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EL CAPITALISMO EN LA TRAMA DELA VIDA ECOLOGIA Y ACUMULACION DE CAPITAL JASON W. MOORE TRADUCCION MARIA JOSE CASTRO LAGE practicas cOnstituyentes traficantes de suefios INDICE Agradecimientos Introduecién, La doble internalidad: la Historias la Naturaleza importa Primer parte, Del dulsmo aa diléticael apitaismo como ecologie-munda 1. De objeto a oieio: la ereacién de medio ambiente en la ecologia-mundo capitalista 2. El valor en la wama de la vida 3. Hacia un metabolismo singular: del dualismo a la dialéetiea en la ecologia-mundo capicalista ‘Segunda pat, Captalsma nistsic, naturale istérca 4, La tendencia ala baja del excedente ecoligico 5. La eapitalizacin de la naturalezao los limites de la naturaeza hist 6. Revoluciones de la ecologia mundo: de la revolucién al régimen Tercera part, La natucaleza hisicay os origenes del aia 7, ¢Anttopoceno o capitaloceno? Sobre la navuraleza y los origenes ‘de nuestra crisis ecoldgica 8. La naturalesa social absteactay los limites del capital Coat parte. Ascensay ial dea Naturale Barats 9. ajo barat? Tiempo, eapitaly eeproduceién de la nnacaraleza humana 10, La larga tevolucidn verde a vida y el tiempo de los alimentos baratos en al largo siglo 3X 11, Conclusin, Elfin de la Navuraleza Baraca? EL sundial del capital ese propio capital te ccoldgico u 15 49 31 7 97 im 113 137 171 199 201 27 255, 257 vil GANTROPOCENO 0 CAPITALOCENO? SOBRE LA NATURALEZA Y LOS ORIGENES DE NUESTRA CRISIS ECOLOGICA Es inwagasis que Gran rarre de la academia siente que el cambio climético es un tema apremiante. No caben muchas dudas sobre las realidades acuciantes del cambio climstico, la sexta gran extincién de la biodiversidad, la acidificacién de los océanos y a larga lista [de gravisimos problemas. Pero gla urgencia de dar a conocer Tas realidades ldel cambio de la biosfera invalida la necesidad de una adecuada interpre- acidn histérica del problema? Entre la conceptualizacién de un problema Tos exfuerzos por resolverlo siempre se da una estrecha relacion. Tambien entte los modos en que pensamos los origenes de un problema y cusles creemos que son las posibles soluciones. Durante la década pasada, un concepto ha cautivado por igual a la academia y al piblico: [somite sucede con todos los con- ceptos de moda, el Antiopoceio T-ido objeto de una amplia gama de interpretaciones. Fero hay una dominante. aquela que nos dice quel mundo moderno se hallan en Inglaterra, en torno a los albores rgomenta sobre la periadizactén del Antopocene contin con pln vigor. Algunos arqueé- loget defenden ahora la conversidn de rade la mayor parte del Holocene en Antropoccna, deide lar exinciones de ls mogafauna en el orgen del Holocena o deed los origencs dela sericea, aproximadamente hace 11,000 afior: Reeumido en M, Balke, «Archscologsne Siy the “Anthropocene” Is Here —But It Began Long Agar, Soeee, nim. 340, 19 de abil de 2013, pp. 261-262; vése también WEE Ruddiman, Pous, Plagues, and Peele, Pinceton (oy), Princeton Univesity Press, 2005; The Anthropocenes, Annual Reviews in Earth and Planetary Science, aims. 41-4.24, 2013: J. Gowdy y L. Krall «The Ulraseeal Origin of the Anthropocene, Elegie! Bronomicr, nim. 95, 2013, pp. 137-147. Otror defenden cL Antopoceno hace 2.000 afos. CEG. Certat y R. Selenghe, sAntheopogenie Durée ae the Golden spikes fr che Anthiopocenes, The Holocene, ain. 21(8), 2011, pp. 1269-1274 que tos sostenen,aungue de forma di, una periodizacén posteios 2 1945/1960, lasewice ral, «Ate We Now Living in the Anthropocene’s, G4 Teday val. 18, mim, 2, 2008, pp. 4-8. Los concepts empiricetas come el Antropoceno 4 menuda connitayen ws a cenecptua iséice precise ‘suantatvos antes de dicerit as (porque proponen abordat la realidad en haces de agtegados lacones cals exetennes dentro dels cuales pademos dar significado a eso niimeror, Samar hechor no eonetiaye una inerpretacién hiténce CF E HL Car, Whats History’, Nuova York, Penguin, 1962 led, east. Qué la Historie Joaquin Retnere Maura y Horacio Vaquer Ril, Bacelon, Ariel, 2011]. a 202] Eraptasnn ena rana dei del siglo x1x.