir; aquelo en lo que uno no se adcnta sino después de tener sus ceresns ‘Nuestra defensa de la eapenencia, portato, remit la fmla de Esquilo sobre ef aprender de padecer. formula que Jndica que nos hacemos sabios a través del dato, tra «suis las expeieneas.y que sGlo en la decepewn Negames a ‘coneectaleeuadament las e0sas y aprendemos los linites de lo hurnano, su conden int, ts bareras que nos sepa ran de lo divin Ver. GADAMER. H.-G. Verdad ymieao, Salamanca, Sigueme. 1931, pp. 432-438, y AGAMBEN, G.: Enfance er histoire, Pa, Payot, 1989. 8 VerBARCENA, F: «A Aprendizagem do novo, Reflexoes sobre a ragedia do comengo», Leturas SME (Rede Munici- pal de Edacagio de Campinas/Fumec} julio. 3, 2001). 9. Ver BARCENA, F: La esjinge muda. El uprendizae det dolor después de Auschwitz, Barcelona, Ambrop0s, 2001 IO Ver BARCENA. FE desencanto del humanismo moderon. (2001), aniclo en prensa. Vere interesante ensayo de DESPOIK, Ph: Erhigues du désenchansemont Essis sur la modermtéallenande au debut du siete Pasi. L’ Harmat tan, 1995 110 Femando Bércena en este proyecto de pensar la educacién bajo una «tcorizacién> del acontecimientojustamente en Ja primera de las dimensiones del aprender: el aprendizaje de lo nuevo. Este aprender hunde sus rafces, precisamente, en nuestra condici6n natal, en el hecho de que llegamos al mundo por el nacimiento y en la tesis de que la ifancia del hombre es el origen del tiempo y de la historia, el lugar propio en el cual podemos recuperar la posibitidad de hacer experiencia en el mundo y, a su través, en nosotros mismos", Frente a la idea moderna de experiencia, segtin Ia eval el sujeto experimentado es aquél que no se extrafa, aquél cuya experiencia previa le protege del shock de Jo nuevo, pensarnos otra vez desde el tiempo original de lo nacido y de la infancia —de lo inefa- dle— es volver a ser capaces de sorprendemos con aquello que, al experimentarlo, hace expe- riencia en nosotros, dejéndonos sin palabras, peto orienténdonos en la bdsqueda de lo nuevo, cuya ‘extrafieza no Megamos a familiarizar y cuya novedad a desactivar, Este ariculo, por tanto, en el sentido més genuino del término, no serd sino un ensayo, dicho en los propios términos de Arendt, un ejercicio de pensamiento, apenas una tentativa, el inicio de algo cuyo futuro vendré ‘como un por-venir no fabricade, 1. La natalidad: la experiencia de la legada EL motivo del nacimiento, dice Francoise Collin, recorre toda ta obra de Hannah Arendt adere- ‘zndose de referencias que provienen tanto de Is teologia como de la filosofia y la mitologia'*. Con ccada nuevo nacimiento viene al mundo la posibilidad de un nuevo comienzo, virtualmente un nuevo mundo, deeia Arendt. Y no se trata s6lo de que el hombre sea capaz de iniciativas originales 0 mas ‘0 menos Hamativas, a través de las cuales introduce lo nuevo en el mundo. La cuestidn parece ser ms radical: el hombre no es s6lo poder de comienzo, capacidad de comenzar, sino el erigen mismo. Quiza por ello se dice que todo nacimiento es divino, © que todo nacimiento es un milagro que parece salvar al mundo de su ruina natural; y, como decfa Hlderlin, cel nifio es un ser diving hasta {que no se disfraza con los colores de camaledn del adulto». A muchos lectores y criticos de la obra de Arendt, esta insistencia en la novedad y la natalidad parece sorprenderles. ;Cémo justificar el recurso a una nocidn que tiene su asiento en un fendmeno natural y biol6gico como es el nacimiento para explicar la naturaleza de la vida de la polis, que ¢s un fenémeno humano que va mas alla de naturaleza? ,Como explicar la advertencia de Arendt de que ni la natalidad ni la mortalidad son elementos meramente naturales, sino que se sitdan en el espacio del sentido, hechos tanto del lenguaje como del cuerpo? Quiza un principio de respuesta a estos inte- ‘Togantes lo podamos encontrar en aquello que escribia Rahel Varnhagen, cuya vida biogratié la pro- pia Arendt: «Mi vida comenzé antes de mi nacimiento». ¥ es que un nifio, un infante, es llamado, nombrado, narrado antes de su aparicidn en el mundo, antes de su mismo naver féctico. La infancia 5 anticipada antes del nacimienio. 11 Soy consciemte de que una ccorfa dels acontccimientos» es un punto de pstida complica, pues et acomecimient es agpello que, por principio, se escap a toda teorzac posible, en el sentido modemmo-crtsiano, tao de la palabra storia com de a moc de sexperienciay, Como en este arcu no puedo abort esa diiculiad vom se meres. me Uimitosseislare! problema y #proponcrquc una teorfa del acomtecimieno, como yo entendo, no puede sino aspire 2 tratar de comprender desde dentro de la misma experiencia de lo que conte aguello que desde era —an dicurso teérico— soo se bordearia. 12. Yer AGAMBEN, G.: Engance e isi, ob, 1B. Resumo aguflos argurentes dela autor itada en: COLLIN, F:L'Homame est devemssuperiu?, Pats, ile Jacob, 1989, pp. 188 y ies Hannay Arend: Una poi deta maalidad i El tema de la natalidad es, pues, central en el pensamiento arendtiano, y su «anacronfa> no es tanto retrospectiva como prospectiva. Aunque pueda aparecer a los ojos del lector de Arendt como tuna reliquia del pensamiento tradicional, lo cierto es que anuncia la necesidad de un avance, cl punto mismo que anuncia la salida de una situacién de impasse en la politica modema. Se explica este rechazo a la idea de la natalidad en un mundo, el nuestro, en el que las ideologias no se interesan tanto por el milagro del ser como por la voluntad de dominio, e6rico y prtctico, del desarrollo de la hhumanidad y ain de la misma vida. Esta necesidad