CapiTuLo 8
EL NINO Y EL DUELO.
UNA INTERVENCION ESTRATEGICA EN LA ECO-
LOGIA DE LAS RELACIONES
Rodrigo Mardones Ibacache
Alicia tiene diez afios de edad, a solicitud de su madre es deriva-
da a mi oficina porque presenta problemas de rendimiento escolar y
conductuales en el aula, Su actuar no es distuptivo, por el contrario, la
profesora jefe sefiala que «pasé de ser una nifia participativa en la clase
a desempefiar una conducta distante, como ausente»..
La madre solicita la atencién, especialmente preocupada por las
calificaciones que esta obteniendo, la mayoria insuficientes. La nifia le
cuenta que no puede concentrarse y que en las evaluaciones se queda
en blanco.
En la situacién de Alicia, el tiempo transcurrido desde Ia pérdida
de su padre y el inicio de problemas escolares superaba los seis meses,
de modo tal que los adultos responsables de la nifia no sospechaban
una conexién directa entre la experiencia de la muerte y las situaciones
problematicas. Coincidentemente Alicia, en las primeras entrevistas, no
se refirié a su padre fallecido.
Fue la profesora quien sugirié la posibilidad de que la nifia no hu-
biera superado satisfactoriamente la pérdida de su padre. Alindagar con
la nifia lo sucedido, comenta que efectivamente pasaba mucho tiempo
pensando en su papa, sumergida en recuerdos y deseos de volver a estar
con él. Sin embargo, Alicia afirmaba estar tranquila porque sabfa que
su padre ahora era un dngel que la cuidaba y acompaniaba donde fuera.
En la primera entrevista con la madre, manifest su preocupaci6n
por la situacién escolar de la hija y atribuia como causa del problema
la cercania de Alicia a la preadolescencia. Gracias a la informacién
otorgada por la profesora, fue posible indagar sobre la pérdida del
padre, la que ocurrié en forma repentina, El hombre se desempefiaba
como guardia de seguridad. En una evaluacién de estado fisico, se habria
365Roprico MaRDonss
sobreexigido, lo que provocé un ataque cardiaco severo. Permanecié
hospitalizado quince dias, con pérdida total de conciencia y prondstico
de muerte
Alicia no fue informada de la situacién. Su madee, con la esperan-
za de una recuperacién milagrosa de su esposo, le conté que el papa
habia sufrido una rotura de tobillo grave que le obligaba a permanecer
hospitalizado. A su ver, le seftal6 que ella no podia ir a verlo, porque
en el hospital no se permiten nifios.
‘A los quince dias, se decide que el padre continte sus cuidados
en el hogar, aun cuando no habia recuperado la conciencia. Su esposa
decide preparar las cosas practicas de la casa para recibir a su esposo,
y le cuenta a la hija que el papé torpemente se habia intentado poner
de pie y que habia olvidado su lesi6n al tobillo, lo que hizo que callera
y se golpeara la cabeza. Que regresaba a casa, pero iba a estar como
durmiendo permanentemente.
Alicia cuenta que sintié tristeza, pero a la vez manifest6 el deseo
de ayudar y de cuidar al papa. Ese mismo dia, antes de ser retirado del
hospital, el hombre muri6. La madre de Alicia se vio enfrentada a lo
que evité permanentemente desde el accidente, tener que dar una noticia
trdgica a su hija: la muerte de su padre.
in las horas posteriores, Alicia se entera de Ia situacién, pero fa~
miliares se ofrecen para que se aloje con ellos, mientras se realizaban
Jos arreglos para iniciar los ritos fiinebres en casa. La nifia vio por
primera ver a su padre luego del accidente cardfaco dentro de la urna.
‘A su vez, sus permanencias en el velorio fueron breves, y por decisién
de la madre, no particip6 de los funerales para no «traumatizarla» con
los llantos de los dotientes.
Los dias posteriores siguieron con la entrega de la ropa y pertenen-
cias del difunto a instituciones de caridad y se reorganizé la habitacion
matrimonial. La madre de Alicia realiz6 cambios significativos en la casa,
obedeciendo el consejo de continuar con la vida y no atarse a un difunto.
