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| PROGRAMA del Curso de Derecho Criminal Desarrollado en la Universidad de Pisa por el profesor FRANCESCO CARRARA. Parte General, —————se-0 oo Traducida por Octavio Béeche y Alberto Gallegos S101 Tomo I Edicién facsimilar patrocinada por el Instituto Latinoamericano de Las Naciones Unidas para la Prevencién del Delito y el Tratamiento del Delincuente Sfx Eames) ILANUD PROGRAMA del Curso de Derecho Criminal Desarrollado en la Universidad de Pisa por el profesor FRANCESCO CARRARA. Parte General, SS EO Traducida por Octavio Béeche y Alberto Gallegos SBE Tomo I Edicion facsimilar patrocinada por el Instituto Latinoamericano de Las Naciones Unidas para la Prevencién del Delito y el Tratamiento del Delincuente — K, Bare \ ( C313p Carrara, Francesco Programa del Curso de Derecho Criminal / Francesco Carrara; tr. del italiano por Octavio Béeche Argiiello y Alberto Gallegos Pacheco --1a. ed.-- San José, C. R. : Editorial Juridica Continental, 2000. 286 p. ; 21.5x 140m. ISBN 9968-784-15-X obra completa ISBN 9968-784-16-8 volumen 1 4. Derecho penal |. Titulo. ind de imprimir en Jos talleres de nmi raf ica Continental en octubre de 2 sta de 1000 ejemplares Esta obra es Editorial Juridi y con It PRESENTACION Con gran entusiasmo el Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevenci6n del Delito y el Tratamiento del Delincuente ILANUD patrocina esta edicién facsimil de la primera versi6n en espajiol de la parte general del Programa del Curso de Derecho Criminal de Francesco Carrara, que fuera traducida y publicada en Costa Rica por Octavio Béeche Argiiello y Alberto Gallegos Pacheco hace cien afios (1889-1890). La obra aparece en un momento en el que la lectura 0 relectura de Carrara podria resultar muy beneficiosa para los especialistas en ciencias penales de América Latina, ya que lue- go de los largos afios de gobiernos sin democracia los paises se encuentran atin consolidando -en algunos casos apenas ponién- do- los pilares de sus estados constitucionales de derecho, con la afirmacién del principio de legalidad, y el “redescubrimiento” del derecho penal liberal, con sus limites a los avances autorita- tios del ejecutivo o del legislador, tarea que con esfuerzo y gran- des dificultades se lleva a cabo en sociedades con niveles cre- cientes de violencia delictiva, en las que campean también ideo- logias penales autoritarias y draconianas. En este panorama, la lectura sobre Ja racionalidad y proporcionalidad de la pena pro- pugnada por el maestro de Pisa es muy edificante. La edicién, en dos tomos, viene precedida de una excelente y erudita introduccién de Javier Llobet que explica el contexto historic juridicopenal en el que aparecié por primera vez hacia fines del siglo XIX, y resume las ideas fundamentales del Pro- grama. Como Llobet lo pone de manifiesto, se trata de una tra- Hl duccién que no tiene solo valor histérico 0 filolégico. por la actualidad del pensamiento de Carrara, y porque, como lo ex- presaran Don Luis Jiménez de Astia y Francisco Carsi Zacarés, se trata de una traduccién cuidadosa y fiel ... vertida en buen castellano, ... con insuperable correccién de estilo. . Elias Carranza Director LANUD LA TRADUCCION COSTARRICENSE DE LA PARTE GENERAL DEL PROGRAMA DE FRANCESCO CARRARA (1889-1890) Dr. Javier Llobet Rodriguez LL.M. Profesor de la Universidad de Costa Rica Sumario. |. La importancia de la traduccién costarricense de la Parte General del Programa de Francesco Carrara. 2. La traduc- cién del Programa de Carrara como parte de la tradici6n univer- Sitaria y educativa costarricense. 3. Los traductores costarricen- ses del Programa de Carrara. 4. Francesco Carrara, autor del Programa de Derecho Criminal. 5. Ideas fundamentales del Pro- grama de Derecho Criminal. 6. La edicién en facsimil de la tra- ducci6n costarricense de la Parte General del Programa de Ca- trara. 7. Bibliografia. 1. La importancia de la.traduccién costarricense de la Parte General del Programa de Francesco Carrara Costa Rica ha tenido una tradicién de publicacién de obras juridicas en Derecho Penal. Sin embargo, de acuerdo con mi criterio, ninguna obra de,Derecho Penal publicada en Costa Rica tiene la trascendencia que posee la publicacién de la traduccién de Ja Parte General del Programa de Francesco Carrara, prin- cipal representante de la Escuela Clasica, heredera del pensa- miento ilustrado, realizada por Octavio Béeche Argiiello y Al- Vv berto Gallegos Pacheco en los afios 1889-1890'. Debe tenerse en cuenta que al momento de Ilevarse a cabo la traducci6n se encontraban las ensefianzas de dicha Escuela en auge, aunque enfrentadas a las de la Escuela Positivista de Lombroso. Ferriy ae de la traduccién mencionada es poraue ® Costa Rica le corresponde el honor de haber sido don se e dujo por primera vez al castellano la Parte General de! seh ma de Derecho Criminal de Francesco Carrara. E] primer oe se publicé en 1889, mientras el ae yomo. que no compr id esal’, fue editado en . “ce eOebe reconocerse que Ja Revista Escuela de py publicada por Cayetano de Estér en Madrid por cS a res 1864, incluy6 dos articulos de Carrara titulados: eas’ an el Derecho Penal” y “De la enmienda del reo CEE n damento y fin de la pena”. Igualmente que en el ano re habfa publicado en Espafia “La teoria de la tentatty y el complicidad”, traducida por Vicente Romero Giron’, pe! iminal. Desarrolla- de Derecho Criminal. : in: Octavio Béeche/Alberto Galle- 0 I (1889), Tomo 1 (1890). ciones. La primera " Carrara, Francisco. Programa del Curs do en la Universidad de Pisa (Traducci gos). San José, Tipografia Nacional, Tom: 2 La Parte General del Programa estd dividida en tres ares La segunda es titulada “Del delito”, encontrandose en el volumen pr a tercera, que es Hamada “De /a pena”, estando en el segundo Seal “uicio Crimi- también forma parte del segundo volumen, se denomina eras secciones, nal”, La traduccién costarricense comprendié las dos ca ‘sino al Proce- no asf la tercera, que no se refiere al Derecho Penal sustanttv® sal Penal. ; Teoria 3 sf: Romero Gir6n. Prélogo del traductor. En: Carrara, Francisco aa de la tentativa y de la complicidad 6 del grado en la fuerza se a Baitores, ductor: Vicente. Romero Girén). Madrid, F. Géngora y ‘Comp: by 1877, p. V. 2 * Carrara, Francisco. Teorfa de la tentativa y de la complicidad ne grado en la fuerza del delito (Traductor: Vicente Romero Girén). Ma ae F eal gora y Compaififa, Editores, 1877. Un ejemplar de dicho libro pues east) tarse en la Biblioteca de la Universidad de Costa Rica (Signatura 343; . VI Programa no lleg6 a ser traducido al castellano sino hasta que ocurrié ello en Costa Rica. Debe mencionarse que una traduc- cién al francés de un volumen de la parte general de la cuarta edicién ya habja sido realizada en Francia en 1876, ello por Paul Barer’. La traduccién costarricense lleg6 a circular en el extran- jero, prueba de lo cual es que a ella hacen referencia juristas como Luis Jiménez de Astia®, Francisco Carsi Zacarés, Anto- nio Quintano Ripollés*, Eugenio Cuello Calén? y Francisco Laplaza’® Acerca de la importancia de la traduccién costarricense, como la primera que se llevé a cabo al castellano, dice Luis Jiménez de Astia que la ciencia penal costarricense “... tiene ° 5 Sobre ello dice Enrico Ferri: “La parte general del Programa fue traduci- da al francés por Baret en 1876, pero Carrara me decia que hubiera prefe- rido que se tradujera al latin, ya que contiene una fraseologia técnica que slo la severidad latina puede verter de modo integro, y segtin la cual él gustaba hablar de “la fuerza moral subjetiva”, en vez de “la intencion” de cometer un delito; asi como al instrumento empleado para delinquir lo lla- maba “el sujeto activo secundario del delito”, mientras el delincuente era “el sujeto activo primario”. Ferri, Enrico. Francesco Carrara. En: Carrara. Programa de Derecho Criminal (Traduccién de José Ortega Torres y Jorge Guerrero). Bogoté, Temis, Tomo 10, pp. 67-68. © Jiménez de Astia, Luis. Tratado de Derecho Penal. Buenos Aires, Tomo I, 1950, p. 1078; Jiménez de Astia, Luis/Carsi Zacarés, Francisco. Cédigos Penales Iberoamericanos. Caracas, Editorial “Andrés Bello”, Volumen pri- mero, 1946, p. 177. ” Jiménez de Asta, Luis/Carsi Zacarés, Francisco, op. cit, Volumen prime- 10, p. 177. : * Quintano Ripollés, Antonio. La influencia del Derecho Penal espafiol ei las legislaciones hispanoamericanas. Madrid, Ediciones Cultura Hispdnica, 1953, pp. 136-137. > Cuello Calén, Eugenio. Derecho Penal. Barcelona, Bosch, Tomo I, Volu- men I, p. 49. 10 Laplaza, Francisco. Francisco Carrara. Sumo Maestro del Derecho Pe- nal. Buenos Aires, Editorial Depalma, 1950, p. 8. Vil abolengo précer, ya que hasta no hace muchos ahos sirvib de texto en su Escuela de Derecho, la traduccion al castellano de Octavio Beeche"' y Alberto Gallegos, del Programa de Carra- ra. A Costa Rica le corresponde, pues el honor de haber puesto en espanol la insigne obra, con mds de treinta aos de adelan- to, de que nosotros emprendiéramos su traduccion y mas de medio siglo antes de que se vertiera al castellano en la Argenti- na”'? (el subrayado no es del original). ; Sobre ello mismo dijo Antonio Quintano Ripollés en 1953: “La pequefia Republica costarricense (...) ha mostra (...) una constante fidelidad a los cdnones cientificos Y legal Mi de Espafia, a la vez que honda preocupaci6n por los temas Ju ; dico-penales. En ella comenzose a traducir al castellano, me cho antes que en Espafia misma y que en cualquier otro ue de la Hispanidad, el magno Programa del Curso de Dere in. criminal, del gran Carrara, el afio 1 889, por los penalistas a cales Octaviano Beeche'’ y Alberto Gallegos. No aminora a mérito de pioneros el hecho de que, por diversas causas eer a su entusiasmo, no consiguiesen publicar mas que el tomo oo mero" de la obra, al igual que anos después en la Peninsu or habiendo cabido recientemente a la Argentina (...). el hon cientifico de llevarla felizmente a cabo. Su ambicioso ine en un pais de tan escasas posibilidades de todo orden © ee. Costa Rica, se explica por la presencia en él de una ane i fs ocupacién cientifica, como la hubo, en efecto, bajo la égi i uno de los mds conspicuos maestros del clasismo penal am mundo hispdnico, Rafael Orozco, profesor de la Universt a Béeche. '? Jiménez de Astia, Luis. Tratado..., Tomo I, p. 1078. 8 Octavio Béeche. Como se dijo arriba, se publicé también un tomo segundo, que no abarcé lo relativo al procedimiento penal. Vir de Santo Tomas y presidente de la Corte Suprema™* (el subra- yado no es del original). . Ya se hizo referencia al abolengo précer de la Ciencia Juridico Penal costarricense, como consecuencia de la traduc- cién del Programa de Carrara, atribuido por Luis Jiménez de Asta. Ese mismo insigne penalista y Francisco Carsi Zacarés, - en un libro que publicaron en 1946, dijeron al referirse a los Cédigos Penales costarricenses de 1870 y 1880: “La ensefianza del Derecho penal en Costa Rica era por fortuna, de buen cufio juridico. No debe olvidarse que en 1889 se hizo alli la primera traduccion en lengua castellana, de una parte del Programa de Francisco Carrara, cuidadosa y fiel, por Octavio Béeche y Al- berto Gallegos y que sirvié de texto en la Escuela‘de Derecho de San José, hasta hace muy pocos aiios”"* (El subrayado no es del original). Sefialan luego que la traduccién costarricense fue realizada “con insuperable correccién de estilo” (el subraya- do no es del original”). Indicé también Luis Jiménez de Astia que la traduccién costarricense “se vertié en buen castellano” Como se dijo arriba, la traduccién costarricense se ade- lanté en mds de.un cuarto de siglo a la segunda traducci6n al castellano, la que se hizo en Espaiia, y en mas de cincuenta afios ala segunda traduccién que se llevara a cabo en Latinoamérica. En efecto, no fue sino hasta 1922 que Luis Jiménez de Asia emprendié la tarea de traducir al castellano el Programa de Carrara, ello como parte de un proyecto ambicioso, puesto que se trataba de una edicién adicionada con |a finalidad de actualizarla y adaptarla al Derecho Penal espajiol. Lleg6, sin 'S Quintano Ripollés, Antonio, op. cit., pp. 136-137. '© Jiménez de Astia, Luis/Carsi Zacarés, Francisco, op. cit.. Vol. I, p. 177. "7 Jiménez de Astia, Luis/Carsi Zacarés, Francisco, op. cil., Volumen I, p. 177, nota al pie 2. 