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‘Al muy honorable THOMAS, Conve DE Sours-Hameron Lord Tesorero de Inglaterra, Lord Guardidn de New Forrest, Caballero de la muy Noble Orden de la Jarretera y uno de los honorabilisimos consejeros privados de Su Ma- jestad. Sefior, Presento a vuestra Excelencia el siguiente Tratado, como su més adecuado patrono; a quier, por virtud de su gran in- tegridad (sin duda alguna Ja més grande de este Reino) se ha confiado la administracién del tesoro de Su Majestad y-el me- joramiento de sus rentas. EL titulo del ‘Tratado (La Riqueza de Inglaterra por el Comercio Exterior), habla por si sclo, el tema (de naturaleza tan conocida), puede incitaros a su lectura; pero el asunto por si mismo merecerd, ast lo espero, la proteccién de vuestra Excelencia, Este tratado me fué dejado por mi padre como un legado, motivo por el cual no puedo menos de estimarlo como a una de mis més valiosas pertenencias y como tal lo de- ico a vuestra Excelencia En su tiempo mi padre fué famoso entre los comercian- tes, ast como bien conocido entre los hombres de empresa, por su amplia experiencia en los negocios y por si notable perspi- 51 cacia para el comercio; pero 20 fué menos destacado por su lealtad a su principe y por eu celo por la repiblica, y Tas gra- ves disertaciones de tales hombres por lo comin no son im- productivas. Someto este Tratado al juicio de vuestra Excelencia y pido eu perdén por las faltas que contenga. Soy, Seftor, Su més fiel y obediente servidor, Joun Mun. 52 LA RIQUEZA DE INGLATERRA POR EL COMERCIO EXTERIOR Hijo mio, en una disertacién anterior he tratado, segtin mi manera, de ensefiarte brevemerte dos cosas: la primera es a piedad, cémo temer a Dios acertadamente, de acuerdo con sus obras y palabras; la segunda es la Politica, es decir, cémo amar y servir a la Patria, instruyéadote en los deberes y con- ducta en varias profesiones, que a veces ditigen, a veces ejecutan Los asuntos de Ia repitilica; en Ia cual, algunas cosas tienden especialmente a conssrvarla y otras son més pro- pias para engrandecorla; hablaré akora del dinero, que sirve indiferentemente a ambos de estos acertados fines. En. conse- cuencia, seguiré este orden: primero explicaré los medios ge- nerales por los cuales un reino puede enriquecerse, y después continuaré con el estudio de los métodos particulares por los cuales se acostumbra abastecer el tesoro de los principes. Pero, primero que todo, expondré algo ecerca del comerciante, por- que éste debe ser el agente principal de esta gran empresa. Cariruro I Cualidaudes que se requie-en en un perfecto mercader dedicada al comercin exterior El amor y el servicio de nuestra patria consiste, no tanto en el conocimiento de aquellas funciones que deben desempe- fiar otros, como en la diestra ejecucién de aquello que hace- 53 | mos nosotros y, en consecuenzia ( fo), ahora es oportu- no que te diga algo acerea del comerciante, que espero que a su coma cs avy oa. tiempo serd ta profesién, Sin embargo, aqui le conser tes obi expongo mis pensamientos despojados de toda eee ae ae ambicién, aunque te coloca en un Iugar de ‘oe soa o tan alta estimacién, porque el comerciante ees eee 12, es justamente llamado el administrador del pa- tees & muses trimonio del rsino, por medio del comercio con otras naciones; obra de no menor reputaci que confianza, y que debe ser desempefiada con gran destreza y conciencia, para que el provecho privado pueda siempre sacompafiarse con el bien piblico, y a fin de que la noblem de esta profesién pueda mejor despertar tus deseos y esfuerzos para obtener aquellas habilidades que puedan hacer més efi- caz su préctica, expondré brevemente las cualidades sobresa- lientes que se requieren en un perfecto comerciante. 1. El comerciante debe ser um buen eseribano, un buen aritmético y un buen contador, para Ilevar bien la noble regla del Debe y el Haber, que se usa solamente entre comercian- tos, asi como para ser um experto en la disposicién y forma de los contratos de fletamento, conocimientos de embarque, fac- turas, contratos, letras de cambio y pélizas de seguros. 2. Debe conocer las medidas, pesos y monedas de todos Jos paises oxtranjeros, especiclmente de aquellos con los cua- les tenemos comercio, y las monedas no sélo por sus dife- rentes denominaciones sino también por sus valores intrinse- 08, por su peso y ley, comparado con el patron de este reino, sin lo eual no podea dirigir bien sus asuntos. 3, Debe conover las aduanas, peajes, impuestos, tvibu- tos, manejos y otras eargas existentes sobre toda clase de mer- 54 cancias exportadas o importadas a y de los dichos paises ex- tranjeros, 4, Debe saber qué diferentes productos abundan en cada pals y de qué mereaneias carezem, y oémo y por quién son provistos de ellos, 5. Debe entender y ser un observador cuidadoso del tipo de cambio de las letras, de un estado a otro, para que de esa manera pueda ditigir mejor sus asuntos y enviar y recibir sus monedas con las mayores ventajas posibles. 6. Debe saber qué mereanefas estén prohibidas a la ex- portacién 0 importacién en dichos paises extranjeros, no sea que, de otra manera, inourra en gran peligro y pérdidas en el arreglo de sus asuntos. 7, Debe saber de acuerdo com qué tarifas y condiciones fletar sus naves y asegurar sus riesgos de un pais a otro, y estar bien enterado de Ins leyes, reglas y costumbres de los astmntos de seguros, tanto de las de aqui como las de allende los mares, por los muchos aecidentes que pueden suceder, por el dafio 0 pérdida de las naves 0 de Jas mereancfas, o de ambas. 8, Debe tener conocimiento de Ja bondad y de los pre- cios de todos los diferentes materiales que se requieren para construir y reparar naves y las diversas operaciones de cons- truccién de las mismas, como también de los mistiles, guarni- ciones, cordajes, artilleria, vituallas, municiones y provisiones de todas clases, junto con los salarios acostumbrados de los capitanes, oficiales y marineros, todo Jo cual interesa al co- merciante, puesto que es el propietario de la nave. 9, Debe (por las diversas ccasiones que se presentan a veces en la compra y venta de una y otra mercancfa) tener co- 55 nocimiento desapasionado, si no perfecto, de todo género de mereancias 0 efectos, pues debe ser, por decitlo asi, un hom- bre de toda clase de ocupaciones y oficios, 10, Dehe Hegar a ser, por sus ‘competente en el arte de la navegas 111, Supuesto que es viajero y a veces reside en pafses ex- tranjeros, debe Megar a hablar diversas lenguas y debe ser un ‘observador atento de las rentas y gastos ordinarios de loa prin- cipes extranjeros, asf como de su poder en mar y tierra, de sus eyes, aduanas, politica, costumbres, religién, oficios y otras ‘cosas semejantes, para estar en condiciones de dar cuenta de ello en cualquiera ocasién para el bien de su pais. iajes frecuentes por mar, m. 12. Por Giltimo, aunque mo es necesario que tal comer- iante sea un erudito, sin embargo se requiere (cuando me- nos) que en su juventud aprenda Ja lengua latina, que lo ha- bilitara grandemente en todo el resto de sus empefis. De esta manera te he mostrado brovemente un modelo para tu diligencia, el comerciante y sus excelencias, que en verdad son tales y tantas que no encuentro otra profesién que Heve a un conocimiento més