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PAIDOS TRANSICIONES L 2 3 4 6. 2. 8 9 10, u 12. 13. 15. 16, 17, 18, R.J. Sternberg y T. I. Lubart - La creatividad en wna cultura conformista ‘Engelhardt ~ Elfin de la cultura de la victoria L. Grinspoon y J. B. Bakalar - Maribnana P.Singer - Repensar la vida y la muerte S. Turkle - La vida en la pantalla RJ. Sternberg - Le inteligencia exitosa J. Horgan - Elfin de la ciencia 5.1. Greenspan y B. L. Benderly - El erecimiento de la mente M, Csikszentmihalyi - Creatividad ‘A. Sokal y J. Briemont - mposturas intelectwales . H. Gardner - Mentes lideves 3. H Garduser ~ Inteligencias muiliples H. Gardner - Mentes creativas J. Attali - Diccionario del siglo Xxr ‘A.C. Danto - Después del fin del arte M.D. Lemonick - Otros mundos D.E.Noble - La religién de la tecnologia DAVID F. NOBLE LA RELIGION DE LA TECNOLOGIA La divinidad del hombre y el espiritu de invencién PAIDOS ingen titees m ‘Titulo original: The Religion of Technology Publicado en inglés, en 1997, en Estados Unidos por Alfred A. Knopf, Inc Nueva York ‘Traduecién en castellano publicada por acuerdo con Alfred A. Knopf, Inc. ‘Traduccién de Laura Trafi Prats Cubierta de Victor Viano Quedan gurosamente rok, inls atric eer de los siulares del opright, ete akoner cob en a eyes le eproducin tral o parcial dew ore por euler medio provennen comprendilos la eprograiay eleatamieto [Rformidceylasibucion de ejemplrr de elmeiame niger 9 prxamo publicor © 1997 by David F. Noble © 1999 dea teaduecién, Laura Trafi Prats © 1999 de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica,S.A., Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona + Editorial Paidés, SAICE, Defensa, 599 ~ Buenos Aires hieps//svww-paidos.com ISBN: 84-493-0780-5 Impreso en A & M Grifie, SL. 08130 Sta. Perpetua de Mogoda (Barcelona) Impreso en Espaia ~ Printed in Spain Para Sophie Tenzer Noble Esta es, pues, la tarea de las artes, que asp ran a restaurar en nosotros la semejanza di- vina, Huo bz SAN VICTOR Estamos de acuerdo, hijos mfos, en que sois hombres. Esto significa que no sois anima- les de cuatro patas, sino dioses mortales. FRANCIS BACON Suma Agradecimientos . 13 Introduccién. Tecnologia y Religién . 15 Primera Parte TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA 1, El parecido divino 23 2. El milenio: la promesa de perfeccién . 37 3. Visiones del paraiso . 51 4. El paraiso restaurado 61 5. Virtuosos celestiales 7 6. El nuevo Adan ne 7. Elnuevo Edén ......... . M3 12 LA RELIGION DE LA TECNOLOGIA Segunda Parte ; TECNOLOGIAS DE LA TRASCENDENCIA Agradecimientos 8, Armaged6n: armas atémicas eeceeteneeeeeeeee 129 9. Laascensién de los santos: la exploracién espacial. 143 10. La mente inmortal: la inteligencia artificial ...... ata 11. Elpoder de la perfecci6n: la ingenieria genética |... 211 Conelusién. La politica de la perfeccién .... 245 Apéndice. Un milenio masculino: un apunte sobre tecnologia y género ... : . vee 255 Indice analitico y de nombres . 279 Estoy agradecido a las siguientes personas por los consejos, las ensefianzas y las muestras de indulgencia que demostraron durante el desarrollo de mi trabajo: Phil Agre, Andrew Chaiken, Tracy Cle- menger, Ted Daniels, Ashbel Green, Bert Hall, Sandra Harding, Ste- fan Helmreich, David Hess, Tom Hughes, Andrew Kimbrell, Jeff Kruse, Roger Launius, Kevin McGuire, Leonard Minsky, Mary Jo O'Connor, George Ovitt, J. D. Pipher, Lee Saegesser, Jan Sapp, Da- niel Schenker, Don Stevens y especialmente Douglas Noble, Mary ‘Ann O'Connor y Margaret Wertheim. También quiero expresar et carecidamente mi agradecimiento al Humanities Research Council de Canadé por su ayuda. Introduccién Tecnologia y Religién En gran medida, Occidente se enfrenta al segundo milenio de la cristiandad de la misma forma en que lo inici6, con una devota pre- visidn de fatalidad y liberacién, aunque en Ja actualidad nuestras ex- pectativas medievales asumen u: 4 derna. —la verdadera medida real del conocimiento mo: derno— esta enraizada en mitos religiosos y en un imaginario anti guo. Aunque los tecndlogos actuales, en su seria busqueda de utili- dad, poder y beneficios, parecen establecer la norma de racionalidad social, también ellos se rigen por suefios distantes y por anelos es- pirituales de redenci6n sobrenatural. Pese a sus brillantes y sobreco- gedoras manifestaciones de conocimiento mundano, su verdadera Inspiracién yace en otra parte, en una imperecedera biisqueda misti ca de la trascendencia y la salvacién, Con la llegada de un nuevo milenio, somos testigos de dos entu- siasmos aparentemente incompatibles. Por una parte, un encapricha- miento generalizado con los avances tecnolégicos y una confianza en el triunfo definitivo de la raz6n. Por la otra, un resurgimiento de 16 LA RELIGION DE LA TECNOLOGIA la fe fundamentalista similar a un renacimiento religioso. Sin embar- go, la coincidencia de estos dos fendmenos slo puede parecer extra- fia si de forma equivocada suponemos que son contrarios y que res~ ponden a tendencias hist6ricas opuestas. Desde que en el siglo xvi, el siglo de las luces, se proclamé la inevitable [useeulatizacinsidelarsociedadyigeneralmente se ha asu- mido que la primera de estas tendencias superaria a la segunda, que el avance de la tecnologia cientifica, con su rigor racional basado en la experiencia practica y el conocimiento material, supondria la de~ saparicidn de la autoridad religiosa y del entusiasmo basado en la fe ciega y en la supersticidn, La religion pertenecia supuestamente al pasado primitivo, la ciencia secularizada y la tecnologia al futuro de- sarrollado. Sin embargo, en la actualidad estamos viendo el floreci- miento de ambos, no sélo paralelamente, sino dindose la mano. Mientras los lideres religiosos potencian el renacimiento del espiritu a través de un uso avido y consumado de los iltimos avances tecno- ogicos, los cientificos ¥ tecndlogos afirman piblicamente y cada vez con més frecuencia el valor de su trabajo para la busqueda del conocimiento divino.' Visto desde una perspectiva histérica més amplia, no hay nada de peculiar en esta coincidencia contempordnea, puesto que, en rea lidad, las dos tendencias nunca han estado muy distantes. Lo que actualmente experimentamos no es ni nuevo ni extrafio, sino mas bien la continuacién milenaria de la tradicién occidental en la que Durante el iltimo siglo y medio apro- ximadamente, esta tradicién s6lo se ha interrumpido temporal- mente —o mas bien se ha oscurecido— por la polémica secular y la ideologia, que en gran medida ha exagerado el conflict supuesta- mente fundamental entre la ciencia y la religidn. Por consiguiente, To que nos encontramos en la actualidad, no es més que un renaci- miento y una reafirmacién de una tradici6n histérica mucho mas antigua. Algunos observadores contemporineos han argumentado, ha- ciéndose eco de generaciones de apologetas relgiosos, que el rxur gimiento de la expresidn religiosa es un indicio de la esterilidad espi- ritual de la racionalidad tecnolégica, que en la actualidad la creencia religiosa se est4 renovando como un complemento necesario de la 1, Mary Midgley, Science as Salvation, Londres, Routledge, 1992; y Margaret Wertheim, Pythagoras” Trousers, Nueva York, Times Books, 1995. INTRODUCCION 7 raz6n instrumental porque proporciona un sustento del que la tec nologia carece. Quizés haya algo de verdad en esta proposicién, sin embargo todavia presupone la asuncién equivocada de una oposi- cidn bisica entre ambos fendmenos ¢ ignora lo que tienen en comin. En este sentido, la tecnologia y la fe modernas no son ni comple- mentarias ni contrarias, ni tampoco representan estadios sucesivos del desarrollo humano. Se encuentran, y siempre se han encontrado, fusionadas, siendo al mismo tiempo la empresa tecnolégica un em- pefio esencialmente religioso. Esto no se plantea en sentido meramente metaforico, para suge- rir que la tecnologia es similar a la religién, que evoca emociones re- ligiosas de omnipotencia, devocion y sobrecogimiento, o que se ha convertido en una nueva religién (seglar) en y por si misma, con su ropia casta eclesidstica, sus rituales arcanos y sus articulos de fe. juizas el lugar en el que es més evidente esta conexidn entre re- ligion y tecnologia es Estados Unidos, donde una fascinacién popu- lar sin’ equivalente por los avances tecnol6gicos se conjuga con una expectativa ferviente en el retorno de Jesucristo. Lo que la mayoria de observadores suelen ignorar habitualmente acerca de estos fe- némenos es que ambas obsesiones, con frecuencia, son mantenidas por las mismas personas, y que muchas de ellas son precisamente tec nélogos. Si observamos de cerca algunas de las empresas tecnol6gicas caracteristicas de nuestro tiempo, veremos la devoci6n no sélo en las bases, sino también en los puestos de mando. Las preocupaciones re- ligiosas dominan los programas espaciales en todos sus niveles y constituyen la motivacién primordial que hay detrés de los viajes y la exploracion extraterrestre. La inteligencia artificial (1A) hace una de- fensa muy elocuente de las posibilidades de la inmortalidad y la rest- rrecién basada en las maquinas, y sus discipulos, los arquitectos de la realidad virtual y del ciberespacio, estan exultantes ante sus expecta tivas de una omnipresencia de cardcter divino y de perfeccién incor- prea. Los ingenieros genéticos se imaginan a si mismos como parti- cipantes divinamente inspirados en una nueva creacién. Todos estos pioneros tecnoldgicos albergan creencias profundamente asentadas que son variaciones de temas religiosos que nos son familiares. ‘Mis alld de los creyentes confesos y de aquellos que emplean ex- plicitamente un lenguaje religioso, hay numerosos individuos para 18 LA RELIGION DE LA TECNOLOGIA los que la fuerza religiosa es en gran medida inconsciente, est oscu- recida por un lenguaje secularizado, pero sigue siendo operativa. De esta forma, también son herederos y transmisores de una tradicién ideolégica imperecedera que ha definido la empresa tecnolégica de Occidente desde sus inicios. En Estados Unidos, por ejemplo, hay que recordar que la industrializacién y su corolario de entusiasmo por los avances tecnoldgicos surgieron en el contexto del renaci- miento religioso del Segundo Gran Despertar. Como el historiador Perry Miller explicé en su dia: «La doctrina del “perfeccionismo” emergié no sélo en el Renacimiento. La mentalidad evangelista iba pareja con la mentalidad tecnolégica».* . Sin embargo, el vinculo entre religién y tecnologia no se forjé en los talleres artesanos y en el culto al Nuevo Mundo. Las raices religiosas de la fascinacion tecnolégica moderna se remontan a un pasado milenario en la formacién de la conciencia occidental, al tiempo en el que las artes ttiles se jmplicaron por primera vez en el proyecto cristiano de redencién. Los medios mundanos de supervi- | vencia se volvieron éntonces hacia el fin mistico de la salvacion y, a lo larga del siguiente milenio, las actividades humanas més materia- les y humildes fueron investidas progresivamente de significadg es- piritual y trascendente: la recuperacién de la divinidad perdida de! hombre. a EI legado de la religién tecnolégica todavia esta con nosotros, con todos nosotros. Al igual que los tecnélogos, de forma rutinat esperamos mucho mas de los artilugios artificiales que la simple con- veniencia, comodidad o, incluso, supervivencia., Les pedimos libe- racién, Esto aparece en nuestra obsesiGn virtual por el desarrallo tecnoldgico, en nuesttas previsiones extravagantes acerca de cada nuevo avance técnico —que sin embargo, en su mayorfa fracasa en su promesa— y, de forma més importante, en nuestra incapacidad absoluta de pensar y actuar racionalmente sobre una de las empresas humanas presumiblemente més racionales. * Los seres humanos siempre han construido mitos colectivos, con el objetivo de cohesionar, controlar y dar un sentido a su expe- riencia compartida, Los mitos ros guian, nos inspiran y nos permi- ten vivir en un universo que en dltimo término es incontrolable y misterioso. Sin embargo, si nuestros mitos nos ayudan, también con el tiempo nos pueden perjudicar, al cegarnos ante Jas necesida- 2. Perry Miller, The Life of the Mind in America, Nueva York, Harcourt, Brace and World, 1960, pig. 274. INTRODUCCION 19 des reales y urgentes, Este libro describe la historia de uno de estos mitos: la religidn de la tecnologia. Se plantea con la esperanza de que podamos aprender a no abusar de los suefios misticos que ya~ cen en el centro de nuestra empresa tecnolégica, con el fin de re- conducir nuestras increibles capacidades hacia fines més mundanos y humanos. 7 Primera Parte TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA Capitulo 1 El parecido divino EL proyecto dindmico de la tecnologia occidental, la marca que ha definido la modernidad, tiene, en realidad, un origen y un espirivu medievales. Durante la Edad Media europea, un modelo de avance coherente, continuo y acumulativo de las artes ttiles* se enfrenta a una acumulacién lena y azarosa de invenciones especificas de cardc- ter aislado. Esta empresa sin precedentes reflej6 un profundo cam- bio cultural, un transito de la creencia cristiana ya fuese clésica u ortodoxa, en la que las actividades humildes, hasta el momento consideradas indignas debido a su asociacién con el trabajo manual, Ja servidumbre, las mujeres 0 lo mundano, fueron dignificadas y se consideraron dignas de una atencién y devocién elevadas. A su vez, este cambio en el estatuto social de las artes y de los artesanos estaba * Desde los tiempos de la Grecia antigua y durante la Edad Media, la nocidn de arte no comprendia tinicamente lo que hoy en dia reconocemos como tal. Era una nocién mucho més amplia, que podia comprender todo tipo de destreza técnico- ‘manual. De esta manera la pintura, podia ser un arte del mismo modo que lo podia ser el diseio 0 construccién de cualquier objeto, IN. det] 24 ‘TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA enraizado en una innovacién ideolégica que invistié a las artes ttiles con un significado que trascendia la mera utilidad. La tecnologia lle~ g6 a estar identificada con la trascendencia, implicada como nunca antes en la idea cristiana de la redencin. Los medios mundanos de supervivencia se orientaron a la salvacién en el otro mundo. De esta forma, la emergencia de la tecnologia occidental como una fuerza historica y la emergencia de la religién de la tecnologia fueron dos caras del mismo fenémeno.' Las raices trascendentes de la religién tecnolégica eran distinti- vamente cristianas, La cristiandad por si sola difuminé la distincién y estableci6 conexiones con la divisin entre lo humano y lo divino. Este seria el tinico terreno en el que la salvacién significaria la res- tauracién del parecido divino original de la condicién humana. Los judios, inflexiblemente monoteistas, creyeron ser el Pueblo Elegido de un solo y tinico Dios y, por consiguiente, crefan estar bendecidos con el don de la moralidad. Por otra parte, para ellos siempre estuvo claro quién era Dios y quién era el hombre, aspecto ya dilucidado en la historia del Génesis. Es cierto que en tiempos de grandcs sufrimicntos, los profetas judios —armados de excesos revs- Ticos en los que su Mesias guerrero acudia para liberarles de la opre- sion, derrotar a sus enemigos y reconstruir Jerusalén— asumieron dimensiones sobrenaturales. De esta forma, en el siglo 11 a. C., el profeta Daniel tuvo una visién segiin la cual el «hijo del hombre ve- nia con las nubes del cielo» para establecer «su sefiorio, que es un se- forfo eterno, que no pasa». En el siglo 1 de nuestra era, los apocalip- sis de Baruch y de Esdras dotaron al Mesias de poderes milagrosos, capaces de eliminar completamente los conflictos, la violencia, la ne~ cesidad y, en tlimo término, la muerte (aunque no la muerte en sf misma), Sin embargo, estas esperanzas no les sirvieron de mucho a Jos judios, que pronto las abandonaron. En lo sucesivo, como sefiala Norman Coha, «ya no fueron los judios, sino los cristianos quienes abrigaron y elaboraron profecias relacionadas con la tradicién del suefio de Daniel? Como seiialé Max Weber, el gran sociélogo de la religién, en esta reinterpretaci6n trascendente de la profecia del Antiguo Testamento, 1. Lynn White, «Cultural Climates and Technological Advance in the Middle [Agese, Viator, vol. 2, 1971, pigs. 172-173. 