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CapiTuLo 8 EL NINO Y EL DUELO. UNA INTERVENCION ESTRATEGICA EN LA ECO- LOGIA DE LAS RELACIONES Rodrigo Mardones Ibacache Alicia tiene diez afios de edad, a solicitud de su madre es deriva- da a mi oficina porque presenta problemas de rendimiento escolar y conductuales en el aula, Su actuar no es distuptivo, por el contrario, la profesora jefe sefiala que «pasé de ser una nifia participativa en la clase a desempefiar una conducta distante, como ausente».. La madre solicita la atencién, especialmente preocupada por las calificaciones que esta obteniendo, la mayoria insuficientes. La nifia le cuenta que no puede concentrarse y que en las evaluaciones se queda en blanco. En la situacién de Alicia, el tiempo transcurrido desde Ia pérdida de su padre y el inicio de problemas escolares superaba los seis meses, de modo tal que los adultos responsables de la nifia no sospechaban una conexién directa entre la experiencia de la muerte y las situaciones problematicas. Coincidentemente Alicia, en las primeras entrevistas, no se refirié a su padre fallecido. Fue la profesora quien sugirié la posibilidad de que la nifia no hu- biera superado satisfactoriamente la pérdida de su padre. Alindagar con la nifia lo sucedido, comenta que efectivamente pasaba mucho tiempo pensando en su papa, sumergida en recuerdos y deseos de volver a estar con él. Sin embargo, Alicia afirmaba estar tranquila porque sabfa que su padre ahora era un dngel que la cuidaba y acompaniaba donde fuera. En la primera entrevista con la madre, manifest su preocupaci6n por la situacién escolar de la hija y atribuia como causa del problema la cercania de Alicia a la preadolescencia. Gracias a la informacién otorgada por la profesora, fue posible indagar sobre la pérdida del padre, la que ocurrié en forma repentina, El hombre se desempefiaba como guardia de seguridad. En una evaluacién de estado fisico, se habria 365 Roprico MaRDonss sobreexigido, lo que provocé un ataque cardiaco severo. Permanecié hospitalizado quince dias, con pérdida total de conciencia y prondstico de muerte Alicia no fue informada de la situacién. Su madee, con la esperan- za de una recuperacién milagrosa de su esposo, le conté que el papa habia sufrido una rotura de tobillo grave que le obligaba a permanecer hospitalizado. A su ver, le seftal6 que ella no podia ir a verlo, porque en el hospital no se permiten nifios. ‘A los quince dias, se decide que el padre continte sus cuidados en el hogar, aun cuando no habia recuperado la conciencia. Su esposa decide preparar las cosas practicas de la casa para recibir a su esposo, y le cuenta a la hija que el papé torpemente se habia intentado poner de pie y que habia olvidado su lesi6n al tobillo, lo que hizo que callera y se golpeara la cabeza. Que regresaba a casa, pero iba a estar como durmiendo permanentemente. Alicia cuenta que sintié tristeza, pero a la vez manifest6 el deseo de ayudar y de cuidar al papa. Ese mismo dia, antes de ser retirado del hospital, el hombre muri6. La madre de Alicia se vio enfrentada a lo que evité permanentemente desde el accidente, tener que dar una noticia trdgica a su hija: la muerte de su padre. in las horas posteriores, Alicia se entera de Ia situacién, pero fa~ miliares se ofrecen para que se aloje con ellos, mientras se realizaban Jos arreglos para iniciar los ritos fiinebres en casa. La nifia vio por primera ver a su padre luego del accidente cardfaco dentro de la urna. ‘A su vez, sus permanencias en el velorio fueron breves, y por decisién de la madre, no particip6 de los funerales para no «traumatizarla» con los llantos de los dotientes. Los dias posteriores siguieron con la entrega de la ropa y pertenen- cias del difunto a instituciones de caridad y se reorganizé la habitacion matrimonial. La madre de Alicia realiz6 cambios significativos en la casa, obedeciendo el consejo de continuar con la vida y no atarse a un difunto. El regreso de Alicia a casa no solo imponia el desafio de adaptarse 2 un medio sin su padre, sino que su contexto suftié modificaciones importantes, claramente perceptibles. En el colegio, la profesora jefe organiz6 al curso de manera tal que se offecieron compaiieros como