universal, y no puede negarse que su eficiencia se muestra gualmente en el excelente go- Dierno de los estadas de Venec'a, Luca, Génova, Florencia, los Paises Bajos y varios otros lugares de Ia eristiandad. Aun en aquellos estados donde los comerciantes son menos estima- dos, sin embargo, se emplea frecuentemente su destreza y co- nocimiento por los que ocupen los puestos més altos de la autoridad, En consecuencia, es un acto de ilimitada temeridad el de algunos, que descalificar: mis juicios y consejos, aun en libros impresos, y no les permiten Ia ejecucién de aquellas 56 acciones y medios por los cuales se enriquece 0 se empo- brece una repiblica, enando en realidad esto sélo se Jogra por 1 misterio de su oficio, como lo demostraré abundantemente en To quo sigue, Es verdad, sin duda alguna, que muchos morcaderes encuentran que so da menos estimulo a su profe- sién aqui en Inglaterra que en otres paises y no viéndose tan cestimados como lo requiere su noSle profesién y de acuerdo con la gran consecuencia de esto, no se afanan, por lo consi- guiente, por alcanzar Ia perfeceién de su profesién, ni es prac- ticada por In nobleza de este reine, como lo es en otros estan dos, de padres a hijos a través de generaciones, para el oy nis kona y SAM Incremento desu riqueza y el sostenimien- provecho en anu to de sus nombres y familias, Razén es esta por sie talrive Ja cual el reeuerdc de nuestros més ricos eo- do qu sedenedi. merciantes se extirgue sibitamente, y al que- uae wes # dar el hijo rico, cesdefia la profesién de su padre conceptnando mas honroso ser un caba- Hero, aunque sélo sea de nombre, gue consume su hacienda en obscura ignorancia y en excesos, que seguir los pasos de su padre como laborioso comerciante a fin de conservar y aumen- tar su fortuna, Pero ahora, dejando el elogio del comereiante, trataremos de su ejercicio 0, cuando menos, en cuanto se refiere 4 traer riqueza al reino, Capiruto IL Medios para enriquecer este reino y para incrementar su tesoro Aunque un reino puede ser enriquecido por presentes re- cibidos 0 por rentas tomadas de algunas otras naciones, sin embargo, esto es inciorto y de pequefia importancia cuando 57 ‘ocurre, Los medios ordinarios, por tanto, para aumentar nues- tra riqueza y tesoro son por el comercio exterior, por lo que romero oseior ebemos siempre observar esta regla: vender cdi medto deer mas anualmente a los extranjeros en valor de a Jo que consumimos de ellos. Supongamos que cuando este reino esti abundantemente abastecide con telas, plomo, quincalla, hierro, peseado y otros productos nati- ‘vos, exportemos anualmente 2] excedente a pafses extranjeros hasta el valor de dos millones doscientas mil libras esterlinas; por este medio estamos en posibilidad de comprar de ultramar y tracr mercancias extranjems para nuestro uso y consumo hasta el valor de dos millones de libras esterlinas. Conser- vando este orden rigidaments en nueetro comercio, podemos estar seguros de que el reino se enriqueceré anualmente con doscientas mil libras esterlinas, que se nos deben traer en otro tanto de tesoro, porque Ja parte de nuestro patrimonio que no nos sea devuelta en mereaderias debe necesariamente regresar en dinero. En este caso viene a suceder con los haberes del reino Jo que a la hacienda de un particular que supondremos que tenga mil libras esterlinas anuales de renta y dos mil libras esterlinas de dinero efectivo en sns cofres. Si este hombre, por causa de sus excesos, gasta més de mil quinientas libras estor- linas per annum, su dinero efectivo desapareceri en cuatro atios, y en el mismo tiempo su aludido dinero se duplicars si sigue tna vida frugal y gasta colamente quinientas libras ester- linas per annum, regla que mmea falla, asimismo, en la repi- blica, salvo en algunos casos (de no gran importancia) que ré més adelante cuando muestre por quién y de qué manera esta balanza de las cuentas del reino debe haverse anualmente, © tan frecuentemente como convenga al estado 58 evelar cudnto ganamos 0 perdemos en el comercio con las naciones extranjeras, Pero primero diré algo concerniente a aquellos medioa y métodos que inerementarén nucstras expor- taciones y disminuirin muestras importaciones de mercancias, una vez hecho Jo cual presentaré algunos otros argumentos, tanto afirmativos como negativos, para fortalecer lo que aqui se sostione y asi demostrar que cualquier otro medio de los que se supone que enriquecen al reino con tesoro, son del todo insuficientes y puramente falacias. Cariroro HIT Arbitrios y medios particulares para incrementar la exportacién de nuestras mercancias y para disminuir nuestro consumo de efectos extranjeros La renta o patrimonio de un reino por la cual es provisto de efectos extranjeros es bien natural o bien artificial. La ri- queza natural lo es solamente en tanto que puede substraerse de nuestro propio uso y necesidades para exportarse al extranje- 10, La artificial consiste en el trueque de nuestras manufactu- ras por mercanefas extranjeras, acerca de lo cual expondré al- gunos detalles que puedan cervir para el asunto de que nos ‘ocupamos, 1, Primero, aunque este reiro sea ya muy rico por natu. raleza, sin embargo, puede enriquecerse mas, poniendo las tierras ociosas (que son infinitas) en empleos tales que de ninguna manera estorhen Ja renta actual de otras tierras abo- nadas, sino que de esta manera nos abastecercmos y evitare- mos las importaciones de effiame, lino, cordelerfa, tabaco y varias otras cosas que ahora obtenemos de los extranjeros, para ‘nuestro gran empobrecimiento, 59 2. Podemos ignalmente disminuir nuestras importacio- nes si nos refrenamos sobriamente del consumo excesivo de efectos extranjeros en muestre dieta y vestidos, que con tan frecuentes cambios de costumbres en uso resulta um aumento de desperdicio y carga, vieios que en la actualidad son mis notables en nosotros que en épocas pasadas. Sin embargo, pueden facilmente corregirse obligando a la observancia de tan buenas leyes como las que se observan estrictamente en otros paises, en contra de los excesos mencionados, en los que, ordenando igualmente que sus propias manufacturas deben usarse, evitan la aparicién de otras, sin prohibicién o agravio 1 Jos extranjeros en su comersio mutuo. 