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SURCOS ‘Tisulos publicados: 1. §,P. Huntington, El choque de civilizaciones 2. K, Armstrong, Historia de Jerusalén 3. M. Hardt-A. Negri, Imperio G. Ryle, Elconcepto de lo mental W. Reich, Andlisis del canicter A. Comte Spomille, Diccionario filossfco H, Shanks (comp), Los manuscritos del Mar Muerto K.R Popper, El mito del marco comin 1, Eagleton, Ideologis G. Deleuze, Légica del sentido Hi, Gardner, Inteligencias mieiples G. Minois, Historia de los infiernos Terry Eagleton Ideologia Una introduccién ” PAIDOS ‘Titulo original: Ideology. An introduction Publicado en inglés por Verso, Londres y Nueva York ‘Traduecién de Jorge Vigil Rubio Cubierts de Matio Eskenazi I edicin, 1997 1 edicién em la colecion Sureos, 2008 ‘Quan rgurosameateprohibids snl sutoiacn escrita de os ilaes el copyrigh, bajo as sancioneseaablcsas en las eyes la teprducign total ‘part de esa obra par cualquier medio proediicno,comprenidos la eprogeatiay el watamienoenformtico, yl disbucion de eempares clea mediante algulero prstama pbs, © 1995 by Verso, Londres y Nueva York © dea traducciéa, JorgeVigil Rubio {© 2005 de todas as ediciones en castellano, Ediciones Paidos Ibérica, S.A, Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona hpi /wweepaidos.com ISBN: 84-493-1797-5 Depésito legal: B-36,894/2005 Lmpreso en Litografia Rosés,S. A Energia, 1-27 - 08850 Gavé (Barcelona) Impreso en Espana - Printed in Spain A Norman Feltes Considérese, como siltimo ejemplo, la acitud de los liberales norteamericanos contemporineos hacia la vida interminablemente desesperanzada y risera de los jévenes negros de las ciudades de Norteamérica. gDecimos que hay que ayudar a estas personas porque son nuestros congéneres? Podemos hacerlo, pero resulta mucho mis con- vincente, tanto desde el punto de vista moral como politico, definirlos como nuestros compa triotas norteamericano: —insistir en que es ultra jante que un norteamericano tenga que vivir sin esperanza alguna. Ricaxo Roxty, Contingencia, ironia y solidaridad Sobre la inutilidad de la nocién de sideolo- afar, véase la obra de Raymond Geuss, The Idea of « Critical Theory. Riciaro Roxty, Contingencia, ironia y solidaridad SUMARIO Introdueci6n {Qué es la ideologta? Estrategias ideol6gicas Dela Tlustracion ala Segunda Internacional De Lukécs a Gramsci. De Adorno a Bourdieu . De Schopenhauer a Sorel . Discurso e ideologia Conclusién : Lecturas complementarias Indice analitico y de nombres. - INTRODUCCION Considérese la siguiente paradoja. La ltims década ha conocido un notable resurgimiento de movimientos ideolégicos en todo el mundo. En Oriente Medio, el fundamentalismo islimico ha surgido como una poderosa fuerza politica. En el llamado Tercer Mundo, y en una region de las islas briténicas, el nacionaiismo revolucionario sigue enzarzado en un conflicto con el poder imperialista. En algu- nos de los Estados poscapitalistas del bloque oriental, un todavia te- naz, neoestalinismo sigue luchando encarnizadamente con tna serie de fuerzas opuestas. En la nacién capitalista més poderosa de la his- toria se ha extendido una variante especialmente nociva de evange- lismo cristiano. Durante todo este periodo, Gran Bretafa ha sufrido el régimen politico més ideolgicamente agresivo y explicito que se recuerde, en una sociedad que tradicionalmente prefiere que sus ¥ lores dominantes permanezcan implicitos y soslayados. Mientras, en algiin sector de la izquierda se proclama la ceducidad del concep- to de ideologia Cémo explicar este absurdo? A qué es debido que en un mun- do atormentado por conflictos ideol6gicos la nocién misma de ideo- logia se haya evaporado sin dejar huella en los escritos posmodernos ¥y postestructuralistas?! La explicacién tedrica de este problema es el asunto que nos concierne en este libro. Muy brevemente, sostengo ue tres doctrinas clave del pensamiento posmoderno han convergi- do en el descrédito del concepto clisico de ideologia. La primera de estas doctrinas se basa en el rechazo de la nocin de representacién —e hecho, un rechazo de un modelo empirista de representacidn, en el que con el desagiie del batio empirista se pierde, con la mayor |, Véaseporelompl, la airmacion del Saxofo pmodere italiano Gian Vttimo de «qu fn dea moderiday in de la deoogia son momentos Weticos con cierta frecuencia exhibe credenciales radicales. Silos teoricos del «fin de las ideologias» consideran que toda ideologia era algo inhe- rentemente cerrado, dogmitico e inflexible, el pensamiento posmo~ demo tiende a ver toda ideologia como un producto teleolégico, stotalitario» y con raices metafisicas. Tan toscamente travestido de este modo, el concepto de ideologia se autoanula de forma inmediata El abandono de la nocidn de ideologia corresponde a un titubeo politico mas profundo de sectores enteros de la antigua izquierda revolucionaria, que frente a un capitalismo temporalmente en posi- cin ofensiva ha emprendido una firme y vergonzante retirada de cuestiones «metafisicas» como la lucha de clases y los modos de pro- 4 duccién, la accién revolucionaria y la naturaleza del estado burgués. Esta postura se ve obviamente desconcertada por cuanto justo en un momento en que denunciaba el concepto de revolucién como una argucia metafisica, el asunto mismo estallé donde menos se espera- ba, en las burocracias estalinistas de la Europa oriental. Sin duda, el presidente Ceausescu pas6 sus éltimos momentos sobre la tierra re- cordando a sus verdugos que el concepto de revolucién estaba anti- cuado, que nunca hubo mas que microestrategias y desconstruccio- nes locales, que la idea del sujeto colectivo revolucionario estaba irremediablemente caduca. El objeto de este libro es en cierto senti- do bastante modesto —a saber, aclarar algo de la enmarafiada histo- tia conceptual de la nocién de ideologia—. Pero también se ofrece como una intervencién politica en estos temas més amplios, ademas de como respuesta politica a las iimas traiciones de los burdcratas, Un poema de Thom Gunn habla de un recluta aleman