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paginas de ILOSOFIA Ato VN 6. Palacin del Departamento de Fifa - Foca de Humaniddes .Univetidad Nacional del Comoe - Diciembre de 1997 Método y Teoria: el aporte de Arturo Roig a la Filosofia y la Historia de las Ideas Latinoamericanas ESTELA M. FERNANDEZ Estela M. Fernéndez es Profesora y Doctora en Filosofia por la Universidad Na~ cional de Cuyo. Se ha especializado en Historia de las Ideas Latinoamericanas, bajo la direccién de Arturo Roig. Actualmente se desempefta como investigadora del CONICET en el Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (CRICYT) y como Pro- fesora Titular de Problematica Filoséfica en la Facultad de Ciencias Politicas y Socia- les de la Universidad Nacional de Cuyo. 23/paginas de FILOSOFIA 24/paginas de FILOSOFIA ESTELA M. FERNANDEZ Rede tenerse una idea precisa de la alta estima con que se ha valorado fuera del pais la produccién intelectual y la tarea de formacién de recursos humanos desarrollada por Arturo Roig, si se recorre con la mirada la lista de los premios y distinciones que han jalonado su tra- yectoria: la «Condecoracién al Mérito Cultu- rab», otorgada por el Ministerio de Educacién y Cultura del Ecuador en 1983; el «Homenaje académico».tealizado por la Universidad de Guadalajara en 1989; la Orden Nacional «Honorato Vazquez», con la que fue condeco- rado por la Presidencia de la Repablica del Ecuador en 1992; la distincién como «Visitan- te Tlustre de la Universidad de Las Villas», re- cibida en Cuba en 1993; la incorporacién en la Academia Nacional de Historia del Ecuador; el Doctorado Honoris Causa, otorgado por la Universidad Nacional Autonoma de Managua en mayo de este afio. De alli que resulte particularmente gratificante participar en un acto como el pre- sente, en el cual es una Universidad argentina Ja que esta vez toma Ja iniciativa de homena- jear a este gran filésofo nuestro. Un filésofo que, mas alla de su indiscutible proyeccién la- tinoamericana, nacié en una ciudad situada al pi€ de los Andes y que ademas, después de diez argos afios de exilio, decidié volver para con- tinuar su tarea de docencia e investigacion e tre nosotros, pese al reconocimiento y al cari- fio que recibia en el hermano pais del Ecuador, y pese a que las condiciones que ofiece la Ar- gentina para el desarrollo del conocimiento distan mucho de ser Sptimas. No hemos sido pocos quienes nos hemos beneficiado de esta afortunada decision del maestro Roig. Es en nombre de esa gente, mis compaiieros de trabajo, es decir, de quienes te- nemos la suerte de compartir con él infinit ecturas y conversaciones, y de recibir habi- tualmente sus generosas ensefianzas -y no me refiero solamente a las tedricas, sino también a aquellas otras, las que tienen aplicacién in- ‘mediata en la vida- que me dispongo a resefiar, en esta grata ocasién, la riqueza de aportes, tanto tematicos como metodolégicos, efectua- dos por Arturo Roig, alo largo de muchos afios de incansable labor. ‘Como es sabido, la Historia de las ideas latincamericanas es una actividad tedrica de larga tradicién en nuestro continente, que ha estado permanentemente vinculada al esfuer- zo de autoconocimiento y autoafirmacién del hombre de estas latitudes. Su constitucién como campo del saber especifico se remontaa Ja década de los °40 y se asocia al nombre del mexicano transterrado, José Gaos. Pues bien, una de las lineas de trabajo mas originales y fecundas del Dr. Roig es, precisamente, su pro- puesta de ampliacién metodolégica. Su impor- tancia radica en que ha permitido una profun- da reformulacién del quehacer filosético- historiogréfico, posibilitando la consolidacién disciplinar de nuestra Historia de las ideas. Nos interesa destacar que los lineamientos metodolégicos esbozados por Roig no son extemos a su concepeién de la filosofia. Como sabemos, la renovacién por él impulsada tiene como punto de partida la com- prensién de las ideas como signos lingiiisticos, portadores de contenidos seménticos social- mente construidos y mediacién de una reali- dad extradiscursiva. No es