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LA ECONOMIA Y LAS FORMAS URBANAS EN AMERICA LATINA Enilio Pradila Cobost Resumen “Muchos investigadores de la problemética urbana en América La- tina recurren a conceptos y descripciones elaboradas en los paises bhegeménicos del primer mundo para explicar nuestrasrealidades, sin tomar en cuenta las diferencias hstbrico-sociales entre ambos rmundos, evidenciando asi el colonialismo intelectual vigente. En tuna linea contraria a esa relacién de dominio, en este trabajo se lleva a cabo un recuento de los debates tedricosnterpretativas mis importantes desde los afios sesenta del siglo XX en América Lati- na entte los investigadores y las teorias importadas ala regién en Jos campos de la economia y la morfologia urbanas. Ello permite constatar que dichas teorias importadas no dan eyenta de nuestra realidad y que en la regién se han desarrollado opciones de ani- lisis propias y adecuadas a las partcularidades latinoamericanas. eer es Ubu, pene et Deparamm e Tey Ani de ‘siden saves Stomatol eg Se sintetizan los debates en torno ala dependencia, la urbaniza- ‘én dependent, la marginalidad, Is nformalidad la cud dual, las etapas del desarrollo, lcapitalismo monopolista de Estado y los ‘meatos de consumo colectivo, Ia industializaciin y la desindustriae Tizacion, a teoria de Ia regulacin, la revolucién terciria la glo- balizacin ya ciudad global; ln escuela ecoligica de Chicago y los ‘contornos urbane a eindad informacional y el espacio de los fue jos, ademés ee seBialan sus alernativas citicas. Se concluye a nece- ‘dad de seguir desarrollando opciones tedrico-intespretativas pro- ‘pias para analizar los problemas urbanes lainoamericanos en su ‘especifcidad yu diferencia. Palabras clave: América Latina, teoria urbana, economia y ‘morfologia urbana, colonalismo intelectual, Abstract Many earch of wba roles in Latin Arr, vy ox cocps oid descriptions adem te fst ward hegemonic cies to explain ores regal of schist dines betuze he t worlds, ndivaton of caret inlet colaism. Ba ae cory t hat ainsi de mai, this ork cried uta cet of he mst importa tercical ond inleprtie debts decloped ince he ies ofthe nueteh center in Latin Amica been Latin Artin earch nd hares inorder ‘on te ls of comes eed ban mopholgy whch reeals tat the Sngrted hes do mt coma rena ain hein ede tun analysis end pions appre te prtalrs of Lan Amer es Summaries the dscusionof dependency dependent rberization, na alconion,ifirali dual iy the tags of decelmens, saemsnopoy ‘ation ante means of ello consi insrlzatin addin diiznin he hoy of relation, teary reouton, globalization and the lobe in Chae ecological schon and urban cnt te infrmationl 70 City end espe as and hight bate ie code o ‘ened futher dlp eta and tree opin anal ng oe Latin American bos piles ie sity ad ht dif Keynsore: Latin Amari, urban theory, wrban cna and n= phology tlc colialin. im Inteodueciin La investigacién y la gestién urbana en América Latina se han lenado de conceptos y modelos tomados de publicacio- ies y autores de los paises dominantes en el captalismo, sin ‘cuestionar su validez para nuestros patses 0 ciudades coloca- dos en el polo dominado, y sin hacer siquiera un esfverzo de adaptacién a nuestra realidad. En la esfera politica y en los medios de comunicacién ocutre lo mismo. ‘Se construyen “marcos tebricos” y se lenan los textos com tuna sucesiin indiscriminada de referencias de autores “acacé- ‘micamente correctos”, sin preguntarse cémo se definen en lo tebrica 0 politico, si se trata de epigonos 0 de crticos del ca- pitalismo actual. Asi, David Harvey, Immanuel Wallerstein, “Anthony Giddens, Alain Lipietz, Saskia Sassen, Manuel Cas- tells “de 1972 y de 1996-, Paul Krugman, Michael Porter y otros, forman un salpicén textual que dista mucho dela cohe- rencia tebrica que pueda tener cada uno de els, o de las i= ferentes teorias gencrales de las que parten. ‘La globalizaan, esa tercera persona de la “santisima ini dad’ de la religibn neoliberal, que esté en todas partes y nadie vv, que todos nombran pero nadie define, que todo homoge niza, es la justifcacion de cualquier hecho; Ia “muerte de las grandes teorias”, decretaca sin acta de defuncién por el pos- modernism (Lyotard [1989], 1990), explica cualquier eclecti- ismo. Asistimos a un nucvo episodio del viejo colonialismo intelectual en su polo dominado, receptor pasivo. No nos referimos a la presencia y validez del uso de las cconcepciones del mundo, de las grandes teorias sociales, a las que cada vez recurrimos menos, sino al de las concep- tualizaciones,interpretaciones, descripciones propias de ly que Hamamos la teria particular ~regional o urbama~ que analiza 172 lo concreto del terrtorio, donde reina la partiularidad, la expecifcidad, En este ensayo, ubicado enla linea de la descolonizacion de 1a teoria territorial, la urbana en particular, buscarnos enfentar cesta homogencizacin del mundo, espuria y dafina,usizando centre otras la herramienta weérica mardsta del desarlsdesigual ‘5 combinads Praia, 2008: 1, Lo hacemos ahora para una parte ‘de la conceptuaizacién utilizada en el anlisis de las relaciones em economia y territorio urbane, mediante el seguimiemto de los grandes debates desartolldos en nuestra region geopolitica desde los afios sesenta del siglo XX, cuando la ligazéin entre ndustrializacion y urbanieacion mostrb sus contradicciones. Industrializacién y urbanizaciom: campo del debate tedrico Desde la década de 1940 los principales paises de América Latina fueron escenario dela convergencia de dos procesos mmutuamente determinados:laincustializacion por sestirucion de importaciones y la urbanizacion acelerada, que coleearon a la ciudad y sus problemas en el primer plano de las preacupa- cones de las cientificos sociales. Explicar estos procesos y sus manifestaciones dio lugar la claboracin (autdnioma o subordinada a las corsientes teoricas dominantes en Europa o los Estados Unidos, de conceptos y explicaciones que susitaron ampli debates preiados de con tenido politico e implicaciones para efutuzo del subcontinense Entre estos debates resltaron los que se desacvollaron sobre: a) la dependencia que dio sustento a la urbanigacién de- pendient,erticada por las explicaciones derivadas dela teoria del imperalismo y c} desarrollo capitalist taro; ) la cis del m3 campo tradicional versus el desarrollo capitalista agratio, con implicaciones sobre la naturaleza ye] ritmo del proceso de urba- nizaci6n; la teoria de la marginalidad y su vasiante, la margi= nalidad estructural, enfrentada a la conceptualizacion sobre el jército industrial de reserva; yd el duaismo urbano frente alas cexplicaciones derivadas del desarrollo desigual y combinado, Estas formulaciones teéricas tuvieron su propia légica de articulacién compleja; atin se encuentran en los textos de ine vestigacién. Algunas de las cuestiones que hoy se discuten es tn ligadas, directa o indirectamente, con exos debates, porla continuidad conceptual o por el parentesco tebrico. Imperialismo 0 dependencia Las tres compilaciones de textos ns significativas sobre el prox ceso de urbanizacién en América Latina publicadas en la primera mitad de los affos sesenta (Castell, 1979; Schteingart, 1973; y Unikel y Necochea, 1975), inclufan en sus utulos, sub- titulo oen su contenido, los concepts clave del debate: mpe- ‘alismo o dependencia. ____ Bn esos afios el crecimiento econémico impulsado por la industrializacién mantenfa alta tasas mientras que tegistraba Jos primeros sintomas de desaceleracién y Ias ciudades mos ‘aban sus efectos negativos: crecimiento demogritico yfisico acelerado, tugurizacién de areas centrales y multiplicacién de asentamientos irregulares precarios periféricos, desempleo -masivo y surgimiento de formas callejeras de subsistencia, etc, (Pradilla, 2009: 28 y ss). Lo urbano adquiria relevancia y per tinencia como tema politica y de investigacion. ‘Muchos investigadores latinoamericanos y algunos euro eos y estadounidenses interesados en la problemitica latina m4 americana sobre todo de una nueva generacon influida por la evolu eubana, Ja fallida experiencia chilena de la Ui dad Popular y otres procesas de cambio) abondaron la tere tica urbana desde orientacionestedrieas marxistas,revolucio- arias, socialistas, ete. Ei debate terico eraintenso colocaba de un lado a quienes sostenian que el desarrollo det capitalismo levaria a la superacién de los problemas urbanos y del oto, a quienes consideraban necesario un cambio sociveconémico mas 0 menos radical. Particndo de lo planteado inicialmente por Ia Econdmica para América Latina (CEPAL), en su versién radical formulada por Cardoso y Faleto en 1969, Manuel Gastls! ¥ otros investigadores adoptaron el concepto de deendenci, sustituyendo al de swddesrralsertieado por su origen esta- dounidense su cardctererapista. Castells eitando a Cardoso y Faleto,definia as Ja dependencia: ‘Una sociedad es dependiente cuando la configuracion de su ‘evtructura socal, en el nivel econémico, politico ideolégico reflgja elaciones asiméiticas, con respecto a otra Formaci6n so- cial que se encuentra en relacion aka primera en siuacién de poder Porsituacién de poder entendemos que la estnuctracién de las relaciones de clase en la sociedad dependiente reflje la forma de supremacéa social adoptada por Ia clase en el poder cen la sociedad dominamte Castells [1972], 1978: 551. La worfa de la dependencia, que adguisié gran popalaridad fue crtcada por Salomén Kalmanovite, Francisco de Oliveira, Francisco Weffort, Paul Singer y otros. En mi texto de 1984 (pp. 621 yas) retomé estas critica: a) el coneepro es simplista al jgnorar las métiples vias de desarrollo econémico y social, y considerar Ia stuacién latinoamericana como “reficjo” de la dominante en los Estados Unidos; f) es prisionero de una teo- ria mecanicisa del rflejoinvertido en el espe; deja de Lado Ja particularidad de los procesos en distintas formaciones s0- ciales; d) no establece diferencias entre una situacién de do- minacién colonial y la de dependencia; ¢) considera alas clases dominantes y dominadas locales como inermes y carentes de intereses propios; yf) desestima la resistencia de las socieda- des colonizadas 0 “dependientes” ante la dominacién. Reconocemos que a pesar de los problemas tebricos de esta formulacién, tuvo el mérito de ser una respuesta critica, hacionalista (Weffort, 1974), con implicaciones de cambio e+ tructural, ala nocién de subderervolla,prediada de elementos lineales provenientes de las “etapas sucesivas del desarrollo”, ‘ intercambiable con la de “paises en vias de desarrollo” El debate sobre la dependencia se cruzd con el de la na~ turaleza del imperialismo, Mientras que unos autores, inclu- yendo a los dependentistas con su éptica liberal nacionalista, consideraban el imperialismo como un problema de dominio nacional de un pais sobre otro, algunos mas sustentaban la pos- ura de Lenin en la que el imperialismo aparece como “fase superior del capitalismo” (Lenin [1917], 1961), tal como una relacin de dominacién y explotacién de clase propia del capi- talismo, En este sentido, Paul Singer afirmaba: Ta erica de los eldsicos al imperialismo te centraba en des as- [pectos: en I explotacién, o sea en la transferencia de excedente Gel pais dominado al dominant y en la tranaferencia, de regre= 0, del pais domiziante al dominado de las contradicciones del propio capitalismo: ersis, desempleo, ete. La actualizacion de ‘sta crfica frente las condiciones presentes,y su apicacién, cconcreta a América Latina ¢s una tarca necesaria, que las Ciencias sociales cel continente yd fuera) mal iniiaron. Pero es cosa muy diferente inculpar al imperialismo de las contra- dicciones det capitaismo en si, al mismo tiempo, contrapanerio ‘2 un capitalismo nacional eximido de contradicciones. Este tipo de critica peca de fla de base tedrica y de comprobacién ‘empirica (Singer, 1973: 203, Singer sostenia que debamos analizar ia stuacién de las forma cones sociales atinoamericanas como expresién dela dor nnacion del imperialism sobre el desarrollo eapitalista propio de los paises latinoamericanos, al cual Kalmanovitz (1982) definia como desarol capital tard: ka industrializacin se inicié siglo yy medio después de la Revolucion industrial, cuando ls paises ‘europeos alcanzaron un grado relativamente alto de desarrollo desus fuerza productivas: poco consumicor de fuerza de aba- jos cuando el capitalismo habia llegado a una avanzada fase de concentraciény centraizacién monepélica del capital y de demi- nacién imperialsta a través de grandes empresas industriales, comerciales y bancarias transnacionales. Y en nuestros paises se anudé la contradiccién estructural dela balanza comercial consistente en que todo desarrollo econémico implicaba un mayor défict de Ia balanza comercial y de pagos y la necesidad de recurriral crédito externo y a la importacién de capitals. Urbanizaciin dependionte o desarrollo capitatista agrario Para los autores que adoptaron la teoria de la dependencia, lbgicamente la urbanizacién latinoamericana en la segunda posguerra era depndiete y Castells a caracterizaba asi: ‘La urbaniracién latinoamericana {iene los siguientes] rasgox: ppoblacidn urbana que supera la correspondiente a nivel pro- etivo de! sistema; no elaciin directa entre empleo intustril fy wrbanizaciéa pero asociacin entre produccién Sndustial y Trecimiento urbano; fuerte desequilibrio en Jared urbana en benefcio de una aglomeracién predominante; accleracién ‘reciente de proceso de urbanizacidn; insuficencia de empleo {servicios para ls nuevas masas urbanas y por consiguiente, Toentuacién de la segregaeién ecologica por clases sociales y Jarizacibn del sistema de extratfcacién al nivel de consumo (Castells [1972], 1978: 71. Buscando en América Latina el “reiejo” de lo ocucrido en Europa, Castells y otros autores lo toman como modelo del “deber ser” de nuestro proceso, y encwentran que la urbaniza- cién latinoamericana presenta rasgos diferentes. Pero no ex: plican por qué lo ocurrido en Europa, siglo y medio antes y fn otras condiciones historias, era vAlido como modelo para ‘América Latina, tampoco si ee “modelo” exist y fue conve- diente para la poblacién de esos paises, lo cual serfa negado ‘porlos movimnientos revolucionarios obreros contra el capitar Tismo en el siglo XIX europeo (Praiilla, 1984: 631 y's El aspecto ms contradictorio de esa formulacion es la explicacién de la urbanizacion acelerada como resultado de la combinacién de la exulsiin de campesinos por la deseom posicién de Ia sociedad agraria tradicional y la abaccifn de la tudad sobre las masas emigrantes. Singer (1973) y yo (1981 y 1984) la critcamos considerando que fue el desarrollo capita Tista agrario [por la via gran trainin, autoritatia, violenta y concentradora de Ia propiedad, para sustentar Ia industria- Tizacibn urbana con excedentes de materias primas baratas yy fuerza de trabajo suficiente, el factor més importante de cexpulsiGn campesina: y que lo inexplicable en esas circunstan- ana alopekelo el tito sioner smd ane La teoria de la marginalidad o al ejército industrial de veserva A finales de los ailos sesenta surgié en América Latina una “tora” que pretendia, desde una visién conservadora,explicar los fendmenos urbanos: la tora dela marginaldad, que alean- 26 gran popularidad (Desal, 1969; Germani, 1973). Echaba raices en la teoria de la madernizarén propuesta en los afios cin- ‘cuenta por la antropologia estadounidense, en particular Robert Redteld y Oscar Lewis y su continuum fill-urbano Basso eal, 1988: IV). Germani definia asila marginalidad: Puede definrse como marginaldad a flta cle patiipacién de individuos ygraposen aquellsesferas en ls que de acuerdo con determinadoscriterios les corresponderia partcipar [..] Es csencial sefalar que este sector no est ubicad (socialmente) fuera de la sociedad, sino que, hallindose dentro de ella sen do eventualmente “utlizado” 0 “explatado” por algunos de los sectores participantes), queda excluido del ejercicio de los roles y el goce de los derechos que le “eorresponderian” sein elesquema normativo(atlizade)y que tal exclusion es suficen- temente amplia como para establecer un clivae 0 veto con rese pecto al sector participante, en todas sus estratos, inclusive los “bajos” (Germani, 1973: 65 y 85) [La solucién a la marginalidad seria la “integracién a” me- diante la “participacién en” la sociedad moderna, lo cual ‘ocurriria con el proceso de modernizacién; en otras palabras, 179 la integracion en Ja sociedad capitalista Desal, 1969: 1, 51). Fleoncepto de marginal y sus “soluciones" se expandieron sépidamente a nuestro campo de investgacién con derivacio- ‘nes como marginaidad urbana, margnalided entgca,vvienda mar ginal, empleo marginal, etcetera. En nuestra critica Pradilla [1974-1985], 1987: Il y Pra dill, 1984: 5.E)seRalabamos que la teoria de la marginalidad consideraba el capitalismo come el modelo ideal, moderno, de desarrollo socal, por lo cual quienes no participaban en A estaban “al margen” dela sociedad y quienes si participa ban, estban “integrados", lo cua contrastaba con la realidad aque colocaba a obreres ya empleados integrados a ster, en situaciones similares las de los “marginados”. Por su parte el esarrllocaptalista como proceso de modernizacion no leva ria ala climinaciin de la situaciéa de marginalidad, como lo muestra hay el hecho de que més de medio siglo de desarro- lo capitalsta no ha garantizado la eliminaciém de las siusacio- nes que esos autores consideraban marginales, ‘Anibal Quijano (1973), Manuel Castells (1973) y otos, smantuvieron el eancepto de unix marginal, con ana dpiica ‘rte radical, que sin embargo no superaba los condiconae miientos ideolbeicos de su antecesor conservador. Para ellos ‘ste universoineluia a los trabajadores salarads del sector “radicional” de la economia que no esta igado directamente aun capital que realice la plusvala a escala mundial el arte sanado y pequeiiocomercio de todo tipo; «los vendedores ce su fuerza de trabajo a personas; yd) ls vendedores dest idem tidad bilégica 0 “humpen proletariado”. Para far a linea di visoria entre marginalidad eintegracin, partian del concepio de capielsne munopolista de Esad, forrmlaco por ls partidos comunistaseuropeos, pues fo marginal estaba por debajo del umbral del capital monopolsta (Prailla, 984: 697, 10 Lo que cambiaba era el limite a superar y na el modelo ideal, y el proceso a desarvollar para salir dela manginalidad. De la obra de Castells de esa época podemos derivar que la superacién macionalista de ln dependencia y del capital mono= plist, llevaria ala desaparicin de las situaciones earactersti~ cas de la marginalidad, Este supuesto absolvia al capitalism nv ‘monopolist de la responsabilviad de causar desempleo, pobreza, penuria de vivienda adecuada, segregacién socioterritorial, Diraso cultural, entre otras, variables de [armada marginale. ‘Otros investigadores opramos por explicar esta realidad latinoamericana a partir de los conceptos de la teoria general del marsismo:exploacin absolute y relatioa, sobrenplotarin,super~ poblacdn relation, grits industrial de rere, fumpen proletarian y sos ‘aplicaciones a la forma social urbana y a Ja vivienda, inclu- yendo la teoria de la renta del suelo, La ciudad dual o el desarrollo desigual ycombinado EI dualismo estuvo presente en el dependentismo y el mare nalismo; hoy sigue presente, Desde La cuestdn urhana, Castells planteaba: ‘Mis coneretamente, en las mett6polislatinoareric ten los centros de negocios ligados a las multinacionales, los aparatos administrativos dependientes de la ceatralizacion ‘staal as industria igadas al proceso de sustitciom de im pportaciones, y la masa de poblacion estructuralmente flotante proveniente de la destruccién de seetores productivosy econ tras regionales dominatlas, La metropoilatinoamerieama se Gefine jistamente por la coexitencia articulada de esos dos ‘munelos del eaptalismo dependiente de las multinacionales y rn de as colonins profewarias donde se agrupan los remanentes de una sociedad desestructurada. ¥ tal coesstenca no es una duse lidad accidental sino que esa forma especifica de las sociela- des dependientesen la nueva fase de la dependencis: es resul tado necestro del proceso de desarrollo econémico y urbano (que erataremas de analizar[..] (Castells (1972), 1978: (12). Para nosotros no existian ni existen dos mundos separados ni cl “proletario” es el remanente de una sociedad desestructu- rada proveniente de Ia destruccién de sectores productivos y ceconomias regionales dominadas. Se trata de un solo mundo, del capitalismo en América Latina en la fase imperialist, caractetizado por una desigualdad social lacerante estruct- ralmente prostucica por la ligica de la explotacion del trabajo necesario, la acumulacién mundializada de la plusvaia, y