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Capitulo 1 Politica y ciencia politica Luis Aznar 1. Presentacién A comienzos del siglo XI, cualquier intento de discutir sobre la politica en tanto objeto de estudio es un emprendimiento ciertamente tan coinplicado como al mismo tiempo interesan- te. En primer lugar, debido a cierta connotaci6n negativa que conileva el término en el lengua- je corriente, Bs que a viferencia de la historia, la psicologfa o la economfa, la palabra “politica” remite mas directamente a un canjunto de preconceptos que complican su tratamiento: se tien de a suponer, erréneamente por cierto, que la ensefianza de la “politica” se relaciona con trata de imponer una idea o una ideologia determinadas a los demés, o peor atin, que la “politica” tie- re que ver con prometer y no cumplir las promesas 0 directamente con abusar de! poder. ¥ en segundo lugar, por el hecho de que la politica es un concepto muy dificil de definir y también de ubicar. En efecto, algunos autores clésicos la han pensada come el arte de gobernar, otros co- -mo el conjunto de los asuntos piiblicos, algunos como el poder, y otros, Finalmente, como la bisqueda de consensos. A su vez, para algunos “la politica est en todas partes y todas las per- sonas hacen politica’, mientras que para otras “Ia politica es aquella actividad de la que s6lo se cocupan unos pocos, ios politicos, y los ambitos donde se desarrolla estin claramente delimita- dos: el gobierno, las legislaturas y los partidos politicos” (Heywood, 2002). En definitiva, se puede afirmar que uno de los aspectos interesantes de la politica es que no s6lo provaca discu- siones sino que, en si misma, es materia de controversias tanto te6ricas como précticas. Con este complejo panorama como marco de referencia, este capftulo girard alrededor de tun conjunto de reflexiones sobre las cuestiones y problemas politicos fundamentales. Para ello Tecurriré a un abordaje macro-te6rico, para revisar luego c6mo estas cuestiones y problemas han sido retomados por la ciencia politica contemporénea. En las sucesivas secciones se realiza una aproximaci6n geners| a la politica y a la ciencia politica seftaldndose algunos temas relativos a la teorfa y los campos temticos de la ciencia polftica contempordnea, luego se resalta la heren- cia de algunos autores clésicos que han destacado la relacién de la polftica con otras émbitos de la vida social y posteriormente se delimita criticamente cul es el dmbito conereto de la poltti- cay de la capacidad de estudiarla aut6nomamente. En otra seccién se recupera la necesaria his- toricidad de las catezorias de estudio de la politica, con especial énfasis en el concepto de or- den politico y en algunos de sus derivados teGricos como son el Estado, el sistema poittico, el régimen politico y ei gobierno; presentindose, por ultimo, algunas conclusiones generales. 2. Reflexiones preliminares La politica se refiere a aquellas decisiones que obligan a los miembros de una determina- da commnidad —en nuestros dfas, la comunidad politica casi excluyente es el Estado-nacién— a accidriar de acuerdo con los contenidas de las mismas, ya qué de no hacerlo se exponen a al- tin tipo de sanci6n 16 Politica. Cuestiones y problemas La politica, por lo tanto, obliga, genera conflictos y provoca comportamientos orientados a solucionar conflictos. Jamas ha existido una sociedad sin conflictos, porque toda comunidad hu- ‘mana genera desigualdades tanto individuales como grupales que se expresan y manifiestan en su estructura social, una forma organizada —en térmminos de poder y dominacién— de definir quiénes serdn los beneficiados y quiénes los perjudicados, una distribucién no equitativa de las obligaciones y los beneficios en las tareas familiares, econémicas, impositivas, juridicas, de go- bierno, eté. ¥ tales desigualdates, tarde o temprano, en mayor o menor medida, provocan ma- lestar, conflictos y protestas, Como consecuencia, casi por regia general los beneficiados tien- den a desplegar recursos a favor de su posiciGn de privilegio (opiniones, arguments, tradiciones, mitos, influencia, coerci6n), y los perjudicados suelen tratarde mejorar su situacién a través de huelgas, revoluciones, lucha electoral, reivindicaciones, resistencia, etc. Las desigualdades pue~ ‘den incluso ser aceptadas y toleradas, 0 ni siquiera reconocidas, pero el conflicto y la tensién (real o potencial) estén siempre presentes. Ast, la politica aparece como el fmbito donde los de- sacuerdos pueden manejarse colectivamente: las decisiones politicas regulan los desacuerdos a “través de las decisiones obligatorias para todos los miembros de la comunidad. Bs cierto que existen otras formas de lograr acuerdos entre sectores 0 grupos con ide.s 0 intereses diferentes, pero s6lo el poder politico es capaz. de imponer soluciones relativamer-e estables en virtud del mantenimiento de la unidad de ta comunidad, es decir, evitando que e! o los grupos disconfor- mes se marchen y formen una nueva comunidad soberana, es decir, con sus propias reglas de convivencia, ‘También digas, sintéticamente, que la “ciencia politica”, en un sentido amplio, incluye todos los estudios fundados sobre los fenémenos y las estructuras que dan forma a to politica. En efecto, Norberto Bobbio sefiala asf una diferencia entre ciencia politica en sentido amplio y en sentido estricto: Laexpresién “ciencia politica” puede ser usada en un sentido amplio y no técnico pa- ra denotar cualquier estudio de los fenémenos y de las estructuras politicas, conduci- do con sistematicidad y con rigor, apoyado sobre un amplio y cuidadoso examen de los hechos, expuesto con argumentos racionales. En esta acepcién el término “cien- cia” viene utilicado en el significado tradicional como opuesto a “opinién”, donde “ocuparse cientificamente de la politica” significa no abandonarse alas creencias del vulgo, no formular juicios en base a datos no ciertos, remitirse a In prueba de los he- chos [...}. En sentido mas estricto y mds técnico se utiliza para denominar un drea bas- tante bien delimitada de estudios especializados y en parte institucionalizados, con cultores vinculadas entre si que se reconocen como “‘cientistas politicos”, la expresién ciencia politica indica una orientacién de estudios que se propone aplicar al andlisis del fendmeno politico en el limite de lo posible, es deciren ta medica en la cual la ma- teria lo permite, pero siempre con el mayor rigor, la metodologia de las ciencias em- piricas... (Bobbio, 1997: 996-997). Este tipo de distinciones no termina con las disputas, tan tipicas en la disciplina, acerca de qué estudios son de ciencia politica y qué otros pertenecen a otras areas de investigacién oa otras ciencias sociales —discusi6n l6gica para una disciplina cuyo nacimiento como disciplina ‘auténoma ha sido tardfo, y por lo tanto se encuentra todavia en una legitima bisqueda de su identidad— pero permite, por un lado, reconocer los aportes det pasado en cuanto a problemas acstudiar 0 a enfoques a través de los cuales analizar esos problemas —algo no tan comtn en Jos cdnones actualmente predominantes en muchos dmbitos de 1a ciencia politica— y, por el otro, puntualizar un importante corte entre ciencia y mera opinién. A su vez, un marco tan arn- plio admite y reconoce ta necesaria colaboracién para el estudio de lo politico entre ta ciencia politica y otras disciplinas, tales como ia historia contemporénea, la filosofia politica y el dere~ cho constitucional. Las contribuciones de estas disciplinas para el examen del fenémeno polt- tico abarcan, por ejemplo, las investigaciones sobre la formacién del Estado moderno y la emer- Politica y cienoia politica a7 gencia de tos movimientos politicos de masas, las definiciones normativas de la politica, las ba- ses filos6ficas de Ias ideotogfas politicas, y las justificaciones de las instituciones politicas, ast como también la indagacién acetca de las disposiciones legales que regulan la constituciGn de Jos érganos del gobierno y el ejercicio de sus poderes relativos. Ast y todo, la ciencia politica se distingue de todas ellas porque, a grandes rasgos y de modo somero, a diferencia de la historia, busca regularidades y explicaciones causales, antes que descripciones de casos especfficos; en oposici6n a ta filosofia politica, aspira a elaborar hipstesis claras, sujetas a procedimientos de control empirico contrastable y, por titimo, mientras que el derecho se interesa por la verifica- ciGn de la correspondencia entre las conductas y las normas, la tarea de la ciencia politica es analizar y buscar explicaciones causales en dichos comportamientos. La segunda mitad el siglo XX atestiguaré el auge de la “ciencia politica”, una forma de es- tudiar ta politica de acuerdo con efnones y procedimientos aceptados por la comunidad de cien- tificos sociales y universitarios. Los afios posteriores a la Segunda Guerra Mundial son los que constituirén la segunda ola de la implantacién institucional de la ciencia politica. En este senti do, las experiencias de la crisis econ6mica y social de entreguerras que dieron lugar al fasc ‘mo y cuestionaton la solidez de las viejas democracias liberales supusicron el argumento cen- tzal para desarrollar nuevos paradigms a partir de los cuales reconstruir los estados democréticos de derecho. De esta forma, ante 1a aparente consolidaci6n de economnias centratmente planifi- cadas al este del continents europeo, en Occidente al mismo tiempo las elites polfticas como la academia pensaron en la necesidad de recomponer el Estado social de derecho, tanto en sus ba- ses institucionales y simbéticas, como en los productos y rendimientos sustantivos de su accién, La formacién de nuevas elites politicas y administrativas era, ante todo, una necesidad. Y con esto devino, entre otros hechos, el crecimiento de sus sistemas universitarios, Junto al creci- miento econémico de los afios sesenta aparecié un notable niimero de departamentos especia- lizados en ciencias sociales, institutos de investigacién, revistas cientificas, profesores, investi- gadores y estudiantes. A nivel corporativo, la international Political Science Association (IPSA), creada en 1949, fue la instituciGn encargada de impulsar ta presencia a nivel internacional de la ciencia politica. En el presente, ia “cientia politica” es una disciplina especifica reconocida por el resto de las ciencias sociales y por la sociedad. Su campo disciplinar se ha ramificado en campos tem- ticos especificos que se ocupan de estudiar en forma pormenorizada diferentes dimensiones del fenémeno politico. 1) El primer campo temético dentro de la ciencia politica es el estudio de la Teoria Poli- tica que, a través del examen y la elaboraciGn de las grandes sistematizaciones, sigue buscando dar respuestas a ias preguntas cldsicas sobre el poder, tos conflictos, a auto- ridad, 1a justicia y ta igualdad. En esta érea también se incluyen las obras de filosofia politica y las que tratan sobre la historia de las ideas politicas. 2) Bn segundo lugar, la denominada Politica Comparada que se centra en el andlisis en espejo de estructuras y procesos politicos de diferentes freas geogrificas, paises 0 re- zgiones. Asf, se pueden comparar las formas de gobierno, las burocracias o las culturas politicas de distintas unidades de andlisis, como una estrategia metodolégica para en- contrar regularidades en el comportamiento politico. 3) Enos ditimos afios se’ha prestado especial atencién al papel que las diferentes inst ‘uciones cumplen en el funcionamiento de los sistemas y regimnenes politicos. Legis- Iaturas, poderes ejecutivos, reglas electorales, partidos politicos y grupos de interés son algunas unidades de andlisis de los Estudios Institucionales. 