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REVISTA CATOLICA INTERNACIONAL Communio 1 Car1os Diaz, La Iglesia y las virtudes humanas tema Josz NorigGa Bastos, La fortaleza y la comunién Car.os Diaz, La persona fuerte GIUSEPPE BARZAGHI, La virtud de la fortaleza segtiin Tomas de Aquino. Una lectura teolégica GIUSEPPE REGUZZONI, Dante y la templanza HERWIG ARTS, La templanza: ¢virtud estoica o virtud cristiana? ANGELO BELLON, Templanza y entrega de si debate José Maria VINUESA, La tolerancia y el pluralismo en la actual situacion de Espafia panorama JUAN A. MARTINEZ CAMINO, Esperanza para Europa: el Sinodo de 1999 ediciones EY encuentro Edicion Espanola Redacci6n, administracion, suscripciones Ediciones Encuentro, S.A. Cedaceros, 3, 2" - 28014 Madrid - Teléis, 332 26 06 y 532 26 07 Fax: 522 51 23, Communic aparece cuatro veces al a Precio de suscripei6n para 1999, Espana: 6.500 pias. 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Coll, Santiago del Cura, Juan José Garrido, Olegario Gonzalez de Cardedal, Fidel Gonzalez, Luis Quinteiro, Eugenio Romero Pose, José Manuel Sanchez Caro, Fernando Sebastiin Una revista no esta viva mas que si cada vez deja descontenta a una quin- a parte de sus suscriptores. La justicia consiste solamente en que no sean siempre los mismos.quienes se encuentren en esa quinta parte. De otro modo yo dirfa que, cuando nos dedicamos «no molestar a nadie, caemos en el sistema de esas enormes revistas que pierden millones, 6 los ganan, para no decir nada, o mis bien, por no decir nada Charles Péguy, ET dinero En colaboracién con: Edicion alemana: internationale Katholische Zeitschrift Communio Fresenstrasse 50, 5000 Kéln 1, Alemania. Hanna-Barbara Ger/-Falkovit Michael Figura, Maximilian Greiner, Peter Hensel, Walter Kasper, Kat! Lehmann, Reinhard Low, Hans Maier, Otto B. Roegele, Christoph Schonborn, Eberhard Straub, Edicion brasilefia: Communio, Revista Internacional Catolica de Cultura ‘Rua Benjamin Constant, 23, 6 andar, 20001, Rio de Janeiro, Brasil Esvao Tavares Bettencourt, Tarcisio Meirelles Pacilha, D. Karl josef Romer, Newton Lins Buarque Sucupira, Edici6n Croata: Svesci Communio Krscansha Sadasnjost, Maruliceo tg 14, Zagreb, Croacta Andelko Badurina, Stipe Bagaric, Vjekostav Baisic, Bonaventura Duda, Tomislav Ivaneie, Stipe Kutlesa, Mirko Matausic, Adalbert Rebic, Zvonimir Bono Sagi, Tomislav Sagi-Bunic, Aldo Staric, Adalbert Turcinovie, Marjan Valkovie, Damir Zoric Edici6n chilena: Revista Catdlica Internacional Communio Ios Acantos 1317, Casilla 976, Centro de Casillas, Santiago, Chile. Pedro Pére7-Bartos, Carlos Casino, German Doig, julio Terin Dutas, Vietor Gambino, Roberto Jiménez, Jose Miguel tbinez Langlois, Mauro Mattei, Augusto Merino, Luis Meyer, Antonio Moreno, Femando Moreno, Sergio Munoz, Francisco José Pifién, Arturo Reyes. Edicién eslovena: Communio Kristjanova Obzorja Zrinohepa 13, 61000 Ljubljana, Eslovenia, ‘Edmund Bohm, Lozee Gosay, Franc Kejat, Taras Kermauner, Vinko Kobal,Loje Krak Podiobnik,Joze Puce, Jozel Sm), Cit Sore, Janez Staka, Anton Strukelj, Janez Zupet. ‘Tone Kunstelj, Tomaz Edicion cstadounidense: International Catholic Review Communio PO. Box 4557, Washington, DC 20017-0557, USA Stratford Caldecott, Agnes Cunningham, SSCM, Brian E. Daley, $J., Roch Keresty, ©. Cist., Thomas Langan, Mare Ouellet, $S., David L. Schindler, Kenneth L, Schmitz, John R. Sheets. Edicidn flamenca: International Katholic Tydschrift Communio Holanda: Heljendabllaan 82, 6464 EP Kerkrade Belgica: Burgemoesterstraat 59, bus 6 3000 Leuven Jan Ambaum, Stefaan van Calster, Ben Janssens, Klara Roegies Verhack, G. Wilkens Mia Schoenmaeckers, Joris Schrtder, Edicién francesa: Revue Catholique Internationale Communio 28 Rue d’Auteutl, 75016 Parts, Francia Jean-Robert Armogathe, Guy Bedouelle, Olivier Boulnois, Rémi Brague, Vincent Carraud, Georges Chantiaine, Jean Duchesne, Pierre Julg, Corinne y Jean-Lue Marion, Frangois Mathieu, Jean-Marle Salamito, Robe “Toussaint, Jacqueline ¢'Usse. Edici6n italiana: Rivista Internazionale di Teologia e Cultura Via Gober, 7, 20123 Milan, lata, nos Biffi, Aldo Cazzago, Maria Antonietta Crippa, Gianfranco Dalmasso, Libero Gerossa, Andrea Gianni, Elio Guerrero, Antonio Sicati, Dorino Tuniz, Edicion polaca: Miedzynarodowy Praeglad Teologiczny Communto Oltarzew, Kilnskiego 20, Pl 05-850, Ozarow Mazowieck, Polonia. Luclan Baker, Marian Banaszak, Bronislaw Dembowski, Stefan Dusza, Wojciech Goralski, Helin Juros, Jan Kwpka, Jan Lach, Franciszek Mickiewicz, Stanislaw Nagy, Edward Nicznanski, Alfons Nossol, Jan Pytl, Kazimier2 Romaniuk, Waclaw Swierzawki, Stanislaw Stance Edicin portuguesa: Revista Internacional Catdlica Communio Biblioteca Universitaria Jodo Paulo i, Palma de Cima, 1600 Lisboa, Portugal. Juan Francisco Ambrosio, Mavia C. Branco, Antonio de Bivar Weinholt, Ferreira de Farias, Maria M. Cortez, de Lobio, Henrique de Noronha Galvao, José E. Borges de Pinho, Maria Lusa FaleBo, Anténio C.Fidago, Peter Sitwell, Lats Filipe R. Thoms REVISTA CATOLICA INTERNACIONAL Communio tercera época afio 22 enero-marzo 2000 editorial CarLos Diaz La Iglesia y las virtudes humanas.... tema Fortaleza y templanza José NorigGa BastTos La fortaleza y la comunion CarLos Diaz La persona fuerte GIUSEPPE BARZAGHI La virtud de la fortaleza segiin Tomas de Aquino Una lectura teologica GIUSEPPE REGUZZONI Dante y la templanza HERWIG ARTS La templanza: jvirtud estoica o virtud cristiana?. ANGELO BELLON Templanza y entrega de si debate José Maria VINUESA La tolerancia y el pluralismo en la actual situacién de Esparia anorama JUAN A. MARTINEZ CAMINO Esperanza para Europa: el Sinodo de 1999 78 editorial La Iglesia y las virtudes humanas Cartos Diaz 1. La santidad y la virtud En el esquema filoséfico clasico las virtudes teologales (Fe, espe- ranza, amor), fundamentaban a las virtudes basicas humanas, por biisicas denominadas cardinales (prudencia. justicia, fortaleza y tem- planza), no pudiendo prescindir de ninguna esas siete dimensiones el ser humano que aspirase a tal. Ese esquema, con todos los res- petos para nuestros hermanos no creyentes, sigue vivo; el catélico lo vive desde la Iglesia fundada por Cristo. Cuando el catélico afirma creer en su Iglesia santa, a pesar de las des-virtuaciones de sus miembros, no dice en modo alguno que se haga la vista gorda ante su pecado, pues el catdlico no lo es para la apologia defensiva de su Iglesia, sino para dar testimonio de la Palabra de Dios: «La Iglesia, tan lastrada por opciones erré- neas tomadas en momentos criticos y por la serie de callejones sin salida en que incide una y otra vez, me transmitié la fe y, median- te ella, el elemento mas presentable de mi ajetreada existencia. De no haber existido el Pentecostés de hace casi dos mil aos ni yo ni ninguno de nosotros