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participacién de los trabajadores en la distribucién del ingreso crecié hasta aleanzar e 50 por ciento acomienzos de Jog afios cincuenta ello expandi6 el mercado interno y dots ‘de un nuevo impulso ala industrializacién. Todo lo anterior se enlaz6, adems, con otras politicas de inclusiéa social que Tevaron a que grandes masas pasaran, en los afios del pri- ‘mer peronismo, a gozar de mayores estindares de bienestar ya recuperar pasibilidades de aseenso social Asi, el reconocimiento legal a los sindicatos y la nueva ‘egislacién laboral, la participacién estatal en el control de Jas condiciones de tabajo, a apertura de politiea culturales _yeducativas destinadas asectores sociales vastos, los planes Ge salud pablica, el turismo social y a edistribucién de la riqueza, entre otros elementos, constituyeron aquella que en «lengua peronista se lam la justicia social; una formula ‘mis distante podria aludira la ampliaci6n de los content dos sociales de la ciudadania. En ella se fundé en gran ‘medida el proceso de construccién de identidad peronista en los sectores populares, Otros aspectos de la experiencia del peronismo en el gobierno, en cambio —los intentos de control de la poblacién desafecta, Ia dureza del trato alos opositores, la exigencia de muestras de adhesin y, en cietos sectores, la amenaa a las jerarquias que se juzgaban ‘wadicionales y benéficas, yl aliento a una suerte de indise plina social que se entencia indeseable—, quedarfan firmes yen el primer plano dela memoria colectiva del antipero- ‘nismo, que eonvocaba a un grupo radia despreciable de la sociedad. Las disputas por desentrafiar al sentido de quella, ‘experiencia se ibraron durante mucho tiempo, y habrian de constituir uno de los nécleos més fuertes de la polémica hist6rica y politica en la Argentina de los afios sesenta, * as pide La vida politica Indiana de Privitellio. |Afio 1930. La foeraa de un afio siempre pensado en clave de raptura y corte se impuso en la historia argentina de forma categ6riea. E] golpe encabezado por el general José Félix Uribura, quel 6 de septiembre habia derrocado al {gobierno constitucional de HipSlito Yeigoyen, abrio un ex- ‘tenso periodo caracterizado por las irrupciones del poder milter, que se cerr6 en 1983. Asimismo, inaugueé también ‘una etapa més carts, aunque no menos significativa para la ‘memoria histérica de los argentinos, a llamada «Década, Informe», que terminé con otra rupturs: la llegada del pero- nismo al poder. Sumada a estas transformacionesinternas, |ngran crisis del capitalismo mundial fue ote factor no menos ‘importante. ‘Pero las principales razones de ese carts Consenstide ‘faeron més bien denaturaleza doméstica. En un par de publi- caciones recientes que forman parte de una ambicioss historia ‘elas ideas en la Argentina, Tulio Halperin Donghi ha deno- ‘minado aloe dos tomas que aharcanel periodo de 1912 21943, (auc, previsiblemente, se ven divididos por el afi 1990) La Repiblica Verdadera y La Repiiblica Imposible; la idea que sustenta ambos ttuloses quea un periodo en el cual finalmentela Argentina habriaaleanzado un funcionamiento «verdadero» dela democraciao, mis expecifcamente atin, de ‘susistema electoral, seguira otro en el cual ese funcionamiento sevio obturado pore fraude sistemético. La tentacién por ver 111980 una ruptura sustancial debe ceder paso a una mirada lgo mas atenta a los problemas que los aftos de ese decenio arrastraban del pasaclo; la inconveniencia para quienes slo ven un s6lido muro divisor de aguas es quelarepaiblica a la {que aluden ambos textos es la misma, Intentaremos demos- tar que, entre 1930 y el siguiente golpe militar de junio de 1949, seassteal agotamiento definitive del ensayo abierto con Jas reforinaselectorales de 1912 y que, sin comprender las con- ‘radicciones y dfcultades de ese ensayo, es casi imposible ‘comprender la politica deesta déeada hasta 1943. Lallegada del peronismo mareé un periodo politico ms original. No se trata de retomar in oto la pretensin pero- nista segtin a cual su gobierno creé précticamente un mun- ‘do nuevo; hace ya muchos afios que historiadores y cientifi- 0s sociales vienen