4) Los andlisis de Opini6n Pablica se han convertido en un frea de relevancia, por ejem- pio, analizando el comportamiento electoral o el cambio 0 1a continuidad de las opi- niones sobre determinadas cuestiones de interés politico. Se podrfan incluir aquf los trabajos.sobre la metodologia del andlisis politico y los desarrollos de! marketing politico. 18 Politica. Cuestiones y problemas 5) Con el aumento del reconocimiento social hacia la ciencia politica, tos gobiemnos han comprendide que esta disciplina puede con sus apartes mejorar significativamnente el desempefio de ias Politicas Pablicas, por io que el estudio de los procesos dle elabora- ciGn, ejecucién y evaluacién de las decisiones estatales se ha convertido ya en un fea cespectfica, : 6) Por Giltimo, es necesario mencionar el estudio de las Relaciones Internacionales, que trata sobre las relaciones entre estados, sobre Ia politica exterior de los diferentes paf- ses y el accionar de entidades no estatales trasnacionales. i> Poder, dominacién y politica 8.1. El “poder” y la “politica” de los clésicos En todo comienzo son necesarios una decisién y un punto de vista. Hacerlos explicitos se- ; Ff altamente productivo para los mejores resultados del presente intento de discutir y aprender sobre politica y ciencia politica. En este caso debe quedar claro, sin ninguna duda, que el desa~ rrollo que sigue de este capitulo incluye bésicamente una combinacién critica de saberes, p ciones y puntos de vista generados por dos pensadores clisicos, de peso propio y significativo —Karl Marx (1818-1883) y Max Weber (1864-1920)— que posteriormente se retoman como puntos de partida de numerosas derivaciones y puntos de vista contemporéneos, . _ Apartir de la articulaci6n entre argumentaciones diversas se estructura y presenta una vi- si6n posible de ser utilizada para tratar de comprender en qué consiste la potftica, cudles son al- unos de sus contenidos, asi como también la légica de su dindmica de cambio y transforma- ciGn, Por ejemplo, la realizacién de una jectura abierta y no sesgada de la obra de Marx permite entender, con relativa claridad, que uno de los principales objetivos de su andlisis es encontrar y dar cuenta de las articulaciones entre actuaciones —tanto de individuos como de grapos—en diferentes freas de ta vida social, especialmente en los dmbitos econémico y politico. De esta ‘manera es posible entender la afirmacién siguiente (y sus derivaciones): ‘Nos encontramos, pues, con el hecko que determinadlos individuas, que como produc- tores actian de un determinado modo, contraen entre st estas relaciones sociales y po- Iticas determinadas. La observacién emptrica tiene necesariamente que poner de re~ lieve en cada caso concreto, empiricamente y sin ninguna clase de falsificacién, la trabazén existente entre la organizacién social y politica y ta produccién (Mars y En- gels, 1972: 25). Consecuentemente se hace imprescindible realizar el estudio diaerénico, esto es, dindmico e histérico, de lo que el propio Marx llamé las “relaciones sociales de producci6n” y de Ins ac tividades de produccién (en el Ambito econémico), pero también, y en extensién, de las relacio- nes politicas y de las actividades politicas, esto es, de las relaciones respecto del manejo del po- der politico. Se trata de explicar, por lo tanto, la capacidad que tienen determinados actores sociales para llevar adelante dos tareas fundamentales: a) el decidir cursos de accién sin impor- tar posibles resistencias por parte de otros, y b) estar en condiciones de asegurar la reproduc cién de esas condiciones. Y en este sentido es necesario tomar en cuenta, como afirmaba En- gels, que el poder politico de un grupo o de una clase descansa siempre en una funcién econémica, social (Engels, 1948: 217). Esto permite entender que toda conflictividad social es y se expresa siempre en una lucha politica y por lo tanto: “toda clase que aspire a implantar su dominacién tiene que empezar con- quistando el poder politico, para poder presentar su interés como el interés generat”, en base alo cual adquiere un sentido particular la afirmacién “...no digdis que el movimiento social ex- } Politica y cienciz politica 19 cluye el movimien:o politica. No hay jamés ningiin movimiento politico que, al mismo tiempo, no sea social” (Marx y Engels, 1972: 35 y 50). En este punto estos autores ayudan a poner de ieve Ia existencia de una relaci6n especifica entre poder “material” (econémico) y poder “es- piritual” (politico) que permite introducir la discusién sobre la autoridad y la dominaciGn, més especfficamente sobre el poder de las ideas de las clases dominantes. De esta manera, es posi- ble comprender que las relaciones socioeconémiicas y las relaciones politicas constituyen una unidad, y de ahi la necesidad de analizar las interrelaciones que se generan entre ambos nive- les, por ejemplo 12s complejas articulaciones entre el Bstado y el mercado. De la obra de Max Weber (1984) se han seleccionado las argumentaciones que més se re- Iacionan con una conceptualizacién de lo politico, y por lo tanto son analizadas en particular las ideas de poder (12 probabilidad de imponer la voluntad propia en una relacién social aun con- tra cualquier tipo de resistencia por parte de los otros participantes de esa relacién), dominacién legitima (la probabilidad de que un mandato, con contenido determinado, sea obedecido por un conjunto de personas en base a la creencia en su legitimidad), y disciplina (la probabilidad de encontrar obedier.cia a un mandato pero de forma pronta, simple y automtica, basada en acti- tudes arraigadas). Con estos elementos, como se veri a continuaci6n, se puede dirigir sustanti- vamente la discusiGn hacia el tema del Estado moderno y de los partidos politicos. Para comenzs:, es necesario destacar que en las argumentaciones de Max Weber el cancep- to de dominacién iegitima estd te6ricamente asociado a la idea de eficacia, de mandato eficaz y de antoridad,! Y partir de esa nocién weberiana, en todo el pensamiento occidental posterior la politica aparecerd definida, con mayor o menor claridad, por su cardcter autoritativo —esto es, cargado de autoric!ad— sobre el conjunto de lo priblico. Un sefialamicato, en particular, abre el camino hacia ta discusién de y sobre lo estatal, ins- titucién y Ambito que concentra en nuestros dfas la autoridad. Se trata de la afirmaci6n que: “el tipo mas puro de Jominacién legal es aguel que se ejerce por medio de un cuadro administra- tivo-burocrético” (Weber, 1984: 175). Este autor destaca el hecho de que esta manera estatal de. ejereer la dominacién es la mds racional, debido a que permite alcanzar precisi6n, continuidad, disciplina, rigor y confiabilidad, Y una aplicacién directa de esta perspectiva emerge en el tra- tamiento del Estaco moderno pensado como una asociacién politia —esto es especializada en el ejercicio de 1a cominacién y del poder— de base territorial, siendo una de sus caracteristicas definitorias la pretensiGn del monopolio del uso de la violencia legitima por parte de su cuadro administrativo-burocrético. En palabras del propio Max Weber: “Todo Estado estd basado en la fuerza”, dijo Trotsky en Brest-Litovsk. ¥, en efecto, ello es correc‘o. Si no existiese ninguna institucién social familiarizada con el uso de la violencia, entonces quedarta eliminado el concepto de “Estado” y aparecerta una condicién que podria designarse como “anarquia” en el sentido espectfico de la pa- labra, Desde luego, la fuerza, evidentemente, no es el medio natural, o el tinico me- dio, del Estato —nadie lo dice—, pero la fuerza es un medio especifico del Estado. Hoy en dia, ix relacién entre Estado y violencia es especialmente intima. En el pasa- do, institucicnes muy diversas —empezando por la estirpe— han conocido el uso de la fuerza fisica como algo bastante normal. Sin embargo, en la actualidad, debemos decir que un Estado es una comunidad humana que se atribuye (con éxito) el mono- polio del uso legitimo de la fuerza fisica dentro de un territorio dado. Observen que el “territoric” es una de las caracteristicas det Estado. En el momento presente, el derecho de emplear la fuerza fisica se adscribe espectficamente a otras instinuciones 0 individuos s6lo en la medida en que el Estado lo permite. Se considera el Estado co- imo la tinica suente del “derecho” a hacer uso de la violencia. En consecuencia, para nosotros, “politica” significa esfuerzos para compartir el poder, o esfuerzos para in- _fluir sobre la distribucién del poder, ya sea entre estados o entre grupos dentro de un “estado (1996: 83-84). G ( (Gare ( ¢ 20 Politica, Cuestiones y problemas Si del poder social se trata, la tinea de desarrollo de toda discusiGn organizada debe pasar, centre otros elementos, por el tratamiento de los partidos politicos. Los partidos politicos, y és- ta segiin Weber es una condicién fundamental, s6lo pueden existir y estructurarse como orga~ nizaciones especializadas en un contexto social relativamente desarrollado y complejo, que presente un ordenamiento racional y una “burocracia” dispuesta a cumnplirlo y hacerlo cumn- plir. Justamente, uno de los objetivos primordiales de los partidos politicos es ejercer influen- cia sobre esa burocracia que goza de la autoridad y el poder politicos, y en lo posible instalar a sus partidarios en ella. Es que su accionar est4 encaminado al logro del poder social, to que ‘equivale a obtener la capacidad de influir sobre las decisiones sociales, cualquiera que sea su contenido. Pero ia conflictividad moderna, crecientemente compleja y contradictoria, muestra que, por emplo y especificamente, los partidos politicos tienen que competir con otras organizaciones en el cumplimiento de ciertas funciones que tradicionalmente parecian pertenecerles casi mo- nop6licamente. Es por esto que es significativo tener en cuenta que como lo seiiala, entre otros, Juan Carlos Portantiero (1985: 44): | Lacorporativizacién de ia politica en las sociedades complejas no es un mal intrinse- co que deba ser exorcizado. Es un producto del crecimiento de ia participacién de los sectores subalternos, que obligan a redefinir el papel de las partidos y de la burocra- cia estatal en el proceso de toma de decisiones. Todo Estado moderno supone algin grado de corporativizacién: no hay en la actualidad regtmenes corporativos abstrac- tamente diferenciados de otros no corporatives... Estado y sociedad son dos sistemas interpenetrados por una cantidad creciente de relaciones mutuas que se organizan en el sistema politico y desde allf se proyectan hacia el gobierno... ¢ peso excesivo de las corporaciones es indicativo de la escasa densidad del sistema de partidos, con to que el equilibrio se resuelve tedricamente con el potenciamiento cle éste y no can la minimizacién o destruccién del mundo corporativo. Lo que surge de posiciones como ésta y otras que se podrfan citar es que Ia politica con- tempordnea consiste, en lo fundamental, en el manejo del poder y 1a dominacién en con- textos sacietales en los que se ha desarrollado tanto un Estado moderno, como un régimen politico y un conjunto de dinamismos —de representacién, electorales, dé presién, ete — relacionados con la inclusién/exclusién y las actividades politicas de diversos grupos y or- ganizaciones sociales. : 8.2, Algunos desarrolios posibles y necesarios a partir de ios eldsicos Las marcas positivas que han dejado las argumentaciones de los clasicos sobre estos temas se pueden observar con claridad en las producciones de muchos investigadores que las hen in- corporado —més o menos explicitamente— aun sin dejar de lado su andlisis critico, En la dis- cusién disciplinaria contempordnea —que debe la mayor parte de su contenido sustantivo a las ‘ideas de los autores clsicos que se han expuesto anteriormente—se ha generado un cierto acuer- do sobre