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soc8-@ 32€ ° Georg Simm el Roma, Florenc feneci Director de la serie: Esteban Vernile La Serie Teorfa Social reine obras que son muestra del estado latente dela modernidad. Sila hiroria del pensamiento socal y hhumantaice delineé un conjunto de textos cision sobre el legado ‘modernist au sombra rstan a por recuperarsecontibucionee incisivas que conservan viva la inguletud sobre los fandamenton de ‘La Biblioteca DimensiGn Clisica se inicia con una Serie que propone amplar los horizontes del estado de Ia eorfa socal tanto fn sus resonancias Glosficas como palitco-culturale~ mediante le ppublcacion de un conjunto de entayos claves hasta ahora alejados ‘Se lor currculs universitarios,y que se ofrecen en todos los casos a ‘rave de traduccionescuidadac y textos introductoris de alt nivel realzados por los mejores expecalisiasenla materia, que, por un a= do, devucven los textos a su estado original de indicaccny present Imieno,, por oto, los reintroducenplenamente en Ia dacasiin deo contemporéneo. Imégenes momentineas ah specie acternitalis (Georg Simmel {Low debates dela Diata Reman atl Mare Max Weber y Karl Marx Kar Lith Prin aparicioa ‘Los empleados Siogtied Kracauer ‘Conseruccionesy perspective ‘Siopitied Krecauer Georg imme Roma, Florencia, Venecia ‘Traduceién de Oliver Strunk Prélogo de Natalia Canté Mila Posfacio de Esteban Vernike Indice Nota editorial. PR6LOGO: Roma, Florencia, Venecia Natalia Cants Mile ROMA, FLORENCIA, VENECIA Geory Simmel Roma Florencia Veneeia, POsFACIO: La trilogia sobre ciudadesitalianas ‘de Georg Simmel Eateban Vernik- n 25 6 ‘1 Nota editorial Los ensayos recogidos en exte libro publicados originalmente de forma separada en iverson periédicos: + sRomas, en Di Sei, de Viena, ol 8 de mayo de 1898 + “Florencia, en Der Tag, de Berlin, ol 2 de marzo de 1906 = [Venecia>, en Der Kanstwart, de Ménich, el de junio de 1907 ‘Alla muerte de Georg Simmel fueron agrupados en la antolo- ‘eta publicada por Gertrud Simmel, Zur Philovopbie der Kunst Pilasephische und Kunatpbilasepbiscbe Aufedze, Postdarn, Gustav Kicpenheuer, 1922, La presente ediciin e basa en las siguientes versions: ‘+ -Rom-Bine destetsche Analysiax, en Georg Simmel Gesam tausgabe, tomo 5, edicién {ntegra a cargo de Otthein Rammateds, Fréncfort del Meno, Suhrkamp, 1992. 1+ -Florenzs, en Geory Sinmel Gsamlaugabe, tomo 8, edicién fntegra a cargo de Otthein Rammstedt, Fréncfort del Me- 10, Subrkamp, 1995, + Venedige, en Georg Simmel Gesanuausgabe, tomo 8, edicign fntegra a cargo de Otthein Rarmmatedt, Francfort del Me- ‘no, Suhrkamp, 1995, aransnanssicattlstmasie semen Prélogo Roma, Florencia, Venecia I Ea distintot momentos de ss vida el filésofoy socislogo ale~ smn Georg Simmel (1858-1918) escrbié unos breves ensayos sobre las tres ciudades italianas Roma (1898), Florencis (1.906) y Venecia (1907). Estas tres ciudades oeupaban un lu- igareapecial en su corazn asf como en el corazén de tantos de ‘sus coeténcos y de tantos de nosotros. ‘Aquellos que han podido pasear por estas tres ciudades sin sentir el peso de las més apremiantes necesidades de supervi- ‘vencia se han visto transportados hacia un mundo esttico, un ‘mundo lejano al cotdiano, un mundo con un halo de perfec= ‘én aau alrededor. ‘Ala vez hemos podide observar que sélo una de estas tres “Gudades parece estar dotada ce una magia yuna perfeceisn es- ‘ética que nos transporta, que nos cautiva. Ciertamente distin tas personas, en distintos momentos de su vida, senten una es ppecial fascinacién por una de estas tres ciudades. Sin duda pueden admirar ala wer ls indiacutble belleza de las tres, pero ‘lo tna de ellas les tea el corazén, Jos entusiasma con su