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HISTORIA EICHMANN EN JERUSALEN HANNAH ARENDT La primer ein del bv de Hana Arend (1906-1975) Bi aman in fens: A Report on the Baslny of vil fay tin ‘epile: DeBobillo, 2006), level isa oe mayo de 1968. La reise “The New Yorke eb publica sus mera de fier y mare de cee mn aoe eporaie encngade lana sobre lc ebier en ‘rs, 11 de abi de 1961 cone Adal Eldan po a poe ‘abildade ome ocx jut La condena a vert del road se (eeutvi el 31 de mayo de 1952 por abarcamita. El reporaje cnx Pert Inagoenlbra de Herma Arend prowoc el ara rec de user dela comunidad dia a cass de su merci le colabonae ‘in co ls nasi de lc comits uales(Sudentse) de Alemania y de Ios pes oupador pe rit "Agus vile las rapt de eure ads carts refers a ota police 1. Gardin (0 Gerhard) Schoen y Arend evan vss conecido, ene es est por mata aia eo Walker Benjani. Seboem oni ale entre, com ton algo mas semperamental de lo habia, cuando eccribib a Arend el 23 de nia de 1963, En ne carta puse on ensredicha el patado polic-ineleceal alemin de ‘Arends as cor i ied fae, siriend ue ele enc de “amor baa pueblo judo” l 1. © Yo no soy uno de los incelectuales procedentes de CARTAA la izquierda alemana’. Ti no ‘GERHARD SCHOLEM podias saber eso, pues no nos conocimos cuando éra- Querido Gerhard mos jévenes. Es ése un he- Encontré ru carta al re- sgesat, hace una semana. Ti yya sabes qué es eso de estar fuera cinco meses, Te scribe aprovechando el primer mo- mento de tranquilidad que he venidos de ahi que mi ces- puesta no sea tan claborada ‘como seguramente debiera, Hay ciertas afirmaciones cn tu carta que no se prestan a controversia alguna, pot- que son simplemente falas. Permiteme que me ocupe primezo de ellas para que podamos pasar luego a los temas que merecen discu- sién, ‘cho del que no estoy en ab- soluro orgullosa y que tengo ciesto reparo en destacar, pecialmente después de ha- ber vivido la era McCarthy neste pals. Yo legue tarde a comprender la imporcancia de Marz. porque cuando era joven no me interesaba por Ia historia ni por la politica Si puede de- cirse que “ven- go de alguna parte’ es de la tradicién de la filosofia sle- © En lo que respecta @ ‘ow de tus afirmaciones, no puedo, por desgracia, decir que no podias conocer los Tabitn puso on coestn el derecho de Arendt ajar acontei= niet en os que na eave ree xpeciaimense ef cmporiann tod ls Judennse (Tampa petond rzgar Yo no eae al, La sno de hacer sna “barked sient, y emo serve ms gu de tana ‘Pte bchao 0 “odegan” en su esis” sbre la Baral det mh, Nuc Vor 24 de ju de 1963.) ELI de septiembre de 1953 Harel Arendt rib una ca= ta de Sarl Grae, a gue siroaba gue le revista Look le Inebie encargéde “alae un etudi sobre a recs enormemente Inzrenenteprovoctde pore libre,Eichroane in Jerusalem, Else- gui iin que eipentha que Force an amable de aiender unas Drepinsts crits por meen le ida de que dt paisen cubninar (evn enrcvius con ted, haond que ne deers eae Sus pregnna “e ningums manera como wn emprio inguiitorial” Porque sel nti no tv haga 7 ce spare gn atten nL, Sin baron a get, 0120 de sop Heme, Arends erbi a Cfion dice lo iguient: "Gras (ors corea. Ete persamente despues a reponder a tadas mt | (prea, incense care bao acerca de mi boeion a ‘alco (del) haechos. Encuentro chocante ue hayas de escribir: “te veo desde todos los puntos de vista como una hija de nues tro pueblo, y no de otto modo”, La verdad es que yo nunca he pretendido ser otra cosa ni ser de otra manera dlistinta de como soy. y nun- ca he sentido la més minima tencacién en ese sentido, Se- ria como haber dicho que yo era un hombre y no una mujer, ex deci, ana insensa- tez, Sé, por supuesto, que hay un “problema judto” i claso en ese nivel, pero nusn- cha sido mi problema, ni siquiera en mi infancia, Siempre he considerado mi condicién judia como uno de los davos incontroverti- bles de mi vida, y acerca de tales facticidades nunca he deseaco cambiar nada ni re- chazar nada, Existe una cose tal como Ja graticud funda- mental por todo aquello que «5 como es: por lo que nos cs dado y que no hemes he- «cho, ni puede ser hecho; por las cosas que son phy sey no dmg Desde luego, seme- jante actitud es prepolitica, peto en