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i hony Giddens ara, Sociologia [Antioey GIDDENS, en Sectologla, Cap. 1 "Sociologia: Problemas y erspetvas" Ed. Alianza, Madi, 1996, Capitulo 1 Sociologia : Problemas y perspectivas Vivimos hoy —préximos al final de! siglo XX— en un mundo que es enorme- mente preocupante, pero lleno de las més cextraordinarias promesas para el futuro. Es un mundo plet6rico de cambios, mar- cado por profundes conflictos, tensiones ¥ divisiones sociales, asi como por la te- trorifica posibilidad de una guerra nuclear y por los destructivos ataques de la tecno- logia moderna al entomo natural. Sin <1 bargo, tenemos posibilidades de controlar nuestro destino, de conformar nuestras vidas para lo mejor, cosa harto inimagi- able para generaciones anteriores. {Cémo surgié este mundo? {Por qué son nuestras condiciones de vida tan diferea- tes de las de nuestros antepasados? ;Qué direcciones tomar el cambio en el futu- ro? Estas cuestiones son la preocupacion, primordial de la sociologia, una discipli- fna que, por consiguiente, tiene que des- empeliar un papel fundamental en la cul- tura intelectual moderna. La sociologia es el estudio de la vida social humana, de los grupos y socieda~ des. Es una empresa cautivadora y atra- yente, al tener como objeto nuestro pro- pio comportamiento como seres humanos. El Ambito de la sociologia es 2xtremnada- ‘mente amplio, desde cl anilsis de ios «1 cucntros efimeros entre individuos en la calle hasta la investigacién de los oroce~ s0s sociales mundiales. Unas pocos ejem- plos permitirin que nos formemos una impresién inicial sobre su naturalcza ¥ objetivos, De qué trata Ia sociotogia? Alguuos ‘ejemplos ‘Amor y matrimonio ¢Por qué se enamoran y se casan las, personas? La respuesta parece obvia a primera vista, El amor expresa una atrac- cién fisica y personal que dos individuos sienten el uno por el otro. Hoy en dia, muchos de nosotros podemos ser escépti- cos ante Ia idea de que el amor «es para siempre», pero el «enamorarse», nos in- yamos a pensar, deriva de sentimientos y emociones humanos universales. Pare- FE i | Anthony Giddens 24 ce del todo natural que una pareja que se enamora desee formar un hogar, y que bbusquen su realizacién personal y sexual en su relacién. Sin embargo, este punto de vista, que parece ser evidente de por si, es de hecho bastante raro. La idea del amor roménti- co no se extendid en Occidente hasta fe- cha bastante reciente, y no ha existido ja- més en la mayoria de las otras culturas. ‘Sélo en los tiempos modemnos el amor, el ‘matrimonio y la sexualidad se han consi- derado intimamente ligados entre si. En la Edad Media, y durante siglos después de ella, las personas se casaban sobre todo para perpetuar la posesién de un titulo 0 de una propiedad en las manos de la fa- ia, o para tener hijos que trabajaran la ‘granja familiar. Una vez casados, puede que en ocasiones llcgaran a ser compaiie~ ros muy unudos; sin embargo, esto suce- dia después del matrimonio, pero no an- tes. Existian relaciones sexuales fuera del matrimonio, pero en éstas no intervenian demasiado los sentimientos que asociamos con el amor. El amor se consideraba «a el mejor de los casos, como una debitidad necesaria, y, en el peor, como una especie de enfermedad» (Monter, 1977, p. 123). El amor romntico hizo aparicién por vez primera en los circulos cortesanos, como una caracteristica de las aventuras sexuales extramaritales en las que incu- rrian los miembros de la aristocracia. Has- ta hace unos dos siglos estaba totalmente confinado a tales circulos, y se mantenia especificamente separado del matrimonio. Las relaciones entre el marido y la mujer en los circulos aristocraticos a menudo ‘eran frias y distantes..., comparadas, cla- ro est, con nuestras expectativas matri- moniales actuales. Los ricos vivian en srandes casas. Cada uno de los esposos tenia.su propio dormitorio y sus sirvien- tes; puede que raras veces se vieran en privado. La compatibilidad sexual era una cuestion de azar, y no se consideraba re- levante para el matrimonio, Tanto entre Jos ricos como entre los pobres, era la pa~ rentela quien tomaba la decision del ma- trimonio, no los individuos interesados, que tenian poco o nada que decir al res- pocto (éste sigue siendo cl caso en muchas culturas no occidentales actuales). ‘Como vemos, ni el amor roméntico ni su asociacién con el matrimonio pueden entenderse como caracteristicas «dadas» de la vida humana, sino que estén confor- madas por influencias sociales’ mas am- plias. Estas son las influencias que los sociélogos estudian y que se haccn sentir incluso en experiencias que, en aparien- cia, son puramente personales. La mayo- ria de nosotros ve el mundo desde el pun- to de vista de nuestras propias vidas. La sociologia demuestra Ia necesidad de adoptar una perspectiva mucho mig am- plia sobre las razones que nos Hevan a actuar como lo hacemos. Salud y enfermedad Normalmente consideramos la salud ¥ laenfermedad como cuestiones relaciona- das tnicamente con la condicién fisiea del cuerpo, Una persona siente molestias ¥ dolores o tiene fiebre, ,Cémo podria te- ner esto algo que ver con influencias mas amplias, de tipo social? Sin embargo, los factores sociales tienen de hecho un efec~ to profundo sobre la experiencia y la apa ricién de las enfermedades, ast como so- i | | | | © sescs 25 bre el modo en que reaccionamos a la en- fermedad. Nuestro mismo concepto de enfermedad como mal funcionamiento fisico del cuerpo no es compartido por to- as las sociedades. Otras sociedades pien- san que la enfermedad, ¢ incluso la muer~ te, estén producidas por hechizos, no por causas fisicas susceptibles de tratamien- to, En nuestra sociedad, los miembros de Ja Christian Science rechazan muchas de Jas ideas ortodoxas sobre la enfermedad, en la creencia de que en realidad somos setes espirituales y perfectos hechos a la imagen de Dios, y que la enfermedad pro- viene de un mal entendimiento de la reali- dad, de cadmitir el error El tiempo que uno puede esperar vivir las probabilidades de contraer enferme- ‘ades graves como afecciones cardiacas, céncer 0 neumonia estan muy influidos por caracteristicas sociales, Cuanto mejor posicién econdmica tengan las personas, menores son las probabilidades de que sufran enfermedades graves en un momen- to cualquicra de sus vidas. Ademas, exis- ten roles sociales muy definidos acerca de cémo se espera que nos comportemos cuando cacmos enfermos. Una persona cenferma queda excusada de muchos o de todos los deberes normales de la vida co- tidiana, pero la enfermedad tiene que ser reconocida como «lo suficientemente gra~ ve para que pueda exigir estas ventajas sin ser criticado 0 reprendido. Es proba- ble que si se piensa que alguien sufre sdlo de una forma de debilidad relativamente bbenigna, o su enfermedad no se ha identi- ficado con precisién, se considere a esa persona un «enfermo fingidon, sin que realmente tenga el derecho de sustracrse a las obligaciones diarias. Otro ejemplo: erimen y castigo La terrorifica descripcién resefiada a continuaci6n relata las horas finales de un hombre ejecutado en 1757, acusado dé planear el asesinato del rey de Francia. El desdichado individuo fue condenado a que se learrancara la came del pecho, piernas y brazos, y a que se vertiera sobre las he~ Fidas una mezcla de aceite hirviendo, cera yazufre. A continuaci6n, cuatro caballos Tenian que tirar de su cuerpo y despeda- zarlo, y las partes desmembradas habian de set quemadas. Un oficial dela guardia dejé el siguiente relato de fos sucesos El verdugo introdujo un hierro en el caldero que contenia la pocién hirvien- te, que derramd generosamente sobre cada herida. A continuacién, se ataron al cuerpo del condenadto las ewerdas que ban a ser uncidas a los caballos, y se ataron las cuerdas a las caballos, que fueron situadas frente a ios brazos y pier- ‘nas, uno en cada miembro [...}. Los ca- ballos dieron un fuerte estiran, tirando cada uno en linea recta de un miembro; cada caballo era guiado por un verdugo. Después de un cuarto de hora volvio a repetirse la misma ceremonia, y nalmen- te, después de varios intentos, hubo de cambiarse la direccion de los caballos de la siguiente manera: los quv estaban en los muslos se pusieron hacia los brazos, con lo que se rompieron los brazos por las articulaciones. Esto se repitié varias veces sin éxito, Después de dos o tres intentos, el ver dugo Samson y el que habia usado los pinzas sacaron cada uno un cuchilto del bolsillo ycortaron el cuerpo por los mus- fos en lugar de seccionar les piernas or Anthony Giddens las articulaciones; los cuatro cabaltos dieron un estirén ye llevaron tras ellos las plernas primero la derecha, y a con- finuacién la otra. Luego se hizo lo mis- ‘mo con los brazos, los hambros y los cua- tro miembros; fue necesario cortar la carne casi hasta el hueso. Los caballos, dando un fuerte tirén, se llevaron prime- ro el brazo derecho y luego el otro. (Foucault, 1979, pp. 4-5.) La victima se mantuvo viva hasta la separacion final de sus miembros del (or~ Antes de la época moderna, los cast- .g0s como éste no eran infrecuentes. Como John Lofland ha escrito, describiendo las “formas de ejecucién tradicionales: Las ejecuciones histéricas de épocas antenores estaban caleuladas para maxi- ‘mizar el periodo de agonta del condena- do y su vonciencia durante éste, Aplas- lar hasta la muerte mediante una carga progresivamente pesada situada sobre el echo, roniper al condenado en la rueda la crucifixién, el estrangulamiento, ta hoguera, el cortar tiras de carne, apuna- lar partes no vitales del cuerpo, estirar y cuartear, yotras técnicas semejantes con- sumian periodos de tiempo bastante pro- longados. Incluso el ahorcamiento fue una técnica de efectos lentos durante la ‘mayor parte de su historia, Cuando sim= plemente se retiraba el carro de los pies del condenado o ta trampilla se abria sin ‘més, el condenado era estrangulado len- tamente, y antes de sucumbir se retorcta durarte varios minutos [...