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ees sQué es estrategia? “Tres activudes —escéptica, displicente, interesada—- aparecen ante quien se proponga definr la estructura y el contenido del conjunro de saberes que Hlama- vot Estategic. Escéptico anduvo Poncio Pilatos en Jerusalem cuando Jesis de Nazaret parec’a a punto de expresar lo que eta la Vercad. El escéptico repite la pregunta, subraya el interrogante y, mientras abandona la sala, murmura: @Y qué OME Verdad: Displicente estuvo Lenin frente al riesge de ovorger libertades al pueblo ruso, Fl dsplicente afiade una nueva pregunea 2 fa pregunta de los otros y exclama: Libertad, . La forma de la Estrategia consiste en la légica de la accién, 3. La materia de la Estratagia se percibe como el arte de la distancia. 4 La estructura de la Estrategia esc latente en lt concepcién de planes de operaciones. SB contenido de la Estrategia se hace patente en la conduecién de los ejer citos hacia sus objetivas. El objeto, a forma, la mateca, la estructura y el contenido del saber préctivo que llamamos Enrategia, ceemos que estén en el fundamento de su naturaleza. 16 En qué consiste la estrategia? oe gu const la esteatepia? Nada dizemes del sujeco de la Esmategia por una clemental cautela mecodolégi- ca. No estamcs hablando de estrategiasparticulares de nadie en concreto sino en general de :Qué es Esvrategia? para los hombres de cualquier tiempo o circuns- tancia, L El decir de un hacer se refiere a un saber que busca el modo més ade- con el empleo de unos medios. Esta relacién dia- esemboca en un propésito, en un designio o en ung on una situacién cargada de peligos, a un sujeto 82 con la victoria. Se desarrolla, pues, en condicie. sentados los principios éticos y los ideales politicos de la comunidad, Se aplica al ‘modo de eludir 0 sortear una amenaza real en una coyuatura concreta, A la pre- junta fundamental del momento, gud enemas que heer? contesta diciendo que hay que emprender una accién, coneretamente,e] hace: que disuelve la amena- je,.on el minimo dato, El objeto de la Estrategia cadiea cn «decir un hacer» en forma de designio. Contratiamente el objeto de la Tictica, como el de la “ogistica, es el hacer mismo, todo él, decia Napoledn, ejecucién en estado puro, La Bsmrateguarequiere una desctipcién previa, bien ajustada ala sieuacién y un andlisis precise del discurso en el que tiene sentido ence designio. Conviene Ila- tnar designio --y no propésito ni resohucién— al decir det hacer que, finalmen- ree peuncia el estratega, o actor principal, cuando se sivia al rene de sus hom- bres (los amiges) y enfeente de ottos hombres, (los enemigos), «Este decir del hacer, —seribe Paul Ricoeur en El Discurso de la Accién-— puede ser aprehendida en varios niveles, nivel de Jas concep- ‘er pueitos en juego en la decripcién dela aczibn nivel de lag Proposi- clones donde la propia accién llega a enunciane nivel de los argu- mentos en el que se articula una estrategia de la accién», Las propésivas (&ticos ¥ polticas), espe # la Esrrategia, 8 aprehenden € el mis alto de los niveles Phos, el conceptual Las ressiuciones (oeisticas Y de> ticas), también res to ala Estrategia, S€ articulan ¢n el mis bajo el argumen- ral. Solo las decisiones estratégicas __los designios— se enuncian en el nivel = jntecmedio, ¢! proposicional. Son tres formas de decidir escalonadas 0 el tiem- po. Le prime:o & ih propésito politico» {Co érico) to segund vel designio esti proponen. La Logit Y ia Téctica buscan ut juicio de realidad sobre la capaci” Mad de los medios de qe disponen. La “Earrategia busca Un critica —Héase US civerio— que juaBue acer Th modo de relacionar fines y medics que se4 YF Gladeramente l6gico> L ‘arategia siene por Obj tp clarificacién de una rela- ibn, es deci, la iuminacidn de un ecenatio al GUE CORSET las palabras del politico (0 det vnoralista) y Jos. ¢sfuer20s del réctico (@ det lo stico). La vision Pe rratégica —una Vision IO mopempla esta relacio™, © Finto Wogica ihégi- va o alégica en cada pase particular. “Los concepts (éticos Y palticos) que s© PODER en juego enria accion: aqui ahora eonviene pensar em operaciones de carderet ear — son 10s PrOPiOs de Y falguier accion colectivs wrineencién, ¢h ins be «ran de actuate MONO, € deseo, la preferenciay [a meccién, et agentes !2 esponsabilidad, et» El hombre ce Batado Je pregunsa a eratege: Que haces? Bor qué lo haces? {Cémo lo Fe ced gcon que incencion? Tate 10 generico ae 8 anuign de la que s© 0cUP* el estratege- : ‘Las proposiciones de carrer estearegico dan U paso hacia fo espectfico Y exigen que se deetaren Tas intenciones —el designio-- en Primers persona vrene del haces es umia promests gue el actor principal Ceeatega~— s¢ hace @ “f enismo que v2 seBuid2 Te ana orden, que cite * unos. El estratega € cada ddesignio dice alg Bre alge— weiizand© muchas veces imperative, algo at oh indicasivo futuro y+ Pmliones, el opeativo, EA “ealidad se le presen “Qué ests diciendo! eave es lo especifico de SY svc de