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JUZGADO 48 PENAL DEL CIRCUITO

CON FUNCIONES DE CONOCIMIENTO


Carrera 28 A No. 18 A – 67 Piso 2 Bloque B Teléfono 4286296
Complejo Judicial de Paloquemao
j48pccbt@cendoj.ramajudicial.gov.co

Radicación 1100165 00021201501348. NI 251818


(942)
Delito Actos sexuales con menor de 14 años
agravado en concurso homogéneo y
sucesivo.
Acusado Diego Pardo Cuellar
Decisión Sentencia absolutoria.
Fecha Viernes 22 de noviembre de 2020

1. ASUNTO

Emite el Juzgado sentencia absolutoria a favor del ciudadano Diego Pardo Cuellar,
por el delito de ACTOS SEXUALES CON MENOR DE 14 AÑOS, AGRAVADO
conforme con los artículos 209 y 211 numeral 5°, y 31 del C.P., en concordancia
con el artículo 31 de la misma obra, luego de anunciar el sentido del fallo.

2. HECHOS

La Fiscalía en el escrito de acusación y en la audiencia estableció los hechos, así:

“De los EMP, ILO, y EF se puede afirmar con probabilidad de verdad que el
imputado DIEGO PARDO CUELLAR, identificado e individualizado en precedencia
atento contra el bien jurídico de la FORMACION , INTEGRIDAD Y LIBERTAD
SEXUAL de su hija biológica SPH, nacida el 10 de mayo del año 2011, en hechos
que estarían ocurriendo en ésta ciudad capital, pues conforme con EMP e ILO
habría ejecutado estos actos de contenido lascivo en contra de la ofendida, durante
el tiempo que compartía con ella como consecuencia del acuerdo conciliatorio de
regulación de visitas de fecha septiembre 15 de 2014 avalado por la Procuraduría
Séptima Judicial II de Familia, celebrado con la madre de la menor, toda vez que
se encontraban separados desde el año 2013, de manera que los encuentros con
SPH estarían sucediendo cada 15 días, los sábados desde las 9:00 am hasta las
7:00 pm y el domingo desde las 9:00 am hasta las 5:00 de la tarde, así como también
los días martes de 2:00 a 5:00 pm, durante el lapso comprendido entre los meses
de septiembre de 2014 hasta el mes de marzo de 2015, mes éste último donde la
menor hace una revelación del abuso investigado a la psicóloga particular dra
Graciela Galán, a cuyo consultorio había sido llevada por su progenitora, en vista
de que se habían detectado cambios de conduta y comportamentales tales como
manifestaciones de rebeldía e intolerancia en el ambiente familiar y escolar. Es así
que dentro del desarrollo de la investigación la menor reconoce que fue objeto de
tocamientos lascivos en más de una oportunidad por parte de su padre el señor
Diego Pardo Cuellar ubicando algunos de los hechos “en su… casa en Bogotá… en
el jardín”, refiriéndose al hogar paterno del imputado, detallando principalmente que
fue objeto en varias oportunidades de besos en la boca con lengua, besos en su
vagina, tocamientos en su vagina con la mano y con el pene, así como también
ubica un evento mientras estaban compartiendo en un centro comercial de esta
ciudad capital.”

3. IDENTIFICACION E INDIVIDUALIZACION DEL ACUSADO

Se trata del ciudadano Diego Pardo Cuellar, identificado con cédula de ciudadanía
N° 79.781.714, nacido el 14 de noviembre de 1974 en Bogotá.

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4. ACTUACION PROCESAL RELEVANTE

La audiencia preliminar de imputación se llevó a cabo ante el Juzgado 76 Penal


Municipal con Función de Control de Garantías el 25 de agosto de 2017. El escrito
de acusación es radicado el 11 de octubre del mismo año, y la formulación se
adelanta el 25 de enero de 2018.

La audiencia preparatoria se inicia el 10 de agosto y culmina el 13 de septiembre de


2018. La instalación del juicio oral se hace el 31 de mayo de ese mismo año culmina
el 20 de noviembre de 2020.

5. CALIFICACION JURIDICA DE LA CONDUCTA

La Fiscalía formuló acusación por el punible de ACTOS SEXUALES CON MENOR


DE 14 AÑOS, AGRAVADO, EN CONCURSO HOMOGENEO Y SUCESIVO, de
conformidad con los artículos 209, 211 numeral 5°, y 31 del CP.

6. CONSIDERACIONES DEL JUZGADO

6.1.- De acuerdo con lo preceptuado en el numeral 2º del artículo 36 de la Ley 906


de 2004, tanto por el factor territorial como por la naturaleza del asunto, este
Despacho es competente para conocer y fallar presente actuación, sin que
encuentre causal de nulidad que invalide lo actuado.

6.2.- El artículo 381 del Código de Procedimiento Penal, establece que para emitir
sentencia condenatoria debe contarse con el conocimiento más allá de toda duda,
acerca del delito y de la responsabilidad penal del acusado, fundado en las pruebas
debatidas en el juicio, las cuales deben ser examinadas una a una y en conjunto
como lo disponen los artículos 380, 404 y 420 del Código de Procedimiento Penal.

6.3.- La imputación fáctica, es decir, los hechos investigados son inmodificables en


el trasegar de los diferentes estadios procesales de acción penal, de modo que la
situación fáctica fijada en la formulación de imputación permanece inmutable hasta
proferirse el respectivo fallo conclusivo de instancia.

Ahora bien, atendiendo a que en el ámbito punitivo, los hechos se identifican con la
conducta humana, la cual en ese escenario es objeto de juicios de valor y reproche,
el legislador exige su concreción en las diferentes fases de la actuación punitiva, de
ello dan cuenta el contenido de los artículo 288 numeral 2 y 337 numeral 2 del CPP
al demandar que inclusive, desde la audiencia de formulación de imputación,
siguiendo con el escrito de acusación y su formulación oral, se debe hacer la
“relación clara y sucinta de los hechos jurídicamente relevantes”.

Lo que de contera implica que el indiciado pueda dar por terminada anticipadamente
la actuación o que, en definitiva, pueda junto con su defensa técnica, preparar de
modo eficaz la estrategia de defensa que llevarán a cabo durante el curso de la
actividad procesal.

Cabe destacar, que la fijación de los hechos objeto de investigación y su


inmutabilidad se erigen como garantía para el procesado. Pues de un lado le
permiten conocer lo reprochado y de esa forma ejercer el derecho de defensa y de
otro, limita la actuación del funcionario judicial a quien le está vedado ir más allá de
las fronteras de la acusación.

Sobre el particular se advierte, la aludida garantía y límite a la actividad del


funcionario judicial se materializa en el principio de congruencia, contemplado en el
artículo 448 ídem, según el cual:

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“El acusado no podrá ser declarado culpable por hechos que no consten en la
acusación, ni por delitos por los cuales no se le haya solicitado condena”.

En efecto, sobre la importancia de la acusación, estructurada conforme a los


señalados parámetros legales, que se traduce en la garantía del debido proceso de
los vinculados al proceso penal.

6.4.- El debido proceso de conformidad con el inciso 2 del artículo 29 de la CN,


principio fundamente de un derecho penal de acto y de la mano con el artículo 6 del
CP, implica que nadie puede ser juzgado sino conforme a las leyes preexistentes al
acto que se le imputa al acusado y con observancia de las formas propias del juicio.
En consecuencia, el principio de legalidad exige de la constatación de un juicio
sustantivo de responsabilidad, es decir, se requiere la afirmación concurrente de las
categorías dogmáticas de tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, tal como lo exige
el artículo 9 inciso 1 del CP.

Solo con la verificación de las categorías dogmáticas establecidas se puede emitir


sentencia de condena por parte del juez, cosa contraria sería vulneración del
derecho al debido proceso.

6.5.- Ahora, el artículo 9º del Código Penal consagra que para que una conducta
sea punible debe ser típica, antijurídica y realizada por un imputable con
culpabilidad, siempre que no existan causales excluyentes de responsabilidad y que
el resultado de la conducta sea la consecuencia de la acción o de la omisión del
agente.

Entonces, conviene describir con claridad cuáles fueron los hechos jurídicamente
relevantes materia de acusación, descripción que se hace por el Juzgado a partir
de la narración realizada por la fiscalía y a través de preguntas muy sencillas y con
la finalidad de verificar qué se logra demostrar con las pruebas arrimadas al juicio
oral.

¿Quién es el presunto sujeto activo del El señor Diego Pardo Cuellar


comportamiento?
¿Quién es la presunta víctima? S Pardo Herrera (nace el 10 de mayo
de 2011) (ingrediente normativo
descrito en el artículo 209 del CP)
¿Qué relación existe entre el sujeto Padre e hija (artículo 211 numeral 2 del
activo del comportamiento y la presunta CP)
víctima?
¿Dónde ocurren los hechos? hechos que estarían ocurriendo en esta
ciudad capital

en el jardín, refiriéndose al hogar


paterno del imputado
¿Cuándo ocurren los hechos? durante el tiempo que compartía con
ella como consecuencia del acuerdo
conciliatorio de regulación de visitas de
fecha septiembre 15 de 2014

los encuentros con SPH estarían


sucediendo cada 15 días, los sábados
desde las 9:00 am hasta las 7:00 pm y
el domingo desde las 9:00 am hasta las
5:00 de la tarde, así como también los
días martes de 2:00 a 5:00 pm

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entre los meses de septiembre de 2014


hasta el mes de marzo de 2015
¿Cuál es el comportamiento actos de contenido lascivo
presuntamente desplegado por el
acusado? besos en la boca con lengua, besos en
su vagina, tocamientos en su vagina
con la mano y con el pene

6.6.- La valoración de la prueba le corresponde al funcionario judicial hacerla acorde


con las reglas de sana crítica, por lo que vale la pena traer a colación la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia1 frente al punto.

“…La sana crítica impone al funcionario judicial valorar la prueba contrastándola con
los restantes medios, y teniendo en cuenta la naturaleza del objeto percibido, el
estado de sanidad de los sentidos con los que se tuvo la percepción, las
circunstancias de lugar, tiempo y modo en que se percibió y las singularidades que
puedan incidir en el alcance de la prueba examinada.

El examen probatorio, individual y de conjunto, además de los criterios señalados,


acude a los supuestos lógicos, no contrarios con la ciencia, la técnica ni con las
reglas de la experiencia, para inferir la solución jurídica que la situación examinada
amerita.

En consecuencia, el razonamiento para determinar en un proceso penal si un hecho


dado ocurrió o no (facticidad), y, en la primera eventualidad, las posibilidades en
que se ejecutó solo pueden apoyarse en premisas argumentativas que apliquen las
reglas de la sana crítica, en los términos que vienen de explicarse, no a través de la
personal o subjetiva forma de ver cada sujeto la realidad procesal examinada.

6.7.- La conducta punible por la cual fue procesado el ciudadano Diego Pardo
Cuellar, se denomina actos sexuales con menor de 14 años, agravado,
consagrado en el artículo 209 del Código Penal, cuyo tenor literal es el siguiente:

“El que realizare actos sexuales diverso al acceso carnal con persona menor de
catorce (14) años o en su presencia, o la induzca a prácticas sexuales, incurrirá en
prisión de nueve (9) a trece (13) años”.

Acorde con el tipo penal endilgado son tres las modalidades de la conducta que
puede revestir el delito de actos sexuales:

- Realizar actos sexuales diversos al acceso carnal,


- Realizar esa misma clase de actos, en presencia del menor, e
- Inducir al menor a prácticas sexuales.

De conformidad con lo señalado por la jurisprudencia de la Corte Suprema de


Justicia 2 se entiende por acto sexual toda conducta que «en sus fases objetiva y
subjetiva, se dirige … a excitar o satisfacer la lujuria del actor o más claramente su
apetencia sexual o impulsos libidinosos, y ello se logra a través de los sentidos del
gusto, del tacto, de los roces corporales mediante los cuales se implican
proximidades sensibles …, y se consuman mediante la relación corporal, …»

Así mismo, la Sala de Casación Penal3, explicó que: El acto sexual debe ser
apropiado para estimular la lascivia del autor y de la víctima o, al menos, de uno de
ellos. De ahí que, debe tratarse de prácticas de contenido sexual objetivamente
consideradas.

1 Véase Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, sentencia de casación, 30 de marzo de 2006, radicación 24468.
2 AP, jul. 27/2009, rad. 31715, reiterado en la SP15269-2016, oct. 24, rad. 47640
3 SP, oct. 26/2006, rad. 25743
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Para el delito de acto sexual abusivo el legislador tipificó la conducta presumiendo


un estado de inmadurez intelectiva, volitiva y afectiva que acompaña a los niños y
niñas menores de 14 años; al considerar que deben mantenerse al margen de
interferencias de tipo sexual, pues no ostentan la madurez suficiente para decidir
tener o no experiencias de esa clase. La doctrina en punto de este delito ha
señalado:

“… Es, pues, el grado de inmadurez psico-fisiológica en que se encuentran las


personas impúberes la razón de esta tutela, por el peligro de daño en la correcta
función sexual que pueden traer los tratos libidinosos prematuros, en una
sexualidad aún no desarrollada.”

“Se ha comprobado que una excitación sexual prematura, aún con la simple
inducción a cualquier práctica erótica, es capaz de desviar la evolución correcta del
instinto genésico, ora porque se le detiene en alguna de las etapas de su desarrollo
(fijación irregular de la libido), ya porque se afecta cuantitativamente su función
(hipoestesia o hiperestesia sexual)”4.

6.8.- Con la finalidad de demostrar la existencia del delito y la responsabilidad del


acusado, porque así lo dijo desde la acusación, presentó la fiscalía como testigo a
la menor SPH quien de acuerdo con la estipulación probatoria pactada nace el 10
de mayo de 2011 (registro civil de nacimiento indicativo serial 4 -1267943).

Ahora, para la época de su testimonio S Pardo Herrera dijo contar con 9 años,
cursar tercer grado de primaria, más no saber el motivo de la declaración para la
cual había sido citada. Cuando la fiscalía le pregunta sobre las cosas qué le gustan
hacer, dijo que ir de compras y jugar con sus amigos, y que no le gusta que hagan
cosas que ella no quiere que le hagan, sin embargo, cuando la fiscalía le pide un
ejemplo de esas cosas, la niña rompe en llanto.

Luego, responde que no le gusta cuando las personas la besan en las partes
privadas, como la “cuca”, y afirma que eso lo hizo Diego, el papá, cuando era muy
chiquita; no obstante, cuando la fiscalía le pregunta por la época precisa del suceso,
dijo no recordarlo porque era muy chiquita, pero que sucedió en su casa. No logra
la fiscalía en el interrogatorio de la niña precisar el lugar de ocurrencia de los hechos,
véase como a pregunta sobre este tema, dijo S Pardo Herrera que, no recordaba
quien estaba en la casa cuando el papá la beso en la cuca, pero, cree que estaba
solo con ella, e insiste en que no se acuerda de tanto. Más adelante, añade,
anteponiendo que estaba muy chiquita, que cree que estaba su papá, los padres de
aquel y no recuerda si estaba la hermana.