circunstancias ex- cepcionales ~como las que han rodeado la politica ju- dia ¢s inevitable que tenga también consecuencias poli- ticas aunque, por asi deci dde manera negativa. Esta ac- situd hace imposibles ciertos tipos de conducias, a saber, precisamente aquellos que ti __ 1 Bn greg. sexpetivamente spor mutes” y “pot comench NedetT) Cckaves DERAZON PRACTICA 100 hhas devidido ver en mis con- sideraciones, (Por poner otro ejemplo: en su obituatio de Kure Blumenfeld, Ben Gu- rion se lamentaba de que Blumenfeld no hubiera visto Ja conveniencia de cambiarse el nombre cuando se fue a vivira Israel .No es evidente acaso que sino lo hizo fue exactamente por las mismas razones que lo habian im- pulsado en su juvertud @ ha- cerse sionista?) Mi posicién cen estos temas debe sin duda haberte resultado conocida, y no llego a comprender por qué has de querer endosar- ‘me una etiqueta que nunca me cuadé en el pasado ni sme cuadra ahora, @ Por venir ya a lo im- portante: permiteme que cempicce, siguiendo con lo que acabo de decir, por lo que wit Hamas “amor al pueblo judio”, © Ababath I- rael. (Por cierto, te agradece- rfa mucho que me dijeras desde cuindo ese concepto ha desempefiado un papel en al judaismo, cudndo se us6 por primera vez en la lengua y Ia literatura he- breas, ete.) Tienes bastante rar6n: yo no me siento mo- vida por ningéin “amor” de cea clase, y ello por dos razo- nes: yo nunca en mi vida he “amado” a ninggin pueblo ni colectivo, ni al pueblo ale- smn, nial francés, ni al esta dounidense, ni a la clase [e199 CLAVES DE RAZON PRACTICA cobrera, ni a nada semejanee En efecto, sélo “amo” a mis amigos y el tinico género de ‘amor que conozco y en el ‘que creo es el amor alas per- sonas. En segundo lugay, se “amor alos jdfos” me resul- tarfa, puesto que yo misma soy judla, algo més bien sos- pechoso. Yo no puedo amar- sme a mf misma nia cosa al- guna de la que sé que es rmiembro y parte de mi per sona. Para aclarar esto, per- rmiteme que te cuente una conversacién que tuve en Ti+ reel con una destacada p sonalidad politica que defen- dia len mi opinién, desas- twosa~ vinculacién entre la religién y el Fstado en Israel Lo que decia no recuerdo con seguridad sus palabras cexactas sonaba mas 0 me- ‘nos as: “Comprenderés que, como socialista, yo desde luego no creo en Dios; creo en el pueblo judic", Esto me pareeia una afirmacién des- concertante y tan descones tada me dejé que no respon- di en aquel momento. Pero podria haber respondido: la grandeza de ese pueblo con- sistié una vex en que creia en Dis y creia en Et de tal ma nera que su confianza y su amor hacia Bl era mayor que su temor. 2¥ ahora este puc- blo sélo cee en si mismo? {Qué provecho cabe esperar de cllo? Pues bien, en ese sentido yo no “amo” 2 los judios ni “creo” en ellos; simplemente, formo parte de ellos como algo evidente, que est més allé de toda discusion, @ Podriamos examinar el mismo asunto en térmi- 1808 politicos; en al caso nos gularemos por consideracio- nes patsiticas. Que no pue- de haber patriotismo sin una oposicidn y una critica per- manentes €s algo en lo que sin duda estamos de acuer- do. Pero puedo concederte algo mis que es0, a saber, aque el dafo causado por mi propio pucblo me aflige, na- turalmente, mas que el dafio causado por otros pueblos. Esa afliecién, con todo, no ces algo que haya que exhibir, aun cuando debe ser la mo- tivacién mas profunda de ciertas acciones y actitudes, En eérminos gencrales, el pa- pel del “corazin’ en politica me parece totalmente disci ‘ible. Sabes ean bién como yo cudn a memudo los que se limitan a informar de ciertos hechos desagradables son acusidos de falta de sensibi- lidad, de falta de corazin o de falta de lo que wé llamas Hersenstakt. Los dos sabe- mos, en orras palabras, cud a menudo esis emociones se csilizan para ocular la ver~ dad de los hechos. No pue- do examinar aqui lo que ‘ocurre cuando las emociones se exhiben en piiblico y se convierten en un factor poli- ico; pero es éste un tema importante y he intentado describie sus desastrosos re- sultados en mi libro Sobre la revolucién, al estudiar el pa- pel de la compasién en la formacin del caricter revo- lacionario. @ Es una pena que no leyeras el libro