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IDEAS EN EL SIGLO Intelectuales y cultura en el siglo xx latinoamericano coordinado por Oscar Teran por Gerardo Caetano Sofia Correa Sutil Adolfo Garcé Maria Helena Rolim Capelato Margarida de Souza Neves Oscar Teran PATA SILVA SS7si siglo velntuno 4 OSCAR TERAN Sefialamiento para el lector del lugar y las condiciones desde las que esctibo, y de ningtin modo una minusvaloracién ni un: 6 po nape 1a exculpacién de responsabilida- 1. La cultura estética y la cultura cientifica (1880-1910) 1.1, La Generacién del 80 imie iti cién del 80 y el movimiento positivista: José Maria Ramos Mejia y José Ingenieros - = En este recorte temporal necesariamente arbitratio, no es tan arbitrario co- menzar por ese momento de reconocida condensaci6n del impuils 5 icin del impulso modernizae dor obser en ls himasdécadan el siglo xk Entoncense generaron np sentaciones de ta modernided que osclaron desde la sospecha hasta la aceptaciSn emplacida del progreso argentino. Dichas representaciones fueron colocadss Gficlinterior de una problemitica imtegrada, como ha sintetzado Marisela pe: por eutro “exons” que aaiesan el pee: as “cuestones” 0- al, nacional, politica ¢ inmigratoria, Esto es, los desafios que planteab la gencia de mundo del abajo urban, el proce de enatacedn dew ee dd eccetva lapreguna acer gue age civ a pregunta aera de qu iar agar de la repiiblica posible, i alasmans en elintror todstovciateste encuentran rence em cna Bliads ane el fendmeno de a excepionalincorporac de esnfreg Para entonces, en la cultura del Buenos Aires finisecul: i abigarradasuperposcion de etetcasy teria el iden herdaos dels “padres funadone larse contempla una 10 republicanismo "un catolicismo Fuertemente afectado Por su derrota en lis leyeslaicas pero pronto a comenzar su recomposicion, el Leas ‘ismo tardio y acriollado; las corrientes realistas y naturalistas en lite Vertientes del socitismo y elanarquismo; el modernism literary cul. tur En cuanto al ipo de intelectual dominate sigue sind vl rizacién de David Viias, q eee es que utiliz6 Ia definicin de gentlemen escritores para re- 8 estos miembros de la Generacidn del 80 para quienes ka escritura se establecfa como una continuidad de su posicién sociopolitiea, Vale asimismo la referencia de Halpern Dongh para contest pena claral ome mediatamente anterior: mientras que fe as que en este dma el excenaio eta nado por las voces de Sarmiento y Alberdi, en el ata seltiti e cli, emper.crtaliaron de mod semplar ely noe IDEAS E INTELECTUALES EN LA ARGENTINA, 1880-1980 15 tas de Paul Groussae y Miguel Cané, que circularon en principio dentro de un tiima de optimismo, como el que el presidente Julio A. Roca le transmitia al propio Cané en una carta de diciembre de 1881, “Por aqui —le eseribia— to- se marcha bien. El pais en todo sentido se abre a las corrientes del progreso, con una gran confiahza en la paa y la tranquilidad paiblica, y una fe profunda qrrel porvenit Al paso que vamos, si sabemos conservar el juicio en Ia prospe- Saad. [.-] pronto hemos de ser un gran pueblo y hemos de lamar la atencin del mundo.” Estas evaluaciones se apoyaban sobre datos que revelaban Ia con- solidacién del proceso de unificacién de la nacién, en el marco de wn sorpren- Gente crecimiento econdmico, acompaiiado de una movilidadl social ascendente yuna exitos secularizacién cultural impulsada desde el Estado. YiGin embargo, en las mismas voces de la Generacién del 80 sc encuentran jmpugnaciones hacia algunas caras de la modernizacién, tales como el tipico lamento por la disolucién de las vejas costumbres en una sociedad y una cit dad en rapica transformaci6n, asi como el recelo ante a difusién del igualitaris- tno democritico. En Det Pata al Niégara, publicado en 1897, Groussac recorre Estos y otros temas. El viaje comienza con un acercamiento a la que earacteriza como “noble” ciudad de Lima, “verdadera patricia criolla” a la cual “Ia era mo- ‘era, igualadora y constitucional, la ha deformado mas que embellecido”. Ya su paso por Chicago, que venia de celebrar su propia exposicién industrial, no disimula el profundo desagrado por los “elevadisimos buildings, sin la menor sospecha de la armona necesaria entre su altura y su base”, De modo que, pa rao que saben jugar, el gigantesco bazar de Ia exposicion ha demestrado que cl momento de los Estados Unidos ain no ha legadlo. Se trata al fin de cuen- tas de una ‘elegancia adocenada y de confortable al por mayor”, de una ciudad aque ha llegado a ser vieja sin haber pasado por el ennoblecimiento de lo anti fruo, tan exeesivamente desprovista de tradicién que all “las paredes han cre- ido mis de prisa que las arboledas”. Afiora entonces “aquellas nuestras pobres dldeas seculares, hechas lentamente a la medida del grupo y de la familia se- dentaria, [...] transmitiéndose de padres 2 hijos, cada ver. més resistentes, més venerables, mas impregnadas de humanidad” {Allien los Estados Unidos, impera lo “excesivo, recargado, desproporcio- nado", y ese gigantismo slo merece el calificativo tomado de La tenpestad de Shakespeare, que a partir de Renan, Dario y luego Rods se difundira para des- crib Ia eivilizacion yanqui: “calibaneseo”. Es notoria, por el contrario, que el criterio para la valoracién encomistica de una sociedad reside para Groussac en el eultivo de los valores estéticos, manifestado en a frecuentacién de las be- Tas artes, en las que Tos norteamericanos huelgan tanto como abundan en apli- caciones técnieas yen descubrimientos de inmediato resultado industrial Esa vsin se traduce en una concepeién aristocratica de la vida y del orden social y politico, ya que —decia Groussac— “la eivilizacin marcha a impulso i OSCAR TERAN- cle un grupo selecto que domina la muchedlumbre, una aristocracia intelectual”, Y¥, como contrapartida, se comprenden los malestares de esta clase dirigente ante {una modernidad que acarrea un progreso material tan innegable como —an. te sus ojos— disolvente de viejas virtuces. Esos sentimientos van a constituirse en una suerte de profecia cumplida con motivo de la crisis financiera de 1890, que fue leida a través de una reticula eticista que, al contraponer economia a Virtud, centré los origenes dle la crisis en el ansia “fenicia” de enriquecimiento 4 toda costa, Surgird asi una idea condensadora que denuncié el “materialisme moral” como causa y stoma de esa crisis y Io extendié al plano sociopolitico. Se verifica asimismo que la degradacién que la clase directora percibe en un “afuera” poblado de burgueses sin espiritu civico se duplica en una degenera-

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