la ‘miseria del trabajo sobrante. Los proletaros son quienes cons- ‘ruyen con su fuerza de trabajo explotada el capitaismo mo- nopolstay el no monopolista, o sobreviven en susinterstcios, No hay dualidad estructural, sino desereledesiual combinado de las formas sociales capitalistas articuladas a las precapitae listassobrevivientes pero subaonida formal o realmente al capi- tal, porque todo proceso social implica un desarrollo desigual de las partes del todo, de la distintas formas sociales, lo que leva ala configuracién de la totalidad social como combina- cibn de formas desigualmente desarrolladas, La hegemonia de a escuela francesa de sociologia urbana ‘Aunque las tasas de crecimiento del producto interno bruco (PIB) y del #18 per edpita se mantenian alias en América Latina, nla década ce 1970 Prada, 2009: 313) el eambio de tenden- cia en las economias capitalistas desarvolladas y la desacele~ racign de 19741975 en nuestra regién marcaron elagotamiento ‘del patrin de acumulacién de capital con interveacién esta, ‘que se transform6 en eriss terminal con la recesion de 1982. En esa década el crecimiento demografico cn la regién lean su cima y sus tas iniciaron el descenso; contin el crecimiento urbano acelerado alimentado por las persisten- tes migraciones campesinas, pero su ritmo disminuy6 en las grandes mete6polis, al tiempo que empezaba el crecimiento en otras ciudades de menor talla, La problemtica urbana rmantenia sus rasgos conflitives. En Francia, luego del extalinismo, Henri Lefebvre reabrig Ia diseusi6n marxista sobre Ia ciudad capitalist, con sulibre Eddevc al ciudad (1968) y tvos posteviores Lego se integra ron a la tematica, investigadores franceses como Jean Lojkine, Christian Topalox, Manuel Castells, Edmond Preteceill y de ‘otros paises como Jordi Borja o Peter Hall cuyo aporte fue innegable,y sigue siendo muy influyente en la region, a pesar del cambio de orientacién teéricorpolitca de algunos de sus integrantes, Pero Ios planteamientos de esta corriente eran dis- fatiblesy fueron discutidos, desde el punto de vista marxsta ‘del que se riclamaban. La investigacién urbana en América Latina se muliplicé, alimentada por una nueva generacin de investgadores for ‘mados en Europa y en los mavimientos de iquierda, con di- versas visiones ideolégicas. En ese period la investigacion critica estaba influenciada por la escuela francesa de socio Togia urbana que se reelamaba entonces del marxismo y del proyecto eurocorunists. Manuel Castells y Jordi Borja se involucraron en los debates regionales sobre la dependen- Ga, la marginalidad y los movimientos sociales urbanos, y sus laboraciones tedzicas sobre la cuestién urbana en el capitalise ‘mo monopolista de Estado oftecian alternativas conceptuales de anilisis. El debate llego simulténeamente, en la esfera de lo politico, sobre el eurocomunismo, sus propuestas de caracterizacién de Ja etapa como capitalismo monopolisia de Estado, y la estrate- gia de via pactfica y democritica al sovialismo, y en laesfera de lo urbano y sus eontradicciones. sista capitalism monopolista de Estado ‘on Amorion El primer problema teérico que crticamos a ln escuela fran- ‘cesa de sociologia urbana (Pradilla, 1984), fue la existencia ‘del capitalismo monopolist de Estado (CME). Valier, Theret ‘y Woieviorka, citicos franceses, rechazaban esta caracteriza- cifn te6rica y Ia existencia en Buropa de sociedades que res- pondieran a este patron estructural, argumentando en torno a tres ejes fundamentals: g) el uso incorrecto de las catego~ las de sobreacumulacién-desalorizacin del capital; 5) Ia incapa. cidad del Estado capitalisa para actuar como desalaizador anivezad de capital; y¢) la reduccion de Ia explotacion capita- lisa‘ la esfera de los monopolios, dejando fuera las empresas capitalistas no monopélicas. Pero aun si esta conceptualizacién hubiera sido valida ‘para los paises europeos y los Estados Unidos, reconocidos ‘como imperialistas (aunque su capitalism seguia vias estruc- turales diversas y tenian niveles distintos de desarrollo y de “acorn. eh pa tc Pain Comat Ff tunsprcmpainenpen obj de tne eeparsae secs ‘Stands wes hea Yes [7G vB Ther) Wes Seu). dominio sobre ots naciones), su aplicacién a los paises lati noamericanos, sometidos al dominio imperialista estadou dense can base en el caracter de “reflejoen cl espejo” propio de Ja teonia de la dependence, era arbitraria ‘Ningin pais ltinoamericano, ni siquiera los mis desarro- liados y con gobiernos ms fuertes México, Brasil y Argentina) podia tener Ia capacidad de desvalosizacién universal del ea- pital, desarrello de los bienes piblicos, presencia del capital ‘ansnacional, como para validar las eategorias del CMP. Aun aque fiéramos “vellejas", lo cual negamos, seiamos reflejos fir sic iden yc coin pr cro studo y los ponopoios de otras paises. Si asumléramos una postura logiea al desmoronarse la ‘estrctura conceptual general ocurtria lo mismo con los con ceplos particularesconstruides a partir de ésta para explicar lo urbano. En América Latina, quienes usaron estos concep- tos omitieron el sustento tebrico general y tomaron prestados solo los conceptos parculares come sifueran herramienta de carpintera, Medios de consumo colectivo 0 condiciones _generales de la reproduceién social Una de las “herramientas” més usada en América Latina fue la de medios de consumo colectivo (M40), propuesta por Mae rnuel Castells ([1972], 1978), Jean Lojkine ((1977], 1978) y Cristian Topalov (1979) en ia variante mas correcta de equi pamientos colectivos de consumo. En nuestra critica (1984) seialamos que las actividades incluidas como MCG, implican tres elementos distintos @ los soportes materiales “infraestructuras~ con su propio proceso us de prc; los medios depron deletion see radcinespectin ye proceso de price Cede lor dwn ors, quel x crete emda fuerza de aaj eed. De ate eer. pepunta no resuela pr ets ators els on tes ce? \Grenbamos tmbidn que lo fandaentl para analy sigue a Marg, no era el contro del efecto sno at de prdccn, necro y dibs pes oni ed fer el cio econtceSoseiamoe que nb eat cl ensumo colectivo de ing valor de uo, no astm naval, sea producto o smproducto ‘Hraimentgen itera urbao, imabamos que mediante Tose de wo, soporte y meson cumple vers fine Sones soile seg la actividad en la queparticipan: pro dvi, itreambio mereantl o mone, funcionamieno dil Enno de fos apuraton clos, w ota eondiones spoerales. Postuldbamos que el cancepto marxista de condiciones 1 etre enor ered “Cniclones Goporesy medion Ge producin) a reserva de ‘Jaerncarun we clementon arb seals; 8) apr e conepto as realdades ates, que incluyen componen- teny proceso io conocios el gl XK; 6 erent as condkiones generale sein el proceso soa al qu sven te arvln: acumulacion de capital product, crea Y cambio, rproducion dela pblain eran de trabajo y To aba) reprodacion dour plc (plier tadoydeio ecco, yd en lox cason de conconesge- eal que se artcalan divers press scales, separat tn lands parte acuta orenada a cada une de lls ral, 1984 23. 1665 La erisis de los paradigmas y la nueva verdad dnica La crisis dela acumulacién de capital en 1982, sincronizada ‘mundialmente, trajo consigo la crisis de los dos paradigmas tedricos dominantes durante Ia mayor parte del siglo XXi en los aos ochenta, el paradigma keynesiano del intervencionis- ‘mo estatal, susttuido en todo el mundo por la ideologia neo liberal (Guillén Romo, 1997} y en los noventa, el derrumbe del socialism real, que trajo el retorno al capitalismo en la mas yoria de los paises ex socialista y el ocaso cel marxismo camo, teoria® (Gilly, 2002), Laimposicién del necliberalismo en el Consenso de Wash ington y por los organismos mulilaterales (PMI, Banco Mun= dial y luego la OMG) regresé la discusién econémica alos aiios treinta del siglo XX, cuando Von Hayek perdié el debate ante ‘Keynes, y las poitcas econémicas volvieron al dejar hace dejar ‘pasar de! librecamibismo clisico y alos debates del marxisino original, en una época cuya stuacidn histérica, politica y cule ‘ural no tenfa nada que ver eon los aftos treinta o la mitad del siglo XIX. Los debates sobre la reprivatizacin cle lo ptblco, la desregulacién estatal, la fexibilidad laboral, las ventajas com petitvas, el adelgazamiento del Estado, el papel de la tecnolo~ fa yla informacion, aparecieron como una versién retro. La reconfiguracién de lo urbano buscé adecuarlo al “nue- vo" patrén de acurnulacién, se desdibujaron formas socia les ereadas por el intervencionismo estatal, surgieron nuevas formas urbano-arquitecténicas,cuyo fines la acumulacién de a ees mai in ay an sgn CASS Serum cece gies ar (Sxpeighacae mason com 187 capital; pero los vejos problemas urbanossiguen abi a empo ‘que se aiaden otros nuevos. En a teoria urbana reaparecieron viejos debates pero con nuevas caras, surgieron “nuevas” teorias ante la “crisis de los paradigmas” y la “muerte de Jos metarreatos” decretada por qn posmodernidad (Lyotard (1980), 1990) la teorfa urbana se fragment en miltples parce ya nombre de “verdad Sni- cca? de la globalizaién leg otra vez la nach deo gots pad}, en Tague todo se llama igual, todo ocurre igual y seguimos vién- donos en el espejo en que los otros se miran a si misnnos, Las nusvas cares de viejos debates En las sikimas décadas hemos asistido a la reedicion de diseu~ ones ocurridas en los afios sesenta y setenta, con nuevas carasy afiadiendo poco nuevo material alo yadiscutido. Ast, aparecen Jos debates sabre Ia informalidad, las etapas del crecimiento ‘econdmico, la desindustializaci6n, la revolucion terciaria y el terciarlo “prodactivo”. La informalidad Como seiala Priscilla Gonnally (1990: 81) la discusion sobre lector informal sucedié y se traslapé a a del sector marge nal de la década de los afos setenta. Segiin Alejandro Portes (1995: 119), el concepto aparecié en un texto de la OFF sobre Ghana, en 1971, y estuvo presente en la literatura occidental ‘durante esa década de agotamiento del patron intervencio- nista de acumulacién de capital en Ios paises desarollados. ‘Algunos autores consideraban que el sector informal afectaba la fiunci6n del Estado en dicho patron, por lo que Jo eriticaban: 8 otros como Milton Friedman lo erefan positive por ir contra Ja regulacion y los contrles estatales sobre la economia. En América Latina el concepto sirvia para explicar las formas de subsistencia de la poblacion afectada por el des- empleo huego de la