You are on page 1of 9
52. La Natividad del Senor gran parte de cuantos habian presenciado cl asesi- nato del santo crataban de vengar su muerte in- tentando apoderarse del pontifice para quemarlo vivo, Henos de miedo, huyeron de alli Los cristianos recogieron el cuerpo del marti y Jo enterraron con sumo honor. Pasado mucho tiempo, hacia el ao 230, el em- perador Alejandro, a ruego de los sitios, autorizé el traslado de los restos de santo Tomas a la ciudad de Edesa, Iamada antiguamente Ragés de los Me- dos. Acerca de sta ciudad conviene advertir que, desde que su rey Abgaro recibié "na carta auté- grata del Salvador, no han podido vivir de asiento en ella ni judios ni paganos, ni ha cafdo en manos de sus enemigos ni ha sido gobernada por regido- res uranos. Siempre que desde fuera alguien ha tratado de atacarla, ha bastado para que los sitiado- res desistieran o huyeran con que un nifto bautiza- do, desde lo alto de la muralla, leyera la carta autégrafa de Jesucristo y, tanto por este procedi- miento cuanto por los méntos del apéstol santo ‘Tomas, los atacantes dejaban la ciudad en paz. Isidoro, en su libro sobre la vida y santos, a propésito de este apdstol dice: «Tomas, ipulo de Cristo y fisicamente muy parecido a 4. oyendo fue inerédulo. pero viendo fue ficl; predicé el Evangelio a ios partos, medos, persas, hircanos, y bactrianos; recorrié el oriente y esta~ blecié contacto con los pueblos mis remotos, su- midos hasta entonces en la gentilidad, predicando entre ellos hasta cl mismo momento en que fuc martirizado. Murié alanceado». Eso escribié Isi- doro. El Crséstomo refiere que, cuando Tomés legs a la region en que vivian aquellos magos que fuc- ron a adorar a Cristo, se encontré con ellos, los bautizs y los utilizé como colaboradores suyos en la propagacién de la fe cristiana muerte de los Capitulo VI LA NATIVIDAD DE NUESTRO SENOR JESUCRISTO SEGUN LA CARNE De las fiestas comprendidas dentro del tiempo lituirgico que reproduce parte de la Era de reconciliacion y parte de la Era de peregrinacién Hemos tratado ya de las festividades correspondientes, ala era de renovacion que comienza con Moisés. sigue con los profetas, llega hasta la venida de Jesucristo segun a earne y tene su correspondeneia en la hturgia de la Igiesia en el ciclo que se cia en Adviento y termina en Ja Natividad del Senor. A continuacién trataremos de las del ciclo siguiense. que empieza en Navidad y se prolon- ga hasta Sepruagésima Este tiempo liturgico, como ya dijimos en el prologo, reproduce en parte la era de re conciliacion y en parte ia de peregrinacién, EI nacimiento de Nuestro Sefor Jesucristo, es decir, su venida al mundo segtin la carne, acaecis, en opinion de algunos, el ano 5228 después de Ia formacién de Adin y, en opinién de otros el 6000, Eusebio de Cesarea en sus Crdmicas afirma que tuvo lugar en 5199, siendo Octavio Emperador de Roma. La fecha del ato 6000 la puso en circula- cidn Metodio, basindose mas en supuestos misti- cos que en criterios cronolégicos Cuando el Hijo de Dios se encarné, la tierra en- tera estaba en paz, sometida toda ella a la autoridad del emperador de los romanos, que lo era a la sa- z6n Octavio; asi se llamaba este hombre cuando comenzé a gobernar; pero posteriormente asumis cl nombre de César en recuerdo de su tio, Julio César: mds tarde el de Augusto, por ia expansién y prosperidad que bajo su mandato experimenté la reptiblica y, finalmente, el de Emperador, titulo superior al de Rey que ningun gobernante habia llevado antes de él, y con el que se pretendis sig- nificar la altisima dignidad y supremos poderes concentrados en su persona y su supremacia sobre los dems reyes sometidos a su jurisdiccién. Vino el Hijo del Dios al mundo a traernos paz temporal y eterna; por eso cligié para nacer una época de sosiego politico y social ‘ésar Augusto, presidente de todo el orbe, qui- so saber cuintas provincias, ciudades, poblaciones, campamentos y personas vivian bajo su autoridad Ea fue la raz6n de que promulgara un edicto, or- denando, como dice la Histona Escoldstica, que todos cuantos socialmente estaban considerados como cabezas de familia se empadronasen en el lugar de donde eran oriundos y que cada uno de ellos entregase al gobernador de su provincia de ongen un denario de plata, equivalente a diez mo- nedas corrientes (de ahi su nombre de denario), en calidad de tributo y en testimonio