que du- rante la Segunda Guerra Mundial arriesgé su vida ayudando a esca- para los judios del destino que la suerte les tenfa reservado en ma- nos de los nazis Sé que tenia unos ojos poco habitusles, euyo poder no podia determinar onfen alguno, ni confundir a los hombres que vet, ‘como otros hicieron, con dioses o Fichos. La ideologia es lo que persuade a hombres y mujeres a confun- dirse mutuamente de vez en cuando por diosss o por bichos. Se pue- de entender suficientemente cémo los seres humanos pueden luchar y asesinar por razones de peso —razones vinculadas, por ejemplo, a su supervivencia fisica—. Es mucho més dificil entender cSmo pue- den llegar a hacer ¢s0 en nombre de algo aparentemente abstracto como son las ideas. Pero las ideas son aquello por lo que muchos hombres y mujeres viven y, en ocasiones, por lo que mueren. Si el recluta de Gunn se escapé de los condicionantes ideolégicos de sus compafieros, zcémo consiguié hacerlo? zActué de tal manera en nombre de una ideologia alternativa més clemente, o bien slo por- que tenia un punto de vista mis realista sobrela naturaleza de las co- sas? Sus atipicos ojos, gapreciaban alos hombres y a las mujeres por lo que eran, o sus percepciones eran, de alguna manera, tan sesgadas, como las de sus camaradas pero de un modo que tenderiamos mas a 15 aprobar que a condenar? ¢Actuaba el soldado contra sus propios in- tereses o en nombre de un interés més profundo? Es la ideologia solamente un «error», o tiene un cardcter més complejo y esquivo? El estudio de la ideologia es entre otras cosas una investigacion de la forma en que la gente puede llegar a invertir en su propia infe licidad. Ello se debe a que en ocasiones Ia condicidn de opresion comporta algunas ligeras ventajas que a veces estamos dispuestos a encajar. El opresor més efieaz-es el que convence a sus subordinados aque amen, deseen y se identifiquen con su poder; cualquier practi- ca de emancipacién politica implica asi la forma de liberacign mas dificil de todas, liberarnos de nosotros mismos. Sin embargo, igual- ‘mente importante es la otra cara de la historia, Porque si tal dominio ofrece a sus victimas suficiente gratificacién por un extenso periodo de tiempo, lo cierto es que éstas finalmente se sublevaran contra él Si es racional contentarse con una ambigua mezcla de miseria y placer marginal cuando la politica alternativa parece peligrosa y oscura, es igualmente racional rebelarse cuando las miserias tienen claramente uun peso mayor que las gratificaciones, y cuando parece probable que, con ello, las ganancias serén mayores que las pérdidas. Es importante ver que, en la critica de la ideologfa, sdlo funcio- nnan aquellas intervenciones que expliquen una cuestién en sf misti- ficada. De esta manera, a «ideologia critica» tiene una afinidad inte- resante con las técnicas del psicoandlisis. «Critica», en su sentido ilustrado, consiste en explicar a alguien lo que hay de malo en su si in, desde un punto de vista externo, quiza «trascendental». tica» es aquella forma de discurso que busca vivir la experiencia del individuo desde su interior, con la finalidad de extraer aquellos «rasgos» vilidos de la experiencia que apuntan mds all de la situa~ ci6n actual del individuo. La «critica» ensefia actualmente a innume- rables hombres y mujeres que la adquisicién de un conocimiento matematico es un objetivo cultural excelente; la «critica» reconoce que conseguiran tal conocimiento con suficiente rapidez si su sueldo esti en juego. La critica de la ideologia, pues, presume que nadie esta siempre completamente engafiado —que aquellos que estin oprimi- dos experimentan incluso ahora esperanzas y deseos que sdlo se po- drian cumplir en la realidad mediante una transformacién de sus condiciones materiales—, Si rechaza la perspectiva externa de la ra- cionalidad ilustrada, comparte con la Ilustracién esta confianza fun- damental en la naturaleza moderadamente racional del ser humano. 16 Alguien que fuera totalmente vietima del engaiio ideoldgico no sera siuiera capes de reconocer una pretension enncipatoi yest se debe a que la gente no cesa de desear, luchar eimaginar, incluso apa- rentemente elas condiciones menos propicias, que a practica de la emancipacién politica es una posibilidad legitima. Esto no equivale a defender que las personas oprimidas abriguen secretamente alguna alternativa a su infelicidad, sino que, una vez que se hayan liberado de las causas de aquel sufrimiento, serin capaces de volver la vista atris, reescribir la historia de su vida y recorocer que lo que ahora disfrutan ¢s lo que previamente habian deseado, si hubicran sido ca- paces de darse cuenta. Es prueba del hecho de que nadie es, ideolé- gicamente hablando, un completo inocente, que la gente que se con- sidera inferior debe aprender a serlo realmente. No basta con definir a una mujer o un stibdito colonial como formas de vida inferiores: se les debe ensefiar de forma activa esta definicién, y algunos muestran ser brillantes graduados en este empefio. Es sorprendente lo sutiles que pueden ser hombres y mujeres ingenioso: y agudos en mostrar se incivilizados y estipidos. Por supuesto, en cierto sentido esta scontradiccién performativar es motivo de servidumbre politica; pero en circunstancias apropiadas es una contradiccién en la que un orden establecido puede llegar a su ocaso. Los tiltimos diez afios he discutido el conzepto de ideologia con Toril Moi, quiz con mayor regularidad e intensidad que cualquier otro asunto intelectual, y sus opiniones sobreecl ema estén ahora tan entrelazadas con las mias que saber dénde terminan sus reflexiones y empiezan las mias es una cuestién, como se dice hoy dfa, «indeci- ible». Quiero expresar mi gratitud por haberme beneficiado de su mente perspicaz y analitica. Debo también agradecer su participa- cin a Norman Geras, que ley6 el libro y me eneficié de su valioso criterio; también quiero expresar mi agradecimiento a Ken Hirsch- kop, que sometié el manuscrito del libro a una lectura totalmente meticulosa y, de este modo, me