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1.2 Los fenémenos sociolingiisticos 1.2.1 Un mundo imaginario 2Qué hay, pues, que decir respecto al lenguaje en relacién con la sociedad? Para empezar, puede ser vtil intentar imaginar una sociedad (y tuna lengua) acerca de la que haya muy poco que decir. El pequefio mundo escrito més abajo es completamente imaginario, y muchos sociclingtistas —guizés todos ellos— estarfan de acuerdo en que por lo que sabemos tanto del lenguaje como de la sociedad, es muy improbable que tal mundo exista ¢ incluso que pueda existir. En nuestro mundo imaginario existe una sociedad claramente delimitada por algiin tipo de frontera natural, infranqueable en ambas direcciones. La finalidad de postular esta frontera es la de gerantizar, por una parte, que ningiin miembro de otras comunidades se una a ella, trayendo su Tengua consigo, y, pot otra parte, que los miembros de esta comunidad nunca Ja abandonen y leven su lengua a otra comunidad, complicando ast Ia perfecta coincidencia entre lengua y comunidad. Todo el mundo de esta supuesta socieded pose la misma lengua: las mismas construcciones y el mismo vocabulatio, con la misma pronuncia- cién y el mismo rango de signifieados para cada palabra de la lengua. (Cualquier desviacién de tal identidad exacta supondria la posibilided de afirmaciones tales como ‘La persona A utiliza la pronunciacién M, pero la persona B utiliza la pronunciacién N para la misma palabra’, que seria una afirmacién sobre Ia lengua en relacidn con la sociedad.) Un problema obvio es el de los miembros més jévenes de la comunidad, que, justo a apren det a hablar, necesatiamente serén distintos de todos los demés. Podriamos soslayar este problema diciendo que el lenguaje infantil pertenece al domi. rio de la psicologia més que al de la sociologia, y que la psicologia puede proporcionar los principios generales de adquisicidn del lenguaje que nos permitirén predecit todos los aspectos en los que el lenguaje de los nifios de esa sociedad se desviard del lenguaje de los adultos. Si la psico- logfa fuera capaz de proporcionar los principios necesarios, entonces habris mucho que decit acerca del lenguaje en relacién con el desarrollo indivi. dual, pero nada que decir sobre el lenguaje en relacién con la sociedad. No hace falta decir que ningiin psicblogo pensaria en afitmar que tal cosa fuera posible, ni siquiera en principio ‘Como consecuencia de Ia total ausencia de toda diferencia entre los miembros de esta comunidad, queda descartado el cambio lingifstico, ya que tal cambio implica normalmente diferencias entre las generaciones meyores y las més jvenes, de forma que cuando todos aquellos mueren, sobreviven: solamente las formas usadas por los viltimos. Ahora bien, puesto que ¢ cambio es algo que parece afectar a todas las lenguas estudiadas hasta ¢ momento, resultaré que la lengua de nuestro imaginario mundo es tinics 16 fen este aspecto, La Unica forma de permitir el cambio lingiifstico en una comunidad totalmente homogénea es suponiendo que cada cambio afecta «@ todos los miembros de la comunidad por igual y simulténeamente; un determinado dia nadie posee la nueva forma, y al dia siguiente la poseen todos. (Se hace dificil pensar en algiin mecanismo que pueda explicar tal cambio, ja falta de telepatfa comunitaria!) Otra de las caracterfsticas de 1a comunidad que estamos considerando fs que las circunstancias no tienen influencia en lo que la gente dice, ni respecto a su contenido ni respecto a su forma. Tampoco hay situaciones formales’ ¢ ‘informales’ que requirieran distinta clase de vocabulatio (tales como recibir frente a coger) o diferentes pronunciaciones de palabras (tales como not frente a -n't) (ver 2.4). Ni existen ‘discusiones’ y ‘razonamientos’, ni ‘deseos’ y ‘mandates’, cada uno de los cuales requiere no sélo formas especiales sino también significados especiales. (Por ejemplo, en una dis. cusién uno ataca la posicién de Ia otra persona, mientras que en un ‘raz0- rnamiento’ uno Ia considera.) Tampoco habria diferencias entre comienz0, nicleo y final de las conversaciones, como lo exigen las frases de saludo y despedida. Ninguna de estas diferencias debidas a las circunstancias exis- tivian, porque caso de existir requerisfan afirmaciones acerca de la sociedad, en particular acerca de le interaccién social (lo que constituye el tema del capitulo 4), Ciertamente, si descartemos cualquier influencia del contexto social, serfa totalmente dudosa la misma existencia de la lengua, puesto que los mensajes hablados suelen estar ditigidos espectficamente a las nece- sidades del auditorio, Debemos suponer, finelmente, que no existe conexién alguna entre la cultura de la supuesta comunidad y los significados cuyo lenguaje (especial- mente su vocabulatio) les permite expresar. Su lengua no debe contener, pues, palabras tales como