encargados de no dejarla sola mientras estuviera en el colegio, de ayudar a que no se le hicieran preguntas acerca de su padre y de distraerla y asistirla en caso de llorar, especialmente si se encontraba en los recreos 6 en clases con otros profesores que no estaban al tanto de los detalles del caso. 164 Carrio § Quienes trabajamos en el érea de la psicologia, identificamos facil- mente aquellos aspectos que se combinan para provocar un problema de salud mental. Sin mala intencién, se ha hecho de todo para hacer que un proceso natural, al que todos estamos expuestos, se complique de forma extraordinaria. Y aunque la situacién de Alicia impresiona como extrema, permite reflexionar acerca de algunos aspectos en los que la infancia se desarrolla y que por momentos, podriamos decir, se expone. AspECTOS CONTEXTUALES El ocultamiento de la muerte En los afios 90, Juan Pablo Il se refirié a la cultura actual como una «cultura de la muerte». Advertia de los procedimientos médicos para el aborto, la eutanasia, la falta de solidaridad y otros tantos aspectos que explotan al hombre. Sin embargo, en su misma enciclica llamada Evan- geliuon Vitae (1995), advirti6 un proceso de ocultamiento de la muerte y el sufrimiento. Los patses que hemos instalado més radicalmente la economia de libre mercado, generando una cultura de consumo voraz, hemos avanzado en este proceso de ocultar la muerte. Basta con mirar nuestros cementerios, cada vez. més similares a parques en los que se podria pasear e incluso hacer picnic. Se refirié también Juan Pablo Ila la cultura actual como «analgésica», es decir, que busca permanentemente elplacer por el placer y huye del dolor como una experiencia sin sentido. La otra cara de esta moneda es el culto a la eterna juventud, al adulto joven, exitoso, tonificado, con muchos artefactos para exhibir, ue tiene poder de consumo y que est permanentemente alegre. Son las imagenes que estan puestas en las pantallas de televisién, redes socia- les, etc. Por el contrario, envejecer, enfermar, el moribundo, se han ido constituyendo en iconos que causan malestar. No queremos envejecer, enfermar, morir. La muerte, la enfermedad y el dolor se experimentan como un sin sentido y como algo ajeno a la vida. Secularismo y desritualizacién Seguido de los aspectos anteriores, nuestra cultura ha desarrollado tun proceso constante y paulatino de secularismo. La religiosidad como monopolio de la Iglesia catdlica se ha ido perdiendo. Lo afirma asf Bene- dicto XVI (2012), en un discurso no publicado. Alli sefiala con relacién a la pérdida del cristianismo en Europa: «Una fecunda tierra de raices Roprico MaRDonss cristianas», corre el riesgo de convertirse «en un desierto inhéspito», y la buena semilla, de verse «ahogada, pisoteada y perdida». Es una afirmacién que bien puede aplicarse a nuestros paises latinoamericanos, No es Ia idea hacer teologia, sin embargo, es importante consig- nar que una cultura que se distancia del dato religioso, se expone a la pérdida de una cosmovisién. Nuestra cultura actual no posee una cosmovisién que le permita interpretar la realidad y operar en ella. El abuso del medioambiente es una de sus consecuencias. Pero, ademas, hemos perdido los ritos. Esta cultura ha desritual zado el proceso de desarrollo de la vida. Ritos que muchas veces tenfan un sentido religioso, celebraban la vida desde el nacimiento hasta la muerte, El divorcio del rito ha traido consigo la pérdida del sentido. Este proceso de cambio cultural tiene larga data. Heidegger (1989), en su discurso de celebracién del primer centenario de la muerte de Conradin Kreutzer el aiio 1949, sefialé que el hombre cursa un proceso cultural al que llamé «fuga del pensar reflexivo». Constata que el pen: sar se ha vuelto instrumental, basado en la produccién y el consumo. El exilio del dolor, de la muerte, de la religién, del pensar reflexivo, trae consigo la pérdida del sentido, de una narrativa integeada, de la nocién de justicia, de la ética en general. in este contexto, la muerte se transforma en una experiencia, mu- chas veces, extrafia, devastadora, ajena a la narrativa personal, familiar y social. Es decir, no sabemos cémo actuar ante ella, no sabemos qué decir de ella. Ecologia de las