Eichman en Jerasalén ances de que la ac- ‘ual campafa de tergivetsa- cin contra él se pusicra en marcha atizada por los pode- res icticos judios en Israel y en Estados Unidos. Hay, por desgracia, muy pocas petso- nas capaces de resstt la in- fluencia de semejante cam- paiia. Me parece altamente improbable que sin haber sido influido bubieras podi- ddo inerpretar erréneamente cioras afirmaciones. La opi- aién piblica, especialmente cuando ha sido cuidadosa- rence manipulada, como ea este caso, es muy poderosa, Asi, por ejemplo, yo nunca he dado a entender gue Er cchmann fuera un “sionista" Sise te ha pasado por alto la inonia de la frase ~que estaba formulada claramente en oratio obliqua, reproducien- do las propias palabras de Eichmann, no es culpa mia. Sélo puedo asegurarte aque nadie, entre ls docenas de personas que leyeron el libro antes de su publi ién, tuvo duda alguna s0- a EICHMANN EN JERUSALEN bre el asunto. Ademis, yo nunca pregunté por que los judios "se dejaron maar". Por el contrario, acusé a Hausner de haber hecho est pregunta a un testigo tras ‘tro, No hubo ningén puc- blo, ningiin grupo en Euro- pa que reaccionara de mane- ra diferente bajo la in~ me- data presién del terror. La pregunts que formulé fue la de la cooperacién de funcio- ratios judios durante la “So- Fucién Final”, y esa pregunca resulta tan incémoda porque ‘uno no puede pretender que fueran traidores. (También hbo traidows, pero cso no hace al caso.) En otras pala- bras, hasta 1939 ¢ incluso hasta 1941 cualquier cosa que hicieran dejaran de hacer funcionarios judtos es comprensible y excusable. Selo mis tarde empieza a sultar altamente probleméti co. Esta euestion surgié du- rante el juicio y era, pot su- puesto, mi obligacién infor- ‘mar de ello. Ello constituye nnuesera parte en el llamado “pasado no digerido” y, aun- que puede ser que tengas ra- én al decir que es demasia- do pronto para hacer un “juicio equilibrado” (cosa, de todos modos, que yo pongo en duda), creo que sélo nos reconciiaremos con se pasada si empezamos a juegarlo y a ser francos al respecto. @ He dejado clara mi posicién y, sin embargo, es bvio que tit no la entendls- te. Dije que no habia posibi- lidad alguna de resistencia, pero exista la posibilidad de no hacer nada, Y pata €s0 tuno no tiene necesidad de ser un santo, sino sélo de decits “No soy mas que un simple judo y no tengo ga- nas de desempefiar ningiin cotro papel”, Que esas perso- nas o algunas de ellas mere- icran 0 no la hora, como i sefialas, es una cuestién completamente diferente Lo que tiene que ser exami- nado no son ranto las perso~ nas como los argumentos con los que se justifcan a si ismas & sus propies ojos y a los de los demés. Sobre esos argumentos tenemos derecho a juzgar. Mis ain, no hemos de olvidar que nos estamos ocupando aqui de tunas condiciones que fueron ciercamenteteribles y deses- petadas, pero que no fueron las condiciones de los cam- pos de concentracién. Las decisiones a que nos referi- ‘mos se tomaron en una at- mésfera de terror, pero no bajo Ja presin y el impacto inmediatos del terror. Son éseas unas diferencias de gra- do importantes, que todo estudioso del rotalicarismo debe conocer y tener en cuenta, Esis personas renfan tuna cierta, aunque limicada, liberead de decision y de ac- i6n. De la misma manera {que los asesinos de las SS poselan también, ral como sabemos ahora, un limitado abanico de alvernativas. Po- dian decir: “Deseo ser rele- ado de mis deberes de ¢je- cutor”, y nada les sucedta, Como en politica tratamos con hombres y no con hé- roes ni con santos, es esta posibilidad de no partcipa- ‘cién (Kirchheimer) la que resulta decisiva si nos pone- mos a juzgar, no el sistema, sino al individuo, sus opcio- nes y sus argumentos. @ Yel juicio de Hich- mann era el juicio de un in- dividuo. En mi reportaje he hhablado tinicamente de co- sas que acaccieron durante el juicio mismo, fsa es la razén por la que no pude mencio- nar a los “santos” de los que hablas, En ver de eso hube de limitarme a los luchado- res de la resiscencia cuyo comportamiento, como he dicho, era tanto mis admi- rable cuanto que se produjo en circunstancias en las que fa resistencia habia dejado realmente de ser