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POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA NESTOR GARCIA CANCLINI, ed. GUILLERMO BONFIL, JOSE JOAQUIN BRUNNER PAN fbn 301.2 P759 cultura y sociedad coleccién enlace erijaiho MEXICO BARCELONA BUENOS AIRES. INSTITUTO DE aAnres IBLIOTECA POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA 2 1987, Néwor Gata Candin 1. 1087 por EDITORIAL GRIFALBO. 5. ‘Ga Sap Bartok Navealpan nie. 202 argent mente T1230 Miguel Halo, Meco, DF SEGUNDA EDICION ISBN 968.419.668-6 AMPRESO EN MEXICO. Indice Introduccién, Polfticas culturales y crisis de desarrollo: un balance latinoamericano, por Néstor Garcia Canclini . 20.2606. 6602006 13 I, Las transformaciones en el analisis de las politi- cas culturaies , is a) De las descripciones burocréticas a la con- ceptualizacién critica 16 b) De las cronologlas y diseursos ala invesige cién empirica 18 o) De las politicas gubernamentales alas movi- imientos sociales .. 19 d) De los andlisis nacionales a la investigacion internacional . 20 & De la documentacié: Ip vestigacién critica y ta planificacién 24 IL, Politicas culturales y crisis socioeconémica.... 22 IIL. Los paradigmas politicos de la accién cultural 4 Elmecenazgo liberal ... b) Eltradicionalismo patrimoniatista . ¢) Elestatismo populista . @) Laprivatizacin neoconservadora e) Lademocratizacion cultural. A) Lademocracia participativa.. IV. Cuestiones pendientes . .. POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. a) La investigacién de la vida cotidiana y las ne- cesidades populares... 54 b) La reorganizacion de la cultura bajo el desa- rrollo industrial y tecnolégic 56 ©) Politica cultural y creatividad social . La politica“ .aral en a época de Reagan, ‘por Jean Franco Nota final... Las pueblos indios, sus cutturas y las politicas cutarales, por Guillermo Bonfil . . La dimensién cultural y el desarrollo de los pue- blosindios . . a) Réquiem porel desarrollo integrador b) Sehace camino al andar c) Nuevos retas. II. Cultura propia, grupo étnico e identidad |. Consideraciones sobre politicas culturales y al- ternativas .. - 4 1V. Algunasreficxiones finales . Estado, mercado y necesidades populares: las politicas calturates en Brasil, por Sergio Miceli... 127 Campo cultural y democratizacin en Argentina, por Oscar Landi . . 145 I. Entre la herencia autoritaria y la oportunidad democratica 11. Los dilemas del Plan Nacional de Cultura .. a) Entre los principios.y un Estado feudali- zado.. 156 INDICE, 1 b) Dela oposicién al gobierno . 159 ©) La perplejidad frente ala television . 161 a) Lacultura popular en cuestin 163 e) La planificacién por fuera y por dentro de los conflictos .. 167 III. Potiticas culturales y culturas politicas........ 169 Bibliografia .... Politicas culturales y democracia: hacia una teoria de las oportunidades, por José Joaquin Brunner ... I, Agentese instancias organizativas ........... 175 Naturaleza y clasificacién de circuitos cuitura- tes. - 178 Circuitos culturales puros . » 186 Componentes de todo circuito 2 187 Tipos de politicas culturales = 388 4a) Politicas que presentan intervenciones en et nivel de tos agentes .. - 188 Il. Politicas relativas a los medios de produccién .... 189 Ill. Politicas relativas a los canales de comunica- cién. . 189 IV. Politicas que tienen que ver con los publics... 189 Y. Politicas que tienen que ver con las instancias institucionales de organizacion de los circuitos culturales . . - 190 Politicas culturales organizativas . 190 a) Politicas en y frente al MERCADO ......- 190 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. by) Politicas en y frente a la organizacion AD- MINISTRATIVA de procesos culturales: eee 193 ©) Politicas en y frente @ la organizacion CO- MUNITARIA de la cultura . 194 Politicas culturales democréticas: st general .. +. 196 Politicas culturales democréticas: sentidos espectficos - ve 200 Bibliografia . +. 202 Bibliogratia general... Introduccion Politicas culturales y crisis de desarrollo: un balance latinoamericano Néstor Garcia Canclini Politica y cultura: dos campos adversarios para mu- chos politicos, para muchos artistas e intelectuales. Los Politicos suelen dar por supuesto que la sociedad tiene problemas mas apremiantes, sobre todo en tiempos de austeridad, de modo que prefieren dejar que las deman- das culturales de sectores tan pequefios, cuyas activida- des interesan a minorias y repercuten poco en los movi mientos del electorado, se resuelvan en la competencia entre grupos, tendencias y organismos privados. La mayoria de los artistas ¢ intelectuales viven lo poli- tico como un territorio ajeno y amenazante. Ven en los intentos de planificar la cultura conspiraciones contra la espontaneidad creadora, les hacen pensar en seguida en Hitler, Stalin o en el despotismo deslustrado de los dic- tadores latinoamericanos. Hasta escritores que argu- mentan en favor del compromiso social de su trabajo encuentran en los partidos, los poderes estatales y las polémicas politicas conjuras enemigas de lo que Vargas Llosa denominé hace poco el “primer deber del intelec- tual: ser libre’’, “‘Uno intenta hablar del problema de la libertad de expresion y le preguntan cuanto gana, por B 14 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA qué escribe en tal periédico y no en el otro y si sabia quien financié el congreso en el que participé.’"* Estas son algunas de las razones por fas que las politi- cas culturales constituyen un espacio de existencia du- dosa. ‘‘De qué politicas culturates vamos a bablar si en mi pais no existen”, escuchamos decir a soci6logos y escritores de Argentina, Brasil, México, Pera. Esa frase suele referirse a la falta de una coordinacién explicita que dé coherencia a las acciones estatales, como ocurre n Jas politicas econdmicas, de salud o vivienda. El area cultural aparece a menudo como un espacio no estructu- rado, en el que coexistirian arbitrariamente instituciones y agentes personales muy heterogéneos. La falta de terés de los Estados y de los partidos, de derecha ¢ quierda, deja esta zona de la vida social en manos de versos mecenas o librada a las iniciativas de instituciones desconectadas. Para muchos politicos, socidlogos y eco- nomistas, la politica cultural es un tema que se discute sin rigor entre !as y escritores, o que encubre con ar- gumentos formales simples luchas de intereses por la distribucién de fondos piblicos y privados. En verdad, lo que hoy llamamos politica cultural tiene prefiguraciones lejanas. Seria legitimo indagar su origen en los proyectos fundadores de nuestros paises, particu- larmente en politicos intelectuales, como Sarmiento 0 Vasconcelos, que desplegaron una estrategia de desarro- Ito cultural consciente de sus objetivos finales en cada area social y del modo en que debian articularse la edu- cacién, la composicion sociocultural de la poblacion y ef desenvolvimiento econdmico. Podriamos remontarnos hasta la Colonia, investigar las politicas culturales de di- versos sectores de la Iglesia y obtener explicaciones que necesitamos para entender como se construyé, a través de sistemas organicos de acciones culturales, distintos ti- & Mario Benedetty Mario Vargas Liosa, América Latina, fos intlectuales 4 el subdesarolio politico", Vuela: nim. 92, México, julio 1984, p. #9. POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO 15 pos de hegemonia politica. Pero por al 6 polftica cultural aparece tan reclentonene. ‘0 formula Es en las dos dltimas décadas cuando Tas cuestiones que dicha formula abarca cambian su aspecto y su lu- Sar. {Qué ha ocurrido para que muchos Estados y orga- nismos internacionales —el mas notorio la UNESCO. realicen congresos y estudios sobre politica cultural, para que algunos partidos politicos y cientificos sociales ta consideren junto a los temas econémicos y politicos a Jos que tradicionalmente reducian sus Practicas? Co- mienza a encararse en América Latina la creacién de mi- nisterios de cultura, se formulan por primera vez planes nacionales para este campo, los Estados tealizan lo que Sergio Miceli denomin6, refitiéndose a Brasil, la “‘cons- truccién institucional del area cultural” A la vez, se aplican al conocimiento de la cultura metodologias de investigacion tan rigurosas como a las otras partes de la estructura social, superando asi la época en que este campo sélo merecia especulaciones filosdficas ¥ ensayos intuitivos. Las politicas culturales ya no son solamente motivo de debates doctrinarios en revistas literarias 9 suplementos periodisticos de fin de semana. Es esta amuova stuasion la que tratamos de recoger y discutir en ro. 4, Las transformaci isis tt jones en el anilisis de las politicas Cuando uno recorre Ia bibliografia producida baj titulos “politicos culturales”” o “cultura y polities’: coe cuentra ante todo la dificuktad de constituir y delimita 2 Sergio Mice op. sie Mics (org), Emado e cultura no Brasil, Sao Paulo, oven, 1984, 16 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA el objeto de estudio, asi como de establecer un metodo pertinente de investigacidn. Observamos que en las dos liltimas décadas, desde que comenz6 a wabajarse siste- maticamente en este campo, se efectuaron los siguientes movimientos, que significan un avance en esta tarea: a) De las descripciones burocraticas a la conceptualizacton critica njunto mas extenso sobre politicas culturales en ¢s- Enel es la coleccion de libros y fasciculos preparados por la UNESCO sobre los paises latinoamericanos. La casi totalidad de esos textos se limita a describir el orga- nigrama burocratico de los Estados, enumera Jas institu- ciones y sus principales actividades. Segin los autores, se da més énfasis a los aspectos juridico-administrativos (por ejemplo, el libro de Edwin R. Harvey sobre Argen- tina),’ a la historia nacional (el de Jorge Bliécer Ruiz acerca de Colombia), 0 a las innovaciones instituciona- les de los diltimos afios (el de J. Saruski y G. Mosquera sobre Cuba).’ Es dificil formarse una idea de las contre. dicciones y polémicas que suele implicar el desarrollo ¢ politicas culturales a través de esos textos demasiado ies y diplomaticos. iso problema se encuentra en muchos documen. tos y ponencias de las conferencias intergubernament: sobre politicas culturales organizadas por la UNESCO, desde la primera en Venecia, (1970), hasta Ja altima en ‘México (1982). Es valioso que esas conferencias hayan «Bin fe Hare, La poli eur en Arena, Pat nto. 19 ae Fler Rut, La pot curl en Colombe, Pats, v5 wie “ ime Saruski y Gerardo Mosquera, La poltica cultural en Cuba, Paris, cc ame Sara 9 Cera Me op alos dems itl blot Ao, ee pl omen POLITICAS CULTURALES ¥ CRISIS DE DESARROLLO 17 contribuido a formar un cierto sentido comin interna- cional acerca de que el crecimiento de los paises no puede evaluarse sélo por indices econdmicos, y que el desarrollo cultural, concebido como un avance conjunto. de toda la sociedad, necesita una politica piblica y no puede ser dejado como tarea marginal de élites refinadas 0 ibrado a la iniciativa empresarial de grandes consor- cios comunicacionales. Otro mérito que debemos reco- Nocer a esas reuniones es que temas claves como ja trans- nacionalizacién de la cultura, el control imperialista de la informaci6n y la desigualdad social en la apropiacién del arte hayan dejado de ser discusiones murmuradas s6- Jo en revistas de izquierda. Ademas, la UNESCO viene promoviendo en esas conferencias acuerdos internacio- nales para la defensa del patrimonio nacional, el acceso de sectores populares a la cultura y la proteccién de los derechos de artistas y trabajadores cuiturales. Sin em- bargo, desde el punto de vista del debate sobre las contradicciones basicas de nuestro desarrollo, estas conferencias reiteran los limites de las reuniones intergu- bernamentales. Complejas cuestiones tecnoldgicas, lin- siiisticas y artisticas son tratadas s6lo por politicos profesionales, en algunos casos ni siquiera elegidos por sas pueblos. Se aconsejan medidas de proteccién a las calturas indigenas y populares, pero sus protagonistas no participan. La fuerza y el rigor de los discursos que- dan entonces librados al talento y la elocuencia de algu- 1408 ministros (por ejemplo, Lang y Mercouri en la Con- terencia de Mexico). La mayorfa de las intervenciones reducen o disimulan las contradicciones vividas en las ~oviedades de las que hablan. Por eso, los conflictos y dificultades que acompafan tas politicas culturates, los problemas teéricos y metodo- togicos que implica su estudio, aparecen —mas que en tay grandes conferencias de la UNESCO— en las reu- siones de especialistas que esa institucién convoca pe- nodicamente y en otros debates intelectuales y estudios 18 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. Jemicos, Solo en los iiltimos diez afios comienzan a bese ‘andlisis que trascienden el catdlogo burocré- tico, que reinen a politics, cientificos sociales y artistas para examinar las bases conceptuales de las acciones cul- furales. Es el caso del simposio que acabamos de char sobre Estado e Cultura no Brasil, que se efectuo en ‘en Sao Paulo, del cual traducimos para este yolumen un texto de Sergio Miceli —coordinador de! simposio— so- bre las relaciones entre “Estado, mercado y necesida- des populares’’. Otro ejemplo lo tenemos en el libro Cul- turas populares y politica cultural, realizado también en 1982 por el Museo Nacional de Culturas Populares de México, bajo la coordinacion de Guillermo Bonfil, de quien publicamos aqui un texto mas reciente acerca de las encrucijadas politicas en que se encuentra la cuestion in- digena. b) De las cronologias y discursos @ la investigacion empirica juchos volimenes y articulos que incluyen en su titulo se renetula “politica cultural” son textos declarativos © apologéticos elaborados por organismos o funcionarios fuego de un periodo de accion gubernamental. Estoy pensando en los libros publicados por los gobiemos de Cuba’ y Nicaragua? con discursos de sus lideres y docu mentos oficiales; en el libro de Alfredo Tare Murzi,? donde el expresidente del Instituto Nacional de Cultura & Guillermo Bonfit Batalla ef al., Cutan populres ¥ poiicg cultural, ‘Ménico, Muse de Cultures Poplars / ser : poate cunaral eterenofecton cabana, La Habana, Eto‘ de ion ian Sova, 1977 ° sree poitica cultural dela revolucin popular sand, Mane- sun, Mineo de Cutra, 1982, ® Altedo Tare Mrz, Et Esa tecture La politica erat en Ve enue, Caracas, Monte Avia Editors, 1972. POLITICAS CULTURALES ¥ CRISIS DE DESARROLLO 19 y Bellas Artes de Venezuela establece la memoria de su trabajo y sitia la problematica cultural de ese pais en una Teflexién periodistico-diplomatica sobre las tenden- cias del capitalismo y et socialismo. Hay que reconocer en estos libros el mérito de documentar y buscar cohe- rencia a las acciones desarrolladas por ios Estados. Pero para descubrit el sentido global de esas politicas se necesi- ta, ademds de la reflexion de los protagonistas, la investi- gacién empirica que evalie la manera en que las acciones piiblicas se vinculan con las necesidades sociales. ©) De las politicas gubernamentales a los movimientos sociales De acuerdo con esa tendencia prevaleciente del pensa- iento moderno que concentré en los Estados el ejerci- cio de la politica —econdmica, cultural, sanitaria—, la mayor parte de la bibliografia reduce el tratamiento de este tema a lo que hacen los gobiernos. Sin embargo, la presencia creciente de tas transnacionales y de las empre- sas privadas nacionales en el campo cultural, asi como el papel desempeftado por agrupaciones culturales de base, movimientos eclesidsticos y asociaciones privadas en los procesos de democratizacién latinoamericanos, mues- tran la necesidad de extender ia problemética de las politicas culturales al conjunto de acciones desarrolladas por los grupos ¢ instituciones que intervienen en esta area. El texto de Jean Franco acerca de la politica cultu- ral de Reagan, que inicia este volumen, muestra cmo se estructura desde el neoconservadurismo de 1a metropoli su relacién con las necesidades socioculturales y los pro cesos politicos latinoamericanos. El de José Joaquin Brunner es un intento original de construir una tipologia capaz de articular los diversos circuitos culturales (pabli- cos, privados y de asociacion voluntaria) y de repensar las tareas de los movimientos de oposicién. POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA d) De los andlisis nacionales a la investigacién internacional La dependencia de los trabajos sobre politicas culturales de una perspectiva estatal determina que su horizonte tenga, a menudo, los limites de la sociedad nacional, Las conferencias regionales y mundiales de la UNESCO dieron espacio para cierto intercambio mas amplio, aunque restringido casi siempre a las esferas gubernamentales. En algunos estudios académicos y en coloquios internaciona- les auspiciados por centros de investigacion, se trascien- den los enfoques locales y comienzan a construirse para- metros teéricos para analizar las politicas transnacionales © los problemas comunes en diversos paises.” Uno de los encuentros que mejor muestra la fecundidad de estos es- fuerzos internacionales de coproducci6n intelectual fue el onganizado en marzo de 1985, en Chile, por el Centro de Indagacion y Expresion Cultural y Artistica (CENECA) de ese pais, el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CeEDEs) de Argentina y el INTERCOM de Brasil. En ja convocatoria se dice que la democratizacion de los paises del Cono Sur ofrece a los mas diversos ‘‘actores politicos, intelectuales y culturales e! desafio y la posibi- lidad de desempehar un rol activo en el disefio de mar- iemos el simposio organizado por ei Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales en 1981 en Santa Marta, Colombia, sobre ef rema “Co- ‘nunicacién y democracia'” (publicado en el libro de Elizabeth Fox ef a. ‘Comunicaciin y democracia en América Latina, Lima, Desco-cLAcso, 1982); ‘que rcunid & investigadares de varios paises Tatinoamericanas y de Esta dos Unidos en Ia Universidad de Columbia, en abrit de 1985, bajo el tema “Culeura popular, resistencia politica y politicas culturaies en América Lati- ina; el auspiciado por el Centro de Estudios sobre Cultura Transnacional, ‘con sede en'Lima, y el Centro de Investigacion y Educacibn Popular de Bo- ford en esta misma cludad, en agosto det mismo afo, para ocuparse de los Vinculos eotre "“Cultura’ transnacional, cultura popular y politicas cculeurales”. POLITICAS CULTURALES ¥ CRISIS DE DESARROLLO 21 cos orientadores y de politicas culturales”’; pero esta oportunidad, semejante a la de la década de los sesenta, se diferencia ahora porque se da luego de largos gobier- nos militares y en un period de crisis y “‘replanteamiento en las matrices teoricas y en los analisis sobre politica, democracia, estado, sociedad y cultura’’. Se sefiala tam- bién que los cambios suscitados por las transforma- ciones tecnoldgicas, industriales y comerciales de la comunicacién a nivel mundial y regional exigen tratar conjuntamente la situacion de Argentina, Brasil, Chile, Pera y Uruguay. Cabe decir que estos temas, asf como el dela democratizacion, no sélo requieren Ja reflexion y el estudio conjunto en los paises que emergen de dictadu- ras; también se vuelven centrales en el debate de otras sociedades. Una de las principales expresiones de la ge- neralizacion de investigaciones en este campo ¢s la crea- n de un Grupo de Trabajo sobre Politicas Culturales ‘en CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias So- les}, compuesto por varios autores de este volumen —Brunner, Garcia Canclini, Landi y Miceli, y por Antonio Augusto Arantes, Carlos Catalan y Luis Peira- no. Dicho grupo est desarrollando una investigacién comparativa sobre las relaciones entre politica cultural y consumo en Argentina, Brasil, Chile, México y Peri. e) De la documentacién sobre el pasado a la investigacién critica y la planificacion Documentar las politicas culturales sigue siendo una ta- rea indispensable para poder hablar de ellas, o sencilla- mente para cvitar la desmemoria de nuestros pucblos. En varios paises de América Latina es algo que atin debe ser iniciado. Pero para que ese registro alcance cierta ob- jetividad y valor explicativo, necesita ser hecho no sélo por los protagonistas o los poderes responsables de las acciones, sino mediante un trabajo de investigacién que 2 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA evalic las politicas en relacién con sus resultados, con la recepcién y refuncionalizacién que tales politicas sufren al llegar a sus destinatarios. Quiz4s otro de los hechos reveladores de la nueva etapa en que estamos sea que la denomiinacién ‘politica cultural” no se coloca ya tinica- mente en los andlisis post facto de los gobernantes; co- mienza a aparecer en los primeros planes nacionales de cultura de algunos gobiernos. Como un ejemplo de lo ue significa esta busqueda a priori de coherencia en las acciones de un Estado y de lo que los cientificos sociales pueden hacer respecto de la fundamentacion de las politicas culturales, presentamos en este volumen un es- tudio critico de Oscar Landi sobre ei Plan Nacional de Cultura del gobierno argentino (1984-1989). i, Politicas culturales y crisis socioeconémiea 2A qué se deben estos cambios en el tratamiento de las politicas culturales? Una primera explicacién podemos encontrarla en la crisis de los modelos productivistas, tanto