evité innumerables errores y lagunas. Estoy en deuda, también, con Gargi Bhattacharyya, quien generosa~ mente dedieé tiempo de su propio trabajo para ofrecerme una ines timable ayuda en la investigacién. Capitulo 1 ZQUE ES LA IDEOLOGIA? Nadie ha sugerido todavia una adecuada definicién de ideologia, y este libro no sera una excepcién. Esto no se debe a que los enten- didos en esta materia destaquen por una baja inteligencia sino por- {que el término «ideologia» tiene un amplio abanico de significados ttiles y no todos compatibles entre si. Aunque fuera posible, inten- tar sintetizar esta riqueza de significados en una sola definicién de conjunto seria inttl. La palabra «ideologiae, se podria decir, es un texto, enteramente tejido con un material de diferentes filamentos conceptuales; est formado por historias totalmente divergentes, y probablemente es més importante valorar lo que hay de valioso 0 lo que puede descartarse en cada uno de estos linajes que combinarlos ala fuerza en una gran teoria global Para mostrar esta variedad de significados, haré una relacién al azar de algunas de las definiciones de ideologia actualmente en cir- culacién: el proceso de produccién de significados, signos y valores en la vida cotidiana; conjunto de ideas caracteristico de un grupo o clase socials ideas que permiten legitimar un poder politico dominante; ideas falsas que contribuyen a legitimar un poder politico do- minante; comunicacién sistematicamente defo-mada; f) quello que facilita una toma de posicién ante un tema; g) tipos de pensamiento motivados por intereses sociales; B) pensamiento dela identidad, i) lusidn socialmente necesaria; j), unién de discurso y poder; k) medio por el que los agentes sociales dan sentido a su mundo, de manera consciente; 19 ) conjunto de ereencias orientadas a la accién; m) confusidn de la realidad fenoménica y lingiistica; 1) cierre semistico; ©) medio indispensable en el que las personas expresan en su vida sus relaciones en una estructura social P) proceso por el cual a vida social se convierte en una realidad natural! Habria que puntualizar algunos aspectos de esta lista. Primero, no todas estas formulaciones son compatibles entre si. Si, por ejem lo, ideologis significa cualquier conjunto de ereencias motivadas por intereses sociales, en ese caso no puede simplemente significar las formas dominantes de pensamiento de una sociedad. Otras deft, niciones pueden ser mutuamente compatibles, pero con algunas im plicaciones interesantes si ideologia es tanto la ilusién como el m dio en que los agentes sociales dan sentido a su mundo, en ese caso nos dice algo bastante deprimente acerca de nuestros modos rutina rios de dar sentido a la vida. En segundo lugar, podemos observar ue algunas de estas formulaciones son peyorativa, otras lo son de manera ambigua y otras en absoluto son peyorativas. Sobre la base de algunas de estas definiciones nadie afirmarfa que su pensuntenoe es ideolégico, como tampoco nadie se referiria habitualmente 2 si mismo como fofo. La ideologia, como la halitosis, es en este sentido lo que tiene la otra persona. Es'una parte de lo que queremos decir al afirmar que el ser humano es racional y que nos sorprenderia en, contrar a alguien que sostiene convieciones que reconoce como ih. sorias. No obstante, algunas de estas definiciones son neutrales en este sentido —por ejemplo, «un conjunto de ideas caracteristicas de uum grupo o clase social particular>— y a este respecto uno podria denominar ideol6gicas sus propias ideas sin que ello implique que sean falsas © quiméricas. En tereer lugar, podemos notar que algunas de estas formulacio- nes implican cuestiones epistemolégicas —cuestiones que concier. 1 Parsun ieumen deo dees sigfndoe ddl, A sigs, Vease tambien Norman Birnbaum, «The Socelogia! Stay of tlslogy 190-1960, Caen Soci tl3TSeh as eo e Sepsis er ee ecard aes as 20 nen a nuestro conocimiento del mundo— mientras que otras nada dicen al respecto. Algunas de ellas implican la idea de no ver la reali- dad debidamente, mientras que una definicida como «conjunto de creencias orientadas a la accién» deja abierta lacuestidn. Esta distin- cidn, como veremos, es un importante motivo de discusién en la teoria de la ideologia, y refleja una disonancia entre dos de las prin- cipales tradiciones de significacién del término, En términos genera les, una tradicidn central, que va de Hegel y Marx a Georg Lukécs y algunos pensadores marxistas posteriores, se ha interesado mas por las ideas de conocimiento verdadero 0 falso, por la nocién de ideo- logfa como ilusidn, distorsidn y mistificacién; mientras que una tra- dicion de pensamiento alternativa ha sido menos epistemologica que sociolégica, y se ha interesado mas por la funcién de las ideas dentro de la vida social que por su realidad o irrealicad. La herencia mar- xista se ha anclado entre estas dos corrientes intelectuales, y una de las tesis de este libro es que ambas tienen cierto interés. Cuando se pondera el significado de alg términu especializa- do, siempre es titil hacerse una idea de cémo lo utilizaria el hombre de la calle, silo utiliza alguna vez. Esto no pretende reivindicar este uuso como un tribunal de tiltima instancia, una idea que muchos ta- charfan de ideolégica; pero examinar el uso del hombre de la calle tiene sin embargo su utilidad. ¢Qué querria decir pues alguien al ob: servar, en el curso de una conversaci6n en un bar: «;Bah, eso es pura ideologia!»