esponsabilidades Tos argumentos logisticos Y thericos consiguientes $° erivan det cardcter altar mente articulado del esignio estrat€ Bic: Lo discursive (© durable) de la accion Mesencadenada por Bvategia —l diseurtit “fe las operaciones $© enco- ara), es importante el constants Treccenieniento enkte 10 du es rebelde y 10 a3 we docil del discusso de T= sn, ence a incidencia? Fa gecuencia, entre lo PIO” pio dela Tice, tomar smoluciones Y 10 BrOPIO ‘ie [a Breravegia, enenciae desigr Pgs. Porque Ia acci6n 2% Enravegia sueke decis® Ol eycign— no €5 2180 SF fucede, 00 68:27 econtecimmient© © sUcesO acidental que discurt® POF s{ mismo: La accién es obra de tiguien que actéa ¥ AE engensira act0s ecuencialess € ee eet gEn g nsiste fa Estrategia? decit, actos previamente dliscuttidos. La operacién del estratega es mdg que un Best0. No se reduce a ser un quehacer cumplido Cconforme a una repla fijada de antemano, es decie, feglamentada. Tiene cardcter esteattgico Porque revela ef Para gud de la decisién: ef objeto de las actividades Y Ia intencién (incluse Ieja- + La secuencia desborda « ta incidencia en ef ive de los. ticticg Bracias al respeto que ambas esferas lo tienen al espacio propio de la tatea del estratega. TV. La concepcién de planes de operaciones La Brtraregia se estructura en el tednsito que va desde la concepcién de un Plan hasta la conduccién de un e'ército. Le sconcepciény se enuncia en planes objetiene soe QPersciones y la accnduccién» se mucsten €n movimientos hacia objetivos particulates, El decir de as haces ~tn plan— queda asf objetivado en wisn iB al que aspira la batalla decisiva, Es en so esencia, una desmoraliza- cin, un doblegamiento de la volu ntad da vencer del enemigo, como descubrié «Todo esto lo logra la Estrategia, —escribe Vicente Rojo en Elementos del arte de la guerra— recurriendo a le Maniobra del conjunto del sis. rema de fuerza propias y preparando la Baralla, que la Tactica se encargard de realizar» Esta cita clausewitziana se coraplementa en el tratadista espafiol con una habilisima definicién absoluta de ts Extracegia: lo esencial de la definicién de Rojo —el arte de mandar concibiendo— se contiene y se detiene al asomarse al campo de la accién téctica, pero ne por elle la Estrategia renuncia a la explotacin & los resultados de las operaciones mil. fares all( donde renacen las distancias y se rompe el contacto. El «arte de mandar Goncibiendow deviene en el arte supremo de Ivexplocacisa del ico sque ta Doctrina espafiola para el empleo dle las Unidades denomina «persecucidn», El Estudio preliminar campo de la accién céctica queda doblemente envuelto por la Estrategia, antes y después de la Batalla decisiva, por una woncepcién previa» y por una epersecu- cién postrera» del enemigo. Como vemos, Vicente Rojo, un post-romantico, sicia al arte —a la Estrategia— en ef nexo donde concurren Jas ciencias fundamentales ~la Politica, en concreto— y las ciencias aplicadas —ia Tdctica, sobre todas elas. En esta estructura de pensamiento (timidamente trial) lo fundamental lo pone la Politica y lo aplicado la Téctica. Sélo respecto a esta tiltima «la Estrategia desem- pefia una funcién eminentemente rectora, influyendo de manera preponderante en lo que en el hecho militar, y en general en la accién de guerra, puede haber de genial y de artisticon. La concepeién de planes de operaciones, para un Vicente Rojo tocado de romanticismo, se reduce a fulgor del arte del esteatega, es decir, a una chispa del genio de la guerra. Lo genial se interpone entre las dos ciencias, una sacralizada (intocable), que es la ciencia politica y otra ttivializada (manejable) que es la ciencia que ejecuta las operaciones. Lo interpuesto entre ambas no es un saber sino un hombre excepcional. La teoria sobre {a guerra, en definitiva, vuelve a ser dual, Donde la Polftica concibe y la Tdetica ejecuta, la Evtrategia se desvanece. Dualistas son muchos de los tratadistas que definen a la Estrategia con ané- loga timidez a la exhibida por Vizente Rojo, sumergiéndola unos, en la Polttica y otros, en la Tdctica. Von Bernardhi dice que es «un arte que tiene por objeto emplear las tropas en la direccién decisiva y en las condiciones mds favorables». Gilbert, tampoco se separa de la Téctica al decir que es estratégico «el arte de mover las fuerzas sobre el teatro de operaciones de modo que se lleven concen- tradas al campo de batalla». Miquel y Durand hacen lo propio al conjugar «el arte de conducir las tropas a la batalla» con el «arte de determinar los puntos donde el encuentro con el enemigo es més favorable». Es lo que opiraba Jomini al dejar sentado que ela Estrategia determina donde se debe obrar y la Téctica cémo se han de manejar y emplear las tropas». Y lo sintetiza brillantemente Moltke: «La Estrategia indica el mejor camino que conduce a la batalla y donde y cuando hay que batirse, mientras la Téctica decide cbmo hay que servirse de las diferentes armas en el combate, es decir, chmo hay que batirses. Entre los tratadistas