El regreso de Alicia a casa no solo imponia el desafio de adaptarse
2 un medio sin su padre, sino que su contexto suftié modificaciones
importantes, claramente perceptibles. En el colegio, la profesora jefe
organiz6 al curso de manera tal que se offecieron compaiieros como
encargados de no dejarla sola mientras estuviera en el colegio, de ayudar
a que no se le hicieran preguntas acerca de su padre y de distraerla y
asistirla en caso de llorar, especialmente si se encontraba en los recreos
6 en clases con otros profesores que no estaban al tanto de los detalles
del caso.
164Carrio §
Quienes trabajamos en el érea de la psicologia, identificamos facil-
mente aquellos aspectos que se combinan para provocar un problema
de salud mental. Sin mala intencién, se ha hecho de todo para hacer que
un proceso natural, al que todos estamos expuestos, se complique de
forma extraordinaria. Y aunque la situacién de Alicia impresiona como
extrema, permite reflexionar acerca de algunos aspectos en los que la
infancia se desarrolla y que por momentos, podriamos decir, se expone.
AspECTOS CONTEXTUALES
El ocultamiento de la muerte
En los afios 90, Juan Pablo Il se refirié a la cultura actual como una
«cultura de la muerte». Advertia de los procedimientos médicos para el
aborto, la eutanasia, la falta de solidaridad y otros tantos aspectos que
explotan al hombre. Sin embargo, en su misma enciclica llamada Evan-
geliuon Vitae (1995), advirti6 un proceso de ocultamiento de la muerte
y el sufrimiento. Los patses que hemos instalado més radicalmente la
economia de libre mercado, generando una cultura de consumo voraz,
hemos avanzado en este proceso de ocultar la muerte. Basta con mirar
nuestros cementerios, cada vez. més similares a parques en los que se
podria pasear e incluso hacer picnic. Se refirié también Juan Pablo Ila la
cultura actual como «analgésica», es decir, que busca permanentemente
elplacer por el placer y huye del dolor como una experiencia sin sentido.
La otra cara de esta moneda es el culto a la eterna juventud, al
adulto joven, exitoso, tonificado, con muchos artefactos para exhibir,
ue tiene poder de consumo y que est permanentemente alegre. Son las
imagenes que estan puestas en las pantallas de televisién, redes socia-
les, etc. Por el contrario, envejecer, enfermar, el moribundo, se han ido
constituyendo en iconos que causan malestar. No queremos envejecer,
enfermar, morir. La muerte, la enfermedad y el dolor se experimentan
como un sin sentido y como algo ajeno a la vida.
Secularismo y desritualizacién
Seguido de los aspectos anteriores, nuestra cultura ha desarrollado
tun proceso constante y paulatino de secularismo. La religiosidad como
monopolio de la Iglesia catdlica se ha ido perdiendo. Lo afirma asf Bene-
dicto XVI (2012), en un discurso no publicado. Alli sefiala con relacién
a la pérdida del cristianismo en Europa: «Una fecunda tierra de raicesRoprico MaRDonss
cristianas», corre el riesgo de convertirse «en un desierto inhéspito»,
y la buena semilla, de verse «ahogada, pisoteada y perdida». Es una
afirmacién que bien puede aplicarse a nuestros paises latinoamericanos,
No es Ia idea hacer teologia, sin embargo, es importante consig-
nar que una cultura que se distancia del dato religioso, se expone a
la pérdida de una cosmovisién. Nuestra cultura actual no posee una
cosmovisién que le permita interpretar la realidad y operar en ella. El
abuso del medioambiente es una de sus consecuencias.
Pero, ademas, hemos perdido los ritos. Esta cultura ha desritual
zado el proceso de desarrollo de la vida. Ritos que muchas veces tenfan
un sentido religioso, celebraban la vida desde el nacimiento hasta la
muerte, El divorcio del rito ha traido consigo la pérdida del sentido.
Este proceso de cambio cultural tiene larga data. Heidegger (1989),
en su discurso de celebracién del primer centenario de la muerte de
Conradin Kreutzer el aiio 1949, sefialé que el hombre cursa un proceso
cultural al que llamé «fuga del pensar reflexivo». Constata que el pen:
sar se ha vuelto instrumental, basado en la produccién y el consumo.