advirtiendo que el peronismo hunde innumerables rafces en los afios treinta. Sin embargo, la amalgama que se construye a partir de elementos previos es, ‘desde el punto de vista politico, Ia apuesta por una repébliea bien diferente ala de los reformadares de 1912 y que, toda via en los aos treinta,fancionaba como umbral de legada, para una buena parte del universo politico. Es éste el proble- ‘ma que pretendemos destacar: mientras que buena parte de los afios treinta debe entenderse en una clave mayoritaria y fundamentalmente restauradora (aunque, por supuesto, no falten las opiniones a favor de alguna clase de cambio), el peronismo representa un ensayo novedoeo, aunque reconcaca naturalmente sus antecedentes en el pasado inmediato. ry avidin ‘La apuesta peronista también enfrenté su propiay muy ‘temprana crisis a parti de comienzos de los afios cincuenta; esta crisis derivé en el nuevo golpe de Estado que derroe6 1 Per6n en 1955, pero se extendié durante aos en una «lar~ gaagonia> decasi tres décadas, durante las cuales nadie fue capaz de dar con una férmula politica estable, a pesar de los ‘varios intentos que se desplegaron y que abarearon desde una _democracia liberal més o menos abiertao estringida hasta la opeién por la violencia politica armada asumida por repre- sentantes de todos os signos poftios, En este trabajose intentard mostrar las condiciones de a ««repiiblica reformada» y dela «repiiblica peronista», para tratar de explicar sus peripecias ls razones y modalidades| de sus crisis, El comienzo de! fin La reforma electoral de 1912, aprobada por iniciativa del presidente Roque Séenz Peiiay que impuso en la Argentina el sufragio secreto y obligatorio para todas ls varones adultos nativos, junto con algunas otras garantias lectorales como luso del padrén militar, tenfa en el imaginario de sus autores al menos dos objetivos. Debia, por un lado, crear un mecanismo mediante el cual una sociedad eada vez mas hheterogénea y compleja, pero animada por un ideal comtin de progreso, se viera mas sdlidamente representada en la politica dado que, segtin un diagn6stico para entonees muy difundido, esto no era lo que venta sucediendo. Sobre todo debja erear un sistema de reglas que permitiera ala élite politica dirimir sus conflicts sin necesidad de recurrir ala violencia, para entonces una situacién por lo dems reeu- ‘rente De all otra de las claves dea reforma: el eemplazo el sistema de mayoria por el de mayoriay minoras, através del eual étas se incorporarian al Parlamento evitando ast {que su exclusin derivara en revoluciones. Para 1929, todo Indicaba que esta opeién no era el meior eamino. En 1916, fueron un partido opositor Ia Unign Civies ‘Radical (UCR), y su lider, Hip6lito Yrigoyen, los beneicia~ dos con esta ley, que abrié el ciclo de presidenciasradicles ‘que legé hasta 1930. Si bien esta victoria fue una gran sor~ presa, lo cierto es que el sistema resltante estuvo lejos de responder alas expectatvas reformistas. Por el eontraro, el radicalismo —que venia impugnando fuertemente todo €l sistema politico anterior a su Ilegada al poder vio sa ‘victoria com el final de-una lucha moral y apocaliptca en ‘reel erdgimen abyectow y ela cause», Si bien con limites imprecisos, el «régimen» incuia une dimension temporaly ‘otra politica: era el pasado, pero eran también los restos de ‘ese pasado que ain perduraban durante el gobierno dela ‘causa; en términos de Yrgoyen, todo aquel que no fuera ra- ‘ical, peo especialmente aquellos que se denominaban scconservadores». Por su parte, la oposicin asi denostada vio en Yrigoyen aun demagogo que ponia alas intivuciones dela Repiblica en serio viego. Desde sus primeras dias la ‘democraciasurgida de lareforma se pens6 en términos de ‘una batalla “Aunque la victoria de 1916 fue por escaso margen de votos, una vez en el poder Yrigoyen se dedies a consoidar la causa», y ecursié a todas las estratagemas elecvorales Antes tlzadas por los eonservadoresy que, supuestament, Ja revolucién moral radical eliminaria El armazén de po- | | erosas méquinas electorales provincialesincluyé desde las intervencionesfederales basta el uso de recursos etatales para definir comicios: poliia brava, comisarios, jueces