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ARZOBISPADO DE MENDOZA

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Prot. Nº 331/20

Señor Presidente de la
Suprema Corte de Justicia de Mendoza
Doctor DALMIRO GARAY CUELI y
Señores Ministros de la
Suprema Corte de Justicia de Mendoza
Dres. JULIO GÓMEZ, PEDRO LLORENTE,
MARÍA TERESA DAY, OMAR PALERMO,
JOSÉ VALERIO y MARIO ADARO
Presentes
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De mi mayor consideración,
Tengo el honor de escribirles en mi carácter de Arzobispo de Mendoza, para saludarlos y desearles
una fecunda realización de las audiencias que tendrán lugar en nuestra Provincia de Mendoza a los fines de
debatir públicamente la constitucionalidad de la prisión perpetua.
En estos días, a través de los distintos medios de comunicación, hemos escuchado las opiniones de
juristas y actores políticos y sociales. Sin lugar a dudas, el interés institucional y académico suscitado, nos
habla de la importancia de la discusión, así como la significativa misión que ese Tribunal tiene en liderarla
para contribuir eficazmente a la edificación de una sociedad más justa y más fraterna.
Recordando al querido Padre Jorge Contreras, y escuchando a nuestros capellanes y voluntarios
referirse a las experiencias vividas en su servicio en el mundo carcelario -especialmente pienso en el Padre
Roberto Juárez, verdadero padre de presos- apenas podemos asomarnos a la vida y las perspectivas de
quienes cumplen una condena o esperan sentencia. El testimonio de tantas personas que, en calidad de
víctimas de un delito, han sufrido personalmente o por la pérdida de vida de sus familiares, nos deja la
dolorosa constatación que nada ni nadie ayudará a cicatrizar la herida permanente de cuanto han vivido, que
se reabre una y otra vez en situaciones de violencia y muerte.
En esa constante tensión se inscribe la misión de nuestro sistema legal penal, especialmente en lo
referido a las penas establecidas por la ley, su evolución en vistas a integrar la reparación del mal causado y
asegurar que el Estado cumpla con la esperada re-socialización de quienes han delinquido. Si esto último no
estuviera en el horizonte vital de las instituciones carcelarias, ciertamente habremos perdido el norte y
seguramente se profundizarán los sentimientos de exclusión y descarte de personas, quedando la sociedad,
más frágil e indemne ante nuevas y más graves formas delictivas.

Recientemente, el Papa Francisco, en su Encíclica Fratelli tutti, se ha referido a la llamada “cadena


perpetua”, señalando: “Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad están llamados, por lo tanto, a
luchar no sólo por la abolición de la pena de muerte, legal o ilegal que sea, y en todas sus formas, sino
también con el fin de mejorar las condiciones carcelarias, en el respeto de la dignidad humana de las
personas privadas de libertad. Y esto yo lo relaciono con la cadena perpetua. […] La cadena perpetua es
una pena de muerte oculta»(Discurso a una delegación de la Asociación internacional de Derecho Penal,
23-10-2014 en: AAS 106 (2014), 842).

Me despido de Uds. con mi consideración más respetuosa, augurando una feliz culminación de este
importante encuentro al servicio de una sociedad más digna.

Mendoza, 22 de octubre de 2020.-

+ Mons. Marcelo Daniel Colombo


Arzobispo de Mendoza

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