Ia necesidad y oportunidad de incluir algunas diferenciaciones sobre el tratamiento det concept de politica, detivadas de los procesos histéricos que han afectado la complejidad de las sociedades, tanto en sus diferentes niveles —econdmico, social y politico— como en sus miltiples articulaciones. De esta manera, se ha casi generalizado el uso de las tres formas de hacer referencia a la politica, presentes en la tradicién anglosajona. En primer lugar, la politica nel sentido de polity. Con ello se hace referencia a la “sociedad politica”, la organizaci6n po- Iitica, la forma y las estructuras politicas en las que se desenvuelve la actividad politica. Ello in- cluye la identidad y tos limites de ta comunidad politica, tanto en términos de territorio como Politica y ciencia politica i de poblacién, comprendiendo a actores, procesos y el entramado institucional ~en sus miilti- ples niveles—, con sus funciones y personal especificos. En segundo lugar, la politica en el sen- tido de polities, es decir, el accionar politico, los procesos anclados en el poder 0 con capacidad de influir sobre la accién de otros individuos. Incluye la naturaleza del poder, su distribuciGn y transmisi6n, su ejercicio y sus limites. En tercer lugar, la politica en el sentido de policy, es de- cir, el contenido y los resultados, las politicas piblicas, la politica como programa de accién aplicado a la sociedad, que es piblica desde ¢! momento en que la afecta con cardcter universal y obligatorio. Si especfficamente, y en particular, se concentrara el interés en el estudio de un régimen politico democrético, la aplicacién del esquema anterior hazfa posible la diferenciacion analitica entre la democracia como forma (polity), como conjunto de procesos de disefio y to- ma de decisiones cargadas de poder y autoridad (politics) y como resultado en tanto generaciGn de politicas pilblicas (policy). El otro elemento que es necesario ubicar expresamente en la discusi6n remite a la relacién entre lo politico y lo pablico, que seré tratada con mayor extensién més adelante. Bastarfa qui- 224 por ahora sefialar aquf el argumento desarrollado por Hannah Arendt (1993) en el sentido que la politica surge como la actividad humana mds importante por su articulaci6n con lo piblico, y porque se expresa como interacciones entre individuos libres e iguales. Es claro que para Arendt (1906-1975) la politica es fundamentalmente politica democrética (mientras que las otras “po- Iiticas” son casi s6lo pura violencia), lo que supone necesariamente una pluralidad, pero una plu- ralidad en la que se respeta por encima de toda otra argumentaci6n la individualidad de cada ciu- dadano, Es en este sentido que esta autora propone estudiar, como proceso hist6rico central, lo que denomina “la alienacién det mundo moderno”, la violencia y el totalitarismo asociados a la masificacién, ala pérdida del didlogo y a la ruptura del discurso como forma de articulacién po- litica entre los seres humnanos. Otros ejemplos de lo que se est4 sefialando —que la politica se interrelaciona inevitable- ‘mente con lo social, tal como lo establecieron Marx y Weber— y que pueden mencionarse aqui son las visiones de! Estado que han delineado los polit6logos argentinos Guillermo O’Donnell y Oscar Oszlak. Ei primero al afirmar que {...] por “Estado” entiendo no sélo un conjunto de instituciones (0 “aparatos”). In- cluyo también —y més fundamentalmente— el entramado de relaciones de domina- cidn “politica” (en tanto actuado y respaldado por esas instituciones en una sociedad territorialmente delimitada), que sostiene y contribuye a reproducir la “organizacién” de clases de una sociedad (O’Donnell, 1997b: 64), mientras que el segundo —subrayando que est4 discutiendo sobre el Estado nacional— le asig- na los siguientes atributos:_ 1) capacidad de externalizar su poder, obteniendo reconocimiento como unidad sobe- rana dentro de un sistema de relaciones internacionales; 2) capacidad de institucio- nalizar su autoridad, imponiendo una estructura de relaciones de poder que garanti- ce su monopolio sobre las medios organizados de coercién; 3) capacidad de diferenciar su control, a través de la creacién de un conjunto funcionalmente diferenciado de ins- tituciones piiblicas con reconocida legitimidad para extraer establemente recursos de la sociedad civil, con cierto grado de profesionalizacién de sus funcionarias y cierta medida de control centralizado sobre sus variadas actividades; y 4) capacidad de in-~ ternalizar una identidad colectiva, mediante la emisién de stmbolos que refuerzan sen- timientos de pertenencia y solidaridad social y permiten, en consecuencia, el control ideoldgico como mecanismo de dominacién (Oszlak, 2004: 16-17). ae Politica. Cuestiones y problemas 4, Enerueijadas en el debate politico y social 4.1. Sobre la autonomia de Ia politica Uno de los abjetivos de este capftulo es reflexionar sobre un conjunto de cuestiones y pro- blemas referidos a la politica y a la ciencia politica como son, por ejemplo, las diferentes for- mas de organizaci6n de un orden politico o las complejas relaciones entre accién polftica inten- cional y Ia dinémica de la sociedad o las consecuencias del actual proceso de personalizacin de la politica y la expansi6n del individualismo que determinan y parecen imponer ciertos tipos de liderazgo politico (Floria y Garcfa Belsunce, 2005; Lipovetsky, 1998). Para poder presentar ordenadamente el esquema basico de la argumentacién se comienza con el tratamiento de un tema controversial, que se ha extendido en forma considerable en al- gunos circulos de especialistas ¢ investigadores, Se trata de un cruce ¢ intercambio de ideas re~ lacionado con la autonomfa de lo politico con respecto a otras éreas, en particular y —para ci- tar s6lo algunos ejemplos— la sociedad o la economia. ‘Aun partiendo del hecho de que ésta no es una discusi6n menor, es posible percibir al mis- ‘mo tiempo que algunos autores, levados por su afin de especificar el campo de estudio de la ciencia politica, han exagerado considerablemente los grados de autonomta exigidos y plantea- dos de lo politico y de la ciencia politica en relaci6n a otras précticas y saberes cientfficos, res- pectivamente. Con esa visién estrecha se tiende a perder de vista, en términos explicativos, las roductivas interacciones entre diversas dimensiones de la actividad humana que constituyen niicleos importantes de trabajo, como por ejemplo las relaciones entre politica y estructura so- cial, entre Estado y mercado, enire sociedad politica y sociedad civil. Por cierto que una forma sencilla, y poco dramética, de tratar en parte esta problemética se encuentra en Manuel Pastor (1990: 7) donde se desarrolla el siguiente argumento: en principio, es preciso admitir que “lo politico” forma parte de lo social, ya que es- te dmbito es mds general que aquél. Resulta ast que “lo politico” es aquel dmbito de la sociedad en el que se producen relaciones de poder, esto es, relaciones de mando y obediencia o bien —y ello dependiendo de los factores que uno decida acentuar— se trata de aquel émbito en el que se dirimen tos conflictos entre los grupos sociales por los bienes colectivos, En otras palabras, un espacio de lucha de intereses no exclusi- vamente formal y cuyo resultado es favorecer a unos con preferencia a otros. Poner de manifiesto con claridad las interacciones existentes enire lo politico y otras éreas de la realidad no s6lo no supone una capitis diminutio para la ciencia politica, sino que por el contrario, la potencia mostrando su propia especificidad en relacién a una complejidad que de- be ser enfrentada pluridisciplinariamente. 4.2, Reflexiones basicas sobre el objeto de estudio A partir de lo anterior es posible comprender, como ha sido planteado explicitamente, en- tre otros por Giovanni Sartori (1984), que toda discusién sobre la posibilidad de una ciencia po- Iitica, es decir, de un pensamiento sistemético y met6dico sobre la actividad politica, supone un tratamiento especifico y eritico de este tltimo concepto y de sus articulaciones. Esto es asf por- que tomando en cuenta varios aspecios del problema, es posible concluir que sin una idea te6- rica clara del objeto de estudio —Ia actividad politica, el poder politico, la autoridad politica, etc.— es casi imposible tratarlo de manera sustantiva. Consecuentemente, un andlisis cientffico de la actividad politica, de sus condiciones y resultados, tanto coyunturales como hist6ricos, su- pone aceptar la existencia de un objeto definible relativamente especifico y contar con una pers- pectiva te6rico-metodolégica para su estudio. oom erent storms neta ntnacaraaiotaansiiel Politica y cioncia politica 23 No sc entrard aqui, en particular, en la controversia sobre el método en las ciencias socia- les. Pero si se pondrd de manifiesto abiertamente el hecho de que es posible constatar que en la ciencia politica, al igual que en las otvas ciencias sociales, coexisten diversas perspectivas te6- rico-metodol6gicas. Cada investigador, en un momento determinado de su formacién —Iuego de sopesar los pro y contra de cada una de estas perspectivas, al menos esto seria lo aconseja- ble—, deberd seleccionar aquella perspectiva que considere més productiva para el tipo de ta- rea que preienda enfrentar. Sin embargo, parece necesario dejar asentado un punto de partida fundamental, de gran importancia metodolégica, extrafdo de la obra de Johan Galtung (1967). Es ta idea inicial alrededor de la que este autor construye su posiciéa sobre el estudio cientifi- code lo sociopolitico: se trata de enunciar argumentos explicativos teGricamente guiados y fun- damentados, de “decir cosas” como afirma Galtung, sobre unidades de andlisis utilizando va- riables y relaciones entre variables, esto es, a través de hip6tesis (proposiciones que se ponen a prueba en el proceso de investigaci6n). Las unidades de anslisis pueden ser individualtes 0 co- lectivas (personas, o grupos sociales, o pafses, por ejemplo) y las variables —en oposicién a las constantes— son elementos de la realidad que pueden tomar distintos valores (por ejemplo, edad, sexo, ofientacién ideol6gica, tipo de régimen politico, tipo de sistema electoral, peso o posicién relativa de los pafses en el contexto internacional, etc.). La perspectiva que gufa la argumentaci6n desarrollada es este capitulo se basa en afirmar —y trabajar en consecuencia—que las investigaciones de la ciencia politica son estudios sus- tantivas y met6dicos, destinados a lograr grades apreciables de comprensién y explicacién de los sistemas de relaciones de poder y dominacién en una sociedad determinada, sobre todo de aquellos conectados con lo problemas piiblicos. En un lugar central se incluye ade- més en estos estudios, el andlisis de las acciones y actividades de los actores involucrados en dichas relaciones (tanto individuales.como coleetivos) y los resultados institucionaliza- dos de las mismas. Las instituciones, producto del accionar humano, consideradas histérica- mente, se convierten en elementos que fijan limites y condiciones a ese mismo accionar. Uno - de esos elementos centrales, cargado de institucionatidad, es justamente la definiciGn del orden politico que se busca instaurar o mantener. ‘Consecuentemente, y retomando la problemética inicial, parece apropiado y productivo co- menzar mencionando la forma en la que Sheldon Wolin introduce la idea de actividad politica. Este autor sefiala espectficamente que “...toda investigacién politica se dirige, en alguna medi- da, hacia los factores que favorecen o contrarfan el mantenimienta del orden...”, afirmando asi- mismo que L...] el poder polttico se ocupa de los intereses generales compartidos por todos los integrantes de la comunidad; la autoridad politica se diferencia