? Presumiblemente, no que lo que se acaba de decir sea sencillamente falso, aunque pueda implicar esto; si eso era lo que se quiso decir, entonces, gpor qué no se dijo? También es improbable que la gente de un bar quisiera decir algo como «jeso es un claro ejemplo de cierre semiético!», o que se acusasen acaloradamente en: tre side confusin entre la realidad lingiistica y la realidad fenomé nica. Sostener en una conversacién normal que alguien habla de for- ma ideol6gica, es seguramente mantener que est juzgando un tema particular seguin algtin rigido armazén o mediante ideas preconcebi- das que deforman su comprensién. Yo veo las cosas tal y como son; usted las ve distorsionadas a través del corsé impuesto por algiin trafo sistema doctrinario. Se sugiere generalmente que hay impl ta una visién del mundo simplificadora —que hablar o juzgar «ide- oldgicamente» es hacerlo de forma esquemitica 0 estereotipada y quiz con un asomo 0 indicio de fanatismo—. Lo contrario a ideo logia seria aqui, de este modo, menos la «verdad absoluta» que unas 21 ideas «empiricas» 0 pragmatic». Al hombre del calle le gustaria ofr que este punto de vista tiene el augusto apoyo del socidlogo Emile Durkheim, que caracteriz6 el «metodo ideolGico» como en método consistente en el uso de nociones para regir la fusién de los. hechos més que la derivacién de nociones a partir de ellos».? Seguramente no es dificil mostrar lo equivocado de esta posicién. Muchas personas admitirian que sin ideas preconcebidas de algiin tipo —lo que el filésofo Martin Heidegger llama «precomprensio~ nes»—, ni siquiera podriamos identificar una cuestin o situaci6n, y menos formular un juicio sobre ella. No hay nada semejante a un pensamiento sin presuposiciones, y en este sentido podria decirse que todo nuestro pensamiento es ideoldgico. Quizs el atributo de ideas preconcebidas rigidas marca la diferencia: supongo que Paul McCartney ha comido en los tres tiltimos meses, lo que no es real- mente ideolégico, mientras que usted supone que él es uno de los cuarenta mil elegidos que se salvaran el dia del juicio final. Pero la ri- gidez de una persona es, parentemente, el espiritu abierto para otra, Su pensamiento es osado, el tuyo es doctrinal, y el mio es deliciosa. mente flexible. Ciertamente, hay formas de pensamiento que sim plemente coligen una situacién particular desde ciertos principios generales preestablecidos, y el estilo de pensamiento que llamamos sracionalista», en general, es culpable de esta equivocacién. Pero queda por versitodo lo que llamamos ideogico es, en este sentido, racionalista Algunos de los hombres de la calle més vociferantes son los so- cidlogos norteamericanos. En el periodo de posguerra, la creencia de que [a ideologia era una manera esquemitica e inflexible de ver el mundo, frente a una sabiduria mas modesta, fragmentaria y pragmé- tica, se elev desde la categoria de muestra de la sabiduria popular hasta la de teoria sociolégica elaborada. Para cl te6rico politico nor- teamericano Edward Shils, las ideologias son formaciones explicitas, cerradas, resistentes a las innovaciones, promulgadas con gran afec. 2. Emile Durkheim, Las veglas del meétodo socolgico, versininglsa, Lon res, 1982, pag. 86 5, Para los ideslogos del afin de las ideologiase, véase Danie! Bell, The End of Ideology, Glencoe, Il, 1960; Robert E. Lane, Political Ideology, Nue- va York, 1962, y Raymond Aron, The Opin of the Intellectuals, Londees, 1957. 2 tividad y que requieren la total adhesién de sus seguidores.‘ Esto equivale a decir que la Unién Soviética es presa de la ideologia, mientras que los Estados Unidos ven las cosss como son realmente. Esto, como el lector advierte, no es en si mismo un punto de vista ideol6gico. Buscar algin objetivo politico, humilde y pragmatico, como el derrocamiento del gobierno de Chile elegido democratica- ‘mente, es cuestién de adaptacién realista alos hechos; enviar los tan- ques a Checoslovaquia es una muestra de faratismo ideol6gico. Un rasgo interesante de esta ideologia del «fin de la ideologia» es que tiende a concebir la ideologia de dos modios bastante contradic- torios, como algo ciegamente irracional y excesivamente racionalis taa la vez. Por un lado, las ideologias son apasionadas, ret6ricas, y estin impulsadas por algin credo pseudorreligioso e ignorante que el sobrio mundo del capitalismo moderno y tecnocritico ha supera~ do felizmente; por otro lado, son sistemas conceptuales éridos que buscan reconstruir la sociedad desde la base de un acuerdo con un plan incruento. Como ha expresado irénicamente estas ambivalen- cias Alvin Gouldner, la ideologia es «el mbito exaltado de la con- ciencia doctrinaria, dogmitica, apasionada, deshumanizada, falsa, irracional y, por supuesto, extremista».° Desde el punto de vista de una ingenieria social empirista, las ideologias tienen demasiado y muy poco coraz6n a la vez y, por lo tanto, pueden ser condenadas al instante como una fantasia ilusoria y como dogma rigido. En otras palabras, atraen la respuesta ambigua rclacionada tradicionalmente con los intelectuales, que son despreciados por sus ensofiaciones vi- sionarias, al mismo tiempo que son censurados por su distancia- mento cinco de los afectoscomunes, Es una iris sul qu, a buscar reemplazar un fanatismo ardiente por una austera aproxima- Clon teenoctitica alos problemas sociales, los teéricos dal fin de la ideologia reproduzcan inconscientemente la posicién de aquellos gue inventaron el término «ideologia» en un primer momento, los ideslogos de la Tustracién francesa Una objecién a la idea de que la ideologia consista en conjuntos particularmente rigidos de ideas es que no tados los conjuntos ri 4, Edward Shils, «The concept and function of ideology», International Encyclopaedia ofthe Socal Sciences, vol 7, 1968. 5. Alvin Gouldner, The Dialectic of Ideology and Technology, Londres, 1976, pig, 4 2B dos de ideas son ideol6gicos. Yo puedo tener ideas inflexibles poco Gomunes aerea de emo cepillarme los dienes, sometiendo a cada uuno de mis dientes a un nimero exacto de cepillados y utilizande sélo cepillo de dientes de color malva, pero seria cxtecke esate quier caso, llamar ideolégica tal postura («patol6gica» serra un tér ‘ino més preciso). Es cierto que la gente, algunas veces, emplea la Palabra ideologia pata referise a una creencia sistemitica en genera, como por ejemplo cuando alguien dice que se abstiene de comer car. fe spor razones préctcas mis que ideolégicas».