de dominar la vida encuentra en los campos de texterminio nazis su realizaciGn més completa: el hecho de haber nacido (judo) era razén suficiente para proceder a su exterminio, Este erimen, por el mero hecho de haber nacido, invita a pensar en algo elemental, pero de enorme importancia: que el nacimiento es lo originario, y que por tanto no debe cuestionarse. Quien se ve obligado a tener que justificar su nacimiento transforma su vida en algo superfluo. La vida humana, qua humana, no es un porgué, una razén, sino un «sin por qué>, un don, Programado no, cada nacimiento es un hiaio en la cadena, un inicio, un comienzo, un momento de pura libertad ‘Alla luz de la polis griega, tal y como Arendt la presenta probablemente idealizindola, la natali- dad se descompone en dos secuencias «sexuadass. Una secuencia natural —ta simple reproduccién de a vida (zo8)— y una seeuencia poiético-préxica y simbéiica (bios). Mientras la primera secuen- cia es asumida por las mujeres cn la esfera del hogar, la segunda emerge en el espacio piblico del ‘dgora masculino. Ahora bien, Atendt insiste en que el milagro que salva al mundo de la ruina nor- ‘mal natural es la natalidad, en la cual se enra(za ontol6gicamente la facultad de actus, la accin. Asi, el hecho de la natalidad no es solamente un momento de la naturaleza, sino lo que interrumpe el pro- ‘ces0 natural, entendido como proceso que tiende a su ruina y deterioro, Por ello, la natalidad deviene tuna categorfa politica por excelencia. Aqui la natalidad no es sélo «reproduecin de la Vida» sino sinterrupcin de! proceso vital», Es interesante observar que mientras la natalidad quede encerrada en la esfera de la reproduceisn de la vida, de ella podemos asegurar su fecundidad pero todavia no su navedad radical. AI menos cabe preguntarse si la nocién de fecundidad es ambigua: zincluye solamente una idea de continu dad, de perpetuaciGn, o ademés predica una nociGn de novedad? La vida es movimiento, y el movi- ‘miento puede entenderse como dynamis 0 como energia, es decir, como algo que conticne en si unia fuerza generadora de inicios y comienzos. Francoise Collin sugicre que la aportacién de Arendt en su explicacién del concepto de vida consisteen ver en la fecundidad no solamente continuidad de lo anterior —una plusvalia— sino un comienzo 0 nuevo inicio. Esto have que la natalidad sea el pasaje yeel punto de articulaci6n entre la vida biol6gica y la vida biogrfica, entre lo privado y lo pablico, entre el trabajo, la labor y la accidn, Nos enconiramos, pues, ante el concepto central y Ia picdra angular de todo el edificio del pensamiento arendtiano, ‘Como heredera de la fenomenologia, la cuestin de la natalidad puede entenderse, entonces, como la posibilidad de «nacer 2 uno mismow: se trata de la cuestion de ser alguien», de ser un «". Este punto es importante, Para Heidegger, el ser hummano es el «ser para la muerte» y el mundo s6lo adviene con cl despliegue del ser; para Arendt, en cambio, se trata del «ser para el nacimiento>, Ella habla, en términos que recuerdan a Rilke, de innovar el mundo con eada nacimiento. Por eso, con el nacimiento cl recién llegado toma una iniciativa y rompe la continuidad del tiempo. Nacer es estar en proceso de legara ser. en proceso de un devenir en el que el nacido articula su identidad en tuna cadena de inicios, de acciones y novedades. Es capa de accidn y por tanto se muestra ante tos otros: hay una presencia més alld de ls palabras. El nacimiento sitéa la vida, pues, no en el «ya-no» de la muerte, sino en el «atin-no» de lo recién nacido, de lo que se inicia, El nacimiento no marca, centonces, un simple arché (literalmentc, un «omienzo»), sino un prineipium, es decir: principio y comienzo. Como dice Arendt, lo que salva al acto del origen de su propia arbitrariedad es que lleva consigo su propio principio, 0, para ser mus precisos, que origen y principio, principium y principio, no sélo son términos relacionados, sino que son coetditeos. Y eso implica tanto ruptura —iniciar de nuevo tras lo que s€ ha roto— como camino @ lo por venir. Todo nacimiento es, asf, un re-nacimiento. De hecho, se puede renacer a partir de las propias cenizas. Solo si hay cenizas hay renacimiento, s6lo si hay dolor existe un parto. Fn el arco delimi- tado por el «atin-no» y el «ya-no», la vida dada por el nacimiento es interrogacién y va més alld del ‘mundo natural. El nacimiento constituye ese tipo de acontecimiento que reclama de quienes ya esta- ban en el mundo antes de la llegada de los nuevos la facultad de acogertos e introducirlos en el ‘mundo, Por eso, escribe Arendt: «La educacién es el punto en el que decidimos si amamos al mundo lo bastante como para asumir una responsabilidad por él y asf salvarlo de ta ruina que, de no ser por la renovacién, de no ser por la llegada de 10s nuevos y los j6venes, serfa inevitablen', ‘Antes de haber nacido, todo ser humano es nombrado, es lamado de algtin modo. Es llamado ‘como se llaman 0 se mandan venir las palabras con las que nombramos el mundo. Antes de cada 14 MICHAELS, A: Piezs en figa, Madrid, Alfapuar, 1997. p. 13, 15 ARENDT, HL crisis en in eseneidns, en Eire el pasado ye uur Barcelona, Peninsula, 1996, p. 186 16 ARENDT, H aLacrisis enn edcciGnm, ob cit p 208, Hams Arend: Una potion dela rarlad 13. nacimiento biolégico, el nacido es esperado, imaginado, y en esa espera, es ya sobrevenido. El prin- cipio del cambio se encuentra en el nacimiento, entendido como lo originario. Mas que lo fundado, 5 lo que funda, No es silo «poder de comienzo», sino el comienzo mismo, y