'S Jiménez de Asia, Luis. Tratado..., T. I, p. 1078. IX embargo, solamente a traducir un volumen de la mencionada obra de Carrara. Una segunda edicién fue publicada en 1925”. Entre 1944 y 1949 Sebastian Soler, Ernesto G. Gavier y Ricardo C. Nifez \legaron a publicar en Argentina la totalidad del Programa de Carrara, abarcando la traduccion por primera vez tanto la Parte General como la Parte Especial”. Posteriormente, José Ortega Torres y Jorge Guerrero hicieron una nueva traducci6n de la totalidad del Programa, rea- liz4ndose la publicacién en Colombia" . '? Carrara, Francisco. Programa del curso de Derecho criminal, os 10*.ed. italiana por la redaccién de la RGLJ. Adicionada con 595. Citada penal moderno y espaifiol por L. Jiménez de Astia, or Eg es Dere- conforme a: Rodriguez Devesa, José Maria/Serrano Gomez, A! XVII. No cho Penal Espaifiol. Parte General. Madrid, Dykinson. aes Biblioteca he podido consultar esta traduccién, la que Ree eae Casta Rica. icia ni en la de la de la Corte Suprema de Justic: ae iminal di Curso de Derecho Criminal y (rreduccid stién Soler/Ernesto Gaviet/ a Carrara Francesco. Progra: Feeanysera la Real Universidad de Pisa (Traducci6n: Se ‘cha tra- Ricardo Niifiez). Buenos Aires, Depalma, 10 Tomos, 1944 en i duccién se encuentra en la Biblioteca del Colegio de Abogados. a Rica. de la Corte Suprema de Justicia ni en lade la Universidad de ae recho Criminal (Traduccion - a is, 10 Tomos. * he visto una ndo tomo de Una traduc- 21 Carrara, Francesco. Programa de De re » Cri Ortega Torres y Jorge Guerrero). Bogota, Editorial Tem 4 No tengo el dato del afio en que se realizé la traduccién, pel edicién del primer tomo del Programa 5 ia 1957. Otras obras de Carrara han sido traducidas al caste . 7 Argentina por cién de los Optisculos al castellano en 1955 fue Pose \ ree proba la Emesto Gavier y Ricardo Nifiez, aunque solamente he podido co: ca de 1a publicacién del primer tomo, el que se encuentra tanto ¢n la Bio Rica. - Corte Suprema de Justicia como en la de la Universidad de eee Besto Carrara, Francesco. Optisculos de Derecho Criminal (Ti raducci es ome R. Gavier/Ricardo C. Nufiez). Buenos Aires, Ediciones Arayu, 19 se José I. Luego una nueva traduccién fue realizada en Colombia, hecha Eee oe Ortega Torres y Jorge Guerrero. Cf. Carrara, Francesco. Opisculos ee recho Criminal (Traduccién José Ortega Torres/Jorge Guerrero). Bos! ia Temis, 7 Tomos, 1976 y ss. En México se publicé una compilacién de on Optisculos en 1995, ello bajo el titulo “Derecho Penal”. La traducci6n Fl hecha por Enrique Figueroa Alfonzo. Cf. Carrara, Francesco. Derecho Pe- x 2. La traduccién del Programa de Carrara como parte de la tradici6n universitaria y educativa costarricense Ya en 1876 Salvador Jiménez habia publicado el libro “Elementos de Derecho Civil y Penal”™, obra en dos tomos que estaba dedicada fundamentalmente al Derecho Civil, materia de la cual el autor era Catedratico en la Universidad de Santo Tomas. Por otro lado, en 1882 se habja publicado el libro “Ele- mentos del Derecho Penal de Costa Rica”, que comprendia tanto la Parte General como la Parte Especial del Derecho Pe- nal. Dicha obra era de Rafael Orozco, también Catedratico de la Universidad de Santo Tomas”. La Universidad de Santo Tomas habia sido creada en 1843, siendo disuelta en agosto de 1888, o sea antes de la publi- nal (Traduccién: Enrique Figueroa Alfonzo). México, Editorial Pedagégica Tberoamericana, 1995. Igualmente se Ilegaron a publicar en Colombia las obras de Carrara “Reminiscencias de Cdtedra y Foro” y “Lineamientos de practica legislativa penal” ambas traducidas por Jorge Guerrero. Cf. Carra- ra, Francesco. Reminiscencias de Catedra y Foro (Traduccién: Jorge Gue- rrero). Bogota, Temis, 1988; Carrara, Francesco. Lineamientos de practica legislativa penal (Traduccién: Jorge Guerrero). Bogota, Temis, 1988. En el tomo X de la traduccidn del Programa hecha por Soler, Gavier y Niifiez se incluyé la traduccién de diversos articulos de Carrara. Cf. Carrara, Frances- co. Programa... (Traduccién: Soler/Gavier/Ntiiez), T. X, 1949. Ademds fue publicado en Colombia “Cuestiones sobre la tentativa”, ello en 1992. Cf. Carrara, Francesco. Cuestiones sobre la tentativa (Traductores: José Ortega Torres/Jorge Guerrero). Bogota, Temis, 1992. Una recopilacién de los arti- culos de Francesco Carrara sobre la prisién preventiva en: Finzi. La prision preventiva. Propuestas de reforma precedidas de la traduccién castellana de los escritos de Carrara sobre la materia. Buenos Aires, 1952, pp. 5-63. 2 Jiménez, Salvador. Elementos de Derecho Civil y Penal. San José, Im- prenta Nacional, 2 Tomos, 1876. % Orozco, Rafael. Elementos del Derecho Penal de Costa Rica. San José, Imprenta Nacional, 1882. 4 f . 2 Rafael Orozco era Catedratico de Derecho Romano, Derecho Internacio- nal y Derecho Penal. . XI cacién del Programa de Carrara en Costa Rica. Pero dicha diso- lucién no implicé la de la Escuela de Derecho~”, Ja que conti- nu6 existiendo, convirtiéndose en 1940 en la Escuela de Dere- cho de la Universidad de Costa Rica, afio en que fue creada ésta. Ello lleva a que la Facultad de Derecho de dicha ay dad pueda con orgullo afirmar que tiene una existencia de , afios, a pesar de que la Universidad de Costa Rica solamente cuenta con 60°. Eso mismo permite relacionar la trade del Programa de Carrara con la tradicion de dicha ae : anterior ya que la traduccion fue hecha por dos estudiantes ° Escuela de Derecho y para que sirviera de texto en las clases de Derecho Penal. Ellos mismos mencionaron la falta de ue texto para las lecciones de Derecho Penal y que si bien existian a chisimas obras notables sobre este ramo del Derecho Piiblico, eran demasiado extensas para un curso escolar o bien monogya- fias o comentarios especiales de determinadas legislaciones - Debe resaltarse ademds el apoyo gubernamental a la publicacién de la traduccién de] Programa de Carrara. En efec- to los traductores expresan su agradecimiento al Secretario de Instruccion Publica”® Mauro Fernandez, quien presté un apoyo gubernamental decidido a la idea de realizar la publicacion’ . No debe olvidarse que Mauro Ferndndez estudié en la Escuela de Derecho de la Universidad de Santo Tomas, de la que se 25 a} disolverse se crearon Escuelas superiores profesionales de Derecho y Notariado, de Ingenierfa y de Medicina. Sin embargo, las de Ingenieria y Medicina no Ilegaron a abrirse. Cf. Rodriguez Vega, Eugenio: Biografia de Costa Rica. San José, Editorial Costa Rica, 1980, pp. 105-106. 26 wcercade ello: Facultad de Derecho (Editora). 150 afios de la creaci6n iS la Facultad de Derecho (1843-1993). San José, Universidad de Costa Rica, 1993. 27 Vease el prefacio de los traductores. 28 se trata de un puesto equivalente al de Ministro de Educaci6n de hoy dia. 29 Asi lo indican los traductores en el prefacio del libro. XII gradu6 en 1869. Ademés al llegar a la Secretaria de Instruccion Publica era ya profesor de Derecho”, por lo que no debe sor- prender su apoyo a la Escuela de Derecho. Durante su gestién dio un respaldo decidido a la educacién primaria y secunda- ria", aunque abolié la Universidad de Santo Tomas. Sin embar- go, ello no debe ser considerado como contradictorio con su apoyo a la publicacién del Programa de Carrara, ya que la abo- lici6n de la Universidad de Santo Tomas significé mas que nada la eliminaci6n de dicha Universidad como estructura organiza- tiva’?, pero no en cuanto al funcionamiento de los estudios su- % Rodriguez Vega, Eugenio. op. cit., p. 104. Mauro Ferndndez fue Profesor de Filosofia en la Universidad de Santo Tomas y luego de Economia Politica en la Escuela de Derecho. Cuando habia concluido su carrera de Derecho viaj6 a Europa, asistiendo en Madrid al curso 1870-1871 de la Universidad Central, frecuentando las lecciones y conferencias de Castelar, Giner de los: Rios, Salmerén, Moret, Silvela, etc. Fue Fiscal de la Corte Suprema de Jus- ticia, Diputado a la Constituyente de 1878 y al Congreso en las Administra- ciones de Préspero Fernandez y José J. Rodriguez. Tuvo a su cargo los Mi- nisterios de Hacienda y de Instruccién Publica durante ‘el Gobierno de Ber- nardo Soto. Fue ademas Administrador del Banco de Costa Rica a partir de 1898. Cf. — El sefior Ldo, Don Mauro Fernandez. En: Foro (Revista), Tomo I, No. 4, 15 de agosto de 1905, pp. 50-51. : 3 op Rodriguez Vega, Eugenio, op. cit., pp. 104-105. 2 Dice Carlos Monge Alfaro: ““Posiblemente, en el fondo del pensamiento de don Mauro se trata de eliminar la Universidad de Santo Tomds, seguin el modelo de 1844, demasiado académico, apegado a las luces, concepto ro- mdntico surgido en el siglo XVIII (...) y plantea la educacién superior en el climax de la filosofia positivista, penetrada de ciencia hasta la médula/Si todos los fundadores de 1844 abundaron en declaraciones retoricas, en be- llas palabras y magnificas intenciones, quienes en 1888 la abolieron, tam- bién cayeron en el mismo pecado, si no véase: de las tres escuelas Profesio- nales enunciadas en el decreto (de abolicién de la Universidad de Santo Tomés), sdlo quedé en pie, la que tenia raiz, tradicién, sustancia y solera de medio siglo, la de Derecho (...). ¢A qué se redujo la actitud de don Mauro? A mantener, en la intencién, varias escuelas Profesionales desligadas entre st, sin vinculo que las uniera. O sea, el modelo de la Universidad de fines de siglo que empezabu a cundir por todo América Latina. En los Estados Uni- dos de América y en Europa las universidades se mantuvieron dentro de una XIII ya que, como se dijo, se mantuvo la Escuela de Dere- periores, iversidad de cho, resultando que durante la vigencia de la Un ae Santo Tomas, la misma se redujo la mayoria del tiempo a !a Es- cuela de Derecho”, que era la que existia al momento de ! ado licién de la Universidad”. Mas bien pareciera que Ia abolicion de la Universidad de, Santo Tomas no obedecio a eee explicitamente expresadas en el decreto que se dicto . aes wo enfrentamientos que habia tenido Mauro Ferndndez con 1 toridades universitarias de la Universidad de Santo Tomas’ - ce pocas décadas las concepcién académica rigurosa. En Alemania hasta ha ran escue- i ieric ic i idad, sino que escuelas de ingenierfano perteneciana la universi aa las técnicas” Monge Alfaro, Carlos. Universidad de Santo Dorey Dere- cultad de Derecho (Editora). 150 afios de la creacién de la Facultae 105. cho (1843-1993). San José, Universidad de Costa Rica, 1993, p. iversidad de %3 CE Armijo Sancho, Gilbert. La Facultad de Derecho en la Universidad Bs Santo Toms. En: Facultad de Derecho (Editora). 150 afios de Iota Rica, la Facultad de Derecho (1843-1993). San José, Universidad de 1993, pp. 67-69. s * i i it., p. 105; Armijo Sa Cf. Vega Rodriguez, Eugenio, op. cit., p. i vnento op. cit., p67. Carles Monge Alfaro seiiala por el contrario que al Medicina. del cierre de la Universidad existian las Escuelas de Derecho hee pean Agrega que el cierre de la Universidad fue inconsistente, puesto angen. tuvieron ambas Escuelas y mas bien se agregé una tercera, lade Cf. Monge Alfaro. Universidad..., p. 104. ne 35 Dice el Art. 1°del decreto: “Mientras las condiciones sociales ae ee la Ppermitan la creacion de una Universidad como elemento eae m va insti- organizacién que a sus funcionarios corresponde, queda aboli eles dé tucién; y en su reemplazo créanse Escuelas superiores profes! one Vee, Derecho y Notariado, de Ingenieria y de Medicina”. Cf. Roce aaa Eugenio, op. cit., p. 105. Una critica a las razones expresadas pospregon, Fernandez fue hecha por Enrique Macaya. Cf. Bonilla, Abelardo de Santo Rafael/Macaya, Enrique. Significaci6n intelectual de la Valeo aera) Tomés en la Costa Rica del siglo XIX. En: Facultad de Derecho ( rial 150 afios de la creacién de la Facultad de Derecho (1843-1993). San * Universidad de Costa Rica, 1993, pp. 32-45. © Sefiala Carlos Monge Alfaro: “Habria que referirse en forma somera a las diferencias ocurridas entre el poderoso Ministro de Instruccién Publica ncho, Gilbert, XIV ja abo-- Fa- | 3. Los traductores costarricenses del Programa de Carrara Los traductores costarricenses fueron Octavio Béeche Argiiello y Alberto Gallegos Pacheco, quienes cursaban estu- dios en la Escuela de Derecho. . Octavio Béeche Argiiello nacié el 16 de junio de 1866 y. murié el 2 de junio de 1950”. . Tuvo una participacién activa como diplomitico, abo- gado litigante, jurista, profesor universitario, juez y politico. La traduccion del Programa de Carrara la emprendié a la edad de 22 afios. . Entre sus publicaciones, aparte de la traduccién del Pro- grama de Carrara, sobresale el “indice General de la Legisla- . cin Vigente”, obra cuyo primer tomo aparecié publicado en 1935, siendo publicado el cuarto tomo en 1940™. Se trata de un trabajo que prest6 una gran ayuda a estudiantes, abogados y de don Bernardo y la Universidad de Santo Tomas, a raiz, segtin parece, de la rebeldia de sus autoridades de aceptar algunos puntos de vista del Ejecu- tivo. En efecto, la Universidad acord6 declarar incorporado en ella el Insti- tuto Americano — colegio privado, con sede en Cartago, regentado por don Juan Ferndndez Ferraz. De acuerdo con la autonomia, restaurada en 1883 (...) la Universidad estaba en aptitud de proceder como lo hizo. Empero, el Ministro censuré esa actitud (...) Es dable observar las diferencias que se- paraban bastante a la Universidad de Santo Tomds del Ministerio de Ins- truccién Piiblica y de la fuerza y actitud tajante de don Mauro con respecto a las autoridades que regentaban la institucién universitaria. iMeses des- pués vino la abolicién!”