«Ideologtar, aqui, €s miso menos sindnimo de «filosofia» en el sentido amplioque sor demos dar a este término cuando decimos «Fl presidente no ene fe losofia», como dijera aprobatoriamente uno de los ayudantes de Rix chard Nixon en relacin a éste. Pero sin duda la ideologia entrana a menudo mucho més que esto. Si estoy obsesionado con cepillarme los dientes porque si los britanicos no tienen buena salud entonces los soviéticos pisotearan con desprecio a nuestra débil y desdentada naciGn, o si hago un fetiche de fa salud fisica porque pertencece wana sociedad que puede ejercer un dominio teenologico sobre odo excepto sobre la muerte, tendria mayor sentido describir mi com Portamiento como motivado ideolégicamente. El término ideolonis ‘en otras palabras, parece que hiciera referencia no slo a sistema de ereencias sino a asuntos relativos al poder. Asi pues, 2a qué hace referencia la ideologia? Quiz la respuesta més general ¢s que la ideologia tiene que ver con Is legitimachn dell Poder de un grupo o clase social dominance, «Estudiat la ideoloyiay, escribe John B. Thompson, «..es estudiar las formas en que el signi, Fcado (0 Ia significacion sirve para sustentar relaciones de dom nio».* Esta es probablemente la definicion de ideologia més amplia- mente aceptada; y el proceso de legitimacién implicaria, por lo ‘menos, ses estrategias diferentes. Un poder dominante se puede le, sitimar por si mismo promocionando ereencias y valores afines a ch naturalizando y universalizando tales creencas para hacelas evi lentes y aparentemente inevitables; denigrando ideas que puedan una ligicaticita pero sistematica; y oscureciendo la realidad social de John B. Thompson, Studies in the Theory of Ideology, Cambridge, 1984, ig. 4 Para otro estudio general sobre ideologia véase D. J. Manning, comp, The Form of Ideology, Londres, 1980 aie m4 modo conveniente a si misma. Tal «mistificacién», como es comin- mente conocida, a menudo adquiere la forms de enmascarar o supri- mir los conflictos sociales, de lo que se desprende el concepto de ideologia como una resolucién imaginaria de contradicciones reales. Probablemente, en cualquier formacién ideolégica actual estas seis estrategias se relacionan de forma compleja Esta definicidn, por lo demés persuasiva, de ideologia plantea sin embargo dos obvias dificultades. En primer lugar, no toda creencia etiquetada comtinmente de ideolégica esté asociada a un poder poli tico dominante. La izquierda politica, en particular, tiende a pensar casi instintivamente en tales modos dominantes cuando considera el tema de la ideologia; pero entonces, geémo calificariamos las opi- niones de los Levellers,” los diggers, los narodniks y las sufragistas, que ciertamente no eran sistemas de valores dominantes de su épo” ca? {Son el socialismo y el feminismo ideologias y, en caso contra- rio, por qué no lo son? ZNo son tendencias ideol6gicas cuando estan en la oposicién politica y si cuando llegan al poder? Si lo quc los dig gers y las sufragistas ereian es ."® Esto concierne a los usos del lenguaje actual entre seres humanos individuales para producir efectos especificos. Uno no puede decidir si una aliemacion es ideolégica 0 no examinéndola aislada de su contexto discursivo, como tampoco puede decidir de esta manera siun fragmento escrito es una obra de arte literara. La ideologfa es menos cuestidn de pro- piedades lingiistias inherentes de una declaracién que de quién esta diciendo algo a quién y con qué fines. Esto no signifiea negar que hay «jergas= ideol6gicas particulares: por ejemplo, el lenguaje del fascismo, El fascismo tiende a tener su propio léxico (Lebensranm, sacrificio, sangre y tierra), pero lo que estos términos tienen sobre todo de idelogicos son jos imereses de poder a que sirven y los efectos politicos que generan. Asi pues, la idea general es que un mismo fragmento idémtico de lenguaje puede ser ideoldgico enun contexto no en oto; Is ideologa es una funcion del reac de ‘una manifestacién con su contexto social Pueden plantearse problemas similares a losdel «omnipoderoso» $i defnimos a deoogia como cualquier dicursolgndo 3 inreses sociales especificos. Porque, de nuevo, zqué discurso no lo es? Mu- Chas personas fuera de laacademia de derecha sospecharian hoy de una nocidn de lenguaje totalmente desinteresados y si estuvieran en Jo cierto seria absurdo definir ideologia como manifestaciones «so- cialmente interesadas, ya que esto no abarca absolutamente nada (la 10, Véase Emile Beneviste, Problems in General Linguistics, Miami, 1971 29 misma palabra aie Cote de paso, tiene interés ideoldgico: como Raymond Williams sefiala en Keywords, es significativo que da palabra mas habitual que indica atraccign 0 Cmpenie nebers desarrollado a partir de un término objetivo formal que procede de la propiedad y las finanzas... este término hoy nuclear para designar atracci6n, atencién y preocupacién esta saturado de la experienci: de una sociedad basada en relaciones monetarias)." Quizs podria: mos intentar distinguir aqui entre tipos de interés «sociales» y pura~ mente «individuales», de forma que la palabra ideologia denotara los intereses de grupos sociales especificos en vez de, por ejemplo, el in saciable anhelo de alguien por el abadejo. Pero la linea divisoria en- tre social e individual es notablemente problematica, y los «intereses sociales» forman en cualquier caso una categoria tan amplia que im- plica el riesgo de vaciar una vez. mis de significado el concepto de ideologia. Puede ser titil, aun asi, discriminar entre dos «niveles» de interés, uuno de los cuales puede ser ideoldgice y el otru nv. Lus seres hue. nos tienen ciertos intereses «profundos» generados por la naturale- za de sus cuerpos: interés por comer, por comunicarse el uno con el otro, la comprensién y el control de su entorno y asi sucesivamente. No parece muy titil que estas clases de interés puedan ser apodadas ideol6gicas, como opuestas, por ejemplo, a tener interés en derrocar el gobierno o a instalar mas lugares para cuidar nifios. El pensamien- to posmoderno, bajo la influencia de Friedrich Nietzsche, ha com- binado estos tipos de intereses diferentes de una forma ilicita, ha- ciendo un universo homogéneo en el que todo, desde