hubiera tenido acceso al conocimiento salva- dor del mensajero singular de Dios, que nacié como hombre, que vivid, actud y predicé como hombre, que murié en la cruz y resu- cit6: Jess de Nazareth. Asi, yo debo a la Iglesia de Cristo, y con- cretamente a la Iglesia que me socializ6, lo mas valioso de mi vida: el sentido general de la existencia que se desprende de la fe en Dios y del mensaje de Jestis y todo lo que se puede relacionar con- creta y razonablemente con él. Y no tendria la posibilidad de sal- a at Iglesia y Jas virtudes humana vacion, de felicidad, de fuerza si no me Ja hubiera transmitido la Iglesia. Por eso estoy profundamente agradecido como a ningitn otro poder histérico a esa misma Iglesia que me irrita, me tortura, me acongoja y me preocupa, a esa Iglesia problemitica+. -Qué discutible eres, Iglesia, y, sin embargo, cuanto te quiero. Cuanto me has hecho sufrir y, sin embargo, cuanto te debo. Quisiera verte destruida y, sin embargo, tengo necesidad de tu presencia. Me has escandalizado mucho y, sin embargo, me has hecho entender la santidad. Nada he visto en el mundo mas oscu- rantista, mas comprometido, mis falso y nada he tocado mas puro, més generoso, mas bello. Cuantas veces he tenido ganas de cerrar en tu cara la puerta de mi alma y cuantas veces he pedido poder morit entre tus brazos seguros. No, no puedo librarme de ti, por- que soy tt, aun no siendo completamente ti. Y después dénde iria?, a construir otra? Pero no podré construirla sino con los mis- mos defectos, con los mios que Hlevo dentro. Y sila consiruyo sera mi Iglesia, no la de Cristo, Soy bastante mayor para entender que no soy mejor que los demas. El otro dia un amigo ha escrito una carta a un periédico: “dejo la Iglesia porque por su compromiso con los ricos ya no es creible’. Me da pena, O es un sentimental que no tiene experiencia, y lo disculpo, 0 es un orgulloso que se cree mejor que los demas. Ninguno de nosotros es creible mien- tras esté en esta tierra. San Francisco gritaba: ‘ti me crees santo y no sabes que puedo atin tener hijos con una prostituta, si Cristo no me sostiene La credibilidad no es de los hombres, es s6lo de Dios y de Cristo. De los hombres es la debilidad y acaso la huena voluntad de hacer algo bueno con ta ayuda de la gracia que brota de las venas invisi- bles de la Iglesia visible, ¢Acaso la Iglesia de ayer era mejor que la de hoy’, sacaso la Iglesia de Jerusalén exa mas creible que la de Roma? Cuando Pablo llegé a jerusalén levando en su corazén sed de universalidad al viento de su potente soplo carismiatico, :acaso los discursos de Santiago sobre la circuncisi6n o la debilidad de Pedro que se entretenfa con los ricos de entonces (los hijos de Abrahan) y que daba el escindalo de comer s6lo con los puros, pudieron hacer- le dudar sobre la autenticidad de la Iglesia, que Cristo habia funda- do y darle ganas de ir a fundar otra en Antioquia 0 Tarso, gacaso santa Catalina de Siena, viendo al Papa que hacia —jy cémo lo hacfa!— una sucia politica contra su ciudad, la ciudad de su cora- z6n, podia venirle a la cabeza la idea de ir a las colinas sienesas, transparentes como el cielo, y hacer otra Iglesia mas transparente que la de Roma llena de pecados y politicante? No, no creo, porque tanto Pablo como Catalina sabfan distin- guir entre las personas que componen la Iglesia —‘el personal de "AW Dirks, £7 fartamnurdo cantor, Sigueme, Salamanca 1987 Carlos Diaz la Iglesia’, dirfa Maritain— y esta sociedad humana llamada Iglesia, que a diferencia de todas las demas colectividades huma- nas ‘ha recibido de Dios una personalidad sobrenatural santa, inmaculada, pura, indefectible, amada como esposa de Cristo y digna de ser amada por mi como madre dulcisima’. Aqui esta el misterio de a Iglesia de Cristo, verdadero misterio impenetrable Tiene el poder de darme la santidad y esta formada toda ella, del primero al ultimo, de pecadores y jqué pecadores! Tiene la fe omnipotente e invencible de renovar el misterio eucaristico y esta compuesta por hombres débiles que estn perplejos y se debaten cada dia contra la tentacion de perder la fe. Lleva una mensaje de pura transparencia y esta encarnada en una masa sucia, como es sucio e] mundo. Habla de Ja dulzura del Maestro, de su no-vio- Tencia, y en la historia ha mandado ejércitos a destruir infieles y torturar herejes. Transmite un mensaje de evangélica pobreza y busca dinero y alianzas con los poderosos. Los que suenan cosas diversas de esta realidad no hacen sino perder el tiempo y comenzar siempre de nuevo. Demuestran que no han entendido al hombre. Porque asi es el hombre, como to hace visible Ia Iglesia, en su maldad yal mismo tiempo en su coraje invencible que la fe en Cristo le ha dado y la caridad de Cristo le hace vivir. Cuando era joven no entendia por qué Jesiis, no obstante la negacién de Pedro, lo quie- re jefe, su sucesor, primer Papa Ahora no me extraio y comprendo mejor que haber fundado la Iglesia sobre la tumba de un traidor que se asusta por el cotilleo de una sirvienta era una advertencia continua para mantenernos en la conciencia de la propia fragilidad. No, no me voy de esta Iglesia fundada sobre una piedra tan débil, porque fundaria otra sobre una piedra atin mas débil, que soy yo. ¢Pero qué cuentan las piedras? Lo que cuenta es la promesa de Cristo, lo que cuenta es el cemen- to que une las piedras, que es el Espiritu Santo. Sélo el Espiritu Santo es capaz de hacer la Iglesia con piedras mal cortadas que somos nosotros. Sdlo el Espiritu Santo puede mantenernos unidos, no obstante nosotros, no ohstante la fuerza centrifuga de nuestro orgullo sin limites. ‘Aqui est4 el misterio mas grande de la Iglesia, al que renuncio cuando cierto mi coraz6n al hermano enemigo erigiéndome en juez de la asamblea de los hijos de Dios. Y el misterio esté aqui. Esta amalgama de bien y de mal, de grandeza y de miseria, de santidad y de pecado que es la Iglesia que en el fondo soy yo. Si ninguno de los que vivimos, de los que estamos en la Iglesia podemos Ilamar- nos ‘Iglesia’ porque la persona Iglesia nos supera, cada uno de noso tos puede sentir con temblor y con infinito gozo que cuanto ocurre en Ia relacién Dios-Iglesia es algo que pertenece a lo intimo. En cada uno de nosotros repercuten las amenazas y la dulzura con que Dios trata a su pueblo de Israel, la Iglesia La Iglesia y las virtuces humanas A cada uno de nosotros Dios le dice como a la Iglesia: “Yo te haré mi esposa para siempre”; pero al mismo tiempo nos recuerda nues- tra realidad: ‘Tu impureza es como la herrumbre. He querido lim- piarla, trabajo indtil. Es tan abundante que no se quita ni con el fuego’’. Basta leer los profetas para comprender que cuanto Dios dice a su pueblo, Israel, nos lo dice a cada uno de nosotros. Si las amenazas son numerosas y la violencia