decimonénicos sélo Clausewitz subraya la concepcidn de planes de operaciones como una tarea auténoma y difumina la conduccién de los ejércitos para referirse a lo estratégico. Huyendo de la creacién cle una gran Tictica, corre el riesgo contrario de politizar a la gran Estrategia. Peto no cae en 4. Lo politico en Clausewitz no se identifica con lo estcatégico..La Estrategia, en su certero juicio, «estudia el uso de los combates en relacién con el objets o fina- in qué consisce la esteateyin? lidad de la guerra». La Téctica use fija en la forma de combatie». La clave cliuse- witziana de la Estrategia es lo que permite ef logro de una real coherencia de lo téctico con lo politico. Es la comprensién profunda por parte del general en jefe de los fines queridos por la comunidad politica lo que garantiza el acierto estra- tégico. Pero lo es también la captacién por él mismo del significado de los com- bates come decisivos en alguna medida. Esta manera de centrat a la Estrategia que poseyé el tiltimo Clausewitz abre paso a'fo trial y enmienda los retornos al dualismo caracteristico de Bonnal: «Estrategia es conzebir en oposicién a'Téctica que ¢s ejecutar»; de Bulow: «El estratega es arquitecto, el téctico albafils y sobre todo de Thiers: La Estrategia, al concebir el plan de campata, abarca de un solo golpe de vista el presunto teatro de la guerra, taza las Hneas de opentciones y dirige a las masas sobre los puntos decisivos», Estructuralmente hablando, la Estrategia es wconcepcién» de planes, como quiere Clausewitz y funcionalmente, como quiere Thiers, es «conduccién» de los ejércitos. Ls, Estrategia media entre el Plan de Guerra, cuya base es esencialmen- te politica y el Plan de Campafia, de base esencialmente técnica. El quehacer que dicta la Estrategia cumple —debe cumplir— {a doble condicién de In coheren- cia con los fines legitimos de la comunidad politica que dispone de la fuerza armada y con la viabilidad o posibilidad de éxito, es decis, de producir la deci- sidn (de ser decisivos), que tienen los objetivos elegidos por ella. Raymond Aron ha tenido | mérito de reconocer en el tiltimo Clausewitz la vigencia de lo que llama saber trinitario sobre la guerra —politico, estratégico y téctico—. Y ha tenido el valot de celebrarlo. Los planes estratégicos de operacioiivs —sélo por analogfa con ellos puede hablarse de planes técticos de operaciones al referirse a las acciones de carécter tictico— tiene que ser, gracias a la Estrategia, coherentes con la Politica y decisi- vos respecte: a la Tdetica. La cohecencia debe percibirse desde la concepcién minima del plan. La posibilidad de ser decisivos le viene de la certera eleccion de los objetivos. De aquf que sea Ifcito clasificarles a éstos, mejor que en titiles 0 virales, en decisivos o divagantes. La Estrategia, en tanto saber peculiar, viene de tun propésito politico y desemboca en una decisién tictica, V. La conduccién de los ejércitos La concepcién de planes de operaciones —coherentes con los fines legitimos que la comunidad politica propone al estratega— decimos en las doctrinas mili- tares que es vélida cuando se ajusta a los principios eternos.o.inmutables.del.arte . de la guerra, El problema asf planteado desvia el juicio racional de valor sobre un Estudio preliminar plan concrete hacia ef acuerdo sobre la lista de estos principios. Frecuentemente se acepta, que son eternos ¢ inmutables precisamente aquellos principios que, en su dia, practicaron los grandes caudillos. Bastaria, pues, una abstraccién de las notas comunes a todas las operaciones victoriosas para la presentacién de estas notas en tanco fundamento del plan de operaciones ideal. Nada, sin embargo, estarfa mds apartado de la esttuctura racional del saber de la Estrategia. En todos los casos, cada plan consiste en ofrecer una respuesta nueva a una situacién nunca dada con anterioridad. No existe el plan ideal d= operaciones derivado de unos principios eternos ¢ inmutables. La bondad del plan no es una cuestién retérica sino préctica En la orcenada conduccién de los ejércitos hacia objetivos (presuntamente decisivos) es donde se hace presente el contenido de la estrategia en accién en tanto conjur:to de saberes, Por es0 nadie le discutié nunca a ningin gran capi- tdn el cardcter estratégico de la conduccién de una gran masa de maniobra a lo largo y alo ancho de un teatro de operaciones. Es un cardcter que nadie debe confundirlo con el cardcter mas bien logistico del empefto de ese mismo gran capitén en mantener a la masa en condiciones de combatir, por graves que sean las incidencias adversas. Lo estratégico de la conducciSn le viene a las operacio- nes de lo decisivo del objetivo que seré disputado (0 no) a viva fuerza por el adversario. No basta que el objetivo sea alcanzado o arrebatado al adversario. La Estrategia prstende tener razén al calificarle de decisivo, es decit, de antesala de la decisin final que se quiere favorable para la propia comunidad. El objetivo estratégico estd obligado a ser decisivo en alto grado una ver alcanzado merced a una certera maniobra estratégica. El contenido de la Estrategia se hace patente en el andlisis de la conduccién ordenada de los ejércitos hacia los objetivos decisivos. Se extiende entre la deci- sidn inicial —el decir de un hacer— y la decisin final —la ocupacién de los objetivos. Recorre en tanto saber, cinco tiempos: 1.