You are on page 1of 7
CEDOMIL GOIC Alfonso Reyes o el deslinde literario EI regiomontano ilustre cuya muerte ha lenado de pesar a todo el universo hispano- americano de nuestra cultura, abordé en su fecunda existencia las mil y una instancias de la literatura con la maestrfa singular que le daba su ejemplarisima condicién de hu- manista. Su biografia cumplida lo sorpren- de en las més diversas posturas literarias y nos lo muestra en el cultivo airoso de la poe- sfa y de la novela, entre las que él llamé posturas activas; en el despliegue amplio de la critica con toda su anatomfa—, de la historia de la literatura y la teorfa literaria, entre las que Ilamé posturas pasivas, y en Ja varia ocupacién del ensayo y aun de la filosofia. De su vasta obra, que ya alcanza dimen- siones colosales hacia el tomo undécimo de sus obras completas, pueden destacarse mu- chas facetas, muy valiosas y_significativas. Nos interesa destacar una regién particular, de la més alta importancia dentro de la obra de Alfonso Reyes, cuyas dificultades —rea- les o aparentes— le han restado muchos ad- miradores y muchos discipulos entre los que son sus lectores habituales, pero abomi- nan del rigor y del tecnicismo teérico. Tré- tase de sus ensayos sobre el fenémeno lite- rario. Pucde advertirse claramente en nuestro orbe cultural y_literario hispanoamericano la ausencia de un discipulado que haya con- tinuado las investigaciones de Reyes sobre la literatura, Estas investigaciones, que se ot- denan en el primer lustro de los afios cua- 7 renta del siglo, constituyen la sintesis mag- nificamente madurada de muchas lecturas y meditaciones, de mucha organizacién y comparanza. Ellas son, por lo demés, traba- jos de excepcién en nuestro medio por la indole de su objeto como por la calidad pro- pia del método y de la investigacién real zada. La Critica en la Edad Ateniense (1941), La Antigua Retorica (1942), La Experiencia Literaria (1942), El Deslinde (1944), Tres puntos de Exegética Literaria (1945), abar- can diversamente campos histéricos y teéri- cos diferentes, pero todas estas obras —en que ahora nos detenemos— concurren al universal interés en el fendmeno literario. En La Critica en la Edad Ateniense se trataba de mostrar la actitud de la Grecia clasica ante las manifestaciones de su propio arte literario mediante una detenida revi- sién de textos y tradiciones organizadas efi- cazmente en un libro notable. La Antigua Retérica considera las manifestaciones mis eminentes del arte psicagégica de la Anti- giiedad, deteniéndose en sus principales o6- digos: los de Aristételes, Cicerdn y Quinti- liano. Estos dos libros son las piedras milia- res de sus trabajos posteriores —en la se- cuencia histérica de los contenidos o en la integracién te6rica de los mismos— y fun- damento interesante del que es, al parecer yala fecha, su dltimo libro impreso, La Fi- losofia helenistica. Conviene tracr a colacién las palabras del propio Alfonso Reyes, en la Noticia del li- iz bro recién publicado, para compenetrarse de] sentido integrador que tiene en la obra del regiomontano el ataque al fenémeno li- terario, sentido que nos revela su poderosa dimensién humanistica: “Tras La Critica en la Edad Ateniense (1941) y el desprendimiento irregular de este libro que vino a ser La Antigua Reté- rica (1942), correspondia considerar la cta- pa siguiente, o sea, la Edad Alejandrina (de 300 a. C. a comienzo del Cristianismo). Pe- ro nos resulté imposible atacar de una vez el caso especial de la critica literaria de esa edad —proyecto aplazado por ahora—, sin Tepresentarnos antes, por sumario que fue- se, el cuadro total de la cultura alejandrina. Comenzamos, as{, por un resumen de la he- Ienizacién del mundo antiguo que, aunque publicado ya anteriormente, hemos querido reproducir aqui casi integro, por parecernos el proemio obligado al presente estudio (“La helenizacién del mundo antiguo”, en Junta de sombras, México, El Colegio Nacional, 1949, pags. 346-374). “De modo que el examen de la critica li- teraria nos lanzé al mar de la cultura. Esto nos Ilevd a ciertas observaciones generales que aqui aparecen, sobre la educacién entre los antiguos (12, 1-4). Y la