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EL PUCARA LA CIUDAD DE LOS MUERTOS: ‘He welto, aio conmigo, a suble, paso a pasoy te senda tortuosn ¥ andulante que conduce ‘al Pucoré de “pledras blancas", 18 elucdad de los muertos. Pesada es la subide. He debido hacer alte algunes veces pare tomar restello; al fin alcancé su Rites me he sentaco cn una pledra del camino. Desde allf, como desde une ‘atalaya, se domino tl valle y caserfo de ta Villa de ftumahuncis En un anhelante silencio mis ey chert re toe esis cos ch a s00 SOR ON pensamiento de les hombres Ins Nat Menage de misterio. Hay en 6! aire cuertainable generaciones de indies} por racimos ote Jos hombres en In fore, el tesuena como up yunque ¥ los Exitos ¥. alarides de Euerre se mezcian con el rulde que prodeet ‘el choque dé las armas ¥ do los combatientes. Hoy todo esté en silencio. ‘ios aycampos que feldean los cerros estén fiorecides, sus flores levemente amariflag son como llamas de und Ing Interior y eterna en le que la planta, al Ber Te ne consume, se renuevit y ctor Italian de oops, chron veroesy tier, 22 0) ¥ (iheridas a la tierra se pudren ¥ disuelven, pero ya 16 hoja nueva puebia y viste los taludes pr fa juvertiad del mundo y 1s eternidsd Ge la vide. en erte silencio alto y augusto de le muerte Sie Tie rode, todas Las y erte ley, ies mds pequanas, creeen y acquieren te read y 1a significacién de lo eterno. Tengo EArt de Horat frente # Setas Imégenes de 10 desconocldo, que ‘miro sin penetrar, ¥ QUE sélo. acierto a describit sin concern, La quebrada...;0t Mose! ae yas Tuibesem @2 Pucardinny, las tumbas-y gon para mi S010 nombres de dicses desconoeldos. 1 ceero sobre el cust ha de levantarse el monumente ‘a ta Independencia, en In antigua ¥ précor Ville de Humaluace, Gomina sobre todo ol caserio Ge vcbes en su. mayor parte, Ge tal fnodo qué se le divisa {helite desde todor ‘Jos puntos de la misma. En realidad, no es un cerro aisiado y singular, como podrfa esperarse, sino el punto mis elevaco de unn especie de pampa de pledra, muy extensa, que es a su vez esiento de atros cerros més altos que formen una cadena al occidente de In Villn, Esta pampa est cublerte por un manto de tierra, ripio y pledras sobre el cual crace y se desarrolla, ya aisledo, ya formando rupos un arbusto espinoso llamado chi ¥ que los pobladores usan para quemar. También de él extraen su jugo variadas plantes de In familia de les cactéceas, que entre piecras abren su manojo de ‘espinas; pero, domindndolas « todas, cual gigantescos candolabros, los cardones eleven sus brazos en te glorin del sol, ¥ sobre ellos ef milagro Ge alguna flor blanca y luminoss Imita admirablemente el lnnceolado de la Tama, Reclas y robustas sus rafces, penetran entre los Antersticios de las piedres y se hunden a bastante profundidad en ese Suclo pedregoso, y arraigan en 6] con tante fuerza que no bastan loa vientos de le montafla a moverlos un pice de su sitfo, A menudo muestran enormes desgarrones hechos por les pedrades de los cha qué en ellos ejerciten su punterfa, pero ni las injurlas de los hombres ¥ del ganado son suficientes para destruirios, y alli permanecen, erecen y se desarrollan enhlestos, aunque herides ¥ lastimados. En 1s cima estiln erizados de espinas tlernas de color blanco, tantas que Semejan cabezas cubiertes de eabello cano. Ya un poco més abajo ostentan el fruto, I passeana, que alli comen cuando esté en sazdn, Jo que ocurre en febrero, He tomado una y In he examinado de cerea} es como une flor lena ce pequefios petalos verdes que se cierran como ufes hacia adentro. En su interior se halla lo comestible