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re Ta 8) LA PSICOLOGIA La psicologia del yo SALVAT DIGITALIZADO POR (QS< Colecciones “Titulo original: Capire le piclogia © 2016, Hachete Fascicoli sc, edicién original ‘© 2017, Editorial Salvat, SL. presente edicion. Editorial Salvat, $.L. C/Amigé, 11,5" plana (08021 Barcelona, Espanta ‘© Welleome Images por la foto de la pigina 2 © Dutels Nati © BasPhoto/Shutierstock.com por la fo Las fotos en las piginas 16 y 19 son de dominio pablo “Testor: Anna Giardini, Haria Baiardini, Barbara C Revision original: Mareo Barbieri iho: Stadio Dispa “Tradvecién: F, Javier Lorente Puchades Realizacids editorial: Ormobook, Servicios Editoriales ISBN Coleccion: 978-84-471-3172-3 ISBN Tomo: 978-84-471-3512. Depésito legal: B 12993-2017 Impreso en Espaita Servicio de atenciém al eliente (slo para Espatia Para ewalquier consulta relacionada con la obra: ial Archives, The Hague por la foo de la pigina 26, lela pagina 2 «ola, Marina Maffoni, Laura Ranzini, Francesca Sicuro ‘Teléfono: 900 842 421, de 9. 19h, de lunes 2 jueves; viernes de 94 16 98 B14 15 69. Correo: C/ Amigo, [1,5 planta. 08021 Barcelona, Esp Web: wiww.salvat.com Email ce atencin al cliente: infosalvat@ salvatcom Departamento de suscripeiones solo para Espaiia) “Teléfono : 900 842 840, de 94 19, de hines a jueves; viemes de 92 16 Fax: 93 814 15 69 Web: wovw.salvat.com Distribucién Espa Logista Publicaciones C/ Trigo 39, Poligono industrial Polvoranca 28914 Leganés (Madrid) Distribucién Argentina Distribuidor en Cap y GBA: Distripuidora Rubbo. io Limay 1600 C.A.B.A. “Tel. 4303 6283 / 6285 Interior: Distribuidora General de Publicaciones 8.8. 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Carl Jung, Jacques Lacan, Melanie Klein y muchos otros se aventuraron por tan arduo camino. A esta larga lista se afadid Anna, su hija. Sigmund Freud y su esposa Martha Bernays tu- vieron seis vastagos. Pero solo uno se dedicé al psicoanilisis y siguid el camino de su padre. Esa misma hija tal vez no llegé a ser concebida de manera intencionada, tal vez no lo hubiese logrado si sus padres hubiesen tenido acceso a métodos anticon- ceptivos eficaces, como afirmaba al referirse a su infancia, y tal vez no fuese la mas apreciada, pues se la consideré «inteligente» antes que «encantadora» 0 «guapa», a diferencia de su herma- na Sophie, por la que Anna sentia una mezcla de carifio y,celos. Sea como fuere, no cabe duda de que la hija de Freud ¢on- tribuy6 al desarrollo de sus teorias, sobre todo con su trabajo 6 ANNAFREUD en torno a la psicologia del yo y sus escritos sobre los mecanis mos de defensa y sobre el psicoanilisis infantil. Su tratamiento es culto y elocuente, a veces incluso pedante, pero siempre mo- vido por un desco de ser lo mas completo posible y dar cuenta de la mayor parte de las estrategias que puede implementar para protegerse de una libido excesiva o unas pulsiones dema- siado intensas a las que el yo no puede hacer frente directa- mente. Presentados de esta manera, los mecanismos de defensa pueden parecer abstractos y alejados de nuestra vida cotidia- na. Sin embargo, esta breve monografia permite descubrir y comprender hasta qué punto mantienen un vinculo firme fuerte con nuestra vida cotidiana. No en vano, solemos eli- minar, negar o sublimar fenémenos que nos resultan inedmo- dos e incluso Hegamos a atribuir a los demas algo que nos es propio. Anna Freud interpreta tal actitud como una proyec- ién mediante la cual asignamos a personas 0 cosas nuestros impulsos y deseos prohibidos. Anna Freud, pese a no haber tenido hijos ni haber tenido la oportunidad de seguir de cerea el crecimiento de sus sobrinos, desarrollé un fértil trabajo sobre el psicoandlisis infantil, de gran utilidad, en especial, para aquellos que sufrieron la trage- dia de la guerra; un trabajo de una profundidad insdlita que la condujo a un durisimo enfrentamiento con Melanie Klein. Con todo, su pensamiento posee la riqueza y la potencia su- ficientes como para favorecer la investigacién sobre el nifio. Quiza hoy algunas de sus posiciones resulten anacronicas y poco cientificas porque se basan en estudios de casos individua- les y carezcan de un enfoque cientifico moderno, Sin embargo, siguen siendo sugerentes y, con independencia de su naturaleza psicoanalitica, nos proporcionan puntos de vista muy interesan- tes sobre la educaci6n en la infancia. INTRODUCCION 7 La obra de Anna Freud puede considerarse tanto un viaje por la historia como, por nuestro presente. Ya hemos visto en esta coleccion’ que oratidho ores. se hallan profundamente arraigados etisufciillyra de y que incluso llegan a ale- gar la imposihitidlad aceon ser humano sin situarlo en un tiempsidettrininada. iat Freud, en cambio, intenta trascender dik is lin itacke ineshys ‘onsiderar los mecanismos de defensa del ys ASAE pepe atemporal, hecho que convierte sui higiot igo atual, libre de las limitacio- nes que pudierati otasionar! fa cillfwra, la clase social o el nivel de estudios. Anna Giardini LA VIDA Y LA EPOCA CRONOLOGIA HISTORIA ——, Freud publica La interpretacion de los suekos Estalla la Primera Guerra Mundial. Revolucién comunista en Rusia dirigida por Lenin. ‘Termina la Primera Guerra Mundial. ANNA FREUD ———— E13 de diciembre nace en Viena, ‘Anna, el sexto y iltimo hijo de ‘Sigmund y Martha Freud. 1895 1900 Anna comienza a asistir al Salka Goldman Cottage Lyceum de Viena. 1905 El interés de Anna Freud por el paicoandlisis es claro a partir de la edad de 14 afios, Esto allana el camino para el resto de su carrera, Se gradia. Tnicia sus estudios en su antigua escuela para obtener el titulo de maestra. Pese a la controversia que suscita el psicoanalsis entre padres € hijos, comiena su andlisis con el padre. Comienza a trabajar como profesora. Participa ep ef Congreso Internacional de Psicoaniilisis de La Haya. Presenta un informe en la Sociedad Psicoanalitica de Viena para convertirse en miembro acreditado. Imparte un seminario sobre la técnica del andlisis infantil en el Instituto de Psicoanalisis de Viena, 1925 Introduce a ta téenica del andi infantil 1927 Secretaria General de la Sociedad Psicoanalitica Internacional hasta 1934. Fleming descubre la penicilina. 1929 Hitler asume el poder en Alemania. 1934 1935 Ditectora del Instituto de Formacién Psicoanalitica de Viena. Guerra Civil Espafiola, 1936: El y0,y las mecanismas de deensa. Tras la llegada de los nazis a Viena, 1938 la familia Freud, judia, deja Austria ysse tralada al Reino Unido. El padre muere de céncer de mandibula, Anna se encuentra asulado hasta el final. Eatalla a Segunda Gucrra Muncial, 1939 0 Pda Guerra Mundial, Anna crea un refugio para nifios desplazados. Los choques entre Anna’ Klein originan diferentes co 1941-1945 Gentro de la Sociedad Psicoanalitca Briténica Publica diversas obras sobre traumas 1942-1944 i tantiles originados por el conflicto. Estados Unidos lanza bombas at6micas sobre Japén. Termina la 1945, Segunda Guerra Mundial. 1947 Funda una clinica de psicoterapia infantil en Hampstead. Naciones Unidas adopta la Declaracién Universal de los. 1948 Derechos Humanos. Descubrimiento de la estructura helicoidal del ADN. Estalla la guerra de Vietnam, Joan XXII, nuevo papa. ‘Muere Melanie Klein. Yuri Gagarin se convierte en clprimer hombre en el espacio. Sec erige el muro de Berlin. ‘Muere Garl Jung Martin Luther King recibe el premio Nobel de la Paz. Doctorado honoris cawa por la Universidad de Clark. 1950 Gira de conferencias por Estados Unidos. 1951 Muere Martha, su madre 1953 1955 - 9-< Investigaciones en la clinica de 1956-1965 sicoterapia infantil de Hampstead. 1958 1960 1961 1964 1965, Normalidad y patologia del niio. Problemas de téenicas y terapia psicoanatitica. 