de otras formas de au- toridad en que habla en nombre de una sociedad considerada en sus caracteristicas comunes (Wolin, 1974:18-20). ‘Como una conclusién general y al mismo tiempo como un posible punto de partida funda mental de todo estudio sustantivo de fa politica indica que: para los fines de este trabajo, interpreto que “actividad politica” incluye lo siguiente: @) una forma de actividad centrada alrededor de la brisqueda de ventajas com- etitivas entre grupos, individuos o sociedades; b) una forma de actividad condicionada por et hecho de tener lugar dentro de una situacién de cambio y relativa escasez; ¢) una forma de actividad en la cual la prosecucién de beneficios produce con- » secuencias de tal magnitud que afectan de modo significative a la sociedad en su conjunto o a una parte sustancial de ella. ae Politics. Cuestiones y problemas Es decir que desde cierto dngulo, las actividades politicas son una respuest: a cambios fundamen- tales que tienen lugar en la sociedad... De esta forma, la politica es tanto una fuen- te de conflicto como un modo de actividad que busca resolver conflictos y promover reajustes. Desde otra perspectiva tebrico-metodolégica, la de la denominada “escuela critica alema- na”, Wolfang Abendroth y Kurt Lenk (1971: 13-14) han compilado una obra en la que se en- ccuentra desarrollada la idea que 1a tarea constitutiva de la politologia se centra en el andlisis de las condiciones del poder politico, de sus formas concretas de manifestacién, ast como de sus tendencias evolutivas. Los principales objetos de investigacién son: las relaciones entre el poder politico y la sociedad; la consolidacién institucional del poder politico en una forma de dominacién politica, sabre todo en el estado moderno; el comportamiento politico, en especial el proceso farmativo de la voluntad politica [...] La politologia tal como Ia entendemos agut [...] esté orientada hacia una teorta eritica de la sociedad... Se sostiene aquf y se argumenta por lo tanto que, entre otras, la idea constitutiva de una teorfa critica es que las instituciones politicas son construcciones histérieas producto del accionar humano, Por lo tanto, es factible su critica y transformacién a través dela misma actividad politica que enmarean y posibilitan, Entonces, y se quiere destacar esto especifi- camente, es importante tener siempre presente que las instituciones son de gran importan- cia en la explicacién de la accién politica, pero que un elemento fundante es el hecho de que Jo realmente central es la relacién entre los actores politicos y las instituciones. Es posible entonces destacar que a partir de lo anterior aparece delineado uno de los problemas centrales del pensamiento politico que se encuentra presente —con ma- Yor menor fuerza— en todas las perspectivas te6rico-metodoldgicas: las relaciones en- tre el Estado y la sociedad civil, entre el poder y la estructura social, entre el Estado y el mercado. Se presenta y analiza a continuacién la argumentaciGn de Reinhard Bendix (1916-1991) quien en su Estado nacional y ciudadania —libro que a esta altura se ha convertido en un ver- dadero clésico contemporéneo— ha dejado instalado lo que puede entenderse como un plan de investigaciGn que sigue teniendo, muchos aflos después, una sorprendente y clara vigencia, La referencia es, en particular, a ta afirmacién que “...el hecho decisivo de la formacién del esta- do nacional es el ejercicio ordenado de la autoridad piiblica en el dmbito de una nacién...”, pe~ ro también y centralmente 2 1a propnesta de estudio que la acompafia: nuestro propésito es delinear el equilibrio reciproco de las circunstancias en las que descansa la legitimidad de un orden polttico. El orden dentro de una comunidad polt- tica puede entenderse en términos de su opuesto: la anarquia (...] Por lo tanto, cier- 1a subordinacién de los intereses privados a los intereses piblicos y de las decisiones privadas a las decisiones piblicas es condicién sine qua non de una comunidad polt- tica (Bendix, 1974: 29). ‘Se debe poner de manifiesto el hecho de que aparece aqui delineada, nuevamente y en for- ‘ma central, la relacién genética y constructiva entre lo politico y lo picblico en relaciGn a una s0- cciedad determinada hist6ricamente y a la comunidad politica que se constituye y expresa en la misma. t i : i Politica 7 ciencia politica 25 4.3. Lo pitblico y la politica En este sentido es muy importante mencionar que los cambios que se han producido en las “ltimas décadas a nivel internacional y sus consecuentes impactos sobre los sistemas naciona- les —globalizaci6n, expansi6n predominante de las relaciones de libre mercado y de las inter- pretaciones econémico-sociales, en particular sobre las funciones del mercado derivadas de la escuela neoclésica— han tendida a fragilizar en gran medida ta actividad politica alejando a la ciudadania de la misma, Zygmunt Bauman (2001: 12) lo ha expresado de manera sustantiva y clara al argumentar que “el arte de la politica, cuando se trata de politica democriitica, se ocu- pa de desmontar los limites de la libertad de los ciudadanos, pero también de la autolimitacién: hace libres a las ciudadanos para permitiries establecer, individual y colectivamente, sus pro- ios limites, individuales y colectivos”. Pero como también lo seftala este autor, contemporéneamente se ha extendido una tenden- cia a rechazar cualquier tipo de autotimitacién “...como si no existiera otra opeién més que la dictadura det mercado y la del gobierno”, lo que: produce un efecto antipotitico realmente no- torio, Es ast que surge con claridad la derivaciGn més directa ¢ impactante de la crisis de la po- Ja aversién a la autolimitacién, el conformismo generalizada y la consecuen- ze insignificancia de la politica tienen un precio... el precio de la mala politica: el sufrimiento fumano”. Pero lo que genera este sufrimiento no es la confrontacién de intereses en sf misma sino las condiciones de su pracesamiento y las consecuencias derivadas de las mismas. De esta mane- 1a, fo que es posible observar cada vez. con mayor nitidez es la coexistencia de situaciones de ‘expansi6n econmica, democracia politica y aumento de las desigualdades sociales. Surge aquf, entonces, una problemética central para la discusi6n de las caracteristicas y dindmica de los re- ‘gimenes politicos en general y de los democréticos en particular: ,es posible la persistencia re- lativamente estable (y en qué condiciones) de regimenes politicos en los cuales se expanden las desigualdades sociales? Esta no es una problemética novedosa pero no por ello debe ser dejada de lado, ya que sus consecuencias han pasado por una etapa de metamorfosis particularmente interesante. Por ejemplo, como ha sido tratado ¢ investigado en otro trabajo (Aznar, 1972), en los afios 50 y 60 del siglo XX los pafses latinoarnericanos con mayor conflictividad sociopoli- tica anti status quo, esto es, antigubernamental, eran aquellos con buenos indices de crecimien- to econdmico, fuerte presencia de capitales extranjeros en sus economias y distribuciones re~ gresivas del ingreso. Actualmente, en cambio, en muchos de esos paises que muestran similares caractertsticas, la conflictividad parece haberse convertido en desinterés, apatia politica, o di- rTectamente en un cierto estado de resignacién. Es por esto, entre otras cuestiones, que es posible y a veces productivo analizar Ia actividad politica desde la perspectiva del pensamiento estratégico. Juan C. Rey ha argumentado hace ya ‘muchos afios que “existe una larga tradicién de pensamiento politico, comiinmente denomina- do ‘realista’, para ta cual la politica es lucha 0 conflicto de intereses entre actores diversos, ya sea entre Estados, en el caso de la politica internacional, ya sea entre partidas, grupos o indi- viduos en el caso de la politica nacional” (Rey, 1980: 191). A partir de esa perspectiva realista afirma, utilizando una versiGn especifica de la clfsica analogfa entre politica y guerra, que es posible trabajar con la idea de estrategia politica, esto es, de un tipo espectfico de actividad “pa- ra lograr que los intereses de un Estado, de un partido o de un grupo, prevalezcan en el con- flicto sin armas frente a otros actores” (Rey, 1980: 192). Un elemento de gran importancia que debe ser procesado sustantivamente, como lo afirma Rey, es que en los “juegos” de estrategia se “ha de tomar en cuenta la exisiencia de uno o mds adversarios con intereses contradictorios a los nuestros, que tratardn de adivinar nuestras inten- ciones y anticipar nuestras acciones y que debemos derrotar o ser por ellos derrotados” (Rey, 1989: 207). Es decir, que los individuos, grupos o pafses deben ser considerados y tratados co- ‘mo agentes capaces de articular sus intereses con los activos con los que cuentan (materiales, or- ‘ganizativos ¢ ideol6gicos) de manera tal de privilegiarlos en detrimento de los de los adversarios. 26 Politica. Cuestiones y problemas Con una perspectiva en la que es posible encontrar algunos origenes teGrico-conceptuales comunes a ia planteada por Rey, Carlos Acufia (1995: 15) discute la temética de las acciones y estrategias politicas a partir de la nocién de matriz politica. Asf, afirma que podemos pensar a la matriz politica como un sistema de variables estructurales, polf- * tico-institucionales e ideolégicas que: 4) fijan los limites de factibitidad para ta realizacién de intereses y alcance de objetivas politicos; 1b). definen probabitidades diferenciales para la realizacién de intereses y el al- cance de objetivos politicos factibles; ¢) brindan a los distintas actores un conocimiento 0 mapeo de cémo funcionan Jas relaciones socio-poltticas y, por io tanto, influyen la percepcién sobre los limites de factibilidad y més eficientes cursos de accién para el alcance de objetivos y realizacién de intereses. | Aquf surge con claridad lo que se ha denominado {a relaci6n estructura-agencia y su im- portancia en el andlisis politico ya que “las condiciones o variables estructurales son centrales en la definicién de las propiedades de la matriz porque fijan los limites de aquello que es fac- tible alcanzar o no en un momento dado en una sociedad” (Acu‘ia, 1995: 17). Pero, y esto de- be ser subrayado especificamente, si bien las condiciones estructurales fijan los limites de factibilidad de las estrategias especificas, éstas, a su vez, son la resultante de una intencionalidad que se materiali- 2a dentro de marcos donde la organizacién de grupos sociales, las instituciones esta- tales y el régimen politico y legal fijan y son las reglas que determinan probabilidades diferenciales para el logro de las diversas objetivos (Acufia, 1995: 17). Consecuentemente, se puede derivar de toda esta discusiGn que se ha planteado que la cien- ela politica y las investigaciones sobre ios fenémenos politicos suponen, entonces, la exis- ‘teneia de agencia, esto es, de actores —tanto individuales como colectivos— que desarro- Ban acciones destinadas a lograr imponer sus intereses, mejorar su posicién en Ia estructura social, o transformar la misma en un contexto de orden y conflietividad relativamente ins- titucionalizado. Pero es importante subrayar que tanto los tipos de actores predorninantes asf como también sus formas de organizaci6n y de confrontar conflictivamente, tienen una marca histérica deter- minante. Como lo expresé, entre otros, con precisién Karl Marx, cada generaci6n transforma en parte su contexto de vida y trabajo, y posteriormente trasmite a la siguiente el conjunto de condiciones y relaciones estructurales, politicas, econémicas, sociales ¢ ideol6gico-valorativas en la que esta diltima desarrollard su propia agencia, Como ya se ha sefiaiado, la idea de agencia politica —entendida en términos de la ca- pacidad de los