. Monge Alfaro, Carlos. Universidad..., pp. 105- 106. Indica Eugenio Rodriguez Vega que la abolicién de la Universidad de Santo Tomas “es la culminacién de serios conflictos entre el ministerio yla institucion universitaria”. Rodriguez. Vega, Eugenio, op. cit:, p. 105. x - 7 Los datos sobre Octavio Béeche son tomados fundamentalniente de: Pu- jol Portuguez, José Luis. El licenciado don Octavio Béeche Argiiello. En: Revista del Colegio de Abogados, Tomo V, No. 6, junio de 1950, pp. 177- 187. . 3 f , 8 of. Béeche, Octavio. indice general de la legislacién vigente de Costa Rica el 31 de diciembre de 1934. San José, Imprenta Nacional, Vol. I, 1935; XV jueces, puesto que recopild las leyes vigentes. resultando gue hasta esa fecha no existia ninguna obra que indicara cudles le- yes habian sido derogadas, lo que obligaba al interprete ae sar la legislacién desde los inicios de la independencia. Put ademas “Estudios Penitenciarios” en 1890" , consecuencia le viaje que hizo en 1889 a diversos paises europeos conel objet vo de estudiar sus sistemas penitenciarios. enviado por el go bierno de Costa Rica. Debe mencionarse ademas su libro Es tudios de Derecho Constitucional”™, publicado en 1910, pro ducto de sus largas estancias en Francia. . Su graduacién como abogado fue el 16 de apical 1892", o sea varios afios después de Ia traduccion del Prog: me De 1894 a 1899 se desempefid como Profesor de Dere sho Penal de la Escuela de Derecho. spunal deArbi Bm 1902 fue designado Presidente del Tri i" io como traje Centroamericano, en el que habia sido nombra representante de Costa Rica. innel : seicoll Costa Rica & Béeche, Octavio. indice general de la legislacion vigente de ; Béeche, 30 de abril de 1936. San José, Imprenta Nacional. Vol Tt en José. Octavio. fndice general de la legislacién vigente de oo ¢ general de 1a Imprenta Nacional, Vol. III, 1939; Béeche, Octavio. ."s IC i eé Imprenta legislacién vigente de Costa Rica el 30 de abril de 1940. San eee de Nacional, Vol. IV, 1940. Estos textos fueron consultados en 1a la Corte Suprema de Justicia. » Béeche, Octavio. Estudios penitenciarios: informe presented a sultarse no de Costa Rica. San José, Tipografia Nacional, 1890. Puede cn ia de la tanto en la Biblioteca de la Corte Suprema de Justicia, como Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica. . .é, Libreria “© Béeche, Octavio, Estudios de Derecho Constitucional. San José: To Espafiola de Marfa Vda. De Lines, 1910. Este libro lo consulté e1 teca de la Corte Suprema de Justicia. Gobier- fa Poli- “" Ex nombre de su tesis de graduacién fue: “Problemas de Economia Po tica”. Cf. Lascaris, Daniel. Desarrollo de las ideas filos6ficas en Cos San José, ECR, 1964, p. 530. XVI En 1934 fue electo por el Congreso Constitucional para ocupar la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia”. En 1936 fue candidato a la Presidencia’. Ya muchos afios antes, en 1901, su nombre habia sido propuesto junto con Ascension Esquivel y Cleto Gonzalez Viquez como candidato de transaccién a la Presidencia de la Reptiblica®. Ademés de ello durante su vida tuvo una participacién muy activa en la politica y diplomacia costarricense. Por ejem- plo, en 1888, a la edad de veintidds afios, habia sido nombrado Subsecretario de Estado en el Despacho de Relaciones Exterio- res. En 1930-1931 se desempefié en la Cartera de Relaciones Exteriores, Gracia, Justicia y Culto. Fue ademas Consul Gene- ral en Paris (1891-1892), Ministro Plenipotenciario en los Esta- dos Unidos de América (1922-1924), Abogado Consultor de la Legacién de Costa Rica en Francia (1926-1930). Particip6 como parte de la Delegacién costarricense en diversas negociaciones, * Como presidente de la Corte Suprema de Justicia Octavio Béeche apoys la reforma al Codigo de Procedimientos Civiles de 1933, que no habia solu- cionado los problemas de lentitud y complejidad del proceso civil que habia presentado el Cédigo de 1888. Indica sobre ello Jorge Enrique Guier: “Tal era el problema que se presentaba en los tribunales que por idea original del presidente de la Corte Suprema de Justicia, licenciado don Octavio Bee- che, en 1935 se integré una comisién con los magistrados licenciados don Luis Davila y don Antonio Picado, para que revisaran esa legislacién, El presidente Beeche intervino esporddicamente, y de manera extraoficial, en los trabajos de la comisién. Como coronacion de los esfuerzos de ella, en 1937 se publicé el Cédigo de Procedimientos Civiles”. Guier, Jorge. Histo- ria del Derecho. San José, Editorial Costa Rica, Tomo II, 1968, pp. 1208- 1209. ** Octavio Béeche recibié en dichas elecciones 29,806 votos, de un total de 88,324 votos emitidos. Sobre los resultados de dichas elecciones véase: Sto- ne, Samuel. La dinastia de los conquistadores. San José, EDUCA, 1976, p. 577. “ Sobre ello: Monge Alfaro, Carlos. Historia de Costa Rica. San José, Im- prenta Trejos, 1966, p. 238. XVII por ejemplo el arreglo de la deuda francesa (1933). ademas in- tervino como Delegado a la Conferencia Centroamericana que se reunio en Guatemala en 1934. Igualmente form6 parte de la Comisién Consultiva para estudiar las proposiciones de Nica- ragua relativas a la creacién de una linea fluvial y terrestre que condujera al Océano Atldntico, con conexiones en el rio San Carlos y en el Rio Colorado. es ‘Alberto Gallegos Pacheco nacié en abril de 1868" y muri, a la edad de 40 afios, el 24 de enero de 1909. 7 Fue compafiero de Octavio Béeche, tanto en la Escuela de Derecho” como de Bufete’”. : - Emprendié la traducci6n de la Parte General del ted ma de Carrara cuando atin no habia cumplido los 21 afios, st do estudiante en la Escuela de Derecho “5 Fue bautizado el 17 de abril de 1868, En el Libro de Bautizos ¢¢ See Tomo XXVII, correspondiente a 1867 y 186810 se ha encontrado" Pr respectiva. Sin embargo, la fecha de bautismo mencionada es in' Gel Tomo Constancia puesta por el cura Carlos Maria Ulloa en el apéndice .s de San XLII de 1895, al folio 330, asiento 1946/A del Libro de Bautiz0s tarde José. Lo anterior de acuerdo con la informacién suministrada Ta eta Chamberlein Gallegos, bisnieto de Alberto Gallegos Pacheco. “rebido a he podido determinar la fecha de nacimiento, debe estimarse que el naci- las costumbres ‘de la época y al corto tiempo que transcurrla eae antes miento y el bautizo, que su nacimiento fue el mismo dia 0 pocos del bautizo. : = = -aducci6n Enel prefacio los traductores sefialan que dos afios antes de law recibieron lecciones de Derecho Penal. 47 Pujol Portuguez, José Luis, op. cit., p. 179. Alberto Gallegos fue un a tacado abogado. En la Revista Foro puede consultarse la demanda redac : por él en la sucesién de Mariano Carazo contra Otto Jonathan Hibbe, Ea fue uno de los juicios més importantes de la época. Cf. Gallegos, Alberto. Demanda de la Sucesién de don Mariano Carazo contra don Otto Jonathan Hubbe. En: Foro, Costa Rica, Tomo III, No. 7, 15 de noviembre de 1907, pp- 241-256. “8 No he podido determinar la fecha de graduacién. Sin embargo, el 11 de noviembre de 1891 aparece rindiendo examen de Derecho Mercantil, el 12 XVIII Es importante citar la publicacién que en su memoria se hizo en la Revista Foro con razén de su muerte: “(...) El Licen- ciado Gallegos emprendi6é el camino en la lucha de la vida, llegando 4 ocupar en nuestra sociedad envidioso puesto, me- diante su propio esfuerzo: sdlo, sin el contingente rico de una rica familia, sdlo, sin el apoyo de una posicién social, escogi- da, asi llegdé a ser miembro distinguido de nuestro Colegio de Abogados y 4 ocupar varios puestos honrosos del Estado. Al primero dio lustre con la rectitud de sus procederes, con la hom- bria de bien que imprimian 4 todas sus acciones; los jévenes estudiantes de Derecho, dijo el Maestro, en la bellisima ora- cidn fiinebre que le dedicé; encontrardn en la vida profesional del Licenciado Gallegos, una leccién admirable, que ojald apro- vechen y sepan imitar/En el desempefo de los honrosos cargos que el Estado tuvo 4d bien confiarle, empleé todos los empefios de su voluntad y de su inteligencia, y los sirvié en medio de francas y claras demostraciones de adhesién y carifio. Su pues- to por excelencia fue el de Presidente de la Junta de Caridad, y es que en él tenia amplio campo para el ejercicio de su ingénita bondad, de su magndnimo coraz6n, de su generoso espiritu (Ay, de diciembre de 1891 de Practica Forense y el 22 de diciembre de 1891 de Economia Politica. En las actas se le menciona como Bachiller Pasante. En 1893 aparece como examinador en diversas materias, por lo que su gradua- cidén fue antes de ello, habiendo Ilegado a ser Profesor de la Escuela de De- recho, lo anterior debido a que el Tribunal Examinador era compuesto por tres personas, uno de ellos era representante del Colegio de Abogados, de quien dependia la Escuela de Derecho, y dos mds, entre los que se encontra- ba Alberto Gallegos, que aparentemente eran profesores de dicha Escuela. El 27 de enero de 1893 aparece como examinador en Filosofia del Derecho, el 29 de noviembre de 1893 de Derecho Internacional Privado, el 1° de di- ciembre de 1893 de Derecho Penal y el 5 de diciembre de 1893 de Derecho Administrativo. Cf. Escuela de Derecho. Libro de Actas de Exdmenes de fin de curso de la Escuela de Derecho, Tomo I del 29 de diciembre de 1888 al 12 de abril de 1894, folios 38, 39, 43, 45, 74-75, 79-80, 86-89. o. In Memoriam — Alberto Gallegos Pacheco. En: El Foro, Costa Rica. Tomo IV, No. 10, 15 de febrero de 1909, p. 298. En la portada de dicho XIX Como se indica en lo transcrito, Alberto Gallegos tuvg como labor més destacada la de Presidente de la Junta de Cari- dad de San José, hoy dia conocida como Junta de Proteccion Social”. Se desempefié en dicho puesto desde el 1° de mayo de numero aparece la fotografia de Alberto Gallegos. El mismo. ae cibis ay en Costa Rica, vivié durante siete afios en Guatemala. en don a ia ie educacién antes de iniciar sus estudios de Derecho. Asi la Bevis sauté de cultad de Derecho de Guatemala de abril de 1909 dio noticia de vitnimo falle- Alberto Gallegos. Se escribié alli: “El dia veinticuatro de enere ime ae cid en Costa Rica nuestro muy estimado amigo y antiguo co Pes on seitor Licenciado don Alberto Gallegos./Tan inesperada ne por ls nosotros el mas profundo dolor. Vinculados con el senor pat fondoy éra imperecederos recuerdos de la adolescencia, le Oa on iaida mos justos apreciadores de las prendas reelevantes que a inl senor Galle- ejemplar y laboriosa de tan distinguido centroamericano. ; 7 oval en el gos recibid en Guatemala su primera educacion intelectua educador colegio del seRor don Juan Urrutia y, al lado de este venera te aiéte tan hidalgo como bueno, tan honrado como sencillo, a Ya biel afios acopiando con tesén y afanoso empeiio la SO oe earn que habia de germinar en tan propicio terreno y producir ef egos d Costa corazén y de una alma noble y levantada !Vuelto el sefior GU TT 1g Rica, su pais natal, comenzé a darse a conocer y 4 abrir coos desusfite Juventud, luchando siempre como bueno y fundando los cmt LS te Dare ura posicion social. Inicid y concluyé con lucimiento, sus esti nae choy honré con su nombre de abogado distinguido, al Colegig Tt tg de Costa Rica que lo contaba entre sus miembros./El senor Ga! a deja al Mecenas: se debid a si mismo. No tuvo bienes de fortuna; los a a porla rendir la jornada, son el fruto de su laborioso trabajo. Am6é la. i ides jute St justicia misma. La corrupcién no anidé en su pecho y la honre det ey bandera y su escudo de combate./Los menesterosos le querian care ee ore la caridad manaba 4 copiosos raudales de su corazén generoso. e ose diciones lo colocaron en la presidencia de la Junta de Caridad de ee enel cual puesto tuvo la oportunidad de hacer resaltar las bonda ta a SH de tas en que abundaba./La muerte ha venido a sorprenderle en la plenii ‘oy la vida, arrancdndole de improviso del seno de su hogar, ayerdichoso, are azotado por el mas grande de los infortunios (...)”. Citado en: - Notas. ' Costa Rica, Tomo V, No. 1, 15 de mayo de 1909, pp. 29-30. 5° 1 a misma fue fundada el 3 de julio de 1845. Sobre la Junta de Proteccién Social: Hernandez Alfaro, Eugenia Maria. Resefia histérica 155 Aniversar! 1845-2000. San José, 2000. XX 2 SI 1902 hasta el 28 de diciembre de 1908"', 0 sea hasta cerca de un mes antes de su muerte, consecuencia de una penosa enferme- 32 dad™. 