1967 Recibe el grado de Gomendadora de la Orden del Lmperio Britinico de manos de la reina Isabel I. 1970 Teoria psicoanalitca del desarrollo. tozy___Presienta de honor de la Sociedad Psicoanalitica Internacional. 1975, Doctora en medicina por Ia Universidad de Viena. Doctora por el Goethe Institut uel de Frankfurt. 1982 Muere el 9 de octubre. 1993 La slinica Hampstead pasa a Mamarse Anna Freud Centre. LA VIDA NACIMIENTO E INFANCIA La menor de los seis hijos de Sigmund Freud y Martha Bernays nacié en Viena el 3 de diciembre de 1895. Por aquel entonces, su padre se hallaba inmerso en el trabajo sobre la histeria que desarrollaba con Joseph Breuer e iniciaba la investigacion que lo Ilev6 a su primera gran obra, La interpretacién de suenos, publicada en 1899. Asimismo, proseguia su actividad como Privatdozent 0 profesor asociado en la universidad de Viena. Freud deseaba un var6n y ya habia elegido el nombre: Wilhelm, como el amigo y confidente de entonces, Wilhelrn Fliess, con el que, sin embar- go, no tard6 en romper relaciones. Sin embargo, nacido una nina. Gon gran lucidez, la propia Anna Freud admitié varios afios mas tarde que, en vista de las condiciones econémicas por las que pasaba su familia a finales de la década de 1890, su 14 ANNA FREUD nacimiento nunca se habria producido si sus padres hubieran tenido acceso a algiin tipo de anticonceptivo. Para Martha se trataba del sexto hijo en unos pocos afios y el parto fue compli- cado y doloroso. Su estado de salud qued6 tan mermado que se le recomendé que no diese el pecho al bebé, al que se alimenté de manera artificial, sin ponerlo al cuidado de un ama de cria. Su padre, pese a la decepcién, vio como aumentaba su prestigio y se abrian nuevas perspectivas laborales. La familia de la pequefia Anna disfruté de una mayor esta- bilidad, o no, segtin se mire, gracias a la llegada de Minna Ber- nays, hermana menor de Martha, quien acababa de enviudar. La sefiora Freud debia hacerse cargo de un hogar cada vez mas extenso y Minna se convirtié en una gran ayuda para su cufa- do, llegando a hacerle de secretaria durante un tiempo. Peque- fia y décil una, imponente y segura la otra, ambas mujeres se compensaban. Anna, ademas de su madre y su tia, contaba también con Josefine Charlitz, la nifiera, por la que sentia un. ~ gran carifio.Su relacién con sus hermanos y hermanas era ten- sa y fluctuante. Al principio, mostré grandes simpatias por Martin; luego, por Ernst, a quien consideraba el mas cercano. La pasion de Oliver por la ingenieria y la mecanica lo convertia en un muchacho muy atractivo para la jovencisima Anna (0 Annerl, como se la amaba en casa) asi como para el resto de la. familia. En cuanto a sus dos hermanas, queria a Matilde por su madurez y su caracter protector, mientras que Sophie le causa- ba una mezcla de amor y celos, en parte por haberse convertido en la preferida de su madre, en la hija con la que establecia una mayor intimidad. Entre ambas hermanas se establecié una ver- dadera rivalidad, basada sobre todo en su aspecto fisico. Si bien la mayor resultaba mas atractiva, la pequefia se habia converti- do en «la intelectual», dada sus preferencias por la literatura, en LAVIDA 15 especial la narrativa, y las lenguas (estudié francés, inglés e ita- liano), antes que por los quehaceres femeninos. Para su padre, Anna era su pequefia «impertinente» o Unartigheit, ademas de una fuente constante de episodios tiernos y curiosos en los que su hija lo conquistaba gracias a su descaro, genuino pero tam- bién afectuoso. Con todo, no solo era una cuestién de afecto: diversas anotaciones de Freud dan cuenta de como observaba a la pequefia con un interés psicoanalitico, en especial de sus fan- tasias y de sus comportamientos adolescentes. La mejora de las condiciones econémicas permite a Freud enviar a Anna a una escucla privada que frecuentan los hijos de las familias acomo- dadas de la ciudad, tanto judias como gentiles. En la Viena de principios del siglo xx, las barreras sociales y culturales seguian siendo altas: entre los recuerdos de infancia mas dolorosos de la pequefia Anna figura el hecho de que algunos compajieros la despreciasen por su origen y no es raro que, en el futuro, ya en plena investigaci6n psicoanalitica, se valiese de su experiencia como alumna para mostrar ¢iertos comportamientos que de- ben evitar los educadores. Una sencilla operacién, ocasionada por una apendicitis, se convirtié en todo un acontecimiento para la hija menor de Freud, no tanto por la gravedad de‘la afeccién como por fa actitud de la madre, decidida a mantener a la nifa a oscuras hasta el ultimo minuto. Aquella actitud'se convertiria en otra de las muchas que Anna condenaria siendo adulta al abordar la cuestién de la enfermedad desde la 6ptica del psicoanilisis infantil. No obstante, su infancia y su adoles- cencia se desarrollaron con tranquilidad. Por aquel tiempo, acompaiié a sus padres a numerosos viajes. En 1912 pas6 ocho meses en Italia en 1912 después de terminar sus estudios de Se- cundaria en el Cottage-Lyzeum der Salka Goldman de Viena. Sus padres querian que reflexionase sobre lo que de veras 16 ANNA FREUD Annelhfeudcon sy padre enit?13, deseaba hacer en la vida. Mientras tanto, la casa de los Freud se iba va- ciando. Solo queda- ban Anna, sus padres y su tia. «¢Gémo pue do afrontar yo sola las tareas que correspon- den a seis hijos?» lego a preguntarse en una ¢ ta que escribié en 1915, r- con dieciocho afios. ANOS DE GUERRA Y ENSENANZA El estallido de la Pri- mera Guerra Mundial en el verano de 1914, poco después del asesinato del archidu- que Francisco Fernando, sorprendié a la menor de los Freud en territorio enemigo. Anna pasaba las vacaciones en Inglate- rra y, tras el inicio de las hostilidades, se vio obligada a regre- sar a su casa dando un largo rodeo que la Ilevé a Gibraltar, Malta y Génova en compaiiia del personal diplomatico aus- triaco, Durante su estancia conocié a uno de los primeros se- guidores britanicos de su padre, Ernest Jones. Dieciséis ahos mayor, Jones intenté conquistar a la joven. Freud le reconvino su actitud en una dura carta y le exigié que desistiera, ya que lo consideraba demasiado viejo para su hija. En cuanto a Anna, Freud le escribié una larga carta en la que expresaba LaAviDA 17 sus preocupaciones paternales, se mostraba decidido a impe- dir tales escarceos en raz6n de su edad y dejaba entrever que la echaba de menos. En privado, llegé a confesar a ciertos de sus corresponsales su temor por el hecho de que su dedicacién a la familia y las diferencias de caracter y personalidad de Jones y su hija acabase por abocarla a la histeria. Aquel mis- mo afio, Anna se inscribié en un curso de formacion para pro- fesores en su antigua escuela secundaria. Sus superiores se mostraron entusiasmados con su talento y su vocaci6n natural para la ensefianza y el trabajo con los nifos. Al terminar los estudios, se le ofrecié un puesto en el centro como secretaria de direccién. Durante aquellos angustiosos afios de guerra, los jévenes alumnos encontraron en Anna un modelo de rigor, sensibili- dad y dedicacién al trabajo. La familia Freud no qued6 al margen de aquellas vicisitudes y debié afrontar grandes sacri- ficios. Anna compagin6 sus clases diurnas con otras en una academia nocturna para aportar unos ingresos mayores al ho- gar. A causa del esfuerzo y el duro invierno de 1917 a 1918 contrajo una tuberculosis que solo pudo curar gracias a cier- tas amistades, quienes le encontraron un lugar de veraneo mucho mas saludable que aquella fria capital de un imperio en crisis. En octubre de 1918 el conflicto llegaba a su fin. Los austriacos firmaron la rendici6n el 3 de noviembre, en Villa Giusti, en Padua, tras su derrota a manos del ejército italiano en Vittorio Veneto. Por aquel entonces, Anna comenzo a ana- lizarse con su