° Por su objeto, la Estrategia queda obligada a decir un hacer. 2.° Por su forma, la Estrategia lo inscribe en la logica de la accién. 3.° Por su materia, la Estrategia, usa artisticamente de la dis- tancia. 4.° Por su estructura, la Estrategia, concibe el plan de operaciones. 5.° Por su contenido, la Estrategia, dirige hacia objetivos decisivos a los ejércitos. En defi- nitiva, la Estrategia cierra el ciclo de la decisién manteniéndose fiel a un desig. trazado de antemano mientras dura el ciclo de las operaciones. Primera parte Teoria general Capitulo primero La eleccién del modo correcto de operar La estrategia es un modo de pensar (0 también, una forma de elaborar mode- los pata operas) frente a situaciones de conflicto. Como cualquier ciencia, —o mejor arte-— tiene en sus origenes unos padres fundadores, en su desarrollo unos grandes maestros y en la actualidad, unos notables tedricos. En definitiva, la tstrategia, como arte de concebir planes de operaciones, tiene en su haber per~ sonalidades 2 quienes convendrfa denominar «clisicos» del arte de la guerra 0 también ereadores del pensamiento estratégico. Y como arte para conducir los cjércitos hacia los objetivos decisivos tendré, consiguientemente, sus «grandes capitaness. Los wcldsicose de la estrategia a lo largo de fa historia han determinado por aproximaciones sucesivas el lugar de la estrategia en las ciencias (o mejor atin, artes) del comportamiento colectivo. La estrategia decide qué tenemos que hacer? a parcir del zqué debemos saber? en la atmésfera del qué va a pasar? 1. Los creadores de Ia estrategia ‘Algunas ciencias (0 artes) del comportamiento colzctivo, por ejemplo las que circundan el saber filoséfico, sitéan o localizan a sus «clésicos» en la noche de los tiempos. La metafisica habla incluso de fildsofos presocriticos, como Heréclito y Parménides. Otras ciencias, —es el caso de las ciencias sociales — han optado por considerar como sus primeros eclisicosn a pensadores (0 intelectuales) cuya bra se hizo publica en la primera mitad de! siglo XIX, como Augusto Comte 0 ‘Alexis de Tocqueville. Los cteadores més antiguos del pensamiento estratégico occidental, -—nada ditemos de estrategas que no seaa occidentales en términos de cultura — aparecen en el tiempo muy lejos de nosotros. ¥ es que estd conve- nido (y acep ado) que incluso hombres anteriores en varios sigs @ la fundacién de la eligidn cristiana merezcan ser considerados en Occidence Jos «padres fan- dadores» de la sabidurfa estratégica. Ta estrategia no es Ja tinica ciencia (0 arte) del comportamiento que importa a lo militares, es decir, a la profesién de las armas. Oras ciencias (0 artes) de la conducta en sociedad han venido siendo incorporadzs al elenco de la Formacién 32 an qué consiste la escrategia? de los mandos del Ejército, por ejemplo, la Erica y la Politica para la correcta determinacién de los fines de la accién bélica y la Téeties y la Logtstica para la uuilizacién de los medios idéneos. El saber estratégico, la Estrategia con maytiscula— elige los modos correctos de actuacién. ¥ lo ha hecho « lo largo de las diez situaciones con contenido cultural especifico que vamos a recorrer, 1. La Antigitedad Clisica Entre los epadres fundadoress del pensamiento esteatégico destacan (en lo que llamamos Antigiedad Clisica) dos binomios de escritores (o tratadistas). En Grecia, el binomio Tucidides, —el autor de La Guerra del Peloponeso— y Jenofonte, —el narcador de La retinade-de lor diez mil... Bn Roma, el dino- mio Tito Livio, —historiador de la repiblica guetrera por excelencia-— y Julio César, —intérprete de su propio moco de actuar en beneficio de an imperio estable. Tahistoria dela fama de los discursos que Tucidides pone en boca de sus per- sonajes desborda el prestigio més limitado de los abundantes textos de Jenofonte. (No debe olvidarse la Cirapedia, ni tampoco la exégesis del arve eeutste sin la ‘epiblica espartana). Jenofonte, en realidad, dice muchas mis cosas de teteres militar que el propio Tucidides. Tucidides, ateniense en grado puro, es ef tedri- co de a politica de defensa mds adrairado por las talasocracias del ‘mundo moderno, Jenofonte, mds concreto en sus ensefiancas, se ha convertido the nat tico por excelencia de los denostados poderes continentales. Entre los testimonios de Tito Livio y de Julio César existen ottos tipos de diferencias. Tico Livio penetra en las raices del poder que hicieron creces sis repablica romana, donde Julio César aparece como un hibil informador de ope- taciones militares, siempre cargadas de intencionalidad politica. 