Tampoco logra recordar cómo era la casa en donde dice suceden los hechos, solo
atina a decir que tenía un piano, más tampoco rememora el lugar de ese inmueble
donde ocurren el suceso y insiste fue hace mucho (sic)

Ante la insistencia de la fiscalía para que recordara lo que dice sucede con su padre
indica que, su papá la besó en la cuca, y otra cosa (sic) fue un día cuando cree (sic)
eran cuatro años, haciendo referencia claramente al evento descrito e incluso
discutido por las partes, como el que ocurre en el centro comercial Andino de esta
ciudad.

Sobre el sucedo que narra ocurre con su padre, dice cree no contarlo a nadie, sin
embargo, añade, que cree que a una doctora Galán. En respuesta a pregunta
realizada por la defensa, dijo que no recuerda donde tiene lugar la cita con la señora
Galán, contarle sobre lo de la cuca y no hablar del tema con su madre.

4 Delitos Sexuales, Cuarta Edición, Ediciones Librería del Profesional, Pág. 209.
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En contrainterrogatorio responde que su papá se llama Diego Pardo, quien admite


está vivo, pero, no vive con él desde que tenía dos años o un año, y aclara que,
cuando ella tenía un año sus papás se separaron, y que cree que lo visitaba,
empero, luego del evento del centro andino deja de hacerlo. Más adelante, dijo no
recordar el nombre de los abuelos paternos y de su tía, dice que, antes cuando era
chiquita lo sabía, pero ahora no.

Dice que, siempre ha vivió con su mamá, antes en Bogotá, y que el edificio era de
color blanco, pero, luego se muda a otro, el cual contaba con zona social donde
había un parque de niños, ubicado como afuera. Sin embargo, no recuerda, si las
visitas de su padre las recibe en ese parque o que él fuera al apartamento, pero,
acepta que la familia de su padre asiste a ese lugar.

En pregunta realizada por el Despacho, dijo que su relación con su madre era
excelente, persona con quien llega al consulado y quien, no le dijo lo que tenía que
decir, solo está diciendo la verdad de lo que pasó. Sobre su relación su padre dijo
que no tan bien porque le hizo esas cosas y explica que, cuando su mamá y papá
rompieron en Facebook le decían cosas malas a su mamá, y la cogió a la fuerza en
el Centro Andino, le hizo lo de la cuca, cree que le hizo más, pero no recuerda.

6.9.- Visto el testimonio de S Pardo Herrera y el compromiso fáctico que asumió la


fiscalía desde la imputación, la materialidad del delito y la responsabilidad del
acusado, no se acredita con lo dicho por ella en juicio oral y público.

Entonces, vale la pena traer a colación lo señalado por la Corte Constitucional sobre
la valoración del testimonio del niño o niña víctima, al decir:

“Esta línea de pensamiento, como ya se indicó, se encuentra inmersa en la


jurisprudencia nacional, en tanto precisa que si bien el testimonio del niño víctima
de abuso ostenta alta confiabilidad y tiene capacidad de otorgar importantes
elementos de juicio sobre la materialidad de los hechos y la responsabilidad del
agente, como cualquier otro medio de convicción debe ser ponderado bajo los
parámetros de la sana crítica, en conjunto con los restantes medios de
demostración allegados a la actuación, y sin desconocer el precedente
constitucional que fija la regla según la cual en los casos de abuso de menores,
el testimonio de la víctima puede bastar como prueba de cargo5.”

En el caso particular, el testimonio de la niña aporta muy pocos elementos para


tener como demostrados los hechos jurídicamente relevantes plasmados por la
fiscalía en la acusación, es decir, si bien admite que su padre Diego Pardo Cuellar
le besó la cuca el aparente paso del tiempo no le permitió recordar más detalles,
como el lugar o la edad que tenía para aquel entonces. Ahora, no puede olvidarse
que la fiscalía en el escrito de acusación circunscribió los tocamientos a besos en
la boca con lengua, besos en su vagina, tocamientos en su vagina con la mano y
con el pene, sin embargo, la niña solo refiere besos en la vagina.

Por otra parte, la fiscalía dijo que los tocamientos ocurren durante el tiempo que
compartía con ella (la niña) como consecuencia del acuerdo conciliatorio de
regulación de visitas de fecha septiembre 15 de 2014, esto entre septiembre de
2014 y marzo de 2015. Sin embargo, la niña fue clara en decir, que vive con su
padre hasta los dos años y que, luego de la separación de ellos, Diego Pardo Cuellar
la visitaba en la casa en la que vivía con su señora madre, haciendo referencia a un
edificio blanco. Pero, jamás pudo precisar el tiempo de ocurrencia, ni siquiera supo
cuántos años tenía para aquel entonces.

5 Cfr. T-255/03, T-544/03, T-078/10


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También, la fiscalía en la acusación dijo que los hechos ocurren con ocasión a la
posibilidad que tenía el acusado de visitar a su hija, entonces, según esa narración
los actos lascivos tienen ocurrencia en los encuentros con SPH (…) cada 15 días,
los sábados desde las 9:00 am hasta las 7:00 pm y el domingo desde las 9:00 am
hasta las 5:00 de la tarde, así como también los días martes de 2:00 a 5:00 pm. No
obstante, la niña no pudo recordar horario, tiempo específico y algún aspecto que
permita encuadrar los supuestos de hecho en la delimitación realizada por el Ente
acusador. Y frente al tema lo único que pudo decir S Pardo Herrera fue no recordar
si las visitas de su padre las recibe en el parque que tenía el edificio blanco donde
vivía o en que él (el acusado) fuera al apartamento.

6.1.0.- También resulta importante para el Juzgado traer en referencia lo dicho por
la Corte Suprema de Justicia en su Sala de Casación Penal, en punto de la
importancia del testimonio de la víctima de un delito de contenido sexual, máxime
cuando se trata de una menor de edad, en orden a establecer la ocurrencia de la
agresión y las circunstancias de toda índole en que la misma se ejecutó, refiriendo
en el radicado CSJ SP 15 mayo 2011, Rad. 35080, lo siguiente:

“No se duda, de otro lado, que la prueba testimonial comporta entidad suficiente
para demostrar hechos trascendentes en lo que toca con delitos de contenido
sexual, incluidos, desde luego, aquellos que dicen relación con la estricta tipicidad
de la conducta en su contenido objetivo, esto es, la forma en que la acometida
libidinosa tuvo ocurrencia o, para mayor precisión, si hubo o no penetración anal o
vaginal.

Y, desde luego, testigo de excepción para el efecto lo es la víctima, no sólo porque


precisamente sobre su cuerpo o en su presencia se ejecutó el delito, sino en
atención a que este tipo de ilicitudes por lo general se comete en entornos privados
o ajenos a auscultación pública.

Así mismo, cuando se trata, la víctima, de un menor de edad, lo dicho por él resulta
no sólo valioso sino suficiente para determinar tan importantes aristas probatorias,
como quiera que ya han sido superadas, por su evidente contrariedad con la
realidad, esas postulaciones injustas que atribuían al infante alguna suerte de
incapacidad para retener en su mente lo ocurrido, narrarlo adecuadamente y con
fidelidad o superar una cierta tendencia fantasiosa destacada por algunos
estudiosos de la materia.

Ya se ha determinado que en casos traumáticos como aquellos que comportan la


agresión sexual, el menor tiende a decir la verdad, dado el impacto que lo sucedido
le genera.

No soslaya la Corte, desde luego, que los menores pueden mentir, como sucede
con cualquier testigo, aún adulto, o que lo narrado por ellos es factible que se aleje
de la realidad, la maquille, oculte o tergiverse, sea por ignotos intereses personales
o por manipulación, las más de las veces parental.

Precisamente, lo que se debe entender superado es esa especie de desestimación


previa que se hacía de lo declarado por los menores, sólo en razón a su minoría
de edad. Pero ello no significa que sus afirmaciones, en el lado contrario, deban
asumirse como verdades incontrastables o indubitables.

No. Dentro de las características particulares que irradia el testigo, la evaluación


de lo dicho por él, menor de edad o no, ha de remitir a criterios objetivos,
particularmente los consignados en el artículo 404 de la Ley 906 de 2004, atinentes
a aspectos tales como la naturaleza del objeto percibido, el estado de sanidad del
sentido o sentidos por los cuales se tuvo la percepción, las circunstancias de lugar,
tiempo y modo en que se percibió, los procesos de rememoración, el
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comportamiento del testigo durante el interrogatorio y el contrainterrogatorio, la


forma de sus respuestas y su personalidad.

Desde luego, a esos conceptos intrínsecos del testimonio y quien lo rinde, deben
agregarse, para la verificación de su trascendencia y efectos respecto del objeto
central del proceso, aquellos referidos a cómo los demás elementos suasorios
apoyan o contradicen lo referido, habida cuenta de que el sistema de sana crítica
del cual se halla imbuida nuestra sistemática penal obliga el examen en conjunto
y de contexto de todos los medios de prueba arrimados legalmente al debate.”

6.11.- La teoría de la corroboración periférica indica que no es posible, ni


conveniente, hacer un listado taxativo de las formas de corroboración de la
declaración de la víctima, porque ello dependerá de las particularidades del caso.
No obstante, resulta útil traer a colación algunos ejemplos de corroboración, con el
único propósito de resaltar la posibilidad y obligación de realizar una investigación
verdaderamente exhaustiva: (i) el daño psíquico sufrido por el menor; (ii) el cambio
comportamental de la víctima; (iii) las características del inmueble o el lugar donde
ocurrió el abuso sexual; (iv) la verificación de que los presuntos víctima y victimario
pudieron estar a solas según las circunstancias de tiempo y lugar incluidas en la
teoría del caso; (v) las actividades realizadas por el procesado para procurar estar
a solas con la víctima; (vi) los contactos que la presunta víctima y el procesado
hayan tenido por vía telefónica, a través de mensajes de texto, redes sociales,
etcétera; (vii) la explicación de por qué el abuso sexual no fue percibido por otras
personas presentes en el lugar donde el mismo tuvo ocurrencia, cuando ello sea
pertinente; (viii) la confirmación de circunstancias específicas que hayan rodeado el
abuso sexual, entre otros”.

Sin embargo, en el caso particular ninguno de esos eventos, con mero carácter
enunciativo, fueron probados por la fiscalía con el testimonio de S Pardo Herrera,
véase como no se prueba el daño psicológico sufrido por ella, más cuando la testigo
de cargo Andrea Guerrero Zapata dijo que el diagnóstico dado por medicina legal
no tenía fundamento. La menor en su testimonio no suministra características del
inmueble donde dice ocurren los hechos.

Se insiste, la menor en el juicio oral y público se limita a mencionar las conductas


ejecutadas sobre su parte privada, a la que, pese a sus 9 años, sigue denominando
“cuca”, respondiendo en una oportunidad que fueron besos, pero, dice que fue un
tocamiento, sin dar información de cómo, cuándo o dónde ocurrieron, solo que fue
en la casa del papá, esto bajo la justificación de no recordar porque era muy chiquita.

Se destaca que la menor no recordó aspectos sobre cómo era la casa donde
suceden los hechos, -solo que había un piano-, tampoco sobre quien estaba ahí
cuando el papá le beso “la cuca”, o quien vivía en esa casa con su papá, tampoco
recordó nombres de abuelos paternos, o su manera particular de llamarlos como lo
mencionó en la entrevista forense. Resultando de importancia, decir que, la familia
del acusado en juicio oral dijo que las visitas de la niña eran un evento de suma
importancia y que todo giraba alrededor de la presencia de S en la casa de los padre
de Diego Pardo Cuellar, sin embargo, pese a ser el centro de atención de toda una
familia, la niña no logró recordar siquiera, el nombre de sus abuelos.

Pero, resulta sorprendente para este Despacho, que la menor reconozca que
cuando los aparentes hechos suceden estaba “chiquita” y que ello no accede a
detalles, sin embargo, sin dubitación dijo que los besos los recibe en la cuca y que,
esto se lo comenta a una “una doctora Galán”, pero, acto seguido no precisa cómo
se desarrolla ese encuentro.

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6.12.- Entonces, ante la fragilidad del testimonio rendido por la menor realizará el
Juzgado la valoración de las restantes pruebas presentadas por la fiscalía.

S Pardo Herrera dijo en su testimonio que a la única persona que le comenta que
su padre la besó en la cuca fue a una doctora Galán, refiriéndose tal vez a la señora
Graciela Galán Picón, psicóloga clínica que en audiencia de juicio oral dijo que, el
18 de marzo de 2015, en su consultorio realizó evaluación psicológica a la menor,
época para la cual contaba con 3 años y 10 meses de edad.

Sobre el motivo de la consulta, dijo fue realizada por la progenitora de S Pardo


Herrera con el fin de valorarla emocionalmente porque presentaba cambios en su
comportamiento y actitud en las últimas semanas, tanto en la casa como en el
colegio, se mostraba dispersa, con falta de amabilidad en el trato con sus
compañeros, y retando la autoridad de la madre. Aclara, supo que la niña tenía
buena relación con el padre y la madre.

Dijo la profesional que, una de las pruebas utilizadas para hacer la evaluación fue
la figura humana, y concluye a través de los juegos realizados que estaba ante una
niña con estabilidad emocional, pero pareciendo era sometida a situaciones
inadecuadas en el ámbito familiar paterno. Esas conductas inadecuadas dijo,
consisten en que a través del juego la niña realiza la manipulación de las piernas de
la muñeca y de sus genitales, juego al que responde la menor era realizado con el
papá, siendo un secreto entre los dos. Es importante señalar aquí que S Pardo
Herrera en su interrogatorio dijo que, fue a la señora psicóloga a quien le cuenta lo
sucedido con su padre, sin embargo, la señor Galán Picón claramente refiere, que
fue a través de la observación de los juegos realizados por la niña que concluye la
existencia de una situación irregular.

Con ocasión del contrainterrogatorio señala que la niña estaba en buen estado
emocional, y que para rendir el informe tuvo como fuente la narración de la menor,
y que, con la aplicación del test de la familia, la niña menciona que su padre le daba
besos en la boca con lengua, manifestación que S Pardo Herrera no hizo en el juicio
oral, siendo para la señor Galán Picón “claro” inferir que era probablemente que
estaba sometida a situaciones no direccionadas a su bienestar emocional.