keynesianos como marxistas, que hasta hace poco regian la planificacién del desarrollo. La incapacidad de las soluciones meramente econdmicas o politicas para controlar las contradicciones sociales, tas explosiones demogréficas y la depredacin ecolégica han llevado a cientificos y politicos a preguntarse por las bases cuitu- rales de la produccién y del poder. Se acepta que el desarrollo no es slo una cuestion referida a patrones y niveles materiales, sino también al significado del tra- bajo y la recreacion, al sentido que las sociedades cons- truyen, junto con su producciéa, en las canciones y las imagenes, en el consumo, la educacién y la vida diaria. Luego, para estudiar el desarrollo y su crisis hay que tomar en cuenta tanto lo que declaran las encuestas y las POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO 23 i el abierto misterio del arte: es0s textos que Teas cone Significa la vesidencia en la tierra, la mala s perdidos. . aoe ee ease pcos afies la literatura latinoamericana sobre la modernizacién, que entendia este proceso como Ja aproximaci6n a los modelos industriales de as metr6- polis, se ocupaba dela cultura —sobre todo de las eultu- fas tradiionales— tnicamente como “obsticul al desa- rrollo”. Las relaciones de compadrazgo y parentesco, las Treencias religiosas y otros valores arcaicos slo eran est diados para saber mejor cbmo eliminarlos. Sin embargo, fas evidencias de inviabilidad del modelo metropolitano tn nuestros paises, ¥la crisis de la concepcién unilineal de ia historia que lo sustenta, abrieron el espacio cientifico a nuevas maneras de ver las Funciones sociales y econbmi- tas de ia cultura. Se presta creciente atencion al papel (enuchas veees positive) de las diversdades culturales en al erecimiento economico, a la solideridad étaica 0 rel iosa came recurso de cohesion social, y alas téenicas de produceion y los habitos de consumo tradicionales como Base de formas alternativas de desarrollo.” ‘Un cuestionamiento semejante aparece en los discursos politicos. Ya es comin que cualquier declaracion de esta- Gist y organismos internacionales reconozca los rrores a ue lev la concepci6n economicsta del desarrollo, y {ue los cambios tecnologicos y sociales deben arraigars i i ea cultura ene! 11 Entre tos trabajos recientes que tesonsideran cl papel desarosydeacamos ls de Loordes Aizpe, “Pkt exturaly des eipsocal eu Agperea Lana: cements para ya dscuson” de LSS Na eh Pe 7287 S07 ede re (i ee estan aera de dev uu {ita Gvilizacin industrial", y de Celso Furtado, “Ccetividad cultaral ye sini depentete pubcados en ol Woo de Pablo Gores Csagovt tot ar aa whe Mario Sterulls (Cultura y desarrotlo en México: la reproduction de tas uni- dlades domestces, MENed, NA, 0 PrETS. 4 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. en los habitos culturales.2 También en tos movimientos de oposicién, en los debates sobre las dictaduras y ia de- mocratizacion, comienza a verse el papel especifico de la cultura, sobre todo de las culturas populares. Es curioso que en un continente en el que las masas fueron decisivas en Jas revoluciones, por lo menos desde la mexicana de 1910, la cultura popular casi nunca haya sido un proble- ma central para los estudios politicos. muchos de ellos verda- deramente extrafios. Estos confieren un aire de pluralis- mo a las frecuencias y canales de radio, aunque en gran medida se trata de un pluralismo de derecha. Algunos de estos grupos, como los Fundamentalistas y los Supervi- vencialistas, apoyan a Reagan en cuestiones como la oposicion al aborto (0 pro-vida, como !a Haman), aun- que solo sean una maleza densa ¢ impredecible en la vida politica conservadora, una especie de cultura popular de derecha que garantiza constantes batallas locales en contra de libros de texto “'tolerantes"” y en torno a cues- tiones come la oracidn en las escuelas. Estos grupos des- gastan constantemente las libertades civiles y ponen ala “defensiva a la intelectualidad liberal, al mismo tiempo que 3 Esimportante subrayar, como fo hacen Ernesto Laclan y Chantal Movf- een Hegemony and Socialist Strategy. Towards a Radical Democratic Pol ties, London, Verso, 1985, que lo que petite que los diseussos sean identi ‘ables son cieias regularidades que stablecen posiciones diferentes. Una vez dicho esto, es importante hacer una distincion ent los discursos apoyados por la autoridad de instituciones nactonales como la presidencia, y los que Son sélo regionales,es decir, Himitados a siertas iglesias o secas rligosas, 66 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. se libra una verdadera batalla ideologica a escala nacional en los medios de comunicacién y en las universidades. Reagan lego al poder merced a un programa de refor- ma fiscal que implicaba la reduccién de los impuestos y def gasto ptiblico en una amplia variedad de Programas instituidos en un periodo de abundancia para distribuir ms equitativamente la riqueza y ayudar a los menos fa- vorecidos, En esencia, el plan de Reagan era acabar con ef Estado benefactor, sobre ia base de que fomentaba la burocracia y la dependencia del Estado, y restaurar los antiguos valores americanos fundados en la empresa pri- vada y el esfuerzo personal. Como Margaret Thatcher, apoyaba la “dureza”’ y el “rigor” en contra de Ia polit ‘blanda’ de sus predecesores, quienes eran denigrados por “‘liberales””. Como las politicas econémicas de Rea- gan parecen derivarse del liberalismo clasico y esto podria parecer confuso, hace mucho tiempo que el tér- mino ““‘liberal” recibié un nuevo significado: en la ac- tualidad quiere decir “gobierno a gran escala’” y ‘rela~ jamiento”’, Asi por ejemplo, al anunciar su intencién de reducir Ios préstamos estudiantiles con intereses bajos, el ministro de Educacién, William Bennett, arguy6 que los estudiantes gastan estos préstamos en fujos inmode- rados, y que la reduccién propuesta podria obligar a al- gunos a “despojarse de estéreos, automéviles y va. caciones en la playa’’« Esta declaracién es una muestra no solo del ataque a supuestos excesos (los estudiantes que piden esos préstamos normalmente tienen que ma- tarse trabajando para pagarlos), sino también de la nera en que Reagan y su gabinete se adjudican conti- nuamente un vocabulario “progresista”’. “Despojo” es un término clave en las recientes protestas estudianti- Jes en contra de que las universidades inviertan en com- Paflias que negocian con Sud4frica. La implicacion es 4 Leon Botstein, “Secretary Bennett Needs Education”, New i ‘mes, 2 de febrero de 1985. . ‘cation, New York Tr LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 67 que antes de que la universidad se “‘despoje’” de sus in- tereses sudafricanos, los estudiantes deben despren- derse de todos sus iujos. Los discursos de Reagan estan Ienos de ejemplos similares de apropiacion de un vocabu- lario fiberal o izquierdista; por ejemplo, los “‘contras"’ son descritos como “‘luchadores de la libertad’’. Su director de comunicaciones, Patrick Buchanan, atacé recientemente el “liberalismo reaccionario” de Cuomo, gobernador del es- tado de Nueva York, queriendo decir que la oposicién del gobernador demécrata a la reducci6n fiscal de Reagan era conservadora, mientras que la politica de Reagan represen- taba el liberalismo progresista. El termino ‘‘revoluciona- rio” es utilizado frecuentemente para describir Ja politica de Reagan. . Aparte de esta impresionante adjudicacion linguisti- ca, los idedlogos conservadores han perfeccionado una estrategia para mantener a la oposici6n a la defensiva, lo cual logran inventando un pasado mitico de caos ¢ in- competencia, y, peor, de desgracias nacionales, del que Estados Unidos se librara sdlo gracias a un fuerte go- bierno republicano que har que los americanos se “mantengan erguidos’’. Esta estrategia explica ta retori- ca machista en ef escenario internacional y también la re- valuacion de la guerra de Vietnam, que ya no es presen- tada como una derrota para Estados Unidos. Es en este marco general donde tendr que evaluarse el intento de expansién de la hegemonia conservadora sobre los medios de comunicacién y dentro de las insti- tuciones académicas. La caracteristica principal de la nueva politica cultural es el retorno a los valores tradi- cionales, desde ei restablecimiento de 1a oracién en las escuelas hasta los ataques a programas y tendencias aca- démicas originados en los afios de la guerra de Vietnam. Los medios de comunicacién, especialmente la radio y la television, son de crucial importancia a este respecto. En la radio, la gran variedad y numero de estaciones, mu- chas de ellas ditigidas por grupos religiosos y de extre- sree 8 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA ma derecha, hacen dificil estimar el alcance de 1a in- fluencia conservadora. Millones de personas forman st opinién a partir de lo que normalmente oyen en la ra- dio rumbo al trabajo en sus automéviles, 0 en el trabajo mismo. La televisién, aunque tradicionalmente es domi- nada por las grandes cadenas, ABC, CBS y NBC, se ha transformado por la introduccién del cable. Una vez mas ello ha permitido que la derecha religiosa tenga acce- 0 a estaciones locales y a canales de acceso piiblico. Sin embargo, no es suficiente. Aciualmente los conserva- dores estan haciendo vigorosos intentos por tener ac- ceso a las redes nacionales y a fos canales de transmision piiblica dominados en gran medida por los ‘“‘liberales”’, y en este momento la CBS est4 empefiada en rechazar una adjudicacion “‘hostil”’ por parte de Ted Turner, cer- cano asociado det senador Jesse Helms.’ Después de transmitir una serie sobre Vietnam que criticaba la ac- tuacion de Estados Unidos durante la guerra, la PBS (Public Broadcasting Service) tuvo que hacer frente a wna andanada de criticas provenientes de un instituto llamado Accuracy in Media (atm) (Exactitud en los Me- dios de Comunicaci6n), cuyo cuerpo consultivo incluye a Clare Boothe Luce, Edward Teller y el antiguo mi- nistro del Tesoro, William E. Simon. Este instituto controla programas de television, especialmente los que son transmitidos por estaciones piiblicas, para detectar sesgos izquierdistas. Accuracy in Media no sélo sostuvo que la serie sobre Vietnam contenia “serios errores y dis- torsiones”’, sino que también, por sus criticas, virtual- mente presioné a la PBS para que transmitiera una pelicula alternativa, que es una respuesta a la serie origi- nal. Esta pelicula, ‘‘Television’s Vietnam: The Real Story” (“El Vietnam de la television: la historia reat’”’), 5 Este intento de apropiacion, de fecha 22 de junio de 1985, ain no ha si- do decidid, pero ya produjo tina legilacion especial para que las apro- Piaciones “Rosiles”* sean mds difetes. Esta tegislacion esth en estudio. LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 69 fue financiada en parte por una subvencion especial de 30,000 délares, concedida por William Bennett, enton- ces presidente de la National Endowment for the Huma- nities. La transmision de la pelicula a través de la PBS tuvo un doble propésito: mostrar a fa derecha en un me- dio tradicionalmente liberal, y, al mismo tiempo, contri- buir a fa reconsideracién de la historia de 1a guerra de Vietnam. De manera caracteristica, en la pelicula se ut liza a Chariton Heston como narrador y se discrepa rectamente de lo que se considera distorsiones liberales; por ejemplo, la presentacién favorable de Ho Chi Minh ¥ lo que se califica de ‘“‘denigracion’”” de los soldados norteamericanos y sudvietnamitas.