El exilio del dolor, de la muerte, de la religién, del pensar reflexivo,
trae consigo la pérdida del sentido, de una narrativa integeada, de la
nocién de justicia, de la ética en general.
in este contexto, la muerte se transforma en una experiencia, mu-
chas veces, extrafia, devastadora, ajena a la narrativa personal, familiar
y social. Es decir, no sabemos cémo actuar ante ella, no sabemos qué
decir de ella.
Ecologia de las relaciones
Bateson (1989) acoplé el concepto de «ecologia de la mente», donde
se referia a céimo en la mente se establece una relacién ecolégica de
ideas y pensamientos que configura en los individuos un sistema, que
a su vez estd inmerso en lo social, con lo que comparte esta ecologia.
La infancia asiste paulatinamente a este sistema de relaciones,
pensamientos, creencias, etc., y lo aprende, no solo cognitivamente,
sino empiricamente. Desde esta perspectiva, la infancia es conducida a
un sistema cultural al que asiste primero como «invitado» para que en
la interaccién se asocie y, més tarde, la haga suya.
En el caso de la pérdida, la muerte y el duelo, podemos observar
algunos jes importantes que se establecen como una ecologfa individual
y social. Muchos de ellos se establecen a priori y van configurando en
él nifio su entorno, claves de lectura para comprender la realidad y a
166Carrio §
si mismo, desde su familia a las experiencias que va teniendo en su en-
tomo social, adquiere explicaciones acerca de lo que le asombra y de
Jo que no comprende, de sus errores y aciertos, de lo que debe realizar
para sentirse aceptado e integrado en su medio afectivo mas directo.
Lo que comienza siendo el entorno més cercano de parientes, se
suma la escuela, y el circulo social de relaciones significativas se abre,
pero también el de discursos y narrativas que explican las cosas que
estén en el mundo.
Este encuentro con lo social muchas veces est4 construido de afirma-
ciones, ideas, cteencias que se establecen a priori y que van configurando
una visién de mundo a veces rigida y poco funcional. Aqui algunos de
os que en mi experiencia he ido encontrando:
a. Los nitios deben evitar el sufrimiento
Nuestra cultura, en general, ha cambiado su mirada de la infancia.
Probablemente la promulgacién de sus derechos nos interpela para va-
lorarla, respetarla y cuidarla, Aunque se pueden observar excepciones,
hoy por hoy, golpear puiblicamente a un nifio tiene una sancién social
no menos significativa,
El cuidado de la infancia ha sufrido un cambio cultural importante.
Por ejemplo, el ejercicio de la parentalidad perdié formas de crianza que
estaban basadas en el castigo fisico, la humillacién, el maltrato psico-
logico, ete. ¥, en muchas ocasiones, se qued6 sin estrategias para criar.
b. Los nifios se traumatizan més facilmente
Se cree que la vivencia de un trauma, como un evento doloroso,
de riesgo vital, catastréfico, podria marcar a los nifios y afectar todo
el desarrollo de su vida. Sin embargo, la nocién de riesgo y catastrofe
en un nifio es diferente que la de un adulto, en tanto el nifio posee una
condicién cognitiva que le permite pasar r4pidamente de la realidad a
Ja fantasia, y que en ocasiones acta como un factor protector. Es una
posible explicacién que permite entender por qué los nifios pueden
jugar mientras estan en un albergue luego de perderlo todo. En este
sentido, no es tan claro afirmar que la infancia esta cognitivamente
més desprotegida ante situaciones trauméticas.Roprico MaRDonss
c. El nitio debe ser asistido para que maitana no sea un adul-
to con problemas
Probablemente, la psicologia que explica lo humano desde el
trauma ha impuesto este a priori como clave para explicar la diver-
sidad de problemas que enfrentamos como adultos en la interaccién
con el medio, los otros y nosotros mismos. Esta afirmacién impone
un «deber ser» de asistir, apoyar, intervenir ahora en el nifio para
evitar problemas que se presentaran en la adultez
Alnifo se le debe cuidar, apoyar y asistis, porque en si mismo
lo vale y necesita. Es un ser completo y acabado en su etapa del
desarrollo, mas alla de que hayamos estandarizado variables que
permiten comprender el proceso de crecimiento y madurez. Es de-
cir, los nifios no adolecen de nada, aunque obviamente requieran el
sustento y soporte de cuidadores porque no pueden ser auténomos,
6 mas bien, en su autonomfa dependen de otros para subsistir.
d. Sistema de creencias y sistema social
El sistema de creencias, no solo religiosas, sino que ademas la idea
de mundo de la propia familia y del entramado social, que conforman
el contexto inmediato del nifio, proporciona una forma de interaccién
que es transmitida y aprendida.
