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TERAPIA ISBECOUDOOOOSS FaMiLian DOOOOSOOSOSSE EL ENFOQUE NARRATIVO EN LA EXPERIENCIA DE LOS TERAPEUTAS TERAPIA DODOOSSSSNOOS FaMiLiar OBO! pueden contribuir los desajustes entre la concepcién de la profesién y las experiencias diarias, que requieren siempre nuevos recursos, a veces alejados del «ideal» de la disciplina aprendida. Mantenerse fiel a principios ¢ ideas firmes acerca de si mismo impide a los terapeutas abrirse a nuevas experiencias terapéuticas e integrarlas como parte enriquecedora en la historia personal. De este modo, los terapeutas corren el riesgo de percibir su supuesta «identidad originaria» como més y mas vacia y lo nuevo y sorprendente como algo que slo les aturde y marea. Enesta obra, Michael White se dedica por primera vez exclusivamente a los terapeutas, sus problemas y las posibilidades de superarlos, valiéndose de su larga experiencia en ayudar a las personas a snarrar su vida de otra manera», a cambiar los acentos, a ver como son realmente y cuales son sus capacidades en el presente. Partiendo de las actuales teorias psicosociales, inspiradas en Foucault, el autor desarrolla su concepeién de la identidad personal y Ia aplica en las pricticas de la supervisi6n y en los ejercicios de rearti- culacién constante de la vida profesional y personal. Las valiosas indicaciones y reflexiones de esta obra seran un impor- tante enriquecimiento para psicoterapeutas en formacién y en ejerci- cio en los mas diversos entornos laborales. Hoy es navtuat oir naar os terapentas de expertencias de faca 30 y desmoralizacién, de agobio y fatiga. A estos estados de énimo Michael White es terapeuta familiar y trabaja en el Dulwich Centre, en Adelaida, Australia. Ha impartido muchos seminarios a nivel nacional e internacional y es autor de numerosos articulos y libros sobre terapia narrativa. Gedisa ha publicado también sus obras Guias para una terapia familiar sistemdtica y Reescribir la vida. gedisa Poses ‘editorial 141629 EL ENFOQUE NARRATIVO EN LA EXPERIENCIA DE LOS TERAPEUTAS Michael White gedisa Editorial Gedisa ofrece los siguientes titulos sobre ‘TERAPIA FAMILIAR Micuaey Ware — Reeseribir la vida Entrevista yensayos Steven FRIEDMAN (com) ET nuevo lenguaje del cambio Lacolaboraciin constuctiva ‘enpicoterapin JuprmS.Beck Terapia cognitiva ‘Conceptos hscosy profundizacion JounS.Rottanp Familias, enfermedad y discapacidad. EVAN nBeR-BLACK Steve pe SuAZER (Cantos E.StuzKt ‘Tom ANDERSEN (comr) Micuaen wurre Jay S.ERRAN, Miciaet D. LUCKENS Y [ROBERT J, LUKENS [RALPH E, ANDERSON ‘eit, CARTER. Mice. DuReant ‘y Cuenvt Ware (coms) Sreve pe Suazen Heawz. von FoeRster ‘Un propuesta desde a erapi satémica La vida secreta de las familias Enun origen las palabras eran magia La red social: frontera dela précticasistémica El equipo reflexivo Guias para una terapia Samiliarsistémica Lenguaje, estructura y cambio. Lnesructorcia del sentido enpatcoterapia La conducta humana en-el medio social. nfo sistémicn de a sciedad Terapia del abuso sexual CClaves en psicoterapia breve ‘Una teria delasolucén Las semillas de la cibernética ‘pital del original en inglés: Narratives of Therapists’ Lives (© 1997 by Dulwich Centre Publications ‘Traduecin: Veronica Trotta ‘Primera edicién: abil del 2002, Barcelona ‘Derechos reservados para todas las ediciones en castellano (© ditorial Gedisa, SA. Paseo Bonanova, 91-1" (08022 Barcelona, Espatia ‘Tel, 98 253 09 04 Fax 93 253 09 05, Correo electrénico: gedisu@gedisa.com Inttpdwww-gedisa.com ISBN: 84-7432-848-9 Depésit legal: B. 17882-2002 ‘Preimpresin: Bditor Service, SL. Diagonal 299, entresd! It ‘Tel, 99 457 50 65 (08013 Bareclona Impreso por Limpergraf Mogoda 29-31. Barbera del Vallés Impreso en Espaiia Printed in Spain {Queda prohibida a reproduecion total o parcial por cualquier medio de impresién, en forma idéntica extractada o modifcada, fen castellano oen cualquier otro idioma. Indice Introduecién ..... 5 9 Parte I: RE-INTEGRACION ¥ CEREMONIA DE DEFINICION Introduccién a 19 1. Lacultura de las disciplinas profesionales .... 28 2. Re-integracién besteteseees 40 3. Re-integracién y vidas profesionales 16 4. Ceremonia de definicién ......... 124 Parte II: AsPECTOS POLITICOS ‘DE LA PRACTICA TERAPEUTICA Introduccién . 153 5. Discursos profesionales 155 6. Larelacién terapéutica 163 11. Supervision como conversacién de reeseritura dela vida . 188 8. Formacion profesional como co _ 215 Panre III; La ETICA DE LA COLABORACION ‘Y LA PRACTICA DESCENTRADA JntroducciOn ........0seeeeeeeeeee eres 237 9. La ética de la colaboracién . . 239 10. Practica descentrada 244 Parte IV: DIVERSAS FORMULACIONES DE LA TERAPIA NARRATIVA Introduccién cesses 261 11. Terapia narrativa y posestructuralismo ee 26d Conelusic 281 Referencias bibliogréficas ........6.+++ +. 