3. En nuestras exportacicnes no solamente debemos aten- der a nuestros sobrantes, sino también debemos tomar en con- sideracién Jas necesidades de nuestros vecinos, por lo que se refiere a los efectos que no quieran recibir 0 de que no pue- dan ser provistos de ninguna otra parte; asi estaremos en pposibilidad (ademés de dar salida a nuestras materias) de ganar otro tanto por su manufactura, puesto que podemos y también debemos venderlas earas, hasta tanto que el pre- cio alto no oeasione una menor salida en eantidad. Pero el sobrante de nuestras mercancias que los extranjeros usan y ‘que también puedan obtener de otras naciones, con pocos inconvenientes, puede reducir su salida por el uso de mer- canefas de igual clase de otros Iugares; en este caso debemos esforzarnos por vender tan barato como nos sea posible, mejor que perder el mercado de toles efectos, ya que hemos en- contrado, por Ja buena experiencia de los iiltimos afios, que estando en posibilidad de vender nuestras telas baratas en ‘Turquia, hemos aumentado grandemente su salida, y los vene- 6 cianos han perdido mucho en su mercado de las suyas en esos paises, porque son més caras, Por otra parte, hace pocos afios, cuando por el precio excesivo de nuestras lanas nuestras telas estuvieron demasiado earas, perdimos cuando menos la mitad de nuestras telas manufacturadas para los paises oxtranjeros, que desde que no cs de esta manera se han (casi) reeobrado por la gran baja del precio de las lanas y las te- las, Encontramos que veinticineo por ciento menos en el precio de estas y de otras mer- tener ewe ener canefas, con pérdida para las rentas de los ee particulares, puede elevar al cincuenta por ciento la cantidad exportada, para boneficio del piiblico. Por- que, euando Ia tela es cara, otras naciones las manufacturan y sabemos que no tienen ni destreza ni materias primas para hhacerlas; pero cuando por Ia aja del precio los echamos fue- ra de esta actividad y asf, con el tiempo, obtenemos nuestro precio alto de nuevo, entonces también usan su remedio ante- rior, de tal manera que por estas alternativas aprendemos que es en vano esperar una renta mayor de nuestros efectos de To que Jo permiten sus condiciones, sino que més bien nos im. porta aplicar nuestros esfuerzos en estas ocasiones con cui- dado y diligencia, para favorecernos lo mejor que podamos, haciondo nuestras telas y otras menufacturas sin dolo, lo que aumentard su estimacién y uso. 4, El valor de nuestras exportaciones puede subir mu- cho, igualmente, cuando Tas Heveros a eabo nosotros mismos en nuestros propios barcos, porque entonees ganamos no sola- mente el precio de nuestros efectos en lo que valen aqui, sino también Ja ganancia del comerciante, los gastos de seguros y del flete de transporte maritime. Asi, por ejemplo, si los 61 comerciantes ialianos vienen aqui en sus propias naves a sacar nuestro grano, nuestros arenqu2s ahumados y otros productos semejantes, en este aso el reino tendré ordinariamente sélo 25 chelines por arroba de trigo y 20 chelines por barril de arenques ahumados, mientras que si nosotros transportzmos estas mereancias a Italia por los precios mencionados, es pro- able que obtengamos cineuenta chelines por el primery y cuarenta por el itimo, Io que es una gran diferencia en las ventas o salidas de las existencias del reino y, aunque es verdad que el comercio debe ser libre para los extranjeros para que traigan y Heven lo que gusten, con todo, aun asi, en algunos Jugares Ta exportacién de vituallas y rauniciones es, ya sea prohibida o cuando menos limitada, para que Ia praetiquen dni- camente el pueblo y las naves de los lugares donde se pro- ducen, 5. El gasto frugal de nuestra riqueza natural puede, igualmente, aumentar mucho anualmente lo que es suscepti- ble de exportarse y si en nuestio propio vestido somos despil- farradores, sedmoslo, a lo menos, con nuestras propias materias primas y manufacturas, como telas, eneajes, bordados, calados otros semejantes, en los que al exceso del rico puede ser el empleo del pobre, cuyos trabajos, serfan, sin embargo, mas provechosos para la repiblica si fueran hechos para el consu- mo de los extranjeros, 6. La pesca en los mares de Su Majestad en Inglaterra, Escocia e Irlanda, es nuestra riqueza natural y dinieamente cos- tard trabajo, que los holandeses emplean de buen grado, obte- niendo un gran provecho anual para s{ mismos y abasteciendo ‘muchos paises de la oristiandad con nuestra pesca, por lo cual son recompensados y satisfacen sus necesidades tanto de efec- 62 tos extranjeros como de dinero, ademés de la multitud de ma- rineros y naves que de esta manera se sosticnen, acerca de lo cual podria hacerse una extensa disertacién para explicar el manejo particular de este importante negocio, También nues- tos eriaderos de peces en Nueva Inglaterra, Virginia, Groen- landia, las Islas Summer y Terranova son de naturaleza some- jante, y proporcionan mucha riqueza y ocupacién para sostener un gran mémero de pobres y para aumentar nuestro declinan- te comercio, 7. Un mereado o almaoén pars maiz, ail, especias, seda ino we ho heey THA, aldogén en rama del extranjero o cual- ‘os alowes Foe quier otro articulo de eualquier clase que se 7 importe, y exportindolos de nuevo a donde sean solicitados, aumentaré la navegacién, el comercio, la ri- queza y los derechos aduanales del rey; movimiento de co- mercio que ha sido el principal medio del progreso de Vene- cia, Génova, los Paises Bajos y algunos otros, y para este propésito Inglaterra esti situada holgadamente, sin necesitar para llegar a buen fin esta actuacién més que su diligencia y su empefio. 8, También debemos estimar y fomentar aquellos tré- ficos que tenemos en paises remotes o distantes, puesto que ademés del aumento que trae en la navegacién y en maxi- neros, también los efectos enviades all y recibidos de alli son mucho més productivos para e] reino que nuestro trafico cereano y a la mano. Como ejemplo supongamos que la pi- mienta valga aqui dos chelines la libra permanentemente; si entonees fuera Hevada por los holandeses a Amsterdam, el co- merciante puede pagar alli veinte peniques por la libra y tener 63 A ‘buena gananeia en Ia transaecién; pero si trae esta pimienta de las Indias Orientales, no debe dar mas de tres peniques 15 wilco con tax 10 Smo por libra, lo que es una gran ganan- Inais Owais os cia, mo sélo en la parte que empleamos cn Mn tesccine tue nuestro propic consumo, sino también de la ‘@ paet Rey oma gran cantidad que transportamos (de aqui) bere of ri anualmanto a ctras diversas naciones para ven- derlas a un presio mas alto. For este medio aparece eon toda claridad que hacemos con verlaja un mayor acopio de estas meteanefas indias, que el que hacen las naciones en donde rece y a las cuales propiamente pertenecen, puesto que es Ia . .. Tiqueza natural de esos pafses, Pero para un Otuenenas mds oo recat de a ner. mejor entendimiento de este punto debemos siempre distinguir entre la ganancia del reino y la ganancia del comerciante, pues aunque el reino no pague por esta pimienta mas de lo que se ha supuesto antes, como por ninguna otra mexesncia eomprada en comar- : eas extranjeras mis de Io que el extranjero Dranctin ene ir S84. foie ‘mento dl tdag_Tecibe de nosorros por Ia misma, sin embargo, 2, la de ler comer- 1 comerciante paga, no solamente ese precio sino también fletes, seguros, derechos de aduanas y otras eargas que son muy elevadas en estos Jejanos viajes; pero no obstante todo esto, en la cuenta del reino se verifican ajustes entre nosotros mismos sin sacrficio del pa- trimonio del reino, que bien coaciderado, con el apoyo también de nuestros articulos de comercio en nuestros mejores emibar- ques a Italia, Francia, Turquia, los Paises Orientales y otras comareas, el transportar y dar salida a los efectos que traemos anualmente de las Indias Orientales puede muy bien estimu- lar nuestros mayores esfuerzas para sostener y engrandecer este grande y noble negocio, que tanto interesa a la riqueza, a 64 la fuerza y a la felicidad piiblicas, Tampoco hay menor honor y discernimiento en enriquecerse (de esta manera) con las mercancfas de otras naciones, que por un aumento laborioso de nuestros propios recursos, especialmente cuando estos til- timos progresan por el beneficio de los antes mencionados, como hemos descubierto en las Indias Orientales, por In venta de mucha de nuestra quincalla, telas, plomo y otros efectos, la salida de los cuales de dia en dfa sumenta en aquellos paises que antes no consumian nuestros productos. 