} para abre- viar esta lucha, el verdugo a veces se ponia bajo el patibulo para tirar de las plernas del condenado. (Lofland, 1977, p. 311.) ‘Las ejecuciones frecuentemente se lle- vaban a cabo frente a extensas audiencias, préctica que persistié hasta bien entrado el siglo XVIII en algunos paises. A los condenados a muerte se les paseaba por las calles en un carro abierto, para que se encamiinaran a su fin como parte de un especticulo con buena publicidad, en el ‘que las multitudes aclariartan o abuchea~ ‘ian, segiin su actitud hacia cada victima cn particular. Los verdugos eran celebri- dades piblicas, y en ocasiones tenian la fama y seguimiento que se prodiga a las estrellas de cine en los tiempos modernos. Hoy en dia encontramos estos modos de castigo totalmente repelentes. Pocos de nosotros podemos maginay el diverunos con el espectdculo dela tortura ola mucr~ te violenta de alguien, sean cuales sean los crimenes que hubicra podido cometer. Nuestro sistema penal esti basado en el encarcelamiento mas que en infigir dolor fisico, yen ta mayoria de los paises occi- dentales fa pena de muerte se ha Abolido por completo. {Por qué cambian ias co- sas? {Por qué sentencias de encarcela- mmiento reemplazan a formas de castigo mas antiguas y violentas? Es tentador suponer que cn el pasado la gente simplemente era més brutal, ¥ que nosotros nos hemos humanizado. Pero para un socidlogo, esta explicacién no es convincente. El uso piblico de la violen- cia como método de castigo estuvo esta- blecido en Europa durante siglos. Las per- sonas no cambian siibitamente sus actitu- des hacia tales prcticas «sin mas ni mis»; intervienen influencias sociales mas am- | | | | plias, relacionadas con importantes pro- ces0s de cambio que se dieron en ese pe- iodo. Las sociedades europeas se estaban industrializando y urbanizando, £1 anti- guo orden rural estaba siendo répidamen- te reemplazado por un orden en el que cada vez mis gente trabajaba en fibricas y ta- lleres, trasladdindose a las areas urbanas en expansi6n. El control social sobre las poblaciones urbanas no podia mantener- se mediante los antiguos métodos de cas tigo, que, basados en establecer un ejer- plo temible, sélo eran apropiados en co- munidades reducidas y estrechamente en- tretgjidas, en las que se presentaban po- cos casos Las prisiones se desarrollaron como parte de una tendencia general hacia el establecimiento de organizaciones en las que los individuos se mantenian «encerra- dos y apartados» del mundo extemo, como una forma de controlar y disciplinar su comportamiento, Entre les que cran ence- rrados al principio no sélo se contaban delincuentes, sino vagabundos, enfermos, personas sin empleo, débiles mentales y locos. Las prisiones sélo de forma gradual ‘empezaron a separarse de fos manicomios xy de los hospitales para los enfermos fisi- os. En las prisiones se suponia que los delincuentes se «rehabilitaban» para con- vertirse en buenos ciudadanos. El castigo del crimen se orient6 a crear ciudadanos obedientes en vez de mostrar piiblicamente alos demas las teribles consecuencias que se siguen de la mala conducta, Lo que aho- ra consideramos como actitudes mas hu- ‘manas hacia el castigo tendieron a seguir- se de estos cambios, v no a causarlos en primer término. Los cambios en el trata- miento de Jos delincuentes forman parte a de los procesos que barrieron los érdenes tradicionales aceptados durante siglos. Estos procesos crearon las sociedades en Jas que vivimos hoy. Implicaciones: Ia naturaleza de la sociologia Considerersos ahora los ejemplos dis- ‘eutidos hasta ef momento, En cada uno de los tres casos —amor, matrimonio y sexualidad, salud y enfermedad, y castigo del crimen— hemos visto que 10s que po- dian considerarse sentimientos buman6s caaturalmente dados» estén sin embargo impregnados de la influencia de factores sociales. Una comprensién de las formas sutiles, aunque complejas y profundas, en las que nuestra vida refleja los contextos de nuestra experiencia social es hnisica para la perspectiva sociolégica. La soci logia se centra muy especialmente en la vida social en el mundo modemo —et mundo creado por Ios radicales cambios de las sociedades humanas ocurridos a 10 largo de los des iltimos siglos, mis 0 me- nos. El cambio en el mundo moderna Los cambios en las formas de vida hu- ‘mana en las dos ltimas centurias han sido ‘de muy gran alcance, Nos hemos acostum- brado, por ejemplo, al hecho de que la mayorfa de la poblacién no trabaje en el campo, a que viva en ciudades grandes y pequefias mas que en reducidas comuni- dades rurales. Pero esto jamés sucedié hasta la era modema. Virtalmente, du- rante toda la historia humana, la inmensa mayoria de las personas tenfan que pro- dducir sus propios medios de subsistencia, 28 {¥ vivian en pequefios grupos o comunida- des aldeanas reducidas, Incluso en el ‘culmen de las civiizaciones tradicionales