padre. Las sesiones, semanales, tenian lugar a las diez de la noche y se prolongaron durante cuatro afios. Al igual que con cualquier otro paciente, la terapia reforz6 mu- cho el vinculo con su padre. Anna inicié una dedicacién in- tensa y casi exclusiva, hasta el punto de cultivar la fantasia de 18 ANNA FREUD que habia nacido de la mente de su padre, de un modo andlo- go acomo la diosa Atenea habia nacido de Zeus. Aquel vincu- lo se torné fisico, intelectual e incluso espiritual. Fue tan profundo que Freud, en algunas de sus cartas, se referia a su hija como «mi Antigona», compardndola con la heroina de la tragedia griega que acompafiaba a Edipo, viejo y ciego, en sus peregrinaciones. El hecho de que Anna decidiese someterse al analisis no se debia tan solo a ciertas manifestaciones sintomaticas, sino también a un interés genuino por la disciplina que ya habia desarrollado durante la adolescencia y su padre habia alenta- do con cierta cautela. Sin duda, hoy en dia se consideraria inaceptable una relacién de este tipo, pues contraviene todas las indicaciones. Sin embargo, en 1918, la disciplina se halla- ba todavia en su fase pionera. Eran tiempos heroicos. Ain no se habia alcanzado la normalidad. Y también eran tiempos dificiles, marcados por las estrecheces econdmicas originadas por la Primera Guerra Mundial. E] rigor de Freud y su nega- izar una biografia de aquellos pacientes que no Ile- garon a someterse por completo al tratamiento han hecho que no existan apenas registros de aquella experiencia tinica. Quedan algunos rastros en las obras de Freud, como en Pegan aun nifto. Contribucién al conocimiento de la génesis de las perversio- nes sexuales (1919), ademas de Fantasias de persecuciin y suefios diurnos (1922), de su hija Anna, un trabajo que le valid el in- greso en la Sociedad Psicoanalitica de Viena tras un riguroso proceso de seleccién en el que de nada sirvid su prestigioso apellido. La tragedia golped a la familia de improviso: la epidemia de gripe que asolé Europa en 1920 se Ilevé a Sophie, la quin- ta hija, a los veintisiete afios de edad. Anna se refugié en la tiva a real LAVIDA 19 ‘Anna y Sigmund Freud durante el Congreso Internacional de Psicoanalisis de La Haya en 1920, investigaci6n y en la escritura, componiendo poemas y prepa- rando una novela que titularia Enrique el trabajador, a los que tuvo acceso su entorno mas cercano. Freud ahuyenté a otro pretendiente de su hija. El vinculo con Anna se hacia mas es- trecho, El matrimonio de Martha y Sigmund, en un principio coronado por un amor genuino, parecia haberse convertido en mera rutina mientras aumentaba la complicidad entre Anna y su padre. La relacién se torné mas intensa cuando, en 20 ANNA FREUD la primavera de 1923, Freud se sometié a la primera de una larga serie de operaciones que intentarian paliar su cancer de boca. Anna afronté el trance con una serenidad que sorpren- did a parientes, amigos y colaboradores. La convalecencia transcurrié en Roma, la ciudad amada por el padre del psi- coanalisis. Alli, Anna se ocupaba de preparar boletines y car- tas que informaban puntualmente del estado de salud de su padre y hacia cuanto era posible para que fuese mas Ilevadera su lenta recuperacién. E] esfuerzo emotivo de la joven la llevé a confiar a una amiga, Lou Andreas-Salomé, varias ensona- ciones, fantasias masturbatorias y ciertos episodios altruistas de reminiscencias neuréticas que Anna aprovecharia para sus estudios de los mecanismos de defensa del yo. Por si fuera poco, comenzé a sentir unos celos apenas controlables hacia las pacientes de su padre, a las que Iegé a ver como posibles rivales venidas a turbar su idilio. Una de aquellas mujeres la marco de manera particular: la joven Dorothy Tiffany Bur- lingham, con la que establecié un vinculo que se mantendri durante toda su vida. Su papel en el panorama del psicoandlisis se volvia mas y mas importante, sobre todo después de los conflictos surgidos entre Freud y sus discipulos, cada vez mas enconados. Si bien habia recibido una formacién profana ~no tenia titulo de mé- dico-, Anna mostraba una gran agudeza intelectual que iba mucho mis alla de la polémica y la violencia verbal que carac- terizé a los afios heroicos del psicoanalisis. Anna desempeti un papel fundamental en cl nuevo Instituto Psicoanalitico de Viena como organizadora y formadora, dedicada especifica- mente al andlisis de los nifios y a la preparacion de profesiona- les interesados en este campo. Su creciente importancia quedé clara cuando, en 1930, el Ministerio de Educacién le encargd LAVIDA 21 que dictase una serie de conferencias que se publicaria con el titulo de Cuatro conferencias sobre psicoandlists para padres y profesores La relacién con Dorothy, a cuyos hijos Anna habia casi adop- tado después de que el marido abandonase a la familia, era cada vez mas estrecha. Ambas miijgres realizaron varios viajes juntas, si bien su amiga era corisciente de que no podia compe- tir con el afecto que ligaba a Anna con su padre. La vejez y los problemas.de salud que lo aquejaban, cada vez mas graves, se convirligro# en un motivo de preocupacién constante que afronto cer una templanza extraordinaria. Sin embargo, la politica se convertiria en una fuente de preocupaciones mayor si cabe. La crisis econdmica que estallo en 1929, la presencia angustiosa del nazismo y el aumento del antisemitismo provo- caron la diaspora de la Escuela Psicoanalitica Alemana, que se exilié en Inglaterra y Estados Unidos. El padre del psicoanali- sis, convencido en un principio de que la arrogancia de los na- zis austriacos se reducia a la mera palabreria, comenz6 a temer por su ae S : como fuere, Anna proseguia con su trabajo. En 1936 publicd: su primera gran obra: El_yo_y los mecanismos de defensa. El libro se convirtié en un regalo especial que brind6 a su padre con motivo de su octogésimo cumpleafios. Freud lo acepto con alegria. Reconocia, de manera definitiva, la emancipacion intelectual de su hija. Durante aquel tiempo, diversas donaciones permitieron poner en marcha la creacién de un centro para nirios, un proyecto al que Anna se dedicé en cuerpo y alma junto con el resto de su equipo, decidida a estu- diar la vida infantil en todos sus aspectos, desde las comidas a. los juegos. Por desgracia, la politica continuaba enrareciendo el ambiente. Tras la anexi6n definitiva de Austria por parte de la Alemania de Hitler, Freud y su familia se convirtieron en 22 ANNA FREUD objeto de un acoso incansable. La situacion se torné insopor- table para el viejo patriarca, atenazado por la.enfermedad. Anna llegé incluso a estar retenida durante un dia en un cuartel de la Gestapo, la policia secreta nazi, bajo la sospecha de que su asociacién encubria actividades terroristas contra el régimen. En junio de 1938, Anna y sus padres abandona- ban Austria gracias a los esfuerzos de una amiga, Marie Bonaparte. LONDRES, LA GUERRA Y LA CLINICA DE HAMPSTEAD Tras una estancia en Paris, el nimero 20 de Maresfield Gar- dens, en Londres, dio la bienvenida a los refugiados que huian de aquella locura. Anna asumié la gravosa tarea de cuidar de su padre en las ultimas etapas de su enfermedad. En febrero de 1939, se descarté cualquier posibilidad de operar el cancer. En julio, Freud se vio incapaz de recibir a sus pocos pacientes. Anna, siempre a su lado, acepto con reticencia su decision de recurrir a la morfina para combatir el sufrimiento. Lacido hasta el final, Freud pidié al médico que lo atendia que le in- dujese a un coma para emprender el ultimo viaje, que tuvo lugar la noche del 23 de septiembre de 1939. Una vez mas, Anna se volcé en el trabajo para afrontar el duelo. Atin no habia transcurrido una semana cuando comenzé a atender a sus jovenes pacientes para controlar aquel dolor insoportable. La