2. Norman Cohn, The Pursuit of the Millenium, Oxford, Oxford University Press, 1961, pags. 19, 22, 125 (trad. cast En pos del Milenio, Madrid, Alianza, 1981). la trinidad cristiana revivi6 el politeismo romano, al otorgar al hom= bre un lugar en el panteén divino, «La encarnacién de Dios les dio a los hombres la oportunidad de participar de forma significativa en Dios. Y como ya observé Ireneo: «Hizo posible que los hombres se convirtieran en dioses», Segtin san Agustin, Adan, al haber sido crea~ do originalmente a imagen y semejanza de Dios, era inmortal, una ca- racteristica distintivamente divina que le fue arrebatada con la cafda. Cristo, el «hijo del hombre que vive en la gloria del Padre, con sus angeles», fue identificado por Pablo como el «iltimo Adan» cuya verdadera divinidad e inmortalidad fueron reveladas en la Resurrec- cidn, y que se hizo accesible simbélicamente a sus seguidores a través del ritual de la regeneracién bautismal. Al rememorar el parecido di- vino del primer Adan, el advenimiento de Cristo prometia el mismo destino para una humanidad redimida. Esto se explicité parcialmente en una obra milenarista, el Apocalipsis, que profetizaba un final feliz. para la historia biblica en la que todos los justos recobrarian su divi- nidad en una sucesién de resurrecciones. «Y Dios secard todas las léc grimas de sus ojos, y no habra mas muerte.>> «Por consigniente —escrihié Gregorio de Nisa en el siglo w—, al interpretar a través de una definicién la nocién de cristiandad, de- bemos decir que la cristiandad es la imitacién de la naturaleza divina .] ya que la primera creacién del hombre se hizo a imitacién del parecido de Dios [..] y la promesa de la cristiandad es guiar al hom- bre a la felicidad original.» De esta manera, para los cristianos reco- brar la perfeccién adamica e imitar la vida de Cristo era lo mismo: la buisqueda de la divinidad. A través de la piedad y el ascetismo, los santos se esforzaban para reunirse con los Angeles, y a través de sus, esfuerzos consegufan supuestamente llegar al menos a mitad del caz mino. Bajo sus auspicios, el avance de las artes se convirti6 eventual mente en otro medio hacia el mismo fin exaltado.* Durante el primer milenio cristiano, la tecnologia y la trascen- dencia pertenecian a ambitos completamente diferentes. A pesar de que tanto Cristo como Pablo habjan sido artesanos y muchos de los primeros seguidores de su fe provenian de las clases trabajadoras, in- cluyendo las mujeres, la elite eclesial heredé un rechazo clésico por 3. Max Weber, The Sociology of Religion, Boston, Beacon Press, 1963, pags. 138 y 185 (trad. cast: Ensayos sobre sociologia de la religién, Madrid, Taurus). 4. Gerhart B. Ladnes, The Idea of Reform, Nueva York, Harper and Row, 1967, pags. 91, 163,69 y 32. 26 TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA las artes titiles, Ademés, después del siglo 1v, el dogma ortodoxo re~ conocié la importancia de estas actividades que hacian mas llevadera Iaafliccién por la caida del hombre, pero rechazé explicitamente que tuviesen ningiin valor como medios de redencién, algo que tinica- mente podia proporcionar la gracia. «Ademas de las artes sobrenaturales de vivir en virtud y de alean- zar la beatitud inmortal que sélo la gracia de Dios que esta en Cristo puede comunicar a los hijos de la promesa y a los herederos del rei- no —eseribi6 san Agustin, el principal autor de la ortodoxia gristia- na en La ciudad de Dios—, el genio natural del hombre ha descu- bierto y perfeccionado numerosas artes y técnicas que se ocupan no sélo de las necesidades de la vida sino también del disfrute hismano.» San Agustin reconocié los «logros sorprendentes» que se habian producido en la fabricacién de vestidos, la navegacién, la arquitectu- 1a, la agricultura, la ceramica, la medicina, el armamento y la fortifi cacién, la cria de animales y la preparacién de comida; en las mate- miticas, la astronomia y la filosofia, asi como en el lenguaje, la escritura, la musica, el teatro, Ja pintura y la escultura. Aunque enfa~ tiz6 de nuevo: «Al decir esto, por supuesto, pienso tinicamente en la naturaleza de la mente humana como una gloria de esta vida mortal, no de la fe y del camino de la verdad que conduce a la vida eterna [...] Recordad, pues, que todos estos dones tomados a la vez no son mas que el consuelo fragmentarig que se nos permite en una vida conde- nada a la miseria».* ‘Como argument6 Jacques Ellul, el tedlogo y filésofo de la tecno- logfa, que se hizo eco de san Agustin, la tecnologfa existié inicamen- te para la humanidad en su estado de caida, y no tenfa sentido fuera de éste. En su estado perfecto, anterior a la caida, la humanidad no te- nia necesidad de dicho artificio, ni lo tendria en la renovacién de aquel estado perfecto. En la visién agustiniana, por consiguiente, la tecnologia no tenia nada que ver con la trascendencia; es mas signifi caba la negacién de la trascendencia, La trascendencia, el redescubs miento de la perfeccién perdida, s6lo se podia ganar a través de la gracia de Dios. Ademés, los asi bendecidos, decia san Agustin, par Ciparian de un en su comentario a una obra del siglo v, El matrimonio de la Filologia y Mercurio de Martino Capella. No slo reconocié que la variedad de artes ttiles constitu‘a una clase diferente de actividades sino que, en contraste absoluto con Capella, también acords para ellas un estatuto sin pre- cedentes, igual al de las siete artes liberales. En la obra de Capella, Mercurio da a su nueva esposa el don de las siete artes —Gramatica, Dialéctica, Ret6rica, Geometria, Aritmética, Astronomia y Armo- nfa—, cada una representada por una doncella a través de una ac- cién. Capella omite de forma significativa de esta actuacién nupcial las dos disciplinas mecénicas, la Medicina y la Arquitectura, debido a su «vileza> e . «Ya que estas sefioritas estan preocu- padas por temas mortales y sus habilidades se basan en cuestiones mundanas, y nada tienen en comin con las deidades celestiales —es- cribié Capella—, no sera inapropiado despreciarlas y rechazarlas.»"* Desvidndose radicalmente de la tradicién, Erigena rescribié la alegoria de Capella para incluir a las artes mecénicas, despreciadas hasta ese momento. En esa nueva versién, la novia Filologia, después de recibir de Mercurio el don de las artes liberales, le da a cambio cl don paralelo de las siete artes mecénicas, que aunque en realidad no se encontraban incluidas entre las artes liberales, se representan tam- bién con una significacién parecida. ‘Al proporcionar a las artes mecinicas este estatuto, Erigena im- plicaba que, a pesar de estar vinculadas a . Declaré también gue «toda arte natural se basa materialmente en la naturaleza huma- ha», ¥ argument6 que, «de ello se sigue que todos los hombres por naturaleza poseen artes naturales, aunque, como castigo por el peca- do del primer hombre, se encuentran oscurecidas en las almas de los hombres y hundidas en una ignorancia profunda. Al ensefiarlas no hacemos otra cosa que rememorar en nuestra comprensién actual las mismas artes que estin almacenadas en lo profundo de nuestra me- moria». La reconceptualizacin de las artes por parte de Erigena, densamente innovadora y espiritualmente prometedora, sefial6 un unto de inflexién en la historia ideoldgica de la tecnologia. Como a apreciado un estudioso de Erigena: «Seria dificil sobrestimar la significacién de este desarrollo, El nuevo énfasis en el lugar de las ar- tes en la educacidn cristiana se debe entender como uno de los facto- res principales que animan el intenso interés por las artes que se de- sarrollé en el siglo 1%», Esta nueva «cristianizaci6n de las artes» dio por primera vez a la supervivencia mortal un papel crucial en la rea lizaci6n de la salvacién inmortal.'6 La leyenda dice que al final de su vida Erigena se convirti6 en abad de un monasterio benedictino en Inglaterra. Tanto si es verdad como si no, es indudable que la nueva concepcién de Erigena de las artes utiles fue sostenida por la comunidad monéstica que la habja inspirado. El uso del término «artes mecdnicas» reaparece, pot ejem- 15, John J. Contreni, «John Scotus, Martin Hiberniensis: The Liberal Ars and Teaching, en Michael W. Herren (comp.), Insular Latin Studies, Toronto, Pontifi- cal Institute of Medieval Studies, vol. 1, pag. 25. 16, Ibid, pag, 26; Whitney, Paradise, pags. 70-72 EL PARECIDO DIVINO 33 pi en un comentario posterior de Remigio de Auxerre sobre Cape- lia. Su nocién de que las artes mecdnicas provenian de una inspira- cidn divina quedé ilustrada en una nueva iconograffa del Dios crea- dor como maestro artesano, que aparecié inicialmente a finales del siglo x en Winchester, un emplazamiento importante en la reforma mondstica de inspiracién carolingia. Aqui el monje ilustrador de un libro de los evangelios hizo lo que Lynn White describe como una «gran innovaci6n»: por primera vez se retrata la mano de Dios sos- teniendo reglas, una escuadra de carpintero y un par de compases, imagen que posteriormente se convirtié en el simbolo medieval y re nacentista del ingeniero. En torno a la misma época, los benedictinos de la Catedral de Winchester instalaron el primer érgano gigante, la maquina més compleja conocida con anterioridad a Ia inveneién del primer reloj mecénico.” __Sin embargo, seria en el mundo del «pensamiento mecénico» del siglo x11 donde la nueva visiGn, exaltada y espiritualizada, de las ar- tes stiles se convertiria verdaderamente en la norma, especialmente entre los innovadores cistercienses y otros benedictinos. La prolife- racidin de los nuevos mecanismos —ruedas de molino de agua y de viento, mecanismos para la forja del metal y para aplastar minerales, tl relo} mecdnieo, lentes para los ojos, la roca que se movia por la fuerza de un manantial— reflejaba y reforzaba esta nueva sensibili- En la primera mitad de ese siglo, la tradicién monéstica de carée- ter técnico alcanz6 su mayor expresi6n escrita en un tratado técnico del benedictino aleman Te6filo, un monje que a su vez era también metaliirgico y un artesano en general de gran destreza. De acuerdo con Cyril Stanley Smith, metalirgico e historiador de la técnica, Ted- filo fue «el primer hombre en toda la historia que recogié en pala- bras todos los detalles, aunque fuesen circunstanciales, de la técnica, basandose en su propia experiencia». El libro de Teofilo, De Diversis Attibus, fue «una codificacién motivada religiosamente de todas las técnicas disponibles para el embellecimiento de una iglesia», entre hs gps. insufian el disco de maquina, el trabajo en metal a par- tir de moldes, el esmaltado, la pintura, la fabricacién de vidrio, los 17, Whitney, Paradise, op. cit, pig. 72; White, «Cultural Climates wie in 2. cit, pi «Cultural Climates», op. cit, 18, Marie Dominique Chenu, Nature, Man, and Society, Chicago, Universi of Chicago Press, 1968; pég. 43; véase tambien Jean Gimpel. The Meseevel Mache, ne: The Industrial Revolution ofthe Middle Ages, Londres, Penguin, 1977. 34 TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA Jomados y el trabajo con otros metales. La reverencia que desa- rollabs po extos iis era notable, expeialmente en un mundo en el que muchos artesanos eran esclavos siervos dela gleba. A veces los orfebres y los forjadores habian disfrutado de aaa fe laivamente privilegiado ms por el valor honorifico de su trabajo com la fabricacin de monedas, joyas y rmas— que por el pro ductivo. En este caso, se exaltaba a las artes por su asociacién con a devocién espiritual. Para Teéfilo, como ha apreciado Cone us también «las metas espirituales fueron las pri neipales L ee ree tiones practicas se buscaban por la gloria de Dios y la perfeccién a ; 7°" AL igual que Teéfilo, el abad Arnold de Bonneval qued6 snaravi- Mado ante las innovaciones técnicas introducidas en ipa cisn de Clarvaux a gran abadia madre de a orden del Cister y de dicé una atencisn detallada en pariular ala maquinaria hide para mole, lena cure y trabsjar el metal, que, constitu lo. que Se ha deserito como una verdadera revolucin industrial del Eda Media. Otro observador monistico de oe con i un on zadur de harina automético, que a su vez funcionaba de alimentados ae ‘ede de moler, y sobrecogido por el «poder abstracto del agua fluyendo por I abadia en busea de cada una de ls taress» agradecia 2 Dios por el ahorro de trabajo que suponis la teenologs. La mecs- nizacién monastica de los oficios, asi como los principales ae fe de construcisn de las iglesias y de los acveductos, se habia hecho realidad, y habia quedado claramente reconocida como un «trabaj 25 can siglo xu la espiritualizacién y con ello la eles nde cata actividad pritia estaba plenamente rezonocida y reforzada pode- rosamente en el trabajo influyente en extremo del candnico agust- niano Hugo de San Victor. En su clasificacién pooner el cono- cimiento, el Didascalicon, Hugo otorg6 «una dignida aiquica sin precedentes y un interés especulativo a las artes mesnias>- spire do en gran medida en el comentario que Erigena hizo de Capel ly Hugo tomé prestada la ribrica de Erigena de las «artes mecanica gs. 1944 1 Stanley Smith, | Whited, «Cultural Climates, op. cit pigs. 194-1955 Cy nih citado en Lyna White, Medieval Religion and Technology, Berkeley, Uriversty of sorta Press, 1978 ig 522 Jaques Le Gof, Time, Work, end Cala in the Middle Ages, Chicago, University of Chicago Press, 1980 (trad. casts Tempo, bajo cultura en el Occidente medieval, Madrid, Taurus, 1987). eas 7°30, White, «Cultural Climates, op. ct. pig, 198; Whitney, Paradise, pigs. 78, 7y%, EL PARECIDO DIVINO 35, como «un término genérico para todos los oficios». Ademés, elabo- 16 una creativa reinterpretacién de Erigena sobre la alegorfa de Ca pella al especificar con detalle ls siete artes mecénicas ofrecidas en la Filologia de Mercurio como pago por las siete artes liberales. Entre éstas se incluian la fabricacién de vestidos, armamento y construc ci6n, el comercio, la agricultura, la caza y la preparacién de comida, Ja medicina y las artes escénicas.”! Inspirado por las ideas de Erigena, Hugo también «vinculé las artes mecénicas y las liberales directamente con la salvacién y la restauraci6n del hombre caido». Sin embargo, como agustiniano, Hugo identificaba la tecnologia exclusivamente con el mundo caf, do (y con el primer acto del hombre caido, la confeccién de vest dos), y por otra parte sostenia, en un marcado desplazamiento res- pecto de san Agustin, que las artes ttiles constituian un medio de recuperacién de la perfeccién de la humanidad, su imagen divina original. Siguiendo a Erigena, Hugo creia que esta perfeccin ante- rior a la caida no era inicamente espiritual, como argumentaba san Agustin, sino también fisica. Aunque alegaba que «la obra de res- tauracion incluia la reparacién de la vida fisica del hombre» ademas de la espiritual. Segiin el medievalista Elspeth Whitney, para Hugo «las artes mecanicas proporcionaban todos los remedios para nues. tra debilidad fisica, resultado de la caida, y, como las otras amas del conocimiento, se encontraban en tltimo término destinadas a la tarea religiosa de restaurar nuestra naturaleza verdadera anterior 2 la cafda>. Asi, «a través de esta relacién con el fin wltimo del hom- bre, el cultivo de las artes mecanicas adquirié una aprobacién reli- giosa y moral», Hugo de San Victor escribis lo que sigue: «Lo que concierne a las artes [... es restaurar entre nosotros el parecido di- vino»? Con Hugo la nueva concepcién monéstica de las artes titiles estaba completamente articulada como un medio de reunion con Dios, un tema planteado en el siglo Xl! por Michael Scot, que sos- tenia: «El propésito principal de las ciencias humanas es devolver el hombre caido a su posicién anterior a la caida», y por el fraile fran- ciscano san Buenaventura, que también «santificé las artes mecani- as y las situé en el contexto del conocimiento cuya fuente y objeti- vo és la luz de Dios», Este trabajo —realizado por un canonico, un 21. Whitney, Paradise, op. city pigs.72, 93,90 y 81 22, Ibid, pig, 81; Hugo de San Victos, ctado en Ovit, Restoration, op. city ig. 120. 36 TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA hombre comtin y un fraile mendicante—no s6lo ratifies mas la vir- tuosidad moral de las artes stiles, sino que también ayudé a exten- der las ideas monésticas mas alli del claustro, propaganda en Furo- pa un compromiso emocionaltinio hacia la maquinara,basado en [a «aceptacién de los mecanismos como ayudas para la vida espiri tual>.2? 