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C Los grandes problemas ) 322 “constit la reversic tece es posible formarse ya una im; ue acon De lo q erador de la revolucién. No ob; el proceso gen pues : stant aa ae aqui una pequefia sintesis que sirva de punto ao : tida para el estudio de las grandes lineas del desarrollo Tevoly. cionario. 5 El 25 de mayo la quiebra del deteriorado-sistemavirreinal, a desconocimiento del Consejo.de Regencia como soberano y h nstitucion de una nueva autoridad en vi incipi in de la soberania al pueblo en ausencia del monarca, "También comienza a exteriorizarse un cambio de tipo social que yaa transferir progresivamente el poder social y econémico a los _criollos, La forma de gobierno adoptada—unta-> no constituye,. en cambio,una novedad: desde el comienzo-dé 1f guerra dela independencia espaiiola la formacién de juntas locales y regio nales constituy6 un expediente nacional y el ejemplo se propagé en América, donde sirvié alternativamente a movimientos abso- lutistas 0 espajiolistas, como el de Montevideo de 1808, y a mo- vimientos reformistas 0 criollos como el de La Paz de 1809. El 25 de mayo, pese a toda su importancia como hecho exte- riorizador de la revolucién, no es la revolucién misma, sino sélo un momento de ella —muy destacable, por cierto— y como tal in- separable de los acontecimientos anteriores y posteriores. Noes esencial, pues, aunque resulte apasionante, establecer cuales eran los propésitos e ideologia de la Junta de Mayo, y tal inten” to leva a escindir la continuidad del proceso revolucionario y 4 perderse en discusiones bizantinas sobre sus objetivos. Estos "° en Clary determinarse sino considerando el proceso revoluci r c luciona- conjunto y superando las variantes episédicas y circus propias de toda revolucién auténtica, que es, en sect eden C ensu tanciales da, cambio. et “or otra parte, no es licto hablar de "una" ideologfa ni de A ae ropes ire ls. integrantes del primer gobierno” rio. Ya hemos licho que la Junta del 25 de May i Frnt t tun gobierno de coalici6n, pues sus peat re --de-este-mosaico de opiniones, es obvia la existenci: una reorientacion politica con_el fin de\, ptad_de Ta-com cana, adecuando a 6n y estructura del Estado. eee. ‘el Estado es el primer objetivo de los revoluciona- rios: se trata primero de reocupar Sus estructuras y luego de mo- dificarlas. La nacion. est4 en segundo término; es una idea con- fusa que adquirira forma progresivamente durante el proceso emancipador. Si queremo: tuvieron que encarar los protagonis' ne que formulemos tres preguntas, se les presentaron jnevitablemente: ¢para plena unidad de ideas. ote) En efecto, , s hacernos una imagen fiel de los problemas que tas de la revolucién, convie- y respondamos a ellas, que qué la revolucién?, / épara quién? y écémo? comiin a todos los/ Propésito ‘Acabamos de indicar cual era la respuesta, revolucionarios, a la primera cuesti i que para unos se trataba de un cambio de personas, para otros de un cambio de politicas, para los més profundos de una eman- cipacién, y entre éstos habia quienes la pensaban como Jade un poder extranjero (Francia), quienes la consideraban:como la ad- quisicién de la libertad civil y politica a través de un reino aut- nomo dentro de la corona espafiola y, finalmente, quienes aspr raban a constituir un Estado independiente. Es evidente que es- te Ultimo propésito alentaba a varios dirigentes y a algunos de los nuevos gobernantes. Esta posicién fue ganando terreno rap damente entre los revolucionarios, sea por convencimiento, sea Por imperio de las circunstancias, sea por el “endurecimicnt? Popo de todo el proceso revolucionario, A partir de a on (la idea emancipadora fue la politica o| icial y OO ientacién del proceso revolucionario, por vagas que ao ss primeras aspiraciones. Este @ el hecho Bndamental qUe © expresa a través de una década entre los vaivenes de la lucha ee las circunstancias cambiantes de la politica internacional ‘a fe fuerte o vacilante— de los politicos revolucionarios en los on. Ya hemos indicado antes, emancipador \ 323 324 objetivos que propugnaban. Al cabo de esa década, la emancipa. cién queda consolidada como hecho y como convicci6n ‘ lar. Por ello la revolucién puede y debe llamarse emancipadora, aPara quién era esta emancipacién? Aunque Ja revolucién hy. ya sido municipal en su primera manifestacion y nacional én i resultado, fue. americana en | su planteo % en sus | ‘ecciones, Pa. ra los revolucionario: xistia_enit-co 20 una Tder defi. _nidamente nacional, propiamente argentina, Existian por enton. ces dos naciones predominantes de patria: una_re