atarse los zapatos al derribo de las dictaduras, esta nivelado segun una cues- tién de «intereses». El efecto politico de esta accidn es oscurecer la especificidad de ciertas formas de conflicto social, inflando enorme: mente la categoria de «intereses» hasta el punto donde nada resalta en particular. Describir ideologia como discurso «interesado, en- tonces, exigiria la misma calificacién que si se la caracterizara como una cuestion de poder. En ambos casos, el término es enérgico e i formativo sélo si nos ayuda a distinguir entre aquellos intereses y conflictos de poder que en un momento dado son claramente cen- trales a todo un orden social, y aquellos que no lo son. 11, Raymond Williams, Keywords, Londres, 1976, pags, 149-144, 30 Ninguno de los argumentos presentados arroja mucha luz sobre las cuestiones epistemolégicas involucradas en la teoria de la ideolo- gia —por ejemplo, sobre la cuestion de si la ideologia puede ser con- eile imine como uns salsa conciencian— Esta es una no- cidn de ideologia bastante impopular en nuestros dias, por varias razones. En primer lugar, la misma epistemologia esta en este mo- mento de algiin modo pasada de moda; algunos consideran una teo- rfa del conocimiento ingenua y desacreditada cquella por la que al- gunas de nuestras ideas «encajan» o «corresponden a» la manera de ser de las cosas, mientras que otras no corresponden o encajan. Por otra parte, puede concebirse la idea de falsa conciencia como si im- plicara la posibilidad de percibir el mundo en cizrto modo de manera inequivocamente correcta, lo que hoy suscita una profunda sospe- cha, Ademés, la creencia de que una minoria de tedricos monopoli- zan un conocimiento basado cientificamente er, cémo es Ia sociedad, mientras que el resto de la gente est sumida en una conciencia falsa © poco clara, no encaja particularmente en una sensibilidad demo- critica, Una nueva version de este elitismo es la propuesta por la obra del fildsofo Richard Rorty, en cuya sociedad ideal los intelec- tuales serdn sironistas», es decir, que practicarén una actitud caba- Hleresca y distante hacia sus propias creencias, ientras que la masa, para quien tal ironia pudiera resultar un arma demasiado subversiva, seguira saludando a la bandera y tomandose la vida en serio.” En esta situacidn, a algunos teéricos de Ia ideologia les resulta nds sencillo abandonar sin més el problema epistemologico, favore~ ciendo en su lugar un significado de ideologia més socioldgico 0 po- litico como medio en el cual los hombres y mujeres libran sus batallas sociales y politicas en el nivel de los signos, significados y represen- taciones, incluso un marxista ortodoxo como Alex Callinicos nos insta a descartar los elementos epistemol6gicos en la propia teoria de laideologia de Marx,” mientras que Géran Therborn subraya igual- mente que las ideas de falsa y verdadera conciencia deber chazadas «explicita y decisivamente, de una vez por todas»."" Martin 12. Richard Rorty, Contingency, Irony and Solidarity, Cambridge, 1989 (trad, cast: Contingencia, iron y solidaridad, Barcelona, Paid6s, 1994), 13. Alex Callinicos, Marsiam and Philosophy, Oxford, 1985, pag, 134 14 Garan Therborn, The Ideology of Power and the Power of Ideology Londres, 1980, pag. 5. 31 Seliger quiere descartar completamente este sentido negativo 0 pe- yorativo de ideologia,” mientras que Rosalind Coward y John Elis, en el momento cumbre de impopularidad de a tesis de la alsa con” ciencia», descartaban perentoriamente la idea como «absurday."™ Defender una definicion de ideologia mis «politica» que «episte- molégica» no es pretender, por supuesto, que politica idealogia sean idénticas. Una forma en que se podria concebir su distincién ee {a de sugerir que la politica se refierea los procesos del poder por los que las 6rdenes sociales se sostienen o desalian, mientras que la ideo logia denots las formas en que se aprehenden estos procesos del po. der en el ambito de a significacién. No obstante, esto tampoco vale, ¥2 que la politica tiene su propio tipo de significacién, que no tiene ue ser necesariamente idcol6gico. Afirmar que hay una monarquia constitucional en Gran Bretafa es una deelaracidn politica; se com. vierte en ideol6gica cuando empieza a implicar creencias cuando, or ejemplo, conlleva un corolario implicito de ey esto es también algo bueno»—. Dado que, por lo general, esto se dice cuando hay gente alecledor que considera que la monarquia es algo malo, pode. mos sugerit que la ideologia concierne menos a una significacion gue a los conflictos en el campo de la significacién. Silos miembros de un grupo politico disidente se dicen unos a otros que para Jiirgen Habermas recibe el nombre de ideologia. Davidson argumenta que cuando los hablantes nativos sefialan repetidamente a un conejo y pronuncian un sonido, este acto de denotacién debe set la mayor parte del tiempo exacto, de lo contrario nunca llegarfa~ ‘mos a aprender la palabra nativa correspondiente a conejo, 0 —por extensién— ninguna otra de su lengua. Imaginemos, no obstante, un sociedad que utilice la palabra «obligacién» cada vez que un hombre golpea a su mujer. O imaginemos a un observador externo a nuestra propia cultura al que, tras haberse familiarizaco con nuestros habi- tos lingtisticos, sus companeros le preguntaran, al regresar a su pais, {qué palabra utilizabamos para expresar dominio y contestara «servi- cios La teoris de Davison fracas si tenemos en events tas des viaciones sistematicas —aunque esto quiz estipule que para ser ca~ paces de descifrar un sistema ideol6gico de discurso, debemos estar ya.en posesin de los usos normativos y no deformados de los tér- mines La sociedad de ls esposss glpeadss debe uss Is paabra nos compromere con el punto de vista, de que la ideologia es simplemente irreal, una fantasia desconectada, de la realidad social, es dificil saber quién, al menos en la actualidad, suscribe realmente tal punto de vista. Si, por ctro lado, no hace més que afirmar que hay algunas manifestaciones ideol6gicas centrales manifiestamente