23, Whitney, Paradise, op. cit. pig. 763 Ovitt, Restoration, pigs. 121 y 1275 White, «Cultural Climates, op. cit, pig. 195. EI milenio: la promesa de perfecci6n ‘Mientras las sucesivas generaciones de monjes se dedicaban a la re- cuperacién de la divinidad de la condicién humana, sts esfuerzos pia- dosos no efectuaron un registro tangible de los logros acumulados. Sin embargo, con la identificacién de los avances de las artes ttiles como un medio para conseguir ese fin exaltado, su esfuerzo tuvo una expre~ sién conereta, y en consecuencia una prueba duradera de su progreso hacia la perfeccién. En aquel momento, el desarrollo de la tecnologia proporcion6 alguna certeza de que la humanidad estaba, en efecto, en el camino de la recuperacidn. En ese mismo sentido, la invencién tec~ nolégica se incorpor6 al comentario biblico y a la historia cristiana. Al mismo tiempo, a mediados del siglo x11, emergid en el mundo mondstico una concepcién milenarista de la historia cristiana radical- mente renovada, un sentido dinémico y teleolégico del tiempo que modificaria profundamente la expectativa cristiana y acelerarfa el de- sarrollo tecnolégico con el que ahora se encontraba ligada, Para san Agustin, el tiempo hist6rico, la ocupacién pesada y penosa del hom- bre caido, era homogéneo e inmutable. La resurreccién de Cristo era un signo de la promesa de salvacién; sin embargo, la historia no ofre~ 38 ‘TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA cia ningin otro indicio de movimiento hacia la restauracién de la per- feecion Solamente Dios eonoeia el programa que se encontraba ocul- to para el hombre. Si existia alguna relacién entre los acontecimientos hrummanos y el propésito divino, podria permanecer desconocida para siempre. La nueva ‘mentalidad milenarista cambi6 todo esto. Una se- iccta revitalizacion y reinterpretacién de las creencias cristianas ini- eres Situs el proceso dela fecuperacion en el contexto de la historia humana y lo redefinid como una busqueda activa y consciente més que como una expectatva pasva y ciega. Ademés, rompis el e6digo divino sobre el destino humano, sobre la verdadera relacin entre lo temporal lo rascendente, y en definitiva ofrecia por igual la prueba del progreso pasado y la guia para el futuro, En consecuenci, llega- See eee puma la recuperacion dela semejanza divina de la humani- doh)‘ eayestoria waseendental de lacrstiandad se convirteron al seo tiempo en un proyecto hist6rico inmanente. Como resultado, In busqueds dela perfeccin renovada —a través de diferentes me- dice, auc en este momento inclufan el avance de las artes— gané co~ herereia, confianza, sentido de la misién y temporalidad. Este nuevo eee conintcrizado tendria una influencia enorme y duradera sobre el pensamiento europeo, y animé como nunca antes el matri- monio ideol6pico entre la tecnologfa y la trascendencia. En este mo- mento, a tecnologia se convirtis paralelamente en escatologia.! La nocién cristiana de milenio se basa en la profecia del Libro de Ja Revelacién, el ultimo libro de la Biblia (conocido como el Apoca- lipss de san Juan), que a su vez, derivaba de una antigua profecta he- beea, En su vision en Patmos, Juan pronostica que Cristo, el Mesias, regresaré junto con su corte de elegidos para establecer un reino mi- (eeerio en la terra, De hecho, este altimo libro de la Biblia es una vuelta al primer libro, el Génesis, s6lo que ahora con un final feli: Aqui, se le dala vuelta al destino de la caida, se levanta la maldicién BC permite a la humanidad redimida el retorno al paraiso, comer a afeot dela vida y secuperar la perfeccin, inmortalidad y piedad originales de Adan. Date cuenta, pues, de dénde has caido, arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera [..] al vencedor le daré de comer del érbol de la vida, aque esté en el Paraiso de Dios. 1. Reinhart Maures, ‘The Origins of Modern Technology in Millenarianism», en Paul T. Durbin y Friedrich Rapp (comps.), Philosophy and Technology, Dor- deecht, D. Reidel, 1983, pags. 253-265. EL MILENIO: LA PROMESA DE PERFECCION 39 __ Miré entonces y habia un Cordero que estaba en pie sobre el monte Sién, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que llevaban escrito en la frente el eae Cordero y el nombre de su Padre [...] Cantan un cantico nuevo delante del trono [...] Entonces dijo el que 7 en el trono: «Mirad, todo lo hago nuevor. ee Me dijo también: «Hecho esta; yo soy el Alfa y la Omega, el Princi- pio y el Fin; al que tenga sed yo le daré gratis el agua de la vida. Esta Fa la herencia del vencedor: yo seré Dios para él y él serd hijo para mi Lego me mostré el rfo del agua de la vida, brillante como el cristal, que brotaba del trono de Dios y el Cordero. En medio de la plaza, a tuno y otro margen del ro, hay érboles de vida [..] Y ya no habré mal- cate algons faa __ Dichoso y santo el que participa en la primera resurreccién [..] Se- rin sacerdotes de Dios y Cristo, y reinarén con él mil afios»? fo El milenarismo es, en esencia, la expectativa de que el fin del mundo esta cerca y que, de este modo, un nuevo paraiso terrenal estd a llegar. En los primeros siglos de la era eristiana, existieron una mirfada de voces milenaristas anunciando el advenimiento inminen- te del Reino de Dios, que se inspiraban en la profecia biblica y en la visi6n mistica. Sin embargo, la casta clerical, que encarnaba la auto- tidad y el poder de la gran Iglesia, pronto margin6 estas voces. Des de el punto de vista de esta elite emergente, el milenio ya habia em- pezado con el establecimiento de la Iglesia y ellos eran los santos en Ja tierra, Para ellos, la creencia en un milenio todavia por venir era subversive porque sugeria que el Reino de Dios no habia llegado to- lavia sino que pertenecfa a un tiempo futuro, ajeno a la Iglesia. Asi, a finales del siglo u, el obispo Ireneo de Lyon podia sancionar y re~ frendar personalmente las expectativas milenaristas, pero en ocasio- nes sus escritos sobre la materia fueron retirados de la circulaci6n, En el afio 431, el concilio de Efeso condené formalmente la creencia milenarista como herejia? 'A pesar de la condena oficial, la creencia en un milenio futuro conti- ‘nué floreciendo, en gran parte como una expresién de desesperacion y disidencia populares. La elite eclesiéstica medieval no ofreci6, ni tampo- co alberg6, esperanza alguna sobre un paraiso terrenal més all de la 2. Apocalipsis, Nuevo Testamento, versién de la Escuela Biblica de Jerusalén. rect Norman Cohn, The Pars of the Milenivm, Oxford, Oxford 7 ess, 1961, passim (trad. cast: En pos del Milenio, Madrid, Alianza, 1981). 40 TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA ja. Sin embargo, en la alta Edad Media, con el despertar de un rena~ sine religioso, un movimiento de reforma rigurosa de la Tees Is Cruzadas y unas Fenovadas amenazas exteriores para la erstiandad, milenarismo recobré el respeto de las elites, especialmente entre las nuevas ordenes religiosas, que hicieron uso de la mitologfa apocaliptica para validar su identidad y destino, y en consecuencia magnificar st si profes fundadorde esta renovada expectativ fue un abad cis- terciense de Calabria, Joaquin de Fiore. En la busqueda de la forma mis perfecta de monacato, este reformador monéstico, ardiente y ri- gurosamente aseético, abandons finalment la orden del Cister para éstablecer su propio monasterio en Fiore a que le dio el nombre de San Juan. Joaquin habia estado muy influido por los movimien mondsticos de reforma de la Iglesia, através de las Cruzadas, y por Tos contflictos aparentemente apocalipticos entre papas y emperado- res, cristandad e islam, Para Joaquin, el Anticisto se habfa encarna- do en Saladino, conquistador de Jerusalén en 1187, lo que signifcaba gue el milenio estaba en camino. Segtin su visin, los monjes refor- mhados consttuian la vanguardiapiadosa de la humanidad redimida preparados no para desafiar, sino para defender el orden establecido a cristiandad : “* Tagptado por una wisn mieneas lea el Apocalpsi, Joaquin formuld lo que se ha descrito como el «sistema profético mas influ- yente conocido en Europa hasta a aparicién del marxismo», que “propuls6 la revolucidn espirtual més grande de la Edad Median. Joaquin escribié que en su vision se le habia revelado el significado mmilenario de la historia, el plan de Dios para la humanidad, Mosteo que la estructura de la historia prefigurada por Dios se podia co- nocer a través del estudio de la profecia biblica, particularmente la profecia de san Juan, Bajo este planteamiento, existia un modelo dis- Ccrnible de historia, con una temporalidad, una direccién y un signi- ficado basados en los acontecimientos finales hacia los que se movi: Ja eunificacin milenaria del hombre y Dios. En su Exposicin sobre el Apocalipsis, Joaquin declaré que la profecia de san Juan era a cla ‘ve de las cosas del pasado, el conocimiento de las cosas venideras, la Fiore inthe Hlis- lease Bernard McGinn, The Calabrian Abbot: Joachim: of F tory of Western Thought, Nueva York, Macmillan 1985 Bernard McGinn, “Apo en E Rozanne Elder (comp.), The Roots of the Modern Christian Tradition, Kala- mazoo, Mich, Cistercian Publications, 1984. EL MILENIO: LA PROMESA DE PERFECCION 41 apertura de lo que estaba sellado, el descubrimiento de lo oculto». A través de esta nueva aproximacién al significado de la profecia bibli- ca, afirmé ser capaz no s6lo de interpretar el significado de los acon- tecimientos humanos acaecidos hasta el momento sino, lo que era mds importante, de leer los signos de los acontecimientos venideros, y en consecuencia de pronosticarlos. Armado con dicho conoci- miento previo, que incluia una anticipacién del propio papel que le habia sido designado, los elegidos ya no tenian que esperar pasiva- mente la llegada del milenio, sino que podian trabajar de forma acti- vva para asegurar su llegada.? Joaquin describié el movimiento histérico hacia el milenio como tuna sucesin de tres estadios, que representaban los elementos de la trinidad. El primer estadio, el del Padre, era el ordo conjugatorum, iniciado por Adan y simbolizado por la familia y el estado de matri- monio. El segundo, el del Hijo, era el ordo clericum, iniciado por Cristo y encarnado por el sacerdocio. El tercer y tiltimo estadio de la historia, el del Espiritu Santo, era el ordo monachorum, iniciado por Benito de Nursia y representado por el monacato. Este tercer esta~ div, un perfodo de transicién que Joaquin creia que era la fase tinal de la preparacién milenaria, era una edad marcada por la apariencia del viri spirituales, los hombres espirituales que constitufan la van- guardia piadosa de la humanidad redimida, Para Joaquin Fiore, éstos eran «la orden de monjes a los que les son otorgados los tiltimos tiempos de grandeza». A través de la contemplaci6n universal y la oracién, provocarén una iluminacién espiritual de caracter general y liberardn a la humanidad de su miseria® Joaquin, que se convirtié en un consejero apocaliptico de tres pa- as, y en uno de los gobernadores mis poderosos de su época, crefa que el milenio, anticipado a la devoci6n de sus discfpulos mondsti- cos, tenia que llegar en el afio 1260. Sin embargo, poco tiempo des- pués de su muerte en 1202, se pidi6 que el manto del tercer estadio Fecayera en una nueva clase de hombres espirituales, los frailes men- dicantes. Los franciscanos, especialmente los seguidores mas radica- les de Francisco de Asis, enfatizaron su papel de transicién como 5. Emst Benz, Evolution and Christian Hope, Garden City, N.Y. Doubleday, 1975, pig. 36 6. Frank E, Manuel, Freedom from History, Nueva York, Nueva York Univer- sity Press, 1971, pig. 127; véase también Marjorie Reeves, The Influence of Pro- phecy in the Later Middle Ages: A Study in Joachimism, Oxford, Oxford Univer- sity Press, 19695 Richard K. Emerson y Bernard McGinn (comps.), The Apocalypse in the Middle Ages, Ithaca, Nueva York, Cornell University Press, 1992 42 TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA predicadores en el mundo en lugar de simples contempladores ence- Frados en los claustros. La profecia milenarista de Joaquin de Fiore proporcioné a estos reformadores una comprensién de su propia nisin historica en el mundo, Corrigieron y comentaron con avidez sus escritos, que parecfan confirmar un papel preeminente y predes- tinado en la busqueda del milenio. De esta forma, a pesar de la con- dena oficial continuada, lo que todavia ponia a los milenaristas de elite en peligeo, los escritos proféticos de Joaquin de Fiore se convir- tieron paulatinamente en parte de «las reservas comunes de la mito- logia social europea»? "A su vez, en los siglos sucesivos, los mendicantes fueron despla- zados por sus autoproclamados sucesores como portadores del ter~ cer estadio; cada grupo afiadia nuevas dimensiones a la preparacién milenaria. Los propios franciscanos, que haban enfatizado la evan- gelizacion por encima de la contemplacién, también reconocieron Stros medios de anticipacién milenarista: el desarrollo de las artes. En torno al siglo XIU, esta inspiracidn milenarista que existia tras el desarrollo tecnolégico todavia se representaba de forma anénima en Ia obra de incontables constructores de catedrales, los artesanos més avanzados de su tiempo, cuyas silenciosas imagenes de piedra suge- rian una preocupacién por el juicio divino y el fin del mundo. Los ‘esfuerzos para mejorar los conocimientos técnicos, como ha sefiala- do Arnold Pacey, no se concebian como medios de mejorar la condi- cién del hombre dentro del orden presente de las cosas. «En su lu- gar, trataban de ir més alld para alcanzar un orden eterno, una nueva Jerusalén, simbolizada por la catedral.»* ‘Al mismo tiempo, algunos de los franciscanos mas radicales em- pezaron a dar voz a una nueva mentalidad artistica, y ninguno con mis fuerza que Roger Bacon. Heredero de la nueva vision medieval de la tecnologia como medio de recuperacién de la perfecci6n origi- nal de la condicién humana, Bacon se situs en el contexto de la pro- fecla, prediccién y promesa milenarista. Si Bacon, siguiendo a Erige- na y a Hugo de San Victor, percibié el avance en las artes como un medio para restaurar la divinidad perdida de la humanidad, también veia en ello, siguiendo a Joaquin de Fiore, un medio de anticipacién y preparacién del reino que tenia que llegar, y un signo certero de que este reino estaba a punto de llegar. 7. Cohn, Pursuit ofthe Millenium, op. cits pigs. 108-111 8 Arnold Pacey, The Maze of Ingenuity: Ideas and Idealism in the Develop- iment of Technology, Cambridge, Mass, MIT Press, 1976, pg. 58 EL MILENIO: LA PROMESA DE PERFECCION a EI milenarismo joaquinita vinculaba los acontecimientos histéri- cos con el fin de la historia. Roger Bacon, el legendario sabio francis- cano que estudié y ensefié en las Universidades de Oxford y de Pa- ris durante el siglo Xill, se encontraba sumido en esta tradicion medieval. Retratado tradicionalmente como un visionario clarivi- dente del progreso tecnolégico moderno, en realidad Bacon se en- contraba amarrado a su propio entorno milenarista. Si reconoci6 que el potencial préctico de la filosofia natural necesitaba un gran desarrollo del potencial préctico de las artes, y pronosticé invencio- nes modernas como los coches, botes, submarinos y aeroplanos au- topropulsados, lo hizo sélo en referencia al fin de los tiempos, que creia que estaba al llegar? «Todos los hombres sabios creemos que no estamos muy aleja- dos del tiempo del Anticristo», escribid Bacon, que estaba muy influenciado por el legado de Joaquin de Fiore. Bacon cité la autori- dad de Joaquin al sugerir que las invasiones t4rtaras contempora- reas scfialaban la llegada del Anticristo. Como Joaquin, Bacon era un reformador ascético que condené la decadencia del mundo, la corrupcin de la Iglesia y las peleas entre las Srdenes religiosas, a las que consideraba también como signos de la llegada del Anticristo. Apremié a sus colegas franciscanos y a la Iglesia a estudiar la pro- fecia del joaquinita con el fin de estar advertidos sobre los ulti mos acontecimientos de la historia. Continuamente se referia a los 144,000 elegidos del Libro de la Revelacién que conducirfan la bata- lla contra Satén, estaba obsesionado por el espectro de Satan e invo- caba la idea de un papa angelical como simbolo del tercer estadio de Joaquin." Con este espiritu apocaliptico, Bacon aconsejaba al papa el desa- rrollo de las artes dtiles. Avisé que «el Anticristo utilizard estos me- dios de forma libre y efectiva, con el fin de que puedan aplastar y frustrar el poder de este mundo», y urgid a la Iglesia a «considerar el uso de estas invenciones [...] debido a los peligros futuros en los tiempos del Anticristo, lo que con la gracia de Dios seria facil de 9. Will Durant, The Age of Faith, Nueva York, Simon and Schuster, 1950, pi 7 ster, 1950, pég. 1.010; John B. Bury: The Idea of Progress, Londces, Macmillan, 1928, pag. 26 (rad. cast a ide del progres Madi, lana 1971, mere coger Bacon, The Opus Majus of Roger Bacon, Nueva York, Rusell and Rusell, 1962, pig. 417 y passim: Stewart C. Easton, Roger Bacon and His Search for 4 Universal Science, Nueva York, Rusell and Rusell, 1971, passim: Pacey, Maze of Ingenuity, op. cit, pigs. 56-57. 