posible. No hhabia santos entze los test- gos de la acusacién, pero bubo un ser humano abso- lutamente puro, el vigjo Grynszpan, cuyo testimonio referf con cierto detalle. Del lado alemin, después de todo, uno podia haber men- cionado tambien algunos ca- 0s ademés del caso del sar sgento Schmidt. Pero como cio, hube de ce- © Que la distincién en- tre victimas y perseguidores cera deliberada y caleulada- mente difuminada en los campos de concentracién es algo bien conocido y, al igual que otros, he insistido en este aspecto de los métodos toralitarios, Pero repito: no «8 es0 lo que yo entiendo por una parte judia de culpa, © por el total desmorona- miento de las normas. Esto formaba parte del sistema y de hecho no tenia nada que ver con los judi, @ Resulraria para mi un isterio impenetrable que hayas podido creer que mi libro es “una burla del sio- nismo” sino supiera que muchas personas pertene- cientes a circulos sionstas se han vuelto incapaces de es ceuchar ka opiniones o argu- rmentos que se apartan del camino trillado y no con- cuerdan con su ideologia. Hay excepciones, y un ami- go mio sionista observ) con total fanqueza que el libro, especialmente el dltimo ca- pleulo (ceconocimiento de fa competencia del tribunal, justificacidn del secuestro), cra muy pro Israel, como en realidad es. Lo que t con- fande es que mis argumen- tos y mi enfoque differen de aquello a lo que estas acos- cumbrado; en otras palabras, problema es que soy inde pendiente. Pero esto sign ca, por otro lado, que no pertenezco 2 ninguna orga nizacién y que siempre ha- blo exclusivamente en nom- bre propio: y, por otto lado, aque tengo gran confianza en cl selbstdemken’ de Lessing, al «que, segin pienso, no puede susticuir ninguna ideologi ninguna opinién pitblica ni ninguna clase de “convic- ciones”, Sean cuales sean las objeciones que pongas a los resultados, no los entenderés mientras no te des cuenta de que en realidad son mios y de nadie més. @ Lamento que no at- _gumencaras tu posicién con- tra la efecucién de la sencen- cia de muerte, porque creo que al discutir esa cuesti6n podriamos haber avanzado algo en la busqueda de dén- de radican nuestras diferen- cias més Fundamentales. Ha- blas de “fulsedad histética’, yyyo me siento muy incémo- ‘daviendo cémo se invoca en exte contexto el expectro de |: Historia. En mi opinién, era politica y juridicamente (yest 65, de hecho, lo inico ‘que contaba) cortecto, y no s6lo correcto,ejecutar la sen- tencia: no hacerlo habria sido totalmente imposible. La dinica manera de evitatlo hhabria sido aceptar la suge- rencia de Karl Jaspers y en- cwegar a Eichmann a las Na- ciones Unidas. Nadie queria «30 y probablemente no era + Pasa porsl mln (M de N ‘aves DERAZON RACTICA-N*109 factible; por tanto, no que- daba otra alternativa mas que ahorcarlo, La clemencia quedaba excluida, no por ra~ zones juridicas el perdén, «ent todo caso, no es una pre- rrogativa del sistema jure cop, sino porque la clemen- cia se aplica sélo a la perso- 1a, no a los hechos; cl acto de clemencia no olvida el asesinato pero perdona al asesino en la medida en que &te, como persona, puede ‘star por encima de auales- quiera actos que haya come- tido. Tal no era el caso de Eichmann, Y perdonarle la vida sin perdonarle era im- posible por razones juri © En conclusién, per- miteme teferirme al asunto en que no me has in- terpretado mal y que me agrada que hayas planceado, Tienes mucha razén: he cambiado de opinién y no hablo ya de “mal radical”, Hace mucho tiempo que no nos vemos, de lo contrario seguramente habriamos ha- blado ances del asunto. (De paso te diré que no entiendo por qué calificas mi expre- sién “banalidad del mal” de consigna o eslogan. Por lo que sé, nadie ha utilizado esa cexpresign antes que yor pero eso carece de importancia.) Ahora, en efecto, opino que J mal no es nunca “radical”, que s6lo es extremo, y que carece de toda profundidad y de cualquier dimension demoniaca. Puede crecer desmesuradamente y reducir todo el mundo a escombros precisamente porque se ex- tiende como un hongo por Ja superficie. Es un “desafio al pensamiento”, como dije, porque ef pensamicnto trata de alcanzar una cierta pro- fundidad, ira las races y, en el