casual que descu- bramos esa misma relacién entre lenguaje y contexto social en su concepcién del discurso filos6fico: es a partir precisamente del sefiala- miento de su raigambre social que nuestro au- tor se pregunta por el estatuto epistemolégico de la Filosofia y la Historia de las ideas lati- noamericanas. Ambas son caracterizadas como formas de un saber prospectivo, en el cual se produce la emergencia y constitucién de un sujeto que, desde la recuperacién de un pasa- do transido de rupturas y recomienzos, se pro- yecta hacia el futuro con una pretensién performativa (1) . Desde el punto de vista metodolégico, cl cardcter de lenguaje acordado a los textos de los escritores latinoamericanos, objeto de a Historia de las ideas, ha conducido a Roig ha sostener, como hipotesis de trabajo, la exis- tencia de una estrecha relacién entre el discur- soy la dimensién histérico-social en la cual se inserta. A partir de esa hipétesis y concebi- da la realidad social como fundamentalmente conflictiva y no arménica, Roig ha postuladé la incorporacién -no directa sino mediada- del Método y Teoria: el aporte de Arturo Roig a la Filosofia y la Historia de las Ideas Latinoamericands contexto del discurso, en el nivel discursivo Dificilmente pueda exagerarse el empu- je revitalizador que este enfoque ha puesto en marcha dentro del campo disciplinar de la Fi osofia latinoamericana y la Historia de nues. tras ideas. Del planteo anterior se sigue, en efec- to, que la conflictividad social a la que hacia- mos referencia, puede ser leida en los textos mismos a partir de la determinacién de la or- ganizacién axioldgica particular que el discur- so adopta. Habria asi, en todo texto, un nivel que podemos llamar politico en sentido am- plio, donde el autor, a partir de determinados juicios de valor, toma posicién respecto de la conflictividad de las relaciones humanas, en la comunidad concreta a la que pertenece y en la cual desarrolla su actividad (2) , Desde esta perspectiva, el autor no es to- mado como un sujeto individual, creador en sentido absoluto y enfrentado a una realidad desnuda, sino que se lo concibe inmerso en la sociedad y se intenta descubrir el «nosotros» que afirma y propone, es decir, el a priori antropolégico a partir del cual se condiciona su horizonte de comprensién de la realidad. Una categoria metodolégica de funda- ‘mental importancia es, en este sentido, la no- cién deuniverso discursivo. Roig entiende por tal la totalidad discursiva de una sociedad en una época dada, que incluye tanto los discur- sos actuales como aquellos meramente posi- bles (3). Entraz6n de la funcién mediadora del len- guaje respecto de la realidad social y sus con- tradicciones, el universo discursivo encierra estructuralmente diversidad y polaridad. Todo discurso supone la existencia de un discurso contrario, organizado a partir de una orienta- cién valorativa distinta. El discurso contrario puede no haber alcanzado manifestacién tex- tual, es decir, no haberse cristalizado en una materia significante a la que podemos recurrir como «fuente». Sin embargo, en tanto funcio- na como el contexto simbélico mas inmediato del discurso analizado, es susceptible de ser reconstruido a partir de éste. Esto es posible porque el texto, al inscribirse en el contexto del universo discursivo y mediar la realidad social desde la perspectiva determinada que le confiere su autor, posee un grado de referencialidad discursiva, esto es, introduce en su propia trama otros discursos. Referencialidad discursiva y dimensién politi- ca son dos propiedades intimamente relacio- nadas de todo texto. El horizonte axiolégico a partir del cual un sujeto organiza la tama en la que interactiian enunciados, textos y con- textos referidos, contiene una toma de posicién, implicita o explicita, frente a las relaciones s0- ciales entre los hombres y a la necesidad de su mantenimiento o transformacién. A partir de estos lineamientos metodologicos, Roig acuerda especial atencion a la organizacién categorial de la simbélica la- tinoamericana, una de cuyas expresiones mas acabadas