Reconoce la profesional de la psicología que con el informe rendido no presentó la


prueba de la figura humana aplicada, que tampoco no hizo pruebas cognitivas, ni
examen mental, y que desconoce los síntomas psicológicos esperables en una
menor que ha sido abusada sexualmente.

6.13.- Contrario a lo que opinan en sus alegatos finales las delegadas del Ministerio
Público la señora Galán Picón no ofrece información que permita concluir la
existencia del delito, véase como en su intervención dijo creer que S Pardo estaba
sometida a un ambiente poco adecuado para su edad y que podía contrariar su
bienestar emocional, recomendando a la madre de la niña tomar las medidas
necesarias para asegurar un buen desarrollo en su hija, más en su testimonio la
menor no hizo referencia a esos besos en la boca de los que habló la profesional
en psicología y, mucho menos de tocamientos con la mano en la vagina, como al
parecer fue la escena observada por la testigo Galán Picón.

Entonces, conviene estudiar lo dicho por la madre de la niña, la señora María


Margarita Herrera Mercado quien en su testimonio dijo haber estado casada con
Diego Pardo Cuellar hasta marzo de 2013.

Explica que, la denuncia fue formulada por la Comisaría de Familia luego de


comentar los hechos narrados en su informe por la doctora Graciela Galán en marzo
18 de 2015, quien le comenta debe proteger a su hija por una conducta sexualizada
hallada cuando le realiza la valoración de conducta. Agrega, que su hija fue
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Diego Pardo Cuellar
Sentencia absolutoria

entrevistada en el CTI por la doctora Eliana Velásquez, quien en curso de la sesión


le dice que la niña quería ir al baño, pero que había pasado mucho tiempo sin que
su hija le comunicará algo y en presencia del representante de víctimas alienta a la
niña pidiéndole que esté tranquila y que conteste las preguntas que le hagan. Luego,
sale la funcionaria, le entrega la niña y le dice “mamá hubo hallazgo”.

La presencia del abogado de víctimas en la diligencia realizada por la señora


Velásquez fue un hecho que solo descubrió la señora Herrera Mercado, es más, la
entrevistadora forense del CTI en momento alguno hizo referencia a la presencia de
dicho profesional y de explicarle a la madre de la niña la ausencia de respuestas
ante las preguntas que le realizaba, solo dijo le informa que su hija había
manifestado ganas de ir al baño.

Añade la señora Herrera Mercado que su hija fue entrevistada por la doctora
Angela Murcia Ballesteros, ocasión en la que su hija ingresa sola, pero en una
segunda sesión son entrevistadas las dos. En esa segunda vez, acota que, la niña
acababa de pasar un episodio de pánico porque cuatro días antes el padre intentó
llevársela por la fuerza.

En contrainterrogatorio la señora Herrera Mercado dijo que su hija ingresa en el año


2013 al jardín, en el mes de marzo de 2015 la lleva a consulta con la psicóloga
Graciela Galán Picón para que revisara su estado emocional, quien aclara, no le
habla de presunto acto sexual, sino (…) de conductas inadecuadas sobre, hacia la
niña.

A la delegada del ministerio público le responde la testigo que la señora Galán Picón
le informa que fue en medio del juego que S Pardo Herrera le manifestó que le
gustaban los besos, que la mamá se los da en el cachete, y el papá en la boca,
además, que este le hacía tocamientos, señalando todo el cuerpo incluyendo las
partes íntimas.

Aclara que, ella nunca observó conductas de ese tipo, sino la empleada y, que al
regresar su hija de las visitas con el padre presentaba cambios de temperamento,
estaba distraída, silenciosa y falta de atención.

6.14.- La señora María Margarita Herrera Mercado frente a la existencia de los


hechos tampoco suministra información relevante, es más, admite no observar en
su hija comportamiento sexualizado alguno o escuchar de los supuestos
tocamientos que le dijo a la psicóloga le realizaba el padre. Lo único que refiere es
aquello que a su vez escucha de la señora Galán Picón le dijo su hija, esto es que
su padre le daba besos en la boca y los juegos desarrollados por la niña, que le
permiten a la profesional en psicología inferir que S Pardo Herrera estaba sometida
a comportamientos inadecuados, como muy bien lo calificó la testigo Galán Picón.

Sin embargo, como la señora Herrera Mercado dijo que es la niñera quien observa
conductas particulares en su hija, la fiscalía trajo a la señora Jaqueline Pérez
Santos quien en su testimonio admite trabajar en casa de María Margarita entre los
años 2012 y 2015, casa en al cual viven la niña (sic) y don Diego.

Sobre el comportamiento de la niña dijo era normal, juiciosa, hasta cuando sus
padres se separan e inician las visitas domiciliarias, visitas en las que dice ella
siempre estuvo presente. Agrega, que cuando las reuniones se realizan por fuera
del apartamento recibía a la niña sucia, notando ciertos comportamientos como
lamberle (sic) la cara, y que cuando había visitas se comportaba mal (sic),
comportamientos que dicen, nunca se los comenta a la mamá de la niña, pero
generalmente ocurrían cuando llegaba de la casa del papá. Añadió que, en una
oportunidad la niña se tocaba (sic), y le dijo que “era un secreto de Diego”.

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6.15.- El testimonio de la señora Pérez Santos deja ver las aparentes conductas
sexualizadas de S Pardo Herrera que fueron informadas por la señor Galán Picón.
Sin embargo, el hecho de que la niña llegará sucia o desarreglada luego de ir de
visita con su padre no es un hecho indicativo de abuso sexual, ahora, más cuando
como se probó con las pruebas de descargo las reuniones entre el acusado y su
hija se realizaron con supervisión.

También llama la atención del Juzgado que la señora Pérez Santos al observar que
la niña le lame la cara, se comporta mal ante la presencia de otras personas o se
toca la entrepierna prefiera guardar silencio y no comentarlo a la madre.

6.16.- Ahora, la fiscalía presenta a la señora Yaneth Eliana Velásquez Vargas,


psicóloga adscrita al CTI de la Fiscalía General de la Nación quien luego de
refrescar memoria reconoce entrevista forense realizada a la menor S Pardo
Herrera el 15 de septiembre de 2015, cuando tenía 4 años y con la finalidad de
indagar sobre condiciones de tiempo, modo y lugar sobre un presunto abuso sexual.

Sobre el comportamiento de la niña durante la entrevista dijo solicitó ir al baño, por


lo que la lleva con la madre, pero no va a orinar y cuando regresa le pide apagar la
cámara porque su mamá le dijo que le contara algo, momento en el cual refiere
eventos sucedidos con el papá, como que el papá le dio unos besos en su boca y
en su “cuca” (vagina), lo que sucedió en el jardín de la casa cuando sus abuelos
estaban viajando, pero con la mención de que su progenitora estaba con ella cuando
eso (sic) pasaba.

La fiscalía incorpora con el testimonio de la señora Velázquez la grabación de la


entrevista realizada a la niña y en la que inicialmente responde que los besos,
abracitos, y caricias que le dan sus abuelos, mamá y papá le gustan y niega la
existencia de muestras de afectos de este tipo que no le gusten o incomoden, así
mismo, niega que le haya pasado algo en su cuerpo o con él, que no le haya
gustado.

Más adelante y luego de salir porque aparentemente quería ir al baño, señala que
la mamá veía cuando el padre le daba aquellos besos en la boca y la “cuquita”, y le
decía al papá que no hiciera eso, siendo dos las veces que pasó delante de la
mamá; sin embargo, en otro momento responde que cuando el papá le hizo eso, su
mamá estaba de viaje con ella; que lo que estaba sucediendo se lo contó a la mamá.

En contrainterrogatorio señaló que, durante la diligencia no hizo presencia el


defensor de familia, que la entrevista tuvo que ser interrumpida por pedido de la niña
para ir al baño, sin embargo, dijo la testigo que cuando la entrega a la mamá para
atender tal necesidad, la niña dice no quiere ir por lo que regresa con la
entrevistadora al cabo de aproximadamente cinco minutos y le dice “es que mi
mamá me dijo que hablara contigo y que te lo dijera”. Manifestación contraria a la
señala por la señora María Margarita Herrera cuando en su testimonio dijo, que solo
habla con su hija para que se calmará y le recomienda contestar las preguntas, pues
véase como la niña, de inmediato regresa con la señora Velásquez no solo pide que
la cámara sea apagada, sino que casi murmurando al oído le refiere debe contarle
algo que su mamá le dijo le trasmitiera.

6.17.- A la luz de la jurisprudencia las declaraciones contenidas en las anamnesis o


en reporte médico y/o psicológicos y entrevistas forenses constituyen prueba de
referencia, de ahí que ese sea el valor suasorio que debe darle el Juzgado no solo
a lo dicho por la señor Yaneth Eliana Velásquez sino por las demás profesionales
que atendieron a S Pardo Herrera.

En la providencia CSJ SP791-2019, Rad. 47140, la Corte señala respecto de la


valoración de las anamnesis o declaraciones vertidas en reportes médicos o
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psicológicos que no corresponden a hechos percibidos directamente por el


profesional, por ello los relatos de la persona examinada no pueden integrarse a la
prueba pericial, razón por la cual estas versiones se han de llevar al juicio como
prueba de referencia, en caso de que la persona no pueda concurrir al juicio oral
(artículo 437 de la Ley 906 de 2004).

Así, en la SP del 26 de septiembre de 2018, Radicado 47789, que sintetizó lo


expresado, entre otras, en la SP del 11 de julio de 2018, Radicado 50637, es decir
que cuando el peritaje estaba compuesto, además de hechos que el perito percibe
directamente, por información fáctica suministrada por otros medios de prueba,
como declaraciones de testigos, es necesario incorporar dichas declaraciones
rendidas por fuera del juicio oral a la manera de prueba de referencia, si lo que se
pretende es utilizarlas como tal.

Esto señaló la Corte: “… Pero si la base fáctica estaba conformada en todo o en


parte por declaraciones rendidas por fuera del juicio oral, que informaban sobre la
ocurrencia de los hechos investigados, como acontecía con la anamnesis en las
pericias sexuales, psicológicas o psiquiátricas, y la parte pretendía utilizar su
contenido para probar los hechos jurídicamente relevantes, no bastaba el testimonio
del perito, sino que era necesario agotar los trámites legalmente previstos para la
incorporación de declaraciones rendidas por fuera del juicio oral, si lo buscado era
utilizarlas a título de prueba de referencia…”

Lo anterior, es importante por cuanto: “… (i) los relatos sobre los hechos
investigados, entregados por los menores de edad en las valoraciones de carácter
sexual, psicológico o psiquiátrico, tienen la condición de declaraciones rendidas por
fuera del juicio oral, y (ii)… si la parte pretende utilizar estos relatos para probar la
existencia del hecho investigado, debe sujetarse en su descubrimiento,
incorporación y valoración al trámite y reglas establecidas para la prueba de
referencia.”

Entonces, no se pueden incorporar las entrevistas (o versiones) rendidas por fuera


del juicio oral e integradas a la prueba pericial, y hacer de ellas la base sustancial
para contrastar la declaración que la menor rindió en el juicio.

Ahora, el artículo 420 del CPP indica que para la apreciación de la prueba pericial
se tendrá en cuenta la idoneidad técnico-científica y moral del perito, la claridad y
exactitud de sus respuestas, su comportamiento al responder, el grado de
aceptación de los principios científicos, técnicos o artísticos en que se apoya el
perito, los instrumentos utilizados y la consistencia del conjunto de respuestas.

Entonces, la incorporación a su testimonio de estas declaraciones recogidas por


fuera del juicio y que el perito tiene como elemento para elaborar su concepto, no
tiene trascendencia en el momento de valorar a pericia, sino de soportar la
existencia de los hechos, pues no puede tenerse como un elemento autónomo para
contrastar la declaración ofrecida en el juicio, porque se reitera son prueba de
referencia.

Entonces, si la victima menor concurre al juicio, las declaraciones anteriores, como


las entrevistas y las entregadas a los peritos, se pueden emplear, en los términos
del numeral 4 del artículo 403 de la Ley 906 de 2004, para impugnar la credibilidad
del testigo o refrescar memoria, y no como prueba de referencia. En tal sentido,
en la SP del 4 de diciembre de 2018, Rad. 51896, la Corte sintetizó la línea
jurisprudencial sobre el tema al puntualizar lo siguiente:

“(i) por regla general, solo pueden valorarse los testimonios practicados en el juicio
oral, a la luz de los principios de inmediación, concentración, contradicción y
confrontación, tal y como lo disponen, entre otros, los artículos 8 y 16 de la Ley 906
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de 2004; (ii) ese tipo de declaraciones pueden ser utilizadas para refrescar la
memoria de los testigos o impugnar su credibilidad, siempre y cuando se agoten los
respectivos procedimientos (CSJAP. 30 sep. 2015, Rad. 46153; CSJSP, 25 Ene.
2017, Rad. 44950; entre otras); (iii) cuando el testigo está disponible para declarar
en el juicio oral y se retracta o cambia su versión, la parte puede pedir la
incorporación de la declaración anterior para que sea valorada en su integridad por
el juez, siempre y cuando se agoten los procedimientos orientados a garantizar el
debido proceso (ídem); y (iv) tal y como se expresa en el referido fallo, en esos
eventos la parte debe suministrarle al juez los insumos suficientes para establecer
cuál de las dos versiones merece credibilidad, sin perjuicio de que ambas puedan
ser desestimadas.”

Incluso, así la menor concurra a juicio es dable la admisión de las declaraciones


previas como prueba de referencia, como bien lo ha aceptado la jurisprudencia de
la Sala, a condición de que sean en la oportunidad legal (audiencia preparatoria)
solicitadas y decretadas como tales, bajo la siguiente fundamentación:

(ii) Cuenta también con la opción de llevar la versión de la víctima al juicio como
prueba de referencia, incluso si aquélla es convocada como testigo al juicio”.

En la decisión CSJSP, 28 oct 2015, Rad. 44056 la Sala Penal de la Corte Superna
de Justicia analizó la posibilidad de incorporar declaraciones anteriores del menor,
a título de prueba de referencia, así la Fiscalía no haya hecho uso de la prueba
anticipada o de otras herramientas para evitar la doble victimización del menor y, en
consecuencia, haya optado por presentarlo como testigo en el juicio oral. La
incorporación de ese tipo de declaraciones es posible, así el testigo haya sido
presentado en juicio, toda vez que es necesario evitar en los casos de abusos
sexual que los niños sean nuevamente victimizados al ser interrogados varias veces
sobre los mismos hechos, y, principalmente, si son llevados como testigos al juicio
oral.

