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‘Comunicacién Politica El Lenguaje y lo Polftico* Juan Pablo ARANCIBIA C."" “Todos las hombres tienen opiniones, pero pocos hombres piensan”. G. Berkeley Infinitamente compleja aparece la relacién entre el lengugje y lo politi co. Tan sblo en el despliegue de los enunciados: “el lenguaje”, “lo politico”, se ‘comportan universos significativos de extraordinaria delicadeza e intrincacién. Inconmensurable es e espacio que se abre al examen de la condicién ontolégica del lengusje. Asimismo, la pregunta por “lo politico”, configura un universo multiple, extenso y dificultoso. En la gravedad de cada una de estas nociones se albergan honduras insondables, que parecen reclamar interminables disquisiciones y revisiones, cuyas posibilidades comprensivas son devueltas, irremediablemente, a un margen de imposibilidad y fracaso. Innumerables serfan las citas y los referentes invocados, si de pensar y clucidar la cuestién se tratara. Sin embargo, frente a esta complejfsima arti- culacién: ef lenguaje y lo politico, se han puesto en circulacién un conjunto de narraciones y prescripciones que operan con precipitado entusiasmo, un conjunto de esquemas y reducciones que pretenden operativizar, sistemati- zar y funcionalizar dicha reunién. * EL prac aril contre un vance pina ys tsb en el prow de inven: “Genealogia de la Comunicacién Politica en Chile: 1988-2005". Relizado al interior del Programa de Investigacién en Comunicacién y Cultura, de la Universidad Arcis. ~ Profesor Universidad Arcis. Profesor Universidad de Chile. \@ 68 | COMUNICACION y MEDIOS Asf, se afirma que la “comunicacién politica” es un fenémeno “moder- no”, “reciente”, que no consiste sino en la suma o el encuentro de dos di- mensiones especificas: las nuevas tecnologias de comunicacién y la prdctica histérica de lo politico. Afirmar que se trata s6lo de la incorporacién de un conjunto de novedosas técnicas, soportes y formatos, al ¢jercicio de la polf- tica, constituye una reduccién tal, que antes de intentar pensar la compleji- dad del asunto, sélo termina por esquematizarlo mediante cSmodos mode- los y categorfas anquilosadas. Ingresemos, de manera sucinta por ahora, al intento de visibilizar un aspecto especifico de esta relacién. Entre el lenguaje y lo politico, existe un vinculo interno, consustancial, constitutivo y constituyente. Esta, lejos de ser una cuestién novedosa y reciente, mds bien se inscribe y remonta a la configuracién discursiva clésica de lo politico. Diversas son las narraciones antiguas que advierten la intimidad entre el lenguaje y lo polftico. Tal como consigna el trabajo de Lépez Eire y Javier de Santiago Guervés, este vinculo ya se anuncia en la etimologfa misma de la expresién “retérica”. En sus origenes helénicos, “retérica” es el arte del ‘“shitor”, el politico que en el mundo griego de habla dérico presenta una “thétra”, es decir, una propuesta de ley!, La expresién “retdtica” parece afin- carse en Atenas a comienzos del siglo V a.c., al parecer proveniente de la localidad de Siracusa, donde se comienza a ejercitar y a cultivar el arte de la elocuencia, de la seduccién discursiva, muy especialmente en aquello que concernfa a los asuntos priblicos, politicos. Una pronta sefial de aquello ya se encuentra en el relato que Herédoto hace de Pisistrato, quien valiéndose de astucias de palabras y tretas de la guerra, engafia en tres ocasiones a la asamblea de Atenas y somete a los demos a su tiran‘a. “Habitndose herido él mismo y a sus muslos, condujo el carro hasta el Agora, como habiendo escapado a los enemigos, que, yendo él hacia el campo, entonces lo quisieron exterminar. Y suplicaba a la asamblea obtener de ella una guardia, habiendo sido antes de buena reputacitn en la campatia habida contra los megarensts, capturado Nicea y Hevado a cabo grandes hazafias. Y engafiada 1a asamblea de los atenienses, le concedié hombres escogidos de los ciudadanos... Y é:tos, sublevados junto con Piststrato, tomaron la Acrépolis; y entonces Piststrato gobernd a los atenienses, no habiendo perturbado las magistraturas existentes, ni cambiado las leyes; y sobre lo establecido, goberné la ciudad, administrando honrada y buenamente” * * Cf, Léper Eire, Antonio; De Santiago Guervés, Javier. Retrica y comunicacién politica. Ediciones (Cétedra. Madrid. 2000. p.25. 2 Herédoro. Historias. Ed. UNAM. 1976. Libro I, 59. p. 29. (Comunicaci6n Politica Segiin el relato de Cicerén, Cérax y Tisias son sindicados como promo- tores del arte retérico, al componer tn libro de preceptos del arte de la persua- sién y del discurso politico’. Luego, con la configuracién de la democracia ateniense, se produce una centralidad y expansividad de la palabra, de modo que la retérica deviene en palabra publica’. Se produce un espacio discursivo, de didlogo y deliberacién. El ejercicio de la politica (ta)+politika+/+—+politeia) se despliega en el orden de la palabra, en el imperio del Jogos (logoj). Sin embargo, esto no necesariamente significarfa que con anterioridad no hayan existido ciertas formas de discurso politico. Habfa cierta raciona- lidad discursiva que atendia a las cuestiones mds radicales del ser, pero tam- bién a los modos en que los hombres constitufan y se conducfan en su co- munidad politica. Algunos estudiosos del mundo antiguo sitiian la emer- gencia de una cierta racionalidad, argumental y discursiva, ya en el “perfodo pre-socrético”. Bjemplo de ello, bien pudiera ser la centralidad y significa- cién de la nocién de logos en el pensamiento de Herdclito. Aun cuando exista un dilatado ¢ interminable debate acerca de la interpretacién de sus escasos fragmentos, ciertamente, la expresién Jogos parece constituir una de las inflexiones relevantes en su filosofia, toda vez que este logos es concebido como el relato mismo de la