individuas para obrar de acuerdo con la determinacién de su voluntad— tiene una fuerte relacién con las formas posibles de enfrentar por un lado cuestiones cen- trales —como la del orden politico dominante— y problemas —Ias diferentes “soluciones” histéricas en relacién al régimen politico y al gobierno— por otro. En las secciones siguientes se retomaré, a través de un andlisis crftico, algunas de estas cuestiones y problemas. Se intentaré avanzar en su comprensién, tratando de poner de mani- fiesto tanto su importancia como las consecuencias posibles de su dindmica histérica en rela cién con el mejoramiento o la degradacién de las oporwnidades vitales de diferentes sectores de la poblacién, é 1 t f t Politica y ciencia po!ition ar 5. Aeerea de la historia, la incertidumbre y el orden politico 5.1. Leeciones clasicas Uno de los mitos més difundidos entre ciertos cultores del pensamiento politico y social contemporéneo —a partir del cual se levantan muchas de las banderas de la “‘cientificidad” y la “modernidad”—consiste en declarar y en festejar la “muerte” de los eldsicos. Esto tiene una ventaja innegable: evita el trabajo de ieerlos, entenderlos, criticarlos y permite, consecuente- mente, “superarlos”, por exelusin. Pero por esa via, al parecer libre de dificultades, se llega en la mayoria de los casos al imi- te de la obviedad y de una falsa contemporaneidad, basada en la negaci6n de la historia de la disciplina. Se pierde de esta manera la posibilidad de comprender su estado actual como resul- iado de una dindmica contradictoria y compleja, de una relacién dialéctica entre pensamiento y realidad politica. Por otra parte, y esto debe ser especialmente sefialado, el desconocimiento—a veces real y a veces fingido— de las contribuciones fundamentales de los pensadores anterio- res conduce y tambi¢n permite el descubrimiento de “novedades” que tienen, en algunos casos, ‘uchisimos afios de provechosa existencia. Por lo tanto, avanzar ¢ innovar en el Ambito del pen- samiento politico y social es imposible sin tener conciencia de que en buena medida los clési- cos son, en términos tedricos y metodolégicos, nuestros contemporéneos y que algunas de sus contribuciones son los puntos de derivacién de los conocimientos con los que se trabaja e in- vestiga. ‘Cualquiera que sea la posicién adoptada con respecto al desarrollo de la ciencia —desde una perspectiva puramente acumulativa en la que los conceptos se van elaborando sobre la ba- se de lo ya dicho, hasta las posturas més radicales que sustentan la idea de rupturas conceptua~ les revolucionarias er: las que el momento de la creacin surge a partir de la destruccién de las - tcorfas existentes—, no puede negarse la necesidad del conocimiento de los paradigmas funda- mentales, ya sea pare seguir desarroliando el camino iniciado por los fundadores o para abrir nuevas perspectivas desde el rechazo critico de lo dado. Muchas de las categorias que hoy es- tén de moda pueden rastrearse hasta el pensamiento ds los fil6sofos griegos y, a pesar de sus re formulaciones y su adaptaci6n a reatidades polfticas y sociales diferentes, a veces siguen pre~ jiadas de sus significados iniciales, de los supuestos que les dieron origen y de las intenciones politicas que ias sustentaron, Despojarias de su historia conduce a caminos ideol6gicos a me- rudo peligrosos por su poder de fascinaci6n, tales como pensar que la historicidad de las pers- pectivas no da cuenta de la especificidad de los hechos actuales, que exigen de nuevas catego- ras adecuadas a su propia dinémica. El abuso de concepciones de este tipo puede reforzar los enfoques ahist6ricos de las ciencias sociales, tan difundidos en algunos dmbitos académicos y que han resultado tar. pemniciosos para la comprensi6n de la realidad social. Se intenta aqui, en oposicién a esas perspectivas, poner de manifiesto que la incorporacién de la historia en los anélisis politicos no pasa solamente por la comprensién del movimiento his- térico de la realidad material, sino también por la comprensiGn del devenir historico de! mun- do significativo que mediatiza las diversas formas de pensar las relaciones sociales en las que los individuos se encuentran inmersos. Refiriéndose a la filosofia politica, pero con una sustan- tividad que permite ia aplicacién de su exposicién a las ciencias sociales en general, Sheldon ‘Wolin sefiala ta importancia de lo que denomina la tradicién de discurso. Una de las preguntas que formula, y también su respuesta, son de particular importancia: 2Acaso no toma habitualmente una contribucién la forma de una “comprensién” de un error tradicional, sin pretender echar por la borda la totalidad? En este sentido el pasado nunca es del todo sustituido; se lo recupera constantemente, en el momento mismo en que el pensamiento humano parece ocupado con las problemas peculiares de su época, El resultado es una “coexistencia” de elementos diversos —en parte nue- 28 Politiza. Cuestiones y problemas vas, en parte heredados—, lo viejo destiléndase en lo nuevo } lo nuevo recibiendo la influencia de lo viejo (Wolin, 1974: 35). Es decir que esta interacci6n entre las viejas y nuevas categor‘as de andlisis tiene como ba- se el conjunto del material conceptual elaborado con anterioridad, que transmitido y modifica- do ¢s ntilizado como un cuerpo de conocimientos heredado. El andlisis critico del resultado te6- rico de esta dialéctica es el que debe poner de manifiesto el alcance y la productividad comprensiva de las diversas propuestas en términos de su relacién con los pracesos politico-so- ciales y su dindrmica histérica. 5.2. Teorias y realidad politiea El punto de partida elegido para ordenar la discusi6n siguient: es el principio epistemol6- gico segin el cual los objetos de andlisis —los procesos politicos y sociales, en este caso— no son aprehensibles a través de la experiencia inmediata, sino que ceben ser captados mediante las categorfas de andlisis que son su expresi6n teGrica. Esto permite sefialar, desde este primer nivel, la importancia fundamental que se le asigna a la teorfa en rclaciGn con el andlisis de la realidad politica. Se hace referencia, por lo tanto, al hecho de que las categorfas de andlisis son €l producto de una actividad especifica; el trabajo te6rico definido como el proceso de produc- cin de conocimientos cientificos sobre lo concreto real. A partir de lo anterior surge, entre otros, un problema fundamental relacionado con el co- nocimienio en general y con el anélisis sociopolitico en particular: el de la experiencia inme- diata del objeto de conocimiento. Solamente desde el objeto es imposible elucidar el campo de anilisis politico; es preciso hacer referencia al método, al cGmo dei conocimiento; més espect- ficamente, plantear y explicar la relaci6n entre teorfa, método y reclidad. Bs importante sefialar, en principio, que no exisien métodos 2is!ados, sino que teorfa y mé- todo se condicionan mutuamente, conformando lo que denominamos perspectivas te6rico-me- todol6gicas: Esta relacién puede ser entendida en el sentido de que los supuestas teéricos con- dicionan los elementos metodolégicos mientras que las limitaciones del método repercuten en Jas consecuencias de la teorfa; 1o que puede ser expresado al afirma- que toda teorfa implica al- atin método y que el método se constituye como tal en la medida en que se expresa a través de una teorfa, La perspective teérica al interior de la cual se conforma un mét do limita los distintos mo- dos de conocer Ia realidad. El método cientffico puede ser considerato como un conjunto de ca- tegorias y normas de pracedimiento por medio de las cuales se aborca Ia realidad, indicando c6- ‘mo conocerla cientificamente, pero que se realiza siempre dentro de !a dindmnica de la teorfa, La articulaci6n entre teorfa y método es la clave de la posibilidad de alcanzar un nivel adecuado de comprensién y explicacién de la realidad que es, en definitiva, uno de los objetivos principales del andlisis. Surge ast, claramente, que el punto de partida fundamestal en la tarea de compren- der la realidad politica, sin caer en la ilusiGn de lo inmediato y lo apzrente, es el trabajo teGrico- metodol6gico de creacién de categorias de andlisis, del planteamiento de sus posibles relaciones y de Ia elaboracién de Ia puesta a prueba para la aprehensién de los procesos histérico-sociales, Se concibe, consecuentemente, el estudio de la realidad sociopolitica como el andlisis y Ia explicaci6n de la génesis y Ia transformacién de las estructuras sociales objetivas con el fin de producir conocimiento eritico acerca de los sistemas de relaciones politicas y sociales, en- tendidos como el espacio en el que, bajo determinadas condiciones histéricas, se desarrolla ta praxis de los actores individuales y colectivos. Estos complejas de relaciones politicas y so- ciales presentan dos caracteristieas que operan conjuntamente: permanencia (clerta re- gularidad y constancia del fenémeno) y variabilidad (dentro de la permanencia, la estruc-~ tura de las relaciones cambia de una sociedad a otra o en una misma sociedad en épocas historicas distintas). ates se annem scion acted t I i | i | i I fF { Politica y ciencia politioa 29 Piénsese, por ejemplo, en el problema del régimen politico de got es bastante claro que a partir de cierto nivel de complejidad todas las sociedades tienden a ge- nerar relaciones de gobierno y autoridad entre dirigentes y dirigidos, asf como también reglas formales ¢ informales sobre el poder y su uso, Pero al mismo tiempo es cierto que estas relacio- nes y reglas pueden ser, y de hecho to son, distintas en una misma sociedad en distintos perio- dos, 0 en distintas sociedades en un mismo momento, generando especificidades diferenciales que pueden dar lugar a la estructuracién de légicas politicas democréticas o autoritarias, Los objetos de investigacién del andlisis politico y social son, entonces, los complejos de relaciones sociales en vinculacién con la prctica humana, entendidos como elementos de una totalidad dialéetica: las relaciones sociales como condiciones de la préctica y la préctica produ- ciendo y transformando los sistemas de relaciones sociales. En esta perspectiva, que se sostie- ne en este capitulo, la sociedad no es concebida y tratada solamente como un agrupamiento de individuos sino como un complejo de condiciones y de relaciones en el que los individuos se ‘encuentran reciprocamente situados: lo que nos lleva a centrar el andlisis en la investigaciGn y la explicacién de las précticas sociales de los individuos y los grupos en condiciones hist6ricas determinadas, Esto remite al desarrollo de teorias que permitan entender esta préctica humana que tiene un dinamismo propio, y uno de sus principios bésicos es la imposibilidad de explicar las acciones de los seres humanos sino s¢ los sitiia en el sistema de relaciones sociales en el que se encuentran inmersos, Lo que antecede se relaciona con la complejidad constitutiva de los procesos sociopolfti- cos y plantea la necesidad de desarrollar esquemas interpretativos que tomen en cuenta dicha complejidad. La posiciGn que aqui se sostiene es que las categorias cientificas de andlisis deben entenderse como Ia expresin te6rica (formal-abstracta) de lo concreto-real, con lo que queda asf planteado el problema de la relaciGn entre las categorias de andlisis y la realidad que inten- tan expresar. Sélo es posible trabajar esta problemética al comprender que aun las categorias de andlisis més abstractas son el producto de condiciones histéricas que poseen validez dnicamen= te para esas condiciones y dentro de sus limites. Se hace referencia a la historicidad de las ca- tegorfas de andlisis, es decir, a la adecuacién de Ia expresién te6rica a la dindmica de cada rea- lidad particular, Con respecio a lo que se acaba de sefialar, es preciso tener en cuenta que esa historicidad no tiene nada que ver con lo que la limitaria a captar lo evenemen- cial, lo efimero, lo puramente individual en una biisqueda hasta et infinito, Esa histo- ricidad significa que las conceptos nacen como reproduccién intelectual de una rea: lidad dada y que no pueden ser extendidos a otras realidades, por ejemplo pasadas, mas que con la condicién de controlar estrechamente la validee de tal transposicién (Vincent, 1973: 38). 