de su condicién de stibdito al emperador de Roma. Las monedas lievaban grabada en una de sus caras la efigie y el nombre del César. Este acto de presentacién personal para la con- feccién del censo implicaba dos cosas distintas: la profesin de fidelidad al imperio, y el empadrona- miento. La profesién se realizaba de esta manera cada cabeza de familia, antes de entregar al presi- dente de la provincia el denario del tributo en nombre propio y en nombre de los dems indivi- duos a quienes representaba, colocaba la moneda sobre su frente y en voz alta y delante del pueblo. se declaraba stibdito del imperio romano. De la expresién latina «propio ore fassio» (reconozco con mis propios labios) derivé posteriormente la pala~ bra profesién. A esto seguia el empadronamiento. que consistia en que se anotaba cn una lista cl ni- mero de personas en cuyo nombre el cabeza de familia habia oftecido el tribute. Cirino, presidente de Siria, fue el primero que en su provincia introdujo la prictica del empadro- namiento. Esa expresién, el primero, que hallamos en la His- toria Escoldstica, ha de entenderse en relacién con Cirino, pero puede interpretarse de diversas ma- neras, principalmente de estas tres: a) Que comenzase a hacerse, antes que en nin- gtin otro sitio, en Judea, por la razén de que Judea, como vulgarmente se dice, esta situada en el om- biigo, 0 sea, en el centro de la tierra habitable, y que esta prictica se hubiese extendido posterior mente a otras regiones vecinas y mas tarde la hu- bieran adoptado todos los gobernadores de las de- mds provincias. b) Que este empadronamiento fuese el prime- ro de caricter universal, sin perjuicio de que hubiese habido anteriormente otros de indole re~ gional o local. ©) Que fuese el primero hecho por cabezas de La Natividad del Senor 53 familias en presencia del presidente de la localidad, distinto por tanto de los que se hacian a nivel de regién y por ciudades en presencia de un legado del César; y de los que a nivel mundial y por re- giones, se efectuaban en Roma, en presencia del propio emperador. José vivia en Nazareth, pero como descendia de David tuvo que ir a empadronarse a Belén. No podia saber de antemano si tardaria poco 0 mucho en regresar: el alumbramiento de Maria era inmi- nente: no queria él dejar aquel riquisimo tesoro, que Dios le habia confiado en manos extrafas: preferia custodiarlo por sf mismo con exquisita di- gencia; por eso llevs a su esposa consigo. Dice San Bartolomé en su Compilacidn, y lo mis- mo leemos en el Libro de ia Infancia, que. al aproxi- marse a Belén, la Bienaventurada Virgen advirtic: que parte del pucblo estaba alegre y parte lloraba, ¥ que un angel le explicd aquel contraste de la si- guiente manera: «Esa parte del pueblo que se re gocija, ¢5 la de los gentiles, que recibirin eterna bendicién a través de la sangre de Abraham: la parte que gime estd formada por elementos judios. que han merecido la reprobacisn divina- Liegaron José y Maria a Belén. Como eran po- bres y los alojamientos que hubieran podido estar al aleance de sus menguados recursos ya estaban ocupados por otros, venidos como ellos de fuera y por idéntico motivo, al no encontrar donde hos- pedarse tuvieron que cobiarse bajo un cobertizo puiblico, situado, segun la Historia Escoldstica, entre dos casas. Tratabase de un albergue 0 tenada que habia a las afueras del pueblo en un sitio al que acudian los habitantes de Belén a divertirse los dias de fiesta, y si hacfa mal tiempo se refugiaban bajo su techumbre para merendar o charlar. Bien fuese que José preparara un pesebre para dar de comer a su asno y aun buey que habfa lle vado consigo, 0 bien, como opinan otros, que es- tuviese alli ya de antes, a disposicién de los campe- sinos de la comarca para apiensar sus ganados cuando acudfan a Belén con ellos los dias de mer- cade, el caso es que en dicha tenada habia un pese- bre. José y Marfa Iegaron a Belén un domingo. Aquel mismo dia, al punto de la media noche. la Bienaventurada Virgen dio a luz a su Hijo, y lo re cliné sobre el heno del pesebre. Dice la Historia Es coldstica que el buey y el asno respetaron el heno en que el Hijo de Dios estuvo reclinado, que se abstuvieron de comerlo y que afios después fue 54 La Natividad del Senor llevado a Roma, reverentemente, por Santa Elena. En relacién con el nacimiento de Cristo debe- mos comentar principalmente estas tres