* AIM también pone a los reporteros a la defensiva al calificar de sesgada la co- bertura de Centroamérica. La intimidacion indirecta proveniente de fuentes que no son totalmente identificables con el gobierno de Reagan (p. ej. AIM) ha sido efectiva como forma de censura. Sin embargo, la invasion de Granada introduce un nuevo factor: la exclusion de los medios de comunica- cin de un hecho informativo importante, sobre la ba- se de que podrian haber debilitado el éxito de la opera- cién. Todos los hechos importantes relacionados con las fuerzas armadas y de seguridad son ahora susceptibles de esa especie de represion. Por ejemplo, las cartas a la prensa indican que muchas personas hubieran apoyado esa represion durante la reciente crisis de secuestros en Libano. Las criticas de la prensa y los medios de comu- nicacion han sido presentadas, con éxito, como, una amenaza a la seguridad nacional, y, sobre estas Bases, ciertos sectores del piblico aceptarian con gusto la opi- nia del gobierno sobre lo que deben saber.’ 6 New York Times, 13 de junio de 1985. * Downing, John, “So much for the Information Society". Government Secrecy and the Media in the usa and us, manuscrito que se publicard préxi- amamente en Phikip Schlesinger etal (eds.), Communicuting Politics, Leices- ter University Press, 1985. 0 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA La politica de la administracién Reagan en cuanto a Jos medios de comunicacién y Latinoamérica se caracte- riza por dos estrategias principales: silencio cuando se trata de cuestiones irrelevantes para el gobierno de Esta~ dos Unidos, y ubicacion de los conflictos latinoamerica- nos en el contexto de las relaciones Este-Oeste, lo cual implica la prohibicion de difundir informacion que su- puestamente amenaza la ‘seguridad nacional”. (En la actualidad, la seguridad ‘‘nacional” de Estados Unidos se extiende a todos los paises situados al norte del Canal de Panama.) ‘Como la definicion de las noticias esta estrechamente regulada por Washington, la prensa y la television tien- den a difundir las historias relacionadas con Ia politica de Washington, de manera que solo un pequefio porcen- taje de las registradas llega a las paginas de los diarios o a Ia pantalla. Un buen ejemplo es la cobertura de los juicios a los militares argentinos. Después de informar sobre Ja iniciacion de los juicios, aparentemente la mayoria de los diarios y programas de television los olvi- daron. La reciente huelga de hambre del Padre Miguel D'Escoto recibié poca difusion. En general, los cuatro asunttos latinoamericanos que cuentan para las noticias son: elecciones (las elecciones dan credibilidad a la ideologia norteamericana que iden- tifica la democracia con las elecciones “‘libres’”); proble- mas derivados de la deuda; violaciones extraordinarias de los derechos humanos, y Centroamérica (las noticas son muy parciales para comprobar que el gobiemo san- dinista de Nicaragua esta preparando Ia invasion de Honduras). Esto deja de lado muchas cosas que general- mente se ignoran, por ejemplo, la pobreza y la injusticia social; sutilezas de la politica nacional; informaciéa constante sobre algin hecho no relacionado con la cri- sis. Son escasas las notas que Hlegan a la prensa sobre mejoras en la educacion y la’salud, 0 sobre la actitud de Latinoamérica en relacion con Estados Unidos. Paises i ¥ smn pce oghe LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 71 como Venezuela, Ecuador, Paraguay rara vez se men- cionan, Pero no es s6lo este silencio selectivo lo que resulta perturbador, sino también la forma en que las criticas det gobierno difundidas por los medios de comunicacion acaban por reflejar la manera en que la administracion ve Jas cosas, Ello se debe a la tendencia de acudir a los 'voceros oficiales” cada vez que algo que afecta a Esta- dos Unidos sucede en ¢l extranjero. Esto quiere decir que peri 10 ‘objetivo’? —la practica de comunicar los hechos sin comentarlos—, con frecuencia y de hecho, significa comunicar “‘hechos’” retransmitidos por una fuente oficial. Dan Hallin describe como un re- portaje de rutina en television, relacionado con Jas ma- niobras norteamericanas en Honduras, casuaimente se refirié a un “desarrollo militar nicaragiense”. Este “hecho”, sin ninguna referencia a la invasion de los ‘contras”, tcitamente reconoce el punto de vista de la administracion de que Nicaragua era el agresor, aunque aparentemente se trataba de un reportaje objetivo. Las noticias sobre 1a violacién de los derechos humanos en ‘Latinoamérica, aun cuando tengan el caracter de denuncia, Genden a utilizar ef enfoque gubemamental de “tarjeta de registro”’, en la cual cualquier disminucion en la violencia es anotada como una victoria para la democracia, Un articulo publicado por James LeMoyne cn The New York Times sobre ‘Nuevas matanzas de los mili- tares en Guatemala” (28 de julio de 1985), en el que se servia de pruebas reunidas por la Iglesia, declaraba, no obstante, que “ef nivel de la nueva violencia del que se ha informado es considerablemente inferior a las 500 0 mas muertes reportadas mensualmente en 1982"’. Si bien se trataba de un articulo critico bien dacumentado, algo poco usual, el autor atin utilizaba ese enfoque de “tarje- Halli, Dan, “According to Officiat Sources”, wacea Report on the Americas, Vol. x, ims, 1983, pp. 7-1 . om nD POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA ta de registro’”” que al gobierno le sirve para justificar su politica de ‘‘vamos a ver qué pasa’”” en Sudafrica, Chile J El Salvador, mientras que siempre puede encontrar pruebas para demostrar que, como Ja situacion empeora en Nicaragua, es necesario “‘actuar”", Otra practica con- tinua en la administracion Reagan es fa “siembra” de nue- vas historias. Pensamos por ejemplo en las notici sobre el ““peligro”” que corrieron los estudiantes de medicina en Granada antes de la invasién de esa isla. ‘Las acciones que oftecen apoyo tedrico para las politicas del gobierno reciben amplia difusion. Bl ejem- plo mas reciente es ef ‘unanime derroche de elogios que Tecibio la obra de Shirley Christian, Nicaragua. Revo- lution in the Family (1985), en 1a que se argumenta que los sandinistas siempre han sido: marxistas-leninistas disi- mulados. El libro confiere credibilidad a ta politica de la administracion Reagan de dos maneras. Sostiene que a gobierno de Carter malinterpreto los ultimos dias de So- moza y no favorecié a las personas indicadas. Ademas, apoya la opinion dela administracion en cuanto a que !os hombres de negocios son los guardianes de la democracia. En 1983, Dan Hallin escribié un articulo para NACLA Newsletter en el que demostro que habia divergencias entre la politica del gobierao de Reagan en cuanto 2 Centroamérica y la cobertura de los medios de difusion. Es cierto que en ese momento grandes sectores de la poblacion se mostrabaa precavidos respecto de una in- tervencion, ¥ que esta sospecha podria atribuirse en par- te a las criticas difundidas por aquéllos. En 1985, Ta si- tuacién habia cambiade. Granada sefialaba un punto ‘ilico decisive porque, por primeta vez, los medios de difusion serian reprimidos, pues no se permitiria a noti- cieros y reporteros cubrir la invasion. La idea de que la oposicion no debe recibir publicidad es peligrosa en una sociedad que se autocalifica de democratica. Aunque Granada es el ejemplo més espectacular, cada vez es mas ne, ame la prensa y especialmente la television dan i y LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 73 poco a poco menos cobertura a manifestacio testas, particularmente en Centroamérica. Por otra pare te, la visita de Daniel Ortega a Moscé recibid mucha publicidad, y se atribuye al hecho de que la Camara de Representantes haya cambiado su voto para la ayuda a los “'contras”. Pero la visita de Ortega no habria cam- biado por si sola la votacién, a no ser por el lento y pa- lente debilitamiento de la informacion eritica, la repre- sin de fas noticas sobre protestas y manifestaciones y la reciente confianza del gobierno de Estados Unidos en que de un éxito nace otro, en que una medida de éxito en contra de las guerrillas de El Salvador o Nicaragua nuevamente aria el milaro de Granada. _ En resumen, Ja politica de seguridad nacior sidente Reagan etd acabando con la emocraca. al is jempo que mantic: ‘enc e mmo tiempo ne las apariencias de que la estd En el extremo opuesto del espectro de la audienci masiva de la radio y la televsiOn se encuentra el pablico nent restingido de as revistas publics icas intelectuales. Sin em ue la audiencia es diferente, la cetrtepiasgresa dea intelectualidad literaria de extrema derecha es muy simi- lar ala de los criticos de los medias de difusidn, En revis- tas, en conferencias, en libros, lanzan ataques personales en contra de criticos liberales y marxistas y también de tendencias intelectuales especificas que, a su parecer, de- bilitan tas actitudes nacionales. Los movimientos que son atacados van desde escuelas artisticas como el Modernis- mo de Tom Wolfe, por ejemplo, considerado como de importacién, hasta’ movimientos como el desconstruc- cionismo, vistos como causantes de una actitud de escep- ticismo frente a fa cultura del pasado? 