relaciones Bateson (1989) acoplé el concepto de «ecologia de la mente», donde se referia a céimo en la mente se establece una relacién ecolégica de ideas y pensamientos que configura en los individuos un sistema, que a su vez estd inmerso en lo social, con lo que comparte esta ecologia. La infancia asiste paulatinamente a este sistema de relaciones, pensamientos, creencias, etc., y lo aprende, no solo cognitivamente, sino empiricamente. Desde esta perspectiva, la infancia es conducida a un sistema cultural al que asiste primero como «invitado» para que en la interaccién se asocie y, més tarde, la haga suya. En el caso de la pérdida, la muerte y el duelo, podemos observar algunos jes importantes que se establecen como una ecologfa individual y social. Muchos de ellos se establecen a priori y van configurando en él nifio su entorno, claves de lectura para comprender la realidad y a 166 Carrio § si mismo, desde su familia a las experiencias que va teniendo en su en- tomo social, adquiere explicaciones acerca de lo que le asombra y de Jo que no comprende, de sus errores y aciertos, de lo que debe realizar para sentirse aceptado e integrado en su medio afectivo mas directo. Lo que comienza siendo el entorno més cercano de parientes, se suma la escuela, y el circulo social de relaciones significativas se abre, pero también el de discursos y narrativas que explican las cosas que estén en el mundo. Este encuentro con lo social muchas veces est4 construido de afirma- ciones, ideas, cteencias que se establecen a priori y que van configurando una visién de mundo a veces rigida y poco funcional. Aqui algunos de os que en mi experiencia he ido encontrando: a. Los nitios deben evitar el sufrimiento Nuestra cultura, en general, ha cambiado su mirada de la infancia. Probablemente la promulgacién de sus derechos nos interpela para va- lorarla, respetarla y cuidarla, Aunque se pueden observar excepciones, hoy por hoy, golpear puiblicamente a un nifio tiene una sancién social no menos significativa, El cuidado de la infancia ha sufrido un cambio cultural importante. Por ejemplo, el ejercicio de la parentalidad perdié formas de crianza que estaban basadas en el castigo fisico, la humillacién, el maltrato psico- logico, ete. ¥, en muchas ocasiones, se qued6 sin estrategias para criar. b. Los nifios se traumatizan més facilmente Se cree que la vivencia de un trauma, como un evento doloroso, de riesgo vital, catastréfico, podria marcar a los nifios y afectar todo el desarrollo de su vida. Sin embargo, la nocién de riesgo y catastrofe en un nifio es diferente que la de un adulto, en tanto el nifio posee una condicién cognitiva que le permite pasar r4pidamente de la realidad a Ja fantasia, y que en ocasiones acta como un factor protector. Es una posible explicacién que permite entender por qué los nifios pueden jugar mientras estan en un albergue luego de perderlo todo. En este sentido, no es tan claro afirmar que la infancia esta cognitivamente més desprotegida ante situaciones trauméticas. Roprico MaRDonss c. El nitio debe ser asistido para que maitana no sea un adul- to con problemas Probablemente, la psicologia que explica lo humano desde el trauma ha impuesto este a priori como clave para explicar la diver- sidad de problemas que enfrentamos como adultos en la interaccién con el medio, los otros y nosotros mismos. Esta afirmacién impone un «deber ser» de asistir, apoyar, intervenir ahora en el nifio para evitar problemas que se presentaran en la adultez Alnifo se le debe cuidar, apoyar y asistis, porque en si mismo lo vale y necesita. Es un ser completo y acabado en su etapa del desarrollo, mas alla de que hayamos estandarizado variables que permiten comprender el proceso de crecimiento y madurez. Es de- cir, los nifios no adolecen de nada, aunque obviamente requieran el sustento y soporte de cuidadores porque no pueden ser auténomos, 6 mas bien, en su autonomfa dependen de otros para subsistir. d. Sistema de creencias y sistema social El sistema de creencias, no solo religiosas, sino que ademas la idea de mundo de la propia familia y del entramado social, que conforman el contexto inmediato del nifio, proporciona una forma de interaccién que es transmitida y aprendida. Desde