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Joseph Campbell cudalgoon Bill Moyers, EI poder del mito =M=cz Joseph Campbell en didlogo con Bill Moyers El poder del mito COLECCION REFLEXIONES Enecé Eprrores Barcelona Titulo original: The Power of Myth ‘Traduccién: César Aira Correceién: —_.E. Martinez Lapuente Revision: Bsther Andrés Portada: Emesto Aparicio Copyright © 1988 by Apostrophe $ Productions, Inc, and Alfred van der Marck Editions (© Emecé Editores, Barcelona, 1991 ‘Emecé Editores, cE. Granados 114, 08008 Barcelona. Tel. 415.71.00 Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizacién eserita de los ttulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién parcial o total de esta’ obra por cualquier medio 0 procedimiento, ‘ncluides la reprografia y el tratamiento informitico, asi como la distribucion de ejemplares mediante aquiler o préstamo piblicos. ISBN: 84-7888.066-6 Depésito legal: B-34.699-1991 Printed in Spain Fotomecinica: M.D. S.A.,/ J. Vayreda, N 17, Pol, Rib6,08911 Badalona, ‘Compaginacién: José Neira, La Floresta, Barcelona, Te. 674 17 63 Impresién: — Romanya-Valls, Pl. Verdaguer 1, 08786 Capellades, Barcelona A Judith, que ha escuchado mucho tiempo la miisica indice Introduceién I El mitoy el mundo moderno Il El viaje interior IIL Los primeros narradores IV Sacrificio y bienaventuranza V_— Laaventura del héroe VI. Eldon dela Diosa VIL _Cuentos de amor y matrimonio VIII Mascaras de eternidad 13 27 n 113 139 179 235 259 285 Nota sobre la edicién: Esta conversacién entre Bill Moyers y Joseph Campbell tuvo lugar en 1985 y 1986, primero en el Rancho Skywalker de George Lucas, y después en el Museo de Historia Natural de Nueva York. Muchos de los que lef- ‘mos la transcripcién original quedamos asombrados por Ja riqueza y la abundancia del material vertido en las veinticuatro horas de filmacién, gran parte del cual de- bi6 ser cortado para realizar la serie de seis horas que se emitirfa mas tarde por televisién. La idea de un Hbro hha surgido del deseo de poner este material al alcance no s6lo de quienes vieron la serie sino también de todos euantos han admirado a Campbell a través de sus libros durante muchos afios, Al compilar este libro, me he propuesto ser fiel al fluir de la conversacién original, al tiempo que he apro- vechado la oportunidad de intercalar material adicional sobre el tema, trayéndolo de cualquier sitio donde apa- reciera en la transeripcién. En la medida en que ello ha sido posible, he seguido el formato de la serie de televi- sién. Pero el libro tiene su propia forma y espiritu, y ha sido pensado como un complemento de la serie, no como una réplica. El libro existe, en parte, porque esta con- versacién es un intereambio de ideas tan digno de pre- senciarse como de ser objeto de reflexién. Pero, sobre todo, este libro existe porque Bill Mo- yers estuvo siempre dispuesto a encarar el fundamen- tal y dificil tema del mito, y porque Joseph Campbell espondié con reveladora sinceridad a las penetrantes preguntas de Moyers, sinceridad basada invariable- mente en una vida entera de convivencia con el mito. A ambos les estoy muy agradecida por la oportunidad de disfrutar de este encuentro. Deseo también expresar mi reconocimineto a Jacqueline Kennedy Onassis, asesora 1 de la editorial Doubleday, cuyo interés en las ideas de Joseph Campbell fue el impulso inicial para la publica- cin del libro. También estoy en deuda con Karen Bor- delon, Alice Fisher, Lynn Cohea, Sonya Haddad, Joan Konner y John Flowers por su apoyo, y especialmente con Maggie Keeshen por las muchas veces que ha me- canografiado el manuserito y por su pericia como co- rrectora. Asimismo, agradezco a Judy