2 Tom Wolfe, From Bauhaus (o Our Howse, Nueva iat tn Se venice ens oreomeae capi los arquitectasantiburgueses europea y como ‘artuinaron el paisaje urbano. ieses curopens y como resltada i i 4 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. En el campo de la educacién, 1a influencia conserva~ dora ya es profunda, y ha provocado cambios en el curriculum, la composicién del alumnado y del cuerpo docente, yen la investigacién. Pero as tacticas difieren tun poco de las de la época de McCarthy. La derecha tien- de a juzgar y a perseguir a los intelectuales de izquierda sobre bases académicas, mas que politicas. Recientemen- te, por ejemplo, un joven historiador marxista, David Abraham, autor de The Collapse of the Weimar Republic (El colapso de la repiiblica de Weimar), fue sometido a una campafia de denigracion sin paralelo, por “‘inexacti- tudes" y citas erroneas en su obra, denigracion que fue mucho més alla de las criticas académicas. La campafia incluy6 cartas y telefonemas a las universidades en las que Abraham habia solicitado empleo.” Para los conservadores es inaceptable que fa universi- dad sea un foro del pensamiento critico. Mas bien es esencialmente un instrumento para fa politica guberna~ mental, un lugar para la formacién profesional y, sobre todo, para inculcar ‘‘los valores”. Es obvio que hace mucho tiempo que las ciencias se entregaron a los programas gubernamentaies. Las cien- cias sociales que generaron gran parte de la critica al go- bierno en la década de Jos sesenta se han estado trans- formando recientemente. Los criticos conservadores opinan que durante los afios sesenta los académicos con- sideraban “la universidad como el vehiculo para revolu- cionar la politica y el gobierno norteamericanos””, y que se convirtieron en “facil objetivo de un estrato de edu- cadores politizados dispuestos a la preparacion de cam- bios socioecondmicos significativos de orientacion iz~ quierdista en la politica ‘norteamericana.”" Segiin un articulo publicado en Tabloid, al final del primer man- dato de la administracion de Reagan: 10 Joba Weiner, “Footnotes on History”, The Nation, 16 de febrero de 1988. New York Times Magazine, 14 de junio de 1983. onesies aco Rasta i bonne LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 75 {. . .] una creciente orientacién hacia la instrumentacion de politicas y el ‘pragmatismo’ es [. . .] uno de los cam- bios que estén teniendo lugar en ciertas disciplinas aca- démicas, especialmente las ciencias sociales [.. .] En ‘esos campos hay cada vez mas dinero para investigacion con tendencias politicas y un incremento en el apoyo para las ‘ciencias duras’ de estas discipiinas al extremo de que el conocimiento es producido como ‘resultados cuantificables, més que en las formas ‘blandas*, como fa especulacién, contemptacién, impresiones experimentadas y similares, para no mencionar la teoria que, en casi todos tos casos, es equiparable a un peligroso radicalismo, Tal como demuestra mas adelante Tabloid, esto signifi- ca que *‘se incremente el interés por ciencias como la bioquimica y la neurofisiologia; se prefiera la linguistica formal a la sociolingtiistica, la antropologia médica, biol6gica y social a campos “blandos’ como la antropolo- gia cultural o simbélica’’.2 Ademas de esta profesionali- zacion, se hicieron también intentos para alinear las ciencias sociales con las ciencias, de manera que sir- vieran més directamente a los intereses del gobierno. Ello ilev6 a una propuesta para consolidar toda la inves- tigaci6n y los estudios internacionales que se efectuaran en el pais en “una sola red organizada como una som- brilla’””. El propésito de esta organizacion hubiera sido subvencionar la investigacion relacionada con la politi- ca, de manera que los estudiosos podrian “‘proteger promover los intereses nacionales de Estados Unidos en la comunidad internacional.» Aunque esta propuesta era inaceptable para muchas universidades, se obten~ drian los mismos resultados canalizando los fondos de 12 Tabloid, nim. 8, invierno de 1984. 13 Tbidem. 6 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA manera diferente. Algunas de las principales funda- ciones han redefinido recientemente sus intereses, y al- gunas exigen que la investigacion esté relacionada di- Tectamente con cuestiones de seguridad nacional." Sin embargo, quizé la lucha més significativa se haya librado en las humanidades, campo que parecia a punto de ser redundante porque los estudiantes buscaban cada vez més una capacitacion profesional para obtener un empleo. Ademas de que el nimero de estudiantes dismi- aula, muchas de las disciplinas humanisticas eran per- turbadas por conflictos ideoldgicos causados por la introduccion de nuevas teorias criticas que derrumba- ban los presupuestos de que dependian La politica con- servadora respecto a las humanidades fue fécilmente aceptada por aqueltos académicos que estaban a la de- fensiva frente a las tendencias contemporaneas de la his- toria radical, el feminismo y las criticas 2 la filoso la cultura. ¥ fa campaita para que los cursos de ci ci6n occidental volvieran a ser obligatorios para todos los estudiantes de primer aito de licenciatura, dio a estos académicos conservadores cierta seguridad. El grito de batalla de los afios sesenta habia sido “‘pertinencia”; los estudiantes exigian cursos que permitieran comprender la experiencia contemporanea. La civilizacion occidental reafirma los valores “‘intemporales” y permite a los con- servadores despolitizar las aulas.'* Al mismo tiempo, se sienten particularmente amenazados por las teorias cri- ticas —neomarxismo, desconstruccionismo, anélisis del discurso— que plantean un reto para las bases en que se apoyan las disciplinas tradicionales para afirmar su de- echo al conocimiento. 1% La fundacion conservadora Jobn M, Olin patrociné una publicacion, trimesiral sobre “The National Interest” que publicaria el escrtor conserva- dor Irving Kristol. La Fundacion McArthur inicié un programa de tres aos ‘para fortalecer la investigaciOn y la ensehanza en el campo de a seguridad in- ternacionat. Véase Kathleen Teltsch, “Donations Increase to Groups Study. ing Prevention of War”, New York Times, 6 de mayo de 1985. |S Fabloid, op. cit. pp. 16-17, LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 77 Este es ef marco en el que debe leerse el informe de William Bennett sobre las hamanidades en la educacion. Fue redactado cuando William Bennett todavia era pre- sidente del National Endowment for the Humanities, influyente fundacién que subvenciona ia investigacion tanto de académicos como de estudiantes en este campo. Su reciente nombramiento como ministro de Educacién es significative porque originalmente la administracion de Reagan pretendi6 abolir ese departamento para redu- cir la burocracia y el gobierno “‘a gran escala”’, La no- minacién de Bennett, que ha consolidado sus creden- ciales conservadoras en el National Endowment for the Humanities, sugiere que esta politica ha sido revisada, quiza porque ese departamento se considera ahora como. una institucién importante para la extensién de la hegemonia conservadora."* El informe sobre las humanidades en la educacion lleva por titulo “La recuperacion de un legado”’. Las metafo- ras de propiedad, herencia, legado, herederos y derecho dan fuerza a su discurso al sugerir que lo que esté en juego es la adquisicién de un capital cultural y su distribu- cién. Los educadores son presentados como ejecutores incompetentes que han dilapidado la herencia, y los es- tudiantes como victimas ignorantes de su “‘legado no reclamado’. De manera que nos encontramos frente at material de un perfecto melodrama del siglo XIx, en el que un tutor negligente o poco escrupuloso engafia al inocente pupilo. Bennett toma su definicién de humanidades de Matthew Arnold, Kant y Montaigne. Cada uno de estos autores define ias humanidades como el estudio del va- lor y el juicio. A ello Bennett hace un importante agre- gado: hay una cultura comin de la que todos somos “faccionistas””, y que consiste en una “vision duradera” 16 Fred M. Hechinger, “Far Right Steps up Effort to Control Class rooms”, New York Times, 16 de abril de 1985. B POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 79 y los ideates compartidos mas elevados. Segin él, la cul- tura es un tipo especial de propiedad que no esta sujetoa las devaluaciones ni a los caprichos de Ja oferta y la de- manda. Tras este vocabulario se oculta el anhelo por algo que la ldgica del capitalismo niega. La educacién humanista se asemeja al patron de ore hipotético que puede redimir el papel moneda del intercambio capitalis- ta. Y Estados Unidos (pues se trata de “nuestro” lega- do) aparentemente se ha convertido en el heredero Jegitimo de esa fortuna. En sus recomendaciones, el in- forme declara abiertamente que ‘‘nuestra sociedad ¢3 el producto y nosotros los herederos de la ci i dental’’. No est& claro como se desarroilé este proceso; al lector se le deja suponer que Estados Unidos hereda ese capital por derecho natural. ; Para que este capital se entregue intacto se necesitan guardianes leales, que son los buenos maestros que aman las obras que ensefian. La enseilanza mediocre podria “‘carecer de vida, ser tendenciosa, mecnica o ideoldgi- ca, Podria faltarle conviccién. Quiz con mayor fre- cuencia no comprenda el significado de lo que aparenta estudiar y ensefiar’’. Peor adn, la ensefianza mediocre podria disfrazarse de buena, como argumenta David Riesman (uno de los miembros def comité que redacté el informe). Esta ensefianza disfrazada invita alos estudiantes a unirse a un club de cinicos sofis- ticados que son ingeniosos, abrasivos y a veces absor- bentes: muchos docentes de las humanidades alardean de sus excentricidades y se glorifican de ellas, y s6lo después de reflexionar a distancia se da uno cuenta de que en rea- lidad estén vacios. Citando a Maynard Mack, Bennett también condena a aquellos que desarrolian intereses limitados y que “‘se comunican cada vez con ménos porque es mas facil 4 i & arlotear en una jerga que explicar una cuestion compli- cada en ta verdadera lengua del hombre”. (De paso, vale la pena hacer notar la asociacién de lo bueno con las virtudes “masculinas” tradicionales de dureza y ri- gor, y lo malo con los defectos “‘femeninos”” de debili- dad de cardcter e indulgencia.) Asi pues, entre los guardianes incompetentes se incluyen diferentes tipos de personas, desde los ineptos hasta los excéntricos, aunque el documento insiste repetidamente en dos tipos de guardianes peligrosos, ios izquierdistas y los escépticos —bajo el eufemismo de tendenciosos—, en otras palabras, los desconstruccionistas, Por consigui te, el documento escoge a aquellos que utilizan las hu- manidades ‘como si fueran las sirvientas de la ideolo- gia, subordinadas a prejuicios y valores individuales 0 rechazadas a causa de su telacion con cierta actitud so- cial”, y a aquellos que no creen que las humanidades tienen un significado inherente “porque todo significa- do es subjetivo y relativo en relacién con la propia pers- pectiva’’. El informe contempla con alarma la perspecti- va de que “‘pudiera ya no haber un acuerdo sobre el va- Jor de los hechos histéricos, la evidencia empirica a la ra- cionalidad misma”. ‘Aunque parece obvio que muchos estudiantes no to- ‘man cursos humanisticos porque su tiempo esté total- mente ocupado en realizar esiudios para obtener un titulo profesional que les permita