cricket © priest, cuyos significados podrian ser establecidos s6lo por referencia a una descripei6n parcial de su cultura (aspecto que discutiremos en 3.2). Suponer lo contrario, seria permitir abun- antes ¢ interesantes afirmaciones acerca del lenguaje en relacién con la sociedad, puesto que Ia cultura es una de las caracterfsticas més importan- tes de la sociedad. No esté claro qué clases de conceptos, exactamente, serfan capaces de expresar los miembros de esta comunidad; posiblemente tan s6lo podsfan ser capaces de afirmar verdades l6gicas tales como ‘si p entonces q’, ya que seguramente cualquier tipo de palabras involucratia algiin modo de referencia a la cutura de la comunidad. Puestos en estos extremos, nuestro proyecto de una comunidad asf no parece set de mucho futuro, Todas las restricciones impuestas al plan eran necesarias para garantizar que no habrfa nada que decir respecto al lenguaje en relacién con la sociedad, fuera de Ia simple afirmacién de ‘La comunidad tal habla la lengua X°, Es de notar, sin embargo, que es ésta una de las afirmaciones que acerca del lenguaje suelen hacer generalmente los lingtis- {y los no lingitistas), y agota el campo de sus obligaciones respecto a v7 Jo que tengan que decir del lenguaje en relacién con la sociedad. La finali dad de esta seccién ha sido la de hacer ver que la tinica clase de comunidad (© lengua) para la que tal afirmacién fuera remotamente vélida serfa una comunidad ficticia, De hecho, Ja clase de comunidad que Chomsky ba definido como el objeto propio de investigacién en la teorfa lingtifstica (1965: 3). 1.2.2 Un mundo real pero exstico Volvemos ahora a un mundo real en donde hay mucho que decir acerea del lenguaje en relacién con Ia sociedad. Se trata del exético mundo de la regién noroccidental del Amazonas descrito por A. P. Sorensen (1971) y J. Jackson (1974) (aunque en 1.2.3 veremos que las cosas no son tan dis- tintas en Ia clase de sociedad a Ia que la mayoria de nosotros estamos acostumbrados). Geogrificamente, el érea en cuestidn pertenece mitad al Brasil y mitad 4 Colombia, coincidiendo més 0 menos con el érea donde la lengua llamada tukano sirve de LENGUA FRANCA (es decir, lengua de comercio hablada abitualmente como lengua no nativa). Es una zona extensa, poco babi tada, y de poblacién diseminada: unos 10.000 habitantes para un érea del tamafo de Inglaterra. La mayorfa de la gente son indios indfgenas, divi- didos en unas veinte tribus, agrupadas a su vez en cinco «fratrias» (grupos de tribus relacionadas). Hay dos aspectos decisivos a tener en cuenta sobre esta comunidad. El primero, que cada tribu habla su propia lengua, sufi- cientemente distinta de las demés como para no set mutuamente inteli gibles, y, en algunos casos, genéticamente no emparentadas (es decir, que nd provienen de una misma lengua madre). El sinico criterio por el que pue- den distinguirse unas tribus de otras es st lenguaje. El segundo aspecto ‘es que las cinco fratrias (y esi todas tas veintitantas tribus) son exégamas, ‘es decir, que un hombre no puede casarse con una mujer de la misma fratria 0 de la misma tribu. Juntando estos dos factores, resulta fécil darse cuenta cde la principal consecuencia lingiistica: Ja mujet debe hablar una lengua distinta de la del matido. ‘Aadimos ahora un tercer dato: el mattimonio es patrilocal (Ia mujer y el marido viven en el lugar de crecimiento del marido), y existe una rotma por la que la mujer no s6lo ha de vivir en el lugar de crecimiento de su marido, sino que ha de hablar a sus nifios en Ia lengua del matido (cos- tumbre que podria ser denominada ‘matrimonio patrilingiie’). Como conse- cuencia lingiifstica de esta norma, la madre no ensefia a sus hijos su propia Jengua, sino més bien una lengua que ella habla como extranjeta, como si todos los nifios briténicos aprendieran a hablar su inglés de las chicas ex- tranjeras au-pair, Tan slo forzando nuestra imaginacién podsfamos Hamar Jengua matetna a Ja primera lengua de unos nifios asi. Las noticias que tene- 18 mos de esta comunidad no mencionan ningin problema importante de adquisicién de lenguaje ni de ‘deterioro’ general de las lenguas implicadas, de modo que podemos suponer que una lengua puede transmitirse efi- cazmente y exactamente incluso bajo esas circunstancias aparentemente ad. versas, a través de la influencia del padre, de los restantes familiares del padre y de los nifios mayores. Quizd merezea Ja pena sefialar que la mujer suele ir a vivir a una ‘casa-grande’, donde también viven los padres y het- manos del marido, de modo que no escasean los contactos con los hablan. tes nativos de Ia lengua del padre. eQué hay que decir respecto a fa lengua en relacién con una socie- dad de este tipo? En primer lugar, existe el problema de relacionar lag Jenguas en su conjunty con los hablantes, suponiendo, por simplificar, que podamos hablar de ‘lenguas como un todo’ (contrariamente a lo que propug- nnaremos en 2.2), Pata cualquier lengua X. serd necesario definir primero quignes son sus hablantes nativos, pero puesto que esto supone la refe. rencia a alguna tribu, y las tribus suelen de hecho ser definidas solamente por refeerncia al lenguaje, existe un problema evidente, La solucin serla © bien enumersr todas las casas-grandes que pertenecen a la tribu en cues- tin, o bin especificar el tea (0 reas) geogréfica donde vive la tribu, (Muchas tribus tienen de hecho su propio tertitorio, que no interfiere con el de otras tribus.) Sin embargo, conviene tener en cuenta que cerca de una cuarta parte de hablantes nativos de la lengua X esta constiuida por las mujeres casadas dispersas entre las otras tribus, y asimismo casi una cuarta parte de Ia gente que vive en el 4rea designada como ‘territorio de habla X’ serdn hablantes 10 nativos de X, por tratarse de mujeres de ottas tribus, De hecho, puede que en cualquier casa-grande heya hablantes nativos de una variedad de lenguas, teniendo en cuenta que los distintos hermanos no tienen por qué sentitse atraidos por chicas de la misma ‘otra’ tribu, Ade- nfs de los hablantes nativos de la lengua X habeé gente que le hable como 1-nativa, con todos los grados de fluidez, desde una fluidez préxima a la de Jos propios natives hasta una fluidez minima. Asi, cualquiera que desee cseribir una gtamética de Ja lengua X tendré que decir con precisién para quign va a ser vélida tal gramética: si solamente para los hablantes nativos del frea de Ia tribu, si para todos los hablantes natives incluidos los dis. persos entze las otras tribus, 0 si para todos los hablantes, nativos 0 n0, del drea de la tribu. En segundo lugar, esté el problema del discurso: goém se usa el habla en la interaccién social? Hay problemas suscitados por el niimero de lenguas disponibles; asf, por ejemplo, gcdmo se las arregla la gente cuando viaja a través del tetritotio, tal como acostumbra a hacer a menudo? ¢Se supone «gue deben urilizar la lengua de la casa-grande donde estén de visita? Apa- entemente no: la eleccién se hace solamente de acuerdo con la convenien- cia de los interesados (excepto en el caso de las mujeres, que deben usar Ja lengua del matido para hablar con sus hijos). Si el visitante no sabe hablar 19 Ta Tengua de la casagrande, pero alguien sabe ta suya, usarin la del visi tante al ea él. Qué hay que decir respecto a Ie lengua misma como tema de conversacién? Aqui, lo que priva en primer lugar son las razones précticas, es decir, Ia necesidad de saber el mayor niimero posible de len- suas para faclitar los viajes y (para los j6venes) la eleccién de pareja. Es bastante normal que se hable de una lengua, de aprender su vocabulario y sus frases hasta 1a edad anciana; mAs atin, por lo general la gente no sabe cuéntas lenguas son capaces de hablar, y no consideran el aprendizaje de idiomas como una forma de ganar prestigio. Quiz sea esto lo que debe- famos suponer de una sociedad donde se espera de cada uno de sus ‘miembros que sepan por lo menos (i) la lengua de su padre, (ii) Ia lengua de su madre (que ella seguramente ensefiard a sus hijos con vistas a que busquen pareja en su tribu), y (iii) Ia lengua franca, tukano (que puede que en algunos casos sea también la lengua de su padre o su madre). Sin embargo, ademds de los aspectos del discurso relacionados directamente con el multilingitismo, hay muchas otras cosas que decir acerca de las relacio- res entre Ia lengua y las circunstancias sociales de esta compleja sociedad amaz6nica. Por ejemplo, hay una norma sein la cual, si un individuo esté hablando con alguien a quien respeta, debe ir repitiendo palabra por palabra todo lo que é1 vaya diciendo, por lo menos durante Jos primeros veinte minutos de la conversacién. En tercer lugar, esté le cuestién de Ja relacién entre Ia lengua y la ‘cultura, sobre 1o que pocos datos ofrecen los informes de la regién rnoroccidental del Amazonas, pero sobre To que podemos aventurar algunas hipstesis bastante seguras. Por ejemplo, serfa sorprendente que alguna de Jas lenguas que nos interesan careciera de una palabra para designar ‘casa. grande’ o ‘tribu’, y podrfamos esperar razonablemente que haya una pala ‘bra para «fratria» (aunque conceptos de tal altura carezcan a veces de nom- bre, como veremos en 3.3.4). Podemos igualmente predecir que muchos términos pertinentes a la cultura tendrén en cada Jengua palabras para ex- presatlas, y que muchas palabras de cada Iengiia expresarén conceptos cultu- rales definibles slo en términos de la cultura en cuestién. En la regién notoccidental del Amazonas probablemente no haya nada ‘que un Tingtiista pueda decir con satisfaccién sobre cualquier lenguaje sin hacer al mismo tiempo alguna complicada afirmacién sobre éste en rela-

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