6.18.- Pero, además, el relato de S Pardo Herrera ante la investigadora del CTI deja
mucho que decir. En primer lugar, porque después de varios minutos de entrevista
y pese a la insistencia de la señora Velásquez por obtener información de tiempo,
modo y lugar sobre los presuntos abusos sufridos por la niña, no logra hacerlo, pero,
curiosamente luego de salir al encuentro con su señora madre, con la excusa de
querer ir al baño, le dice a la psicóloga que debe contar algo que su progenitora le
dijo, pero, además, le pide apague la cámara. Este comportamiento no lo ve el
Juzgado como lo hacen las agentes del ministerio público en la necesidad de la niña
de buscar aliento en una persona de confianza y al encontrarlo en la señora María
Margarita es que regresa provista de valor para contar lo que aparentemente le
había pasado con su padre. Si tan solo de recibir esas palabras de ánimo en su
señora madre se trataba no hubiese utilizado la excusa de querer ir al baño para
hablar con ella, y menos, al regresar cinco minutos después al lugar de la entrevista
lo primero que pide sea que la cámara fuera apagada.

Pero, más allá de estas apreciaciones que bien pueden señalar las delegadas del
ministerio público son subjetivas, lo cierto es que el relato de S Pardo brindado ante
la entrevistadora forense tiene bastante de fantasioso, propio pueden también decir,
de una niña de tan corta edad. Sin embargo, véase como la menor señala que su
mamá observa varias de las ocasiones en las cuales su padre le da besos en la
boca y en la cuca, situación que evidentemente no es cierta.

Ahora, si la fiscalía pretendía que la entrevista recibida por la investigadora del CTI
sea usada como prueba de referencia, lo cierto es que en momento alguno lo solicita
así en la audiencia preparatoria y mucho menos en desarrollo del juicio oral. Así
mismo, tampoco usa la declaración previa con S Pardo Herrera para refrescar su

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memoria y lograr un relato más detallado, esto por cuanto la niña fue clara en decir
no recordar detalles de los hechos por los cuales le interrogaba la fiscalía.

Entonces, ante las falencias en las que incurra la fiscalía no pueden pretender las
delegadas del ministerio público, como se concluye lo pretenden con sus
alegaciones finales que el Despacho valore la entrevista rendida por S Pardo
Herrera y a partir de ella, tenga como probados los hechos materia de acusación.
Pero, si en gracia de discusión se admite esa posibilidad, lo dicho en esa ocasión
no tiene la entidad suficiente para acreditar en grado de certeza la existencia del
delito.

6.19.- También compareció al juicio oral y público la doctora Angela Patricia Murcia
Ballesteros médico psiquiatra y perito forense del INML y CF y quien realiza
valoración psiquiátrica forense a la presunta víctima. Atendiendo lo referido en
antelación sobre el valor que tienen las declaraciones previas contenida en esta
clase de estudios, el punto válido son las conclusiones realizadas por la perito y
frente a eso dice la señora Murcia Ballesteros que el estudio realizada por la señora
Graciela Galán Picón carece de profundidad por limitarse a una única sesión,
situación que impide analizar a profundidad cada prueba aplicada, y por realizar
afirmaciones que no da cuenta, cuestionando la objetividad del concepto.

Añade, así mismo, que pese a que la niña reconoce las partes íntimas del cuerpo
en ocasiones al referirse a la vagina señala el ombligo e indica esa parte del cuerpo
-el ombligo- cuando se le pregunta por aquella donde tiene lugar los tocamientos,
diciendo, además, que le gusta mucho porque son graciosos.

También, refiere la psiquiatra del INML y CF que la revelación de S Pardo Herrera


sobre los supuestos incidentes no surge espontáneamente, sino que tras la consulta
particular a una psicóloga al referir la madre cambios comportamentales y
emocionales en el año 2015 luego de las visitas con el padre, niega en la niña
conductas sexualizadas que sugirieran sospecha de abuso sexual.

Sin embargo, agrega que, en el expediente se registra que hacia el año 2014 la
madre de S Pardo Herrera informó al progenitor la conducta desarrollada por la niña
de intentar besar con lengua a otra; evento que llama la atención de la profesional
por cuanto no fue consultada en servicio de psicología.

Agregó, que la evaluada develó apego y vinculación afectiva hacia los dos padres,
sin identificar elementos de conflicto o animadversión hacia el padre. Mientras que,
sobre la figura materna, dice la profesional, muestra marcada tensión e inquietud
ante el acompañamiento de aquella, y que la ansiedad disminuye al soparse,
denominando la testigo como un “vínculo amalgamado”. Entonces, la afirmación
realizada por la señora Murcia Ballesteros entrega una respuesta contraria a la que
analizan las delegadas del ministerio público, cuando dicen que, la niña sale del
lugar de la entrevista con la investigadora del CTI porque requería escuchar una voz
de aliento o ver un rostro que le brindará confianza para de esa manera responder
las preguntas que una desconocida insistentemente le realizaba sobre besos,
caricias o tocamientos que no fueran de su agrado. Véase como la señora Murcia
Ballesteros señala que la tensión de la niña disminuye cuando se aleja de la señora
madre.

La profesional en psiquiatría del INML y CF señala que en la entrevista desarrollada


por la niña ante la policía judicial observa una marcada resistencia para relatar los
presuntos hechos, y que la revelación solo ocurre después de salir para ir al baño.
Dice que el relato de la menor es incoherente, inverosímil cuando asegura por
ejemplo que, la madre se encontraba presente durante los incidentes de abuso o la
negativa del padre para cesar esa conducta a pesar de la advertencia materna.

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Señala, que desde la perspectiva forense no es preciso caracterizar el relato de S


Pardo Herrera en una dinámica de abuso sexual, así como tampoco establecer
fundadamente que los hechos narrados por aquella correspondan a un fenómeno
de esa naturaleza. En cambio, si encuentra que la niña atraviesa una situación de
estrés intenso, con fuente en el conflicto interparietal.

En contrainterrogatorio señala que la niña no muestra rechazo hacía el padre, y que


su relato no tiene características de abuso sexual.

6.20.- El testimonio de la señora Murcia Ballesteros fue presentando al juicio oral


por la fiscalía en calidad de perito forense, pero sin entender el Juzgado cual fue la
finalidad en tanto el aporte que realiza es contrario a la teoría del caso presentada
en la acusación, tal vez de ahí surge la petición de absolución que en las
alegaciones finales realiza. Véase como la profesional del INML y CF señala que el
testimonio de S Pardo Herrera ante ella y la profesional forense del CTI es poco
creíble atendiendo los detalles que suministra como que su madre estuvo presente
cuando los abusos ocurrían.

6.21.- Sin embargo, la fiscalía presenta al doctor Luis Alberto Ramírez Ortegón,
médico psiquiatra de niños y adolescentes, como testigo de contradicción respecto
del dictamen rendido por la señora Murcia Ballesteros, por lo que su testimonio
cumple con tres ejes temáticos, (i) la condición actual de la niña a partir de la
información que reposa en todo el proceso (sic), (ii) lo que realizó con la mamá como
persona idónea “en unas circunstancias tan particulares descritas a lo largo del
proceso”, y (iii) documenta lo hallado y descrito por el INML y CF, sin explicarse por
qué la niña fue valorada en presencia de la madre en tanto genera un sesgo en la
información suministrada.

Para finalmente concluir en su dictamen que (i) la niña en el momento de la


valoración funcionaba en riesgo de ansiedad por un estrés pos-trauma (ii) la madre
hasta el momento de la valoración tiene condiciones y cualidades para que siga
cuidando a su hija, y (iii) considera importante valorar al padre de la menor.

Sin embargo, en contrainterrogatorio responde que no evalúa a la menor o al padre


y para la defensa concretamente da lectura a un aparte del consentimiento
informado suscrito para la evaluación ante el INML y CF, en el cual señala que la
entrevista se hace a solas.

6.22.- El testimonio del doctor Ramírez Ortegón no suministra mayores elementos


de juicio para acreditar la existencia del delito, tan solo que la menor estaba pasando
para la época en la cual fue valorada por medicina legal por un episodio de estrés y
que la señora Herrera Mercado puede criar a su hija, así mismo, el profesional traído
por la fiscalía dijo en su testimonio importante valorar al padre de S Pardo Herrera,
apreciación que la fiscalía no acoge.

6.23.- Sin embargo, la fiscalía al parecer no contenta con lo dicho por el doctor
Ramírez Ortegón trae al juicio oral a la señora María Paola Franchesqui Suescún,
quien dijo ser psicóloga, pero no tener tarjeta profesional para el ejercicio de la
profesión para la época en la que valora a la hija del acusado Pardo Cuellar. No
obstante, la fiscalía la presenta con la finalidad de contradecir el informe realizado
por la médico y psicóloga del INML y CF.

Lo primero que debe indicar el Juzgado es que la testigo no presentó documento


que la acredite como profesional en psicología, carga que le corresponde a la
fiscalía al iniciar el interrogatorio con el fin de suplir el conocimiento sobre las
calidades, cualidades y/o profesión de quien comparece al juicio oral. Esto, además,
porque la 1090 de 2006, en su artículo 6° dispone que “para ejercer la profesión de
psicólogo se requiere acreditar su formación académica e idoneidad profesional,
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mediante la presentación del título respectivo, el cumplimiento de las demás


disposiciones de ley y obtenido la Tarjeta profesional expedida por el Colegio
Colombiano de Psicólogos”.

Entonces, la falta de acreditación como psicóloga por parte de la fiscalía en la


señora Franchesqui Suescún al no exhibir su diploma o tarjeta profesional impide
determinar la idoneidad para testificar en tal sentido y menos como perito, véase
como el artículo 420 del CPP, exige al juez de conocimiento realizar la apreciación
de la prueba pericial a partir de la idoneidad técnico científica y moral del perito,
requisito que no fue cumplido por quien tenía la responsabilidad de hacerlo, pero,
además, el funcionario judicial debe evaluar la claridad y exactitud de las
respuestas, el comportamiento al responder, el grado de aceptación de los
principios científicos, técnicos o artísticos en que se apoya el perito, los instrumentos
utilizados y la consistencia del conjunto de respuestas, aspectos frente a los cuales
tiene reparo el Estrado.

6.24.- Pero, si en gracia se discusión, se admite a la señora María Paola


Franchesqui Suescún como psicóloga perito de la fiscalía, compareció al juicio a
decir que en la valoración psicológica y psiquiátrica realizada a S Pardo Herrera no
evidenció el uso del protocolo para violencia sexual, sin embargo, considera alta la
probabilidad de que la menor haya sido agredida sexualmente por el padre, porque
considera existe suficiente información en tal sentido. Entonces, la psicóloga crítica
la forma como se realiza el estudio por las funcionarias de medicina legal, pero, le
da valor a la información, obtenida sin los cuidados requeridos, para concluir que la
niña fue víctima de abuso sexual y que el responsable es el padre. También, admitió
que no valora a la niña ni al padre y que la información a través de la cual concluye
la existencia del hecho es la entrega por la señora Herrera Mercado.

Entonces, a más del ataque que realiza al trabajo cumplido por las profesionales de
medicina legal no aporta más información relevante la pretendida perito de la
fiscalía.

6.25.- De ahí que, la fiscalía presente como testigo a la señora Andrea Guerrero
Zapata, psicóloga e integrante de la lista de peritos del Colegio Colombiano de
Psicólogos y quien, rinde concepto técnico de análisis documental conforme a
revisión metodológica de informes realizados por funcionarias del INML y CF, el
concepto rendido por la psicóloga Galán Picón, la entrevistadora forense del CTI de
la FGN y los informes rendidos por la psicóloga María Paola Franceschi Suescún.

Del estudio realizado por la señora Graciela Galán Picón y a partir del cual la fiscalía
soporta los hechos de la acusación, dijo la señora Guerrero Zapata que en su
estructura es incompleto porque no realiza contraste alguno con otros medios de
prueba, y hace referencia a la no presentación de las pruebas que dice aplica con
la niña. Agrega que, un concepto clínico como el realizado por la psicóloga
consultada por la señora Herrera Mercado ante los cambios de comportamiento de
su hija, busca mejorar al paciente a partir de un tratamiento terapéutico, escenario
en el cual no se duda de lo que dice quien consulta por lo que no se analiza la
credibilidad del testimonio, en tanto lo que interesa es hacer un plan de tratamiento
de bienestar mental.

Anota la señora Guerrero Zapata que, cuando la niña fue valorada clínicamente por
la doctora Galán Picón tenía 3 años 10 meses, edad en la cual según las
investigaciones los niños pueden tener lenguaje, pero no memoria completa de los
episodios de su vida, por cuanto la memoria episódica, es decir, aquella donde se
guarda lo que ocurre, inicia su consolidación, lo que dijo, significa que muchos niños
cognitivamente hablando no tienen representación simbólica. Así como, que los
niños a tal edad -con dificultad- pueden representarse en otro objeto.

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Sobre la técnica utilizada por la señora Galán Picón, -como la del juego-, actividad
a partir de la cual dijo aquella profesional concluye un presunto abuso en su
paciente, pueden ser sugestivas, y explica la señora Guerrero Zapata que, el niño
cuando juega fantasea, y al hacerlo, puede dar información verbal que no
corresponda a la realidad, agrega que, tales técnicas lo que hacen es incitar no
necesariamente recuerdos reales que tenga un niño, sino la fantasía.

Señala la testigo perito que, la psicóloga Galán Picón consigna en su informe que,
la niña revela un presunto abuso sexual a través de técnicas como el juego, los
muñecos, las láminas, las que no fueron planeadas, sino que se dan durante el
proceso de valoración. Sin embargo, véase, como el punto de partida de la fiscalía
para considerar la existencia de unos hechos queda menguado a través de la propia
prueba de cargo que presenta, en tanto, la señora Guerrero Zapata no solo reprocha
las técnicas usadas por su homóloga, principalmente la del juego, al decir, que
generalmente a través de su uso los niños acuden a la fantasía y puede contar
cosas que no ocurren en la realidad, pero, además, señala que los niños de la edad
de S Pardo Herrera para la época en la cual fue valorada clínicamente por la señora
Galán Picón no tiene memoria episódica.

6.26.- Ahora, la señora Guerrero Zapata también hace referencia a la entrevista


forense realizada por la profesional del CTI de la FGN, en la cual admite, que, al
finalizar, la niña verbaliza conductas sexuales. Admite, que S Pardo Herrera tiene
dificultades muy propias de su edad para ubicarse y ser lógica en espacio y en
tiempo.

Aunque la perito reconoce que la niña revela hechos de abuso sexual, también, dice
que, los niños entre 3 a 5 años pueden ser inconsistentes cuando son entrevistados
por presuntos tocamientos de índole sexual, sin embargo, añade, se espera
consistencia y permanencia en su relato en aspectos centrales y que algunos de los
detalles periféricos puedan desaparecer.

