You are on page 1of 173
La aparicién del libro Lucien Febure y Henri-Jean Martin Traduccién de Agustin Millares Carlo Primera edicién en francés, 1058 Segunda edicién, 197 Tercera edicién, 1999 Primera edicin en espafiol, vrei, 1962 Segunda edicin, Ediciones del Castor- Universidad de Guadalajara-creret-Libraria- Alejandro Valles Santo Tom4s, 2000 Tercera ediciOn, ree, 2005 ‘Segunda reimpresion, 2019 Febvre, Lucien y Henri-Jean Martin La aparicién de libro / Lucien Febvre, Henri-Jean Martin ; trad, de Agustin Millares Carlo, — México: Fee, 2005 515 p.523 x 17 em — (Cole. Libros sobre Libros) “Titulo original: L’apparition du livre ISBN 978-968-5374-00-5 1. Imprenta ~ Historia 2. Libros ~ Historia T. Mastin, Hensi-Jean, coaut. Il. Millares Carlo, Agustin, t. IIL Ser. IV. LO Zy M54 Dewey 002 P5452" Distribuci6n mundial © 1958, Albin Michel Titulo original: L'apparition du livre © Agustin Millares Carlo, por la traduccién D.R.© 2005, Fondo de Culeura Econémica Carretera Pieacho-Ajusco, 2275 14738 Ciudad de México ‘www fondodeculturaeconomica.com Comentarios: edtorial@fondodeculturaeconomica.com Teli: $5-5227-4672 Fotografia de portada: Alejandro Cruz, Atienza Composicién: Cristobal Henestrosa Se prohtbe la reproduccién total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos. ISBN 978-968-5374-09-5 Impreso en México * Printed in Mexico Indice Nota del editor oe Advyertencia xT Prélogo xt Prefacio XY Introduccié6n. 1. Una cuestién previa: la aparicién del papel en Europa Las etapas del papel 2 Las condiciones de desarrollo de los centros papeleros: condiciones naturales ¢ industriales 7 Las condiciones comerciales 2 i La aparicién del libro y el desarrollo de la industria papelera i (siglos xv a xvm) 15 2. Las dificultades técnicas y su solucién, 23 La xilografia, santepasada del libro? 23 El “descubrimiento” de la imprenta 30 La fabricacién de los caracteres 4 Z Composicién e impresion 5r t La imposicion 60 g El precedente chino 63 3. Elaspecto del libro n Los caracteres B El estado civil del libro. Incipit, colof6n y marca 82 La presentacién de los textos y el tamafio de los libros 86 Lailustracién 9 La vestimenta del libro: la encuadernacién ur 4. El libro como mercancia 119 El costo del libro 119 El problema del financiamiento 137 ;- El mundillo del libro Los obreros Los maestros Del impresor humanista al librero filésofo ‘Autores y derechos de autor w a La geografia del libro Los agentes de la difusién Circunstancias que actuaban para atracr y hacer que se estableciesen los talleres de imprenta Geografia de la edicién La imprenta a la conquista del mundo El comercio del libro Algunos datos: tirajes y bultos de libros Problemas que resolver Los métodos comerciales. La época de las ferias, Hacia nuevos métodos comerciales Privilegios y falsificaciones Censura y libros prohibidos y 2 . El libro como fermento Del manuscrito al libro impreso Elllibro y el humanismo El libro y la reforma La imprenta y las lenguas Posfacio. Escribir La aparicién del libro Bibliografia Indice onoméstico 143 44 153 161 183 193 ou 196 228 251 251 259 262 273 279 284 289 289 303 334 368 383 ar 49r Nota del editor La industria editorial no sucle ser tema de interés de la industria edito- rial, Aunque cada vez hay més, los libros acerca de la edicién de libros siguen siendo escasos y,-salvo un par de excepciones en el Ambito de lengua espafiola, estin dispersos entre los catélogos de diversos edito- res, Libros sobre Libros pretende ofrecer a los profesionales del libro, bajo un solo selloy de manera sistethdtica, por un lado’ herramientas prdcticas para la diaria ejecucién de sus labores y por otro reflexiones sobre los alcances y limitaciones de su quehacer. La idea que anima la seleccién y preparacién de las obras es contribuir a que los agentes in- volucrados en el ciclo del libro lleven a cabo su trabajo de mejor mane- ra, con mayor facilidad y generando mayores beneficios, tanto cultura- les como econémicos. Una de las mas seductoras cualidades de toda industria cultural es su cardcter anfibio, pues se desenvuelve lo mismo en el ambito pecu- niario que en el intelectual, lo mismo en el tecnolégico que en el emo- tivo. Tal caracteristica se manifiesta en todo su esplendor en esta obra, auténtica piedra fundacional del modo mis reciente de estudiar la his- toria del libro. Desde que fue publicada al finalizar la década de los cincuenta del siglo xx, La aparicién del libro lamé la atencién de espe- cialistas y aficionados por su inusual amplitud de miras al estudiar el fenémeno editorial, pues su impulso por vincular los aspectos técnicos con los sociales, los econémicos con los literarios, los geogréficos con los religiosos, representé una atractiva novedad, reforzada ademés por la abundancia de informacién y la prosa escueta pero eficaz de los au- tores. Con el paso de los afios la trascendencia de este trabajo ha que- dado clara, por lo que se echaba de menos una nueva edicién en nues- tra lengua que ensanchara su presencia. La que presentamos aqui tiene dos rasgos que merecen subrayarse. Contiene el posfacio que aparece en la tercera edicién francesa y que redacté Frédéric Barbier, uno de los muchos herederos intelectuales de Febvre y Martin, en el que se describe la originalidad de este estudio, tanto durante su gestacién —los propésitos que la animaron, las difi- cultades que enfrenté y cémo se solucionaron— como durante su re- cepcién en el mundo académico. Ademés rescata'la traduccién que Agustin Millares Carlo preparé hace més de cuatro décadas;'en reali- dad, el erudito espafiol hizo mucho més que traducir, pues enriquecid el texto con abundantes notas y referencias bibliogr4ficas acerca de la génesis del libro en Hispanoamérica. Como en la edicién de la Unién Tipografica Editorial Hispano Americana, la voz de Millares Carlo puede reconocerse porque esté dentro de corchetes como éstos: [ Estudiar la historia del libro 0, mejor atin, del mundo del libro es mucho mas que una excéntrica aficién. Para quienes profesionalmente se ocupan del pasado, representa una ocasién privilegiada para conocer el modo en que se difunden las ideas o en que se enhebran los avances tecnolégicos con los sociales. Para los estudiosos de la literatura y el pensamiento, es una puerta de entrada a la materialidad de los textos, requisito insalvable de la lectura. Y para quienes actiian en la industria editorial es la via regia para comprender la naturaleza secular de su ac- tividad, siempre dependiente del crédito magro y riesgoso, de las ma- terias primas caras, de las veleidades politicas, de los lectores siempre escasos y dispersos. Confiamos en que asomarse a la época en que el li- bro dejé de ser un bien de produccién artesanal para convertirse en uno de alcances masivos contribuird a mantener vivo el 4nimo audaz de muchos de los protagonistas de la obra que el lector tiene ahora con- sigo. TomAs Granapos Satinas Director de la colecci6n x = la aparicién del libro Advertencia En 1953, cuando Lucien Febvre me invit6 a escribir el presente libro, me envié un plan de trabajo y el texto del prélogo que aparece mas adelante. Yo debfa enviarle, segiin convinimos entonces, una primera versién, que él proyectaba ampliar y completar. En octubre de 1955 le entregué el manuscrito de los capitulos 1, 11 y 1v y el de las dos primeras secciones del v; Febvre pudo revisar y dar la tltima mano a esos capf- tulos. En enero de 1956, le presenté el 11, la parte final del v, el vr y el vit, a los que sélo pudo echarles una ojeada y comunicarme verbal- mente su aprobacién y sus observaciones. El tenfa intencién de revisar a fondo el libro completo; de todos son conocidas las causas que me obligaron a asumir esta segunda tarea y a redactar, sin los preciosos consejos del maestro, el tiltimo capitulo. Asi, la responsabilidad del conjunto del presente libro me incumbe casi exclusivamente, pero he querido conservar el nombre de Lucien Febvre al frente de una obra concebida ¢ inspirada por él. De este modo me es posible dedicérsela ahora con el testimonio de todo mi afecto y gratitud. Henru-Jean Martin Prélogo Lo que aparece en las épocas cruciales de la historia es comparable a las “emergencias” de las que hablan los bidlogos o los fildsofos. Pensemos en la invencién de la escritura, en el tercer milenio anterior a nuestra era. gNo es acaso otra “mutacién’” la transformacién del manuscrito en libro impreso? En la carrera del extrafio “ser” que es el texto, el escrito, gracias al cual puede transmitirse el pensamiento a través del tiempo y del espacio, aparecen bruscamente caracteristicas nuevas y revolucio- narias. Aunque en un principio su apariencia no cambia nada —el | bro del siglo xv se asemeja en todo lo posible al manuscrito— la mate- ria con la cual esté hecho es bastante nueva, al menos en Europa: una pelicula vegetal, el papel, que puede fabricarse en grandes cantidades, reemplaza al pergamino de origen animal que sigue siendo raro y cos- tos0. Por otro lado, gracias a los tipos méviles, se reproduce infinita- mente més rapido y con mayor facilidad: en vez. de sumarse lentamente uno tras otro, los ejemplares aparecen por centenas y miles. Esta obra muestra las condiciones y las fases de tal metamorfosis. Por un lado permite comprender mejor cudlles eran los elementos que ésta exigia para producirse y, por otro, muestra las modificaciones que el libro impreso —ese “fermento” segin la expresion de Lucien Febvre— causé en la cultura europea, hija, en cierto sentido, del hu- manismo naciente y de sus exigencias. La imprenta aseguré su progre- so y su triunfo definitivo. Cien afios después de su nacimiento, habia creado un mundo nuevo —y también una mentalidad nueva. Veremos en estas paginas cautivantes cémo tipégrafos, maestros impresores, libreros y autores conformaron répidamente un mundo aparte que, en esta época atin muy impregnada de edad media, poseia un estado de dnimo sorprendentemente abierto, moderno, progresista inclusive, y la influencia de éste. Asi pues, los hombres hicieron libros y, a su vez, los libros modelaron a los hombres. Historia del pensamiento, historia de las técnicas, erudicién bibliogré- fica, psicologia de los sentimientos —conocimiento de los hombres—, todo eso fue necesario y todo eso fue coordinado por Henri-Jean Martin para lograr esta obra. Ademiés, encontraremos en él un prefacio escrito por Lucien Febvre, mientras que Marcel Thomas redacté una introduccién consagrada a los manuscritos que representaron “duran- te tantos siglos el tinico medio de difusién del pensamiento escrito”. Debemos también una contribucién a Marie-Roberte Guignard y al padre Henri Bernard-Maitre sobre el libro y su difusién en extremo oriente, y otra a Anne Basanoff sobre el libro en los paises eslavos. Moché Catane, por su lado, muestra cual fue la répida utilidad que le dieron a la imprenta los judios de todos los paises europeos. Este libro, cuya importancia seria superfluo sefialar, aclara los orf- genes efectivos de nuestra manera de vivir y pensar: en cinco siglos, la faz de la Tierra se transforms con el “uso del libro”. Paut Cuatus Secretario General del Centro Internacional de la Sintesis xv « la aparicién del libro Prefacio Hacia 1450, aqui y alld-en occidente, pero sobre todo —segiin se cree— en los paises del norte, hicieron su aparicién unos “manuscri- tos” muy especiales. Por su aspecto, poco diferfan de los tradicionales, pero no tardé en saberse que estaban impresos en papel o, a veces, en una piel rara y fina —la vitela— con ayuda de tipos méviles y una prensa. El procedimiento era bastante sencillo y la nueva técnica des- pert6 por doquier un vivo sentimiento de curiosidad. En la préctica, esos nuevos libros estaban llamados a producir profundos cambios, no s6lo en las costumbres, sino también en las condiciones del trabajo in- telectual de los grandes lectores de la época, tanto religiosos como lai- cos. Tales cambios —no los llamemos revolucién—, desbordando sus Iimites originarios, pronto dejaron sentir sus efectos en el mundo. Es- tudiar esas transformaciones en sus causas y en sus efectos, y mostrar cémo el libro lleg6 muy pronto a ser lo que el manuscrito no habia ni podido ser por razones que convendré puntualizar, es la finalidad pro- pia de la presente obra. De no haberla bautizado el director de la colec- cién con el titulo, excelente en su sobriedad, de La aparicién del libro, podrfa habérsela denominado, con algo de preciosismo, “El libro al servicio de la historia”. Advirtamos, para que nadie se llame a engafio ni se predisponga a juzgar esta obra equivocadamente, que nose trata en.ella de hacer 0 rehacer la historia de la imprenta, ni presentar una nueva versién del Mortet, por referirnos al libro basico del que nos venimos sirviendo en Francia desde hace tantos afios. .~ Se da, indudablemente, por supuesto que sus autores conocen bien la historia del libro, tal como hoy dfa se la puede escribir, y que estn al tanto de los trabajos realizados después de los de Mortet y de sus resul- tados, siempre precarios, por lo dems, y a veces muy insuficientes, so- bre todo en lo que concierne al oscuro periodo de los origenes. Pero en estas paginas no encontraré el lector ni un extenso relato de lo que se ha convenido en Hamar “el descubrimiento de la imprenta”, ni la evo- cacién de antiguos y sempiternos debates sobre la prioridad de tal. pais sobre tal otro, ni de la importancia de este o aquel jefe de taller, ni la atribucién a uno, con preferencia al de més allé, del honroso titulo de [wv] inventor del arte tipogrifico y de algunos de los més viejos ircunables que han llegado hasta nosotros. Existen obras excelentes que pueden poner al lector curioso'al tanto de esos problemas y de los resultados recientes. Nuestra ambicién no se cifra en componer uno més. El libro —recién legado al seno de las sociedades occidentales, que comenzé su carrera a mediados de la decimoquinta centuria y que, amenazado por tantos inventos que se basan en principios del todo di- ferentes; no es seguro que pueda por largo tiempo desempefiar su pa- pel—; za qué causas ha servido o ha dejado de satisfacer? Nacido en el transcurso de uno de'esos periodos de creacién y transformacién por los que han pasado todas las civilizaciones susceptibles de perdurar; concebido y realizado después de la conmocién causada por otros “in- ventos” como la pélvora y las armas de fuego portatiles; nacido muchas décadas antes del ensanchamiento del mundo conocido por Ptolomeo —que éra él mismo familiar a santo Tomas de Aquino— y con ante- rioridad a las audaces navegaciones que habrian de conducir a los eu- ropeos, a partir de 1492, a la toma de posesién de inmensas porciones de continentes desconocidos; que, en una palabra, comenzé a surtir sus propios efectos antes de que se organizara gradualmente un nuevo sis- tema de perspectiva capaz de dotar, cuando-menos por cinco siglos, al hombre de occidente del espacio apropiado, y antes asimismo de que los célculos de un candnigo, alld en los pafses bilticos, dieran como re- sultado la primera de las grandes desgracias que la tierra habfa de co- nocer en muchos siglos; el libro, repetimos, vino asf a formar parte de un conjunto de poderosas transformaciones, que indudablemente'de- bemos guardarnos de creer nacidas en un solo dia y de modo tal que hayan podido acumular como por ensalmo sus efectos revolucionarios. Pero, gcémo comprender lo que aporté a los hombres de las postrime- rias del siglo xwy de los comienzos del xv1, si no se tiene ante los ojos el conjunto total de-as innovaciones, entre las cuales el libro desempefid su propio papel? Definir el alcance de ese papel; determinar cémo y por qué el libro impreso ha sido algo completamente distinto de una realizacién técni- ca cémoda y de una simplicidad ingeniosa —el perfeccionamiento de uno de los medios mas poderosos de que haya podido disponer-la civilizacién de occidente para concentrar el pensamiento disperso de sus representantes—; infundir toda su eficacia a la meditacién indivi- dual de los investigadores, transmitiéndola a su vez a otros; reunir, en la medida de la cénveniencia de cada cual, sin dilaciones,-esfuerzos ni gastos ese concilio permanente de los grandes espfritus, de que hablara Michelet en frases imperecederas; procurarle asf un vigor centuplicado, xvi = [a aparicién del libro na coherencia enteramente nueva, y, en consecuencia, un poderio in- comparable, de penetracién y expansién; asegurar, en un tiempo mini- mo, la difusién de las ideas a través de los campos en que los obstéculos de la escritura y de la lengua no le vedaban la entrada; crear, por afia- didura, entre los pensadores, y mas allé del reducido circuto de éstos, entre todas las personas cultivadoras de su inteligencia, nuevos habitos de trabajo intelectual; mostrar, en una palabra, que el libro ha sido y es uno de los medios més eficaces para ese dominio sobre el mundo es el objeto de la presente obra, y ser4, asi lo esperamos, lo que constituya su novedad. Un gran problema preliminar se plantea aqu{ como siempre: el de los Iimites y divisiones de nuestro libro. Es indtil decir que no nos referimos a esas pueriles divisiones que basadas en falsos célculos cronolégicos hacen las delicias, a los 14 afios, de los alumnos aventajados de nuestros liceos y, por consiguiente, de sus maestros: “zEn qué dia de qué mes de qué afio termina la edad media?” Traduzcamos: “ ;cudndo nace y muere, en la mente de sus in- ventores, un ente de raz6n sin otra originalidad que la practica esco- lar?” Digamos, sin perder el tiempo en tales controversias, que nos proponemos estudiar en estas péginas la accién