mas desarrolladas —como la antigua Roma o la China tradicional— menos de un 10 por 100 de Ja poblacién vivia en ‘reas urbanas, y todos los dems estaban empleados en la produccién de alimentos. Hoy, en la mayoria de las sociedades industrializadas, estas proporciones se han inyertido casi por completo: generalmen- te més de un 90 por 100 de la poblacion vive en dreas urbanas, y sélo un 2 0 un 3 por 100 trabaja en la produccién agrico- fa. No han cambiado sélo los aspectos cextemos de nuestras vidas; estas transfor- maciones han alterado y continian alte- rando de forma radical los aspectos mas personales ¢ intimos de nuestra existencia cotidiana. Para ampliar un ejemplo ante- rior, la difusién de los ideales det amor oméntico estuvo fuertemente condiciona- da por la transicién desde una sociedad rural a una sociedad urbana ¢ indus- twializada. Cuando la gente se trasiadé a Jas areas urbanas v comenz6 a trabajar en la produccin industrial, el matrimonio ddej6 de estar motivado principalmemte por razones econémicas, por la necesidad de ccontrotar la herencia de las tierras y de ‘trabajar en el campo como una unidad fa- miliar. Los matrimonios «arreglados» — fijados mediante las negociaciones de los padres'y familiares—'se hicieron cada vez ‘menos communes: Cada véz mis individuos fueron iniciando'las relacionés'matrimio- ‘culo matrimonial se formé en este contex- to. (Para una discusion mas detallada, ‘véase capitulo 12: «Parentesco, matrimo- rio y familian.) De forma simitar, antes del surgimiento de la medicina modema las concepciones ‘europeas sobre la salud y la enfermedad eran semejantes a las que se encuentran en muchos paises no occidentales. Los métodos de diagnéstico y-tratamiento modernos, junto con la contiencia de la importancia de la higiene en la prevencién de las enfermedades infecciosas, datan sélo de comienzos del siglo XIX. Nues- tras opiniones actuales sobre fa salud y la enfermedad surgieron formando parte de transformaciones sociales més amplias que influyeron en numerosos aspectos de las creencias acerca de la biologia y la naturaleza, La sociologia tiene sus comienzos cn los intentos de ciertos pensadores de en- tender cl impacto inicial de las transfor- ‘maciones que acompafiaron a la industria~ lizacién en Occidente, ¥ sigue siendo ta disciplina basica que se ocupa del Andli- sis de su naturaleza. Nuestro mundo de hoy es radicalmente diferente al de épo- cas anteriores; la tarea de Ia sociologia es ayudamos a entender este mundo y su fu- turo probable, Sociologia y «sentido comim ‘La prictica de la sociologia incluye et obtener conocimiento sobre nosotros mis- ‘mos;las sociedades en las que vivimos otras Sociedades distintas de las nuestras G8 SL espacio y ene tiempo. Los hallaz- ad iologia alteran y a la vez con- yen a nuestras creencias de sentido | Sociologia comin acerca de nosotros mismos y de otros. Consideremos la siguiente lista de afirmaciones: 1. El amor romdntico es parte natural dd la experiencia humana, y por tanto se encuentra en todas las sociedades, en es- trecha conexién con el matrimonio, 2. La duracién de la vida de las perso- nas depende de su constitucién biolégica ¥ no puede estar demasiado influida por jas diferencias sociales. 3. En épocas anteriores la familia era una unidad estable, pero hoy hay un gran aumento en la proporcién de «dogares ro- tos». 4. En todas las sociedades habri per sonas desgraciadas o deprimidas: por con- siguiente, los porcentajes de suicidio ten- derdn a ser los mismos en todo el mundo, 5. La mayoria de las personas en to- das partes concede valor a la riqueza ma- terial y tratarin de prosperar si hay opor- tunidades para hacerlo. 6, Durante toda Ia historia humana se han librado guerras. Si hoy nos enfrenta- mos a la amenaza de la guerra nuclear, esto se debe a que los seres humanas tie~ nen instintos agresivos que siempre encon- trarin una salida 7. La difusién de los ordenadores y la ‘automatizacién ea la produccién industrial reducira en gran medida la jornada labo- ral media de la mayoria de la poblacién. ‘Todas estas afirmaciones son erréneas co cuestionabies, vel ver por qué nos ayu- dara a entender las preguntas que plan- tea —y tratan de responder— los socié- Jogos en su trabajo. (En capitulos poste- 29 riores analizaremos con mayor detalle es- tos puntos.) 1. Como hemos visto, Ia idea de que Jos vinculos matrimoniales deben basarse cen el amor roméntico es reciente, y no se encuentra ni en la historia anterior de las sociedades occidentales ni en otras cultu- ras, En realidad, el amor roméntico es casi desconocido en la mayoria de las socie- dades. 2. El tiempo de vida de las personas se ve afectado de forma muy definida por las influencias sociales. La razén es que los modos de vida social actian como «fil- tros» de los factores biolégicos que cau- san enfermedades, debilidad o muerte. Por ejemplo, los pobres suelen tener menos salud que los ricas, porque por lo general tienen peores dietas, llevan una existencia de mayor desgaste fisico y tienen acceso a servicios médicos inferiores. 