5.8. Estado, sociedad civil y crisis : A pantir de Jos sefialamientos te6ricos y metodolégicos expuestos hasta aqui puede plan- tearse el micleo de la propuesta desarrollada en este trabajo: la investigacién de la génesis, la estrueturacién y la dindmica de los procesos politico-saciales, de las articulaciones entre Estado y sociedad civil, conectadas con la préctica, los intereses y las estrategias de los in- dividuos y los grupos sociales. En este sentido un campo de elaboracién prioritario es el estu- dio de,los nexos entre distintos niveles de actividad de los seres humanos, por ejemplo, entre la préctica econ6mica y la préctica politica, y sus consecuencias sobre las formas de organizacion y Tepresentacién politica dominantes en una sociedad en un momento determinado. Al analizar la dindmica de las sociedades, y en particular la de las europeas de fines del si- glo XIX y principios del XX, Antonio Gramsci (1891-1937) seftalaba que a0 Politica. Guestiones y problemas en cada pats el proceso es distinto, pero el contenido es el mismo. Y el contenido es lacrisis de la hegemonta de la clase dirigente, producido o bien porque la clase di- rrigente ha fracasado en alguna gran empresa politica suya en la que ha pedido o impuesto por la fuerza el consenso de tas grandes masas (como en el caso de la guerra) o bien porque vastas masas (especialmente de campesinos y de pequefios burgueses intelectuales) han pasado sibitamente de ia pasividad politica a una cier- 1a actividad y plantean reivindicaciones que en su inorgdnico conjunto constituyen una revolucién. Se habla de “erisis de la autoridad” y en esto consiste precisamen- te la crisis de ta hegemonia, o la crisis del Estado en su conjunto (Gramsci, 1977: 129). Las estructuras politicas y sociales, relativamente estables, no son més que objetivaciones transitorias de procesos; contienen en si relaciones contradictorias y conflictivas que son las que ._ determinan su trinsformacién hist6rica y las que permiten explicar, en definitiva, su dindmica através de las crisis. Se abre asf un campo fundamental para el andlisis politico: la investiga- ciGn de las crisis sociales (las que se presentan como resultado de las interrelaciones complejas entre crisis econémica —del sistema produetivo— y crisis politica —del sistema de domina- ci6n—; el estudio de la praxis de las distintas fuerzas sociales que se enfrentan en las mismas y de sus diferentes resoluciones hist6rico-concretas. 5.4, Politica, contradiceiones e incertidumbre Sobre la base de lo expuesto hasta aqui, ia perspectiva que se esté desarroliando se centra nel argumento que uno de los elementos que subyacen a la complejidad constitutiva de los fe- némenos politicos y sociales, y a su dindmica histérica es la ineertidumbre. Por ejemplo, Karl ‘Marx sefial6 que la confrontaci6n erire grupos con intereses contradictorios (Ia lucha de clases) €s constitutiva de la dinémica econémico-politica. Pero también que su resolucién no est pre- determinada sino que depende de 1a cantidad de recursos materiales, organizativos ¢ ideol6gi- cos que cada clase es capaz de generar y poner en acto en distintas sitmaciones hist6ricas. Max Weber, por su parte, utiiz6 la idea de no necesariedad para introducir la noci6n de incertidum- bre: en sus trabajos argumenta sobre la posible existencia de un orden social, donde el poder y Ja dominacién son definidos en términos probabilisticas. Entre ottos factores, la génesis de la incertidumbre puede conectarse con las tensiones que provienen del sistema internacional y de su relaci6n con la dinémica conflictiva interna que do- nina el acontecer social y se expresa en las diversas formas y estrategias de interaccién entre actores sociales —tanto individuales como colectivos— y en sus diferentes resultados (Cardo- soy Faleto, 1977)2 Surge de esta manera un repertorio de soluciones posibles y alternativas re- lacionadas con la construccién de érdenes politicos basados, por ejemplo, en pactos constituti- vos (Portantiero, 1988). Aquf se propone considerar ala politica y lo politico, a las instituciones y su dindmica como el espacio-tiempo en el que se activan los elementos posibles de ser pen- ‘sados como limitadores de la incertidumbre.> Por un lado, el nudo poder —en tanto capacidad de imposici6n aun en contra de la voluntad de los otros actores—caracteristico de los autorita~ rismos y por otro lado ta dominacién moderna —como posibilidad de obtener obediencia a un ‘mandato basada en la creencia en la legitimidad de lo estatuido positivamente— uno de los ele- mentos definitorios de la Légica democritica. Desde esta visién es posible considerar a las diferentes propuestas ¢ interpretaciones te6ri- cas y epistemolégicas de la ciencia politica como intentos de disminuir los grados de incerti- dumbre presentes en la realidad social. Lo que permite percibir ¢ identificar uno de los niicleos de la teorfa politica clsica y contempordnea: la comprensi6n de las articulaciones entre pollti- cay economia, entre politica y estructura social. Esto puede plantearse mas detalladamente en relacién con el concepto de orden, uno de los Politica y ciencia politica an temas centrales y siempre presente en el debate sociopolitico, Sheldon Wolin (1974: 18) ha se- fialado con precisign que la preacupacién por el orden ha dejado sefales en el vocabulario del tebrico politt- co. En los escritos de todo tedrico importante se encuentran palabras como paz, es- tabilidad, armonia y equilibria. De modo similar, toda investigacién politica se diri- ge, enalguna medida, hacia los factores que favorecen o contrarian el mantenimiento del orden. Uno de los primeras ¢ importantes recaudos a tomar en el andlisis de esta problematica es tener presente que orden, en el sentido que se propone aqui, no supone ausencia de confficto. Por el contrario, se entiende y asume que todo orden politica refiere directamente a una es- tructuracién kistérica —espectfica y relativamente persistente en el tiempo— de las relacio- nes de poder y dominacién; construida socialmente y expresada tebrica y juridicamente co- mo intento y forma justamente de acotar al méximo posible los niveles de incertidumbre. Es ceneste sentido que es posible pensar, por ejemplo, en la democracia como orden politico con- flictivo, un orden politico que no suprime la conflictividad sino que intenta procesarla institu- cionalmente* Dado el alto nivel de abstraccién de la idea de orden politico, en las diversas discusiones disciplinarias han ido surgiendo propuestas y desarrollos tendientes a reemplazarla, comple~ mentarla o especificarla. En ese conjunto de conceptos, que puede ser presentado articulado en un gradiente de mayor a ménor grado de abstracciGn pero también de inclusién inversa, re- 4altan los de “Estado”, “sistema politico”, “régimen politico” y “gobierno”: los distintos 4m- bitos de lo politico, entendido como todo aquello relacionado con lo piblico, el poder, Ta au- toridad, tas reglas —tanto formales como informales—, la toma de decisiones y ia capacidad de direccién. i : Alintroducir en este esquema el concepto de sociedad civil (y por lo tanto la problemética de la ciudadanfa) en sus conexiones con lo politico, emerge uno de los puntos de discusién per- manente del pensamiento social: el de las articulaciones entre poder y estructura social, y algu- nas de sus deriveciones fundamentales (las relaciones entre dirigentes y dirigidos, la problems- tica de la movilizacién y participacién politica, la de la representacién y su conexién con los partidos politicos). Asimismo, las influencias de las corporaciones y otras formas de agregar y expresar intereses; la gobernabilidad, las matrices institucionales y el accionar de los actores en y a partir de las mismas, 6. Sobre la diseusién disciplinaria, el Estado y el régimen politico 6.1. gUna nueva efencia politica? Para poder enfrentar con posibilidades de éxito esta pregunta se impone remontarse hasta la Antigitedad clésica para encontrar tanto la géncsis del término asi como también comprender los cambios sufridos por su significado a través de los siglos. Lo que sigue trata de proporcio- nar una perspectiva répida y completa, aunque no ciertamente exhaustiva. Aguello que se entiende por “la politica” o “to politico” tiene, ¢s cierto, una extensa histo- tia, Incluso mas larga que la de la palabra misma, y mucho mas que la reflexi6n sistematica so- bre tal actividad, reflexiGn que hoy es predominantemente cientifica: lo que conocemos y nom- bramos como ciencia politica. “Por lo comtin, se suele dividir a esta reflexién sistematica en cuatro grandes etapas: ( CCG ¢ a2 Politica. Cuestiones y problemas 1) Esen la Grecia clasica donde surgis el pensamiento organizado sobre la politica. Los dos au- tores més importantes fueron sin duda Plat6n y Arist6teles, quienes elaboraron reflexiones bus- cando sefalar, cada uno a su manera, cual era la forma més satisfactoria y natural de la vida hu- mana. Sus escritos han sido tan seminales que todavia hoy el mundo occidental sigue en gran medida alguna de las dos tradiciones que ellos inauguraron: o los hombres se adaptan a las me- jores reglas de convivencia, o las reglas de convivencia se adaptan a los hombres que existen. 2) En la Edad Media (aproximadamente entre los afios 500 y 1500). la politica era vista como una dimensién interna de la vida cristiana y moral. Como toda Europa vivia bajo la gran influen- cia de la Iglesia catdlica, los caracteres de la vida humana que més importancia tenfan desde el |, punto de vista de la reflexién eran los de la virtud y la piedad en sentido cristiano. Asi, en ge- * neral la reflexiGn sugerfa que la buena politica era ia que segufa los valores cristianos. 3) Entre los iglos XV y XVII hay una vuelta a la naturaleza, y en el Smbito de la politica es- to se tradujo en el abandono de Ia visiGn teol6gica sobre las actividades que realizan los hom- bres entre sf, que pasaron a tener un nuevo fundamento: el poder o la autoridad ya no se basan en ia eleccién divina, su aceptaci6n no es necesariamente virtuosa, 1a vida no necesariamente sla antesala de la salvacién eterna, y las leyes y 1a paz no son una bendicién del cielo, tal co- mo lo expresaron Nicolés Maquiavelo y Thomas Hobbes, dos de los autores fundamentales del periado. El primero sefialaba que: Debéis, pues, saber que hay dos maneras de combatir: una con las leyes, y otra con la fuerza; la primera es propia del hombre, la segunda de los animales; pero, camo raut- chas veces la primera no basta, conviene recurrir aa segunda. Por tanto, a un prin cipe le es necesario saber hacer buen uso de una y otra\Esto es to que con palabras encubiertas enseitaron a los principes los antiguas autores, las cuales escribieron que P-Aquiles y muchos otros principes de la antigitedad fueron confiados en su nifez al cen- Cairo Quirén, para que los custodiara bajo su disciplina. Tener por preceptor a un "maestro mitad bestia y mitad hombre no quiere decir otra cosa sino que un principe necesita saber usar una y otra naturaleca; y que la una sin la otra no es duradera (Ma- quiavelo, 1997: cap. XVII). Mientras que, para Hobbes: La causa final, fin o designio de los hombres (que naturaimente aman la tibertad y el dominio sobre ios demés) al introducir esta restriccién sobre si mismos (en la que los vemos vivir formando Estados) es el cuidado de su propia conservacién y, por atadi~ dura, et logro de una vida mas armbnica; es decir, et deseo de abandonar esa misera- ble condicién de guerra que, tal como hemos manifestado, es consecuencia necesaria de las pasiones naturales de los hombres, cuando no existe poder visible que los ten- gaa raya y los sujete, por temor al castigo, a la realicacién de sus pactos y ala ob- Servancia de las leyes de la naturaleza establecidas en los capttulos XIV y XV. Las te~ yes de naturaleza (tales como las de justicia, equidad, modestia, piedad y, en suma, la de haz a otros lo que quieras que otros hagan para ti) son, por sf mismas, cuando no existe el temor a un determinado poder que motive su observancia, contrarias a nues- tras pasiones naturales, las cuales nos inducen a la parcialidad, al orgutlo, ala ven- ganzay a cosas semejantes. Los pactos que no descansan en ta espadano son més que palabras, sin fuerza para proteger al hombre, er modo alguno. Por consiguiente, a pe- sar de las leyes de naturaleza (que cada uno observa cuando tiene la voluntad de ob- servarla, cuando puede hacerlo de modo seguro) sino se ha instituido un poder ono es suficientemente grande para nuestra seguridad, cada uno fiaré tan sdlo, y podré ha- Politica y clencia politics 83 cerlo legalmente, sobre su propia fuerza y maa, para protegerse contra los demés hombres (Hobbes, 1998: cap. XVII). 