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XXxI La vocacton El niicleo més profundo de la moralidad afecta a la vocacién. Ante todo, por su caracter global, que corres- ponde al sistema de la vida, que es lo que a ultima hora decide, donde encuentran su justificacién todos los contenidos parciales. Cada acto personal se funda en el sistematismo dela vida entera, su importancia depende de la medida en que el conjunto gravita sobre él y lo hace posible, y es la vocacién la que confiere unidad y unicidad a la persona. Por otra parte, en ella convergen los factores capita- les en la constitucién de la personalidad: el azar, el des- tino, la libertad. Ni la circunstancia ni la vocacién son «elegidas», aunque en cierto sentido son objeto de elec- cin. La circunstancia—que condiciona pero no deter- mina— es ipuesta, en ella nos encontramos sin haber patticipado en ella ni en nuestra pertenencia; pero es modificable, y hasta puede ser sustituida —parcialmen- te solo, no se olvide— por otra. Mi cuerpo-y mi psique, mi otigen, mi vida realizada hasta cierto nivel biogrdfi- co, todo eso forma parte necesaria de mi circunstancia, 161 aunque pueda emigrar a otro lugar o a otras condicio- nes sociales. : En cuanto a la vocacién, no me es impuesta, pero 2 tampoco soy «autor» de ella: me es propuesta inevita- blemente; pero lo es ante mi libertad otiginaria, y esto es lo que excluye Ja imposicién 0 forzosidad. La funcién del azar es decisiva en la vida humana. Precisamente ahi es donde tiene su lugar propio. El ‘pensamiento ha dedicado no poca atencién al azar, ya desde los griegos, pero creo que los planteamientos no han sido adecuados, por habetse movido en el elemen- to de las cosas, lo que ha hecho concentrar la indaga- cién en Ja estadistica y el calculo de probabilidades, cuyo interés es evidente, pero nada tiene que ver con la cuesti6n que aqui nos preocupa. El capitulo XXVI de mi Axtropologia metafisica plantea el problema en el plano y en los términos que me parecen pertinentes, en el Ambito de la vida humana,.en conexién con su cardc- ter futurizo, con la imaginacién y con la forzosa liber- tad. A todo ello me remito. La mayor parte de los contenidos de la vida son aza- Tosos, en, el sentido de que no son ptevistos, son en principio ajenos a nuestros proyectos e irrumpen en ellos desde fuera, en muchos casos torciéndolos o trun- candolos. Si repasamos nuestra vida hasta ahora, vemos hasta qué punto todo lo que ha contado de verdad en ella ha sido iniciado o precipitado por un azar. Si ima- ginamos el porvenir, sobrecoge la evidencia de cémo el azar seguiré interviniendo en nuestra vida, lo que le da una enorme dosis de imprevisibilidad. El no tener esto en cuenta, como es frecuente, la aumenta, porque la imprevisibilidad prevista y aceptada nos permite un cierto sefioriosobre ella. ; En todo caso, tenemos que reaccionar a esos conte- nidos azarosos, cuya presencia no esté en nuestra 162 mano. Nuestra libertad se ejerce frente a ellos. Los aceptamos —acaso con alegria y entusiasmo, tal vez con resistencia o resignaci6n—; 0 Jos rechazamos, aun- que sea en vano; siempre reobramos sobre ellos libre- mente, los incorporamos a la configutacién de nuestra vida, los «digerimos», si vale la expresién, porque con ellos hacemos lo que va.a ser en adelante, y aqui inter- viene .decisivamente el sistema al que se incorporan, dentro del cual van a desempefiar su contribucién ines- perada. : : Estas operaciones vitales se Ilevan a cabo, acaso sin darse.clara cuenta de ellas, con diversos grados de radi- calidad y autenticidad, de los cuales depende la funcién iiltima del azar, Es decir, hay un comportamiento moral frente al azat, del que como tal no somos responsables. La vocacién se manifiesta en.una pluralidad de «lla- madas», a diversas cosas, a lo largo de la vida; la com- binacién de esas llamadas con el azar define la posibili-" dad de las trayectorias. En este contexto vuelve a apa- recer la autenticidad, y no ya en nuestra reaccién efectiva sino en Jas llamadas mismas: las préximas a no- sotros pero no verdaderas son las tentaciones, que por eso, por esa cetcania inexacta a lo que somos, son efi- caces. Imaginese la importancia que tiene la capacidad de distinguir entre.esas solicitaciones que se nos van haciendo, que podemos aceptar y seguir o no. Esto muestra que la reaccién a cada «llamada» no se hace directa y aisladamente, sino desde el sistema de la vida, que es el que acoge 0 rechaza lo que pretende ser nue- vo.ingrediente de ella, y que a su vez modificaria el conjunto, porque la vida esta siempre, a cualquier edad, rehaciéndose. Cuando se descubre que algo que nos llama es au- téntico, es decir, parece encajar en un hueco preexis- tente, no manifiesto hasta la aparicién de esa realidad 163 con la que no se contaba; se siente una impresién de «necesidad» frente a la cual, sin embargo, se conserva la libertad. Podrfamos hablar de una «obligacién» que incluye esencialmente entre sus caracteres el de poder ser incumplida, Esa‘coexistencia paradéjica de necesi- dad y libertad produce automéaticamente un incremen- to de intensidad de la vida, una peculiar forma de «ale- gtia» que responde a una forma radical de crecimiento, el que afecta a la misma realidad personal. Creo que esta es la forma en que la vocacién ingresa en el hori- zonte de la vida, como promesa inseguta que se podra cumplir si la persona la acepta y se moviliza hacia ella. Esa inseguridad hace que la alegtia a que me he refe- tido no sea simplemente placentera, sino dramatica; es algo semejante a un toque de alerta, una invitacién a una empresa incitante, pero que tiene que ser tealizada, tal vez con esfuerzo y hasta con dolor. Estos Tasgos se encuentran siempre que se anuncia la inminencia de una vocaci6n enétgica y, por tanto, transformadora de la realidad, Piénsese en el descubtimiento de la voca. cién cientifica, literaria, artistica, politica, la evidencia de que se puede —acaso se debe— dedicat la vida a eso. O la vocacién religiosa en su sentido més profun- do, la versién tadical hacia la religién mediante la con- versién o el simple «tomar en serio» la religion en que se vive ya. O el enamoramiento, el descubrimiento te- mMetoso y gozoso a un tiempo de que se va a vivir en adelante desplazado hacia otro centro petsonal, con to- dos sus riesgos y sus prometidas delicias, Existen vocaciones parciales, que afectan a algunas trayectorias o a ciertas fases de la vida y-pueden quedar tealizadas, en algunos casos conclusas, o bien abando- nadas, en ocasiones frustradas Por agentes exteriotes. La forma més débil de vocacién es la

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