Desde las ideas religiosas, mayoritariamente sincretizadas, en las
que tendemos a creer que los muertos nos miran, nos cuidan, permane
cen con nosotros, que podemos interferir en su descanso con nuestros
estados de dnimo, asi como la idea de estar con Dios, resucitas, reen-
carnarse, etc., alimentan un discurso sobre la muerte, que junto a las
maniobras de ocultamiento y evitacién, provocan confusién.
Es asf que en la familia no siempre sabemos qué decir, c6mo hablar
de la muerte, ya en vida esta conversacién se silencia. La escucla en
general tiene serias dificultades para hablar del origen de la vida desde
Ja sexualidad, para la muerte no hay un discurso. Lo mismo ocurre con
Jos amigos, los familiares, los vecinos del barrio. A todos, la muerte nos
llega como la visita de un indeseado, de quien ya no hablamos.
EL DUELO INFANTIL
Todos inevitablemente operamos en base a «a priori», desde que nos
levantamos en la mafana y enfrentamos la calle, hasta cuando recibimos
168Carrio §
tun consultante en nuestro box de atencién. Para la atencién de nifios
con problemas de duelo complicado el «a priori» que suelo usar, y que
‘me ha reportado beneficios en la terapia, es que la pérdida o muerte de
tun ser querido por si mismas no causan un duelo complicado. Esto no
exime del dolor intenso y por momentos devastador.
Las pérdidas de seres queridos duelen, muchas veces golpean el
sentido de la vida ¢ incluso pueden remover todo nuestro sistema de
creencias. Sin embargo, este es un proceso de dolor que sigue un curso
a nivel individual, familiar, social y que en estos Ambitos se puede com-
plejizar y derivar en un duelo complicado. La pérdida de los padres,
ya veces de todo el entorno familiar, puede impactar profundamente
en un niffo, pero no significa que de suyo el nifio vaya a desarrollar un
problema de salud mental.
Sin embargo, en mi experiencia tratando nifios con duelo, creo
que el proceso de dolor presenta algunos aspectos diferentes de los que
podemos observar en los adultos.
ABORDAJE TERAPEUTICO DEL DUELO
Worden (1997) y Neimeyer (2002), probablemente los autores
ms influyentes que han reflexionado y generado propuestas sobre el
tratamiento del duelo, plantearon ideas respecto a tareas o etapas que
la persona en duelo debe cumplir para realizar un proceso de dolor
adecuado y sano.
‘Worden (1997) sefialé que la persona en duelo debia cumplir con
algunas tareas para no cursar un duelo complicado. Es decir, quienes
viven un proceso de duelo normal realizan estas acciones, y que bien
podriamos considerarlas como tareas 0 metas a la hora de acompafiar
un duelo.
La primera tarea consiste en aceptar la realidad de la pérdida. El
shock inicial al conocerse la noticia de la muerte de un ser querido en
ocasiones puede provocar incredulidad, la sensacién de que lo ocurrido
no es cierto 0 existe una equivocacién. Esta reaccién ha sido llamada
generalmente como negacién, En este sentido, el autor plantea que
Ja aceptacién de la pérdida serfa una condici6n que caracteriza a las
personas que realizan un proceso de duelo normal, se presentarfa en-
tonces como una tarea que logtar para aquellos que se encuentran en
un duelo complicado.
Enel trabajo con nifios, se deben permitir la manifestacién emocio-
nal y/o la necesidad de hablar de la pérdida, refiriéndose al difunto yaRoprico MaRDonss
sea desde el recuerdo o de lo que qued6 pendiente, de las interrogantes
0 de lo que escuché acerca de la muerte. Esto contribuye a que el nifio
o adolescente integre en su relato y acepte la realidad de la pérdida.