2. La Edad Media Entre los wgrandes maestros», siempre olvidados, de la Edad Media es diffi! destacar obras decisivas que no sean primordialmente éticas, Pero. a mi juicio, sigue siendo procedente el andliss de dls libros en particular, muy separados en cl tiempo, De re militari de Renato Flavio Vegecio, al inicio de le época medie- val (Bajo Imperio amenazado por los birbaros) y el Amadit de Gaule (eulminn, cién de la ética caballeresca, donde se apunta una innovacién técnice de calidad), asu vez obra de sucesivos recopiladores de una leyenda de caballecos {Laoultura de Occidente tende a despreciar el saber detos tiempos miedieva- les —€poca oscura, periodo de tinieblas. De aqui que sdlo los excelentes maedie, valistas (entre nosotros Ramén Menéndez Pidal y Clatidio Sanches de ‘Alborno2) Primera parte. Teoria general : hayan sido capaces de descubrir cextos validos para la elaboracién de unos trata- dos de estrategia. Dar a conocer los nombres de los «grandes maestros» de In Edad Media en materia de estrategia es, pues, un tema pendiente que merecerfit set abordado inmediatamente. 3. El Renacimiento Entre las obras de los ugrandes maestros» del Renacimiento (0 periodo de reencuentro con los saberes de la Antigiiedad) merecen especial atencién El Arte de la Guerra de Nicolés Maquiavelo y las Cartas de relacién de la Conquista ae ‘Méjico que Hernan Cortés remitié, dia a dia, a los soberanos espaficles, Maquiavelo y Herndn Cortés estén situados en dos polos del pensamiento estratégico divergentes entre s{. Maquiavelo piensa en ¢jércitos de ciudadanos que despliegan, cual si fueran eszartanos 0 suizos, a escasos metros de las mura- llas de la ciudad. Herndn Cortés habla de partidas o huestes que operan alejadas mmillas y millas de su metrépoli. Pero, uno y otto, razonan con profundidad 2 la efectividad de la fuerza y en e! arte de buen mandar. 4. El Barroco Entre los «grandes maestros» del Barroco nada nos parece comparable al ané- lisis de los comportamientos de dos «grandes capitanes» que se preocuparon de expresar por escrito el nivel de sus conocimientos: el francés Turena y el mode- és italiano, al servicio del Impetio de Viena, Montecettccoli. El pensamiento militar del Barroco, —un periodo de célidas emociones— le debe mucho a los avances modernizadores de la escuela hispano-italiana de estra- regia. Lo que ocurre es que esta escuela, fundada por el Gran Capirén, todavia renacentista, produjo para la rarna hispana de la Casa de Habsburgo mds «gran- _des capitanese que «grandes maestros». La s{ntesis profunda de los modos de sen tir del Bartoco espafiol se la debemos a un escritor genial, Baltasar Gracidn, a quien todavia nadie se ha atrevido a considerar maescro de estrategia. 5. La Ilustracién Enete los «grandes maestro de la Tustracién, —un periodo de frialdad racionalizadora— brotan dos binomios de nombres en oposicién frontal de do: trinas: el del Mariscal de Sajonia —operaciones sin batallas— versus Federico de Prusia —batallas decisivas con pocas operaciones; y el del Caballero Folard ~ columnas profundas— versus el Marqués de Santa Cruz de Marcenado —Hineas 34 gEn qué consiste la estrategia? suficientemente extensas de tiradores. El segundo binomio precede en el tiempo al primero; pero su influencia en el modo de pensar de los «grandes capitanes» puede considerarse simulténea. La frialdad operativa de los ilustrados, sin embargo, no nos estorba para per- cibir en sus escritos notabilfsimas sutilezas verbales, Aparentemente, en su reté- rica, predominan las ideas de la tolerancia, de la filantropta e incluso del pacifis- mo. Peto la realidad fue muy diferente, Ninguna época-histérica se trata-de la época de la incorporacién ingenua del pensamiento de los creadores de la estra- tegia china, como SunZxi— practices la guerra con tanta frecuencia y naturali- dad, ni alcaaaé a decir tantas cosas diferentes sobre el arte de condutcir las ope- raciones. 6 El Romanticismo Entre los «grandes maestros» del Romanticismo se han hecho populares las doctrinas, también contrapuestas, del jacobino francés Hipdlito Guibert y del prerrevolucionario aleman Von Bulow, los verdaderos educadores, por contraste, de las dos grandes figuras de la época napolesnica: el suizo Jomini y el prusiano Clausewitz. EI Romenticismo fue la época de las grandes batallas, Y también del culto a la genialided... a la voluntad firme del jefe de cardcter. Ahora bien, el Romianticismo, en cuanto periodo histérico cargado de brutales confrontaciones bélicas, apenas aparece surcado por ideas nuevas o par innovaciones tecnoldgi- cas. No obsrante, sus egrandes maestros» de estrategia, con alguna raz6n, vienen disfrutando del mds alto de los prestigios en los centros modernos de ensefianza militar. 