de pazy recaudadores de impuestos que actuaban como ‘ceuillos electorales; instituciones nacionales como el Correo o la Secretaria de Agricultura funcionaban como _agencias electorales al servicio del oficialismo. Las constantes intervenciones federal realizedas entre 1916 1990 en. ‘csi todas ls provinciasanunciaban la apieacinferoz del sistema de expolio. Un lenguaje casi military unas reglas, eomo una federacién inestable de partidos provinciales,incapaz de ‘vita las disidencias que en ocasiones, se ransformaban en coniicios abiertos. El Partido Conservador dela provincia, {de Buenos Aires era el més caro ejemplo. La fortaleza yau- tonomia de los innumerables caudilos locales yas dificl- tades delos drigentes provinclales para eontolaros ropi- ciaban que los conflitos estuvieran ala orden del dia. Justo Inacia poco para remediarlos, porque un partido unio en Ja provincia més poderosa del pais haba significade un serio problema paras liderango. Més ain euando,en genea, le conservadores miraban con reeelo a Justo porel agar destacado que reservaba en el gobierno a los radicals antipersonalistasy socialistas independiente, siendo ellos ‘Quienes aportaban la mayor cantidad de votos ala calieion. ‘Para Justo lo ellos eran otros: a corto plazo, le permitia, ‘mantener el equiibrio que ledaba libertad de maniobra y sostenia Ia apariencia de una coaliciény a largo plazo, el antipersonalismo podia ser la mejor plataforma paras ‘strateia de acercamiento al radicalismo en la abstencién, El radicalismo antipersonalista que apoyaba a Justo ‘tampoeo era mucho més que un pufade de estructuraspro- vineiales con algin peso en Entre Rios, Santa Fo, La Roja ‘Santiago del Estero y la capital. Por su parte el Partido So ialsta Independiente (PS), luego de un efimero intento por ‘lisputa el espacio de la inquierda al Partido Socialista(PS) (on particularen el Concejo Municipal de aciudad de Bue nos Aires) langues basta desapareeer Slo quedaron en Primer plano dirigentes eomo Antonio de Tamaso —fllei- doen 1983 y Federico Pinedo, quienes tenfan un peso ‘propio més allé desu fantasmal agrupacin Las fricciones entre os diferentes grupos en busca del favor presidencial fueron frecuentes Sin embargo, ana si- ‘tuacién eonfictiva que se reprodujeraen todos los escena- sos podia amenazar la marcha del gobierno en momentos de crisis politica y econémica. Justo entendié que si bien no podia ni le convenfaeliminaras, estas disputas debian ppermanecer fuera del Congreso: de este acuerdo parla- ‘mentario elaboredo durante les dos primeros aos de st gobierno nacié la llamada Concordancia. De hecho, la Concordancia nunca fue nada parecido aun partido y no. es probable que Justo la considerara como tal ni, menos sin, que pensara en ella como wna solueién duradera, Fue uum instramento eficaz para apartar la labor parlamentaria dos conflitos, pero esta armonta rara verse traslad al terreno de os comicios; por el contrario, con excepcién de In clecein presidencial de 1997 (donde la nica represen- tacién en juego fue la cabeza del Ejecutive), los partidos siguiaron manteniendo ss identidad en cada provincia y, si cera necasario, compitiend entre ellos con enconada viru- lencia. A pesar desu explicito deseo de conformar un par- tido ongénico segs el modelo reformist, dl que él mis- :mo se vefa como constructor y lider, al cual consideraba lemento imprescindible paral fencionamiento del réi- ‘men, Justo pasé toda su presidenciay de hecho el resto de su vida) pivotando entre los inestables equilibrias de los amiltiples yfragmentados actores del sistema politica ar- sgentino ® artes La Unidn Civica Radical ara.l radicelismo oposito as cosas no eran més sencilla llamado ala abetensin una medida tomada del repertorio {de os afos de lucha contra el «régimen» —para entonces ‘convertidos en mito partidario—, remit a elementos iden- tifcativos bésios del partido, pero habia sido una decisin ‘tomnada apresuradamentey sin mucha reflexion. La medida fue poco extosa: as razones las expen on especial lucidez tun dirigente radical, Julio César Borda, en una carta a Al- var de febrero de 1998: «El pueblo costumbrado aconen- ‘riral comico, en veinte afios de Vigencia