ex- traordinariedad, los cautiva con un mundo de belleza completa ‘Simmel nos dira que slo una de las tres ciudades convence de su -verdad; de una verdad estética, de una verdad ereada porla armonia de los elementos que configuran el objeto estéti- fo, sea éxte un cudro, una escultura, un poema o, en nuestro i” es Rona, Poem VNC B ‘aso, una ciudad. Ast, aunque se puede sin duda apreciar la be- Ieza de Roma, Florencia y Venecia al mismo tiempo, usual- ‘mente s6lo una de las tres nos hace sofa slo una xe convierte / et-una referencia permanente de lo que es belloy cierto En sus tres ensayos Georg Simmel intenta con éxito llevar ‘ sus lectores al corazén del secretoesttico de exas tres cide des, mostrando en qué consicte au tan singular bellers, a fae Ye ee (ang \ +. ee he tee Ne WM We lan af Soul watts, fea Bs Ape be MR Ge. La verdadera gracia de a beleza tal ver sea que reside siem- pre ena forma de noe clementos que de por af sonindiferen {cay anos ala belleay que slo adguieren valor enttic gra- tint atu conjuncién; de este carece I palabra sislada, a igual Ge el fragmento de color sslado, la piezaaialada y el sonido, {¥ eélo como un regalo, que por sf mismas no se merecen, estas | Darter individuales reciben una exstencia conjunta que les ‘onfiere eu belles Que concibamos la bellesa como un regalo Se eu epee ee flo aceptarhumildemente como una seal de misericordia, tod lla parece basarse en aquella indiferenciaemteicn de los tlemento los tomos del mundo, donde uno s6lo porta bele- ‘zen cunnto.erelaciona con otf, y ext oto asl a adguie- te por rlacin con el primero, de modo que aquella es pro- pia dele dos per al mise tempo de ninguno de ellos ate milagre lo acostumbramor ver en la nauraleza, coo azar mecénico conforma aus partes dando gar unse veces © in bella y otras ala feldad:o bien en el arte, que junta los cements deade el primer momento con el objetivo de generar telcen. En rara ocaiones se dana tercera sinacs: que ale {ganas obras huranae,creadas para un Bin cualquiera dela vc da se conjuguen dando lugar a la belles, deforma azarosa, sin que las partes se unan con voluntad de belleza, como los tnisnos productos de Ia naturaleza, que ignoren por completo {Que existe un objetivo. Son cas sempre las ciudades antiguas, ave crecieron sin un pla preiad, las que ofrecen ete conte idol forma esti gut a formas curgidas de objet ‘or hamanos y que apareconexclshamant como manos: cionesfisicas del eeprtay Ia vlunted repreentnn, en al momento de a combinacin, un alor que vasa de lor sbjetves primers y que x le bade come dps epee. my El mismo azar que conforma tegin nucoas neceshader tettca lt lincas de as montatia, cece del mary erro Baciones de los Arboles vuelve a ser ofectvo em x material se por sfminmo es jo al any, que leva cms Gnaidady ee Pit, aunque noel dea balls: del mismo do que le ss Giones del hombre, gundas por completo por laindsidolad _ylaeatrecher de ws propos abjetvor que au ver les ctrgs fentide, e conjugan a pesar de todo para realoar el divine lan del mundo, del que mada saben nla configuracitn dela urbe romana et caraa conju cin de las etructuras creada con nes humanon gue daz 20 «una bella nuevay no premediada parece legors a stractivo maximo. Un sf de generaciones ls ha ceadey ‘onuruio, bien al miko tmp bien unas tna ren sede las sin preocopars, a menudo tn entender lg tenia de lant, entegadasexclsivamente ln necesiads el dy los gustony eaprichos dela eps slo cl ear decda qu fox ‘as surgitanfinalmente deo anterior ylo posterior lose 8 devcompontay dele que ve conearvab,dcloquecre ant. spooler slaetny de ore ne Yona tlconjunto ha adgurio « pear de todo una incompresable tnidad, como si uha voluntad consente buble coebionde Jon elementos