* La fuerza motriz detris de este cambio histérico? En dos palabras: carbén y vapor. La fuerza mottiz detris del carben y dl vapor? ‘Noes Ta care. Niel capfal, Ni elimperialismo, Ni iquiers Ta cultura. — Lo adivinaste|el anthropod\ La humaniddad como un todo indlferenciado, El Ancropoceno contribuye a una historia facil. Pil porque no desafla las desigualdades navuralizadas, Ia alienaci6n ni la violencia inscritas en las rclaciones estratégicas de poder y produccién de la modernidad. Se ata de un cuento Heil de contr, en Ia medida en que no-nos sige pensar cn. absoluto sobre dichas tclaciones. El mosaico de la actividad humana en la trama de la vida se reduce a una Humanidad abstracta: unidad homo- génca de accidn./La desigualdad, la mercantilizacién, el imperialismo. el attiarcado, las fOFFRACTONES FACTS charquedado en gran ‘medida fuera de consideracios) Estas relaciones son, en el mejor de los Gasos, reeonocidas, pero como apéndices 4 posteriori al marco del pro- blema. El marco se manifiesta en una nattativa de puro sentido comtin, y sin embargo wmbién, creo, profundamente engafosa: una natualeza en Trguc i sempics humanay sc opone alas grande fers de a natura lezar.? La taxonomia de los «antromar* —fecosistemas dominados por los famanory conecacneoments no waka rend I inerpreacin Iintie y anita el cambiy tree pogeco por noctones uma mente lineales de tiempo y espacio. Al mismo tempo, Ta academia que aborda el Antropoceno no puede eludir la conclusiin de que los humanos tombign son uns eer geofacas--elsingelarer important age opera dentro de la naturaleza Es el problema de sun sistema / dos sis- temas, frecuente en las expresiones centrales y ctiticas del pensamiento der dloligicos, estrategiasanaltica y estructuras natrativas, se tata la actividad sro de la trama de la vida, Pero en términos de nuestros marcos meto- humana por separado y como independiente: la humanidad se convierte en Humanidad. Hay «construcciones humanas» y construcciones enaturaless* —a + cana a genlisica—. W. Stellen etal, «The Anthropocene: Are Humans Naw Overwhelming the Great Forces of Natures op. i The Anchropocene: Conceptual and Historical Perspectives, op. ets «The Anthropocene: From Global Change to Planetary Stewardshipe, op. cit; D. Chakrabarty, ‘The Climate of Historys, Critical Ingaiy, nim. $5, 2009, pp. 197-222 led. cat. «Chima © Historia. Cuatro tei, tea por Anaclet Poss, Pegi Revita de pemamientecontempordnes, nz. 31, 2009, pp. $1.69) 2-W. Sef eal, “The Anthropocene: From Global Change to Planetary Stewardship, op. ct “The Anthropacene: Are Hamane Now Overwhelming the Gest Fores f Nature op. E.G. Hise al, «Anthropogenie Tranaformation ofthe Biomes, 1700 to 2000, lebal Ezelegy aa Biogeography, nia. 19(3), 2010, pp. 589-606, PAW. Seton et al, #The Anthropocene: From Global Change to Planetary Stewardship, op. p74 "7, Zalasewice etal, «The Anthropocene: A New Epoch of Geologiesl Time's, Philoophial Transactions of the Royal Society A, sin. 369, 2011, p. 837. een opi? 203 Esta disonancia genera més sombras que luces, ya que el reconocimiento dela humanidad-en-la-navuraleza deviene una suerte de tapadera filoséfica para las narrativas reduccionistas de Humanidad y Naturaleza Hoy existen dos dimensiones principales del argumento del Antropaceno: tna st cael én abeluto cn cl cambio tmostrico y gcolégico vu fer- sla otrgeonstituye un argumento sobre la historia y._ por tanto, sobre la crsis actual, A menudo ambas se solapan. En cia cltima, el sagumento dominante del Antzopoceno va mds alld del dominio de la ciencia del sistema-tictsay lega al propio meollo del andlisishistrico: las euestiones ligadas en términos dialécticos de la agencia histérica y de la petiodizacién. los hechos bio: El argumento del Antropoceno adopta las cuestiones geologicos —recurriendo a Ta presencia de distintas sefales estratigeaficas significativas’— como base adecuada para la periodizacién histérica, En este enfoque subyacen dos decisiones metodolégicas sutiles perc (o- sas, En primer luggi cl foco empirice queda trducido a las consecuencias dela actividad humana. En esto, el argumento del Antropoceno encarna el ‘sesgo consecuencialista del pensamiento verde. El supuesto de la dominacién ‘ela tierra por la Humanidad se construye casi por completo sobre la base de un significative catilogo de consecuencias biosféticas. Los motores de tales consecuencias son tipicamente reducidos a categorias muy amplias 28 segunda opcién metodolégica recurre ala construccién de Ia huma- rnidad como «agente colectivo».’ Aqui, los patrones histérico-geograficos de ferenciacién y coherencia quedan bo‘tados en interés deTa simplicidad narrativa, Et in, alentado algunas identificaciones exréneas de 1) una wisién a "haciendo caso omiso de los patrones de formacién de familias y de los movimientos de poblacién del moderno sistema-mundo; 2) una visién del cambio histérico en la que los comple- jos de tecnologia-recursos dirigen el cambio histérico; 3)_un concepto de escasez abstraido de las relaciones histéricas de capital, clase ¢ imperio; y 4) Tha meaeora de Ta humanidad como agente colectivo, sin reconocer las fiierzas del capital y el imperio que han conformado Ta Ristoria modema del mundo. J. Zalasewice etal, «Are We Now Living in the Anthropocene, op. cits Stratigraphy of he Anthropocenes, op YW. Stetlen ea. The Antheopocene: Conceptual and Historia Perspective, op. it: The pacee: From Global Change to Planetary Stewatdshipe, op. ci. aii er, «Statigraphy ofthe Anthropocene», op. cit "CE M, Fischer Kowaliks ct al, «A Sociomeabelic Reading of che Anchropocenes, The Anthropcene Review, is. \(1), 2014, pp. 8-38: EC. Elis et al, «Ud Planets, Prcrding of ‘he National Academy of Senco, ss. 110(2), 2013, pp. 7978-7985, 204] ELaptasna ena ana dei Los dos principales dispositivos del marco —Ias consecuencias determinan la periodizacién, el anthropos como motor de estas consecuencias— derivan de una postura filoséfica que podemos llamar dualismo cartesiano, Como con Descartes, la separacién de los humanos del resto de la naturaleza —son los humanos [a abrumadora mayor fuerza de la naturaleza?s!"— aparece como una relia evidene por s! misma Es forma mis ple e en una caja; la Naturaleza en otra A ciencia cierta, estas dos unidades actuantes interactian y se influyen mutuamente. Pero las diferencias entre y dentro de cada unidad actuante no son mutuamente consticutivas, de modo que los cambios en_una impliquen cambios en la otra, Este dualisme conducea quien dehende el Antropoceno a construir el period hist6rico a partir de 1800 sobre bases asiuméticas: «Actividad humana mis cambio significative en la biosfers | igual a Antropoceno», En esto también, la perspectiva del Antropoce incorpora el sentido comin de la aritmética verde: «la Sociedad mi Naturaleza ¢s igual a los estudios medioambientales» ‘Todo ello tiene sentido, de nuevo, hasta cierto punto. Pero las partes no suman el todo, La actividad humana no solo produce un cambio en la bios- fera, sino que las relaciones entre los huumanos son en si mismas producidas através de la naturaleza, Esta naturaleza no es naturaleza-como-Fecuts0, sino ‘més bien naturaleza-como-matriz, Esuna naturaleza que no solo opera fuera y dentro de nuestros cuerpos (del clima global al microbioma), sino tam- bi Los humanos producen diferenciaciones intraespecie, que son fundamet™ tales en nuestra historia: especialmente desigualdades de clase, moduladas por todo tipo de vosmologias raciales y de género. Esas diferenciaciones han producido una historia humana —la moderna historia del mundo en par- ticular— lena de contingencia y en répida transformacién. No solo han producido eambios no lineales. Han sido también producidas por relaciones no lineales de poder y riqueza, ya entrelazadas con, y en, la trama de la vida. ‘Yes aqui —en elanilisis de los origenes del problema del cambio rapido & y fundamental de la biosfera— donde hallamascl problema hivtérico cen- wal por tanto politica del argumenso del Ansinpocen 10. Si cambiamos nuestro método de uno que aro ands de wo que pana indebidaments la coneeencay indebidamente las ‘consecuenclas shedioambrentale a otro que_prioriea Ta_relacion productor producto, — ssingeuna visiin muy difeeniedel piablema del Antzanaceno, Desde este punto de vista Jos origenes de un nuevo pairin de configuracién ambien- «al se sitjan en el mundo Atlintico durante el largo siglo XVE. Por qué no es este «meramenter un problema histérico sino también politico? En OW