En el caso de Alicia, esto no fue posible, pues no solo ignoraba la
real situaci6n de la salud de su padre, sino que ademas las maniobras
para que ella no sufriera fueron claramente evitativas. Es decir, no
pudo participar adecuadamente de los ritos fiinebres. Se concerté un
operativo para callarla y cambiar de tema y de seguimiento a su estado
emocional, de forma tal que no lorara,
En este sentido, Neimeyer (2002) se refiere a etapas del duelo. Para
I, el duelo se complicaria cuando las personas se inmovilizan en una
de las etapas y detienen el proceso natural de recuperacién tras una
pérdida. La primera etapa del duelo serfa la evitacién. Las personas
que permanecen en esta primera parte se caracterizan por presentar un
estado de embotamiento, incredulidad, conmocién, incluso shock emo-
cional. Cognitivamente, suele observarse una negacién de lo ocurrido,
Este estado descrito por Neimeyer podria explicar los problemas de
rendimiento escolar y aislamiento presentado por Alicia. Concentrarse le
era dificil y en las evaluaciones «se quedaba en blanco». Especialmente
cuando ella pensaba en como habfan ocurrido los hechos relativos a la
muerte de su padre, intentando encontrar una logica al relato que recibié
como explicacién de la muerte. La nifia decfa que «no le calzaba», no
Jogeaba comprender c6mo su padre habia intentado ponerse de pie con
tuna lesién que lo habia tenido hospitalizado tantos dias.
Para Alicia, como para muchos, la aceptacién de la pérdida no solo
tiene que ver con el reconocimiento de las emociones, sino que con la
inteligibilidad de los acontecimientos, aunque muchas veces la muerte
no tiene sentido, pero conocer cémo fueron los hechos permite dar
pasos a la aceptacién de la pérdida.
Para ella, los hechos eran incomprensibles. En este sentido, parte
de la terapia significé que la madre le relatara los hechos como fueron,
asumiendo respetuosamente que su intencién en un momento de in-
certidumbre era la de no hacerla sufrir, especialmente porque no sabia
cémo seria el desenlace de la situacién del padre.
En la medida que Alicia comprendié la situacién desde la verdad,
Joge6 conectarse atin ms con las emociones que la pérdida provocaba.
Ella ocupaba tiempo pensando en cémo su padre podia haber cometido
ese error.
Seguidamente, a la luz de lo planteado por Worden, otra tarea im-
portante tiene que ver con la «expresién de las emociones y el dolor»
Alicia no solo sentia tristeza por la muerte de su padre, sino que ademss
170Carrio §
la rabia era un componente significativo en sus emociones, especialmente
cuando pensaba en la torpeza de intentar pararse cuando se esta lesio-
nado, Ella decia expresiones en su discurso que eran propias de una
mujer adulta, se referia a su padre: «Tipico de hombres... siempre son
Porfiados y no se cuidan...». Probablemente esta aseveraci6n la escuch6
de adultos significativos y era el recurso que ella usaba para explicarse el
accidente de su papa, pero que ponia al padre en situacién de culpable.
Es decir, lo ocurrido podria haberse evitado si hubiera sido cuidadoso.
Evidentemente, conocer los hechos trajo consigo que la culpa y la
rabia sentidas se revirtieran hacia ella misma y luego a su madre. Hacia
ella por desconfiar y haberse enojado con el papa, y hacia la mamé por
haberle mentido.
Conocer los hechos permitié conectarse con sus sentimientos,
expresar las emociones, las que se manifestaron a través del llanto, del
decaimiento animico que duré algunos dias.
Neimeyer diria que Alicia habria pasado de la etapa de «evitacién>,
que sufrié como victima, a la de «asimilacién». Este estadio del duelo se
caracteriza por el conocimiento més intelectual y la conexién emocional
con la realidad de la pérdida.
Las siguientes tareas del duelo propuestas por Worden son: «Adap-
tarse a un medio sin el fallecido» y luego «recolocar emocionalmente
al fallecido y seguir viviendo». En el caso de Alicia, y en general los
nifios y adolescentes, por su condicién de dependencia de los adultos
y de las caracteristicas del desarrollo cognitivo, viven la adaptacién al
medio sin el fallecido, en dependencia de los cuidados que los adultos
logran proporcionar.
La adaptaci6n a la nueva situacién familiar requiere de una mirada
atenta a que el nifio tenga asegurada la alimentacién, abrigo, afectos,
atencién y cuidados a su salud. Ademés del espacio seguro y discreto
para la manifestacién de sus emociones, para consultar y exponer sus
interrogantes acerca del familiar fallecido, de la muerte y acerca del futuro.