dela Ley Séenz Pei, dno reinciirg, acaso, en concurrit?». Recordaba ade~ ms que en 1981 casi 800.000 votos habfan consagrado a Justo enlapresidencia Tampoco parecfa surtir efecto los ensayos revolucio- arias que tambitn formaban parte del arsenal mitico del, partido, pero que eran sisteméticamente reprimidos por ‘Justo: en 1932, une revolucién fue sofocada y otra deseu- ‘iertay desarticulada antes de estallar; en 198: fue sofeeada yyAesarticulada otra més. Agravaba esta situacién el hecho ‘de que todos los diarios repudiaban las actitudesredicales sbstercin 0 levantamiento armedo, una generalizada opi- nin no paresa seguir ni aprobar los mandatos dl partido. ‘Ademdse es faeasos, habla ot problema inquietante. LATICR de 1950 no era lade 1905: ahora era una méquina clectoral muy acsitada, y estas mécquina slo funcionan y se reproducen siconcarren alas eleeiones. Sino lo hacen, sim- plemente desaparecen. Por eso, muy tempranamente co- ‘menzaron aaparecerenel partido as voces concurrencistas, 1 juego de impugnaciones mutuas entre el gobierno yel radicaismo tuvo i resoluctn con ocasin de los comicios ‘nasionales para renovaci6n dela Cémara de Diputados de ‘marzo de 1984. Excluida la LICR, la expectativa de estas leeciones no era su resultado final expresada en a dstiba- én de bancas, sinola dsputa entre dos isionesenfreniadas de la realidad politica argentina, representadas porla abstencién yla concurrencia. Ader, 9 plebissitara ls pre- ‘ensién gubernamental de normalidad institucional, cuya ‘mejor expresién debian ser unos comicios tranquilos y ‘ransparentes, En este context, cobr6 especial importancia cl caso dela provincia de Tueumén, donde el :adiealismo local deci lovantar la abstencién en abiera disidencia.con las antordades partidaias: lo que all soediera se ofreceria ‘como prueba de verdad para las pastes en disputa. Justo, advertido de a naturales del juego, puso en alertaalosjefes e aquella zona military envi veedores propios para evitar aque el gobernador Prospero Garcia utilizara la méquina ‘ficial para volear en sa favor los comicios tueurnanos. En ‘marzo de 1924 las elecciones no registrazon problemas ‘importantes, el nivel de concurrenca alean26 un poreentae ceptable para una elecién de diputados —62,8 por eiento el padeon— y, sobre todo, la UCR rebelde de Tucuman ‘pans las elecciones. La prensa repudié a coro laabstencién ‘dial, mientras Jost inieié su diseurso de apertura de las ‘Sesioneslgisativas de ese aio con una extensa apologia de Ja limpieza de ls comicios: el gobierno habfa impuesto su vislén de la realidad. Las eleeeionesalteraron dramstiea- ‘mente la balanza de costos y beneficios de la absteneién. Si hasta ls comicios de 1934 el Comité Nacional dela UCR habia aceptado pagar certos costos, l riesgo era ahora la fragmentacin del partido, detrés del cual acechaba expec tant el presidente Justoysu plan de hacerse eon su conte « aie pi Asi, laconcurtencia alos comiciosdecdida entre el 2 8 de enero de 19385 por la Convencién Nacional de la UCR, fue promovida por Alvear y buena parte de los diigentes atendiendo al fracaso dela abstencin y de los movimientos civico-militares, y las ertieas cotidianas que soportaban amas estrabegias dentro del radicalism, Esta cieanstancia ‘obliga a revisar Ia interpretacin que hace del levantarsienta det astencién una concesién al oficialismo tomada a contramano de las supuestas posiciones combativas del pueblo, del partido. De hecho, una vez decidida la concu- srencia, Alvear obtavo el espaldo ungnimede la prensa y se produjo un importante reflujo de drigentes y estructuras, ‘que se habjan alineado con el antipersonaliamo juststa: ‘todo parecian gananciasparala UCR. La trampa del froude ‘La devsin del radicalismo de volver alos comicios termi natia poniendo ala repiblica reformada frente asu dilema terminal. La aparente victoria de Justo coloes al oficialisino frente una alternativa de hier y la decisién fue trampear Jaselocciones. El aude abierto implantado a partir de 1995, ‘que fe inicalmente pensado como una solucin para evitar cl regreso del radicalism al poder, seconvirtié panlatina ‘mente en sistema y fue dejando sin margen de maniobra a Jos partejpantes dl juego