cosas: pri mera, que fue un hecho milagroso; segunda, que todas las criaturas concurrieron maravillosamente para notificarlo a los hombres: y tercera, que su divulgacién reports al género humano suma utili- dad. I El nacimiento de Cristo fue un hecho milagroso Milagroso en cuanto a la generante, en cuanto al engendrado y en cuanto al modo de producirse la generaci6n. Milagroso en cuanto a la generante: Porque Maria fue Virgen antes del parto, en el parto y después del parto. Todo esto se prucba de cinco maneras, Primera: Por la profecia de Isafas, que en su ca~ pitulo 7 dice: «He agui que una virgen concebird y parird un hijo, etc.» Segunda: Por ios simbolos que lo prefiguraron la vara de Aarén y la puerta de Ecequiel. De la vara de Aarén se dice que «florecerd sin asistencia hu mana alguna», De la puerta de Ecequiel se asegura que «siempre permanecerd cerrada». Tercera: Por la calidad del custodio, que fue San José, a cuyo cuidado fue Maria confiada. Este soli- cito guardidn constituy6 por si mismo un testimo- nio de la virginidad de su esposa Cuarta: Por ei reconocimiento experimental que unas mujeres practicaron a la recién parida. En la Compilacidn de San Bartolomé, probablemente inspirada en el Libro de ia Infancia, se dice que al presentirsele 2 Maria los primeros sintomas del parto, José, aunque no dudaba de que era Dios quien iba a nacer de una virgen, ateniéndose a las costumbres de la época requirié Ia asistencia de dos comadronas. Una de ellas se llamaba Zebel y la otra Salome. Zebel, después de examinar cuidado- samente a la parturienta, al comprobar que con- servaba integra se virginidad, exclamé: «Ha parido una virgen!s, Salomé se resistié a creerlo y quiso verificar por sf misma mediante el tacto de su mano, si era verdad lo que su compafiera procla- maba; mas al intentar hacerlo, su brazo se le secé. Momentos después se le apareci6 un angel, le in- dicé que tocara con su mano seca el cuerpo del nio recién nacido, hizolo asf la incrédula partera y en aquel preciso instante su brazo quedé sano. Quinta: Por un milagro que ocurrié. Lo refiere Inocencio III de esta manera: Para conmemorar la tranquilidad de que Roma habj> disfrutado a lo largo de doce anos seguidos, los romanos cons- truyeron un templo magnifico dedicado a Ia Paz, colocaron en él una estatua de Rémulo, y pregun- taron a Apolo cuinto tiempo dura:ia aquella situa- cién. Como Apolo les contestara que hasta que una virgen pariera, ellos comentaron: En ese caso durard eternamente, porque es imposible que una virgen para. Por eso grabaron sobre la puerta prin- cipal del templo esta inscripcin: “Templo de la paz eterna». Pero durante la noche en que la Virgen dio a luz a su hijo, el templo misteriosamente se derrumbé. Sobre su antiguo solar se alza actual mente la iglesia de Santa Marfa la Nueva El nacimiento de Cristo fue un hecho milagro- so en cuanto al engendrado. «En la tinica persona de Cristor, escribe san Bernardo, «coexisten lo eterno, lo antiguo y lo nuevo; lo eterno, o sea. la divinidad; lo antiguo, es decir, el cuerpo, que pro- cede de Adin; lo nuevo: el alma, creada en el mo- mento en que fue concebidor. En otro lugar dice ei mismo santo: «Dios ha hecho tres mezclas y tres obras tan maravillosamente singuiares que ni nun- ca anteriormente se dieron otras parecidas, ni Jamas en el futuro habrd otras semejantes: en la Encarnacién de Cristo se reunieron realmente Dios y el hombre, la maternidad y la virginidad, Ia fe y el espiritu humano. Maravillosa la primera de estas conjunciones, porque supone la unin de Dios y del barro. de la majestad y de la debilidad, de la maxina sublimidad y de la maxima vileza, puesto que nada hay mds alto que Dios y nada mas bajo que el fango. La segunda no es menos admii- rable: Jamas antes habia ocurrido ni v ceder, que una mujer fuese virgen y panese, fuese madre y continuase siendo virgen. La tercera, aun- que inferior a la primera y segunda, es también muy notable, pues en verdad es maravilloso que la mente humana haya podido asentit mediante la fe a estas dos verdades: que Dios se ha hecho hombre y que una virgen parid y continus siendo virgen». Hasta aqui, san Bernardo. El nacimiento de Cristo fue un hecho milagro- so en cuanto al modo de su generacién. Efectiva- mente, la concepcién del Sefor se produjo supe- rando las leyes naturales, puesto que una virgen, sin menoscabo de su