283 Introduccién Pienso que la mayoria de los lectores estirén familiarizados con Jas experiencias de desmoralizacion, fatiga y agotamiento con que ces tan comtin encontrarse en la cultura de la psicoterapia. ¥ no ‘me refiero aqui a las experiencias de las personas que consultan & los terapeutas, sino a las de los terapeutas mismos, Muchos ex- presan abiertamente su sentimiento de desesperanza y un mime- ro considerable abandona la profesién, aquejados de lo que suele lamarse sindrome de desgaste profesional o burnout. No obstan- te, otros suelen lidiar con un doloroso sentimiento de falta de di- reccién en gu trabajo y sienten con frecuencia que, a pesar de sus mejores esfuerzos, no hacen més que marcar el paso del tiempo y que al hacerlo apenas si logran mantener la cabeza fuera del agua. Si bien hay terapeutas que no sienten nada de esto, dudo de que sean muchos los lectores que ignoran la presencia de estas expresiones de fatiga y abatimiento en las redes profesionales de las que forman parte. En respuesta a estas experiencias de desmoralizaciOn, fatiga y agotamiento, no es raro que de pronto los terapeutas se encuen- tren reflexionando sobre su elecciOn de earrera y que comiencen a preguntarse cémo y por qué ingresaron en la profesién de conseje- rolterapeuta. En esos momentos, es frecuente que se contemple la posibilidad de una jubilacién anticipada o de un cambio de carre- ra, Por esta razén, la disciplina pierde muchos terapeutas. ‘Se proponen muchas explicaciones diferentes para este fen6- meno, Algunas se refieren a la indole del trabajo mismo: que es cexigente y, en ocasiones, bastante abrumador. Otras problemati: zan el yo de los trabajadores individuales: 0 no «estan hechos pa- ra esto», o tienen «cuestiones sin resolver», o son «codependien- 9 tes», eteétera. Otras explicaciones, sin embargo, se refieren a las estructuras institucionales que constituyen el contexto de este trabajo (al hecho de que estas estructuras son desmoralizadoras y no brindan ningxin apoyo a su personal) y a las innovaciones en la prestacién del servicio que estén siendo regidas cada vez més por la logica econdmica del mercado «libre», y no por lo que seria lo ‘mejor para las personas, segtin criterios valiosos para ellas. ‘Actualmente, esta diltima consideracién est& comenzando a re- cibir una importante atencién. Todos tenemos buenas razones pa- ra estar preocupados por estas estructuras institucionales y por el sometimiento a las leyes del mercado de muchas de las decisio- nes sabre la prestacién de servicios. En respuesta a esta situa- cin, los trabajadores de la salud recién ahora estan comenzando ‘ encontrar nuevas maneras de compartir estas preocupaciones con otros (es decir, con otros prestadores de servicios y con las per- sonas que utilizan esos servicios) en un esfuerzo por habilitar ‘ms opciones para la aceién colaborativa en su abordaje. Si bien estas cuestiones, que se vinculan con las estructuras laborales y la toma de decisiones acerca de la prestacién de servi- cios, son sumamente importantes a la hora de considerar la vida yel trabajo del terapeuta, no constituyen el tema de este libro, al menos directamente. Aqui exploraré, en cambio, otra hipétesis sobre las experiencias de desaliento, fatiga y burnout de los tera~ peutas. La hipétesis propone que estas experiencias son tam- bién, muy significativamente, el resultado de: a) el modo en que zgeneralmente se conciben las précticas terapéuticas; b) las préc- ticas de relacién que estructuran la interaccién entre los tera~ peutas y las personas que los consultan; y ¢) las practicas del yo del terapeuta que estructuran su manera de manejar la propia identidad. En este libro presento algunas concepeiones alternativas de la tarea terapéutica y exploro algunas de las précticas de relacién de la terapia ~y de las précticas del yo del terapeuta- que estén asociadas con ellas. Estas concepciones alternativas estén infor- ‘madas por lo que comiinmente se conoce como «ideas narrativas» y por el pensamiento posestructuralista. Las précticas de rela- ‘ign de la terapia y las précticas del yo del terapeuta asociadas con estas concepciones alternativas se ofrecerén como antidotos pareiales contra el desaliento, la fatiga y el sindrome de burnout 10 del terapeuta, y como fuentes de apoyo ¢ inspiracion para este, tanto en su vida como en su trabajo. ‘Muchas de las ideas y priictieas que se exponen en este libro ya aparecieron en articulos que publiqué anteriormente: por ejem- plo, la primera parte incluye una resefia de précticas de «re-inte- gracién»* que figaran predominantemente como preguntas del tipo sexperiencia de la experiencia» en «Decir de nuevo: Hola! La jincorporacién de la relacién perdida en la resolucién de la aflic- cién» (White 1988). Por otra parte, también he dedicado algan es- pacio en mis publicaciones anteriores a la consideracién de las jmplicaciones de estas ideas y précticas para la vida del terapeuta: no obstante, esta es la primera vez que la vida del terapeuta consti- tuye el exclusive centro de atencién de mi escritura. En los talleres que dirigi durante los ltimos afios expuse to- das las ideas que se expresan en este libro acerea de como abor- dar el desaliento, la fatiga y el sindrome de burnout del terapeu- ta. Ajuzgar por la respuesta de los participantes de estos talleres, este es un tema que merece una prioridad (si bien no urgente) en tun proyecto de eseritura. Esta respuesta y el aliento expresado @ través de ella contribuyeron de manera significativa a estimular- me a escribir este libro. ‘La publicacién de esta obra debié ser postergada debido a un ‘aceidente de bicicleta que tuve en febrero de este afio. Las heridas que sufri en 61 han tardado algtin tiempo en curarse. Si bien euan- do tuve el accidente ya habia escrito la mayor parte de este texto, hhasta hace muy poco tiempo no pude atender la preparacién del borrador definitivo. Estave muy dolorido durante un tiempo con- siderable