cel fruto: es una materis azucarada, blanca de snbor agradable, tena de Pequefias sem{llitas que los pdjaros del cielo buscan y pican. jAdmirables cardonest Cardones verdes de los valles abrigados, negros cardones de los pucards. Los estaba mirando en medio del dfa impresionade como im nifo por su belleza, la primers vez que los vf. Que maravilloso espectéculo es verlos en medio do esa. explosién feérica de la luz! Que claridad adquleren, y con ellos todas Ins cosas que los rodean, bajo esa luz reverberante que penetra en lax Teconditeces que precisa los contornos, les eristes, les formes, con una fuerza inusitada! Como la materia adqulere allf tedo su esplender, ¥ que edmirable artists es la naturalezal. Por el Sur y por el Oeste, desde las alturas de Tilcars, avanzan tox corres que forman el sistema orografico del Zenta. Estos montes elevados cifien y limitan el horizonte de 1a villa de tel medo que el observador colocade en los valles he de levantar los ojos pars ver el cielo. Asi, cuando cae Ie tarde, mientras la sombra va tepestindose en ol fondo de Ins quebradas, « sus cimes alin las alcanze Y dora el sol, y, lentamente, van pasando por todos 1os colores el prisma. ‘Turblo por los limos que arrastra el rio Grande, £€ precipita vivo y rumoreso de Norte # Sur, faldeando estos cerros Tertilizando las tlerrus que bats, lo bordesn algunos sauces, plantades por Jos pobladores: y grandes pedrones diseminados en sus orillas actéan como romplentes en las grandes crecidas. Cuando én él verano: llueve en tos altos cerros, 10 que es frecvente, un rumor sordo y lejana nnuncia le bajada dol tortentoso rfo, Ins aguas encrespadas avanzan, cabalgan sobre los obstéculos; sobre ellas mparecen y se hunden troncos de viejos molles que In célera del rio arrancn ¢e cuajo, plantas, y et frégil ayrampo, que con tanta fecllidad crece y se multiplies entre pefias. Avanza el rfo como une terrible divinidad Irrltada, hlerven sus aguas, Se arremolinan, se encrespan, soltan, chocan, devastan, y de su seno subre el sordo tronido de les ingentes pledras que el turbién artastra; luego, poco # poco, ef horas a le Sumo, amengun el agua, calla ol rugir, cesa por completo, y un hile de ‘agua cantarina corre entre pledras, forms remansos, ¥ el dulce glugd de] agua cante en In tarde del palsaje. Este es el panorama que puede observarse desde el cerrita de Senta Bérbara. Yo lo he precisado aqui a grandes rasgos, Geseoso de daros una [dea aproximada del lugar en que ha de femplazarse el monument y sus alrededores, el mismo, con poces varlantes, que fug escenario y teatro de grandes rcelones en las guerras de nuestre Independencia. Este cerro fué un enterretorio Indfgene, un antigaly la cepcién viene de In palabra antiguo, que los natives pronuncian ‘antigo, ce ahf antigel, lugar donde hay cosas antiguas. En él los Indios itaban sus muartes junto con vasos, dnforas y hachas de piedra. Cuando en julio de 1927 vi y estuve por primera, vez en este cerro con él fin de realizar estudios para.al monumento, me senti fuertemente impresionado. Coincidfa mi estada, » for eanuaseds ‘con los dfas de le Patria; tode el pals, como un Salo haz de nervios, disperso, recobrarlo del imperio de In sombra y del polvo, vivificarlo, renovar el muerto ardor, y esto lo puede realizar Ia magia del arte. , Me recorre un estremecimiento, me slento como un hombre que ve la . ‘tierra por Ia parte de dentro 0 como el que ve un drbol por sus rafces, Es evidente que todo este proceso se realiza en el y de un modo muy rdpido. Si yo lo muestro aquf para dejar ver el trabajo y le funcién de les