para que furan bello, resulta que el poder de satractve surge de a gran dstancis-“sunqucs avec econ, liad carl erodes ments yl ene ce el conjunto: en esto radical fir eegridad de que todo ol tinny to a dnonania deloe ements dl ous oa impiden su uni en wna ball nid. La presi income, entero ed rable de Roma radica en la distancia entre épocas, estilos y ‘pereonalidades, entre contenidosvitales que han dejado su imn- pronta, amplia como en ningun otre lugar del mundo, pero ‘un asi origen de una undad, una sintonia'y una relacién que ‘no se manifesta en ningtin otro sitio. oo El intento de descomponer el efecto esttico de Roma des. ‘de un punto de vista pricolégico conduce siempre aeste centro fal que remite en primer lugar la apariencia externa: que los Contrarioe més extremos que ha producide nunca la historia dela alta cultura se han reformado aguf en una unidad abso- uta y orgénica de la impresiGn.’ Af como es propio del saber crear, a partir de las sensaciones fragmentadas y aisladas, una imagen del mundo comprensible y coherente, y asf como es deber de Ia moral crear a partir de los intereses desigados y antagonistas, una unided eonciiada, asi también uno de los ‘motivor dlimos de la satiafuecién esttica consiste en descu- brir o crear una unidad a partir de un sinfin de impresiones, ideas y sugerencias, en constante expansin. Sie intento de Crear tna relacin de pertenencia uniaria en el alma a partir de la diversidad original de las cosas y la imagenes ex uno de los rasgos del cardcter humano, posiblemente incluso el mas hhondo, entonces puede pensarse que las manifestaciones del larie no sean més que una especial manera y forma en que lo ‘Conseguimos, que el arte sea sélo-una de las vias de diversidad ‘externa ~o incluso interna— que condicen ala unidad interna, ‘de modo que la importancia de una abra de arte creceria en la medida en que la diversidad de sus condiciones, de srmaterial xy dela problemética tratada sea mayor, y en la medida en que 1, Permitasre dejar de lad agullas partes de Roma dominadas por wna ‘moderna innerrampidsy de ne ela igualment ininermp (ds pve por euro ctinatdan do manera ge sfctanrlaremecte Dovoalexrunjro eva cor wn minimo csdado, Yo vsté Rome po “hi ves hace ior veinte aor enoRndarmenta li menos cambin- (dela quecoménmentese die. la ubidad en la que sabe encerrarlo todo sea més estrecha, fuerte y unitaria. La tensin entre la diversidad y la unidad de las cosas que confieren ala obra de arte evocaciones y sens. ciones seria la medida de su valor estético. En este sentido, Roma parece una obra de arte de primer orden. Un indicio es Ja misma imagen deus calles, marcada por la ondulacién del terreno. Casi por doquier los edificos presentan una reipro- ‘dad de arriba y abajo. De este made remiten uno al otro con un significado mucho mayor que si se encontraran en tn mis- ‘mo plano, colocados simplemente lado a lado. Posiblemente 4éste sea el atractivo fundamental del paisaje montaiioso:cual- ‘ier arriba ve delimitadas sus posibilidades como tal por el abajo, y cualquier abajo por el arriba e ai como las partes del entran en una relacign incomparublemente estrecha cuya tunidad, que consist, como en todos los demas casos, exclusi- vamente en la interrelacién de las partes, e hace inmedia- ‘tamente visible. Cuando los elementos del paisaje se encuer- ‘tran al mismo nivel, on més indiferentes entre sf; es como si cada uno tuviera su ubicacién por sf solo, mientras que en el ‘otro caso la ubicacin se define con la ayuda de otro. De este ‘mode la forma en que se presenta Roma consigue traducir el ‘azar, las contraposicionesy la flea de principios en la historia desu construccién en una unidad comprensible y compacta: «gracias