falsas, quizas es igualmente d ficil ver cémo alguien podria negarlo. La cuestidn real, quizé, no es si uno rechaza lo ante- rior, sino qué papel atribuye a tal falsedad en el marco de la propia, teoria de la ideologia. ¢Son las falsas representaciones de la realidad social de algiin modo constitutivas de la ideologia, o un rasgo més contingente de ésta? Una raz6n por la que la ideologfa no pareceria ser una forma de falsa conciencia es que muchas afirmaciones de carécter convencio- nalmente ideol6gico son obviamente verdade-as. «El principe Car- los es un hombre concienzudo y serio, y no es espantosamente feo», es verdad, pero la mayor parte de la gente que pensara que merece la pena decirlo, no dudaria en utilizar esta afirmacién de alguna mane- ra para dar su apoyo a la realeza. «El principe Andrés es mas inteli- gente que un hamster», probablemente también es un aserto verda~ dero, aunque pueda ser més controvertido; pero el efecto de tal manifestacién (al margen de la ironfa) es, de nuevo, probablemente ideoldgico en el sentido de contribuir a legitimar un poder domi: nante. Esto, no obstante, puede que no sea suficiente para contestar a aquellos que sostengan que la ideologia es, en general, falsificadora Porque siempre se puede argumentar que si bien estas afirmaciones son empiricamente verdaderas, son falsas en un sentido més profun do y fundamental, Es verdad que el principe Carlos es razonable mente concienzudo pero no es verdad que la realeza sea una institu- cidn deseada. Imaginemos que el portavoz. de una empresa anuncia que «si la huelga continia la gente se ira muriendo por la calle por falta de ambulancias». Esto podria ser verdad, frente a la afirmacién de que se morirén de aburrimiento por falta de periddicos; pero un trabajador en huelga podria, no obstante, considerar estafador al portavoz, pues la fuerza de la observacién es probablemente «vol- ved al trabajo» y no hay raz6n para suponer que esto, en ciertas cir- cunstancias, seria lo mas razonable. Decir que la afirmacién es ideo- 37 légica es, pues, pretender que esta impulsada por un motivo poste rior ligado ala legitimacién de cierto interescs en una lucha de po- der. Podriamos decir que el comentario del portavoz es verdad como fragmento de lenguaje pero no como fragmento de discurso. Describe una situacion posible con bastante exactitud; pero como cee a ia dria a producir ciertos efectos es falsa, y lo es en jos sentidos. E's falsa porque implica un tipo de engaiio —el porta- vor no esté diciendo lo que él o ella quiere decir- ey ease plicacién —que tomar la decisién de volver al trabajo seria la accién més constructive que quiza no sea verdad. ros tipos de enunciado ideolégico son verdaderos en lo que afirman pero falsos en lo que excluyen. «Esta tierra de libertad», di- cho por un politico americano, puede ser verdad si se considera la li- bertad para practicar una religion o hacer dinero rapido, pero no si se considera la libertad de vivir sin miedo de ser atacado'0 de anun- ciar en un programa de television de hora punta que el presidente es un asesino. Otros tipos de afirmaciones ideolégicas implican una falsedad sin que necesariamente pretendan enga‘iar o ser significat- vamente excluyentes: «Soy britanico y estoy orgulloso de serlo», por ejemplo. Ambas partes de esta observacion pueden ser verdade- as, pero esto implica que el hecho de ser briténico es una virtud por si misma, lo que es falso. Obsérvese que esto entraiia menos un en- gafio que un autoengaiio, Un comentario como «si permitimos que lo sant vivan en nuestra calle, el precio de las casas bajard> podria ser verdad, pero puede implicar que los pakistanies son seres inferiores, lo cual es falso. ° ® Parece pues que, por lo menos, algo de lo que lamamos discurso. ideolégico es verdadero en un nivel pero no en otro: verdadero en su Cay empirico pero: eee en su fuerza, o verdadero en su significado externo pero falso en las suposiciones que subyacen. Y mente afectada por el reconocimiento de que no todo lenguaje ideo logico caracteriza al mundo de forma errénea. Hablar, no obstante, de «suposiciones falsas> plantea una cuestién trascendental. Ya que alguien podr ta desi: ue Ia afirmacién «ser britanico es una virtud en. si mismo» no es falsa de la misma forma que lo es creer que Gengis Khan esta vivo y con buena salud y regenta una pee eal Bronx. {No es esto simplemente confundir dos significados diferen- tes de la palabra «falso»? Puede que yo no crea que ser briténico sea 38 tuna virtud en s{ mismo; pero es sélo mi opinién, y seguramente no esté al nivel de afirmaciones como «Paris es la capital de Afganis- tan», que todo el mundo estaria de acuerdo en tachar de falsas. 1a postura que uno adopte en este debate depende de si se es 0 no un realista moral.” Un opositor al realismo moral mantiene que nuestro discurso se divide en dos tipos distintos: aquellos actos de habla que pretenden describir cémo son las cosas, que implican cri- terios de verdad y falsedad; y los que expresan evaluaciones y pres- cripciones, que no implican los citados criterios. Bajo este punto de vista, el lenguaje cognitivo es una cosa y el lenguaje normativo pre criptivo otra diferente. Un realista moral, en cambio, rechaza es oposicidn entre «hecho» y «valor» (que tiene, de hecho, raices pro~ fundas en la historia de la filosofia burguesa) y «rechaza que po- damos establecer una distinci6n inteligible entze aquellas partes de discurso asertérico que pueden 0 no describic verdaderamente la realidad». Segiin esta teria, es erréneo pensar que nuestro lengua~ je se divida en un objetivismo duro y un subjetivismo blando, en un mbito de hechos fisicos indudables y una estera de valores en pre- cariaflotaci6n. Los juicios morales son tan cancidatos ala argumen- tacién racional como las partes més obviamente descriptivas de nuestro lenguaje. Para un realista, tales enunciados de las normativas pretenden describir lo que existe: hay tanto shechos morales» como shechos fisicos», en relacién con los cuales puede decirse que nues- tros