cultural y la influencia del libro durante los 300 primeros afios de su existencia, es decir, desde mediados del siglo xv hasta las pentiltimas décadas del xvii. En una palabra, entre dos cambios de clima. En el punto de partida, un perio- do de conmociones intelectuales, econémicas y sociales, que dejaron, durante afios, su profunda huella en el espiritu, el corazén y las empre- sas de los europeos: es el mismo periodo que Michelet bautiz6 con el hermoso nombre de renacimiento, seguramente sin la pretensi6n de crear una de esas temibles abstracciones personificadas que, embara- zando el campo de la ciencia, distraen en vanas disquisiciones a espiri- tus que deberfan ser solicitados por nuevos problemas. En los inicios, el renacimiento, concebido con el sentido ampliamente humano que le asignaba el gran historiador; al término, ese otro periodo de convulsio- nes que hacen visibles a los ojos de todos las revoluciones politicas, y que, desenvolvigndose en medio de un conjunto de transformaciones econémicas y sociales graves, desembocé, en el plano intelectual, en esa revoluicién artistica y literaria que, con cl nombre de romanticismo, habria de sembrar'ideas y sentimientos nuevos en el inundo. No olvi- demos al mismo tiempo evocar esos recrudecimientos de sensibilidad que se traducen, por un lado, en un rebrote notable de religiosidad cris- tiana, y por otro, en una apasionada biisqueda de satisfacciones senti- prefacio » xo i mentales aliadas alas ansias de reforma social, al paso que la gran in- | dustria se disponfa a crear en el medio que comenzaba a denominarse ‘| “proletario” una conciencia de clase aconsejadora de accién y reivindi- { caciones. i Fin y comienzo de una época, Una sociedad de cleccién va a desa- | parecer ante el empuje de otra de masas; como consecuencia, la im- prenta mista se ver arrastrada a nuevas y profundas transformacio- nes. E] maquinismo sustituye al antiguo trabajo manual. También en ese terreno se plante6 el antagonismo entre el obrero manual y el me- cAnico, entre el taller artesanal y la produccién fabril. Muy pronto sur- i gid una serie de inventos que intensificé bruscamente lo que podria- : mos llamar virulencia de la imprenta. Lenta, pero inexorablemente, se introdujo la maquina en la que ya ¢s industria del libro. La prensa busca i y encuentra otros motores que no son el misculo. Entre 1803 y 1814 Koening convierte en realidad, sucesivamente, los tres tipos de méqui- nas que anuncian el material moderno: la prensa de platina, la de pausa automatica y la de doble vuelta. Pero ya en 1791 el inglés Nicholson habia concebido el principio de la prensa cilindrica a vapor y el rodillo E para el entintado: progresos todos que muy pronto acelerardn la pro- duccién de los impresos en proporciones cada vez mayores, al mismo tiempo que preparan y explican el triunfo del periédico, tan caracteris- tico del poder de la imprenta sobre los hombres de fines del siglo x1x y de los del actual. Todo ello como resultado de transformaciones soci : les de singular amplitud, pero que al mismo tiempo contribuyerona la aparicién de la nueva técnica. | De 380 a 400 afios es el periodo comprendido entre los dos términos que acabamos de definir. ;Cémo dividir dicho periodo y con atreglo a i qué criterios? Si'se tratara de escribir una historia de la imprenta durante los prime- ros siglos de su existencia, deberfamos buscar, evidentemente, nuestras divisiones en los progresos mismos de la técnica. Ignoro, por lo demas, si se llegaria asf a resultados validos, porque el sistema de impresi6n en 1787, es decir, en los momentos en que Francois I Ambroise Didot, he- redero de tentativas anteriores, ideé la prensa que permitia imprimir la hoja entera con una sola vuelta de tornillo, era un sistema tal que, de haber resucitado Gutenberg y entrado en una imprenta al tiempo en que Luis XVI comenzaba a reinar en Francia, se habrfa encontrado, i salvo algunos detalles, como en su propio taller. Pero se trata, como he- t mos visto, de algo muy distinto de una historia técnica, es decir, de c6- i mo actiéa sobre la cultura europea un nuevo sistema de transmisin y xvur's la aparicion del libro difusién del pensamiento, en el seno de una sociedad, que, aristocratica todavia en su contextura, se satisfacta, y habria de satisfacerse por mu- “cho tiempo més, con una instruccién y una cultura limitadas a ciertas categorias sociales. A pesar de sus ambigiiedades y equivocos, hablemos de nuevo de una clase selecta, relativamente restringida, en la cual, junto a los aristécratas por la sangre, figuraban los que lo eran por su di- nero, por su influencia politica o por sus grandes conocimientos. :En qué medida facilits el libro el predominio y la actuacién de tales hom- bres? ;Cémo salvaguard6 para ellos una parte de los tesoros religiosos, morales y literarios acumulados por sus predecesores entre los siglos x1 y xv, garantizando asf a los contemporéneos de Gutenberg la conti- nuaci6n ininterrumpida de las tradiciones y de las tres antigitedades: la griega, la latina y la cristiana? Y, a la inversa, gen qué medida fue el I bro un agente de propaganda eficaz de esos pensamientos nuevos a los que catalogamos ora bajo la rdbrica del renacimiento, ora bajo la del humanismo? :De qué modo contribuyeron las prensas a la expansién de la religi6n catdlica, de las varias reformadas y de otras? jHasta qué punto colaboraron en el ataque, primero libertino y luego deista, ateo y materialista contra las religiones reveladas? ¢Qué tipo de literatura emplearon para propagarlas y cudl para combatirlas? En qué grado ayudaron al latin en su larga resistencia frente a las lenguas vulgares y a éstas en su lucha contra el latin? Inétil continuar. Un libro como el presente no admite otras divisiones —dentro del cuadro primordial de las estructuras sociales— que las mismas creadas por los problemas que plantea y que son los mismos que los lectores resolvern —tal es nuestra aspiracién— con su ayuda. Era indispensable que expusiéramos todo esto antes de emprender un viaje, del cual, que sepamos, ningfin guia ha sefialado hasta el pre- sente ni los posibles peligros ni los resultados que podrian esperarse. Intentemos, cuando menos, que estas paginas no sean demasiado desa- gradables para quienes las lean, y que una vez que Ileguen assu final, quieran conservar nuestro libro, con la seguridad de encontrar siquiera en Al los resultados de estadisticas exactas y de proyecciones cuyos al- cances nadie hasta ahora habia reunido y comentado. Lucten Fenvee prefacio + xix g aqui la historia ppor lo menos pice miuicho, los h os la evolucié: del siglo xit oct ES ¥ sociales, q es y ened Eatipo que se for nidas en la educi6n flees tos de la Bibliote Introduccié6n’ Al inicio de esta obra, consagrada a la aparicién y desarrollo del libro impreso, parece necesario recordar brevemente lo que fue el libro ma- nuscrito en el mundo occidental, que durante muchos siglos, fue el ‘Anico instrumento de difusién del pensamiento escrito. No se trata de describir aqua historia del libro manuscrito y su presentaci6n, lo cual requerirfa por lo menos un volumen completo. Nuestro propésito so- Iamente es mostrar, en unas cuantas paginas, cémo desde la mitad del siglo xm, aproximadamente, hasta fines del xv, se organizé la produc- ci6n del libro manuscrito en occidente, de cara a una demanda crecien- te,e indicar qué necesidades se encarga de satisfacer cuando ¢l libro impreso viene a sustituirlo. Desde hace mucho, los historiadores acostumbran dividir en dos gran- des periodos la evolucién del libro manuscrito en Europa occidental. “Periodo monéstico” y “periodo laico” son términos familiares a todos és que se interesan en estos problemas. Es indiscutible que la eleccién de estos calificativos, aunque un poco imprecisos, es afortunada y justa, ya que expresan una realidad indiscutible. En el transcurso de las siete siglos que van de la cafda del imperio romano al siglo x1t, son los mo- nasterios, ademés del conjunto de otros establecimientos eclesidsticos, los que conservan casi integro el monopolio de la cultura libresca y de la produccién del libro. No es menos cierto, por otra parte, que a partir de finales del siglo x1 ocurrié un profundo cambio y que estos cambios intelectuales y sociales, que se tradujeron bésicamente en la fundacién de universidades y en el desarrollo de la instruccién entre los laicos al mismo tiempo que se formé una nueva clase burguiesa, tuvieron reper- cusiénes profundas en las condiciones en que los libros se escribieron, imprimieron, copiaron y difundieron. Haremos totalmente de lado en esta répida exposicién el petiodo monistico, estudiado admirablemente en obras que se concentran en- 7 Bsta introducci6n fue escrita por Marcel Thomas, conservador de la Oficina de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, Paris. [xxr]} tal materia. Nuestra intencién es mostrar —en la medida en que los documentos lo permiten, ya que muchos aspectos de estos problemas estén envueltos todavia en un cierto misterio— cémo, a partir del siglo xin, nuevas estructuras profesionales permitieron satisfacer, bien 0 mal, las nuevas necesidades de libros experimentadas por una cantidad creciente de clientes. A pesar de la imposibilidad de elaborar un repertorio completo y pre- ciso de los centros de produccién de libros y hacer un célculo cuantita- tivo aproximado de tal produccién para una época y una regién deter- minadas, es posible, sin embargo, representar de manera. bastante exacta las condiciones en que el libro se producfa y difundia en los siglos xin, x1vy xv. No nos proponemos resumir, ni siquiera a grandes rasgos, la evolucién cronolégica del libro manuscrito, sino s6lo mostrar a qué situacién habia llegado éste cuando los primeros impresores pusieron al servicio de los productores de libros su nueva técnica de fabricaci6n. En cuanto a la técnica material exclusivamente, y sin abordar el es- tudio de la presentacién y la decoracién del libro, no podriamos men- cionar, durante el periodo “laico” de su historia, més que infimos cam- bios respecto a los siglos precedentes. Sin embargo, debe mencionarse tuna innovacién que tuvo importantes repercusiones en la fabricacion y el precio de los libros: hablamos de la aparicién del papel, que no vino, ni mucho menos, a reemplazar al pergamino, sino més bien a apoyar- Io, a relevarlo y a permitir, junto con la produccién de Lujo o semilujo, la introduccién en el mercado de libros menos caros —aunque la dife- rencia de precios no fuera originalmente tan grande como a veces cree- mos— y producidos en mayor cantidad. ‘Mis adelante haremos una répida cronologia de la conquista de Eu- ropa occidental por el papel; se verd, por otra parte, cOmo la-aparicién del papel y el desarrollo de la industria papelera permiten el nacimiento de la imprenta, En lo que concierne al manuscrito, el papel no presenta més ventajas sobre el pergamino que su precio menor y la posibilidad de producirlo en cantidades ilimitadas. Mas frégil, de superficie més ru- osa —hablamos, claro, de los papeles medievales—, de mayor porosi- dad a la tinta, se prestaba menos a recibir los pigmentos usados por los iluminadores. Tenia, en cambio, la ventaja de ser més ligero —aunque 2 W. Wattenbach, Das Scriftwesen im Mittelaltr, 3a ed., Leipzig, 1896; J. W. ‘Thompson, The Medieval Library, Chicago, 1939 (bibliografia); Lesne, Les livres: soriptoria et biblioreques du début du vut a la fin du xf siecle, en el t. 1 de la Histoire de la propriété ecclésiastique, Lille, 1938. sour « la aparicién del libro menos de lo que podria creerse, pues en el siglo x111'se habia logrado fabricar un pergamino de una finura y flexibilidad extremas, més del- gado incluso que el papel contemporaneo—. Un gran ntimero de pe- quefias biblias latinas del siglo x1 pueden, por el doble esfuerzo del pergaminero y del copista, tener dimensiones menores a las de dos vo- Iimenes que contienen, por ejemplo, la traduccién moderna de Le maistre de Sacy. Es cierto que se necesitan ojos ejercitados y penetrantes para descifrar su texto, pero tales biblias son sin duda mas manejables y menos estorbosas que las primeras y célebres biblias impresas. No fue sino hasta el siglo xvi cuando la imprenta produjo biblias portatiles. Acabamos de decir que la ventaja principal del papel residfa en su me- nor precio y, sobre todo en el siglo xv1, en su mayor abundancia en el mercado, pero no es facil hacer sobre este punto comparaciones preci- sas. Poseemos, en efecto, numerosos manuscritos donde se menciona el precio del pergamino necesario para su fabricaci6n, asi como cuentas —sobre todo reales—en las que se anotaron las compras de pergamino y-de papel;3 por desgracia, los términos empleados no siempre estan de- finidos de manera precisa. El pergamino se compraba en “fajos” —por logeneral una docena y media de pieles enteras— 0 en docenas, 0 en unidades o en cuaderno, es decir, ya cortado y plegado en cuaderno de seis u ocho hojas, pero cuando se habla de “cuaderno” en las cuentas no podemos saber con certeza sus dimensiones ni el ntimero de sus hojas, por lo que no podemos sacar nada de estas indicaciones. A finales del siglo xrv, en Parfs, el precio de la piel variaba entre 12 y 20 denarios, ms o menos. La superficie media de una piel era apro- ximadamente de 0.5 m’; se necesitaban de 10 a 12 pieles para constituir un volumen de 150 hojas de 24 por 16 cm —dimensiones corrientes en los siglos x1v y xv—. La materia prima en biruto, el “soporte” de tal vo- - Tumen, podia costar, por consiguiente, de 10 a 20 sous. Habfa que aiia- dir a cste precio la suma de cuatro a seis denarios por piel, para quitar- Ielos residuos de pelos ¢ impurezas diversas y dejarla lista para recibir la escritura, Estas cifras s6lo las damos a titulo de indicacién y debieron " variar mucho segiin la calidad de las pieles, su abundancia en el mercado | yel lugar donde se vendfan. En Paris, la feria de Lendit era un centro importante para el comercio del pergamino. 3 Douet d’Arcq, Comptes de Uhétel des rois de France auc xiV et xv sidcles, Paris, Société de Histoire de Prance, 1865, pp. 64, 67, 97, 99; 101 y 88. 151, 160, x62, 383; 224, 231, 233, 332 Y 334- introduccién » xxii Asi, un simple célculo aritmético permite reducir a la nada las le- yendas repetidas con tanta complacencia sobre el simero fabuloso de pieles necesarias para el ejémplar de un solo volumen, aunque fuese de dimensiones considerables. Es sorprendente ver que obras recientes y bien documentadas atin caen en estos errores. Thompson, por ejem- plo,t cita el encargo hecho en 1324 a un amanuense por la condesa de Clare, en Inglaterra, de un ejemplar de Vitae patrum para el que se necesitaron no menos de mil pieles, que al precio.de entonces de dos denarios ingleses por piel habrian Ilevado el precio del pergamino ne- cesario para este volumen a la fabulosa suma de seis libras esterlinas. En realidad basta con examinar un ejemplar manuscrito de Vitae pa- trum, en la versién latina o en las diferentes versiones francesas, para constatar que el texto escrito en dos columnas ocupa generalmente en- tre 150 y 160 hojas de 25 por 16 cm, sobre una superficie de pergamino de 6 m*, lo que representa alo mas una docena de pieles. Por la misma época, los fondos de la argenteria® consignan el precio de dos sueldos con seis denarios para la mano de “pequefia forma” de papel —sin duda una superficie de 50 por 30 cm—, 0 sea, un denario y medio la hoja de 0.15 m’, mientras que, como hemos visto, el valor en ese entonces era, a lo més, de 24 a 26 denarios la piel de 0.5 a 0.6 m?, in- cluyendo el costo del raspado: La diferencia es, sin duda, apreciable, aunque cstd lejos de tener la importancia que a veces se le ha atribuido. De hecho, hasta el siglo xv el papel no parece presentar suficientes ven- tajas o encontrarse en grandes. cantidades en el mercado.como para sustituir al pergamino. Pero, gexistfa el pergamino ex abundancia? En Francia al igual que en Inglaterra su precio se mantuvo sensiblemente constante de la se- gunda mitad del siglo xxv a la segunda mitad del xv, mientras que la produccién de libros aumentaba bastante, lo cual tenderfa a probar que no se habfa convertido en una mercancfa rara, Serfa interesante es- tudiar si el ganado, sobre todo el ovino, habfa alcanzado en el misrho periodo un crecimiento importante. De cualquier manera, sabemos que tres siglos después, cuando el pergamino no se usaba més que para la copia de actas jurfdicas y usos industriales, diversos, atin se vendian en Francia més de 100 mil pacas —cada una de 4o pieles— al afio.