situacién se habia complicado mas a causa del enrareci- miento en el seno de la comunidad psicoanalitica. Melanie Klein, una de las voces mds autorizadas de la Sociedad Psicoanalitica Britanica, no vio con buenos ojos la llegada a LAVIDA 23 Londres de la hija de Freud. Klein, residente en la capital in- glesa desde 1926, se dedicaba también al estudio de la infan- cia, aunque de una manera muy distinta. Las disensiones se originaron a la hora de determinar la idoneidad de la técnica psicoanalitica con los mas pequefios. Anna rehusaba el méto- do tradicional dada la incapacidad manifiesta del nifio para implementar la transferei mientras que Klein lo defendia. Incluso interpretaban el juego dé sendas maneras irreconcilia- bles: lo que para la hija elid era una actividad natural que no tenia por qué interpretarse en clave analitica, para Klein, si se levaba a cabo en ciertas condiciones, podia inter- pretarse simbélicamente desde un punto de vista psicoanaliti- co. Ambas se acusaron de haberse separado del legado de Sig- mund Freud. Entre 1941 y 1945, en plena guerra, la comunidad psicoanalitica se escindié y se enzarz6 en una discusién sin fin. Anna, pese a los obstaculos y los comentarios maliciosos sobre su relacién con Dorothy Burlingham, mantuvo siempre la compostura y reconocié en todo momento sti con aquellos colegas que la socorrieron en plex nazi. La actitud conciliadora y el esfuerzo de algunos miem- bros favorecieron el nacimiento de dos grupos paralelos dentro de la Sociedad Psicoanalitica Britanica para que esta pudiera sobrevivir a tan dura confrontaci6n. Las actividades de Anna en favor de la infancia recibieron un impulso significativo durante el conflicto. A partir de 1940, diversas donaciones le permitieron crear, junto con Dorothy Burlingham, varios centros dedicados a atender tiifias afectados por la tragedia y la destruccién de la guerra, sobre todo a raiz de los bombardeos alemanes en las ciudades britanicas. Estre- ché lazos entre el Reino Unido, Suiza y Estados Unidos, creé dos centros especializados, los Jardines de Infancia de Guerra, 24 =ANNAFREUD est Jones, Anna Freud y Melani una especie de «isla de tranquilidad» para aquellos pequetios que la locura habia arrebatado de sus casas y el amor de sus madres. No tenian un control tan rigido ni una organizacion tan estricta como los colegios, sino que estaban pensados para recrear y restituir aquel clima familiar perdido. Aquella expe- riencia deparé a Anna y a Dorothy un material muy valioso que dio pie a obras como Nios en tiempos de guerra (1942), Ninos sin familia (1943) 0 Guerra_y nites (1944). El enfoque analitico LaviDA 25 permitié reflexionar con gran profundidad sobre el comporta- miento de los mas pequeiios frente al peligro y el drama, asi como sobre su desarrollo y sus relaciones sociales. En resumen, aquellos trabajos constituyen un testimonio muy valioso sobre el estudio de la infancia. EI final de la guerra no interrumpié el proyecto. El gran grupo de expertos que se habia reunido en torno a la iniciativa de Anna Freud permitié la creacion y organizacion de otro proyecto atin mas amplio orientado a la formaci6n de analistas especializados en la infancia. Los numerosos cursos necesi- taban un lugar donde reunirse y, ademas, recibir a los j6venes. pacientes. Gracias a la Field Foundation de Nueva York, se cre6 en 1952 un centro especializado en el numero 12 de Marsfield Gardens, en Londres: la Hampstead Child Therapy Course and Clinic. El éxito profesional parecia compensar en parte el drama familiar: la guerra no habia perdonado a los Freud. Las cuatro hermanas mayores de Sigmund Freud, que se quedaron en Austria en 1938, habian sido deportadas y asesinadas en los campos de concentracién de Treblinka y Auschwitz. La noti- cia convencié a Anna Freud de que jamas regresaria a Austria y Alemania, sobre todo después de haber obtenido la naciona- lidad inglesa. Sin embargo, la tragedia volvio a golpearla en 1951, cuando fallecié su madre, Martha, a los noventa afios, justo en un momento en que Anna se hallaba preparando la primera edicién de la rica correspondencia de su padre con su viejo amigo Wilhelm Fliess. El luto, con todo, le brindé la po- sibilidad de romper con el pasado y buscar un nuevo comien- zo. Ya entrada en la cincuentena, buscé un nuevo hogar para la gran familia que formaba con Dorothy, sus hijos y sus pa- rientes. Las investigaciones que llevaba a cabo en la Clinica Hampstead proseguian su curso y publicé nuevas obras como 26 ANNA FREUD Anna Freud en 1956. Sobre el hecho de perder y ser perdido (1953; ree- laborado en 1967) y Normalidad y patologia del nifto (1965). La pri- mera, en particular, posee paginas extraor- dinarias y parte de un andlisis del sentido que la pérdida de un objeto amado puede tener para un_nifio, aun cuando se trate de un simple juguete. El enfoque de Anna Freud sobre la infan- cia resulta muy suge- rente. Su afan, su atencion a las necesi- dades de los niiios en todos los niveles y el respeto que siente por ellos nunca deja de sorprendernos. LOS ULTIMOS ANOS En 1967, su actividad recibié un importante reconocimiento. La reina Isabel II la nombré comendadora de la Orden del Im- perio Britanico, uno de los honores mas importantes del Reino Unido. En la década de 1970 se dedicé con mas empeno si cabe a los nifios desfavorecidos. Dicté una nueva serie de conferencias LaviDA 27 = ). “Ween Estados Unidos la Universidad Clark la habia nombrado 42 fy — doctéra horfbris causa en 1950-, en especial en las facultades de derecho de Yale y Harvard, recibié el titulo de médico por la Universidad de Viena y la Republica de Austria le otorgé la Gran Condecoracién en Oro de la Orden al Mérito. En 1973 publicd Problemas de técnica y terapia psicoanaliticas. Asimismo, des- de 1956, organizaba un ciclo de encuentros que se prolongs durante mas de veinte afios y en el que participaron diversos pediatras britanicos para discutir la relacion entre los nifios, las enfermedades y el psicoandlisis. Por aquel entonces, Anna Freud se interesaba mucho por la sintomatologia en la infancia e inicié la publicacién de varias obras sobre el cuidado de los nifios, que debe ir més alla de la patria potestad, y tiene en cuenta las complicadas relaciones entre la legislaci@n,, los tibu: nales de menores y la infancia. El mejor interés del niitto, Ant mejor interés del nito y Mas alld del mejor interés del nino se convir! ron en una profunda reflexién sobre los abusos y la violencige los que puede someterse a la infancia, y que pueden emplearse como guia en todos aquellos campos relacionados con los nifios y su proteccién. La presidencia honorifica de la Sociedad Psicoanalitica In- ternacional se afiadié a una larga serie de premios, condecora- ciones, titulos y homenajes que la hicieron sentir «ya muerta», segtin sus propias palabras. La edad trajo consigo numerosos problemas de salud, incluido un tipo de anemia severa. Sin embargo, el dolor y la pérdida de los seres queridos volvieron a ponerla a prueba. En 1977 fallecis Mathilde y, poco después, la hija de Dorothy, su amiga y compaiiera, se suicidé con una sobredosis de farmacos. Anna intenté lidiar con aquellos duros golpes con la misma determinacién con que su padre luché contra el cancer. E] luto, la convalecencia, la imposibilidad de 28 ANNA FREUD viajar, el hecho de depender de los demas no le hicieron perder el animo. Entre 1979 y 1981 se organizaron en la Clinica Hampstead tres simposios que duraron varios dias y que tuvie- ron un éxito extraordinario. Anna Freud tenia a la saz6n casi ochenta y cinco afios. Por desgracia, Dorothy fallecié poco después del primero. Su amiga, su «gemela», la persona con la que habia compartido su vida ~y con la que, se rumoreaba, mantenfa una relacién