virginidad, concibid; supe- tando la capacidad de comprensién de a razén humana, puesto que esa virgen engendré a Dios; verd a su- superando Ja condieién de la humana naturaleza, puesto que pari sin dolor; y superando lo normal y corriente, puesto que concibid, no por insemi- nacién de varGn, sino por intervencién espiritual divina, por obra del Espiritu Santo, puesto que el Espiritu Santo, de la purisima y castisima sangre de a Virgen rom6 los elementos necesarios para for- mar el cuerpo del Hijo. De ese modo Dios demos- 116 que habia un cuarto procedimiento, admira~ ble, para producir la vida humana. Con razén escribe san Anselmo que Dios ha podido producir y ha producido de hecho Ja vida huiiana de cua tro modos diferentes: sin varén ni hembra: ast cred a Adan; con varén, pero sin hembra: asi cred a Eva; con el concurso de vardn y hembra, que es cl sistema comin; y con hembra, pero sin varén, como en el caso maravilloso de Cristo. Il. El nacimiento de Cristo fue un hecho milagroso, en cuanto que todos los tipos de criaturas intervinieron en la notificacién del mismo a los hombres. . Varios son los tipos de criaturas. Entre ellas al- gunas, como las sustancias meramente corpéreas. por ejemplo, las piedras, no tienen mis que ser otras, como los vegetales y drboles, tienen ser y vida; otras tienen ser, vida y sensibilidad, como los animales; otras, como los hombres, uenen_ ser, vida, sensibilidad y discernimiento; y otras, final- mente, y tal es el caso de los ingeles, tienen ser. vida, sensibilidad, discermimiento ¢ inteligencia. Pues bien, todos estos érdenes de criaturas inter- vienen en la publicacién del nacimiento de Cristo. Veamos como: rimero: Las criaturas del primero de esos érde~ nes, es decir, las meramente corpéreas, se dividen en tres grupos: unas son opacas, otras disfanas y otras luminosas. Las opacas contribuyeron a notificar al mundo el nacimiento de Cristo, mediante el desmorona- miento del templo de los romanos de que antes hemos hablado, y el de muchas estatuas, que en diferentes partes de la tierra, en aquella ocasién, fepentinamente cayeron de sus pedestales y por si musmas se deshicieron. A propésito de esto leemos cn la Historia Escoldstica que. después de la muerte de Godolias, el profeta Jeremias presentése en Egipto y anuncid a los reyes del pais que. tan pronto como una virgen pariera, se descompon- La Natividad del Senor 55 drian las imigenes de sus fdolos, y que para evitar que esto ocurriera los sacerdotes paganos egipcios, colocaron en un lugar seereto del templo la efigic de una virgen con un nifio en su regazo, a la que adoraban disimuladamente cuando nadie los veia, 'y que, al preguntarles en cierta ocasién el rey To- lomeo por qué adoraban aquella imagen, le res- pondieron que se trataba de un secreto relaciona- do con un hecho misterioso que, segtin comunicé a sus antepasados un santo profeta, habia de ocu- rir en el futuro. ‘También los cuerpos didfanos comunicaron al mundo ¢l nacimiento del Salvador: La noche del domingo en que Cristo nacid, la obscuridad noc- turna trocdse en diurna claridad. Orosio y el papa Inocencio III dicen que aquella noche las aguas de una fuente que habia en Roma se conviricron en aceite, que fluia a chorros, se desbords, forms arroyos por las calles y desembocé en el Tiber: el fendmeno no fue momentnco, sino que duré todo el dia siguiente. Ya la Sibila habia anunciado. que cuando de una fuente de Roma brotara Gleo en vez de agua, naceria el Salvador. Los cuerpos luminosos estuvieron representa- dos en esta ocasién por ios astros del firmamento He aqui lo que decia una antigua leyenda citada por el Crisdstomo: «El dia en que naci6 Cristo es- taban unos magos orando en la cima de una mon- taia. De pronto vieron como una estrella tomaba lh figura de un nifo hermosisimo sobre cuya ca- beza resplandecia una cruz En seguida ba estrella hablo y les dijo: Id a Judea; ally hallaréis un nino recién nacidos. Ese mismo dia en Onente apare- cieron en el cielo tres soles que al poco rato se convirtieron cn uno, dando a entender, o bien que pronto el mundo tendria noticia de que Dios era uno y teino, o bien que habia macido alguien en cuya persona coexistian ¢l alma, cl cuerpo y la divanidad. Seguin la Historia Escoldstica esos tres so- les no surgieron en el cielo el dia de la Natividad del Senor, sino antes, a raiz de la muerte de Julio César; y no una sola