Steffen eal, oT Nase’ op. ce Anthropncsne: Are Humans Now Overwhelming che Great Frees of Peeper opis? 205 definitiva, localizar los origenes del mundo moderno en la méquina de vapor y la mina de carbén supone priorizar el cierre de las méquinas de | siglo XX), Localizar los origenes del mundo modemo en el auge de la civilizaci6n capitalista después de 1450, con sus audaces estrategias de conquista global, met- cantilizacidn incesante ¢ implacable racionalizacién, implica priorizat las relaciones de poder, capital y naturaleza que dieron lugar a un capitalismo fis tan mortifero desde sus inicios. Ciérrese una planta de carbén, y se podré ralentizar el calentamiento global por un dia; ciérrense las relaciones vapor y las minas de carbén (y sus encarnaciones que produjeron la planta de carbén, y se podré parar para siempre. Suprimir los origenes del capitalismo cn la Edad Moderna, extraordinaria reconfiguracién de las naturalezas globales mucho antes de la maquina de vapor, es por eso tan significativo para nuestra politica —mis alli de las politicas de cambio climatico incluso de las politicas umedioambientales»—. La manera de conceptualizar los origenes de una ctisis tiene mucho que ver con cémo elegimos responder a esa misma cti- sis. La cuestién de cémo y cudndo tazar las lineas de demarcacién de las eras histéricas no es por consiguiente una cuestién menor. Preguntemos a cualquier historiadora y ella te dird: el modo en que se periodiza la historia conforma fundamentalmente la interpretacién de los acontecimientos y la cleecin de ls relaciones importantes, Pongamos por caso el oj en 1784, al lado de la maquina de vapor de James Watt,” y obtendremos una visién, muy diferente de la historia —y una visién muy diferente de la moderni- dad— de la que exttaemos si comenzamos con las revoluciones agricolas de Inglaterra u Holanda, con Colén y la conquista de América, 0 con las primeras sefiales de una transicién histérica hacia la transformacién del, paisaje a partir de 1450. Estamos realmente viviendo en el Antropoceno, saul una visién cuiosamentecurocentia def humanided.y or telaciones que privilegian Ia acumulacidn sin fin del capital?” El modo en que se conteste a estas preguntas histéricas dard forma al anilisis de la erisis del presente —y a eémo se responde a ella—. Elcapitalsmo como forma de organizar la naturalere Pay hi -naturaleza implica tasladar nuestro enfoque desde las consecuencias de ee ees T.Cruten, «Geology of Mankind: The Anthropacenes, Natur, aim, 415, 2002, . 23, "Sin dda, eptalocen es una palabra fe en un stems feo. La Era del Captlsmo no merece tun apod eteieatnente agradable (agradeac a Diana Cildea el secordatri} 206] ELaptasna ena rana dei estas relaciones a las relaciones que envuelven y desenvuelven dichas con- secuencias. Las consecuencias son ctuciales. Las que derivan del cambio climatico son especialmente notables, quizés sobre todo por su impacto represivo sobre la productividad del tabajo y la tierra en a agricultura \dial. Pero petiodizar el cambio histérico sobre Ia base de las con- mncias —o una interpretacién muy convencional de la revolucién industrial— nos nubla la vista desde un principio. Claro que debemos empezar con los grandes cambios en las relaciones dominantes de poder y produccidn, de clase y mercancias. Dejarlo abi, sin embargo, no aporta nada nuevo. Lo que se aprecia en las versiones mas sofisticadas del argu- mento de «el carbén y el capitalismo» es que la transicién del largo siglo XIK en las relaciones de poder y produccién fue mas all de las relaciones entre seres humanos; implicé también una transicidn de las relaciones de la humanidad con el resto de la naturaleza —y por tanto las relaciones de la humanidad consigo misma—."