You are on page 1of 6

Juan Diego Castañeda Gómez

Universidad Externado de Colombia


Derecho Internacional Público – Quinto A

El uso de mercenarios y privatización de la guerra:


cada vez más lejos del Desarrollo Humano

El uso más común de la palabra 'guerra' nos transporta al escenario de un campo abierto en el cual dos
bandos enemigos, normalmente provenientes de Estados nacionales, descenderán cada uno hasta
enfrentarse en mitad del campo, en igualdad de armas, bajo reglas estrictas: una sola batalla decisiva.
Sin embargo, esta imagen no tiene ningún sustento en la historia reciente ya que son muy pocos los
conflictos que se resuelven de esta manera y por el contrario, la guerra hoy en día se hace de una forma
que halla explicación en el contexto económico actual de la globalización y el neoliberalismo.

Es así como el Estado que antes monopolizaba la fuerza, hoy la entrega a los privados, incitando la
generación de las llamadas 'compañías militares y de seguridad privadas' (CMSP) que actúan bajo una
racionalidad estrictamente económica de incremento de beneficios y disminución de las pérdidas.

Este ensayo pretende aproximarse a cierto vínculo entre las CMSP y el modelo neoliberal para
confrontar la realidad de dichas compañías, cada vez más omnipresentes y más alejadas de cualquier
tipo de responsabilidad por sus acciones, con los deseos declarados por muchos Estados de alcanzar un
modelo económico de desarrollo humano sostenible.

El proceso histórico de conformación de los Estados Nacionales nacía de una organización política que
concentraba en el monarca la propiedad de los elementos necesarios para llevar a cabo todas las
actividades militares y administrativas. Con el paso del tiempo, estos elementos dejaron de pertenecer
al monarca para pasar a manos de la colectividad. Es ahí cuando el Estado moderno alcanza lo que para
Max Weber es en realidad un Estado, esto es, “aquella comunidad humana que ejerce (con éxito) el
monopolio de la violencia física legítima, dentro de determinado territorio. (…) Este es considerado
como la única fuente de la que emana el 'derecho' a la violencia”1.

Cuando revisamos esta definición a la luz de los modernos procesos económicos, dos son las cosas que
podemos resaltar. En primer lugar, que la noción de territorio que maneja Weber no es definitiva en la
actualidad en parte gracias a las tecnologías que asignan un valor especial a elementos que ni siquiera
son materiales, por ejemplo el mercado bursátil o los datos electrónicos y por otra parte, debido a que el
ámbito comercial mayor se desenvuelve dentro de un comercio transnacional que no se ve
necesariamente limitado por asuntos de fronteras territoriales.

En segundo lugar, esa noción clásica de Estado, permitía hacer una distinción que muy difícilmente
puede llegar a hacerse ahora, justamente gracias a creación de milicias privadas, esto es, el concepto de
bienes públicos. Esta categoría de bienes son la respuesta teórica a la necesidad de la ciencia
económica de diferenciar aquello que el Estado puede proveer sin necesidad de participación privada,
que consistiría en bienes de consumo no rival, es decir que pueden ser usados por un mayor número de
personas sin aumentar el costo de su producción y que además no permiten excluir de su prestación a
un sujeto en particular.

Joseph Stiglitz afirma2 que un buen ejemplo de este tipo de bienes es la defensa nacional, que no cuesta
más si hay que defender a más ciudadanos y que es muy difícil negarla a un ciudadano en particular.
Mientras tanto, teóricos como Herfried Münkler se permiten afirmar que el Estado ya no monopoliza la
guerra y que presenciamos “la comercialización de la violencia y la distinción cada vez más difusa
entre el uso de la fuerza y la actividad económica”3, lo que en pocas palabras sería la inserción en el
mercado de la capacidad de guerra, la seguridad o la defensa en calidad de mercancía, lo que
evidentemente le hace perder sus calidades de bien público.

En este sentido, Münkler cita a Michael Riekenberg para decir que “La figura de los señores de la
guerra [como ejecutores de violencia no estatal] se diferencia de las clásicas constelaciones de las

1 WEBER, Max. El trabajo intelectual como profesión. Editorial Bruguera. Barcelona, 1983. p.65.
2 STIGLITZ, Joseph. La economía del sector público. Antoni Bosch editor. Tercera edición. Barcelona, 2000. p, 150,
3 MÜNKLER, Herfried. Viejas y nuevas guerras: asimetría y privatización de la violencia. Siglo XXI Editores. Madrid,
2005. p 22.
guerras civiles por el 'uso de la violencia como medio para la regulación de los mercados, y por la
transformación de la violencia en mercancía o servicio'.”4 También Amanda Benavides de Pérez,
enlazando neoliberalismo y globalización con el problema de los ejércitos privados, afirma que se
piensa que “no hay otra alternativa de modelo de desarrollo para la humanidad que el neoliberalismo.
Por ello, se privatizan tanto empresas de bienes y servicios como la extracción de recursos naturales. El
control y el ejercicio de la seguridad y la fuerza, como un bien público, pasan a constituirse también en
una mercancía para privatizar (...)”5.