crisis de 1982, La publicaciin en 1986 de “Elotro nde de Hlervando de Soto, precedido de alabanzas del presidente de los Estados Unidos de América, abri la clscu- ign sobre la informalidad en dos esferas: a) el hecho de que tera de la mitad de Ia poblacién econdmicamente activa s0- brevive mediante actividades precaris, acasionales, nestles ‘sociales 0 ilegales, mal remuneradas, sin acceso a servicios Sociales, entre otros; y 6) la conceptualizacion tebrica sobre estas stuaciones reales. Sobre el fendmieno, hay posturas diferentes, aun contra pucstas ideolégicamente,Estén aquellos que partendo de un fiberalismo absteacto y utépico, como De Soto, consideran a Ia informalidad como un proyecto alternativo y “democritico” “libre del autoritarismo estatal~ de desarrollo para la region Pradilla [1988], 1995}; 0 quienes, mis mesurados, la oman como una forma plausible de sobrevivencia de los ectores po- pulares John F Turner, entre otros; Pradilla, 1987: 11.2). Del oto lado estin los eitcos, aquellos que estigmatizan la informalidad por considerarla una “competencia desleal” paca las empresas establecidas; una evasion punible de la legis Tacién sobre todo fiscal y una invasion de los espacios pab ‘que afecta la movilidad urbana. Otros la econocemos como texpresion de la incapacidad del sistema capitalista para ofte- cer empleo e ingreso estable, asi como de dotar de vivienda y servicios sociales esenciales toda la poblacién. Ademis, defen- demos el derecho de los informalesa realizar esis actividades de subsistencia cuando mo sean asociales y mientras no tengan resuelto el problema del empleo y ol ingreso adecuados ues En la segunda esfera de discusion se ubican quienes sostic~ nen la categoria, definiendo la informalidad a parti del incurn= plimiento de la regulacion estatal, sobre todo, de a iscalidad ‘dl uso del espacio pablico Portes, 1989); y quienes critican Ja conceptualizaci6n, negindole validez teérica En lainterpretaci6n més vulgar del “sector informal” en Amé- rica Laina (De So%o, 1986), ea los jucios de valor expicativos y las propuestas de solucién dela problemitica, nos encontramos ‘ala vee con un grave desconocimiento de [a historia, un claro ppredaminio de los valores ideolégicos neoliberales, y conceptns ‘yexplcaciones tomads en préstamo alla “teria de a margina- lida” segin Desal y la apologia turneriana de la autocor ‘rucdén de lo aio sesenta, que a pesar de haber sido desm: tados pieza por pieza porla critica (Singer, 1973; Prada, 1987 [1988], 1995), resurgen ala sombra de neoliberal, ideo- Jogia del gran capital monopolista, populistamente adecuada alos sectores populares, Otras versiones criticas dela “infor ‘malidad” Portes, 1989, se derivan a su vez dela “marginalidad estructural” y la “earia dela dependencia”, variances criticas radicales del keynesianismo de la CEPAL y de la marginalidad de Desal, que no llegaron a romper el cordén urea com sus progenitoras (Kalmanovitz, 1983) Padilla, 2009: 178) Come sefiala Connolly (1990: 78), e “sector informal” no s ‘ve como categoria analitica: no tiene coherencia interna forma parte de un sistema o estructura teérica congruente. Sin considerarto vlido, algunos uilizamos el término por falta de una teorizacion correcta para ubiear estas actividades ya fuerza de trabajo que las realiza, Ante esta stuacién, lo {que tendriamos que elaborar teéricamente es muy complejo, pues incluye diversas manifestaciones sociales, desde las que funcionan dentro de las relaciones eapitalistas ce produccién 0 son fuente de acumulacién, hasta las que se ubican fuera de elas, como forinas precapitalistas de subsistencia de la poblacién. La laxa aplicacién del Estado de derecho y la corrupeion hhan permitido el erecimiento de un mulkifacético seetor em- presarialilegalstuado fuera del sistema fiscal y aduanal tiene relaciones mafiosas y se dedica a la pirateria de marca, al nar- cotrifico yal contraband, al comercio de mereancis robs al rafico humano, al juego y la prosttucién. La consecueacia Ge elo, es que también mantiene a sus asalariados por fuera de Ia legislaci6n laboral y la seguridad social. Al amparo de la i- ppunidad estos empresarios acumulan grandes riquezas fue~ ra dela ley no tibutan al erario piblico, tienen vinculos con la delincuencia organizada y globalizada, asi como con el capital financiero y baneario; estan ligados a las autoridades corrup- tas san la violencia, Seria la fmpenburguesia dela que hablaba ‘André Gunder Frank hace cuatro décadas. En las ciudades de América Latina, entre 30 y 50% de la poblacién ocupada sobrevive con la artesania y la reparacion ‘de objetos, el comercio ealiejro, os servicios personales, la venta del cuerpo, la delineuencia individual u organizada, etc Actividades que estén por fuera del sistema fiscal y dc Ia legis lacim labora asimismo, la poblacion que se dedica a estas ac- tividades se encuentra excluida de la seguridad social y otras prestaciones, tiene ingresos bajose inestables y labora en con diciones de trabajo inadecuadas o infrafumanas, en ocasiones cn la esclavitud, Una parte de esa poblacién trabaja también fuera dela ley en actividades asocales, improductivas, de venta del cuerpo, o sobrevive en la mendicidad; afectan la seguridad poiblica y la habitabilidad en las grandes ciudades; seria el ‘honperraltariads de} que hablaba Marx. El sector desubsistencia, sobre todo el comerciocallejero, se relaciona con el empresaralilegal, que lo surte, controla y ry retiene la ganancia; al mismo tiempo, es una forma de sub- sistencia para la poblacién que no ¢s absorbida por el sector “formal” de la economia. Ademés, el sector sive de canal de comercializacién de productos de baja calidad, accesbles para la poblacién pauperizada, ‘Se ha multiplicado también el trabajo precario en empre- sas “formales” de todas las ramas (aun en las de mayor tala), caracterizado por bajos salarios, ausencia de contrate laboral y prestaciones sociales, jornadas de trabajo por fuera de laley y condiciones laborales inadecuadas, Se ha formado un merca- cdo negro de fuerza de trabajo en el que participan empresas “formales” como compradoras de mano de obra “informal” ‘Lai porturas de los estados latinoamericanos ante Ia infor- ‘malidad han sido variables en el tempo, e tetitoro y la case social: combinan la tolerancia omisa, la integracién mediante la regularizacion y la inclusién en las politcas piblicas cle apoyo y crédito, o represion. Las politieas de erradicacién del sector informal en sus vertientes capitalsia y precapitalista, han dado resultados muy limitados: han privilegiado la accion contea la informalidad popular, delando actuara los empresaris ilegales, hacen tabla rasa de las diferencias internas del sector y no gole pean por igual alas formas tradicionales (tianguis, mereados callejeros, prestadorescallejerosde servicios legales), oa los di tribuidores de mercanciailegal Esta complejidad es una causa de la cffcutad para elaborar una teorizacién adecuada del fe= rnéueno: pero los mmitiples trabajos sobre el tema en el conti= nente, serian wn punto de partida importante para su concep twalizacin. Creemos urgente avanaar en este camino y que la sclucign se encontraria en la teoria marsista, a partir de los. con ‘eptos generales de desarrollo desigual y combinadi, explotacin absolutay relatva,ejército industrial de reserva y superpoblae «iin rlativa en su diferentes formas Pradill, 1984: 691 vs, we Las etapas del crecimiento econémico y urbano (Cuando se afirmia que la revolucion terciara, especticamente urbana, es la sucesora necesaria de la Revolucion industrial, como ésta a su vez fue de la revolucién agricola, estamos re- Viviendo una argumentacién de los aftos sesenta, que tuvo dos vertientes: las etapas del crecimiento econdmico en el ca Pitalismo y la sucesién lineal de los modos de produccién y la construccién del socalismo, En el primer caso el planteamicnto de W. W. Rostow soste- nia la linealidad del crecimiento econémico, transitando por cinco etapas: /) la sociedad tradicional; 2) la creacién de las, ‘condiciones previas al despegue; 3) el despegue; 4) el progre- so hacia la madurez; v5) la era del consumo de masas, como Ja madurez Rostow [1960], 1963: 16). La discusién fue com= plea; medio siglo después parece enterrada ante el hecho de «que las sociedades atrasadas, incluidas las latinoamericanas, combinan desigualmente las cinco etapassin que la madurez, el crecimiento sostenido, incluyente, equitativo y sustentable sea predecible en el tiempo; mientras tanto, las “sociedades avanzadas” parecen regresar en el camino al reintegrar for- ‘mas tradicionales como el trabajo a domicilio, el trabajo pre cario¢ informal y la esclavitud. En la construccién del socialismo como alternativa al capitalism, se discutié sil secuencia lineal estalnista de bar- bare, comunidad aldeana, esclavismo, feudalism, capialis- ‘mo y socialismo era real y necesaria, exigiendo que la implan- tacion del socialsmo tuviera como prerrequisito el desarrolla pleno del capitalismo. Luego de la muerte de Stalin la pu blicacion de textos como los borradores de £ capital (Marx (1857-1858), 1903) permiti6 superar la discusién teérica al parecer las cistntas vias del desarrollo planteadas por Marx i (evclucion, conquista ¢ imposicibn,superposicin, fas, re- olucién)y sus esbazos sobre los modos de produecién germ tice asitico, no incluidos en la secuencia “oficial” y simul. tneos al esclavismo. “El andlsis lineal de los procesos sociales y la transposicibn de los modelos sobre el ciclo de vida de los seresbiol6gicos al fambio urbano, han llevado a algunos investigadores a identi- fear fuses sucesivas para las mutaciones técnicas, eon6micas 4 terrtorals: desde la centralizacin y el fuerte crecimiento Je las ctapas iniciales(periodo de urbanizacién, las chudades hrabrian avanzado hacia tna expansion periférica progresiva (euburbaniancion), acompafiada por el declive de sus dveas cen- trales, que al acentuarse habia dado paso a una fase de destr- panizacién, unida a una mayor dispersion del crecimiento; ce- + rando el ciclo eon una recuperacién de los atractivos urbanos {que inauguratia un nuevo periodo hstdrco: a reubanizaciin {citado por Sobrino, 2003: 198). ete esquema cicular de rlacién lineal causa-efecto, Meno de simplismo, ignora la accién de factores socioeconomicos tendégenos o exdgenos contrarios a Ja reurbanizacion: agota- sniento de recursos naturales, elevada contaminacién ambien- tal alton precios del suelo, saturacién de la vialidad, mayores ‘costes laborales, pérdida de compettividad internacional, cam bio teenol6gico, poiticas piblicas de desconcentracion, et Deja también de lado las contratendencias favorabes ala reur= banizacién: ventajas de localizaciOn y aglomeraci6n, relacién con centros de investigacion y desarrollo, paliticas pablicas de ‘promocién, cambio tecnolégico que permite la permanencia Ue industrias en dreas urbanas, revalorizacién de areas cen~ tales por renovacién, o movimientos de legada de capitales, cc, Estos factores postivos o negatives modifican la aparente naturalidad del ciclo (Marquez y Pracilla, 2008: 28-29), El esquema no contempla la posibilidad de que ocurran, ‘al mismo tiempo, procesos de desurbanizacién y de reurbani zacién, como se observa hoy en metrépolslatinoamericanas ‘como el valle de México, Santiago de Chile, Sao Paulo, Bue- ios Aires, Bogoté y otras (Pradilla, 20102). Al revisar Ia histo- ria urbana de la segunda mitad del siglo XX, encontramos que ‘en otros momentos también se combinaron procesos de reno~ vvacidn eentral y de expansién periférica. 