Añade que, cuando un menor de 3 años es entrevistado por un extraño, como lo era
la señora Yaneth Eliana Velázquez para S Pardo Herrera, pueda fantasear si se le
realizan preguntas sugestivas, las que evidentemente se observan en curso de la
entrevista forense llevada a cabo por la investigadora. Así mismo, dijo que, el relato
de un niño entre los tres y cinco años poca información, pocos detalles puede
entregar, pero, que en esa mínima información se espera consistencia. Y añade
que, a la edad de la hija del acusado no es posible realizar estudio de credibilidad y
de que aquella haga diferencia entre mentira y verdad.

Sobre la entrevista forense en sí, dijo que, observó dificultades y errores técnico-
científicos, incorrecto empleo del protocolo SATAC, preguntas sugestivas y
reiterativas, las que califica de inadecuadas en el contexto de entrevista forense al
poder generar falsos reportes, y de ahí, una falsa memoria que continua en el
tiempo. A lo anterior sumado que, manera reiterativa -4 o 5 veces- la investigadora
le pregunte a la niña y de varias maneras si ha sido tocada de alguna manera
inadecuada por alguien, interrogantes a los que dice la perito, la niña responde que
no, también en forma enfática.

A la perito de la fiscalía, al igual que al despacho, le llamó la atención el hecho de


que, cuando la niña pide salir al baño y se encuentra con la madre, al regresar hace
un relato de abuso, desconociendo los factores que la llevaron a ese cambio por
cuanto en varias ocasiones dijo no haber sido tocada, pero, luego dice que sí, y
considera que el hecho de tener contacto con la madre pudo generar algún tipo de
presión sobre ella.

Aquí, vale recordar, que contrario a lo que las delegadas del ministerio público
concluyen, la profesional en psicología no ve que el encuentro de S Pardo Herrera
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con la señora Herrera Mercado le haya dado confianza o fortaleza, la que le hizo
falta por varios minutos con la entrevistadora para realizar una revelación de abuso,
sino por el contrario considera que pudo existir algún tipo de presión por parte de la
progenitora. Luego, con esta afirmación de la mismo testigo de la fiscalía mal haría
el Juzgado en concluir probada la existencia del delito cuando el relato de la
presunta víctima en audiencia fue tan pobre y lo que pretendió el ente acusador,
fuera prueba de corroboración periférica, no cumplió tal función.

La señora Guerrero Zapata calificó como excesivo los 50 minutos destinados para
la entrevista, pues dijo que, el protocolo SATAC establece tiempos de atención en
el niño, por lo que uno entre 3 a 4 años puede mantener más o menos de 15 minutos
de atención focalizada sobre una misma tarea, agrega que, cuando se les insiste
sobre una misma tarea pueden presentar cansancio o aburrimiento, siendo probable
que entreguen información que “incluso satisface la intención de un entrevistador”,
pero, a través de la fantasía.

Los reproches realizadas por la testigo perito de la fiscalía a la entrevista forense


realiza por la señor Yaneth Eliana Velásquez, así como, que aquella información
corresponde a prueba de referencia, la que no fue pedida como tal por la fiscalía,
impiden tener como demostrado el hecho.

6.27.- Ahora, la señora Guerrero Zapata también hizo referencia a los informes
rendidos por las profesionales en psicología y psiquiatría del INML y CF, a los cuales
con el testimonio del doctor Luis Alberto Ramírez Ortegón la fiscalía hizo una
primera crítica. La perito dijo que, aquellas profesionales usan el protocolo de
evaluación del año 2009 y que pese, a presentar falencias metodológicas cumple
con las recomendaciones del instituto de medicina legal.

Se resalta de lo dicho por la perito Guerrero Zapata sobre la pericia rendida por
medicina legal el no encontrar soporte científico para dar un diagnóstico de trastorno
de ansiedad o estrés post traumático en la examinada S Pardo Herrera, más cuando
la psicóloga clínica de la niña dijo no hallar síntoma alguno asociado a trastorno.

Entonces, puede el Juzgado concluir que la pericia rendida por la señora Angela
Patricia Murcia Ballesteros cumplió con los protocolos previstos en el INML y CF,
tal como lo admite la señora Guerrero Zapata y que, más allá de reprochar el
diagnóstico de trastorno de ansiedad, nada dijo, frente a las inconsistencia en el
relato y a la aparente presión ejercida por la madre de la niña, como lo advirtió la
profesional de medicina legal.

6.28.- La testigo hizo referencia también a lo dicho por la señora María Paula
Franceschi Suescún e indica presente errores técnicos y metodológicos que
invalidan las conclusiones, que se pronuncia sobre aspectos de credibilidad de la
niña sin empleo de técnicas, ni contar con toda la información, pues no la evalúo, ni
entrevistó, agrega que, desborda la actuación de un perito cuando emite concepto
de responsabilidad del señor Pardo Cuellar.

Similares reparto hizo al dictamen rendido por el doctor Luis Alberto Ramírez
Ortegón.

6.29.- Ahora, la defensa presenta como primer testigo de descargo a la señora


Alejandra Robledo Pardo, prima hermana de Diego Pardo Cuellar, con quien
compartió apartamento junto con la señora María Margarita Herrera Mercado.

Explica que, para marzo-abril de 2013 hasta junio/julio de 2015, convive con Diego
Pardo Cuellar cuando se separó de su esposa y lo acompañaba a recoger a S Pardo
Herrera y estaba presente durante las visitas, así como los abuelos paternos, la

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hermana pequeña de su primo y otras personas porque la finalidad era integrar a la


niña a la familia paterna, sin observar rechazo de la niña hacia el padre.

Dice que, su apartamento se ubicaba en un quinto piso y no tiene jardín, esto tal
vez lo trajo la defensa para desmentir el hecho plasmado por la fiscalía en la
acusación cuando dijo que la niña refirió que los actos lascivos ocurren en el jardín,
pero, haciendo referencia al hogar paterno del acusado. Sin embargo, como se pudo
escuchar S Pardo Herrera en su intervención en el juicio oral no mencionó lugar
específico donde su padre le besó la cuca, único acto reprochable revelado por
aquella.

6.30.- También declaró el ciudadano Diego Roberto Pardo Koppell, padre del
acusado y quien dio cuenta de la buena relación existente entre su hijo y Margarita
Herrera Mercado, la cual, dijo, cambió drásticamente después del nacimiento de su
nieta por discusiones sobre su tenencia y disfrute. Añade, que ha sido muy poco el
tiempo que la familia paterna ha visto a S Pardo Herrera, lo mismo que su hijo
porque la madre de la niña anteponía la falta de vivienda de aquel para tener los
encuentros con su hija.

Explica que, cuando Diego Pardo Cuellar podía visitar a su hija la llevaba al
apartamento de la prima Alejandra Robledo Pardo, dado que vivió ahí un tiempo, o
al apartamento de sus abuelos paternos donde compartían juegos con su nieta, la
que dice adoraba a su padre.

6.31.- Otra testigo de descargo fue la señora Beatriz de la Torre, prima del
acusado, quien dijo que la relación matrimonial de Diego Pardo Cuellar y Margarita
Herrera Mercado era compleja, conflictiva, al punto de que su primo tiene que
alejarse de su familia y que los problemas se incrementaron con el nacimiento de la
hija. Añade que, conoce del acuerdo de visitas el que difícilmente se cumplió,
porque cuando el padre la iba a recoger a su hija no estaba lista, o estaba enferma,
o algún inconveniente se presentaba. Más cuando la visita se dada, la hija de su
primo se reunía con una prima de similar edad.

6.32.- Los testigos de descargo presentan al juicio información sobre la forma cómo
se realizaban las visitas por parte de Diego Pardo Cuellar a su hija, las cuales dijo
la señora Robledo Pardo presenció en su totalidad, tal como lo admite el abuelo
paterno de S Pardo Herrera, así mismo, los dos familiares de la niña señalan que
se hicieron en presencia de otros familiares, siendo aquella quien dirigía las
actividades o juegos.

Ahora, la fiscalía en uno de los hechos de la acusación dijo que, los tocamientos
que Diego Pardo Cuellar realiza en el cuerpo de su hija ocurren en el jardín de la
casa paterna, sin embargo, la niña no hizo referencia a dicho sitio como lugar de
ocurrencia de los sucesos y la defensa descarta su ocurrencia al indicar que las
visitas entre padre e hija no se realizan a solas, sino en presencia de sus abuelos
paternos y otros familiares.

Pero, adicionalmente, la defensa con el investigador Holman Leonardo Vargas


Roa incorpora el informe número 3 con fijación fotográfica del inmueble del señor
Diego Pardo Koppel, padre de Diego Pardo Cuellar, ubicado en la calle 74 N° 1-85,
apto 302 de Bogotá y del inmueble de la señora Alejandra Robledo, -prima del
acusado- de la carrera 5 N° 75-45 apto 503 de esta ciudad, fotos según las cuales
ninguno de los inmuebles tiene jardín.

6.33.- Además, se hizo presente en el juicio oral en calidad de testigo de la defensa,


la señora Marcela Cristina Rueda, directora del preescolar en el Colegio Anglo
Colombiano donde la menor en el año 2015, mes de agosto, inicia estudios de
prekínder y kínder.
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La testigo dijo que, la niña comento con sus amigas de colegio que sus padres eran
malos y se robaban a los niños, que conoce por los profesores de S Pardo Herrera
que la relación entre la progenitora, abuela y tía paterna era tensionante, cosa que
concluye de los observado en las presentaciones artísticas que se realizaban en el
colegio. Dice que, no conoce comentarios de que la niña realizara tocamientos hacia
sus compañeros, ni hacia su propio cuerpo, ni de conductas sexuales no acordes a
su edad.

6.34.- Comparece el psicólogo Roberto Sicar León en calidad de perito de la


defensa para emitir concepto técnico sobre la entrevista tomada a la menor S Pardo
Herrera por la psicóloga del CTI, Yaneth Eliana Velásquez y cuestiona que dicha
profesional se haya presentado como psicóloga si iba a cumplir como investigadora.

El testimonio del señor Sicar León se desenvuelve con la proyección del video de la
entrevista tomada a la niña y entre muchas otras conclusiones dice que “existen
elementos que permiten observar que se inoculó estilos de respuestas, se
generaron preguntas sugestivas, y se introdujo información que la niña no sabía,
por lo que podemos afirmar que se contaminó la prueba testimonial y afectó la
cadena de custodia de la entrevista judicial “forense”.”

6.35.- El ciudadano José Gregorio Mesa Azuero, médico cirujano y psiquiatra


actúa como perito de la defensa sobre el estado mental del señor Diego Pardo
Cuellar, confrontando los hechos de la acusación con la exploración familiar y social,
concluyen que no halló elemento alguno que le permita pensar que el examinado
tiene un trastorno de la personalidad.

Sobre la relaciones de pareja entre el señor Diego Pardo Cuellar y la señora


Margarita Herrera Mercado dijo tuvo varias etapas, noviazgo y matrimonio a partir
del cual se inician problemas marcados por una relación excluyente entre Margarita
y la mamá (sic), lo que dificultaba el vínculo de pareja. Sobre el nacimiento de S
Pardo Herrera dijo, marca una actitud de exclusión por parte de Margarita hacia
Diego y la familia de éste, respecto de la posibilidad de disponer de la pequeña hija,
hasta ser el padre marginado del vínculo con ella, y el contacto entre padre e hija
debía ser vigilado por la nana, situación que los lleva a plantear la separación, la
que finalmente se produce cuando niña tenía un año y medio de edad.

Sobre la alienación parental dijo, es una patología que afecta a personas que
tienen proceso de ruptura, donde el padre alineador construye entre el hijo que tiene
a su cargo y el padre complementario, una serie de obstáculos que truncan el
proceso de relación entre padre alineado y el hijo, generando acusaciones falsas,
apareciendo en la última escala señalamientos sexuales. Alienación que, incluye
afectación de la estructura psicológica del menor, implantándole una información
que se conoce como recuerdos implantados que empiezan a desfigurar la figura
(sic) del padre o madre alienada, minimizándola e introduciendo fenómenos de
interpretación.

Considera que en el caso particular concurren los fenómenos antes anotados,


porque al ver la fuente u origen de la denuncia, con la historia de separación y de
obstaculización (sic), aquella aparece cuando al acusado le otorgan la posibilidad
de compartir con su hija durante varios días o los fines de semana, momento en los
que aparecen los señalamientos.

Agrega que, una vez que un menor vive un proceso de alienación parental y 4 o 5
años después de ocurridos los presuntos hechos, lo que puede esperarse de su
versión, depende de la fecha o momento de lo ocurrido, siendo lo más probable que
la imagen, fantasías o recuerdo que tenga sean “recuerdos implantados”. Acude a
decir que, los recuerdos de la infancia hasta los primeros 3 o 4 años, no son más
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que elaboraciones gestadas a partir de relatos familiares, soliendo ser recuerdos


adornados e incluso falsos.

Sobre la memoria episódica dijo que se evoca entre los 3 a 4 años, siendo recuerdos
muy sueltos y marcados por algunos tipo de experiencias, así como del riesgo de la
inducción en el recuerdo, y la amnesia infantil. Explicó ésta última como un periodo
de la vida en que las vivencias, relaciones y sus elementos no son recordados
adecuadamente.

Sobre la capacidad de memorizar en un niño menor de 3 años, dijo que


generalmente obedece a elementos muy cortos y sin conectividad entre ellos;
mientras que la fiabilidad de los recuerdos de eventos entre 2 a 3 años, puede ser
del 1% de recordar adecuadamente.

6.35.- Finalmente, testifica el señor Holman Leonardo Vargas Roa, investigador


criminalístico, adscrito al Consejo Superior de la Judicatura como auxiliar de la
justicia, con quien la defensa incorpora varios informes, pero que los relevantes para
el caso, corresponden a:

Informe N° 1:

- Los derechos de petición elevados al ICBF y su respuesta del 23 abril de 2018,


con el que solicita información sobre si la señora María Paola Franchesqui tiene
licencia para cuidado de menores de edad y si la fundación Asociación Hogar
Niños por un Nuevo Planeta tiene licencia de funcionamiento, con respuesta
negativa para los dos interrogantes.

- Derecho de petición elevado a la Alcaldía municipal de Sopo y Comisaría de


familia del mismo municipio, para obtener información sobre el cierre del
establecimiento Asociación Hogar Niños por un Mejor Planeta, respuesta en la
cual le dicen que los menores compartían camas con adultos sin parentesco,
había hacinamiento, mal olor, alimentos en descomposición. Aporta nota
periodista de la W-radio y El Tiempo sobre cierre de la citada fundación.

- Petición sobre el procedimiento de cierre de la Fundación, arrojó proceso


administrativo sancionatorio.