vez, sino varias, durante algun tiempo; asi es como relata también este hecho Eu- sebio en su Cronica, Por su parte. Inocencio Ili cuenta lo siguiente: El emperador Octavio, tras de someter el mundo entero a la autoridad del Impe- rio Romano, se granjed el aprecio de los senadores de tal modo que éstos trataron de triburarle hono- res divinos, Augusto, que era hombre prudente ¥ cuerdo y sabia que su naturaleza, como la de denxis humanos, era mortal, no quiso aceprar 56 La Natividad del Senor honras propias de los seres inmortales. No obstan- te, a instancias del Senado, accedié a preguntar a la profetisa Sibila. si alguna vez, en cualquier parte del mundo, naceria alguien superior a él. El mismo, dia precisamente de la Natividad de Cristo, ence- rrés¢ con la Sibila en una cimara del palacio impe- rial y le hizo la referida pregunta. La proferisa, antes de responderle, traté de interpretar los sig- nos de sus ordculos De pronto, a la hora de me- diodfa, surgié alrededor del sol un circulo de oro y dentro de él la imagen de una virgen hermosisi- ma con un nifto en su regazo. La Sibila hizo que cl César contemplase aquella misteriosa =; arcién. Mientras Augusto, admirado, tenia sus ojos clava- dos en la efigie, oyé una voz que le decia: —Esta es el altar del cielo. Entonces la Sibila coments: —Este nino que ves en el regazo de esa doncella, tiene mas categoria que ti, adéralo. Por eso la sala en que el emperador y la Sibila se encontraban posteriormente fue dedicada a Santa Maria y Ila- mada estancia de Santa Mania sara coeli, o sea, Santa Maria, Altar del cielo. El emperador, comprendien- do que aquel nifo le aventajaba en dignidad, lo adoro, le ofrecis mirra, y a partir de aquel dia no consintié que a él, mero hombre, se le tuviera por dios. Orosio cuenta algo que sin duda guarda rela- cidn con lo que acabamos de referir. Dice éste autor que, en tiempos de Octavio, un dia, hacia la ora de tercia, estando el cielo claro, limpio y sere= no, aparecié en io alto de él un enorme circulo, a modo de arco iris, rodeando ei disco solar, cual si por este fendmeno quisiera dare a entender que habia nacido el que por si mismo habia creado el sol y el mundo entero y tenia, por naturaleza, po- testad para gobernar el universo. El relato que precede se encuentra también referido en una obra de Eutropio, y cl historidgrafo Timotco asegura que él leyé en historias antiguas de los ro- manos que Octavio, en el ao trigésimo quinto de su reinado, subid al capitolio y con verdadero in- teres roge a los dioses que le dijeran qui¢n gober- naria en la tierra cuando él faltara, y que oyé una voz que respondia a su pregunta de esta manera: «Un nino celestial engendrado eternamente de la esencia de Dios vivo, sin mancilla alguna, naceré muy pronto de una virgen inmaculada, y ésc sera quien reine en el mundo». Sigue diciendo Timo- teo que el emperador, tras de esta revelacién, mand6 erigir en aquel mismo lugar un altar con esta inscripcidn: «Este altar esté dedicado al Dios vivo» Segundo: Las criaturas que tienen ser y vida, como las plantas y los érboles, colaboraron igual- mente en la publicacidn del nacimiento de Cristo. San Bartolomé, en su Compilacion, refiere que, du rante la noche de la Natividad del Salvader, las vifias de Engadia, que producen bilsamo, florecic- ron, fructificaron y destilaron vino. Tercero: He aqui como contribuyeron a la di- vulgacién del extraorsinario hecho los animales, es decir, las criaturas que tienen ser, vida y sensibi- lidad: En su viaje a Belén con Maria encinta liev6 consigo José un asno, para que la Virgen hiciese el trayecto montada en él; y ademés, un bucy para venderio, asi se supone, cn el mercado, y obtener recursos para pagar el censo y hacer frente a otras necesidades. Pues bien, el bucy y el asno, dindose milagrosamente cuenta de la calidad del reeién na- cido, se arrodillaron y Ie rindieron adoracisn. mis de éste, podemos aducir otro dato: Eusebio en, su Crénica cuenta que, poco antes del nacimiento de Cristo, en la época de la arada, durante varias Jornadas y repetidas veces cada dia, mientras ara ban, unos bucyes dijeron a sus gailanes: «Los hom= bres fallaran, las cosechas prosperardn Cuarto: Los hombres, criaturas que tienen ser, vida, sensibilidad y discernimiento, intervenieron también en la propagacién de la noticia, a través de los pastores y del César. Veamos primeramente la