facultades. subconselent Jentamente 5 De esto, a conceblr mentalmente los cuerpos movigndase en el espacio y en la Iuz no hay mis que un paso, y esto es le que he hecho. En los grandes: altorrelieves los podercsos cuerpos estdn semientereades en les laderas del cerro, y asoman o surgen a medias entre el polvo. La muerte los ha tomado de improviso y loa ha galvanizade en las actltudes del ateque o de Ia defensa, algunos estén en la aceién del hombre que agualta, otros portan el arco cuya cuerda clmbradora de trenzeda trips, canta al igual que el ala de la golondrina. Quin maneje la pesada hacha de piedra y quién, con el cuerpo, en un vigeroso movimiento de extensidn, arroja Ia pesada lange. Hay entre ellos un hércules, que ha logrado mover un gigantesco bloque de piedra, y alzdndolo sobre su cabeza se dispone arrojario al valle. Aqui, un ple poderoso usoma a flor de tierra; alld une mano surge del fondo como si requiriera su arma. En el primer ‘estudio, tin condor, con las grandes alas desplegadas, marchaba sebre sus patas a Ia par de los hombres, en actitud de ataque. Recordaba, acaso, los vorsos del Ramayana, el gran poeta indio, en que los animales combaten a In par de los hombres por Ja defenaa do la tierra. Todos los restros «= musatran una —_decieién inquebrantable, un propésito obstinade y tena aletes en sus frentes, y Ie voluntad terrible de vencer muestra sus signos en los entrecejos, Y matiza, da expresin y brios, a todos sus gestos y movimientes. Estas son las figuras y este el concepte que componen ‘el grupo central dedicado # enaltecer el recuerdo del primitive hijo de esas tlerras. Una obra de esta naturaleza, como comprenderdis, » requiere al par que la clencla necesaria para 1a realizacién, el fervor y Is inocencia de un primitivo para creer en el simbolismo mégico de : Ins cosas y vivificar su contenido por medio de las Imigenes. Lo que ¢ [a 8 menudo se rec imaginative es profundamente verdadero en lo ancestral de ln criatura. Por ello el poota estd en la entrada de todos Jes tiempos y sus mensajes preceden siempre a Is clencia y al ‘conocimiento. Los ‘grupos laterales estén dodicados al gauche hortefio, Desgrefiados, hirsutos, trabajedos por el hambre, por la intemperie, por el interminable bregar, maravillosos por su cardcter, por Ja firmeza de sus Mnees de tan fuerte sabor plastica, visten el Poncho de lana, el sombrero retobado con sti barbiquejo de vellude suera y cifien en su apero para preservarse ce los incvitables encuentros de remas y piedras en In montafa con el guardamonte de peludo cuera. Unos, los més pabres, cabalgan @ ple desnudo; otros calzan a ojote o usuta, Los caballos que usan son vivos y nerviosos y estdn eneastados con caballos peruancs. Jinete y cabalgadura forman une sola pieza, casi un mismo ser, y tan acordados son sus movimientos, que en la carga, hombre y bestia se complementan, de tal modo que el jadeo del animal ritma Isécrono con Ia respiracién de In cristur como sf los pulmones de ambos estuvleran li circulatoria y una misma sfstole y didstole rigit Para estas faenas de la muerte los herramientas y Gitiles que use el gaucho son las chuzas de palo de lanza con su punta. endurecida a fuego, las boleadoras, 105 1azos, lou cuchillos usados 0 mano © atados con tlentos en Ins lenzas. Todo esto, cabsllos y jinetes, Io he figurado como enterrade en las entrafias del monte, cunl si Ios vientos y Ins Huvies Jes hubieran ido descubriendo y alif estuvieran en les actitudes de la carga y con el dinamisme proplo de las acclones de guerra del modo que en las orillas de los rics el agua y el viento muchas veces dejan