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| Foro Abierto “La Revolucion Callada”: Barragan en Bellas Artes / Enrique X. de Anda Alanis Doctor en Arquitectura, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas y profesor dela Facultad de Arquitectura, une Enrique X. de Anda reflexiona sobre la exposicion "La Revolucion Callada. Archivo de Luis Barragan _ presentada recientemente en el Palacio de Bellas Artes. ‘0 podemos menos que celebrar que el trabajo de un \ } rauisecro mexicano ocupe la agenda de las inscica- ciones responsables de Ia cultura en nuestro pais. Todo haria pensar que a la arquitectura se Ie reconoce el mé- tito artistico, rescatandola del océano de construcciones que de un modo u otto estin inundando nuestias ciudades; sin embargo, hay varios asuntes en la promociéa, la curaduria y el montaje de esta exposicidn que merecen una observacién critica y cuidadosa, toda vez que a mi modo de ver entrafian ciertos asuntos que deben ventilarse y cclocarse en su cortec- Parco de asumir la importancia de la obra de Luis Barra- sin; personalmente me parece que se trata de uno de los tra- bajos de conjunto mas emblematicos y propositives alos que dio lugar la culeura mi no estd en discusisn, sila manera en que se presenté la expo- sicién de Bellas Arces, su contenido y la responsabilidad de fos diversos autores que intervinierons la muestra es, real- mente, una seleccién de los materiales que integean los archi- vos Luis Barragin y Armando Salas Portugal, propiedad de a Barragin Foundation (Viera Design Museum), avecindada en Suiza; por otra parte, les méritos del trabajo de Barragin hacen congruente la celebracién del centenario de su natali- ana del siglo Xx. Si bien este tema cio en el Palacio de Bellas Artes. Asi, las costs no suenan mal; pero hay que observar con més detalle emo se ha tejide el acontecimiento: en estricto sentido, se advierte a ausencia de un proyecto institucional cuyo objetivo hubiera sido preparar tun evento quc honrars la memoria del arquikecto a partirde una revisién critica que discutiera en retrospectiva el porqué de la calidad, la trascendencia y a vigencia -0 no- dest pen- samiento arquitecténico. Esta significa disponer ranta de las recursos museogréfi- cos modernos como promover encuentros de especialistas que analicen y difundsn el contenido de sus teflesiones. Una conmemoracién como la que se dio en la Sala Nacional del Palacio de Bellas Artes hubiera supuesto una presenracién equilibrada, clara, objetiva y con medios visuales que petmi- eran la zproximacién del publico al eabajo arquitecténico, que en el caso de Barragin es mucho més que el color ross y, por supuesto, no se estaciona en los croguis, diagramas y pla- nos. Sabemos de lo érido y cansino que resulta presentar planos cn una exposicidn, por eso hoy ve tiende a utilizar otros recur sos que hacen més accesible la obra; por tal razén, en fa co- Propuesa pata la Plaza del Zécalo, Ciudad de Mésico, 1953, perspectiva, leccién expuesta aparece una de tantas contradicciones que fi cilmence llaman a engafio: el trabajo de Barragén no son los planos ni los eroquis ni las forografias; los primeros son par- te del proceso y las segundas son “obras”, en sf mismas, que representan la arquitectura pero. son de la autorfa de otro En apariencia no existe un proyecto institucional, porque la exposicién es de un archivo (el propietario de los abjetos), que ademas fue responsable de la caraduria y del financia- miento. Esco también es entendible, el duciio de un objero (porque objetos son las maquetas, forografias y planos) tiene derecho a mostrarlos lo que no es congruente, entonces, des- cde nuestras instituciones, es que esto se haga pasar como un “teconocimiento nacional”. Juzgueros, pues, el contenido de la muestra en tanto materiales de archivo y no como celebracién nacional, como se ha intentado presenta, Un repositorio resguarda y preser vva pare que los profesionales, en este