naturaleza, physi (Fu/sij)? La implicancia politica del logos, se deja traslucir en las consideracio- nes éticas planteadas por los presocréticos. Muestra de ello son, en el siglo V1 ac, las investigaciones acerca de los fundamentos morales en Ia teologia racional de Jendfanes; la defensa de Plutarco acerca de la ocupacién que la filosofta hacta de los asuntos politicos; incluso el propio Parménides sefala- do como de los mds abstractos pensadores, habria de atender asuntos de orden piblico, como el cumplimiento del dictamen de las leyes.6 La configuracién de un espacio discursivo y la centralidad de la pala- bra, del dogos, parecen ser rasgos decisivos en la constitucién de la polis griega (Polij). Si bien las traducciones habituales convierten la expresién polis, en Ciudad 0 Estado, los griegos reservaban la expresién asty (asty) para desig- nar la ciudad como lugar de residencia, su delimitacién territorial’. De modo que, polis no alude sélo aun espacio fisico, geogréfico, sino que a un espacio discursivo, simbélico y polftico. La nocién de polis remite a una comunidad politica (koinoni/a) koinonfa, en cuyo epicentro se despliega el ejercicio del 5 Op. cit. Lépex Eire, Retdrica y comunicacién poltca. p29. “Chi Aritbteles. Retérica. Ed, Gredos. Madrid. 1990. 1356a. pp. 178-179. > Cf, Bames, Jonathan. Les presoersicos. Ed. Cétedra. Madrid, 1992. p. 75. © Ibid. p. 151. ” La precision dela traduccién pertenece al profesot Manuel Bricefio Jfuregui. Cf. Aristbteles, Pltica. Ed, Panamericana. Colombia, 2000. p. 35. i) 70 | COMUNICACION y MEDIOS discurso lexis (lexi), el orden de la palabra. Es en el centro de gravedad de la ‘polis y en el orden de! lenguaje, muy particularmente en las derivaciones de la nocién de poiésis (poih)sij), donde se encuentra una clave para compren- der el cardcter y el espiritu de la cultura griega’. Es en el orden de la retérica, en el ejercicio de la palabra, que se cultivan los ciudadanos para participar de los asuntos piiblicos. Esquilo exhibe como se ejercita la educacién, paideia (Paidei/a), para alcanzar la virtud, aresé (a)reth/), y conducir con justicia, diké (dillch), y valor los destinos de la ciudad?, Esto mismo se expresard con nitidez en Isécrates, pues una de las tareas de la paideia serd sentar las posi- bilidades de la constitucién de una comunidad polftica, la que depende precisamente de las posibilidades de constituir una comunidad discursiva, un espacio de relaciones de entendimiento. “ lnbcrates da por sentado que toda educacin espirisual superior se basa en desarrollar la capacidad de los hombres para comprenderse musuamente, Este tipo de educacién no consiste en la acumulacién de simples conocimientos profe- sionales de cualquier clase que ellos sean, sino que versa sobre las fuerzas que mantienen en cobesitn la comunidad humana. Estas fuerzas son las que se rest- men en la palabra logos. La cultura superior es la que educa al hombre por el Lenguaje ast concebido, es decir, por el lenguaje como palabra pletérica de senti- do, referida a los asuntos que son fundamentales para la vida de la comunidad Jumana y que los griegos Nlamaban los asuntos de las polis (+ta)+politikal)” 1° La constitucién de esa comunidad polftica, centrada en la palabra, parece ejercer una supremacta cultural que el propio Isécrates parecta ya advertir. Hacia el afio 380 a.c. habria pronunciado un famoso panegirico de la unidad panhelénica contra Persia y los bérbaros. “Y hasta tal punto nuestra ciudad (Atenas) se ha distanciado del resto de La humanidad en lo tocante al pensamiento y la palabra, que sus diseipulos han pasado a ser maestros para el resto del mundo. Ha conseguido que la palabra “griegos” no traiga a la memoria el nombre de una raza, sino el de una inteligen- cia, y que ese mismo tioulo se aplique a todos aquellos que poseen nuestra cultura, _y no slo a quienes tienen una sangre en comiin” Esta palabra y esta inteligencia, a la que atiende Isécrates, es espectfica- mente el logos. Puesto que con ocasién de la conformacién y debate entre el discurso sofistico y el discurso filoséfico, se produce una distincién y ten- sién entre la nocién de retérica y la nocién de Jogos. Platén encarna con © Chr Jacger, Wernex. Peideia, Bd. Fondo de Cultura Econémica. México, 2001. pp. 85-117. > Che Exquilo, Tragedias Lor siese contra Tebas. Ed. Gredos. Barcelona. 2000. p. 55. ® Op. Cit. Jaeger. Paidea. p. 935. "Bernal, Martin, Atenea negra. Ed, Critica. Barcelona. 1993. p. 114, (Comunicacién Politica nitidez esta polémica al confrontar a Sécrates y Gorgias acerca de la ciencia y-elarte que constituye la retrica, Una cuestién gravitante que se pone aqul en juego es el saber politico que pudiera representar o no el discurso retéri- co. Sécrates ha interrogado sucesivamente a Gorgias acerca de cudl es el saber y el bien que comporta la retérica, a lo que Gorgias responde: “Ser capaz de persuadir, por medio de la palabra, a los jueces en el tribunal, a los conszjeros en el Consejo, al pueblo en la asamblea y en toda otra reunién que se srate de asuntos piiblices"™. Con ello, Sécrates ha conducido a Gorgias a definir la ret6rica como el arte de la persuasién sobre aquello que es justo injusto. Ciertamente, luego Sécrates impugnard dicha ciencia y eficacia de la ret6rica, asignando més bien este arte, saber y facultad, a otra forma discur- siva, que no es sino aquella que constituye la propia filosofta (philia-sophia). Lo relevante, para nuestros efectos, es que aquello que concierne al modo en que los hombres atienden y resuelven lo que ¢s justo e injusto, as{ como el modo en que se conducen acerca de los asuntos piblicos y el gobiemo de la ciudad, se despliega,ltiga y realiza a través del orden del discurso. “Elsistema de la polis implica, ante todo, una extraordinaria preeminen- cia de la palabra sobre todos las otros instrumentes