al. Covcublerto los restos de faunas protériti La segunda estrofa del himno # que me refert, es la siguiente: Ds 108 mevoa campeenee tes restres Marte miama parace animars = la 8¢ anida en ous peckoe iat anats seamen ane 8 De ella he sacado le insptractén necesarta para reslizar le figura central, y que yergue Ja impoluta desudex de su cuerpo igual e un dies pagano. En i he queria simbolizar la potencialiaeg Gel pueblo argentino. Gon pasos: firmes y viriles el simbole morche Seguro do sf mismo y del porvenir. Bajo sux pies te. tierra est viva, Pobleda con las grandes formas de su pasado; él, en tanto, tenso ef Festro, con total Impotu, da el grito de Independencia, que resuena por or toda Ia quebrada, Analizar el arte en su materia escondida es tocar ela ee hombre. Es poner las manos sobre carne, sagrada inquirir, para asf obtener alguna contestecién ‘sobre los problemas de arta que nos Preoeupiin, @3 tocar drganos vives, tejides Rerviosos que Se Tecogen en s{ mismos el menor rece, es Inclay os mustancin cortieal que se crispe y se quaje con todos los dolores de In especie. No, no es carne muscular I que separe el bisturt del investigader al querer precisar ls natureleza de los deganes que PTEadatal tt atte; no es cartflago, nl tendén poco sensfble: es entrahe, elindulas, fines tegumentos cerebrates, nervics, raicilies del revert stormentadas, y todo eso padece de vida eterna. Habfamos salido al filo de 1a madrugada de Pampa Grande, In hermosa estancla de don Indalecia Gémez, Mediaba Ia mafana; el sol, ya alto en e] horizente, va desvaneciendo lea nie TE eat th hasta ¢! fondo las quebradas, Jos barrancos, en los que es tan fécil despetiarse. Hemos legado tras dure marcha s'la enteate éel monte, atrés quedan, en Ins altas cimas, Magnificas huertas, los sombrios noeales doblando sus ramas bajo el peso del Adelante marcha el gaucho Fernando Maidana, cuchillo , $y Mahe cortando las ramas que amenazan herienos con sus espines, ' Yo me mantengo detrds de 1; por momentos Io Pierdo de vista en Ins “9 a ee rayueltas de la sende, el ramaje lo oculte. Por fin 10 veo surgir de nueva, Seguido por su tropilla de perros. Me pongo.a escuchar. Un silencio profundo nos rodeat en medio de él, s6lo oigo el gipar de mi caballo cansado, y mi propia respiracién. Miro a mi alrededor, y sobre mi, con medreso temory timiba, Ie trabazén de las ramas me impide ver el eleloy abajo, en le terra, hay eguezales y baches. Mi caballo atento marcha despacto, Sorteande las dificultades de la senda. Por fin entramos en un clare, ¥ por él wuelvo a ver al cielo; @ ambos Indos, por coquler, hay tronece 4 Cublertos totalmente de I{quenes, de enredaderas y de plantas Pardsitas. Los grandes drbales Se han desplomatto, hendidos, rofdos por per carcoma de sigloss en el suelo, generaciones de hojas se pudren ver camadas, y de su geno sube un vaho sutil y capiteso a madera en descomposicién, que flota y se esparce en el alre, Esto es um cementerio de Arboles. Estamos en el {aboratorio Inmenso de 1a naturaleza, Siento rebullir insectos y larver Por millares, aunque no los veo. Fl drbol! Por doquier ef drbol: escalando cerros, repechando cimes, descendiendo o les handonadas, siempre sheontramos el drool. Arriba, a 3.000 metros, campos de pastoreey shai on los valles fértiles, huertes, sembradies, un mar de verdura, $y de tanto en tanto, 1a vertiente, el hontanar, qué mana agua fresee ¥ cristalina. Tal es esta maravillosa tierra saltefia, que he recorride Seatotlle desde Talapampa « Pampa Grande, por In'ruta del Cebiler, descendiendo por la "cinchada" hasta Ruiz: de los Llanos, En las