® 4J.W. Thompson, op. cit. 5 [Fondo de la Casa Real para ciertos gastos'extraordinarios.] Douet d’Arcq, op. cit. ©}. de La Lande, L’art de faire le parchemin, Paris, 1761. ‘xxv « Ia aparicién del libro Todo esto, claro estd, no significa que la imprenta hubiera podido alcanzar el desarrollo que tuvo sin el papel. Suponiendo aun que todas las hojas de pergamino hubieran podido pasar fécilmente por la pren- sa, la edicién més chica habria requerido algunos cientos de pieles, aunque se hiciera en formato pequeiio, mientras que los formatos mas grandes habrfan necesitado miles. Alojs Ruppel,” particndo de los mismos datos que nosotros, ha calculado que un volumen en vitela dela Biblia de Gutenberg, cuyas 340 hojas miden 42 por 62 cm, hubiera ne- cesitado 170 pieles. Los treinta y tantos ejemplares que se tiraron consu- mirian, por tanto, cinco mil pieles. Para el centenar de ejemplares titado en papel se hubieran utilizado 15 mil pieles mds. En estas condiciones es sorprendente constatar la gran cantidad de ejemplares de lujo que se imprimieron cn vitela entre los siglos xv y xv1, aunque es cierto que se trataba normalmente de libros de hojas de formato muy pequefio. ‘Como en el transcurso de los sighos anteriores, los monasterios conti- nuaron, incluso en el periodo llamado laico, copiando los diversos ma- nuscritos que eran necesarios para su uso personal. Las reglas de las 6r- denes mondsticas previeron siempre cierto néimero de horas de trabajo intelectual al dia, y la copia de manuscritos representaba parte impor- tante de este trabajo. Los scriptoria,® organizados segin las practicas tra- dicionales, no dejaron de producir obras de estudio y manuscritos li- tirgicos y no lo dejarian de hacer sino hasta que la imprenta relegara el manuscrito al dominio del pasado. Y aun entonces, tanto por tradicién ~ como por necesidad, los monasterios continuaron, hasta bien entrado ~ el siglo xv, copiando misales, antifonarios, breviarios, etcétera. Pero el rasgo dominante del nuevo periodo que se inicia a principios del siglo xat es que los monasterios ya no son los tinicos productores de libros y s6lo los producen para su uso exclusivo. Los centros de la vida intelectual se desplazan y seran las universi- dades donde los sabios, los profesores y los estudiantes organizan, jun- to con los artesanos especializados, un activo comercio de libros. Es cierto que en ocasiones, y durante mas tiempo en Inglaterra que en Francia, a tal o cual monasterio, donde las grandes tradiciones de la -caligrafia y la ilustracién se hiabfan conservado particularmente bien, Ie solicitara un soberano o un gran sefior la ejecucién de manuscritos " dé lujo, cuya venta constituirfa un.recurso complementario de ingre- 7A. Ruppel, Johannes Gutenberg, sein Leber und sein Werk, Berlin, 1947, p- 141- 8 Véanse a este propésito las obras de Lesne:y. J. W. Thompson, citaidas en la nota 3, 5 introduccién « xxv sos para la abadfa. Sin embargo, esto sucede cada vez menos. En Ingla- i terra el caso de John Lydgate, monje de Bury, quien compuso y copié hasta su muerte en 1446 los textos de lengua inglesa para el uso de lai i cos, a quienes se los vendia,? es excepcional. A principios del siglo xin, y aun desde fines del xt, la aparicién y el desarrollo de las universidades dieron origen a un nuevo piiblico lector que, si bien era de clérigos en su mayorfa, no tenia lazos estrechos con ms establecimientos eclesidsticos que el alma mater, mientras estaban ligados a ésta. Para preparar sus clases, los profesores tenian necesidad de textos, obras de referencia, comentarios. Sabemos de la importancia que te- nian en la ensefianza medieval la glosa, la discusién, el comentario de un texto considerado autoridad, y esto en todos los terrenos del conoci- : miento. Era indispensable que pudieran disponer comodamente de es- tos instrumentos de trabajo, y en consecuencia que la universidad or- ganizara una biblioteca que pudieran consultar, Pero no siempre era posible, ni facil, comprar los textos copiados; por lo tanto, se imponia la creacién de talleres donde las obras indispensables se copiaran a un precio razonable y en el menor tiempo. Esto no exclufa la consulta de bibliotecas que no fueran de la uni- i versidad, donde se podian encontrar obras raras y, sin embargo, titiles. i El préstamo de libros era una institucién muy comin en la edad media H y los establecimientos monésticos, los cabildos, etcétera, prestaban con frecuencia obras de las que no hubieran aceptado deshacerse definiti- vamente para venderlas a las nuevas bibliotecas universitarias. ese a la importancia de la ensefianza oral, los estudiantes necesitaban también poser un minimo de libros. Si bien podfan tomar lo que Ilama- riamos “notas de clase” y fiarse en gran parte de una memoria que los métodos de aprendizaje en uso en la edad media habian desarrollado considerablemente, no por ello tenian menos necesidad de un minimo de obras. Si no tenfan el tiempo para hacer las copias ellos mismos y eran suficientemente ricos para permitirselo acudfan a copistas profesiona- Ies, cuyo mimero se multiplicaba alrededor de las universidades. Poco a poco se forma asi, en cada centro universitario, una verdade- ra corporaci6n de profesionales del libro, clérigos o en ocasiones laicos —los libreros eran laicos; los copistas 0 “escribas” frecuentemente eran clérigos— que pronto fueron vistos como parte de Ja universidad a la que servian. Como tales, gozaban de ciertos privilegios, en particular i la exencién de la talla y del tributo, y dependian en el plano judicial de 9R, R. Root, “Publication before printing”, en puta, xvi, 1913, p. 417. xxvi » la aparicién del libro i las autoridades universitarias —privilegio de commirimus, que se re- monta para ellos a principios del siglo xm."° ‘A cambio de estas ventajas, libreros, estacionarios —término que se remonta a la antigtiedad romana y que fue usado nuevamente por las universidades italianas— y copistas estaban sujetos a un estricto con- trol por parte de la universidad. Servidores de una gran corporacién que los protegia, no eran libres, como los simples artesanos, para traba- jar por su interés personal. En todo momento, la organizacién misma de su trabajo les recordaba que realizaban de hecho lo que lamarfa- mos un “servicio piblico”. Varios documentos,"' de los cuales los principales datan de 1275, 1302, 1316, 1323 y 1342, nos permiten hacernos una idea precisa de sus labores. Nombrados después de una investigacién previa, que permitta a las autoridades asegurarse de su buena reputacién y de sus capacidades profesionales, los libreros y estacionarios debian depositar una fianza y prestar juramentoa la universidad. Una vez que estaban en posesién del oficio, vefan sus actividades estrictamente delimitadas y vigiladas cons- tantemente. El librero no era tanto un comerciante como un depositario de libros; los manuscritos, debido a su relativa rareza, se revendian y pa- saban de mano en mano durante muchas generaciones de estudiantes y profesores. Este comercio de ocasion se realizaba por intermedio de un = librero, mas éste no era la mayoria de las veces sino un intermediario en- | we cl vendedor y el comprador, y la fianza que debia depositar para esta- blecerse garantizaba su solvencia. No podia vender ni comprar mas que en ciertas condiciones, estaba obligado a anunciar pablicamente las _ obras que tenfa —para evitar que provocara una carencia artificial en su beneficio— y la remuneracién de sus esfuerzos era una comisién que no podfa ser superior a cuatro denarios por volumen si ¢l comprador era maestro o estudiante de la universidad, y seis denarios si no lo era. Junto a los libreros, simples comerciantes 0 comisionistas de libros, E los “estacionarios” tenfan un papel més delicado, que podemos conocer | por los magnificos trabajos del abad Destrez, gracias al cual sabemos ahora F con detalle los mecanismos de la “tasacién” de las copias, de la circu- © laci6n de los exemplaria y en general de lo que se conoce como la institu- U cién-de la pecia.”* de Berry, quien con frecuencia encargaba libros de lujo a artistas aloja- dos en su palacio y subvencionados por él, compraba igualmente bellos ejemplares puestos en venta por los libreros —entre otros, compré en 4403, un manuscrito en prosa del ciclo de Arturo que le vendié Raoul du Montet—.*3 Los inventarios precisan en este caso que se trataba de ina'obra comprada a un librero y no comisionada, Esto prueba que en -dicha época la clientela que se interesaba en los manuscritos de lujo era Mientras tanto, el aumento de la clientela, que trafa consigo una de- da creciente, provocé que los copistas y los artesanos del libro te y répidamente posible. [= Es cierto que desde hacia mucho se habia Ilegado.en los scriptoria nondsticos a alguna forma de especializacién. Segiin sus aptitudes, unos ise consagraban a la copia del texto y otros a su iluminacién, El monje H. Loomis, The Auchinleck Manuscript and a Possible London Bookshop of 10-1340, €N PLMA, LVI, 1942, pp. 592-627. 23 J.J. Guifftey, Inventaires de Jean, duc de Berry, 1401-1416, Paris, 1894-1896; ‘Thomas, “Recherches sur un groupe de manuscrits 4 peinture du début du sidcle”, en Bul. Bibl. de la Societé Intern. Arthurienne, 4, 1952, pp. 81-89. introduccién « xxv copista y el monje iluminador, por lo menos, trabajaban uno al lade) del otro, en relacién constante. Por el contrario, cuando los talleres cos se multiplicaron, vemos cémo cada vez més se crean establecimien tos distintos, unos de copistas, otros quizé de rubricadores, otros, clara de iluminadores. Asf se constituyen, poco a poco, verdaderas cadenas da produccién-en las cuales un gran nimero de artesanos realizan tarea bien definidas. La materia prima —el “soporie”— se preparaba cada vez menosie cl taller que la utilizaba. Las cuentas del tesoro real muestran qué pergamino, generalmente comprado en bruto —pergamino froutin estaba en manos de los artesanos encargados de adelgazarlo, rasp: y blanquearlo; generalmente su remuneraci6n ‘esta indicada’ apa Cuando el texto estaba escrito, un amanuense especializado afiadia titulos de los capitulos 0 rabricas; otro se encargaba de realizar las tras en color, si eran necesarias, o de iluminarlas o historiar las cab de capitulo, No era necesario que leyera el texto, puesto que el a nuense, para evitar toda duda o pérdida de tiempo, al copiar la ob Nos limitaremos a mostrar cémo también ellos se esforzaban en tral jar en serie. Aunque el taller del iluminador es totalmente distinto al del copisg ta, este Ultimo proporciona a los artistas las indicaciones concernienteg a la ilustraci6n, Es frecuente que estas indicaciones, colocadas en, mérgenes, hayan desaparecido; Léopold Delisle,?5 sin embargo, cits numerosos ejemplos y confirma que son muy someras (por ejemph aqui un papa en su trono; aqui dos monjes; aqui una mujer a caball etcétera), El jefe del taller comenzaba la obra y precisaba con maj detalle las escenas 0 personajes que se iban a representar.”° Si el i nuscrito no era de precio muy alto, se contentaba con trazar a lapiz: >, Martin, Les miniaturistes francais, Paris, 1906. 35 L. Delisle, Le cabinet des manuscrits, passim. 6 Sobre estos talleres de miniaturistas de comienzos del siglo xv, véase el cavaeg logo de la exposicién Manuserits a peinture du xuf au xvf siécle, Paris, Biblioteca Nacional, 1955, cuyas explicaciones fueron redactadas por Jean Porcher con abt dante bibliografia. xxv « la aparici6n del libro répido esbozo que ayudaba a sus discipulos a colocar la composicién segtin reglas bien aprendidas y mil veces aplicadas, Es asf como de un taller de iluminacién de principios del siglo xv pudieron salir a la vez tuna obra maestra de la pintura francesa, como las Grandes horas, la- madas “de Rohan”, y otros muchos trabajos ejecutados répidamente, B donde se reconocen el estilo y las caracterfsticas del maestro, pero no su © talento. Una vez. realizado este trabajo, otros especialistas ejecutaban + los fondos, si la moda exigia para ellos los recursos de ura técnica espe- ; cial, como, por ejemplo, cuando se trataba de fondos de oro bruiiido, adornado o no con follajes, punteados y cuadriculados més o menos ri- cos, etcétera. Ante la multiplicidad y complejidad de estas operaciones, se ha sefiala- ; doa menudo que la confeccién de un solo libro representaba una suma f-colosal de trabajo y esfuerzo. Este punto de vista esta sin duda justifi- ado, pero conviene no generalizar demasiado. Es cierto qué el libro de © gran lujo, obra de arte destinada a ser contemplada y no lefda, como t-los suntuosos volimenes propiedad del duque de Berry, quien fuera {sin duda el mds grande bibliofilo de su época, exigfa meses, si no afios, p de trabajo y costaban verdaderas fortunas. Pero también se fabricaban en la misma época cantidad de libros, eventualmente iluminados o La industria del libro de horas, por su parte, ocupaba exclusivamen- -a-ciertos talleres especializados. También —y muy especialmente en +, ingeniosos métodos de divisién del trabajo permitian ganar npo y realizar una verdadera produccién en serie. Perticularmente a Flandes existfa cierto ntimero de talleres de este género y Delaissé mostrado que algunos iluminadores realizaban de esta manera némero de escenas, siempre las mismas, destinadas a ilustrar las des fiestas litrgicas —navidad, anunciacién, etcétera—, mientras ‘copistas escribfan calendarios diferentes segtin las didcesis, que se ntaban después a las partes “comunes” del libro de horas. Los iluminadores mismos pusieron en marcha procedimientos téc- eos para reproducir muchas veces un modelo,.Come ha mostrado Henri Martin, desde el siglo x1v se utilizé una especie de papel calca Bearta lustra”), hecha a base de resina, que permitia reproducir exac- mente un mismo “cartén” o modelo; y sabemos que hubo frecuentes cllas entre iluminadores, quienes se acusaban mutuamente de ha- robado estos “cartones”, que representaban para eos un instru- introduction = xxxvt mento de trabajo inapreciable, Estos procedimientos no se utilizaban s6lo en la produccién de los libros de horas, como se ve en el manuscri- to 117-120 de la Biblioteca Nacional de Paris, el cual contiene un ciclo arturiano que es la réplica exacta de un manuscrito de la Biblioteca del ‘Arsenal: la misma paginacién, el mismo programa de ilustracién, los 4 mismos cortes de texto de un cuadernillo a otro. Un descubrimiento de Lieftnick, en Holanda, y presentado en 1955 por Samaran en el Cot greso de Ciencias Hist6ricas;7 da una idea de lo que podria ser la cal pacidad de produccién en los talleres que babian recurrido a tales mé= todos. En un manuscrito de la Biblioteca de la Universidad de Leydem (spt. 138), que contiene la coleccién de textos conocidos bajo el nombres de Auctores octo y escritos en 1437, se encuentra la mencién en flamen- co de un encargo hecho por un particular —seguramente un librero al por mayor— aun jefe de taller de copistas cuyo nombre no se menci na, Este encargo consiste en un gran ntimero de-ejemplares de diversos textos que formaban un pequefio manual utilizado en las facultades d artes: 200 ejemplares de los Siete salmos penitenciales, 200 de las Disticag de Catén en flamenco y 400 de un pequefio libro de oraciones. Es sorprendentes cifras representan, sin duda, verdaderas ediciones. Después de la mitad del siglo xin, y para satisfacer las necesidades cr cientes, los copistas perfeccionaron sus métodos y alcanzaron, en.cier tos casos, una verdadera produccién en serie. Gracias al sistema dela pecia habian conseguido multiplicar los textos universitarios, evitanda la circulacién de textos cada vez més defectuosos de una copia a otra ciones de gestas y novelas galantes— y, sobre todo, libros piadosos, los cuales no habia familia burguesa que no poseyera algunos ejemplas res, pues era costumbre ofrecerlos como regalos de bodas. Antes de objeto de multiples ediciones impresas, el Voyage de Jean de Mandeville acabado en 1356, fue muy difundido en forma de manuscrito: 250 ha legado a nosotros, traducidos a todas las lenguas —73 en aleman y bu landés, 37 en francés, 4o en inglés y 50 en latin—, sin contar las ve nes en espafiol, italiano, danés, checo e irlandés, casi todas de comien 2 (Este descubrimiento ha motivado una comunicacién en Comitato Inter sionale di Scienze Storice.] X Congresso Internazionale, Roma, 4 al 11 de septiembre de 1955; Atti, Florencia, 1957, pp. 152-153. Sobre los manuscritos impuestos, vé luego p. 67. xxxvut « [a aparici6n del libro 20s del siglo xv.”* Asf, pues, en general el trabajo de los copistas prepa- ra el de los impresores. Constatamos de esta manera, en visperas de la aparicién de la imprenta, una necesidad creciente de libros que parece dejarse sentir en estratos sociales cada vez mayores —entre burgueses y comerciantes, para ser més precisos—, mismas que son, en esta pri- mera mitad del siglo xv, los artifices y beneficiarios de tantos cambios técnicos, como la invencién de los altos hornos, por no mencionar mas que esto, La imprenta, que es esencialmente un progreso técnico, debia tener en sus comienzos repercusiones imprevisibles. Mostrar cémo pu- do Ilevarse a cabo y qué es lo que aport6, més alld de su primer objeti- vo, ¢s la finalidad de las paginas que siguen. 28H. S. Bennett, “The Author and his Public in the x1v" and xv" Century”, ben Esiays and Studies by Members of the English Assoc, t. Xxitt, 1938, pp-7 Y Ss. introduccién « xxix 1. Una cuestién previa: la aparicién del papel en Europa 4Por qué los primeros libros impresos aparecen en Europa occidental a mitad del siglo xv? gPor qué en.la primera parte de ese siglo y al pa- recer en todas partes, de Avifién a Maguncia, de Haarlem a Estrasbur- go, personas aisladas se las ingenian para resolver los miltiples proble- mas que plantea la reproduccién mecénica de un manuscrito en varios ejemplares? ¢Razones de orden intelectual? Ciertamente los hombres de co- mienzos del siglo xv, y en primer lugar los grandes lectores, en btis- queda perpetua de textos siempre caros y dispersos en las bibliotecas, sofiaban con un procedimiento que les permitiera multiplicar a bajo costo los ejemplares de un mismo libro, sin lo cual nadie habria pensa- do en buscar la solucién de este problema: la imprenta. Sin duda, al iniciar el siglo xv y mientras se anunciaba un buen atimero de cam- bios, se esforzaban mas y mas en producir en serie ciertos manuscritos y en responder a necesidades cada vez mayores, Ya en el siglo xin la creaci6n de las universidades habia hecho sentir la necesidad de poser mayor-ndmero de manuscritos —y el renacimiento de las letras s6lo habfa provocado perfeccionamientos menores: la adopcién de un siste- ma més complejo de abreviaturas, la organizacién del sistema de la pe- cia, que permitia a los copistas trabajar con mayor rapidez y no inmo- vilizar a la vez mas que un cuaderno de los preciosos voltimenes que habfa que reproducir—. Se continué, por entonces, escribiendo a ma- no: occidente no disponta atin de todos los recursos indispensables para la adopcién de un procedimiento de reproduccién mecénica. 