y, por més que lo intentaba, no podia concentrarme en esa tarea, Al atravesar aquella dificil situacion, mi experiencia "TNT Los téeminos usados en el original en inglés on -re-membering practicess 1 sax derivados sui generis membered lives, -dis-membering, etcetera. La primera, traducida iteralmente, seria epricticas de re-memoraciéne, pero el Eutor_y 1a ereadora de estos terminos, Barbara Myerholf- desconstruyen esa polabra através dl gun para poder Iago dervar otras, le que puede hacer- een inglés, ya que smembering» evoca «membership» (membresia), que les permite nelogimoe tales como «membrar»y «re membrar. Para esta tradoe én, con todo, hemos elegido evitar neologismos esperando habernos manten do eles al intencién del autor u con respecto a este proyecto de escritura sufrié un cambio. Lo que habia comenzado con entusiasmo y alegria pas6 gradualmente a proyectar una sombra sobre mi vida. ¥ a medida que aumentaban mis dudas acerca de si alguna vez podria terminar el libro, me in- ‘adi lo que se conoce como «bloqueo del escritor»,y ello complies atin més mis esfuerzos por retornar a la tarea, La oportuna intervencién de Cheryl White en agosto de este fio me ayudé a escapar de aquel bloqueo y del desaliento que me envolvia en lo referente a esta tarea. Ella organizé todo para que ‘un grupo de nosotros, en el que estaba incluido David Denbo- rough, ayudante de redaccién en Dulwich Centre Publications, alquilara una eabafia en la Bahfa Hanson, un sitio sumamente bello en la Isla del Canguro, por dos o tres dias. Descubrf que sen- tarme en esa cabafia y contemplar la bahia y su mar invernal, mientras revisébamos el manuscrito con David, me devolvia la energia para continuar con mi proyecto. Cuando volvi a Adelaida ‘ya podia seguir con la tarea de preparar el borrador final de este libro. De no haber sido por la intervencién de Cheryl, este libro atin no existirfa, Pero su contribucién a este proyecto excede en mu- ‘cho ese hecho, Ahora estoy pensando especialmente en su inteli- gencia y en su lucidez para percibir y cuestionar permanente- ‘mente las relaciones de poder de la cultura local en todo lo que ella hace, y también en la influencia que ello tuvo sobre la forma ue fue tomando mi trabajo. Quiero asimismo agradecerle aqut a David Denborough, no solamente por haberme ayudado a arran- car de nuevo, sino también porque el espiritu con que lo hizo me entusiasm6 y me puso otra vez de pie. Al reflexionar con més profundidad sobre la historia de as ideas + practicas que aqui presento, me encontré rememorando, y luego reviviendo, algunas de las experiencias que han estado reforzan- do fuertemente estas ideas y précticas (experiencias que también han contribuido significativamente, de manera més general, a dar forma a mi trabajo y a mi vida). Parte de esta rememoracién me condujo a las conversaciones que mantuve con los muchos te- rrapeutas que han asistido a los talleres de formacién intensivos en el Dulwich Centre, quienes se mostraron siempre dispuestos a ser entrevistados sobre sus vidas como terapeutas. Con su buena disposicién para experimentar las précticas narrativas desde 2 dentro y para comprometerse en exploraciones personales de su vida y su trabajo, han contribuido de manera significativa a dar forma a este libro, Espero haber logrado transmitir algo del espi rit de nuestras conversaciones. También espero que los partici ppantes de los talleres puedan identificar las muchas regiones de este libro que de algiin modo se vieron fuertemente afectadas por sus manifestaciones acerea de sus vidas y sus trabajos. ‘A todos aquellos compaiieros que con tanto entusiasmo contri- buyeron a este proyecto abriendo sus vidas a los lectores del modo cen que lo hicieron, quiero decirles lo maravilloso que ha sido para ‘mi sentirme en tan buena compafifa y ampliar atin més mi senti- do de comunidad. De modo que gracias Sophia, James, Louise, Pat Schumm, Ian Hanstow, Greg Stanton, Sally, Paul, Maria Fio- rito, Michelle Murphy y Kathy, Aileen Cheshire, Brigitte, Mem, Sue y Veronika. También quisiera agradecer a David Epston, ‘Amanda Kamsler, Jill Freedman y Gene Combs sus comentarios aun primer borrador de este libro, a Melissa Raven sus esfuerzos en la correccién de estilo, a Linda Higgins la transeripcin de las entrevistas que aqui se publican y a Jane Hales la preparacién de este libro para la imprenta. Un comentario sobre el uso del lenguaje Llevo algunos afios explorando la tradicién del pensamiento y la préctica posestructuralistas y es en esta tradicién en la que he in- tentado ubicar lo que hoy se conoce como terapia narrativa. La baisqueda de interpretaciones posestructuralistas de Ia accién hu- ‘mana me ha acercado a los estudios de filosofia critica, teoria lite- ‘aria, antropologia cultural y ética posmoderna. Estos estudios se alejan de las psicologias ortodoxas y las teorfas de asesoramiento psicol6gico/terapéuticas -que estan imbuidas de pensamiento es- tructuralista~ y nos proponen términos descriptivos que no son Jos que se suelen dar por sentados cuando se trata de cuestiones de la vida y la accién humana: términos descriptivos que no son los més conocidos. Por cuanto estas exploraciones del pensamiento y la préctica posestructuralista son precisamente el tema de este libro, utilizo aqui términos descriptivos que no son Jos familiares a la hora de 13 abordar los temas de la