educacién, cam- pafia helenfstica por excelencia puesto que venfa a ser la domesticacién o urbanizacién de un mundo recién conquistado, nos Ievs a su turno a la filosofia alejandrina, alimen- to de los nuevos ideales. “Hiabia, pues, que comenzar por la filoso- fia (ya Megara su vez —nos deciamos— a la geograffa, a la historia, etc.), si algdn dia desedbamos abordar ta critica. No es la pri- mera vez que nos ocurre escribir uno o dos libros como preparacién de otro: para El Deslinde (1944), tuvimos antes que proce- der a ciertos esclarecimientos, de que sur- gieron Jos ya citados volimenes sobre Ja Edad Ateniense y La Antigua Retérica. Y, a la hora en que trazamos estas Iineas, la necesidad de dar su sitio a cierta Mitologia griega, en elaboracién, no ha obligado a ANALES DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE escribir antes una Religién griega, también en trama”. Por donde se puede ver odmo una cosa levaba a la otra por necesidad de articula- cién adecuada en ¢l método del maestro es- critor. No se resignaba él, “especialista en universales”, a estudiar los objetos de la cul- tura como objetos aislados. Necesitaba su- mergirlos en los conjuntos histéricos y filo. s6ficos de cada época para que revelasen st real consistencia y valor. Fijadas estas noticias, advirtamos que La Experiencia titeraria (1942) sirve al mismo método de acarreo ¢ integracién a que el propio Reyes se refiere. Los puntos de vista y las investigaciones que en este libro se des- artollan para la consideracién del fenéme- no literario, en toda su variedad y amplitud, van a desembocar en su obra magna, El Des- linde (1944). Por otra parte, los Tres pun- tos de exegética literaria (1945) no son si- no un desprendimiento de esta Giltima obra reducido a dos temas menores. Su admirable formacién filolégica Ilevé a Alfonso Reyes a la revisién de la actitud tedrica de los antiguas que se le imponia como una ineludible necesidad para consi- derar con actualidad el fenémeno literario. Es el modo en que asume la tradicién, Al- fonso Reyes muestra de una manera excep- cional en nuestro mundo cultural un senti- do humanjstico plenamente interiorizado ¢ integral. En él se realiza la unién madura con la tradicién cultural de Occidente y por ello su obra puede postularse como un ejem- plo cabai de asuncién de las tradiciones cul- turales a que pertenecemos. Asumirlas cs tarea normal y cotidiana de todo intelec- tual, hombre de letras o humanista ameri- cano que lo sea de verdad. Reyes ha sabido recoger de modo ejemplar aquella tradicién, sin desmedro —porque éstas integran nues- tra tradicién— de los elementos americanos y mexicanos que se originan en su situacién particular de hombre de este continente. El autor de Visidn de Andhuac (1917) se ele- v6 entre nosotros como la figura del més AvFonso REYES 0 EL DESLINDE LITERARIO grande humanista americano de nuestro tiempo uniendo, como dice Tristén de Athayde, “as quatro raizes do seu humanis- mo”: la rafz helénica, la raiz. griega, la raiz hispdnica y la rafz mexicana. Su vasta y her- mosa obra es también su prucba fehaciente. El Deslinde, prolegsmenos a la teoria ti- teraria, constituye una verdadera summa de la sabidurfa literaria del gran mexicano; su- pone un cimulo gigantesco de lecturas per- fectamente organizado, un admirable do- minio técnico, epistemolégico, de diversos saberes y una conciencia metédica de rara virtud para hacer fos conceptos claros y dis- tintos, Tratase de una tentativa, verdadera- mente kantiana, de establecer los limites y Ja autonomia de la literatura en sentido es- tricto de una gama variada de saberes “lite- rarios”, que ordena ef deslinde en dos tria- das sucesivas: Historia, Ciencia y Literatu- ra, en primera triada; Matematica, Teologta y Literatura, en segunda triada. Advirtamos, por de pronto, que Reyes considera este libro y esta tentativa como prolegémeno a la teorfa literaria aqui una aproximacién kantiana—, no la teorfa lite- raria misma sino su propedéutica: mera dis- tincién de su objeto en un campo de vastas contaminaciones. Propuesto asi, no deja por cierto de resolver més de un punto de inte- rés para la teorfa propiamente tal. Intentaremos exponer la