al arvibay al abajo, as complicadas linas que offece la imagen urbana adquieren determinadas directrices los deta lies parecen constituirse en sus soportes, interrelacionados to- dos entre sf. La misma direccign toma la dindmica de la vida urbana en Roma: por muy antiguo, extrafoe innecesario que sea un elemento, éte no podré austraerse a su ineretble viva: lad. Inclaso lo més renuente ae hunde en esta corriente, La inclasién de restos viejosy antiguos en las edifiaciones poste- ‘ores es un hecho simblico y, en una manifestacin petrifica- da, representa aquello que el dinamismo de la vida romana ofvece en manifestacén fluida: la construccién de una unidad eeleemp sre i Roms Fromme, Veticn - vital independant a pane de elementos prodgioument di- Ferwntes qu comsiguen, gracae «a amplited de mu tenign, clr la fmre de aula ide un sguced sin igual Boru nam nn ed mo et gue noi acpule que laentableente sto saemos denominar como ‘atrcsiaccaqualoe puntos de interés idadoe bicedos mis ‘llc de lou dems, especialmente remarcablen, ue como mu- cho podran encontraree en ote har son au pitas del con- junto y cadatuna de ellas ve rlaconaformando una relacisn orpinica con todas lat demas bajo la superior unidad de Ro- ta, Por eo el tri pico ex ma nsoporbleyatistice tn Roma que en cunguier otro gar: porque ot atone se entre dnicarents onan caracionee individ como a= Ie de mod que pars la ann deta ellos representa Ro sa lo qe sera mine qu dc que un corpo orpicoca Ia uma anemia desta miembros, dejando de ledelneme procea, par el que cada mlombre no es ds que en Grease Alsen ania, que bare, inpregnay donna odo, Ne per ‘hela pens de a bles goes coma en I unidad a pastry nce de le ddrentes coves ballon. El Snalgemento de Ins cons ms diferentes hast formar una witdad que caacteriaa la imagen expacal de Roma ad. ‘ier en Forma de empo una reaidad ne menos real De un tia yep mano po ide eb a tugs ln prcopein de que a anc entre époce fore ona Unidad donde los clomentos ve combina yconftnden,Alge noale han expend dicen queen Rema a prado ve com viars on provni,o al revdes ue dl presents ee hace onto, thceunbjtvayeejadecome oi fers tom epoca puna. De tits mao wn expres dead ddrents poospeciva lo gus oa teslidad no nds ddereaen perspectives in tempered, In unidad dela impresin, que o incepes de dangerar ol a pesto que no se deranecr,eanten ol deep, co sport fe encuentra exchnvamente enn omprensia rlexiv. ie sone Sim. ‘cierto que la nocién de la sucesign histérica de las cosas no se silencia munca en Roma. Pero lo maravilloso es que incluso ‘agus en lo temporal, los elementos pareeen haberse distancia. do tanto con el tinico fin de demostrar con mayor fuerza toda via y con més vigor y extensidn la unidad que engendran. Del ‘mismo medo que los restos de los vejos tiempos han adquiri- do, a causa de su destruccin, una nueva forma, que se mani fiesta en esta misma destruccin, y asf come la nocién omni presente dela separacicn temporal entre los elementos parece ‘poco ms que un matirestético dela imagen presente le conte nuidad de las épocas que llena incesante y visiblemente la conciencia en Roma impide el sislaiento mutuo de los cle. ‘meotos temporalmente separados. De este modo las cosas ad ‘quieren un nivel comin en el que se relacionan puramente por sus contenidos reales. Precisemente por las enormes distan- cias existentes entre las épocas que uno contempl, el punto de vista del tiempo pierde toda relevancia para el detalle. ya no aparece ligado a sus relaciones temporales, lo cual obligaria a imeterse dentro de su época para digertlo, sino que gana, una ver inerustado en la imagen global de Roma, una vivacidad ‘absolutamente inmediata es cierto que todo lo histrico infla- _ye