ida-y-lo- calista, referida a la ciudad de origen, y otra amplia y continen. “fal: la de“América espafiola, Ya hemos explicado a través de las paginas precedentes 10 se fue configurando en las relaciones econémicas, sociales, éticas y jurisccionales una cierta unidad de hecho en lo que constituyé luego el territorio argentino, pero es. ta unidad no habia alcanzado en 1810 a configurar una aspira- cién politica. Es cierto que fue propésito manifiesto de la Junta extender la revolucién a todo el Virréinato, pero también los que aspiraba @ que"sus "pasos fueran imitados por los restantes virreinatos espafioles para.que todos los pueblos americanos se. reuniesen en una nueva experiencia politica y.soci: “Esta idea an ista, que caracterizé la gesta libertadora, encontraba un obstaculo insalvable en la diversa idiosincracia de los diferentes pueblos americanos: la diversidad de ambitos geo- graficos, razas, hdbitos sociales, y.el aislamiento-recipraco, en que habjan crecido los pueblos se oponfan a que esta idea pudie- ra cuajar en expresiones institucionales. Sin embargo, no se t' taba de una pura quimera. Se apoyaba en la vieja tradicin im- -perial espatiola que habia concebido a las Indias < £ diferenciado.dentro del Tmperio, cuyos diversos reinos estaban animados por un mismo ideal, sometidos a una unidad de man- do, a una misma estructura, y cuyos habitantes reconocian una hermandad en el nombre comin de espafioles americanos. Un indiano de paso por la metrépoli era americano antes que Pe Tuano, rioplatense o chileno. Unidos durante siglos a la misma Corona y ala persona de un musmo rey, la vigencia de la concepcién americana se expres &P los pasos de los precursores. Viscardo escribio para los "espaiio” les americ: ‘ericanos" y Miranda patrociné una logia que respo™ sugestivo nombre de Gran Reunién Americana, a la que pert necieron varios libertadores, Una idea americanista presidi&t” 1810 a los revolucionarios venezolanos que invitaban 2 con, tuir-una-gran-confederacion americano-espaiiola. jertos revoluci6n chilena, a ambos lados de Tos Andes alent6 en cier™™ - momentos la idea de constituir una uni 2 frente a la cual los propésitos de cre Sees a paises, a politica britdnica, a la vez que vefa con velad mae {faestruccién del imperio espanol, temia la = fe satisfaccién|) miltiples Estados de aquel imperio, sityacién ae shar en 4 \\ pado los intereses comerciales ingles Cuando Belgran Berta raba a la infanta Carlota sus temores de que el pate se scan af en la anarquia, no sdlo estaba previendo los incoaweniehics del desorden y del gobierno, sino las nefastas consecuencias de ta division de América espafiola, que la dejaria sometida a la in- fluencia de cualquier potencia extrafia. A medida que el conflicto con Espafia se desarrolla, se va de- finiendo con mayor claridad la entidad nacional y adquiere for- ma y limites el ideal americano. La revolucién debié iti separacién de ciertos territorios del Virreinato, lo que no signi- ficaba simplemente una claudicacién politica, sino la materiali- zacion de situaciones que ya estaban configuradas en otros te- rrenos. Pero. or ello se abandoné la concepcién americanis- tadel movimiento. Por el contrario, algunos hombres com et politico que materializaselaunidad_ ‘ontinental. Los caminos eran dos: una monarquia tinica, o una fonfederacién que podia ser de reinos o.de republicas. Tanto el Congreso de Tucuman —que comienza declarando la indepen- dencia de las Provincias Unidas de Sudamérica y no del Rio de la Plata y termina entre gestiones monérquicas— como San Mar- tin en el Pera y Bolivar en Venezuela, no perdieron de vista esta circunstancia. Pero si el proyecto politico continental de la revolucién ame- ricana no se concret6, sf se materializé en cambio, la estrategia militar continental. Belgrano, San Martin y Bolivar no concibie- fon la guerra de Id Independencia sino como wha operacién que terminaba en Lima, bastién del poder real en América. Cuando ¢! ideal americanista naufragaba en él localismo politico de las Provincias argentinas, San Martin y Bolivar estaban a punto de concluir felizmente la estrategia continental en el plano militar. El ideario americanista de la revoluci6n est4 en cierto modo ‘eso: el de la conduccién re- unido we del proc S pice ott 7 siesta a nuestra tercera pregunta. / Yolucionaria, que importa la resp’ ra anta. / Este protien lleraba en germen Ja oposicién entre los inte-/ & Teses centralizadores y Jas vocaciones localistas, que comets v7 los extremos pendutares entre | cuales #€ muteven los gobier- ——— durante a ranscurso dé la década de t620 + 2 189 te 326 Aunque la revolucién fue.americana no sdlo en sus intencig, nes sino en sus proyecciones, como se evidencia en los alzamien. tos casi simultaneos (1809-1810) de la Costa Firme, Qui : ; : ito, Chu. quisaca, La Paz, Buenos Aires y Santiago de Chile, Sus bases de poder eran harto débiles, no sélo por los limitados medio tae ales de que dispusieron en principio los Tebeldes, siiotaiy, por | recho-del-apoyo popular inicial, ya que si bien e| movimiento ‘interpretaba una aspiracién” general de mejora, miento criollo, la cosa.no-era-entyevista con mucha claridad po ¢l.pueblo ano igio.de. -la-autoridad real —que los ene. migos de la revolucion proclamaban— era muy.grande.