andadura, muy caracterfstica, de este deslinde. Aquesto sv- pone en buena medida la actitud metédica de Reyes frente al fenémeno literario en st vastedad. Comienza Alfonso Reyes por situar la nueva disciplina entre las diversas posicio- nes frente al fenémeno comin. La vida li teraria se le presenta como un diflogo en el que un creador propone y el piblico respon- de con sus reacciones técitas 0 expresas. Hay, pues, una actitud © postura activa —Ia del creador— y otra actitud 0 postura pasiva, © més bien receptiva —la del piblico lector © auditor—, que significa una clase especial de accién y colaboracién en la vida literaria. 73 Nos inceresa la postura pasiva que es la que compete en este capitulo. Podemos distinguir en ella diversas fases, atendiendo a diferentes criterios, En nues- tro caso, se las agrupa considerando dos ér- denes, el general y el particular, En el or- den particular caen aquellas fases pasivas propiamente criticas, todas las que se en- frentan a los productos literarios, a esta obra 0 a este conjunto de obras. En ef orden ge- neral, hallamos aquellas fases que contem- plan la literatura como un todo orginico. ‘Asi, la historia de la literatura, la precepti- va, la teoria literaria que nos ocupa. En el orden particular, las diversas fases componen lo que Reyes llama la “anatomia de fa critica”: impresién, impresionismo, exegética 0 ciencia literaria y juicio. Teéri- camente las tres primeras se encaminan al juicio, que exige el cumplimiento de las eta- pas previas. En La Antigua Retérica nos ha dejado un anilisis meridian de estas fases sobre el que retorna en El Deslinde. En el orden general, la teor‘a literaria se caracteriza como un estudio filoséfico y pro- piamente fenomenolégico. Sobre este ilti« mo término gravita un peso considerable- mente aristotélico —el de la Poésica—, mis que propiamente husserliano aunque se en- riquezca notablemente con este éltimo. Alfonso Reyes propone su teoria literaria del modo siguiente: “La teorfa es la contemplacién més desin- teresada frente a la postura activa en su to- talidad, entendida ésta como rumbo men- tal, como sesgo noético y contenido noemé- tico, como agencia del espiritu, Considera Jas principales formas de ataque de la men- te sobre sus entes u objetos propuestos: fun- cién dramdtica, funcién épica o narrativa y funcién lirica, las cuales no han de confun- ditse con los géneros a eflas circunscritos, que son meras estratificaciones de. la cos- tumbre en cada época. Toma en cuenta la materia o lengua, su esencia emocional, in- telectual y fonético-stética, y su naturaleza ritmica en el verso y en Ja prosa; el carécter a sustantivo oral y el accidente adjetivo de la escritura, y sus mutuos reflujos; Ia condi- cién popular o culta de formas ¢ imagina- ciones y sus mutuos préstamos y cambios; lo tradicional y lo inventivo, como maneras psicolégicas. Y todo ello en puro concepto de descripcién, de visién (“teorfa”), que no debe derivar normas ni proponer cortapisas sobre Jas evoluciones posibles o aun las sti- bitas mutaciones futuras, Pero la literatu- ra no es sélo una agencia mental abstracta (lo literario), sino también un proceso que se desarrolla en el tiempo, una suma de obras que aparecen dia a dia. De modo que el tronco de la teorfa literaria, en sus ramifi- caciones més finas, no conoce lfmites —asf cuando llega a la descripcién de los géne- ros— y tiene que descender sin remedio a consideraciones histéricas. La teorfa literaria también tiene que descender sin remedio a la preceptiva, pero sdlo en cuanto examina y valora las nomenclaturas que ésta propo- ne y su correspondencia con las realidades literarias. Tales incursiones en campo ajeno deben discretamente administrarse de acuer- do con las necesidades de los propios obje- tivos tedricos. Esta es Ia teorfa literaria”, Este es el sustancial programa —objeto, objetivos, métodos— de la teorfa literaria. Sus diversos puntos se consideran en buena medida dentro de los prolegémenos mismos. Las resonancias tedricas —Husserl, Cassi- rer, Biihler, Staiger— que se pueden sor- prender en el programa anterior no son siempre leales y exactas en el empleo que de ellas hace Reyes y es