- Petición ante la Oficina de Asignaciones de la Fiscalía General de la Nación para


conocer denuncias en contra de la señora María Paola Franchesqui Suescún,
con reporte de dos denuncias: una por omisión de agente retenedor y otra por
injuria, calumnia, falsedad ideológica en documento privado formulada por el
señor Daniel Elías Aljure Echeverry, porque un concepto que rindió dijo que
aquel ciudadano cumple con perfil de agresor sexual, más nunca ella lo
entrevista.

- Información del Colegio Colombiano de Psicólogos según la cual contra la


señora Franchesqui Suescún se dispuso compulsa de copias para investigar
presunto ejercicio ilegal de la profesión.

Informe N° 7 a través del cual se hace conocer la queja disciplinaria que el señor
Diego Pardo Cuellar interpone ante el Tribunal deontológico, bioético de psicología
del Colegio Colombiano de Psicólogos en contra de la señora María Paola
Franchesqui Suescún. Así como, la queja en contra de la señora Graciela Galán
Picón, en la cual el 30 de agosto de 2017, se emite pliego de cargos.

Informe N° 8 sobre las copias digitales de las audiencias celebradas en el Juzgado


9 de Familia de Bogotá en proceso de privación de patria potestad, entregadas por
el señor Daniel Elías Aljure, quien se considera víctima de un concepto emitido por
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parte de la señora María Paola Franchesqui Suescún, donde actúa como psicóloga
experta.

Aquí, se hace presentación de un video de audiencia, para ubicar el minuto donde


hace intervención la señora María Paola Franchesqui Suescún, en el informe
emitido del Juzgado 9° de Familia de Bogotá, en contra del señor Daniel Elías Aljure
Echeverry y en el minuto 14:04- se escucha que “…en una de las respuestas que
usted me dio me dijo un presunto abuso sexual del señor Daniel Aljure; sin embargo
la conclusión suya fue clara en señalar que la niña fue víctima de abuso sexual por
parte de su padre, señor Elías Aljure Echeverry, que cambia ahora con lo que me
está diciendo de un presunto cuando las manifestaciones suyas en el escrito lo
señalan a él como el ocasionante de estos hechos…”. Otra voz responde que, “…yo
creo que en la experiencia ganada en estos 8 años he aprendido a ser mucho más
juiciosa con las palabras, y entiendo la gravedad de sindicar, porque yo no soy la
persona adecuada para sindicar, entonces por eso hablo de un presunto…”.

Al minuto 14.05.35- se escucha “ en cuanto a lo que señala usted, su experiencia


como psicóloga y teniendo en cuenta el informe que usted en su momento señaló,
aquí usted dice que, el señor Aljure tiene conductas típicas (inaudible) de actuación
sexual desordenada con parafilia sexuales propias de los pedófilos, es necesario o
no valorar la persona a la que uno le está endilgando esas conductas pedófilas para
establecer si lo es o no lo es, o sencillamente con la información que recibió de la
esposa o la que era la esposa se puede llegar a esa conclusión”. Se responde: “…no
se puede llegar a esa conclusión habría que hacerle una evaluación juiciosa por
parte de medicina legal…”, se le vuelve a interrogar “¿entonces por qué razón se
señaló que tenía conductas propias de los pedófilos…?

Igualmente, se señala por el testigo, sobre consideración que toma la señora juez 9
de familia frente al informe “el informe psicológico y el testimonio rendido por María
Paola Franchesqui, directora de la Fundación Niños por un nuevo planeta, sobre la
evaluación realizada a la hija mayor de la pareja el día 28 de octubre de 2009, no
resulta ser prueba idónea para demostrar los hechos endilgados en esta demanda.
El documento obrante en el expediente presenta una serie de acusaciones
infundadas que no permiten la extracción del material probatorio que indique abuso
sexual, y mucho menos por parte de padre de la menor…”.

6.36.- Así las cosas, de acuerdo con el artículo 381 del CPP concluye el Juzgado
que la fiscalía NO demostró más allá de toda duda la existencia del delito, de ahí la
decisión de absolución por duda. La mencionada norma señala que para “condenar
se requiere el conocimiento más allá de toda duda, acerca del delito y de la
responsabilidad penal del acusado, fundado en las pruebas debatidas en el juicio”,
fijando una tarifa probatoria negativa al decir que la sentencia condenatoria no
podrá fundamentarse exclusivamente en pruebas de referencia, la que parece
consideran las delegadas del ministerio público debe ser la base de la decisión de
condena reclamada en las alegaciones finales.

Ese conocimiento debe fundarse según el artículo 382 del CPP, en la prueba
testimonial, la prueba pericial, la prueba documental, la prueba de inspección, los
elementos materiales probatorios, evidencia física, o cualquier otro medio técnico o
científico, que no viole el ordenamiento jurídico. Tomando gran importancia en este
caso la prueba testimonial rendida por la menor presunta víctima y la pericial a
través de la cual la fiscalía, inicialmente, pretendió fundar la acusación.

En el campo penal los hechos se identifican con la conducta humana, la cual en ese
escenario es objeto de juicios de valor y reproche, es por ello por lo que el legislador
exige su concreción en las diferentes fases de la actuación punitiva, pero,
principalmente en la imputación de cargos. De esa obligación en cabeza de la
fiscalía dan cuenta el contenido de los artículo 288 numeral 2 y 337 numeral 2 del
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CPP, al demandar que inclusive, desde la audiencia de formulación de imputación,


siguiendo con el escrito de acusación y su formulación oral, este precedida de una
“relación clara y sucinta de los hechos jurídicamente relevantes”.

Entonces, la fijación de los hechos objeto de investigación y su inmutabilidad se


erigen como garantía para el procesado, porque pude conocer lo reprochado y de
esa forma ejercer el derecho de defensa, pero, así mismo, limita la actuación del
funcionario judicial a quien le está vedado ir más allá de las fronteras de la acusación
tal como lo corrobora el artículo 448 ídem.

De hecho, la acusación entraña los denominados hechos jurídicamente


relevantes, comprensivos estos de una narración clara de circunstancias sobre qué
fue lo que pasó, cómo paso, dónde paso, cuando pasó y quién es el responsable,
esto en garantía de una adecuada defensa material y técnica. Entonces, se
establece la obligación de verificar la “relevancia jurídico penal de los hechos”, por
lo que advierte la Corte Suprema de Justicia que tales hechos son aquellos que
encajan o pueden ser subsumidos en las respectivas normas penales. Frente al
tema señala la Corte que 6:

“Debe reiterarse que la premisa fáctica de la imputación abarca todos los hechos,
bien los atinentes al tipo básico, ora los que corresponden a las circunstancias
genéricas y en general a los demás elementos estructurales de la conducta punible.
La calificación jurídica corresponde a la selección de las normas en las que dichos
hechos pueden ser subsumidos”.

Entonces, conforme a la acusación realizada por la fiscalía los hechos


jurídicamente relevantes, como se dijo antes, frente al comportamiento delictivo
reprochado en forma concreta dijo que correspondían a besos con lengua en la
boca, en la vagina, tocamientos en este último órgano con la mano y el pene,
realizados a la menor S Pardo Herrara por su padre.

Temporalmente los hechos fueron ubicados entre los meses de septiembre de 2014
hasta marzo de 2015; y como escenario el jardín de la casa paterna del acusado (i),
y un centro Comercial (sic) de la ciudad capital (ii).

No cabe duda de que los manoseos referidos por la fiscalía a un menor de 14 años
constituyen un comportamiento tipificado como actos sexuales que van en contra
del bien jurídico de la libertad, integridad y formación sexual. Entonces, corresponde
tal como se dijo antes, verificar la prueba de cargo.

El primer escenario donde tienen ocurrencia los presuntos actos lascivos dijo la
fiscalía en la acusación, es el jardín de la casa paterna del acusado, inmueble al
cual era llevada S Pardo Herrera por su padre cuando le correspondía el turno de
compartir con ella, luego de la separación de sus padres. Sin embargo, dentro del
debate probatorio aparece que Diego Pardo Cuellar vivió durante un tiempo en el
apartamento de su prima Alejandra Robledo Pardo, lugar donde la menor estuvo
con su progenitor, siempre con la compañía de la prima de aquel. Pero, además,
fue probado que la casa del señor Pardo Koppel padre del acusado, no tiene jardín,
tal como lo demuestran las fotos que incorpora la defensa con el testimonio del
investigador y que cuando la niña fue llevada a ese lugar permanecía en compañía
de varios familiares. Así mismo, la niña en su testimonio no logró recordar ir a
ninguna de estas vivienda, es más, dijo que era la familia de su padre la que visitaba
su casa, no a la inversa.

Por otra parte, no cabe duda para el Juzgado, que los tocamientos de contenido
libidinoso por los cuales la fiscalía acusa al señor Pardo Cuellar, no obedecen a una

6 SP 2042-2019, rad. 51007


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manifestación espontánea, expresa, directa y verbal de S Pardo Herrera, quien para


la época de aquella presunta revelación contaba con tres años y diez meses, sino
que surge en medio de una evaluación psicológica realizada por la señora Graciela
Galán Picón el 18 de marzo de 2015, profesional que durante el juicio dijo que
atiende a la niña por cambios comportamentales en calidad de psicóloga clínica por
petición de la señora María Margarita Herrera Mercado.

Como lo dice la señora Galán Picón en su intervención, fuertemente criticada por la


doctora Guerrero Zapata, testigo de la fiscalía, la finalidad de atender a S Pardo
Herrera era verificar su estado emocional por cambios en su comportamiento y
actitud en la casa y colegio durante las “última semanas”, sin embargo, dijo la
encuentra con una buena estabilidad emocional y que le comentan de la buena
relación que la niña tiene con el padre. Buena relación que reiteran los testigos de
descargo al decir que S Pardo Herrera adoraba a su padre y que, al realizar visitas
al hogar paterno de Diego Pardo Cuellar, era ella, la menor, quien dirigía todas las
actividades lúdicas o recreativas que compartía con sus familiares.

Así mismo, véase, que la señora Galán Picón dice, que el motivo de consulta son
los cambios de comportamiento de la niña en las últimas semanas, no obstante, la
señora Pérez Santos, persona encargada del cuidado de la niña en sus primeros
años, dijo que cuando la niña regresaba de las visitas con su padre llegaba sucia,
se comportaba mal ante la presencia de visitas y acudía a lamer la cara, sin
embargo, no fue clara en señalar la antelación de estos eventos a fin de corroborar
si estos cambios de comportamiento ocurren consecuencialmente con la visita a la
señora Galán Picón. De igual forma, el aparente comportamiento sexualizado del
que habla la señora María Margarita Herrera Mercado no fue percibido por la
persona encargada de la educación de su hija, la rectora del Colegio donde cursa
sus primeros años de estudio S Pardo Herrera, además, de conocer las malas
relaciones con la abuela y tía materna de la niña y la madre de aquella, nada
observa sobre comportamiento grosero o inapropiado con otros niños, o con ella
misma.

Retomando el hallazgo plasmado por la señora Galán Picón en su testimonio, dijo


que al aplicar la prueba proyectiva, específicamente la de “la figura humana” y a
través del juego, los resultados a través de la observación le indicaron la posibilidad
de que en el ambiente paterno estaba sometida a situaciones no adecuadas para
su edad, ello, porque manipula las piernas de la muñeca y de sus genitales,
comportamiento ante el cual la niña le explica a la psicóloga que es un juego que
realiza con el papá, un secreto entre los dos (sic).

Sin embargo, la señora Guerrero Zapata dijo en su intervención como perito de la


fiscalía que el uso de esta clase de material no es adecuado, dado que los niños al
desarrollar el juego suelen fantasear y, por ende, el relato puede no obedecer a la
realidad, echando de menos, no solo ella, sino los demás profesionales en el área
de la salud mental, los soportes de las actividades realizadas por aquella
profesional.

El presunto hallazgo a través de la observación del juego realizado por S Pardo


Herrera es lo único que la doctora Galán Picón reporta al interrogatorio, sin
embargo, con ocasión al contrainterrogatorio, agrega que, la niña “menciona” en la
prueba de la familia, “como su padre le daba besos en la boca con lengua”. Craza
contradicción en que incurre la testigo, pues luego de manifestar que los hallazgos
ocurren por “observación” de la manipulación de las piernas de la muñeca y sus
genitales, añade que, no fue que observó en el citado juego la situación que le lleva
a concluir abuso, sino la “narración”, pero de los besos con lengua que le prodigaba
el progenitor, aspectos que en momento alguno fueron narrados por la niña en su
testimonio en el juicio oral, en tanto, lo único que admitió fue que su padre le daba
besos en la cuca cuando era muy chiquitica.
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Advierte, entonces, el Juzgado una discrepancia sobre lo que realmente la niña


puso en conocimiento de la profesional Galán Picón, y la forma cómo llega a ese
conocimiento. Una vez dice que es producto de la observación del juego y, otra que
la niña lo mencionó. Pero, si debe admitir el Juzgado, que S Pardo Herrera le
respondió a la fiscalía que los hechos de abuso creen que se los comenta a una
doctora Galán.

Sin embargo, se suma a lo dicho, la crítica que sobre esa evaluación realizó la
psiquiatra y perito forense del INML y CF, -Angela Patricia Murcia Ballesteros-,
compareciente a la audiencia de juzgamiento como testigo de la fiscalía, al decir
que la evaluación de la doctora Galán Picón careció de profundidad porque se limitó
a una sesión, y cuestiona su objetividad.

Ahora, de tener como cierto que la señor Galán Picón en la consulta que sostiene
en una sola sesión de más de una hora, observa o escucha eventos de aparente
contenido sexual y de los que responsabiliza al padre de S Pardo Herrera, los que
sin duda son revelados a la señora Herrera Mercado, porque así lo admitió la última
en su intervención, sea solo 6 meses más tarde que instaura la denuncia cuando
acude a la comisaria 2 de familia de chapinero el 10 de agosto de 2015. La lógica
indica que, así como acude la madre en búsqueda de ayuda profesional para
contrarrestar los cambios de comportamiento en su hija, ante las conclusiones
entregadas por la psicóloga clínica que consulta, de tanta gravedad, no acude de
inmediato ante las autoridades, sino que entregue el caso, aparentemente a un
abogado, para que sea él quien decida qué hacer.

Si tan interesada estaba la señora Herrera Mercado en la salud emocional de su


hija, con mayor razón debió tomar los correctivos del caso cuando conoce, cuál
aparentemente era la causa y no esperar varios meses para denunciar a su
exesposo por las afrentas cometidas con su hija. Ahora, no probó la fiscalía esa
supuesta razón de silencio antes de acudir a la fiscalía, es decir, que entregó el caso
a un abogado, supone el Despacho el mismo que dijo, la acompaña a la entrevista
que rinde su hija ante la investigadora forense del CTI y ante quien, solo dio palabras
de aliento a su pequeña para que contestará las preguntas que por varios minutos
le estaban haciendo.