politic, fueran ellos vitimas © 1a posibilidad cierta de alcanzar la presidencia en 1987 ‘encolumnn6 al radicalismo'ras|aconduccion de lvea, inclu: yyendo alos mis reacios a sometzse alos dictados del Comité ‘Nacional Justo se incin6 entinces ms decididamenteha- cia los sectores conservadores, la ms firmes desu alianza -y aquellos que poaian garantizare, sino la mayorta, al me= ‘oo un importante nGmero de wotus. Asimismo, profundi6 en otras estrategias de cooptacién de votantes, como su acereammiento al catolicismo, que habia tenido su momento culminanteen el Congreso Bucaristico e194, osu intento dereconquistarlaadhesién delos grupos nacionalistas, que sehabjan apartado poco después des llegad ala presiden- ia, concedindoles, por ejemplo, la persecucién legal dl Partido Comunista, Pero la sensacin generalizada era que ninguna manio- ‘bra piblica seria suficiente para conseguir la mayorfa capa de garantizarle a Juztoel control desu sueesi6n. de all su ecidido compromiso con el fraude elector. Con el aval presidencial se produjo la répida transformacién delas cticasigulares y volentas de control y produecién de sufragio que, desde 1912, veniam utilizindose de modo mis ppantual yimitado, en un mecanismo de alteracién y mani- pulacidn sistemstio de los resultados electorales. En 1995 debjan renovarse varios ejecutivas provinclals, ontecimienta de gran relevancia dado que las provineias ‘seguian siendo las piezas clave del control electoral: frente a Ja derision de concurtir de la UCR, la evestion provincial se ‘ransformé en la llave que definira le eloceiGn presdencial de 1937. Eloficialismo conservador de la provincia de ‘Cérdoba daba caras muestra de no adherirsea uns politica ‘motorizado por el GOU desplazé a Ramirez e impuso en la presidencia a su ministro de Guerra el general Edelmiro Farrel El estratégico ministerio vacante fae ocupado por el coronel Perén. “A diferencia de sus camaradas, Pern creiaquela politica, ppuramente represiva del gobierno provocaba su ailamiento + porlo tanto, debfa ser reemplazada por otra orientada a ‘ooptaradlstintasseetres dela poblacin Pes ya habia co- ‘menzado a ensayar tibiamente esta nueva politica, desde el modesto puesto que inicialmente le habia encomendado ‘Ramirez la cabeaa del Departamento de Trabsjo. Fandado «en Jos primerosafos del siglo el organism se ovupaba de recopilarinformacién sobre temas laborales y sindieales. Perén convits el Departamento en Seeretara de Estado y desde alt iniei6 cotidianos contactos con los dirigenten sindieaes. Aunque en prinepio no era mucho lo que tnt pare ofrecer, el solo hecho de que un funcionario los ‘lendieray exeuchara suponfa una novedad que os drigentos, sindicales no podian dejar de notar A medida que Pert fue ‘scumulando poder —a mediados de 1944 sum a su eazg0 ele vicepresidente— sus eontactos con los dirigentes sindicales comenzaron a estar acompatiados por medidas ‘coneretas en favor de Tos trabajadores organizados. Para Perén, esta estrategi tenia dos beneficos: a corto plazo, lepermitia al gobierno escapar del asfxianteaislamiento politico; a largo plazo, una politica de concesiones que ‘levara el nivel de vida de los tabajsdores permitvaeliminar ltemido avance comunist, La politica conciliadora de Perén no ineluia a aquellos sindicatsliderados por comunistas; mas ain, porlo general slentaba a grupos opesitores a esos liderazgos para formar ‘gremis paraleles, que eran répidamente reconocidos porsu Secretaria, al tiempo quelos antiguas dirigentes eran encar- caladosy sus organizacionesdisueltas. A través de esta poi ‘ica, los sindicatos obtenfan beneficios novedosos, como ‘nuevos y favorables convenios colectivos, vacaciones paga- as, regimenes de icancias 0 descanso daminical. La apro- Decide del Estatuta del Peon Rural represent una novedad pra. un émbitoleboral que hasta ese momento escapaba a ‘oda regulacin, Perén estimaba que su estrategia serfa comprendida xy bienvenida por los patrones, tal como lo confesé en un ~ ein fammoso diseurso de agosto de 1944 en la Bolsa de Comercio, [Esperaba que aus ayentes entendieran que su objetivo timo era mantener el orden yla armonia socal, pero no fue as! Jos empresarios no compartieron la