44 ‘TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA conseguir si los prelados y los principes promocionasen el estudio ¢ investigasen los secretos de la naturaleza y del arte!" Al mismo tiempo, Bacon crefa, siguiendo la tradicién de Erigena y de Hugo de San Victor, que las artes eran el patrimonio de los «. Su manuscrito finaliza con la promesa de una renovada divinidad de la humanidad a través de la reunificacién con Dios: «Desde la participacién en Dios y en Cristo nos convertimos en uno con él y uno en Cristo y somos dioses [...] ¢¥ qué mas puede perseguir un hombre en esta vida?». ‘Aunque Bacon enfatiz6 la utilidad del conocimiento, su nocién de utilidad era decididamente mistica. Declaré de forma desafiante su desdén por el mundo y en su lugar se preocupé por «las cosas que conducen a la felicidad en la vida proxima>. Para Roger Bacon, el vance de la tecnologia estaba doblemente dedicado al fin trascen- dente de la salvacin: por una parte, como medio para la recupera~ cién del conocimiento de la naturaleza que era parte de la heren divina de la humanidad, su parecido original con la imagen de Dios; ¥ por otra parte, como medio para tiuafar sobre el Antcrsto en an ticipacién al milenio. Si los monjes habian elevado las artes ttiles a la condicién de medios para restaurar su perfecci6n original, por aquel entonces los mendicantes como Bacon las dignificaban més atin al proclamar su propésito providencial en la busqueda histérica de esta 11, Bacon, Opus Majus, op. cit, pigs. 633-634 12 Tid, pgs. 52 y 65. EL MILENIO: LA PROMESA DE PERFECCION perfeccidn, como preparacién para la redencién milenarista de la hu- manidad."” En los siglos xilt y x1, otros franciscanos defensores de las artes ieron el ejemplo de Bacon, entre ellos el famoso triunvirato de la ciencia catalana, Ramén Llull, Arnau de Vilanova y Joan de Rupes- cissa. Llull, un franciscano terciario, era un fisico préctico ademas de astr6logo y era reconocido por su conocimiento en quimica y meta~ lurgia. Como Bacon, se encontraba inmerso en la tradicin proféti- ca. En su Ars Magnus, alirmé que su «Arte», que esperaba que se tiara para convertir alos irabes a la cvistiandad, le legaba a través de la iluminacién divina. Escribié un comentario voluminoso sobre Joaquin, ademas de sus propias profecias sobre la llegada del Anti- cristo, basindose en la profecia biblica de Ezequiel, Daniel, y espe- cialmente el Apocalipsis de san Juan. También como Bacon, Arnau de Vilanova estaba muy cercano al movimiento espiritual francisca~ no, ademas de ser un fuerte defensor de la ciencia natural. Fue cono- cido por sus trabajos médicos y alquimicos en los que la critica a la Iglesia «se combinaba con ideas joaquinitas sobre un final precipita- do del mundo y una llegada del Anticristo».# Joan de Rupescissa, otro franciscano terciario, ha sido reconoci- do como el verdadero fundador de la quimica médica, y su trabajo, especialmente en la destilacién y la eficacia médica del alcohol, sefia- 16 el paso de los métodos cualitativos a los cuantitativos en la inves- tigacién quimica. La mayor parte de su esfuerzo, sin embargo, estu- vo dedicado a la escritura teol6gica y particularmente profética. Era conocido entre sus contemporéneos por su predicacién apocaliptica, y por esta causa pasé una considerable parte de su vida en prisién. Como evangelizadoes y misioneros en el mundo, los franciscanos joaquinitas llevaron el mensaje milenarista més alld del claustro. Al mismo tiempo, en su predicamento y escritura formularon lo que se convertiria en una escatologia de la tecnologia enormemente influ- yente y duradera, una percepcién del desarrollo de las artes ttiles ala vez que una anticipacién aproximada, un signo apocaliptico y una preparacién practica de la restauracién de la perfeccién profetizada."® 13, Bacon, citado en Bury, The Idea of Progress, op. cit, pig, 26. 14, Lyan Thorndike, History of Magic and Experimental Science, Nueva York, Columbia University Press, 1934, vol. 2, pgs. 863-865 y 842, 15, Ibid. vol. 3; pgs. 347-385; Robert P. Multhaul, «John of Rupescissa and the Origins of Medical Chemistry, /ss, vo. 45, 1954, pags. 359-366, 46 ‘TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA Si algunos franciscanos promovieron las artes de forma directa, como Bacon y sus sucesores catalanes, la mayor‘a lo hacian de forma indirecta, a través de su principal isin evangélica, la conversién de todas las razas a la cristiandad. Segiin la profecia biblica joaquinita, particularmente el Apocalipsis, esta conversiGn a escala mundial era tuna premisa necesaria y un indicio inequivoco para la llegada del mi- Ienio. «Dios ha estado llamando a todas las gentes de la tierra para apresuratlas a prepararse para entrar y disfrutar de la fiesta eterna que no tendré fin», escribié en el siglo xv1, Jeronimo de Mendieta, misionero franciscano en el Nuevo Mundo, «Esta vocacién de Dios no debe cesar hasta que se alcance el mimero de predestinados, que segain la visin de san Juan debe incluir todas las naciones, todos los enguajes y todas las personas.»'* ‘Ademis, el esfuerzo evangélico para ampliar el alcance de la cris tiandad de acuerdo con sus afirmaciones universalistas y sus expec tativas escatolégicas, animé la exploracién y en consecuencia alent6 un desarrollo en las artes que dependian de esta exploracién, inclu- yendo la geografia, la astronomia y la navegacién, ademés de la construccion de embarcaciones, a metalurgia, y, por supuesto, el ar- mamento. Como ha sefialado la historiadora Pauline Moffite Watt «E] esfuerzo por hacer realidad la profecia a una escala césmica y mundial era un estimulo mayor para el viaje y el descubrimiento, desde las primeras misiones franciscanas en Asia a la empresa de Co- on en las Indias», Esta misma historiadora ha afirmado que, esta di- mensién «apocaliptica» de los exploradores, particularmente en re- lacién con Coldn, «se debe reconocer como inseparable» de su «geografia y cosmologia», debido a que configurd su comprensién cientifica a la vez. que inspir6 su consecucién tecnolégica.”” Lara de los descubrimientos empez6 en realidad a mediados del siglo xitt, cuando los frailes mendicantes (y los mercaderes) viajaron a Asia central y oriental, En aquellos tiempos, la ruta por tierra hacia Oriente la abrié el fraile franciscano Giovanni da Pian del Carpini Uno de los primeros escritores «que integrard en un esquema apoca- liptico la posibilidad de convertir a todas las gentes de Asia, esto es, todo el resto del mundo conocido», fue Joan de Rupescissa. Rupes- 16.John Leddy Phelan, The Millennial Kingdom of the Frasciscans in the New World, Berkeley, University of California Press, 1970, pag. 1 17, Pauline Moffie Watts, «Prophecy and Discovery: On the Spiritual Orig of Christopher Columbus’ Enterprise ofthe Indies», American Historical Review, vol. 90, 1985, pags. 73-102. EL MILENIO: LA PROMESA DE PERFECCION cissa profetiz6 que la dinastia tartara de Gengis Kan se convertirfa a la cristiandad (junto con los judios) y entonces sus fuerzas se suma- rian a las de los cristianos para la derrota final del islam. Sin embar- GO, estas expectativas evangélicas se vivieron por poco tiempo: a medidados del siglo xtv, «el islam habia ganado las almas de los tir~ taros» y «la ruta por tierra que conducfa a Asia se certé».!* A principios del siglo x1V las exploraciones portuguesas en Afri ca iniciaron la fase oceanica de la era de los descubrimientos, e inspi raron las esperanzas evangélicas de una ruta alternativa por mar a Asia, Finalmente, estas esperanzas se vieron cumplidas por el mari- nero mesiénico y .* Si sus viajes llevaron al mundo a la era moderna, la propia menta- lidad de Col6n reflejaba las expectativas milenaristas medievales de la Espaita del siglo xv, En su escenario espiritualmente cargado, los monarcas espafioles habjan asumido la responsabilidad de empera- dores joaquinitas de la tercera era, conduciendo a los justos hacia el milenio. Por ejemplo, segiin el fraile franciscano Jerénimo de Men- dieta: «La raza espafiola bajo el liderazgo de sus “santisimas majesta~ des” ha sido escogida para emprender la conversi6n final de los ju- dios, los musulmanes, y los gentiles* [..., un acontecimiento que prefiguraba la rapida aproximacién del fin del mundo. (La derrota inal del reino de Granada en 1492 y la conversién forzada, o expul- sidn, de los judjos en ese mismo aio se percibieron bajo esta pers- peetiva)*! ; ‘Que Cristébal Colén dedicé su vida a este desafio evangélico es evidente desde la primera entrada de su diario del viaje de 1492. «Vuestras Altezas, como Cristianos Catélicos, y principes que aman y promocionan la fe cristiana, y enemigos de la doctrina de Maho- ‘ma, y de la idolateia y de la herejfa, determinaron enviarme a mi, Cristébal Col6n, a los anteriormente mencionados paises de las In- dias, para ver os citados princpes, genes y terttorios, y para aprender su disposicién, y el método adecuado para convertirlos a nuestra santa fe. Y, ademas, con el dictado de que no debo proceder por tierra hacia Oriente, como es costumbre, sino por la ruta occi- dental, una direccién de la que no tenemos una evidencia cierta que hasta el momento alguien haya emprendido. De esta forma, después de haber expulsado a los judios de vuestros dominios, vuestras Alte- zas [.] me ordenasteis proceder.»” Como un producto en gran medida de su tiempo y cultura, el gran explorador se encontraba espiritual e intelectualmente bien es dosa y ascética, suficientemente rigurosa como para .2* D’Ailly era la principal fuente de Colén, por su geografia cienti- fica y por su actitud apocaliptica. Colén leyé cuidadosamente y ano- t6 Jmago Mundi, uilizando el conocimiento que le proporcioné tan- to para guiar sus viajes como para situarlos en ef esquema divino milenarista. A través de D’ Ailly, Colén tuvo conocimiento de los es- critos de Roger Bacon y de las profecias de Joaquin de Fiore, que configuraron su propia lectura de los acontecimientos. Col6n se vefa a sf mismo como un «ejecutor divinamente inspita- do por la profecia». Estaba firmemente convencido de que el mundo Iegaria a su fin en un siglo y medio, basindose en los célculos de D’Ailly, y que mientras tanto todas las profecias se debfan cumplir, incluida la conversién de todos los pueblos y la recuperacién del monte Sién (Jerusalén). Segiin su hijo, el nombre de pila de Colén, Cristébal (el portador de Cristo), simbolizado por la paloma del Es- piritu Santo, significaba que, a la manera de su homénimo san Cris- tobal, habia sido elegido para llevar al Cristo nifio a través de los ma- 23. Ibid. 24. Thorndike, History of Magic, vol. 4 op. cit, pg. 107. 50 TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA res. E] propio Colén posteriormente apodé su esfuerzo con el nom- bre de «la empresa de Jerusalén», ¢ insistié en que sus viajes al Nue- vo Mundo debian completarse con una cruzada para recuperar Tie~ tra Santa y reconstruir el templo del monte Sién. Por encima de todo esto, Colén se creia guiado por la profecia divina, que era el se~ creto de su confianza sublime. «Quien dudaria [...] de esta luz, que me conforta con sus rayos de claridad maravillosa (...] y me impulsa continuamente hacia delante con gran apremio, sin un momento de pausa>, escribié a sus patrones. Se autoproclamé como el mesfas joa- quinita enviado por Dios para preparar al mundo para su fin glorio- $0 y su inicio renovado. Se reafirmé en esta posicidn con la profecia de Arnau de Vilanova, que de forma errdnea atribuia a Joaquin, y que decia que «el que restaure el arca de Sidn vendra de Espafiay* En au inacabado Libro de las Profecias, Colén clabor6 su visi6n milenarista y explicé su papel en la misma, apoyado por las profecfas de Daniel, Ezequiel, Isaias y, especialmente, la de Juan en Patmos. ‘Luego vi un cielo y tna tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya>, escribié Juan bn el Libro de la Revelacion (21, 1). «Dios me hice el mensajero del cielo nuevo y de la tierra nueva de los que hablaba el Apocalipsis de san Juan después de haber hablado de ello a través de la boca de Isaias —escribié Col6n—, y me mostré el lugar en el que encon- trarla% Coldn, maestro de las artes marineras, en este sentido, identifi- caba la produccién de logros técnicos propia de su época con el destino nal de la humanidad. Desde su punto de vista, el descubri- miento del Nuevo Mundo sefialaba el fin del mundo de manera inminente, y de esta forma la recuperaci6n de la perfeccién prometi-~ da, Al identificar el Orinoco como uno de los cuatro rios del Jardin del Edén, Colén incluso insistié repetidamente en que habia recupe- rado el paraiso terrenal. Escribié: «Estoy completamente convenci- do de mi pensamiento de que el Parafso Terrenal es el lugar que he mencionado». Y ala manera de un nuevo Adin, obsesivamente dio nombre a todo lo que inspeccion6, confiado en su expectativa de que pronto se podria restaurar el dominio original de Ja humani- dad?” 25, Kirkpatrick Sale, The Conquest of Paradise, Nueva York, Alfred A. Knopf, 1992, pag. 199, Watts, «Brophecy and Discovery», oP. cit. pig. 73. 126. Sale, The Conquest of Paradise, op. cit pags. 188 y 190. 27. Ibid, pig. 175, Visiones del paraiso Si las expectativas milenaristas inspiraron la inauguracién del Nuevo Mundo, ésta increments la excitacion y reafirmé estas expec tativas, especialmente en lo que afecta a aquellos humanistas y ma- gos renacentistas que, en nombre del interés del renacimiento reli Eso, prpmoveron un desarrollo de la ciencia y de las artes utiles Los nuevés hombres espirituales de los siglos xv y xvi, herederos del milenarismo medieval y precursores de la Reforma, vieron en el es- tudio de la naturaleza y en la recuperaci6n de las tradiciones antiguas sobre el mundo natural el medio de reavivar la verdadera luz de los nt cios de la cristiandad. De esta forma, los grandes pensadores humanis- tas Marsilio Ficino y Pico della Mirandola trabajaron para desenterrar los secretos perdidos_de la filosofia natural hermética y de las artes cocultas, segtin el abad agustiniano joaquinita Egidio de Viterbo, «men- sajero(8] de la divina providencia enviado para mostrar la teologia mis- tica en todo lugar concurrido por nuestras instituciones santas y de las que fue su precursor». Ambos hombres estudiaron detenidamente los. pronésticos ocultos y trataron de contrastarlos con la profecia biblica. 52 TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA Pico era un admirador del gran profeta florentino Savonarola, un disei- pulo de Joaquin de Fiore.! ‘Los alquimistas ¢ iluminados del Renacimiento que siguieron Ia estela de estos pioneros humanistas continuaron su obra extraor~ dinaria con el mismo espfritu. Cornelio Agrippa, por ejemplo, se inspir6 en el comentario joaquinita ¢ identificé a Joaquin como un ejemplo de alguien que habia logrado el conocimiento profético a rartir del significado oculto de los mimeros. Agrippa escribi6: « Visto por muchos como un profeta, Paracelso estudic la profecia biblica y escribié un tratado admirable sobre un manuscrito pseudo- joaquinita en el que hacia hincapié en temas milenaristas como los pesados dela Ilsa yn expectativa dela legada del Anscrisoy de los papas angélicos. También escribié su propio libro de profectas, Prognosticato, que termina con la imagen edénica del hombre recli- nado a sus anchas en un drbol-con el sol de la divinidad resplande- ciendo sobre él. «Cuando el fin del mundo se acerque —proclamd Paracelso con una expectativa frenética de redencién milenarista y perfeccidn restaurada—, todas las cosas nos seran reveladas. Desde la mas baja a la mas alta, desde la primera ala tltima: qué es cada cosa y por qué existi6 y desapareci6, a qué causas se debi y cual era su sig- nificado. Y todas las cosas que hay en el mundo seran reveladas y se hard la luz.» Pronosticé: «Entonces se reconocerin los verdaderos conocedores y los vanos charlatanes, aquellos que escriben de forma fiel y aquellos que camercian can mentiras [..] Renditos aquellos hombres cuya razén sera revelada».* Alberto Durero, el gran artista de Nuremberg, contempordneo de Paracelso, compartia su visién apocaliptica y su entusiasmo por las artes. Nuremberg era un centro reconocido de las artes mecari- cas, cuna de muchos maestros metalirgicos, desde los fabricantes de caftones y armas, a los fabricantes de escalas, instrumentos de medi- cin y compases. El propio Durero nacié en el seno de un largo lina je de orfebres. Bajo fa tutela de su padre, se convirtid en un artesano de gran talento y posteriormente llené sus obras maestras (como ‘Melancolia) con herramientas de estos oficios. A lo largo de su vida, estudié las artes y los secretos de la naturaleza y luché por elevar la posiciéa de los artesanos y de los artistas. Sin embargo, al igual que Paracelso, la expectativa religiosa era la esencia de Durero. Como ha escrito uno de sus bidgrafos: «Si mira- mos detenidamente en las profundidades del alma de Durero, en- contramos que el elemento més noble y esencial de su carécter era el 3. Reeves, Prophecy, op. it, pig, 454 PM. Rattansi «The Social Interpreta- tion of Science inthe Sevencenth Century en Peter Mathis (comp), Scene sed Sac, 10-190, Canbdge, Care Univery Pe 1972 pig Tso je Jacobi (comp), Paracelsus, Selected Writings, Nueva York, Pantheon, pags. 201-257. : Pantheon 1951, 4 bid, pig. 296, 54 TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA impulso religioso [...] El impulso religioso es lo que unifica el ser de Durero, desde el que se desarrollé su genio». Para Durero, su taller era un monasterio, «el campo en el que se libraba la batalla de su alma luchadora y atormentada>. Siguiendo a Ficino, crefa que «el arte viene de la inspiraci6n divina», y .