3. Si retrocedemos hasta los primeros aitos del siglo pasado, la proporcién de aifios que vivian en hogares con un solo padre natural era probablemente tan cle- vada como lo es hoy, pues muchas perso- ‘nas morian jGvenes, sobre todo las muje- res en el parto. La separacién y el divor- cio son hoy la causa principal de los «ho- ares rotos», pero el nivel global no es muy diferente, 4, Las tasas de suicidio no son cierta- ‘mente las mismas en todas las sociedades. Incluso si consideramos tinicamente los paises occidentales, encontramos que las tasas de suicidio varian de forma consi- derable, La tasa de suicidio del Reino Unido, por ejemplo, es cuatro veces supe- riora la de Espafia, pero sélo un tercio de Ja de Hungria. Las tasas de suicidio au- 30 Anthony Giddens mentaron de modo bastante dristico du- rante el principal periodo de industriali- zacién de las sociedades occidentales, du- rante los siglos XIX y comienzos del XX. 5. El valor que numerosas personas en Jas sociedades modernas atribuyen a la riqueza y al «prosperar» es en su mayor parte un desarrollo reciente. Esta asocia~ do a la emergencia del «individualismo» en Occidente, el énfasis que tendemos a situar en el logro individual, En muchas otras culturas se espera que los individuos pongan el bien de la comunidad por enci ‘ma de sus propios deseos e inclinaciones. La riqueza material con frecuencia no tie- ne una consideracién muy alta en compa- racién con otros valores, como los reli- siosos. 6, Lejos de tener un instinto de agre- sién, los seres humanos no tienen instin- tos en absoluto, si «instinto» significa un modelo de comportamiento fijo y hereda- do. demas, a lo largo de la mayor parte de la historia humana, cuando se vivia en pequettos grupos tribales, fa guerra no existia en a forma que vino a tener poste- iormente, Aunque algunos de estos gru- pos eran agresivos, muchos no lo eran, No habia ejércitos, y cuando se producian escaramuzas era frecuente que las bajas fueran deliberadamente evitadas o limita- das. La amenaza de la guerra nuclear en Jn actualidad est vinculada a un proceso de «industrializacién de la guerray que es uno de los aspectos principales de la in- dustrializacién en general. 7, Este supuesto es bastante diferente de los otros, pues se refiere al futuro, Exis- ten buenas razones para que la idea haya de acogerse como minimo con cautela. Las industrias plenamente automatizadas son todavia bastante poco numerosas y aisla- das, y los trabajos eliminados por la automatizacién pueden ser reemplazados Por otros creados en otras partes. Aiin 20 podemos estar seguros. Una de las tareas de la sociologia es examinar con rigor la evidencia real disponible sobre tales cues- tiones, Obviamente, los hallazgbS'sociolégi- cos no siempre contradicen las concepcio~ nes de sentido comtin. Las ideas de seati- do comin muchas veces suministran in- tuiciones sobre el comportamiento social. Sin embargo, es necesario insistir en que ¢l sociélogo ha de estar dispuesto a pre- guntarse con respecto a cualquiera de las creencias sobre nosotros mismos, por muy preciadas que nos sean: 07 las cosas de verdad ast? Al hacero, a sociologia tam- bign contribuye al «sentido cominy de cualquier momento y lugar. Mucho de lo que consideramos sentido comin, «algo que todo el mundo sabe» —por ejemplo, que el porcentaje de divorcio ha aumenta- do mucho durante el periodo transcurrido desde la Scgunda Guerra Mundial—, se basa en a. obra de socilogos y otros cien- Uicos sociales. Es necesaria mucha inves- tigacién de tipo regular para producir material de aflo en aflo sobre las pautas de matrimonio y divorcio. Lo mismo pue- de decirse de numerosisimas éreas de nues- tro conocimiento de «semtido comin. Preguntas sociolégicas: facticas, compa- rativas, de desarrollo y tedricas Preguntas ficticas ‘Algunas de las preguntas que se plan- tean e intentan responder los saciélogos Sociologia 31 son en gran medida ftcticas. Como somos miembros de una sociedad, todos nosotros tenemos ya un cierto grado de conocimien- to factico sobre ella. Por ejemplo, en nues- ta sociedad todos somos conscientes de que hay leyes que se supone que hemos de observar, y que ir en contra de ellas es arriesgarse a suftir una sancién penal. Pero es muy probable que el conocimien- to del individuo corriente sobre el sistema legal y la maturaleza y tipos de fa activi- dad delictiva sea esquemitico ¢ incomple- to, Muchos aspectos del delito y la justi- cia precisan una investigacién sociolégi- ca directa y sistemética. Podriamos pre- untar, por ejemplo: {Qué formas de de- lincuencia son més comunes? {Qué pro- porcién de personas implicadas en con- ductas delictivas es detenida por la poli- cla? ;Cuantas de éstas resultan culpabies ‘son encarceladas? Las preguntas ficticas son a menudo mucho més complicadas y dificiles de responder de lo que uno po- dria pensar, Por ejemplo, las