politica preventiva de Pern, en buena medida porque tampoco compartian los Aiagnéstcos (eran, por certo, algo desproporcionsdes) que Apunciaban el promtoarribo de una revolucién eomunista, ‘la Argentina. Lajs de celebrareldudoso benefico que e- presentaba la derrota de un fantasma, los empresarios Fepudiaron las consecuencias més inmediatas que esa politica implicabe paralasrelaciones de poder dentro de sus ‘reas, Ep marzo de 1945, el gbierno declaré la guerra alas Dotencias del Ejey fueron purgades del gobierno muchos simpatizantes del nazimo, Pero esto no fue suficiente para satisfacer a ls oposién, que, envalentonada por a derrota alemana, incterzenté el nivel de sus erticas. Sin embargo, ara entonces era evidente que Perén habia logrado que el régjmen rapier su alamiento el apoyo sndieal no estaba, ‘exento de eticencias, perv era mucho més de lo que podian ‘conte un afi antes. Pern advirti6 la naturaleza dela situa- ‘iin y mods dristicamente su diseurso: en una clave ca- da vez mis definidamente classta defendié sus eformasy ‘tach los empresaros por su incapacidad para advert que ‘consagraban derechos indiscutibles. De esta manera, solidi ‘ie6 salianea con los sindicatosy fue deseartando por el ‘momento si intento por conformar un frente poicasista. Para muchos oficiales est virajeresuté intolerable, Me- diante un nuevo golpe palaciego, el 9 de octubre Pern fue cobligado a renuneiar a todos sus cargos y fue detenido: su ‘breve aventura politica pareciaterminada. No fue as. Ante ltemor de una marcha sts en las medidas sociales e116 ‘de octubre la Confederacién General del Trabajo proclamé une huelga general que, sin embargo, fue desbordada or una movilizacién de trabajadores que, desde el sur de Ineiudad, comenzé a marchar hacia el centro, Hoy sabemos ‘que la manifestacién obrera del 17 de octubre, si bien ‘sorprendié a muchos liderssindicales, no fue tan espontinea ‘como el mito posterior haafirmado: desde algunos sindica- lists hasta la poliea (que simpattzaba con Pern) colabors= ron activamente en su organizacion. La multitud agolpada ‘enlaplaza de Mayo yen ots plaza del pas oblig6 al gobiemo ‘ceder: Perbn fue repuestoen sus cargos yofrecié su primer . Un eon siderable respalda para el peronismo llegé de la Iglesia catia, que lamn6 a votar als eandidatos que respaldaran ledacsein regio; en el programa dela Unién se encon~ ‘aba a derogacién dela misma, ‘A peer de que el margen dela victoria no fue particular sents arplia aproximadamente’.486.000 volos peronistas contra 1.208.000 de la Unién), el sistema electoral le {garanti6 a coalicién peronista una mayoria cbmoda.en Ta CAmara de Diputados y abrumadoraen el Senado, més cleontrol detodaslas gobemaciones, con la excepcién dela ‘provincia de Corrientes. La repiblica peronista El gobierno peronista suele ser dividido en dos grandes, tapas: Ia primers, entre 1946 y 1960, es la etapaen la que coincidieron un s6kdo bienestar econémico,signado por la activa intervencin estatl, con los intentos iniciales de Perén por unificarelheterogéneo entramado que lo habia Nevado al poder. Esteintento convivi6, sin embargo, eon ngltiples resistencias esa construcciOn, resistencias mu ‘has veces exitosas dade el panorama politico que hemos ‘sialado, A partir de 1960, las cosas carnbiaron de manera aabrapta, Por un ldo, la economia comenzé a mostrar signos deagotamiento, pero, sobretodo, Perbn inicié una ofensiva ‘en procura de consagrar un Ilerago sn suas y la unidad ‘mopolitca desu movimiento, Ia ve que los rasgos total tarios del régimen se extendieron hacia toda la sociedad. Finalmente, las grietas que esa ofensiva fae dejando 6 ae pti (esencialmente sobre dos corporaciones que eran apoyos sustanciales, a Tesi catliea y las fuera armadas) leva ron a égimen a una paulatina radiclizaién yGnalmente, ‘su caida. Maestro en el arte de gobernar sobre un universo confuso,heterogéneo ydividido en eambio Perén ensontré paras intentos de uniformidad us limite infranquesble. El giro de 1950 tiene su explicacién en la particalar cconcepcién de a sociedad y del pocer que Perén intent con- vertiren un nuevo régimen politico: en un momento ene! ‘que en todo el mundo los proyectos de ingenieria