Las razones por las cuales el Estado ya no monopoliza la violencia pueden ser de dos órdenes: políticas
o económicas. Políticamente el Estado se encuentra debilitado debido a la falta de instituciones fuertes
que garanticen una adecuada defensa del interés público sobre el privado, en gran medida porque el
Estado es usado como medio para afianzar la posición del grupo de quien se hace representante estatal,
además de encontrarse los actores inmersos en un panorama poco claro que puede llegar a enviar el
mensaje de que si actúan pueden llegar a inclinarlo a su favor, por cualquier medio.
Económicamente, el proceso de privatización impulsado por grandes organizaciones internacionales
han impuesto la idea de que el Estado es mal prestador de bienes o servicios, razón por la cual hay que
dejarle esa tarea a los privados y al Estado la labor de regulación. Sin embargo, esa racionalidad
exacerbada ha llevado a dejar en manos de empresas privadas elementos de la vida social que siempre
han sido públicos, con el problema de permitir que estos se distribuyan sin atender a criterios de
igualdad e interés general.

También desde el punto de vista económico, sobre el cual Münkler llama constantemente la atención
como perspectiva de estudio de estos fenómenos, los ejércitos privados tienen un importante incentivo
para actuar en lugares con alto nivel de riquezas naturales, que lejos de traer prosperidad a la población
civil del lugar, se convierten en una codiciada fuente de riqueza, de ahí la necesidad de controlarlas
férreamente.

4 Ibid. p, 23.
5 BENAVIDES, Amanda. Mercenarios, mercenarismo y privatización de la seguridad en América Latina. En:
Mercenarios y compañías militares y de seguridad privadas. Antonio Perret, editor. Universidad Externado de
Colombia, Bogotá, 2010. p, 102.
El neoliberalismo y la globalización llegan a explicar la existencia de estas empresas privadas de guerra
pues estas nacen de ese contexto económico, que es en cierto sentido, la antítesis del desarrollo humano
sostenible que condena la ciega búsqueda de mayores beneficios, a costa de otros aspectos no
cuantificables monetariamente pero aún muy importantes en la vida del ser humano.

Las CMSP podrían afectan el camino hacia el desarrollo de diversas formas. Tres de ellas han sido
relevadas por Katherine McCoy, quien afirma para el caso concreto de América Latina como
continente que concentra gran cantidad de estas empresas, que el daño a la justicia transicional, la
incapacidad estatal para regular a los actores armados y la poca voluntad de estas instituciones para
ejecutar las regulaciones existentes, deja serias dudas sobre los beneficios de la privatización de la
guerra6.

En primer lugar, el hecho de que los militares que han cometido delitos contra los Derechos Humanos
sean, una vez expulsados del cuerpo militar oficial, contratados por estas empresas privadas de
seguridad indica que aquellos crímenes no tienen importancia y que de ahí en adelante, las futuras
víctimas no tendrán ante quién elevar sus quejas por violaciones a derechos fundamentales. Por otra
parte, las formas propias de creación de las CMSP así como sus actuaciones, son secretas y gozan de
inmunidad política y judicial, lo que en la práctica se convierte en una manera de escapar de la
vigilancia ciudadana y de los fines públicos, que es todavía más problemático.

McCoy trae como ejemplo lo sucedido en Honduras, único gobierno latino que envió tropas a la
invasión estadounidense de Iraq, cuando se presionó al gobierno para que trajera de vuelta a los
efectivos. Justamente cuando oficialmente los soldados de Honduras regresaban a su país, otros
ciudadanos del mismo se encaminaban hacia Iraq en misión militar contratados por empresas privadas.
Con esto es evidente cómo estas empresas logran escapar a todos los mecanismos estatales dispuestos
con el fin de hacer la voluntad de la mayoría a través de la deliberación. Lo importante ahora es
cumplir la misión, no lo que sea públicamente conveniente.