1a desindustralizacin y a revelucion teriaria Los esquemaslineales surgieron también en la discusién sobre Ja desindustrializaci6n, la cual aparecié como tema impor tante de diseusién de los economistas en los paises desarvolla- dos, a raiz de la pérdida de dinamismo de la industria en los afiossetenta ¢ inicio de los ochenta, aunque fue abandonado mAs tarde, Des ln recesion de 1982 la observaos en las me~ ‘épolislatinoamericanas (para la ZMVM: Pracilla, Moreno y Marquez, 2011), En la discusion sobre los patses desarrolla- dos se afirmaba: Rowthorn y Ramaswamy no atibuyen al términe desnducia- zacén un sentido negativo sino que, por el contrario Jo consi- eran un Kintoma de desarrollo econdmico extoso en el cual, durante la primera etapa de industrializacion se produce el traspaso del empleo desde Ia ogriculara hacia la manufactura y luego de preducid esta primera etapa de industializacién, des- de éta aca oe servicios (taco par Kulfas y Ramos, 1999: 34) Gustavo Garza (2006; 30 ss) asume esta secuencia histrica aque considera postiva y airma que ya se manifesta en las ciudades mexicanas. rey En el debate sobre la desindustrializacién participaron otros economistas. Cohen y Zysman afiemaban, en 1989, en tn texto colectivo del Instituto Teenolégico de Massachusetts (ptr, por aus siglasen inglés) que el fendémeno de crecimiento relativo del sector servicios es irreprimible, pero no garantiza nil retorno al crecimiento ai el equlibrio externo, porque el tlominio de los servicios extratégicos sigue dependiendo de los ‘onocimientos manufacturcros de los cuales no son sino un pro- tdueto adjunto, El crecimiento interno y el equilibrio externo {que constituyen dos dimensiones inseparables del bienestar ‘econémico no pueden ser abtenides sin un s6lido y potente sector inanufacturero (itados por Coriat, 1988: 54-98), Estos antoressustentaban sus afirmaciones en: Ios servic Gos, en particular los que generan un alto valor agregado, son productos agregados y dependientes de la actividad mamuface turera; 6) la productvidad del sector servicios es menor que la del sector manufactureroi ¢) no se puede recurtir al inter- cambio de servicios para reequilibrar las cuentas externas;* 4 los ingresos obtenidos por el intercambio de Ia propiedad intelectual son muy inferiores alas rentas teenoldgicas cautivas “Be in ey bac ne capi tne sereopoes aia bee coin oi ROME SM STEEP iS Sesw naemacanl amano ees lis a0 — ln fgets hin mpm ies rome LELSCeybepesce ase poor ner eapnnielcninn cenen Miche foc en rte er "iene acral zm SURSRASSa AES Shc eens licen ror (Geiidtese Sedan ttwnea acer natn a re sina ‘Bayer 01-8, 1 Tse de pep eh deo ens a presi hconmreliatrcosey ogre pi cabs rae SEES Ci sem sett sna pr cet ‘Sev pork ma Ge epracnes epodnn yn pore eis Sep 8 [Beli spee dd cocina cr pore asters Lntoasekanae (tee rt neon ema dehiscent mic never} asedetparipuse enw depress aed 199 ctr los productos de masasy ¢) por lo tanto, es necesaro impa- sarun proyecto de reindustrializacién cuando se constata el de- tamiento del sector (Marquee y Pradila, 2008: 24 y ss). Estas relaciones se comprueban en los paises latinoameri- canos y sus ciudades con el hecho de que la industrializacién fue la impulsora del crecimiento absoluto y relativo del sector terciario, al tiempo que decrecian el empleo y la participacién en el PR del sector agrario. La diferencia de productividad entre la industiay os ser- vicios explca dos hechos de gvan importancia: el sector indus- ‘vial diaminuye ms rpido su presencia en t€rminos de uni- dades productivas y personal empleado que el de servicios, a valor agregado constante, por el alto diferencial de produc- tividad a favor de la industria; y por la misma raz6n, el rapido crecimiento del sector servicios en un ambito territorial no implica un crecimiento del P18 y del ingreso local ni el mejo- ‘amiento de sus terminos de intercambio, Los poskeynesianos sostienen que la desindustralizactén tiene graves consecuenecias negativas yrecuerdn que dela ob- servacién de las tendencins pasalas del crecimiento econdimico en su eonjunt, se deriva que: [ur] a taza de crecimiento de la economia ha sido siempre de- ppendiente principalmente de la tasa de crecimiento dela in- ‘dosti y esta misma rasa est fuertemente correlacionada con quella del crecimiento de la productividad manufacturera En estas condiciones, Ia misma reducci6m relativa de [a indus twa significa el riesgo de ver stenuarse o romperse uno de los resortes esencales de la dinimica econimiea pues la caida del dinamismo manufacturero se transmite a la economia en su conjunto, Quienes sostcnen esta tess no dejan de remarear que ayer coma boy; la productividad de los servicios independien- emente de la ificultad que haya para medina) es siempre netie ‘mente inferior ala del sector manufacturero, De abt la idea, también defendida, de que las sociedades tercarias corren el fuerte riesgo de ser consttaidas por economias con erecimien= to lento 0 en todo caso més lens con respecto a ls que fue zon las tasas de crecimiento del periodo del rapido desarrollo ‘maniaacturero (Coriat, 1989: 35), Este argumento es més tajanteen el andlisisneomarsista, que parte dela tes de que el sector terciario (comercio y servicios), fs improductivo, no genera nuevo valor y sustenta su activi- ddad enos valores producidos en el sector industrial, los cuales Jntercambia o utiliza como medios osoportes de su actividad compartimos estos planteamientos. ‘Lo mas sigificativo de la nueva economia es la informé- tica que se sustenta de forma material sobre la produccin de equipo de cémputo, video y sonido, de transiisign de infor- ‘macién y de comunicacién aérea y espacial, salidos de a indus- trig; el sector comercio, en el itercambio de bienes depende de la produccién de éstos: se vende lo producido o lo que va 1 producirse a partir de su preventa, cuando hay capacidad para hacerlo. 1 Consideramos equivocada la afirmaciéa de que la conso- lidacién de la metrépoli madura esta relacionada univoca y disectamente con la desindustralizacién-terciarizacion, que sustituye la base produetiva anterior por tna economia de ser~ ‘icios einformacin,tesisligada a la idea de la sociedad posin- dustrial como avance social, pues en las sociedades atrasadas, teste proceso implica costos sociales muy altos en desempleo abierto, muliplicacién del trabajo precario y asocial, lampe- nizacién, pauperizacion y pérdida de dinamismo econémico turbano (Pradill, 2009: cap. VID. [Algunos autores, desde supuestos tebricose ideolégicos que np compartimes, explican la contraccién de la base industrial de las ciudades como parte del proceso “natural” de desurba- rizacion o contraurbanizacién que asuunen como una tenden- cia inherente al desarrollo ce las sociedades capitalists avanza- ddas en su transicidn hacia la sociedad posindustrial. Tampoco compartimos la conclusion de que Ia desindustilizacin re- Tativa la péreida de peso relativo de la industria en la estruc- tura cvonémica de un émbito territorial la ciudad), 0 la ab- soluta (pérdida absoluta de establecimientos, empleo, eapital acumulado y producto) sca resultado de procesosLineaes inhe- rentes ala logica general de cambio. ‘a desindustializacién en las metrépolis latinoamericanas ‘es resultado de la combinacién de procesos negativos, no inevi- tables, eversibles para evtar sus costos falta de sustentabilidad. ambiental, deseconomias de aglomeracién, decsiones especule tivas del gran capital, ausencia de pliticas de reindustilizacion, ‘opcién por la “vocacién teciaria” y politieas plas de desin= strializacién, etétera (Marques y Pradila, 2008: 99 y ss). Aportosy limites del regulacionisma? ‘A mediados de lo aflos setenta, cuando en Europa se obser- vba el agotamiento del patron de acumalacién con intervene cin estatal (economia del bienestar) inicié su desarrollo una Corriente tebrica que segin sus integrates, surgié del sinere- tismo entre el marxismo y el keynesianismo: la teoria de la regulacién (Boyer [1987], 1989: 38). Se ubicaba enc] andiss econémico sin pretender construir una explicacién de exras 199 esferas de I visa socal. Su aporte ms importante se localiza en el anilisishistrico de las estructuras ecomémicas ~sobre todo productivas~ capitaistas nacionales, en especial de: «) los regienes de acum [J €l modo de distribucidn y de reasignacién sistemtiea del ‘producto social que logra en un periodo prolongado, cierta Aadecuacion entre la transformacién de las condiciones de pro- duceién (volumen de capital inven, dstimcién entre las a> ‘mas y normas de produccién) y las transformaciones en Ins condiciones del consumo final normas de consumo de es as8- Tariadesy de las otras cases sociales, gasios colectvos, etcétera) Cipiew, 1984: 117; 4) el mado de reguloidn: [..)] el conjunto de las formas institucionales, zedes, normas explicitaso implicites, que garantizan la compatibilidad de los campartamientos dentro del marco de wn régimen de acum Jacion, de acuerdo al estado de las relaciones sociales, y mas alld de las contradicciones y del carscter conflictivo de las we laciones entre los agentes y los grupos sociales, Es deci ls megulaciones dela relaciém salarial, dela reasigna~ cin del eapital-inero, del reproduccion y la administacion del dinero, y de las formas de las intervenciones del Esiaco, de lo jurdico alo econémico (Lipict, 1984, 117 2 119}; 4) el estudio detallade de la naturaleza de los procesos de tuabajo y del papel de la tecnologia en ellos, en los diferentes regimenes de acimulacin (Carat, 1990 y 1991), poco desarro- lado en la teoria econdmica y lvidado en el ands territorial yurbano. 