amorosa~ le ocasion6 un dolor solo comparable con el que sintié por la muerte de su padre, acae- cida mas de treinta afios atras. De manera un tanto paraddji- ca, le consolé la idea de que su gran confidente no estuviera Lacasa-museo de la familia Freud, en el ntimero 20 de Mansfield Garden, en Londres. LAVIDA 29 con ella cuando sufrié un grave accidente cerebrovascular en 1982 que le perjudicé gravemente al habla y a sus capacidades motoras, aunque sin perder su extraordinaria lucidez. El re- greso a casa tres meses después; én'una silla de ruedas, le de- par una cierta calma. En un paseo, custodiada por enferme- ras, hasta el namero 20 de Mansfield Garden, donde los Freud se habian instalado en 1938, Anna solicit6 que le trajesen el viejo manto de su padre, que se custodiaba como una reliquia en la casa-museo. Al tomarlo, lo abraz6 con afecto. El gesto tenia una carga simbdlica extraordinaria. Pero la enfermedad no daba tregua. Cuando la situacién se hizo casi insoportable, Anna Freud murié tranquilamente mientras dormia durante la madrugada del 9 de octubre de 1982. EL PENSAMIENTO EL YO Y SUS ANGUSTIAS OBRAS DE JUVENTUD E] debut de Anna Freud en el mundo del psicoandlisis tuvo lu- gar en 1922, cuando dicté una conferencia ante la Sociedad Psicoanalitica de Viena. Se trataba del modo habitual en que un candidato se postulaba para ingresar en la institucion. Tras someterse a un largo periodo de analisis con su padre, iniciado en 1918, Anna reunié sus primeras reflexiones en este breve texto que defendié ante el tribunal. Seis meses mas tarde, co- menz6 a practicar con sus primeros pacientes jovenes. En sus Fantasias de persecucién_y suefos diurnos (Schlagenphantasie und Tag- traum) echo mano, muy probablemente, de buena parte de su experiencia personal asi como de sus sesiones de anidlisis. La obra, un ensayo sobre la sublimacion, puede considerarse como una sublimacién en si misma. Estructurada en tres partes, 34 ANNA FREUD ilustra el desarrollo progresivo, en una paciente anonima muy joven, de una serie de fantasias sobre un joven desconocido al que persigue un adulto asi como de la subsiguiente creacién de fantasias conscientes «con los ojos abiertos». De acuerdo con el analisis, la escena de la paliza oculta una fantasia incestuosa entre padre e hija que se transforma mediante la supresiOn y la agresividad tipica de la fase sdico-anal, y desemboea en la s tisfaccion masturbatoria. La culpa lleva a convertir esas fanta- sias en un conjunto de «historias buenas» cuyos personajes par- ten de una confrontacién inicial que debe ser resuelta mediante la reconciliaci6n plena. En un proceso de este tipo, las pulsiones sexuales se satisfacen por completo aun cuando se presentan en parte reprimidas (tal como indica la fantasia de la persecucién) y en parte sublimadas (la buena historia). La superacién definitiva de estos deseos se llevé a cabo me- diante el esfuerzo creativo que acarrea la escritura: los persona- jes imaginados encontraron su propia existencia fuera de la imaginaci6n de la nifia y el deseo se satisfizo al pasar de una dimensi6n autista, desligada de la realidad, a otra centrada en la vida social. La btsqueda del placer dejaba de ser intima y personal, y salié al exterior: la actividad creativa y liberadora de la escritura propicié un modo de satisfaccién centrado en los lectores. El trabajo tuvo una buena acogida en la Sociedad Psicoanalitica de Viena, para gran satisfaccién de Sigmund Freud, y senté las bases para una reflexion posterior y mas elaborada que llevé a Anna a sus trabajos sobre el yo y su am- pliacién. Los escritos de los afios siguientes sobre sus experien- cias en el campo de la educacién se dirigieron a un publico no necesariamente versado en el psicoanilisis y le permitieron investigar en el papel de la disciplina psicoanalitica en la edu- cacién infantil. El ciclo de conferencias que dio en 1930 a ELYOYSUSANGUSTIAS 35 instancias del Ministerio de Educacién le permitié centrarse en las etapas de desarrollo del nifio y subrayar el hecho de que este no debe considerarse como un ser uniforme, una especie de adulto pequefi, sino un ser en proceso que atraviesa varias eta- pas (del nacimiento a los cinco afios; la fase de latencia en que se atentian las pulsiones; la preadolescencia, a los doce; y, por -énender en qué consiste un desarrollo equilibrado y céivie'se Hega a una edad adulta plena y madura. Todo depende de hallar un equilibrio entre las pulsiones y el control en cada uno de los estadios del desarrollo infantil a fin de no caer en ninguno de esos extremos, en buscar un punto medio entre la neurosis que pudiera ocasionar un ntimero excesivo de prohibi- ciones y un comportamiento rayano en la delincuencia por la falta absoluta de estas. Piénsese, por ejemplo, en un nifio al que le obsesionen los caramelos y los dulces no sera capaz de contro- larse y despilfarrara su dinero para adquirirlos. Su padre, a buen seguro, lo castigara y le. prohibird ‘tajantemente ese consumo desenfrenado. El nifio puede obedecer, pero cabe la posibilidad de que, siendo adulto y, por:lo tanto, independiente, se sienta agobiado por la culpa cada vez que tome una onza La falta de una comprensién adecuada tanto por }% como por parte de los adultos puede conducir a un tratamiento erréneo que tenga tristes consecuencias para su vida adulta. LA ATENCION AL YO La primera oy: imporiante de Anna Freud est directamente relacionada ¢@ti'xi. trabajo en Viena. A principios de la década 36 ANNA FREUD de 1930, el pensamiento freudiano cambié de ambito. Tras ha- ber determinado la division de la psique en consciente, pre- consciente ¢ inconsciente, con especial aeeheidn a este Ultimo, Sigmund Freud procedié a una estructiiraciin, distinta, basada en las instancias del ello, el yo y el supervei. De las tres, el yo se ocupaba de las tareas mas ingratas, piss debe siediar entre las pulsiones del ello, las imposiciones del superyé y las exigencias del mundo exterior. No obstante, el enfoque se concentra casi exclusivamente en el ello y el superyé ~es decir, en las pulsiones libidinales, las imposiciones, las restricciones~ y da pie a que los analistas conozcan muy bien el inconsciente y juzguen de manera equivocada el yo del paciente. El hecho de haber vivi- do de cerca la elaboracién teérica de la segunda etapa del psi- coanilisis le permitié moverse con libertad, sin distinguir de una manera neta e incompatible entre sistemas e instancias, algo mucho menos frecuente én las siguientes generaciones de terapeutas, que se formaron cuando la distincién se habia con- solidado. Asi pues, Anna Freud inicié una investigacién hasta cier- to punto auténoma respecto a su padre —cuya presencia se deja sentir en todo momento, sea para bien o para mal-, centrandose en el yo y su funcionamiento. Hasta entonces, la psicologia se habia dedicado de manera casi exclusiva a la dimensién inconsciente y los impulsos instintivos reprimi- dos. Solo las innovaciones de la investigacién freudiana le permitieron pasar de las instancias psiquicas para entender como, entre estas, el yo desempefia un papel clave. Todos los esfuerzos de trabajo psicoanalitico estan dirigidos a un objeti- vo: eliminar las enfermedades que afligen a dicha instancia y restaurar su integridad. Se trata entonces de analizarlo, de estudiar a fondo hasta qué punto depende del mundo exterior, ELYOYSUS ANGUSTIAS 37 como se relaciona con las otras dos instancias y qué respuesta puede proporcionar a sus tensiones (por ejemplo, como modi- fica y transforma los contenidos del ello, las pulsiones). Dicho de un modo mas general: Anna Freud procedié a un analisis exhaustivo del contenido del yo, de sus fronteras y de sus fun- ciones. Cuando las relaciones entre las instancias son pacificas, solo aflora