* El entusiasmo ut6pico de los reformistas europeos Johann An- dreae y John Comenius también reflejé la renovada vena milena rista y con ello reavivé radicalmente las expectativas milenaristas medievales. Como ha observado el historiador P. M. Rattansi: «Su reforma social, religiosa y educativa estaba basada en la conviccién de que el milenio estaba al caer, y que estarfa marcado por la recu- peraci6n del conocimienté de criaturas que Adin habia poseido en su inocencia, y del lenguaje ad4mico que le habia otorgado poder sobre todas las cosas». En la visiGn de esta dltima generacién de so- Aadores empedernidos, como aquella de sus antecesores medieva- les, el objetivo de la ciencia y de las artes era la restauracién del, lenguaje primero de la humanidad, compartido con Dios al princi-. pio y perdido en la caida? Andreae habia estudiado las profecias de Joaquin de Fiore ade- més de las de Paracelso y otros iluminados y creia de forma ardiente que el milenio, y en consecuencia la profetizada restauracién de la perfeccién, era algo inminente, y que el desarrollo de la ciencia y de las artes era una preparacién esencial para ello. En la utopia de An- dreae «Cristianopolis», sus cuatrocientos habitantes debian practi- car las artes mecénicas de forma asidua. Haciéndose eco de la figura de Erigena, explicaba: «Todos estos [oficios] no siempre se hacen poraue Ia necesidad aslo dite, sino {J con el finde que el alma yumana pueda tener algiin medio a través del cual ella y las més altas prerrogativas de la mente puedan desplegarse a través de clases dife- rentes de maquinaria, o para que, en su lugar, la pequeita chispa de divinidad que permanece en nosotros pueda brillar en cualquier ma- terial ofrecido». Andreae argumentaba: «Ahi esté la gran necesidad de que volvamos tan pronto como sea posible y limpiemos el polvo de la tierra». La préctica de las artes utiles, entre otras actividades, sermitia a los hombres «volver a si mismos». En sus esfuerzos de re- ~ forma-educativa, Comenius, obispo milenarista de Moravia, promo- 8. George Ovite, «Critical Assesments of Technology from Campanella to the Harringtonianse, manuscrto inédito, 1989. J 9, Manuel, Freedom from History, op. cit, pg. 1; Rattansi, «Social [nverprete- tions, op cit, pig. 12. 58 ‘TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA cioné la ensefianza de las artes para fines esencialmente espirituales almente exaltados."° El utopismo continental de Comenius y An- dreae logré su expresi6n més completa y més influyente en los ma- nifestos milenaristas de la misteriosa hermandad de los rosacruces, que probablemente fueron escritos por Andreae. Segin estas enérgi- cas proclamas apocalipticas, los rosacruces tenfan’ como tinico obje~ tivo «la reforma de toda la humanidad» a través de la purificacin y reunificacién de la ctistiandad y del desarrollo cooperativo del_co- nocimiento cientifico y tecnolégico. La llegada de un resurgimiento rosacruz estuvo marcada por la apariciOn repentina de esta nueva or- den espiritual; su aprendizaje superé al de los jesuitas, quienes tam- bien se dedicaban al estudio de las ciencias y las artes. La nueva her- mandad se autoconsideraba la tltima encarnacién del viri spirituales, joaquinita, la «nueva voz» de «un nuevo sol naciente» determinado, y destinado a traer una «tercera reforma de la religién». Sus manifes- tos enérgicos y alarmantes (la Confessio y la Fama Fraternatis), que el propio autor describié en los términos del Libro de la Reveldcion, como «nuestro anuncio», tuvieron de hecho una influencia profui- da y duradera sobre la imaginacién de la Europa moderna. {Los manifistos afirmaban el desarrollo del conocimient3 Gl,de tuna manera que reflejaba por igual las tradiciones milenaristas y las monésticas. Lo aprendido en el Renacimiento, segtin los rosacruces, sefialaba el inicio de una nueva era de ilustracién, anticipada al mile- nio, que constituia, al mismo tiempo, una recuperacién de los pode- res divinos de Adan. Los rosacruces se vefan a si mismos como la'en- carnacién y la vanguardia de esta gran época de iluminaci6n divina: Fama Fraternatis proclamaba que Dios . Como insistié Milton, en el curso del desarrollo milenarista, la naturaleza no s6lo se convertiria en algo conocido por el hombre, sino que «se rendiria al hombre, que es su gobernador establecido, y su gobierno se ex- tenderia desde el control de la tigrra y los mares al dominio sobre las estrellas».!? «Con los modelos del Edén y de la Nueva Jerusalén en mente», como observé Webster, y al dedicarse a la consecucién activa de la profecia, los reformistas de inspiracién apocaliptica de esa época xelaboraron programas para el desarrollo de la ciencia aplicada. Entre todos ellos, destaca Francis Bacon, ministro del rey Jaime, cu- yos «escritos practicamente alcanzaron la autoridad de las Escrivu- ras». Quizé més que ninguno de sus predecesores, Bacon definié el royecto occidental de a tecnologia moderna, y su vision compleja fue «elaborada en relaci6n con la expectativa milenarista del domi- nio del hombre sobre la naturaleza». Para Bacon, el desarrollo soste- nido de las artes itiles ofrecia la prueba més grande y era el medio mejor para el avance milenarista, porque por si solas [las artes] se en- 12, Emest Lee Tuveson, Millennium and Utopia, Nueva York, Harper and Row, 1964, pig. 84; Webster, Great Instauration, op. cit, pags. 18, 335 (cita de Mil ton) y 508, 68. TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA contraban «creciendo de forma continuada y haciéndose cada vez mis perfectas»."? ; 7 "A Bacon se le venera tradicionalmente como el profeta més gran- de de la ciencia moderna, sin embargo como Lewis Mumford ha in- sistido acertadamente, para Bacon esto siempre signific «ciencia como tecnologia». Bacon veia la ciencia no s6lo como una empresa especulativa, sino como algo enraizado en las artes practicas y.dedi- cado a la utilidad y a la invencién, «el alivio del estado del hombre» Bacon reconocié, con una claridad mayor que la de sus contempora~ neos, los grandes logros que los artesanos mecénicos ya habian al- canzado en la construccién de embarcaciones, navegaci6n, balistica, imprenta e ingenieria de aguas, y de acuerdo con aquéllos desarroll6 tuna idea utilitaria de la empresa cientifica que basaba gran parte de su fuerza en la prictica artesanal. «La verdad y la utilidad aqui son la misma cosa», escribié Bacon, queriendo decir que el conocimiento perfecto adquirido a través de la ciencia se valoraba mejor por su uti- lidad."* Bacon vefa el conocimiento préctico de las artes como la clave para sl desarrollo del conocimiento en general y wtilizabs ls ates mecénicas como el modelo para la reforma de la filosofia natural. Como Paracelso, Bruno y los rosacruces, insistia en la necesidad de clevarlas y hacer de ellas una apropiacién elitista. Queria estable- cer, como asf lo planted, «el comercio entre la mente del hombre y Ja naturaleza de las cosas», de forma que las artes pricticas puedan alimentar y, 2 su vez, ser «alimentadas por Ia filosofia natural». En Novum Organum, Bacon escribié lo siguiente: . Con este fin, in- sistié en que los fil6sofos debian superar su rechazo elitista por las ar- tes titiles, y af render a trabajar con «las cosas en si», «cosas mezquinas € incluso asquerosas», con el objetivo de apreciar mejor su valor y apropiarse de sus frutos. En su defensa del valor de las artes utiles, Francis Bacon reafirmé con fuerza la ya larga tradicién previamente iniciada por Erigena, Hugo de San Victor y Roger Bacon, y mas re~ cientemente sostenida por Paracelso, Bruno y los rosacruces. Y como Erigena, que reescribié la boda de Mercurio con la filologia de Cape- lla, aqui la unién de las artes mecénicas y las artes liberales se com- prendfa como la elevacién de las primeras al nivel exaltado de las se- gundas, interpretando la tecnologia no s6lo como merecedora de una atencién superior, sino cercana a Dios." . En este sentido, aunque el esfuerzo de Bacon tenfa un énfasis utili- tario, era trascendente en su esencia. $i Bacon creia que las artes utiles eran esenciales para el desarrollo del conocimiento, también pensaba, como sus predecesores, que el desarrollo del conocimiento era esencial para la salvaci6n y para la restauracién prometida de la perfeccién: «La entrada en el reino del hombre se funds en las ciencias, no siendo muy distinta ala entrada en el reino de los cielos»..” La meta trascendente de Bacon, como la de sus predecesores me- dievales, llevaba consigo la recuperacién de la imagen y semejanza de Dios originaria en la condicién humana, Como ha descrito su bidgrafo Paolo Rossi, el objetivo primordial de Bacon «era redimir. al hombre de su pecado original y restituir su poder de antes de la 15. Webster, Great Instanration op. cit, pigs. 336,y 335; George Ovit, The Res- toraton of Perfection, New Brunswick, N. |, Rutgers University Press, 1986, pag. 175 Francis Bacon, Noowm Organum, en Benjamin Farrington (comp.), The Works of Francis Bacon, Filadelfia, Carey and Hart, 1848, vol. 4, pig. 247 (trad. cast Nowwm organ, Barcelona, Hogar del Libro, 1988). 16. Paolo Rossi, Francis Bacon: From Magic to Science, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1968, pigs. 7-11. 17. Jacob, Cultural Meaning, op. cit, pig, 32; Mumford, Pentagon of Power, op. cits pag, 106; Francis Bacon, «The Masculine Birth of Time», en Benjamin Fa- ington, The Philosophy of Francis Bacon, Chicago, Chicago University Press, 1964, pig. 72; Bacon, Novum Organum, aforismo 68. 70 TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA caida, sobre todas las cosas». En palabras de la historiadora Frances Yates, Bacon buscaba «un retorno al estado de Adan anterior a la caida, un estado de contacto puro y sin pecado con la naturaleza y el Conocimiento de sus poderes», en definitiva, «un progreso que le de- volviera a Adan>.!* * Bacon fue claro e insistente en el propésito perfeccionista de su defensa de las artes ttiles. El titulo de su gran obra La Gran Restan- racién, presenta la reforma como «una restauraci6n», «una renova- cin radical», «una rehabilitacién de la gloria pasada y de la dicha primigenias. Ademés, un fragmento anticipatorio escrito dos déca- das antes, considerado como uno de los escritos de Bacon més per- sonalmente reveladores, se subtitulaba «The Great Restoration of Man’s Dominion Over the Universe» (La gran restauracién del do- minio del hombre sobre el universo). En esta aportacién inicial, Ba- con explicaba que se proponia «ampliar los limites deplorablemente estrechos del dominio del hombre sobre el universo hacia log limites prometidos». Dos décadas después, explicaba de forma parecida, en el prefacio a La Gran Restauracién, que perseguia mostrar cémo la mente del hombre «se podria restaurar en su condicién perfecta y original». 7 Explicaba en Novum Organum que «con la caida, el hombre perdié al mismo tiempo su estado de inocencia y su dominio sobre Ia creacién», sin embargo . «Estamos Ge acuerdo, hijos mios, en que sois hombres —escribié Bacon en su 18, Rossi, Francis Bacon, op. cit pags. 127-129; Francis Yates, The Rosicrucian Enlightenment, Boulder, Shambala Press, 1978, pég. 119. 19. Yates, Rosicrucian Enlightenment, op. city pag. 119; Farrington, Philosphy, op. cit. pig. 21; Ross, Francis Bacon, op. cit, pig. 127; Bacon, «Masculine Birth of “Timer, op. cit, pig. 72. EL PARAISO RESTAURADO. 71 Refutation of Philosophies—. Esto significa que no sois animales de cuatro patas, sino dioses mortales.»22 La visién compleja de Bacon, inspirada en la Biblia reflejaba las exageradas asunciones antropocéntricas de la fe protestante propias del siglo Xvi, a conviccion e que sla supremaca humans era cen, tral para el plan divino», Como escribié Bacon: y aparecen como si hubieran logrado la Gran Instauracién del aprendi- zaje y en consecuencia, haber retornado al estado de Adan en el parai- so anterior ala cafdan® De forma amplia y extensa, a través de la enorme y persistente inflogneis de Fenicio Bacon la idemtiicacion medieval dela tcnolo- 22. Bacon, Valerins Terminus; Novum Organs; Great Instauration. 23, Yates, Rosicrucian Enlightenment, op. cit, pig. 129. EL PARAISO RESTAURADO 73 gia con la trascendencia daba forma en ese momento a la mentalidad emergente de la modernidad, Este impulso trascendente fue espe- cialmente pronunciado durante la revolueién puritana, un periodo de gran promesa milenarista y de un entusiasmo capitalista inicial por la promocién y la invencién, un terreno fértil para una reforma inspirada en Bacon. Los puritanos baconianos tenian una relacién sdlida con el comercio, proyectos coloniales en ultramar, agricultu- ma metalurgia y otras empress weenolégicas, Yy'su optimismo sobre rascendencia tecnolégi ji 0 i le trascendencia scnologia se conjgaba con su confianza en la re En el centro de este esfuerzo de reforma baconiana estaba el emi- grante alemdn y graduado en Cambridge, Samuel Hartlib, cuyo cfr- culo social y su Office of Address inspiraron y coordinaron las ac tividades puritanas de cardcter ientilico, tecnolggico y educative durante décadas. Por ser originario del continente europeo y por sus vinculos con él, Hartlib también fue un canal para el pensamienta ut6pico europeo, especialmente a través de sus traducciones de Als- ted, Andreae, Campanella y Comenius, y quizd, de forma més im: portante, por su amistad con este tltima, También a través de su cola boracién con tedricos de la educacién como John Dury y Comenius se convirtié en uno de los principales defensores de la reforma edu-" cativa inspirada por Bacon. a Como mercader implicado también en la ganaderia y la agricul- tura, y a través de los intereses en el comercio ¢ industria del tinte de su familia prusiana, Hartlib estaba familiarizado con las demandas précticas y financieras del comercio, la agricultura y la industria, Como resultado de ello, su interés por la defensa de la ciencia y de las artes era decididamente utiitario. Lo mismo era cierto para la mayoria de sus asociados y discipulos, destacando entre ellos Ga- briel Plates (autor del tratado de utopia baconiana Macaria, con fre- cuencia atribuido a Hartlib), un inventor que se dedicé a la ganade- tia y ala mineria; William Petty, que tenia conocimiento de primera mano de muchos oficios, incluyendo el textil, la forja de metales, la carpinterfa, la fabricacién de carruajes y, a su vez, era médico ¢ in ventor de instrumentos técnicos y maquinaria agricola con mucho talento; y John Wilkins, que diseé un arado con una tecnologia mas avanzada y tenfa un gran interés por los artilugios mecénicos= 24, Webstes, Great Instauration, op. cit, pags. 47, 22-23 y 511; Whi sD did 0a 25, Webster, Great Instauration, op. cit, pigs. 69 y 192. 74 TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENGIA De la misma forma, la propuesta de Harib de Ia Office of Ad- dress se centraba en las . De forma, parecids, los esfuerzos para una reforma educativa baconians, siguiendo las enssianzas de Comenius, enfatizaron la apicacin pritica del conocimiento la vida cotidiana,y se centraron en la formacién en mesdnica, gana Fa, navegaciOn, agrimensura, mineralogia, arquitecturg,y trabsjo Gon metales. Una de ls caactristias centraes de la Office of Ad- dress era un «colegio de Mecanismos Nobles y de ArtficesIngenio- sos. Con fa invitaci6n de Harti, Comenius, muy inspirado por la lectra de Bacon, vist6 Inglaterra poco tiempo antes del inicio dela ucrra civil con el proposito expreso de convertir en realidad la Essa de Salomén de Bacon, mediante el establecimiento de escuclas sien paconianoe dsigjeron el avance del conocimiento y el aprendizaje hacia fines pricticos, lo hicieron, sin embargo, como tuna busqueda de un objevvo trascendene,. A los ojos de los reformistas puritanos, esta restauracién de la perfecciGn esta- reat Ins samuel Harlib, «Petition to Pasliament (1649), en Webster, Great 1 sauaton op. it, apendice, Merton, Science, Tecnology, end Society, op ity pags. 116-117; Rattansi, «Social Interpretation», op. cit, pég. 20. EL PARAISO RESTAURADO 7 ba asegurada tanto por la historia como por la profecia, Su objetivo era «repetir la experiencia de Salomén (que recuperaba el dominio) y completaba la profecia de Daniel».”” El propio Hartlib crefa con fervor que, debido a la caida, fue ne- cesario que la humanidad aprendiera de nuevo las artes, aunque un desarrollo concienzudo prepararia a los hombres para un retorno.a Ia gracia anterior ala caida. Como explicaba en une peticién al Parla- mento en 1649, el pFOPOsito primordial de sus propuestas de refor- ma era «la reparaci6n y adecuacién de la naturaleza humana deterio- rada a través de una propagacién universal de todas las artes y las ciencias y de su realidad y brillo apropiado, para el bien de la socie- dad>. Ademés, estaba convencido que en el milenio la medicina de- volveria a la humanidad su inmortalidad originaria. «Quisiera que comprendierais mi pronéstico de la medicina universal verdadera —escribié Hartlib en su Chymical Address de 1655—, que no solo serviré alos hombres, sino a toda la carne también, es decir, crece en el paraiso un arbol, al que llaman el drbol de la vida, que en la llegada gloriosa y largamente esperada de Jesucristo nuestro Dios y Salva dor se manitestard, y entonces seré accesible a todos los hombres, y sus frutos podran ser recogidos, y a través de ellos todos los hom- bres y toda la carne seran liberados de la muerte, y esto es tan sélida- mente cierto y seguro, como que en el momento de la caida, al reco- ger el fruto del arbol prohibido, todos nosotros con toda la carne caimos en el pecado, la muerte y la enfermedad. Y Dios nos ha reser- vado esta gloria y gran dicha, a nosotros que vivimos estos tiltimos dias, y ha conservado su mejor vino hasta ahora [..] Pronostico a to- dos los médicos que su medicina no servira de nada, ya que descu- briremos otro jardin, en el que habré hierbas que preservardn al hombre no s6lo de la enfermedad, sino de la propia muerte>.