estadisticas oficiales sobre la delincuencia son de du- doso valor para indicar el nivel real de actividad criminal, Preguntas comparativas La informacién féctica sobre una so- cciedad, por supuesto, no nos dira hasta qué punto estamos tratando con un caso inusual y no con un grupo de influencias muy general. Los socidlogos muchas ve- ces plantean preguntas comparativas, relacionando un contexto social dentro de uuna sociedad con otro 0 contrastando ejemplos tomados de diferentes socieda- des. Por ejemplo, hay diferencias signifi- cativas entre los sistemas legales de Gran Bretafla y los Estados Unidos. Una pre- gunta comparativa tipica podria ser: jen qué medida varian las pautas de condueta delictiva y actividad policial entre ambos paises? (De hecho, entre ambos se han encontrado importantes diferencias.) Preguntas sobre el desarrollo En sociologia hemos de considerar 20 s6lo las sociedades existentes en las rela- iones que tienen entre si, sino también hemos de comparar el presente y el pasa- do. Las preguntas que los sociélogos plan- tean a este respecto son preguntas sobre el desarrollo. Para comprender la natu- raleza del mundo modemo tenemos que considerar formas de sociedad preexii tentes, y también hemos de estudiar la di- reccién principal que han torado los pro- cesos de cambio, Asi podemos investigar, or ejemplo, cémo se originaron las pri- ‘meras pristones (cuestién que hemos tra- tado anteriormente) Preguntas tedricas Las investigaciones faticas —o lo que los socidtogos generalmente prefiercn lla- mar empiricas— se ocupan de edimo su- ceden las cosas. Sin embargo, la sociolo- gia no coasiste en una mera recopilacién de hechos, por importantes ¢ interesantes que puedan ser. También deseamos saber or qué ocurren las cosas, y para hacerlo hemos de aprender a plantear preguntas teéricas, a fin de lograr interpretar correc- tamente los hechos descubriendo las cau- sas de cualquier tema en el que se centre tun estudio particular. Sabemos que la in- dustrializacién ha tenido una influencia fundamental en el surgimiento de las so- ciedades modemas. Pero :cudles son los origenes y las condiciones previas de la industrializacion” ;Por qué encontramos diferencias entre las sociedades en sus pro- Anthony Giddens 32 ccesos de industrializaci6n? {Por qué se relaciona la industrializacién con cami en las formas de sancién penal o en los sistemas de familia y matrimonio? Para responder a tales preguntas hemos de de~ sarrollar un pensamiento tebrico. Las teo- rias implican la construccién de interpre- taciones abstractas que pueden utiizarse para explicar una amplia variedad de tuaciones empiricas. Una teoria sobre la industrializacién, por ejemplo, se ocupa- ria de identificar los rasgos principales que tienen en conmin los procesos de desarro- lo industrial, ytrataria de mostrar cuales de estos procesos son los més importan- tes para explicar ese desarrollo. Por su- puesto, las preguntas factuales y teéricas fnunea pueden separarse completamente. Sélo podemos desarrollar enfoques te6ri- os valides si somos capaces de contras- tarlos mediante el estudio empiric ‘Necesitamos teorias que nos ayuden a explicamos los hechos, Ai contrario de lo que afirma el dicho popular, los hechos no hablan por si solos, Muchos sociélo- gos trabajan fundamentalmente sobre cuestiones empiricas, pero si su investi- gacién no cs guiada por algiin conocimien- to te6rico es muy improbable que su obra sea esclarecedora. Esto puede aplicarse incluso a la investigacién que se lleva a cabo con objetivos estrictamente practi- cos. La agente prictica» tiende a sospechar de los tebricos, v puede que les guste pen- sar que tienen los pies «amuy en la tierra ¥¥ que no necesitan prestaratencién a ideas mas abstractas. Sin embargo, todas las Aecisiones pricticas requieren ciertos su- puestos tedricos subyacentes. Alguien que lieva un negocio, por ejemplo, puede te- ner en muy poco Ia «teoria. Sin embar- 20, todo enfoque de la actividad empresa rial implica supuestos teéricos, incluso ‘aunque en muchas ocasiones no se formu- len, Asi, puede suponer que la principal motivacién que tienen sus empleados para trabajar duramente es el nivel de salarios que reciben. Esta no es sélo una interpre- tacién tedrica de la conducta humana; es ademas una interpretacion equivocada, ‘como la investigacién de la sociologia in- dustrial ticnde a demostrar.. Conseeuencias previstas e imprevistas de Ja accién humana Los socidlogos establecen una distin- cin importante entre los propésitos de nuestra conducta —lo que pretendemos hacer— y las consecuencias imprevistas que ésta produce. Los propésites por los que hacemos las cosas pueden ser muy. diferentes de las consecuencias produci- das. Esto nos permite entender muchas cosas acerca de las sociedades. Las escue- las se fundan, por ejemplo, con el props- sito de cnsefiar técnicas de lectura ¥ ¢s- eritura y para permitir que los nifios ad- quieran nuevos conocimientos. Sin embar- Zo, Ia