__ Esta debilidad inicial de la revolucion provocé, ademas de momentos de angustia, verdaderos fracasos, de los que sélo Bue- nos Aires se libré. Tanto los-movimientos-del norte de Sudamé. || rica.como--la-revolucién-chilena_fueron vencidos, y en Uimo- | mento.dada.sdlo_en_el Rio de la Plata intuvo la bandera de. 1a insurrecci6n, Es claramente comprensible que los dirigentes politicos de la revolucién. propendieran a darle fuerza por via de la mayor concentracién de poder en el menor niimero posible de manos. Esta perseguida unidad no sélo era cuantitativa sino cualitativa: era necesario que Ja conduccion 1 revolucionaria fye- Xa homogénea.en su ideologia. De esta urgencia brotan dos con- secuencias: una de ellas, la _progresiva concentracién cuantitati- va del poder: ] Juntaen 1810, Triumvirate en 1871 » Directorio uni Personal en 1814; la otra, la concentracién ideoldgica de ese mismo poder dé modo de darle mayor fuerza expansiva y mayor ntal Ia accién de la Logia Pero este proceso de concentracié otro problema. Hemos dicho que la: lucion eran estrechas; las dudas de del interior en dar su conformidad n ideoldgica trae aparejado 's bases de apoyo de la revo- los cabildos de las ciudades al movimiento de mayo y en- viar sus diputados a la Junta, lo prueban; la reaccién realista, en Cordoba, aunque abortada, también lo pone de manifiesto. Des- 16 enfrentar la hostilidad de } Montevideo cru asi como Ta indiferencia paraguaya. La Junta con- ;{Pensable que los gobiernos de las Intendencias y ciu- Gades del interior estuviesen en manos de absoluta confianza en quanto a Ta realizacién de los objetivos revolucionarios, Y como la revolucié en Buenos Aires y entre hombres 's donde ¢] nuevo gobierno base este procedimient ee res virreinales. ; * Gi los propésitos centralizadores de B, i ‘cia nevesidad ideolégica y funcional aap an cin, se apoyaban en la herencia de una estructura ollie rreinal que habfa creado el habito del ejercicio del Boden aed ieapital, apes localista de las ciudades del in terior se apoyaba en una herencia;no ya de estru ia sino social, constituida por el aislamiento en que eee 5 . Asi, mientras Buenos Aires desde un principio in-, vocd su condicién de capital-para ejercer su dominio politico, is ciudad interiores desconocieron la legitimidad de la repre. Sentaci ital se-arrogaba Buenos Aires, y sobre todo jercicio. Claramente lo dirfa Artigas: no luchaba contra la tiranfa espafiola para verla reemplazada por la tirania portena. EXPANSION REVOLUCIONARIA Y CONFIGURACION DEL ESTADO CENTRALISMO Organizacién Unitaria CONCENTRACION DEL PODER Ren oO MONARQUIA EXPANSION (OLUCIONARIA. REPUBLICA 0 MONARQUIA AUTONOMISMO Organizaci6n Federativa DISPERSION DEL PODER Z 9 8 e a Zz : < & 327 328 | Si la ausencia de elites revolucionarias en las ciud terior pudo convalidar parcialmente el procedimiento emple do, es también evi ierno Ce! “4 én evidente que.el gobierno central—que lo era fo visoriamente y per se— ho acerto a conjugar-sus.necesidades con una cierta autonom: -que satisfaciera los intereses de cag Mprometiera.a-sus-dirigentes-en-. VOIGT Tay, bién los procedimientos drasticos de ésta, dictados Por la misma necesidad de permanecer e imponerse a la reaccién,,. las més pacificas y moderadas mentalidades de las provincias Selo honbres- tes atentica capacidad politica, como Belgrano, se dieron cuenta del problema, pero su prédica fue desoida, =~ El resentimiento ante las intenciones hegemonistas de Buenos Aires crecié.entre.los_propios revolucionarios del interior. Den. tro de ellos hubo elementos que llegado cierto momento del pro- ceso se decidieron por la defensa de los intereses y prerrogativas locales sin preocuparse por los efectos de su accion en el cuadro general de la lucha por la independencia, persuadidos de que Buenos Aires utilizaba aquella lucha como pretexto para impo- ner su predominio. A partir de este momento se crea una gran tensién dentro del incipiente cuerpo nacional