caso de las humanida- des, analicen y construyan interpretaciones de la historias en este sentido, nes complacemos de que algunos de los objetos con los que trabajé Barragin estén protegidos porque esto permitird seguir estudiando su proceso arquitecténico. Ya no estamos en los ochenta y en ef “terrorismo” epistolar que de- saté Rail Ferrera, aquel socio de Barragin que tenia amena- zalas 2 las monjas del convento de las Capuchinas Sacra- Foco de grupa con (ariba, d izquierda.a derecha) Rosa Covserubis, George Gershwin, Frida Kablo y (abajo centro) Migu cenel jardin de la Casa Barragén-Ortega, Ciudad de México. Conners mentarias con que apocalipticas demandas millonarias de Si tio Ediciones de New York caerian sobre sus fragiles habitos marrda, sidejaban que un mortal ingresara con una cdmera fovogeifica en la capilla; no estamos en esa época, pero espe- 10 que no hayamos ingresado a otra con los zctuales duefios de la coleccidn. Si las cosas se manejan como en cualquier otro archivo serio del mundo, en donde se pagan costos por reproduccién de los materiales del acervo, que repito, no son sucedineos de las obras terminales, creo que nadie planceard tuna queja. Vista la exposicién como despliegue de objetos singulares de una coleccién, me parece que hay acicrtes, que sobre todo interesan al historiador del arte y de la culturas peco también hay otros temas que carrieion con mala fortu- nna; craaré de ser punual y objetivo. Primero el nombre y después la s cidn Callada” se titula la muesta; me parece bien para un ensayo personal, pero no para una exposicin de proyeccién uencia: “La Revolu- internacional; sapone, ademés ~y de citar el nombre-, que no se ka enfrentado el anilisis con rigor hist6rico. De Barragén lo menos que se puede decir es que haya sido callado, no me refiero a la interlocucién verbal qui viene la imporeancia, sino a su actuacién socials como hombre de empresa, cons- truyd para vender miles de metros cuadtados entre 1936 y 1967; més de teinta aos comprando terrenos, inventando espa pudo haber hecho un “cuasi cartujo", como todavia lo quie- ren seguir viendo. Sobre la secuencia, lo que primero salea a Ia vista es que el discurso partié de lo espectacular para cul- minar en lo que el musedgrafo considers como de menor atractivo visual; es decir, de las dos casas de Tacubaya a unos sencillos dlbumes fotogréficos que muestran algunas de las obras construidas en la Ciudad de México entre 1936 y 1940. Una vez més, a ausencia de metodologia histética pa- ra presentar un problema arquitecténico, porque en estos edificies para renta que se presentan al final esté In clave pe- os, promoviendo, vendiendo y publicicéndose, no lo 1a entender cémo el autor hizo que evolucionara su concep- to del espacio; sin duda, Barragin aprendié a construir con sas obtass si nos desentendemos de esto, zcémo explicarnos Ja magistral casa de Tacubaya? En este mismo sentido podemos mencionat los libros con anotaciones del joven Barragin; en ellos se sefalaron colores y vistas particulares que después fueron propuestas en las ca- sas de Guadalajara construidas antes de 1930. Si al puiblico de EL De. Ad junto al vole Paricutin, de h coleccién de imprcsiones originales de Inis Barragin, Bellas Artes no se le advierte de estos extudios en los primeres aiios de trabajo, seguiré asumiendo la gran falacia de la mila- grosa conveisién de Barragin en 1947, sin advertit que hubo muchos afios de prictica diaria resolviendo problemas estét cos. F Diego Rivera, el cardcter de ls exposicisn que en 1985 se pre- send en el Mus proyectos en los que dudo mucho que Bastagiin haya partici pado (fueron afios en los que ya estabs postrado por la enter- mead), el caballito blanco de un carrusel..., en fin, casi el inisino guién que determin6 en aquel entonees Ferrara, in- onjunco museogréfieo retoma, sobre todo en la Sala o Tamayo: maquetas con colores estridentes, ventor, por otra parte, de uno de los mitos menos