9, Seré muy provechoso expertar dinero asi como mer- cancias; pues haciéndose esto en intercambio solaniente, au- mentard nuestra riqueza; pero acerea de esto eseribo mis ex- tensamente en el préximo capitulo, a fin de demostrarlo ple- namente. 10. Seria buena politica y de resultados provechosos para el estado el permitir que las manufactures fabricadas con tateriales extranjeros, como tercicpelos y varias otras como sedas en bruto, panas, sedas torcidas y otros productos seme- jantes sean exportadas libres de impuestos aduanales; asi se empleatia un gran nimero de indigentes con un incremento anual de valor de nuestras mercancias remitidas a otros paises y motivaria (con este propésito) que se introdujeran mis materias primas extranjeras, con el mejoramiento consiguien- te de Jos impuestos adaanales de Su Majestad. Rocordaré aquf un aumento notable de nuestra manufactura de tejides y torcidos, tinicamente de seda en bruto extranjera, que de acuerdo con mis conocimientos en Jos Giltimos 35 afios no em- plleaba mas de 300 personas en la eindad y suburbios de Lon- dres, en tanto que al presente da ocupacién a mas de 1,400 almas, como después de euidadosa investigacién han sido ve- 65 ridicamente informados los comisionados comerciales de Su Majestad. Y es cierto que si dichos articulos exiranjeros pu- dieran exportarse do aqui libres de impuesto aduanal, esta manufactura aumentaria mucho todavia, decreciendo con la misma rapidez en Talia y en los Paises Bajos; pero si cual- quiera alegara el proverbio holandés “vive y deja que los de- més vivan”, contestaria que Ics holandeses, a pesar de su pro- pio proverbio, no solamente en estos reinos sino también en ‘otros paises extranjeros en que practicamos el comercio (y donde tienen poder), usurpan nuestros medios de vida y nos cobstruccionan y destruyen nuestra manera legal de vivir, qui tandonos asi el pan de todos los dias, lo que nunca evitaremos arrancndoles el boeado de 1a boca como hemos hecho muchos de nosotros en los iltimos aiios, con gran perjuicio y deshon- za de esta famosa nacién, cuando debiéramos més bien imitar Jos tiempos antiguos tomando medidas sobrias y dignas, que fueran mis agradables a Dios y més apropiadas a nuestra an- tigua reputacién. LL. También es necesario no cargar los articulos nacio- nales con impuestos aduanales demasiado altos a fin de que, ‘enoareciéndolos para el consumo extranjero, no vayamos a es torbar su venta, Especialments deben favorecerse los articulos extranjeros que se traen para ser transportados nuevamente, ppues de otra manera esa clase de trieo (tan importante para el bien de la repdblica) no puede prosperar ni subsistir. Pero cl consumo de estos artieulos extranjeros en él Dominio puede gravarse més, resultanio en provecho para el pais y para la balanza de comercio y permitiendo asi también al rey guardar mis de los ingresos anuales; acerca de este par- ticular me propongo eseribir con més extensién en lugar ade- 66 undo, donde demostraré euinto di nientemente un principe, sin perjuicio de sus sébditos, 12. Por iiltimo, en todas las cosas debemos de tratar de sacar todas las ventajas posibles, ya se trate de cosas natura- les 0 artificiales y puesto que la gente que vive de los oficios ‘es mucho mis numerosa que los que con ducfios de los frutos, debemos lo mas cuidadosamente posible sostener esos esfuer- 20s de Ia multitud, en los que consiste el mayor vigor y riqueza tanto del rey como del reino, puesto que donde la poblacién es numerosa y las manufacturas buenas, el comercio debe ser grande y el pais rico. Los italianos emplean un mayor néimero de gente y obtienen mis dinero por su industria y manufac- turas de sedas brutas del reino de Sicilia, de lo que el rey de Kspaia y sus sébditos tienen de las rentas de estas ricas mer- ceancfas; pero gpara qué necesitamos traer ejemplos de lejos cuando sabemos que nuestros propios productos naturales no nos producen tanto beneficio como nuestras industrias? Es por esto por lo que el mineral de hierro en las minas no es de gran valor cuando se le compara ecn el empleo y ventaja que da el excavarlo, ensayarlo, transportarlo, comprarlo, vender- Jo, fundirlo en eafiones, mosquetes y muchos otros instrumen- * tos de guerra, ofensivos y defensivos; forjarlo en anclas, ce- rrojos, aleayatas, clavos y otras cosas semejantes para el uso de embarcaciones, casas, carros, coches, arados y otros instru- mentos de Iabranza. Compérese nuestro vellén con nuestras telas que requieren la trasquila, el lavado, el cardado, el hi- Jado, el tajido, ol hataneo, el tefiids, el aderezo y otros arre- los, y encontraremos que estas manufacturas son mis pro- vechosas que la riqueza natural, de lo cual podria mencionar otros ejemplos, pero no seré mas tedioso, pes si me extendie- 6T ra acoren de estos y otros detalles ya deseritos podria encon- tar tema suficiente para hacer un gran yolumen; pero mi de- seo siempre es probar lo que sostengo con brevedad y claridad. Capiruzo IV La exportacién de nuestra moneda en cambio de mercancias es un medio de aumentar nuestra riqueza Esta actitud es tan contraria a la opinién comin, que re- queriré muchos y poderosos argumentos para probarla antes de que pueda sor aceptada par la multitud que amargamente protesta cuando ve cualquiera cantidad de dinero transportada fuera del reino, afirmando per esa raz6n que hemos perdido absolutamente esa eantidad de riqueza y que este es un acto que va direetamente en contra de Jas leyes observadas por mucho tiempo, hechas y confirmadas por la sabidurfa de este reino en Ja alta corte del Parlamento y que muchos pafses, y aun Espafia misma, que es la fuente del dinero, probibe su ‘exportacién exceptuando solamente algunos casos, a todo lo ceual puedo contestar que Venecia, Florencia, Génova, los Pai- ses Bajos y otros varios paises o permiten y su pueblo lo aplau- de, encontrando gran beneficio en ello; pero todo esto hace mucho ruido y no demuest:a nada, por lo que debemos mencionar Jas razones que se 1efieren al asunto a discusién. Primero convendré en lo que ningiin hombre juicioso ne- gard: que no tenemos otros medios para conseguir riqueza sino el comercio exterior, pues no tenemos minas que nos la pro- porcionen, y ya he explicado cémo este dinero se obtiene en el manejo de nuestro dicho comercio, que se hace procurando {que nuestros articulos que se exporlan anualmente superen 68 en valor al de los articulos extranjoros que consumimos, de suerte que solamente falta demostrar cGmo nuestra moneda Puede agregarse a nuestras mercanefas para que sea expor- tada junto con ellas y pueda aumentar nuestra riqueza en otro tanto, ‘Ya hemos supuesto que nuestro consumo anual de articu- los extranjeros sea por valor de dos millones de libras ester- Jinas y que nuestras exportaciones lo exeeden en doscientas ‘il libras esterlinas, suma que, por lo tanto, hemos sostenido nos es traida en riqueza para ecuilibrar nuestras cuentas, Pero si ahora agregamos trescientes mil libras esterlinas mis cn efectivo a nuestras anteriores exportaciones de mercancias (algunos se preguntarén), qué provecho