® El programa puritano de la educaci6n universal de carécter préc- tico estaba inspirado por el mismo espiritu redentor, derivado en gran parte de Comenius, fil6sofo pietista de la educacién y milena- rista ardiente. John Dury, el otro defensor destacado de la reforma educativa puritana, escribié su propia . La Royal Society de Londres fue fundada ese mismo afio, con expectativas similares. Esta orientaci6n ya era muy evidente en los esfuerzos de diversos circulos cientificos que con el tiempo se fusionarfan para formar la Royal Society, asi como en las visiones de sus lideres, que se convir- tieron en los fundadores de la sociedad. El llamado Invisible College, con Robert Boyle como figura central, llevaba 2 cabo investigaciones en los campos de la metalurga Ia agricultura y Is agrimensura en gran parte para obtener beneficios de las plantaciones irlandesas. Ins- pirado en estos esfuerzos, Boyle escribio su tratado sobre «Useful ness of Natural Philosophy», en el que enfatizaba el valor para los filésofos naturales de «un conocimiento metodolégico real de la na- turaleza» a través de una implicacién en investigaciones practicas; € inversamente, la utilidad dltima de la filosofia natural para el desa~ rrollo de preocupaciones practicas tales como la navegacin, la gana~ deria, el curtido, el tinte, la fabricacién de cerveza, el vaciado de log metales, los productos farmacéuticos y la guerra. El Oxford Club, con John Wilkins como figura central, también dio prioridad a las investigaciones practicas. El propio Wilkins escri- bi6 un tratado sobre la importancia de la filosofia natural para la ga- naderia, y fue inventor de mecanismos. El circulo cientifico asociado . con el Gresham College tambign estaba dedicado a los fines practi- cos y se centraba principalmente en métodos de navegacién para mercaderes y marineros. 1. Lewis Munford, Pentagon of Power, Nueva York, Harcourt Brace Jovano- vich, 1966, pig. 11 2. Robert Merton, Science, Technology, and Society in Seventeenth Century England, Nueva York, Howard Fertig, 1970, pig. 81; Charles Webster, The Great Instauration: Science, Medicine, and Reform, 1626-1660, Londres, Gerald Due- worth and Co,, 1975, pig. 67; Robert Boyle, «Of the Usefulness of Natural Philo- sophy>, en Works of the Honorable Robert Boyle, Londres, 1772, vol. 2, pag. 5. VIRTUOSOS CELESTIALES 79 John Evelyn, el hombre que primero propuso a Robert Boyle la formacién de la Royal Society, describié posteriormente este objeti- yo como una simple «mejora del conocimiento practico y experi- mental». El resto de los fundadores originarios compartian este pun- to de vista basico, entre ellos se inclufan: el propio Wilkins; William, Petty, inventor autodidacta y director del Down Survey en Irlandas Christopher Wren, prolifico inventor y arquitecto; y Henry Olden-, burg, el secretario de la sociedad durante mucho tiempo y yerno de John Dury. Existia también una fuerte, conexién entre los pione-, ros cientificos y los inicios de la empresa capitalista. La familia de Evelyn poseia el monopolio del salitre; el padre de Boyle tenia inte- reses en la industria del hierro en Irlanda; Petty.era hijo de un teje- dor y tintorero de Romsey con intereses empresariales propios;, otros de los primeros miembros de la Royal Society estaban relacio- nados con industrias como el tabaco, la destileria y el comercio. ~ Las funciones reales de la Royal Society reflejaban estos intere- ses. Entre los primeros comités permanentes de la sociedad se en- contraban las secciones de mecdnica, astronomia y 6ptica, anatomia, ica y cirugia, ad icé dedivado a la historia de los oficios. Los primeros investigadores se centraron en los problemas practicos ra navegacién (brijulas, mapas maritimos, hidrografia, determinacién de la longitud y la latitud, fases de la marea, construc- cidn de embarcaciones, hidrodinémica); de la mineria (métodos de extraccién de los minerales, bombas de agua y estudios de la presién atmosférica, ventilacién de las minas y compresi6n del aire, metalur- gia); militares (vaciado del hierro, pélvora, trayectoria y velocidad de proyectiles, estudios de retroceso y alcance de las armas, compre- sién y expansin de gases, fuerza, durabilidad y elasticidad de los metales); textiles (manufactura de Ja lana, tinte, fabricacién dé la seda, fabricacién de sombreros, molinos de agua, molinos de viento y otras maquinarias de «ahorro de trabajo»). Como subraya Lewis Mumford, de esta manera, el énfasis baconiano en las aplicaciones utilitarias de la ciencia estaban presentes desde el principio, «a pesar de preconizar Ia indilerencia, fa estudio, y la “intrascendencia” tedrica». ‘A pesar de profesar una indiferencia y neutralidad divinizadas, el aislamiento monistico y la intrascendencia ultramundana, también nds de un cvs 3. Webster, Great Instauration, op. cit pigs. 99, 162 y 491 4. Merton, Science, Technology, and Society, op. ct., apéndice; Mumford, Pen- tagon of Power op. cit, pig, 116. neutralidad, el aislamiento para el , 80 TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA estaba presente la bésqueda milenaria de la perfeccion subyacente en} la empresa cientifica. Como ha observado Margaret Jacob: «E] im- pulso milenarista se debe considerar como una de las motivaciones principales para el cultivo del conocimiento cientifico en la Inglate- tra del siglo xvu [...] Practicamente la totalidad de los cientificos in- gleses 0 promotores de Ja ciencia mas importantes del siglo xvii, lesde Robert Boyle a Isaac Newton, creia en la Ilegada del milenio». Y enel centro de esta expectativa milenarista y de la dedicacién ascB tica al aprendizaje que engendré, se encontraba ahora una esperanza perdurable de la recuperacién del conocimiento adénico perdide con la caidas En la época de su juventud, que pasé en Ginebra, Boyle asistié a una fuerte tormenta que identificé con el fin del mundo descrito en el Apocalipsis. Bajo el azote de la tormenta, juré que si era perdo- nado, llevaria una vida piadosa y casta. Y asi fue. Boyle mantuvo aquella promesa. Para Boyle, a quign normalmente se identifica como el padre de la ciencia y de la quimica modernas, la investiga- cién empirica era una forma de ciencia espiritaal, y el saber era a la vez una forma de culto y una anticipacién de la resurreccién mile- narista. En su «Usefulness of Natural Philosophy», Boyle explicita~ mente pedia una renovacién del conocimiento adénico, como anti- cipacién de la recuperacién milenarista de la perfeccién, Como es- eribié Boyle: «Con la gran renovacién del mundo y con el futuro estado de las cosas, estas criaturas corpéreas que entonces se hardin cognoscibles probablemente seran conocidas mejor por aquellos que han hecho el mejor uso de su conocimiento previo [...] Y entonces la consecucién de un grado elevado de conocimiento, que aqui era tan dificil, podré ser, para la mente ilustrada y ampliada, tan sencillo como satisfactorio». Boyle afiadié: «Para aquellos virtuosos que ¢: tan asustados de abandonar este mundo, principalmente porque te- men perder el preciado conocimiento filosdfico que tienen sobre aquél, primero se podria representar que al igual que nuestras facul- tades se ampliaran y elevaran en el futuro bendito, también sera po- sible el conocimiento de todas las cosas que lo merezcan y puedan contribuit a nuestra felicidad en este nuevo estado». Avanzada ya su vida, en un tratado titulado «Some Physico-Theological Considera- tions About the Possibility of the Resurrection» (Algunas conside- raciones fisico-teol6gicas acerca de la posibilidad de la resurreccién), 5, Margaret C. Jacob, The Cultural Meaning of the Scientific Revolution, Fils della, Temple University Press, 1988, pigs. 34-75. \VIRTUOSOS CELESTIALES 81 tenfa como objetivo explicar la resurreccién en términos de procesos, de transmutacién quimica.® - Los Iideres fundadores de la Royal Society mantenfan visiones similares. John Wilkins percibja el avance del conocimiento cientifi- co como un medio para la recuperacién de la humanidad de la caida y en su libro sobre The Beauty of Providence expresé el tema mile- nnarista que la historia inevitablemente resolveria con la «mayor sere- nidad>. De la misma forma, Robert Hooke declaré que el propé- sito especifico de la Royal Society era «procurar la recuperacién de aquellas artes ¢ invenciones reconocidas mientras permanecen perdi- das», y escribié su propia continuacién de la Nueva Atléntida de Bacon, en la que prevefa una consolidacién futura del liderazgo reli- gioso, cientifico y politico en las manos de la oligarquia saloménica profeta (un estatuto concedido por los adventistas del Séptimo Dia) escribié que «los Hijos de la Resurreccidn» tendrin cuerpos como . fA ea Gristo, y «estaba més que convencido de que él estaria entre , ellos}>."* 13, Boyle, «Usefulness», pigs. 54 y 32; Tuveson, Millenium and Utopia, op. cit, pig. 100; Klaaren, Religious Origins, op. cit, pig. 105, 14, Frank E. Manuel, The Religion of Isaac Newton, Oxford, Oxford Univer- sity Press, 1974, pigs. 47, 91,97, 99 y 100. 86 TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA Mientras Boyle inicié su carrera destacando la utilidad de la filo- soffa natural experimental, para mas tarde argumentar que .!5 ~ : Para la mentalidad profundamente cientifica de la ciencia mo- derna, con Boyle y Newton (y también Galileo) a la cabeza, las concepciones parejas de «la trascendencia divina del creador como hacedor y de la trascendencia del hombre como conocedor, se re- forzaban mutuamente>. En lo sucesivo se iba a comprender la na~ turaleza por la forma en que se habia hecho, lo que requeria del cientifico una postura y una perspectiva similar a la de Dios. Sin embargo, el conocimiento divino de la creacién no lo era todo. Al- gunos apuntaban incluso mas alto, buscando no sdlo conocer la creacién en su modo de hacer, sino también hacer, es decir partici par realmente en la creacién y, por consiguiente, conocerla de ps mera mano.'6_ ~ En el siglo xvt, los inventores y los mecdnicos invocaron cada vez mis la imagen del Dios como artesano y arquitecto con el fin de que la analogia llevase el prestigio a sus propias actividades: en sus artes humildes, imitaban a Dios y en consecuencia reflejaban su glo- ria. En el siglo xvii, los cientificos empezaron a llevar esta analogia 15, Rattansi, «Social Interpretation», op. cit, pig. 22 Jacob, «Millenarianism and Science», op. cit, pag. 340: Manuel, Religion of Isaac Newton, pig. 995 véase también Arthur Quina, «On Reading Newton Apocalyptically», en Richard H. Popkin (comp.), Millenarianism and Messianism in English ‘Literature and Thought, 1650-1800, Leiden, E. J. Brill, 1988, pags. 176-192. 16. Klaaren, Religions Origins op- ct, pag, 15, VIRTUOSO CELESTIALES 87 artesanal entre las obras del hombre y las de Dios algo més alla, ha- cia una identidad real entre ellos. De nuevo, como habia escrito Mil- ton, se esforzaron para conocer’ Dios no sélo para amarloe imitar lo, sino también «para ser como él>."”_ La idea de la participacién del hombre en la creacién presuponfa, la creencia de que la creacién no habia finalizado todavia. Esta no- cin estaba enraizada en la creencia biblica de una «nueva creaciSn», la expectativa, basada en la Ilegada prometida de un segundo Adin,” Cristo, de la redencién del hombre, el fin de un mundo éaido y el- amanecer de un cielo y una tierra nuevos. En esta situacién, Dios no era tinicamente un creador, sino también un recreador, reelaborando su trabajo para corregir la corrupcién que el hombre habia llevado a cabo. En gl esquema milenarista joaquinita, ¢l hombre se convertia a través de la historia en un participante de su propia redencién, y en consecuencia participaba también en fa reconstrucci6n de la crea cidn; a través de sus esfuerzos morales, Dios completaba la obra. De este modo, las acciones humanas, se vefan como la expresi6n de los . propésitos divinos a través de la accién humana, se percibian como anticipaciones de una tueva creacién, en cumplimiento de un plan providencial para el universo.!* Para los reformistas milenaristas del siglo xvu, el avance del co- nocimiento y la mirfada de desarrollos materiales contribuyeron a la formalizacién de la primera creacién y constituyeron un progreso hacia la nueva creacién. A finales de siglo, los cientificos milenaristas, Megaron también a percibir la utilidad de sus propios disefios y arti. lugios como prolongaciones o ampliaciones, incluso mejoras, de la creaci6n original —una segunda naturaleza, como asi era—, el com- plemento humand (aunque divinamente drigido) la ereacion. ¥ estos grandes desctibrimientos, que Dios habia hecho en tiempos le- janos —como John Beale, decano de la Royal Society, le escribié a Boyle—, podrian otorgarios muchos motivos de gran esperanza, si Dios se diera prisa en finalizar alguna obra en otra gloriosa muestra de su luz, como seria adecuado para este mundo.» En un espititu pa- recido, el iedlogo de la restauracién John Edwards se preguntaba: «¢Quién no ve en las filosofias natural y mecénica y én todas las cla ses de matematicas, las vastas mejoras con las que en estos iiltimos tiempos hemos sido bendecidos? [...] ,Debe la Divinidad, que es el 17, Rattansi, «Social Interpretation», op. cit, pég. 21; Milton, Webster, Great Instauration, op. cit, pig. 100. 18. Klaaren, Religions Origins op. cit, pags. 85,93 y 111. ado por 88. TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA arte mas grande entre las artes, permanecer sin mejoras? [..] Vemos que el conocimiento y el aprendizaje divino han continuado crecien- do y a pesar de la sensatez aleanzada, aquéllas no han Ilegado ala To- talidad, y, de este modo, de ello debemos concluir que deberén haber mas y mayores ampliaciones en las épocas sucesivas [...] antes de la conclusin de todas las cosas.” En la inspirada imaginacion de la época, la contribucién del hombre ala creacién dominaba cada vez mas ampliamente su visién del mundo. A pesar de las advertencias sobre la necesidad de hymil- dad, y a pesar del reconocimiento devoto del propésito divino de su obra, los cientificos sutilmente aunque de forma constante emmpeza~ ron a asumir el manto del creadgr con pleno derecho, a modo de ioses. Fraiicis Bacon, por ejemplo, habia insistido en que la mision del hombre de rehacer el mundo estaba en la realidad, aunque «los pasos del creador estaban impresos.en sus criaturas», De esta forma, declaré que «Dios nos prohibe qué anunciemos el stefio de nuestray propia imaginacién sobre el disefio del mundo». Sin embargo, al fi-' nal de su vida, en su Nueva Atlantida, pronosticé que los hombres algdin dia creatian especies nucvas y que se convertirian en dioses: «la meta final no declarada»'de la ciencia moderna, como plantea Le- wis Mumford? ~~ "También Boyle insisti6 en que Dios tenia una mano puesta en to- dos los logros humanos, «al dirigirlos a las pautas felices y plenas, gue la técnica comin y la industria pueden, de esta forma, mejorar». ‘Aunque también se insinué que los nuevos poderes divinos iban mas alld de los que fueron otorgados a Adan. «Y es con toda seguridad ‘un gran honor, que el creador indulgente conceda a los naturalistas, a pesar de no darles el poder de producir un atomo de materia, el po- der de introducir tanta multiplicidad de formas [...] y producir estos cambios entre las criaturas, que sien la actualidad Adan estuviese vivo, y tuviese que examinar esta gran variedad de producciones del hombre, que se encuentran en los talleres de los attificieros, en los laboratorios de los quimicos y otros almacenes de arte, estaria admi- rado de ver un mundo nuevo, como el que en su dia fue, ¥ el conjun- to de las cosas que se han afiadido a las criaturas primitivas a través de la industria posterior a él.» En esta visidn, la caida parecia précti- 19, John Beale a Robert Boyle, 17 de octubre de 1663, citado en Taveson, Mi enim and Utopia, op. ct, pig. 110; John Edwards citado en ibid. pag. 131. "20. Francis Bacon, Tbe Great Instauration, citado en Klaaren, Religious Ori- gins, op. cit, pag, 95; Mumford, Pentagon of Power, op. cit, pags. 117 y 125. VIRTUOSOS CELESTIALES 89 camente una bendicién camuflada, en la que los esfuerzos que el hombre caido habia necesitado, ho sélo empezaban a recuperar lo « perdido, sino que en realidad empezaban a superar su legado ori nal. De hecho, quizas, incluso habfan logrado los poderes divinos que se le habian denegado a Adan" \ 21, Boyle, citado en Tuveson, Milleninm and Utopia, op. cit, pig. 10; Boyle, Usefulness», pig. 14. eae Capitulo 6 EI nuevo Adan Durante el siglo xvi Newton y sus seguidores, guardianes del legado de Boyle, mantuvieron el espfritu cientifico y tecnolégico de cardcter trascendente del siglo xvi. El milenarismo permanecié am- pliamente extendido en Inglaterra antes y después del cambio de si- glo, particularmente entre los eclesidsticos anglicanos que lideraban fa ciencia nueva, como John Tillotson, Richard Bentley, William Whiston, Thomas Tenison, Samuel Clarke y Thomas Burnet, quie-~ nes aceptaron la nueva ciencia porque demostraba que en la natura- leza existia un modelo ordenado y guiado por la providencia que re- forzaba el orden y la estabilidad social, incluyendo la autoridad de la Iglesia, que bajo su punto de vista era una condicién necesaria para avanzar hacia el milenio.! Tenison, arzobispo de Canterbury, junto con John Evelyn, disci- pulo de Boyle, fueron los promotores de las lecciones de este dltimo, un foro sobre la nueva ciencia mecénica, que se fund6 siguiendo el 1. Margaret C, Jacob, ? Charles Babbage, matematico, inventor y pionero de la automati- zacién industrial, reconocido como el padre del ordenador, mantenia gue las matematicas y especialmente las «artes mecénicas» propor: naban «algunos de los argumentos mis fuertes en favor de la religiSn>. Asi, escribié: «Es posible que el progreso humano en el conocimiento de la estructura de las obras del Creador, pueda facilitar continuamente pruebas crecientes de su autenticidad y que asf, através del debido em- pleo de nuestras facultades, no sélo podamos redimir la revelacién de los estragos del tiempo, sino reforzarla con cada nueva adquisicién de conocimiento [...] A través del ejercicio de las facultades mas elevadas con las que hemos sido bendecidos, podemos llevar a cabo una aproxi- maci6n que nos acerque més al conocimiento de la voluntad de nuestro, Creador». El propio Babbage utiliz6 el ejemplo de su maquina calcula dora para demostrar la probabilidad, y de este modo la verdad, de los milagros,en particular el milapro de la resurreccion, A la manerade los virtuosos del siglo xv, Babbage se inspiré en una vision de la inmorta- lidad —«el estadio posterior a nuestra existencia>— «fundada en una 8. Geoffrey-Cantor, Michael Faraday: Sandemanian and Scientist, Londres, Maca 1991, pigs 8,292,294 9. Lewis Campbell y William Garnett, The Life of James Clerk Maxwell, Nueva York, Johnson Reprint Corporation, 1969 (original de 1882), pag. 323. 