tener una carrera lucrativa en las leyes o la medicima, Bennett se rehisa a achacar al mercado el desgaste de las humanidades. Por el contra- vio, da a entender que la culpa la tienen los maestros in- competentes y los profesores “tendenciosos” y escépticos que no logran trasmitir la importancia de comunicarse con los “grandes espiritus” del pasado. En contraste, el buen guardian seré el que no despliegue més ideologia que la fidelidad al trasmitir el espiritu del texto. Ea consecuencia, tos maestros, supuestamente, no de- ben ser criticos; mas bien son distribuidores del capital 80 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA cultural, minoristas, si se quiere. Pero son minoristas de un emporio mas bien selectivo. Bennett insiste en que el curriculum de las humanidades no debe ser como una “venta de garage”, una ‘‘cafeteria de autoservicio” 0 un “bazar” en el que el estudiante busca “gangas””. A diferencia de la teoria del capital cultural de Bourdieu, en la que la adquisicion es desigual a causa de la des- igualdad de los receptores en la estructura social,” la idea de Bennet de un capital cultural comin produce desigual- dad y antagonismos, No es sorprendente que una de-las pocas obras de la literatura norteamericana que menciona sea Las aventuras de Huckleberry Finn, pues su idea de cultura comin se parece a una balsa en Ja que blancos y negros juntos pueden naveger ttanquilamente (aunque nunca como iguales) rio abajo. De hecho, hay un segun- do juego de metéforas en torno a la cartografia y el paisaje. Asi, por ejemplo, los estudiantes que entran a la ‘universidad corren el riesgo de vagar sin sentido en una regién de la que no existen mapas, a menos que les sean seiialados los ‘“hitos de los logros det hombre”’. En este caso el buen guardian es una especie de navegante y su institucién algo asi como una nave que se dirige en una direccion determinada, eludiendo tanto las aguas poco profundas como aquéllas demasiado hondas (muy poca profundidad, o excesiva, en el curriculum). En qué consiste esa cultura comin que constituye “nuestro legado””? A este respecto Bennett vacila consi- derablemente; a veces sugiere que es una comunién con los valores eternos del pasado; otras, revela que estos “valores eternos”” se alcanzan mediante una especie de consenso. De hecho, admite haber hecho su propia en- cuesta informal (con la ayuda del columnista de extrema derecha George Wills) para determinar las obras que se consideran esenciales para los estudiantes de enseflanza media. Las mas populares fueron las de Shakespeare, 1 Pierte Bourdieu, La distinction, ap. ct. ‘ ' 8 q 4 LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 81 documentos historicos norteamericanos como ia Declara- cién de Independencia, la Biblia, y por supuesto, Las aventuras de Huckleberry Finn. Para los estudiantes de licenciatura preparO un’ catdlogo de ‘grandes obras” que incluye a los griegos (ni Arist6fanes ni Ovidio); en los sighos xix y XX, a Jane Austen y a Marx, pero ningu- na obra literaria francesa. De la cultura norteamericana incluye documentos histéricos, Martin Luther King (su “Carta desde la carcel de Birmingham’? y el discurso “Suefio. . .””) y a autores como Hawthorne, Melville, ‘Twain y Faulkner. Es divertido especular sobre como los buenos guardianes trasmitiran los textos de Marx y de Martin Luther King, dado que, citando a uno de sus ase- sores, William Arrowsmith, los maestros ‘‘se han com- prometido a enseflar lo que han aprendido a ainar’’. jHabran aprendido a amar a Marx? Y si es asi, {no estaran. corriendo el riesgo de volverse tendenciosos? Unayy otra vez Bennett niega que la declinacién de las hu- manidades tenga algo que ver con Ja mentalidad mercanti- lista de las universidades o la creciente profesionalizacion. ‘Més bien la atribuye a una declinacion en fa enseftanza, pero también al mortal efecto de ‘‘una pérdida colectiva de 4nimo y fe tanto en el personal docente como en los admi- nistradores achdemicos que se dio en los iltimos aftos de la década de 1960 y los primeros de la de 1970”. Esta condenacion de los afios sesenta es una caracteristica normal del repertorio conservador. ¥ Bennett aclara perfectamente la razin de ello. Durante este periodo, ef personal docente renuncié a su autoridad y permitid a los estudiantes que conformaran el ‘programa educati- vo", de manera que se desorganizé la jerarquia natural mediante la cual las sociedades reproducen sus valores. ‘Como Bennett no puede apoyarse sustanciatmente en su lista de grandes obras, se ve obligado a insistir en la autoridad y el poder como verdadero criterio, Lo que es- 2 POLETICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA taba equivocado en el relativismo de los afios sesenta era que “el cuerpo docente se mostraba reacio a reconocer la supremacia de un hecho sobre otro, y los objetivos de Ja educacion cambiaron del conocimiento a la ‘investiga- cidn’ y del contenido a las ‘habilidades”’. Para impedir que continue este deterioro, las universidades deben mostrar una direccién firme, el cuerpo docente huma- nista debe creer en lo que hace y tas humanidades deben asumir su posicion central en la reproduccion de la so- ciedad. Nuestro afan por hacer valer las yirtudes del pluralismo no debe permitirnos sacrificar el principio que anterior- ‘mente dio sustancia y continuidad al curriculum, es de- cir, que cada facultad y universidad reconozca y acepte su funcién vital como portador de la sabiduria acurnula- da por nuestra civilizacion, El final del informe sobre las humanidades pone muy en claro esta funcién ideolégica. La civilizacién occidental no es s6lo el capital cultural, sino también el “adhesivo que une a nuestra nacién pluralista””. Negros, asiaticos ¢ hispanos comparten la creencia de que lo que ‘‘nos une con otras culluras esla tradicion occidental. . . Noes etno- céntrico o chovinista reconocerlo. A ningun estudiante ciudadano de nuestra civilizacion debe negarsele el acceso alo mejor que ofrece nuestra tradicién’’. Brevemente Ben- nett da su lugar a otras civilizaciones y reconoce que podria ser bueno saber algo de ellas, pero afirma que ¢1 nitcleo det curriculum de la universidad norteamer na —su coraz6n y su alma— debe ser la civilizacién occi dental, fuente de las m&s poderosas y penetrantes influencias de Estados Unidos y su pueblo [. . .] Sise les oculta su pasado [a los estudiantes} seran extrafios en su propia cultura, extranjeros en.su propio pais. LA POLITICA CULTURAL EN LA BPOCA DE REAGAN 83 Hemos ilegado finalmente al niicleo del documento, La linica fuerza de la civilizacion occidental es la universali- zacién de sus valores, y, por ende, la incorporacion de todas las demas culturas lo que la hace tan atractiva. A su manera puede proporcionar un lenguaje “‘iegitimo” que oculte o “‘margine” antagonismos."* Caracteristico det documento y de la eritica cultural de extrema derecha es el hecho de que en general define claramente a sus enemigos, sin ser nunca capaz de enunciar con exactitud cuales son esos supuestos valores universa- Jes, Esto se hace obvio en Ja serie de preguntas que, a mane rade recomendaciones, se ofrecen a las wniversidades al fi- nal del documento. Por ejemplo, ‘je curriculum en su universidad garantiza que un estudiante con grado de ba- chiller esté versado en lo mejor que se ha pensado y escrito sobre la condicion humana?”” ;Podriamos imaginar a al- gin rector que respondiera “‘no” a esta pregunta? g¥ cé- mo se determina qué es lo mejor? Al negar la importancia de teorias criticas que mostrarian de qué manera se cons- truyen nociones como ‘lo mejor”, a Bennett no le queda més que un curriculum ineficaz que sdlo exige de los estu- diantes que comulguen con una tradicion que ha sido pri- vada de todo significado polémico y ético. El programa subyacente del informe de Bennett es la dignificacién det bazar académico al representarlo como intemporai ¢ irl- terable. El efecto de la politica de Bennett en tos estudios lati- neamericanos sera considerable, ya que tradicionalmen- te ha sido un campo en el que la mayoria de los estudiantes desarrollan ideas criticas en el curso de su trabajo. Esto lo sefialé recientemente John Womack en una entrevista para Nexos al declarar que los estudiantes norteame- ricanos “van todos imocentes 2 Latinoamérica y ahi, por dentro, los voltea de cabeza la injusticia enorme, a 0 Pierre Bourdieu, Ce que parier veut dire, Paris, Fayard, 1982. au POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA carcajadas, descarada, rampante y vil que los rodea’’.? La politica del gobierno de Reagan esta afectando di- Tectamente a esta masa critica en diversas formas. En primera instancia, grandes cantidades de dinero estan siendo dedicadas a realizar estudios soviéticos, mientras ‘que los fondos para los estudios latinoamericanos se redu- cen afio con aflo. Algunas grandes fundaciones, como la Doherty, ya no subyencionan estudios sobre Latinoaméri- ca. Fundaciones gubernamentales, como la Interamerican, han cambiado sus ctiterios y ya no apoyan proyectos que no estén relacionados con cuestiones de seguridad na- cional, Esta seleccion esta cambiando la composicion del ‘cuerpo de estudiantes interesados en Latinoamérica. ‘A aquellos que estan interesados en la injusticia social les cuesta cada vez mas trabajo conseguir fondos y termi- nar sus estudios de posgrado. A aquellos que deseen con- vertirse en instrumentadores de la politica gubernamental ies sera mucho mas facil. Adem§s, aunque los fondos para el estudio de lenguas extranjeras parecen haber aumen- tado, el apoyo del gobierno a este respecto es sospechoso. Pas6 la época en la que el estudio de las lenguas extranje- ras estaba al arbitrio del entusiasmo de profesores de lite- ratura que, fueran cuales fueran sus problemas, a menudo estaban inmersos en 1a cultura y la politica fatinoame- ricana. La ensefianza de las lenguas extranjeras esta cada vez mis profesionalizada. Cada vez con mayor frecuencia el maestro es una maquina. Esto es significative porque potencialmente saca la en- seftanza de las lenguas de los programas humanistas que ya estan muy sesgados, en contra de ia cultura latinoameri- cana, Este proyecto tan significative, que danueva forma al aspecto cultural, marginaré atin mAs la literatura lati- ‘noamericana, al igual que a otras literaturas minoritarias. ‘Es sorprendente la coherencia con que ciertos imperios, 19 Womack, John, ““Querer i historia”, Nexas, ato vii, vol 8, nim. 90, Junio de 1985, p. 40, LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 85 de Carlomagno a Ja soberania britdnica, han visto la nece- sidad de reciclar la tradicion clasica para conferir legitimi- dad a su empresa, Tampoco es sorprendente que el len- guaje de Bennett invoque con tanta frecuencia el de Matthew Arnold, pues como Amold, que afioraba la dul- zuray la luzen la etapa mas agresiva de la opresion del im- perio britanico, considera a las humanidades como una manera de trascender clases sociales, razas.e intereses parti- culares, No obstante, tal como sefiala Terry Eagleton al escribir sobre Arnold, lacultura basada en esta premisa de- be ser enteramente negativa, pues ‘es la negacion de cual- quier exigencia particular en aras de la totalidad —to- talidad que por lo tanto esta enteramente vacia, pues no ¢s mas quella totalizacion de momentos negados’”.» La batsa de cuitura comin que permitea Tom Sawyer navegar rio abajo con Huck Finn no es mas que un suefio. Desafor- tunadamente, como muchos otros suefios, conduce a la guerra, y esta vez la guerra podria muy bien acabar con la critica académica. 