seguro que en aten- cién a ésto no ha hecho nada por precisar- las con clase alguna de detenida referencia. De modo que podemos observar aqui una suerte de desprendimiento y nuevo curso tedrico de las nociones diversas de los inves- tigadores reconocidos. El texto de Reyes exi ge de esta manera un apego muy estrecho para la cabal apropiacién de su pensamiento. Entrando al deslinde, el primer paso del asedio se dirige a la distincién entre litera- tura en pureza y literatura ancilar. Provisio- nalmente, fiteratura se ama a una agencia ANatgs be La Universipap pe CHILE especial del espiritu que cuaja en obras de cierta indole. Una agencia especial discerni- ble de los dems ejercicios de la mente. Ad- mite Reyes, comprometiendo al lector, que este ejercicio se reduce a: @) una manera de expresar; 5) asuntos de cierta indole, Sin cierta expresién no hay literatura, sino ma- teriales para Ja literatura, Sin cierta indole de asuntos no hay literatura en pureza, sino literatura aplicada a asuntos ajenos, litera- tura como servicio o literatura ancilar. La manera de expresién aparece determi- nada por la intencién y por el asunto de la obra, La intencién es una postura, 0 mejor un rumbo psicolégico, dice, El asunto, para la literatura propiamente tal, se refiere a la experiencia humana general, y para la no- literatura a conocimientos especiales. La li- teratura expresa al hombre en cuanto es hu- mano. La noditeratura en cuanto ¢s teélo- g0, filésofo, cientista, historiador, estadista, etc. El mismo Reyes siente lo inadecuado de la oposicién iiltima, pero conserva los términos luego de una aclaracién, Mas tar- de aludiré a una carta de Paul Valery en Ia cual el poeta francés anula Ia oposicién cien- cia humana-ciencia natural. “Pero, Reyes de Monterrey —escribe Valery—, acaso hay ciencia natural? {No, sélo ciencia hu- mana!” Por otra parte, la peculiaridad del rum- bo mental y aun Ia del asunto, la experien- cia humana en general que posce notas es- pecificas en Ia literatura, Haman también a un especialista sui generis, poeta o creador, y no 2 un humano indeterminado. Las consideraciones sobre la funcién an- cilar, segundo paso del deslinde, fijan la andadura metédica de este esfuerzo sosteni- da con insistente modalidad binaria a lo largo del libro. La doble via puesta en préc- tica para la determinacién funcional del ser- vicio corresponde al movimiento noético de a mente hacia los objetos y a la noemStica © conjunto de objetas mentales propuestos. Estos objetos filtimos se reducen a los temas y pueden ser: a) temas formales, de expre- sién o Ienguaje, también jlamados_poete- Axronso REYES 0 EL DESLINDE LITERARIO mas; 5) asuntos mentados o semantemas. En el anilisis de la funcién no se considera la primera via —noética—, sino solamente la noematica en sus dos fases: la poética y la semintica. Se prescinde provisionalmen- te de la intrincacién que entre ambas pue- da existir. La poética se entiende como procedimien- to de ejecucién verbal, no se refiere sélo a la literatura; que la seméntica 0 conjunto de asuntos no pertencce s6lo a la literatura es cosa obvia. Fijados estos conceptos, se entiende co- mo funcién ancilar cualquier servicio noe- mitico, sea poético, sea semantico, entre las distintas disciplinas del espiritu. El servicio puede ser de dos maneras: a) directo, prés- tamo de lo literario a lo nodliterario; &) in- verso, empréstito que Jo literario toma de lo notliterario, Se establece asf una serie de tipos ancilares —préstamos y empréstitos—, poéticos y semdnticos, totales y esporddicos. Luego, se jan los tipos ancilares literarios y finalmente una escala de tipos ordenada segiin la voluntad del servicio. La superabundancia del servicio extralite- rario, del aporte extraliterario a la literatu- ra, es variadisimo y el més ligero examen de las literaturas nos muestra la riqueza de tal aportacién. Por esto, la literatura puede ser citada como testimonio ante el tribunal de la historia o del derecho, como testimo- nio del filésofo 0 experimentacién del sa- bio. Cuando parecen haberse agotado sus documentos externos, todavia puede darnos indicios sobre la conciencia profunda, Tales son los usos ancilares de