vida y la accién humana. Soy consciente de que esto puede presentar algunas dificultades al lector. Y, muy probablemente, generar también algunas preguntas: «Por qué no Io dice lisa y Nanamente en eastellano?», «:Por qué tiene que usar una jerga que dificulta la comprensién de lo que esté di- ciendo?», «En lugar de hablar de vidas que estén «magramente descritas», spor qué no dice simplemente que la persona earece de autoestima?», «En vez de hablar de un trabajo que “describe con ‘mayor riqueza los saberes y habilidades para la vida de una per- ona", ,por qué no dice simplemente que este trabajo conduce ala realizaci6n personal? {Cusl es mi respuesta a estas preguntas? En primer lugar, las expresiones como «autoestima» y «realizacién personal» no son consideradas jerga porque representan conceptos sobre la vida y Ja acci6n humana gue en la cultura occidental contempordnea se dan por sentados. Conceptos como estos se han convertido en los «chechos» sobre la naturaleza humana de nuestra cultura. Pero sin ‘embargo ellos son productos de los discursos estructuralistas. En segundo lugar, no hay equivalencia entre términos como «autoes- tima» y «realizacién personal», por una parte, y términos como «descripeién magra» y «saberes y habilidades para la vidas, por la otra. No es sélo que estos términos no sean equivalentes, sino que se refieren a conceptos que estén asociados con précticas vitales cespecificas y diferentes, y, en consecuencia, a précticas terapéuti- cas espeetficas y diferentes. Por ejemplo, la relacién con nuestra propia vida y la propuesta para la accién inherente a la idea de «baja autoestima» es completamente diferente de la relacién con nuestra propia vida y la propuesta para la accién inherente a la idea de «descripeién magra». Los términos que se dan por senta- dos, como «atitoestima» y «realizacién personal», son de hecho con- tradictorios con los términos establecidos por el pensamiento pos- estructuralista, y contradicen también lo que intento describir en este texto, Creo que esto se hard evidente alo largo del libro En tercer lugar, el pensamiento posestructuralista ofrece un euestionamiento directo de muchos de los shechos» de esta cultu- ra que se expresan en las maneras aceptadas de describir la vida la accion humana. El pensamiento posestructuralista propor- ciona opciones para la deconstruccién de estos «hechos»: una de- construccién que identifica las maneras de pensar y de vivir de “ Jas cuales estos . Se trata de précticas que ayudan a los terapeutas a recuperar y pri- 19 Parte I Re-integracién y ceremonia de definicién vilegiar las asociaciones hist6ricas y locales significativas en sus vidas y a explorar las posibilidades de la incorporacién de otras personas en sus vidas y en su trabajo. Sostengo que esta re-inte- sgracién de la vida contribuye a que los terapeutas se experimen- ten a sf mismos como personas preparadas y capaces en su traba- joy, de manera més general, en sus vidas. ‘La exposicién se concentra luego en la exploracién del concep- to de «ceremonia de definicién. Es este un concepto que introdu- ce opciones para la estructuracién de foros de reconocimiento alternativos y précticas de testificacién alternativas. La partici- pacién en estos foros otorga una poderosa autenticacién de los saberes y habilidades de los terapeutas y contribuye a que su tra- bajo y sus vidas sean descritos edensamentes o «con riqueza>. Sos- tengo que la participacién en estas ceremonias de definicién re- sulta reconfortante e inspiradora para los terapeutas. Al comenzar la tarea de volear en el papel estas ideas acerca de las précticas de re-integracién y las ceremonias de definicién, empezaron a surgir recuerdos. Algunos, de mi historia personal. Decidi incluir aqui una de las historias que recordé. Lo hago en aras de la transparencia y por otras razones, que se irdn aclaran- do.a medida que avancemos en el libro Las historias de la ratoncita’ ‘Tengo una hija de diecinueve afios que se llama Penny. Un dia, cuando Penny todavia era una nifia, al volver de visitar a mi her- mana menor ~su tfa Julie entré como una tromba en nuestra casa. «Nunca me contaste nada sobre las historias de la Ratonei- ta», me recrimin6, brazos en jarra, como si yo le hubiera ocultado una de las claves mds importantes de la vida, informacién de eri- tica importancia para todo el curso de su vida presente y quiz también de la proxima, «Historias de la Ratoncita, Historias dela * Bate relato aparecé tambien en el libro The Personal isthe Professional (Whi- tey Hales, 1997). Lo reproduzco aqu porque creo que contribuye a introduc loque quiero deren este libro acerca de las eonversaciones de re-integracén, La idea de que ulteriores reflezones sobre este relato podrian ayudar a ala ‘ar importantes distincionesrelativas a algunas de las eancepciones y pict ens de la terapia narativa constituyé ato estimule més para inchuirl aqut. 20 Ratoncita. jAb; esas historias!», exclamé, cuando recordé las his- torias que le habia contado a Julie, a quien le levo cuatro afios, cuando era una nifia. Sibien jamés habia tomado la decisi6n cons- Ciente de ocultarle este episodio de mi historia a Penny, tampoco me veia como un narrador especialmente dotado y nunca habia pensado que alguna ven volveria sobre este episodio, Pero ahora ‘que Julie habia, como quien dice, destapado la olla y revelado et secreto, yo vefa