6 McCoy, Katherine. Yesterday's civil warriors, today's global guards: latin americans in the privatized military industry.
En: Mercenarios y compañías militares y de seguridad privadas. Antonio Perret, editor. Universidad Externado de
Colombia, Bogotá, 2010. p,151.
¿Por qué entonces las CMSP son una muestra más de la falta de voluntad de los grupos de poder de
alcanzar el desarrollo humano en sus zonas de influencia? Porque constituyen una salida rápida al
control estatal que poco a poco, gracias a la presión internacional y de los medios de comunicación,
han logrado señalar los actores que aceptan la violencia en todas sus formas para alcanzar sus
objetivos. Y esto lo hacen a través de diversos mecanismos políticos y jurídicos, específicamente la
exoneración total de responsabilidad por los hechos ocurridos a cargo de estas CMSP y el secreto que
las envuelve, lo que permite el paso a la impunidad más descarada respecto de todo un mosaico de
delitos contra la humanidad.

Estas compañías efectivamente realizan el principio de maximización de las ganancias porque evitan
algunos controles y mecanismos que la sociedad ha creado con el fin de hacer respetar derechos
humanos y fundamentales buscando siempre evitar hacerse responsables de todo lo que normalmente
les cabe. Por ejemplo, el increíble gasto en el que incurre Estados Unidos por concepto de seguridad y
pensiones7 de sus soldados nacionales heridos en combate se ahorraría mediante la contratación de
empresas privadas de seguridad que harán su trabajo sin ningún tipo de relación laboral que, aunque
garantista de derechos humanos, sería muy costosa para estas empresas. Otro ejemplo de la
racionalidad de maximización de ganancias está en el búsqueda incesante de estas compañías de ex
combatientes latinos, que son mucho más baratos que los estadounidenses o europeos.

Teóricamente no está claro si la guerra genera pobreza, como lo afirma Münkler o si por el contrario, si
con Vela Orbegozo afirmamos que la pobreza genera violencia8. Sea como sea la dirección de esta
relación, lo cierto es que ambas se encuentran unidas de manera que los países que soportan estas
'guerras de baja intensidad' cada vez más ven disminuidos sus recursos naturales, sus posibilidades de
generar industria y comercio más allá de la explotación de materias primas y su capacidad de generar
conocimiento, herramientas todas que buscan llevar al hombre más allá de la búsqueda de más y mejor
poder recursos.

7 STIGLITZ, Joseph. La guerra de los tres billones de dólares . el coste real del conflicto de Irak. Editorial Taurus,
Buenos Aires, 2008.
8 VELA, Bernardo. El declive de los fundamentos económicos de la paz. Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
2005.
Las CMSP, que -paradójicamente- viven de la guerra, necesitan alimentarla pues el problema de la
seguridad ya no es público sino privado; la guerra pasa a buscar su lugar en el mercado, cosa a la que
los mercenarios ayudarán con mucho gusto.

Si antes la guerra no era más que una expresión última de tensiones políticas entre Estados nacionales,
hoy en sentido diametralmente opuesto, es una forma de vida de transnacionales más poderosas incluso
que los Estados mismos, que buscan dominar fuerza laboral y recursos naturales continuando la línea
de reducir costes y aumentar ganancias pasando completamente por alto que esa guerra de la cual se
lucran, destruye la vida de miles de personas y compromete las más básicas condiciones de dignidad de
las generaciones futuras.

BIBLIOGRAFÍA:

MÜNKLER, Herfried. Viejas y nuevas guerras: asimetría y privatización de la violencia. Siglo XXI Editores. Madrid,
2005.
BENAVIDES, Amanda. Mercenarios, mercenarismo y privatización de la seguridad en América Latina. En: Mercenarios y
compañías militares y de seguridad privadas. Antonio Perret, editor. Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
2010.
McCoy, Katherine. Yesterday's civil warriors, today's global guards: latin americans in the privatized military industry. En:
Mercenarios y compañías militares y de seguridad privadas. Antonio Perret, editor. Universidad Externado de
Colombia, Bogotá, 2010.
STIGLITZ, Joseph. La economía del sector público. Antoni Bosch editor. Tercera edición. Barcelona, 2000.
STIGLITZ, Joseph. La guerra de los tres billones de dólares . el coste real del conflicto de Irak. Editorial Taurus, Buenos
Aires, 2008.
VELA, Bernardo. El declive de los fundamentos económicos de la paz. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2005.
WEBER, Max. El trabajo intelectual como profesión. Editorial Bruguera. Barcelona, 1983.

NOTA: La mayor parte de la bibliografía sobre el tema no se encuentra en las principales bibliotecas de la ciudad, razón
por la cual no pude consultarlas. Sin embargo, como dato de la investigación, vale saber que estos trabajos no son
principalmente de autores latinos y que ciertas obras que aparecen citadas constantemente en las fuentes que sí pude
consultar, aún no han sido traducidas a nuestro lengua.

You might also like