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a asx [22] Eugene Trivizas - Helen Oxenbury Piv 02 Los tres lobitos y el Cochino feroz Ediciones Ekaré Educacin » Calibroscopio I Presidencia de la Nacién = a Ministerio de | Los | tres lobitos | y el | Cochino feroz Eugene Trivizas Ilustrado por Helen Oxenbury Ediciones Ekaré Para Grace Tt. A la memoria de Stanley a@); “Teivieas, Engen Los tres Iobitosy el cochino fero:: Eilcin especial para el Ministerio de Educacién de la Nacién Eugene Teivizas y Helen Oxenbury. - 1a ed. - Buenos Atcos : Calibroscopio; Barcelona : Ekaré, 2013. 32 pas i, 3 27222 em. ‘Traducido por: Alex Dearden ISBN 978-987-1801-35.0 1. Literatura Infantil y Juvenil. . Oxenbusy, Helen I. Dearden, Alex, trad. IIL Tiulo (COD 863.928 2 Traduccién: Alex Dearden © 1995 Eugene Trivisas, texto © 1993 Helen Oxenbuty,ilustaciones © de la edicidn original: 1994, Ediciones Ekaré © de esta edicion, 2013 Calibeoscopio Ediciones ‘Aguirre 458 (1414) - Buenos Aires ‘Tels (94 11) 4855-8657 ww.caibroscopio.comar y Ediciones Ekaré, Av. Luis Roche, Elf. Banco del Libro, Altamira Sur. Caracas 1060, Venezuela Cf Sant Aguse! 6, bajos. 08012 Barcelona, Espaia ‘wwatekare.com ISBN 978-987-1801-35-0 Publicado originalmente en inglés por Egmone UK Limited, Londses ‘Titulo original: The Three Little Wolves and the Big Bad Pig Esta edicién de 9.888 cjemplares se terminé de imprisnir en Grifica Pinter, Didgenes Tahorda 48, Ciudad Auténoma de Buenos Alzes,en marzo de 2013. Todos los derechos reservados ‘Queda prohibida Is reproduceisn total © parcial de esa obra sin Ia autorisacion previa, y por escrito de la editorial ‘Queda hecho el depssito que establece Ia ley 11.723. H™ una vez tres tiernos lobitos de piel mullida y colas de pelusa que vivian con su mamé. El primero era negro, el segundo, gris y el tercero, blanco. Un dia, la loba Ilamé a los lobitos y les dijo: —Mis hijos, hay un momento en la vida en que es importante salir a recorrer el mundo. Viajar y construirse una casa. Pero siempre hay que tener cuidado con el Cochino feroz. —No te preocupes, mama. Nos cuidaremos de él —dijeron los tres lobitos, y salieron a recorrer el mundo. Muy pronto encontraron un canguro que estaba empujando una carretilla llena de ladrillos rojos y amarillos. —Por favor, jpodrias regalarnos algunos de tus ladrillos? —preguntaron los tres lobitos. —Por supuesto —dijo el canguro, y les regalé muchos ladrillos rojos y amarillos. Entonces los tres lobitos se construyeron una casa de ladrillos. Justo al dfa siguiente, el Cochino feroz pas6 merodeando por el camino y vio la casa de ladrillos que habfan construido los lobitos. Los tres lobitos estaban jugando al créquet en el jardin. Al ver al Cochino feroz, corrieron a la casa y cerraron la puerta con Ilave. El Cochino tocé a la puerta y grufié. —Lobitos, lobitos, jquiero entrar! —jNo, no, no! -contestaron los lobitos— jEs nuestra casa y no puedes pasar! a —Entonces soplaré y resoplaré y la casa derribaré —dijo el Cochino. Los tres lobitos no abrieron y el Cochino soplé y resopld, resopl& y sopl6, pero la casa no se cayé. Pero por algo le llamaban feroz al Cochino feroz. Trajo su mazo enorme y tumbé la casa. (MATERIAL DE DISTRIBUCION GRATUITA) Los lobitos apenas lograron escapar antes de que la casa les cayera encima. Estaban muertos de miedo. u —Tendremos que construir una casa més fuerte —dijeron. En ese momento, vieron a un castor que estaba mezclando cemento. —Por favor, jpodrias regalarnos un poco de tu cemento? —preguntaron los lobitos. 2 —Por supuesto —contesté el castor, y les dio baldes y baldes Ilenos de cemento espeso y pegajoso. Asi, los tres lobitos construyeron una casa de cemento. Apenas habjan terminado, el Cochino feroz pasé merodeando por alli y vio la casa de cemento que habfan construido los lobitos. Los tres lobitos estaban jugando al badminton en el jardin. Cuando vieron que venfa el Cochino feroz, corrieron a la casa y cerraron la puerta. El Cochino tocé el timbre y dijo: —Lobitos, miedosos, jquiero entrar! —jNo, no, no! -contestaron los lobitos-. iEs nuestra casa y no puedes pasar! —Entonces, soplaré y resoplaré y la casa derribaré —dijo el Cochino. Los lobitos no abrieron y el Cochino soplé y resopl6, resopl6 y sopl6, pero la casa no se cay6. a 8 