claramente que le debia una explicacion. ‘No sé como o exactamente cudndo empezé todo, pero cuando Julie era chica yo le contaba historias sobre una ratoncita que era ‘muy competente, inteligente, habil para resolver problemas, fuer- fey equitativa, amante de la diversin y bastante osada. Bra res- petada por su gran sentido de comunidad y, al mismo tiempo, por ‘su pensamiento independiente. Deberid agregar que esta peque- fra ratoncita era también algo testaruda y, en ocasiones, segiin su capricho, una picara. Sibien no recuerdo e6mo o euéndo empecé @ contarle estas historias, recuerdo bien algunas de as razones por Jas cuales continué con la préctica durante un periodo de la nitiez de mi hermana. Ante todo, recuerdo que Julie me persegusa, re- clamando que le contara mas cuentos de la Ratoncita. Hay que rreconocer que era muy buena en esto y como yo la queria tanto, su {nsistencia era dificil, sino imposible, de resistir. Segundo, Julie tera una nifia realmente «intrépida», en un mundo que desealifica~ 'ba por completo cualidades como esa en una mujer. Hasta los hé- r0es de las historietas eran todos varones; recuerdo que yo pensa~ ba que eso era muy injusto, Tercero, aunque a veces mi hermano yy yo tratabamos.a Julie de «sanguijuela», yo realmente disfrutaba ‘mas del mundo cuando ella estaba con nosotros: los ojos brillan- tes, la vivacidad, la rosolucién, la honestidad. ‘En fin, que cuando Penny descubris este episodio de mi histo- ria tuve una crisis de confianza. ¢Bstaria yo a la altura de las cir- cunstancias? ;Podria recrear las aventuras de la pequefia raton- cita? Seria capaz de rearmar los argumentos y los personajes de Jas narraciones que habja creado en un pasado tan remoto? Fut prontamente reseatado de la crisis. Penny dejé muy en claro que Yo, por ser su padre, tenia el deber de compartir aquellas histo- tias con ella, Por otra parte, mostré una insistencia admirable. Cheryl, mi compariera y mamé de Penny, me alenté diciéndome: «B¥ que puedes. Por supuesto que puedes hacerlo. Y lo sabes» a1 Antes de que pudiera darme cuenta, ya estaba reereando las diversas series de las Historias de la Ratoncita: «La Ratoncita de- tectiver, «La Ratoncita en la casa de los diez gatos», «La Ratoncita callejera» y La Ratoncita de las colinas». Los personajes princi- pales de cada una de estas series son ratoncitas que expresan las ‘mismas cualidades y compromisos personales de las ratoncitas de tuna generacién anterior. Las respuestas de Penny a mis esfuer- 208 iniciales fueron absolutamente alentadoras. Estas historias se convirtieron en sus habituales cuentos de antes de dormir (si bien funcionaban pésimamente para hacer que se durmiera) y en poco tiempo descubri que yo también esperaba con ilusién los ca- pitulos siguientes. Al poco tiempo, Penny decidié grabarlas en easetes. Asi, pronto armé una coleccién, que guardaba como un tesoro. {Qué pasé con esta coleccién? Muchas cosas; algunas, desafortunadas. Por ejem- plo, una vez un frasco de cola de pegar se derramé sobre una de Jas eintas, y nadie se dio cuenta. Para Penny, fue una tragedia y xno hubo modo de consolarla. {Se recobraria alguna vez? Alla lar- «a, si. Otras cintas se perdieron con el paso del tiempo y con el de- sorden de una vida activa y aventurera, Pero algunas todavia so- breviven, ‘Mientras preparaba este escrito, al volver sobre este perfodo de mi relacién con Penny, me di cuenta de que estas historias han sido importantes para mi en diferentes sentidos. Por ejemplo, me proporcionaron un poderoso medio para conectar con Penny cuan- do ella era pequena y yo me ausentaba de casa. Cuando comeneé a viajar lejos para dar clases, grababa Historias de la Ratoncita que tenian lugar en las ciudades que yo habria de visitar. Penny las escuchaba durante mi ausencia y yo pensaba que de este modo ella podia estar al tanto de mi vida y tener al menos alguna ex- periencia de estar conmigo. Y sabiendo esto, pensaba que asi yo también podria al menos tener una experiencia de estar con ella, ‘Ademaés, en estos viajes levaba conmigo una grabadora, para asi poder grabar més historias. Sabia que a mi regreso Penny estaria esperéndolas ansiosamente, Pero més que esto (mucho més), gra- bar esas historias durante aquellos viajes me ayudaba superar aquella persistente y aparentemente incurable sensacién de te- ner el eorazén destrozado por estar tan lejos de Penny, en ocasio- nes lejos de Cheryl y lejos de otros @ quienes también amo, Gra- 2 bar estas historias en mi cuarto de hotel, por la noche, fue el tni- co antidoto que encontré. Ninguna otra cosa funcionaba. Hace poco hallé por casualidad algunos de Tos pocos easetes que sobrevivieron a los embates del tiempo. Voy a incluir aqui ana breve transcripeién de uno de ellos. Mi intencion al hacerlo es brindorles a ustedes alguna pereepeién de cémo estas historias than sido coproducidas. La narracién de toda historia es podero- amante moldeada por la respuesta del ayente. Y esto es especial- srante ast cuando el oyente es también el protagonista de la his- toria (en este caso, Penny). La transcripeién pertenece @ una jatroduecién esténdar a las historias de,la serie de la Ratoncita vrateetive. Si bien la Ratoneita detective no esté exenta de defec- tos (por ejemplo, a veces es un tanto pedante), es una ratoncita “extraordinatia que incluso logré resolvér muchos de los misterios {que a Sherlock