obtendremos, aun- que por estos medios traigamos en dinero efectivo mas de Jo que traiamos antes, viendo que hemos exportado el mismo valor, A esto la contestacién es que cuando hemos preparado ‘nuestras exportaciones de mereancias y hemos dado salida a otro tanto de cada cosa como podamos dispo- BL nero onendra z : demo yates ner o yender en el extranjero, no se afirma, ‘ero mais +! como consecuencit, que entonces debamos agregar nnestro dinero para que entre mas inmediatamente, sino mas bien quo primero debemos aumen- tar nuestro comercio permitiéndonos tracr més artfculos ex. ‘tranjeros, los cuales siondo exportedos nuevamente tracran, a su tiempo, un gran aumento de nuestra riqueza, Pues aunque de esta manera efectivamente multiplique- mos cada afio nuestras importaciones para el sostetimiento de ‘mis navios y marineros y para el mjoramiento de los derechos aduanales de Su Majestad y otros beneficios, sin embargo, nuestro consumo de esos articulos extrunjeros no es mayor oo de lo que ya era antes, de tal manera que dicho incremento de mereaneias importadas por medio de nuestro dinero efectivo romitido al exterior, como se asienta antes, a fin de cuentas viene a ser una exportacién a nuestro favor, de mucho mayor valor del que tenfa nuestro dinaro, lo que se demuestra por los tres diferentes ejemplos siguiente 1. Supongamos que se envien en nuestros navios 100,000 libras esterlinas a los Paises Orientales para comprar en ellos cien mil arrobas de trigo y transportarlo a bordo de nuestros navfos, el eual, traido después a Inglaterra y almacenado para exportarlo en el momento mis oportuno para venderlo en Espaita o en Talia, no puede 2roducir menos en esos Iugares de doscientas mil libras, para provecho del comerciante, con Jo que vemos que por medio de esta maniobra el reino ha du- plicado su riqueza. 2. Una vea mis, este provecho seré mucho mis grande cuando trafiquemos de esta manera con paises remotos, como, por ejemplo, si enviamos cien mil libras esterlinas a las Indias Orientales para comprar alli pimienta y traerla acé y de aqui enviarla a Italia 0 Turquéa, debe producir setecientas mil Ht comer con te liB¥AS esterlinas cuando menos en esos lugares, er remoor «get Taz6n a las excesivas eargas que los comer- a rev ate ciantes pagan en esos largos viajes por flete, salarios, vituallas, seguros, intereses, derechos aduanales, impuestos y otros semejantes, todos los cuales, sin embargo, van a dar al rey y al reino. 3. Pero cuando los viajes son cortos y los articulos valio- 08 y, por lo tanto, no se emplea mucho en transporte, las gonancias serin mucho menorss, como cuando otras cien mil oO libras esterlinas se empleen en Turquia en sedas sin labrar y sean trafdas aqui para después ser transportadas a Francia, los Paises Bajos 0 Alemania: el comerciante tendré buena ganancia aunque lo venda en esos lugares solamente en ciento cincuenta mil libras esterlinas y asf, considerando los viajes en conjunto, en st término modio, el dinero exportado nos sera deyuelto mas que triplicado. Pero s: alguien objotara atin que cstas gananeias las obtendremos en articulos y no realmente en dinero, como se le dié salida, la contestacién (sostenien- do nuestra primera opinién) es que si nuestro consumo de articilos extranjeros no fuere anualmente mis de lo que ya se supone y que nuestra exportacién sea “aumentada tanto ppor esta manera de comerciar con dinero efectivo como se dice antes, no es posible entonees s:no que toda la diferencia © ventaja deba devolvérsenos ya sea en dinero o en aquellos arliculos que debamos exportar nuevamente, lo que, como ya se ha demostrado convincentemente, sera aun un medio mas grande de oumentar nuestra riqueza, Porque sucede con el patrimonio del reino como con la hacienda de un particular, que teniendo almacén de articulos no dice sin embargo que no se arresgar4 0 traficard con su dinero (pues esto serfa ridiculo), sino que también lo convierte ‘en mercancias, con lo que multiplica su dinero y asi, por un continuo y ordenado cambio de uno a otra, se enriquece y 1 prse dx, Sando Te conviene eonvierte todas sus propio: “Quien ow mer Gades en tesoros, porque los que tienen mer- casa munca tere cancias no padecerda falta de dinero. ‘Tampoco se dive que el dinero es la vida del comercio, como sino pudiera subsistir sin él, supuesto que sabemos que existia un gran intercambio por medio del true- que 0 cambio, cuando existia poco dinero en movimiento en 7 el mundo, Los italianos y algunas otras naciones tienen tales remedios contra esta careneia, que no puede ni decacr ni em- barazar su comercio, pues hacen transferencias de cuentas de deadar y tienen baneos, tanto piblicos como privados, en los cuales registran diariamente los eréditos de unos contra los ottos por grandes sumas, con facilidad y satisfactoriamen- te, sélo con anotaciones, en tanto que al mismo ticmpo el grueso del dinero que did nacimiento a estos eréditos se em: plea en el comercio exterior como una mereanefa, y por dichos ‘medios tiene muy pocos usos el dinero en estos paises, aparte de para sus gastos ordinarios. En conseouencia, no es el con- servar nuestro dinero en el reino, sino In necesidad y empleo de nuestras mereancfas en Ios pafses extranjeros, y nuestra ne- cesidad de sus productos lo que origina su salida y consumo on todas partes y lo que hace un rapido y extenso comercio. Si alguna vex fuimos pobres y ahora hemos logrado alguna acumulacién de dinero por el comercio con Ja determinacién de conservarlo quieto en él reino, Zocasionara esto que otras naciones empleen mis de muestras mercancias de lo que lo han hecho con anterioridad, por lo que podamos decir que nuestro comereio es acelerado y aumentado? No, ciertamente no producird tan buen resultado, sino que més bien, con las alteraciones del tiempo por sus verdaderas causas, podemos es- perar lo contrario, pues todo el mundo est conforme en que la abundancia de dinero en un reino hace los articulos domésti- cos més caros, Jo que, como es en provecho de las rentas de algunos particulares, va directamente en contra del beneficio del pitblico en la cantidad del comercio, pues como Ia abun- dancia de dinero hace los articulos mas caros, asi los drticulos caros disminuyen en uso y consumo, como ya se ha demostra- do ampliamente en el tiltimo capitulo, que trata eircunstancia- 2 damente de nuestras telas. Aunque esta es una leccién muy dificil para que la entiendan algunos grandes terratenientes, sin embargo, estoy seguro de que es una leccién veridica que debe ser observada por todo el pafs, a menos que cuando haya- mos logrado alguna acumulacién de dinero por el comercio, Jo perdamos de nuevo por no traficar con nuestro dinero. Co- noci en Italia un principe (de gran fama), Fernando I, Gran Dugue de Toscana, que siendo hombre rico en tesoros, trataba de aumentar con esto sui comercio, girando a sus dependientes grandes sumas de dinero con muy pequefia ganancia y yo mis- mo obtuve de él cuarenta mil coronas gratis por todo un afio, porque sabia que las romitirfa inmediatamente en efectivo a diversas regiones de Turquia para ser empleadas en articulos ppara sus paises, estando seguro de que en este proceso de cam- bio volverfa nuevamente (como dice el proverbio antiguo) con un pato en la boca, es decir, que como el perro