200 Las erticas al regulacionismo desde ol marcismo fueron Asperas. Se seial6 como problemético en lo metodologico su ‘eclecticismo genético, su estructuralism, la fragmentacion ca- tegoril, el “ariculacionismo”, el espontaneismo al que con- duce sa concepcién de las relaciones entre los sujetos socia- les (Psychopedis [1990], 1998), el determinismo tecnolégico presente en sus ands Esta teoria tiene como limites: a) el abandono de la ley del valor, piedra clave de la teoria marxista, sustituida como nticleo explicativo del fancionamiento del capital por formas fragmentadas de regulaci6n; b) la separacin entre las que considera “leyes objetivas cet funcionamiento del capital” y la Jucha de clases, lo que le impice ser itil para el analisis de las relaciones capital-trabajo asalariado en la esfera econémica: asi como para comprender la relacién entre ésta y Ia politica cn su nivel mis general (Holloway [1990], 1994; Holloway y Pérez [1990], 1994) cla ansencia de interpretacin de ls re- laciones capitaistas a excala mundial, del desarrollo desigual entre paises yla dominacién internacional de unos sobre otros, tun aspecto esencial para el andlisis de la economia actual, so- bre todo en las soviedaudes atrasadas, y para el estudio de sus procesos territoriales; yd) su reduecién al ambito econémico, sin tener en cuenta las estructuras politicas ¢ ideologicas, ¢s deci, a ausencia de constitucién tedrica de la totalidad social y dela insercién de lo econémico en ela. ‘Se reduce as la potencialidad de sus aportes para el and lisis pormenorizado de la esfera productiva en las distintas fiases del desarrollo capitalista, que consttuye su mérito pri- ‘mordial, Estas limitaciones son evidentes cuando se pasa de lo productivoc lo econémico, al “espacio” regional y urbano de lun mde de regulacin (Leborgne y Lipietz, 1987 y 1989; Benko y Lipietz, 1992) 2a Reconocemos a importancia de las determinaciones de las condiciones concretas de funcionamiento de Ja produccion in- dustrial (prefordista, fordista 0 posfordista segu Ia periodiza- ‘cin regulacionista de capitalismo, la eval no compartimos) sobre lo regional y urbane, ignorada por las teorizaciones anteriores all se encuentra su aporte y debemos integrar este aspecto a la elaboracién teérica. Sin embargo, el ternitorio se conforma a partir del despliegue del conjunto de las relaciones sociales, econdmicas, polticas ¢ ideologicas (Pradill, 1984), ‘por lo cual los esbozos de anilisis regional y urbano regulacio- nistas son parcelaris, o extrapolaciones mecfinieas del ambito de la produccién en sentido estricto, al de la torabidad social, territorial o urbana. La teotizacién, periodizacién y modelizacién del desarro- Ilo de la estructura produetiva capitalsta en la fase posfordista conduce a modelos espaciales cerrados y desarticulados unos de otros—via neotayloriana, vi californiana y via saturniana (Leborgne y Lipietz, 1987)-, que arrojan luces sobre e! i= ppacto de los cambios en los procesos productivos sobre la lo- calizacin industeal, su ervitorialidad y sus efectos en otros clementos de la estructura territorial, Pero no dan cuenta de las complejas realidades socioterritoriales que produce su desarrollo desigual y combinado; menos aun, de sus rlaciones ‘complejas con otras esferas de la vida social y de las estruc- turasfisicas, imbricadas en la totalidad territorial y urbana, ‘La aplicacion de la teoria regulacionista al andlisis de las estructuras territoriales latinoamericans afiade a las anterio- res limitaciones: a) la aplicacién esquematica, poco profunda de los conceptos generales de la teor‘a;b) el uso de “formas” ceconémicas y teritoriales elaboradas a partir del andlisis histo- rico de otras realidades nacionales ala situacién latinoameri- cana, sin mediar su comprobacién empiica 0 Kigicay a falta one de investigaciones histbricas sobre laregién o paises coneretos utlizando las herramientas tebrico-metodologicas edaion ts, que validen la existencia del firdismo peri, la identidad centre reestructuracion neoliberal ytrénsito al posfrdisme per- (Price; la presencia de una o mds vas espaciales ipieteianas, y sus caracteristicas particulares;y dj la ausencia de un método de interpretacin de la insercién subordinada de la sociedad y Jos territorios latinoamericanos en el sisterna capitalista mun- dial, enel campo de fueraas geoceonémicas y geopoliticas de Jos Estados Unidos, sus relaciones de hegemonia y dominacion ‘concreias, y sus expresiones terrtoriales(Storper, 1968) ‘Los conceptos regulacionistas en sus derivaciones territo- riales han sido divulgados ampliamente en América Latina, ‘usados como modelos sin un anslisis critico, sn intentar eva- Jar su existencia real en la regién, sin adapta los conceptos yy modelos a nuestra realidad, lo cual hace que pierdan su r- ‘queza y utilidad analitica y metodol6gica. Laglobalizacién, rostro amable del imperialismo? No hay duda de que el patrén neoliberal de acumulacién de capital, aunque no ha curplido sus promesas de crecimiento ecandmico sostenido y mejoramiento social, ha traido profun- dos cambios en las sociedades y sus territorios; entre ellos la formacién de un mito ideoligico® que uni a los contrarios tedrico-politicos y que se convirtié en verdad ‘ica, al mos- trar una careta amable que oculta el imperialismo de hoy: a en Pia 2909- VI. ma un yp oy eco proc de ela peo ‘Sum jieemaea dete oo oes _— 203 la glebelizacin. Los politicos, sin importar su origen o supuesta poricidn de clase, dela derecha a a izquierda, hablan de Hlobalizacién, sus amenazas y oportunidades; se han eserto niles de ensayos tedricos y andlisis concretos, cuyas paginas testan llenas de menciones a ese “novedoso” proceso econé- mico, social y politico que, como la tercera persona de la san tisima trinidad cristiana, esta en todas partes pero nadie Ia ve yy nadie Ia puede earacterizar en forma precisa. "También han sido muchos los invesigadores que han crit cado, desde distintas posiciones y con énfasis diversos, la glo- balizaeiGn como ideologizacién e identificacin espuria de un proceso mulisecular con el patrén neoliberal (entre otros: Amin [1997], 1999; Gray [1998], 2000; Petrasy Veltmeyer (2001), 12003; Amin [2001], 2003; Alvater y Mahnkopf [2000], 2002). Cada momento histérieo trae consigo nuevas formas y procesos sociales que se combinan dle manera compleja com lo viejo, hasta que éste desaparece y lo nuevo se hace viejo ante tras novedades, Asi sucesivamente hasta que un cambio radi- cal del modo ce organizacién socioeconémica cambia todo el edificio social, de los cimientos hasta la superestructura, ‘Side lo que hablamos es del proceso de ampliacion, pro- fundizacién y dominio territorial de las relaciones sociales ca- pitalistas, este proceso se inicia en el siglo XV con ¢l descubri- siento de América y su inserci6n en la acumulacién originaria de capital, las grandes migraciones europeas y la integracién de “Africa a la acumulacién mediante el trafico de esclavos. Des- de entonces, la mundializacién del capitalism ha tendo avan- ces y retrocesos, reconocemos que finales del siglo XX logré tan gran triunfo: acabar casi totalmente con el soiatnma ral, que algunos considerabamos uma deformacién burocratica y despitica del prayecto de los socialistas revolucionarios de fina les del siglo XIX y principios de! XX. Hoy, el modo capitalista de produccidn y organizacién socioeconémica sigue en pie ante el fracaso de ese “socialismo”. Durante los ses siglos transcurridos, el capitalismo se ha desarrellado cualitativa y cuantitativamente, ampliado geogrée ficamente, profundizado su penetracién y control de les pro- ‘cesos, asi como las formas sociales, econbmicas y territories, pero siempre en forma desigual, asinerénica en el tiempo, los {erritorios y las formas penetradas. Con avainces y rettocesos de ‘manera fragmentaria, dando lugar a una compleja combina- ion de stuaciones desiguales y diversas, donde al lado de dm bitos desarrollados cle capitalismo mundializado (lo nuevo), tencontramos otros parecidos a los relatados por los viajeros colonizadores de América hace cinco sigls: lo viejo modi ficado y degradado; y muchas formas colocadas entre unos yyotros, subsumidas real o formalmente al imperialsmo de hey @Pradilla, 2009: cap. VI. Tereirizacin, servicios expecializados la produccion y Gudades globes" ‘La mas popular de las desivaciones de la globalizacién es ciudad global descrita por Saskia Sassen ([1991], 1999). Mu- chos autores latinoamericanos adoptaron este concepto y lo aplican a las mayores metrépolis latinoamericanas 0a toda ci= dad grande o pequefa que mantenga una relacion cconémico- social con los paises desarroliadas, sabre todo con los Estados Unidos de América. No discutimos aqui el concepto de ciudad global en gene- ral, lo su aplicacién en Latinoamérica, por carecer de Ia in- formacin para discutir los planteamientos de Sassen, y porque adem rai 299 pV, 5 la denominacién podria ser vida para las metrOpolis dome nantes en las econom{as que forman la triad imperialista del capitalismo (Amin [2001], 2003). Sassen analin las caracteris tieas de Nueva York, Lonclres y Tokio, a las que considera los nodes fandamentales, os centros dominantes en la acuma- lacién de capital a escala mundial, las ciudades eapitalistas hhegeménicas de hoy. En palabras de Sassen: ‘Mis alla de su Langa histerfa como centros del comercio y la ‘banca internacionales, estas ciudades tienen hoy cuatro fan- ‘cones totalmente nuevas: primero, como puntos de comando lamente concentrados detde los que se organiza la economia ‘mundial; segundo, como lecalizaciones claves para las fina tas y ls empresas de servicios especializados o del terciario avanzado que han reemplazado a la industria como sector ‘econémico dominante;tereeo, como lugares de produccién y ‘de geteracin de innovaciones vinculadas a esas mismas act ‘idades; ycuarto, como mereados para os productos y as in- novaciones producidas, Estos cambios en el funcionamiento de las ciudades han tenido wn impacto masivo tanto sobre la actividad