del poder. Llega a ser la herramienta politica por excelencia, la lave de toda autoridad en el Estado, el medio de mando y de dominacién sobre los demds”. “Todas las cuestiones de interds general que el soberano tenta por fuancién reglamentar y que definen el campo dela arkbé ((a)rxhi), estdn abora sometidas «al arte oratorio y deberdn zanjarse al término de un debate; es preciso, pues, que se la pueda formular en discursas, plasmarlas como demostraciones antistcas y argumentaciones opuestas. Entre la politica y el logos hay, ast, una realizacién estrecha, una srabazén reclproca, El arte politico es, en lo esencial, un eercicio del lenguaje; y el logos, en su origen, adquiere conciencia de sf mismo, de sus reglas, de su eficacia, a través desu funcién politica” "? Pero inexacto serfa pensar que el orden del logos, del discurso, serfa aquel utensilio, aquel medio a través del cual lo politico se expresa. Como si se tratara de un contenido profundo Jo politico, que se transparenta en la manifestacién de una superficie, de una forma el logos, la palabra. Lo polfti- co no es “el poder”, del cual el logos serta su instrumento de dominacién, La cuestién parece ser mds delicada. ‘Térnase preciso advertir que la configuracién del pensamiento politico sricgo sc inscribe en un espesor de complejidad no reductible a voces y catego- fas modernas. Habrian siempre, ahi, implicadas ciertas tensiones y dimensio- © Che Platén. Gorgias. Didlogos. Ed. Gredos. Madrid. 1999. 452¢. p. 32. Vernant, Jean~Piesre. Los origenes del pensamiento griego, Ed. Paidés. Bs. Airs. 2004. pp. 61-62, In (COMUNICACION y MEDIOS nes que se articulan, se cruzan, se confrontan, pero también se potencian, por ejemplo, el ejercicio de las esferas del saber, la presencia de una cierta trascendentalidad, el cultivo del alma, la vocacién por la virtud, por lo justo, Jo bueno y lo bello, etc. Lo politico, en la configuracién griega, se distancia de Jo que en general y reductivamente pudiera ser concebido “modernamente”. ‘Sin embargo, lo importante a destacar, es que los griegos ya advirtie- ron que existe una relacién consustancial entre el Jogos y lo politico. No se trata del encuentro de dos exterioridades. Antes bien, trétase de una relaci6n interna, consustancial, entre el lenguaje y lo polftico. Cada uno es condi- cién de posibilidad y condicién de existencia del otro. Pero esta relacién no los sia como “un contenido” y “una forma”, “una esencia” y “una aparien- cia", sino como una relacién constituyente. Acceder al reino del logos, es acceder al reino de lo polftico. Pues, en el orden del discurso es que se des- pliega y realiza un régimen de visibilidad y de existencia politica. El régimen de la palabra ya conforma un régimen de inclusién y de exclusién. ‘Como se sabe, el Jogos comporta un conjunto de exigencias, de condi- ciones y reglas. Cualquier ruido no alcanza el rango de palabra. El logos opera sobre un entramado de requisitos formales y materiales. Atistételes distingue con nitidez al logos de la phone. “De todo es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal politico (zbion politikin), y que el insocial (por naturaleza y no por azar es. 0 ten ser inferior 0 un ser superior al hombre... La razén por la cual el hombre es un ser social, mds que cualquier abeja y que cualquier animal gregario, es evidente: la naturaleza, como decimes, no hase nada en vano, y el hombre es el nico animal que tiene palabra (logos). Pues la voz (phone) essigno del dolor y del placer y por eso la poscen tambien los demds animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensacién de dolor y de placer ¢ indicdrsela unos a otros. Pero la palabra (logos) es para manifestar lo convenien- tey lo perjudicial, ast como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del hombre ‘frente a los demas animales: poseer, tl solo, el sentido del bien y del mal, de lo “justo y de lo injusto, y de los demds valores, y la participacién comunitaria de ‘estas cosai constituye la casa (oikos) y la ciudad (polis)” 4 Por cierto, ef Jogos se distingue también de la doxa (do/ca). Esta distin- cién parece ser més compleja de lo que habitualmente reconocemos. Si bien, con frecuencia se presenta el loges como aquel tipo de discurso racional que, sujetado a un conjunto de reglas de la argumentacién, constituye saber y ciencia (episteme) (episthmh) y se despliega en propiedad en el discurrir piblico (Jegein) (legein), la daxa es entendida como mera opinién, relegada Aristteles, Politica, Ed. Gredos. Madrid, 1999. 1253a. pp. 50-51. Comunicacién Politica al mundo de lo doméstico, de lo familiar y lo productivo (oikos). Esta distin- cién crucial en el mundo antiguo, entre polis y oikas, ya se deja advertir en Tucidides. En el discurso fiinebre de Pericles, se presenta un concepto pol{- tico donde se distingue cierta idea de lo comiin y cierta idea de lo propio. “Tenemos un régimen politico que no ermuta las leyes de otros pueblos, y ‘mds que imitadores de los demds, somes un modelo a seguir. Su nombre, debide «4 que el gobierno no depende de unos pocos sino por la mayorka, es democracia, En lo que concierne a los asuntos privados, la igualdad, conforme a nuestras eyes, aleanca a todo el mundo, mientras queen la eleccién de los cargos piiblicos no anteponemos las razones de clase al mérito personal, conforme al prestigio de que gota cada ciudadano en su actividad; y tampoco nadie, en razén de su pobreza, encuentra obstdculos debido a la oscuridad de su condicién social si estd en condiciones de prestar un servicio a la ciudad. En nuestras relaciones con el Estado vivimos como ciudadanos libres y, del mismo modo, en lo tocanse a las mutuas sospechas propias del trato cotidiano, nosotros no sentimos irritacion contra nuestro vecino si hace algo que le gusta y no le dirigimos miradas de reproche, que