de eaza volveria con Ja presa, umpliendo con mi compromiso. Este noble ¢ industrioso principe aumenté tanto la préctica de esto, por su interés y diligencia en fomentar y ‘avorecer a los comerciantes en sus transaeciones, que diffcilmente existe un noble o caba- ero en todos sus dominios que no comercie por si mismo 0 en sociedad con otros, de donde ha resultado que en estos diltimos treinta afios el comercio en su puerto de Liorna ha aumentado tanto que de una pequeiia y pobre aldea (como yo mismo la ‘conoci) ha llegado a ser ahora una hermosa e importante eiu- dad, y uno de los més famosos lugares comerciales de toda la cristiandad, y es tan valiosa nuestra observacién que la multi- tnd de haroos y artfeulos que Hegan, ya sea de Inglaterra, los Paises Bajos w otras comarcas tienen pocos 0 ningunos me- dios para hacer sus pagos alli como no sea en dinero efec- tivo, el eual pueden Hevar y de hecho lo Ievan sin restriceién B ¥ en todo tiempo, para ventaja increible de dicho gran Duque de Toscana y sus sibditos, quienes se enriquecen mucho por el ‘gran concurso continuo de comerciantes de todos los estados y de los principes vecinos, que les traen mucho dinero diavia- ‘mente para satisfacer sus necesidades de Tas mercanefas men- ionadas, De esta manera vemos emo la corriente de mer- ‘cancfas que ocasiona su tesor, se convierte en un rio abun- dante que los lena de dinero nnevamente en mayor pro- porcién, Hay atin una 0 dos objeciones tan débiles como todas las demis; estas son que si comerciamos con nuestro dinero ex- portaremos menos mercanefas, como si alguien dijera que aquellos pafses que han tenido oportunidad hasta ahora de consumir nuestras telas, nuest:o plomo, nuestra hojalata, nues- tro pescado y otros productos semejantes, hatin ahora uso de nuestro dinero en vez de esas mercancias, Io que seria extre- madamente absurdo afirmar, > que los comerciantes deherfan mejor no exportar articulos de los euales se espera siempre alguna ganancia, que exportar dinero que siempre es perma- nente y el mismo, sin ningiin ineremento, Pero, por el contrario, hay muchos paises que pueden darnos muy provechosas ganancias por nuestro dinero, que de otra manera no nos proporeionarian ningiin comercio, porque no consumen nuestros artieulos, como por ejemplo las Indias Orientales, aunque lo imporante es eomenzar, pues desde hace tiempo con Jaboriosidad en nuestro trifico con esas na- ciones Jas hemos acostumbrado al uso de mucho de nuestro plomo, tela, quinealla y otros chjetos, que es un buen agregado a la venta anterior de nuestras mercancfas. ‘Todavia algunos han alegado que esos paises que per- titen que s¢ saque dinero lo hacen porque tienen pocos, 0 ca- 1% recen del todo, de articulos con que comerciar, a mis de aquél, pero que nosotros tenemos grandes existencias de mer- caneias y, en consecuencia, sus practicas no deben de servirnos de ejemplo, A esto Ja respuesta es, en pocas palabras, que si tene- ‘mos tal eantidad de artfculos que nos prove ampliamente de todas las cosas que nevesitamos de ultramar, ;por qué hemos de dudar entonees que nuestro dizero enviado en trifico, no deba necesariamente regresar de nuevo en riqueza, junto con Jas grandes ganancias que de esa manera nos puede procurar, como s¢ ha afirmado antes? Y, po: otra parte, si las naciones. que exportan su dinero Jo hacen porque tienen solamente po- 05 articulos propios, ,¢6mo logan entonces a tener tanta riqueza como se ve siempre en esos lugares que permiten libre- mente su exportacién en todo tiempo y por cualquiera? A lo que contesto: también por trafiear con su dinero, pues {por qué otros modios pueden obtenerlc si no tienen minas de oro © de plata? Asi vemos claramente que cuando este importante astn- to es debidamente meditado en los fines que persigue, como deben ser bien pensadas todas Jas aeciones humanas, ee llega a a resultados complstamente opuestos a lo que Ihimanes deben ee Ta mayoria de la gente cree acerca de él, por- Mackie’ que no investigan més allé del comienzo de Ja obra, lo que informa equivocadamente su critetio y los conduce a errores. Asi, si contemplamos los actos de un labrador en la siembra, cuando arroja el grano abundan- te y bueno en Ia tierra, lo tomamos més bien por un loco que por un labrador, pero cuando pensamos en su tarea en la époea de la cosecha, que es el final de sus esfuerzos, descu- brimos el mérito y pingile producto de sus actos. 3 Cariroro V El comercio exterior es el tinico medio de mejorar el precio de nuestras tierras Es un aserto comiin que Ja abundancia 0 a eseasez de dinero hace a todas las cosas earss, 0 buenas, 0 baratas; y ‘este dinero es ya sea ganado o perdido en el comercio exterior por el exceso 0 dafecto del saldo del mismo, como ya lo he ex- puesto, Ahora falta que distinga Ia aparente abundancia de dinero de In que es sustancial y capaz de desempefar el tra- ajo, pues hay varios métodos y maneras por los cuales procue rar Ia abundancia de dinero en un reino, los cuales no lo e «quecen sino que més bien lo empobrecen, por los diversos in- convenientes que siempre acompaiian tales alteraciones, Primeramente, si fundimos nuestras vajillas de plata u oro para convertirlas en moneda (lo que no es apropiado a Ta ma- jestad de tan gran reino, excepto en casos de gran necesidad), produciré abundancia de dinero por cierto tiempo; sin embargo, no seremos més riess sino que més bien alteréndose asf esta riqueza, se Je hace més apta para ser sacada del reino, si excedemos nuestras posibilidades por demasia de ‘mercanefas extranjeras, 0 sostenemos una guerra por mar 0 tierra, en la eual no alimentemos ni vistamos a nuestros sol- dados ni abastezeamos al ejéicito con nuestras provisiones lo- ales, trastornos con los cuales nuestro tesoro se extinguird pronto, Por otra parte, si pensamos almacenar dinero tolerando que circulen monedas extranjeras a tipos més altos que su vax lor intrinseco comparado con nuestra moneda legal, adulte- rando o eneareciendo nuestro propio dinero, todo esto tiene varios inconvenientes y dificultades (que més adelante expli 16 caré); pero admitiendo que de esta manera puede traerse all reino una gran cantidad de dinerc, sin embargo, no seriamos més ricos ni semejante capital asi cbtenido puede durarnos, supuesto que si un extranjero o un comerciante inglés traen este dinero, deben hacerlo por razones importantes, bien sea por articulos ya exportados o para cer exportados después, lo cnal no nos favorece en nada, excepto cuando las circunstan- cias'desventajosas de excesivo consumo o de guerra antes men- cionadas, que agotan nuestro capital hayan sido alejadas pues, en otros términos, lo que un hombce trajo como ganancia, otro estaré forzado a sacarlo por necesidad, ya que siempre seré preciso equilibrar nuestras cuentas con el extranjero, aunque ee haga con pérdida en el valor del dinero y aun por confisea- cién, si es interceptado por la ley. La conelusién de este tema es, brevemente, la siguiente: Cine tenor go 6 COMO el capital que es traido al reino por ‘ur rigwea mrake Ja balanza de nuestro comercio exterior es el erlemew= nioo que permmece con nosotros y por l cual nos enriquecemos, asi por este exeedente de dinero obto- nido de esta manera (y no de otra), mejoran nuestras tierras, pues cuando el comerciante tiene una