En este punto, la mirada del clinico, especialmente cuando la pér-
dida se trata de uno de los padres, debe enfocarse a cémo se establecen
las relaciones y las rutinas del nifio al respecto del padre vivo. Muchas
veces los adultos inauguran un duelo complicado, o bien el impacto
de la pérdida del cényuge provoca la devastacién emocional de quien
sobrevive, al punto de perder de vista al hijo, desentendiéndose de sus
necesidades, exponiéndolo a un doble duelo. Es decir, la pérdida del
padre o madre muerto y la pérdida por incapacidad funcional del padre
omadre vivo. En este caso, la atencién del adulto doliente es importante,
en tanto su duelo complicado compromete el bienestar del nifio.Roprico MaRDonss
Por otro lado, suele darse que en la reorganizacién del niicleo fami-
liar, ahora sin uno de sus miembros, el padre vivo puede verse obligado
a iniciar actividades en el mundo laboral, 0 bien, aumentar las horas
de trabajo para asegurar cl sustento, En este caso, debe tenerse especial
cuidado con la parentalizacién de los hijos mayores, observar el grado
de soledad al que los nifios se exponen y atender a los problemas de
adaptacién que pueden experimentar con la nueva organizacién familiar.
En estos casos, el trabajo terapéutico lo he desarrollado derivando
a los adultos cuidadores que presentan duelo complicado para su tra-
tamiento clinico y tratando de generar sesiones en que la familia logre
tuna organizacién que ponga a salvo el bienestar del nifo, ayudandoles
2 organizarse, previendo en este punto espacios de encuentro familiar
al que todos se comprometan a asistir. Por ejemplo, que se acuerden
horarios de comida juntos, actividades de esparcimiento en dias u
horas festivas, rituales familiares como rezar antes de dormir o bien
desayunar juntos,
En el caso de Alicia, la madre se vio en la obligacién de iniciarse en
el mundo laboral. Fila hasta la fecha cumplia labores de duefia de casa
y con dedicacién exclusiva a la crianza. La nifa tenia edad suficiente
para comprender que la madre debia trabajar, sin embargo, la extra-
faba, Ambas acordaron horarios para hacer tareas, comer, ver alguna
pelicula y asistir juntas a misa los domingos.
Recolocar emocionalmente al fallecido y seguir viviendo, como
“ltima tarea sefialada por Worden, era una tarea resuelta por Alicia
Ella describia a su padre como un Angel que le cuidaba. El vinculo con
€l no estuvo en riesgo, a pesar de su confusién y enojo por la infor
macién distorsionada acerca de su muerte. Alicia seftalaba que eso la
consolaba y le permitia sentirse acompafiada y confiada. Relataba que
el papa estaba con Dios, que desde ahi la cuidaba y que en ocasiones
ella le hablaba y le pedfa que las cuidara,
En todos los nitios que he atendido por la problematica de duelo,
la recolocacién emocional del difunto ha sido una tarea que se cumple
tempranamente. Sin embargo, no significa que el duelo se haya resuelto
satisfactoriamente. Es importante atender a los aspectos ya seftalados.
En el trabajo con su profesora, valoré su preocupacién por crear un
ambiente protector para Alicia, pero también le expuse las condiciones
necesarias para que la nifa lograra resolver su duclo. Se le explicé que
la evitacién como estrategia de abordaje suele complicar mas el proceso
yyusando la metafora de la herida que necesita limpiarse, le indiqué que
el llanto permitia lavar la herida de la pérdida.
172Carrio §
De este modo, se procedié a organizar al curso de otra forma. Edu-
car a los nifios sobre la muerte, decirles claramente que las emociones
de tristeza, e llanto y a veces el desco de estar solo es algo normal. A su
vex, se les indicé que lo mejor es acompaar, si Alicia quiere conversar
del papa y contar cémo fue su pérdida, que era mejor escuchar, aunque
a veces esas conversaciones nos asustan nos entristecen. Finalmente,
se les indicé que en el caso de ver a Alicia llorar, avisaran al profesor 0 a
un adulto para que la acompafiara.