2 Terry Eagleton, The Function of Criticism. From the Spectator to Post-Siructuralism, London, Verso, 1984. POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA Nota final Hace unos meses, cuando empect este articuio, las activi- dades de dos organizaciones, Accuracy in Media y Accu- racy in Academe, no se habian desplegado. Durante los ‘aitimos meses, Accuracy in Media y algunos criticos con- servadores, tales como John Corry, del New York Times, han hostigado directamente varios programas del Public Broadcasting Service (PRS). The Africans, programa francamente anti-imperialista, es atacado por “‘unilateral’’. En cambio uno sobre !a historia de los conservadores en Estados Unidos, también presentado por PRS, es visto como. Ja conquista de los medios controlados hasta ahora por los liberales, Patrick Buchanan comentaba, por ejemplo: “es asombroso que las redes comerciales, que han dedica- do horas innumerables al movimiento feminista y al movimiento soi-disant de la paz, practicamente no han pre- sentado un programa que comprenda y simpatice con un movimiento que esta formando la politica de esta década"’. La tactica de la derecha ha sido esta: desvincu- larse del Estado para presentarse como victimas del ‘tes- tablecimiento” liberal. El grupo de Accuracy in Media tiene una publicacién, Aim Report, que critica las peliculas decumentales de PBS, demostrando su prejuicio contra la derecha y organizando campafias de cartas de protesta para demostrar que fa opinién paiblica esta a fa- vor de los conservadores, En octubre de 1986, su blanco era una pelicula, Cuba— In the Shadow of Doubt, que ofrecia diversas opiniones sobre los aciertos y los fracasos de los cubanos. Segiin Air Report, la pelicula es predomi- ‘nantemente pro-Castro y en ella no se cita debidamente a Valladares. Menciono este ejemplo porque es caracteristico de la politica conservadora, que consiste en poner a la defensi- seine LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 87 va toda oposicion, en nombre de una opinién publica que se manifiesta por cartas de protesta. Esta vieja tactica de Ja izquierda ha sido secuesttada por la derecha, cuyos re- cursos financieros son infinitamente més grandes. La politica cultural de la €poca de Reagan no es diferente de su politica econdmica y su politica electoral. Su retorica supone la igualdad de cada individuo para expresarse, En la practica, los liberales e izquierdistas tienen cada vez menos recursos para expresarse, y, si logran pasar una pelicula por Ja PBS, tienen que mostrar “las opiniones contrarias’”, En cambio, tos conservadores tienen infini- dad de recursos, y, como hemos visto en el caso de Tehe- rangate, mucha imaginacién en la manera de emplearlos. i j Los pueblos indios, sus culturas y las Ppoliticas culturales Guillermo Bonfit 4, Ladimensién cultural y el desarrolio de los pueblos indios a) Réquiem por el desarrolto integrador Aunque todavia existen reductos en el seno del indige- nismo que continitan apegados a las viejas tesis integra- cionistas, puede considerarse que éstas han sido ya defi- nitivamente superadas: estan muertas y solo nos queda rezar un réquiem en su memoria. Bs oportuno, en oca- si6n de esos solemnes responsos, pasar revista una vez mis de las implicaciones que tenian las propuestas in- tegracionistas para las culturas de los pueblos indios det continente, Tal vez asi se contribuya a echar las ditimas paladas de tierra sobre los despojos de tan ilustre cada- a ver, sobre todo para evitar cualquier intento de algiin fa- é natico que pretenda asustar con el petate del muerto. Al repasar aquelia historia (la det integracionismo como : orientacion de las tareas indigenistas) saltan a la vista t varias cuestiones de interés, que pueden enunciarse de | manera resumida en los siguientes términos: —-EI indigenismo integracionista fue, en su campo, la expresién consecuente de los proyectos desarroliistas y modernizadores en el érea de Ja economia y Ja politica, INSTITUTO DE ARTES 8 BIBLIOTECA 0 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA, en los que se embarcaron ios gobiernos de América Lati- na con la idea de acortar la distancia que los separaba cada dia mas de los paises del llamado “primer mundo", No se entendi6, 0 no se quiso entender, que era precisamente la relacion asimétrica establecida entre jos paises avanzados y los que se denominé subdesarro- llados la que hacia posible, en forma simultanea, el de- sartollo de unos y el subdesarrollo de los otros. Para darle la vuelta a ese problema, prefirié echarse mano de teorias segiin las cuales el atraso, el primitivismo, la falta de modernidad (entendida ésta, por supuesto, en los tér- minos de los paises dominantes) eran la causa de la des- igualdad de desarrollo. ¥ al interior de nuestros paises, 4quignes podian representar en la mentalidad colonial de las clases dominantes el ejemplo mas pristino de atra- 80, de ignorancia y falta de civilizacion? Los indios, na- turalmente. —No estuvieron ausentes las ideas racistas que atri- buian la “inferioridad”’ del indio a factores biolégicos congénitos. Sin embargo, a partir de cierto momento ya resultaba peligroso y de mai gusto expresarlas en forma directa y brutal, por lo que los argumentos preferidos se dirigieron contra ta manera de ser social de tos pueblos indios, es decir: contra su cultura. Ahi estaba, finalmen- te, la clave y la solucion, Bl indio, en términos genéticos, digamos que si podia ser igual a cualquier otro hombre de cuero més blancuzco; pero, en cambio, no poseia la verdadera cultura, la cultura occidental y cristiana del hombre bianco. Muchos pensaban, en realidad (y toda- via hay quienes lo siguen creyendo), que los pueblos in- dios no tenian cultura: su lengua era un dialecto, no un verdadero idioma; su religién era paganismo; tenian costumbres, pero no cultura. Los cientificos sociales, fi- nalmente, ganaron una batalla y, al menos en el ambien- te de quienes trabajaban con problemas indigenas, se acepté (un poco a regafiadientes, cierto) que si habia culturas indias. Hasta les resultd bien, porque al recono- LOS PUEBLOS INDIOS ¥ LAS POLITICAS CULTURALES 91 cer su existencia construyeron, al mismo tiempo, 2 su nuevo y definitive enemigo, a la verdadera causa del subdesarrollo, que no era otra que (joh sorpresal) la existencia de las culturas indigenas. Contra ellas, pues: Ia diversidad cultural se vio entonces como un obstiiculo (al desarrotlo, a la construccién nacional, a 1a moderni- zacion, al anhelado progreso). a —Quedaba claro, asi, cual era la meta y 1a justifica- cidn de la politica indigenista: ‘a de lograr que los indios dejaran de ser indios mediante el sencillo expediente de cambiar su cultura por la cultura dominanie. Se wataba de desindianizar estos paises, aunque ese término no se us6 y si se adopt6, en cambio, el mas sofisticado de “aculturar’”, con todos sus derivados. En otros razona- mientos, hasta el lenguaje de raigambre marxista intervi- no: hay que hacer que el indio pase de una situacion de casta a una situacion de clase. La receta es la misma. La cultura india, concebida desde siempre como inferior, debia ser sustituida por otra cultura, la cultura domi- nante occidental y cristiana (aunque a veces hubiera separacién entre la Iglesia y el Estado, o los propios teorizantes se declarasen ateos). . Hubo una concesion al propésito, también cristiana, de algunos indigenistas: habia que ayudar a bien morir al indio, es decir, habia que poner en practica una serie de medidas que hicieran menos brutal la desindianizacion. La sustitucién de la cultura india (el tan manido proceso de aculturacion) debia orientarse cientificamente, a fin de que el transito resultara to menos doloroso posible. Muchos proyectos que han estado vigentes en paises de ‘América obedecen a ese piadoso propésito; por ejemplo, el reclutamiento de jévenes en las comunidades y aldeas indias para entrenarlos, generalmente en las ciudades criollas, en las tareas de educacibn con el fin de que regre- sen después a sus sociedades indias y con la mente blanca introduzcan ¢ impulsen las ideas del progreso, la moder- nizacion y el desarrollo que proclaman las élites dominan- | ' i 2 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA tes, “Para que la cufta apriete ha de ser del mismo palo”” —y asi es menos doloroso, O bien, pata mencionar s6lo otro de tantos ejemplos posibles, el caso de los reacomo- dos de poblaciones indias que eran (son) desplazadas de sus tertitorios étnicos y trasladadas a un nicho ecologico diferente, porque sus tierras originales debian ser destina- das a un propésito mejor y mas moderno, como construir tuna presa, abrir un campo petrolero, o simplemente crear empresas agroindustriales mas redituables que la milpa tradicional. Pero eso si: que te duela menos. ;Cudntas pa- ginas de informes técnicos, cuantos inspirados proyectos urbanisticos y arquitect6nicos, cuéntos programas para el mejoramiento agricola y artesanal, que deber4n convertir la pérdida de su territorio en una bendiciGn que el indio de- sindianizado del futuro habra de agradecer finalmente! Es por tu bien, aunque no lo comprendas ahora. Ni lo aceptes. —Vino ef remolino y nos alevant6. Se acabé la prome- sa del auge inmediato y para todos. Fracas6 el proyecto desarrollista. Tenemos que aceptar que no es por ahi, pues. Y los indios también pagan los platos rotos, aunque ‘nunca comieron en ellos. Aunque las ideas persisten, fos Tecursos escasean, Si no hay con qué acelerar las tareas de aculturacién/desindianizacién, porque ahora son otras las prioridades de quienes deciden, cabe entonces dar pa- so a nuevas ideas y probar soluciones alternatives. 