estanclas de Pampa Grande y de Yatasto he reallzado varius caberas de gauchos ue me interesaron entre ‘todas; Son ellos domadores de potros; helos aqui. Uno de ellos, joven, come de 26 afies, don Miguel Rfos, lo rfepido del testo, el empaque duro de Site Fostro muestra claro le reciedad de In tarea que debe realizar desde la madrugada. F1 otro pasa de Ia trelntens, don Fernanas Maldana: ojos acostumbracos a mirar lejantas, de estructura recie cq ¥ CoN tin acentundo prognatisms del ‘elazquez hey algo de hosco y de salvaje Fratwias fisonom{es, 1a terrible sangre tndfgena calchaguy prevalece fuertemente sabte la sangre espafola. Otro: don Gregorio ‘Espinosa, 10 a ———S ee we ae 3 e § Ea F é & BR i 3 i g : Par fin, el ditim don Marcos Liendro, es hombre ya Bovenee tite 72 alee, adn monte caballos con bastante Gesenveltura. En aus anos monte ba sido domador y hombre evezada Sst Seriedad hosca y huraha una sa hecie de tristeza que £o estuerce a eetultarse, y cuando In misady gida y penetrante del esculter toda 2 8 ver formas y descubris ay sentido, va fijando uno tras otra todos los pequefios detalles Que redean tos pérpados, cuande observa pater cle al) of, ve: tras te fnirada vieja y cansada joe [eréad dela naturateza, Mt] tenaelded y. esfuorza dneansable en construir, Jeyes, Ja estructura S900 de cada arma animal, pues he llegace a comprender 88 derive su mismes, yo que el mantille de carnes ¥ de miisculos Sue Te cubre no hace sino fljarse sobre e! plan o la planta que establece Ig ‘estructura osea. De este ‘modo ereo poder penettar en el hondén ae tu ot ¥ de la sangre, Nolvamas al paisaje. A medida que evanzames hacia-e] Notte, los drboles van raleandoe ‘een plena quebrada no se los ve per ninguna parte, ka usbrace. Altas montanas que se han acostade fusano dal tiempo roe. in Fuerte, recle, _incansable, sobrio, sllenci sepecle es WYO, observedor curtoas, eon att Curfosidad incansable, una Sepecle de poeta, de sacordote, tal es cl fee : a —SSS alll Fuerte, recio, _incansable, _sobrio, _silencioso, contemplative, observadar curieso, con una curiosidad incansable, une especie de poeta, de sacerdote, tal es el indio. Fuerte, recia, ol indio es de une resistencia a toda prueba, incansable para las marchas a ple, camins durante fas fenteros tras su récua, ya llevando sus chalonas, ya cargando panes de sal, ya simplemente para abastecerse de equellos pocos productos naturales que necesita para vivir: e) maiz y Is coca. Asf le encontramos an lo més apartada de los cerros, # diez, # veinte legues de toda poblacidn, allf donde no hay ninguna posibilided de vida, eat le tropezamos en todas las sendas que bajan y suben los cerros, a ratos bordenndo los precipicies, a treches bajando las hondanadas o escalando cimas, entre las matas espinoses del alrampo o de los churquis, y el Indio, sin premura, tranquilo, peso a paso, musita breve 1 julra juira, equivalente al jarré! jarre!, animando # sus burritos. All donde lo tome la noche, allf para In recur, saca las alformes, desensilla, ata sus burros donde puedan ramonear en los rojos, tiernos brotes del churqui, porque estos, tan sobrios coma su duefio, a todo se avienen y n todo se acomedan. Sobrio el indio, con una sobriedad que ‘aadmira, hace del mafz su dnico slimento. Ast Io come hervide con sal, solo 0 con un trozo de charqui a esto le llaman mote; otras veces lo omen tostado. Este es un mafz especial que se lama capia o pisingallo; este es el maiz que lleva en sus visjes, pero por lo regular je basta el akullyco y el trago de aleanol ‘Imaginaos a os halléis @n Cechinoca o en le Rinconada, lejos de toda