* Yo iria més lejos. La historia no es un juego mundial de pin-pon en el que una jugadora, la Sociedad, volea fuerzas histéricas con ora, la Naturaleza. La mejor manera de pensar el cambio hist6rico es como una cascada de procesos y relacioncs que implican al medio ambiente, a través de la cual fluyen haces particulares de naturaleza humana y extrahumana, ‘yen Ta que estos conjuntos actin y se eforman al actuar. El haz de trans- Tormaciones que hizo posible Ta miquina de vapor en las décadas finales del siglo xvttt fue coproducido por navuralezas humanas y extrahumanas ivas de la asi (en las que estas diltimas son también directamente con llamada esociedad»). Esto resulté cierto en sus consecuencias y también en términos de las relaciones estratégicas del capitalismo. Los patrones de la coproduccién son contingents, pero también estan estabilizados y son cohesivos, Esta coherencia se revela en pattones especifcos de ereacién de medio ambiente, que van mucho més alla de lo que convencionalmente se considera un cambio de paisaje. Tal coherencia se realiza y reproduce a través de reglas definidas de reproduccién —de poder, de capital, de Jpinduccién—. Para la civilizacién capivalista, estas teplas encarnan una zelacién de valor. que-determina literalmense lo que cuenta como valioso y_ lo gue no. Como hemos visto, diferentes civilizaciones poscen diferentes rdlaciones de valor, priorizan diferentes formas de riqueza, poder y produc- cidn, En el capitalismo histérico, el trabajo social abstracto solo se puede acumular a wavés de un enorme repertorio de cercamientos imperialis tas y de apropiacidn de los adones gratuitos» de la naturaleza. Capital es lor-en-movimiento, s valor-enla-naturaleza, De ahi que la fertilidad ical Materialism, Geoforum, ram, 40, 2008, pp. 105- 15; A, Malm, «The Origin of Foel Capca: From Water to Stam in the Brich Cotton Iadustye, Horie! Material, nin. 21(1), 2013, pp. 15-68. Peeper opi? 207 natural del suelo pueda vactuar como incremento del capital fijo»:"® una observacién prefiada de implicaciones socioecol6gicas para el anilisis de la acumulacién del capital, Aqui volvemos de nuevo a{nuestro problema de la transformacién: las. dindmicas por Jas cuales ol capital, la ciencia y cl Estado transforman cl __ trabajo/energia en valor, Sola parte de la encigia se toma abajo y solo. parte del trabajo se torna valor. Estas transiciones, generalmente entr6pi- «as, ponen de relieve el cardeter autoconsumidor de la relacidn del capital que tiende a consumirse en sus condiciones necesariamente biofisicas {incluidos los trabajadores) y al hacerlo aumenta la composicién orginica del capital." De este modo, la estrategia del capitalismo de la Naturaleza Barata, y los recurrentes movimientos ciclicos hasta 2003 en favor de una naturaleza cada vez mas barata,"” pueden entenderse en relacién con la ciclica amenaza de que los Cuatro Baratos se vuelvan caros."* Lanaturaloza camse ediante la apropiacién de abajo no remunerado en las fonseras metcantiles dentto y fueta de lo in.” Estos movimientos fronterizos neutralizaron la capitalizacibn de la natu: raleza global y su reverso: la tendencia a la baja del excedente ecolégico. Las fronteras permiticron que cl capital consumicra vorazmente tanto las acumulaciones geolégicas como las configuraciones biolégicas de trabajo rno remunerado, sin un incremento ruinoso de los costes de produccién. El peligro constante, dado el dinamismo industrial del capitalismo y su compromiso con la expansién, es que el valor de los insumos aumente, y la tasa de ganancia caiga Una_reconstruccién ecolégico-mundial pone en cuestidn cualquier (oui acién —como la Revolucién Industtial— basada en un modelo le «motor social mis consecuencias medioambientales». Este es ‘odavia el madela hegeménico en Jos estudins medioambiensales glabales, aun cuando los estudios regionales hace mucho que trascendicron tales dualismos.*” Desde este punto de vista, el argumento del Antropoceno i © °K. Mars, Grandrise, op et p. 748. "6K Mare, Capita, vol, 0p. eit, pp. 377-380 rg, The Accumulation of Capa [Nacva York Reuedge, 2003 [1913] fe, cat: La arumaavion dl capita, ad, cat. Raimund Ferndnder ©, Barelona, Grijlbo, 1978) pp. 328-4 ime to Wake Up: Days of Abundant Resources and Falling Prices Ate Over (GMO Quarterly Newser, asi de 2011 I, Lare Capitals, Londses, New Left Books, 1975 (ed. cast: Bl captalismo trio read, por Manuel Agilar Mora, México DE, Ediciones Era, 1979]: W.W. Roxon, The Wald Econane, Austin (74), University of Texae Pres, 1978 led ear: Econonie mundi, Bazelona Revert, 1983] AL Hochschild, Te Second Shif: Nueva York, Viking, 1989: J. W. Moose, Sugar and