momento mismo en que Nesoo CLAVE DERAZON PRACTICA se ocupa del mal, se siente decepcionado porque no en- ccuentra nada. Eso es la “bar nalidad”. Sélo el bien tiene profundidad y puede ser ra- ical. Pero ésce no es el hugar para tratar estos temas a fon- do; cengo la intencién de desarrollarlos més en un contexto diferente. Bich- mann puede muy guir siendo ef modelo con- creto de lo que he de decir. © Propones publicar ex canta y me preguntas si ten- {0 alguna objecin al respec- 10, Mi crterio scafa no refor~ ‘mular la carta en tercera per= sona. El valor de esta contro- versia radica en su carferer epistolar, es deci, en el he- cho de dar forma a una amistad personal. Por consi- guiente, six esis dispuesto a publicar mi respuesta a la vvea que tu carta, no tengo, por supuesto, nada que ob- jerae 2. CARTAA SAMUEL GRAFTON Déjeme comenzar respon- diendo a una pregunta que usted no ha hecho: :Por qué yo, una escrito y profesora de Filesofla Politica que eun- «c habia trabajado como re- portera’, quise ir a Jerusalén con motivo del juicio contra ichmann? Aparte de la res puesta obvia, que indigué en 4 libro cuando me inclu a ‘mi misma entre el pablico, no de los reporteros y perio- distas, sino de los “supervi- vientes” Cinmigrantes de Fue * Arendt habin esr ancerior ‘mente arcclos para petidics “por "empl, Jos de Auf inclidas ex {volume eto ses bpm raver que ela bas cid ence (por The New Yk de cbse un soe pectin. (el) ropa como yo misma, que se bian muy bien todo lo que habla que sabes"), tenfa tres @ En primer lugar, que- tfa ver a uno de los principa- Jesacusados en carne y hueso, con mis propios ojos. Cuan- do, hace muchos aos, deseri- bil sistema totaltario y ana- licé a mentalidad roralitaria, ‘ave que enfrentarme siempre coon un “tipo” més que con individuos, y si se mira al sis- tema como un code, cada persona individual, en efecto, queda transformada en “un engranaje grande 0 pequeio” cn la maquinaria del tertor. La gran ventaja de un proceso judicial es que inevitablemen- te nos pone delante a una persona y una culpa personal, ‘con motivaciones y decisiones individuales, con particulares que en ofr contexto, el con- texto de la teoria, no son rele- vvantes. En otras palabras, de- scaba saber lo siguiente: quién cra Eichmann y cudles fueron sus actos, No en tanto que sss crimenes fuesen parte del sistema nazi, sino en cuanto que él era un agente libre. reer ea ee rma pregunta que un wibunal de justicia debe responder cuando emite un juicio, ¥ es por esta razén que toda la teorla del pequefio engranaje (la teoria de a defensa) resulta bastante ireevante en dicho contexte @ En segundo lugar, existe una teoria bastante extendida, a la que yo tam- bigm he contribuido, sein la cual tales crimenes desa- fan la posibilidad de! juicio hhumano y hacen explotar cl ‘marco legal de nuestras ins- ticuciones juridicas. Y¥ cho argumento es puesto @ menudo en conexién con fas nociones bastante co- ues acerea de las incerti- HANNAH ARENDT dumbres de la “justia po- litica’, con las dificultades selativas a jugar cefmenes cometidos por un Escado soberano 9 con fa “dificil posicién” de un soldado que puede verse en la situa- cidn de “ser fusilado por un consejo de guerra si desobe- dece una orden y de ser ahoreado por un juez y un jurado si la obedece” (Di- cey, Law of the Consticu- sion). Finalmente, esté la cuestién mds importance juridicamence: zen qué me- dda conoefa el acusado que estaba obrando mal cuando comerta sus actos? Esta pre- gunta, como probablemen- te usted sabe, ha desempe- fiado un papel decisivo en muchos juicios a criminales de guerra en Alemania, En resumen, los hechos del ‘aso eran tales que no exis- tfa un “erimen ordinario™ ni un “criminal comin’, peto al mismo tiempo esto “no debia querer decir de ningtin modo que aquel que ha asesinado a millones deba por esa misma razén escapar al castigo”, Lo que pretendia averiguar era lo siguiente: ;cudles son las posibilidades de establecer justicia mediante nuesceas instituciones y nuestro sis- tema legal cuando nos en- frentamos con este nuevo tipo de crimen y de crimi- nal? @ En tercer lugar, du- rante muchos afios 0, sien- do mis especificos, durante treinta afos, he estado pen- sando