la literatura. Ellos sazonan el placer literario, pero también puede acontecer que lo desvien. La segunda etapa del deslinde considera los préstamos y los empréstitos en una p mera trfada tedrica de Historia, Ciencia de lo real y Literatura. Esta constituye, con las dos etapas siguientes —tercera y cuarta— de cuantificacién y cualificacién de los da- tos, la parte més sustantiva desde el punto de vista noético o del rumbo mental y se- mintico —dentro del noemStico— o de los 7 semantemas, En casuistica bien barajada, Reyes la desarrolla con toda la fuerza pro- batoria de su método. El deslinde poético se ha dejado para un nuevo paso. Para forzar la iluminacién del problema, sobre todo en su dimensién cuantitativa, uti- liza libremente un esquema de Toynbee. El esquema, originalmente destinado a esclare- cer el punto de vista de la Historia, sufre una torsién caracteristica en manos de Re- yes en beneficio de la literatura. Observemos que estos capitulos se mue- ven més cerca de lo empirico que de lo pu- ramente tedrico y es ésta la marcha domi- nante en el libro entero. De ello deriva el no- table valor escolar que la obra tiene y la convierte en un vademecum para cualquier cuestién de cruzamiento o contaminaciones. Quien quiera penetrar en la posibilidad y limitacién de las contaminaciones entre los tres érdenes —historia, ciencia y literatura— y las fertilizaciones 0 empréstitos de lo no- literario en cada una de las funciones lite- rarias deberé detenerse en estos. capftulos. Nadie que desce considerar las probleméti- cas condiciones de la novela histérica, por ejemplo, o de la novela cientifica, puede re- huir ef planteamiento de Reyes. La consi- deracién del rumbo mental y de la indole de los asuntos, de: las fertilizaciones 0 em- préstitos, en un instrumento eficaz para re- solver el problema que estas formas nove- lescas han suscitado desde siempre a los es- tudiosos. El anilisis semSntico y el noético empren- didos, primero por cuantificacién y luego por cualificacién de los datos, lleva a con- cluir la naturaleza universal —universalidad temética— de Ia literatura, a la vez que su naturaleza ficticia —rumbo mental— con respecto al suceder, en que se ocupan de va- rio modo ciencia e historia. Universalidad por ficcién; ficcién para universalidad. Cuando se dice ficcién —quinta etapa del deslinde— corre por la idea una circulacién que es como la sangre del arte. Se indica, desde luego, un procedimiento mental au- téntico. Ademfs, se declara, en apuesta pre- 16. via contra el mundo, el compromiso de afia- dirle algtin bien, de enriquecerlo, Esta es la grandeza de la ficcién, Su servidumbre con- siste en que ao puede escapar ni al universo nial yo nia un minimo de suceder real. Mi- diendo el grado del desapego de estas con- diciones limites de rechazo, hay ficcién de To imaginado —polo de emancipacién— y de lo real —polo de sujecién—. Esta diltima ficeién —ficcién de realidad, realidad de ficcién— esté sometida a una doble valua- cién: minima y maxima. Minima, si lo real de mi literatura ser4 aquello que cuente Ii terariamente y de veras haya acontecido dentro de mi experiencia y que lo inventa- do de mi literatura serd lo probable real, 0 acontecido en las condiciones estrictas de mi relato, Maxima, si, puesto a fabricar fantas- mas, tengo que hacerlos con elementos que me preste la realidad: un hombre sumado a unas alas es igual a [caro. Ficcién verbal de una ficcién mental, ficcidn de ficcién: esto ¢s la literatura. La ditima etapa def destinde se aboca al destinde poético. A pesar de ser éste un ca- pitulo sustancial es en él donde sorprende- mos un tanteo més vacilante en el método. Una serie de observaciones 0 exdmenes pre- liminares le son necesarios para abordar la cuestién y obtener un logro positive, que en tiltima instancia no se puede negar. Co- mienza por distinguir dos agencias del len- guaje: tebrica y prictica. La biparticién se muestra insuficiente. Reyes concibe cn el lenguaje cambién una funcién ancilar de servicio mutuo entre el tedrico y el préctico. Concibe los lenguajes teéricos como des- prendimientos del prictico o lenguaje ge- neral que tiene primordialmente ese caréc- ter, Luego