the Eqpanson ofthe Early Modera World-Beonomye, of ®'R White, The Orpenic Machine, Nueva York Hill & Wang, 1996: J. Kose, Undentoriy, Dasha, Duke University Pres, 2006, 208] ELaptasna ene rana dei no solamente es problematico en términos filoséficos y te6ricas —al con- templar a los seres humanos como separados de la naturaleza y al suprimir al capitalismo de la ecuacién—, sino que también ofrece una conceptua- lizacién excesivamente esttecha del tiempo hist6rieo. Esto opera en dos rhiveles. Uno consiste en una rata confluencia de nociones geol6gicas del tiempo con la periodizacién del cambio histérico. El otto es la recupe- raciGn por parte del Ancropoceno de un panordmica historiogréfica més antigua, que contempla el inicio de los cambios «reales» de la modernidad srcals a finales del siglo XVI A este respecto, el argumento del Antropoceno alimenta el largo. romance del pensamiento verde con el modelo de modernidad de Tos Dos Siglos: sociedad industrial, Gvilizacion industrial, capitalismo industrial. La Aocin de que «odo comenzé con Ta Revolucion Industrial» Neva mucho tiempo con nosotros.” El problema con el modelo de los Dos Siglos no consiste solo en que deja fuera algo crucial, sino que también cicga al pen- vila tierra que se inicid en el largo siglo XVI. La industrializaci6n todavia aparece, en las metanarrativas del pensamiento verde, como un deus ex ‘machina arrojado al escenario del mundo por el carbén y el vapor. Hay aqui dos preguntas. Primero, zes la industralizacién el Big Bang de la modernidad, o, en ver de eso, responce a un fenémeno ciclico del capitalismo desde el siglo XVI? Segundo es la industrializacién el concepto ras Geil para explicar los modelos de gran escala y largo recorrido de capi- tal, poder y naturaleza durante los itimos cinco siglos? Si bien la primera pregunta fue abordada durante las décadas de 1970 y 1980,” la segunda apenas se ha planteado. En el mejor de los casos, la industtializacién es Ia forma abreviada de las censiones entre tecnologia y poder, entee las ofuerzasy y las wxelacio ness de produccién. Estos problemas no son nuevos. Peto estas ensiones han sido concebidas, casi universalmente, en términos duales. Este es el problema del dualismo cartesiano, que produce un fruto amargo en la narrativa hegeménica de la industralizaci6n en tanto acta sobre la Naturaleza, més que se desarrolla a través de ella. Hoy, cuando el dualismo "La meis de La industializacidne sobre lor onigenes de la rise ecogica et especialmente popular J. W. Moote, «Nature andthe Transition from Feudal to Capita, Review. ri 2 ed. cast. 26 (2), 2003, pp lismos, ra. por Daniel Pedra Here Economic, op. cts R, Heinberg, The Parts Over op. ets D. Jensen, Endgame, vl. 1: «The Piablem of Civilizations, Nueva Yotk, Seven Stores Press, 2006; A. Malm, «the Origins of Fost Capi Chance and EL Walleratcin, «The Industral Revolution: Cxi Bono? Theis XI vol 13, nim, 1 1986, pp. 6776. Peer opis? 208 cartesiano, como construccién filos6fica, se halla ampliamente cuestionado en todo el espectro del pensamiento verde,” dicho dualismo conserva su hhegemonia en los métodos, la teoria y los marcos narrativos del cambio histérico mundial. a i storia social, un ordenamiento de) los sctes humanos yel resto de la naturalea, y desde ahi continuaria hacia el cambio biofisico y geolégico. A su vez, estas consecuencias cons tituyen nuevas condiciones para los periodos sucesivos de reestructuracibn capitalista cn la Longue dusre. Las relaciones de poder y produccidn, en si coproducidas dentro de la naturaleza, entrafian y desarrollan consecuencias. Desde esta perspectiva, la naturaleza figura coma telacién de la totalidad. Los seres humanos operan como una especie que crea medio ambiente, spe" cificamente dotada (si bien no especial), dentro de la trama dela vida, Para entender eémo los humanos se las apafan para crear medi ambientes y cémo el poder, el capital y la naturaleza forman un todo orginico—, podemos retornar a la nocién de Mumford de la téenica." Mumford comprendié que durante la Edad Moderna surgieron nuevas técnicas, que cuajaron en herramientas y conocimiento, nacuraleza y poder, en una nueva praxis-mundo que redujo a abstracciones