4) Et tremendo cambio en la vida de los hombres que significaron las revoluciones burguesas y la sociedad industrial hicieron entender que todas las condiciones de la vida social son transi- torias. El hombre como categoria fundamental y sujeto de derechos individuales es ahora una parte de un agregado impersonal de procesos y procedimientos mayores y también impersona- les, como lo son el mercado y el Estado, que podfan estudiarse cientfficamente, es decir, tatan- do de descubrir eémo se intérrelacionan los diferentes elementos de la politica, En el siglo XIX, en los albores de una poca de grandes transformaciones, Alexis de Toc- queville argumentaba que “un mundo nuevo necesita de una nueva ciencia politica”. Es posi- ble trazar, tomando los recaudos necesarios, algunos paralelos entre ese histérico momento cap- tado en su libro La democracia en América y muchas de las mutaciones de fines del sigio XX y comienzos del XXI que afectan todos los aspectos de la vida social, especialmente su dimen- sin politica. Alan Ware, investigando sobre las relaciones entre los ciudadanos, los partidos po- liticos y el Estado, afirmaba a fines del siglo XX que “en el siglo XI el problema real al que se enfrentarén los demécratas es el de producir propuestas integradas de reforma que permi- tan la construccién de un amplio conjunto de instituciones promotoras de los diferentes elemen- tos de ese camplejo ideal polttico que es la democracia” (Ware, 1987: 242). Histéricamente, varios de los teGricos clésicos del contrato se concentraron, como sabemos, en intentar dilucidar ef problema del orden necesario para convivir, por ejemplo, controlando Jos conflictos existenciales —Thomas Hobbes (1588-1679)—o, en otra perspectiva, para pro- ducir y comerciar libremente —John Locke (1632-1704)—. En esta diltima linea va a surgir una nocién de Estado que luego se convertiré en la base de su definicién liberal: el Estado como construccién de la comunidad-sociedad para garantizar la paz productiva, caracterizado por el _ inico monopolio aceptable para el pensamiento liberal: el de la violencia. ‘A partir de ese momento, gran parte del desarrollo del pensamiento politico se relacionard con ia cuestién del Estado, su definicién y tratamiento. Entre otras visiones, es posible: a) Sefialar la de la concepcién materialista de la historia, el Estado como ese cuasi epife- némeno juridico-politico de la base material (el mero comité de negacios de la burgue~ sfa, como dijeron Marx y Engels) pero al mismo tiempo “lugar” de la domninacién de clase en los desarrollos teéricos —primero de Marx y luego de Lenin (1870-1924)— y la precisa especificacién de Federico Engels (1820-1895) sobre la articulaci6n dialéc- tica de fo estatal (de lo juridico-politico) con la base material, con la produccién y su dindmica, mediante por ejemplo los efectos de las constituciones politicas, b) Hacer referencia al Estado como aparato politico de base territorial caracterizado —en 1 accionar de sus burocracias especializadas—por la pretensién de monopotizar el uso de la violencia legitima como aparece en la sociologia politica de Max Weber. ¢) _Introduecir la nociGn de Estado ampliado desarroltada por Antonio Gramsci, combi ciGn de coerci6n y consenso, expresado en el conjunto de actividades teGricas y préc- ticas mediante las cuales las clases dominantes generan el consenso activo por parte de las subordinadas y de esta manera logran la eapacidad de dirigirlas en los procesos his- t6ricos, politicos y econémicos. 4) .¥, mis cercanamente, hacer mencién al denominado Estado de Bienestar —sobre to- doen Ia versiGn producto de la aplicaciGn de las politicas keynesianas durante el siglo XX como expresi6n siempre tensionada del intento de estructuracién del capitalis- mo democritico, a la extensa discusi6n relacionada con sus crisis y ias consecuencias de tas mismas. 84 Politica. Cuestiones y problemas Pero en la década de 1950 emergié con fuerza en la discusién disciplinaria con epicentro en la ciencia politica norteamericana —pero incorporando muchos elementos conceptuales y metodoligicos de la perspectiva sociol6gica estructural-funcionalista— la denominada “revo- luci6n conductista”. Hasta ese momento, la ciencia politica habia sido una laxa conjuncién de 4reas de investigaci6n sobre diferentes temas politicos, basada en una cierta convivencia entre aquellos académicos que se dedicaban a la historia politica, los juristas y tas te6ricos politicos y los que, convencidos de Ia existencia del método cientifico tinico, abogaban por una disci na volcada en los moldes de las ciencias naturales. Los conduetistas, que formaban parte de este diltimo grupo, se propusieron poner fin a lo ‘que consideraban la decadencia de Ia teoria politica occidental y hacer del pensamiento polfti- co una verdadera ciencia politica, Dos argumentos, entre otros, pueden ser mencionados como estructuradores de esta tendencia: 1) para ellos era el idealismo de Ia teorfa politica lo que Ia habfa alejado de los fenéme- 1nos politicos empiricos, cerréndola a los adelantos cientificos en materia de investiga cién social, y 2) buena parte de las concepiualizaciones y probleméticas estaban afectadas ideol6gica- mente y lo estatal —sobre todo en la versiGn marxista y sus derivaciones— era en ¢s- te sentido el ejemplo paradigmético. De esta manera, al objetivo de convertir el estudio de la politica en una disciplina cientifi- ca en sentido estricto se le sumé el de proteger y resaltar los valores del pluralismo democréti- co liberal, por lo que el conduetismo quizd deba entenderse también como una propuesta con- servadora que intenté presentar y expandir, exitosamente durante muchos afios, el ideario y el accionar polftico norteamericano en una versién que hoy lamarfamos globalizadora. Y el con- cepto que se constituyé en el niicleo organizador de toda esta perspectiva, en sf mismo y coma superador del “problematico” concepto de Estado, es el de “‘sisterna politico”, Los intentos te6ricos mds importantes y efectivos en la expansién de esta visi6n fueron, en- tre otros, los de David Easton y Gabriel Almond (1911-2002). La perspectiva de Easton, enrai- zada en su interpretaciGn de la teorfa general de los sistemas, se centra en que todo sistema po- litico puede ser entendido y,estudiado empfricamente como un conjunto observable de conductas imerrelacionadas, mediante el cual se asignan autoritativamente —esto es, con autoridad— va- lores al conjunto de la sociedad. Mas especificamente, este autor distingue tres elementos cons- titutivos del sistema politico: la comunidad politica, el régimen politico y las autoridades (los ti- tulares de roles con asignaci6n de autoridad) para concentrarse en fa dilucidacién de 1o que define como el problema central de la ciencia politica: Ia explicaci6n de la persistencia de los sistemas politicos. + Esinteresante sefiatar aqui que como tantos otros autores —entre ellos Talcott Parsons (1902- 1979), uno de sus referentes teGricos—, Easton no hace més que retomar en gran medida el pen- samiento de Max Weber. ;Qué otra cosa es la asignaci6n autoritativa de valores colocada por Easton como nécleo de toda su perspectiva sino la dominacién moderna weberiana basada en tiltima instancia, como se sabe, en la autoridad que proviene de lo estatuido positivamente? Pe~ To el Weber de Easton, al igual que el de Parsons con anterioridad, es un Weber mutilado y por lo tanto incompleto. La propuesta de Easton y la de muchos de sus discipulos puede ser com- prendida mejor tomando en cuenta no lo que menciona de ese autor sino justamente lo que ca- ila y oculta del mismo: por ejemplo, la sociologia politica del poder y ladominacién, y el trata- miento de las clases sociales, los estamentos y los partidos politicos. ‘Lacontracara de la elaboracién de la teorfa global del sistema politico fue ta continuidad y ¢t potenciamiento del hiperfactualismo, lo que Charles Wright Mills (1916-1962) defini erfti- ‘camente —refiriéndose a la sociologia dominante a mediados del siglo XX—, como el “empi- rismo abstracto” (Mills, 1961). ese a la convocatoria de Giovanni Sartori para establecer “conceptos viajeros” capaces de REE Te Err eeEerereeeteaee retire teed reeat te reanerererie eet eieeea teen en ET Eee Politica y eienoia politics = ser contrastados po: experiencias comparadas, el puente entre la teorfa y los datos no resultaba fécil de constuir para esta corriente. Si bien la actividad de bisqueda de datos se increment6 ‘mediante la necesaria realizaciGn de investigaciones empiricas sobre fenémenos de los sistemas politicos mAs diversos, estos datos no acrecentaron la eapacidad de Ia teorfa para estudiatlos, explicarlos 0 comprenderlos. 6.2, El post-conduetismo y el regreso remozade de antiguas tradicioues ‘Aunque en 1961 Robert Dahl todavia expresaba el optimismo reinante con respecto a la consolidaciGn de 1a perspectiva conductista (Dahl, 1961), ya aparecfan ciertas tendencias dis- ruptivas que se fueron fortaleciendo en las décadas de 1970 y 1980, cuando surgié la discordia centre los mismos fundadores del conductismo, y consecuentemente se debilité su corriente prin- cipal. Sintéticamente es posible afirmar que uno de los legados del conductismo y de su crisis —denominado por el propio Easton camo post-conductismo— es la visiGn pluralista de la po- Iitica en sus tres corrientes principales: el pluralismo liberal, el pluralismo radical o neo-plura- lismo y el pluralismo conservador que subraya la necesidad de limitaciones institucionales a la enominada “tirania de las mayorias”. En paralelo, las visiones marxistas y dirigenciales, en sus diversas expresionés, se convier- ten en sus competidoras como paradigmas dé la ciencia politica (Alford y Friedland, 1991) y la filosofia politica exhibe una fuerte revitalizaciGn a partir de la publicacién, entre otras obras, de 1a Teorta de ta justicia de John Rawls en 1974. La perspectiva dirigencial, por ejemplo, privilegia entre otros temas el andlisis del Estado yy la lucha por el poder entre las elites estatales y las de otras organizaciones sociales (empre~ ‘as, sindicatos, etc.) volviéndolo a colocar en el centro de las discusiones. A de 1970 y en ios afios posteriores se conocieron los trabajos, entre otros, de Philippe Schmitter, ‘Aaron Wildavsky, Theda Skocpol y Charles Tilly que reabrieron una vez més la cantroversia so- bre lo estatal, Por su parte, mds alld de los enfoques primitivamente “economicistas” y/o “de- terministas”, las porspectivas marxistas y neo-marxistas del Estado comenzaron a mostrar un creciente interés en la dimensién politica de! sistema capitalista (Ralph Miliband, Louis Althus- ser, Nicos Poulantzas, Ludolfo Paramio, entre otros) y en la crisis del Estado de Bienestar (Ja- mes O’Connor, Jilrgen Habermas y Claus Offe).