yéstallan Ios primeros_brotes de re: lades del in, beldia, que_tienen_en la actitud de Artigas un fuerte punto-de apoyo. Esta tensién se va a reflejar en las actitudes de los gobier- nos nacionales que van a fluctuar entre los esfuerzos centraliza- dores y los deseos mds 0 menos claros de una apertura nacional. Las revoluciones de 1812 y 1815 no son sino intentos de quebrar una conducci6n "aportefiada" de la revolucion. Pero tienen ade- -yor_fuerza, -posibilitando su programa-americanista. Buscaban la cohesién-revolucionatia, no ya por una seleccién de insospecha dos, sino por una ampliacién de las bases que se consideraba perfectamente posible. Sus miras no eran de mera contemport- zacion con los localismos, ni eran pasivas, era una postura de in- tenci6n nacional y de americanismo activo. Tal vez por ello n° fueron comprendidos estos esfuerzos conciliadores en todas pa tes, ni los intexeses locales reconocieron la necesidad de ciertas restricciones\ El segundo Triunvirato en sus inicios y el gobier no provisorio de Alvarez Thomas responden a esa tendencia ne cional y lo mismo puede decirse del Estatuto Provisional 4 1815. Bl gobierno directorial de Pueyrredon representa una a? gustiosa btisqueda del equilibrio entre. ntralizaciorry-FesPe? _Mde los localismos, cuando ya ése équilibrio era imposible. Otro de los grandes problemas de I: medida factor regulador de muchos dent ion, y en buena / Influencia internacional. SUS actos, fue la situacién | del factor i fi i 4 la reyolucin se produce cuando es casi segura la si : internacional } Espaiia por él poder napolednico; Enem; mae sumisién de fapo- erado el equilibrio Suerra general que Jeon, cuyas veleidades expansioiiistas han alt europeo y sumido al i ee en una Jo repetiria cien anos después, Gran Bretaj : ee ota del erape lor francés el objetivo atm a ae hoe Iiica internacional. Todos sus intereses nacionales” Fy enfean a jos comerciales Ta impulsaban en ese sentido, L; ra gee a foles contra el invasor francés. habia convertido a Gran Breta- iia de tradicional enemiga de Espafia en aliada fiel. Sin duda es ta alianza no ponia sino un momentdneo paréntesis en la vieja politica inglesa tendiente a liquidar él Imp yafiol o al me- nos a obligarle a abrir sus puertas al comercio britdnico. e omando se producen los leyantamientos sudamericanos es evidente para el gabinete’britanico) que se abre una posibilidad de conquistar aquellos mercados por alguna de estas dos vias: = contribuir al mantenimiento comercial de las colonias aisladas ‘“deswmetropoli, sean Teales o insurrectas, o lograr con los pode- Yestocales-dé cada punto de América tratos extraoficiales que abrieran esos lugares a la penetracién comercial britanica. De acuerdo con la politica establecida por Castlereagh, esos pasos debfan darse de tal modo que no comprometieran a Gran Bre- tafia como poder estatal, y dadas las circunstancias del momen- to esa politica implicaba el no comprometer ni _menoscabar la alianza entre Inglaterra y Espafia, “ Sin embargo, existian dos factores que hacian que > Londres mirara con benevolencia las revoluciones americanas: el predo- leas liberales inglesas que vefan en Tos insurrectos un reflejo de aquéllas, el clamor de los comerciantes ingleses j Bates mercad sustitutivos aaa ¢ alli que Inglaterra procurara-una-politiea-eon lora e! su fideltdad a Espaiia aulsicngiates por-los.revolucionarios. Co- Mo contrapartida del eventual apoyo britanico, los gobernantes, del Rio de la Plata debieron omitir los pasos que pudieran mal- fistar aquella simpatia, como lo revelé la recone os mae lord Strangford, embajador inglés en Ree re bién ig eae omacinl de una independencis BI i ie que log ene liacion britdnica era. fundament al para imped necuiar | iygr2ttugueses avanzaran sobre el Rio dela Plata.en inwcs Por alcanzar esta regién, para lo que podian invoc 329 Las relaciones \__ conlalglesia ) sia y el Estado, dadi 330 deseos de preservar los dominios de su aliada. En este punta 6 la mediacién i como lo demostré la convencign, Rademaker en 1812. ! A medida que la revoluci6n se pierde —entre 1811 y 1815_ oy, mil vericuetos politicos y que los gobiernos se suceden cada vez con menor autoridad, el desorden reinante en el Rio de la Plata enajené_muchas-de-las-simpatias~britanicas, tanto porque Tg practicas rioplatenses no resultaban expresiones dignas del libe. rali invocaban, cuanto porque él desorden no era favo. Table a los intereses comerciales briténicos—— ~ Enrese momento la:politica de contemporizacién mantenida por el gabinete de Londres Se transforma en_una politi diacién_entre-los. sebeldes-y-la-corte.de Madrid, politica