96 TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA creencia instintiva de que el Creador nos ha destinado a ser inmorta- les». Escribié que o «masoneria operativas, se refiere, en realidad, a los albafiles y, cuando cita «masoneria especulativae, se reiere a la francmasoneria propiamen- te. En espafiol esta dualidad terminol6gica no existe. (N. det] EL NUEVO ADAN 7 rosacruces, por otra. Desde el principio, la francmasoneria derivé en una identificacién mitica con la artesania —los oficios— y una dedi- cacién a las artes iitiles. En segundo término, heredé sus rituales imbélicos y juramentos, lenguaje hermético y tradiciones, un inte- és caracteristico por la recuperacién del conocimiento de la anti- giiedad y por el desarrollo y difusién del nuevo conocimiento, ast como «una religiosidad que todo lo penetraba». Siguiendo la tradi- cién de Andreae, Comenius, Hartlib y Boyle, los francmasones adoptaron la visién baconiana de la «Casa de Salomén», un templo del conocimiento divino dedicado a la liberacién del estado del hombre y a la restauracién de la perfeccién. Como proclamé un ora- dor masén: a través de ritos de inicia- cién. Los iniciados sufrian una especie de regeneracién o resurrec- cién simbélica, en la que superaban algunas de sus limitaciones mo- rales, Esta creencia (que quizés es una muestra de cierta parte del tntusiasmo masSnico por los autématas de Vaucanson) se represen- taba ritualmente para que los iniciados experimentaran la muerte y el renacimiento al yacer por unos instantes en atatides y al pasar a tra~ vés de laberintos prohibidos antes de ser admitidos en la compaiia ilustrada de la masoneria, (Este ritual est4 muy bien representado en la pera masonica de Mozart, La flauta magica. El propio Mozart era un mas6n entusiasta.) La experiencia de la regeneraci6n no estaba restringida a los iniciados sino que era un proceso continuo. Al me- nos una logia de Estrasburgo, celebraba sesiones de espiritismo para Ia bisqueda de la «regeneracion>, y la literatura masOnica hablaba de forma coherente de la perfeccién de sus miembros, un escalafén que se refleja en una jerarquia de titulos 0 grados, dove en total, desde el aprendiz al fildsofo sublime, y cada uno de ellos Hlevaba consigo su propio vestuatio, alhajas, ceremonia, misterios y medida de respe- to.!* ‘Aunque los francmasones evitaban de forma estricta el sectarismo religioso y tendfan hacia el anticlericalismo (se consideraban a si mis- mos el nuevo sacerdocio), eran, a su modo, devoramente religiosos. La demanda fundamental para ser miembros era la creencia y adoratién ‘monoteista en el Gran Arquitecto del Universo, En el altat masén siempre habfa una Biblia, y distinguidos predicadores cristianos abrian y clausuraban todos los encuentros. (En el contexto del movimiento antimasénico de principios del siglo xix en América, los francma- sones insistieron vehementemente que la masoneria siempre habia sido «la sierva de la religion», dedicada por encima de todo al culto di- vino, Como declaré un grupo de masones: , adopté comiinmente la forma del utopismo seglar. Sin embargo, en el contexto adecuado —como el de finales del siglo Xvu en Francia podia llegar a ser distintivamente apocaliptico."_ ‘Los francemasones creian que su conocimiento especial les era en- viado desde los cielos, aunque también crefan que eran los tinicos encargados y moralmente obligados a llevar a cabo su desarrollo y extensin sobre la Tierra, especialmente a través del desarrollo y di- fusion de las artes y las ciencias ttiles. Al desatar los poderes rede: tores de la tecnologia, los franemasones se adelantaron a la practica de su tiempo, aunque ideoldgicamente estuvieran vinculados a la lar- gamente establecida tradicién, milenarista. La misién masénica refle- jaba que el espiritu baconiano del que habia surgido era decidida- mente una empresa préctica con fines de perfeccionamiento. Como escribié Margaret Jacob: «Paradéjicamente, un hombre crecia para clevarse, para conseguir un estatuto mas ornamental y mistico den- tro de la logia siguiendo una virtud prictica>. Esta estudiosa ha des- cubierto que en los diarios masénicos del siglo xvii se asociaba de forma rutinaria «mejoray con «salvacién». Con un fervor inspirado por estas pasiones perfeccioiiistas, los francmasones se dedicaron al desarrollo de las artes titiles.° ‘A pesar de que los primeros misioneros mas6nicos, como Desagu- liers, fueron newtonianos, al igual que la mayoria de fildsofos natura- les del momento, evitaron la separacion respecto a la semejanza divina de su mentor en favor de un utilitarismo comprometido, Como ha su- gerido Margaret Jacob: «Los francmasones europeos jugaron un papel. en relacién con las ciencias de la educacién anélogo al de los calvinis- tas progresistas en el siglo xvii, En ntimero muy desproporcionado, los francmasones potenciaron la ciencia nueva a través de la organiz: cidn de conferencias y sociedades filosoficas para devotos de la ciencia como ellos. Al realizar este tipo de cosas, gercieron el papel de insti- gadores de mejoras progresistas, como los promotores mis especifi- cos de los ideales més elevados de la Ilustracién>. La francmasoneria 19, John Spargo, Freemasonry in Vermont, 1865-1944, Burlington, Grand Loge of Vermont, 1944, pags. 99-150; «Letters to the Editor», Friend, St. Johns- bury, Ve, vol. 1, n° 1, 22 de julio, 29 de julio y 5 de agosto de 182%; Jacob, «Free- masonry and the Utopian Impulse», op. cit, pig. 137; Jacob, Living the Enlighten= ‘ment, op. cit pag, 184 20. Jacob, Living the Enlightenment, op. cit, pig. 208; Jacob, Cultural Mea- ning, op. eit, pig. 148. 102 TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA ‘era, por consiguiente, «la fuerza dinamica que estaba detris de las «en-— ciclopedias», «la difusién de la luz del conocimiento» y la promocién de las «artes y oficios itiles».” Los ingleses, que iban una generaci6n por delante de sus hermanos del continente europeo en lo que respecta a la aplicacién mecénica del conocimiento cientifico, fueron los pioneros reales en este terreno, y los francmasones constituyeron su vanguardia. En 1755, William Shi- pley funds la Society for the Promotion of Arts, que posteriormente Se convirtié en la Royal Society of Arts and Crafts y fue el modelo para estos esfuerzos en otros lugares de Europa, de forma notable en {a Societé d’Encouragement pour Industrie Nationale en Francia. El encuentro inicial de la sociedad tavo lugar en el Bedford Coffee Hou- se, un emplazamiento masénico, y el primer presidente de la sociedad fue el Gran Maestro Earl of Morton. Entre sus miembros se encontra~ ba el hijo de Desaguliers, Benjamin Franklin y otros masones desta- cados. La Lunar Society de Birmingham se establecié en la década sguiente para fomentar las aplicaciones industriales de la ciencia, y es- taba formada por hombres cortados por el mismo patr6n, entre ellos el milenarista y francmasén Joseph Priestley. El movimiento enciclo- pédico asociado cominmente con los philosophes franceses, que tent an como objetivo reconocido la compilacién y difusién del egnoci- miento ttl, también empezaron en Inglaterra y con los francmasones. La Grand Encyclopédie fue inicialmente concebida como ina traduc- cién de Cyclopaedia, or General Dictionary of Arts and Sciences, pu- blicado en 1728 por el francmas6n inglés Ephraim Chambers. La francmiasoneria se introdujo en Francia en la tercera década del siglo xvii a través de Chevalier Ramsay, que se convirtié en ora~ teur de la Gran Logia de Francia en 1736. En su discurso inaugural, Ramsay declaré que la orden tenfa como uno de sus objetos de difu- sién més primordiales el desarrollo del conocimiento util centrado ena logia masénica La Loge des Neuf Soeurs, que debido asus dis- tinguidas asociaciones internacionales, ha sido calificada como «la UNESCO del siglo xvitly. De acuedo con su constitucién La Loge es- taba comprometida cdn el logro practico del objetivo restaurador fundamental de la religion de la tecnologia. «Al hacer de la vircud su base», la logia «se habia dedidicado a la promocién de las artes y las ciencias. El objetivo de la logia era restaurarlas en su lugar dignd».? 21, Jacob, Cultural Meaning, op. cit, pig. 186; Hans, New Trends, op. cit, pags. 58-59. "22. Hans, New Trends, op. cit. pigs. 213, 154; Hans, «UNESCO», op. cit, pig, 153. EL NUEVO ADAN 103 En Norteamérica, este mismo espiritu masénico del evangelismo. tecnolégico era evidente en los esfuerzos de reforma educativa del gran maestro de La Loge y mason a lo largo de su vida, Benjamin” Franklin. Franklin tenia una asociacién intima con la masoneria in- ” glesa y francesa; era, a su vez, miembro de la que quizé fue la prime- ra logia masénica en Norteamérica y, entre los primeros promoto-_ res de las artes titiles en Norteamérica, fue el mas destacado. Sus famosas «Proposals Relating to the Education of Youth in Pentisyl- vania» Ilevaron a la fundacion de la Academia de Pennsylvania (pos- teriormente Universidad de Pennsylvania), constituyendo «fa pri- mera y mejor argumentacién en favor de la formacién avanzada en, las artes y las ciencias que se hizo en Norteamérica». Con gran efec-", to, muy pronto otros masones, siguieron los esfuerzos inicidticos de - Franklin, entre ellos se encontraban: el Gran Maestro DeWitt Clin- ton, reformista de la educacién, padre del Canal Erie-y del movi- miento norteamericano para las mejoras internas, asi_como una de las fuerzas principales en la American Society for the Promotion of the Useful Arts; Stephen Van Rensselaer, otro defensor de las mejo- ras internas y fundador de la primera escuela de ingenieria civil en Norteamérica, el Rensselaer Polytechnic Institute; y el prolifico in- ventor y empresario industrial Robert Fulton? . - Los francmasones estaban también en la vanguardia de los inicios de la industrializacién en Prusia, incluyendo eminentes empresarios, funcionarios civiles y oficiales del ejército con responsabilidades en cuestiones técnicas 6 cientificas. Entre los empresarios se encontra- ban: Friederich Dannenberger, el lider de los fabricantes de algodén de Berlin; Johann Hempel, propietario del mayor mimero de obras qui- micas de la ciudad; y un gran mtimero de industriales silesios. Los fun. cionarios civiles masones incluian a Theodor von Schon, primer direc- tor del Business Department; Sigismund Hermbstadt, el experto guimico en la Technical Deputation; Ludwig Gerhard y Carl Karsten, los jefes de las divisiones de mineria y del metal del Cuerpo de Minas y Christian Rother, jefe del Sechandhung, el imperio mercantil-bancario del Estado. Los masones militares contaban con Johann Nepomuk Rust, jefe del Cuerpo Médico Militar, y con lideres en tecnologia den- tro del ejército, responsables de las pruebas de armamento y responsa~ bles en metalurgia, telégrafos, explosivos ¢ ingenieria militar.”* 23. Weisberger, Speculative Freemasonry, op. cit, pags. 79-80. 24, Eric Dorn Brose, The Politics of Technological Change in Prussia, Prince- ton, Princeton University Press, 1992, cap. 6 104 ‘TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA Si los francmasones fueron los primeros defensores de la indus- trializacién, quizé su papel mas duradero e importante, y hasta el momento sin examinar, fue el de parteras en el nacimiento de la tlti- ma encarnacidn del hombre espiritual, el ingeniero, De este modo, la ingenier‘a surgié al mismo tiempo que la masoner‘a y el ejército (en realidad, en el propio ejército abundaba la masoneria). Como padres fundadores de la profesién de ingeniero y de la educacién en inge- nierfa, los francmasones traspasaron el legado de la religion.de la tec- nologia al «Hombre Nuevo» de la modernidad. La profesion moderiia dela ingenierfa, inicialmente llamada is genierfa «civil» para distinguirla de la funci6n militar, emergié ini- cialmente, como la franemasoneria —y de la masoneria—, en Ingla- terra. Entre los primeros ingenieros se encontraban: el propio Gran ‘Maestro Desaguliers, lider de la francmasoneria especulativa, y John Grundy, uno de los ingenieros mas importantes de la primera mitad del siglo xvin, que era maestro de la primera logia masGnica en Spal- ding, Thomas Telford, albafil (0 masén practicante), «figura domi- nante» en los afios formativos de la profesién de ingeniero y «padre» © svirtual fundador de la ingenieria civil moderna, también fue un francmasén (como William Hazledine, su colaborador de por vida). Telford, que se convirtis en el primer presidente de la primera socie- dad de ingenieria profesional, la Institution of Civil Engineers, fun- d6 su propia logia masénica en Portsmouth, cuando sélo era un veinteafiero. En 1874, escribié: «La francmasoneria me produce un gran goce, y pronto voy a tener un Salén de Logias preparado en el George Inn, en Porthsmouth, basado en uno de mis diseiios y reali- zado bajo mi direccién».