en ese sentido tiene algo de milagroso: cl milazro que «salva» al mundo de la ruina que le es natural. Es en este sentido que la vida humana, como nacida, es «incuestionable>. El recién nacido no puede tener una vida que precise ser justficada ante oiro. La pregunta que al recién nacido, como al rein llegado, se le for- mula no es ;qué haces t6 aqui? 0 .por qué has venido?, sino esta otra: gquién eres 1? Aqui se con- tiene tanto una teoria de fa intidad como una cuestién politica ‘Una teorfu de ta identidad. en primer lugar. O 1o que es igual, una meditacién sobre los que son ‘un equiény y un «alguien. F1 porador de identidad es el portador de iniciativas y de sentido al que no cabe reducir, sin alterarlo. una definicién substancial, a un qué. Como portador de iniciativas y de-un quién, el nacido comicn. su andadura a parti de un fondo dado, a partir de una relacidn ante~ rior que supera y ante lacus! mamticne una relaeidn de discontinuidad. Impensable sin sus padres. el hijo, como macido, les traycienuk: sin negarlos ni ser atrapado en ellos. Entre el padre y el hijo, como entre el educador y el educando 1 et maestro y el disefpulo, se da una forma de relacidn que se funda 1 la discomtinuidad de! qiacn, Como dice Claudio Magris, dehen profesar una fe distinta, Pero también una ewestwon politics, Porque Ia natalidad es, en el fondo, la categorfa politica por excelencia: ef nacido. com recien Hegado, es el ser que se convierte en un «tener que ser» siempre incierto cuya actuacivn en et mundo silo se garantiza como accidn esponténea ante Ios otros que Yen yy son vistos, es decir. 1 cshicwones de pluralidad. Como comenta Arendt en La condicién humana, la expresisn del totaliurrsniv' es el asesinato de Tos recign nacidos y su rosito es el de Herodes. Cada nacimiento es una novcdal. pers recuerda al mismo tiempo a los que no pudieron continuar. Casi parece pedir un Kaulfsl pros nacido, Ast lo hace Kertésr.al considerar su propia existen- ia como la posibilidat scl sr dct ¢inexistemte) hijo y al considerar la no-existencia del hijo —su imposible nacimienio— cnn Injunlacién necesaria y radical de su propia existencia”. La historia comienza con lo que fo que termina, La violencia no engendra historia, sino el surgi- mento del mal, y por es tus que sexpechar contra todas las legitimaciones de un sacrificio en el altar de la historia, comm: slic Collin: «El erimen desnuda el mundo, extingue la palabra. Incluso la muerte insrita en el vents tes existencia, queda callada>'®, Matar lo nacido es matar el tiempo y asesinar la palabra qu puss: promunciarse, como palabra nueva que nombra de nuevo el mundo Ya existido, El nacimients, entonces. es como dijimos, superacién de un proceso natural, intexrup- cin y superacion dc by guy shea Aucer es tiempo. Es necesitar disponer de tiempo. Tiempo que ‘contar para poder vivu. tums ue vivir, para poder contar Nacer es tener que vivir una vida rela tada. acer a una vida mes sole boot con Ia propia presenc ene a, sino biografia. Fs emergencia ante la presencia de los otros ovine: «Sed S6lo vuestro rostro, dice Agamben. Id al umbral. No sigais siendo los sujetos de vuestrs Lacultades 0 propiedades, no permanezcais por debajo de ellas, sino id con elas, en ellas, mis alli dle ells". En el nacer se confirma la fecunda fertlidad de unas vidas anteriores, pero convoca también la Fetilidad de una biograffa o vida narrable en el porvenir, Es con- 17 KERTESZ, 1s Kaddish por ef hijo nv mai, Bacelona, EL Ac 18 COLLIN. F: «Nacer y tempo. Agustin eel ponsamieno aren Congo de pensar. Barcelona. Geis. 2000 p. 92 19 AGAMBEN. G. «#1 rostronen Meus in, Valens, Pre Texto, 2001, p86. ado, 2001.88 iano en BIRULES, F. (comp): Hamma Arend. EL 4 Fernando Barcena timuidad de una vida y su ruptora, una revolucién en la vida y en el mundo ya constituide. Continui- dad y novedad, y por eso es alteridad En el nacimiento,el nacido altera a la madre, y al mismo tiempo el nacido es sefial de dons La prueba de la maternidad, entonces, es la presencia real del recién nacido, al que la mujer delega su ser. Pero lejos de completarla, acaso la altera y la vuelve vulnerable, como el otro que, irtum- piendo cn el yo, nos mira pidiendo solicitud y se retira silencioso si no se la convedemos. Esta prueba de la alteridad del recién nacido, vincula a una madre con su hijo por un lazo excepcicnal: pues no se trata de un deseo por un objeto o por un sujeto, sino de un amor por el otro™ El nacimiento, la natalidad como metafora expresiva de lo que llega, tiene una ética particular: la ética del don. Lo que se da no vuelve al donante, sino que continua, prosigue su propio camino, Es To que se da despues de haber sido acogido en el propio seno; es lo que emerge iras el acogimiento, ‘un acogimiento que implica una ruptura y una cierta deconstruccién del que acoge lo nuevo por- venir. Es lo que abre un espacio para que el otro pueda nacer. Esta ética es, entonces, una ética de la pérdida del tiempo propio en el tiempo del otro. En el nacer, por tanto, hay transgresién de lo ya dado y su continuidad, pero no simple reproduceién de lo ya habido, Por eso lo nuevo o la novedad del nacimiento no es una ereacién ex nihilo, sino una donacién féril es decir: lo que se da. ‘Todo nacimiento es un inicio y un comienzo, «Es una accién, y ya que la accidn es la actividad politica por excelencia, la natalidad, y no la mortalidad, puede ser la categoria central del pensa- rmiento politico, diferenciado del metafisico>#. De acuerdo con esto, entender ia fenomenologia de la politica arendtiana es