existencia de escuelas también tie- ne consecuencias que no se reconocen 0 pretenden tan claramente, Las escuelas ‘mantienen a los nilios fuera del mercado de trabajo hasta que tienen una cierta edad. EI sistema escolar tiende también a au- mentar las desigualdades, canalizando a los estudiantes hacia trabajos diferentes de acuerdo con su capacidad académica, Es muy probable que la mayoria de los cambios principales en la historia no se pretendieran. Antes de Ia Revolucién rusa Sociologia es de 1917 varios grupos politicos intenta- ron derrocar el régimen existente. Ningu- no de ellos, sin embargo —incluyendo el partido bolchevique que finalmente lega- ria al poder—, anticipé el proceso de re- volucién que ocurrié de hecho. Una serie de tensiones y luchas secundarias produ- jeron un proceso de transformacién social ‘mucho mis radical de lo que nadie en prin- io intentara llevar a efecto (Skocpol, 1979), ‘Algunas veces, la conducta emprendi- da en vista de un objetivo particular tiene consecuencias que impiden el logro de ese objetivo. Hace algunos ailos, en Nueva ‘York se introdujeron leyes que obligaban a los propietarios de edificios en deterio- ro en areas de renta baja a que se ajusta- ran a un estindar minimo. La intencién cra mejorar el nivel basico de viviendas disponibles para los sectores mas pobres de la comunidad. De hecho, cl resultado fue el contrario. Los propictarios de vi- viendas en mal estado las abandonaron por completo o las destinaron a otros usos, de ‘manera que se produjo una escasez in mayor de viviendas satisfactorias (Sieber, 1981). Podemos encontrar un ejemplo comparable volviendo al caso de las pri- siones y asilos. Durante los iltimos afios, en Gran Bretafla y en otros paises occi- dentales el proceso de mantener personas encerradas v apartadas de la comunidad se ha invertido parcialmente, En un esfuer- 20 por crear una «asistencia comunitariay para los delincuentes ¥ los enfermos men- tales, algunas de las personas confinadas en prisiones y hospitales psiquidtricos han sido puestas en libertad para que vivan en el mundo exterior, Sin embargo, hasta cierto punto los resultados se han vuelto 33 ‘en contra de los reformadoresliberales que apoyaron la innovacién. Muchos de ios anteriores pacientes mentales se ban en- contrado viviendo en una extrema pobre- za, incapaces de adaptarse al nuevo am- bbiente al que han sido lanzados. Para ellos las consecuencias han sido desastrosas. La continuidad y el cambio en la vida social han de entenderse como una «anez- cla» de consecuencias previstas e impre- vistas de las acciones de las personas. La sociologia tiene la tarea de examinar el equilibrio resultante entre la reproducciéin y la transformaci6n de la sociedad, Una sociedad no es un objeto mecénico, como un reloj o un motor, que se «amantiene en marcha» porque integra un conjunto de fuerzas, La reproduccién de la sociedad tiene lugar porque hay una continuidad en lo que las personas hacen de dia en dia y de allo en aio, y on las pricticas sociales que siguen, Los cambios se producen en parte porque las personas pretenden que ‘ocurran, y en parte—como indica cl ejem- plo de la Revolucién rusa— por las con- secuencias que nadie prevé o pretende Qué nos puede ensefiar la sociologia de ruestras propias acciones? Como individuos, todos nosotros co- nocemos muchas cosas sobre nosotros mismos y sobre las sociedades en que vi- vimos. Nos inclinamos a pensar que en- tendemos bien por qué actuamos como Io hacemos, sin necesidad de que los socié- logos nos to digan. Hasta cierto punto esto es verdad. Nos ocupamos de muchas de las cosas que hacemos en nuestra vida dia- ria porque comprendemos las convencio- res sociales implicadas, Sin embargo, Anthony Giddens a autoconocimiento tiene fronteras muy de- finidas, y una de las tareas principales de la socioiogia es mostrar cuales son. Sobre la base de la discusién sosteni- dda hasta el momento, podemos aclarar con cierta facilidad la naturaleza de estas fron- teras, Como hemos visto antes, las perso- nas emiten numerosos juicios de sentido comin sobre ellos mismos y sobre otros, juicios que pueden resultar erréneos, par- ciales o mal informados. La investigacién sociol6gica ayuda a definir las limitacio- nes def conocimiento de nosotros mismos y al mismo tiempo «retroalimentay el co- ‘nocimiento de nosotros mismos y de nues- {ro entorno social. Otra contribucion esen- cial de la sociologia reside en mostrar que, aungue todos nosotros entendemos bastan- te bien To que hacemos y por que lo hace- mos, a menudo sabemes muy poco 2cer- ca de las consecuencias de mucstras ac- ciones. Las consecuencias no pretendidas no previstas de nuestras acciones afce~ ian todos los aspectos ¥ contextos de la vida social. El anilisis sociolégico explo- ra las delicadas v sutiles conexiones entre Jos rasgos intencionales ¥ no intencionales dol mundo social Estructura y accidn Los entomes sociales en los que exis- timos no consisten en meras