no suponen un perjuicio, pero resultan dolorosas. Si en nuestras relaciones privadas evitamos molestarnos, en la via priblica, un respetuoso temor es [a principal causa de que no cometamos infracciones, porque prestamos obediencia «2 quienes se suceden en el gobierno y a ls lees, y principalmente a las que estén establecidas para ayudar a los que suften injusticia y a las que, aun sin estar cscritas, acarrean a quien las infringe una vergiienea por todos reconocida”."3 Sin embargo, habria otras dimensiones més en discusién. En los tiempos homeéricos de la cultura griega, la realizacién del exbas helénico como expresién lingifstica dela ley piiblica y privadsa, se desplegaba en la comunicacién oral. El poeta cumplia también esta funcién: conservar, reproducir y ensanchar la tradi- cién, Elejercicio de la paideia tenfa.en su centralidad la educacién clvico-politi- cade los jévenes ciudadanos, y encontraba en la poesta su realizacién. Esta con- dicién poética-homérica, vendrfa a ser confrontada y desplazada por Platén. El orden homético se habria expresado mediante un tipo espectfico de lenguaje y una sintaxis determinada, la dav y la poerta. El orden platénico propone otro lenguaje y otra sintaxs: el Jogos, la prosa, el argumento. “:Qué esiquetas aplica el propio Platina la experiencia no abstracta y no Silosifica? Lo tinico que ésta reconoce, segin él, es los muchos y los visibles. Es un rea de devenir, de distraccién y de movimiento ambiguo (...) En conjunto, gtenta Platin preparado un nombre para este tipo de experiencia, ya en el libro V? St: sin vacilacién alguna la denomina doxa, 1 opinién” "6 " Tucidides, Historia de la guerna del Pelopeneso, Ed. Gredos. Madrid. 2000. Libro I. pp. 344-345. “6 Havelock, Eric: Prefaci a Platén. Ed. Visot. Madrid. 1994, p. 220. 74 | COMUNICACION y MEDIOS La doxa vendrfa a comportar la condicién poético—homérica, en cuan- to discurso ilégico, no filos6fico, que expresa un lenguaje superficial y se concentra exclusivamente en las cosas exteriores de naturaleza fisica. Lo que emergerfa con Platén, no serfa sino un lenguaje abstracto, propio de la cien- cia descriptiva, opuesto a la mnemotecnia de la poesta homérica”. Algunos estudiosos reconocen esta misma tensién, pero sitdan sus antecedentes en una escena anterior, Asf, Anaximandro serfa quien consumaria la ruptura con el estilo poético de las teogonias ¢ inaugurarfa el nuevo género literario propio de la historia perf physeos. En Anaximandro ya se encontraria expre- sado con mayor rigor el nuevo esquema cosmoligico que caracterizard pro- funda y duraderamente la concepcién griega del universo."* Asimismo, se advierte que en la ética griega antigua, la palabra doxa correspondfa a la virtud, areté; eran pues, expresiones equivalentes. Un ejem- plo de ello se encuentra en Solén, (fragmento 1, 4,) donde la doxa aparece mis bien como buena reputacién. Platén, por el contrario, lo que harla es desvincular doxa y areté, de modo que la doxa aparece como mera aparien- cia, como palabra carente de conocimiento.” A su ver, cabrla advertir que en Platén existe una relacién interna, problemdtica y compleja entre retérica, doxa, mimesis (mimesij++tkolosoj) y poesta. Platén comprende la nocién de poicsis (poih)sij) como creacién, produccién, aquella actividad que hace pasar cualquier cosa del no ser al ser, © més precisamente, de la inexistencia a la existencia. De modo que toda creacién es una poiesis y quien la ejerce es un poietai.” La poiesis, Platén la asocia con la sechne (ce/xnh), y en cuanto saber 0 técnica productiva, la ‘poesia es la técnica que produce imagenes, apariencias, mundos de reflejos y simulacros, jamés realidades, ni verdades.”" Este rechazo platénico a la poe- sfa tendrfa su mds profunda razén en el hecho de que la poiesis en cuanto fuerza mltiple-creadora, serfa precisamente la negacién del logos. La poesta arrebata y torna inalcanzable el sentido mismo del gos filoséfico. Platén expulsa a la poesia y los poetas de la ciudad por amenazar sus principios politicos, precisamente por el lenguaje que habla, una lengua trdgica.” “Agus, por el contrario, emerge una péiesis que no podria someterse a la soberanta del logos, que el logos no puede “educar”, sujetar, que no puede armo- nizar en su polis, pero que estd obligado a hacer callar o a desterrar (..) “Huds- . pp- 220-221. Op. cit. Vernant. Los rigenes del pensamiento griega. p. 133. ” Op. cit Jeager.Paideie.p. 598. % Ci, Patén, Benguete. Didlogos. Ed. Gredos. Madrid, 1999. 205c, p, 252. 2 Ci, Platén. Sefiste. Didlogos. Ed. Gredos. Madsid. 1999. 265b. p. 474. ® Cie. Cacciati, Massimo, EI dies que baila. Ed. Paidés. Bs. Aires. 2000, p. 14-15. (Comunicacién Politica pedes ilustres”: ast designa el filesofo a los poetas, pero para prohibirles el acceso ala polis? Para Platén la poesta construye una realidad degenerada, como un mundo de mera apariencia, generando engafio y desvirtuando el conoci- miento del ser puro, al cual sélo tendrfa acceso la filosofia. Sin embargo, como se sabe, existen importantes diferencias entre Aristételes y Platén, acerca del estatuto de la retdrica, poiesisy la mimesis, No obstante, la poesta es concebida en Platén, como discurso engafioso, en cuanto reflejo de otra imagen refleja, apariencia de apariencia. “En tal caso el arte mimdticoestd sin duda lejos de la verdad, segiin parece; y Por eso produce todas las cosas pero toca apenas un poco de cada una, y este poco es ‘una imagen.... Dejamos establecida, por lo tanto, que todos los poetas, comenzando Por Homero, son imitadores de imagenes de la excelencia y de las otras cosas que crean, sin tener nunca acceso a la verdad; antes bien, como acabamos de decir, el intor, al no estar versado en el arte de la zapateria, hard lo que pareeca un xapatero «los profanos en dicho arte, que jucgan sblo en base a colores y