central para comprender las claves de su filosofia educativa. La politica se basa, en primer lugar, en este hecho de la pluralidad de los hombres: mientras que puede decirse que Dios ha creado al Hombre, los «hombres» son un producto humano, terrenal. En segundo término, la politica se ocupa de las relaciones entre los hombres: un espacio interesado, un espacio de rela- cig, de acciGn y de discurso enire los hombres. La politica surge en este «entre» y se establece 0 be configurarse como relacién. Por titimo, es en ese espacio en el que surge y tiene pleno sentido, la libertad humana como capacidad radical de hacer algo nuevo, de actuar en relacidn a los demas en un espacio plural de aparicisn’®, Como dice en otro lugar: «La libertad es la causa de que 1os hom bres vivan juntos en una organizacion politica. Sin ella, la vida politica como tal no tendria sen- Lido» De acuerdo con esto, no puede resultar extrafio que los andlisis que Arendt dedico a la «accién» y a la capacidad de iniciar y comenzar encuentren un adecuado complemento en sus estudios sobre €1 fenémeno totalitario, ya que el totaltarismo es esa horrible navedad que rompe el tiempo —la idea de la historia como continuidad— y que en su vocacién de dominacién toral impide, en su ‘misma raiz, un nuevo comienzo en el hombre. El totaitarismo es, en summa, un monumental atentado, contra Ja libertad humana, la cual es un aributo esencialmente politico, y no meramente una carae- teristica de la voluntad. La libertad es libertad entre os hombres, libertad cuyo sentido s6lo se aleanza, como acabamos de destacar, en ese espacio interesado que es la esfera piblica de aparicion ¥y de pluralidad. Como dice Agamben: «Lo que tuvo lugar en los campos de concentracién supera de 20. KRISTEVA, J: Le ele fémiuin L Hanrath Arend, Pais, Fayard 1999, 83, 21. Bserbe Dera que el don logue se da slo que iterupe Ia economa, lo que ya no da lugar al ntercambi: «Si hay don, lo dado del don (.) a0 debe volver al dosant>. DERRIDA. J: Darel siempo, Barcelona, Paid, 1988, p17 22. ARENDT, H.: La condiciin hana. ob et, p23. 23. ARENDT. H.: «fragmento 2Qué c+ la polices. en {Qué esl politica, Barcelona, Pais, 1997. pp. 48-17. 24 ARENDT. H.: «(Qué es la iberad», en Entre el pasa yl fur, ob. ci p 158. Hanah Arendt Une podtict de ta matlded 15 tal forma el concepto juridico de erimen que con frecuencia se ha emitido sin ms la consideracién de la destruccin juridico-politca en que tales acontecimientos se prosiujeron. Bl eampo os ast tan solo el lugar en que se reali la més absoluta conditio inkumana que se haya dado nunca en la tie- rTa: esto s, en dltimo término, lo que cuenta tanto para las victimas como para la posteridad»?s ‘Asf que mientras que ef nacimiento es la figura que expresa la esencia de una edueacién, meta- forizadéa como natalidad y como comiienzo, los campos de concentracion y de exterminio expresan —en direccién exactamente opuesta— ese instinto brutal de dominacién total sobre el otro y de muerte, en un doble sentido: muerte fisica del hombre y muerte del registro de la memoria de los vvencidos, através del olvido de las huellas que dejaron ia victimas: «l.os campos y el asesinato de Jos adversarios politicos son slo parte de un olvido organizado que no slo aleanza a los portadores de la opinisn publica, escrtau oral, sino que se extiende incluso ala familia ya los amigos de la vie- tima. Estin prohibidos el dotor y el recuerdo». En efecto, s6lo porque Aquiles, a pesar de todo, accedié a la celebracign de los funerales de su vietima —Héctor— y porque en otros momentos de la historia los gobiemos homraron de algGn modo al enemigo mueno, es por lo que nunca se perdis del todo la memoria, dice Arendt 2. Elaprendizaje de la finitud Entre el nacimiento y la muerte, la vida se puede desplegar como una narrativa, como una bis- toria que merece ser recordada como algo extraordinario, como una cadena de acontecimientos en los que podemos iniciar algo nuevo. Aunque hemos de morir, no hemos venido a este mundo sélo a morir, sino a iniciar algo nuevo, dej6 escrito también Arendt —contra el mismisimo Heidegger— en. La condicién humana, ¥ entre nuestra entrada en el mundo por el nacimicnto y el «ya no» de la muerte, la vida, vivida como un relato en ¢l que las cosas que nos pasan podemos recordarlas rei maginéndolas, conténdolas y volviendo a contarlas como un cuento, a vida tiene como fuente de sf misma el deseo. Porque sabemos que moriremos, deseamos; porque sabemos que podemos re-nacer, Iniciar algo nuevo, comenzar, deseamos también, Se dice que los nifios no tienen memoria y que los jévenes no recuerdan, sino que tan sélo viven. ¥ ¢s justamente por esta razén por lo que el tiempo de la infancia es el tiempo desnudo de la experiencia, porque la experiencia esté siempre desnuda. Primero viene la experiencia y luego las palabras que encontramos para nombrarla, Si el tiempo de la infancia es un tiempo que se vive, pero que aleja de la vida ya vivida, ese tiempo es también, precisamente, el tiempo en el que la experiencia que hacemos serd después la fuente del deseo de recordar, la fuente de nuestra memo- ria posterior. Somos, asi, lo que recordamos, y olvidarnos de lo que fuimos es ignorar quicnes somos. La infancia, pues, es posible, como tiempo de experiencia, porque existe la natalidad, la posibi- lad de comenzar, de iniciar algo nuevo, de ir, como decia Maria Zambrano, de lo imposible a lo ‘verdadero. Y en esa misma medida, el tiempo de la infancia, que es un tiempo destinado a la expe- riencia y al aprendizaje, es, sobre todo, el