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La «Secunpa SEMANAD: Acompanar a Jesucristo en misién Después de tres afios de estudios de Filosofia y Teologia en Fordham, fui destinado a la St. Joseph’s University, en Filadelfia, para dar cursos introductorios de Filosofia y Etica. Esta etapa de la formacién de un jesuita es muy esperada. Cinco afios después de haber entrado en el noviciado, el jesuita tiene la oportunidad de trabajar a tiempo completo en el ministerio un par de afios antes de volver para estudiar més teologia como preparacién para la ordenacién. Este tipo de destino es el primer motivo por el que nos hacemos jesuitas: para «ayudar a las animas», como escribia Ignacio con frecuencia, 0, en términos de hoy, para ayudar a la gente y servir a las mayores necesidades de la Iglesia y del mundo a las que no se est atendiendo. Después de mi primer afio de docencia en St. Joseph’s, solicité pasar el verano trabajando con el Servicio Jesuita a Refugiados (IRS), organizacién fundada en 1980 para responder a las crisis de refugiados de entonces. El problema, como sabemos, no ha hecho sino empeorar a medida que crece el nimero de refugiados y desplazados por las guerras, la agitacién civil, la hambruna, las catastrofes econémicas y naturales generalizadas. En mis estudios y mi ensefianza, exploraba desde muchas perspectivas y en muchas fuentes el concepto de la dignidad humana, largamente consagrado por el pensamiento social catélico. Con el JRS queria ver cémo se conereta ese concepto en la promocién de los derechos humanos de los refugiados y otras personas desplazadas. En los Estados Us refugiados y los emigrantes ante los organismos de gobierno nacionales e internacionales. idos el JRS invierte recursos considerables en la defensa de los También proporciona personal para los programas de capellanfa dedicados al cuidado pastoral y los servicios religiosos para extranjeros detenidos en varios centros del Departamento de Inmigracién y Aduanas esparcidos por el pais. Aunque colabore con organizaciones que dispensan asistencia legal y ayuda humanitaria, el JRS considera su papel principal el acompaftamiento de los extranjeros en medio de los altibajos de la vida en un centro de detencién o un campo de refugiados: la presencia junto a ellos en su reclusién, el «caminar» con ellos lo mejor que podamos, Idealmente, se desarrolla una relacién de solidaridad, en la que el trabajador del JRS también aprende de los refugiados 7 algo sobre la fe y los valores. Las amistades resultantes y el aprendizaje sobre el terreno ayudan al JRS a defender mas eficazmente ante el poder a los refugiados. Este fiel acompafiamiento invita a otras personas a considerar el mundo y sus problemas desde la perspectiva de las que viven en los mérgenes. Los detenidos viven una existencia provisional. Esperan los resultados de las audiencias de asilo o de deportacién. El proceso puede durar semanas, meses 0 afios, y la deportacién puede tener lugar en cualquier momento. Me mandaron a uno de los varios centros de detencién del sur de California, San Pedro (ya cerrado), situado en el puerto de Los Angeles. Suplia a Peter, un dindmico capellin jesuita, que iba a tomarse unas vacaciones muy merecidas. Peter me ensefié las apretujadas instalaciones, en esencia una cArcel: cinco plantas divididas en secciones (0 «contenedores»), salas comunes para comidas y recreo (lo que basicamente significaba jugar a las cartas y ver la televisién), una pequefia clinica médica, una biblioteca con escasos recursos, un par de patios de hormigén para el recreo al aire libre (pesas, baloncesto y dar vueltas andando). Desde los patios se ofan los tentadores sonidos del océano, se veia a los cruceros salir del puerto y se olian las brisas salinas. Al cabo de un par de dias de presentaciones, Peter se fue de vacaciones, y alli