acerca de la natutale- za del mal, y el deseo de enfientarme no a los he- chos que, después de todo, eran bien conocides~ sino al propio malvado, proba- blemente fue el motivo més poderoso en mi decisién de ira Jerusalén, 6 BICHMANN EN JERUSALEN Permitame ahora que conteste a sus preguntas, Ciertamente estoy de acuct- do con usted en que la reac- fenémeno politico”, pero confio en que entienda que, al maigen de las incomodi- dads que dicha reaccién me ha ocasionado, sin duda es de una importancia secun- daria para mi 1. eSiense usted que las re aciones a su libro arvojan ale guna luz nueva sobre las ten- siones dentvo de la vida judia 17 dela politica de boy? De ser ‘ash, cque se ba revelada? 1, No poseo una respucs- ta definitiva a su primera pregunta: artojan estas reac ciones alguna luz nueva s0- bre la vida judia y la politica, yy qué se ha revelado? Mi im- presiéa es que, sin preten- derlo, he puesto el dedo so- be la cuestién judia que los alemanes denominan “su pa sado no digerido” (die unbewaltigee Vergan- gen- eit). Me parece ahora que cesta cuestién debia de algiin modo surgir tarde 0 tempra- no, y que mi reportaje la cristaliz6 ante los ojos de aquellos que no len libros vvoluminosos (el de Hille’ por ejemplo) 5 quizd, tam- biga aceleré su acceso a la discusin prblica, Esta im- presién es apoyada por una cara fechada el 7 de marzo de 1963 del doctor Siegitied Moses, ex interventor del Estado de Israel, presidente del Insticuro Leo Bacck y * Raul Huberg, The Deacon of the Bape Js, Chicago, 961 (aad. cae: La derectn de sj dda europe, Bay Medd, 2065) Sie pos Aten Rrcsonterene en Bichmano ot fran. (N, dele) 4 también, segiin creo, del Consejo de Judios de Ale- mania, fl eseribe lo si- sguiene: “Vine a Nueva York con el borrador de una de- dlaracién que iba a ser publi sito era atacar fa presenta- cién ofzecida por el libro de Hilberg y los arviculos publi- cados por Bettelheim. Ahora [es deci, tas la publicacién de mis articulos en The New Yorker, la defensa del conse- jo debe oponerse primor- dialmente a sus articulos”, (La carta esté escita en ale~ min; la he traducido, Por supuesto, usted puede con- sultar el original. ‘Tras la re- cepeidn de la carta mantuve tuna larga conversacién com el doctor Moses en Basilea Si lo desea, puedo hablatle sobre ello; no me parece re- levante en el marco de sus preguntas.) 2, :Cadlesdirta usted que son ls causes reales de la reac iin violenta a su libro por parte de aguellos gue lo han secede? 2. Ya he indicado una de las causas reales de la vio~ lenta reaceién contra mi li- bro, Otra causa importante parece ser que la gente se halla bajo Ja impresién de que yo ataqué a la clase di- rigente judia, no solamente porque aireé el papel de los Consejos Judios durante fa Solucién Final, sino ademnés porque sefialé (tal y como Hilberg ya habia hecho) aque los miembros de estos consejos no eran simple- mente “traidores”, En otras palabras, puesto que el j cio habia tocado el tema del papel de los lideres judfos durante la Solucién Final, y yo habia informado sobre tales incidentes, todas las organizaciones judas actua- les creyeron que estaban siendo atacadas. Lo que en= ronces tavo lugar, en mi copinin, fe el intento con- certado y organizado de crear una “imagen” y de po- necla en el lugar del Libro que yo habia escrito. Algo muy similar parece haber sucedido en reaccién a la obra teatral, de Hochhuth, Der Stellvertreter””, que pone en cuestidn la politica del Vaticano con respecto al siseema nazi, La cuestién que Hochhuth suscita es muy simple: ;por qué Pace- Ili nunca protest6 piiblica- mente, primero contra la persecucién y finalmente contea el ascsinato en masa de los judios? Nadie puso nunca en tela de juicio que cl Papa conociese todos los detalles. Asi, L/Osservatore Romano esctibié lo siguien- te: “Si la tesis de Hochhth cs correcta entonces se sigue que los responsables de Aus- chwirz, Dachau, Buchenw ald, Mauthausen y de todos los demés crimenes no fue- ron ni el propio Hitler, ni Eichmann, ni las SS... sino cl papa Pic”. Por supuesto, cst0 no es mas que un sin- sentido, y Hochhuth nunca afirmé nada parecido, Pero sirvi para un propésito im- portante: se habia creado tuna “imagen” a