buena remesa para ultra- ‘mar para sus telas u otros articulos, nego vuelve y acapara una. cantidad mayor, lo que eleva el precio de nuestras lanas y otras, ‘mercanefas y consecuentemente mejora las rentas de los propie- tarios, puesto que los arriendos exoiran diariamente y también por este medio se gana dinero y se trae mis abundantemente al reino, eapacitando a muchos para somprar tierras, haciéndolas ‘mis caras. Pero si nuestro comercis oxtcrior Hogara a detenerse o declinara por deseuido en nuestre patria o por dafios causados en el exterior, resultarfa que los comerciantes se empobrecerfan y como resultado de ello los articulos del reino tendrian menor 7 salida, cesando entonces todos los heneficios mencionados, y disminuirfan de precio diariamente nuestras tierras. CariroLo VI EL tesoro espaitol no puede vedarse a otros reinos por ninguna prohibicién hecha en Espafia ‘Todas las minas de oro y plata que se han descubierto hasta Ja actualidad en los diversos lugares del mundo no son de tan gran valor como las de las Indias Occidentales, que es- tin on posesién del rey de Bspaia, quien por meilio de ellas esti en condiciones no sélo de mantoner sojuegados muchos estados y provincias hermosa: en Italia y en otras partes (que, de otra manera, pronto dejarian de abedecerle), sino que tam- bign, aprovechandose de una guerra continua, engrandece atin més sus dominios, aspirando ambiciosamente a un imperio por el poder de su dinero, que ss el nervio mismo de su fuerza Y que se encuentra dispersado en varios paises muy alejados y sin embargo unidos do esta manera, y tiene abestecidas sus necesidades de mereancfas do guerra y paz de todos los lugares de la cristiandad de manera abundante, que por Io tanto de esta suerte son participantes de su tesoro por los requerimien- tos del comercio. Por esta rasén Ja politica espatiola ha tratado siempre de evitar a todas las otras naciones, Jo més que ha 5 podido, descubrir que Bspafia es demasiado po- RENO LS bre y estéril para abastecerse a si misma y a las fora comers con Indias Occidentales con esa variedad de articu- ia, nist Ortnte- Yo6 extranjeros* que tanto necesitan, y saben bien que cuando sus mereanefas domésticas es- casean para este objeto, su dinero debe servirle para equilibrar Ja cuenta, en To cual encuentra una ventaja increible al agregar 78 el trifico de las Indias Orientales al tesoro de las Occiden- tales, porque empledndose este ‘iltmo en aquel trafico, acumu- Ja grandemente ricas meteanefas para eomerciar con todas las partes de la cristiandad a cambio de sus articulos y asf satis- facer sts propias necesidades evitando que otros se Ieven eu dinero, lo que es uri asunto de estado, pues consideran menos peligroso dar participacién a las Indias remotas que a sus prhicipes vecinos, poniéndolos en condiciones ventajosas para resistir (y aun para atacar) a sus enemigos. Esta politica espafiola en contra de los demis es tanto mis notable cuanto que resulta igualmente para su propia ‘entaja, pues cada real de a ocho que envian a las Indias Orien- tales traia a la madre patria mercancias suficientes para aho- srarle (cuando menos) el desembolso de cinco reales de a ocho aqui en Europa, con sus vecnos, especialmente en tiem- [pos en que ese comercio estaba timicamente en sus manos; pero ahora carecen de esta gran ganancia, y los ingleses, los holan- deses y otros se quitaron esa pérdida y participan en ese co- mercio con las Indias Orientales tan abundantemente como los sfibditos espafioles. Hay que considerar, ademés, que, aparte de la ineapaci dad de los esparioles para proveerse de mercancias extranje- as para sus nocesidades con sus mereanefas nativas (se ven obligados a satisfacer esta carencia con dinero), tienen igual- mente Ja enfermedad de la guerra, que gasta enormemente su tesoro y Io desparrama, en la eristiandad, auin entre sus enemigos, parte como represalia, aunque especialmente por el sostenimiento necesario de esos ejércitos que estén com- uestos por extranjeros y que estin a tan gran distancia que no los pueden alimentar-ni vestir ni de ninguna manera pro- 79 ‘veer con sus productos y provisiones nacionales y deben recibir este alivio de otras naciones; clase de guerra que es muy dife- rente de la cue un principe hace en sus pro- Concent Gieteattuerres ios confines o en sus naves en el mar, en las aw sewer a eyales el sollado que recibe dinero por sus a pagas, debe zastarlo diariamente de nuevo en necesidades, con lo que el tesoro del reino permanece inmévil aunque se gaste el del rey; pero vemos que el espafiol (con fiado en el poder dle su tesore) emprende guerras en Alemania ¥en ottos Ingares remotes, que bien pronto empobreceran do todo su capital al més rico reino de la cristiandad y la earencia resultante tracré inmediatarcente desorden y confusién en los ejércitos, como acontece algunas veces a Espafia misma, que tiene la fuente del dinero, cvando ésta es detenida en su curso ppor Ja fuerza de sus enemigos o cuando se gasta més de prisa de lo que mana, con lo que asi mismo vemos que frecuente- mente el oro y la plata es tan escaso en Espafia que se ven forzados a usar monedas de apoyo de cobre, causando gran confusién en su comercio y no sin la ruina también de mu- cho de su propio pueblo. Ahora que hemos visto los casos en que el tesoro espa- fiol se dispersa en tantos lugares del mundo, descubramos tam- bién c6mo y en qué proporcién cada pais disfruta de estos di- neros, pues hemos visto que Turquia y varias otras naciones tienen una gran abundancia de él, aunque no sostengan co rmereio con Espaiia, lo que parece contradecir ol primer argu- mento, por el que sostenemos que esta riqueza se sostiene por nna necesidad del comercio; pero para aclarar este punto de- bemos saber que todas las naciones (que no tienen minas pro- pias) se enriquecen con oro y plata por este tinizo ¢ idéntico recurso que e3, como ya se ha demostrado, el equilibrio de su 80 comercio exterior, aunque no sea estrictamente forzoso que se practique en aquellos paises donde est la fuente de Ia rique- za, sino mas bien con el método y reflexién que ya se ha di cho, Supongamos que Inglaterrs, comerciando con Espaiia, gona y trae a la madre patria quinientos mil reales de a & anualmente; si perdemos otro tanto por nuestro comercio en Turquia y en conaccuencia tenemos que llevar el dinero alli, ‘no son entonees los ingleses sino los turcos Jos que han ganado esta riqueza, aunque no tengan comercio con Espaiza, de donde fué primeramente trafdo, Aun més, si Inglaterra, habiendo de esta manera perdido con Turquia, gana, sin embargo, el doble con Francia, Italia y otros clientes de su comercio gene- ral, entonces quedarén quinientos mil reales de a ocho de ga- nancia liquida por la balanza de su comercio, y esta compara- cién es vilida entre otras naciones, tanto por la manera de ganar como por la proporcién de Ja ganancia anual. Pero si se hiciera atin la pregunta de si todas las otras naciones obtienen riqueza y Espaia solamente pierde, contes- taria negativamente, pues algunos paises por las guerras 0 por excesos pierden lo que han ganado, de la misma manera que Espafia por las guerras y la carencia de articulos pierde Io que fué su propia ganancia, Carirure VII Diversidad de beneficios del comercio exterior En el desarrollo