figuras ..podemas decir que el poeta colorea cada una de las artes can palabras y frases, aungue él mismo slo estd versando en el imitar, de modo que a ls que juzgan sblo en base a palabras es parezca que se expresa muy bien, cuando con el debido metro, ritmo, armonta, habla acerca del arte de la zapaterta o acerca del arte militar o respecto de cualquier otro; tan poderaso es el hechizo que producen estas cosas”. De ello Platén extraeré directas implicancias politicas. Refiriéndose al decir del poeta, del sofista y el efecto que genera sobre la multitud. “Por lo tanto, es justo que lo ataquemos y que lo pongamos como correlato del pintor; pues se le ascmeja en que produce cosas inferiores en relacién con la verdad, y sambitn se le parece en cuanto trata con la parte inferior del alma y no con la mejor. Y ast tambitn es en justicia que no lo admitiremos en un Estado que vaya a ser bien legislado, porque despierta a dicha parte del alma, la ali- menta y fortalece, mientras echa a perder a la parte racional, tal como el que hace prevalecer politicamente a los malvados y les ensrega el Estado, haciendo sucumbir a los mds distinguidos, Del mismo modo diremos que el poeta imitati- v0 implanta en el alma particular de cada uno un mal gobierno, congracidndose con la parte insensata de ella, que no diferencia lo mayor de lo menor y que considera a las mismas cosas tanto grandes como pequehas, que fabrica imdgenes \yse mantiene a gran distancia de la verdad” ® Ibid. pp. 17-19. % Chr Aristécles, Pdtica. Ed. Gredos. Madrid. 1999. 1450a-1450b. pp. 146-150. ® Platén, Republics. Ed. Gredos. Madrid. 1999, Libro X. 598¢-601a-b. pp. 462-466, % Thid. Libro X. 605b-c. p. 473-474, [75 76 | COMUNICACION y MEDIOS Pareciera ser, entonces, Platén quien dispone la escisién més severa entre logos y doxa, que a su vez, hace coincidir con la distincién entre logos y pocsta, logos y retérica, entre fildsofo y sofista. Platén parece reagrupar estas tensiones y desplazarlas en su concepcién metafisica del Jogos. Muestra de la reunién que Platén hace de estas expresiones y tradiciones, serfan la pala- bras que pone en boca de Protégoras: “Yo, desde luego, afirmo que el arte dela softstica es antiguo, si bien los que lo manejaban entre los varones de antato, temerosos de los rencores que suscita, se fabricaron un disfraz, y lo ocultaron, los unos con la poesla, como Homero, Heslodo y Siménides, y otras, en cambio, con ritos religiosos y ordculos, como los disctpulos de Orfeo y Museo. Algunos otros, a lo que creo, incluso con la gimnds- tica, como Icco el Tarentino y el que abora es un sofista no inferior a ninguno, Herbdico de Selimbria, en otro tiempo ciudadano de Mégara. Y con la musica hizo su disfraz vuestro Agatocles, que era un gran sofista, ast mismo, Pitoclides de Ceos, y otros muchos. Tados &0s, como digo, temerosos de la envidia, usaron de tales oficios como velos... Yo, sin embargo, he seguido el camino totalmente opuesto a éstos, y reco- nozco que soy un sofista y que educo a los hombres; creo, asimisma, que esta _precaucién es mejor que aguélla: mejor el reconocerlo que ir disimulando” De modo que la doxa es presentada en Platén como un tipo de discurso engafioso, apariencial, desestructurado y desfundamentado, Por ello, la daxa no arriba a verdad (aletheia) (a)Ih/qeia), no comporta saber (episteme), y del engafio no puede provenir ningiin bien (eudamonia) (eudaimonia), ni utili- dad (sumpheron), En el espacio discursivo de la polis (dgora), la daxa es expul- sada, pues no conduce ni a un saber ni a una virtud (aretd) para atender y resolver los asuntos ptiblicos (politeia). Més bien conduce a engafio y perjuiicio (blaberon). Tal como Adimanto expone a Sécrates, el discurso de la apariencia puede confundir acerca de aquello que es justo y aquello que es injusto. “Pues se me dice que, si soy justo realmente y no lo parezco, no obtendré ventaja alguna, sino penas y castigos manifiestos; en cambio, si say injusto y me proveo de una reputacién de practicar la justicia, e dice (dolxa+—+doko) que lo ‘que me espera es una vida digna de los dioset. Ahora, puesto que, segdn muestran los sabios, el parecer prevalece sobre la verdad y decide en cuanto a la felicidad, debo abocarme por entero a eso, He de trazar a mi derredor una fachada exte- rior que forje una ilusién de virtud, y arrastrar tras de mt al astuto y sutil zorro del sapientlsimo Argutloco” 2* 7 Platén. Protdgonas. Didlogos. Ed. Gredos. Madrid. 1999. 316d-317a. 2517-518. % Op. cit Plain. Replica. Libro Il. 365c. p. 116. (Comunicacion Politica Esta misma tensién contra la doxa, se hace notar contra la retéricay la softsica. En los diversos didlogos que Sdcrates sostiene con Gorgias, Polo, Calicles”, Trastmaco”, Protégoras’', etc., acerca de la virtud del buen go- bierno, acerca de lo que es justo, de lo que es bueno y bello, permanente- mente se pone en litigio aquella distincién entre un discurso que conduce a verdad y un discurso que conduce a engafio, un discurso que promueve saber y virtud, frente a otro que ampara ignorancia y vicio. Uno de los desplazamientos centrales que estarla operando con ello Platén, es la declamacién de un saber de lo politico, la configuracién de un discurso que constituye la elucidacién de lo politico, que dispone las reglas y ptincipios del gobierno de la ciudad, as{ como el modo en que los hom- bres habrén de conducirse, y en ello emergerfa una cierta ciencia de lo polf- tico, Ese saber no ¢s sino el imperio del Jogos, el discurso filoséfico, que no s6lo dispone unos contenidos axiolégicos y deontolégicos de lo politico, sino que constituye su propia escena, delimita qué es lo politico y opera las claves de su ingreso y legitimacién. Un conspicuo fragmento que evidencia aquello, es narrado como mito, en voz de Protdgoras. “Hubo una vex un tiempo en que existtan los