politica y social estaban ala orden del dia, el peronismo result ser un ‘equilibrio siempre inestable entre un proyecto de este tipo, lllamado justicialsmo, yuna realidad politica menos fei de someter a este modelo: como consecuencia, un cierto aggatismo terminarédelineando los valvene del régime. Perén tomé de sus influencias eatslicas y nacionalistas la certidambre de quel irrapeién de eas masas» mareabs el fin dea era liberal e individualist: esta implicaba no slo Jaimplantacién de una nueva sociedad signa porlajusticia ‘social, sino también la de una nueva forma de organizar el, poder potten, Esta organizacin result ser, por lo demés, paradéjiea, Por un lado, contenfa una dimensién democra tizadora dimension que se expresa por ejemplo e= la apro~ ‘bacidn del derecho de sutagio para a= mujeres (1947) 0€n Ja provincializacién de lo texritorios nacionales, lo cual, ademés de aumentar el nimero de distritos electorales, signifies la automética incorporacién de sus habitantes ‘qarccio de los derechos politicos. Menoselaraes laeuestisn, siempre eiterada ala hora de hablar ce peronismo, sega, Jacual este movimiento haba ineorporado alos trabajadores 1 laciudadanfa politiea. En rigor, los trabajadores nunca, hhabian estado exluidos del sistema politico pero, atonocon, J époce, no participaban en af mismo como trabajadores, sino en calidad de siudadanos. Asi lo seguirian haciendo en los comicios, pero el peronismo abrié otros canales de ‘pareipacion piftica en formatos deeididamente corporati- 0s. Es ah unto con el factor de identidad al que ya nos ‘hemos referido) donde debe buscasee sentido de esta idea: los sndieatos se convirtieron en actoresrelevantes del jueyo politico einterpelaron diectamente al corazén del poder Pero, porolzelado ya tono cone diagnéstico antiliberal, Jaconcepcién dea legitimidad del poder y de la autoridad ‘de Peron sebasaba en un conjunto de postuladosautoitarios {que remiten al mismo tiempo a su formacién military al principio cauillista del Estado, Estos elementos nunca se plasmaron en instituciones aunque igualmente se transmi- tieron al faturo como un fuerte legado dela cultura politica {el peronismo. Segiin este esquema, el desafio moderno ‘ineludible de la masifcacién de a politica no podia ser ssumido con lee mecanismostradsionales dela democracia liberal. En especial, porque das de sus componentes hablan . E126 dejulio, la cadena, ‘nacional de radio anuineiéen todo el pais que alas 20:25, horas habia floido a wjefuespiritual dela Navin». Mientras la oposicin celebraba la noticia aescondidas, el funeral de Evita se convirtié en la ms impresionante convocatoria del régimen: una interminable mlkitud desf6 delante de su cuerpo bajo una Iva persistent, mientras las activida- es s¢ paalizaron en todo el pals. Con Evita se ia también, Iams valiosa figura plebiseitaria del pexonismo: nada ‘podria reemplazaria.Eraelanuncio de un nuevo problema. En efecto, el avance del peronismo sobre la sociedad. s- ‘mado al racaso del acercamiento la oposiciny la muerte de Evita enrarecieron al elima politico, que se hizo cada vez :mis volentoy palaizado. Los problemas, adem, travessbon propio corazin del movimiento. inflaién, el desebast=- cimiento de alimentos y el generaizalo malestar econémnica promovian las quejassindieales. José Espejo, quien con la ‘muerte de Evita habia perdido a su principal sostén politico, ‘até desesperadamente de mantener la calma entre los te bajadore, pero no pudo evtar los abucheosy silbidos en el acto del 17 de octubre, Poo después tode a eGpula dela CGT ‘ue reemplazada por una nuevay ain més sumisa diigencia, perolos conflicts sindicales no se detuvieron, ‘A medida que las cosas ge complicaban, un cima de Aeliberacién comenzé a ganar a los oficiales de las fuerzas, farmadas, mientras que la Iglesia, sobre todo, le militancia. Jaicacatélica acentusban sa oposicién contra una ofensiva speronizadora» que atacaba dos micleos centrale de sus rictca: el asoiacionismo independiente cxtlio ya propia ‘onfesin. En efecto, e deal corporaivista del peronismo no silo competfacon Accién Catslica y otras asociaciones, sindicalesy estudiantiles de matrizconfesional, sino que ‘dems la pretensién de