Holmes le resultaron demasiado dificiles ‘En la serie de la Ratoncita detective, cada episodio comienza ‘en medio de la noche, cuando la Ratoncita detective se encuentra profundamente dormida en su maravillosamente acogedora cast Ja que esté emplazada en un érbo. Por alguna perversa raz6n, le Retoncita detective jamés es convocada a una hora razonable, si- no siempre en plena noche. La Ratoncita detective tiene el sueo ‘més bien pesado, de manera que nunca oye Jos golpes en su puer ta Por lo tanto, quienguiera que la esté convocando @ una hora tea inoportuna debe goipear a la puerta con frmeza, luego mas fir- memente, luego més firmemente atin, hasta terminar aporrean do la puerta con todas sus fuerzas. Finalmente, la puerta cede. o completa constituye tal ans tis. Este implica encontrar Vineulaciones entre los simbolos y creen~ ‘daa compartidos y valorados por el grupo acontecimientos histrios epecificos. Las particularidades son incluidas o igusladas con Tos trandes temas, ue se considera ejempliican las preocupaciones fun damentales(p-11D. ‘Asi, ala pregunta acerea de cémo se genera la descripeién densa 0 rica, la respuesta parcial de Myerhoff es que ésta es el resultado de Taidentificacin de los acontecimientos histéricos de nuestra vida con slas reencias y simbolos compartidos». Pero Myerhoff también brinda una descripcién de los procesos mediante los cuales se lo- gra, Propone que las vidas se describen densamente a través de Ia participacién con una comunidad de personas en la narraciny re- parracién de los relatos preferidos de la propia historia y de la pro- pia identidad. Es en este contexto que las historias de las vidas de Jas personas legan a ligarse a valores, creencias,objtivos, deseos, compromisos, eteétera, compartidos. Es en el contexto de la narra: ‘din y remarraciGn de las historias de nuestra vida que se generan sota-textos y textos que son meta-textos de esos meta-textos. El resultado de todo esto es la produecién de vidas que estan iniiltiplemente contextualizadas. Es esta contextualizacion milti- ple de a vida lo que contribuye a la generacién de recursos narrati- ‘rosy, asa vidas que pueden ser lefdas bien. Citando a Geertz: Los textos requieren una contextualizacién maltiple afin de ser bien Jeidos» (1983, pp. 176-77). Estos recursos narratives contribuyen significativamente a la gama de posible significados que las per- onas podrian dara sus experiencias del mando ala gama de al- ternativas para la aceién en el mundo. Y, en tanto esta gama de opciones para la accién no seria accesible a las personas cuyas vir as son pobremente lefdas, estos recursos narrativos son consti- tutivos de la vida: contribuyen a dar forma a la vida; componen la vida. Conclusién magra y la vida del terapeuta ‘Muchos lectores estarén familiarizados con una critica a los siste- ‘mas de conocimiento experto basada en que estos estructuran re- ey laciones de poder que someten las personas que consultan a los terapeutas, Pero gqué sueede entretanto en la vida del terapeuta? {Qué efecto tiene sobre la vida del terapeuta la formalizacion de {os conocimientos, la profesionalizacién de las pertenencias socia- les de su vida y la regulacion de los foros de reconocimiento? ‘Creo que las consecuencias son profundamente importantes, ‘Al formalizarse el conocimiento, se genevan diferencias entre las personas en cuanto al eonocimiento que poseen. Una clase de co- jRocimiento que tiene pretensiones modestas (local, particular y cercano a la experiencia»)! cede el paso a una clase de conoci- ‘miento que tiene pretensiones faltas de odestia (global, univer- fal y «distante de la experiencia»). Las deseripciones rieas de la vida, que contienen maltiples historias, ceden su lugar a deser tiones chatas o «monogréficas», descripciones que generan «con- lusiones magras». Y, a pesar de estas pretensiones globales de verdad», la especificidad y autoridad de los conocimientos exper- tos, que son impartidos de arriba hacia abajo, hacen dificil @ las personas cuyas vidas laborales transcurren en algunos de los dliversos sitios de la cultura de la psicoterapia llegar a experi- mentar alguna vez el logro de una adecuada comprensin del co- nocimiento. No importa cudnto sepan: siempre es insuficiente. El conocimiento requerido siempre est mas allé del horizonte al- canzable, En esta cultura de la psicoterapia, los terapeutas en- cuentran cada vez més dificil escapar a la sensacién de que no hhan Ilegado a saber lo que hay que saber. Como consecuencia, las vidas de los terapeutas son «descritas magramenter y esto reduce significativamente las alternativas para la accién en la vida en general y, més especificamente, en el strabajor "A medida que las vidas pasan a integrarse profesionalmente ‘en la monocultura de la psicoterapia y se degradan las pertenen- tas a través de las cuales se han co-generado conocimientos lo- cales y populares a Jo largo de la historia personal, se pierden muchas cosas. Para muchos, el resultado es la des-integracién (dis-memberment) que contribuye a la pérdida de la propia histo- tia ala pérdida de un determinado sentimiento de identidad. Es también una des-integracién que priva a las personas de la opor- tunidad de unirse con otros localmente para conectar las expe 7 Bie tomado esta expresién de Clifford Geertz (1978) 5 riencias especificas de sus vidas (incluyendo su trabajo) a los va lores