S| & Q ac ae o 8 Oo a 5 ic 2 g 5 5 S g Be a ° a a - 5 a ° g 5 a Trajo su enorme taladro y destrozé la casa. | Los tres lobitos lograron escapar, pero estaban muertos de miedo y sus rodillas no paraban de temblar. —Construiremos una casa atin mas fuerte —dijeron, porque eran muy tenaces. En ese instante, vieron un camién lleno de barras de hierro, placas blindadas, alambre de ptias y pesados candados. —Por favor, jpodrfas regalarnos unas cuantas barras de hierro, varias placas blindadas, alambre de ptias y algunos pesados candados? —le preguntaron al rinoceronte que conducia el camién. —Por supuesto —dijo el rinoceronte, y les dio barras de hierro, placas blindadas, mucho alambre y pesados candados. También les regal6é plexiglas y unas cadenas de acero reforzado, porque era un rinoceronte generoso y de buen coraz6n Ast, los tres lobitos construyeron una casa muy fuerte. Era la casa més fuerte y mas segura que se pueda imaginar. Se sentfan tranquilos y completamente a salvo. (MATERIAL DE DISTRIBUCION GRATUITA| Al dia siguiente, como de costumbre, el Cochino feroz pasé merodeando por el camino. Los lobitos estaban jugando a la rayuela en el jardin. Al ver al Cochino feroz, corrieron a la casa, pasaron el seguro de la puerta y cerraron los sesenta y siete candados. El Cochino tocé el intercomunicador y dijo: —Lobitos miedosos de rodillas tembleques, jquiero entrar! —jNo, no, no! —contestaron los lobitos—. iEs nuestra casa y no puedes pasar! —Entonces, soplaré y resoplaré y la casa derribaré —dijo el Cochino. Los lobitos no abrieron y el Cochino sopls y resopl4, resoplé y soplé, pero la casa no se cay6. Pero por algo le [lamaban feroz al Cochino feroz. Trajo dinamita, la puso junto a la casa, encendié la mecha y... ila casa exploté! yh ‘aa * Los fobitos apenas lograron escapar. Estaban muertos de miedo y se habfan chamuscado sus colas de pelusa. 2B —Tal vez nos hemos equivocado con los materiales de construccién —dijeron—. Tenemos que probar algo distinto, ;pero qué podra ser? En ese momento vieron a un flamenco empujando una carretilla llena de flores. —Por favor, jpodrias regalarnos algunas flores? —preguntaron los lobitos. —Seré un placer —contest6 el flamenco, y les regalé muchas flores. Asf fue como los tres lobitos construyeron (Os una casa de flores. ‘ ; \ iS Una pared era de jazmines, otra, de narcisos, otra, de rosas rosadas y otra, de flores de cerezo. El techo era de girasoles trenzados y el suelo, una alfombra de margaritas. Pusieron nentfares en la bafiera y azucenas en la nevera. Era una casa un tanto frdgil y se mecia con el viento, pero era muy hermosa. Al dia siguiente, el Cochino feroz pasé merodeando por el camino y vio la casa de flores que habfan construido los lobitos. Toco la campanilla de la puerta y dijo: —Lobitos miedosos de rodillas tembleques y colas chamuscadas, jquiero entrar! —jNo, no, no! -contestaron los lobitos—. jEs nuestra casa y no puedes pasar! —Entonces, soplaré y resoplaré y la casa destruiré —dijo el Cochino. Pero al tomar aire para soplar, sintis el suave perfume de las flores. Era fantastico. Y como el perfume le quité el aliento, el Cochino respiré atin mds profundo. En vez de soplar, comenz6 a olfatear. Aspiré profundamente, hasta que estuvo Ileno del fragante aroma. Entonces su coraz6n se enternecid y se dio cuenta de lo malo que habfa sido en el pasado. En otras palabras, se convirtié en un cochino buenote. Comenz6 a cantar y bailar una tarantela. 28 Al principio, los tres lobitos desconfiaban pensando que podia ser un truco. Pero pronto se dieron cuenta de que el Cochino hab{a cambiado de veras. Salieron corriendo de la casa y se pusieron a jugar con el Cochino. Primero, jugaron a la pelota y luego saltaron a la cuerda. Y cuando todos se cansaron, lo invitaron a pasar a la casa. ° Le dieron té de hierbas y frutas silvestres, y lo convidaron a quedarse con ellos el tiempo que quisiera. El Cochino acepté y vivieron todos juntos, felices para siempre. 32 Habfa una vez tres tiernos lobitos de piel mullida y colas de pelusa que salieron a recorrer el mundo. Se construyeron una espléndida casa de ladrillos rojos y amarillos. Pero no habfan contado con el Cochino feroz, que andaba merodeando por el camino.

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