tambien en ésta, pero no de mado que ol objeto te convierta fen una antigtedad aislada, alejada de los aspectos que lo rela. cionan con el presente, sino que, en cl momento de entrar a formar parte de la unidad de Roma, el efecto del objeto se cine al significado de su contenido real, como si todo lo azaroso de la historia se hubiera desvanecidoy se destacaran, destladon y ‘ordenados, los contendos puros de las coraso, dicho plata. ‘camente, sus ideas. Esta sensacién, dificil de perflar con palabras, ex posible- ‘mente la base ultima de aquella profunda sentencia de Fetwer~ bbach: que Roma sefiala a cada uno cul es eu lugar. El indivi- duo que toma conciencia de sf mismo dentro de esta imagen _slobal pierde la posicién que le ha otorgado wu limitado'y her, rtomnp erm i j 4 i mético circu histérico-social y se encuentra de repente for- ‘mando parte y viviendo en un sistema de valores increfble~ ‘mente diversos, con el que habré de medirse realmente. Es eo- ‘mo si en Roma te desprendiera de nosotros todo aquello que rnothan hecho las condiciones temporales-s favor yen contra dela esencia real de nuestro ser Nos sentimos reducidos = ‘nuestra pura fuerza y a nuestro significado interior, igual que ‘como ocurre con log contenides de Roma. No podemos sus- tracrnoe a fuerza unificadora, que consigue ao largo de los ‘avatares del iempo incluir todas las cosus enna imagen con- junta; al Final nos encontramos, como desligados de todo aqut _y bora, ala miema distancia de nosotros mismos que todas las ‘demas conse romanas. Aqut nos avergonzaria exigir un lugar destacado. Aquello que de otra manera nos oculta con fre- ‘cuencia el gar que nos corresponde por la fuerza, la ampl tudyy el ertado ansmico de nuestra alma, es decir los azares del tiempo, las exageraciones, igual que los apuros de nuestra si- ttacién histriea, que nos afslan y cierran el paso del puente ‘que conduce a nuestro hogar interior, todo esto queda anulado fon Roma, porque agus, donde cualquier condicisn temporal ¢ hhctérica aparece con toda su grandeza yal mismo tiempo con toda su verdad final el valor de las cosas ~y por ende también cL nuestro aélo lo establecemos por su valor més propio, in- temporal y real. De este modo, Roma nos muestra realmente ccudl es nuestro lugar, mientras que aquel que habitualmente ‘ocupamos en nuestro interior a menudo no es el nuestro, sino ‘el de nuestra clase, el de nuestros destinos monétonos, el de ‘nuestros precio, el de nuestras ilusiones egostas. Que todo sto ce derrumbe e debe a aquel rasgo Unico que domina toda la imagen de Roma: la incre(ble unidad de la diversidad, que no se rompe a pesar de In extensa tensign de gus elementos, pues es precisamente en esta tensién donde ve manifiestaloin- ‘comparable de su fuerza. Del mismo mado que el miterioeo atractivo de las telas antiguas consiste en que, a pesar de lo ampli del expectro de sus colores, los destinos compartidos, el «oly las sombras, la humedad y la sequedad de todos esos afios hhayan generado una unidad y concliacign de otro modo impo- sibles, asf quisiera uno decir que las cosas ms alejadas y ex- srafias entre f, aquellas que por tiempo, origen y alma consti- tuyen mundos aparte, experimentan una adaptaciés, un influjo muto, un modo de ajustarse por medio de la comdn ex: periencia de encontrarse en Roma y de compartir el destino, de un modo tan maravilloso que el propio significado de Ins cofas se convierte en un maximo, igual que el significado de Ia ‘unidad en el que confluyen todas como miembros. Es esta unidad la que da lugar a un fenémeno psicolégico cen el saber vivir romano que, por regla general, slo se ma festa en los individuos mas grandes. La importancia que tie- ne para nosotros