las ideas religiosas, mayoritariamente sincretizadas, en las que tendemos a creer que los muertos nos miran, nos cuidan, permane cen con nosotros, que podemos interferir en su descanso con nuestros estados de dnimo, asi como la idea de estar con Dios, resucitas, reen- carnarse, etc., alimentan un discurso sobre la muerte, que junto a las maniobras de ocultamiento y evitacién, provocan confusién. Es asf que en la familia no siempre sabemos qué decir, c6mo hablar de la muerte, ya en vida esta conversacién se silencia. La escucla en general tiene serias dificultades para hablar del origen de la vida desde Ja sexualidad, para la muerte no hay un discurso. Lo mismo ocurre con Jos amigos, los familiares, los vecinos del barrio. A todos, la muerte nos llega como la visita de un indeseado, de quien ya no hablamos. EL DUELO INFANTIL Todos inevitablemente operamos en base a «a priori», desde que nos levantamos en la mafana y enfrentamos la calle, hasta cuando recibimos 168 Carrio § tun consultante en nuestro box de atencién. Para la atencién de nifios con problemas de duelo complicado el «a priori» que suelo usar, y que ‘me ha reportado beneficios en la terapia, es que la pérdida o muerte de tun ser querido por si mismas no causan un duelo complicado. Esto no exime del dolor intenso y por momentos devastador. Las pérdidas de seres queridos duelen, muchas veces golpean el sentido de la vida ¢ incluso pueden remover todo nuestro sistema de creencias. Sin embargo, este es un proceso de dolor que sigue un curso a nivel individual, familiar, social y que en estos Ambitos se puede com- plejizar y derivar en un duelo complicado. La pérdida de los padres, ya veces de todo el entorno familiar, puede impactar profundamente en un niffo, pero no significa que de suyo el nifio vaya a desarrollar un problema de salud mental. Sin embargo, en mi experiencia tratando nifios con duelo, creo que el proceso de dolor presenta algunos aspectos diferentes de los que podemos observar en los adultos. ABORDAJE TERAPEUTICO DEL DUELO Worden (1997) y Neimeyer (2002), probablemente los autores ms influyentes que han reflexionado y generado propuestas sobre el tratamiento del duelo, plantearon ideas respecto a tareas o etapas que la persona en duelo debe cumplir para realizar un proceso de dolor adecuado y sano. ‘Worden (1997) sefialé que la persona en duelo debia cumplir con algunas tareas para no cursar un duelo complicado. Es decir, quienes viven un proceso de duelo normal realizan estas acciones, y que bien podriamos considerarlas como tareas 0 metas a la hora de acompafiar un duelo. La primera tarea consiste en aceptar la realidad de la pérdida. El shock inicial al conocerse la noticia de la muerte de un ser querido en ocasiones puede provocar incredulidad, la sensacién de que lo ocurrido no es cierto 0 existe una equivocacién. Esta reaccién ha sido llamada generalmente como negacién, En este sentido, el autor plantea que Ja aceptacién de la pérdida serfa una condici6n que caracteriza a las personas que realizan un proceso de duelo normal, se presentarfa en- tonces como una tarea que logtar para aquellos que se encuentran en un duelo complicado. Enel trabajo con nifios, se deben permitir la manifestacién emocio- nal y/o la necesidad de hablar de la pérdida, refiriéndose al difunto ya Roprico MaRDonss sea desde el recuerdo o de lo que qued6 pendiente, de las interrogantes 0 de lo que escuché acerca de la muerte. Esto contribuye a que el nifio o adolescente integre en su relato y acepte la realidad de la pérdida. En el caso de Alicia, esto no fue posible, pues no solo ignoraba la real situaci6n de la salud de su padre, sino que ademas las maniobras para que ella no sufriera fueron claramente evitativas. Es decir, no pudo participar adecuadamente de los ritos fiinebres. Se concerté un operativo para callarla y cambiar de tema y de seguimiento a su estado emocional, de forma tal que no lorara, En este sentido, Neimeyer (2002) se refiere a etapas del duelo. Para I, el duelo se complicaria cuando las personas se inmovilizan en una de las etapas y detienen el proceso natural de recuperacién tras una pérdida. La primera etapa del duelo serfa la evitacién. Las personas que permanecen en esta primera