el yo. Si las pulsiones se consideran licitas, el ello se encuentra en un estado de calma y no genera tension. Cuando el supery6 esta en perfecta armonia con el yo y por lo tanto no genera culpabilidad, no lo percibimos. En una si- tuacién «normal», los tres protagonistas de nuestra vida psi- quica parecen unirse, solaparse, y solo se nos aparece el yo. Por eso Anna Freud lo consides el mejor punto de vista, nuestra ventana a la vida psiquica, Por ejemplo, el yo puede disponer de sus propias fuerzas para satisfacer una pulsién del ello cuando la relacién entre ambos no genere ningtin pasa a convertirse en un iitruso qué rio del yo, quien se vera obligado a dé deshacer esa marafia de impulsos y sucedido a partir de los resultados. ANALISIS DEL ELLO Y ANALISIS DEL YO La aproximacién del terapeuta y los medios que emplea no pueden ser distintos de la instancia a la que se enfrenta. La 38 ANNA FREUD «hipnosis» siempre habia pretendido sondear las profundidades inconscientes del ello y hacer que aflorasen al yo los contenidos ocultos que pugnaban por emerger en forma de trastornos. Pero, en estos casos, la conciencia adquirida dura poco y el yo vuelve a hundir lo que le preocupa a nivel inconsciente. En cambio, mediante la «asociacién libre», se pide al yo que se aparte por un momento y deje que el ello aflore al nivel cons- ciente. El paciente, tumbado en el divan, traduce dicho conteni- do en palabras, aunque no tiene la capacidad para satisfacerlo directamente. A juicio de Anna Freud, tal condicién solo pue- de durar un tiempo limitado: el yo no puede dejarse de lado. Sin duda, la vigilancia puede relajarse, aunque no por un tiem- po lo bastante largo como para permitir que las asociaciones y el contenido climinado emerjan en la conciencia sin dejar rastro de su paso. El contraataque es inevitable. El yo no per- manece inactivo, recurre a sus «mecanismos de defensa» y res- ponde con rapidez. El terapeuta, pues, debe dedicarse al ana- lisis de ese atrincheramiento del yo tras el aparato defensivo que ha organizado para hacer frente a las presiones del ello. Sin duda, enfrentarse al ello resulta mas interesante, inquie- tante ¢ incluso fascinante que las respuestas del yo. Si ese contenido soterrado presiona para regresar a la superficie, las defensas del yo no ofreceran ning&n apoyo. Habra que seguir un camino indirecto, basado en el anilisis de los efectos que tales mecanismos tienen sobre el paciente. Los cambios que sur- gen permiten inferir cual de esas defensas se activa y el analista hara todo lo posible por desactivarla para desvelar el incidente y reanudar el analisis del ello donde se interrumpi6. Desde este punto de vista, los suefios y las asociaciones libres acttlan mediante procesos similares. El proceso de distorsién que la realidad onirica emplea para enmascarar los contenidos ELYOYSUS ANGUSTIAS 39 latentes no es muy distinto de las transformaciones que la aso- ciacién libre pone en juego cuando el paciente se muestra a la defensiva. Mediante el andlisis del suefio, el terapeuta puede averiguar lo que permanece oculto, el contenido del ello, y puede al mismo tiempo darse cuenta de los mecanismos que intervienen para ejercer la censura ¢ impedir que el incons- ciente aflore a la conciencia. Los «lapsus» constituyen otro ca- mino para verificar los procesos acaecidos. La «transferencia» aparece como el instrumento mas potente a nuestra disposi- cién. Para Anna Freud, todo depende de la distincién entre el yo y el ello. En la relacién entre médico y paciente afloran impulsos de «antiguas constelaciones emotivas» —como las de- finié— que enturbiardn el trabajo. Por eso habra que retro- traerse a la infancia, remontarla hasta dar con las causas del mal, comprenderlas y aliviar al paciente, permitiendo que ad- quiera conciencia de los impulsos del ello. El problema surge cuando el impulso queda velado por los mecanismos de defen- sa y no es posible que emerja. El analista debe entonces embar- carse en un nuevo camino: dejar la tierra del ello e inquirir al yo. Su tarea consiste en volver hacia atrs y seguir las pistas, los meandros, los cambios. Aventurarse en este dificil terreno le permitira sacar a la luz ~si utilizamos una metafora arqueol6- gica, tan querida por el mismo Freud~ la vida instintiva del paciente y el desarrollo de su yo. La tarea, sin embargo, es di- ficil porque el sujeto no es consciente de lo que ocurre: conside- ra que el yo y las defensas son perfectamente homogéneos, no advierte a estas como extrafias en el momento en que se esfuerza. por racionalizar la transferencia; por ello se esfuerza en evitar el dolor que supone admitir que la transferencia sea inapropia- da y que, en tal caso, el yo se convierta en el enemigo del pro- ceso analitico. 40 ANNA FREUD Anna Freud era consciente de que el ello poseia un peso deci- didamente mayor en la practica analitica y que el yo, sobre el que deseaba concentrarse, huia de la observacién completa del tera- peuta. El mayor peligro que corre el psicoanilisis radica en el hecho de que acabe por centrarse en exclusiva en el ello. Reducir el yo a un mero mecanismo de defensa con el que se hace frente a los impulsos indica que no se entiende que incluso esa instan- cia posee un ntimero de «zonas de sombra» que permanecen inconscientes y deben ser llevadas a la conciencia al igual que los derivados del ello. En consecuencia, es importante estudiar las vicisitudes, las transformaciones. Resulta mucho mas util que traducirlas directamente. El riesgo radica en que, durante la transferencia, el yo no se deje analizar y se empefie en actuar para repeler todo este material pulsional que emerge del ello. ANALISIS Y DEFENSA La tarea del analista es hacer consciente lo inconsciente. No se trata de un juego de palabras. La practica psicoanalitica debe partir de un punto equidistante del yo, el superyé y el ello. La meta, sin embargo, es diametralmente opuesta para el analista y el yo del paciente. El camino es comin, pero el propésito muy diferente. Todo lo que se necesita para avanzar en el analisis de esta instancia se presenta como resistencia, obligandonos a ha- cer un esfuerzo real para analizar las defensas puestas en mar- cha en un nivel subconsciente y expresadas por la rigidez y la hostilidad hacia el terapeuta. El «pobre» yo intenta defenderse no solo de las pulsiones, sino también de los afectos asociados, por lo que requiere un trabajo adicional para comprender los mecanismos puestos en marcha para hacer frente a la pulsi6n asi ELYOYSUSANGUSTIAS 41 como a los afectos que estan relacionados con ella. Nos encon- tramos ante una «coraza caracterial» (0 Charaklerpanzerung, un concepto tomado del psicélogo austriaco Wilhelm Reich). Las defensas pasadas, puestas en marcha para manejar ciertos im- pulsos —comportamientos sarcasticos, despectivos, arrogantes 0 agresivos~, pueden mantenerse activas aun cuando aquello que las activé haya sido superado y convertirse ¢2 i caracter del sujeto. Esa coraza puede convertirseen un obstacu- lo dificil de franquear para el terapeuta, obligado a sondear todo tipo de resistencias. Anna Freud, por ejemplo, mostré el caso de una paciente que sufria de angustia aguda, y que durante el ana- lisis evité hablar de sus sintomas, que respondia con sarcasmos y se burlaba incluso del analista. Tal actitud de denigraci6n ironi- ca, confusa para el médico, obedecia a una actitud extremada- mente critica que la paciente tenia hacia si misma cada vez que alguien la trataba con afecto o ternura. Limitarse a analizar el contenido de la angustia no conduce a ningiin resultado si no se lidia con la coraza caracterial y se observa el mecanismo de de- fensa de la joven, que se identificaba con la figura del padre, tan querido como hipercritico, que se mostraba