que en definitiva y dadas las caracteristicas dela administraci6n fernan- dina, debja resultar perjudicial para los revolucionarios. Lane. cesidad de mejorar las "bases de la negociacién" explica la prisa por tomar Montevideo que tuvo el gobierno de Posadas. En ayu- da de los intereses revolucionarios operé también el violento reaccionarismo de Fernando VII, que ademas de alejar las posi- bilidades de toda transaccién, dio pabulo a la opinién publica inglesa para adoptar una postura de simpatia por la causa revo- lucionaria. Las circunstancias internacionales influyeron bdsicamente en Ja declaracion de la Independencia, ya sea demordndola en 1812 y 1813, ya sea provocéndola en 1816 cuando se hizo evidente que, caido Napoleén desde hacia més de un aio, la emancipa- Gién era el tinico medio eficaz de obtener la reaccién borbénica apoyada por Rusia y de interesar el apoyo de otras potencias. Fueron también estas circunstancias internacionales las que alentaron los planes monérquicos desenvueltos durante el Con- greso de 1816-20, y enfriaron la vocacién republicana de muchos pela Previeron que las potencias de la Santa Alianza on, buenos Ojos la instalacién de un régimen republi- cano en América del Sur, Estas potencias cref. tal régimen significaria la perpetuacién de | ede bearicol dels Revolucién Francesa y de los excesos democraticos z América del Sur se a ‘€ su epigono napoleénico. Temfan qu exaltados republinas eartiese en el refugio de los demagogos Y hombres refluye ¥ que Pesterlnmenie esas ideas ne me is 46 os iente europeo como Pale anes Politica y social. Nuestros dirigentes, a fuerza La 16; ‘ Faltci6n se reflej6 también en las relaciones de la Igle- © que ejerciéndose por los reyes de Espafia ¢l Real Patronato, la revolucién y la Consiguiente lucha ar e realistas y patriotas condyjo a la mada en- ; ala incomunicaei _de Romana-y-los-obispos del Virreinato, La Tglesie — laSe- ‘abocada asi a un serio problema, agravado local se vio © por la militancia mas €spanoles a favor de la cau- Nn por el poder civil. No obs- o menos velada de algunos prelados sa real, lo que provocé su destitucié: tante, las nuevas autoridades pocuraron mantener buenas rela- ciones con Ja Iglesia, tanto por razones de pacificacié $_rela- “veniencia politica, como por el hecho de ser ensu ae y de con. bres de fe catélica y en muchos casos de Publica religlosidag 2 Esta circunstancia y su Teconocimiento Por el-clero, que ade més, en buena medida, se adhirié a la causa revolucionaria, per- mitié una adecuacién progresiva y una convivencia mds o'menos feliz entre los re lucionarios y la Iglesia catélica local. Contribu- y6a ese entendimiento la mentalidad regalista dominante enton- ces, no slo entre los laicos sino entre los mismos clérigos, pro- pia de la época y heredada de la Espafia borbénica. Cuando la Junta de Mayo consult al dean Gregorio Funes y al doctor Juan Luis de Aguirre si correspondfa al nuevo gobierno el ejercicio del Vicepatronato que habjan ejercido los virreyes sobre la Igle- sia en estas regiones, ambos dictémenes concordaron, con argu- mentos tipicamente regalistas, en que la Junta pasaba a ejercer aquel Vicepatronato, como inherente a la soberanja. Si por un la- “do Gia era la actitud de los canonistas, por el otro la Junta per- donaba la vida de monsefior Orellana, obispo de Cordoba, com- plicado en el movimiento contrarrevolucionario de Liniers, en homenaje a su investidura eclesidstica, y posteriormente le resti- ia el gobierno de la didcesis. ; farang, hoe esta tolerancia no serfa completa. Mientras el gobierno revolucionario estimulaba por una parte a los sacerdotes y reli-| < giosos a que apoyasen desde el pulpito y el confesionario la cau- sa de la libertad, se mostraba sumamente celoso cuando la pré-\ dica de aquéllos se orientaba en sentido contrario. Un ee los alrededores de Buenos Aires fue acusado de ie y tesp ui : do de su curato a causa de su postura Prose ae oe — i te la incomunicacién con autoridades eclestastices ie! ee estado de vacancia de muchos cargos superiores Pe ] Wa eclesidstica, unida a la difusién franca de nuevas la vers; ance a le aleza humana, produjo cierto grace ic atilidad de la naturaleza hi dujo ci ‘ado di . re . anarqufa en la Iglesia, que se puso de en cier- 4a vida de a regiosor cuyos convent pa vediencia. Esta si- i casos ejemplos de 6 tension Creidwica rivadaviana, tuacién estaba en la base de la reto j 331 i i (val 25 de mayo al 6 de abril de 1811 y = %y (a1progam ’ aa J 332, oder civil contra los cdnones eclesidsticos » Per hecha desde el p' ' corrigiendo males reales. te e después de constituida, la