del castigo grande, mas numerosas son las palabras de amor y mds grande es su misericor- dia. Diré, pensando en la Iglesia y en mi pobre alma, que Dios es més grande que nuestra debilidad Pero hay algo atin més bello. El Espiritu Santo, que es el Amor es capaz de hacernos santos, inmaculados, hellos, aun vestidos de bribones y adilteros. El perdén de Dios, cuando nos llega, hace transparente a Zaqueo y hace inmaculada a Magdalena, la pecado- ra. Es como si el mal no hubiese podiclo tocar la profundidad meta- fisica del hombre. Es como si cl Amor hubiese impedido pudrirse el alma lejana del Amor. “Yo he echado tus pecados sobre mis esp2 das’, dice Dios a cada uno de nosotros. y contintia: ‘te he amado con amor eterno. por eso te prolongaré mi favor. Volveré a edificarte y seras edificada, virgen de Israel, Nos llama ‘Virgenes’ aun cuando estemos de retorno de la enésima prostitucién en el cuerpo, en el espiritu y en el corazin. En esto, Dios es verdaderamente Dios. el inico capaz de hacer las ‘cosas nuevas’. Porque no me importa que él haga los cielos y la tierra nuevos. es mas necesario que haga ‘nue~ Vos’ nuestros corazones. Y éste es el trabajo de Cristo. Y éste es el ambiente divino de la Iglesia. Queréis impedir este ‘hacer nuevos los corazones’ abandonando la asamblea del pueblo de Dios?, 20 queréis, buscando otro lugar mas seguro, poneros en peligro de per- der el Espiritu’* Asi que a despojarse ya del hiperpurismo enfermizo, sin fortale- za: sLa historia es impura y nocturna; es la historia del mal mezcla- do cc el bien y dado mas frecuentemente que el bien, la historia de una humanidad desgraciada en marcha hacia una liberacién sumamente misteriosa, asi como de los avances hacia el bien que se realizan a través del mal En cuanto un hombre ha realizado en el mundo una accién, sabe sin duda lo que ha querido hacer, pero ya no sabe ni lo que ha hecho, ni para qué ha servido, Ese hombre, si teme a Dios, no debe servirse sino de medios buenos en si mismos, debe ademas preocu- parse del contexto para que tenga posibilidades de ser lo menos malo posible. Pero después de eso jquédese tranquilo! El resto es cosa de Dios. El temor a mancharse por entrar en el contexto de la » Jer 313-4 5 C., Carretto, In -Alandar, Madrid 1 Carlos Diaz historia es un temor farisaico. No es posible tocar la carne del hom- bre sin ensuciarse los dedos. Ensuciarse los dedos no es ensuciarse el corazon. Hay quienes pretenden prohibir a las conciencias el empleo de todos aquellos medios que, no siendo malos en si mismos, se dan en un contexto impuro (prohibicién a un escritor de publicar, por- que la publicidad moderna es impura, a un ciudadano de votar por- que el Parlamento es impuro), exigiendo la negacién de la coope- racién en la obra humana comtn cuando en ella se mezclan por accidente hechos impuros: prohibicién a los cruzados de partir hacia Tierra Santa porque Ia cruzacia era ocasién de crueldades y rapifias. Esto es puro farisefsmo, no es la doctrina de la purificacion de los medios que exige que un fin digno del hombre se realice por medios dignos del hombre, y que no da tanta importancia a la nega- tiva a emplear ciertos medios, no slo buenos en general, sino ver- daderamente proporcionados a su fin. Pretender renunciar a los medios humanos, a las energias humanas, seria un absurdo. Lo que hace falta no es abandonarlos, ni apartarse dle ellos, ni superponerles de una manera estitica otros medios de orden supe- rior, sino dar entrada en ellos a ese gran movimiento del adveni- miento enire los hombres del Amor increado, que es la consecuen- cia misma dle la Encarnaci6n:*, +E] temor de ensuciamos al entrar en el contexto de Ia historia no es virtud, sino un medio para esquivar la virtud, Algunos parecen pensar que poner manos a lo real, a este universo concreto de las cosas y de las relaciones humanas en que el pecado existe y circu- la, es ya de por si contraer pecado. como si el pecado se contrajera desde fuera y no desde dentro, Esto es purismo farisaico- 2. Iglesia santa, aunque con pecadores des-virtuados Desde ahi desarroila el creyente todas las virtudes, como decia- mos, a pesar de los grandes vicios de y todas las maldades de que MOS capaces NOSOLTOS, sus miembros. Sélo a herejes de siglos pre~ téritos tales como los donatistas seguidores de los montanistas a su. vez seguidores de Tertuliano, y a otros similares, se les ocurrié hacer depender la eficacia de los sacramentos de! estado de gracia de los ministros que los administraban: obviamente, s6lo rigoristas enfer- mos podian exigir salud sin macula a los dems, pues zquién estara libre de pecado para arrojar la primera piedra? ©]. Maritain, Hiananismo Integral, Carlos Lohlé, Buenos Aires 1966. pp. 188-189, * | Maritain, £1 Hombre y ef Estadio, Ediciones Encuentro, Madrid! 1983, p. 78. La Iglesia y tas virtuces humanas Santo en plenitud sélo es Dios. Dudemos mucho de la pureza absoluta de los individuos (ungidos 6 no) que se encuentran en un contexto de pecado césmico, o sea, en un Ambito social de injusti cia estructural. Ciertamente en ese ambito los habri mejores y peo- res, pero a la historia del pecado original se afiade la vivencia gene- racional conereta del pecado y la accién pecadora individual, aunque los cristianos confesamos que el Sanador Jestis destruyé el pecado aniquilando la muerte tras su descenso a los lugares infer- nales mas bajos y su resurreccién al tercer dia Es asi como fuimos fortalecidos y bien temperados. El punto de partida no es el dle «nosotros, que estamos sanos, juzgamos y con- denamos a ellos que estan enfermos y que pecan doblemente por- que son ministros de Dios. Semejante actitud refleja un inconscien- te de origen laicista, pues ni estamos sanos nosotros mismos los no-clérigos, ni ellos pecan doblemente, a no ser que creamos que los sacerdotes pecan el doble porque son el doble de catdlicos que los laicos, reducidos asi estos ultimos a la triste condicién de meros caballeros de la triste figura o Dontancredos al laico del clero. Ni es ni al laico que se precie suele hacerle cdlemasiacia gracia que se le presente como ‘aico comprometido-, ya que en principio basta con ser laico para estar comprometido. Hay. pues. clericalismo cuan- do por exceso 0 por defecto se concede al clero mas heligeraricia de la que le corresponde. Los creyentes no se dividen en clérigos y en laicos, ni en sacer- dotes y obispos, ni en obispos y arzohispos, sino en seguidores mas © menos entusiastas de la causa de Jestis, para lo cual constituye suficiente titulo de gloria el haber sido bautizado, lo que confiere la tiple dignidad de sacerdotes (realidades sagradas. sacer), profetas (por cuanto que su vivir es un decir que da Ja cara y su decir es un vivir que centra su vida) y reyes (de un Reino que no es de