con la hija despecti- vo y sarcastico cada vez que esta manifestaba alguna emocién, dispuesto a inculcarle el autocontrol a toda costa. Solo aclaran- do la defensa de la paciente hacia sus propios afectos fue posible proceder a un analisis auténtico y acertado. LA ANGUSTIA El yo pone en marcha sus defensas contra los «peligros instin- tivos», que de hecho son siempre los mismos. Lo que varia son las motivaciones que lo Ilevaron a considerar peligrosa la 42 ANNA FREUD emergencia de una pulsin determinada. Sigmund Freud dedicé muchos afios al estudio de la angustia, desde Més alld del principio de placer (1920), Elyo y el ello (1923) hasta Inhibictén, stntomay angus- fia (1926): de un mero sintoma, de una condicién emocional del dolor, pasé a considerarla el desarrollo de los sintomas que na- cen en el yo, al que consideraba una instancia débil, torpe, some- tida a la tirania del ello, con sus exigencias instintivas y el super- yO y sus sentencias implacables. Su hija, en cambio, decidida a rescatar a aquel pobre yo maltratado, identificé un origen triple para esta situaci6n: «la angustia del supery6», «la angustia de lo real» y «la angustia instintiva». Véamoslas con detalle. Angustia del supery6 (en las neurosis de los adultos) Se trata de la situacion mas frecuente en el andlisis, la mas co- nocida y tipica de los adultos. Un deseo intenta abrirse paso en la conciencia y ser satisfecho con la ayuda de un yo que lo con- sidera perfectamente licito. Sin embargo, el supery6 se opone y obliga al yo a someterse, enfrentandose a la pulsién y desenca- denando los efectos devastadores habituales en tales situacio- nes. El motivo desencadenante se halla fuera del yo, convencido de la legalidad de la solicitud recibida. Se trata de una imposi- cin «desde arriba» que la considera peligrosa y, por lo tanto, debe ser encauzada, con el riesgo consiguiente de provocar un choque en la direccion opuesta entre el yo y el supery6. Aqui reside la dificultad del adulto neurético: teme a sus instintos por miedo a la censura. El supery6 se presenta como una especie de aguafiestas que prohibe cualquier acuerdo posible entre el yo y los instintos y estigmatiza la sexualidad y la agresividad. Sus exigencias pueden ser tan asfixiantes que Ilegue a imposibilitar el equilibrio fisico. Asi pues, el pobre yo queda encadenado, EL YO Y SUS ANGUSTIAS esclavizado, convertido en un instrumento de esa implacable voluntad superior, victima de la «angustia del superyé» hasta el punto de rechazar cualquier instinto jy. Sef inttapaz’ de ekpesi- mentar el placer. En tales situaciones, ell analist debe:eenfiarse en esa presencia molesta con el objetivo'de dismimiii el pose. y reducir su severidad, ademés de aliviar’Al'y6 ¥ miitiga 168 éon- flictos y las neurosis que puedan haberie'destntaderiado.Naes extraiio que Anna Freud recomiende a tiidestios, artsy. edu cadores que eviten el desarrollo de un stipé rya‘dembsiaglo ‘eStric- to, que tiendan a modelos educativos fue no. acultenslas éeBili- dades humanas y que se muestren tolerantes con los instintos en lugar de propugnar normas morales que resulten inalcanzables. Los nifios tienen derecho a exteriorizar su agresividad, sin re- primirla. Solo asi podran convertirse en adultos libres de an- gustia que puedan disfrutar de la vida. La angustia de lo real (en la neurosis infantil) En el caso de los nifos, nos damos cuenta de que el factor des- encadenante de la neurosis no es el superyé. La causa es ante- rior. En la medida en que un adulto neurético se debate por reprimir su sexualidad y su agresividad para no desencadenar un conflicto entre el yo y el supery6, el pequefio hace lo mismo con sus propios instintos, aunque para evitar la ira de sus padres al transgredir sus rdenes. La repulsa, el rechazo de los instin- tos no es algo natural y las defensas que se ponen en marcha para contenerlos son basicamente falsas. Lo real es la censura de los padres, sus amenazas con castigos y represalias en cl caso de que se abandonen a la satisfaccién de los instintos. El yo in- fantil teme y rechaza el deseo porque tiene miedo de los adultos que le han inculcado ese temor. Su miedo radica, pues, en el 44. ANNA FREUD mundo exterior; es una «angustia de lo real». Ante tal situa- ci6n, el yo infantil reacciona exactamente igual que el adulto: s, sintomas histéricos, angustia. Queda claro el fobias, neuros’ afan de poner en marcha los mecanismos de defensa del yo con independencia de su origen, sea el mundo real 0 el supery6. Si en el analisis nos centramos solo en los sintomas, no seremos capaces de determinar su origen. Tan solo cabe una esperanza: iniciar una reflexion pedagégica profunda. Los nifios son pro- pensos a desarrollar una angustia desproporcionada respecto a la realidad. Las amenazas y los castigos relacionados con la sa- tisfaccién de los deseos y los instintos suelen ser desproporciona- dos. Da la impresién, en ciertos casos, de que emergiesen de lo mas profundo vestigios de los castigos pasados, susceptibles de desencadenar miedos y aprensiones. De manera progresiva, ha- caicos a fin de redu- bra que abandonar herencias y temores cir al maximo el miedo a la realidad. Solo asi el pobre yo que- dara a salvo de otra fuente de angustia. El andlisis que Anna Freud Ilev6 a cabo puede resultar hoy un tanto desfasado, sobre todo si se tiene en cuenta que nos hallamos en el extremo opues- to, marcado por una considerable laxitud en la educaci6n. Angustia instintiva (miedo a la fuerza de los instintos) Todas nuestras aspiraciones a reducir las causas de la angustia no podran ser satisfechas en la medida en que descubrimos. que el yo, por su naturaleza, no tiende de manera espontanea a la satisfaccién de los instintos. Su adhesion es posible porque la diferencia con el ello no esta demasiado marcada. Cuando el principio del placer y el principio de realidad chocan, el yo no se convierte en un terreno fértil, sino en un pantano peli- groso para los instintos. La prudencia natural del yo hacia el ELYOYSUSANGUSTIAS 45 cumplimiento del pulso se vuelve imperceptible cuando se siente abrumado por la lucha (incluso violenta) entre el ello, el supery6 y el mundo exterior en que el pobre yo se convierte en un testigo casi pasivo, destinado a sufrir los efectos. Y cuando la exigencia «desde abajo» se hace demasiado apremiante, la prudencia se convierte en angustia y desesperacion. Los ins- tintos presionan, el yo se debate entre el miedo a la derrota y el miedo a la destruccién —como lo habia definido el propio Sigmund Freud- y la angustia triunfa. De ahi que se erijan las defensas y estallen las neurosis. : Otras formas de angustia Aunque estas son las tres principales formas de angustia, pue- den identificarse otras en las que puede caer el yo. Por ejemplo, las tendencias opuestas entre si (una actitud pasiva o activa fren- tea be vida, asi como la posibilidad de elegir entre orientaciones icas) pueden situar a la persona en una situacién aye Ae ee ida elegir y legue a desarrollar la angustia, hecho que intpide la armonia y el equilibrio. Del mismo modo, si el ‘inktinto obtiéne satisfaccion pese a las prohibiciones del superyo y elrfnundo: ‘exterior, el placer inicial se sustituye rapidamente por la lav ‘cul ‘a, generada a un nivel subconsciente, y por los casti- * xbos § qué el mundo exterior inflige a los transgresores. Cuando se dactigiea ébiistinto, el principio de realidad se activa para evi- tar el sufrimiento «secundario». El yo se defiende de cuanto pueda turbarlo, ya se trate de pulsiones 0 de afectos. Erigir defensas:¢6titra un impulso signi- fica hacerlo simulténeamente contra Jos sentimientos que lo acompafian. No importa que sean dolorosas, agradables, desa- gradables 0 peligrosas. El yo no importa. Si dicha fuente se 46 ANNA