intervencién de los pastores: La noche en que Jestis nacié, varios pastores permancefan en vela guardando sus ganados, como hacian habitual mente en las dos temporadas del aio en que las noches son mis largas @ mas cortas. Los antiguos gentiles, en el solsticio de verano, que ocurre hacia ha fiesta de san Juan, y en el de invierno, que cae cerca de Navidad, solian permanecer en vigilia durante la noche para dar culto ai sol. Esa costum~ bre estaba muy arraigada entre los judios, que aca- so la copiaron de los paganos con quienes convi- vieron mucho tiempo. A algunos de esos pastores gue estaban en vela se les aparecis un angel, les comunicé que el Salvador habia nacido, y les dio pistas suficientes para que pudieran encontrarlo. A continuacién, multicud de espiritus celestiales co- menzaron a cantar a coro: «Gloria @ Dios en las alt= ras, etc. Los pastores, siguiendo las indicaciones recibidas, corrieron en busca del recién nacido y lo hallaron tal y como el angel les habia dicho. Vea~ mos ahora como cuenta Orosio ja intervencion de César Augusto en la notificacién al mundo del na- cimiento de Nuestro Sefor: El emperador ordené gue no se diese culto divino a su propia persona en cuanto supo que habia nacido un niho extraor- dinario. 2Cémo supo esto? Posiblemente dedujo que habia venido al mundo alguien de mis cate- gorfa que él y por eso no permitis que en adelante Je llamaran ni Dios ni SeAor, al ver aquella imagen de que ya hemos hablado, alrededor del sol, al re~ cordar la ruina del templo y al enterarse de que una fuente de Roma, en lugar de destilar agua, destild dleo. En algunas crénicas se lee que, pacos dias antes del nacimiento de Cristo, Octavio hizo construir en todas las provineias del imperio mul- titud de calzadas publicas y perdons a los romanos las deudas que tenfan contraidas con la corona im- perial. A la intervencién de los pastores y de Octa- vio, podemos anadir una mis: la de los sodomitas, de quienes se dice que en la misma noche en que el Salvador nacid, perecieron cuantos a la sazén habia. Comentando Jerénimo el pasaje «Lux ona est», escribe que la intensfsima luminosidad repen- unamente surgida en aquella noche cegé con sus rays y causd la muerte a cuantos practicaban este vicio; y que Cristo permitio que sucedicra esto para desarraigar de entre los hombres, cuya natu- raleza habia asumido, una lacra tan antinatural. San Agustin, por su parte, afirma que Dios, al conside= rar la extensiGn que semejante pecado, contrario a naturaleza, habia alcanzado cn la especie huma- na, estuvo a punto de no encarnarse. Quinto: Finalmente, intervinicron también cn Ja publicacién del nacimiento de Cristo los inge- les, criaturas que tienen ser, vida, sensibilidad, dis- cernimiento € inteligencta. Ellos fueron, preciss- mente, quienes, como ya hemos dicho, anuncia- ron a los pastores que el Salvador habia nacido. IL La noticia de que Cristo habia nacido fue muy itil para nosotros, los hombres, por las siguientes razones: Primera: Porque los demonios quedaron con fundidos y a partir de entonces perdieron la pr valencia que venfan teniendo sobre el alma huma- na. A propésito de esto, he aqui algunos casos muy’ significativos: Leemos en un libro que un ao, en la vigilia de la Natividad del Senor, san Hugo, Abad de Cluny, vio a la Virgen Santisima con su Hijo en los brazos ¥ ov6 que le decia: “Hoy es el dia en que los La Natividad del Senor 57 oriculos de los profetas tuvieron su cumplimien- to. 2Dénde esta aquel enemigo que antes se ufana- ba de la potestad que ejercia sobre los hombres? Al oft estas palabras el diablo salié de las entranas, de la tierra para desmenuir a la Senora; pero fraca- 56 en su intento inicuo, porque aunque recorrié todas las dependencias del monasterio pretendien- do alardear de que todavia conservaba influencia sobre los monjes, de todas ellas fue arrojado por las virtudes que en las mismas se practicaban: en el oratorio hall devocién; en el refectorio, lectura sagrada; en los dormitorios, camas muy austeras v en el capitulo, penitencia En el libro de Pedro Cluniacense leemos tam- bign. que otro aio, en la vigilia de la Natividad del Senor, apareciése la Bienaventurada Virgen Maria al Abad san Hugo. Llevaba Nuestra Senora en sus brazos al Nino Jestis y jugueteaba con El San Hugo oy6 que el Nino decia a su Madre: «Fijate. Madre: mira con cuanto jtibilo celebra hoy Ia