al shombre» y a la enaturaleza», Para Mumford, el poder y la produccién en el capitalismo encarnaban y reprodtucian un vasto repertorio simbélico y cultural que era causa, condicin y consecuencia de la forma especifiea de avance téenico de la modernidad. Mumford deja bien claro que esta historia no era algo d que congratularse. Era més bien algo que debia ser reconocido, y criticado, por su peculiaridad: «Los chinos, los érabes, los griegos, mucho antes que los europeos del norte, habian dado la mayor parte de los primeros pasos hacia la méquina [...] Sencillamente, estas gentes tenfan abundantes des- ttezas técnicas [..] Tenian mdguinas; pero no desarrollaron “la maquina’. Mumford podria haberse detenido aqui, como hacen tantos pensadores verdes. Pero no lo hizo, Central al argumento de Mumford era la idea de que las méquinas, a téenica y la violencia alienante de la civilizacién capi talista atravesaban la trama de la vida. CED. Harvey, ace, Naw and the Geography of Difference, Oe, Bas Backvel, 1996 ed fuscia, masurleze geograia del vaswlen, Madd. Tafcates de Sues, 2018): B. Laout We Have Never Been Moder, 1995 [e,est: Nun fimo der. Emay de neoplasm, tea, por Vieiot Galiein, Buenos Ares Siglo xx, 2007/°V Plimwood. Fomine ad the Mery of Nature, 1993 B. Braun y N. Casace (ds), Remaking Reali, Nueva York, Resledge, 199: N. cice B. Braun eds), Seve Nate, Oxford Blacwel Publishes, 2001 Mamford, Tvimicr end Civilization, Londzes, Routledge and Kegan Pa, 1954 fed. cas 5 ezcn Madi, Alaa, 1973] Thider, p. 4 Et is adie. 20] ELaptasna enlarana dei {EI descubrimiento de a naturaleca como wn todo fue la parte mis iene portance de esa edad de descubrimienso que, para el mundo occiden- Gal, comenz6 con las Cruzadas, los viajes de Marco Polo y las avencuras portuguesas hacia el sur [..] Tan pronto como el mésodo de explora- cién escuvo definitivamente delineado en la filosofia y en la mecini- ca del siglo Xvi, el hombre en sf fue exctuido del cuadro. Quizds la éenica se beneficiara temporalmente de esta exclusién; pero a la larga ef resultado se revel6 desaforcunado, En au intenco de haeerse con el poder, cl hombre en sf tendié a reducitse a una abstracién.* 4 4 nsamiento verde confun jucién Industrial con modernidad?” La cuestidn de los origenes se clude —no se resuelve—, recurriendo a una metanarrativa apoyada en la premisa de las implicaciones que pata la perio- dizacién plantea el aumento de las emisiones de CO, y otros fendmenos ecoconsecuenciales. La cuestién de los origenes de la crisis ecolégico-mun- dial se resume axiométicamente cn una representacién superficial de los motores y las consecuencias de la industrializacién del sigho XIX. El fetichismo de la industriaizacién conduce rapidamente a ottos feti- ‘chismos. Una telacién de amor convencional con la maquinatia conduce enseguida Una FeacTOn Te aTHOT CONVeNCTONAT Con Tos ECUTSOS TAT pata quiches, dende Te taquienta, Tavoreten al enfoque de relaciones de clase, se trasluce cierto fetichismo del combustible fésil, como cuando Malm sostiene que el carbon es la chispa que enciende el motor del capi cal En estas explicaciones el wapital» se forma independientemente de la tama de la vida ¢ interviene en la «naturaleza» como una fuerza exé gena (o viceversa) haciendo intrusién, ¢ interrumpiendo, un sequilibri tradicional entre la humanidad y la naturaleza» ya dado.” Esta visidn del capitalismo como un agente exdgeno, mas que endégeno, respecto de la Naturalezar sustancia que los Seres humanos pueden proteger o destruir de miiltiples modos.”” Siempre es tentador epensar en sérminos de realidades que pueden ‘ocarse con el dedo’y.*" En esta linea de pensamiento—Bourdieu la llama bide, p. 31, enfasisabadido posal and Hiscorical Perspective, op. Stewardshipe, op. cit; A: Malm, «The Oxgins of Fos Capta, op, ct A Malm, tbe. Bitchy J. Cobb, The Liberation of Lyfe, Nueva Ytk, Cambridge Univsscy ress. 1981 79.79.96, 5D. J. Haraway, Wher Species Mert, Minneapolis (Mn), Univers of Minnesota Pres, 2008, °°).B. Foster, «The Epochal Cet, Monthy Revie, es. 65(5), 2013, pp. [-12 %G, Riuer (ed), Engelopdia of Scal Theory 2 vols, Thousand Oaks (CA. Sage, 2005 » Sera nesio negarlos notable ogros dea vasa ora social verds, tan igiiatva a En efecto, el presente argumento se vuelve ponble precisamente porgte teria social verde, en svertca dels teorstactones gar ala naturales ha perme abrir el debate ala eacendeneis de los dualiemos de la tradicional eteotta soil y el medio ambiente. Pot ejemplo, J. Baty. Environs and Seval Theory. 