FREUD considera prohibida, el afecto también lo sera, con independen- cia de su naturaleza. Su destino esta sellado. La defensa que el yo contrapone a los afectos también esta ligada al conflicto en- tre el yo y los instintos. En el caso en que el yo deba rechazar un impulso que considera prohibido, tendra que rechazar también aquellos afectos que considere fuente de dolor y angustia. Por el contrario, se mostrara mas reacio a repeler afectos positivos 0 placenteros que considere como meras excepciones. Y todo por- que existe una relacién mas «primitiva» y basal. Si el yo no se opone a un deseo, no existe ninguna raz6n para oponerse al afecto con el que esta ligado. El principio del placer determina- rd la actitud hacia ellos. En resumen, el afecto agradable puede tolerarse; el doloroso, no. zY EN LA PRACTICA? El aparato teérico de Anna Freud pudo ponerse a prueba de manera directa en los pacientes para obtener datos valiosos y verificar todo cuanto se habia teorizado. El anilisis de los pro- cesos de defensa es titil para reconocer los diversos factores que contribuyeron a su creacién. Cuando un paciente se da cuenta de lo reprimido, puede aprovecharse su reaccién emocional sobre aquello que lo lev6 a protegerse. El primer paso consiste en eliminar los procesos defensivos con el fin de reintroducir en la conciencia los contenidos y los afectos reprimidos, y estimular el yo y el supery6 a buscar un acuerdo. Si el origen de la angustia es el supery6, el analista debe mer- mar las defensas para favorecer un acuerdo entre las diversas instancias y reducir tanto el miedo del supery6 como las patolo- gias subsiguientes. La terapia posee mayores posibilidades de para buscar pistas ELYOYSUS ANGUSTIAS 47 éxito en los nifios en la medida en que lucha contra la angustia de lo real. El terapeuta puede intentar reconfigurar la realidad para evitar la angustia y la culpa cuanto sea posible, cultivar una relacion mas pacifica con los instintos y reducir la fatiga para mantenerlos a raya. Si las causas se remontan a episodios traumaticos del pasado, el terapeuta deberd indicarselo al pa- ciente. No hay ninguna raz6n para temer que esa realidad dada se considere mas peligrosa de lo esperado. Las defensas erigidas contra el dolor pueden requerir incluso un esfuerzo que vaya mis alla del andlisis. Entre la infancia y la vida adulta, el nifio debera aprender a vivir con el dolor y estar bajo presién, sin tener que recurrir inmediatamente a los mecanismos de defen- sa del yo. Pero cuando las barreras se levantan para defender sus vidas del poder de los instintos, se convierte en una herra- mienta esencial para asegurarse de que el yo sea lo bastante fuerte para manejar la practica analitica y apoyar al paciente antes de retirarlas. Explicarle que la conciencia de los instintos y los deseos inconscientes hacen que estos sean menos peligro- sos y mas controlables constituye un argumento muy delicado porque si el yo no se halla lo bastante reforzado cuando se reti- ran las defensas, la conciencia termina por agravar la enferme- dad en lugar de paliarla. ANNA FREUD IDENTIFICA DIFERENTES TIPOS DE que activan los mecanismos ANGUSTIA | Getensivos det yo | ANGUSTIA DEL SUPERYO | ANGUSTIA DE LO REAL ——_ ———_ Es tipica de las neurosis de Es tipica de la neurosis los adultos: miedo a los infantil: el yo rechaza los instintos a causa de la instintos porque teme la estricta censura del censura de los padres. superyé. ’ La actitud censora de los El superyé considera padres amenaza al nifio peligrosa una pulsién que con el castigo y la venganza si se abandonaa la satisfaccién de los el yo trata como legitima: el yo se opone alos instintos y se vuelve incapaz de sentir instintos. | placer. | | La angustia nace del miedo | Et motivo de la angustia al mundo exterior. esté fuera del yoy esta - relacionado con el superyé. Incluso en los nifos se manifiestan fobias, Elanalista debe disminuir | neurosis, sintomas el peso y reducir la } histéricos, angustias | gravedad del superyé para | descargar al yoy atenuar el Los castigos y las conflicto y la neurosis. amenazas que impiden satisfacer los deseos y los Hay que privilegiar instintos pueden ser | modelos educativos que no desproporcionados. oculten las debilidades | | propiamente humanasy | Tenemos que optar por toleren los instintos modelos educativos no lagresividad y sexualidad), excesivamente punitivos en lugar de exaltar buenas | | ycensores costumbres que resultan inaleanzables por su | rigidez. ANGUSTIA INSTINTIVA ee | Elorigen de la angustia radica en el temor de la fuerza de los instintos. Cuando los impulsos del ello son demasiado apremiantes, la desconfianza natural del yo hacia la satisfaccién de las pulsiones se torna més | fuerte y se transforma en angustia. Elyo aumenta las propias defensas y las neurosis se manifiestan. OTRAS FORMAS DE ANGUSTIA La angustia generada por esas tendencias, contrapuestas puede poner al hombre en una situacién en la que no pueda elegir, hecho que hace imposibles la armonia y el equilibrio. La angustia generada por los sentimientos de culpa inconsciente y por los castigos cuando el instinto se satisface a pesar de las prohibiciones del superyé y del mundo exterior. El yo se defiende de cualquier cosa que pueda turbarlo, se trate de pulsiones o afectos penosos o dolorosos. LOS MECANISMOS DE DEFENSA ERIGIR DEFENSAS Bajo la amenaza, sea cual fuere su origen, el yo —como se ha. dicho activa mecanismos bien precisos para protegerse. El término «defensa», referido a tales estratagemas, fue uno de los primeros en figurar en el vocabulario freudiano. Apare- cié por primera vez en 1894, en un texto titulado Las neurop- sicosis de defensa, y Sigmund Freud lo empleé para referirse a la lucha del yo contra ciertos estimulos que considera doloro- sos ¢ insoportables. Posteriormente, «defensa» dejé paso a «supresién» o a «climinacién», sin que la distincién entre uno y otros quedase clara, antes de que lo recuperase en In- hibicién, sintoma, angustia (1926) y lo interpretase como todas aquellas técnicas que el yo utiliza cuando aparece un con- flicto que fluye en las neurosis, mientras que «supresién» 52. ANNA FREUD indica una peculiar tipologia de defensa y no un mero pro- ceso psiquico destinado a proteger al yo de las premuras de los instintos, ya que existen miltiples mecanismos con ese: propésito. Anna Freud identificaba mas tipos; los siguientes: regre- sion, eliminacién o supresién, formacién reactiva, aislamien- to, anulacién retroactiva, proyeccién, introyeccion, agitacion contra si mismo y sublimacién (0 desplazamiento de la finali- dad instintiva). Veamoslos con mas detalle. LA REGRESION Se trata de uno de los mecanismos de defensa mas frecuentes. Frente a la presién de la angustia, el sujeto busca una gratifi- cacion mediante técnicas pertenecientes a etapas psiquicas anteriores. Sigmund Freud la vinculd a la fijacion, al apego a una determinada fase evolutiva especialmente gratificante, segura para el individuo y su yo. El padre del psicoanalisis recurrié al ejemplo de un ejército que avanza por territorio hostil que deja por el camino parapetos en los que podra refu- giarse en el caso de que deba retroceder ante un ataque ines- perado. A nivel psiquico sucede exactamente lo mismo. El yo puede encontrarse en una situaci6n de angustia y peligro, y regresar a un estado anterior que se considera seguro. Su capacidad de resistencia y la magnitud de la dificultad determinaran la in- tensidad de esta retirada. Ante un obstaculo, el yo se debilita y, de manera inconsciente, realiza una regresi6n a un estado pri- mitivo pero bien organizado. El nifio que ha superado la fase anal puede, durante un tiempo, perder el control de sus esfinteres

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