tiempo de un aprendizaje de la finitud, porque la finitud no ¢s lo que estd condenado a su término, sino lo que promueve la posibitidad de wn inicio. El tiempo de lo finito es el tiempo del devenir. Fs el tiempo de un tiempo inscrito cn un decir, no en Jo dicho. El tiempo de la finitud es el tiempo referido a las cosas que se dicen y a las palabras que se pronun- 25 AGAMBEN, G:: Homo Sacer: EI poder soberany y ta muda vida, Valencia, Pre txtos, 198, p. 21 26 ARENDT. H.: Las origenes de statarismo, 0b. cit p48, 116 Fernando Barcena cian y que nunca son, en su decir y en su hacer, siempre las mismas. Se tata, entonces, de un tiempo provisional, de un tiempo en el que las cosas no duran para siempre justo porque podemos hacer 0 decir otras nuevas cosas. EI nacimienio, en tanto que comienzo, indica lo que esté por delante y engendra asi el tiempo. El aprendizaje de la finitud es el aprendizaje humano del tiempo en toda su extensisn. Es el aprendizaje de los recién llegados que se educan poniéndose en contacto tanto con el pasado como con el futuro yy eon un mundo que ya estaba antes de su legada, En su esencia, como pensaba Arendt, esta educa- ign es conservadora, no por ser reaccionaria, sino porque ha de preservar en cada recién Tlegado lo huevo y revolucionario que trae consigo. La tarea de educar es una tarea de mutuo cuidador el c dado de los que legan y el cuidado del mundo®". Por tanto, la infancia expresa una vivencia del tiempo no totalitaria, convocando un aprendizaje de la finitud, y adem es una fractura revolucio- naria de la realidad, 6 sea, una «poétiea-politicay. Es una poética, porque lo postico es una fractura ‘en Ja realidad densa, en lo absoluto, es una herida en la realidad por la que sangra el sentido y no simplemente se ecrea el significado. ¥ es una politica, porque con cada nuevo nacimiento un nuevo inicio es posible ante los otros que ven y son vistos es un espacio piblico y plural de aparicién y visi bilidad Este «conservadurismo» arendtiano nada tiene que ver con el pensamiento conservador en poli- fica, porque Arendt no pretende restublecer ningtin orden antiguo. Quizé —como dice Alain Fin- kielkraut— Arendt tenia miedo all sostener esta tesis en su ensayo sobre la crisis de la educacién, Miedo de que si olvidamos demasiado pronto Io que pasé en Europa durante la Segunda Guerra Mundial se destruya la trama simbdlica, la comunidad de sentido que nos liga no s6lo a nuestros ‘contemporéngos sino a los que han muerto y a los que vendrn. Miedo, en definitiva, a que se des- truya el tiempo humano*. Lo que ella propone no es ni un modelo para el comportamiento ni un {deal de identidad colectiva. Cuando Arendt se puso a redactar Las origenes det totalitarismo, escrito ‘con «un fondo de incansable optimismo y de incansable desesperacién», como ella misma recono- ‘ci, pareeia haber aprendido una leccién: que cl instinto de dominacisn total del nazismo habfa con- ducido a la pretensién de fabricar algo que no existia —un nuevo tipo de hombre caracterizado por su condicién superflua— destruyendo de raiz la espontaneidad como expresisn del comportamiento ¥y de la accién humanas. Eso es lo que se hizo en Auschwitz, es0 es lo que también s¢ intent6 en Kolima y eso es lo que se lograen los nuevos escenarios del abandono: en los campos de refugiados que plagan, como nuevas ciudades, nuestro mundo. Frente esa pretensién totalitaria —fabricar un nuevo tipo de humanidad sustituyendo la indi- vidualidad por una categoria, antes la cespecie» 0 el «miembro del partido», ahora el «ciudadano competente»— Arendt lo que propone es que pensemos con toda la sericdad del mundo algo tan simple como lo siguiente: «Con cada nuevo nacimiento nace un nuevo comienzo, surge a la exis- tencia potencialmente un nuevo mundo». Por eso, cada final de la Historia —dice— contiene también un nuevo comienzo. «Este comienzo es garantizado por cada nuevo nacimiento; este comienzo ¢s, desde Ivego, cada hombrer”. 0 dicho en términos de Agamben: «Silo sino soy siempre y Gnicamente en acto, sino que soy asignado a una posibilidad y una potencia, sslo sien lo 27. Verel excelente lim de COURTINE-DENAMY, S.: Le suet du monde, Pais, Ven, 1999. 28 FINKIELKRAUT, A. La ingrattad. Cnversacones sobre ruestno tempo, Barcelona, Anagram, 2001p. 123. 29, ARENDT, H. Los origenes del tultarismo, ob cit, 55S 30, ARENDT, H: Las origenes def toalitarsmes ob. cit, p S80. Hannah Arendt: Una poica de ta natlidad 7 vivido y comprendido por mf estén en juego en cada momento la propia vida y la propia compren- siGn —es decir si hay, en este sentido, pensamiento— una forma de vida puede devenir, en su pro- \l, jorma-de-vida, en la que no es nunca posible aislar algo como una nuda Lo verdaderamente revolucionario de la infancia, lo que se expresa como lo nacido o lo que comienza, entrafia la idea de que lo que hace del mundo algo habitable para nosotros no es et hecho de que el hombre lo fabrique. sino la posibilidad de amarlo: amor mundi, como decia Hannah ‘Arendt. O dicho en términoy de Agustin de Hipona, poder decir: volo, ut sis, «te amo, quiero que seas lo que éres»™, sa es la frmula bajo ta cual los padres podemios comenzar a eniendér lo que significa amar a nuestros hijos. 