vin de ferrocarril, perdido entre los cerros, 8 20 030 leguas de In Villa de Humahuaca, y debéis ir alld; necesitéis tomar un indio baquenno que cs oriente entre las mil sendas que se cruzan en Ie punta y que #1 conoce @ las mil meravillas y sabe » donde conducen. Ast, en los cruces, él toma, sin hesiter la que os conviene: si le preguntéis os dird brevemente # dande Leva la otra, pueblo o aguada. Necesitéis andar ligero y cubrit lax 20 0 30 leguas que os separan del luger en el mas breve tiempo; viis montado en una buens mula y él marcha e pie; sin embargo, el marcha al trote delante yuestro, y en ciertes momentos debéis apurar la mule pers no quedaros rezagades; Megdis al primer puesto, os apedis, saciis de las alforjas, pan, (rutes, queso de cabra, vino, esperdis reponer fuerzas: le oftecéis. El indio se mantieno a distancia, no orgullose, sino digna, dando la Impresién de que con él no hay camarader{a posible; pare a sols de otra raza. El no acepta vuestro ofrecimienta; él no necesita nada: "No tengo hambre, sifior". Lo nico que aceptarfa, si quisierals : a2 ofrecerie, es un trago del vino que Hevdis, Mientras vos coméis, él se sienta, sace su chuspita de lana tefida, y del fondo de olla, entre los edos, un buen pufiado de hajas de cocs Se desborda y se lene Ie boca con él; luego muerde un ttozo de Micta, que hace con los residues quemados del cenizo, y suavemente masce, mientras os espera; los ojes de mirads indefinible, » veces mansos, otras altivos, puestes en In Iejanfa, o tal vez, lo més seguro, mirando hacia adentre, en los maravillosos palsajes de su alma. ‘Termintis, y el indlo dice "cuando quiera, sifior”, y una vez montedo, é! vuelve @ ponerse delante y al trotecito, Incansable, va recorriendo Ie senda, que se alarga, se desdobla por leguns y Jeguas, sube y baja serpenteando entre cerros, « ratos pesada entre jedras, a rato blanda y muelle sobre la ticrra, unas veces asoleada, otras, lenas de rocfo de la luz lunar, siempre maravillosa y bien ollente con el aroma de la rica-rica, de Ia menta o del mismo airampa en flor. Vista y ofdo de lince posee el Indio. En los caminos, « menudo ofs pregunta a un chango, 0 una mujer o un hombre, si han vista pasar elgin jinete, y of siempre éstas o paretidas contestaciones; por aqui no ha pasado nadie; o bien, ha pasado alta In mafiana o terdelao un Indio montado en una mula oseura, © parda, 0 zaina, o de tal pelo, iba con alforjas o sin ellas, caloaba ojotas 0 botas, tal color de chaqueta o de poncho trafs, Ibe con bestis cansada 0 de refresco, Podéis creerlo: breve ha sido el tiempo de su sbservacién, pero él 6 ella lo ha visto todo, todo lo ha examinatlo y no se le despinta jamés, Podré, pasado un tiempo, presentiirsele de nuevo ¢] mismo jinete cen prendas cambiadas, a pesar de todo él indie lo Feconocerdé par ol modo de montar, por Ia planta del animal, por él Paso, y por mil cases més que nosotros no advertimos, pero qué su ofo agude y perspicaz encuentra sin trabajo. Otra factilted que impresiona cuando se le ve actual ¥ que prusba ln fineza de los érganos visunles del indlo, es la faculta que él poses para seguir entre piecras cualquier rastro, de hombre o de animals 1 conoce facilmente y lo distIngue entre muchos, él paso Gel guanaco, lama o vicufa, y alin precisa si es antiguo o reciente. Muy diffell es que se le escape un animal de éstos cuando lo ha + venterdo ‘A menudo ocurre que en una de estas partidas de caza, 13 << que por lo regular se realizen en I época otofal, un guanaeo una vicuna, levemente herida, logre escapar con el grueso de la manada, ‘ ‘Cuando uno cenoce estas