estaba yo, en territorio nada familiar. Después de seis afios de vida jesuita itinerante, sin embargo, habia aprendido a adaptarme y lanzarme a situ: mes nuevas, a pesar de sentirme completamente petrificado por dentro. Miguel se convirtié en uno de mis primeros mentores. Este joven de veintitantos afios Ilevaba seis meses en San Pedro. Me ayudaba a abordar a los hombres segiin sus diversas personalidades. Su inglés era mucho mejor que mi espafiok me decia quién necesitaba ayuda y quién no apreciarfa una visita del capellin ese dia. Su historia era un ejemplo ilustrativo de las muchas que habia alli, Miguel habia vivido en los Estados Unidos gran parte de su vida, habiendo emigrando desde México con sus padres, y sin papeles, cuando era nifio. Por algiin motivo habia llamado la atencién de las autoridades de Inmigracién: suele ser por una auditoria en el lugar del trabajo, una infraccién de trafico o un delito. Ahora, Miguel se enfrentaba a dejar a toda su familia en los Estados Unidos y volver a México, el pais de su nacimiento pero poco més. Sabiendo que la deportacién era probable, ya estaba planeando cémo regresaria junto a la familia que tenia en los Estados Unidos. us Me presenté a Luis, un hombre tranquilo mayor de cincuenta que pasaba los més de los dias dibujando en la sala de recreo. Rezdbamos juntos con frecuencia, Yo me esforzaba por offecerle unas palabras de consuelo de la Biblia en mi rudimentario espafiol. Al cabo de unas semanas, Luis me regalo un dibujo de la Virgen de Guadalupe que enmarqué y que hoy cuelga en un lugar destacado de mi despacho. Para los mexicanos en particular, la Virgen Maria, amiga de los pobres, es una poderosa intercesora y protectora en medio de la soledad y la angustia de la detencién. Cada semana me unia a una de las secciones femeninas para la misa, celebrada por Rob, el director jesuita de la oficina local del JRS. Por no haber capilla, nuestro altar era una mesa de acero en el rincén de la sala de recreo, La chachara inane de los programas matinales de la televisién resonaba al otro lado de la habitacién. Para las diez 0 quince mujeres que acudian cada semana a misa, nuestro rincén era un santuario, Cantébamos mis alto que la tele, y las oraciones salian del corazén. Las peticiones duraban mucho, pues cada mujer solia pedir detenidamente por alguien. Lo més habitual era que pidieran por los nifios que habjan dejado en los Estados Unidos. Ana habia sido limpiadora en un hotel de Palm Springs durante casi una década. Su condicién de sin papeles se descubrié cuando las autoridades de Inmigracién revisaron las cuentas del hotel donde ella trabajaba. Habia dejado a sus dos nifios, nacidos en los Estados Unido: entre légrimas, me pedia que rezara para que ella se reuniera con sus hijos, que la con su hermana. Su marido estaba en otro centro de detencién. A diario, visitaban los domingos enlazando varios autobuses para verla. Otra mujer se negaba a permitir a sus nifios venir a San Pedro: no queria que la vieran vestida con un mono azul, como una criminal. En el sdtano de San Pedro habia unas celdas de aislamiento para las personas que tenian que estar separadas de la poblacién general: los propensos a pelear, los amenazados por bandas rivales, los que padecian de sida y los que estaban en la diana de los maltratadores por su condicién de gais, lesbianas o transgénero. Para mi, estas eran Jas visitas mas desgarradoras. El aislamiento, incluso durante poco tiempo, puede hacerles cosas terribles a la mente y el alma. Y lo peor de todo es que, en la relativa oscuridad y con el contacto humano limitado, la persona empieza a perder la esperanza. Asi pues, cuando yo venia, tenfan ganas de verme. Debia hablar con ellos a través de una pequefia abertura en la puerta de la celda. Ahi abajo, yo no tenfa mucho que decir, u9 porque hablaban