del comercio exterior hay tres clases de gananeias, la primera es Ja de Ja repiblica, la cual puede obtenerse cuando el comerciante (que es el principal agente de ella) pierde. La segunda es k ganancia del comerciante, quien a veces la obtiene justa y rectamente, aunque la repti- 81 Dlica resulte perdiendo. La tercera es la ganancia del rey, de Ja cual siempre esté seguro, aunque tanto la repabliea como el comerciante pierdan, Con relacién al primero de estos casos, ya hemos mostra do ampliamente los métodos y medios por los euales una re- pibliea puede enriquecerse on el proceso del comercio, por Jo que es innecesario haver miis repeticiones aqui; solamente afirmo ahora que tal felicidad puede existir on la repitblica aun cuando el comerciante en Io particular no tenga ocasién de regocijarse. Asf, por ejemplo, supongamos que In Compaiiia de las Indias Orientales remite cien mil libras esterlinas a las Indias Orientales y recibe en la madre patria a cambio de ellas un valor total de trescientas mil libras, de lo cual es evidente «que esta parte de la repiblica es triplicada y sin embargo pue- do audazmente decir y comprobar hien que dicha compaiifa de comerciantes perdera cuando menos cincuenta mil libras por esa contingencia, si el pago se hace on especias, indigo, percal, salitre refinado y otras mercaneias voluminosas en sus regpectivas proporciones, de acuerdo con su salida y em- pleo en esos paises de Europs, porque el flete de los navios, el seguro del riesgo, los pagos de los agentes en el extranjero y de los empleados en la patria, el sostenimiento de las exis- tencias, las aduanas de Su Majestad y los impuestos, con otros pequefios gastos incidentales, no pueden ser menos de dos- cientas cincuenta mil libras esterlinas, lo que agregado al ca- pital, produce la pérdida indicada, Asi yemos que no sélo el reino sino también el rey por sus aduanas e impuestos pue- den evidentemente ganar, aun cuando el comerciante, sin em- argo, pierda grandemente, lo que nos da una buena oportu- nidad aqui para meditar cuanto més se enriquece el reino por 82 este noble comercio cuando todo sucede tan felizmente que el comorciante gane asi como el rey y el reino. En seguida afirmo que un comerciante, por sus esfuerzos Jaudables, puede para ventaja suya, tanto evar como traer ‘meteanefas vendiéndolas y comprindolas con buen provecho, Jo cual es el propésito de sus tareas, cuando, sin embargo, la repablica puede declinar y empobrecerse por desordenes pii- blicos, cuando por orgullo y otros excesos consuma mis artfcu- Jos extranjeros en valor que Jo qque la riqueza del xeino puede satisfacer y pagar con la exportaeisn de nuestras propias mer- cancfas, lo que es la caracterfstica del despilfarrador que gasta més de Jo que le permiten sus medios. Por iiltimo, el rey esté siempre seguro de ganar por el comercio, cuando tanto el pais camo el comerciante pierden cada uno por su parte, como se dice antes, o juntamonte, como puede y de hecho a veces sucede cuando en un momento dado nuestras mercancias son superadas por las mercancfas extran- jeras consumidas, y que el éxito del comerciante resulta no ser mejor de Jo que ya se dijo. Pero aqui no debemos tomar la gananeia del rey en su sentido lato, porque de esa maners podriamos afirmar que Su Majestad debe ganar aunque Ja mitad del comercio del no se pierda; supondremos més bien que aunque todo el eo- mereio del pais por las exportaciones y las importaciones resultara ser aproximadamente de un valor anual de cuatro millones y medio de libras esterlinas, sin embargo, puede in- crementarse doscientas mil libras esterlinas més per annum por la importacién y consumo de articulos extranjeros, De esta. manera sabemos que el rey ganaré aproximadamente veinte mil libras, pero la repablica perdera el total de las doscientas mil libras asi gastadas de més. El eomerciante 83, puede perder también cuando el intereambio crezea de esta manera para provecho del rey, quion, sin embargo, segura- mente tendré en filtimo trmino una gran pérdida, si no evita este proceso improductivo que empobrecers a sus sibditos. Capicuro VIL El rebajamiento de nuestra moneda no puede enriquecer al reino con tesoros, ni impedir de esa manera su exportacién Hay tres medios por los cuales se altera comfinmente la ‘moneda de un reino, El primero consiste en que a las monedas, en sus diversas denominaciones, se les hace circular eon més © menos libras, chelines 0 eniques que antes, La segunda consiste en alterar dichas monedas en su peso y que sin em- argo contintien en circulacién a los valores anteriores. La tercera consiste en que la unidad de moneda es, ya sea reba- jada o aumentada en su ley de oro o de plata y sin embargo la moneda continéa en su valor primitivo. En todo caso de carencia 0 abundaneia de dinero en el reino, siempre encontramos gente que, usando eu ingenio como remedio para suplir la primera y conservar Ia altima, acaban finalmente por alterar las monedas, pues, segtin dicen, el alza de la moneda ocasionara que se traiga al reino de diversos Iu- gates por la esperanza de Ia ganancia, y Ia rebaja de las mo- nedas en su ley 0 peso las conservari en el pafs por temor a ‘una pérdida; pero estos hombres, complacidos solamente con el principio de este importante negocio, no toman en cuenta su desarrollo y fin; y a el!o debemos especialmente dirigir iuestros pensamientos y esfuerzos, 84 Gon velasin a esto dcbomos sabor que el dinero no es’ solamente la verdadera medida de todos nuestros otros recur- 1 ano es tx ne. 508. reino, sino también de nuestro comercio sida de nuestro exterior con los extranjeros, y por esta razin serene debe conservarse exacto y constante para evi- tar esas confusiones que siempre acompafian tales alteracio- nes} pues, primero en la madre patria, si cambia la medida comin, nuestras tierras, contratos, articulos, tanto extranjeros como domésticos, deben cambiar proporeionalmente y aunque ‘esto se hace no sin muchas dificultades y peligros para alguna gente, sin embargo, pasa necesariamente en poco tiempo, pues lo que se estima no es la denominacién de nuestras libras, chelines y peniques sino el valor intrinseco de nues- tras monedas, a Jas cuales tenemos pocas razones para au- mmentar més estimacién o valor, aunque estuviera en nuestro 1s snice notte poder hacerlo, porque esto seria un servicio ides zm especial para Espsiia y un acto contrario a nosotros mismos: encarecer Ja mareanefa de otro principe. Tampoco pueden estos sucesos, que tanto perjudican a los sibditos, en manera alguna henefidar al rey, como algunos se jimaginan, pues aunque la rebaja o aligeramiento de toda nues- tra moneda traiga un beneficio actual a Ia casa de moneda (por una sola vez), sin embargo, todo esto y mis se perderé de nuevo en las futuras rentas importantes de Su Majestad, cuando por este medio tengan que pagarse anualmente con di- nero de menor valor intrinseco que antes. Tampoco puede docirse que toda la pérdida del reino sea la ganancia del rey, sino que discrepan grandemente, puee todas las propiedades de Ja gente (ya sea en contratos, tierrss, deudas, articulos 0 dine- x0) deben suftir proporcionalmente, en tanto que Su Majestad debe tener ganancia solamente sobre tanto dinero efectivo 85

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