° Lacrisis del denominado Estado de Bienestar gener6, entre otras consecuencias, el avance de las perspectivas utilitaristas. A partir de las obras de Kenneth Arrow, Anthony Downs, Wi- liam Riker y sobre todo la de Mancur Olson, buena parte de la ciencia politica norteamerica- 1a, por ejemplo los enfoques del rational choice y de la teorfa de los juegos, habia adoptado en- foques metodolégicos individuatistas y el supuesto de considerar al actor un homo econamicus (Barry, 1974). Sobre esta base comenzé la notable expansiGn de una perspectiva considerada en principio mas una subdisciplina de Ia economfa que de la ciencia politica: la propuesta de Ia es- cuela de public choice de Virginia, fundada por James Buchanan y Gordon Tullock, que entien- de a ciertas reas de la politica como un sistema de intercambios y negociaciones. Es interesan- te destacar que este enfoque parte de supuestos normativos muy espectficos que consideran al mercado econémico un eficaz asignador de recursos, de lo que se deduce que el Estado debe cumplir s6lo minimas funciones (Buchanan, 1990), Con respecto 2 este tiltimo punto, en los tittimos afios se ha producido una gran cantidad de material relacionado con la reforma del Estado y con su disefio, buena parte del cual tiende a cuestionar o al menos suavizar la idea del Estado cuasi ausente como algo positivo, En 1998 Adam Przeworski sefialaba que si los mercados son incompletos y la informacién imperfecta, el riesgo moral y la se- leccién adversa vuelven a la asignacién dptima un objetivo inalcanzable. Incluso tos se Poltti Cuestiones y problemas neoliberales més ardientes admiten que el gobierno deberta proporcionar ley y orden, salvaguardar los derechos de propiedad, vigilar et cumplimiento de los contratas y proporcionar defensa frente a posibles amenazas externas. La economia de los mer- cados imperfectos y la informacién imperfecta deja lugar para un rol mucho mayor para el Estado. La complacencia neaclasica hacia los mercados es insostenible: los mercados simplemente no asignan eficientemente. Incluso si los gobiernos tienen s6- to la misma informacién que la economia privada, algunas intervencianes guberna- mentales inegutvocamente incrementarian el bienestar Praeworski, 1998: 16). Desde otras visiones, los investigadores interesados en el fenémeno de los autoritarismos y sus crisis, asi como también en las consecuentes y tensionadas t-ansiciones hacia légicas po- Iiticas democrétjcas generaron una nueva perspectiva que tuvo un desarrollo particularmente no- table: el andlisis del “régimen politico” en general, y mds especificamente el de las articulacio- nes entre los actores y las reglas del juego como esquema para enfrentar comprensivamente los fenémenos de cambio y transformacién politicos més relevantes.’ Desde ese momento, el régi ‘men politico —uno de los componentes del sistema politico— pass a ocupar un lugar de privi- legio en las discusiones de la diseiplina, Como lo ha sefialado acertadamente Leonardo Morlino (1985a) los elementos constituti- ‘vos de todo régimen politico son: 1) las estructuras de autoridad especializadas en la toma e implementacién de decisiones; 2) las reglas del juego, norras y procedimientos —tanto formales como informales—que se relacionan con Ia elecciGn de las autoridades, los mecanismos de toma c implemen- taciGn de decisiones y la interacciGn entre las diversas estructuras de autoridad y entre éstas y la comunidad politica; 3) ideologias, valores y creencias institwcionatizadas. s Es importante destacar que entre los investigadores que trabajan desde esta perspectiva exis- te un cierto consenso en que el elemento definitorio, en el que se concentra la dingmica central del régimen, son las reglas del juego y Ia relaciGn de los diferentes actores con las mismas.* A partir de lo anterior es posible, concentrando el andlisis en e} estudio de los actores ¢ ins- tituciones ligados al poder ejecutivo —ya sea el régimen de tipo presidencial o parlamentario en el dmbito de ia democracia, como también si se trata de algdn tipo de autoritarismo— intro- ducir la discusién sobre el “gobierno” y las capacidades det mismo. Una forma de esquemati- zar muchos de los argumentos sobre lo gubernamentai es subrayando que el gobierno se articu- Jaen términos generales con las estructuras de autoridad, pero particularmente con aquellas cuya funcién es tomar las decisiones, con las instituciones especializadas en procesar las mismas y con aquellos que las toman: los gobernantes.? ‘Una de las derivaciones importantes de lo anterior y que merece especial atencién es el te- ‘ma de las crisis politicas en general y en particular el de las crisis de las democracias contem- pordneas, Se trata de la clésica relaci6n entre dirigentes, dirigidos y capacidades gubernamen- tales en relacién a las dificultades de dirigir polfticamente a una sociedad compleja, ‘Morlino (1985b) ha diferenciado claramente la idea de crisis de la democracia —el de- rumbe de dicho régimen— de la de crisis en la democracia que se expresa por ejemplo en las crisis de gobierno o en las tensiones entre los diferentes poderes ~-ejecutivo-legislativo—, et- cétera, tra de las situaciones que indican crisis en la democracia y que interesa particularmente sefialar aqui es la ruptura o el debilitamiento de tas relaciones de representacién entre los parti~ dos politicos tradicionales y determinados sectores de la sociedad, sus bases sociales historicas. Este hecho es, en gran medida, el niicleo alrededor del cual se organizan y dinamizan las crisis politicas de direccién de los regimenes democriticos contempordneos. Las demandas de Ia so- ciedad civil no se traducen 0 no pueden traducirse en decisiones positivas tomadas por el go- t Politics y clencia politica a7 bierno (inefectividad de las politicas pablicas) disminuyendo de esta manera la eficacia deciso- ria y en consecuencia la legitimidad del mismo, Como lo ha sefialado Praeworski (1991), las politicas de mercado y muchas de las refor- mas econ6micas aplicadas en las diltimas décadas por diferentes gobiernos en todo el mundo fueron decididas y adoptadas “pragméticamente” como la tinica alternativa que consideraban factible en un marco de frustracién, impotencia y desesperacién en el que su capacidad de di- recci6n politica estaba seriamente cuestionada. Ai relacionar capacidad de direccién con gober- nabilidad surge con claridad que el tel6n de fondo de estas pricticas politicas son crisis de go- bernabilidad. Una gobernabilidad que se basa en las actividades de los distintos grupos de la sociedad civil la ciudadania— y que por lo tanto no debe ser considerada solamente como un atributo de los regimenes politicos o de los gobemnantes sino también y fundamentalmente co- mo un producto de esa sociedad civil, A partir de aqui y para finalizar estas argumentaciones se puede dejar planteada una pers- pectiva que pone énfasis en el estudio del poder potencial de la ciudadanfa, en la investigacién {de los procesos de su constitucién y de los mecanismos para su expansi6n. La propuesta se orienta hacia la discusién de dingmicas que abran espacios de actividad po- litica para diferentes actores colectivos, en contextos de pluralismo extendido en los que no s6- lose respeten las diferencias sino que también se las tienda a expandir y potenciar. 7. Conelusiones generales La distincién entre lo pablico y lo privado, el estudio de las articulaciones entre el Estado y la sociedad civil, son elementos generadores fundamentales de la teor‘a politica y social en tiempos de crisis. No s6lo porque permiten pensar en la posibilidad de una cierta articulacién centre un mercado que aporta eficacia social y un Estado que evita la guerra de todos contra to- dos sino también, fundamentalmente, porque esta “separacién” se encuentra en la base de la protecci6n de los derechos individuales y en los fundamentos de una comunidad que intenta in- tegrar pacfficamente a los individuos a pesar de sus notables diferencias.!° Ciertamente esto no ha impedido que algunas vanguardias gobernantes iluminadas hayan “dictado” el imperio del laissez-faire, laisser-passer, autoritariamente, en lo que Benedetto Cro- ce (1866-1952) llam6 “iberismo” y Paul Samuelson “fascismo de mercado”. Ahora bien, zquién puede asegurar en la actualidad, dada la extensién del credo democrético, la estabilidad de re- sgimenes politicos que implanten este tipo de soluciones o derivaciones “suavizadas” de las mis- mas? Si las necesidades de eficacia social afectan negativamente las aspiraciones de millones de individuos, .qué fantéstico 0 coercitivo proceso de socializacién puede hacerles aceptar su infortunio? En condiciones de pobreza extrema, exclusién social creciente (O’Donnell, 1997b) y de- sinterés 0 rechazo por la politica, las discusiones sobre orden, régimen politico, eficacia deci- sional y gobernabilidad parecerian valer y pesar poco y nada. Sin embargo, la disyuntiva que enfrenta la ciencia politica es la que Carole Pateman (1991) definié claramente en su momen- to: oa partir de esta crisis se generan perspectivas innovadoras que aumenten nuestra capacidad para dar cuenta de las transformaciones politicas y de sus consecuencias para los diversos acto- res sociales prestando de esta manera una “real contribuci6n a ta libertad y la justicia, tanto pa- ra inujeres y hombres” o intensifican la tendencia actual de realizar micro-aplicaciones a micro- ‘eventos para terminan sus dias entre la sofisticaciGn y la fuilidad, De seguir este dltimo camino, laciencia politica en tanto ciencia social quedaré cada vez més alejada, por cierto irremediable- mente, de cualquier posibilidad de aumentar la capacidad de comprensién y explicacién de las prdcticas humanas —tanto materiales, como te6ricas ¢ ideolégico-valorativas— y de los proce- sos de cambio y transformaci6n en su dindmica hist6rica y contradictoria. Elfin del siglo XX y los inicios del XXI han transcurrido a nivel global en contextos polt- ticos, sociales y econémicos marcados por profundas crisis. Una de esas crisis ha sido clara- 38 Politioa. Cuestiones y problemas mente fa de la hegemonfa de algunos sectores tradicionales, una crisis de direcci6n, producien- do en ciertos casos cambios y transformaciones significativas en el tipo de régimen politica im- perante y en atros profundizando la debilidad de la coalicién gobernante. Nuevos liderazgos, nuevas formas de representacién, y nuevas organizaciones politico-so- ciales han tenido como contexto genético de formacién la situaciGn anteriormente descripta. Por Jo tanto se puede pensar que existe una alta probabilidad que las actividades politicas y las di- némicas de poder se desarrollen, en el futuro cercano y a partir de estas condiciones, en situa- ciones de crisis en fos diferentes regimenes politicos. Para concluir es dable sefialar que, entre otros elementos, estas situaciones se relacionan en gran medida y sustantivamente con lo que Norberto Bobbio identificé en su momento como las tensiones derivadas de las promesas incumplidas de la democracia (1986). Y como argument6, en sus trabajos sobre la modemnizaci6n y la acci6n politica, Hannah Arendt el de las promesas ys cumplimiento es un tema central en Ia generaciGn de un orden politico relativamente est-

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