7. El Positivismo Entre Jos enotables tedricos» del Positivismo, —un fenémeno que casi nos resulta contemporineo (en mentalidad) a nosotros mismos— alcanzaron crédi- to sobresaliente el italiano Nicolds Marselli y el alemén Von Moltke, coeténeos del espafiol Villamarcin y del francés Ardant du Picq. La notable inflexién producida hacia la prioridad de los hechos conctetos sobre las ideas abstractas, vivida paso a paso en la segunda mitad del siglo XIX por las naciones més desarrolladas de Europa Occidental, no ha entusiasmado del todo a los tratadistas militares mis recientes. Hay. desde entonces, notables tedricos» que dicen cosas de interés en el lugar donde ‘habla un magistetio rotun- do, —romntico— universalmente reconocido como més profundo. El Positivismo no produce en estrategia figuras excepcionales. Primera parce. Teorfa general 35 8. El Regeneracionismo Entre los «notables tedricos» del Regeneracionismo hay que destacar dos escuelas francesas encabezadas, respectivamente, para las grandes guetras por el matiscal Ferdinand Foch y para las expansiones coloniales por el también maris- cal Hubert Lyautey. Espafia se vio afectada por las dos. Se tuvo en nuestras Escuelas y Academias la sensacidn, compartida por el resto de Europa, de que los avances tScnicos de la civilizacién debfan venir acompafiados de un rearme moral. La exigencia de regeneracién, —ante todo de regensraci6n de la.moral de las instituciones -nilitares— alcanz6 con mas fuerza a la cultura francesa y se despa- rramé por todas sus fronteras. Espafia acusé con particular agudeza el signo de la coyuntura. ¥ fue el Desastre del 98, —una debacle— lo que marcé el punto culminante de la inquietud. ;Se estaba 0 no al borde de una decadencia por debi- lidad congénita de las minorfas? Entre nosotros, los espafioles, se opté por la renuncia a la palabra de los notables tedricoss y se eligié el mero respeto por unos correctos «profesores de tdcticar. 9. La Modernidad Entre los «notables teéricos» de la Modernidad, —entiéndase de la guerra verdaderamerte moderna— nada es comparable a las obras fecundas y renova- das del britérico Liddell Hart, el doctrinario de la aproximacién indirecta, y a las aportaciones, también progresivamente audaces, del francés André Beaute, el doctrinario de Ia disuasién, fuera ésta 0 no nuclear. Yes que en el Ambito de la estrategia se considera propio de la Modernidad (0 Modernidad propiamente dicha), no a todo Io que ha venido-detris dea Edad Media o del descubsimiento de América, sino a todo lo aprendido (0 expe- rimentado) en las dos grandes guerras del siglo XX. Particularmence durante la llamada guerra europea de los treinta afios (1914-1945). Para Espaiia la modernizacién de los Ejércitos, —nada se diga aqui del para- lelo esfuerzo de modernizacién de la Armada y del nuevo Ejército del Aire— ha seguido una pauta muy peculiar, sin embargo, igualmente doctrinaria, es decis engendradora de doctrinas de obligado cumplimiento para el empleo técrico de las Armas y de los Servicios. En definitiva, sigue siendo més atractiva la reflexin que busque las diferen- cias de nivel, —teorfas (algo abandonadas), escuelas (simplemente toleradas) y doctrinas (generalmente soportadas)— que la que opte por las identidades. Porque sdlo ce este modo podré salvarse la autontomia del saber verdaderamen- ve extratégico y no particularmente téctico, en las ceflexiones propias de la era de la disuasién. 36 cEn qué consiste la estrategia? 10. La Contemporaneidad Actualmente, —en los nuevos tiempos— la condicién de «notables tedricos» esté viéndose compartida por un importante grupo de estrategas de condicién civil donde caben los nombres de Bernard Brodie, Collins, Kissinger y Raymond Aron, entre otros. El resultado estd siendo una estrategia de inspiracidn politica que se abstiene del empleo téctico de los medios y de sus limitaciones de empleo. Se ha desarrollado mejor la estravegia de la guerra frla que la estrategia de los conflictos verdaderamente dados, que se ha.quedado, de momento, en ayunas como pensamiento vivo en nuestros dias. Rigurosamente contemporineo, —es decir, absolutamente actual— es el pen- samiento que actia sobre la mentalidad de los cuadros de mando profesionales que, aquf y ahora, han de operar para la resolucién de conflictos en presencia de las fuereas armadas. Y es necesario que se advierta que no se trata slo de un pen- samiento civil (que apenas se deja penetrar por consideraciones précticas de ratz militar). Se trata de la actualizacién urgente de una trayectoria de pensamiento peculiar que ha tenido una estirpe de creadores digna de reconocimiento. Il, La definicién de la estrategi La Estrategia es tanto el arte de concebir planes de operaciones, colierentes con los fines legitimos de una comtnidad politica, como el arte de conducir los ejércitos hacia objetivos decisivos. A esta definicién se llega tras recorrer lo que podrlamos denominar una serie de proposiciones verdaderas en ntimero de cinco. Se trata de una definicién cerrada en dos tiempos —concebis, primero y conducit, después— que procede de cinco proposiciones abiertas, cuyo resumen podrla ser el que exponemos a continuacién. * Primera: El objeto de la Estrategia es el decir de un hacer. El decir de «un saber», —el conocimiento o la