Finalmente, con Alicia elaboramos un ritual que le permitiera ex-
presar simbélicamente las emociones relativas a la pérdida y construir
un recuerdo emotivo y liberador con respecto a su padre
Todo ritual tiene signos, un tiempo y un espacio que se consagran
para la conexi6n con una realidad trascendente. En este sentido, la
construccién del ritual conlleva que los signos sean seleccionados con
Ja persona que cursa el tratamiento, de manera que le hable a ella. A
veces hay propuestas que se presentan como técnicas, por ejemplo,
la elaboracién de cartas, o dlbumes de fotos. Todas tienen potencial
terapéutico en la medida que al consultante le hagan sentido. De lo
contrario, corremos el riesgo de conducir el proceso de terapia a través
de actos insignificantes.
Alicia necesitaba ver a su padre, gran parte de su tiempo a solas lo
pasaba mirando fotos, recordando anécdotas, actividades que hacfan
juntos. Le propuse que me contara esas historias, que me trajera foto-
grafias, que en definitiva me presentara a su papa.
Este trabajo lo sostuve tres sesiones, hasta que se observara en
su comunicacién no verbal mayor tranquilidad y agrado, junto con
reportar que la rabia y la culpa habfan desaparecido.
De este modo, la sesidn se transformé en un espacio seguro para
hablar de su papé sin necesidad de temer a que el tema fuese desagra-
dable y sin miedo a llorar,
Fueron estos los signos que se usaron para generar un ritual. Ella
sugirié la creacién de un altar familiar. Su familia era catélica, ellos
recibfan todos los afios una imagen de la sagtada familia que acom-
pafaban con velas en un lugar destacado de la casa. Alicia elaboré un
collage de fotos que sefialé como favoritas. Al mismo tiempo, tomé una
plegaria que rezaba para que Dios recibiera a los difuntos y les regala-
ra el descanso. Trajo ademas una semilla de pino que habia recogido
con su padre y que habia pintado de color plateado para usarla como
adorno de Navidad.
En la confeccién del collage ella coment6 cada fotografia, contaba
recuerdos que le evocaban las imagenes, hablaba con emocién y lesRoprico MaRDonss
manifestaba su carifio. La semilla de pino la puso en un pocillo trans-
parente con un poco de tierra, seitalé que era la semilla de su padre en
ella misma y que queria tenerla siempre a la vista, para nunca olvidar
que ella es fruto de la semilla de su papa y que debe crecer como una
bella planta. Finalmente, la oracién iba a ser leida en familia, para
que el papa descansara en paz, y permaneceria junto a la imagen de la
sagrada familia, el collage y la semilla de pino.
Terminados los preparativos, por la cercanfa del colegio en el que
trabajo con la casa de Alicia, programamos el dia en que se realizaria
el ritual de entronizacién del signo. Coincidié con el cumple mes de la
muerte del padre. Participaron la mamé, los abuelos paternos, mater-
nos y yo. Alicia ley6 la plegaria, contuvo el llanto y se dispuso a poner
cada uno de los simbolos en el altar. Ademés, habfa un cirio adornado.
Ella pidié a los presentes que dijeran algunas palabras acerca del papa.
Todos tuvieron palabras para expresar y finalmente rezamos juntos la
oracién del Padre Nuestro.
El ritual fue, ademas, el cierre del proceso de terapia.
El seguimiento de la situacién de Alicia report6 que volvia a la
normalidad, que las evaluaciones mejoraron y no se reportaron episo-
dios de llantos 0 desborde emocional.
CONSIDERACIONES FINALES
El proceso de terapia duré diez. sesiones, desde la primera entrevista
con la madre hasta que se cerré con el ritual.
La madre simulténeamente inicié tratamiento por duelo en una
institucién de salud publica, lo que indirectamente colaboré con el
tratamiento de Alicia.
Indudablemente, mi condicién de varén y de una edad similar a
Ja del padre colabor6 en el proceso terapéutico. Es inevitable que este
campo de influencias interfiera en el proceso, por esta razén decidi
utilizar este factor en favor de la nifia.
Finalmente, cabe sefialar que el proceso terapéutico, en general,
present6 para mi una carga emotiva significativa, Sin embargo, la evi-
dencia de los avances resulté estimulante,
REFERENCIAS
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General de la Conferencia Episcopal Italiana. Vaticano.
174Carrio §
Bateson, G. (1998). Pasos para una ecologia de la mente. Una aproximacién
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