Junta de Mayo de, lizacion de su programa politico. Pero antes que a sus miras mediatas seein oer Eee © menor cari. dad— el gobierno presidido por Saavedra debia dar los pasos yp. gentes que consolidaran la revolucién. d : Esta debia ser expandida a las demas ciudades del Virreinato para que pudiera ser realidad el mandato del 28 de mayo: inyi. Pir a todos los pueblos a enviar sus representantes a la formacion ‘del gobierno permanente. Al mismo tiempo debi cohesién del movimiento impidiendo que se diluyera entre vo- funtades menos dispuestas. Paralelamente debia evitar la previ sible reaccién de las otras autoridades espafiolas partidarias del reconocimiento del Consejo de Regencia y que sin duda verfan Ia destitucién de Cisneros como un atentado a la autoridad real yala dependencia de estas regiones de la metr6poli. Por fin, de- bia evitarse cuidadosamente la intervencién extranjera —inglesa 0 portuguesa= que podia adoptar la forma dé una colaboracién con Espafia para mantener el orden en sus colonias sometiendo a los insurgentes. Para lograr estos objetivos en el plano interno e internacional era indispensable que la revolucién fuese dotada de fuerza ma terial y sobre todo que lograse el consenso popular que la legiti- oe en los dias siguientes a mayo que mientras iran ee a Paes habia recibido los hechos del 25 a prs — ee consideraba como una ae al poblacién, y un tere paz de atraer miiltiples desgracias sol Te ideas claras sobre 1 er grupo, sin duda muy numeroso, nee los propésitos del gobierno y se mantenia @ expectati . e nates. Y* El gobierno debia ganarse la confianza de los gober Inmediatament' bid abocarse a Ja real Todo ani ’ , Movimiento revolucionario que propugna una amplir cién de Ia li fps 7 “ dar el Geis politica tiene una natural dificultad en 84%" inten oreM, escollo en el que han naufragado muchas buen 7 en to violento te denne? Bi conmocién, ni por el ne didn babe ‘i istintas tendencias, Por eso al da siguiente &P* ido $n el que establecia que: Sera castigado con igual rigor cualquiera que vierta ecies contrarias a la estrecha unién que debe reinar ct 2 todos los habitantes de las Provincias 0 que concurra a la division entre espatioles curopeos y americanos, tan con: | traria a la tranquilidad de los particulares, y bien general del Estado. ‘ } : Elobjeto de Ja Junta’ era al mismo tiempo abrir Jas puertas.del der a los criollosy evitar un enfrentamiento entre metropoli- 7 hy tanos y americanos, de consecuencias politicas y sociales impre- yisibles. Dentro de ese mismo espiritu, Pueyrredon, al asumir el Q pierno de Cérdoba, lanzé una proclama invitando a la unién de peninsulares y americanos. al Pero la revolucién necesitaba algo mds que declaraciones. Te- 4) nfa, en primer lugar, dos mandatos que cumplir, vinculados en- “re si: llamar.alos pueblos del Virreinato a enviar diputados a un ef Longreso General que estableciera el gobierno definitivo, y en- “| ‘yiar una "expedicién auxiliadora" al interior con el objeto de ayudar_a los pueblos a liberarse de la previsible presién de los 2) grupos reaccionarios y de las camarillas lugarefias que pudieran 4) pronunciarse contra la disposicién de Cisneros. En cumplimiento del primero de estos mandatos, se notificé a todas las autoridades subordinadas del Virreinato los sucesos de mayo y se les invité a reconocer a la Junta como autoridad su- perior provisoria y a enviar diputados para el Congreso Gene- ral. Al mismo tiempo se aceleré la formacién de una divisién mi- litar fuerte de mil hombres al mando del coronel Ortiz de Ocam- Po, que salié de Buenos Aires a fines de junio. A su lado y como delegado de la Junta iba Hipélito Vieytes. La sombra de los co- 'nisarios politicos de los ejércitos de la Revolucién Francesa, pa- "ecia proyectarse sobre la decision de la Junta. f nN fine Recesidad de la expedicién militar se vio rapidamente con- ( La reaccién \ "mada en los hechos. cae Mone los primeros dfas de junio fue evidente que. ee pe Linj eavideo iban a oponerse a las autoridades de Buenos ines és, epontierrez de la Concha, apoyados esl Cabilda corer Para ieee comenzado a movilizar los Se a ae oa fi dea una fuerza armada a destinada a resistir lo tabi = Selig wn insurreccién.