este mundo pero que comienza ya en este mundo). Esto no impide que el ordenado sacerdote tenga la responsabilidad particular derivada de su ministerio especifico Mas, si se reconoce que en toda la Iglesia existe el pecado, jc6mo es posible creer en ella? Cuando el creyenie afirma que cree en la Iglesia a pesar de los pecados de sus miembros no esta diciendo en modo alguno que haya que hacer la vista gorda ante esos pecados, y menos atin defenderlos. El creyente no esta hecho para la apolo- gia defensiva de la Iglesia, sino para dar testimonio en si mismo de la Palabra de Dios. A pesar de todo, es en el interior de la Iglesia donde hemos recibido la fe que tenemos. El perrillo callejero ha abierto la puerta de la casa que le asilaba, le dala un plato de comi- da, le desparasitaba y le daba su afecto y su perdén. El pertillo calle- jero queda sorprendido cuando se da cuenta del gesto de esa que ahora pasa a ser su propia familia. Y como, pese a todo, olfatea que Sus caseros a veces no se portan bien entre si, decide moverse con amor agradecido junto 2 ellos, pero ladrar que aquello que esté mal Carlos Diaz no puede ser, ladrido que habra de mejorar la vida familiar: «La Iglesia, tan lastrada por opciones err6neas tomadas en momentos ctiticos y por la serie de callejones sin salida en que incide una y otra vez, me transmitié la fe y, mediante ella, el elemento mas pre- sentable de mi ajetreada existencia. De no haber existido el Pen- tecostés de hace casi dos mil afios ni yo ni ninguno de nosotros hubiera tenido acceso al conocimiento salvador del mensajero sin- gular de Dios, que nacié como hombre, que vivid, actué y predicd como hombre, que murié en la cruz y resucit6: Jestis de Nazareth Asi, yo debo a la Iglesia de Cristo, y concretamente a la Iglesia que me socializ6, lo mas valioso de mi vida: el sentido general de la exis- tencia que se desprende de la fe en Digs y de] mensaje de Jess y todo lo que se puede relacionar concreta y razonablemente con él. Y no tendria la posibilidad de salvaci6n, de felicidad, de fuerza si no me la hubiera transmitido la Iglesia. Por eso estoy profundamente agradecido como a ningin otro poder hist6rico a esa misma Iglesia que me irrita, me tortura, me acongoja y me preocupa, a esa Iglesia problematica-s 3. Iglesia apostolica: la carga del testimoniar las virtudes desde la fe Iglesia apostdlica, misionera, semilla revolucionaria, no espiritu: lista que no va de salto emocional en salto emocional con el subsi guiente desarraigo y hasta con el derrumbe psicoldgico de sus parro- quianos «clientes», Iglesia que, lejos de consensuar. disensua, que baja a la catacumba, que desciende a los lugares mas bajos afirmandose en aquello de Kierkegaard «soy perseguido luego existor, chocando con el orden/desorden establecido y con su legalidad porque hoy los Ministerios de Justicia representan el conjunto de las injusticias esta- blecidas, y las leyes las telas de arafa que detienen a los mosquitos mientras dejan pasar impunemente a los moscardones, de tal modo que el derecho no es sino la fuerza de los mas bestias, la democra- cia el nombre que la ley invoca cada vez, que el poder necesita del pueblo, y el Estado la clispide de esta piramide de sacrificios. Es en semejante Iglesia donde el choque con el orden/desorden establecido adquiere forma no violenta, por lo que a sus adversarios les dice: nuestra capacidad de sufrimiento es tan grande como vues- tra capacidad de hacernos suftir. A vuestra violencia fisica oponemos nuestra fuerza moral nacida de nuestro amor basado en el Amor de Dios. Esta semilla revolucionaria y no violenta, que practica la oracién de abandono al Padre, que no reduce a Cristo a una ideologia, sino 8 W. Dirks, El Tartamudo Cantor. cit 10 La Iglesia y las virtudes humanas que reconoce en E] al Sefior, y que ejerce la comunién de bienes y el amor a los enemigos, constituira por los siglos locura para unos y escindalo para otros. Locura para el mundo que la califica de sofa- dora, fandtica, irrealista y ut6pica, como si la utopia fuera una fabri- ca de nubes y no una verdad tempranera. Escindalo para los cris- tianos del Norte, porque la Iglesia antimilitarista se enfrenta a la legalidad que carezca de legitimidad, cuestiona las patrias, defiende la devolucién de la tierra y de las empresas a campesinos y obreros y a los pobres la restitucién de lo robado, se enfrenta a las centra- les nucleares y ama la naturaleza, rechaza la violencia policial asi como el capitalismo por ella defendido (que reduce al hambre a las tes cuartas partes de la humanidad mientras llama santos a quien dé pan al pobre, pero «comunista- a quien pregunte por qué los pobres carecen de pan), opta por el Sur, recusa su propia participa- cién en los presupuestos estatales, esta en favor de la vida desde el instante mismo de su fecundaci6n y en consecuencia contra la pena de muerte, abandera la defensa de la dignidad de la persona y tra- baja para que no la traten como medio o instrumento, y pese a todo ello se sabe pecadora y necesitada de perdén, orando para que en ella permanezca el Espiritu S: 4. Iglesia apostolica: la fuerza y la templanza del com-partir Consecuentemente crea cauces concretos de accién: hay inmi- grantes y exiliados pobres, refugiados de guerra, toxicémanos, alco- holicos, enfermos fisicos y mentales, ancianos abandonados 0 solos, nifios maltratados, parados de larga duracién, madres solteras, muje- res maltratadas, vagabundos, chaholistas, enfermos de Sida, etc., etc., y ante toda esa realidad hay que actuar, hay que mojarse no slo a nivel asistencial y particular, sino constitutivamente como Iglesia del Sefior. Desde ahi, el desacuerdo que la Iglesia mantiene con el mundo del desorden establecido es tal, que la lleva a plantearse una presencia en la vida publica creando empresas sociales, cooperati- vas, sindicales, e incluso grupos de laicos independientes de la Jerarquia que misionaran (enviados por la comunidad cristiana) en el mundo de la politica asumiendo medios y fines evangélicos, En definitiva, una Iglesia que comparte, pues compartir es partir 0 mar- char-con, hacer el mismo camino; es partir el pan y la sal con los demas; es tomar parte y partido con ellos, en fin, tomar partido pay- tiendo-con (tomando inequivoca partida-con) los otros, partiéndose con ellos. Esto la llevara a una denuncia profética desde Aquel que ha ven- cido al mundo. Para eso utilizara la desobediencia (fiscal, militar, civil), se manifestara, realizar& todo actos de protesta (sentadas, encadenamientos, encierros, bloqueos, quemas masivas de simbo- iL Carlos Diaz los, devolucion de documentaci6n, ete.), rechazando el culto al César asi como el culto a Mammona: si -Benetton» usa el dolor de la gente en su publicidad, no compremos esa marca de ropa; si -MacDonald: realiza talas de selva en el Cono Sur americano para transformarlas en pasto para su ganado, vayamos a otros estableci- mientos; si «Fas usa la desnudez de la mujer para vender convirtién- dola en carne de mercaderia, pasemos a otro desodorante. Hay indignidades en comisarias, hagamos sentadas ante ellas; existen parados y explotados, encerrémonos en fibricas. en iglesias; hay extranjeros pobres perseguidos por serlo, interpongimonos; hay abortos, evitémosles bloqueando la entrada de las clinicas donde se practican; hay presos indignificados en el trato, vayamos a protestar a las puertas de la carcel, ete jPescando en alta mar, no en la pecerita de la parroquia de la que a veces salen catectimenos pero muchas mas veces energimenos! Ademis los catectmenos mismos ;cudndo van a decidirse a misio- nar fuera? ;o siempre habriin de permanecer catectimenos raquitica- tecumenizados? El mundo no precisa cristianos vulgares, preocupa- dos por las almohadas cervicales, los imanes 0 las plantillas, 0 a lo sumo movilizados desde el exterior por esléganes del tipe -ponga un bosnio en su casa-, lo que necesita es que el Evangelio deje de ser un libro gastado, ajeno como un entierro, ceremonia que deja fria al propio interesado: lo que precisa como el pan es que no tai- cionemos el Evangelio con sucesivas rebajitas del tipo «lo mejor es enemigo de lo bueno», «siempre ha sido sir, no hay que exagerar: etc, ;Pero si Cristo nos manda amar a los hermanos como El nos ha amado®, hasta el extremo!, 5. Apostolica: el anhelo del Reino que es mas fuerte que toda fortaleza «La Iglesia no esta encargada del orden de la ciudad, ni del buen reparto de los bienes, ni de la mayor felicidad para el mayor ntime- ro. Es una comunidad de vida en Cristo. Encargada de mantener esa vida, de proponerla a todo hombre que llega a este mundo, y de perfeccionarla con miras a su cumplimiento en el Cuerpo de Cristo. gloria final de la humanidad, la Iglesia no es en si misma profesora de filosofia, ni policia de costumbres, ni guardiana de la sociedad, ni dispensadora de riquezas, ni hogar de cultura, ni centro de traba- jos. Menos todavia, potencia ni academia, Es lo que los primeros cristianos, viajeros sin equipaje, veian, no mejor que nosotros, sino mas ingenuamemte o mas libremente que nosotros. 9 Jn 15,12. Jn 13,1 12 La Iglesia y las virtudes humana Durante sus dos primeros siglos la Iglesia se consagré directa y plenamente a la evangelizacién. Los obispos, que fueron los gran- des artesanos de aquella primera conquista, se multiplicaron en ntimero considerable, creando asi un despiezamiento indefinido y peligroso de las Iglesias. Sélo a medida que la misin se consolida, se constituyen las parroquias: sin que saliera de una voluntad deter- minada, lo tograron empiricamente, por caminos diversos que tar- daron mucho en unificarse. La Iglesia, poco preocupada por orga. nizarse a si misma, con mas fuerte razén no se ocupa de organizar el mundo; no porque desprecie esa tarea, sino porque no es asun- to suyo, simplemente, y la dejan para aquellos que deban ocupar- se de ella. . Pero como la Iglesia, imitando a su fundador, esta plenamente encarnada, su misién especifica. que no es de este mundo, la cum- ple en este mundo. No se puede hablar de dos historias propia mente, ajenas la una a la otra, historia sagrada ¢ historia profana. Hay una sola historia: la de fa humanidad en marcha hacia el Reino de Dios, ‘Historia sagrada’ por excelencia, pero distendida entre dos polos, un polo sobrenatural y otro temporal. esos polos son estados limite cada uno de ellos. Tanto como la Iglesia niega la separacién de esos puntos, afirma su recia distincion. Asi es rigurosamente imposible que un cristiano diga, como quien reparte unas ocupa- ciones: para la Iglesia y para mi vida de fe. el dominio sobrenatural para tal doctrina 0 tal accién, la organizacién de la tierra. La tierra no puede organizarse fuera de la fe, como la fe no puede desarro- Narse sin las fuerzas de la tierra! NE. Mounier, La cristiandad difuiua, Obras Completas. Sigueme. lamanea 13 tema La fortaleza y la comunion José NorigGa Bastos 1. Fortaleza: jautosufi ciencia y resignaci6n? Apenas un posmoderno escucha hablar de virtud se sonrie con aquella mueca caracteristica cargada de decepcién. Para él la virtud equivaldria a una disposicion de la voluntad a someterse a las leyes y normas que le vienen dadas por Dios o por la sociedad: normas que siempre coartan y ahogan la espontaneidad de su vida afectiva Y si escucha concretar la virtud en la fortaleza le viene a su memo- ria una doble imagen: aquella del sabio estoico, autosuficiente y seguro de si, inmunizado ante ta posible desilusién que la realidad le pudiera deparar, o aquella otra del camello, resignado a cargar y soportar todo tipo de fardos que le pudieran imponer sus amos, He ahi el origen de su rechazo, de su desconocimiento y de su falta de interés. Y he ahi el porqué se abandone al fluir cambiante de las emociones y sentimientos. El posmoderno es un hombre débil: débil no sdlo en su pensamiento, sino también en su interior. Sobre todo déhil en su capacidad de amar. En el fondo, la fuente de su decep- cin es ésta: la debilidad de su amor. Pero ,corresponde realmente esta vision de la virtud de la forta- leza con lo que realmente es? {Es identificable con la autosuficiencia ‘© con la mera resignacion? 2. Hacia el manantial de la fortaleza: el don del amor Para poder entender el sentido de la virtud de la fortaleza es pre- ciso atender no a lo que amenaza con derribar al hombre, no a sus 14 La fortaleza y la comunion miedos, sino a aquello que hizo nacer el verdadero amor. Porque lo que amenaza, Ia dificultad, y, por tanto, la fortaleza, no es nunca lo primero: se deriva de algo anterior!. Es agua que corre, trepidante, entre rocas y cascadas cuya belleza y sentido se encuentra en el manantial cristalino que le dio origen. ;Cual es, pues, el origen de la fortaleza? Si remontamos a corriente impetuosa de la fortaleza encontraremos su origen en el manantial del amor, que, como don primero, se encuentra en el principio de todo movimiento afectivo y dé toda accion’. Y es que el hombre es vulnerable, porque su afectividad le abre a la realidad, a ser afectado por ella, asombrado por su belleza y enriquecido con sus tesoros, Cuando el afecto, esa capacidad que tiene todo hombre de ser impactado-transformado interiormente, reacciona, nos transmite en su reaccién un mensaje decisivo, original y entera- mente novedoso*: nos desvela la promesa de una plenitud singular en la comui6n con aquella persona que nos ha impactado*. Comunién que se le anticipa ya en su interior, en su afecto, y de la que se goza inmensamente’. Pero que por ser fundamentalmente una unin en su interior le proyecta fuera de si, le