0 la fGrmula bajo la cual los amantes se aman y ta férmula que el totalitarismo, el de antes y el de ahora, definitivamente desconoce. Meditar sobre la infancia es meditar, entonces, sobre Io que. tal vez, podemos aprender a amar como lo que simplemente es lo que es, es decir: lo otro, Lat intuncia no es lo fabricado, sino ef milagro de Jo que comienza. En un mundo, el de la modernidau. en 1 que. como dice Agamben recordando una tesis ya conocida de Benjamin, el hombre es incapa de traducir en términos de experiencia los acontecimientos de su vida, se puede recuperat la infuncier como un espacio para la creacién del sentido de la experiencia inicial: lugar y patria Ue la historia, nacimiento del tiempo humano”. Y sin embargo. por que dls nociones para expresar una misma realidad: la que alude a la nifiez, como tiempo que fue» parcee perdido? ;Por qué «natalidad e «infancia»? Se me ocurre, en primer ugar, la siguiente respuesta i ustuncia es un estado en el que algo va tomando su propia forma: ta natalidad es el nionrenti» er «que alga nuevo se inicia, Forma ¢ inicio, por tanto. Ambas cosas tie- nen relacidn, Pues tou Iss ue se inicia, fo que comienza, va tomando su propia forma, © mejor dicho, adopta una form Y sin embargo, puede exist una infancia sin natalidad —sin la posibilidad de un inicio o de un « civ" y una natalidad sin infancia, esto es: un comienzo que nace en la ausencia de toda fori, ct wis especie de vacfo, En la infancia sin natalidad no hay ereacién: en la natalidad sin infancia ne: hay aprcnalizaje ni preparacién: lo que nace como camienzo es una abrupta inupeién, un acontectnne Todo otalitarismu sc basa en uns nocién del tiempo infinito, de un tiempo que se impone con una extrema duracién. {1 wtaltarisnie tiene detrés a quienes desean perdurar en su estrategia, en su posiciGn, en su instinio ale deosumacton total. ¥ los que lo padecen viven sus efectos, en términos de suftimiento, como lo que dca hare la sensacién de un instante permanente sin posibilidad de perci- bir, en ef horizonte. un termine. un final a sus padecimientos. El totaitarismo busca lo infinito, aspira a una cierta terial, «1 una especie de todo: es, por eso, ambicioso, En el arco de lo que se inicia y se termina, deh que comensa y se acaba, se puede perfilar otra experiencia del tiempo que se aleja det tiempo totalniarws © mlinito, Es el tiempo finito: la conciencia de un inicio y de un tér- ming, pero la conviecion dc yx es posible un constante renacimiento, una cadena de inicios y de comienzos, Esta experiencta del tempo finito, es una experiencia humana del tiempo basada en la 31 AGAMBEN, G. Medion in fn. owes sre le politica, ob. it. p18. 32 Asiseexpresa Heidegeer en una carta Uirigida Manmah Arendt y escrta el 13.\.1925: «;Sabes qué es lo mis dificil que al ser humano le est dado eryar” Pura todo lo dems hay caminos. ayuda, limites y compeension —s6lo aqui todo sig nifica: estar en el amor = estar empujado a a existencia mis propia. Amo significa volo ur ss, die san Agustin en un ‘momento: amo-quiero que se lo que etes». ARENDT, HL y M. HEIDEGGER. Correspondencia, 1925-1975, Barc: ona, Herder, 2000, p. 31 33 AGAMBEN. G.: Enfance et sure Pais, Payot. 1989, 118 Femando Bércena lihertad. Entiendo aqui la libertad como poder de creacién, como posibilidad de erear otras realida- des de las existentes, como esperanza de ruptura de realidades anteriores. La libertad tiene que ver con Ia experiencia simultnea del origen y de una ruptura dolorosa La experiencia del tiempo finito es una vivencia de la temporalidad nada (otalitaria, porque nada de lo iniciado ve llega a percibir como permanentemente duradero, es decir, como eterno e infinito, Ms que un etemo retorno, Io que hay es la posibilidad de un nuevo comienzo, de un nuevo inicio, la creacién de algo nuevo y sorprendente basado en lo que es espontineo, quizé en Io que es ino- cente, tal vez en lo que es, precisamente, nit. La infancia encarma, me patece, esa idea del tiempo finito, un aprendizaje, en cierto modo, de la finitud. En el terreno de la infancia, la vida no esté en otro lugar que en la experiencia libre de la misma vida, Como eseribié Rilke en su Diario florentino: «Cada cual recrea el mundo con su propio nacimiento; porque cada cual es el mundo»™, Se trata de una vida que se vive libre mirando el ‘mundo sin sentir la sujecién a un sentido dado de tas casas y del mundo. Por eso la infancia es ere- acién de sentido: a vida adulta solo puede aspirar a re-crear el signifieado, Precisamente porque ha perdido la infancia, la libertad de lo inocente, la posibilidad de la sorpresa. Claudio Magris, en un brillante comentario de la postica de Rilke, da en la clave al seRalar que el «oro de la infancia» con- siste precisamente en un uso del lenguaje en el que la vida y el sentido sigue latiendo, es decir, en un empleo del lenguaje desnudo ya de la autoridad adulta, de la cultura organizada, Bs aqui donde el Jenguaje hace su crisis, una crisis que envia « Rilke en busca de una lengua en la que parecen hablar Jas cosas muds" ‘Acestas alturas, infancia y natalidad ya sc han juntado, parecen ideas indistinguibles. Pero voy 2 separarlas para poder dibujar con mayor claridad el perfil de fo postico y de lo politico en la meta fora expresiva de la infancia. Para ello, tengo que enunciar una segunda idea: la infancia es ef ‘estado que busca su forma fracturando la realidad como revolucién. Lo que busca su forma con- voca la idea de una eierta formacidn y, por tanto, de un aprendizaje. Este aprendizaje es, como he. Gicho, ercacién de sentido que altera los sentidos ya dados: rompe el sentido establecido, agrietin- , una «palabra-otra>. es lo exterior, la radi- cal alteridad ingobernable de todo decir: es, una vez ms, la palabra poética, En la cnatalidad» se exprosa la idea de que lo que comienza interrumpe y ala vez anuncia lo que todavia no es. En su esencia misma, lt