Iele- sia la fecha de mi nacimiento.. «¢D6nde esta ahora aquella fuerza que el demonio antes tenia? «Qué diré a todo esto? {Qué podrd hacer en adelante De pronto el diablo saliG de debajo del sucio y exclamé: «i¥a que no puedo entrar en el tem= plo. porque los monyjes estin celebrando en él el oficio divino, entraré en el retectorio pero en vano, porque ia puerta del capitulo era tan estrecha y él tan grueso, que no pudo pasar por cl reducido hueco de ella; las de los dormutorios re- sultdronle excesivamente bajas para su estatura; la del refectorio no logs abrirla, porque los ser dores de las mesas la habian cerrado por dentro con cerrojos, movidos por su caritativo deseo de que nadie entrara en aquel lugar a molestar a los religioSos que, mientras comian y bebian parca y sobriamente, prestaban atencin a la iectura que un monje hacia para todos. Entonces el demonio, corrido de verguenza por su fracaso, se desvaneciss y desaparecis. Segunda: Por la confianza que produjo en noso- tros de que nuestros pecados nos serian perdo- nados. En un libro de ejemplos leemos que una mujer. tras de abandonar su anterior vida Itibrica y arre- pentirse de ella, crefa que no podria ser nunc: perdonada. Si pensaba en el juicio, persuadiase de gue ella, tan inmunda en otro tiempo, jamas po: dria ser recibida en el paraiso, y que seria arrojada a las penas infernales; si pensaba en la pasién de n el capitulo, en los dorm rorios Mas adelante lo intents. 58° Santa Anastasia Cristo, conveneiase de que era una ingrata: mas un dia, meditando en la infancia de Jess y conside rando cuin ficiles son de contentar los ninios, in- vocd Ia misericoraia de Nuestro Seiior apelando a los méritos de su Natividad y nifez, y oy una voz que le aseguraba que todos sus pecados esta- ban ya perdonados Tercera: Porque constituye un remedio para nuestras nec: ides. A props _ ie esto, veamos lo que dice san Bernardo:+. nero humano padecfa tres calami- dades: una eu. .. comienzo de su vida, otra durante ella y otra al final de la misma; es decir. que cl hombre estaba rodeado de miserias al nacer, a lo largo de su existencia y al morir. Su nacimiento era inmundo, su vida perversa y su muerte peli- grosa; pero vino Jesucristo a la tierra y trajo remedio para cada una de esas necesidades: tam~ bign él nacid, vivid y murid, Su nacimiento purifi 6 el nuestro, su vida dio sentido a nuestra vida y su muerte destruy6 nuestra muertes, Hasta aqui, san Bernardo. Cuarta: Porque su nacimiento humillé nuestra soberbia. Considerando las siguientes palabras de Agustin: La humildad del Hijo de Dios, tan clara mente puesta de manifiesto en el misterio de su Encarnacién, es para nosotros un ejemplo, un sa- cramento ¥ una medicina. Como ejemplo, nos re- porta suma utilidad si lo imitamos; como sacra- mento, rompis las ligaduras que nos amarraban al pecado; como medicina, constituye un remedio eficacisimo para ablandar la dureza de nuestra so- berbias. Esto escribié Agustin, Y escribid bien, porque los efectos de la soberbia del primer hom- bre quedaron neutralizados por la humildad de Cristo, Obsérvese cusn convenientemente la hu- mildad del Salvador se contrapone a la soberbia del prevaricador: ja soberbia del primer hombre se alz6 contra Dios, hasta Dios y por encima de Dios. Contra Dios, porque se rebels contra su prohibi- cién de que comiera frutos del arbol del bien y del mal; hasta Dios, porque creyendo al diablo, que le dijo que «senian como Dioses, prevendis igualarse a El; por encima de Dios, porque queriendo, dice san Anselmo, lo que Dios no querfa que el hom- bre quisiese, puso su voluntad por encima de la voluntad de Dios. Pero el Hijo de Dios, advierte el Damasceno, se humilié, no contra los hombres, pero sien favor de los hombres; se puso a la altura de ellos al nacer como ellos nacen: y por encima, por las diferencias que hay entre nuestro modo de nacer y el suyo, porque aunque su nacimiento se asemej6 al nuestro en que nacié de mujer y me- diante parto, como mediante parto y de mujer na- cemos nosotros, se diferencié del nuestro en otras cosas, por ejemplo, en que nacié de Maria por obra del Espiritu Santo. Capitulo IT SANTA ANASTASIA eee? _SANISTANA "| Anastasia deriva de ang, que significa encima v de stasis que equivale a estar de pic, o sencillamente a estar, en el sentido de permanecer. B Anastasia, para esta santa, que se mantuve constantemente enema