0) Se hace camino al andar Pero no fue solo la quiebra del modelo de desarroll demizador lo que ha llevado a un viraje en el indigenis- mo. Desde hace por lo menos quince afios irrumpieron en los escenarios nacionales unos nuevos personajes: Jas organizaciones politicas indias, Representan, en re- sumidas cuentas, una nueva etapa, una mas, de las luchas de resistencia y reivindicacién que los pueblos indios de América sostienen desde hace 500 afios. Son, LOS PUEBLOS INDIOS ¥ LAS POLITICAS CULTURALES 93 en este sentido, la herencia acumulada y actualizada de las rebeliones indigenas que han ocurrido ininterrumpi- damente en este continente desde los albores mismos del siglo XVI, asi como de las variadas formas de resistencia, aparentemente pasivas, a las que han recurrido y re- curren las comunidades indigenas para conservar su cul- tura y su identidad propias. Sélo que las organizaciones politicas permiten una manera diferente, no excluyente de las otras, de enfrentar e] acoso intensificado de las so- ciedades nacionales y los intereses trasnacionales. Esta via de accion supone la existencia minima de condi- ciones que hagan posible una organizacion permanente de lucha, que tiende a agrupar varias comunidades y, eventualmente, varios grupos éinicos. Requiere, ade- més, el conocimiento y manejo de tas formas de accion politica prevalecientes en el Estado nacional del que se forma parte, entre las cuales est4 la formulacion de pro- yectos compatibles o alternativos para el sector de pobla- cién que representan las organizaciones politicas indias, ¢ incluso para la sociedad mayor en su conjunto. Esto ha permitido que se sistematicen y se hagan explicitas muchas intenciones historicas de los pueblos indios y que cristalicen en programas concretos, proyectos que ¢s- taban subyacentes en !as culturas indigenas. No seria po- sible explicar las nuevas tendencias del indigenismo sin tomar en cuenta, como germen y sustancia inicial de esas orientaciones actuales, las proposiciones que han surgi- do de las organizaciones politicas indias. El primer gran logro de esta lucha politica ha sido que varios gobiernos reconozcan y acepten la legitimi- dad del pluralismo étnico en el seno de sus sociedades nacionales, Esto-significa més que la constatacion de que existe una multiplicidad de pueblos diferentes, cada uno de los cuales ¢s portador de una cultura distintiva. Significa que se aceptan las variadas especificidades cul- turales dentro del proyecto de futuro de la sociedad en su conjunto; que ya no se ve Ja pluralidad étnica como 4 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. un lastre que debe eliminarse ni como un obstaculo a vencer. Por el contrario: se reconoce, al menos en algu- nos paises, y ta tendencia va en ese sentido, que la sidad étnica y cultural puede ser un recurso potencial de enorme vaila, lo cual se hace més patente en etapas de crisis como la que actualmente agobia a muestras repibli- cas. Aqui es donde juega la coyuntura historica: por una parte, la manifestacion de ias proposiciones indias a tra- vés de sus propias organizaciones politicas; por la otra, fa crisis generalizada que borra la ilusion del modelo de desarrollo, seguido hasta ta fecha, impide incrementar los recursos destinados a consumar el proceso de desin- dianizacion y obliga, finalmente, e buscar nuevas alternati- vvas en el interior mismo de la sociedad, y no fuera de ella ‘como era obligado en el modelo desarrollista. Poco a poco se va tomando conciencia de que fas culturas indias, las es- tigmatizadas y devaluadas culturas de los indios a quienes se negaba cualquier futuro, son en verdad un vasto reservorio de alternativas y recursos culturales cuyo va- lor, sisteméticamente negado hasta hoy, resulta absurdo seguir ignorando cuando el peso formidable de la crisis actual ha desvanecido las antiguas esperanzas y cegado los camninos por los que ilusoriamente se queria seguir ade- ante. El nuevo indigenismo no es, entonces, el resultado noble y generoso de haber reconacido un monstruoso error histérico, sino el efecto de la lucha politica de los pueblos indios coincidente con una etapa de crisis aguda ¥ generalizada. (Lo cual, por supuesto, no pretende re- ducir el valor positive que tienen en si mismos estos cambios; solo intenta explicarlos.) Una de las modatidades que ha adoptado el nuevo in- digenismo es la politica de participacidn, 0 indigenismo participativo. En resumen se puede formular asi: ya no se trata de una politica para los indios, sino con los in- dios. Ese es, por ejemplo, el enunciado que proclama actualmente el indigenismo mexicano. Ademés de los factores de orden general que mencionamos antes, con- é LOS PUEBLOS INDIOS Y LAS POLITICAS CULTURALES — 95 viene no perder de vista una circunstancia que ayuda 2 explicar mejor el surgimiento del indigenismo participa- tivo: ef hecho de que en varios paises ha crecido y se ha diversificado un sector indigena formado téxnica y profe- sionalmente en las tiltimas décadas. Este grupo (maestros, agronomos, técnicos en diversas ramas) ejerce una presion creciente en las instituciones indigenistas (en las que muchos de ellos trabajan) y en la vida local de sus propias comunidades, porque se sabe capacitado para intervenir en las decisiones politicas que afectan a sus pueblos, con la ventaja adicional de revivir Ja experiencia de set indios. En gran medida, pues, ellos han influido en favor del indige- nismo de participacion. Es dificil evaluar los resultados de esta modalidad indi- genista debido a que su instrumentacién es todavia muy re- ciente. Los propésitos son claros: involucrar a la poblacion indigena en todas la etapas de la actin, desde la identifi- cacién y jerarquizacion de los problemas hasta Ia decision de las medidas a tomar y la ejecuci6n de las mismas. No se trataria simplemente de dar voz a los pueblos indios y escuchar sus opiniones, sino de garantizar que esa voz y ini in el peso que les debe corresponder mes. Sino hay una participacion in pasaré de ser una engafiosa promesa mas; la misma gata, nomids que revolcada, Y es a tos pueblos indios y a sus corganizaciones politicas a quienes corresponde vigilar que no les den gato por libre. Un paso mas ha sido la formulacién del concepto de etnodesarrollo. La““Declaracion de San José sobre el et- nocidio y el etnodesarrollo”, resultado de una reunién sécnica internacional a la que convocaton la UNESCO y la FLACSO en diciembre de 1981, definié el etnodesarrollo en los siguientes términos: ‘Entendemos por etnodesarrollo la ampliactn y consolida- ion de los Ambitos de cultura propia, mediante el fortaleci- 96 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. miento de la capacidad auténoma de decisién de una so- ciedad culturalmente diferenciada para guiar su propio de- sarrollo y el ejercicio de Ja autodeterminacién, cualquiera ‘que sea el nivel que considere, ¢ implican una organizaciéa equitativa y propia del poder. Esto significa que el grupo ét- nico es la unidad politico-administrativa con autoridad sobre su propio territorio y capacidad de decision en los Ambitos que constituyen su proyecto de desarrollo dentro de un proceso de creciente autonomia y autogestién.! ‘Algunos conceptos incluidos en esta definicion merecen un andlisis mds profundo, que se intentara en fa segunda parte de este trabajo. Tales son, por ejemplo, las no- ciones de cultura propia, unidad politico-administrativa y sociedad culturalmente diferenciada. En relacién con el etnodesarrollo es conveniente destacar que, a diferen- cia del indigenismo de participacién, ya no se plantea so- lamente tomar en cuenta la. opinién y lasa piraciones de afirma que son ellos mismos —y unicamente elios— quienes deben tomar en sus manos las riendas de su pro- pio destino historico. Este derecho se fundamenta en que se les reconoce come sociedades culturatmente dife- renciadas y, en consecuencia, legitimamente capaces de constituir unidades politico-administrativas auténomas dentro de los Estados nacionales de los que forman par- te por causa del devenir histérico. Otro avance lo constituye el proyecto de autonomia para la Costa Atlantica puesto en marcha por el gobierno de Nicaragua. Esta todavia en su fase de consulta y, por lo tanto, no se conoce en detaile cémo se instrumentaré y cuales son sus modalidades y contenidos concretos. Sin embargo, el planteamiento oficial adelanta algunas lineas 1 La “Declaracion de San Jost" y tas ponencias presentadas en In reunion, en: G, Bonfil, M. Ibarra, S. Varese, D. Verissimo, J. Tumuri ef al. ‘América Latina: etnodesarrollo y einocigio, Balt. ruacso, San Jost, Cosia Rica, 1982, 318 pp. age i ie atin LOS PUEBLOS INDIOS Y LAS POLITICAS CULTURALES 97 definitorias.: Dentro de la autonomia regional se prevé la autonomia para cada uno de los seis pueblos indige- nas y comunidades étnicas de la Costa Atténtica, a los que se les reconoce, entre otros, los derechos a usar su propia lengua, desarrollar su cultura, explotar los recursos naturales de su tertitorio, mantener sus formas de gobierno interno y administrar justicia en el ambito de sus nor- mas consuetudinarias. El ejercicio de tos derechos de auto- noma se hard en el marco del Estado nacional nicaragitense cuya soberania queda a salvo. Sin duda, la voluntad politica plastnada en el proyecto de autonomia es de una enorme trascendencia tanto para las propias etnias de la Costa Atlantica como para los movimientos indios y los organismos indigenistas de todo el continente. El reconocimiento del pluralismo étnico en el seno de los Estados nacionales, 108 planteamientos del indigenis- mo de participacion, las tesis mas recientes sobre el etno- desarrollo y el proyecto de autonomia de la Costa Atiin- tica conforman, en sus lineas generals, la orientacion deuna nueva politica indigenista. Pueden entenderse como momentos de un movimiento hacia la misma direccion: primero, admitir la existencia de los pueblos indios co- mo unidades sociales diferenciadas (esta diferencia se da a partir de una historia y una cultura propias, que final- mente se aceptan como legitimas); después, mediante la legitimacion del pluralismo, se propone la participacion de los propios pueblos indios en el disefio y Ja instru- mentaci6n de la politica indigenista, que hasta entonces habia sido definida como una estrategia del sector no in- dio para hacer frente a los problemas que le planteaba la presencia de las sociedades indigenas; mas adelante, se admite la posibilidad de que esas sociedades historicas, 2 Comision de Avtonomia: Frincipios » pollicas para of ejercicio de tos derechos de autonomia de los pueblos indfgenas y comunidades de ta Cosia “Atléntica de Nicaregua, Comisién Nacional de Autonomaia, Managua, 1985. Consultar también wast, mim. 23 (edicion especial), Centro de tnvestiga- clones y Documentaci6n de 1a Costa Atiintica, Managua, mayo de 1985, i ;

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