4Qué recursos? Inmediatamente pensamos en los caracteres mévi- les. Para creatlos era necesario fabricar un punzén de metal duro, pro- ceder a la ejecucién de una matriz, golpeando con suficiente precisién este punz6n sobre un bloque de metal menos duro; fundir, por tiltimo, con Ja ayuda de esta matriz, los caracteres hechos de una aleacién ade- cuada. Todas estas operaciones nos explican: por qué el nuevo arte to- mé cuerpo en los circulos de orfebres, a mediados del siglo xv. Pero na- da se habria opuesto a que esa realidad se hubiera alcanzado un siglo antes. Paralelamente, lo mismo sucede respecto de la impresién propia ti mente dicha: todas las operaciones que esta expresin encierra, ya se trate de la reunién de los caracteres, ya del entintado o del uso de una prensa —en el supuesto de que ésta hubiera sido absolutamente nece- saria—, habrfan podido ser puestas en préctica mucho antes que Gu- tenberg. Pero lo importante no era esto. Lo que nosotros llamamos “industria tipogréfica” —con una expre- sién que justificamos por la mecanizacién de la imprenta a partir de los comienzos del siglo x1x— era, desde su nacimiento en forma arte- sanal, tributaria de una materia prima sin cuyo concurso era imposible obtener algtin resultado: nos referimos al papel. ;De qué hubiera ser- vido contar con plancha de imprimir 0 composiciones constituidas por caracteres méviles si sélo se disponia para recibir la impresién de pieles en las que penetraban dificilmente la tinta y de las cuales sélo algunas —las més raras y costosas, las de vitela; es decir, la piel de ternera muerta al nacer— eran suficientemente planas y ligeras para ser facil- mente sometidas a la accién de una prensa? La invenci6n de la im- prenta habria resultado inoperante si un nuevo soporte del pensamien- to, el papel, procedente de China por medio de los érabes, no hubiera hecho su aparicién en Europa dos siglos antes, para llegar a ser de em- pleo general y corriente a fines del siglo xiv. Las ETAPAS DEL PAPEL" En el siglo xm aparece en Italia esta nueva clase de “pergamino” que traen los comerciantes qué negocian con los arabes. El papel no pre- sentaba las mismas cualidades externas que el pergamino. Mas delgado, de aspecto.algodonoso —se erey6 durante mucho tiempo que era fa- bricado con algodén—-, tenfa menos cuerpo y se desgarraba con facili- dad. En un principio tuvo la modesta funcién de un sucedéneo aceptable después de todo y con algunas ventajas en ciertos casos, principalmente cuando el documento escrito no estaba destinado a durar —cartas, por * [No trataremos en este capitulo de la ruta del papel a través de Asia y de la cuenca mediterrénea. Tampoco nos ocuparemos de los molinos de papel espafio- les que parecen ser los primeros que funcionaron en Europa: es cierto que en oca- siones se utiliz6 fuera de Espafia el papel fabricado en este pais, pero la industria papelera europea nacié en Italia y se difundié en Europa esencialmente partiendo de Italia. Véase sobre todos estos problemas T. F. Carter, The Invention of Printing in China and its Spread Westward, revisado por L. Carrington Goodrich, 2a ed., Nueva York, 1955.] 2 = laaparicin del libro ejemplo, o borradores—, 0 cuando se trataba de hacer la minuta de un texto que luego seria redactado. Por esto los notarios genoveses no du- daron en utilizar para sus registros cuadernos de papel blanco, ¢ inclu- s0, a veces, viejos manuscritos érabes en cuyos mdrgenes escribfan. Pronto las balas de papel fluyeron por los puertos italianos. Se utili- zaba a veces este nuevo material en las cancillerfas, pero el temor de ver destruirse esta sustancia desconocida y de apariencia frégil incit6 a los soberanos a proscribir su empleo para la redaccién de documentos. Desde 1145 el rey Roger ordené que todos los diplomas redactados en “carta cuttanea” en tiempos de sus predecesores fueran copiados en pergamino y después destruidos. Todavia en 1231 el emperador Fede- rico II prohtbe el uso del papel en la redaccién de actas priblicas.* ‘A pesar de estas prohibiciones, el papel gana terreno. Los centros de fabricacién se establecen en la misma Italia; desde principios del siglo xav los papeleros son numerosos en los alrededores de Fabriano; dos hechos habrfan de favorecer el desarrollo de eite primer centro, hechos que facilitar‘an la difusién de la industria papelera en toda Europa occidental. El primero es de orden técnico. Desde el siglo x1, y quizds antes, se tenfa la idea de adaptar a los molinos unas “palas”, transformando el movimiento circular en alternante. Esta invencién iba a ser el origen de numerosas transformaciones industriales; la aplicacién de este pro- cedimiento por parte-de los papeleros de Fabriano permitié reempla- zar la antigua muela que los arabes utilizaban: para despedazar y tritu- rar los trapos por mazos que mejoraban el rendimiento disminuyendo el costo, y ayudaba a producir un papel de calidad superior.3 El segundo hecho es la difusién del cultivo del céfiamo y el lino en la Giltima parte de la edad media, y la sustitucién del lienzo por la lana en la ropa interior, lo que haria que los trapos viejos fueran més bara- tos y abundantes en la época en que se generalizé su uso. Favorecidos de esta forma, los negocios de los papeleros de Fabriano no tardaron en extenderse. Desde 1354, Bartolo, el famoso jurista, ha- blaba de la actividad de esta “noble ciudad” de los Mazos de Ancona, 2 A. Blum, Les origines du papier, de 'imprimerie et de la gravure, Paris, 1935, P- 22. 3 Sobre el molino de agua y los problemas técnicos medievales, véanse M. Bloch, “Avénement et conquétes du moulin a eau”, en Annales d'Histoire Economique et Sociale, 11, 1935, pp- 538-5633 B. Gilles, “Lents progrés de la technique”, en Revie de Synthase, t. xxx11, 1953, pp- 69-88. Sobre él molino de papel, C. M. Briquet, Briquet’s opuscula, Hilversum, 1955, en especial las pp. 39 y 173+ la aparicién del papel en europa » 3 Fors Chattatius. Der Papper. $7 5° 77 X--vetulis pannis tetsiem contexopapyrume CPY CS fee’ E Veniavin gyro dum nlafhrajaon iia — Intabulisolin fiafery wverbawetuftas, — - v, 1693+ Quasrudis ex caradextraliquente dabat, force Ghpag- age Seen Cin mera implicitas euovariffimanofire, Etmerasin servis feribereinfiit amor. Principibusnofirs -cuix fufficit aurea chartdy Sitlicer auvatafepenotata manu. fe matlewe memoire Famavetusnullicertosadferipfithonoress sux (gpoqua putsiye. Ufius inweneor qui prior artis erat. ts deligtantion dam 4 ConcinHorier se chifes. ree Koes! eres poit- gue Dea Cheflent, der pans oe pescanis Aailen$ exes Mes Veen. fa Donte? ot parent Ley fororrsent , aeonk. fn piste Otel fe Figura 1. Fabricacién de papel segin un grabado de Hartmann Shéffér,en De ‘omnibus iliberalibus artibus sive mechanicis artibus, Francfort, 1574, en cuarto. Notese que hay notas a mano, de fecha postetior. 4 + laaparicin del libro donde se fabrican los mejores papeles, porque la necesidad de mejorar la calidad y el rendimiento animé rapidamente a los fabricantes de Fa- briano a buscar nuevos perfeccionamientos; no sélo son los primeros en utilizar los mazos en vez de la muela, sino que también mejoraron los:procesos de engomado y, sustituyeron las colas vegetales utilizadas por los orientales, que producfan un papel de aspecto algodonoso, por gelatinas y colas animales; pusieron también toda su atencién en el sati- nado, que obreros especializados ejecutaban en las papeleras, Cada fa- bricante se dedicaba también a distinguir su produccién por medio de una filigrana personal, la mayoria de las veces simbélica, gracias a la cual muy pronto se consolidarfa en Europa esta nueva materia.t Desde la segunda parte del siglo xv, los papeleros sintieron que Fa briano les quedaba chico; se establecieron en Voltri, Padua, Treviso y Génova, y formaron pronto otros dos grandes centros: en Liguria, alre- dedor de Génova,.y en los estados de Venecia, alrededor del lago.de Garda. Mientras tanto, comerciantes italianos, sobre todo lombardos, se encargaron de difundir en toda Europa esta nueva mercancfa. Briquet, en suadmirable obra sobre filigranas, nos revela, por ejemplo, la pre- sencia entre 1362 y 1386 de un papel con filigrana del Aguila nimbada, no sélo en Italia, sino también en Espafia, Francia, Suiza y hasta en Ho- landa y Bélgica.5 Hacia 136s, el diario de un papelero de Fabriano, Lo- dovico di Ambrogio, nos indica que hacia llegar sus productos a través Bde Fanoa las Marcas y por Perusa a la Umbria, También hacta expedi- © ciones a Venecia a través de un pequefio puerto de la costa toscana, T'a- amare, y otras hasta Montepellier por Aigues-Mortes. Por ejemplo, el 23 de noviembre de 1365 envié con destino a Montepellier 20 balas de papel con un peso de 1 333 kilos, mientras que en tres afios y medio en- vid por Tallamare 240 balas, 0 sea, 14 175 kilos.° En ésta época el papel comienza a reemplazar al pergamino por to- das partes. Durante la segunda mitad del siglo xm, se le utiliza para Jos registros en el sur de Francia (en los registros notariales de Marse- Ila, 1248; en el registro de pesquisidores de Languedoc, 1248; en el re- gistro de pesquisidores de Alfonso de Poitiers, 1243-1248; en el registro # Véanse sobre este asunto A. Zonghi, Zonghi’s Watermarks, Hilversum, 1953, y C.M, Briquet, op. cit. 5. M. Briquet, Les filigranes, dictionnaire historique des marques de papier, Paris; 1907, 4 vols. (reimpresién de 1927, ntims. 67-71). © A. Zonghi, op. cit., p. 27. Cfr. A. Blanchet, Essai sur Uhistoire du papier et de sa fabrication, primera parte, Paris, 1900, pp. 61-62. la aparicién del papel en europa » 5 de los pesquisidores reales de Tolosa, 1272-1274). Para fines del siglo x11 y principios del xtv, el papel es de uso comtin en Suiza. Por la mis- ma fecha, se adopta poco a poco en el norte de Francia, y en 1340 los escribanos de la cancilleria real utilizan un registro de papel que se conserva en el Trésor de Chartes.? En la misma época, la nueva mate- ria se extiende por los Pafses Bajos y el norte de Alemania, cuando los comerciantes venecianos ya habfan hecho comin su uso desde hacia tiempo en el sur. Ademés, se comienza a fabricar papel fuera de Italia. Deseosos de de- sarrollar sus negocios, los comerciantes italianos establecidos en el ex- tranjero no dudan, gracias a la creciente demanda, en llamar a esos pafses a los primeros técnicos encargados de ensefiar su oficio. Desde el siglo xrv, los molinos de papel hacen su aparicién en la regién de Tro- yes, en el Comtat-Venaissin y alrededor de Paris, en Corbeil, Essonnes y Saint-Cloud. Para mediados del siglo xv, Francia es autosuficiente y Ja Champaiia se prepara para convertirse a su vez en exportadora. Italia sigue abasteciendo a Espaiia, Inglaterra, los Paises Bajos, Austria y Ale- mania, donde ya funcionan molinos, al igual que en Suiza. Es cierto que sélo encontramos un ntimero limitado en el pais de Gutenberg en Ia época de la invencién de la imprenta, pero en todos los grandes cen- tros habia depésitos de papel italiano. Ademés, después de medio siglo, los diltimos prejuicios contra el papel habfan desaparecido. Durante mucho tiempo atin los manuscritos para los estudiantes y los copistas serfan transcritos en pergamino. Rutina? Seguramente, pero también el deseo de utilizar un material s6lido y probado para asegurar mayor probabilidad de que los textos duraran, Esto pensaba Gerson cuando en 1415 desalentaba el uso del papel-para la copia de textos.? Deseo péstumo, podrfamos decir, en esa época. El papel habfa ganado la par- tida. Su empleo comenzaba a ser general para la copia de manuscritos, con lo cual se realizaba una de las condiciones indispensables para la difusi6n del libro impreso. 7 Archives Nationales, JJ.,76 (1340-1348)- ® Sobre el centro papelero champafiés véase L. Le Clert, Le papier. Recherches et notes pour servir @ Uhistoire du papier, principalement a Troyes et aux environs, de- puis le xi¥ siécle, Paris, 1926, 2 vols. 9 Gerson, De laude scriptorum. 6 « la aparici6n del libro Las CONDICIONES DE DESARROLLO: DE LOS CENTROS PAPELEROS: CONDICIONES NATURALES E INDUSTRIALES Antes de ir més lejos y estudiar la formacién de los grandes centros pa- peleros encargados de alimentar las prensas tipogréficas, asf como la influencia que la distribucién de estos centros pudo tener sobre la dis- tribucién de los talleres tipogréficos y, a la vez, la influencia que el nuevo arte pudo tener en a industria del papel, detengdmonos en las condiciones necesarias para la aparicién de un centro papelero. En primer término, ¢cémo se fabricaba exactamente el papel? La téc- nica no evolucioné mucho entre los siglos x1v y xvtu; la sustitucién de los mazos por cilindros —a fines del siglo xv— s6lo trajo un cambio considerable en ciertas empresas grandes." La materia prima, los trapos viejos, recogidos generalmente por co- merciantes especializados, se Ilevaba a las proximidades del molino, donde eran seleccionados. Para obtener papel de buena calidad, y con mayor raz6n el papel para imprimir, eran necesarios, en efecto, trapos blancos, libres de todo cuerpo duro. Realizada la selecci6n, venfa el pu- drimiento. Los trapos, reducidos a pedacitos (dérwmpage), eran coloca- dos en locales especiales, generalmente subterréneos, donde se ponian a fermentar; se eliminaba la grasa y se aislaba poco a poco la celulosa. Este material se transportaba al molino propiamente dicho: por lo general un molino de agua que se habfa utilizado para moler trigo antes de usarse para la fabricacién de papel. Su drbol estaba compuesto por palas, pedazos de madera encargados de accionar, al levantarlos, unos mazos y pilones que se movian dentro de recipientes de madera, las tinas, donde se pontan los trapos. Mazos y pilones estaban provistos de clavos y cuchillas en las tinas de refinacién, pero no en las tinas de desfloraci6n. Los trapos eran triturados de esta forma en agua de jabén cuidado- samente dosificada para obtener una pasta més o menos espesa: la pas- ta de papel; ésta era llevada a una cuba Ilena de agua calentada a deter- minada temperatura. En esta cuba se sumergfa la forma, un marco de madera con una tela de hilos de lat6n que filtraban el agua y retenian la pasta, La forma se sacudia para que la pasta se repartiera uniforme- mente. Después de un comienzo de secado, un obrero “alzador” retira- ba de la forma la hoja asi obtenida y la ponfa sobre un fieltro destinado a absorber el agua, Después se colocaban los fieltros y las hojas en una © Para cuanto sigue, véase el articulo “Papel” de la Encyclopédie de Diderot y D'Alembert. la aparicién del papel en europa » 7 prensa que permitia climinar el agua. Esta tiltima operacién de pren- sado generalmente se repetia. Luego las hojas eran llevadas al pequerio tendedero, donde se secaban al aire libre. Pero si se utilizaban las hojas en este estado chupaban la tinta, por lo que faltaba encolarlas para dar- les un aspecto liso. Las hojas iban entonces al gran tendedero, donde se secaban. A conti- nuacién se procedfa al satinado y al alisado por medio del pedernal. Des- pués de esto, el papel, reunido generalmente en manos de 25 hojas y en ramas de veinte manos, dejaba cl molino y pasaba a los consumidores. En la fabricaci6n del papel era necesaria gran cantidad de agua pura. ‘Agua necesaria tanto para el funcionamiento de los mazos como para la trituracién de las pastas. Segtin Briquet, un kilo de papel requeria cer- ca de dos mil litros de agua. Janot, por su parte, asegura que incluso hoy se necesitan doscientos mil litros de agua para fabricar 300 kilos de papel por hora, aproximadamente 700 litros por kilo y por hora." El agua tenia que reunir ciertas caracteristicas y no con cualquier tipo se obtenian los productos adecuados, pues podia colorear el papel con tonalidades oscuras muy acentuadas, como en el caso de aguas con grandes cantidades de hierro, tierra, algas o residuos orgénicos. El agua debia ser en principio limpia y pura, y para evitar el uso de agua re- vuelta con desperdicios de todas clases los fabricantes instalaban sus molinos en las partes altas de las ciudades. Por eso se los encuentra en el curso de los grandes rfos 0 en el curso medio de sus afluentes. Como el agua servfa, ademés, de,agente motor, la corriente superior, estrecha y sinuosa, facilitaba la canalizaci6n directa o el establecimiento de un ca~ nal derivado, por lo comtin en forma de arco. Por otra parte, se puede ver que los primeros centros papeleros se originaron frecuentemente en regiones calcéreas, aunque hoy este tipo de aguas no se considera apropiado para la fabricacién de papel." Si se hizo asi, se debié sin duda a que los inconvenientes —hoy mucho mayores— estaban compensa- dos por la presencia de agua pura en gran cantidad, Habia muchas corrientes de agua que reunfan las condiciones necesa- rias para la creacién de molinos de papel. En Francia encontramos cen- * ©, M, Briquet, Briquet's opuscula, p. 20; J. M. Janot, Les moulins a papier de la région vosgienne; Paris, 1952, 2 vols.,t. 1, p. 60. En la actualidad, el encolado se lleva a cabo en cubas. Las colas a base de re- sinas se precipitan mal sobre las fibras de papel en un medio caleéreo bisico: Como el encolado se efectuaba antiguamente al aire libre, no existia el peligro de estos inconvenientes. La utilizaci6n, no obstante, de agua calcérea en las cubas debia acarrear mayores dificultades en la preparaci6n de la pasta de papel. 