de los vicios ¥ pecados y permanecis perseverante en 1a observancia de las virtudes s nombre el de La nobilisima Anastasia fue hija de un pagano llamado Pretextato, hombre de muy ilustre abo- lengo, perteneciente a las mas encumbrada aristo- cracia romana, y de Justina, muyer cristiana, Su madre y san Cris6gono educdronla en la fe de Cristo. Al llegar a la edad nuibil contrajo matrimo- nio con Publio, porque asi lo con’ cron las res~ pectivas familias, pero ella, bajo precexto de que su salud era débil, consiguis que su esposo la respeta~ ray permanecié intacta a lo largo de su vida conyugal. Cuando Publio se enters de que su mujer salia de casa pobremente vestida, acompanada de una criada, para recorrer las carceles y visitar y soco- rrer a los cristianos que en ellas estaban presos, la encerré en su domicilio, sometiéndola a estrecha vigilancia y privaciones, hasta el punto de hacerla pentidos de su pecado y agradecidos a su interce= sor. De esta manera libré Dios a su siervo Amando del asesinato tramado contra él por sus enemigos Después de esto, el santo vivis todavia algunos aios, durante los cuales obré muchos milagros, y al fin, hacia el afio 653, en tiempo del emperador Heraclio, descansé en la paz del Seftor. Capitulo XLU SAN VALENTIN Valentin proviene 0 de valorem tenens (valeroso), ¥ vale roto fie este santo en su perseverancia en la santidad, © de valent (valente), y de tio (soldado), en cuyo supuesto significaria valience soldado, 0 soldado valtente. propiedad perfectamente aplicable a nuestro bienaventurado va- 16n, que fue soldado invencible de Jesueristo. Es valiente el soldado que jamis se rinde, acomete con brio, se de- fiende con denuedo y vence holeadamente a su enemi- go. Estas cuatro condiciones se dieron en san Valentin no se rindié mi ante el martirio; infligis duros golpes a la idolatria hasta dejarla derrotada: defendis y fortified | Goctrina cristiana. y obtuvo la victoria sobre sus perse- guidores aguantando infinidad de padecimientos Fue Valentin un venerable sacerdote. En cierta ocasién, llamado a su presencia por el emperador Claudio, sostuvo con élel siguiente didlogo: Claudio, —2Qué es esto, Valentin? Por qué no te haces amigo nuestro y adoras a nuestros dioses? 2Por qué no renuncias a esas absurdas supersticio- nes. las que te has entregado? Valentin. —Si conocieras la gracia de Dios no slo no dirias estas cosas, sino que tii mismo darias de lado a los idolos y adorarias al Dios de los cielos. San Valentin 173 Uno de los consejeros del emperador intervino en este momento preguncando a Valentin: —Qué opinién tienes de la santidad de nues- 10s dioses? Valentin le contesté: —Santidad, dices? Sobre este punto lo tinico que puedo decir es que fueron hombres misera- bles llenos de inmundicias. Claudio, —Si crees que Cristo fue verdadera- mente Dios, épor qué no lo dices deiante de mi, abiertamente? Valentin. —Claro que lo digo: Jesucristo es ver- daderamente Dios y el tinico Dios verdadero, y si creyeras en él tu alma se salvaria, la sociedad pros- peraria y El alcanzarfa la victoria sobre todos sus enemigos. Entonces Claudio, dirigiéndose a sus consejeros, comenté Préceres romanos! Yo reconozco que este hombre habla con suma discrecién y cordura. Al oir este juicio, el prefecto, alarmado. dijo a los otros consejeros: —El emperador se ha dejado seducir; pero ée6mo vamos a abandonar la religién que veni- mos practicando desde muestra infancia? Claudio, que oyé lo que el prefecto dijo, cam- bis de opinién y dispuso que el propio prefecto se hiciese cargo de la custodia de Valentin. El prefec- to se Ilev6 al santo én calidad de prisionero, pero en lugar de encerrarlo en la carcel lo alojé en su propio domicilio. Al legar a él, dijo Valentin: «Se- Aor Jesucristo, puesto que eres iuz verdadera, ilu- mina a cuantos viven en esta casa para que reco= nozean que tt eres Dios y el tinico Dios verdade ros, A esto replics el prefecto: —Es interesante eso de que Cristo es luz Yo tengo una hija que leva mucho tiempo ciega Si ese Cristo tuyo le devuelve la vista, haré cuanto me digas Valentin se recogis en oracién y al instante la hija del prefeceo quedé curada de su ceguera ¥ to~ dos cuantos vivian en aquella cas se convirtieron al cristianismo. Poco después de esto, el emperador mands que Valentin fucse decapitado, Su martirio ocurrié ha- Gia el aio 280 del Seftor.

You might also like