quebradas y sabe in intrincada sucesién de ‘cerros, valles, y hondonadas, cuando se congcen los repechos castesos, tes pasos diffciles, al borde de lox precipicios, se cree empress imposible seguirla, Para el Indio no lo es, sin embarge. Nacido en estos lugares, ne hay para é! paso dificil, no slente el vértiga ni ol mal de la altura, el soroche o Ie puna no lo atacs; como la esbra © como la vicufa, se le ve en In cima de los altos cerros oteando como él dgulla toda la vide de In quobrada. Con sus ofos acostumbrades a mirar lejanfas, sigue a distancias increfbles el paso dé manada, ¥ por instinto 0 por conocimiento sabe sus eseondrijos a sus campos de Pastore, y él, tarde o temprano, cobrerd le pieza heridn. EL indlo es muy resorvado, Lo he tenide came modelo trabajando durante dias enteros sin hablar una palabra; si le Proguntaba me contestaba con monosflabos. En el verano do 1933 pude conseguir que una joven indla, une himilla de 17 afios, me sirviera de modelo; era de facciones bastante regulares, casi una belleza dentro del tipo de su raza. Li tuve durante sels dias maflane y tarde; en ese tiempo no dijo espontineamente ni uno sola palabra, no sonrid una sola vez, seria, sin adustez, silenciosa sin esfuerzo, ‘su mitads me observaba con Getenimiento, sus grandes ojos clavados en los mios parecian querer Penetrarme; mientras trabajebs sentie que esa mirada frfe examinaba mis facciones en sus menores detalles, comprend{a que me revisaba, pero, cose curjosa, ese mirada no mé molestaba. En In mirada del Indio de esas regiones hay algo de profundamente animal que os sobrecoge: 5 una mirads instintive, sebia, terrestre; dirfas que desde el fondo de in misma es toda In quebrada, pora le cual sols un extranjero, In que os mira, In que espia sin cesar vuestros movimientos, Ia que trata de compronder vuestros propéaltes e intenelones, Ella os examina, 05 escudrifia, os desnuda sin piedad; por momentos, dotras de esos ojos grandes, pensativos, inocentes, con Ia inocencia de lo salvaje ancestral, veis reflejarse In quebrada, profunde amor det indio, la tierra sabrada lena de pucaris, sembrada con Iss cenizas de sus muertos, la tierra lena con toda In obra de sus manos, Ia alforeria amasada con arcilla de esos valles, cocidas allf ' mismo y pintada con Ins tlertes y los ocres colorantes que proporcionan los mismos cerros. 4 ——— jj] _- En el antiga! de Humahusca, en piedras blancas, es tanta 1a destruccién que han hecho los buscadores, que los trozos de alfarerfa destrozada siembran los teludes del cerro y son tantos como Jos rodudos mismos; analizados estos trozon son de uns materia fins, culdadosamente trabajads, bien coclda y pintada hermosamente con color negro sobre el fondo rojo de la vasija. Detras de esos ojos veis una voluntad que no trata de significarse, una voluntad cuyo contenido no advertfa, pero que comprendéis sorda y hostil. En estos momentos en qué et hombre vive en clerto modo una vide artificial, en divorcio con In naturaleza, confined en las ejudadess en estos momentos en qué las instituciones estin en su mayor auge y regulan, controlan y conducen 1a vida del hombre, tento en la palftice como en lo moral o en lo orgénico, y Im experiencia y 1s razén matemética ocupan el lugar del Instinta, y el hombre mds que un hijo de Is naturaleze es un producto dé las institueiones, es cuando més advertimoss le profunde diferencia que media entre el hombre que vive en el estado natural y el hombre hije de una cultura que ha alcanzado und etapa evanzada de desarrollo. hijo montaraz de los valles y de In montefia vive més en lo Infinite que en