se encuentra en la oposicién sarmientina de «civilizacién» y «barbarien, Por categorias histérico-sociales entienée Roig determinadas herramientas discursivas que fun- cionan como formas generales 0 basicas de atribucién. Las mismas poseen una doble fun- cién: de una parte, una funcién epistemolégica, esto es, de organizacién de los campos seménticos de un corpus dado, por la cual las categorias pautan la construccién del conoci- miento de la realidad; y, en segundo lugar, una funcién axiolégica, de transmisién ¢ imposi- cién de convicciones relativas al deber ser so- cial, por la cual cumplen un papel de regula- cidn y orientacién de la prictica (4) . Si los textos expresan en forma ‘mediatizada la conflictividad social y la pers- pectiva ideolégica del autor, es posible operar una decodificacién de los mismos a partir de las formas de alusién-elusién presentes en él. La profundizacién y ampliacién del esquema de la comunicacién elaborado por Jakobson, le permite entonces a Roig reconocer dos nue- vas funciones discursivas, a saber la de «apo- yo» y la de «deshistorizacién-historizacién». ‘Ambas operan como recursos ideolégicos de verosimilitud, por los cuales se privilegia el propio discurso o se relativiza la palabra del adversario (5) Deciamos que la propuesta de lectura ela- borada por Roig esta intimamente vinculada a su proyecto tedrico. En efecto, en concordan- cia con esa orientacién metodolégica sosteni- da por la busqueda de lo no dicho, lo excluido, Jo oculto, pero susceptible de decodificacién y ~Ipaginas de FILOSOFIA 26/paginas de FILOSOFIA. ESTELAM, FERNANDEZ reconstruccién a partir de lo dicho, es decir, impulsada por la vocacién de encontrar tras el enunciado al sujeto de la enunciacién, Roig aborda el problema del sentido y funcién de la filosofia, desde la conviccién de que no es so- bre un manto de olvido y de silencio que pue- de recomenzar el proceso, violenta y reitera- damente interrumpido en nuestro continente, de afirmacién y autoconstruccién del sujeto la- tinoamericano. Roig entiende la filosofia como un «ha- cerse y gestarse» de un hombre insertado en la estructura y dindmica sociales; como una «fun- cién vital», atravesada, por tanto, por los con- flictos y luchas que cruzan y escinden a la so- ciedad e impulsan la historia. Se trata de un desarrollo discursivo que, en tanto lenguaje, se presenta siempre y necesariamente como mediacién de aquella realidad heterogénea, en Ia que el fildsofo vive de modo tan primario a ‘como lo hace cualquier otro hombre. Ese con- texto social constituye su a priori respecto de todo desarrollo tedrico. Es en su seno ~donde el filésofo opta, decide, evaliia y se compro- ‘mete- que se configura el conjunto de posicio- nes previas y posibilitantes del lenguaje filo- s6fico (6) . Es entonces en aquel nivel primario y co- tidiano, donde se juega el sentido y Ia funcién de la filosofia. La posibilidad de su legitima- ci6n como forma del saber, se vineula precisa- mente con el ejercicio de la sospecha, vale de- cir de una actitud vital preteérica que, sin em- bargo, impulsa la critica tedrica, verdadero niicleo epistemolégico del filosofar. La referencia del discurso a la contextualidad remite, en definitiva, al sefia- Jamiento de una instancia que lo excede y des- borda. Es la praxis, que, con su potencialidad de negacién y disrupcién, y motorizada por una dialéctica real, acota los procesos histéricos y desanuda los universales ideol6gicos construi- dos en el nivel puramente discursivo, despe- jando horizontes nuevos para el pensamiento y la accién humanas. La preeminencia otorgada por Roig a la praxis como condicién de transformacién his- torica y la acentuacién de la categoria de «negatividad», operan una inversion de Hegel y contienen el programa de una filosofia lati- noamericana como pensamiento «auroral», abierto al futuro, con una explicita vocacién utopica, y en clara oposicién con la funcién vespertina, que le fuera acordada por el fil6so- fo alemén, de justificacién de lo sido (7) . Ahora bien, la fecundidad de esta exi- gencia de «inversion de