-El 6 de junio ese Cabildo h ie fest oo *eCONocer las autoridades surgidas del 25 de mayo, 0 51° que manaban sélo de la fuerza. El mismo dia Mo! is “ondiciond su reconocimiento a que la Junta j Co Meio de Regencia. Desde ef 30-de-mayo Tas autor Montevideo habfan acordado cerrar el puerto a los bar Lcedentes de Buenos Aires, 608 pro, ‘Tal resistencia tenfa sus reflejos en la misma ¢ i do porteiio habia sugerido a la Junta la rotacion de sy ores cia, sugerencia que la Junta sintié como una intromisién, “iden. A mediados de junio‘Cisneros)que permanecfa en. Bueno; i res rodeado de la consideracién oficial a su antigua investigne” invité al Cabildo a reconocer el Consejo.de Regencia, Aqual ae sideré inoportuno hacerlo en ese momento, pero un mes ae pués, el 14 de julio, procedié a dicho reconocimiento €N secre. to, es decir, sin que lo supiera la Junta. La Real Audiencia, a sy vez, desde principios de junio habfa éxhortado a la Junta a reco. nocer la instalacién del Consejo, pese a no haber recibido infor. maciones oficiales al respecto. El asedio interior crecfa de punto y era acompafiado de una ola de rumores. En esa circunstancia la Junta se enteré de que Cisneros y la Real Audiencia proyectaban trasladarse a Monteyi- deo y reinstalar alli la autoridad virreinal, Por lo que opté por el recurso drastico de arrestar a todos aquéllos y embarcarlos se- cretamente con destino a Europa. Los episodios de Cérdoba y Montevideo no eran tnicos, Las provincias del Alto Perd, dirigidas por hombres de prestigio y que disponian de tropas, habian rechazado la autoridad de la Junta, con excepcién de Tarija. El virrey Abascal habia declara- do provisoriamente anexas al Virreinato del Pera las provincias que formaban el del Rio de la Plata, para sustraerlas a la autori- dad de Saavedra. El Paraguay habia optado por una prudente ex- pectativa sin perjuicio de mantener cordiales relaciones con la Junta. Santiago de Chile, por fin, sin reconocerla abiertamente, la aceptaba como un hecho consumado. No obstante, para respiro de los revolucionarios, casi todas las ciudades del-territorio argentino apoyaron répidamente alaJun-- _ta En junio lo hicieron Santa Fe, las villas de Entre Rios, Co- rrientes, wcumén, Cataman Salta, Mendoza, Santiago del Es. ‘ tero.y Jujuy; en agosto por fin se adhirié Tarija. ie Cea \ La reaccién codobee carecié de apoyo popular. Cuando Li de Liniers i ‘pital. Ey niers, consciente de la debilidad de su situacién, resolvid. redrae ia el norte para unirse con Jas tropas del Alto Per, cuatrocientos hombres comenzaron a desertar en tal on que pronto on de existir como fuerza organizada | Y jlan \ve despué& Liniers, Gutiérrez de la Concha, el obispo * ue demés cabetillas carecfan de tropas ni més seguidores 1 i 5 nos pocos fieles.)Por ello hacia el 5 de agosto, mientras la 334 ara burlar la persecucién, gape Fgal 7 de agosto todos, ing ne del 6a a 2t0dos, inc reconquistad nos Aires, ayeron en poder as fuerzas de la Jui : ees pan por emonces los prisioneros que el 38 qs julio nary 'gnora- fictado sentencia de muerte contra ellos, "por la ae ae sos delitos", partiendo del criterio que "el escarmiente se Ia base ie la rere del nuevo sistema", osesiter Las diversas ramificaciones de la reaccié i nalidad y prestigio de Liniers explican la et i: fae Si queria sobrevivir debia actuar con decisién y cae no dar aliento a los indecisos ni alas a sus contrarios, Di a yoces de clemencia se alzaron entre los Propios elemento: s rebel des, entre ellas la del dean Funes y la del coronel Ortiz ide Ocan : po. Esta actitud le valié a este Ultimo ser despojado del mando militar, pues, como dijo en la oportunidad Mariano Moreno, la obediencia era la mejor virtud de un general y el mejor ejemplo para sus tropas. Seco, disolver ¢] la no- Tod, Sa fe owe 1nutil, pues en |, El doctor Castelli, la mente mas jacobina de la revolucion, fue encargado por la Junta de hacer cumplir la sentencia, que se eje- cut el 25 de agosto en el paraje de Cabeza de Tigre e, cerca de Cruz Alta, fusilandose a todos los prisioneros con excepcién del obispo Orellana. Con Ja ejecucién de un ex virrey y de un_gobernador inte dente, la Junta habia quemado las naves de la revolucion. El ca- mino, desde entonces, no tenia regreso. La sangre de las prime- tas victimas era la garantia de una "reciprocidad de trato" que cerraba el camino de las transacciones. Las drasticas medidas del gobierno contuvieron a los descon(— La Gaz ‘entos. Entretanto Ja Junta habja creado-un-organ iod{stico grientador dela opinién publicd, la Gazeta.de Buenos Ayres, euya siteccién originaria asumié un miembro del gobierno, el presbi- tero Alberti y mas tarde Mariano Moreno. Allanando el camino, | expedicién auxiliadora volé hackael torte; el 4 de octubre ha- bia alcanzado Yavi, en los limites actuales del territorio argent: no. Comandaba entonces la expedicién Juan José Cosel cok Plenas facultades politicas y militares, correspondiendo ema © especificamente militar a Antonio Gonzélez Balcarce. . Mientras tanto, Ja ativa del Paraguay @ t reco “dad de Ja Junta de dio a esta AdOpUar ura i: bre to- Para evitar la Yormacién de un nuevo frente realista y So — =) od ari cci6n coordinada de Asuncién municacion y a 7 Y Mo, oe Tal vez una actitud mds serena hubiera Mantenidg Nt video. ay en una postura de neutralidad, pero la Junta cones * ragu: . for 7 Siders ue no era tiempo para correr-riesgos. El 4 de Setiembre pai q oe aCitado im ia designado al doctoxManuel Belgrano} el més cap; saiewibros tanto por su vision pol itica como para comandar una expedicién scatinada, 2 a i ‘ Oriental, pero veinte dias después sé leo: ie Yo politico-militar: el Paraguay. 