sabiduria, en el limite— no es el objeto de la estrategia. Tampoco |o es el decir de «un decits, —la decision. La Estrategia sélo tiene sentido como decir de «un hacer». * Segunda: La forma de la Estrategia consiste en la Iégica de la accién, La légica de la accidn es, substancialmente una légica de la accién rectproca. Consiste en una dialéctica que tiene duracién y que se construye secuencial- mente en relacién con el comportamiento del adversatio. * Tercera: La materia de la Estrategia se percibe como el arte de la distancia. El arte de la distancia excluye a la ciencia del contacto como materia adecua- daa la sabidurfa estratégica, La estrategia.es posible slo cuando se abre entre los contendientes un espacio vacio que debe ser medido en tiempos que hagan via- ble la reflexién. Primera parte. Teoria general 37 * Cuarta: La estructura de la Estrategia esté latente en la concepcién de pla- nes de operaciones. Los planes de operaciones de media o larga duracién mues- tran la presencia de una voluntad estratégica. El plan de operaciones produce actos positivos donde su ausencia tendria que soportar hechos padecidos. * Quinta: Bl contenido de la Estrategia se hace patente en la conduccién de los ejércitos hacia sus objetivos. Sin conduccién efectiva hacia el punto de apli- cacibn de la fuerza, donde se espera obtener la victoria, no hay verdadera estra- tegia. Tanto para actuar como para disuadit se exige la realizacién de movimien- tos de fa fuerza propia. La estrategia se estructura en el trdnsito que va desde la concepcién de un plan hasta la conduccién de un ejército, Se desarrolla entre los planes concretos de operaciones ya concebidas y los movimientos efectivos ya ordenados hacia objetivos particulates. El campo de la accidn tdctica queda doblemente envuelto por la estrategia, antes y después de la batalla decisiva, tanto por una aproxima- cién previa como por una persecucién postrera. La estructura de la estrategia es conceptiva en planes y funcional en acciones. La estrategia media entre el plan de guerray el plan de campafia. Los planes tienen que ser coherentes con los pro- pésitos politicos y también que ser decisivos respecto a las resoluciones técticas. El contenido de la estrategia se hace patente en el andlisis de la conduccién orde- nada de los ejércitos hacia los objetivo decisivos. Aqui —en la batalla decisiva— se cierra el ciclo de la decisibn (o designio estratégico) del general en jefe. Existe como saber estratégico, —un plano de anil sis de baja alrura— una visién de conjunto que sélo percibe el arte de buen mandar las Unidades. Existe también, —un plano de anidlisis a media altura—, una visién de conjunto que sdlo percibe la marcha de las operaciones. Existe, por tiltimo, —un plano de andlisis a gran altura—, un con- junto que abarca la totalidad de los factores en juego. Son los planos de la estrate- gia operativa, de la estrategia general y de la estrategja total. En definitiva: «LA ESTRATEGIA ES TANTO EL ARTE DE CONCEBIR PLANES DE OPERACIONES, COHERENTES CON LOS FINES LEGITIMOS DE UNA COMUNIDAD POLITICA, COMO EL ARTE DE CONDUCIR LOS EJERCITOS HACIA OBJETIVOS DECISIVOS». IIL. Los niveles de fa estrategia Eugenio D'Ors ordenaba las Bellas Artes segtin un criterio de clasificacién que iba desde las formas que vuelan hasta las formas que pesan. Y asf, la Molsica vola- ba muy alto, mds alto que la Poesia o Literatura y lx Arguitectura pesaba mas que la Escultura, La Pintura quedaba en el centro del panorama con opciones para cada uno de sus artistas, bien a favor de lo que vuela, bien a favor de lo que pesa. 38 En qué consiste ta estrategia? El lugar dal arce del estratega se asemeja al de los grandes artistas de la intura. La estrategia oscila entre elevar su vuelo o incrementar su peso. La estra- gia es evisiér», donde la téctica y Ia logistica son «contacto», El criterio de cla- sificacién adecuado a las ciencias del comportamiento, —comportamiento tes- pecto a fines (del moralista y del gobernante) versus comportamiento respecto a nedios (del logistico y del téctico)—, también se solapa de manera ambivalente ala hora de reflexionar sobre los modos de conducta del estratega. Hay estrate- kas orientados hacia la prioridad de los fines y estrategas orientados hacia la efec- tividad de fos medios. Podriamos decir, buscando una analogia de orden Sigurativo, que existen la wstrategia del éguila, la estrategia del zorro, la estrategia del ledn, la estrategia de la liebre y la estrategia de la tortuga. Naturalmente que todos los estrategas habidos en la historia universal se sen- titfan més halagados por ocupar los primeros escalones de esta clasificacién estra- 'égica por niveles en altura, Pero no es exactamente este juicio el que se corres- ponde con la tealidad de los comportamientos. En la historia de la estrategia los personajes de fabula, —Ia torcuga y la liebre— han tenido tanta o més impor- ‘ancia que los personajes de leyenda, —el zorto y el dguila. La estrategia modu- la los