hace desear, tender, anhelar la ple- nitud de lo que se le ha dado a gustar. Este deseo mueve a la accién, a construir la comunion promoviendo el bien de la persona amada, Es asi como todo afecto y toda emoci6n (e-motio) mugve a ta voluntad a querer y la voluntad mueve a la inteligencia a conocer la verdaci de la plenittid prometida, la verdad de la armonia presenti- da y gustada Una vez verificado el sentido de esa promesa la voluntad puede dar un paso decisivo: quereria. Este acto sencillo y puro abre al hombre un horizonte, le pone en camino para que pueda recorrer- lo con sus elecciones sucesivas: sus actos libres serin como los pasos con los que se acerca y hace presente la comunién. O mejor atin, seran su actualizacion en el tiempo y en la historia concreta gra- cias a que en aquellos actos el hombre se entrega a sf mismo: ellos son expresi6n de su persona. Y es ahora, en el caminar cotidiano, cuando experimenta la difi- cultad: lo arduo del camino, la tensién en el construir e inventar ' CEG. Angelini, Le whit ¢ la fede, Glossa, Milano 1994, pp. 169-229, a quien debo tantos aspectos en este estudio. 2 CE L. Melina, «Amore, desiderio ¢ aziones, en L. Melina-J. Noriega, Domanda sul bene e domanda su Dio, PUL-Mursia, Roma 1999, pp. 91-108. 5 Véase al respecto R. T. Caldera, Le jugement par inclination chez saint Thomas d'aguin, Paris 1980. "J. J. Pérez Soba, -Dall'incontro alla comunione:, en L. Melina-J. Noriega, op. ci. pp. 109-130. SCE. Scola, Identidad y diferencia. La relacion hombre y mujer, Ediciones Encuentro, Madrid 1989, pp. 17-19. P. Wadell, The Primacy of Lowe, Paulist Press, New Jersey 1992 José Noriega Bastos acciones, la posibilidad de ser herido en el interior, la ambigtiedad de los mensajes que la afectividad le transmite. Ambigiedad, porque ahora otras emociones le mueven en sentido diverso. La promesa anterior parecen desmentirla nuevas promesas que le atraen sedu- ciéndolo a direcciones opuestas. Surge el contraste en su afectividad, que ama y odia en formas diversas y no arménicas. Y este contras- te alcanza a la misma voluntad, que experimenta ahora el miedo a continuar involucrandose en las acciones con las que recorria el camino: es entonces cuando nace la duda de si abrir nuevos sende- ros mis sencillos, menos ambiciosos, no seria mucho mas sensato. La tentacion del miedo paraliza asi la voluntad, porque hace olvi- dar la primera promesa, querida ya y aceptada como un don tre- mendamente ilusionante y esperanzador para el hombre. Aquella promesa cuyo anbelo y deseo lleg6 a constituir la propia interiori- dad ¢ identidad es vista ahora como dificil. ardua. imposible dle rea- lizar. El don de si con el que se deseaba construir la contunién es visto ahora como una pérdida de si. y de ahi que el hombre, ante el miedo. se reconcentre en si mismo, en sus nuevas emociones. Su mirada sufre la tentacion de Narciso: olvidar la belleza del ideal enirevisto y buscar la propia identiclad en el fluir cambiante de las emociones Para que el hombre pueda entonces recobrar su identidad no basta sdlo que «iguante en la dificultad, que resista. Es preciso que haga memoria de la intwicion primera y desde ella plasme su afecti- vidad, modele la ira y la desesperanza, para que pueda asi aprove- charse de su energia, sin que le destruya en la temeridad 0 le aho- gue con la pusilanimidad. La memoria de la plenitud prometida impedira que el miedo encierre al hombre en la soledad, y le abrira a la audacia, porque haciendo memoria de la comunién prometida le permitira volver al manantial y recobrar el sentido de su fortaleza: ésta no nace nunca de Ia consideracin de las propias fuerzas, sino del recurso a la amis- tad, det apoyo en los amigos cuya confianza fortalece nuestra debi lidad. La fortaleza no se fia de si misma’. 3. La debilidad humana y la fortaleza cristiana La debilidad no es entonces eliminada, sino integrada en una amistad, E] miedo que produce la propia debilidad es redimido por el don de una amistad. Pablo lo descubrié en la paciencia de su ora- cién, que creia no escuchada y que, sin embargo, recibié un fruto mayor de lo que esperaha, porque su debilidad Se vio fortalecida en la amistad de Dios: «Por este motivo tres veces rogué al Seftor que © CE]. Pieper, Las viniudles findamentales, Rialp, Madrid 1976, pp. 190-196. 16 La fortaleza y 1a comunion se alejase de mi. Pero él me dijo: ‘Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza’. Por tanto, con sumo gusto segui- ré gloriindome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mi la gloria de Cristo» (2 Cor 12,8-9) ma debilidad y miedo de Cristo ante el dolor y la muerte se vio fortalecida en la oracién paciente y perseverante de aquella noche antes de la pasion, Su carne débil, aquella «carne- que recibi6 de la Virgen Santa, se veia atenazada por el miedo. Por ello orala. Y el Espiritu vino, pronto, a ayudarlo y clamar en él Abba. Es la memoria de su Padre del cielo, cuya bondad ha testimoniado a todos los hombres, ya que hace salir el sol sobre buenos y malos, y es incapaz de dar una Culebra en vez de un pez o un escorpién en vez de un huevo, sino que dart el Espiritu Santo a los que se lo piden (Le 11.11-13). En ese clima de comunién vital Jesucristo -aprende a confiar siempre en el Padre, aun en cl momento de la cruz. Si el Padre manda la cruz existe un porqué, Y puesto que el Padre es bueno. ello no puede ser mis que para nuestro bien. Jesucristo en Getsemani comprende que mas alli de las apariencias, del dolor este mandato del Padre es en realidad un plan de amor, de reden- cién, de misericordia. Y por ello se abandona a la voluntad de su Padre. Es asi como puede hacer suya con total conviecion la sabi- duria de su Padre y vencer kas terribles resistencias a entregarse del todo. Ante la prueba suprema de la vida que es la muerte, Cristo acoge este momento anticipandose a él en la entrega eucaristica. Es asi como puede transformar su muerte en un acto de amor cuya virtua- lidad se extiende a todo hombre que participe a ella: es asi como es capaz de transformar también la muerte de todo hombre en un con- sentimiento a la voluntad del Padre, a su shoras querida por El, rea- lizando el clon de si mismo", (Qué distinta Ia actitud del estoico de toclos los tiempos. que responde a la prueba eliminando su misterio! E] intento naif de consteuir una -buena muerte: acaba ahogando el sentido de la vida. Quien la intenta ganar, la pierde. Mientras que quien la pierde, la gana para siempre. Se trata de aceptar el perder Ia propia autonomia y autosuficiencia para acoger a muerte como un paso al Padre, como un don de si y entrega a su amor. Lo que la entrega de Cristo testimonia al hombre débil de tocos los tiempos es que kt fortaleza no es el fruto de nuestro esfuerzo, sino don de Dios: porque todo