Goethe adquiere eu inmensurable valor por cl hecho de que cada manifestacién suya esconde para noso- ‘ros al Goethe entero. No disfrutamos con sus palabras slo por su contenido inmediato, no limitamos eu significado al sentido que tendrian como frase anGnima; més bien las ensi- {quecemos con todo lo que aparta y evocs la asociacion de que ‘sas palabras con precisamente de Goethe. El burgués racio- nalista se mofa de la devocién emocionada que mostramos an te cualquier frase de Goethe: «Si un escrtor sin nombre hu biera escrito lo mismo, nadie le hubiera hecho caso. Es cierto. Pero en este caso, por mucho qu las palabras fueran las mismas, no seria la misma frase. Porque el significado de ‘una manifestacién -y hay que insstr en ello, por mucho que sea un lugar comin-, slo radica en lo que nos impilsay obi gaa pensar. Y una frase de Goethe nos hace pensar por fuer 2a en més cosas y en cosas diferentes que las mismas palabras pronunciadas por Pedro o Pablo: porque sabemos cusn dife- rente es el alma que viste su riqueza con un abrigo aparente mente idéntico, ysabemos que slo estamos ala altura de esas palabras si renemos en cuenta lo méximo que podamos as0- vetewin brn amin Cle 9p Roms Ponsa Venta » ciara elles —por mucho que ese vaya més allé del significado ue puedan reclamar como palabras aisladas-~ De ese modo, cosas que en otro lugar no tendrian ninguna importancia a quieren como parte de nificade que va, inde alld de su significado inme be les és"-propio de por fs. Gracias a la unidad que forja Roma con todos sus conte- nidos, esa unidad se hace solidaria con cada uno de los ele ‘ments: detrés de cada uno esta Roma enteray és confiere a ‘nuestros ojos una riqueza de asociaciones que abarca mucho ims de lo que ofrece su contemplacin aslada o efectuada en luna relacidn més indiferente y desligada. Y como las cosas son lo que para nosotros significan, realmente an mas en Ro- ‘ma que en cualquier otro ligar y de lo que serfan sn clenri- quecimiento mutuo al que da lugar el hecho de que Rome lax barca como unidad, El sentido mis profunde de la forma estética posiblemente se exprese mejor en una frase de Kant, si bien éate tenfa unos objetivos muy diferentes que los contenidos estéticos: Entre todas las ideas, lade elaine la Sinica que no surge de los ob jetos, sino que puede establecerses6lo.a mano del sujeto, por- que es un acto de su independencia-. La unidad que forma los elementos de Roma no estéen ellos miemos, sino en el expi- ‘tu contemplador, porque aparentemente aquélla slo surge en una cultura determinada, bajo condiciones concretasrelati= vvas al estado de énimo.ylaformacién. Sin embargo, estos tan poco contrario a su importancia que justamente la indepen dencia que exige se erige en el més valioso regalo de Roma, ‘Solo a accién mas animacda, aunque sea inconsciente, consi- gue encerrar estos elementos tan infinitamente diferentes en la uunidad, que reside en aquélla como posibilidad, pero todavia 'n0 como hecho real. Que uno no se senta aplastado en Roma sino aupado ala cumbre de la personalidad es seguramente un reflejo de la incretblemente crecida independencia espiritual del interior del ser humano, En ningtin otro lugar del mundo s rome Sie l azar favorable ha conseguido ordenar tan adecuadamente Tos objetos de nuestro espirit como para que le hayan impul- sado a generar Ia fuerza necesaria con que reunirlos en una tunidad tan absoluta, a perar de la Iejanda temporal que separa sus realidades inmediatas. Beta es también laraz6n por la que ‘Roma queda grabada de forma imborrable en la memoria Allé donde las impresiones los deletes sélo se aceptan tal como se ‘manifiestan, sin que intervengamos aportande nuestra propia fuerza para