® La ingenieria civil francesa, como la francmasonerfa francesa, surgié una generacién después de su homéloga inglesa, aunque fi- nalmente tuvo una influencia mucho mayor en la profesién_emer- gente. Mientras la English Institution of Civil Engineers desde su fundacidn en 1818 jugé un papel destacado en la formacién de los ingenieros en Inglaterra, los franceses se convirtieron en los verda- deros pioneros de la educacién profesional en ingenieria y a través de ello establecieron el modelo de la profesionalizacién del ingenie- ro en todo el mundo. En este caso, también, los francmasones cons- tituyeron la fuerza central 25, Jacob, Cultural Meaning, op. cit, pag. 157; Alexander Gibb, The Story of Telford: The Rise of Civil Engineering, Londres, Alexander Maclehouse, 1935, pigs. 11 y 36, EL NUEVO ADAN 105 __ Jean-Rodolphe Perronet, el «padre de la educacién en ingenie- ia> establecié la primera escuela profesional de ingenieria, la Ecole des Ponts et Chaussées. Perronet, el ingeniero civil de mayor re- nombre del momento, era miembro de la Uranie Logde de francma- sones. La figura lider de la Ecole des Ponts et Chaussées después de Perronet, Gaspard Riche de Prony, descrito como «la personifica- cién del arte de la ingenierfa», también fue un franemasén, miembro de U'Heuresse Réunion logia del Grand Chapter y del Chapitre Mé- tropolitain. Segiin la visién del barén de Prony, el ingeniero pertene- cfa a una nueva generacién de hombre, el logro de la visién de los dos siglos anteriores, durante los que «la ciencia del ingeniero empe- 26 a experimentar el gran desarrollo que preparé su estado actual de trascendencia»* La Ecole Polytechnique, creada también por los francmasones, se convirtié a su vez en la primera escuela de ingenieria del mundo. La comisién creada para formular los planes para su fundacién esta~ ba compuesta por cuatro hombres: Antoine Fourcroy, Jean Hassen- fratz, Claude Berthollet y Gaspard Monge, todos eflos francmaso- nes, E] matematico Fourcroy y el quiusico Berthollet eran miembros de La Loge des Neuf Soeurs; Hassenfratz, que venia de la Ecole des ‘Mines, pertenecia a la logia Le Bon Zéle y el matemético Monge era el venerable primer oficial de la logia militar de Mézieres, la Unién Perfecta del Corps du Génie. Fourcroy esboz6 el plan de la comi- sién para el establecimiento de la nueva école y Monge, el llamado padre de los Politécnicos, se convirtié en su espititu guia, - Monge, el inventor de la geometria descriptiva, una contribucion fundamental a la ingenieria moderna, era profesor en la famosa es- cuela militar, la Ecole du Corps Royal du Génie en Méziéres. Esta institucién, fundada en 1749, estaba equipada con laboratorios de sica y quimica y proporcionaba «el tipo més avanzado de educacin ofrecido en Francia y de hecho en toda Europa». Aqui Monge desa- rroll6 su sistema répétiteurs de ensefianza de la geometria descriptiva, que se convirti en Is piedra angular de a experiencia educativa en la ‘cole Polytechnique. También aqui Monge entré a formar parte de la ~ 26, Frederick B. Artz, The Development of Technical Education in France, Cambridge, Mass., MIT Pres, 1996, pig. 83; véase ambién William E. Wickenden, “A Compare ‘Study of the Engineering Education in the US. and Europe», en Report of the Investigation of Engineering Education, Pittsburgh, Society forthe Promotion of Engineering Education, 1930, ol 1, pigs. 807-824; y Antoine Picon, French Architects and Engineers in the Age of Enlightenment, Cambridge, Camm, bridge University Press, 1992, pigs. 346-353. 106 TECNOLOGIA ¥ TRASCENDENCIA logia masGnica de la que se convirti6 en orateur hasta ascender a los grados mas6nicos de Chevalier d’Orient y Rose-Croix, la ileima re- Tniniscencia de la herencia rosacruz en la franemasoneria.”” _ "Ademés de convertirse en un lider legendario de la Ecole Poly- technique, Monge, junto con sus hermanos masones, participé en otras muchas empresas con una inspiracién similar. El duque de‘la Rochefoucauld, un miembro de La Loge, establecié una escuela para la ciencia aplicada en Liancourt, que en 1803 se trasladé a Compitgne con el nombre de Ecole des Arts et Métiers. Monge y su amigo intimo hermano mas6nico Berthollet, ambos implicados en el desarrollo de dhs industrias francesas, establecieron el curso de estudios en la nueva escuela, En esa misma época, otro grupo de reformistas con mentali- Gad industrial, entre los que de nuevo se inclufan Monge y Berthollet, asf como miembros de La Loge como Fourcroy y ‘Jacques-Etienne Montgolfier, fundaron Ia Société d’ Encouragement pour l'industrie Nationale, pensada segiin el modelo de la Society for the Promotion Df Arts inglesa y de inspiracion masOnica. Finalmente, las Ecoles Cen- trales, dedicadas a la formaci6n de ingenieros independientes segin el modelo britinico, fueron creadas a través de la legislacion esbozada, presentada y administrada por miembros de La Loge y su espiritu educativo derivaba de los preceptos pedagégicos, y quizd también mas6nicos, de hombres como Gaspar Monge. "Théodore Olivier, uno de los fundadores y de los wiltimos direc- tores de instruccién en la Ecole Centrale des Arts et Manufactures, puso palabras a este espfritu a la vez utilitario y trascendente, en la Ubra titulada «Mémoires de Géométrie Descriptive, Théorique et ‘Appliquée>, que constituia una celebracién de la educacién en el modelo école-centrale y un tributo a Monge. Olivier declaraba lo si- guiente: «El hombre, olvidando que esta condenado a vivir en esta Ererra, sélo puede sofiar con el lugar al que ira después de sti exilio terrestre, lugar que esté por encima de todos sus logros intelectuales 27, Arex, Development of Technical Education, op. city pigs. 98 y 101; véase también Alain le Bihan, Loges et Chapitres de la Grande Loge et du Grand Orient de France, Paris Bibliotheque Nationale, 1967, pags. 390 y 418; John H. Weiss, The Ma- dking of Technological Man: The Origins of French Engineering Education, Cambrid- ge, Mass., MIT Press, 1982, pig. 93. 28, Artz, Development of Technical Education, op. cit, pags. 98-101 y 153- 155; Michelle Sadoun-Goupil, Le Chimiste Clande-Lonis Bereholet, Paris, Librai- rie Philosophique J. Vrin 1977, pags. 61-62; E. T. Bell, Men of Mathematics, Nue- ‘Ja York, Dover Publications, 1937, pigs. 183-205; Bihan, Loges et Chapitres, op. ‘i, pigs: 356-358; Jacob, Living the Enlightenment, op. cit pag, 146. EL NUEVO ADAN 107 [.-.] Los cientificos puros, de este modo, olvidan [...] que el trabajo es una condicién impuesta al hombre». La tarea que Dios habia orde-” nado al hombre era trabajar_a imitacién del acto de la creaci6n, para” producir lo que Olivier describié como «modificaciones sublimes + continuamente renovadas en los elementos que forman el globo te rrestre en el que [el hombre] habita». Los estudiantes en las Ecoles aoe yen 7 eer Polytechnique, mientras tanto, expresaban el lezado masén de una forma diferente através de una iniciacion alos, El ideal francés del ingeniero establecié el modelo par: del mundo (tanto en Prusia como en América oases Poe educacién en ingenieria se concibié de forma expresa bajo el modelo. de la Ecole Polytechnique). De este modo, a través de la francmaso-" neria, los apéstoles de la religion de Ia tecnologia traspasaron su pro- yecto practico de redencidn a los ingenieros, los nuevos hombres espirituales, que seguidamente formaron sus propios mitos milena- ristas, asociaciones exclusivas y ritos de paso, Los franemasones se goseraron a la doctina baconiana de armonizaci6n de la tori y ja practica, que representaban los ingenieros. Como dectan las Cons- titutions francmasonas: «Mientras las artes mecénicas fibaweaie para que los iniciados redujesen los elementos de la geometria al mé- todo, esta ciencia, asf reducida, es el fundamento de aquellas artes» Los ingenieros representaban la renovacién y la elevacidn de las ar- tes y personificaban la promesa de trascendencia tecnolégica; eran la encarnacién de miles de afios de expectativas elevadas. __ Henri Saint-Simon, uno de los primeros socialistas, fue quien ini- cialmente anuncié el significado milenarista del advenimiento del inge-1 niero. Saint-Simon estaba estrechamente relacionado con la Ecole Poly- technique, de donde salieron sus diseipulos. EI propio Saint-Simon ya habia estudiado matematicas con Monge en la Ecole du Corps Royal du Génie. Como reformistas sociales, él y sus seguidores se convirtieron en «los evangelistas del ingeniero» y en los apdstoles de la religion de la industria», y finalmente forjaron una nueva religidn, la Nueva Cristian- _ dad, sobre la base de la visién baconiana de la redencién def trabajo a través de la ciencia. Sin embargo, el verdadero heraldo del ingeniero fue el desencantado discfpulo de Saint-Simon, Auguste Comte.” 29, Olivier citado en Weiss, Making of Technological Man, op. cit, pigs. 157~ 158; véase también Hans, «UNNESCO>, op. cit, pig. 323; Artz, Devel nical Education, op. cit, pig. 249. oe » Development of Tech- 30. Weiss, Making of Technological Man, op. cit, pigs. 187 y 182 108 TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA Comte, «un politécnico de los pies a la cabeza», se formé en la Ecole Polytechnique —donde también estudié matematicas con Monge— y a lo largo de toda su vida sirvid como tutor y responsa- ble del examen de admisién a la escuela, con la vana esperanza de adquirir una cétedra. Comte fue quién proporcioné «quizas el pro- nunciamiento més influyente sobre la cuestiGn de la identidad cien- tifica del ingeniero». En su «Tercer Ensayo», Comte afirms lo si guiente sobre el ingeniero: «una clase intermedia esti elevindose», Tefiriéndose a Monge como el. ejemplo inicial, eran Bacon, Franklin y Condorcet —a este titimo le describfa con fre- cuencia como el «Bacon del siglo x1x»—, los ingenieros constituian Ja vanguardia del régimen positivista, «que habia ido surgiendo des- de los tiempos de Bacon». Comte creia que este nuevo sistema resta~ bleceria el orden social, de acuerdo con leyes naturales ineluctables, en el despertar de la «crisis» de la Revolucién francesa, Es bastante significative que Comte reproduciera précticamente al completo la mentalidad milenarista de la Edad Media, lo que pone de manifiesto jue la influencia y la tradici6n ideolégica medieval no habia merma- ova pesar de la ieonoclastia vigorosa y de la critica sistemética ra cal de la teologia y de la metafisica. «Nosotros [los positivistas] so- mos los sucesores verdaderos de los grandes hombres de la Edad Media», proclamé Comte. Del mismo modo que Joaquin de Fiore, ‘Comte pronosticé el movimiento de la historia de forma determinis- ta como una sucesidn de tres estadios inevitables —teol6gico, meta- fisco y positivista—, una comprensién que le surgié por revelagién, como habia ocurrido con Joaquin. Comte igualmente se describié asi mismo como un profeta y, como ha observado Frank Manuel, 31, WH. G. Armytage, The Rise of the Technocrats, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1965, pigs. 66 y 72; Weiss, Making of Technological Man, op. cit, pig. 94; Auguste Comte, «Thitd Essays, en Gertrude Lenzer, Auguste Comte and Posi- tivism! The Essential Writings, Nueva York, Harper and Row, 1975, pigs. 89-905 ‘Auguste Comte, «Fourth Essays, citado en Lewis Mumford, Technics and Civili zation, Nueva York, Harcourt, Brace and World, 1934, pags. 219-220. EL NUEVO ADAN 109 anoté en su manuscrito los minutos precisos en los que las dingmi- cas del mundo histérico se desarrollaban ante él».2? Para Comte, el advenimiento del positivimo representaba el ter- cer estado de transicién —paralelo al tercer estadio de Joaquin— que describfa como la «transicién hacia la verdadera doctrina final» y la «total reorganizacién de la sociedad», en la que los ingenieros,” como los nuevos hombres espirituales, cran la vanguardia, Si para Joaquin el tercer estadio de transicién comportaba la iluminacion a través del Espiritu Santo, para Comte suponia una «restauracion de la religidn» con la emergencia de la «Religidn de la Humanidad>, «la religidn final». Un critico contemporaneo escribid que «la Nueva Je- rusalén positivista esta definitivamente determinada y calculada enl términos de la Ciudad Santa del Apocalipsis». «Aunque en el equi- valente de nuestra época» sostenia Comte, el positivismo «se permi- tirfa la tinica satisfaccién posible, que no es otra que la maxima, hacia nuestra aspiracién natural de eternidad». : El objetivo primordial del sistema positivista de Comte era una reminiscencia asombrosa del objetivo cristiano de una recuperacidn, trascendente del parecido divin originario en la condicién humana” y del dominio sobre la naturaleza. La ciencia restaura al hombre en su lugar como «director de la economia de la naturaleza [..]a la ca- beza de la jerarquia de los seres vivos —escribié Comte— el orgullo de preeminencia que nos mueve a ascender ala clase de perteccion en la que debemos permanecer y que sin embargo, siempre nos invi- tard a elevarnos». El positivismo tiene como finalidad «despertar en todos el deseo noble de incorporacién honorable a la existencia su- « prema» y en consecuencia lograr una «unidad perfeccionadora> con = €l Gran Ser, que conducira ala waltima regeneracin» de la hurnant dad: «reconstruccién> de «toda nuestra naturaleza», «la condicion uiltima», la sforma definitiva de existencia», «el estado normal». 32, BJ. Gould, The Life Story of Auguste Comte, Asin, American Ashe Press, 1984, pigs 5,29 y 34; Auguste Comte, «Cours de Philosophie Pontiven en nate ae ee ee ee 81 (trad. cast.: Curso de filosofia positiva, Ma~ ri, Magiterio Espa) Prank E. Manvel, Freedom rom Hier Nova Yor a, ork University Press 1971, pig. 59. : es Lenzen Conte and Putivi, op. it, pigs 18,23 y wea Edward Cai, _—r se and Sons, 1845, pig. xv; Auguste Comte, «Systeme de Politique Positive», en Lenses, Comte and Poin, op. ci, pags 452 Hees Armytage Rise of Tein, ‘rats, op. cit, pag, 72; Comte, «Cours de Philosophie Positive», op. ct, pag, 302 3a? Corte Syren, pgs 497,444,495 17.487, 4589 465 110 TECNOLOGIA Y TRASCENDENCIA Para el profeta de esta restauracién positivista de Ia perfeccién, asi como para sus antecesores milenaristas, la transformacin del mundo era inevitable ¢ inminente. Toda la historia, argumentaba Comte, le revelaba la «tendencia hacia la regeneracién» y un movi- miento ineludible hacia el «reino del Gran Ser» y «el estado nogmal,, cuyo advenimiento, como en el pasado se ha inostrado, esta al Ile- gar». «Ha Ilegado el momento —proclamaba— de la regeneraci6n del mundo a través del positivismo», una transformacién «tan indis- pensable como inevitable (...] Ninguna revolucién moral que haya existido ha sido a la vez mas inevitable, més oportuna, més urgen- > 35 . ~, we Teista a su pesar, Comte declaré que la existencia del Gran Ser «est profundamente grabada en todas sus creaciones, valores mora~ les, en las artes y las ciencias y en la industria»; insisti6, como habjan hecho profetas de mentalidad similar desde Erigena, que todas estas manifestaciones de divinidad eran medios vitales de la regéneraci6n de toda la humanidad. Sin duda debido a su formacién, asociacio- nes y proclvidades intelectuales, Comte estaba canvencido de que la gente como él, «sabios» ingenieros con una mentalidad cientifi- ca . Estos constitufan el «sacerdocio del posi vismo>.* — ‘Como forma de prepararse para su papel milenario, como ya an- tes que ellos habian hecho los monjes, frailes, magos y virtuosos, los miembros de este nuevo sacerdocio se vieron impulsados a autopiti- ficarse con la abstinencia de las ambiciones mundanas y renunciaron ala carne, El propio ascetismo de Comte, en el que se incluia evitar el tabaco y multiples alimentos y bebidas ademas de su celibato posma- rital, fue legendario. «En sus ailtimos afios la simplicidad del modo de vida de Comte era tal que podria haber ganado la aprobacién de un Tranciscano, medieval» ha sefalado un biografo. Ademés, un positi- vista acélito que visité a Comte en 1851, seis afios antes de su muerte, observé que «en aquel momento me recordé una de aquellas image- nes medievales que representan a san Francisco aliado con la po- breza>.” 35. Comte, «Third Essay, op. ct, pag. 32. | 36. Comte, «Systtme>, pigs. 458 y 449; «Third Essay», pig, 25. 37, Gould, Life Story of Auguste Comte, op. city pigs. 19 y 59. EL NUEVO ADAN i Este medievalismo permanecié en el centro de la renovacién po-_ sitivista del mundo. Comte insistié en que «los esfuerzos directos.de carécter regenerativo llevados a cabo por el sacerdocio —esfuerzos * cuyo objetivo era la preparacién de un estado normal y la recons- truccién de Occidente»— se lograrfan mejor, «a través de una glori- ficacién digna del pasado». Si como profeta Comte miraba hacia el . futuro y pronosticaba, al igual que Bacon y Milton antes que él, que a través de la ciencia y las artes la humanidad finalmente se converti- ria incluso en maestra de la biologia y de la cosmologia, también mantenia que el catolicismo medieval proporcionaba el modelo y la inspiracién mejores para el nuevo orden. El grado destacable de or- den social logrado por la Iglesia catélica, particularmente en las r formas gregorianas del siglo x4, era para Comte el gran precedente que se debia emular, Ademés, Comte aconsejaba que hasta que la ad- hesién universal a la religi6n de la humanidad se lograra, «la conden- sacién mistica de la religion, medieval serviré como nuestra guia dia- ria en el estudio y mejora de nuestra naturaleza». De acuerdo con esto, formulé un nuevo catecismo, nuevos rituales de culto que comportaban un parecido surpreudeiite con los originales medieva- les. Y aconsejaba seriamente a sus discipilos seguir su ejemplo y leer a diario La imitacién de Cristo de Thomas de Kempis.* E] milenarismo tecnolégicamente inspirado de Comte, despro- visto de sus excesos abiertamente religiosos, fue compartido por los socialistas del siglo x1x, que también basaron sus sistemas filoséficos en un rechazo explicito de la religion, Como los francmasones de la Ilustracién, los socialigtas secularizaron la religién de la tecnologia. A diferencia de los franémasones, la representaron como una obse- sién de las clases populares y de las elites. Robert Owen declaré que «todas las religiones del mundo stan fundadas en el error» y que to- das las personas religiosas estan engafiadas por «fdbulas y'doctrinas» que ellos no han construido. También reconocié la tragedia humana, ala que normalmente se llegaba con la introduccién de la maquina- ria por parte del capitalismo. Crefa seriamente que un uso mas hu- mano de la maquinaria seria liberador y producirfa una transforma- cién en las relaciones sociales y en los habitos culturales. De acuerdo con ello,

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