tes: el contenido del archivo de Barragin. Si bien hay errores que percurban la buena apreciacion de Jo expuesto (saruracién de piezas colgadas, vidrios reflejantes que obstruyen la mitada), no se puede dejar de admitir que, sobre todo para los historiadores del arte, hay nuevas pistas que ayuelarsin a las aproximaciones serias en coro a los mo- dosarquitecténicos de Barragin. A la vista de los escudios fo togeificas de las obras, se puede avenurat la hipétesis de que Barragin ensayaba configuraciones ambientales a partir de las forografis que encargiba 2 Salas Portugal, en un esquera de trabajo en el que la eritica a la obra construida en verdad daba pie ala solucién que se proponia para la siguiente obra; de los por es0 las variaciones forogeificas cn los ingulos de visién, el movimiento de objetos y las conalidades de la luz, Portu- gal usaba filtros y Barragin decidia posiciones, por lo que « fin de cuentas no retraraban la realidad, preparcban imagenes Jardines en Calada Madereros, 1940-43, Ciudad de México, plane ARQUITECTURA i XG: 0 35 | Porada de Anguitectane México, NO 35, ssptiombre, 195 como las querian ver. Si ya sabfamos qué tan importante fue pate el arquitecto el trabajo (no sélo la conversacién) con ar- tistas plsticos, ahora se sums a la Tisea de colaboraciones el nombre de Xavier Guerrero, con un proyecto no conocido antes de la exposicidn: el Jardin Bermudez de 1944. Los cro- quis, como trabajo plistico, son poco afortunados (el menos preocupado debié haber sido Barragin), pero algunos abren nuevas posibilidades de entender los eonceptos del arquitee- to; cito dos casos: el del proyecto para ef Parque Azteca de 1954, en el cual se advierten las jerarquias entre arquitectu ray fronda, y los anteproyectos para la Plaza del Cigarro de 1956, en donde, segiin Ia carca que los acompaiia, el arqui- recto proponia manipular la colocacién de Ia loseta en el piso para distorsionar la perspectiva, Otro testimonio de gran va- lor histérico son las observaciones que Francisco Gilardi hizo por escrito al anteproyecto que Bartagin le presents para su «casa (a mi modo de ver el dltimo proyecto en el que trabajé el arquitecio), en las cuales le solicits colocar el comedor junto a la alberca, bajar la cocina a un espacio adyacente al pasillo y utilizar el local en el cual se la ubicaba en el primer piso pa 12 alojar la sala intima; estos cambios fucron incorporados al proyecto definitive y resultaron fundamentales para la calidad arquitecténica de la casa. Bienvenida toda esta informacién, celebramos que la Ba: tragin Foundation sc haya dado ¢ la tarea de conservat con cuidado estos objetos de trabajo intelectual. Todo esto debe servir para acabar de entender Ia historia del personaje, y con cllo la del devenir de la cultura moderna, :Qué sentido tiene seguir alimentando mitos cuando hay tantos testimonios de trabajos artisticos slidos y tascendentes, dado que menicana ha sido tan prédige en resultados de gran estérica que deben ser historiados un proceso fundamental para construir presentes de mayor solide? Haga cada uno de los actores el papel al que esté obligado moralmente dentro de la sociedad: los intelectuales, cultura calidad criticados como parce de a razonat y difndir el contenido de su trabajo pata formar conciencia; los archivos a presentar y ordenar los materiales que guardan para facllitar el acceso a la informacién, que co mo tal no tiene ducios y el gobierno, a establecer politicas culturales que ayuden a conservar lo tangible del pasado y a regular la interveacién de los interesados a fin de que la dif sin que haga de la culeura sea ecudnime, justa y opottuna. flmnbtenbsarlasees es Cludades Nogeras, Aliso eeia | Pagina completa con aetculo de Luis Barragd Zhcalo, 12 de oeabre de 1959, LD. Ady Lis Bargin con un grupo deamigas en el Pedregal, 1945 Foromural de Jardines del Pedeegal, en el estudio de Barragén.

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