agrupacio- nes casuales de acontecimientos o accio- nes —estin estructurados, Existen regu- laridades subyacentes, 0 pautas, de los modos de comportamiento de las perso- nas v de las relaciones que tienen entre si. Hasta cierto punto es itil representarse las, caracteristicas estructurales de las socie- dades como si semejaran Ia estructura de un edlficio, Un edificio tiene paredes, un piso y un tejado, que en su conjunto fe dan una «forma» particular. Pero la metafora puede ser muy equivoca si se aplica de modo demasiado estricto. Los sistemas sociales se constituyen de acciones y ela- ciones bumanas: lo que les confiere a és- tas su pauta es su repeticién a través de periodos de tiempo y distancias en el es- pacio. Asi, en el andlisis sociolégico tas ideas de reproduccién social y de estruc- ‘ura social estén intimamente ligadas. Hemos de entender las sociedades huma- nas como edificios que en todo momento son reconstruidos por los mismos ladri- fos que las componen. Las acciones de todos nosotros estan influidas por las ca~ racteristicas estructurales de las socieda- des en las que crecemos ¥ vivimos; al mis- ‘mo tiempo, reoreamoz (y también, hasta cierto punto, alteramos) esas caracteristi- cas estructurales en nuestras acciones Desarrollo de una perspectiva sociolégica Aprender a pensar sociolégicamente significa cultivar las facultades deja ima ginacién, Estudiar sociologia no puede set tun proceso rutinario de adquisicién de conocimiento. Un soci6logo es alguicn capaz de liberarse de la inmediatez de las circunstancias personales’ El trabajo so- iolégico depende de lo que Wright Mills, ‘en una frase célebre, denominé la imagi- nacién sociolégica (Mills, 1970). La imaginacién sociolégica precisa, sobre todo, el poder «pensar tomando dis- tancia» frente a las rutinas familiares de ‘nuestras vidas cotidianas para poder ver- las como si fueran algo nuevo. Conside- Temos el simple acto de beber una taza de Sociologia 35 café. { Qué podriamos decir, desde un pun- to de vista sociolégico, sobre este hecho de comportamiento, aparentemente tan carente de interés? La respuesta es: mu- chisimas cosas, En primer lugar, podriamos sefalar que el café no es simplemente una bebida que ayude a mantener la asimilacion de liquidos del individuo. Tiene un vaior sim- bélico como parte de unos rituales socia- les cotidianos. A menudo, el ritual aso- ciado con el beber café es mucho mas im- portante que el acto de consumir la pro- pia bebida. Por ejemplo, dos personas que conciertan «tomarse un café» juntas pro- bablemente estarin més interesadas en encontrarse v charlar que en consumir lo que beban. La bebida v la comida son en todas las sociedades acasiones para la interaccién social y la ejecucién de ritua- les, v éstos son un riquisimo objete de es- ludio sociolégico. En segundo lugar, el café es una dro- ga que conticne cafeina, la cual tiene un efecto estimulante en el cerebro. La ma- yoria de las personas de la cultura occi- dental no considera que los adictos al café «consuman droga». La razén de este he- cho es una cuestién sociolégica interesan- te. Como el alcohol, el café es una droga «socialmente aceptable», mientras que, por ejemplo, 1a marihuana no lo es. Sin embargo, hay culturas que toleran el con sumo de marihuana, pero son desfavora- bles al café y al alcohol. (Para una discu- sién mis detallada de estas cuestiones, véase capitulo 5: «Conformidad y desvia- cién».) En tercer lugar, el individuo que bebe tuna taza de café esté encadenado a una serie extremadamente complicada de re- laciones sociales y econdmicas que se cedtienden por todo el mundo, La produe- cién, transporte y distribucién de café re- quieren transacciones continuadas entre muchas personas a muchos miles de kilé- metros de quien se bebe el café. El estu- dio de estas transacciones globales cons- ticuye una tarea importante de la sociole- gia, puesto que muchos aspectos de nues- ‘tas vidas se ven ahora afectados por co- rmunicaciones e intercambios comerciales mundiales. Finalmente, el acto de beber una taza de café presupone todo un proceso de de- sarrollo econémico y social pretérito. Jun- to con muchos otros componentes de Ja dicta occidental ahora corrientes —como el té, los plitanos, Jas patatas y el azicar blanco—, el café sélo vino a ser amplia- ‘mente consumido a partir del siglo XIX. Aunque el café se originé en Oriente Me- dio, su consumo masivo data del periodo de la expansién colonial occidental de hace un siglo y medio. Casi todo el café que bebemos en los paises occidentales en la actualidad proviene de areas (Sudamérica y Africa) que fueron colonizadas por eu- ropes. Desarrollar Ia imaginacién sociolégi- ca significa usar materiales de la antro- pologia (el estudio de las sociedades tra- dicionales) y de la historia, ademas de los de la sociologia. La dimension antropolégica (el estudio de las socieda- des tradicionales) de la imaginacién so-

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