dioses, pero no habla razas morsales. Cuando tambitn a étos les Uegé el iempo destinado de su nacimiento. Y ewando iban a sacarlos a la luz, ordenaron a Prometeo y a Epimeteo que los apresearan y les distribuyeran las capacidades a cada uno de forma convenien- 4e... los unos les concedta la fucrea sin la rapidez y a los mds débiles, ls dotaba con la velocidad. A unos los armaba y a los que les daba una naturaleza inerme, les proveta de alguna otra capacidad para su salvacién. A aquellos que envolvia en su pequeier, les proporcionaba una fuga alada o un habitdculo subterrdneo. Ya los que aumenté en tamatio, con esto mismo los ponta a salvo. Y ast, equils- brando las demds cosas, hacla su reparto..) A continwacién facilitaba medios de alimentacitn diferentes a unos y a otros: a tas, el forraje de la tierra; a aquellos, los fratos de los érboles,y a ls otros, ratce. A algunas les concedib que su alimento fvera el devorar a otros animales y les ofrecié una exigua descenden- cia, x en cambio, a los que eran consumidos por éstos, una descendencia nume- rasa... Pero, como no era del todo sabio Epimeteo, no se dio cuenta de que habla ‘gestado las capacidades en los animales; entonces todavia le quedaba sin dotar la especie humana, y no sabla qué hacer. (...) As{ que Prometeo, apurado por la carencia de recursos, tratando de encontrar una proteccién para el hombre, roba a Hefesto y a Atenea su » Cf, Op. cit, Platén, Gorgias. 4472-527e. pp. 23-145. » fi, Op. cit, Platén, Republica. Libro I, 3344-354c. pp. 69-103, % Che. Op. ct, Platén. Prosdgoras, 3092-3622. pp. 502-589. 78 | COMUNICACION y MEDIOS sabidurfa profesional junto con el fuego y la ofrece como regalo al hombre. (.) Ast, puesto que el hombre tuvo participacién en el dominio divino a causa de su parentesco con la divinidad, fue, en primer lugar, el tinico de los animales en creer en los dioses... Después, articulé répidamente, con cono- cimiento, la vor y los nombres, ¢ inventé sus casas, vestidos, calzados, co- berturas, y alimentos del campo. Una vez equipados de tal modo, en un principio habitaban los humanos en dispersién, y no existfan ciudades. Ast que se velan destruidos por las fieras... pues atin no posefan el arte de la politica, ala que el arte bélico pertenece. ..Pero, cuando se reunian, se ataca- ban unos a otros, al no poseer la ciencia politica; de modo que de nuevo se dispersaban y perecfan. Zeus, entonces,temid que sucumbiera toda nuestra raza, y envid a Hermes que srajera a los hombres el sentido moral y la justcia, para que hubiera orden en as ciudades y ligadwras acordes de amistad. Le pregunté, entonces, Hermes a Zeus de qué modo daria el sentido moral y la justicia a las hombres: “A todos, dijo Zeus, _y que todos sean participes. Pues no habria ciudades, si sblo algunos de ellos parti- ‘iparan... Ademds, impén una ley de mi parte: que al incapaz de participar del honor y la justicia lo eliminen como a una enfermedad de la ciudad”? Serfa mediante la donacién de una facultad divina, reservada sélo a los dioses, que los hombres pueden constituir comunidades politicas. Esa do- nacién es el lenguaje y el sentido de la justicia. Por ello, Protdgoras defiende el argumento de que cuando se trata de un asunto piiblico-politico que concierne a la comunidad, todos los hombres se sienten en condicién de saber y de opinar sobre lo que es justo ¢ injusto. El acceso al discurso puibli- co ¢s el acceso a lo politico. Més radicalmente dicho, constituirse en un sujeto de habla es constituirse en un sujeto politico. Como ya se puede advertir, en la narracién clésica, esta habla politica no es cualquier tipo de habla, el habla politica por excelencia serfa la parrhista. Foucault presenta un detenido examen de la nocién de parrhbsla (parthsi/ 2), Si bien existirfan distintas acepciones y matices de la parrhista, en lo medular, se refiere a un tipo de habla publico-politico cuya caracteristica central es la franqueza, hablar con la verdad. “Parrhesidsomai” (parrhsial zomai) es hacer uso de la parrhesta, desplegar el discurso parrhisiasta, quien lo usa 0 lo desplicga es el parrhésiastes, quien habla con la verdad. “Parrhbsidzesthai” (parthsialzesqai) significa “decir todo” ‘pan pan (todo) y ‘thema” thma (lo que se dice). ® Ibid. 3204-323e. pp. 524-526. ® Foucatl. Michel. Coraje y verdad. En, Abraham, Tomds. El time Fouceuls. Bd. Sudamericana, Bs. Aires. 2003. p. 265. (Comunicacién Politica EI parresiasta es quien dice, publicamente a la asamblea, todo lo que piensa y todo lo que siente sin ocultar nada, restando cualquier artificio 0 retérica que altere lo que dice. Por ello, Foucault advierte dos usos de la expresién. Primero, un uso peyorativo, préximo a “charlatanerfa”, que con- siste en decir cualquier cosa o todo lo que se le pase a uno por la cabeza, sin discriminacién. Platén va a despreciar este tipo de discurso, cuando se trata de que “cualquiera” se arroga el derecho de hacer uso de la palabra, decir cualquier cosa, estipida o peligrosa para la ciudad. “zNo sucede que son primeramente libres las ciudadanos, y que en el Estado abunda la libertad, particularmente la libertad de palabra y la libertad de hacer en el Estado lo que a cada uno le da la guna?.. Esta tolerancia gue existe en la democracia, esta despreocupacién por nuestras minucias, ese desdén hacia los prin- cipias que pronunciamos solermemente cuando fundames el Estado, como el de que, salvo que un hombre cuente con una naturaleza excepcional, amd: legard a ser bueno si desde la tierna infancia no ha jugado con cosas valiosa: ni se ha ocupado con tado lo de esa tndoles la soberbia con que se pisotean ides esos princi- is, sin preocuparse por cudles estudios se encamina un hombre hacia le polttca, sino rindiendo honores a alguien con sblo que diga que es amigo del pueblo!” * Sin embargo, el propio Platén concederd