expensas del asunto real en este momen- 10 lo que se discute por cx tenso es esa imagen, y Ho- chhuth se ve en la absurda posicién de tener que de- fenderse a sé mismo de co- sas que nunca ha dicho. Ta- les distorsiones premedita- © Exlte aduesién castllane loon, Golo, Barcdona, 1577, Wedd das y completas fasificacio- nes pueden resultar efectivas si se organizan y son masi- vas. Elautor que esti siendo atacado poco més puede hacer que decir con Anatole France: “Si se me acust de haber robado las corres de Notre Dame, abandono el pais’. (Sobre el asunto de Hochhuth, véase Mereur, n° 186, agosto de 1963, pags. B12 y sigs). 3. A la vista de esa reac ibn, geambiarta usted algo si suet que comenzar a eser- bir el libro de revo? No me refiero a un intento por re- conciliarse con la oposiciéns ‘mds bien, quiero decir que si sacaso esa reaccién ha indica do a usted wa susceptibil- dad por parte de algunos ju- dios que le haya sorprendido 1y que ahora desearéa tomar ‘en consideracion. 3. No me pill6 por sor- ppresa la “suscepribilidad de algunos judios” y, puesto que yo misma soy judia, creo que tengo toda la ra- én para no alarmatme por ellos ereo que va en contra del honor dle nuestra profe- sién —un eseritor que busca Ia verdad~ tomar tales cosas en consideracién. Sin em- bargo, la violencia y, espe- cialmente, la unanimidad de la opinién publica entre los judios organizados (hay muy pocas excepciones) efectivamente me ha sor- prendido. Mi conclusion es que no solamente he herido “sensibilidades’, sino tam- bién intereses creados, y esto es algo que yo descono- cia con anterioridad Pero existe otto aspecto fen este asunto, y al objeto de discuticlo debo referitle a smi libro Sobre la revolucién (algo que odio hacer pero (CLAVES DERAZON PRACTICA-N= 190 que resulta inevitable). En Ia pigina 227 y siguientes’ {ast como en otros lugares) yo hablo de la importancia politica de la opinién pili «, que, desde mi punto de vista, se halla en oposicién al verdadero espisitu publi- co. Recojo al las opiniones de los Padres Fundadores y digo: “La democracia (...] fue aborrecida debido a que fa que prevaleciera la pilblica sobre el es- pilbico,siendo expre- sion de esta perversién la uunanimidad de la ciudada- nia: ‘Cuando los hombres ejercen su razén serena y lie bremente en torno a un cierto niimero de problemas diversos, es inevitable que surjan diferentes opiniones sobre alguno de ellos, Cuan. do son gobernados por una pasién comin, sus opi nes, si se pueden Hlamar a serin idénticas’ (James Ma- dison, The Federalist Papers ne 50)" Digo que existe una “de. cisiva incompatibilidad entre cl gobierno de una ‘opinién publica’ sostenida de modo undnime y la libertad de opinién”, pues “el gobierno de le opinién pablica pone en peligro incluso la opinién de esos pocos que pueden tener a fuerza para no com- patina [...] Pstaes la razén por la que los Padres Funds- dores tendian a equiparar el gobiemo fundado en la opi- zion publica con la tranis’ La cuestién es que “ls opi- niones nunca pertenecen a ‘grupos, sino exclusivamente 2 individuos, quienes ‘ejer- cen su raz6n serena y libre- mente, y ninguna multitud, ya sea la multitud de una * Vans pigs, 310311 de ae iin en ean (Alans Ma, 19885 2008. dD [eIOU.CLAVES DE RAZON PRACTICA parte 0 de toda Ia sociedad, seré nunca capaz de formar tuna opinién’, Los grupos de interés forman pseudoopi- niones, y si tales grupos, por cualesquiera razones, acerta- das 0 equivocadas, se sienten amenazados, intentarén de- jar fuera de su comunidad a las personas “independien- tes”, que no pertenecen a ninguna organizacion, a fin de poder decir: estas perso- nas, lejos de ser indepen- dientes, solamente hablan en nombre de otros intereses. Las numerosas patrafas que ahora se estén difundiendo entre los circus judios —que estoy a punto de convertie- me al catolicismo (su pre- gunca nimero 13), 0 que ahora soy miembro del Con- sejo de Estados Unidos pars el Judalsmo, 0 que soy una mantisemita que se autodes- precia’, ctc.