4. Francesco Carrara, autor del Programa de Derecho eet 53 Criminal Francesco Carrara nacié en la ciudad de Lucca el 18 de setiembre de 1805, tinico hijo del ingeniero Juan Bautista Ca- rrara y dofia Clara Chelli. Estudi6 jurisprudencia en el Liceo Universitario de Lucca, en donde se gradué el 1° de noviembre de 1827. El 31 de di- ciembre de 1831, pasé las practicas que realiz6 en Florencia en el despacho del distinguido jurisconsulto Vincenzo Giannini y obtuvo su licencia de abogado™. *' Cf. Hernandez Alfaro, Eugenia, Marfa, op. cit., p. 86 *? Véase: - Don Alberto Gallegos. Figaro, Costa Rica, No. 100, 30 de enero de 1909, p. 5, en donde se dice “En la mafana del lunes 25 del corriente, bajé al sepulcro, después de una penosa enfermedad, el Licenciado don. Alberto Gallegos, uno de los hombres mas prominentes de nuestra sociedad por las altas prendas de su espiritu y de su corazén”. °3 1 os datos que a continuacién se indican estén basados fundamentalmente en: Agudelo Betancur, Nédier. El pensamiento juridico penal de Francesco Carrara. Bogota, Temis, 1988, pp. 122-124; Laplaza, Francisco, op. cit., 56 p.; Enciclopedia Universal Ilustrada Europa-América. Madrid, Espasa-Cal- pe, Tomo XI, s.f., pp. 1295-1296; Carrara, Francesco. Programa de Derecho Criminal (Traduccién de: José Ortega Torres/Jorge Guerrero), Tomo X, 1991; Soler, Sebastién. Carrara y su Programa de Derecho Criminal. En: Carrara, Francesco. Programa del Curso de Derecho Criminal dictado en la Real Universidad de Pisa (Traduccién: Sebastian Soler/Emest Gavier/Ricardo Niifiez). Buenos Aires, Depalma, Tomo I, 1944, pp. I-XIX; - Carrara, Fran- cesco, http:www.cln.it/Ipers/page8.shtml. ** Cf. Laplaza, op. cit., p. 25; Paladini, Carlo. Recuerdos de Francesco Carrara. En: Carrara, Francesco. Programa de Derecho Criminal (Traduc- cidn de: José Ortega Torres/Jorge Guerrero). Bogota, Temis, Tomo X, 1991, p. 184. XXI Se desempeiié brillantemente ante los tribunales como aber gado, tanto antes como después de empezar su vida como pe fesor universitario. Asi indica Carlo Paladini: “Como abog inclinacio v6 de fue eficientisimo y adm irable. Su inclinacion natural lo lle a i ilisi icio de proteger la ino- especial al nobilisimo oficio encia, dé ampa s derechos de los que cencia, de amparar en alguna manera lo. re hubieran caido en manos de la justicia; y a este fin : oer armonioso nexo, sus estudios cientificos y Su practica fis se”. Sefiala ademas Paladini: “Como abogado defenso A rrara fue insuperable, por la doctrina, por la a - po. respuesta pronta, eficaz, pintoresca, vehemente ° i , con a seia todas las malicias de la profesion, o mnejor Hc frase ritual, todas las picardias del oficio” . pee El 7 de octubre de 1848 fue nombrado por el gran i la Toscana, Leopoldo II, profesor de Derecho Penal en « a de Lucca, en el cual habfa estudiado Carrara’ . Sobre ae ciones en Lucca dice Laplaza: “Nunca, posiblemente, se ei ron en el Liceo de Luca cursos de mayor resonancia. uF inst local fue tanto, que hasta debié hacerse cargo de uno i a tuciones de derecho civil, materia en la que Carrara, 4. jurista completo, era también avezado” Dees E19 de noviembre de 1859 fue designado profesor de no cho Penal de la Universidad de Pisa para suceder a Fi eee Antonio Mori, quien a su vez habfa sucedido a Carmignant 1840. Sobre ello es importante citar lo dicho por Francisco 55 patadini, Carlo, op. cit., p. 151. 5 Paladini, Carlo, op. cit., p. 161. *” Sefiala Laplaza: “El antiguo alumno volvia como profesor a los 43 anes de edad. No tuvo el fulgor deslumbrante y fugaz de la mayoria de los pre! i ces, ni la ocasién propia de los oportunos. Llegd después de mucho eee en el estudio de los principios por su aplicacién, a una casa de ensefanza Segundo orden”. Laplaza, op. cit., p. 38. ios 5 | aplaza. op. cit., p. 39. plaza, quien aclara yerros sobre la relacién entre Carrara y Carmignani, dos grandes autores de la Escuela Clasica: “‘Ca- rrara no fue (...) alumno directo de Carmignani, que durante 37 afios entre 1803 y 1840, impartié sus luminosas ensenanzas penales en la Universidad de Pisa. El error esté muy difundido, incluso en serios autores italianos, algunos de los cuales afia- den todavia que Carmignani aplaz6 a Carrara en los exdmenes de derecho penal. Casi tan extendido, de que éste sucedié a aquél en la cétedra pisana. Ambas aserciones son, de hecho inexactas. Carrara se laureé en Luca y completé en Florencia los estudios practicos con el abogado Vicente Giannini, sin cur- sar estudios regulares en Pisa. Y (...) cuando llegé a profesar en esta ultima ciudad, lo hizo sucediendo a Mori, y no a Car- mignani, quien, por lo demas, habia muerto doce ajios antes: el 29 de abril de 1847". Asi Carmignani no fue profesor de Ca- rrara, aunque si ejercié una gran influencia intelectual sobre éste™. El propio Carrara, en la dedicatoria del Programa que hace a sus alumnos, menciona a Carmignani como su gran maes- * Laplaza, op. cit., pp. 19-20. Dice Francisco Laplaza: “Carrara tomé de Carmignani el método onto- légico, la distincidn entre imputacién y pena, entre cantidad y grado del delito y de la pena, y la teoria de las fuerzas — fisica y moral y cada una de ellas, a su vez objetiva y subjetiva-; e incorporé todo esto ala propia estruc- tura tedrica, previa depuracién conceptual”. Laplaza, op. cit., pp. 23-24. Indica ademas Laplaza: “Las relaciones entre ambos, fuera de este a@porte obtenido por via del ponderado conocimiento de su obra, mds que por la frecuentacion personal del autor, se reducen a alguna consulta hecha con motivo de la defensa de varios condenados a muerte, asumida por Carrara hacia 1845. Refiere éste que, junto con otro de los abogados defensores, procuré el consejo de Carmignani y obtuvo incluso que dirigiera un pedido de gracia al infante de Espafia Carlos Ludovico de Borbén, duque de Luca. Mas Carrara, que mantuvo siempre actitud reverente hacia el maestro, ni siquiera insiniia en sus nutridas pdginas que tuviera con él mayor intimi- dad. Carmignani, elevado merced a lo luminoso de su talento desde el mas humilde origen hasta la cdtedra y las dignidades de mayor prestigio, estaba entonces en el pindculo de la fama. No era facil llegar hasta él y por su XXIII tro, indicando que su libro estd dispuesto segtin el orden légico 6 ignani . ; 1 eee de las lecciones de Francesco Carrara en Pisa 1875 es importante mencionar lo dicho por Oscar ein : “Exponia con su palabra licida y eficaz las teortas de 4 ree . penal a la multitud escolar de Pisa. Ningun deseo de to. a frase, de mover los afectos, de impresionar nuestra fanash a venil, lo guiaba en sus lecciones académicas; sélo ee helo, el ser claro y persuasivo. Pero su locucion adel correcta, su argumentacién compacta, amplias las. ns a odo raciocinio, profundo el andlisis y evidente la sintesis, aba que del tema menos idéneo para conmover al auditorio ee Carrara el resultado de largos, entusiastas y sinceros a i que otros no habrian podido suscitar con el lenguaje fie ion bellezas retéricas, con periodos dramdaticos o con énfa. torio”™. ni su Gnimo estaba bien dispu 24-25. Acerca de Carrara ‘dos en la vida de Frances- erecho Criminal (Tra- parte, tampoco favorecia el acercamiento, | to hacia los hijos de Luca”. Laplaza, op. cit., PP. . y Carmignani: Rossi, Paolo. Episodios desconoci co Carrara. En: Carrara, Francesco. Programa de De duccién de: José Ortega Torres/Jorge Guerrero). Bogoté, 1991, pp. 97-102. ee 81 Dijo allf Carrara: “A mis alumnos/Al componer este libro dispuesto Sé- temente farmign: este et maestro —no busqué gloria para mi, sino utilidad para veer ame ° Se escoger, no crear; no intenté decir cosas nuevas, sino verde ee a puede preocupé por las formas brillantes, sino por la claridad. Si mi tra eh ds facilitaros el estudio de las disciplinas criminales, habré lograde prof to. Dios os dé salud y amor ala ciencia./Pisa, 10de diciembre de pee F Carrara” (E\ subrayado no es del original). En: Carrara, Francesco. grama... (Traduccién: José Ortega/Jorge Guerrero), Tomo I, p. 1. ® Scatvanti, Oscar. Una lecci6n de Francesco Carrara en 1875. En: Tradic- cién de: José Ortega Torres/Jorge Guerrero). Bogot4, Temis, Tomo X, 1991, p. 70. XXIV es Temis, Tomo “* _ En 1863, 1865 y 1867 fue electo diputado. No tuvo un pa- pel brillante en su vida parlamentaria™. En 1876 fue designado senador. En este ultimo cargo fue electo en la categoria vigési- © Sobre ello dice Paolo Rossi: “En sus tres experiencias electorales no le tom6 el menor gusto a la vida parlamentaria, como puede deducirse al in- vestigar en documentos su actividad de diputado. Las actas de la octava legislatura contienen, acerca del mds grande penalista italiano del siglo XIX, esta ultima anotacién, en la pdgina 10115 del volumen XII: Carrara, Francesco: abogado, profesor (Capannori); su eleccién fue anulada”. Indi- caademas R ‘Reelegido para la novena legislatura, no va por el distri- to de Capannori, sino por el de Luca, Carrara no tuvo otra actividad parla- mentaria que la que aparece en las actas de dicha legislatura (vol. IV, pag. 3359): “Carrara, Francesco: abogado, profesor (Luca); es aprobada su eleccién; presta juramento; pide a la Camara discutir el proyecto de ley y enviar a la comisién de presupuesto la peticién nimero 11.147, de Vincenzo Galli y otros ciudadanos de Luca./El texto de su discurso consta integra- mente en unas veinte palabras que susurré Carrara en la sesién del 25 de abril de 1866. Antes y después de esa solicitud a favor de algunos electores luqueses que pedian la revocacién de un exiguo tributo, guard6 el mds ab- soluto silencio”. Sefiala luego Rossi: “Para la décima legislatura también fue elegido Carrara, en representacién del distrito de Capannori, pero esta vez le ocurrié un grave incidente: su eleccién fue impugnada a causa de intrigas (...). Sentada el acta de las irregularidades, se llega a la conclusion de que son ajenas a Carrara, atribuibles al mal entendido celo de algunos de sus partidarios y no aptas de ningtin modo para alterar el resultado del escrutinio./La eleccién de Carrara fue revalidada. Pero aunque el parla- mento se traslad6 de Turin a Florencia, muy cerca de Luca y meta de sus continuos viajes profesionales, él se abstuvo de toda actividad politica, y asi los indices de la décima legislatura traen la anotacién siguiente (p. 11242): “Carrara Francesco: profesor ordinario de derecho penal.en la Universi- dad de Pisa (Capannori); se hace el relato de su eleccién; es sometido a investigaci6n parlamentaria; resultado de esa investigacién; su elecci6n es revalidada; presta juramento; pide licencia de retiro”. Rossi, Paolo, op. cit., Pp. 125-126. Luego de no optar a la renovacién de su mandato Carrara se Presenté de nuevo como candidato en 1874 en representacién de Mozzano, ello con la intencién de combatir la introduccién de la pena de muerte en Tos- cana. Sin embargo, perdi la eleccién. Cf. Rossi, Paolo, op. cit., pp. 126-127. XXV ma, correspondiente a los que honraron a Italia con servicios 0 méritos eminentes En 1859 fue publicado el primer tomo del Programa de pe recho Criminal, obra de nueve tomos que terminaria en 1870, siendo su obra mds a eer Hizo ademds muchas otras publica » en a bresalen los “Opuisculos de Derecho Criminal” yes rae, mientos de practica legislativa penal”, publicados ar i las “‘Reminiscencias de Catedra y Foro", que fueron public en 1883. . : Francesco Carrara fue miembro honorario de la ace de Legislacién de Tolosa y de la Sociedad de oar ‘Socieda A cacién del pueblo de Belinzona; miembro titular de la ea de Legislacién Comparada de Paris; socio correspon bardo de la Academia Real de Bélgica, de! Real Instituto ear oes Ciencias y Letras, del Instituto Véneto y del Instituto eerie dos del Brasil; socio del Ateneo de Brescia y de las Ac eee Reales de Lucca, de Médena, de Macerata, de Urbino, a re mo, de los Linces de Roma y de los Pitagéricos de a ys cb y socio honorario de la Sociedad de Jurisconsultos de Berlin: Atenas; miembro de honor de la Sociedad Juridica de cadigo miembro de la Comisién encargada del Proyecto de in Penal italiano; miembro del Consejo Superior de a : Piiblica y miembro honorario de la Universidad Imper! Petrogrado”. oa: Carrara rindié un informe sobre el proyecto de Codie nal del cantén suizo de Tesino, influyendo para que en - ea go Penal que fue aprobado el 25 de enero de 1873 se exe uy’ Jas que so- 0 Pe- % Asf: Laplaza, op. cit., p.52. ®5 Datos tomados de: Carrara, Francesco. Program: : Gavier/Nifiez), T. I. Véase ademés: Cf. Laplaza, op. ci que Carrara fue miembro de diversos institutos cientfficos franceses, manes, belgas, suizos, rusos. griegos. brasilefios. (Traducci6n: Soler/ p. 51, quien sefiala ale- XXVI la pena de muerte. Como testimonio de gratitud por su ayuda en dicha reforma el Gran Consejo de la Reptiblica de dicho cantén le otorgé la ciudadania de honor de Tesino™. Durante los tltimos afios de su vida Carrara padecia de una Ceguera progresiva, lo que no le impidié seguir desempefidndo- se brillantemente como abogado defensor y profesor. Es impor- tante al respecto