ellos, normalmente demasiado deprisa como para que yo pudiera entender su espafiol. Mis respuestas eran muy sencillas: «Dios te ama; no estas solo; el Sefior est contigo; ten esperanza». Me di cuenta de que a veces el mejor consejo es el mis sencillo. Cada dia intentaba, lo mejor que podia, estar al lado de los detenidos en San Pedro. Procuraba reconfortarlos, ser una presencia fiable en sus vidas, por lo demés, transitorias ¢ impredecibles. De ellos aprendi mucho sobre el aguante de la fe en circunstancias adversas. Cuando todo lo demas se habia perdido, eran muchos los que recurrian al Sefior en busca de consuelo y esperanza. También se apoyaban los unos en los otros. Me consolaba profundamente ver cémo se cuidaban entre si, convirtiéndose en una familia en sus penas compartidas. Acabé aprendiendo que todos, con independencia de los documentos oficiales que tengamos, compartimos el muy humano anhelo de estar con los que amamos, de asentarnos y construir un hogar, de encontrar un lugar en la Tierra que podamos llamar nuestro. También fui testigo de lo poderosa que puede ser la esperanza y de que las personas con esperanza viven de forma diferente; este fue uno de los temas de la enciclica del papa Benedicto sobre la esperanza, citada en repetidas ocasiones durante su visita a los Estados Unidos en 2008. En la Segunda Semana de los Ejercicios Espirituales, Ignacio nos invita a ompaiiar a Jesucristo desde su nacimiento hasta su ministerio piblico. En la Primera Semana, nuestra mirada estaba puesta, en gran parte, en nosotros mismos; ahora, Dios nos levanta la mirada y vuelve nuestra atencién hacia Jestis mientras caminaba y hablaba, curaba y predicaba, entre nosotros. La gracia de la Segunda Semana es fundamental: crecer en conocimiento sentido de Jesucristo para poderle amar més profundamente y seguir més de cerca. Pero, para crecer en este amor intimo, hemos de acerearnos. Hay que caminar con Dios, que se hizo uno de nosotros. En esta parte de la aventura, los evangelios cobran vida para nosotros. Estamos ahi con Jestis, inmersos en los evangelios con la ayuda de nuestros sentidos y nuestra imaginacién. No solo adquirimos una nueva percepcién més informacién. Agudizada nuestra atencién y avivada nuestra imaginacién, vemos al Dios vivo en la vida cotidiana mientras rezamos a Io largo de los Ejercicios. Por ejemplo, Ignacio invita al ejercitante a rezar sobre el relato de Mateo de la huida de José, Maria y el recién nacido nifio Jesiis a Egipto para escapar de Ia célera asesina de Herodes en Belén (Mateo 2,13-14). En las 120 historias de hoy de los refugiados y las personas desplazadas que hacen su propio viaje tragico de lagrimas, nos encontramos con José, Maria y Jess en fuga. Una de las tltimas imagenes de mi trabajo con el JRS es la de la Sagrada Familia. Los miércoles visitaba un centro de detencién juvenil de minima seguridad que albergaba a una mezela de jévenes en riesgo: ciudadanos estadounidenses que habfan cometido un crimen, extranjeros detenidos por las autoridades de Inmigracién y fugitivos procedentes de todo el pais. A los menores sin papeles se les alojaba con los fugitivos en un dormitorio de ladrillo hueco en un rineén del gran recinto. En un lado del dormitorio dormian diez chicas, y en el otro los chicos, con una pequefia habitacién comin en medio. Podian moverse libremente, pero siempre bajo la concienzuda vigilancia de un supervisor. Luke era un chico de dieciséis afios que habia escapado de un progenitor abusador en Texas y al que encontraron viviendo en las playas del sur de California. (No formaban parte de su historia el tréfico de drogas ni la prostitucién, comunes entre los adolescentes fugitives). Aparentaba més edad de la que tenia, curtido por su dura juventud. A veces estallaba en célera, pero yo detectaba una corriente oculta de ternura y de idealismo