— constituyen ‘mecanismos bien conocidos de tales campaias politcas. Por tanto, su tercera pre- gunta me parece que esti li- geramente equivocada, Sola- mente puedo preguntar a mi ‘misma: ;podcia yo, a la luz de esta campatia politica, cambiar algo? La respuesta cs: mi nica alternativa ha- bria sido. permanecer com- pletamente en silencio; una ‘vex que me puse a escribir, estaba obligada a contar la verdad tal ycomo yo Ta ela, No era consciente de los pe- ligros. :Habria cludido estos asuntos de haberlo sabii Esca pregunta me parece muy teal. Yo no estoy meti- da en politica, y ni quiero ni puedo enfrentarme a la situacién que ha surgidos interfiere muy seriamence con mi trabajo, y la publici- dad ligada a ello constieuye para mfy para mi modo de vida un estorbo de primer orden, Con todo, debido a la waturaleze de mi trabajo ya la tarea que me he mat: ‘ado ~zeual es [a naruraleza del mal2— supongo que lo hhabria hecho de todos mo- dos y que habria informado sobre el juicio en cuanto a los hechos. La alternativa habria sido incorporar todo Jo que aprendi alli ami tra- bajo tedrico, que, por des- contado, esté mis alld de todo peligro, pues aquellos {que se oponen a mi nunca lo han lefdo. 4, :Considera posible gue Ja palabra banalidad pueda aber ofendide a algunos le- sores, 0 que les haya transmi- tido una impresion equivoca- da, haciéndoles saltar a la conclusin de gue tal vex us ved considera que sus sufi ‘mientos son banales? 5. La palabra banal signi- fica, eencialmente, lugar co- min, ;Cre usted posible que al subttculo haya veconado de sm modo demasiado general y cexcesivo? Es verdad que el ral se convirtié en us gar comin bajo los nazis, pero zacaso su empleo de la pala bra banalidad parece, al me- nos a algunos lectores, impli- ‘car gue of mal era banal y un Lugar comin on todas parses? Yost lo que usted quiere decir con esa palabra, y usted sabe lo que queria decir con esa palabras sin embargo, qué cocurre com la impresién crea des antes de leer eb libro? 4y 5. La pregunta acerca de por qué aquellos que le- yyendo la expresién “banali- dad del mal” salean a la conclusién de que “sus sue frimientos son banales” es algo que me sobrepasa. So- lamente puedo contestar ‘con otra pregunta: por qué no saben leer? HANNAH ARENDT Espero que no le moleste la broma, Como nunca ha- bia escrito para piblicos nu- merosos no sabia qué podia pasar. Usted equipara “ba- nal” con “lugar comin’, y me temo que tiene el di nario a su lado, Para mi exis- te una diferencia muy im- portance: el lugar comtin es Toque sucede feecuente y co- miinmente, pero algo puede sex banal incluso sin ser co- min, Ademés, tal y como std construida la frase —"ba- nalidad del mal”—conerasta con el “mal radical” (Kane) y, de manera més popular ‘on la opinién generalizada de que existe algo demonia- co 0 grandioso en el mal de grandes proporciones, que existe incluso algo asi como un poder en el mal para traer algo bueno. Mefisto, cen el Fausto, es el Geist der stets das Bise will und stets das Gute schaf; el diablo visto como el angel caido Lucifer) sugiore que lo me- jor tiene grandes probabili- dades de convertirse en lo eos; toda la filosofia de He gel descansa sobre el “poder de la negacién’, de la necesi dad, por ejemplo, de trae el ‘eino de la liberrad”, ete. La ccuestién surgié en el juicio por medio de Servatins (el abogado defensor de Eich- mann), por supuesto en el nivel més vulgar. Pero el pro- blema es que el sionismo eu- ropeo (en contra de las ideas sostenidas por los sionistas cesadounidenses!) a menudo hha pensado y ha afirmado «que el mal del antisemitismo cera necesario para el bien del pueblo judio. En palabras de un sionista bien conocido, ‘en una carta dtigida a mi en El epi que sempre que: reat mal y sempre bce bien (N. aD 6 EIGHMANN EN JERUSALEN la que se analiza “la argu- mentacién sionista original: los antisemitas quieren li- brarse de los judios, y el Es- tado judio quiere recibitlos; ‘es una pareja perfecta”. La idea de que podemos usat a nuestros enemigos para nuestra propia salvacién siempre me ha parecido el pecado original” del sionis- mo. Afddase a esto Jo que en una ocasién me dijo un lidee sionista atin més pro- si estuviese dando expresién a una ereencia muy arraiga- da: “Todo gay’ es un antise- rita’ y en ello estaba impli- cito: “y esté bien que sea ast pues zde qué otro modo po-

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