citar lo indicado por Enrico Ferri, quien fuera fuerte opositor al pensamiento de Carrara y la Escuela Clasica, sobre su visita a Carrara, cuando éste ya tenia un gran presti- gio, mientras Ferri recién se hab{a graduado: “En noviembre de 1877, recién laureado en Bolonia, donde Pietro Ellero fue mi maestro de derecho penal, me dirigi al Ateneo de Pisa, como el creyente a la Meca, y me presenté tembloroso ante Carrara, en su casa pintada de blanco; solitaria entre huertos. En una vasta sala, colmada de libros, un anciano medio ciego, con dos rizos de cabellos grises en las sienes, con chaqueta de terciopelo, y los pies en un braserillo, estaba hablando con un hombre atur- dido, a quien no le querian salir las palabras. — Oigame bien, le grité Carrara con voz estridente, el abogado es como un confe- Sor; y si usted no me dice la posicién precisa en que fue sor- prendido, no podré darle mi parecer/Se trataba de un acusado de adulterio en consulta con su abogado, y mi llegada no era muy oportuna. Sin embargo, me saludo con cortesia y me hizo sentar. Una vez recibida la dificil y detallada confesién de aquel hombre, le dijo a su joven ayudante:/- Coge alld abajo en el ultimo anaquel, ese volumen de Carpzovio, y trdemelo. Ya no podia leer, pero conservaba de tal modo en la memoria los li- bros, que sin vacilaciones indicé, a poca distancia, la pagina precisa y se hizo leer un pardgrafo latino acerca del “adulterio intentado” /De ese pardgrafo del rigido moralista medieval tomé 6 Cf. Finzi, Vittorio. Francesco Carrara y la campaiia por Ja abolicién de la pena de muerte. En: Carrara, Francesco. Programa de Derecho Criminal (Traduccién de: José Ortega Torres/Jorge Guerrero). Bogotd, Temis, Tomo X. 1991, pp. 94-95, XXVIII isi re ilisis ino, tan Carrara los principios basicos para un andlisis tan fino, t profundo, tan licido, del “caso” de su cliente, y ee ae gismos tan seguros las conclusiones juridicas, an et sinceramente pasmado./Mi grande expectativi ned es fiada, pues superd cuanto esperaba: ¥ coma me ls Mien tonces lo que realmente era: un eximio y mara sta". i ie un ae el 15 de enero de 1888, 0 sea ane al afio antes de la publicacién de Ia traduccion os aerecho Ci primer tomo de la Parte General de! Programa minal, cuyo prefacio es de febrero de 1889. ; Crimina 5. Ideas fundamentales del Programa de Derecho ue : oat tro de las q Como consecuencia de sus publicaciones dr c0 Carra- sobresale el Programa de Derecho Crimina’, ce el princip ra es considerado en los pafses de lengua oer Jegado hu- 5 id el representante de la Escuela Clisica™, que 2 ack bn. de la manista y racionalizador de la doctrina de la que se considera su continuadora. | La denominacién Escuela Clasica no fu 5 5 i a, darios de la misma, sino por un opositor ael Jos parti- da por . e dada p' ra Enrico como € °” Ferri, Enrico. Francesco Carrara, pp. 63-64. René. Lec- 10S; © Agudelo, Nédier. El pensamiento..., pp 15, 183 Saree 1 ciones de Derecho Penal I. Tegucigalpa, 1992, pP- 45- é ‘ic ‘9, Porrua, nando. Lineamientos elementales de Derecho Penal. M re f ° ‘Agudelo. N6- pp. 54-55. En Alemania es practicamente desconocido. eck no enumera dier. El pensamiento...., p. 15, nota al pie 6. Siegfried Lamn: ela Clasica- Cf. siquiera a Francesco Carrara como representante de la Escue 61-67 Lamnek, Theorien abweichenden Verhaltens. Munich, 1993, PP- ‘heralis0 © Dice Paolo Rossi que Carrara “Fue ante todo un fildsofo Sie de los yde la libertad, y puede proclamarsele, en suma, sino como eli adujeron grandes iluministas de Italia, sf como uno de los no muchos eee moral”. los postulados del iluminismo en progresos concretos de la vida Rossi, Paolo, op. cit.. p. 105. XXVIII Ferri, Sobre ello dijo éste: “Se llama en todas partes la “Escue- la Clasica Criminal” desde que yo la denominé asi y por cierto con sentido de admiracién en el discurso sobre “los nuevos horizontes del derecho y procedimiento penal” pronunciado en la Universidad de Bolonia en 1880 en la Catedra de mi maestro Pedro Ellero (...). Fue verdaderamente un edificio de cldsica maestria y belleza””. A pesar de lo indicado por Ferri en cuan- to a que utiliz6 el término con sentido de admiracién, existe consenso en que més bien fue empleado por él en forma peyo- rativa. Asi dice Oscar Scalvanti: “Mucho se ha declamado con- tra la escuela cldsica del derecho penal a nombre de los princi- pios de la escuela positivista; y el nombre mismo de clasica se le dio casi por escarnecerla, como si fuera bella en su bien ideada arquitectura, pero en desacuerdo con la realidad”. Luego el término fue asumido en general, incluso por partida- tios de la Escuela Clasica”™. 7 Ferri, Enrico Principios de Derecho Criminal (Traduccién: José Arturo Rodriguez Mujioz). Madrid, Reus, 1933. m1 Scalvanti, Oscar, op. cit. p. 83. En un sentido similar sefiala Luis Jiménez de Asta, durante mucho tiempo cercano a Enrico Ferri, que éste “quiso significar con ese titulo lo viejo y lo caduco”. Jiménez de Asta, Luis. La ley y el delito. Buenos Aires, Editorial Suramericana, 1979, p. 46. ” Indica Néder Agudelo: “Carrara normalmente utilizé varios calificativos para referirse a su escuela: “Doctrina matemdtica”, “Doctrina ontolégi- ca”, “Escuela juridica” u “Ontolégica”, “Escuela italiana”, “Escuela tos- cana”. Pero es mds, al final de sus aiios, también se refirié a su escuela como “Escuela clasica”. Agudelo, Néder. El pensamiento..., p. 16. Sobre el término Escuela Clasica dice Carlo Paladini: “Fue escuela cldsica la suya, cldsica por la excelencia de las investigaciones cientificas, cldsica por ser Profundamente filosdfica y renovadora y tradicionalmente italiana; pero no de un clasismo restringido, porque hasta un profano, al recorrer su monu- mental Programa, y mds todavia sus famosos Optisculos, encuentra en ellos el germen, el conocimiento de aquellas proposiciones fundamentales sobre las cuales surgié otra escuela, la del positivismo en derecho penal, que por Sus maestros y por su origen, de investigacién y propdsitos cientificos, es enteramente italiana”. Paladini, Carlo, op. cit., p. 151. XXIX Algunos, como Eugenio Raul Zaffaront. han Iegado. a ne- gar la existencia de una Escuela Clasica, indicando que el Gnico rasgo comiin que tenfan los autores que son ubicados como re- presentantes de la misma era el ser anteriores al Positivismo Criminolégico”. Debe reconocerse que no existe uniformidad entre los autores ubicados como integrantes de la Escuela Cla- sica, especialmente en lo relativo a su concepcion sobre la pena. Sin embargo, también presentan una serie de aspectos con nes, tales como la utilizacion del método deductivo de andlisis, la creencia en el libre arbitrio, la asuncién de principios libera- Jes provenientes de la doctrina ilustrada, etc. . Esos aspectos comunes encuentran pleno reflejo en Carrara, de modo que OF neralmente cuando se quiere realizar un resumen de las ideas de la Escuela Clasica se acude al pensamiento de Carrara. ” Zaffaroni ha llegado a negar que haya existido una teorla cldsica. Dice “La “escuela cldsica” nunca existio, sino que la inventd Enrico Fe is denominacién comin para todo lo que fue anterior: al. positivism? 1 ae ocasiones hemos demostrado que no puede ser una “escuela” el C e Ne oun de opiniones de los pensadores del tema politico criminal durante ae nismo, siglo, vertidas desde las ideologias mds dispares (kantismo. hegelianiher® idealismo roméntico, utilitarismo, vueltas parciales al aristotelismo. er a miento iluminista, etc.”. Zaffaroni, Eugenio Ratil. Criminologta. hee ffa- cién desde un margen. Bogotd, Temis, 1993, p. 128. Véase también: Za! . roni, Eugenio Rail. Manual de Derecho Penal. Parte General. Buenos Aires, Ediar, 1996, p. 221. ™ Acerca de ello dice Fernando Veldsquez: “La verdad es que esta corriente de pensamiento tiene un contenido completamente heterogéneo, incluyén dose dentro de ella una serie de posturas diferentes e incluso opuestas. 4u en la época de su mayor predominio combatieron entre si, como sucedid con las tendencias que defendian la retribucién como funcién de la pena frente 2 las que hactan hincapié en la prevencién; es més, ellas se desarrollaron de manera esponténea en cada nacién, con representantes que en muchos Ca- S08 no se conocian y defendian una autonomta a todo trance, cuando no un determinado color nacional. Sin embargo, son los diversos puntos de con- tacto — entre los que deben mencionarse los diferentes postulados generales en torno al método, al objeto del derecho penal, el punto de partida filosdfi - co y politico, mirados desde la perspectiva del contradictor — los que permi- XXX En el prefacio a la quinta edicién del Programa”, Frances- co Carrara dio las razones por las cuales escogié el titulo de Programa. Dijo: “Este titulo parecié una novedad: unos lo juz- garon sobremanera modesto; otros demasiado insignificante y desproporcionado con el trabajo que salia a la luz. Pero yo, Por el contrario, habia dudado en adoptar ese titulo, porque temia que pudiera parecer muy presuntuoso y demasiado am- plioJA mi juicio, el programa de una ciencia no indica el libro donde ella se expone, sino mds bien el principio fundamental y la formula en la cual el autor ha sintetizado la fuerza motriz de todos los preceptos que esa misma ciencia, de conformidad con Su pensamiento, debe desenvolver y demostrar/En mi opinion, el programa del derecho criminal debia resumir, en la formula mas sencilla, la verdad reguladora de toda esa ciencia, y conte- ner en si el germen de la resolucion de todos los problemas que el criminalista tiene el deber de estudiar; y todos los conceptos que gobiernan la vida prdactica de dicha ciencia, en los tres grandes temas que constituyen el objeto de ella, en cuanto tiene por mision refrenar las aberraciones de la autoridad social en la prohibicién, en la represion y en el juicio, para que esa auto- ridad se mantenga en las vias de la justicia y no degenere en tiranta. La ciencia del derecho criminal tiene por misién mode- rar los abusos de la autoridad en el desarrollo practico de aque- llos tres grandes temas, y en esta labor, que constituye la activi- dad sustancial y la raz6n de ser de la organizacién social, se ten reunir estas vertientes de pensamiento bajo un nombre unitario”. Velés- quez Velasquez, Fernando. Derecho Penal. Parte General. Bogot4, Temis, 1995, P. 167. Véase ademas: Fontan Balestra, Carlos. Tratado de Derecho Penal. San José, Editorial Estudiantil, Tomo I, s.f., pp. 130-131. ™ Dicho prefacio no fue incluido en la traducci6n costarricense. Debe te- nerse en cuenta que ésta es de la quinta edicién del programa, segin se pue-" de deducir de la advertencia que se dio antes de los prolegémenos. Por ello es extrafio que no se incluyera el prefacio hecho a la quinta edicién, en el cual Carrara realizé una sintesis de sus ideas. XXXI | encuentra el complemento del orden cuando aquellos yon — lados como se debe, y unu fuente perenne de desérdenes y ‘. iniquidad, cuando quedan abandonados al capricho i a “ Pasiones del legislador. Los preceptos destinados a mon eraran esta manera el poder legislativo deben remontarse ras ou principio comin y fundamental, y la formula que expres re principio es el programa de la ciencia del derecho ¢ ua dc Se extrae de lo anterior uno de los postulados Deo Carrara y de la Escuela Clasica, cual es la utilizacion de a método deductivo del andlisis juridico que se lleva aoe a determinar si se Ilegé a cometer un hecho delictivo - vrnen mismo explicé Carrara: “Mi Programa, desde el Par. a me el 3940, es el desarrollo constante de todo un sistema. a n teoria especial es la fotografia de las demas teorias; cada e A ‘posicién de un delito especial es el daguerrotipo de las expe ° ciones de todos los demas delitos. Si una sola de esas explica- ciones es errénea en sus principios, todas serdn err6neas, ¥ mt libro debe ser condenado al ‘fuego””®. . Debe tenerse en cuenta que en Ia utilizacién del método de- ductivo Carrara se diferencié de Beccaria, quien, no teniendo 7 Carrara, Francesco. Programa... (Traducci6n: José Ortega/Jorge Guerre- ro), V. I, pp. 3-4. 