juvenil. Luke era de los mayores del grupo. Maria habia venido de El Salvador para reunirse con uno de sus progenitores, que vivia en los Estados Unidos. La habian pillado cruzando la frontera por el desierto con un grupo de parientes de su aldea, Los hermosos ojos y cara de Marfa revelaban a la vez una timidez de nifia_y una confianza de mujer. En espafiol, me dijo que se sentia sola y asustada, pero que nunca se lo dejaba entrever a los otros. A Maria, de una edad parecida a la de Luke, le gustaba hacer de madre con las nifias menores con las que compartfa el dormitorio. idos Era de admirar lo bien que se llevaban en ese grupo variopinto de fugitivos en los Estados Unidos y latinoamericanos sin papeles, a pesar de la barrera del idioma y sus distintas historias, por no hablar de las presiones que conlleva una vida de fugitivo. Establecian vinculos en las partidas de cartas, en la sala comin y en los partidos de baloncesto en la cancha cercana a su dormitorio. No tenfan a nadie mas que a si mismos. En mi tltima vi 1a de los miércoles, antes de marcharme al este para el comienzo del afio académico, llevé a Luke y a Maria aparte para informarles de que me marchaba. 121 Les dije: «Ahora os dejo a vosotros de encargados, para cuidar de todos, especialmente de los mas pequefios. Confortadlos cuando estén tristes 0 solos». «No se preocupe, padre», dijo Luke. (En mis visitas yo llevaba alzacuellos, y ellos suponian que yo estaba ordenado, para lo que atin faltaban unos afios). «Cuidaremos de ellos», me aseguré. Maria sonrié con orgullo y aire de experta. Una hora més tarde, cuando me iba, me di la vuelta y los vi. Maria tenia en el regazo una nifia pequefia que lloraba, y Luke estaba reuniendo a los rezagados que llegaban tarde a la cena en la sala comin, Se sentaron todos juntos para su comida familiar una Sagrada Familia. Oracién por Oscar Romero y otros sacerdotes que se fueron Ayuda, de cuando en cuando, dar un paso atras y mirar con distancia. El reino no solo esta mas alld de nuestros esfuerz« estd incluso més alla de nuestra visién. En nuestra vida realizamos solo una diminuta fraccién de la magnifica empresa que es la obra de Dios. Nada de lo que hacemos queda completado, que es una manera de decir que el reino siempre se encuentra més alld de nosotros. Ninguna afirmacién dice todo lo que se podria decir. Ninguna oracién expresa plenamente nuestra fe. Ninguna confesién trae la perfeccién. Ninguna visita pastoral trae la integridad. Ningiin programa lleva a cabo la misién de la Iglesia. Ningin conjunto de fines y objetivos lo incluye todo. Aunque esté incompleto, es un comienzo, un paso en el camino, una oportunidad para que entre la gracia del Sefior y haga el resto. ‘Alo mejor nunca veremos los resultados finales, pero esa es la diferencia entre el maestro constructor y el obrero. Somos obreros, no maestros constructores; ministros, no mesfas. Somos profetas de un futuro que no es nuestro. 122 Eso es lo que somos. Sembramos las semillas que un dia crecerdn, Regamos semillas ya sembradas, sabiendo que contienen la promesa futura. Echamos cimientos que necesitaran més desarrollo. Aportamos levadura que produce muy por encima de nuestras capacidades. No podemos hacerlo todo, y hay una sensacién de liberacién en darse cuenta de ello, Esto nos capacita para hacer algo y hacerlo muy bien. ‘Amén (19) . Oscar Romero (1917-1980) fue arzobispo de San Salvador. Ferviente defensor de los pobres de su pais y vor incansable en defensa de la reconeiliacién en medio de la guerra civil, Romero fue asesinado mientras decia misa, Aunque a menudo atribuida a Romero, en realidad esta oracién fue pronunciada por el cardenal John Deardon de Detroit en una homilia de 1979. Deardon y Romero fueron almas gemelas: ambos predicaron que la paz.y la justicia son fundamentales en el Evangelio. 