educacidn, pensada como aquello que se da y se procura para permitir algo distinto de lo que se dio, es una modalidad de pluralidad humana y por ello mismo es, lo radicalmente contrario al pensamiento tinico y totalitario. Una educacién que no procure lo misino, sino lo distinto, es una educacién, entonces, que piensa la humanidad de] hombre como, ‘aquello que esta compuesto por los que fueron, por los que son y por los que vendrén. Esta atrave~ sada de tiempo humano, de un tiempo que narra y recuerda las vidas de los que se fueron, de un tiempo que cuida de las vidas dle Tos contemporneos, de un tiempo que se responsabiliza de dejar un ‘mundo grato para los que atin no son y sin duda vendrén. Es una educacién llena del tiempo de ta ‘memoria, del tiempo del porvenir y del tiempo de Io actual. Pero justo por estar Hlena de pasado, de presente y de porvenir, en esta modalidad de educacién el educador acaba aceptando el hecho de que, al tratar de educar para permitir que el otro comience en radical origen y novedad, en el mismo 440. OAKESHOTT, M: «La or dea poesia en converstcisin def humanidads en £raconalism en x politica ¥otos cenavon. ob. ct, PSL 41 OAKESHOTT, M. «La vor de la poesia en conversicin dela bumanidads, en EI vacionalismo en apolitica yo1os cesavos, ob. ct p98 arvich Arendt: Una poten de ta nataided 121 comienzo nunca se sabe lo que se comienza, nunca se sabe lo que serd, y siempre se ignora lo que resultaré, Como todo nacimiento, una educacién fascinada por la novedad es capaz entonces de fun- dar el porvenir. No es lo fundado, sino lo que funda, Carece de principio, porque es el principio mismo, y por eso, a pesar de todo, es an-drquica, ‘Aguello que comienza —Io que nace— est destinado a desaparecer. Por ¢s0 los hombres. que hemos nacido de lo que no éramos, moriremos un dfa, y con un poco de suerte dejaremos una hue- Ta en la memoria de los otros. Si esto es asi, lo mejor. quiz4, es pensar que, aunque hemos de irnos, no hemos venido a este mundo simplemente a morir, sino « comenzar algo nuevo, Mientras tanto, y cen el transcurso de este comienzo y renovacién, a lo mejor llega un dia en el que logremos conven- ‘cemos de la profundidad de aquello que un dfa eseribié el poeta René Char: Es preciso instalarse al exterior de uno mismo, al bonde de las ldgrimas y en ta érbita de las hombres, si queremos que algo fuera de lo comin se produzca, algo que sélo era para nosotros. El poder de comenzar algo nuevo que se expresa en la idea del nacimiento, es el milagro del que Jos hombres somos siempre capaces. Pero somos capaces de este milagro siempre que es posible actuar y hablar de cara a y junto a otros hombres. Siempre, en suma, que hay un espacio fecundo de alteridad, la posibilidad de un encuentro libre, la oportunidad de una experiencia, las condiciones para narrar la propia vida. El dramético siglo XX que acaba de terminar nos ha dejado muestras teri- bles de las diversas maneras en que los hombres, en nombre de una idea o de un absoluto, de una ambicién, de un deseo o de un poder, pueden llegar a suprimir aquello que permite que los humanos hagan sus propios milagros: la accién y Ia palabra 3. Nota final: el aprendizaje de la decepcién El problema del pensamiento contemporaneo consiste en que, en nombre de Ia modernidad, se ha producido un retorno a las abstracciones, bloquesndose con ello la capacidad de llevar a cabo andlisis en términos de vectores y de movimiento. Como pensador, la caracteristica del filésofo no es el ser un sujeto reflexivo, sino un sujeto creador; es importante retirarle el derecho a «refle nar sobre» —como si el filésofo estuviera destinado a mirar las cosas siempre por encima del ‘mundo, aunque siempre desde la posicicn privilegiada de la seguridad de un yo ensimismado y pro- tegido ante lo otro. Tal vez haya que construir conceptos capaces de un verdadero movimiento inte- lectual Es dificil sustracrse a esa légica de la reflexién —que mira desde arriba y camina hacia atrés, buscando los orfgenes—, a ese estilo de pensar e! mundo desde la posicién asegurada de un yo, por asi decir, vino: desde un Sujeto o desde una Conciencia Trascendental, desde un Absolut, 0 desde la condicidn del intelectual como custodio de valores eternos, Como sujeto creador, el pensador busca lo que no sabe dénde ni cémo encontrar con exactitud —exacteness is a fake, decta White- hhead—, lo que explora ensayando mil maneras, tentativa y creadoramente. Pero el sujeto creador no vive, sin embargo, esclavo de lo creado, en tanto producto acabado o como final de la cadena de lo fabricado, sino siempre en el principio de lo que se crea. Lo creado, como lo nacido, pese a ser et resultado de un acto fértil de fecundaci6n, a la postre siempre es nuevo, nunca, en su repeticién, 1o mismo, La fecundacidn siempre ha existido siendo Io mismo, 1o nacido siempre es nuevo. Pensar las cosas del mundo desde esa légica que mira desde arriba es pensar el mundo desde el afuera de la existencia humana (contingente, finita y siempre plural en su expresién). Pensar las cosas del mundo desde su adentro es, por el contrario, amarlas antes de haberlas conocido —como al hijo al que se ama antes de conocer su rostro—, és colocarse en una posiciGn que piensa lo que 122 Femando Barcena acontece —los acontecimicntos que resquebrajan nuestras categorfas y conceptos més firmes— de forma no defensiva; es pensar el acontecimiento adentréndose en éL De acuerdo com estas consideraciones, este articulo ha pretendido pensar ta educaci6n y la for- ‘macién a la luz de una «teoria» del