Doctoroff, Andie ‘Tucher, Becky Berman y Judy Sandman la ayuda que me brindaron en el transcurso de la redaccién del ma- nuscrito, Finalmente, Bill Moyers y Joseph Campbell leyeron el manuscrito y me hicieron muchas sugeren- cias witiles; pero sobre todo les agradezco que hayan re- sistido la tentacién de reescribir sus palabras de forma libresca, Han permitido que la conversacién siga su li- bre curso y exista, tal como fue, sobre estas paginas. Betty Sue Flowers Universidad de Texas, Austin 12 INTRODUCCION Después de la muerte de Joseph Campbell, durante s manas todo lo que veia me tra‘a a la memoria su r cuerdo. Al salir del metro en Times Square y sentir la ener- gia de la muchedumbre, sonrefa recordando la imagen ‘que una vez habia concebido, precisamente allt, Joseph Campbell: «La mas reciente encarnacién de Edipo, el romance ininterrumpido de la Bella y la Bestia, est esta tarde en la esquina de la calle Cuarenta y Dos y la Quinta Avenida, esperando que cambie el seméforo», ‘Tras ver la ultima pelicula de John Huston, Los muertos, basada en un cuento de James Joyce, volvi a pensar en Campbell. Una de sus primeras obras impor- tantes fue una clave para Finnegans Wake. Lo que Joy- ce lamaba «lo grave y constante» en el sufrimiento hu- mano era para Campbell un tema central de la mitologia eldsica. «La causa secreta de todo sufrimien- to», decia, «es la mortalidad misma, que es la condicién primordial de la vida. No se la puede negar si se quiere afirmar la vida» En una ocasién, hablando del tema del sufrimien- to, mencion6 juntos a Joyce y a Igjugarjuk. «. Coneluia diciendo: «¥ todavia no he terminado; es ‘el ejemplo, que nunca cesaré, de su vida y su obra». El homenaje que se realiz6 en su memoria en el Mu- seo de Historia Natural de Nueva York dio una idea del impacto que causaba sobre los demés. Campbell pis6 por primera vez ese museo siendo un nifio, y quedé fascinado por los postes totémicos y las masearas. ;Quién los hizo?, se preguntaba, {Qué significan? Empez6 a leer todo lo que encontr6 sobre los indios, sus mitos y leyendas. A los diez arios ya estaba en el camino que lo llevaria a ser uno de los grandes eruditos en mitologia y uno de los més es- timulantes maestros de nuestro tiempo; alguien dijo que «podia dar vida a los huesos del folklore y la antropolo- gia». Ahora, en su homenaje péstumo en aquel museo donde tres cuartos de siglo atrés su imaginacién se habia despertado, se reunia la gente para honrar su recuerdo, Hubo una actuacién de Mickey Hart, el bateria de The Grateful Dead, el grupo de rock con el que Campbell compartia su interés por la percusién. Robert Bly tocé una flauta y Ieyé poemas dedicados a Campbell. Habla- ron ex alumnos suyos, asf como amigos que habia hecho tras haberse jubilado y trasladado con su esposa, la bai- larina Jean Erdman, a Hawai. Estaban representadas las grandes editoriales de Nueva York. ¥ también habia eseritores y estudiosos, jovenes y viejos, que habian en- contrado en Joseph Campbell la figura de un auténtico pionero. Y periodistas. Yo me habfa acercado a él ocho afios atrés, cuando, por propia decisién, estaba intentando evar a la televisién a las mentes més vivas de nuestro tiempo, Habfamos grabado dos programas en el museo, a7 Introduecién y su presencia en la pantalla habia causado tal impre- sién que més de catorce mil personas nos escribieron Pidiendo copias del didlogo. Me prometi entonces que volveria a hablar con él, esta vez para una exploracién més sistemética y detallada de sus ideas. Campbell es- eribié 0 compil6 unos veinte libros, pero yo lo consider- aba mas como maestro, un maestro rico en el saber del mundo y en las metaforas del lenguaje, y quise