parte se caracterizan por presentar un estado de embotamiento, incredulidad, conmocién, incluso shock emo- cional. Cognitivamente, suele observarse una negacién de lo ocurrido, Este estado descrito por Neimeyer podria explicar los problemas de rendimiento escolar y aislamiento presentado por Alicia. Concentrarse le era dificil y en las evaluaciones «se quedaba en blanco». Especialmente cuando ella pensaba en como habfan ocurrido los hechos relativos a la muerte de su padre, intentando encontrar una logica al relato que recibié como explicacién de la muerte. La nifia decfa que «no le calzaba», no Jogeaba comprender c6mo su padre habia intentado ponerse de pie con tuna lesién que lo habia tenido hospitalizado tantos dias. Para Alicia, como para muchos, la aceptacién de la pérdida no solo tiene que ver con el reconocimiento de las emociones, sino que con la inteligibilidad de los acontecimientos, aunque muchas veces la muerte no tiene sentido, pero conocer cémo fueron los hechos permite dar pasos a la aceptacién de la pérdida. Para ella, los hechos eran incomprensibles. En este sentido, parte de la terapia significé que la madre le relatara los hechos como fueron, asumiendo respetuosamente que su intencién en un momento de in- certidumbre era la de no hacerla sufrir, especialmente porque no sabia cémo seria el desenlace de la situacién del padre. En la medida que Alicia comprendié la situacién desde la verdad, Joge6 conectarse atin ms con las emociones que la pérdida provocaba. Ella ocupaba tiempo pensando en cémo su padre podia haber cometido ese error. Seguidamente, a la luz de lo planteado por Worden, otra tarea im- portante tiene que ver con la «expresién de las emociones y el dolor» Alicia no solo sentia tristeza por la muerte de su padre, sino que ademss 170 Carrio § la rabia era un componente significativo en sus emociones, especialmente cuando pensaba en la torpeza de intentar pararse cuando se esta lesio- nado, Ella decia expresiones en su discurso que eran propias de una mujer adulta, se referia a su padre: «Tipico de hombres... siempre son Porfiados y no se cuidan...». Probablemente esta aseveraci6n la escuch6 de adultos significativos y era el recurso que ella usaba para explicarse el accidente de su papa, pero que ponia al padre en situacién de culpable. Es decir, lo ocurrido podria haberse evitado si hubiera sido cuidadoso. Evidentemente, conocer los hechos trajo consigo que la culpa y la rabia sentidas se revirtieran hacia ella misma y luego a su madre. Hacia ella por desconfiar y haberse enojado con el papa, y hacia la mamé por haberle mentido. Conocer los hechos permitié conectarse con sus sentimientos, expresar las emociones, las que se manifestaron a través del llanto, del decaimiento animico que duré algunos dias. Neimeyer diria que Alicia habria pasado de la etapa de «evitacién>, que sufrié como victima, a la de «asimilacién». Este estadio del duelo se caracteriza por el conocimiento més intelectual y la conexién emocional con la realidad de la pérdida. Las siguientes tareas del duelo propuestas por Worden son: «Adap- tarse a un medio sin el fallecido» y luego «recolocar emocionalmente al fallecido y seguir viviendo». En el caso de Alicia, y en general los nifios y adolescentes, por su condicién de dependencia de los adultos y de las caracteristicas del desarrollo cognitivo, viven la adaptacién al medio sin el fallecido, en dependencia de los cuidados que los adultos logran proporcionar. La adaptaci6n a la nueva situacién familiar requiere de una mirada atenta a que el nifio tenga asegurada la alimentacién, abrigo, afectos, atencién y cuidados a su salud. Ademés del espacio seguro y discreto para la manifestacién de sus emociones, para consultar y exponer sus interrogantes acerca del familiar fallecido, de la muerte y acerca del futuro. En este punto, la mirada del clinico, especialmente cuando la pér- dida se trata de uno de los padres, debe enfocarse a cémo se establecen las relaciones y las rutinas del nifio al respecto del padre vivo. Muchas veces los adultos inauguran un duelo complicado, o bien el impacto de la pérdida del cényuge provoca la devastacién emocional de quien sobrevive, al punto de perder de vista al hijo, desentendiéndose