7 CF. Cousifio Mac Iver, Luis. Derecho Penal Chile. Santiago de eae Tomo I, 1975, p. 66. El método deductivo se mantiene hoy dia a ce andlisis dogmatico propio de la Teoria del Delito, Ilegando lo dicho por a rrara a recordar la justificaci6n que actualmente se da por la doctrina a 3 dogmatica penal y al desarrollo que ha tenido la teorfa del delito, ello ar instrumento para lograr seguridad juridica en la aplicacién de la ley penal, haciendo calculables las soluciones que deben recibir los casos con los que se enfrenta el sistema penal. Gimbernat Ordeig, Enrique. Estudios de Derc- cho Penal. Madrid, Tecnos, 1990, pp. 158-160. Sobre la afluente racionalista en el pensamiento de Francesco Carrara: Agudelo Nédier. El pensamien- to..., pp. 80-91. % Carrara, Francesco. Programa... (Traduccién: José Ortega/Jorge Guerre- To), Vol. 8, No. 3196, p. 295. XXXII €xperiencia forense, se limit6 a realizar una critica de cardcter Politico criminal. pero no Hev6 a cabo un analisis juridico de la legislacién vigente’”. El] método deductivo llevé a Carrara a considerar al delito como un ente juridico. Explicé que’el delito no es un ente de hecho, sino un ente juridico, “porque su esencia debe consistir necesariamente en la violacién de un derecho”*”. Indicé que el ” Sefiala Calamandrei ; “No hay que olvidar que el marqués Cesare Becca- ria no tuvo vocacion de jurista... Aunque también él como sus amigos Pietro y Alessandro Verri, hubiera conseguido en Pavia el doctorado en leyes, al exclusivo objeto, diriamos hoy, de obtener un titulo para su empleo, la cien- cia juridica no habia sido su fuerte; de jovencito habia mostrado cierta predileccién por las bellas artes, v después por las matemdticas; y desde los veintidds afios se habia dado a la lectura, hecha con mas pasion que méto- do, de los fildsofos iluministas franceses, comenzando Por las Lettres persa- nes de Montesquieu, que dejaron en su espiritu... huellas indelebles”. Cala- mandrei, Pietro. Prefacio. En: Beccaria, Cesare. De los delitos y de las penas (Traduccién: Santiago Sentis Melendo y Marino Ayerra Redin). Buenos Ai- res. Ediciones Juridicas Europa América, 1974, pp. 24-25. En sentido simi- lar dice Tomds y Valiente: “Beccaria no fue un jurista erudito, ni un profe- sional especializado, dominador de la técnica ¥ conocedor de la praxis fo- rense y académica, ni fue tampoco un JSildsofo del iusnaturalismo abstrac- to”. Tomds y Valiente. Presentacién. En: Beccaria, Cesare. Tratados de los delitos y de las penas. Madrid, Ministerio de Justicia y otros, 1993, p. XV. Debe agregarse a ello que no existe ninguna prueba de que en un caso con- creto Beccaria, a diferencia de Friedrich von Spee en el tiempo de los proce- sos de brujeria, se haya ocupado de atender a un condenado. Eneste sentido: Deimling. Cesare Beccaria: Werk und Wirkung. En: Beccaria. Die Anfiinge moderner Strafrechtspflege in Europa (Editor: Deimling). Heidelberg, Kri- minalistik Verlag, 1989, pp. 28-30; Rinaldini, A. von. Beccaria. Bibliogra- Phische Skizze. Viena, 1865, p. 2. Sobre todo ello véase: Llobet Rodriguez. Garantfas y Sistema Penal (Releyendo hoy a Cesare Beccaria). San José, Areté 1999, pp. 58 y 65. Carrara, Francisco. Programa (Traduccién: José Ortega/Jorge Guerrero), Tomo I, p. 5. Define el delito como “la infraccion de la ley del Estado pro- mulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos, resultante de un acto externo del hombre, positivo 6 negativo, moralmente imputable y so- cialmente dafioso”. Carrara, Francisco. Programa... (Traduccién: Octavio Béeche/Alberto Gallegos), Tomo I, Par. 21. p. 34. XXXII delito no es propiamente “una accién, sino una infracciOn. La nocion del delito no se deriva, pues, del hecho material, nide la prohibicién de la ley, considerados aisladamente, sino del con- flicto entre uno y otra’”®'. Sefialé que “El delito se persigue no como hecho material, sino como ser juridico. La accion mate- rial tendrd por objeto la.cosa 6 el hombre; el ser juridico Ee puede tener por objeto mds que una idea: el derecho oes que la ley protege por medio de una prohibicién””. De a as con esa concepcién para comprender al delito no es ee una referencia a la personalidad del autor, a la realidad soc ivis- asuentorno™’. En ello se diferencié notablemente del ed mo criminolégico, para el cual el delito es un fendmeno eYcea no y social, debiendo analizarse las causas end6ogenas, a aie hereditarias o congénitas, y las causas exdgenas, que PI ‘isicas o sociales”. - “er a diferencia de Cesare Beccaria®® y la doctrina a oe tracién®, rechaz6 Carrara la teorfa del contrato social. a eche/Alberto 8! Carrara, Francisco. Programa... (Traduccién: Octavio Bé 4. Gallegos), Tomo I, Par. 33, p. /Alberto ® Carrara, Francisco. Programa... (Traduccién: Octavio Béeche! Gallegos), Tomo I, Par. 36, p. 42. ®3 C£ Garcfa-Pablos de Molina, Antonio. Criminologia. Val blanch, 1992, p. 94. Con respecto a las carencias afectivas, sociales como determinantes de una menor teprochabilidad, ex] Tavier. Fija- principio de coculpabilidad de la Sociedad: Llobet Rodriguez, jos/Llobet ci6n de las sanciones penales juveniles. En: Tiffer Sotomayor, rs sta Rica. Rodrfguez, Javier. La sancién penal juvenil y sus alternativas en Saperel San José, ILANUD/UNICEF/Uni6n Europea, 1999, pp. 112-120. eet principio de coculpabilidad de la Sociedad: Zaffaroni. Tratado de Penal. Parte General. Buenos Aires, Ediar, T. IV, 1981, pp. 65-67- Ae 54 Cf. Ferri, Enrico. Principios..., pp. 126-133. Acerca de la posiciéy de Positivismo Criminolégico: Agudelo, Nédier. Grandes corrientes de! cho Penal (Escuela Positiva) - Bogot4, 1992, pp. 7-8. 85 Beccaria, Cesare. De los delitos y de las penas (Traduccién de Juan Anto- nio de las Casas). Madrid, Editorial Alianza, 1988, Capitulo 1, p. 27- 5 Con respecto al contrato social en la doctrina de Ia Ilustracién: Llobet Rodriguez. Javier. Garantfas..., pp. 97-104. Jencia, Tirant lo educativas y presada en el XXXIV “No es cierto que la raza humana haya vivido durante un tiem- po determinado destituida de todo vinculo social; es falsa la transicin de un estado primitivo 4 un estado modificado y fac- ticio™™”, Las limitaciones al legislador, que en la doctrina ilus- trada provenjan del contrato social, las funda Carrara en una concepcién iusnaturalista del Derecho Penal, con influencia re- ligiosa de cardcter aristotélico-tomista®. Dijo por ejemplo: “El derecho de castigar que pertenece 4 la autoridad civil emana de la ley eterna del orden aplicada 4 la humanidad; lo cual equivale a decir que emana de la ley natural”. Agregé luego: “Que, para la sociedad, el derecho de castigar deriva de la ley natural, se demuestra por una serie de proposiciones incontes- tables que siguen:/1°.- Existe una ley eterna, absoluta, formada del conjunto de los principios que dirigen la conducta externa del hombre, la cual ha revelado Dios é la humanidad por me- dio de la conciencia (...). No podemos negarla sin negar que una inteligencia haya precedido 4 la creacién, 6 sin rehusarle los atributos de la sabiduria y de la bondad./2°.- Esta ley con- cede al hombre derechos que le son necesarios para cumplir su destino en este mundo. Cuando se ha reconocido que el hombre estd sujeto por el creador a deberes, no se puede sin caer en un absurdo desconocer que la ley moral tiene también el cardcter de ley juridica, vista la contradiccién que habria en que una ley impusiera deberes sin acordar derechos que son el medio indis- pensable para cumplirlos./3°.- De la necesidad absoluta que existe en los hombres de gozar de estos derechos, resulta forzo- 87 Carrara, Francisco. Programa... (Traduccién: Octavio Béeche/Alberto Gallegos), Tomo I, Prolegémenos, p. 8. %8 sobre ello con abundantes citas demostrativas: Agudelo, Nédier. El pen- samiento..., pp. 32-57. Indica Soler con respecto a Carrara: “Era el suyo un liberalismo catélico, cuya fe en el derecho y en la libertad del hombre se apoyaba totalmente en la fe en Dios”. Soler, Sebastian, op. cit., p. IX. 8 Carrara, Francisco. Programa... (Traduccién: Octavio Béeche/Alberto Gallegos), Tomo II, No. 602, p 17. XXXV samente para ellos el derecho de ejercer, aun con eoaccién Ta defensa contra los que, arrastrados por un instinto malvado, violan el deber impuesto reciprocamente a todos de respetar- los./42.- Del libre ejercicio de estos derechos, y correlativamen- te de la obediencia al deber de respetarlos, nace el orden moral idad de este igic la ley natural./5°.- La necesidad orden ca dete apr ul tiva de los derechos de la hu- orden, es decir, la protecci6n efec doble manidad, no se satisface en la sociedad natural, por la do! i razén de la imposibilidad de asegurar el juicio del derecho y ae su violacién, y de la impotencia material de impedir e de He la rar la lesion del derecho./6°.- Es, pues, una necesidad le naturaleza humana el estado de sociedad civil, es decir, de bes sociedad en la cual, sobre los miembros que la componen, ne ta una autoridad que garantice el orden externo. De suerte ze ° el orden de la sociedad civil, bien lejos de oponerse al orde natural, es al contrario el tinico orden que la ley natural impo- ne dla humanidad”™. Sobre ello es importante citar lo OF ae Puig: “Aunque Carrara adopt6 la versién catélico-tomt 2 no el iusnaturalismo racionalista caractertstico de la Mustr ci6n, el recurso al Derecho natural tenia en la Escuela Clasicé un sentido politico liberal inequivoco. El sistema ideal a oe i. método racional condujo, tuvo el sentido de desideratum ite : gido al legislador, quien habia de encontrar en él los limite. necesarios para la libertad del ciudadano” indicado por Santiago Mir °° Carrara, Francisco. Programa... , (Traduccién: Octavio Béeche/Alber Gallegos), Tomo II, No. 604, pp. 19-20. Sobre ello véase en partier es a prolegémenos del Programa. Cf. Carrara, Francisco. Programa... , (Tra‘ i cién: Octavio Béeche/Alberto Gallegos), Tomo I, pp. 8-26. Igualmente introduccién al Tomo III del Programa: Carrara, Francesco. Programa...» (Traducci6n: José Ortega/Jorge Guerrero), pp. 4-24. 5" Mir Puig, Santiago. Introduccién a las bases del Derecho Penal. Barcelo, na, Bosch, p. 176. Indica Juan Fernandez Carrasquilla: “No importa que é inolvidable e insuperable Maestro viera o cifrara el fondo inmutable de las valoraciones legales en el derecho natural y la moral universal, pues segu- XXXVI Relevante es que la concepcién de Carrara de que la ley Positiva se deriva de la ley natural dada por Dios. no lo hace perder el cardcter antropolégico que debe tener el Derecho Pe- nal. Por ello niega que pueda castigarse al culpable para que expie su ofensa con Dios”. Con respecto a este cardcter antropolégico de] Derecho Pe- nal dijo Carrara: “No puede negarse que la sociedad civil exi- 8e como tinica razén absoluta de existencia, la necesidad de - A =) castigar las ofensas causadas 4 los derechos del hombre", Sefialé expresamente en los Optisculos que el Estado esté al servicio de los hombres y no los hombres al del Estado”, La necesidad de que a través del Derecho sélo se puedan prohibir ramente habrd que convenir que ésta era la manera como, en la terminolo- gia de la época, se designaba en general a lo que hoy llamamos los valores fundamentales del hombre como persona y, en un sentido mds amplio y aho- ra también positivo, los derechos humanos internacionales. Y si Carrara’ podia sostener que la “ley del Estado” no era verdadera, propia y vdlida ley sin el reconocimiento de esos valores en el mismo sentido podemos hoy sos- tener que no hay derecho positivo sin el reconocimiento de ciertas valora- ciones minimas de justicia, libertad, igualdad y dignidad de la persona hu- mana que hoy encontramos plasmadas, unitaria y bdsicamente en los dere- chos humanos internacionales”. Fernandez Carrasquilla, Juan. El Derecho Penal cldsico de Carrara y la dogmatica axiolégica de nuestros dias”. En: Revista del Colegio de Abogados del Valle, No. 19, 1985, p. 66. Con respec- toa la afluente demoliberal en el pensamiento de Carrara: Agudelo, Nédier. El pensamiento..., pp. 57-80. Esa afluente puede verse claramente en: Ca- trara, Francesco.Lineamientos.... pp. 9-77. 