esfuerzo humano es precedido por un amor, mucho mas fuerte que nuestra debilidad. Asi, el mantener ~ Ch. Juan Pablo 1, Udienza genenile del Mercoledi Santos, 30 novembre 1988, en Insegnamenti Giovanni Paolo, Citta del Vaticano 1988, pp. 784-787 © Cf L. Melina, Corso di bivetica, Piemme, Casale Monferrato 1996, pp. 23; le José Noriega Bastos firme la esperanza, haciéndola capaz de resistir y aun de crecer en la prueba y de comunicar amor en Ja dificultad, no sera la conse- cuencia de nuestra fragil libertad, sino don del Espiritu, y que nos abraza en la comuni6n tinitaria, Esta comuni6n trinitaria alcanza a todo hombre en la comunion eclesial, en la comunién de aquellos que ya viven en la amistad con Dios: es en esta comunién donde el hombre es verdaderamente fuerte El cristiano no se enfrenta solo a la prueba, a la dificultad. Si asi fuera s6lo vencerian los héroes. Su fortaleza radica en el acto por el que Cristo ha vencido al mundo y ha constituido una comunién de santos, de santificados: es en esa comunién donde se hace presen- te con la potencia de su amor acompafrando la debilidad de cada hombre 4. Fortaleza y fidelidad Sila fortaleza vive cle una memoria, y ésta es la memoria del don eucaristico de Cristo que es actualizado y representado a lo largo de a historia, entonces es posible que la fidelidad sea algo mas que la sinceridad con uno mismo 0 la autenticidad de sus propios senti- mientos. Se trata de la fidelidad a una. comunién que es ofrecida como un don originario. antes que toda réspuesta, antes que todo sentimiento. Este don es el que ha cespertado el sentido verdadera mente humano de la existencia, y continuamente se le ofrece al hombre. Mis allé del fluir de las emociones y afectos, cuya reso- nancia en la inteligencia se aprecia con tanta ambigiiedad, se encuentra en el hombre una verdadera roca donde apoyarse, una yerdadera fortaleza donde luchar y resistir, donde construir con teson y audacia, La fidelidad a este don recibido determinara ahora la continuidad e identidad de la persona misma. ‘Ahora bien, es preciso comprender la verdadera naturaleza de la fidelidad, porque se trata de una fidelidad creativa?, centrada no en la mera repetici6n o constancia, sino en la presencia de la Persona amada: es de ahi de donde nace la energia para entregarse por enci- ma de las dificultades y la capacidad para inventar nuevas formas de entrega. Gracias a esta presencia la virtud de 1a fortaleza se torna en. la audacia del amor. Ella es otra cosa que una autosuficiencia o una resignacién, porque sin la comunién original y sin la esperanza de alcanzarla én su plenitud es imposible. Es la conelusién a la que llega el gran Agustin acerca del sentido de la fortaleza: sla fortaleza es el amor que soporta todo facilmente por aquello que amax"® 7G. Marcel, oLa fidelité créatrice, en Reene International de Philosophie 2 1939-1948), p. 96 WE, Gilson, Zitrodivzione allo studio di S. Agostino, Marietti, Genova 1989. p. 159. 18 La persona fuerte CarLos Diaz 1. Todas las virtudes expresan fuerza Macrobio enumera siete partes de la fortaleza: magnanimidad, confianza, seguridad, magnificencia, constancia, tolerancia y fir- meza. También Andronico cita siete virtudes anejas a la fortaleza eupsiquia, tema (habito pronto que capacita para emprender lo que conviene y soportar lo que dicta la raz6n), magnanimidad virilidad, perseverancia, magnificencia. y andragacia (bondad viril valentia). Para ellos la fortaleza esta también presente en otras virtudes, y asi la fortaleza-sabiduria conlleva serenidad para aceptar las cosas que no se pueden cambiar, valor para cambiar aquello que se puede, inteligencia para gustar la diferencia. Por su parte, la longa- nimidad anima dentro de la fortaleza a tender a algo bueno aun cuando se encuentre lejos. En fin, san Ambrosio la ommipresentiza en su «De officiis: -Es propia de un alma nada mediocre la fortale- za, la cual por si sola defiende la belleza de todas las virtudes y cus- todia los juicios; lucha implacablemente contra todos los vici Incansable en el trabajo, fuerte en el peligro, inflexible contra el pla- cer, pone en fuga a la avaricia, peste que debilita la virtuds. La for- taleza se halla presente en todas la demas (jtoda virtus es vir, fuer- za, fortaleza), tanto entre las que podriamos denominar wirtudes fuertes de fortaleza fuerte, como entre las «virtudes débiles de for- taleza fuerte», es decir, en las virtudes humildes, asimismo cargadas de ternura y de vigor. Este caracter de la virtud como fuerza desplegada tanto en fuer- za como en debilidad esta ya en los clasicos. En efecto, para los grie~ 19 Carlos Diaz gos de tradicién estoica la virtud es fortaleza y elevacién de animo frente a los impulsos irracionales y frente a los azares de la fortuna, mientras que para los griegos de tradicién homérica se hace hinca- pié en la excelencia de caracter, la armonia, la plenitud del hombre de bien que se alcanza en la medida en que se realiza el fin al cual uno esta llamado a plenificarse. 1.1. Fuerza humana Virtud (termino procedente de virius, y éste a su vez de vir; fuer- za) quiere decir pujanza, eficacia. vigor. Bn él ser humano hay zonas de fuerza y ambitos de debilidad. no en vano Pascal le definid como seana que piensa, caha débil pero fuerte porque piensa, mis resis- tente a ka tormenta que un Arbol al que el viento si puede arrancar. Pero harfamos mal si no pusiéramos de relieve que hay una sana debilidad en Ja fuerza (lo que la aleja de la violencia) y una motho- st debilidad en ka debilidad (lo que la arrastra al masoquismo) Dicho de otro modo. fuerza humana significa a la vez ternura y vigor La fortaleza no tiene la fuerza del arma que hiere, sino la del bal- samo que cura. Fuertes son aquellos que con su brazo han ganado nuesuo pan y nos han Ilevado en brazos cuando éramos nitios, fuer- tes aquellos que en Ja derrota no se negaron y en la victoria procla- maron la igualdad de derechos y de deberes de todos los seres humanos; no es el poder que oprime. clisminuye y mata, sino el que libera. estimula y crea, no el de la guerra sino el de la solicaridad. 