y creencias compartidos que son privilegiados en diferentes comunidades de personas, y de hacerlo en relacién con Tos temas J significados importantes dela vida. Demasiado a menudo una vi- da integrada profesionalmente (professionally membered life) ter- sina por convertirse en una «des-integracién (dis-memberment)» {que contribuye signifiativamente ala produccisn de deseripeiones ‘magras de la identidad personal y de la vida en general AY qué hay de la formaliacién de los foros de reconocimiento? La regulacin de los foros de reconocimiento por medio de las con ‘venciones y reglas de la cultura de la psicoterapia bloquea las ex- presiones informales, comunes y esponténeas de conocimiento Esta reduceién de los foros disponibles para la expresién 0 repre~ sentacién del conocimiento restringe las opciones para que las personas experimenten Ia autenticacién de sus pretensiones de Conocimiento y para que estos conocimientos puedan ser descritos con mas riqueza. La formalizacién de las précticas de testimonio converte en irrelevantes a una amplia gama de otras précticas de testimonio, o practicas de reconocimiento, corrientes y cotidia~ nas. ¥ los limites generales sobre los lugares desde los cuales las personas podrian Tegitimamente expresar estos conocimientos les hiegan el acceso a contextos que podrfan contribuir a generar- jes el sentimiento de ser una persona bien capacitada. En la cultura de las disciplinas profesionales hay asimismo po- ca igualdad de acceso a estos foros de reconocimiento, Las perso- rnas que tienen un estatus relativamente més bajo en la cultura dde las disciplinas profesionales tienen menos probabilidad de re- tibir reconocimiento que las personas que tienen una jerarquia superior ¥ la formalizacién de las préeticas de reconocimiento convierte en irrelevantes a una amplia gama de versiones ¢0~ rrientes y cotidianas de estas précticas. ‘Las conclusiones magras acerea de nuestro trabajo que son la consecuencia de este cambio en lo que se considera conocimiento 7 @uisiera aut decir poco con respeto als précticas de censura que también se Cupresan en foros convorados especialmente en Ja eultura de Tas disciplnas trafesionales, slo que en mmero, estos tenden aelipsar aquellos fres en {ps cuales una persone puede eer objeto de reeonocimient (exceptuando, por ‘Rapueeo, 2 quienes ocupan las posiciones superiors de las institciones dela cultura dela psicoterspia) 36 legitimo, en lo que se consideran las pertenencias significativas ena vida de una persona y en lo que se considera apropiado en tanto foros para la expresién informada del conocimiento, contri- pbuyen muy significativamente a la vulnerabilidad de los terapeu- tas al abatimiento, la fatiga y el sindrome de burnout. En los si- guientes capitulos, analizaré algunas précticas que proporcionan fal menos una antidoto parcial contra estas experiencias. Pero an- tes haré una salvedad. Limites de la critica . He repasado aqui algunos de los cambios en lo que se considera importante cuando se inicia a las personas en Ia cultura de las dsciplinas profesionales: en lo que se considera conocimiento le- gitimo, en lo que se consideran pertenencias significativas de la ‘Fda de la persona y en qué estructuras se consideran apropiadas tn tanto foros de reconocimiento, También he analizado algunos do los efectos que estos cambios producen en las vidas de las per- sonas que ingresan en la cultura de la psicoterapia. Este andlisis constituye una critica de los sistemas de conocimiento experto y {reo que es importante que sea claro en cuanto a los limites de es- ta critica, La mejor manera de alcanzar dicha claridad es afirmar aqui qué es lo que no estay afirmando con este andlisis. 'No es mi intencign que este anzlisis sea leido como una desea lificacién general de los conocimientos de las disciplinas profesio- nales, es, en cambio, una eritica de una clase de conocimiento: {Je los conocimientos formales y sistematizados que establecen pretensiones globales de verdad acerca de la naturaleza de la vi- ba (o de la organizacion social, del desarrollo humano, del funcio- ‘namiento de la psique o de la familia, eteétera) ¥ es una eritica {Jel modo en que estos conocimientos formales y sistematizados se ‘adoptan en la cultura de a psicoterapia e informan en esta deter- minadas operaciones de poder. [No creo que todo To que aparece en los textos profesionales re- produzea estos conocimientos expertos y estas practicas de poder Muchos textos incluyen ideas y précticas que se sitsian fuera de estas teorias sistematizantes y muchos otros conllevan contradie- ‘ones con estas teorias sistematizantes. Asimismo, hay muchos 7 ejemplos de textos que dan expresién a ideas y précticas que eues- tionan directamente muchas de estas teorias (si bien estos textos son con frecuencia marginados). Las ideas que han de encontrarse tn estos textos no son aquellas que son adoptadas en las operacio- nes de poder que son familiares a los sistemas de conocimiento ex- perto y tampoco se trata de aquellas que son convertidas en teorias ‘exclusivas: no son ideas asociadas a précticas de poder que margi- nan y descalifican los conocimientos locales de la historia personal ‘Tampoco quiero que esta critica de los sistemas formales de co- nocimiento sea leida como una veneracién de los conocimientos Tocales que se generan en las pertenencias significativas de la