92 Cf. Carrara, Francesco. Opusculos... (Traduccién: José Ortega Torres), T. 1, p. 144, 93 Carrara, Francisco. Programa... (Traduccién: Octavio Béeche/Alberto Gallegos), Tomo I, No. 607, p. 23. Dice Carrara: “El error de la vieja escuela consistia en suponer que los pueblos fueron hechos para los principes y no los principes para servir a los pueblos. A su vez, el error de la nueva escuela consistié en suponer que los hombres fueron hechos para el Estado, y no el Estado para el servicio de los hombres”. Carrara. Optisculos... (Traduccién: José Ortega Torres), T. I, p. 144. Indica Zaffaroni: “La ciencia del derecho penal tiene (...) para Carra- XXXVI las conductas que perjudican a otro, se establece como un Li te al legislador. Asi en Reminiscencias de Catedra y Foro dijo: “La prohibicion es legitima por parte de la autoridad socia con tal que haya sido dada a conocer debidamente a quienes tienen que respetarla, y con tal que la exija la defensa de! es cho. La autoridad social, al ejercer la proteccion del derecho por medio de la represién, no puede prohibir a los ciudadane® esta o aquella acci6n, a su antojo. Solo puede prohibir’ Oe ciones que violen uno u otro derecho. Se torna tiranica st p por be acciones que no puedan inferir ofensa al derecho, oqu if _ lo menos, no lo conduzcan a una situacion de inminente pel oo (...). No puede decir: prohibo el hurto, prohibo la eee ° hibo la lesién personal porque me da la gana, y lam os wu me antoja. No: la raz6n que legitima esa prohibicion ie ato: voluntad. Yo me inclino ante el trono en que se asienta ey ridad social; reverencio la diadema que brilla sobre — ae el cetro que empufa amenazador en su mano. Pero ere aa yergue orgullosa a declararme delincuente por un ame da el en nada ofende el derecho de los demas, mi coe ceemeer aa valor necesario para decirle que abusa ilegitimam ped mision. Ella debe ser la protectora de la libertad un perics consiste en que el individuo despliegue su activida eee de cion alguna, fuera de la que surja de la ofensa a la se idico, 4 los demds. Por encima de ella esté un imperativo jun valquie? cual ella tiene que obedecer lo mismo que yo y oa oar Gelito otro ciudadano, y que le prohibe absolutamente dec. aa hey cualquier ejercicio de la actividad humana que no vio! rechos ajenos””*. mbre, que le libra ra, un objetivo claro, que es el de un ente al servicio del ho ro enio Rail de las agresiones ajenas y le posibilita su libertad”. Zaffaro' 7 Tratado” TO, 7 137. ‘Acerca del cardcter antropolégico que debe re a Derecho: Eser, Albin. Una justicia penal ‘‘a la medida del ser humano BL Revista de Derecho Penal y Criminologta (Espafia), No. 1, 1998, PP- 152; Llobet Rodriguez, Javier. Garantias..., pp. 137-147. Ae F ; i. “Carrara 9% Carrara; Francesco. Reminiscencia: p. 15. Indica Zaffaroni: Carn ibs no podia menos que dar una enorme relevuncia al bien juridico, porqu' XXXVI Fundamenté la responsabilidad penal en la imputabili- dad moral, basada en el libre albedrio para escoger entre el bien y el mal. Se trata de un aspecto fundamental en las divergencias entre la Escuela Clasica y la Positivista, puesto que esta tltiina propugn6 el rechazo al libre albedrfo y defendié 1a responsabi- lidad social por el hecho de vivir en sociedad como fundamento de la responsabilidad penal”, Dijo Carrara: “El hombre tiene la facultad de determinarse, dando la preferencia d la accién 6 Gla inaccién, segin los cdlculos de su inteligencia. Este poder es lo que constituye la libertad de eleccién. Es d causa de esta facultad por lo que se le pide cuenta de los actos d que se deter- mina’™”. Sefialé también: “La libertad del hombre es en defini- tiva el fundamento del derecho penal. Destinado por la ley de su creaci6n Gd ejercer libremente su actividad sobre la tierra en los limites del respeto G la libertad de sus semejantes, el hom- bre estd colocado ab eterno bajo el imperio de la ley moral, la cual regula al mismo tiempo sus derechos respecto é los demas y sus deberes hacia ellos. Pero esta libertad no seria real si el freno de una autoridad no asegurara la eficacia de la ley. No . es, pues, la sociedad quien hace nacer el derecho de castigar, no ser asi, su concepto de delito como “ente juridico” desaparece”. Zaffa- toni. Tratado..., T. Il, p. 138. Acerca del Derecho Penal como protector de bienes juridicos: Llobet Rodriguez, Javier. Garantias..., pp. 137-147. °° ease: Ferri, Enrico. Principios..., p. 224, quien dijo: desde el mds leve al mds grave, es la expresién sintomdtica de una persona- lidad antisocial, siempre mds o menos anormal y, por tanto, mds 0 menos peligrosa, es inevitable la conclusién de que el ordenamiento juridico de la defensa social represiva no puede subordinarse a una supuesta normalidad, intimidabilidad o dirigibilidad del sujeto que delinque”. Véase también: Ferri, Enrico. Sociologia Criminal (Traduccién Antonio Soto y Hernandez). Ma- drid, Centro Editorial de Géngora, T. II, 1908, pp. 1-182. Sobre la posicién de la Escuela Positivista: Agudelo, Nédier. Grandes corrientes del. Derecho Penal (Escuela Positivista). Bogoté, 1992, pp. 11-14. ” Carrara, Francisco. Programa... (Traduccién: Octavio Béeche/Alberto Gallegos), Tomo I, No. 272, p. 156. XXXIX es la necesidad de castigar a los violadores del derecho la que hace nacer la sociedad civil: ésta es un resultado necesario de Ia ley natural, no como fin sino como medio, como instrumento para la represion de la licencia y proteccién respectiva de la actividad humana”. o . Defiendié Carrara, conforme a Beccaria’ , y la doctri- na ilustrada’™, el principio de legalidad, cuestionado por el Posi- %8 Carrara, Francisco. Programa... (Traduccién: Octavio Béeche/Alberto Gallegos), Tomo II, No. 612, p. 28. Sobre el tema véa s ademis: cam k Francesco. Reminiscencias..., pp. 351-362. La discusién con respect se existencia de un libre arbitrio se ha mantenido hasta la época coon aor se haya llegado a una conclusion definitiva al respecto. En oe senu 1992 ne, Wolfgang. Acerca del orden juridico penal. San Jos Juricentro. Aalt 211. Por ello se ha hablado por la doctrina de una crisis del a en culpabilidad, puesto que el mismo se ha fundamentado tradicional as ae el libre arbitrio. Lo cierto es que las pretensiones de sustituir al een a culpabilidad por el de proporcionalidad han recibido rechazo, lo a een la las de darle una fundamentacién al principio de culpabilidad con pase ie prevencién general positiva. Lo anterior ya que con ello el Eee pean pabilidad perderfa su cardcter garantista frente a la intervencion erate penal. Cf. Schéne, Wolfgang, op. cit., p. 211. En efecto su eliminaci ore rfa a excesos intolerables de parte de dicho sistema, tal ¥ co oo al que reflejados en las propuestas hechas por el Positivismo SL ne an ‘rel se opuso sin tregua Francesco Carrara. Se une a ello que la al ims ee libre arbitrio, a pesar de las dificultades para comprobarlo, debe sel pare tulado de cardcter polftico juridico del ordenamiento jurfdico, pue: a implica que los habitantes de la reptiblica deben ser tratados como eee libres, auténomos y responsables, ello en ultima instancia como a amo- cuencia del principio de dignidad de la persona humana y del libre os aul Ilo de la personalidad. En este sentido: Roxin, Claus. La Parte oa in Derecho Penal sustantivo. En: Roxin, Claus/Arzt, Gunther/Tiedemann, " 7 Introduccién al Derecho Penal y al Derecho Procesal Penal Cees Luis Arroyo Zapatero/Juan Luis Gémez Colomer). Barcelona, Ariel, 1989 p. 59. 5 Beccaria, op. cit., capitulo 3, pp. 29-30. '09 ‘Acerca del principio de legalidad en la doctrina ilustrada: Llobet Rodri- guez, Javier. Garantfas..., pp. 121-126. Xis tivismo Criminolégico de su época'”', pero que hoy dia se con- sidera como elemental en un Estado de Derecho'””. Dijo Carra- ra: “La idea general del delito es la de una violacion (6 aban- dono) de la ley: en efecto, ningtin acto del hombre puede serle imputado si una ley no lo prohibe. Un acto no es delito sino cuando se opone G la ley: puede ser dafioso, puede ser perver- So, puede ser ambas cosas a la vez, pero si la ley no lo prohibe, no puede ser atribuido como delito a quien lo ejecuta; porque como las leyes que dirigen al hombre son miiltiples, si nos atu- viéramos d esta ley general, el vicio (que es el abandono de la ley moral) y el pecado (que es la violacién de la ley divina) se confundirian con el delito”'™. 10) Dor ejemplo Enrico Ferri afirmé en contra del principio de irretroactivi- dad de la ley mas desfavorable: “El argumento juridico con que se traté de sostener la no retroactividad de la ley mds severa, es el de que el autor del delito “ha adquirido el derecho" a sufrir las sanciones establecidas en la ° ley vigente en el momento de la comisién del hecho; pero tal argumento no tiene valor, ya que en el caso de que la ley nueva fuera mas benigna condu- ciria a reconocer a la sociedad “el derecho adquirido” de hacer sufrir al culpable las sanciones mds severas establecidas en la ley vigente en el mo- mento de la comisién del delito./Pero constituye, sobre todo un absurdo ju- ridico y moral hablar (en Derecho piblico) de “derechos adquiridos” de manera especial por parte del culpable, como si el delito pudiera catalogar- se entre los medios de adquisicidn de derechos. El delincuente sdlo tiene el derecho, propio de todo hombre, a que se le trate conforme a la ley”. En contra del principio de legalidad se pronuncié Pedro Dorado Montero, den- tro de la Escuela Correccionalista espafiola, influenciada por el Positivismo Criminolégico. Cf. Dorado Montero, Pedro. Bases para un nuevo Derecho Penal. Buenos Aires, Depalma, 1973, pp. 80, 84-85. Acerca de los principios de legalidad y de certeza jurfdica como opuestos a la concepcién de la Es- cuela Positivista: Mantovani. El siglo XIX..., pp. 22-23. ne Sobre dicho principio: Llobet Rodriguez, Javier. Garantias..., pp. 121- 126. cu) Carrara, Francisco. Programa... (Traduccién: Octavio Béeche/Alberto Gallegos), Tomo I, Par. 23, pp. 35-36. XLI Exigié proporcionalidad entre el delito y la pena, insp- randose paraelloen Beccaria ~ y !adoctrina de la Hlustracion , que pretendia con ello, al igual que Carrara, establecer limites al poder punitivo del Estado. En ello se opuso al ose Criminolégico que proponia que la sancién se adaptara a oo ° ligrosidad del delincuente’”®. Dijo Carrara: “La autorida o cial, en el ejercicio del poder de castigar, no puede proce mr seguin la accidentalidad de las razones de un hecho, sino seg n la relacién que existe entre el mal del delito y el mal de la eel sion (...). Cuando el mal de la represién sobrepasa al ma ile delito, la represién conduce a un nuevo desorden, en vee restablecer el equilibrio roto por la primera turbacion oe Se opuso Carrara a que con criterios preventivos st oe gue a aumentar la pena por encima de la proporcion con ie i to al delito. Asi sefialé: “El principio de la justicia absoluta, ta cual esté subordinado el poder penal, se opone d qué per ; a invariable se haga mayor la responsabilidad del hom oH on razén del aumento en el mal que ha hecho 6 ha querido ee sino en razén de ciertas causas accidentales y por concn fe en virtud de un cdlculo de la probabilidad mds 6 aoe ee : i de la repeticién del delito”'*. Agregé que la pena: Ne y et on é excesiva; es decir, que no debe exceder la proporcion a vad mal del delito. Todo sufrimiento impuesto al culpable mas incion del principio de la pena, que es dar al precepto una sa 104 eccaria, op. cit., capitulo 6, p. 35. o on la 105 Sobre la proporcionalidad entre los delitos y las penas Cr ct fl doctrina de la Tustracién: Llobet Rodriguez, Javier. Garantfas.... PP: 182. 106 Cf. Ferri, Enrico. Principios..., pp. 310-327. I 7 Carrara, Francisco, Programa... (Traduccién: Octavio Béeche/Alberto Gallegos), Tomo I, No. 178, p. 104. 198 Carrara, Francisco. Programa... (Traducci6n: Octavio Béeche/Alberto Gallegos), Tomo I, No. 179, pp. 104-105. XLII Proporcionada é su importancia juridica; 6 mds alld de la ne- cesidad de la defensa, que es destruir la fuerza moral objetiva delito ~ es un abuso de la fuerza, una crueldad ilegitima”". En cuanto a la pena, la lleg6 a considerar como un mal, tal y como se estima hoy dia en general por la doctrina’”, opo- ni€éndose con ello a aquellas concepciones que afirmando que a través de la pena se trata de beneficiar al que la sufra, han llega- do a admitir por ello violaciones a las garantias penales y proce- sales de un Estado de Derecho!!'. Indicé: “Defino la pena- un mal infligido por los Magistrados, conforme 4 la ley del Esta- 1° Carrara, Francisco. Programa... (Traduccién: Octavio Béeche/Alberto Gallegos), Tomo II, No. 648, pp. 47-48. 1) Cf. Ferrajoh, Luigi. Derecho y raz6n (Traduccién: Perfecto Andrés Iba- fiez y otros). Madrid, Trotta, 1995, p. 387; Llobet Rodriguez, Javier. Garan- tias y sistema penal..., p. 154. Debe tenerse en cuenta que, sin embargo, es un mal que no puede imponerse sin una finalidad, la que no puede ser la mera conservacién del Estado, ya que el mismo debe considerarse al servi- cio de las personas y no al revés. En definitiva el fin que deben tener las penas es hacer posible la convivencia en sociedad, protegiendo los bienes fundamentales. Cf. Llobet Rodriguez, Javier. Garantias..., pp. 137-147. WW La concepcién de que la pena es un bien y no un mal tuvo una amplia acogida en la concepcién de Pedro Dorado Montero (1861-1919), represen- tante de la Escuela Correccionalista espafiola, sobre la que ejercié una fuerte influencia el Positivismo Criminolégico. Cf. Dorado Montero, Pedro, op. cit., pp. 87-89. La afirmacién de que la sancién en el Derecho Tutelar de Menores propio de la doctrina de la situaci6n irregular era un bien y no un mal que se causaba al joven, por lo que no eran necesarias las garantfas del Derecho Penal sustantivo y procesal, ello bajo la influencia de la Criminolo- gia Positivista, llevé a los peores abusos y arbitrariedades. Cf. Platt, An- thony. Los salvadores del nifio. México, Siglo XXI, 1982 p. 31; Ferrajoli, Luigi. Prefacio, En: Garcfa Méndez, Emilio/Beloff, Mary (Editores). Infan- cia, ley y democracia en América Latina. Santa Fe de Bogot4/Buenos Aires, Temis/Depalma, 1998, p. XIII; Llobet Rodriguez, Javier. Interés superior del nifio, proteccién integral y garantismo. En: Tiffer Sotomayor, Carlos/ Llobet Rodriguez, Javier. La sancién penal juvenil y sus alternativas en Cos- ta Rica. San José, ILANUD/UNICEF/Uni6n Europea, 1999, pp. 4-8. Algo similar ha ocurrido con las medidas de seguridad que se han aplicado a los XLII do, 4 aquellos que han sido en debida forma reconocidos cul- pables de un delito'', Sefial6: “La fuerza fisica subjetiva de la pena consiste en los actos materiales por los cuales se inflige al culpable el mal que constituye el castigo”. Agreg6: ‘La fuer- za fisica de la pena, considerada objetivamente, esta represen- tada por el bien arrebatado al delincuente 6, en otros termine’ ‘ por el sufrimiento efectivo, resultado doloroso de la pe el condenado, del mismo que la fuerza fisica objetiva del lelito expresa el resultado dafioso del delito para el ofendido’ El aspecto de més actualidad del Programa es precisa- «lS. tend i 5 , siendo mente el relativo a la pena y los fines de la misma ind se ha éste de gran complejidad, de modo que la doctrina ice puesto de acuerdo en su interpretacién, existiendo Poe nan contrapuestas al respecto, puesto que mientras algunos TT : io para el adultos, cuyo fundamento se ha hecho ver también en un on eas" Ch sujeto que las sufre, llegdndose en definitiva a un “fraude a m idas a precedida: Finzi. La prisién preventiva. Propuestas de 2 P a : de la traduccién castellana de los escr1 Carrar la materia. Buenos Aires, 1952. fi Ja abolicién Finzi, Vittorio. 