1.2. Vi rtud no es fuerza bruta -xiste un sentido biolégico de la fortaleza, que es la fuerza bruta la energia fisica, la salud corporal y la primavera de la tierra. La vita~ lidad animal, el ethos biofisico exuberante siempre puede servir como fuente de energia creadora, pero no debe ser tomado como expresion sinénima de fortaleza virtuosa. En sentido contrario, muchas veces personajes frégiles de cuerpo (Gandhi, Teresa de Calcuta) imponen severa admiracion y respeto. la virtud de la fortaleza no procede de la vir? defendida por el Maquiavelo. esa capacidad de imponerse por la coercion por el imperio sobre las demas personas, pues nada que no sea bueno para los demas puede ser virtuoso. Hay una fortaleza mucho mas honda que la biolégica, la cual mira hacia el sentido espiritual, de ahi que animo y fortaleza resulten sinonimos, fortale- za dle énimo. Esa fortaleza que pasa derramando paz y sefiorio, ape- nas sin ser notada, mueve montafias porque es verdadera fuerza, antitesis de la violencia. persona fuerte 1.3. El ser Contologia) y la virtud (ética) 1.3.1. Donde hay ser hay poder, fuerza Con esta fuerza los seres son mas potentes. A més ser, mas poder. la impotencia vendria a coincidir con el no-ser, y la muerte con Ia pérdida total de potencia. Por el hecho de ser, todo tiene un poder, del cual nadie puede abdicar, sea el que fuere, ya que mientras hay vida hay también poder, en distinto grado; puede haberlo incluso hasta después de morir, como en la leyenda del Cid Campeador poderosa es It memoria y la memoracién que proviene de la evo- cacin de los muertos. Desde otra perspectiva, también en el mundo oriental se afirma lo mismo, a saber, que cada ser humano tiene res- pecto a otros una relaci6n en la que es parte débil (yi) y parte fue! te (rang). El padre es yang para su hijo, la mujer es yirt respecto su marido, etc. Por lo demas. nadie es completamente yang o yr pues rige en todo la complementariedad de Jos opuestos, como sefala el taoismo. Aunque ciertas versiones peliculescas presenten al héroe como a un Rambo de musculatura correosa y aceitada, renuevo de aquellas de} viejo Hercules, lo cierto es que todos estamos en posesion de alguna clase de poder. incluso los que no lo parecen tener, pues ellos poseen al menos el poder de dar lastima: incluso el viejo. 0 el nifio, 0 el enfermo total e impotente en su lecho goza de gran poder ante aquel que, por amarle. se lo confiere: ;quién podria negar la importancia que en la vida de una madre amorosa ocupa un hijo necesitado en cualquier sentido? Es que el poder brota no sélo de las capacidades propias, sino de las fuerzas que nos confieren quie- nes nos aman. 1.3.2. Aprender a poder Alguien que cree que puede se hace inabatible, porque Ia fuerza viene de la conviccién. Si cada minuto de tu vida tienes que probar que tu vida no es una derrota, tu vida en cada minuto sera una derro- ta. Si crees, por el contrario. que para ti nada es imposible, para ti nada hay imposible. Sé, pues, realista también ta, pide lo imposible. recuerda a Tagore: «El sol poniente pregunté: ‘No hay quien pueda relevarme?.. ‘Se hara lo que se pueda’, contest6 la kimpara de barro» 1.3.3. El poder virtuoso es poder compartido El auténtico poder nunca brota de la coercion, ni del mero impe- rio dictatorial al modo de los poderosos de este mundo, pues 21 Carlos Diaz —como afirmara Blas Pascal— sla justicia sin la fuerza es impotente. la fuerza sin la justicia es tiranica-, El poder no es malo de suyo, antes al contrario es muy bueno si compartido; corrompe si no com- partido. Cuanto mas poder compartido tanto mejor, mas energia, més vitalidad comin. Pero la persona s6lo puede aspirar a un poder limitado, lo com- parta 0 no. Somos, como queria Nietzsche, voluntad de poder, a condicién de que ésta no se entienda como lucha inmisericorde de todos contra todos por la obtencion de ese poder, esto es, como voluntad de dominio, como instinto de amo. Sabia Platén que el poder sélo deberia concedérsele a gentes que no lo adorasen, y Rousseau afiadié que el mas fuerte nuncado es suficientemente para mantener siempre su dominio. si no sabe transformar la fuerza en derecho y la obediencia en deber. 1.4. Virtud y deber 1.4.1. Ta puedes forjar tu caracter Gnicamente actuamos conforme a nuestra naturaleza si ordena- mos nuestro poder a un mundo de valores que debemos realizar, si asumimos nuestro deber: -Cuando por la mafiana te cueste trabajo despertar, ten presente este pensamiento: ‘me despierto para llevar a cabo mi tarea como hombre’. Maestro de maestros en el rigor del cumplimiento categérico, Enimanuel Kant eleva hasta el limite la exi- gencia del deher recomendando una actuaci6n pura, al margen de cualquier gratificaci6n 0 recompensa que no fuera la gran recom- pensa de haber cumplido con el deber como expresién de buena voluntad, Ningiin humano lo puede todo, y por eso cualquier poder se tifte parcialmente de impotencia. Es la propia tarea que acometes, y la importancia que le concedes, lo que puede cubrir de gloria tus minutos, de lo contrario expuestos al fracaso. Pero hasta la misma impotencia de hoy puede convertirse en el poder de maiana, con- sistiendo toda la vida en la forja del caracter. La excelencia moral es resultado del habito; nos volvemos justos realizando actos de justi- cia: templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentia, decia Aristételes. Disciplina, perseverancia, orden, paciencia, humildad, todo eso son virtudes que ayudan a acrecentar el poder. Nada mis elastico y necesitado de habitud y de ejercitacion que el miisculo que mueve el poder en la direccién adecuada. Uno se hace mas humano si asume el deber de llegar a ser el que podria ser, es decir, mejor de lo que ya es 22 La persona fuerte 1.4.2. Dos imperativos clasicos De los dos imperativos clasicos al respecto, el imperative -pinda- ricos dice: «llega a ser lo que eres-. Este imperativo puede predicar- se de todo animal, por eso merece complementarse y superarse con este otro imperativo -fichteano: (del filsofo Fichte) que dice asi -llega a ser quien eres, es decir, llega a alcanzar tu ideal de ser, desa- rrolla el mejor td que Hevas dentro de ti mismo, aquel que ta debes lograr como persona irrepetible desde la libertad y el dominio de ti mismo, en el desarrollo de los habitos buenos. 1.5. Deber y poder Ahora bien, si asumo un deber, he de intentar al menos saber hasta qué punto me considero capaz de ejercerlo, es decir, cudles creo que son los limites de mi poder, cuestién tanto mis importan- te cuanto mas realista sea mi planteamiento al respecto, pues squé sacarfa yo en claro si sé lo que tengo que hacer, quiero hacerlo y debo hacerlo, pero a mi personalmente me resulta imposible reali- zarlo? Existe toda una gama de posibilidades entre el supuesto no poder y el si hacer totalmente, ya que la buena intencién es necesaria, pero insuficiente; no de solas palabras e intenciones vive el hombre. las voluntades débiles se taducen en discursos: las fuertes, en actos. Si no haces lo que quieres, haz al menos lo que puedes. Yo puedo hacer algo, pero no puedo hacerlo todo, a lo imposi- ble nadie esti obligado. Puede ocurrir que la vohintad quiera y pueda, que quiera y no pueda, que no quiera aunque pudiera, que ni quiera ni pueda, y hasta cabe que una parte de mi mismo se oponga a otra parte de mi mismo en su complejo querer-poder. 1.6. Voluntad e impotencia 1.6.1. No saber decir si

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