Hegel» trasciende, en el pensamiento de Roig, el marco programatico de un quehacer tedrico futuro, pues el autor encuentra, en el pasado Latinoamericano y en Iareconstruccién intelectual de nuestra memo- ria, un esfuerzo permanente, aunque interrum- pido, de apropiacién creadora y superadora, puesto en marcha por el hombre latinoameri- cano. En la historia de Nuestra América se operaria la inversién tedrica y practica del dis- curso colonialista europeo, uno de cuyos ex- ponentes indudables ha sido Hegel. Asi, mien- tras en el pensamiento del gran fildsofo idea- lista, la figura de la dominacién del hombre por el hombre se resuelve en el reconocimien- to de a libertad del dominado como actitud interior, de la simbélica latinoamericana emerge Caliban, el esclavo que recibe y resemantiza un legado cultural hasta conver- tirlo en instrumento de liberacién y autoafirmacién. El simbolo de Caliban remite a los sucesivos movimientos de rebelién anticolonialista y encuentra una expresin paradigmatica en la gesta y el pensamiento independentistas del continente y del Caribe (8) La acentuacién de los momentos negati- vos, de ruptura de la continuidad de los proce- sos de nuestra historia, no significa, de ningin modo, desconocer lo que somos o lo que he- ‘mos sido; al contrario, es necesario «recono- cerlo, pero a partir de un futuro, que ha de ser objeto de una filosofia que se ocupe... de lo que serén(9) . Para abocarse a esta tarea, la fi- Josofia latinoamericana no debe partir de cero: en su propio pasado encontrar, més bien, una larga tradicién de critica y de proyeccién uté- pica, expresién de un sujeto que se ha afirma- do como valioso y ha tenido como valioso el conocerse a si mismo. Roig encuentra antece- dentes de ese a priori antropolégico en Eugenio Espejo, Simén Rodriguez, Simén Bolivar, Estevan Echeverria, Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, Fran- Método y Teoria: el aporte de Arturo Roig a la Filosofia y la Historia de las Ideas Latinoamericanas cisco Bilbao, José Marti, Manuel Ugarte, Enri- que Dussel, Leopoldo Zea, Mauricio Lopez, te.; en cuyos textos subyaceria una Filosofia de la historia organizada a partir de la asun- cién de la dimensién conjetural del saber y la afirmacién de una voluntad politica transformadora (10) . Se entiende asi la importancia que con- cede Roig a la Historia de la ideas latinoameri- canas como conocimiento de nuestro pasado y ala autoafirmacién de nuestra identidad como americanos. Asi como toda filosofia latinoamericana que procure ser liberadora no puede prescindir de su propio pasado ideolégico, del mismo modo es una exigencia de nuestro pensar la asuncién critica de la tradicién filoséfica euro- pea. Roig se aleja de los telurismos y esencialismos que ponen en duda nuestra in- corporacién en la «modernidady. «Ella seria algo externo que ha venido a recubrit ficticiamente un suelo o un hombre primigenios, desde los cuales surgiria nuestra verdadera identidad... Este discurso... nos lle- va... a escamotear una realidad que no puede ser ignorada, la de nuestra insercién en un mun- do que nos ha construido y que nosotros, por nuestra parte, hemos construido desde dentro de nosotros mismos» (11) Ni la filosofia producida en América ni aquella procedente de Europa pueden ser re- chazadas en bloque como pensamiento enaje- nado o imperial. En ambas tradiciones existen formas alienadas del _pensamiento, justificadoras de las relaciones de dominio en- tre los hombres, pero tambien formas contes- tatarias y liberadoras (12) Esto vale muy particularmente para el modo de racionalidad caracterizado como «mo- demidad». Los teéricos de la posmodernidad han puesto en evidencia las sombras proyecta- das por el sujeto tradicional pleno. Sin embar- 20 Roig enfatiza que la permanente puesta en crisis de ese ego es un fenémeno tan propio de la modernidad como su esfuerzo por construir identidades fuertes, a través de totalizaciones ocultantes de la diferencia, Desde Hegel mismo hasta hoy se ha he- cho presente una tradicién de autocritica in- tema a la modernidad y de «largo y