de sus necesidades, exponiéndolo a un doble duelo. Es decir, la pérdida del padre o madre muerto y la pérdida por incapacidad funcional del padre omadre vivo. En este caso, la atencién del adulto doliente es importante, en tanto su duelo complicado compromete el bienestar del nifio. Roprico MaRDonss Por otro lado, suele darse que en la reorganizacién del niicleo fami- liar, ahora sin uno de sus miembros, el padre vivo puede verse obligado a iniciar actividades en el mundo laboral, 0 bien, aumentar las horas de trabajo para asegurar cl sustento, En este caso, debe tenerse especial cuidado con la parentalizacién de los hijos mayores, observar el grado de soledad al que los nifios se exponen y atender a los problemas de adaptacién que pueden experimentar con la nueva organizacién familiar. En estos casos, el trabajo terapéutico lo he desarrollado derivando a los adultos cuidadores que presentan duelo complicado para su tra- tamiento clinico y tratando de generar sesiones en que la familia logre tuna organizacién que ponga a salvo el bienestar del nifo, ayudandoles 2 organizarse, previendo en este punto espacios de encuentro familiar al que todos se comprometan a asistir. Por ejemplo, que se acuerden horarios de comida juntos, actividades de esparcimiento en dias u horas festivas, rituales familiares como rezar antes de dormir o bien desayunar juntos, En el caso de Alicia, la madre se vio en la obligacién de iniciarse en el mundo laboral. Fila hasta la fecha cumplia labores de duefia de casa y con dedicacién exclusiva a la crianza. La nifa tenia edad suficiente para comprender que la madre debia trabajar, sin embargo, la extra- faba, Ambas acordaron horarios para hacer tareas, comer, ver alguna pelicula y asistir juntas a misa los domingos. Recolocar emocionalmente al fallecido y seguir viviendo, como “ltima tarea sefialada por Worden, era una tarea resuelta por Alicia Ella describia a su padre como un Angel que le cuidaba. El vinculo con €l no estuvo en riesgo, a pesar de su confusién y enojo por la infor macién distorsionada acerca de su muerte. Alicia seftalaba que eso la consolaba y le permitia sentirse acompafiada y confiada. Relataba que el papa estaba con Dios, que desde ahi la cuidaba y que en ocasiones ella le hablaba y le pedfa que las cuidara, En todos los nitios que he atendido por la problematica de duelo, la recolocacién emocional del difunto ha sido una tarea que se cumple tempranamente. Sin embargo, no significa que el duelo se haya resuelto satisfactoriamente. Es importante atender a los aspectos ya seftalados. En el trabajo con su profesora, valoré su preocupacién por crear un ambiente protector para Alicia, pero también le expuse las condiciones necesarias para que la nifa lograra resolver su duclo. Se le explicé que la evitacién como estrategia de abordaje suele complicar mas el proceso yyusando la metafora de la herida que necesita limpiarse, le indiqué que el llanto permitia lavar la herida de la pérdida. 172 Carrio § De este modo, se procedié a organizar al curso de otra forma. Edu- car a los nifios sobre la muerte, decirles claramente que las emociones de tristeza, e llanto y a veces el desco de estar solo es algo normal. A su vex, se les indicé que lo mejor es acompaar, si Alicia quiere conversar del papa y contar cémo fue su pérdida, que era mejor escuchar, aunque a veces esas conversaciones nos asustan nos entristecen. Finalmente, se les indicé que en el caso de ver a Alicia llorar, avisaran al profesor 0 a un adulto para que la acompafiara. Finalmente, con Alicia elaboramos un ritual que le permitiera ex- presar simbélicamente las emociones relativas a la pérdida y construir un recuerdo emotivo y liberador con respecto a su padre Todo ritual tiene signos, un tiempo y un espacio que se consagran para la conexi6n con una realidad trascendente. En este sentido, la construccién del ritual conlleva que los signos sean seleccionados con Ja persona que cursa el tratamiento, de manera que le hable a ella. A veces hay propuestas que se presentan como técnicas, por ejemplo, la elaboracién de cartas, o dlbumes de fotos. Todas tienen potencial terapéutico en la medida que al consultante le hagan sentido. De lo contrario, corremos el