imponer una doctrins justi Tista como deetrina nacional amenazaba las propias comic: ciones confesionales de os extéicos militante. En pleno conflict, Pera no tuvo mejor idea que afirmar quel pero ‘nlemoern el «verdadero critianismo>. ‘Durante 1969, la tensién se convitié en violencia. El descubrimiento de una serie de negocios turbios que invol- traban al hermano de vita, Juan Duarte, ofreci a a opost- cién un tema para la eritica. Para contrarrestaras, Peron onganiaé ona nueva manifestacién en la plaza de Mayo para 115 deli; en esta ocasin se prodiyjo un atentadoexplo- sivo que dejé varies muertos. Alantada por Perén, quellamé a ‘crepartir eb», la muchedumbre se dirigié contra ls sedes {de los partidos opositoresy del aristocrtico Jockey Club, gue fueron saqueadas ¢ incendiadas. Alarmado, Perén. ‘comenaé a advertir que estas rescsiones aparecian mis co~ ‘mo um signo de debilidad que de verdadera fortaleza. El reiterada desorden, por otra parte, preocupaba asus cama- tadas de armas, quienes cada vez en mayor nimero con ‘dafan que era el propio Perén el que avivaba el desoontro ‘Nuevamente ve impuso una estratoie de distensién, que incluyo el dictado de una amplialey de amnista a fines de Ps avtapt 1958. En ese mismo momento, Perén sorprendia a todas al anunciar un viaje econémico radical que reconocia el valor dela inversin extranjeryla empresa privada, Sin embargo, éte fe el memento en el que comenzé el errumbe definitive del régimen; otra vez la distension fue vista como debilidad, lo eval alent Ia udacin de la oposi- cin, La creciente agudizacién delconficto can la Iglesia le daba ademés la posibilidad de candizar sus posturas 8 tra- vésde un slide camino institucionaly una caja de resonan- cia que los partidos no podian ofrecer. Por otra parte, nadie jgnoraba quela Iglesia tenia una ampli influencia ode os oficiales, inluyendoa muchos que respeldaban al gabiemo, El gobierno, lejos de cede, durante 1954 avanzé en su ofen- sve anticlricl eliminando la ensefanzereligiosa de los colegios, imponiendo uns ley de divorcio, encarcelando @ varios sacerdotesy sugiriendo que podria volver areformar le Constitucién para separar ala Iglesia del Batado, Pero la [gesia respondiégolpe por glpe lew con éxitcal enflcto ‘alas calles, un terreno que hasta ese momento parecia, ‘monopolio del peronismo. El 8 de diciembre, Dia de la Inmsculada Concepeién, una multitudinaria procasion se conviti ene primer acto masivo en contra del égien. El 8 dejunio de 1955, dia del Corpus Chist, otra mutitud marché en claro desfia nl gobierno que habia prohibidola proces, ‘alentras tanto, el giro econémico provocaba nuevos problemas. Por un lado, ledaba ala oposicién una bandera en 1954 aparec6 un famaso libro de Arturo Frond, Pardon _y politica en el que stacaba los eventuales acuerdos del obierno con las empresas petolerasestranjeras en nombre de nacionalismo ye antiimperialismo, prinipiostradicio- rales del peronismo. En 1955 la bancada peronista se news a proba ess cortratos. El «conductors fillaba inelusoen si Propo partie. Finalmentsla violencia olvi6aestallay esta ver a manos de los uniformados. £116 de junio de 1955, aviones dela ‘marina de guerra bombardearon el centro de la iudad de ‘Buenos Aires con el objetivo de matar a Perén, Advertida dela intentona, Pern ya se babia refugiado, peo las born- ’basdejaron un saldo deaproximadamente 300 muertos yel doble de heros. Ra represalia, grupos peronistasreearreson, la ciudad saqueando ¢ ineendiando iglesias. El intento de plpe slo habia fracasado porque un importante grupo {e oficiales se aban negado a apoyarlo: el futuro de Pern ‘estaba cada vee mie en las manos de us camaradas de armas. ?Pocos dias después, slarmado por el curso de los aconte- cimnientos, Pen propuso una noevatregua que incluy6 el, ‘islogo con los partidos y la inédita apertara dela radio para lideres de a opasicién: més que nunca, acto fue visto come ‘un reconocimiento de debilidad. Sin otra salida, Perdn. volvié a elegirla confrontacidn. El $1 de agosto amens2é ‘on su renuncia pero inmediatamente volvié a declaar Ia guerra laoposicén: en un dsearso incendiario asegurb que ‘

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