riquisimo proceso de deconstruecién del sujeto moder- no» La autocritica de los tedricos posmodemos se inscribiria, para Roig, dentro un modo de pensamiento paradojal que, al po- ner en duda lo que se presenta como obvio ¢ incuestionable para el «sentido comin», nos obliga a abandonar los esquemas simplistas, La aideologia posmoderistay pose entonces un valor pedagégico: la ultracritica, en tanto paradoja, deviene condicién de posibilidad del establecimiento de los limites necesarios y le- gitimos de la critica a la modernidad, Pero en- cierra un riesgo: puede acabar arrastrando tras de si a los propios enjuiciadores de la razén. Renunciar a la utopia y al sujeto como capaci- dad de negacién de la conciencia frente a! de- venir hist6rico, equivale a lanzarse de lleno en un proceso conducido por fuerzas impersona- les, abandonando todo proyecto con capacidad de orientar ese proceso y evitar su destructivi- dad (13). No se trata, entonces, de denunciar la metafisica como violencia ontoldgica, justificadora de los modos de dominio estable- cidos por la razén moderna sobre el mundo y Jos hombres, para refugiarse en la experiencia estética, mistica, o en otras formas de irracio- nalidad. Roig aboga por un rescate de los mo- mentos de ruptura de los universales ideol6gi- cos creados por la razén moderna, y por la re- misién de la teoria a la praxis, como funda- mento del pensar, que desanuda las aporfas de la razén, destruye las formas pretendidamente universales de identidad de un sujeto -que si pre es histérico- y acota la critica dentro de sus limites. El filésofo argentino recupera, final- ‘mente, la vocacién latinoamericana de un pen- sar auroral, y la funcién emancipadora de la filosofia y la Historia de las ideas latinoameri- canas. 27/paginas de FILOSOF{A 28/paginas de FILOSOFIA ESTELA M. FERNANDEZ Referencias (1) Cr. A. Roig, «lntroducciém, en Teoriay eri- tica del pensamiento latinoamericano, ed. ct., p. 11 y ss. Todas las notas corresponden a obras del autor (2) Cir. Arturo Roig, «Sobre el tratamientode filosofias eideologtas, dentro de una historia del pensa- ‘miento latinoamericanoy, en Filosofiay Liberacién, Cen- tro de Divulgacién, Colegio Mayor de Santa Fe, Argen- tina, Nro. 3, Serie 5, 1973 (3) Cfi, «Propuestas metodolégicas para la lee- tura de un texto», en Revista del IDIS, Ecuador, Univer- sidad de Cuenca, Nro. 8, mayo de 1982, pp. 131-138. (4) Cf, «Civilizacién y barbarie. Algunas con: deraciones preliminares para su tratamiento en cuanto formas categoriales», en Actas del Congreso Internacio- nnal Extraordinario de Filosofia, Cérdoba, Universidad Nacional de Cérdoba, 1987, vol. II, p. 1448 y ss. (5) Clr. cLa construccién de la filosofia de la toria en la modemnidady, en Teoria y critica del pensa- ‘miento fatinoamericano, México, FCE., 1981, . 129 y $8 (6) Cf. «Narrativa y cotidianidad: la obra de Vladimir Propp a la luz de un cuento ecuatoriano», en Cultura, Revista del Banco Central del Ecuador, Quito, vol. 2, 1979, (1) Cfi. «EI discurso utépico y sus formas en id historia intelectual ecuatorianay, en La wtopiaen el Feua dor, Quito, Banco Central y Corporacién Editora Na cional, 1987. (8) Cfi, «Acotaciones para una simbélica lat: noamericana», en La latinidad y su sentido en Ameérico Latina, México, UNAM, 1986, pp. 233-247; y «Figuras y-simbolos de Nuestra América», en Rosiro y filosofia de América Latina, Mendoza, EDIUNC, 1993, pp. 183, 189. | (9) Teoria y critica del pensamiento latinoames ricano, ed. cit. p.131 : (10) Cfi: «Acerca del comienzo de Ia filosofi americana», en Revista de la Universidad de México México, UNAM, vol. XXY, Nro. 8, abril de 1971, p.2 ss (11) «Ciencia, tercer milenio y post-modernidad>, Mecanog, 1988, p.1 y ss. (12) Cft. «América Latina y su identidad», en £1 pensamiento latinoamericano y su aventura, Bs. As, Centro Editor de América Latina, 1994, (13) Cf: «Qué hacer con los relatos, la mafiana, la sospecha y la historia? Respuesta a los post-moder nos», en Rostro y filosoffa en América Latina, ed. ct, pp. 105-129.

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