resultadcs en funcién de la situacién verdaderamente dada y no en relacin con las vanidades subjetivas de los actores en presencia, Las estrategias del dguila y del zorro son estrategias de alto nivel o de inten- sionalidad politica. Las estrategias de la liebre y de la tortuga son estrategias de bajo nivel o de naturaleza téctica. Sélo la estrategia del ledn elude, al mismo tiempo, las dos tentaciones y se circunscribe a ser estrategia en sentido puro, Esto quicte decir sin merma de la posibilidad de situaciones para las cuales resulten validas otras eitrategias que académicamente hablando la estrategia del leén, ni exagera el arte que Maquiavelo llamaba arte de las combinaciones, ni se queda en el plano de las encontradas actitudes técticas del arte napoleénico de la con- Srontacién. Es la estrategia, en principio, clésica. El amplio cepertorio de posibilidades que envuelve al oficio del estratega de condicién militar nos lleva a una seleccién de los adjetivos que mejor delimitan 0 sleterminan el espacio adecuado para cada modalidad de estrategia... para cada modelo escratégico, sea éste un modelo de la accién o un modelo para la disuasién, En nuestro mundo, sobre el supuesto de la mayor o menor amplitud de los con. tenidos, caben estas cinco adjetivos para la estrategia: global, total, general, conjunta J: operativa, De lo que se derivan cinco posibles actores y cinco posibles situaciones, J. Estrategia global Es la estrategia cuyo actor principal slo puede ser el dirigente mas poderoso de una alianzz. con responsabilidades globales y cuya situacién, (en principio, Trimera parte, Teorla general 39 rzcomendable para sostenerse sobre ella) podriamos llamarla de proteccién glo- al. La alterna:iva que le tige enfrenta al proyecto de cn nuevo orden mundial con los desequilibrados internacionales en potencia o en crisis. 2, Bstrategia total Es la estrategia cuyo actor principal podrfa set, en un caso concreto, el presi- dente del Gobierno de una nacién soberana afectada por un conflicto de mane- ra notable y cuya situacién, (en principio, tolerable) responderfa al uso de la disuasién con medios convencionales. La alternativa que regula las resoluciones ticticas y los designios estratégicos esté marcada por los extremos de la declara- cidn formal de! estado de guerra y de la apertura de una crisis revolucionaria. 3. Estrategia general Es la estrategia, al borde mismo de su definicién como estrategia militar, cuyo ‘or principal deberfa ser, bien una Junta de Defensa Nacional 0 un Consejo Nacional de Seguridad y cuya situacidn normal o frecuente podria estar domi- nada por una politica de defensa apta para la generacién de una fuerza armada. La alternativa que expresa orientaciones diversas viene dada por el juego con- cptual entre seguridad y defensa. a 4 Estrategia conjunta Es la estrategia, en sf misma militar, cuyo actor principal surgirfa de una Junta de Jefes de Estado Mayor y cuya situaci6n nos vendrfa dada por la capacidad para realizar demostraciones de fuerza. La alternativa que informa sobre la reali- dad verdaderamente vivida a este nivel discurre entre los polos de la estabilidad y de la conflictividad. 5. Estrategia eperativa Es la estrategia, —una estrategia en accién que corduce los ejércitos hacia objetivos decisivos, mejor que una estrategia en proyecto que ¢labora planes— cuyo actor principal tiene que situarse al frente de un Cuartel General y cuya sicuacién esté gresidida por el empleo efectivo de la fuerza. La alternativa, ver- daderamente p-esente para tales trances, hace referencia a un juego cldsico de actitudes, es decir, al juego entre la actitud ofensiva y la actitud defensiva. 40 gn qué consiste la estrategia? IV. Los modelos estratégicos La seleccién de estos cinco adjetivos, —global, total, general, con/unta y ope. rativa— se cruza con la clasificacién de los modelos estratégicos. La historia uni. versal, —incluida la época modemna— distingue entre modelos estratégicos pate la accién (o de la accién) y modelos estratégicos para la disuasidn (0 de la disua, sin). La diferencia entre ambos no es otra que la vigencia, paca la disuasién, de uunos mérgenes reducidos de libertad de accién y la tolerancia, para la accidn, de uunos margenes amplios de libercad en beneficio de quien acta. Son, respectivamente, para la Accién, la lucha prolongada, la presién directa, la accién directa y la aproximacién indirecta: MODELOS ESTRATEGICOS CONTEMPORANEOS (POLITICA MILITAR) Estrategia de la accién Al modo directo. Sin limitaciones de INTERVENCION Objetivo: vital Interéss til Medios LUCHA PRESION PROLONGADA DIRECTA ESCASOS (El hombre) (Guerrillas) (Milicias polfticas) Mao, Giap... Maquiavelo, Hitler... ACCION APROXIMACION DIRECTA INDIRECTA POTENTES (La miquina) (Bjércitos de masas) iiércitos de oficio) Napoleén, Moltke... Wellington, Churchill... A. La lucha prolongada. Cotresponde a una situacién en la que una de las partes, —inicialmente débil, bus

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