riesgo de conducir el proceso de terapia a través de actos insignificantes. Alicia necesitaba ver a su padre, gran parte de su tiempo a solas lo pasaba mirando fotos, recordando anécdotas, actividades que hacfan juntos. Le propuse que me contara esas historias, que me trajera foto- grafias, que en definitiva me presentara a su papa. Este trabajo lo sostuve tres sesiones, hasta que se observara en su comunicacién no verbal mayor tranquilidad y agrado, junto con reportar que la rabia y la culpa habfan desaparecido. De este modo, la sesidn se transformé en un espacio seguro para hablar de su papé sin necesidad de temer a que el tema fuese desagra- dable y sin miedo a llorar, Fueron estos los signos que se usaron para generar un ritual. Ella sugirié la creacién de un altar familiar. Su familia era catélica, ellos recibfan todos los afios una imagen de la sagtada familia que acom- pafaban con velas en un lugar destacado de la casa. Alicia elaboré un collage de fotos que sefialé como favoritas. Al mismo tiempo, tomé una plegaria que rezaba para que Dios recibiera a los difuntos y les regala- ra el descanso. Trajo ademas una semilla de pino que habia recogido con su padre y que habia pintado de color plateado para usarla como adorno de Navidad. En la confeccién del collage ella coment6 cada fotografia, contaba recuerdos que le evocaban las imagenes, hablaba con emocién y les Roprico MaRDonss manifestaba su carifio. La semilla de pino la puso en un pocillo trans- parente con un poco de tierra, seitalé que era la semilla de su padre en ella misma y que queria tenerla siempre a la vista, para nunca olvidar que ella es fruto de la semilla de su papa y que debe crecer como una bella planta. Finalmente, la oracién iba a ser leida en familia, para que el papa descansara en paz, y permaneceria junto a la imagen de la sagrada familia, el collage y la semilla de pino. Terminados los preparativos, por la cercanfa del colegio en el que trabajo con la casa de Alicia, programamos el dia en que se realizaria el ritual de entronizacién del signo. Coincidié con el cumple mes de la muerte del padre. Participaron la mamé, los abuelos paternos, mater- nos y yo. Alicia ley6 la plegaria, contuvo el llanto y se dispuso a poner cada uno de los simbolos en el altar. Ademés, habfa un cirio adornado. Ella pidié a los presentes que dijeran algunas palabras acerca del papa. Todos tuvieron palabras para expresar y finalmente rezamos juntos la oracién del Padre Nuestro. El ritual fue, ademas, el cierre del proceso de terapia. El seguimiento de la situacién de Alicia report6 que volvia a la normalidad, que las evaluaciones mejoraron y no se reportaron episo- dios de llantos 0 desborde emocional. CONSIDERACIONES FINALES El proceso de terapia duré diez. sesiones, desde la primera entrevista con la madre hasta que se cerré con el ritual. La madre simulténeamente inicié tratamiento por duelo en una institucién de salud publica, lo que indirectamente colaboré con el tratamiento de Alicia. Indudablemente, mi condicién de varén y de una edad similar a Ja del padre colabor6 en el proceso terapéutico. Es inevitable que este campo de influencias interfiera en el proceso, por esta razén decidi utilizar este factor en favor de la nifia. Finalmente, cabe sefialar que el proceso terapéutico, en general, present6 para mi una carga emotiva significativa, Sin embargo, la evi- dencia de los avances resulté estimulante, REFERENCIAS Benedicto XVI (2012). Discurso em la audiencia concedida a la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana. Vaticano. 174 Carrio § Bateson, G. (1998). Pasos para una ecologia de la mente. Una aproximacién revolucionaria a la autocomprensin del hombre. Buenos Aires: Lohlé-Lumen. Heidegger, M, (1989). Serenidad, Barcelona: Serbal. Juan Pablo Il (1998), Carta enciclica. Evangelium vitae, Recuperado de heepsliv2.vatican.va/contentjohn-paul-ives/encyclcalsdocuments! Ii jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae htm. Neimeyer, R. (2002). Aprender de la pérdida, Una guia para afrontar el uelo. Buenos Aires: Paidés. ‘Worden J (1997). El tratamiento del duelo: Asesonimiento psicoligico y terapia, Barcelona: Paidos

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