123 SEMANA DE ORACION I1: La Contemplaci6n de la Encarnacién Pasamos ahora a la fase siguiente de los Ejercicios de Ignacio: la Segunda Semana. En la Primera Semana saboreamos la gracia de ser amados por Dios aun en nuestra pecaminosidad. En la Segunda Semana respondemos naturalmente a la misericordia de Dios queriendo conocer a este Dios tan generoso y amoroso, que nos llama por nuestro nombre, tal como somos. En Letting God Come Close (Dejar que Dios se acerque), perspicaz, vision de los movimientos de los Ejercicios, William Barry, SJ, describe el cambio de orientacién de la manera siguiente: en la Primera Semana «el centro de atencién hemos sido nuestras necesidades y nosotros. Querfamos saber de corazén que Dios esti donde estamos nosotros, junto a nosotros en nuestro quebranto, en nuestra pecaminosidad, en nuestra desesperada necesidad». En la Segunda Semana, sin embargo, «ahora queremos estar donde esta Jesiis; queremos conocerle a él, sus valores y su misién, y queremos formar parte de esa misién» (p. 78). En la Segunda Semana acompajiamos a Jestis en su misin terrena. No buscamos datos cientificos ni biograficos sobre Jesiis, sino un conocimiento mas parecido al de conocer a un amigo en el misterio y en profundidad: un conocimiento sentido en el corazén, ‘Antes de adentramos en el relato de la vida de Jesiis, Ignacio nos invita a mirar el panorama general, En la Contemplacién de la Encarnacién miramos el mundo con la Trinidad: con Dios, que es Padre, Hijo y Espiritu Santo. Nos perdemos en el misterio de la Encarnacién. Nos maravillamos de que Dios obre por medio de personas normales como Maria y José. Nos llenamos de gran gratitud por el hecho de que Dios quisiera acercarse a nosotros hacigndose humano en Jestis de Nazaret. De esta manera, Dios hace que el amor divino sea inminentemente accesible a todas las personas. + Oracién para la semana 124 Pido las siguientes gracias: un conocimiento hondamente sentido de lo que Dios suefia para el mundo; asombro y maravilla ante el misterio de la Encarnacién. Dial Contemplacién de la Encarnacién (EE 101-109). En los Ejercicios, por contemplacién se entiende una oracién imaginativa. Ignacio estaba convencido, por su propia experiencia, de que Dios nos habla en nuestra imaginacién. Aqui iniciamos la contemplacién imaginando que las tres Personas Divinas miran «toda la planicia 0 redondez, de todo el mundo Ilena de hombres» (EE 102). Con esta perspectiva, considera lo que ven y oyen las Personas divinas (y tw hombres y mujeres de distintos tamafios, formas y colores; ricos y pobres; viejos y jévenes. Gente que habla distintos idiomas. Unos nacen, otros mueren; unos corren y juegan, otros estén enfermos y suften. Unos rien, otros lloran. Unos gritan y vocean, otros rezan y cantan. Con la mirada de la Trinidad, considera cémo se tratan unas personas a otras: unas aman, otras odian; unas abrazan, otras pegan; unas ayudan, otras no hacen caso, hieren y matan. {Qué ves y oyes? {Cémo te sientes al imaginar el mundo de esta manera? {Cémo responden las tres Personas divinas a las alegrias y suftimientos del mundo? ;Cémo nos responde el Dios que es Amor a nosotros, los hijos de Dios, perdidos, sin rumbo, suftientes, pecadores, confusos y agresivos? Oye a las Personas divinas decir: «Hagamos redencién del género humano» (EE 107). {Qué palabras quieres decirle a Dios, que es Padre, Hijo y Espiritu Santo? Dia 2 Repeticién. Dios nos salva en los detalles de nuestras vidas, en la belleza y el quebranto de nuestro mundo. Seguimos mirando al mundo de hoy desde la perspectiva de la Trinidad. Intenta considerar tu propia comunidad y tu situacién personal de vida. {Qué ven y oyen las Personas divinas (y ti)? {Cémo responde tu corazén? ,Cémo trabaja Dios hoy en la salvacién del mundo por vias muy coneretas? 125

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