Otra situación que considera extraña el Juzgado es que la madre de S Pardo


Herrera admitió en su intervención en el juicio que después de marzo de 2015,
cuando conoce la información entregada por Graciela Galán Picón, haya permitido
que el padre continuará con las visitas con su hija, más cuando lo dicho por la
profesional era indicativo de que el progenitor estaba cometiendo actos de abuso
sexual con la pequeña. Lo lógico, hubiese sido no solo denunciar de inmediato sino
suspender las visitas fijadas para el acusado o por lo menos hacerlas en presencia
de aquella -la madre- a fin de evitar una exposición innecesaria.

Ahora, de la entrevista rendida por S Pardo Herrera ante la investigadora Yaneth


Eliana Velásquez Vargas, se resalta más que la interrupción realizada por la niña
-con la excusa de necesitar ir al baño, lugar al que finalmente no va-, el contacto
que en ese espacio tuvo la menor con su progenitora y resulta cuestionable, porque
cuando la niña regresa y la entrevistadora pretende continuar con el tema sobre
cuál era el juego de frozen, de manera abrupta, lo que le responde la pequeña es
“es que mi mama me dijo que hablara contigo y te lo dijera“, y prosigue “que mi
mamá dijo que hablara contigo y te lo dijera”, para seguidamente expresar “mira
él me daba besos en la boca con lengua y en la cuquita”, y sobre la persona que
le hace eso respondió “mi papá y era muy gracioso”.

Pero, avanzada la entrevista y al ser interrogada sobre lo que hacía el padre, da


cuenta que un día el papá le dio un regalo, por lo que, al querer saber la
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entrevistadora, si aquel día “pasó algo”, la niña responde “si, pero tengo que
preguntarle algo a mamá”.

Frente a la situación se cuestionan dos aspectos. El primero, la contaminación de


la entrevista por su fractura; y el segundo, la manifestación sorpresiva, inmediata y
cambiante que hace la menor una vez ingresa nuevamente a la sala de entrevista,
luego de haber tenido contacto verbal con la madre, pues a través del desarrollo de
la conversación, transcurren más de 20 minutos, la respuesta repetitiva y persistente
de S Pardo Herrera sobre tocamientos inapropiados, fue “no”.

Y fue la señora María Margarita Herrera Mercado quien corrobora que


efectivamente tuvo contacto verbal con su hija en medio de la entrevista, e incluso
dio cuenta que la entrevistadora le comentó que la menor no contestaba las
preguntas y que el tiempo, según el protocolo de la entrevista, se agotaba; pero, la
señora Yaneth Eliana Velásquez nada refirió durante su testimonio en audiencia
de juicio oral sobre lo último, no reconoce que cruzó palabras con la progenitora de
la entrevistada, sino que dejó la niña con la madre y regresa a la sala para esperar
el reingreso de la menor y proseguir con la entrevista, así como tampoco admite
informar a la señora Herrera Mercado del hallazgo que finalmente obtiene, como
claramente lo dijo la progenitora de S Pardo Herrera.

6.37.- Decantando la única postura de condena alegada, esto es la de las delegadas


del ministerio público, es cierto que no existe prueba de que la señora María
Margarita Herrera Mercado indicó a su hija durante la interrupción de la entrevista
que era lo que debía decir, porque ni ella, ni la entrevistadora lo ponen de manifiesto
y menos lo admiten. Pero, es evidente que antes de que la niña salga de la sala de
entrevistas, con la excusa de ir al baño, cosa que no hace, nunca refirió manoseos,
tocamientos, o caricias recibidas por parte de su padre que puedan catalogarse
como libidinosas.

La entrevistadora a través de preguntas sugestivas, las que fueron criticadas por los
propios testigos de cargo, en forma repetitiva e insistente, por un tiempo prolongado,
el que también fue objeto de discusión por la señora Guerrero Zapata al decir que
los niños de la edad de S Pardo Herrera pierden la concentración rápidamente, le
pregunta a la entrevistada sobre tocamientos inadecuados sobre sus partes íntimas,
contestando, también en forma clara y tajante la niña, que no.

Situación que lleva a concluir razonablemente que la niña recibió información o


instrucciones del exterior en ese estricto sentido. Es más, tan evidente lo anotado y
que se observa en el video, es que una vez S Pardo Herrera regresa del encuentro
con la madre, sin asistir al baño, que lo expresado por ella es un mensaje que le
han dado, y por eso tiene que trasmitirlo, esto se deduce cuando dice “ Es que mi
mamá me dijo que hablara contigo y te lo dijera” (…) y repite, “Que mi mamá dijo
que hablara contigo y te lo dijera te dijera”. Para seguidamente expresar “Mira él me
daba besos en la boca con lengua y en la cuquita”.

El psicólogo forense Roberto Cicar León, perito de la defensa, realiza un análisis


minuto a minuto de las preguntas y respuestas contenidas en la entrevista, e indica
que las preguntas son confusas, sugestivas y reiterativas, y en ocasiones,
tendenciosas y con información inoculada por la entrevistadora. Examen de un
experto que no desmentido por la fiscalía que le permite a la Judicatura en un
estudio conjunto de la prueba, concluir que ello fue así. Es decir, que el relato de S
Pardo Herrera sobre las circunstancias de tiempo, modo y lugar de los presuntos
actos de abuso sexual no fue libre y menos natural, así como tampoco claro.

La señora Andrea Guerrero Zapata, curiosamente testigo de la fiscalía, consideró


que el hecho de que la niña observó a su madre y tuvo contacto con ella, pudo
generar algún tipo de “presión” sobre la niña para que hiciera las manifestaciones
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de abuso. Ahora, los señalamiento en este sentido para sorpresa del Juzgado no
solo se hacen por el perito que la defensa presenta, sino también, por la profesional
que en igual sentido trajo la fiscalía, entonces, esa valoración conjunta de la prueba
y sobre un mismo punto, permite arribar a una conclusión diferente a la expuesta
por las delegadas del ministerio público, que S Pardo Herrera recibió instrucción
frente a cómo responder las preguntas de la investigadora del CTI de la única
persona con la que tuvo contacto, cuando dijo querer ir al baño.

6.38.- Pero, si en gracia de discusión, se admite la entrevista como prueba de


referencia, cosa que dijo el Despacho arriba no es procedente, y que no existió
orientación por parte de María Margarita Herrera Mercado sobre la entrevistada, lo
dicho por la niña en aquella oportunidad tampoco tiene la entidad suficiente para
tener como demostrado el hecho y la responsabilidad. Veamos por qué.

A su regreso a la sala de entrevistas S Pardo Herrera dijo que el papá le daba besos
con lengua en la boca y le hacía cosas en la cuquita (sic). Manipulaciones que sin
discusión en tratándose de menores de 14 años encuadran como actos de
contenido sexual libidinoso. Pero, véase, que la niña no hace manifestación de los
comentados tocamientos en la vagina con la mano y pene del padre, como lo deja
plasmado la fiscalía en el escrito de acusación, entonces, mengua la intensidad del
“cómo” de la agresión sexual, pues en aquella entrevista, la cual piden las delgadas
del ministerio público sea tenida como medio de conocimiento para emitir sentencia,
no hace mención.

Es a partir del comentario que realiza S Pardo Herrera de que su padre le da besos
con la lengua en la boca y “cuquita”, que en desarrollo de la entrevista añade que
eso ocurre durante un juego, cuando su padre estaba vestido de “frozen”, dice que
el papá vestía el “disfraz de hans”, y utilizaba “un batidor” el cual describe la niña
como un “triangulo”. Añade S Pardo Herrera que, el “batidor” el papá lo preparaba
dentro del juego en “su cuquita”, pero, así mismo, como se pude ver de sus
respuesta, la psicóloga tiene duda sobre si ese “batidor” era un “juguete o una parte
del cuerpo del papá”, por lo que la niña señala al interrogante planteado por la
entrevistadora sobre este aspecto, que “era un juguete”.

Entonces, del contexto general de la narración se extrae que el tan mencionado


“batidor” era un juguete, y no lo que parece interpreta la entrevistadora en inicio,
esto es el pene del padre, así se extrae del interrogante que le formula a la menor
cuando le pregunta “¿él lo ponía en tu cuquita y decía que te estaba preparando?”.
Ante la aclaración realizada por la entrevistadora se descartan los presuntos
tocamientos endilgados por la fiscalía al acusado en la vagina de su hija con su
mano y pene, en tanto la niña hizo referencia fue a un juguete.

Se suma que, la doctora Ángela Patricia Murcia Ballesteros, testigo de la fiscalía,


dijo que, si bien la niña reconoce sus partes íntimas “en ocasiones al referirse a su
vagina señala el ombligo, se refiere de igual forma al ombligo cuando se le pregunta
por los tocamientos de su padre, refiriéndose que le gusta mucho que son
graciosos”. Entonces, S Pardo Herrera le dice “cuca” a su vagina, pero, para ella
ésta última también corresponde al “ombligo”, como lo hizo ante la profesional de
INML y CF, pero, además, si bien admite que su padre le toca aquella parte del
cuerpo, la que se repite, identifica como cuca y ombligo al mismo tiempo, ese
tocamiento le parece chistoso y gustoso. Entonces, no existe claridad sobre la
manipulación de la parte íntima de la vagina de la niña por parte del acusado.

6.39.- No desconoce el Juzgado que los delitos contra la libertad sexual tienen la
particularidad de cometerse en lo escondido, de ahí que se les conozca como delitos
de “puerta cerrada”, no es menos cierto que, la niña en la entrevista expuso que los
actos libidinosos se repiten en el mismo lugar, esto es en el jardín de la casa -del
cual se prueba por la defensa su inexistencia- y llama la atención que con máxima
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claridad dijo, que su mamá veía lo que sucedía y le recrimina al sujeto activo de tal
comportamiento, en sus palabras, para que “no hiciera eso”; evento del cual dijo, el
padre también le contó a la mamá, es decir, reconoce que lo hacía. Situación que
va en contra de la realidad y sobre todo la lógica, al resultar increíble que de
observar lo sucedido la señora Herrera Mercado no haga nada para impedir el
abuso en su hija, relato fantasioso que admite la señora Guerrero Zapata, testigo
de la fiscalía, puede ser producto no solo de la edad de S Pardo Herrera sino
también del tiempo que fue expuesta a la entrevista, la falta de concentración y el
cansancio, llevando todo esto a contestar lo que su interrogadora buscaba, sin que
siempre pueda obedecer a la realidad.

Ahora, la niña en la entrevista ante la profesional forense dijo que le cuenta a su


señora madre de esos besos, no obstante, la señora María Margarita Herrera
Mercado, declaró que nunca supo lo que estaba pasando con su hija y el padre.
Entonces, la testigo no recuerda este aspecto tan importante o en efecto, nunca su
hija le comentó de los supuestos besos incorrectos que recibe del acusado.

6.40.- Visto el testimonio de S Pardo Herrera y el compromiso fáctico que asumió


la fiscalía desde la imputación, para el Juzgado el conocimiento que brida dicho
medio no tiene la entidad reclamada por el artículo 381 del CPP para emitir una
sentencia de condena, de ahí la absolución por duda. Ante la fragilidad del
testimonio suministrado por la niña el Juzgado al realizar el estudio individual y
conjunto de la prueba, arriba a la misma conclusión, no existe el convencimiento de
la responsabilidad penal del acusado, más allá de toda duda como lo exige el
artículo 7 del CPP.

6.41.- Entonces, adquiere importancia la corroboración periférica, y que ha tomado


fuerza en tratándose de delitos sexuales. Sobre la materia en sentencia la sentencia
SP 3332-2016, rad, 43866, la Corte Suprema de Justicia señala que:

“En el ámbito de los delitos sexuales, concurren dos situaciones trascendentes


frente al análisis del sentido y alcance de la parte final del artículo 381: (i) la
tendencia, cada vez más marcada, a evitar que los niños víctimas de abuso sexual
concurran al juicio oral, y (ii) la clandestinidad que suele rodear el abuso sexual.

En el derecho español se ha acuñado el término “corroboración periférica”, para


referirse a cualquier dato que pueda hacer más creíble la versión de la víctima, entre
ellos: (i) la inexistencia de razones para que la víctima y/o sus familiares mientan
con la finalidad de perjudicar al procesado; (ii) el daño psíquico causado a raíz del
ataque sexual; (iii) el estado anímico de la víctima en los momentos posteriores a la
ocurrencia de los hechos; (iv) regalos o dádivas que el procesado le haya hecho a
la víctima, sin que exista una explicación diferente de propiciar el abuso sexual,
entre otros.

(…)

Es claro que no es posible, ni conveniente, hacer un listado taxativo de las formas


de corroboración de la declaración de la víctima, porque ello dependerá de las
particularidades del caso. No obstante, resulta útil traer a colación algunos ejemplos
de corroboración, con el único propósito de resaltar la posibilidad y obligación de
realizar una investigación verdaderamente exhaustiva: (i) el daño psíquico sufrido
por el menor; (ii) el cambio comportamental de la víctima; (iii) las características del
inmueble o el lugar donde ocurrió el abuso sexual; (iv) la verificación de que los
presuntos víctima y victimario pudieron estar a solas según las circunstancias de
tiempo y lugar incluidas en la teoría del caso; (v) las actividades realizadas por el
procesado para procurar estar a solas con la víctima; (vi) los contactos que la
presunta víctima y el procesado hayan tenido por vía telefónica, a través de
mensajes de texto, redes sociales, etcétera; (vii) la explicación de por qué el abuso
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sexual no fue percibido por otras personas presentes en el lugar donde el mismo
tuvo ocurrencia, cuando ello sea pertinente; (viii) la confirmación de circunstancias
específicas que hayan rodeado el abuso sexual, entre otros”.

En cuanto a i) la inexistencia de razones para que la víctima y/o sus familiares


mientan con la finalidad de perjudicar al procesado. La prueba de descargo hizo ver
cosa contraria, es decir, como la relación entre María Margarita Herrera Mercado y
el acusado durante el matrimonio y después del divorcio no fue buena, al punto de
alejarse Diego Pardo Cuellar de su familia para evitar problema con su entonces
esposa. Así mismo, el perito de la defensa Meza Azuero dijo que a partir del
matrimonio de Herrera Mercado y Pardo Cuellar inician problemas marcados por
una relación excluyente entre Margarita y la mamá (sic), lo que dificultaba el vínculo
de pareja. Y agregó, que con el nacimiento de S se dio una importante actitud de
exclusión por parte de Margarita hacia Diego y la familia de este respecto de la
posibilidad de disponer de la pequeña hija, hasta ser el padre marginado del vínculo
y, el contacto tenía que ser vigilado.