8 « laaparicion del libro tros importantes en los linderos de comarcas montafiosas:en Auvernia, | Thiers, Ambert y Chamalieres; en los Vosgos, cerca de Saint-Dié y Fpinal, asf como en Angoumois y en las Ilanuras de Champafia. E Mas preocupaba a los antiguos maestros el problema de los trapos: para fabricar un papel aceptable era preciso reunir gran cantidad de trapos viejos o cuerdas; La necesidad de estos materiales orill6 a los fabrican- mercancia se podian encontrar cuerdas viejas, No debe pensarse que es = una simple coincidencia que los centros papeleros se ubicaran muchas condiciones naturales eran favorables para la creacién de fabricas; en = Champaiia y en el Delfinado, donde la extensién del cultivo del céfia~ mo favorecié en el siglo xvitt el desarrollo de la industria del papel en los alrededores de Bourgoin, Saint-Jean-en-Royans, Tullins, Doméne Ey Peyrus:33 Pero medida que los centros productores se desarrollaban, los tra- pos se hacfan més escasos y era necesario ir més lejos para encontrarlos. = Por esta raz6n los traperos tenfan gran importancia. La recoleccién de telas viejas fue una actividad a veces muy lucrativa entre los siglos xv y xvutt. Esta, en los Vosgos, la Ilevaban a cabo acaparadores que pagaban Tos trapos viejos con dinero o con alfileres (1588), y més tarde con vaji- © Ilas de loza; trabajaban por cuenta de los “comerciantes de fiapouille”, instalados en los alrededores de las fabricas, las cuales hacfan, antes de la venta, una répida seleccién de los trapos. En un principio la basque- «da se realizaba en las inmediaciones de las fabricas, y luego en lugares - mis distantes, como, desde 1576, en Metz, Pont-a-Mousson y Borgofia. | Antoinede Laugeritre vendié, durante el primer tercio del siglo xv1, cen- | tenares de quintales de trapos viejos en la comarca de Tolosa, haciéndose rico. Muchos “naiperos” eran, a la vez, comerciantes de trapos.'* ‘Todos esos centros industriales tenian poca importancia. En Tro- yes, al parecer, algunos mercaderes Ilegaban a las ferias de Champafia = con carretas atestadas de trapos. Cuando el centro auveriiés se desarro- - Il6, los mejores trapos, los de Borgofia, se enviaban por la via del Saona - )R. Blanchard, “L'industrie du papier dans la France du Sud-Est”, en Bulletin de la Societé scientifique du Dauphiné, x.vt, 1925; pp. 279-460. 4 R. Corraze, “L’industrie du papier & Toulouse”, en Contribution @ Uhistoire = de la papeterie en France, t. 1, 1934s PP. 95 Y SS- la aparicin del papel en europa » 9 hasta Lyon, donde llegaban vehiculos a recogerlos, mientras que los carreteros de Auvernia, y aun de Forez, hacfan lo mismo con los trapos viejos en Velay yen Nivernais.'5 Para asegurar elabasto de la materia prima necesaria e impedir que los traperos impusieran condiciones exorbitantes, los fabricantes de papel solicitaron al estado el establecimiento de monopolios para la reco- leccién de los trapos. Desde 1366, los de Treviso habjan obtenido del senado de Venecia un privilegio de esta naturaleza. En 1424, un indus- trial oriundo de Fabriano, que trabajaba en Génova, obtuvo la exclusi- vidad para la compra de las cuerdas inservibles; también en Génova, a mediados del siglo xv, los papeleros se quejaban de estar a merced de los comerciantes de trapos, a quienes promovieron mas de un proceso. Cuando en Suiza las fabricas de papel florecieron en la comarca de Ba- silea, hubo que tomar, a fin de proteger la proteccién local, medidas ané- logas: el estado decidié que durante las siguientes 24 horas al anuncio de venta de los trapos sélo podrian venderse a los habitantes de esta re- gién. Cuando la industria del papel aparecié en Alemania, se estable- cié la costumbre de delimitar una pequefia zona alrededor de cada centro y conceder privilegios locales a los fabricantes; en 1622, por ejemplo, todos los trapos recolectados en el pafs de Brema quedaron reservados a los molinos de Bremervérde y de Altkloster.”° La falta de trapos se sintié en Francia més tarde que en otras partes, pero de manera mas aguda. La decadencia de la industria papelera de Troyes a finales del siglo xv y en el xv11 parece haber sido provocada, al principio, por una crisis de materia prima, Colbert, preocupado en 1674 por esta decadencia, se hizo cargo del problema, pero no le dio una solucién real: se limité a ordenar a los fabricantes que tuvieran siempre sus cubas repletas de trapos viejos. En el siglo xvut se escriba y se lefa cada vez més, lo que originé una nueva crisis. En Auvernia, sobre todo, fue tal la escasez que en 1732 y 1733 hubo de impedirse la venta de las banderas viejas y, atin més, en 1754, se prohibié a los reco- lectores que tuvieran depésitos cerca de los puertos o las fronteras para evitar la exportaci6n de trapos."? 5 Cf. L. Le Clert, op. cit, y A. Nicolai, Histoire des moulins @ papier du Sud- Ouest de la France (1300-1800), Burdeos, 1935, 2 vols. 16 A, Blanchet, op. cit, pp. 60, 101-102, 108; C. M. Briquet, op. cit, pp. 70 y ss., 182 y's. *7L, Le Clert, op. cit,, tet 10 « la aparicién del libro Empezé a comprenderse entonces que s6lo con nuevas soluciones se = lograrian evitar esas crisis crénicas. En 1719 Réaumur hab{a indicado a la-Academia de Ciencias la posibilidad de fabricar papel utilizando E madera. Entre 1727 y 1730, el aleman Bruckmann imprimié algunos ejemplares de sus Magnalia Dei in locis subterraneis en este tipo de pa- pel. Un miembro de la Academia de Ciencias, Jean-Etienne Guettard, inicié en 1741 una serie de experimentos con varias especies de made = fas: palmera, esparto, aloe, ortigas, moreras... Investigaciones simila- res realizaron por su parte el inglés John Strange y el sajén Schiffer. En 1786, Léorier Delisle, de Langlée, publicé'las obras del marqués de Vilette en papel de malvavisco, y en Inglaterra se intent6, entre 1801 y s 1804, la industrializacién de los procedimientos de esta clase. Todos ; fueron sélo esfuerzos precursores. Durante la revolucién francesa se usaron papeles viejos, lo cual fue una de las causas de la destruccién y desaparicién de tantos archivos. Pero no fue sino hasta 1844 cuando el “encuadernador Gottlieb Keller concibié la idea de mezclar una pasta EF mecénica de madera con la de trapos, y en 1817, Woelter obtuvo resul- tados practicos para la aplicacién de este procedimiento, Hubo que es- F perar hasta 1860 para que la paja fuese definitiva y universalmente adoptada como sustituto de'los trapos en la fabricacién del papel para “periédicos."* Entre los siglos x1v y xix, mientras los trapos fueron la materia Sesencial para la fabricacién del papel, los centros industriales més grandes aparecen siempre amenazados por una crisis de materia pri- ma. En Troyes y acaso en Venecia, en el siglo xv1, asi como-en Auver- nia y en Angoumois en los siglos xvir y xvii, los fabricantes, ante las p exigencias de una mayor demanda, tuvieron que sacrificar la calidad por la cantidad y se vieron obligados a utilizar trapos malos y a produ- = cir, en consecuencia, papel menos bueno. Los clientes, quejumbrosos, | procuraron surtirse en otros lugares, y asi surgicron fabricas nuevas en f regiones donde antes no existian —muchas veces cerca de los centros de consumo—. Este es, esquematizado, el proceso de difusién de la in- justria papelera, difusién condicionada, por lo menos en parte, a la “materia prima. Ja aparici6n del papel en europa = 11 Las CONDICIONES COMERCIALES: Las fabricas de papel se multiplican entre los siglos xiv y xvix para res- ponder a una demanda cada vez mayor; mientras la falta de materia prima limita el desarrollo de los grandes centros, constantemente se crean nuevos establecimientos en comarcas que hasta entonces habfan ignorado el arte de la elaboracién del papel, y con cl fin de facilitar la distribucién-de su produccién se encontraban casi siempre situados en el cruce de las vias comerciales y, de ser posible, cerca de los grandes centros de consumo. : También en este aspecto los italianos desempefiaron al principio un papel esencial, gracias a sus capitales y a sus conocimientos técnicos. Desde finales del siglo xv, la produccién italiana no fue suficiente para las necesidades de los paises situados més alla de sus fronteras. El trans- porte, ademas, incrementaba el precio de esta pesada mercancfa, que an- tes de ser entregada al cliente francés o aleman tenfa que pasar por tres 0 cuatro manos diferentes; es por esto que los negociantes lombardos esta- blecidds en el extranjero concibieron Ia idea de financiar en Francia, Suiza o Alemania la transformacién, cerca de los centros de consumo, de los molinos de trigo en molinos de. papel, e hicieron venir de su pats obreros encargados de ensefiar la nueva técnica. Fue asi como en.1374 un florentino cre el molino de Carpentras, y como comerciantes de ori- gen italiano llamaron a fabricantes de la regidn de Pignerol para que pu- sieran en marcha, durante el primer tercio del siglo xv, los centros ma- nufactureros de papel situados en los alrededores de Aviiién." A veces los mercaderes del pafs se encargaron también de la migracién de obre- ros italianos: en 1391, por ejemplo, un burgués de Nuremberg, Ulman Stroemer, transforms el molino de trigo de Gleismibl y confié a tres italianos, Prangois de Marchio, su hermano Marc y un criado de éstos, la isin de ensefiar a los alemanes la fabricaci6n de papel. Con frecuencia también hubo miembros del clero que se interesaron por la nueva indus- tria: en 1466, Jean de Jouffroy, abad de Luixeuil, concedié permiso a dos piamonteses para que se instalaran a orillas del Breuchin, afluente del Lanterne, mediante el canon anual de cuatro, resmas de papel; y con an- terioridad a 1455, el cabildo de San Hilario de Angulema hizo trans- formar en fabricas de papel los molinos de trigo que le pertenecfan.”° 9H. Chobaut, “Les débuts de l'industrie du papier dans le Comtat- Venaissin”, en Bibliographe moderne, t. xx1¥, 1928-1929, pp: 157-215- * A. Blanchet, op. cit, pp. 72-76. 12 « la aparici6n del libro Las universidades, queriendo obtener papel a menor precio y en canti- _ dad suficiente, fomentaron a su vez la instalacién de molinos y favore- _ éieron la creacién de fabricas; por ejemplo, en Corbeil, Essonnes, Saint- Cloud, y sobre todo en los alrededores de Troyes, fueron impulsadas La historia de las fabricas que surtian a Paris es conocida gracias a los trabajos de Stein y Le Clert" vemos de qué modo la vecindad de un centro consumidor importante, la capital de Francia, y de un punto co- i mercial conocido, Troyes, fomentaron el desarrollo de una potente in- = dusttia, que analizaremos como ejemplo. Desde mediados del siglo x1v, la Universidad de Parfs, con objeto de abastecerse a bajo precio, obtuvo de Jean le Bon el derecho de fun- f dar en Essonnes y en Troyes fabricas de papel, cuyos duefios estarian exentos de impuestos en calidad de dependientes universitarios. Los mo- - Tinos de papel se multiplicaron desde entonces en los alrededores:de -Paris; un centro se desarrollé cerca de Corbeil y de Essonnes; y més E cerca de la capital, en Saint-Cloud en 1376, dos negociantes papeleros, p burgueses de Parfs, gracias a un censo enfitéutico del obispo de Paris, = tomaron “un gran molino” para hacer en él “de alli en adelante papel y ; otras cosas y las obras que les pareciera para su provecho, a condicién ‘de que en tiempo alguno no podrfan moler ni hacer moler en él ningu- E na'clase de granos”. =} El papel que se utilizaba en Parfs procedia principalmente de Tro- B yes. Muy pronto, comerciantes italianos Ilevaron esta materia a las fe- sias de Champafia. La mercancia Ilegaba hasta alli por el Rédano y el @ Saona, y luego, utilizando el Sena y sus afluentes, se podfa conducir p hasta Paris y los puertos, y desde alli a Inglaterra, Por otra parte, las re- laciones entre Troyes y Flandes eran frecuentes, y tanto Picardia como Champajia gozaban de renombre por su cAfiamo. Con estos antece- tes no es sorprendente ver aparecer a las orillas del Sena y sus fluentes gran cantidad de molinos de papel, creados a veces con ayuda capitales italianos. Desde fines del siglo xv Champafia surtia a una o més tarde, compré Ulrich Gering el papel con la filigrana del ancla lizado para la impresi6n de los primeros incunables parisinos. Y es *" L. Le Clert, op. cit; H. Stein, “La papeterie d’Essonnes”, en Annales de la so- historique et archéologique du Gatinais,t. xn, 1894, pp. 334-3645 La papeterie Sains-Cloud, tirada aparte del Bibliographe Moderne, t. visi, 1904. la aparicion del papel en eueropa » 13 un hecho caracterfstico que esa misma filigrana la volvamos a encon- trar en los libros impresos en los Pafses Bajos, en Lovaina, Delft y, en Alemania, en Colonia y Maguncia.* Mientras tanto, en Parfs los papeleurs formaron una corporacién que tuvo sus estatutos desde 1398. El ri de marzo de 1415, los fabricantes de Troyesyy de Parfs, después de hacer constar que la creacién de moli- nos en los alrededores de la capital habfa ocasionado la caida en el pre~ cio del papel, pidieron la intervenci6n de la universidad para mantener el gozo de sus privilegios. Finalmente, en marzo de 1489, una provi- sién de Carlos VIII confirmé los privilegios de la Universidad de Paris y determiné quiénes, ademas de los profesores, estudiantes y regentes, tenfan derecho a gozar de ellos: veinticuatro libreros, cuatro pergami- neros, cuatro fabricantes de papel parisinos, siete fabricantes de papel de Troyes, Corbeil y Essonnes, dos iluminadores, dos amanuenses y dos encuadernadores. El titulo de “papelero jurado de la universidad” habria de ser codiciado durante mucho tiempo por los negociantes de Paris y los fabricantes de Troyes, porque siendo una especie de titulo nobiliario, llevaba aparejada la exencién de impuestos y otras ventajas que la universidad cuidaba celosamente. ‘Al igual que en Paris, la proximidad de una ciudad grande propicis aqui y allé la creacién de fabricas; no habria habido tantas en Beaujo- ais ni en Auvernia de no haber estado cerca Lyon, con sus innumera- bles prensas. Sin embargo, con frecuencia el papel se utilizaba lejos de su lugar de fabricacién; por ejemplo, el de Champafia en Flandes, en los Paises Bajos y en la Alemania del norte en los siglos xv, xvt y prin- cipios del xvrr;o el de Angulema en Espafia, Inglaterra, Holanda y los pafses balticos en los siglos xv1 y xviz. Ademés, los grandes centros pro- ductores se encontraban regularmente en la interseccién de las rutas comerciales. A pesar de la proximidad de Paris y de Lyon, las fabrricas papeleras de Troyes no habrian sido tan numerosas sin las ferias de Champaiia, ni las de Auvernia sin las de Lyon. Siendo el papel una mercancfa pesada, que requeria ser transportada por agua, la vecindad de los grandes rios y, més atin, de los puertos, favorecfa el desarrollo de Ia industria papelera. Desde el siglo x1v existian fabricas italianas insta- ladas en las cercanfas de Venecia y de Génova. El caso es mas sorpren- dente en lo que concierne a la regi6n de Angulema en los siglos xvt y xvit. Pronto, en tiempos de la ocupacién inglesa, el papel italiano se en- 2, M. Briquet, Les filigranes..., mtims. 345 ¥ 5s. 14 + la aparici6n del libro viaba a Gran Bretafia por Burdeos. Mas tarde aparecié una industria S local, cuya producci6n se exportaba en gran parte por La Rochelle y © Burdeos, de modo que a finales del siglo xvrr, cuando el papel de Angu- ema se hizo célebre por su calidad, los libreros parisinos se quejaban de que se les obligara a transportarlo por tierra y a pagarlo, en conse- cuencia, més caro que sus competidores holandeses, quienes lo reci- ban por mar. ‘La APARICION DEL LIBRO ¥ EL DESARROLLO DE LA INDUSTRIA PAPELERA (S1GL05 xv A xvII1) & Mientras tanto, y al mismo tiempo que la aparicién del libro impreso, & la necesidad del papel se dejaba sentir para varios usos. La instruccién se difundia, las transacciones comerciales se perfeccionaban y compli- ncoladores, oficios poco diferentes eatre af, con atibuciones no bien | delimitadas, a pesar de las méiltiples peleas que se suscitaron entre las E corporaciones rivale Sin embargo, el principal cliente de los fabricantes de papel era el imprésor, ese recién legado. La prensa, enorme consumidora de papel. E contar las prensas de talla dulce, de quinientas a mil de imprimir, de _ donde resulta que los molinos papeleros tenfan que suministrar diaria- Emente para alimentarlas de 1 500 a 3 mil resmas, 0 sea, de 450 mil a goo E mil al afio, suponiendo qué trabajaran a todo su rendimiento.4 No de- be sorprendernos, entonces, que uno de los asociados de Gutenberg en strasburgo poseyera un molino de papel,*5 y que los comerciantes de ‘Annales, aio 7, 1953, Pb. 314-415. % Antoine Vitré, “Ce que les presses qui travaillent a présent dans Paris con- iment de papier”, en Mémoire, Paris, Biblioteca Nacional, ms. fr. 16746, fol. j402.y ss. 5 Véase més adelante a este respecto la pagina 17 y la nota 13 del capitulo 2. 