2 cd, Nueva York, Routiedge, 2007: D. Sonnenteld, yA. 2}. Mol (de), Socal Theory andthe Environment i he New World (didOrder, wimero especial de Global Ensronmental Change, sir. 21(3), 2011, pp. 771-1152. SL Mésttes, Mare Theory of Alienation, 1970, 22] Blaptasna ene rana de aia histéricamente coproducido de la produccién de recursos, que se desen- vuelve en el oikeios.” La geologia, cn ottas palabras, coproduce dl poder ya. produccién cuando queda entrclazada cn los modelos humanos de poder y produccién —de ahi el nuevo entrelazamiento de las relaciones capitalistas en el Atlintico Norte a lo largo de las sltimas décadas del sigho XVII, medida que el regimen encrgético cambiaba del earbén vegetal y la tuzba al catbén mineral—. Formaciones geol6gicas especificas, bajo cifcunstancias histéricas definidas, pueden convertitse al instante en objetos de la activi dad humana y swjtos de cambio histérico. Esto nos permite contemplar las civilizaciones transitando a través, no alrededor, del resto de la naturaleza. La perspectiva relacional nos aleja del determinismo de los recursos nuestra atencién a cémo, por ejemplo, el carbén se convierte en carbén mediante nuevas telaciones de poder y produccién —y viceversi—. gues historia dl sapitalismo (sib comensd en too a 1800, Pasole— revolucién en la produccidn de carbén en Inglaterra tuvo sus inicios en el sigh SO naan eLxvitt Como veremos enseguida, esto estuvo intima: mente ligado a una revolucién medioambicntal de facture bumana que marcé el auge del capitalismo. Caso de que el Antropoceno no comience en 1800 sino durance el largo siglo XVI, se plancean preguntas muy diferentes acerca de los mecanismos de la crisis ecolégico-mundial del siglo XX1. El inicio de la revolucién del carbn en Inglaterra, en torno a 1530, dirige nuestra atencidn a las rela- ciones de acumulacién primitiva y a la estructura de clases agratia, a la del moderno mercado mundial, a nuevas formas de cambio del a nuevas maquinarias de poder estatal, Esta linea argumental solo parece retornar a las «relaciones socia- les» porque el legado del pensamiento cartesiano sigue diciéndonos que la formacién del Estado, la estructura de clases, la mercancilizacién y los paisaje alrededor de la mercantilizaci6 mereados mundiales tienen que ver con las relaciones entre humanos. ‘pero no es asi. Estados, clases, produceién de mercancias e intercambio son también haces de naturaleza humana y extrahumana. Son procesos y pro- yyeetos que reconfiguran las relaciones de la humanidad-en-la-naturaleza, tanto en geografias de gran escala como de pequefia, Desde este punto de partida, por seguir con el carbén, podemos deci que la geologia coproduce regimenes energéticos como haces de relaciones historicamente especificos: la geologia es al mismo tiempo objeto y sujeto. La idea de que cin social no ilumina, sin embargo, el papel de la geologia en el cambio HL Cate, What Hig, op Peer opis? 203 histérico; lo obscurece. Y esto por_das tazones estgechamente ligadas. Primero, decir que la gcologi 5 ca.con- fundir hechos gcolégicos y hechos histéricos, Segundo, canfundic hechat. a n especifico tipo de determinismo medioambiental: la waritméticar de la Naturaleza més la 2. Sociedad. Podemos volver asi a nuestro refrdn: Natuzaleza mis Sociedad fo suman. De forma significativa, los determinismos medioambientales, por patciales o sofisticados que sean, dejan seguramente intacto el orden cartesiano de la cosas, dande Naturaleza y Sociedad interactian antes que entreverarse. La alternativa considera la geologia coproduciendo el cambio histérico a través del oikeios. Esto nos permite contemplar los regimenes energéticos —incluso las eivilizaciones enteras— moviéndose a través, no alrededor, del resto de la naturaleza, Las relaciones concretas del capita- liane temprane —

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