econémica internacional coro sobre la forma urbac nas ls cindades concentran hoy el control sobre vasos recursos, los sectores de las finanzasy os servicios especalizados han reestructurado el orden social y econémico urbano. De esta forma ha sparecido un nuevo tipo de ciudad. Estee a edad lobl (Sassen (1991), 1999: 30, cursivas nuestra ‘Subrayamos la naturaleza cualitativa de esta caracterizaci6n; nose trata de caractersticassurgidas de la cantidad de pobla- ‘cidn o la extension fisca de Ins ciudades, pues dos de ellas (Londires y Nueva York) no esti en el primer nivel jerarquico de potas eres, ie dea especifcidad del desarro- 208 Algunos autores (Parnteter, 1998; Garza, 2000; Pérez yroponen que el desarrollo econémico, social {territorial desigual genera otras ciudades en todos los mun tdos, que reproducen en escala, cantidad y calidad diversa y fen distintos momentos algunos de los elementos, procesosy es tructuras de ls ciudlades hegeménicas por lo que aleanzan el calificativo de ciudades globales y tratan de ubicarlas en orde- nes jerarquios." "El riesgo es alto cuando los investigadoresubican alas me- tnépolis, que son parte de las economias y soriedades domi- nnadas del tercer mundo, subordinadas a la triada imperialis- ta, en un lugar cualquiera de una clasiticacin jerérquica de ciuudades globales sin la informacién estadistica y factual ne~ ‘cesaria para comprobas la presencia de los elementos, las es. tructuras y los pracesos esenciales en la caractenzacion de Sassen, apoydndose silo en Ia jerarquia poblacianal o de fun ‘cconémica general, o bien en su papel de eapitales poli- ticas de estados nacionales, ‘La moda lleva a otros autores @asignar un lugar en una red de cndadesglobles todo centro urbano, sin tener en cuenta sus caracteristicas estructurales, que por cualquier razén, ya sea Significativa (maquila, pasos fronterizos de migeacion, acti- vidad portuatia), 0 poco importante (comercio de productos agricolas o mineros, turisme), tienen relaciones con las econo rnias y sociedades hegemonicas 0 son parte del terrtorio teal 6 imaginatio de despliegue de la globalizacion. ‘Los excesosy“libertades” metodolégcas de algunos auto- 1 Boas owe en dei avn de as dba ma ha ete i epee necro Reconociendo la dificultad que observa en Hall y Friedman para elaborar tna jerarquia de ciudad globals secundarias ‘Garza (2000) se refiere a as megeciudades (grandes ciudades), tsando la clasficacin por tamafio de poblacion, para ubicar fla Ciudad de México (més exactamente, la ZMV™), como ‘Ma segunda més poblada del planeta”, en el ambito de fe glo- tt, y responder afirmativamente a su pregunta “La megacit- dad de México zurbe global?”. ‘Al tratar de responder a la interrogante geémo coexisten, dos mundos dstncos en wn mismo espacio? y explicar la ‘existencia entre la integracion de megaciudades latinoameri- anas en la red de cidade globales del capitalismo, y su atraso tecondmico-social, Pérez Negrete (2002) recurre al “dualismo” planteado por Borja y Castells (1997) no reconoce que nurstras metropolis “no son” ciudades globales, pero estén integra das subordinadamente a la acumulacién capitalista mundial, su desigual desarrollo; su atraso, es causado ala vez por el fancionamiento del capitalismo local y del imperialismo glo- bal, No hay “dualismo”, sino una situacién especifica de com- binacién estructural de dos grados de desarrollo, ‘Para insertar a México y Sao Paulo (“ciudades beta” ni- vvel8), Caracas y Santiago (“ciudades gamma” nivel 6) y Bue- ‘nos Aires (ciudad gamma” nivel ) en una diseusible jerarquia cde ciudades globales, los autores citados por Pérez Negrete re- ccurrieron a cifras de participacion relativa de los sectores eco- ‘némicos en la escala local, o en la nacional, y no en a mundial aque seria la que podria clasiicarlas como “ciudades global”. Segiin el Global and World Cities Group y Taylor, las “ciuda- ‘des globales latinoamericanas” llegarian a 11 y podsian inte- grarse otras en cl futuro (De Mattos, 2002). ‘Sin embargo, las metropolis latinoamericanas clasifica- das como ciudades globales, carecen de los elementos, estruc- tras y procesos sobre los que Sassen construy6 el concepto,, pues aunque son tanto o més grandes en poblacién y exten= sin que las estudiadas, su papel en ta acamulacién mundial ‘std cn Ja antipoda del que éstas tienen La primera de las caracteristicas de la economia de la cite dad global, no se presenta ni squiera en Sao Paulo, Buenos Aires o la ZMVM, subordinadas financieramente a Londres, "Tokio sobre todo, Nueva York, donde estin Ins casas matrices ddl capita financierotransnacional, sa gestibny la propiedad del capital. Los nodes financieros latinoamnericanos carecen de po- der de comando sobre areas econémicas distintas de sus paises ‘y algunos vecinos mas debiles,tambin subordinados los cen- tros financieros mandiales. Recorcemos que uno de ls “logros de la apertura de los paises latinoamericanos alos fujos de ca- pital extranjefo, fue que su sector financiero y bancario cayes rmayoritariamente en manos de bancos, grupos de inversin, casas de bolsa, ete, transnacionales. La segunda caracteristica, la presencia de “empresas de servicios expecializadoso del terciario avanzado que han reem~ plazado a la industria como sector econémico dominante”, tampoco tiene en las metrépolis de América Latina la impor tania estructural que le asigna Sassen: Estos servicios (ala produccién} son parte de una economia intermediaria més amplia. Las empresas pueden producirlos “y muchas Jo hacen~ 0 pueden comprartos en el mercado, Los servicios a la produccién cubren las siguientes areas: fi hnanzas, aesoramiento legal y de gexidn general, innovacio nes, desarallo, digi, administracin, personal, tecnologia de produecién, mantenimiento, transporte, comunicaciones, dis tribuci6n a gran escala, publicidad, limpieza, seguridad y le ‘macenamiento, Un importante componente de estos servicios 209) ‘ala produccidn es el conjunte diverso de actividades donde se rmezelan mercados de consumidores finales y mercados em presarios Sassen [1991], 1998: 120) Algunos de estos servicios se prestaban antes al interior de las empresas industiales y eran registrados en sus estadisti- cas, pero como parte del cambio en la divisién del trabajo, faeron externalizados en empresas independientes o contra- tados con empresas expecializadas en funcién de la economia, de costos o del aumento de calidad, Este proceso es denor ado misuring. “La exteralizacin de partes de a actividad mamacurera bajo la forma de odsaing, de dificil cuantificacibn, se produce ‘en las metrépolis ltinoamericanas pero con una intensidad ‘menor que en los paises desarrolades: por su menor desarto~ Lo industrial relativo; porque algunas actividades externali- zadas se realizan en lay mismas empresas transnacionales 0 «em otras ubicadas en Jos paises donde estan sus casas matrices finvestgacién y desarrollo, diseio, publicidad, marketing, ase- soria legal, contabilidad, et) por el poco desarrollo de las em- presas industriales medianas y pequeiias locales; y el bajo nivel operativo de las empresas de servicios especializados locales. En América Latina, para hallar pruebas del dominio de os servicios espcializados sobre la produccién industria, se usan generalizaciones incorrectas. Para probar la hipétesis dela pér dida de peso de la industria frente a los servicios, como parte de a revolucién tercaria y la servicalizacin, autores como ‘Garza asumen que los servicios soa la totalidad de las empre~ sas, trabajadoresy valor agregado de todos los subgrupos del sector teriario, incluyendo ls aciviaades comerciales ee na- turaleza eeonémico-social muy distnta de la de los servicios. Igualmente, ubican como eomercio y servicios al producto, 20 que sven a todas las empresas einsttuciones, donde estin el ‘comercio y los servicios prestads a las empresas industriales lagrarias productivas, que sélo constituyen una fraccin die cilmente idetficable del total, pero también los que sven a Jos dems sectores de actividad! econbmica y social: comercio, gobierno, otos servicios, etcétera (Garza, 2006: 124 y ss, cua. dro IVI y ss) Reconocemos que Garza separa el comercio y los servic ios al “productor” (exactamente alas empresas e institucio- nes de diversos sectores), del comercio y los servicios al consu- ridor, desde el comereio de alimentos hasta la educacién, la salud y la recreacién, que son parte de la reproduccién de la fuerza de trabajo, del no trabajo y de los desempleados, es decir, de toda la sociedad, no s6lo de los trabajadores de la industria, y menos ain, de Ia produccién de las empresas in- dustrales, ademas de que tienen una naruraleza social distinta (Pracilla, 1984: cap. 2), Los servicios que aportan valores de uso mercantile 0 n0 ‘mercantilizados~ a los consumidores finales (personas en edad no labora, trabajadores empleados o desempleados, empresac +o come individuos) o que no tienen relaciin con a produc- ifn, s6lo podrian incluirse en los servicios a la produccién mediante una generalizacion arbitraria. Los tansportes as comunicaciones y ¢] almacenaje forman paste, desde la pers- peotiva de Marx, de ls cndicions generale de la produc, ne~ ‘eesarias al proceso de produccién y que aftaden valor 2 los productos Pradilla, 1964: cap, 2). Otro problema en la clasfcacién de Garza y otros auto- tes es la inclusion en los servicios especializados al productor, de los generados por el sector informal, que entran en las cuentas nacionales de cada rubro, pues difcilmente pueden ser los que resuelven las necesidades de las grandes empresas au industriales dorninantes. Lo anterior elimina la valider de esta “prucba” cstadistica para demostrar que la servicalizaci6n nos leva a formar patte de fa red ce ciudades plobales La tercera caracteratica setialaca por Sassen se entfenta ‘muchos estudios que miestran la dependencia tecrokigica que adeced Ie industria y los servicios ea América Latina, ca cl ‘campo de la imvestgacion, el desarrollo y la produccibn te inno vaciones en os paises hegeménicos de eapitalisina, que actin ‘somo tno de los factores causales del historico défcit estruc- tural de la balanza comercial de nuestros paises. Esti m)iy doe ‘cumentada la ausencia de un néicleo dindmico de adaptacidn e innovacién tecnolégica en América Latina, en los campos Clave y motrices de la produccién (informitica, acronautica y espacio, Biotecnologia, genémica, nuevos