aislard de los lenguajes tedricos Tos noliterarios de los literarios, Para el des- inde del tipo tedrico y préctico se aboca al examen del Ienguaje en general en su fase social, primeramente, y luego en su fase lin- giiistica. En esta dltima fase intenta distin- guir entre lenguaje vulgar, que es conside- rado como comunicacién (especie intelec- tual), y Ienguaje estético, considerado como Anaces ve LA Untversipan pe CHiLe expresién (estado afectivo). En estos térmi- nos observa que la comunicacién no es sélo orden semintico, sino también orden poé- tico y que al mismo tiempo la expresién no es s6lo orden pottico sino cambién orden semntico. De aqui pasa a considerar otra po- sibilidad sistemética, la que nace de las no- tas distintivas del lenguaje: comunicativa, actistica y expresiva. Falta en este enfoque el punto de vista orgénico que enlace sisteméticamente la plu- ralidad funcional del Ienguaje y soslaye el choque amenazante de teorias diversas y hasta contradictorias que a cada paso se ve venit. Retomando ef deslinde en un nuevo esta- dio y en busca del rigor terminolégico, de- nomina cologuio a la actividad lingiiistica ordinaria en el nivel préctico y cotidiano y paraloguio a todo lenguaje sui generis 0 len- guaje “al lado”, ya en fase tebrica pura o mixta, te6rico-préctica. Los paraloquios apa. recen como especializaciones del lenguaje coloquial que adoptan en diversa forma Ii- mitaciones defensivas. De aqui pasa a con- siderar los varios productos del lenguaje en su cohesién semdntico-poética. Se distingue, asi, el producto literario —paraloquio teéri- co— por el apego entre ef poetema y el se- mantema que se establece de modo absolu- to a diferencia de lo que ocurre en, los pro- ductos noliterarios. As{ como, en el orden semntico, la fiteratura resultaba de la in- tencién ficticia, ahora, en el orden poético, Ja literatura resulta de la fijeza lingiistica, La literatura es un paraloquio inflexible —también To son el rito y la ciencia— que valoriza —a diferencia del rito y de la cien- cia~ as tres notas del lenguaje arriba se- aladas, Esta valorizacién de las notas del lenguaje en su totalidad sefiala a la litera- tura como plenitud funcional del lenguaje ys en diltima instancia, ef resultado positive del deslinde poético. La conclusién del largo camino recorrido se enuncia asf: “La literatura es actividad teérica del hombre; procede de la facultad de ‘hablar; Atronso REyks 0 EL DESLINDE LITERARIO se vincula en el sistema organico de signos verbales que es el lenguaje; se manifiesta en Jenguas 0 idiomas determinados; es, alli, paraloquio de configuracién seméntico- poética inseparable; tiene intencién semAntica de ficcién; no admite cuantificacién de los datos reales que pueda acarrear, ya por con- cepto de minimo de realidad indispensable, o de realidad tratada en direccién ficticia; se refiere a la experiencia pura, hasta cuan- do incorpora ancilarmente nociones de sa- ber especificoy pone en valoracién méxima igualmente las tres notas lingiifsticas, inte- lectual, actistica y afectiva; busca, a través del estilo, un ajuste psicolégico de precisién comunicativo-expresiva (hasta para sugerir lo impreciso) y un ajuste estético de especie lingiiistica, los cuales resultan en univocidad de contenido intuitivo ¢ individuado (en contagio simpético de naturaleza suprainte- TT lectual y al cabo en deleite de integracién animica, que algunos consideran como in- termediaria hacia la compenetracién mis- tica)”, Este es, en apretada sintesis que no se aleja nada de sus propias palabras, el lineamiento general de las preocupaciones teéricas de Al- fonso Reyes en torno a la literatura. Su obra es una apreciable tentativa de crear una teo- ria literaria de sdlida base lingiifstica. De- tenida en el umbral de estos prolegémenos, su obra est cargada de incitaciones e ilu- minaciones prometedoras que abren la ver- dadera perspectiva de la teorfa literaria. Su rigor y la fecundidad de sus consideraciones deben atraer hacia ella la atencién de los es- tudiosos a quienes queda abandonado su des- arrollo futuro. Hasta ahora, y es de lamen- tar, no ha obtenido el interés que realmente se merece.

You might also like