4 a \\_ Detengdmonos ahdra-un-instante a observar la situacion de caus \ flamante Junta: pese a su heterogeneidad, habja levado una gee su equiil inta: p i : i interno } tion arménica, sin choques ni rozamientos. Entre J = SUs miembrog / habia cuatro hombres que por su formacién, cardcter © ideolo. gia tenia capacidad de dirigentes, y por lo tanto eran Politica. mente importantes: Saavedra, Castelli, Moreno y Belgrano, Hl deseo de la Junta de“asegurar la expansion politica dé volu- cién, de la cual las ici ilitares no eran sino instry. mentos subordinados, la impulsé a designar para la conduccién de ellas a dos miembros notables: Castelli y B. 10. La desa- paricién de estos dos hombres del seno de las deliberaciones diarias del gobierno favorecié, si no condyjo a ella, la Tuptura de su equilibrio. Exaltado Castelli y moderado Belgrano, tenfan sin embargo una trayectoria anterior con muchos puntos comunes. Amigos y colegas de profesion y tareas, sin formar en modo al- guno un frente a i u partida a teatros lejanos dejé a la Junta polarizada en tor- no de su presidente Saavedra Su secretario Moreno. Azcuéna- 8a, Paso, Larrea y Matheu, hicieron causa comtin con Mariano Moreno, antiguo “juntista". Saavedra conservaba el prestigio de su investidura Presidencial, su poder militar y su popularidad en +, Vastos sectores de Ja Poblacién. La discusién de los tépicos de Sypicrng Teaviv una vieja enemistad que databa de los dias de! y Moreno } macran Alzaga-Liniers y que’ subrayaba una radi aie NS © tica a seguir oh Aue Criterios distintos en cuanto 2 iderio ae sui vr unieron le divergencia? Saavedra era. pari) anay Po 4 Moderaday-comerio. expiesa en una carta a »-me lena de com i ierto de tus pro ‘ a 4 Placencia al ver el acierto 4 gncitsy el sistema de aeeaiiay que has adoptado: él he ‘ Is? *4 progresar nuestro Sistema y de contrarios hard amig® 336 r4 conocer que el terror sino Ia justici ‘a Justicia y la r; ‘az6n son | hal é . de nuestros conatos,3 Jos agente: so io, era partidari (aloren?s Ye emige year _ una politica violenta OS In i! ae ge " 1CCISO: 5m0 Chiclana le escribia por esos dias: s por el temor. Al i potost es el pueblo més delicado del Virrei o usar en él un tono mds duro a biel y: te pre- alta... Perezca Indalecio y no le valgan las antiguas n i en nes con él buen patriota Alcaraz, la patria lo exi as Fests basta para que lo ejecute su mejor hijo, Chiclana? ieee cis ncia es neta y se marcard progresivamennte, al pun- La difere decir a Saavedra una vez que Moreno hubo dejado to de hacer el gobierno: Jas maximas de Robespierre que quisieron emitir son en el dia detestables —y anotaba—: Ya te dije que el tiempo del terrorismo ha cesado.5 Alpromediar elafio 1810 Ja influencia de Moreno, sin ser ab- soluta,era decisiva. Es la época del atribuid plan térrorista de aquél, sobre el que tantas discusiones se han Sucedido hasta hoy acerca de su autenticidad, sin que pueda decirse una palabra de- finitiva. Pero sea el plan auténtico 0 no, se exagere de él 0 sea orresponde en buena me- trasunto de verdad, lo cierto es que ¢ dida al espiritu que animé numerosas disposiciones de la Junta. Esta habja decidido segar la oposicion alli donde empezase a asomar. Los sucesos de Cérdoba y Montevideo, la amenaza nor- tefia y la retraccién paraguaya hicieron olvidar los propésitos conciliatorios iniciales. La oposici6n a los espafioles europeos se hizo visible y el gobierno perdié toda moderaci6n al respecto- Las instrucciones dadas a Castelli y Belgrano son ilustrativas de este estado de espiritu. Ordenaba al primero investigar la conducta de todos los jueces y vecinos, deponiendo y remitien- do ala Capital a aquéllos que se hayan manifestado opositores a la Junta; disponfa que Nieto, Goyeneche, Sanz y el obispo de La Paz y todo hombre enemigo principal fuesen "arcabuceados en : Carta del 27 de octubre de 1810. th Carta del 20 de noviembre de 1810. . Saavedra a Chiclana, 11 de febrero de 1811.

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