1a aparicién del papel en europa = 15 papel ids ricos fueran precisamente los proveedores de'los libreros, ni tampoco que en ocasiones algunos de sus hijos, atraidos por el mundo del libro, se consagraran a la tipografia ¢ invirtieran en empresas edito- riales el dinero ganado en la fabricacién o venta del papel. De aquf que el desarrollo de un centro papetero favoreciera el de uno tipografico ve~ cino, En 1486, por ejemplo, la entrada de Carlos VIII en su ciudad de Troyes fue celebrada en un poema, en el que los papeleros tienen un buen lugar: ‘También estaban all{ de Troyes los papeleros ‘en gran pompa, vestidos de grana y muy bien montados en hermosos y potentes destreros, cubiertos de buenos y muy bellos adornos. Para llegar hasta alli dejaron correr el Sena, levantaron las compuertas, abandonaron sus molinos. El autor de estos versos, un papelero o el pariente de alguno, parece haber sido, segiin algunas hipétesis, un miembro de la familia de Le co el de esta familia, célebre por sus papeles, y de la de salir algunos de los més habiles grabadores de punzo- nes y fundidores de caracteres de los siglos xvt y xvit° Desde 405, Guyot I Le Ber (0 Le Bé), papelero, aparece como inquili- no de un molino de papel en Saint-Quentin, cerca de‘Troyes. Poco a poco estos Le Bé amplian sus negocios, adquieren otros molinos, os- tentan por generaciones el cargo de papelero jurado de la universidad y venden personalmente sus productos. En un lapso que va de 1470 a 1490, encontramos, de Paris a Dortmund, de Troyes a Canterbury, de Heidelberg a Dijon, de Maguncia a Utrecht y de Brujas a Colonia, su papel con la filigrana B. En el siglo xvi eran ya muy ricos, y en el xvit, nobles. Uno de ellos, Guillaume Le Bé, se sintié atraido por la tipogra- fiay el grabado de punzones, y trabajé entre 1545 y 1550 en el taller de Robert Estienne. Si desconocia el hebreo, no tardé en aprenderlo, por Jo menos el modo de descifrar sus caracteres; mas tarde se traslad6 a Venecia y a Roma, y en estas ciudades perfeccioné su arte junto con los Aldo y sus imitadores. De regreso en Paris, se instalé en el cruce de la calle de San Juan de Letrin con la de San Juan de Beauvais, adopts como muestra la Grosse écritoire y grabé los tipos hebreos de Robert Estienne, 2, Le Clert, op. ‘cit, t. 1, pp. 351 y 85 y Es Howe, “The Le Bé Family”, en Signature, 1938. 16 « la aparicién del libro x © asi como los caracteres musicales que utilizaron Le Roy y Ballard. © Guillaume Le Bé fue el fundador de la mas grande dinastfa parisina de fundidores de caracteres: su hijo, Guillaume II, ejercié a comienzos del siglo xvit los oficios de fabricante de-papel, grabador de letras, li- = breroe impresor. El de Le Bé no fue un caso aislado. Se podrfan citar numerosos ‘ = ejemplos, en diversos lugares, de fabricantes de papel o descendientes ~ de-grandes familias papeleras que invirtieron fondos en negocios édi- = toriales, El libro, en aquella época, se despachaba lentamente, y el pago del papel estaba frecuentemente condicionado a la venta de los ejem- plares. De aqui que los papeleros aparezcan-a veces como banqueros - deslos libreros ¢ impresores. Habia, en reciprocidad, editores que al- quilaban a veces molinos de papel, de cuya producci6n se servian: en 1526, el molino de papel que habia pertenecido a André Heilmann, el socio estrasburgués de Gutenberg, se le alquilé en adelante al impresor Wolf Képfel; después, en 1550, a otro impresor, Wendelin.2” Del mis- mo modo, hacia 1535, Eustache Froschauer, cuyo hermano Cristophe = imprimfa en Zurich, alquilé un molino cerca de esa ciudad, y cuando aquél murié, en 1549, Cristophe se hizo cargo del alquiler en su nom- E bre2* Entre 1575 y 1587, el célebre impresor de Basilea, Eusebius Epis- = copus, rent6 el molino de Courcelles, en el condado vecino de Montbé- liard. En el transcurso de la segunda mitad del siglo xvut, los Boude, = editores de Tolosa, explotaban un molino cerca de esta ciudad.*? Beau- marchais, al editar las obras de Voltaire, se hizo propietario de los mo- Tinos de Arches y de Archettes. Por iiltimo, los Didot adquirieron en 1789 las fabricas de Essonnes, en las que, diez. afios mas tarde, como a E-continuacién veremos, funcioné la primera maquina de papel conti- nu. Entre la industria del papel y Ia del libro existen estrechas relacio- _ nes; la prosperidad de una no se concibe sin la de la otra. Para compro- & barlo bastard comparar en las diferentes etapas de su historia el mapa b de las fabricas papeleras y el de los talleres tipograficos en la Europa “occidental. Nada tiene de sorprendente, entonces, que entre 1475 y 1560, época en la que la imprenta conquisté occidente, Europa se lle- “nara de fabricas de papel. > F, Ritter, Histoire de Vimprimerie a Strasbourg aux x¥ et xvf siécle, Paris, 1955, p. 467, en octavo. 28. M. Briquet, Les filigranes..., ntims. 873-881. ° R. Gandilhon, “Imprimeurs et papetiers du Midi de la France”, en © Contribution a Vhistoire de la papeterie en France, t. 11, 1934, PP- 91 Y 88. la aparicion del papel en europa » v7 Nada tan instructivo como comparar el mapa de fabricas existentes en 1475 y en 1560, especialmente en Francia. En 1475, antes de que la invencién de la imprenta hiciera sentir sus efectos, funcionaban en Lore- na, en el Franco-Condado, en Ambert, en Périgueux y en Tolosa algu- nos molinos aislados; pero tan sélo dos centros parecen de verdad im- portantes: Troyes y Avifin; y hacia 1560, aunque en ligera decadencia con respecto a los comienzos del siglo, pero atin tres veces més impor- tante que en 1475, el centro champafiés. También se triplicé el néimero de molinos en los Vosgos, y ademés surgen ahora fabricas en Norman- dia y en Bretafia. El centro de Angulema, que tanta importancia ten- dria en el siglo xvu, se hallaba en pleno desarrollo. La proximidad de Lyon con sus innumerables talleres y sus ferias trajo consigo la crea- cién de fabricas de papel en Beaujolais y, sobre todo, en Auvernia. Francia sustituyé a Italia en la misién de proveer a Europa de papel. La mayorfa de los incunables de Estrasburgo estén impresos en papel con filigranas francesas, sobre todo champafiesas. Durante mucho tiempo las fébricas de Troyes y sus imitadores tuvieron el campo libre, porque ain no habia industria papelera de importancia en el norte de Alema- nia, en los Paises Bajos, en Flandes y en Inglaterra. El papel de Bar- le-Duec, fabricado en un pequefio centro que apenas contaba con tres © cuatro molinos, se enviaba a fines del siglo xv por el Mosa hasta Lo- vaina, Bruselas, Utrecht y Zwolle, donde sirvié para la impresin de Ars moriendi, Speculum humanae salvationis y Fasciculus temporum, y llegé hasta Oxford, donde se us6 para los Cutentos de Canterbury de Chaucer}! Entre tanto, aunque no con la rapidez que en Francia, los molinos de papel se multiplicaban en el resto de Europa. Aparecieron en Suiza en as inmediaciones de Friburgo y sobre todo de Basilea, donde se ins- talé una familia procedente de Italia, los Galliziani. En 1570, siete mo- linos situados en las proximidades de Basilea surtian de papel las pren- sas de la ciudad. En Alemania, el primer molino de papel, el de Gleismithl, cerca de Nuremberg, comenzé a funcionar en 1391. En 1420, la industria pape- lera existia en Lubeck; algunos afios después en Gennep, cerca de Cle- ves (1428); en 1431 en Luneburgo; en 1460 en Ausburgo, y en 1469 en Ulm y otros muchos centros. Entre 1480 y 1490 funcionaban en Leip- 3 Cfr. P. Baud, L'industrie chimique en France. Etude historique et géographi- que, Parts, 1932, pp. 195 y ss. (Obra fundamental.) 3°. M, Briquet, Briguet’s opuscula, pp. 269 y ss. 18 = laaparicién del libro zig; en 1482 en Ettlingen, en 1489 en Landshut, en 1490 en Bres, en 1496 en Reutlingen. Pero los progresos eran muy lentos. Sélo hacia me- diados del siglo xvt pudo Alemania bastarse a si misma, y Nordlingen, Ausburgo y Nuremberg dependfan, todavia en 1516, de los negociantes milaneses, En el oeste se recurrfa a Francia.” De aqui que las ciudades de las orillas del Rin, en las que la imprenta aleanz6 tan brillante auge, siguieron siendo por mucho tiempp impdrtadoras de papel. Fenémeno sorprendente en verdad, pero no menos que el de los Pafses Bajos, donde la industria del papel se desarroll6 atin més tardia~ mente. Plantin hacia traer por lo comin de Champaiia el papel que necesitaba.33 Los Moretus, en pleno siglo xvu, seguian comprando su papel en Francia y los Elzevier, como consecuencia de la prohibicién de comerciar con ese pafs,i# se vieron obligados a cerrar su taller tipo- grafico y adoptaron, a fin de continuar con el funcionamiento de sus prensas, un tamafio mindsculo para aquella época, iniciando —a pesar de las quejas de los eruditos— su célebre coleccién en doceavo. Entre tanto, no faltaron negociantes holandeses que invirtieran fondos para desarrollar las fabricas de la Charente y se encargaron de vender la produccién en toda Europa, desde Inglaterra hasta los paises del Bélti- co y desde Espaiia hasta los Paises Bajos. Incluso se fabric6, cerca de ‘Angulema, un excelente papel con las armas de Amsterdam, que, co- mo ya hemos indicado, abandoné el reino virgen y libre de impuestos a comienzos del gobierno de Luis XIV, para volver en forma de libros, y a veces de folletos, cuyo texto no siempre debié ser del agrado del gran rey. La necesidad, empero, de fabricar papel en su propio territorio no tard6 en hacerse sentir en Holanda, como habia ocurrido en otras par- tes. Mientras los estados prohibfan en 1671 la importacién del papel francés, los neerlandeses creaban sus propios molinos. La necesidad de obtener mayor rendimiento y de pdner remedio a los caprichos de su E fuerza motriz nacional —el viento— dio origen a un invento nuevo: Ja sustitucién de los antiguos mazos por cilindros que, destinados a la ¥ C. M. Briquet, Les filigranes, passim; A. Schute, “Die altesten Papiermithlen der Rheinlande”, en Gutenberg-Jahrbuch, 1932, pp. 44-52, y “Papiermihlen und Wasserzeichenforschung”, en Gutenberg-Jahrbuch, 1934, pP- 9-27- 33 R, Rooses, Christophe Plantin, 2a ed., Amberes, 1892, pp. 116 y 123. Para los cjemplares de regalo, Plantin compraba papel de Lyon y de Italia, de calidad to- davia superior. 34 R, Lebdgue, Les correspondants de Peiresc dans les anciens Pays-Bas, Bruselas, 1943, - Or. la aparicién del papel en europa » x9 manipulacién de los trapos, permitian fabricar mas rapidamente pape- les de mejor calidad, Este: nuevo método, adoptado muy pronto en el norte de Alemania, y en Francia tan s6lo a fines del siglo xvi, fue por mucho tiempo garantia de-la supremacfa holandesa. Entre tanto, renacié la industria papelera francesa, después de ha- ber sufrido una crisis terrible, cuyos efectos se dejaron sentir hasta 1725. En diversos sitios, en Bretafia, en el sudeste, en el Delfinado, en la Champafia y en el norte, aparecieron nuevas fabricas, pero los gran- des centros de Auvernia y de la Charente no recuperaron el lugar que habfan tenido en el mercado europeo. Todos 0 casi todos los paises po- sefan ya una industria nacional. En Alemania, a finales del siglo xvi, existian unas 500 fabricas, que producian dos millones y medio de res- mas‘de papel al afio. Y mientras que la industria italiana mantenfa su actividad, Inglaterra, que a fines del siglo xv1 s6lo contaba con un exi- guo ntimero de molinos, posefa un centenar en 1696, creados muchos de ellos por hugonotes franceses. En 1722 se fabricaban 300 mil res- mas. En 1750, un inglés, John Baskerville, concibié por vez. primera la idea de fabricar papel vitela, sin puntizones ni corondeles. Como hemos visto, los molinos de papel se multiplicaron en-toda Eu- ropa y esa multiplicacién respondfa a un creciente consumo de sus pro- ductos y a una actividad cada vez. mayor de las prensas tipograficas. Hubo asimismo investigaciones técnicas en esta época, en la cual se anuncia y se prepara la gran industria. Francia, que en este terreno conservé, quiz4 por mayor tiempo, los sistemas de fabricacién artesa- nales y tradicionales, se retras6 un tanto durante la primeta mitad del siglo xvi1r ¢ intenté més tarde reconquistar el tiempo perdido, Desma~ restz, inspector de manufacturas, secundado por Ecrevisse, ingeniero formado en Holanda, incité a los grandes industriales de espiritu par- ticularmente emprendedor —como los Réveillon de Courtalin-Fare- moutiers en Brie, los Annonay, los Johannot y los Montgolfier (los pri- meros aeronautas)— a adoptar los nuevos procedimientos. E] 26 de marzo de 1789, en visperas de la revolucién, los Didot, célebres impre- sores de Paris, que ya se habfan esforzado por perfeccionar la prensa ti- pografica, compraron las fabricas de Essonnes, donde diez aiios més tarde —en la misma época en que en Inglaterra y Alemania se buscaba el modo de sustituir la antigua prensa manipulada a brazo por una m4quina més moderna— uno de sus empleados, el tenedor de libros Louis-Nicolas Robert, iba a construir, a su regreso de América, la pri- mera m4quina de papel continuo. Al iniciar el siglo xix se precisaban, a fin de satisfacer necesidades nuevas de instrucci6n y de informacién, 20 » la aparicion del libro mayor cantidad de libros, de publicaciones oficiales y muy pronto de y, por consiguiente, de papel. Asf se explica la introduccién jentos mecénicos en las industrias del libro y del papel. a aparicién del papel en europa » 21 2. Las dificultades técnicas y su solucién ¢Cémo lograron Gutenberg y los investigadores de su época, a media- dos del siglo xv, superar las dificultades técnicas que planteaba la fabri- cacién de un libro impreso? ,Por qué etapas pasaron —en la medida en que es posible conjeturar o saberlo— antes de llegar a la soluci6n adecua- da? {Qué mejoras tuvo la técnica tipogrifica de la época de Gutenberg a lade Didot? :De qué modo favorecieron la expansién de la tipografia y, como consecuencia de ésta, la difusién del libro? Dedicaremos este capf- tulo al andlisis de los problemas planteados, problemas de dificil solu- ci6n, sobre todo en lo que concierne al periodo inicial y a los cuales han dedicado sus esfuerzos muchisimos cruditos ¢ historiadores, entre los que figuran, en primer lugar, los minuciosos especialistas de las escuelas de Hain, Haebler y Proctor. No se trata —lo decimos de nuevo— de otro intento por atribuir a tal o cual hombre, o a tal o cual nacién, la paternidad de esta inven- cién 0 de aquel perfeccionamiento. Sélo queremos, en la medida de lo posible, indicar gracias a qué procedimientos técnicos se logré la im presi6n de los primeros incunables y luego, en los siglos xv y xvi, el per- feccionamiento del método primitivo para imprimir con mayor rapi- dez y en mayor cantidad; se trata de dar una idea de cémo se imprimfa entre los siglos xv1 y xvi por medio de la antigua prensa movida a brazo, y mostrar, por sltimo, de qué modo a fines del siglo xviut y principios del x1x debié darse una revolucién técnica en el campo de la tipografia para hacer frente a una demanda cada vez mayor de libros y periddicos. La xiLocRarfa, ZANTEPASADA DEL LIBRO? EI papel, como hemos visto, era conocido y utilizado en varias partes de la Europa occidental de mitad del siglo xuv, y a finales de éste se ha- bia convertido en mercancia comin. De esta manera, ofrecfa nuevas posibilidades, no tanto por su precio, que disminuyé lentamente, sino porque la fabricacién de un material capaz de ofrecer una superficie perfectamente plana podia practicarse [23] en gran escala, circunstancids que hicieron del papel un soporte ideal para realizar una gran difusién de las imagenes y de los textos. En elssiglo xtv ya era conocido el modo de reproducir industrialmente lana figura. Los artistas de la época sabfan cémo adornar las encuaderna- ciones con figuras y leyendas presionando una placa de metal grabada en hueco sobre el cuero. También hacfa tiempo que, para representar sobre la vitela o el pergamino de los manuscritos las grandes iniciales adornadas que debfan ocupar-el espacio en blanco reservado por el co- pista al comienzo de capitulos y parrafos, se echaba mano de estampi- Ilas en relieve talladas en madera o metal. Se conocfa asimismo la téc- nica de impresi6n en tejidos, originaria de oriente; gracias a ésta, habia la posibilidad de representar, con tintas de color, ornamentos decorativos, imagenes de devocién o escenas religiosas sobre telas de lino o,seda.’ El papel se prestaba igualmente para reproducir, con mayor precisin y claridad que la tela, las marcas en negro o color de los relieves talla~ dos en madera o en metal. No es de extrafiar, por lo tanto, que algunas de las primeras obras xilogréficas conocidas parezcan haber sido resul- tado de la impresién en papel de originales destinados a ser impresos en tela, y que esas primeras xilografias no aparecieran sino poco des- pués de la divulgacién del uso del papel en Europa; digamos que unos setenta afios antes que el libro impreso, abriéndole camino y en cierto modo anuncidndolo. Las primeras xilografias que conocemos parecen remontarse al tilti- mo cuarto del siglo x1v; desde los primeros afios del siguiente siglo, y tal vez. antes, los xilégrafos eran responsables de una activa industria en la regi6n renana y en los estados francoflamencos de los duques de Borgofia? Esta nueva técnica, que permitfa multiplicar las imagenes religiosas en gran escala por medio de un material muy sencillo —al- gunos pedazos de madera y un cuchillo—, alcanz6 de pronto gran auge. En tiempos en los que la religion constitufa el centro de toda la vida in- telectual y espiritual, en los que la iglesia tenfa un papel principal y en los que la cultura era esencialmente oral, el empleo de una técnica ca- paz de permitir la multiplicacién de imagenes piadosas resultaba mas necesaria que la imprenta. Hacer llegar a todas partes las imagenes de *C, Mortet, Les origines et les débuts de V'imprimerie d'aprés les recherches les plus « récentes, Paris, 1922, pp. 8 y ss A. Blum, Les origines de la gravtere en France, Paris, 1927, pp. 12 y 88.3 H. Bouchot, Les deux cents inctenables xylographiques du Département des Estampes, Paris, 1903, pp. 40-49- >C. Mortet, op. cit, pp. 18 y ss. 24 » la aparicién del libro i santos que hasta entonces s6lo era posible ver en los adornos de los ca~ piteles, en las fachadas, en los muros y en los vitrales de las iglesias, asi como divulgar sus -leyendas; lograr que, cualquiera pudiese contem- plar, a su gusto y en su propia casa, los milagros de Jesuctisto y las esce- nas de la pasién; hacer revivir los personajes de la Biblia; evocar la cuestién de la muerte; representar la lucha de angeles y demonios en torno al alma de un moribundo, tal fue el papel esencial de la imagine- ria xilografica, cuya necesidad se hizo sentir mucho antes y con mayor fuerza que la de reproducir un gran ntimero de ejemplares de textos literatios, teol6gicos o cientificos, manuscritos hasta entonces, para sa- tisfacer las exigencias de una minoria de letrados y doctores. Suponiendo —lo que dista de ser verdadero— que la reproduccién de-esos textos hubiese sido tan facil de realizar técnica y materialmente ‘genes, habrfa sido Iégico que la aparicién de las estam- pas precediera a la del libro impreso; esto no significa que la técnica de la xilografia haya inspirado la técnica, del todo diferente, de la tipografia3 ‘como la de la: Desde principios del siglo xv hizo su aparicién toda una imagineria popular de cardcter religioso. Se cree que los primeros talleres xilogr4- ficos se montaron cerca de los claustros ¢ incluso dentro de ellos, y que las grandes érdenes monésticas favorecieron la difusion de las image- nes. Sea como fuere, el mercado de las xilografias adquirié muy pron- to una considerable dimensién: se propagaron por todas partes image- nes como las de la virgen de Bruselas (1423), de san Sebastin de Viena (1437), de san Roque o de santa Apolonia, para adornar las casas de las personas humildes, pero también para servitles de proteccién; san Crist6bal, patrono de los viajeros, preservaba de la muerte repentina; san Sebastién protegia de las heridas; san Roque, de la peste y santa Apolonia, de los dolores de muelas. Otras imagenes, que probablemen- tellevaban aparejadas ciertas indulgencias, se debieron vender por mi les en las peregrinaciones, a las puertas de las iglesias 0 en las ferias. Las primeras xilografias eran estampas sencillas, sin texto. Sin em- bargo, pronto se juzg6 conveniente insertar, en banderolas talladas ex- presamente, o en notas en los espacios en blanco que separaban las fi- guras, breves leyendas, primero escritas a mano y més tarde grabadas en la madera como la propia imagen, Al mismo tiempo se fueron secu- larizando las xilografias: aparecieron alfabetos fantésticos con figuras 3 Cfr. pp. 66 y ss. *C. Mortet, op. cit pp. 18, 20 ss H. Bouchot, op. cit, p.55- las dificultades téonicas y su solucion » 25 humanas o de animales, o bien con hojas que representaban historias Jegendarias, como la de los “nueve valentones”; nacié asf una nueva in- ‘dustria, que pronto habria de adquirir gran auge: la de la baraja, que, _ dibujada e iluminada a mano hasta entonces, se grabé en madera y se colored; y esto sin contar los carteles satiricos, los prospectos comercia- es y, finalmente, los calendarios, en los que el texto predominaba so- bre la ilustracién5 Muy pronto una simple hoja dej6 de ser suficiente e hicieron su apa- ricién los libritos xilogréficos, integrados por cuadernos de un tamaiio correspondiente al cuarto menor. De este modo se desarrollé toda una Jiteratura, en la cual estaban representados los temas religiosos y mora- es més populares de la época: apocalipsis figurados, biblias de los-po- bres c historias de la virgen, asf como espejos de la redencién, pasiones de Cristo, vidas de santos, artes de morir, etcétera, Estos libritos, en los cuales el texto adquirfa importancia junto a la ilustracién, sirvieron a los clérigos aislados para la preparacién de sus sermones y la ensefianza res —por primera vez— aun los que no sabjan leer podian compren- der el sentido de aquellas series de imagenes, y los que tenfan algunos rudimentos —el auge mismo de esos libritos cuyo texto iba adquirien- = do mayor importancia parece comprobar que eran muchos— podfan seguir las explicaciones més ficilmente, pues estaban redactadas en lengua vulgar. Con estas obras —algunas de las cuales son posteriores a la inven- cién de la imprenta—, terminé la carrera del libro xilografico, pero no F lade la xilografia, pues las figuras grabadas para esos libritos fueron el © origen de las ilustraciones en madera que encontraremos en los incu- nables —los primeros libros ilustrados aparecen adornados incluso con laminas que ya se habian utilizado como xilografias independientes—. Durante siglos, hasta la aparicién de la fotografia, el comercio de es- tampas continué floreciente junto al del libro. * Ningiin documento se ha estudiado con tanta atencién, interrogado con tanta perspicacia, como las xilografias —vestigios raros de una in- dustria pujante y cuya rareza se explica por el auge que alcanzaron en un piiblico que no se preocupé por su conservacién—. Se sabe que la | mayor parte de las que conocemos sobrevivieron porque se colocaron en las encuadernaciones 0 en los fondos de los cofrecillos. Sin traer a 5C. Mortet, op. cit, p. 113 A. Blum, op. cit, pp. 35 y 88,52 Ss. las dificultades téonicas y su solucién » 27 Tanara a Toes x2 gies i Sone nb ieuencne ts esr ciate Sapir rari rnd see ee Figura 3. Biblia pauperum, Bajo Rin o Paises Bajos, ca. 1460. 28 » la aparici6n del libro _ colacién controversias sobre el pais o la regién que puedan vanaglo- riarse de este arte, ni sobre la fecha de alguna xilograffa, ni sobre el ori- gen y calidad de los artesanos que tallaron las planchas, otro problema sf atafie directamente a la invencién de la imprenta: si las primeras xi lografias aparecieron mucho antes de que se inventara la tipografia, ano seria tentador establecer entre xilografia y libro impreso la rela- cién que hay entre padre ¢ hijo?, gno se les ocurriria a los que trabaja- ban la madera, cansados de grabar y volver a grabar para las nuevas paginas nuevos caracteres, recortar sobre la plancha misma dichos caracteres, 0 incluso tallarlos aisladamente y yuxtaponerlos Iuego, de modo que formasen un texto? Asf, quedaba sélo, gracias a una nueva técnica, sustituir la madera por metal. La hip6tesis es atractiva y tuvo su época de auge, pues en el siglo pa- sado la adoptaron algunos historiadores de la imprenta. Pero hay que confesar que, por muy someramente que se examine, resulta demasia- do simple. Por una parte, muchas xilografias —sobre todo las que no ofrecen sino un texto escrito— datan, como hemos visto, de la segunda mitad del siglo xv y son, por lo tanto, posteriores a la aparicién del li- bro impreso, con el cual continuaron compitiendo en el terreno de la literatura popular. Se deben tomar en cuenta las dificultades e incluso las imposibilidades técnicas. Dificultades para tallar caracteres en ma- dera con la precisién suficiente para que puedan juntarse correcta- mente, ya que la madera cede por resequedad o humedad; dificultades también en el rapido desgaste de estos caracteres, los cuales habria que tallar en gran ntimero, uno por uno. Imposibilidad, en fin, cuando se * trataba de sustituir la madera por metal, pues el grabador en madera © desconocia por completo la talla y la fundicién de tipos metilicos, que constituyen la base de la imprenta tal como aparecié en occidente. Algunos documentos prueban que los primeros libros impresos no salieron de talleres xilograficos adaptados a la nueva tarea, sino que los imprimicron especialistas en metales: Gutenberg, a quien se considera tradicionalmente y acaso con razén inventor de la imprenta, era orfe- bre; orfebre fue también Procopio Walvfogel, de Praga, quien al mismo tiempo que el maguntino réalizaba intentos parecidos a los de éste; or- febres cran también muchos maestros tipdgrafos de la primera genera- i6n, de Basilea sobre todo, ¢ inscritos ademas en el gremio de los plateros. De aqui que el libro impréso no pueda considerarse como perfec- cionamiento de la xilografia. El empleo de la tinta grasa o de impren- ta, negra y nitida, no parece haber sustituide en las xilograffas a la an- tigua, a base de negro de humo y generalmente oscura y demasiado fluida, sino con posterioridad a la aparicién del libro impreso. Del mismo las dificultades técnicas y su solucién = 29 modo, el procedimiento antiguo del brufiidor, que sélo permitia im- primir la hoja por un lado, no cedié su lugar a la prensa sino después de que el arte de imprimir fuera conocido’ No quiere decir esto que el libro impreso no deba nada a la xilogra- fia. Los grabados y los textos grabados en madera pudieron hacer més tangibles las posibilidades que ofrecfa el papel para la reproduccién in- dustrial de los textos. Es indudable también que el éxito de las xilogra- fias permitié adivinar el que llegaria a tener un procedimiento mejora- do, En una palabra: quizé la gran difusin de las xilografias estimulé a Gutenberg en sus investigaciones, y decidié a Fust a ayudarlo econé- micamente. Tal vez algunos caracteres se fundieron en moldes de tierra, en que habfan dejado su huella otros de madera. Acaso se experimenta- ron primero procedimientos metalogréficos destinados a la reproduc- cién de planchas xilogrdficas, pero incluso estas investigaciones sélo la hubieran podido emprender y llevar a buen término los especialistas en el trabajo del metal y sobre todo en el arte de fundirlo. Son ellos a quie- nes recordaremos a continuacién. Ex “DESCUBRIMIENTO” DE LA IMPRENTA gExactamente qué problemas se les plantearon a quienes trataban de encontrar, en la primera mitad del siglo xv, un procedimiento comodo y que pudiera utilizarse mecdnicamente para multiplicar los libros? Para responder a esta pregunta, conviene recordar primero algunas nociones ¢ indicar cudl fue la solucién que finalmente se adopté en oc- cidente, solucién que habria de ser la base de toda la industria tipogré- fica hasta la revolucién industrial y técnica del siglo x1x. La técnica de la impresi6n a mano se reduce a tres elementos esen- ciales: los caracteres méviles en metal fundido, la tinta grasa y la prensa? No hablaremos mucho de la tinta grasa ni de la prensa. La fabrica- cién de una tinta més espesa que la ordinaria, y el disponer de una prensa que permitiera prescindir del antiguo procedimiento basado en el bruftidor, preferido por los talleres de xilograffa, eran problemas re- lativamente faciles de resolver, secundarios si se quiere, en compara- cién con el esencial, aquel en el que se cifra el fundamento mismo de la imprenta o del procedimiento de impresién puesto en marcha en occi- ©C. Mortet, op. cit., pp. 22-23. 7 Ibid, pp. 28 y ss. 30 « la aparicién del libro dente en la época de Gutenberg y empleado desde entonces por todos los tipégrafos hasta fines del siglo xrx: la composicién de una pagina mediante caracteres méviles independientes. Recordemos en qué consiste este procedimiento. Para cada tipo o signo tipografico es necesario primero fabricar un punzén en metal duro, en cuyo extremo se graba en relieve el cardcter o signo. El punzén sirve para obtener una matriz en un metal menos duro, con el cual la imagen se imprime en hueco, Esta matriz, colocada en un molde, permite fun- dir tantos ejemplares como sean necesarios para realizar la impresin deseada, caracteres en un metal fundible a baja temperatura —estafio, por ejemplo, o plomo—, sobre los cuales aparece el signo tipogréfico en relieve, como en el punzén. Se contaba al respecto con la experiencia de los orfebres y de los gra- badores de medallas y monedas, que ademés eran frecuentemente re- clutados entre los primeros. Y en lo que concierne a los libros mismos, se sabfa preparar estampillas 0 placas de metal en relieve 0 en hueco destinadas a adornar las encuadernaciones con breves leyendas o figu- ras. Desde el siglo x1tt, los fundidores de metales conocian el empleo de punzones grabados en relieve para fabricar, con moldes de tierra, matrices en hueco, gracias a las cuales obtenian inscripciones en relieve sobre las piezas fundidas. Los fundidores de vasijas de estafio posefan, desde el siglo x1v, matrices en cobre, y desde mucho tiempo antes se utilizaban punzones para preparar monedas, medallas y, més tarde, sellos. Si las medalllas y las monedas se obtenfan poniendo una lamina de metal dulce entre dos troqueles y golpeando éstos con un martillo, no se ignoraba el modo de lograrlas fundiendo el metal en un molde. Este procedimiento, utilizado desde la antigiiedad, volvié a ponerse de moda en Italia a finales del siglo xiv.5 Se conocia perfectamente, en la primera mitad del siglo xv, la técni- ca de la fundicién en moldes de metal o de tierra —arena fina o-arci- lla—, por una parte, y la del batido, por la otra; también se sabia aliar ambas técnicas para obtener una matriz.en hueco partiendo de punzo- nes en relieve, y también figuras en relieve fundiendo el metal en dicha matriz, lo cual viene a constituir el principio de la fabricaci6n de los ca- racteres, Sélo faltaba adaptar esta técnica a las necesidades de la impren- tay resolver, en segundo lugar, los detalles que dicha adaptacién reque- ria. Mas tarde veremos que los primeros inventores recurrieron en un * bid, p. 3x. las dificultades téonicas y su solucién «31 principio a otros métodos, y que llegaron lentamente a la solucién defi- nitiva. Algunos trabajos recientes nos hacen suponer que algunos in- ventores, descorazonados por la inestabilidad extrema de una pagina formada por gran cantidad de caracteres méviles y por la dificultad de mantenerlos unidos de modo que en el momento de la impresién sobre el papel presentaran una superficie plana, perfectamente entintada en su totalidad, intentaron superar estas dificultades por medio de pagi- nas-bloque con caracteres fundidos en conjunto gracias a una matriz~ bloque obtenida con punzones independientes? Pasemos ahora a los documentos que permiten conocer qué trabajos dieron por resultado la aparici6n de la imprenta. Dichos documentos son desgraciadamente muy escasos y dificiles de interpretar, Por tra- tarse de una técnica en pafiales, no existfan en aquel entonces términos precisos para designar los instrumentos y el material de que se valian quienes intentaban convertir en realidad el nuevo invento, Casi tan ra- ras, aunque més explicitas, son las indicaciones en las crénicas de la época. El examen de los libros impresos mas antiguos nos autoriza a formular mAs de una hipétesis, pero no nos dice nada seguro sobre el proceso de investigacién que se sigui6; por lo demés, la mayor parte parece haber sido ejecutada cuando ya el procedimiento estaba poco menos que terminado y se utilizaba industrialmente. Entre los documentos conservados figuran, en primer lugar, las enigmiticas piezas del famoso proceso de Estrasburgo de 1439." Un maguntino, Jean Gensfleisch, conocido como Gutenberg," orfebre de oficio, procedente de una familia de monederos y que en 1434 residia en esa ciudad, posiblemente desde hacia muchos afios,"* aparece aso- ciado, entre 1436 y 1439, con otras tres personas: Hans Rife, André 9 Maurice Audin, “La métallographie et le probléme du livre”, en Gutenberg- Jahrbuch, 1930, pp. 11-525 “Typographie et stéréographie”, en Guéenberg-Jahrbuch, 1931, pp- 28-37, y Marius Audin, Somme typographique, Paris, 1948, t. 1. © De Laborde, Débuts de Vimprimerie @ Strasbourg, Paris, 18403 C. Mortet, op. cit, pp. 35-37; A. Ruppel, Johannes Gutenberg, sein Leben und sein Werk, Berlin, 1941. Sobre el estado actual del problema, véase H. Lufing, “Neue Literatur zur Geschichte des Buchwesens”, en Archiv fiir Kulturgeschichte, t. xxxvut, fase. 2, 1955, PP. 244-263. 1 Este sobrenombre —en latin Bona Montana—, denominacién de una pro- piedad nobiliaria paterna, suplant6 al verdadero apellido.] "2 [Nacido en Maguncia entre 1395 y 1399. Se supone que Gutenberg; hacia 1424, 0 quizds antes, pas6 desterrado a Estrasburgo (en latin, Angertina), donde, segtin testimonios fehacientes, residia en 1435.] 3a « la aparicién del libro Dritzehn y André Heilmann, para utilizar, con vistas a la feria de Aix- la-Chapelle, ciertos procedimientos que les habfa revelado a cambio de dinero."3 Como André Dritzehn habfa fallecido, sus herederos solici- taron sustituirlo en la sociedad, lo cual ocasioné un proceso cuyos ele- mentos han Ilegado hasta nosotros. Por ellos sabemos que los secretos de Gutenberg se referfan a tres objetos: pulimentacién de piedras, fa- bricacién de espejos —si ésta es la traduccién correcta de la palabra Spiegel—y un “nuevo arte” en el cual se usaban una prensa, unas “pie- zas” (Stiicke) que se separaban o juntaban, formas (Formen) de plomo y, finalmente, “cosas relativas a la accién de prensar” (der 2u dem Triicken gehiret)."* Estos textos, susceptibles de muchas y contradicto- rias interpretaciones, parecen indicar por lo menos que Gutenberg se ocupaba de trabajos de imprenta. Pero casi nada permite penetrar en el sentido de sus investigaciones, ni precisar a qué punto habfan Ilegado, ni cual era el procedimiento que empleaba, aunque podemos suponer que ya imprim(a libros de manera corriente.'5 No insistamos més. Por otra parte, no sélo Gutenberg buscaba una solucién al problema, pues algunos documentos encontrados en Avifién nos revelan que otro or- febre, Procopio Waldvogel, originario de Praga, concerté varios con- tratos, entre 1444 y 1446, con diferentes habitantes de esa ciudad," me- diante los cuales se obligaba a ensefiar a unos la orfebreria (ars argenterie) y a otros el arte de escribir artificialmente (ars scribendi arti- (ficialiter). En un contrato de 1444 se citen “duo abecedaria calibis, et duas formas ferreas unum instrumentum calibis vocatum vitis, quadragin- ta octo formas stangni, necnon diversas formes ad artem scribendi pertinen- es”. Otro contrato de 1446 habla también de “nonnull instrumenta sive artificia, causa artificialiter scribendi, tam de ferro, de callibe, de cupro, de lethono, de plumbo, de stangno et de fuste”. En el mismo aio entregé, 0 por lo menos lo prometié, al judio Davin de Caderousse un material destinado a la reproduccién de textos hebteos y latinos: “viginti septem "2 Bs interesante saber que uno de los socias de Gutenberg en Estrasburgo, ‘André Heilmann, era propietario de un molino de papel cerca de la ciudad. Cfr. F. Ritter, op. cit, pp. 67 y 487. 