A lo anterior, se suma lo conflictiva que fue la etapa de separación y la negativa de


Herrera Mercado a someterse a un estudio mental ordenado, incluso por un juez de
familia, y las diferencias familiares que dijo la rectora del colegio donde la pequeña
cursa sus estudios, observa entre la tía y abuela paterna y la madre de aquella.

(ii) el daño psíquico causado a raíz del ataque sexual. La prueba de cargo es
contradictoria en este punto, véase como la doctora Murcia Ballesteros conceptúa
un trastorno de ansiedad en S Pardo Herrera, la señora Guerrero Zapata, perito
también de cargo, dijo que no encontró base o sustento para tal diagnóstico.
Entonces, con claridad no se tienen herramientas científicas que permitan llegar a
esa conclusión, más si tenemos en cuenta que la misma Graciela Galán dijo que la
niña tenía buen desarrollo emocional y adecuada relación afectiva con sus padres.

Sobre el daño psíquico sufrido por la menor, y su cambio comportamental la doctora


Galán Picón, pese a que el motivo de consulta de la niña era mostrarse dispersa,
con actitud no amable con los compañeros, y de reto frente a la autoridad de la
madre-, recalcó que, encontró en la infante una “estabilidad emocional” “situaciones
emocionales adecuadas”, quien se sentía en su ambiente familiar, sin que la
profesional expresará que de ese bienestar familiar se excluía cuando la menor
compartía con el padre.

(iii) el estado anímico de la víctima en los momentos posteriores a la ocurrencia de


los hechos. La señora Murcia Ballesteros habla de ansiedad en la menor, sin
embargo, tal conclusión fue controvertida por la perito Guerrero Zapata, y si en
gracia de discusión, se admite lo dicho por aquella profesional, no puede olvidarse
que poco días antes de aquella valoración sucede el vergonzoso evento en el centro
comercial Andino de esta ciudad, situación que sin duda le generó molestias
emocionales, por llamarlas menos, a la niña. Sin embargo, el padre del acusado y
una de sus primas, dijeron en juicio que S Pardo Herrera lloraba en aquella
oportunidad, pero por su padre, porque no quería que la alejaran de él. Cosa que
no fue desmentida por la fiscalía.

Entonces, mal haría el Juzgado en concluir que el estado de ánimo de la víctima


para cuando se presenta ante la médico de medicina legal sea consecuencia de los
hechos lascivos denunciados. Pero, además, en la entrevista rendida ante al
investigadora del CTI, la niña se observa tranquila, feliz y comunicativa. Por otro
lado, la evaluación del estado de ánimo dice la doctrina es posterior a la ocurrencia
de los hechos, y ellos, según la fiscalía ocurren entre septiembre de 2014 y marzo
de 2015, la niña es entrevistada en septiembre y valorada por medicina legal en
diciembre de 2015, presentando un comportamiento normal para la primera fecha y
un aparente episodio de ansiedad para la segunda, episodio que la misma testigo
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de la fiscalía dijo no tiene base y que al parecer está asociado al evento de centro
andino.

(iv) regalos o dádivas que el procesado le haya hecho a la víctima, sin que exista
una explicación diferente de propiciar el abuso sexual, entre otros. La menor en la
entrevista no admite esta clase de eventos y menos lo hace en su corta intervención
en juicio oral.

6.42.- La fiscalía también trajo a la señora Pérez Santos cuidadora de S Pardo


Herrera, quien ante pregunta sobre cada cuánto el señor Diego iba a la casa a visitar
a la niña, responde que ella no sabía, que no volvieron las visitas domiciliarias, y
que después se hicieron por fuera del apartamento; pero, además,
apresuradamente y sin tener relación alguna con lo preguntado, añade que,
comenzó a notar comportamientos de la niña “como a lamerle la cara”, lo que no
explica per se las conductas sexuales acusadas. Sin embargo, declaró que nunca
vio directamente que el señor Diego Pardo tocara indebidamente a la niña y que,
pese al comportamiento de la niña, no le cuenta a la señora Herrera Mercado.

6.43.- Concluye esta operadora judicial, que lo narrado por S Pardo Herrera en sede
de juicio oral, en incluso, en la entrevista forense, corresponde a la fijación de una
información por un tercero, pues no resulta lógico que solo se acuerde del aspecto
medular que interesa al caso, cual es, que su papá le dio besos en la cuca, y que
ese hecho se lo dio a conocer a una doctora Galán, cuando por su edad, tres años
y 10 meses, cuando acude a consulta con dicha profesional, resulta muy poco
probable que pueda recordar el nombre, no puede olvidarse que la testigo de cargo
Guerrero Zapata dijo que la memoria en los niños no inicia a tan temprana edad,
máxime cuando con aquella profesional solo tuvo contacto por alrededor de 2 horas
y gran parte del tiempo, como lo dijo la señora Galán Picón desarrollando
actividades de juego, de la familia, etc., es decir, no fue una conversación.

Sobre los detalles en cuanto a la ocurrencia de los hechos, pueden alegar la


representantes de la sociedad, que, por la corta edad de S Pardo Herrera para la
presunta época de ocurrencia, algo más de 3 años, no se le puede exigir tal
descripción, más cuando pasan casi 6 años cuando lo expone en el juicio oral.
Refutación valida, sin embargo, la niña no recuerda pormenores del suceso, más si,
que se lo comenta a una señora Galán, la que dijo, fue a través de la observación
del juego que aquella desarrollaba que concluyó su exposición a un ambiente
anormal sexualmente hablando.

Hay que reconocer que, la clandestinidad que suele rodear el desarrollo de los
delitos sexuales dificulta su investigación, lo que hace que la versión de la presunta
víctima en muchos de los casos constituya la principal prueba de cargo. Ante tal,
panorama es que se recurre a los dictámenes periciales de orden psicológico y
psiquiátrico, los que fueron aportadas a este caso. Se destaca que, en ese análisis
realizado por la señora Guerrero Zapata se hablan de inconsistencias, deficiencias,
y errores metodológicos que tienen los conceptos emanados por quienes originaron
el desarrollo de esta investigación, el concepto de la psicóloga Graciela Galán Picón
como punto de inicio y la entrevista realizada por la investigadora del CTI a la menor.

Luego, esos medios de conocimiento no merecen, en criterio del Despacho, el poder


para conducir a la certeza de la existencia del delito.

6.44.- Frente al evento acusado por la fiscalía como el que se desarrolla en


“mientras estaban compartiendo en un centro comercial (sic) de esta ciudad capital”,
no encuentra el Juzgado comportamiento ilícito referido en forma clara. Entonces,
aparte de no precisarse la relevancia jurídico penal del aparente encuentro, nada
sobre ello dijo la menor, es más, no fue siquiera interrogada sobre aquel, razón por
la cual el Juzgado no realiza mayores consideraciones.
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Solamente se dirá que la señora Herrera Mercado sobre el tema dijo que ese día el
acusado cogió la niña y salió corriendo con ella en brazos, comportamiento que, si
bien es extraño, no configura, en principio, delito. Además, la niña en el juicio no dio
mínima cuenta de tocamiento en la parte “de abajo” que supuestamente recibe de
su padre en el centro comercial Andino, solo dice que su padre la cogió a la fuerza,
como lo señaló su progenitora, pero, nada dijo sobre el suceso de aparente
contenido sexual.

6.45.- Los hechos de la acusación no pueden adivinarse, ni deducirse por la parte


acusada, tampoco por el juez y como se dijo antes, es obligación del Estado a través
de la fiscalía determinar la precisión de lo jurídicamente relevante. Luego, no es
como lo dicen las delegadas del ministerio público en su alegación final y la
representación de víctimas, que resulta suficiente con la manifestación de la víctima
para desvirtuar la presunción de inocencia que constitucionalmente cobija al
acusado y, por tanto, no interesa, si se dio o no cuenta clara y detallada de las
circunstancias fácticas del comportamiento criminoso. Admitir esta postura sería
vulnerar abierta y groseramente el debido proceso y el derecho de defensa.

La versión del menor víctima de delitos sexual resulta suficiente para probar los
extremos de la conducta punible, de eso no cabe duda, y con esa única prueba se
puede condenar, pero, siempre que esa versión sea clara, coherente, y corroborable
con otros datos que pueda hacer más creíble su versión; características que no
ofrece el testimonio de S Pardo Herrera en este caso y, menos la demás prueba de
cargo como punto de corroboración.

Y mucho menos ajustado a un Estado Social y Democrático de derecho como el


Colombiano, resulta la petición de condena realizada por las representante de la
sociedad, cuya función no solo es garantizar los derechos de la víctima sino del
acusado, emitir una sentencia de condena so pretexto de la necesidad de hacer
efectiva la prevalencia a los derechos de los niños, cuando la prueba de cargo no
cumple con los presupuestos del artículo 381 del CPP y con total desconocimiento
de las reglas de la sana crítica, lógica y experiencia y ni que decir, de la jurispericia
citada a lo largo de esta providencia.

No discute el Juzgado que los niños, niñas y adolescentes tienen establecida


constitucionalmente una protección reforzada, pero, de ninguna manera ello implica
que, con ocasión de una investigación penal, solo deban atenderse sus
señalamientos frente a otra persona, y con fundamento en su único testimonio
incriminatorio se adopte una decisión de responsabilidad. De ser así, en todas las
investigaciones penales que integren como víctimas a menores de edad, sobraría
el debate probatorio y, entonces aplicaríamos una tarifa legal a la prueba.

Téngase en cuenta que la jurisprudencia de la Corte ha ratificado que, en la


apreciación del testimonio de niños, niñas y adolescentes, esta prueba no puede
ser estimada o desestimada por la sola edad del declarante. Al respecto en el SP
5290-2018, radicado 44564, dijo:

“La jurisprudencia de la Sala ha sido reiterativa en señalar que los menores de edad
no deben desecharse como testigos por el solo hecho de su edad,sino que
corresponde al Juez dentro de la sana critica,evaluar sus dichos conjuntamente
con las demás pruebas a fin de otorgarles el alcance a que haya lugar.

(…)

Y se enfatiza que la Corte,de la misma forma que ha rechazado la tesis de


considerar falsos los testimonios de los menores de edad por ser fácilmente
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sugestionables o carecer de pleno discernimiento,en ningún momento ha


expresado que deba creérseles en todos los casos,por su condición de posibles
víctimas de un abuso sexual. Como testigos que son deben examinarse sus dichos
de conformidad con los criterios de apreciación del testimonio previstos en el artículo
404 del Código de Procedimiento Penal de 2004. Sin parcialidad ni prejuicio de
ningún tipo y sin marginar de la evaluación los demás medios de convicción,de
cuyo ejercicio finalmente surgirá el mérito que les corresponda”

Y en el más reciente pronunciamiento, radicado SP 934-2020, rad 44564, el M.P,


José Francisco Acuña Vizcaya, retoma la postura para advertir:

“En todo caso, cualquiera que sea el mecanismo probatorio que, en últimas, elija la
Fiscalía para sacar avante su pretensión, resulta irrebatible que debe agotarse con
el cumplimiento de los requisitos formales y sustanciales que la legislación procesal
prevé para cada uno de ellos. La prevalencia del interés superior de niños, niñas y
adolescentes y la aplicación del precitado principio pro infans no comporta la
supresión de las garantías de la persona investigada ni la reversión de los principios
nucleares del debido proceso probatorio:

«Es cierto que los derechos de los niños son, por mandato constitucional,
prevalentes (artículo 44), y que los menores víctimas de delitos sexuales tienen
derecho a que, dentro del proceso penal respectivo, se adopten en su favor medidas
de protección efectivas que garanticen sus intereses, no obstante, esa salvaguarda
no puede llegar al extremo de hacer nugatorias las garantías del procesado y menos
a la obligatoriedad de emitir una sentencia condenatoria en su contra.

(…)

Ello… “…negaría la razón de ser del proceso, entendido como escenario dialéctico
al que comparecen las partes con el propósito de demostrar las teorías factuales
que han estructurado en la fase de preparación del juicio oral, según las reglas
definidas previamente por el legislador, que abarcan, entre otras cosas, los
requisitos para que una prueba sea admitida, el estándar de conocimiento que debe
lograrse para la imposición de la sanción penal, e incluso algunas prohibiciones,
como la de basar la condena exclusivamente en prueba de referencia” (Cfr. CSJ
SP2709-2018, rad. 50637)”. Subrayas del Juzgado.

Al concepto intrínseco del testimonio de la menor, debe agregarse para la


verificación de su trascendencia y efectos respecto del objeto central del proceso,
aquellos referidos a cómo los demás elementos suasorios apoyan o contradicen lo
referido, habida cuenta de que el sistema de sana crítica del cual se halla imbuida
nuestra sistemática penal obliga el examen en conjunto y de contexto de todos los
medios de prueba arrimados legalmente al debate.

En el sentido anotado, aquí, no existe certeza frente a la existencia de los hechos


que la fiscalía acota como ocurridos contra la menor S Pardo Herrera, de ahí la
decisión de absolución que se emite en favor del ciudadano Diego Pardo Cuellar.

7. OTRAS DETERMINACIONES

En firme el fallo, se ordena el levantamiento de todas las medidas personales y


reales que con ocasión de este proceso se hayan emitido contra el señor DIEGO
PARDO CUELLAR, incluida la dispuesta por el Juzgado 64 Penal Municipal con
Función de Control de Garantías, por medio de la cual prohibió el mencionado
acercarse a su menor hija, así como la suspensión provisional del régimen de
visitas. Lo anterior se cumplirá por medio del centro de servicios judiciales de SPA.

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Diego Pardo Cuellar
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8. DECISION

En mérito de lo expuesto, la JUEZ CUARENTA Y OCHO PENAL DEL CIRCUITO


DE CONOCIMIENTO DE BOGOTÁ D.C., administrando justicia en nombre de la
República y por Autoridad de ley,

RESUELVE

PRIMERO: ABSOLVER al ciudadano Diego Pardo Cuellar, identificado con cédula


de ciudadanía N°79.781. 714 de Bogotá, de los cargos de acto sexual con menor
de 14 años, agravado, en concurso homogéneo y sucesivo materia de acusación y
de acuerdo con lo explicado.

SEGUNDO: CUMPLIR el acápite otras determinaciones.

TERCERO: Ejecutoriada esta decisión y libradas por el Centro de Servicios


Judiciales del Sistema Penal Acusatorio las comunicaciones a las que hubiere lugar
se archivarán de manera definitiva el expediente. Para lo anterior Secretaría remitirá
el expediente a dicha oficina.

CUARTO: Contra esta sentencia procede recurso de apelación que de interponerse


y sustentarse se tramitara ante el H. Tribunal Superior de Bogotá – Sala Penal-.

COPIESE, NOTIFIQUESE Y CUMPLASE

LILYAN BASTIDAS HUERTAS


JUEZ

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