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PREFACIO DE LOS TRADUCTORES, Cuando hace dos afos asistiamos a las clases wwitiv Sitarias, tuvimos ocasién de observar la Salta de uni para lade Derecho Penal, Existen muchisimas obras notables sobre este vasi10 del Derecho Publico; pero todas ellas, 6 son des nasiado tensas para un curso escolar 6 bien son monografias 3 co= mentarios especiales de determinadas legislaciones. : Se pensé en un principio que la obra de Adolfo Frazici podria llenar aguella necesidad; pero pronto hubo de llegar= se al convenciniento de que eva deficiente en extremo, pues lo timico de que trata con la debida extension es de la parte que se refiere al examen de las diversas-teorias sobre el ori= gen del derecho de penar. En tales circunstancias conocimos el “Programa” de Carrara y concebimos el pensamiento de verter d nuestra lengua este insigne trabajo del célebre criminalista, con va~ 26n llamado por uno de sus compatriotas el Nestor de los criminalistas italianos. Sin embargo de nuestros buenos deseos y dela persuae sién en que estdbamos de la utilidad que nuestro tra~ bajo podria prestar a la juventud que se dedica al estudio de la ciencia juridica, nos detuvieron las dificultades ma- teriales que naturalmente se encuentran cn paises incipien= tes para imprimir una obra de alguna capacidad. Establecida el ato pasado la Escuela de Derecho bajo la direccién del Gobierno, nos divigimes al seftor Secreta= vio de Instruccién Publica, don Mauro Fe erndndez, ex= poniéndole nuestros deseos Y lamdndole la atencién hacia el beneficio que el pais reportaria con la traduccion proyece jada. El setor Ferndndez, cuyos afanes por la mejora de la educaciin son bien conocidos, acepto desde luego la idea cidido apoyo del Gobierno para el lo- y nos prometid eb de gro de nuestro intento, apoyo que hemos obtenido amplia= mente. . este libro. Tal lia sido el origen de la publicacién de Las lineas que preceden las debemos covno una muestra dé sincera gratitud al Gobierno de Costa cretario deInstruccién Publica, y también las debe- seftor Sc a pesar de mos al piblico como una explicacion de por qué, nuestra insuficiencia, nos hemos atrevido a dar a lus este trabajo. San Fosé de Costa Rica, febrero de 1889. Ricay en especial al ADVERTENCIA. —_—+—_. FAs notas inpicapas con NUMEROS PERTENECEN A LA OBR&A DEL PROFESOR [ARRARA, 5% EDICION; LAS SE- NALADAS CON LETRAS SON DE LOS TRADUCTORES. PROLEGOMENOS. Prevalecié en un tiempo la idea de que durante el curso de un periodo indeterminado, los hombres habian vivido de un modo solitario y salvaje. Se crefa que. de este estado extrasocial habian pasado, en cierta época, al estado de sociedad en el cual hoy toda la raza humana Prospera y crece, Este cambio han pretendido algunos explicarlo por la fabula de una divinidad descendida so- bre la tierra para constituir 4 los hombres en una vida € asociacidn; otros, por la suposicién de una violencia ejercida sobre los débiles, es decir, que.algunos hombres mas fuertes que los demas habfan sometido 4 sus seme- Jantes 4 la manera como se domestican las fieras; otros, Por la hipstesis imaginaria de una convencién celebrada entre todos los hombres por mutua voluntad. Todos estos diversos sistemas han tenido un punto de partida comtin: la suposicién de que la raza de Adan a tenido sucesivamente en la tierra dos géneros de vida distintos. Uno (que se lama primitivo, de naturale- za 6 libertad) en el aislamiento y sin relaciones constan- tes entre los individuos: estado salvaje y de disgregacién. Otro en una asociacién que'bajo una fornia cualquiera sometia 4 los hombres 4 una autoridad y 4 una ley huma- na: estado de sociedad civil. De este concepto ha naci- do la formula de que el hombre habfa renunciado 4 una parte de los derechos que le daba su libertad natural, la gue se suponia ilimitada, para mejor defender y conservar el resto, Todo esto es erréneo. No es cierto que la raza hu- mana haya vivido durante un tiempo determinado desti tuida de todo vinculo social; es falsa la transicién de un estado primitivo de absoluto aislamiento 4un estado mo- dificado y facticio. Débese. sin duda, admitir un estado primitivo de asociacién patriarcal, 6 como se dice, vaty- ral, 41a cual ha venido 4 ajustarse poco 4 poco la cons- titucién de leyes permanentés y de una autoridad encar- gada de vigilar por su observancia; y asi es como se ha organizado la sociedad que Ilamamos c7v7?. Pero un pe- riodo cualquiera de aislamiento y de vida salvaje debe re- chazarse como loca visi6n. El dnico estado primitivo del hombre es el de asociacién, en el cual la ley de su pro- pia naturaleza lo colocé desde el primer instante de su creacién. “Aun cuando las tradiciones de todos _los pueblos.no contradijeran aquella suposicién, las condiciones especia- Jes de la raza humana bastarian para demostrar que es absolutamente imposible. Las condiciones /istcas de ia humanidad muestran que ella no habria podido conser- varse si la asistencia reciproca del hombre para el hom- bre no fuese continua y siempre pronta para satisfacer las necesidades del individuo; y la naturaleza ha revela- do por signos manifiestos este destino del hombre 4 una especie de sociedad constante, no precaria y fugaz como la de los brutos: ella se lo ha revelado, sea por las nece- sidades 4 las cuales ha querido someterlo en la primera edad y en las enfermedades, sea rehusdndole los medios de salvaguardia y defensa de que ha provisto 4 los otros animales contra las bestias feroces y que el hombre de- bia encontrar en la unién con sus semejantes, sea hacien- do continua en la mujer la aptitud para la cépula, apti- tud que las hembras de los otros animales no tienen sino por intervalos y pasajeramente, sea en fin por la necesi- dad de inhumar los caddveres, sin lo cual los hombres se extinguirian por el contagio. —9— Las condiciones zx¢electuales clos hombres lo de- muestran igualmente, pues ellas les han abierto una via de progreso indefinido en los conocimicntos titiles, via que no habrian podido recorrer sin el uso de la palabra, sin la ayuda de las tradiciones de sus antepasados. 7 También lo demuestran la condicién de sér moral, exclusiva del hombre, y el fz para cl cual Dios lo ha creado. Dios no puede haber creado una obra incom- pleta y haberse dedicado en seguida, como instruido por Ja experiencia, 4 perfeccionarla. _ _ La ley eterna del orden impulsa al hombre 4 la so- ciedad; y cl ceador que lo ha conformado segtin esta Icy, quicre conducirlo, como conduce 4 sus-fincs todo lo crea. do, hacia la tendencia, hacia la atraccién: fuerza tinica, inmensa, por la cual el poder divino se ejerce sobre toda la cree icin. La tendencia fisica ha’ producide la prime- ra union de cuerpos; la tendencia moral ha prolongado y perpetuado la unién reciproca de los padres, la de éstos con los hijos, y también Ja de las yencracion con las del porvenir. Asi, Ja sociedad estaba en los des- tinos de los hombres, no sélo como medio indispensable a su conservacién fisica y A su. progreso intelectual, sino también como complemento de la ley moral a la cual .de- bian estar sujetos. , : Dios ha sometido 4 toda la’ creacién d'une pefpetua armonia. Y cuando en la sexta época hubo hecho al hombre A su semejanza (es decir, dotado de un alma es- piritual, rica de inteligencia y de libre voluntad), la obra mas bella de su divina sabiduria, arrojé sobre la tierra el germen de una serie de seres dirigibles y responsables de sus propias acciones. Estos seres no podian, como los simples cuerpos, estar sometidos sdlo 4 leyes fisicas; una ley moval hab{a nacido con ellos: la ley natural.— Quien niegue esta ley, niega 4 Dios. De ese modo, al mundo fisico, del que el hombre también forma parte, se ha unido desde que éste ha —r1o— . suyo, aparecido un mundo moral que es exclusivamenn pe y que se compone de sus relaciones consigo m! su creador y con sus semejantes.’ . fuerza de Las leyes /istcas tenfan en si mismas una su obser- coaccion y una sancidn, que hacian indefectible nia del vancia. Estas -fuerzas bastaban para la arm mundo fisico. . fan en sf Las leyes morales, por el contrario, no ten gral; 0 mismas fuerza de coaccién, sino en el sentido 7 dimitn- tenian mas senxcién sobre la tierra que los vento” tos. . les al Pero las pasiones, desde luego indispens2pree hombre como elemento de accién, pervirtieron emordi- do el sentido moral y sofocaron la voz de los © mientos. . . nte para La ley natural habria sido, pues, impor es mas mantener el orden del mundo moral, porque é sta débil que la ley eterna que rige el mundo fisice wencia siempre es obedecida, aquélla con demasiada conculcada y despreciada. Este abandono de la ley moral al arbitrio euprasen- bajo la sola sancién de un bien 6 de un mal thiversal sible, podria no causar disturbio en la ere aut siempre que la ley moral alcanzara al hombre erie laciones con Dios 6 consigo mismo, pero no S$ bre con rable cuando se tratara de las relaciones del po mbres sus semcjantes. A pesar-de la ley moral, los ne frien- habrian estado 4 merced de aquel de ellos que, P sabido do el bien sensible al bien suprasensible, non ne violar sus derechos por medio de la fuerza 6 eI a paoe cia. En este aspecto, el desorden en el mun lo . habria causado también desorden en el mundo Bee é Para completar la aplicacién de la ley del eee la vida terrestre se necesitaba, pues, un’ hecho u te bn que diera aqui 4 la ley moral el apoyo de una coa cien y de una sancién sexszb/es, 4 fin de que el precepto humano, is re- tole- 11S ral que obligaba al hombre 4 respetar los derechos de Sus semejantes no fuera una palabra impotente y de que el mundo moral, victima de un continuo desorden, no hi- ciese un feo contraste con. el orden que domina en el mundo fisico. . ° Esta fuerza coactiva y represiva que la ley moral no tenia en si, no podia encontrarse mas que en ei brazo mismo del hombre. Dios habria podido crear al hom- bre impecable, rehusdndole el poder de transgredir sus Preceptos, como ha rehusado 4 los cuerpos el poder de resistir 4 la fuerza de gravedad; entonces no habria habi- do deberes ni derechos, todo habria sido necesidad. Pero esto destruiria el libre albedrfo y volverfa al hombre in- capaz de mérito 6 de demérito. Por consiguiente, su- puesto el libre albedrio, 6 bien se necesitarfa enviar so-. bre la tierra una legi6n permanente de espiritus supe- riores encargados de guardar y vengar la ley moral, 6 bien se llegarfa 4 este dilema inevitable: dejar sin obser- vancia el preeepto moral 6 confiar su defensa al brazo del hombre. Asi, el hombre ha sido destinado por la ley eterna del orden 4 ser al mismo tiempo stbdito y defensor de la ley moral. Pero esta misién no podria ser cumplida por et hom- bre aislado, ni aun por los hombres reunidos en una sim- ple sociedad fraternal, fundada sobre el principio de la igualdad absoluta. Todavia en este caso, la desigual- dad de las voluntades y la igualdad del poder harfan im- posible la prohibicién, la sancién yel juicio de los he- . chos humanos; y sin embargo, la prohibicién, la sancién y el juicio son el complemento necesario de 1a ley mo- ral, en tanto que ella regula los deberes del hombre ha- cia la humanidad. Este complemento sdlo la sociedad civil podia Proporcionarlo. . La sociedad es para el género humano una necesi- dad de su naturaleza, indispensable para su conservacién

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