4 [Declaracién del platero Jean Dunne, que algunos consideran alterada.] +5 No obstante, se tiene la impresi6n de que Gutenberg estaba, desde sit resi- dencia en Estrasburgo, muy adelantado en sus investigaciones. Cfr. F. Ritter, op. cit, pp. 6 y ss. *© EH. Requin, “Documents inédits sur les origines. de la typographie”, en Bulletin Historique et Philologique du Comité des Travaux Historiques et Scientifiques, 1890, pp. 288 y ss.,y 328-3505 L'imprimerie a Avignon en 1444, Paris, 1890. las dificultades técnicas y su solucion » 33 listeras ebreaycare formatas, s(c)isas in ferro bene et debite juxta scientiam et praticam scribendi... una cum ingeniis de fuste, de stagno et de ferro... ingenia et instrumenta ad scribendum artificialiter in lettera latina”. ¢Cual era exactamente el procedimiento ideado por Waldvogel? También sobre éste punto, y por la ausencia de un vocabulario técnico, se plantean problemas de interpretaci6n tan engorrosos que es imposi- ble formular una respuesta segura. Se supone que se trataba de un sen- cillo procedimiento de estampado, 0 incluso de una especie de maqui- na de escribir. Esto parece poco probable: los dos alfabetos de acero que se mencionan en el documento de 1444, las 48 letras grabadas en hierro y las 27 letras hebreas del de 1446 podrian haber sido punzones o quiz matrices. Las “formas de estaiio” (formas de stagno) podrian ser resultado de fundiciones. Pero, sc6mo podemos interpretar la palabra ‘forma, empleada en los documentos del proceso de Estrasburgo? :Se trataba de caracteres aislados o de un conjunto de caracteres fundidos en una pieza, tal vez una pagina? De ser asi, ¢no podria pensarse en paginas-bloque, y en el caso de las formas ferreas del contrato de 1444, en matrices-bloque, obtenidas mediante la yuxtaposicién de la huella de los punzones? Tal es la tesis defendida por Maurice Audin."7 Si de los documentos pasamos a otras fuentes, podemos ver, en primer lugar, el famoso texto de las crénicas de Colonia (1449),"® tanto més in- teresante cuanto que su autor declara haber sido informado por Ulrich Zell, prototipégrafo de Colonia, de que habia tenido relacién con Schoeffer, uno de los ayudantes de Gutenberg. Véasc la traduccién de dicho texto: El admirable arte [de la imprenta] fue inventado primeramente en Alemania, en Maguncia, sobre el Rin (...] Esto sucedié hacia el afio del Sefior de 1440, y desde entonces hasta 1450, tal arte y todo lo que con él se relaciona no dejé de perfeccionarse [ mos, su primer bosquejo [ourbyldung] se reali26 en Holanda, en los Donato que se imprimieron [gedruckt syn] antes de ese tiempo. De estos libros data, pues, el inicio del arte mencionado; actualmente es mucho més sutil y magis- |] Aunque este arte fue descubierto en Maguncia, como diji- tral que lo que era en su primer forma; con el tiempo se ha perfeccionado més y mas [mehr Riinstlicher wurden]."9 17 Marius Audin, Somme typographique, tx. *8 [Cronik von der hilligen Stadt von Coellen.} 9G, Mortet, op. cit, p. 37. 34 * la aparicién del libro Vemos aqui el problema, tan controvertido, de una “primera manera” practicada en Holanda, y que ha suscitado tantos estudios e hipétesis.° Tomando en cuenta lo mucho que se trabajé en Holanda, se ha pensa- do que se trataba de xilografias. Pero esta técnica era conocida en Alemania, en la regi6n del Rin, y en Francia. Y otros textos, tardios pero P que dan testimonio de una leyenda viva, vienen a reforzar la hipétesis de que en Holanda se realizaron impresiones por medio de un proce- dimiento que varias veces se intent6 reconstruir. En 1561, dos huma- nistas de Haarlem, Jan van Zuren y Dirk Volkertroon Coornhert, rei- vindicaron para su ciudad natal la gloria de haber sido cuna del arte tipografico; hacia 1568, un médico de Haarlem, Adrien de Jonghe, se refiere en una cr6nica de Holanda," que debia imprimirse después de que éste falleciera,”* a una traduccién local en la que un paisano suyo, Laurent Janszoon, apodado Coster, aparece como inventor, antes de 1441, del arte de juntar caracteres méviles de metal fandido con el pro- pésito de reproducir mecénicamente un texto; fruto de su esfuerzo ha- brian sido un Speculum humanae salvationis, un Donato y otros libros, hasta que su secreto, divulgado en 1442 por un obrero que se habfa se parado de él, fue conocido primero en Amsterdam y luego en Colonia y Maguncia.”3 Alguna vez se han relacionado los textos que acabamos de citar con ciertas menciones de compras, hechas en Brujas, de doctrinales (vacia- dos en molde), jetés en moule: estas menciones se encuentran en los Memoriales de Jean de Robert, abad de Saint-Aubert de Cambrai, y es- t4n fechadas entre 1445 y 1451. Pero aqui se plantca un problema de interpretaci6n: el de precisar si la expresin “vaciado en molde” es si- n6nima de “tallado en molde”, en cuyo caso se trataria sencillamente de xilografias —a los fabricantes de naipes se les llamaba entonces “ta- ladores de moldes”—, o si se queria aludir con ella, como se ha pre- tendido en varias ocasiones, a una técnica metalogréfica, mediante la cual se vaciaba la pagina, formando un molde ‘nico, en una matriz preparada de antemano. 2 Véase la discusi6n de estos trabajos, de los cuales enumeramos los més im- portantes en la bibliografia, por V. Scholderer, “The Invention of Printing”, en The Library, vol. xx1, junio de 1940, pp. 1-25- > [Su titulo es Baravia.] [Leiden, 1588.] °3.Cfr. C. Mortet, op. cit, p. 39, y V- Scholderer, op. cit, p. 2. las dificultades téenicas y su solucion » 35 Debido a la imprecisién de estos textos y a los problemas de interpreta- cién que suscitan, nos vemos en la necesidad de recurrir a conjeturas, demasiado hipotéticas la mayoria de las veces, sobre las eventuales ten- tativas de impresién hechas en Holanda. El examen de los libros mis- { ‘mos no aporta casi nada al conocimiento de la técnica de los primeros inventores. Hay, sin embargo, un hecho que merece destacarse y que atafie a toda una serie de libros tipograficos no fechados, de procedencia probablemente holandesa, entre los cuales se cuentan dos hojas de un Abecedarium y cuatro de un Donato, conservadas en la Biblioteca de Haarlem, Algunos especialistas creen poder asegurar que los caracte- res que sirvieron para imprimirlas fueron fundidos no en matrices me- télicas sino en moldes de arena y probablemente mediante punzones j de madera. Es probable que estas obras sean posteriores a las primeras impresiones maguntinas, pero podrfa suponerse que la técnica utiliza- da para realizarlas se inspiré en un método anterior al de aquéllas.”4 i Otros, con més autoridad que nosotros, aun ahora dedican sus es- fuerzos al esclarecimiento de estos problemas. Nos limitaremos a dejar ; constancia de que nunca seré posible precisar con seguridad las etapas | que tuvieron que recorrer los inventores antes de llegar a resultados i definitivos, El problema esencial que se plantea es el de la fabricacién de i Ios caracteres. ;De qué tipo eran los punzones utilizados en los prime- ros ensayos? ;Fueron siempre de metal las matrices, 0 se utilizé en un principio la arena fina ola arcilla? Y en tal caso, jno se recurrié a pun- zones de madera? {No se obtuvieron moldes de plomo fundiéndolo j alrededor de un punzén de madera o de metal, o se produjeron carac- teres de plomo mediante estos moldes de plomo? Se ejecutaron pri- i 44 Véase la nota 20 de este capftulo. [Tales ediciones “presentan, en realidad, to- dos los caracteres exteriores de las primeras tentativas de la tipografia. Desgracia- : damente, no poseemos ningtin documento sobre la persona del supuesto inventor, t del que ni siquiera se sabe cundo vivi6 exactamente, si existié en realidad o si se i trata de un mito patridtico. Se objeta a los costerianos, y no sin fundamento, que las circunstancias del relato de Junius son inverosfmiles; que ninguna acusacion se hizo por el supuesto despojado, ni, durante més de un siglo, por su patria. Las 47 ; ediciones paleotipicas que los holandeses presentan como salidas de los t6rculos de Coster, algunas de las cuales sori anapistografas [...] y otras, impresas parte en xilografia y parte en tipos méviles, todas carecen por completo de suscripcién indi- ji cadora del lugar y la fecha en que fueron impresas, y solo se las puede considerar hholandesas por ciertas particularidades de los caracteres, propias de la escritura de Holanda, y porque dos de ellas estan precisamente en el idioma de este pais, sin ‘ que pueda aitadirse nada més preciso.” G. Fumagalli, Bibliografia, pp. 52-53] 36 + la apariciOn del libro mero matrices-bloque y paginas-bloque? Pero si es imposible determi- nar las etapas que tuvo el camino de quienes desarrollaron la impren- ta,¢s indudable en cambio que los intentos duraron largo tiempo antes de que el problema se resolviera de manera definitiva. Otro hecho que parece seguro es que quienes se esforzaban por hallar la clave de un procedimiento o de varios para reproducit mecénicamente los textos > eran muchos y trabajaban en distintos lugares: Coster (si existi6), en © Holanda; Gutenberg, Fust y Schoeffer, en Maguncia, y Waldvogel en AvifiGn. La falta de documentos nos impide afiadir a estos nombres los de otros que debieron, por su cuenta, enfrentar el mismo problema en esos afios, entre 1430 y 1450, en los cuales el éxito de las xilografias mostraba a todos y en todas partes la utilidad y el futuro de un invento de esta naturaleza.*5 Sea como fuere, los intentos del periodo de 1445 a 1450 estaban a punto de cristalizar, si es que no lo habian hecho ya; los siguientes quince afios corresponden a una etapa decisiva en la historia de la im- prenta, en la cual el invento terminado entré en una fase industrial y se difundi6 por toda Europa. Maguncia fue indudablemente la cuna de esta primera industria, cuyo desarrollo aparece unido a tres nombres: Gutenberg, el hombre del proceso de Estrasburgo; Johann Fust, un burgués dedicado a las . actividades financicras, y Peter Schoeffer, antiguo estudiante de la Uni- versidad de Paris, que antes de convertirse cn impresor fue, probable- mente, copista y calfgrafo. Gutenberg, después de haber residido en Estrasburgo por lo menos hasta 1444, habia regresado a su ciudad natal antes de octubre de 1448. Para continuar su trabajo y terminar sus investigaciones necesitaba fondos, y encontré un socio capitalista en Fust, quien le presté primero 800 florines, con un interés de cinco por ciento.(1450), para la fabrica- cién de ciertos instrumentos (Gecauge); después le prometié 300 flori- nes més para la “obra de libros” (Werk der Biicher), mediante un nuevo contrato, en el cual estaban considerados los gastos para papel, perga- mino y tinta; esto indica que Gutenberg estaba a punto de obtener éxi- to en su trabajo, si es que no lo habfa hecho ya. Pero en 1455 la situa- %5 [Sobre el valor que deba darsele al testimonio del franciscano Antonio Cambruzzi, quien en su crénica de la ciudad de Feltra, escrita en el siglo xvu, - atribuye explicitamente la invencién de la imprenta a Pénfilo Castaldi, impresor en Milan y luego en Venecia, fallecido después de 1479, véase Fumagalli, op. cit, pp. 53-55.) las dificultades técnicas y su solucién = 37 cién cambié: Fust acusa a Gutenberg de no cumplir con sus compro- misos, lo Ileva ante los tribunales y logra quie lo condenen a pagar los intereses devengados y a devolverle el capital que atin no invertfa.° Dos afios después, el 14 de octubre de 1457, aparece la primera obra con fecha conocida: el Salterio de Maguncia, obra de Fust y de su nuevo socio, Peter Schoeffer.?” Este tiltimo siguié desarrollando sus activida- des y su taller fue por mucho tiempo, hasta inicios del siglo xv, uno de los més importantes de Europa. Pero todavia subsisten bastantes misterios. La ejecucién magistral del Salterio de Maguncia demuestra que esta obra no fue simplemente un ensayo. El andlisis de algunos Donato y calendarios astronémicos alema- nes nos hace pensar que ya se imprimfa, de forma industrial, a partir de por los menos 1450. En tales condiciones, gno habria Gutenberg realiza- do algunas impresiones antes de su regreso a Maguncia, y sobre todo a raiz de su asociacién con Fust? Y éste, al comprobar que los esfuerzos de Gutenberg habian alcanzado su objetivo, ¢no se habrfa deshecho, gra- cias a un proceso, del inventor que ya le resultaba fastidioso, sustituyén- dolo por uno de sus ayudantes, Peter Schoeffer, que no sélo conocfa los secretos de Gutenberg, sino que era més facil de manejar y posefa mayor instinto para los negocios? Si asi fue, no cumple Gutenberg con el pro- totipo del sabio a quien se le quita un secreto al que ha dedicado afios de investigacién? ¢Continué el maguntino sus trabajos después de la ruptu- ra con Fust? ¢Qué le pas6? ¢Se mudé a Bamberg con intenciones de se- guir trabajando en su arte? Lo que sabemos ‘de Gutenberg después de 1455 €s muy poco: se ha supuesto que debié vivir con dificultades econé- micas, ya que entre 1457 y su muerte” no pudo pagar al cabildo de Santo © C, Mortet, op. cit, pp. 51-52. [Sobre el extenso proceso redactado en alemin por el notario Ulrich Helmasperger, véase Karl Dziatsko, Sammlung Bibliothek- swessenschaftlicher Arbeiten, t. 11, 1989, y L. Delisle, en Journal des Savants, Paris, 1894, pp. 401 y ss.] R. Blum, Der Prozess Fust gegen Gutenberg, Wiesbaden, 1954. 37 [Su colofin dice ast: “Praesens spalmurum [sic] codex, Venustate capitaliam decoratus I! rubricationibusque sufficienter distinctus, |! adinuentione artificiosa im- primendi ac caracterizandi, // absque calami vela exaratione sic effigiatus, et ad euse = 11 biam Dei industrie est consummatus, por Johannun fst, ! civem maguntinum, et Petrum Schoeffer de Gaenszheim, |) Anno domini Millesimo. cece. 1. vii, in vigilia Assumptionis,"| 28 TAntes del 26 de febrero de 1468, porque en este dia Conrad Humery, doc- tor maguntino, dio un recibo al elector “por ciertas formas, papeles, instrumen- tos, herramientas y otros objetos pertenecientes al trabajo de la imprenta que Johannes Gutenberg dejé a su muerte, y que eran y atin son mfos”.] 38 » la aparicién del libro romas de Estrasburgo la suma de cuatro libras que le debia por intereses un préstamo que recibié en 1442. Sin embargo, en 1465 fue incorpora- pal personal del palacio de Eltvil por el arzobispo electo de Maguncia en ympensa por sus servicios. sInstalé ahf un taller de impresidn? Si bien on numerosos los textos que destacan el papel desempefiado por Guten- -g en la invencién de la imprenta, su nombre, en cambio, no figura en colof6n de ningin libro.”? partir de los afios 1450-1455, vemos que en Maguncia funcionan multéneamente varios talleres que producian, en forma industrial, an néimero de obras: restimenes de la gramética de Donato, desti- jos ala ensefianza de los rudimentos del latin; caleadarios en lengua Igar; literae indulgentiarum, 0 sea, los recibos que se daban a quienes dquirieron indulgencias concedidas por el papa Nicolés V en 14513? a ayudar al rey de Chipre, Giudo de Lusifidn. También encontra- mos obras de mayor importancia: la célebre Biblia de 42 lineas, que f tradicionalmente se considera el primer libro impreso;* la Biblia de 36 9 Sobre Gutenberg consiltese fundamentalmente A. Ruppel, Johannes Gu- tenberg. Acerca de una eventual residencia de Gutenberg en Bamberg, véase A. Dresler, “Hat Gutenberg in Bamberg gedruckt?", en Das Antiquaria, 1955, pp. 197-200, 229-231, y la critica de H. Lufing en Newe Literatur 2ur Geschichte des Buchwesens. 3° [EI primer lugar pertenecerfa a un breve fragmento en papel de un poema en alemn sobre eljuicio universal, descubierto en Maguncia en 1892, conservado en la misma ciudad (Museo Gutenberg) y considerado de 1445 (cft. Schroder y Zedler, Das Mainzer Fragment von Welgericht, Maguncia, 1904). 3" [Mejor desde r451. En este documento se dejé en blanco el espacio para anotar el nombre del donante, la cuantia de la donacién, el lugar y el da del mes. Estas literae fueron por mucho tiempo consideradas como les més antiguos mo- numentos tipogrificos con fecha, y todavfa hoy no se conoce ningan impreso que = ostente explicitamente una fecha anterior a la de las Indulgencias de 1.454.) # [Véase la nota anterior. Parece fuera de duda que la Bitlia de 42 Iineas esta- |. ba acabada ya en los primeros meses de 1456, pues en el primer tomo de un ejem- " plar de la Biblioteca Nacional de Paris hay una nota manuscrita que declara ha- ber sido terminada de iluminar, rubricar y encuadernar el 15 de agosto del afio indicado por Heinrich Cremer, vicario de la Colegiata de San Esteban de Maguncia, quien finalizé igual tarea con el tomo segundo el 24 del mismo mes. Unos han atribuido el Casholicon de Juan Balbi o de Januaa Fust y Schoeffer; otros, con mejor fundamento, a Gutenberg. Sus caracteres son diferentes de los empleados por aquéllos y no se tiene noticia segura de que en 1460 hubiese en Maguncia més talleres tipogréficos que el de Gutenberg y el de sus antiguos so- las dificultades técnica y su solucion » 39

You might also like