valor a un aspecto funda- mental de la parrhisia, decir la verdad puiblicamente, en la asamblea. Pero, sobre todo, decir la verdad, aun cuando sea peligroso decirla, Ciertamente, en la narracién platénica, el més célebre parresiata serfa Sécrates**. Tal es el valor que Platén le asigna a decir la verdad, que incluso lo considera un deber de todo ciudadano. Puesto que es el sentido del saber politico (theené politiké), gobernar y gobernarse con justicia y virrud. Quienes no estén en condiciones de cumplir ese principio de la comunidad politica justa, sim- plemente no debieran integrarla. “Por cierto, alguien que estd desprovisto de la parresta estd en la misma situacién que un esclavo, en el sentido de que no puede tomar parte en la vida polttica de la ciudad, ni jugar el “juego parresidstico”. En la ‘parresia democrd- tica” donde uno habla a la asamblea, la ekklesta (ckklhsia)- uno debe ser ciudadano; de hecho, uno debe ser uno de los mejores ensre las ciudadans, po- seer sas cualidades especificamente personales, morales y sociales que le garanti- zan a uno el privilegio de hablar” 3 En la parrhista entonces, se establece el vinculo interno entre el derecho a la palabra y la participacién en la comunidad politica, entre el discurso y lo » Op. cit, Platén, Republica, Libro VIIL, 5576-558b. pp. 400-402. Che Plasén. Apologis. Didlogos. Ed, Gredos. Madrid. 1999. 172-422. pp. 148-186, 6 Op. cit. Roucault. Verdad ycongje. p.271. | 79 80 | COMUNICACION y MEDIOS politico, entre la libertad y el deber ciudadano. La parrhista es el discurso de un ciudadano que en pleno ejercicio de su libertad, toma la palabra y habla con franquezay verdad ante la asamblea, més alld de cualquier temor o interés privado. Ast, la parrhista se distingue también de la retdrica, en cuanto el partesiasta evita cualquier artificio reérico~sofistico, para desplegar un discur- so claro, directo, cuya extensién se ajusta siempre a lo preciso.” La parrhista es una caracteristica esencial de la democracia ateniense, en cuanto ésta se define como una constitucién, politeia (politeia), en la cual los ciudadanos constituyen una democracia (demokratia), que reposa sobre el principio de isogorta (ishgoria) ~igual derecho a hablar-; y sobre el princi- pio de isonom{a (isonomia) ~igual derecho a la participacién de los ciudada- nos en el ejercicio del poder. De modo que la parrhésia es el requisito que se exige en el dgora para el hablar puiblico.* De esta manera, el discurso, el hablar, en suma, el lenguaje, configura en s{ mismo un régimen de politicidad. Ya sea el ingreso, la expulsién, o la exclusién de un régimen de habla, esto constituye un acto propiamente politico, cual es: «da distribucin simbélica de los cuerpos que los divide en dos categorias: aquellos a quienes se ve y aquellos a quienes no se ve, aquellos de quienes hay un logos una palabra conmemorativa, la cuenta en que se los tiene y aquellos de quienes no hay un logos, quienes hablan verdaderamente y aquellos cuya vor, ‘para expresar placer y pena, slo imita la vox articulada. Hay politica porque el logos nunca es meramente la palabra, porque siempre es indisolublemente la cuenta en que se tiene esa palabra: la cuenta por la cual una emisién sonora es entendida como palabra, apta para enunciar lo justo, mientras que otra sélo se ipercibe como ruido que sefiala placer o dolor, aceptacién o revuelta” La palabra, como explica Rancitre, opera en un doble registro, como palabra expresiva, pero también como cuenta, es decir, como régimen de inscripeién y como régimen de visibilidad. Lo poidtico de la palabra politica s su facultad creativa y productiva, harfa pasar de un régimen de inexistencia a.un régimen de existencia. Por ello, el acceso mismo a la palabra constituye una disputa politica. El litigio se constituye precisamente ah{ donde “aque- os que no tienen parte quieren tomar parte” , “aquellos que no cuentan quieren ser contados”. Ast, las partes no serfan anteriores al conflicto que los eviden- ia, antes bien, es con ocasién del conflicto que las partes irrumpen y se constituyen como partes. 5 Che. Op. cit, Platén. Gorgias, 4522-4616-A872. pp. 31-45-85. % Che. Op, cit Foucault. Congje y verdad. p. 274, » Rancitre, Jacques. Al dececuerdo, Ed. Nueva Visi6n. Bs. Aires 1996. p.37- (Comunicacién Politica Ast, lo politico del lenguaje, no es un “contenido”, sino su propia po- sibilidad. “La politica esen primer lugar el conflicto acerca de a existencia de un escena- rio comin, la exstencia la calidad de quienes estén presentes en 6h Antes que nada ¢s preciso establecer que el escenario existe para el uso de un interlocutor que no lo ve y que no tiene motivos para verlo dado que aquél no existe. Las partes no preexisten «al conflicto que nombnan y en el cual x hacen contar como partes...) No hay poli- a porque los hombres, gracias al privilegio de la palabra, ponen en comin sus inte- resex, Hay polisica porque quienes no tienen derecho a ser contados como seres parlan- tes se hacen contar entre éstos¢ instituyen una comunidad por el hecho de poner en comin la “distorsin’, que no es otra cosa que el enfrentamiento mismo, la contradic «itn de dos mundos alojados en uno sol: el mundo en que sony aguel en que no son, cl mundo donde hay algo “entre ellosy quienes no los conocen como seres parlantes y contabilizables y el mundo donde no hay nada’ Por ello, la condicién de posibilidad de lo politico es el lenguaje, no como proceso mecénico de traspaso de signos, sino como espacio de irrup- cién. El lenguaje como escena simbélica, material, existencial, donde los principios de isegoria e isonomda, estén en permanente suspenso y verifica- cidn. El lenguaje serfa aquel lugar de emergencia y advenimiento de una fuerza, pero también, lugar de nueva inscripcién y prescripcién. En este campo general de enfrentamientos ~la dimensi6n poiética, creativa-produc- tiva del lenguaje-, se construye el imperio irreductible de la politicidad. “La experiencia democrittica resulea ser ast la de una cierta estética de la politica. El hombre democrdtico es un ser de palabra, es decir, es también un ser Pottico, capaz de asumir una distancia entre las palabras y las cosas que no signi fica ni decepcitn ni engato, sino humanidad, humanidad capaz. de asumir la irrealidad de la representacién. Virtud poésica que es una virtud de confianza”" Esta cuestién ha sido centralmente considerada en Arendt, para quien la politica se basarfa en el hecho de la pluralidad de los hombres. La politica trata del estar juntos, entre los hombres.