lo relative del mundo; atin mas, este es su verdadero estado. Se advlierte que esta criatura esté ligeda por su cordén umbilical a im tierra, cuya fuerza elemental accionn profundamente sore él ¢ informa la estructura de su religién. Este Ser no aiente su individualicad, sino que vive al unfsono con los cosas que le rodesn ¥ €8 ima de ellas; algo hay en él de hombre drbal o de hombre pledra; por €s0 en el fondo de sus ojos dormita una luz que es. reflejo de las potentes {uerzas que conclertan Ia vida de la quebrada y al asomarse a ellos, con el afén de investigar, se experiments el estupor que produce el misteria, La tierra nutricia, progenitora y tierna, ese elemento ‘obacuro y sombrfo que genera y nutre las cosas, es la que él conoce y ama; el lindo maicite que le slimenta, el churquis!to que lo callenta, todo proviene de 1a tierra, Elin es In que provee de allmento a sus cabritas, # sus ovejitas, la que hace que vivan y se desarrollen en los altos cerros e] uanaco y Is vicufa, que le dan la Inna de su abrigc, ella es la poderosa, Ik que todo lo sbsorbe, le que nunca se dessubstancla, ella que de une pasacana brote cien cardones y que puebla los valles de alrampas, ella es Pache Mama, le grande, Ts que 1 venera y teme. la A menudo encontraréis en In encrucijadm de los cerros, ‘a ln vera del camino, uns piedra lena de acullicos de coca adheridos a ella. He averiguado el significado de estos ritos y se me ha dicho que de ese modo el Indio cree desarmar 6 Pacha Mama, ala que teme. j El diminutive tierna nombrando les cosas es Is ‘expresién emocionada de esta criatura agradecida; ya lo habéis oidor el lindo maicito, ef churquisito, la cabrita. Pera 1 todas Ins cosas que tienen vida encierran un simbolismo magico, que les emparenta con lo misterioso, con lo sreano del mundo, con Pacha Mama. £5 peligrosa no tenerlo en euenta, For eso el pastor cerrero que habita en la Puna ne os venderé tun eabrito o une oveja aunque os murdis de hambre, porque esto trae desgracia y le descabala In majaca. "No hay ser, sifior”, os dird, es decir, "No insists, sefior, no ha de ser". Pagad lo que queréis, no 03 lo dard. Debéis entrar al aprisco y matarla vos mismo; entonces, ante lo irremedieble, mientras as maldice, se aviene a venderle. Come el hombre primitivo, su imaginacién crea seres misteriosos que habiten In quabrada. Asi Coquena arrea y cuida en los altes cerros sus majades de lamas, guanacos, y vicufias. El cazador iera obtener presa deberd hacerle sus oftendas. El lo vo 8 grandes vancadss, como una sombra balanca, sorteando todo género de peligros entre los remolinos del viento y de la luvin, que forman une cortina que desdibuje 1a lejania; é1 lo ve, transido de frfo entre los blancos yellones de las nubes, que cubren por entero los: cerros y que el viento desfleca lentamente. La religitn del indio es une religién hecha de temor y do misterio. La quebrada se presta para ello. La luz de ls quebraca, su silencio profunds, la soledad del ser en esa pampa de granito, el hoy come el ayer y él mafana como jempre, sin espacio ni tiempo. Una eternidad para adentrarse en sf mismo, una eternidsd para In meditaclén, y después del didiogo con lex cosas, el silencio. las cosas adquieren contornes inusitsdos, crecen, se escorzan y parecen estar tefidas con Ia trama de lo otorno.— CONFERENCLA Pronunciada el dfa & do noviembre de 1941, en ¢l Instituto Libre de Segunda Ensefianza en Buenos Aires por 16 ERNESTO SOTO AVENDANO Ma ‘Se impriml6 en los Talleres Grilfices del Banco de la Provincla de Jujuy Agosto de 1987

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