historia personal. No estoy proponiendo que estos conocimientos sustituyan a los conocimientos expertos ni que se les asigne algin estatus elevado (que se les otorgue a estos otros conocimientos, rms slocales», el tipo de veracidad que les atribuiria pretensiones globales de verdad o validez universal). Mas bien, he criticado la indole global y sistematizante de los conocimientos formales y es- ppecializados, asi como las practicas de poder a ellos asociadas, en relacién con el grado en que -a través de la descalificacién de los conocimientos locales de la historia personal-contribuyen a una des-integracién (dis-memberment) de las vidas de las personas y fen relacién con el grado en que informan descripciones monogré- ficas de la vida. ‘Al crticar los conocimientos expertos de la cultura de la psicote- rapia, no estoy sugiriendo que estos conocimientos sean expresio- nes de una falsa conciencia ni que los conocimientos locales de la historia porsonal sean expresiones de alguna conciencia verdadera. ‘Tampoco estoy sugiriendo que los conocimientos expertos sean i venciones que sélo sirven para disfrazar operaciones de poder, 0 que los eonocimientos locales son los conoeimientos «auténticos» que se ‘oponen a las operaciones de poder. Ms bien, siguiendo a Foueault (1980), entiendo que todos los conocimientos son socialmente cons- truidos y constitutivos o potencialmente constitutivos de la vida, y que poder y conocimiento son inseparables (todos los conocimientos informan précticas de poder y estén asociados con ellas).” " Bibien todas ls operaciones de poder estén asociadas con la producién de co- pocimiento y contribuyen a esta, no existe una identidad entre las précticas de poder que estén asociadas cn los divers saberes, 38 ‘Ademés, all emprender esta critica de los conocimientos exper- tos de la cultura profesional no estoy proponiendo una idealiza- cign de la cultura local (no estoy emprendiendo una veneracién Soméntica de las redes familiares ~de la familia nuclear 0 de la fa- mmilia extensa- y de amigos 0 de cualquier otra asociacin intima 6 afliacién institucional de Ja historia personal que proporciona éleontexto para la generacién de miltiples conocimientos locales, fa menudo contradictorios, y con frecuencia en competencia). Mas bien, he eriticado el grado en que la cultura de las disciplinas pro- fesionales y los discursos del conocimiento experto marginan y descalifican la cultura local e introducen yna monocultura profe- ‘sional. Y he eriticado el grado en que esto éstablece una exclusivi- dad con respecto a cuéles son las pertenencias consideradas cref- bles de las vidas de las personas.‘ Qaiz4 Barbara Myerhoff deseriba mejor los efectos que esto produce en las personas cuyas vvidas se sitdan en la cultura de las disciplinas profesionales: «Sin ye-integracién (re-membefing) perdemos nuestras historias y uestras identidades (selves). El tiempo es entonces erosién, en lugar de ser acumulaci6n» (1982, p. 112 Gon respecto a este punto, no estoy airmando que les pertenencias a disposi ‘don de las personas en la cultura de ls dsciplinas profesionales son neces ‘Gamonte, yon of mismas, ds-integradoras de las vidas de las personas. Lo que produce este efecto es a exclusividad de dchas pertenencias, 39 en su jardin, en su deseo de hacer que Bill volviera a unirse a su vida, ‘Al reflexionar sobre nuestra conversacién, le pregunté a Sop- hia: «Si utlizaste estos saberes y habilidades para guardar un Iu- gar en tu vida para tu padre durante veintiocho afios, gorees que ‘podrias hacer lo mismo por ti para mantener tu conexién con Bill? Y de ser ast, a qué edad deberfas empezar a preocuparte acerca de si existe 0 noel riesgo de que pudieras olvidar a Bill2». Sophia creia que estos saberes y habilidades seguirian estando a su dis- posicin y suponfa que no necesitaria preocuparse por el riesgo de olvidar a Bil hasta que tuviera setenta y dos afios. Este result tun descubrimiento sorprendente, que le produjo un enorme ali- vio. Alo que Sophia més le habfa temido era a que su vida fuera a seguir adelante y se olvidara de Bil. ‘Cuando nuestra conversacién giré hacia la contribucién de Ru- pert, me di cuenta de que Sophia yale estaba transmitiendo estas destrezas a su nieta, Latoya. Latoya se habia encarifiado mucho ‘con Ruppert y siempre que estaban juntos, ella le hablaba a Sop- hhia de su «Poppy». En los meses subsiguientes, la experiencia de Ja presencia de Bill fue cada vez més accesible a Sophia. El fue re- integrado en su vida. James* James y Elaine Johnson me fueron referidos, con sus tres hijo, co- ‘mo consecuencia de la preocupacin de los maestros de la escuela primaria ala que estos nifiosasistian. La fuente de esta preocupa- ‘in era la conducta de los dos nifios mayores. Algunas interaccio- nes que los maestros habfan presenciado entre el sefor Johnson y el hijo mayor, John, habian reforzado esta preocupacion. En opinign de estos maestros, lo que haban presenciado constituia un caso de maltrato emocional. Crefan que, por eonsideracién al bien- estar de los nitios, esto era algo que requeria atencién inmediata, Luego de una serie de eonversaciones y negociaciones, se lleg6 a tun acuerdo con los padres por el cual asistirian a una entrevista conmigo «slo para ver e6mo funciona. Por decisin de James, todos los nombres son seudnimos 61

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