*? El lazo y el nexo entrelos hombres serfa el inter esse que articula el mundo comtin, que serfa exclusivo y propio de fos hombres. Ast, lo politico se asocia con la praxis (pra=cij), como una actividad donde se hace presente una mundanidad humana. “Sélo la accién 6 prerrogativa exclusiva del hombre; ni una bestia ni un dios son capaces de ella, y sblo ésta depende por entero de la constante presencia de los demds”*® © Ibid. pp. 41-42. “ Rancitre, Jacques. Ex ls bondes de lo poitce. Ed. Universitaria Santiago, 1994. p. 63. © Arendt, Hannah, Qué cs la poltica. Bd, Paidés. Barcelona. pp. 45-46. “Arends, Hannah. Le condicion humana. Ed. Paidés, Barcelona. p. 38. | 81 82 | COMUNICACION y MEDIOS La idea de accién (praxis) se inspira en la nocién aristotélica de energeia (©)ne/rgeia), accidn que tiene su fin en s{ misma, que no tiene finalidad fuera de s{, Esta categorfa, Arendt la vincula con el Jogos, con el discurso, con el uso de la palabra, lexis. La accién como praxis es la condicionalidad bésica y central del mundo comiin que es la politica, la vida publica. Por cierto, esta comuni- dad politica humana, Arendt la entiende a partir de aquella distincién crucial zaunque eventualmente problemdticaz, que remite a la identificacién de un espacio piblico-polftico, y a un espacio privado, familiar y doméstico™. La actividad de la aecién involucra la pluralidad, la multivud, la comu- nidad de accién, Aht la accién siempre remite al discurso'®. Lo que se abre en la accién es un mundo comin. Lo que despliega el lenguaje, es el universo de lo politico. “De todas las actividades necesarias y presentes en las comunidades buma- nas, sblo dos se consideraron polfticas y aptas para constituir lo que Aristbteles amd bios politikos, es decir, la accién (praxis) y el discurso (lexis), de los que surge la esfera de los asuntos humanos [..] dela que todo lo meramente necesario 0 dil queda excluido de manera absoluta”. Este espacio del discurso es entendido como condicién posibilitante de la comunidad politica. Lo que sostiene cl plexo entre el discurso y lo politico, es el poder. El poder es lo que mantiene la existencia de la esfera piiblica, aquel espacio de aparicién entre los hombres que actiéan y hablan. El poder surge entre los hombres cuando actiian juntos y desaparece en el momento en que se dispersan“, El poder emerge desde el minuto en que los hombres actian y hablan. La tnica precondicién de la produccién del po- der es la coexistencia discursiva entre los hombres.** Esa coexistencia discursiva es lo politico. El lenguaje ~con todas sus inflexiones y litigios~ constituye el espacio mismo de lo politico. En ese régimen de tensién que la metafisica clésica dispone entre logos y poiesis (ijacién y creacién); entre logos y doxa (saber y creencia); entre lagos y phoné (humanidad y animalidad); entre logos y mimesis (esencia y apariencia); en- tre logos y reiérica (verdad y engafio), lo que se pone en actividad es, en sf “4 Desde luego esta dstincién Arendt la recupera de Aristételes, quien distingue la naturaleza del poder ‘que constituye la comunidad politica y aquella que prefigura la comunidad familiar. Cf, Op. cit. Asisttcles, Polisica. Libro I. 12522-12606, pp. 45-85. © Che. Op. ct. Arendt. Le condicién humana. p. 200. « Ibid. p. 39. © Tid. p. 223. 4 A este respect, es relevante considerat las distinciones que propone Arendt entre poder, poder, fuerza, autoridad y violencia. Cf, Arendt, Hannah. Sobre la violencia, Ed, Joaquin Mortiz. México, 1970. pp. 34-52. Arimismo, ito se expresanftidamente en: Arendt, Hannah. Los orgenes del totali- tarismo, Ed, Taurus. Madrid, 1998. p. 479. (Comunicaci6n Politica mismo, un régimen de politicidad. Lo politico del lenguaje no es su “refe- rencia” ni su “ideologia’, sino su pura posibilidad. “Se dirla que existe una atraccién fatal entre politica y lenguaje. Si la politica permanece en el reino de la accién, éta, cuando se hace poltrica, aparece interpretada, envuelta y completada por el lenguaje. Confiere y otorga palabra, Nose trata de una simple funcin de transmisién el lenguaje como instrumento de comunicacién poltsica; hay algo mds intrinsecamente constitutivo... el len- suaje no se considera uinicamente el trdmite privilegiado, sino el objeto mismo de la polisica. Verdadera politica es aquella tan completamente traducible en lenguaje como para coincidir, en ultima instancia, con éf”.® En la posibilidad del lenguaje se juegan précticas de inscripcién y ex- clusién; regimenes de visibilidad e invisibilidad; irrupcién y prescripcién; emergencia y colonizacién. El lenguaje se pliega y despliega como el espacio infinito del plexos y fuerzas que cuadriculan, diagraman y objetivan la mundanidad. Lo que serfa propiamente politico, es el proceso de significa- cién, entiéndase, aquella potencia creativa, inventiva, propiamente falsa y delirante, que constituye y multiplica irreductiblemente las posibilidades de su afirmacién, Pensado de esta manera, toda palabra, es palabra politica. © Espésito, Roberto. Confines de lo politico. Ed. Ttotsa. Madrid, 1996. p. 133. | 83

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