acontecimiento y del nacimicnto, hasta donde sea posible hacer tworfa alguna de lo que se susrue a toa teorizaci6n posible. De lo impensablee indecible. Pero se trata, también, por eso mismo, de pensar ta formacién haciendo como un efercicio de reflexisn poli- tica, pues la natalidad, por opesicién a la mortalidad, es sin duda la categorfa central del pensamiento politico, Para ello, hemos tratado de pensar el acontecimiento de la educacign a parti de la expe- riencia histriea de los modernos totalitarismos. Filoséficament, el totalitarismo moderno coloca sobre c] tapete la importancia de una sfitosoffa de Ia natalidad> o una antropologia (pedagdgica, podriamos decir nosotros) que ha evolucionado hacia una teoria del nacimiento. El concepto que permitria seguir explorando el alcance de tal Pedagogia podria ser, quiza, el de aprendizaje de la decepcisn, Si toda decepeiGn es decepcionante, el aprender nos coloca en la situacién de la esperanza, de un horizante de posbilidades. ¥ sin embargo, todo verdadero aprendizaje, como bien supo ver Deleuze leyendo a Proust, parte siempre de un momento inical de inexperiencia y de decepcidn, de frustracién, La imaginacion y el deseo hhacen que veamos las cosas, los objetos del amor © del odio, deformados. El tiempo vivide, al reen- contrarnos con ellos despues de un distanciamiento, nos hace ver nuestros objelos como en realidad son, y no simplemente sega la figura com los que nos los representamos. Ahi esta cl momento de Ia decepcidn, La mediacisn imaginativa del deseo es, de todos modos, algo inevitable, ya que nos con- cietne como sujetos humanos y nos constitu. El aprendizaje de la decepetsn es, ewtonces, la experiencia que hace de la formacién y del apren- der evestiones existencialmente relevantes para el sujeto, preeisamente porque parten del encuenito on lo negativo, con lo frustrante 0 lo inesperado con lo que no contabamos. Es el momento del aprender humano: el que aprende de y después del padecer, no antes. En una linea similar @ como ha argumentado Giorgio Agambon en sus investigaciones sobre el Homo Sacer, podriamos expresat esta idea, en trminos de tragedia humana y politica, del siguiente modo: Auschwitz, y todo lo que simbslicamente representa como novedad iotalitaria, consttuye el fracaso rotundo de los principios ‘ticos elaborados por el humanismo occidental a panic del siglo XVII. Ninguno de sus principios fundamentales —Ia libertad, la igualdad, la fraternidad, por ejemplo— parecen resistr una Erica amore Auschwitz demonstrata. En definitiva, aquello que cabria esperar haber aprendido queds definitivamente frustrado en la prucha que Auschwitz representa, de modo que el aprendizaje que ‘os resta es el aprendizaje de una decepeién, la experiencia de un desencanta, el desasosicgo, para decislo con Pessoa, como categoria de la modernidad después de! totalitarismo, Se trata, como he tratado de argumentar, de re-pensar la educaeién como acontecimiento —Io ‘que da a pensar de un modo inédito, lo que permite hacer experiencia y io que rompe la continuidad Y la linealidad del tiempo de la historia— a partir de lo que el siglo XX nos tajo como carga, como responsabilidad y como barbarie. En cierto modo, la decepeisn, el desencanto 0 el desasasiego son lecciones pendientes de aprender tras un siglo en el que la alianza entre progreso y barbaric ha dado yassus més letalesfrutos, Podemos, para terminar, intentar sugerir ahora algunas especificaciones de la tesis de la educa- cid como acontecimiento, en algunas figuras donde el aprender constituye una experiencia singu- lar, ata vex de decepeién (los principios que nos crefamos haber garantizado se tornaron inviables: 42. AGAMBEN, G.: Homo Saver 1 Lo que quel de Auschote archivo ye eto, Valencia, Pretec, 2000p. 10. Hannah Arendt: Una podtica defo naalidad 123 aqut el aprendizaje de ta decepcidn es lo que resta por aprender tras una concieneia alterada que nos conduce a la vivencia de lo tragico) y de promesa (la decepcidn ante los principins rotos nos permite Ja promesa de conducir nuestras vidas de otro modo, a través del re-nacimiento y la reconstruccién de nuestras categorias éticas). Este aprender es, pues, una experiencia que surge del esfuerzo por poner en relacidn distintas asimetrias y discontinuidades: «Como pensar la ciudadania desde la experiencia de aquellos a quienes se niega toda posible condicién de ciudadanos (los refugiados © Denizens)? En un contexto en el que nuesitos suefios se han difuminado, y el progreso moderno parece hacer imposible para el sujeto la realizacién de una verdadera experiencia en un mundo deseneantado, ;2s posible volver a pensar todavia la formacién y la educacion como acontecimiento y experiencia, como aquello que todavia permite dar a pensar al sujeto, mantenerle inquicto en la experiencia y admirado ante Jo discontinuo en la historia? ;Qué pademos aprender cuando el mundo ya interpretado del adulto, aquél que cree dominar os registros del lenguaje, se abre a la creacién poética de sentido que el momento anterior a la palabra, la infancia, posibilita en su inocencia radi- cal? ;Qué se puede aprender de la experiencia intima del suftimiento silencioso en una sociedad que ros obliga a mantener cuerpos siempre sanos y bellos? Y por ultimo, ;qué podemos decir, en el seno de nuestra sociedad de la comunicaci6n y de la informaciGn, acerca del silencio, de una manera-otra de ponernos en relacion con la palabra, cuyo nacimiento es posible gracias a un silencio que no es ‘mutismo?

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