juicios son verdaderos o falsos. Que los judios sean seres infe- lores es tan falso como que Paris es la capital de Afganistan; no es sélo cuestién de mi opinién privada o de una postura ética que yo decida asumir frente al mundo. Declarar que Sudafrica es una socie- dad racista no es una expresin mas imponente que decir que no me gustaria establecerme en Sudifrica Una raz6n por la que los juicios morales no nos parecen tan séli- dos como los juicios acerca del mundo fisico es que vivimos en una sociedad en la que hay conflictos fundamentales de valor. En reali- dad, la nica posicién moral que descartaria el pluralista liberal es la {que pudiera interferir con este mercado libre de valores. Como no 0. Véase Sabina Lovibond, Reason and Imagination in Ethics, Oxford, 1982, y David O, Brink, Moral Realism and she Foundations of Ethics, Cam- bridge, 1989, 21, Lovibond, Reason and Imagination, pig. 36 39 Podemos estar de acuerdo en un nivel fundamental, es tentador ere- er que los valores estan de algtin modo «en libre flotacién» —-que los juicios morales no pueden someterse a los eritetios de verdad y fal sedad porque estos criterios estin, en realidad, en considerable des orden—. Podemos estar razonablemente seguros acerca de si Abra- ham Lincoln media més de un metro y medio, pero no sobre si hay circunstancias en las que es permisible matar. El hecho de que ac- twalmente no podamos llegar 2 un acuerdo sobre este particular, no ‘obstante, no es raz6n para suponer que es slo una cuestién de op- ciones o intuiciones personales indiscutibles. Asi pues, el ser o noun realista moral marcara la diferencia sobre nuestra valoracién perso~ nal de la medida en que el lenguaje ideoldgico implica falsedad. A un realista moral no le resultara convincente la idea de «falsa concien- cia porque se pueda demostrar que algunas proposiciones ideologi- cas son empiricamente verdaderas, pues siempre puede demostrarse ue esa proposicién codifica una tesis normativa que de hecho es fala, Todo esto tiene relevancia para la influyente teoria de la ideolo- Xft propussta pol fiosofo mars *raneés Louis Althusser. Para Althusser, se puede hablar de que las descripciones o representacio- nes del mundo son verdaderas ofalsas; pero segtn él la leologia no es en origen cuestidn de tales descripciones, y los criterios de verdad y falsedad son ampliamente irrelevantes para ésta. La ideologia, para ‘Althusser, representa en efecto la realidad —pero lo que representa es la manera en que yo «vivo» mis relaciones con el conjunto de la sociedad, lo que no puede considerarse una cuestién de verdad o fal- sedad—. La ideologia para Althusser es una organizacidn particular de pricticas significantes que constituye a los seres humanos en st jetos sociales, y que produce las relaciones vividas por las que tales sujetos estin conectados a las relaciones de produceién dominantes en una sociedad. Como término, cubre todas las distintas modalida des politicas de tales relaciones, desde una identificacion con el po- der dominante a una posicién opuestaa él. Aunque Althusser adop- ta asi el sentido mas amplio de ideologia examinado, su concepcion del particular, como més tarde veremos, esta encubiertamente cons treiida por su atencidn a un sentido mas limitado de idcologia como formacion dominante. No hay ninguna duda de que Althusser asesta un golpe mortal a cualquier teoria de la ideologia puramente racionalista —a la idea de que consiste simplemente en una coleccién de representaciones de- 40 formadas de la realidad y de proposiciones ernpiricamente falsas—. Por el contrario, para Althusser Ia ideologia alude principalmente a nuestras relaciones afectivas e inconscientes con el mundo, alos mo- dos en que estamos pre-reflexivamente ligados en la realidad social. Esuna cuestion de como esa realidad nos schoca» en la a experiencia aparentemente espontinea, de la manera en que los seres, Inumansestin incesantemente en juego en alla icendo en mus relaciones con la vida social como una parte erucial de lo que es ser ellos mismos. Podria decirse que la ideologia, mas o menos como la poesia para el critico literario ILA, Richards, es menos una cuestién de proposiciones que de «pseudoproposiciones»..” Parece, a menu- do, ser referencial en su superficie gramatical (descripcién de situa- ciones de hecho) siendo a la vez secretamente «emotiva» (expresion de la realidad vivida de los seres humanos) o «conativa» (orientada a conseguir ciertos efectos) Si esto es asi, parece como si existiese una suerte de detz ode duplisidad implica en l lengua ideoldgico, del tipo que Immanuel Kant pensaba que habia descubierto en la na: turaleza del juico estético.” La ideologi, sostiene Althusser, ex presa un deseo, una esperanza o una nostalgia, més que la deserip- cin de Ia realidad»; es esencialmente cuestién de aprensién y denuncia, de reverencia y vilipendio, todo lo cual se codifica a me- nudo en un discurso que parece que describiera la forma de ser real- mente las cosas. Es asi, en los términos del filsofo J. L. Austin, un lenguaje «performativo» mas que «constatativo: pertenece a la cla- se de actos de abla que hacen algo (maldecie persuadir, celebrar y asi sucesivamente) mas que al discurso de la descripcién.”* Una ma- nifestacién como «lo negro es bonito», popular en los dias del movi- miento norteamericano de derechos civiles, parece en apariencia como si estuviera caracterizando una situacién de hecho, pero en realidad es un acto retérico de desafio y de au:oafirmaci Althusser intenta hacernos pasar, pues, de una teoria cognitiva a una teoria afectiva de la ideologia —lo que no es necesariamente re- chazar que la ideologia contenga ciertos elementos cognitivos, o re- 22, L.A. Richards, Principles of Literary Criticism, Londres, 1924, cap. 35. 23, Véase Terry Eagleton, The Ideology of the Aesthetic, Oxford, 1990, igs. 93-96, 24. Louis Althusser, Far Mars, Londres, 1969, pig. 234, 25. Vease J. L. Austin, How To Do Things With Words, Londres, 1962. al

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