materiales, ec), la ‘ual aetia como cuetlo de hotella de nuestro desarrollo. Tax cwarea caracteristca sa poseen las meteOpolisfatino- americanas, pero en su variante perversa, ues por as ausen hay antes seflaladas, son compradoras masivas de tecnologia. ‘prodiuctiva y para Jos servicios, sibve toro en la informénica y Jas telecomunicaciones, 1Las'grancdes ciuciades latinoamericanas enfrentan procesos de desindustrializacion mareados por la desaparicién Fisica de la production, desaerollostecnoléyicos muy desiguales con pre- dominio de los atrasados, una terciarizacion polarizada do- rinada por ef trabajo precatio y actividades de subsistencia, "Lace eet meen nonce pecs rae tei pra gat stcpainn rasnensg acres carbon £4 Son soma taper Se epg mp de de pene 23o dng avs 09aqpe nies Yl Se nae emer as mea oe ‘omit aro taua remain staan ldoctasy conker ‘ise ions yempam data wie ngensaclns ene ae ee ‘Sin lieu yes nen orn othe tat mores a ‘un mercado interno muy estratificado y excluyente, la earencia de infraestructura adecuada a la reproduccién del capital y la fuerza de trabajo, la pobreza extrema y la violencia urbana, vinculada a la acumulacién global de capital a través del nar- cotréfico y el contrabando (Pradilla, 2009: VIM). Estas no son caracteristicas de las ciudades globales descritas por Sassen. ‘Sassen sefiala otro aspecto a tomar en cuenta cuando pen- samos en la validez de los listados jerarquizados de ciudades alobates: Ll ig eepacion de enapresas estatales,incluida lade los bancos stax patios en 1962; y la apertura comercial internacional alam su panto culminante en 1994 con la vigencia del Tratado de Tite Comercio de América del Norte (TLCAN}, al cual sgule- ron varios mas, eon las que entramos en ta libre circulacion ‘mundial de mercancias y capitales. Las crisis de 1982 y 1986, la contraccién del mereado {interno por la caida del salario real ya competencia con los productos importados; el surgimiento de demons de alone vrriny wa pottica piblica de desconcentracion industrial le- Varonal inicio dela desindustializacin de la metsopoti que hoy continda, Estos factores empujaron a la teciarizacion de la metrépoli. El capital transnacional fuyo hacia el sec- tor baneario, boy casi totalmente en manos extranjeras ¥ Cleomercial bajo la forma de filiales y feanquicias asi como el inmobiliari. Los eentros y plazas comerciales que habian aparecido a finales de los aiios sesenta se multiplicaron coro muevo campo de acumolacién para el capital inmobiliario, comercial y ren- tista, Hoy existen mas de 220 de diferentes tamatios y earace terisicas. El crecimiento del parque automottiz, promovido jor ls gobiernos locales con Ia ezeacin de nuevas vialidades apresas, definié la loalizacon de los centros comerciales y 10s alficios corporativos: los ejcs viales de alto trnsito vehicular ‘Tos centros comerciales se adhieren a los corredores tercia- ros en formacién, o dan lugar a su desarrollo alo largo de las vias en las que se instalan. Estas implantaciones atraen a pe- aquefias y grandes unidades bancarias, de comercio y servi- Gos. Las subcentralidades se alangaron sobre los ejes de flajos materiales de personas y vehiculos, hasta perder su forma coneéntrica y, articular a varios de ellos, y entretejiendose en 26 << o rd y de concentracién de actividades terciarias, consolidadas o ‘a zonas amplias de la ciudad, o son utilizados por la pobla- eee rt erin oeesc peepee ee ancarias y otras actividades financieras; los servicios priva- replete etnias los usuarios domésticos, servicios c S tc wisps de vivienda, comercio, oficinas y hoteleria. y de entretenimiento, dando lugar a un efecto de ca Seteiec eat eens Estos corredores, como sus antecesores las subeentrali- ddades, no constituyen verdaleras centralidades rbanas, Son fgrupaciones mercantiles organizadas en funcion del inter cainbio, que carecen de muchas actividades pablics propias dela vida urbana colectiva: cultura, religion, polities, espec- tdeulo callejero libre, etc; se forman para ¢] automévil, no para el peatén, carecen de vida de relaciones humanas diree- Tus: sblo los centros comerciales aparecen como seudocentra- Tidades, dominadas por la mercancia: las centralidades de la ciudad neoliberal. Tetras dela formacion de los corredoresterciaros se en- cuentra tuna nueva estrategia de diversas fracciones del ca~ pital, Para el conjunto del capital, los corrediores son Ia opor~ tunidad para modernizar, por restauracién o reconstruction total, sus dmbitos de operaciOn y gestién, considerados obs0~ |etos ante las nuevas condiciones tecnolégicas. En elles, el ca pital inmobiliario logra recuperar para su revalorizacion, y por Ia via del mercado, éreas destinadas a otras actividades, tn particular ala vivienda, cuyo precio de prothuecién ya fue recuperado, y as apropiarse de nuevas rentas del suelo, sobre todo diferenciales de localizacién, creadas socialmente. En lx construccidn de oficinas, centros y plazas comerciales, 0 vi- tienda de sectores de ingeesos medi y altos, el capital inmo- biliario y constructor lleva a cabo procesos de valorizacién de au capital productivo y genera nuevas entas diferencias de focalizacion que rentabiizarin sis acciones fururasen el mismo corredor, dentro de un proceso continuo de expansion de las reas beneficiadas. Todos los propietarios de suelo, aun los des- plazacios por la formacién del corredor, se apropiarin alicuo- Tamente de las rentas del suelo absolutas © monopiilicas y las de localizacién, generadas por el crecimiento urbano y por la demanda de emplazamientos terciarios. 28 [Los pracesos de formacién de los corredores terciarios han sido de diferente naturaleza; en la mayoria de los casos son el resultado de miltiples acciones de agentes sociales ~comer- antes pequeiios y grandes, prestadores de servicios, empresas, constructores y promotores inmobiliarios-, para beneficiarse dela demanda, En otras ocasiones, son parte de grandes pro- ‘yeotos de renovacion urbana impulsados por el capital iamo biliario, con apoyo o promocién estatal, En otros casos, soa resultado de los planes de desarrollo y las politicas urbanas de _gobiernos locales ‘Silo podemos afinmar que en la Ciudad de México otras ‘metrapolis mexicanas se est4 consolidande la reestructuracion ‘urbana con base en una red de corredores urbanos terciarios. No podernos generalizarlo a otras metropolis latinoamerica- nas, pero tenemos indicios de que este proceso también ocurre en otras metropolis. Slo a investigacion concreta nos permi- tir llegara generalizaciones sustentadias ya establecer las con- dliciones econdmicas, sociales, cnlturales y de politica urbana {que los generaron. Entonces, podremos hablar de una nueva forma general de estructuraci6n urbana. Lo universal y lo particular en la economia ‘urbana en América Latina Desde su ingreso a la historia universal, con la conquista es- pafiola 6 portuguesa que signifies su insercién en el proceso ‘mundial de acumulacién originaria de capital (Mars [1867], 1975:, 3, XXIV), la economia de América Latina ha estado sometida al dominio externo. Primero fue el dominio colonial espaol o portugués durante cuatro siglos. Lego de las inde pendencias nacionales en la primera mitad del siglo XIX, las a economias de los nacientes paises se subordinaron a las de Jos patses dominantes en el capitalismo de entonces, los euro- eos y los Estados Unides, bajo el patron primario exporta- dor e importador de manulfacturas del capitalismo mercantil, Ena larga fase de crisis econdmica y politica que enfrentaron las (a las) potencias eapitaistas entre las dos guerras (1914- 1943), se dieron las condiciones para la industializacién por sustitueién de importaciones en la regién (1940-1980), bajo la tutela imperialstay la participacion activa de las empresas transnacionales Pradilla, 2008: 1 Fl parrin neoliberal de acu- rmulacién de capital se nos impuso luego de la crisis de 1982, a pantir del Consenso de Washington, com la mediacion de los organisms mulinacionales (FMI, BM, OMC) las corporacio- nes transnacionales Pero no hemos sido el “reflejo” de los dominadores: nses- tras estructuras econémico-sociales se modelaron y remode~ laron a partir de las caracteristcas particulares del territo- rio, las culturas previasa la Conquista, ls interesesy prcticas de las clases doninantes internas en su relacin de conflicto 6 inegracién con las externas, las luchas defensivas 0 revo lucionarias, y las derrotas de las clases explotadas y oprimi- das. Por estas razones estamos en el polo dominado ce las relaciones mundiales y nuestros paises presentan grados di- versos de desarrollo econdmico y social: somos una combina- cién de desigualdades Hablamos de América Latina porque compartimos ras- 0s estructurales econdmicos, sociales, cultural y politicos, positives o negatives, a lo largo de la historia, desee la epoca precolombina hasta hoy, aun a pesar de las clases dominan« tes. Los territorios formados por estos procesos expresan esa ‘combinacién compleja de dominio extern, rasgos estructi+ rales comunes y particularidades hisricas; no son iguales ni funcionan de la misma forma que los de los paises dominan- tes, pero presentan rasgos estructurales y tendencias similares unos con otros; ambien expresan partcularidades naciona- les y regionales. ‘Solo la presencia dominante en todas las particularidades nos permitiré hablar de algo como general o universal Los modelos elaborados para explicar los territorios de Jos paises dominantes 0 alguno de ellos, no srven para expli- car los de paises dominados, porque unos y otros son po- Jos oputestos en la relacin de doninacién mundial. Aun en los paises latinoamericanos, los modelos generales silo funcio- nan si cumplen la regla de la universalidad. Tenemos por Io tanto, que constrieexplicaciones propias sobre muestros pro ‘esos socioecondmicos y terrtoriales, com las debidas precau- , énez NEGRETE, Margarita (2002, “Las metropolis asnoamericaas Ia red nundal de cudades”, Menai, 156 febrero, Mésico. erRas, James y Henry Velmeyer ((2001}, 2003), Le glbaiasin dares awl, Florals oo ih AT, México, Universidad Autor de acatecas/ Miguel Angel Forni PonTs, Alejandro (1989), "El set informa: defi, como taciones con el desarrollo nacional”, en Mario Lang, Le rb sre» sc tl Unni ae 711905), En rs alfred: ns sobre eriasy moi or tan ged, México, Facso/ Miguel Ange! 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