forjarnos una imagen interna, ali todo recuerdo sera débily se desvanecers con faciidad. Porque por profun- dda y emocionante que haya sido la impresién, ésta seguirs siendo para lo més hondo de nuestra alma un elemento extra- fio que no podré vivir siempre en ella sino de qué otra mane- +a podria explicarse el terrible alejamiento de dos amantes sie] sentimiento puro a simple acepracién dela felicidad, por mu- cchas cumbres que tenga, no saliera dela conciencia sin dejar rastro-- Sélo cuando el alma ha pasado ala accién desde lo ‘més profundo de ai misma, consiguiendo que la impronta de fu propia accién se entreteja con las impresiones exteriores, sélo entonces étas ae habrén convertide realmente en su pro- piiedad, La conciencia inhuimana e infrahumana esta presa en la soledad de aus convicciones lo caracteratico de lo superior sya prueba de su ibertad y soberania conecta lo aisladoy sélo ‘asf puesto que la unidad y ladiversidad se interrelacionan~ ppercibe toda su diversidad y siqueza. En ningtin otro lugar la plenitad de las cosas permite que esta accién especificamente humana pueda mostrarte con tanta rotundidad como en Ro- ‘ma; en ningsin otro lugar el alma, mientras asimila tantas y tantas cosas, se ve obligada a actuar tanto para crear la ima- igen, Bata es la shima razén de la relacién tan incomparable ‘que posee la amplitud de las impresiones romanas y su profun- va8 considerar a los hombres como si fueran niimeros. Eato hace que Simmel se detenga en lo que lama la sexacttud calt cculante> de la vida moderna, la conversin ereciente de los v lores cualitativos en valores cuanttativos. De estas tendencias pueden apreciarse algunos de los efectos paraddjicos del dine- +0, que domina las relaciones entre individuosy se constituye ‘como el nivelador més pavoroso: todas las cosas pueden tener tun valor en dinero, y en su forma més despiadada e indigna hasta las personas pueden tener un precio. Pero sin llegar a tal ‘extremo, le ciudad, con su incesante y velor trfico de dinero, 7. Mdm p 256. —— mercancias y personas, acrecienta el nerviosismo de sus habi- tantes, conduciendo a una objetividad despiadada entre con- sumidores totalmente desconocidos entre s. ‘Tal caracterfatica dela gran ciudad, el intercambio de efec- tos con desconocidos -como son la mayorfa de las relaciones aque habitualmente mantenemos mientras nos movemos por el espacio piblico urbano-, produce formas de indiferencia que son, en defintiva, formas de defensa ante la multiplicidad de imagenes y estimulos que proveen la relaciones cuantitativas wrbanas: {aindiferncia hacia el vecino ona simple medida de preca sein es crone Sei $i6n urbana arroja,en efecto, distintssestimaciones. Por un la- do la aproximacién es sociolégica, hacia la metrépolis capita- lista: la gran ciudad como sede de la division socal del trabajo _y del trifco financiaro y mercanti Si bien no aparece explic ‘tamente mencionada, la referencia empirica es Berlin, la ciu- dad que simboliza el trdnsito del presente al futuro. wetormavomes Por otro lado la aproximacisn es estética, hacia el andlisis | de las ciudadesitalianas histéricas: Roma, Florencia y Vene- = bbusean trasladar al lector a las experiencias subjetivas y lo ‘sentimientos que al autor le producen esas ciudades, sensacio- nes de bilo, melancolia tristeza. En estos ensayos de Simmel, las ciudades italianas se pre= sentan a través de una mirada contemplativa; la panorémica {que ce ofrece proviene de un punto alt, acazo como sel ator fuera un pintor impresionista. Al igual que Goethe, Simmel ‘ransmite la dich de Italiay aus ciudades, ia Son relatos contemplative abr ls pins urbanos que Esteaan VERNIK

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