que otros pudieran experimentar su magisterio. Fue asf co- mo el deseo de compartir el tesoro de aquel hombre ins- pir6 mi serie televisiva, y este libro. Se dice que un periodista es alguien que ha recibido permiso para completar su educacién en pablieo;, somos unos afortunados a quienes se les permite pasar los dias en un curso continuo de educacién para adultos. Nadie ‘me ensefié tanto como Campbell, y cuando le dije que tendria que admitir la responsabilidad por lo que resul- tara de tenerme como alumno, se rié y cité un viejo pro- verbio latino: «B] destino arrastra sélo a quien se deja arrastrar, Como los grandes maestros, ensefiaba mediante el ejemplo. Nunca trataba de convencer a nadie de nada (salvo una vez, cuando persuadié a Jean de que se sara con él), Los predicadores se equivoean, me deeia, tratando «de convencer a la gente con palabras; mas valdria que expresaran la alegria de su propio deseu- brimiento». ¥ él, por cierto, sabia expresar su alegria de vivir y aprender. Matthew Arnold creja que la forma més elevada de eritica es «conocer lo mejor de cuanto se sabe y se piensa en el mundo, y al transmitirlo erear una corriente de ideas verdaderas y nuevas», Es la me- Jor definicién de lo que hizo Campbell. Era imposible escucharlo, escucharlo de verdad, sin advertir en la propia conciencia un movimiento de vida nueva, el des- pertar de la propia imaginacién. Decfa que la «idea guia» de su trabajo era hallar «los elementos teméticos comunes en los mitos del mundo, ue sefialan una necesidad constante en la psique huma. na de centrarse en cuanto a sus principios profundos». 18 El poder del mito «Te refieres a una biisqueda del sentido de Ia vi- da, le pregunté. «No, no, no», dijo. «Se trata de la experiencia de es- tar vivos» He dicho en alguna ocasién que Ja mitologia es un ‘mapa interior de la experiencia, dibujado por gente que lo ha recorrido. Sospecho que Campbell no se habria conformado con esa prosaica definicién de periodista. Para él la mitologia era «el canto del universo», «la mi- de las esferass, una mtisica que bailamos aun cuando no podamos reconocer la melodia. Estamos es- cuchando su estribillo «cuando ofmos, divertidos y dis- tantes, el griterio de un curandero del Congo, o leemos con eultivado éxtasis traducciones de poemas de Lao- ‘Tsé, o cuando alguna vez nos adentramos en las dificul- tades de un razonamiento de santo Tomés de Aquino, 0 eaptamos de pronto el sentido brillante de un extrava- gante cuento de hadas esquimals. Se imaginaba que este gran coro cacofénico habia comenzado cuando nuestros primeros antepasados se contaban historias sobre los animales que mataban para comer, y sobre el mundo sobrenatural al que los animales parecian ir cuando morian. «Allé afuera, a lo lejos», més alld de la lanura invisible de la exist- encia, estaba el «sefior de los animales, que tenfa po- der sobre la vida y la muerte de los seres humanos: si 41 dejaba de mandar mas animales para que volvieran a ser sacrificados, los eazadores y sus familias mori- rian de hambre. Asf fue como las primitivas socieda- des supieron que «la esencia de la vida esté en que se vive matando y devorando; ése es el gran misterio so- bre el que tratan los mitos». La caza se convirtié en un ritual de sacrificio, y los cazadores, a su vez, reali zaron actos de expiacién para con los espiritus de los animales, con la esperanza de convencerlos de que volvieran para ser sacrificados otra vez. Los animales eran considerados enviados de ese otro mundo, y Campbell aventuré «un acuerdo magico y maravillo- so» entre el cazador y la presa, como si ambos partici- 19 Introduccion paran de un ciclo «mistico e intemporal» de muerte, entierro y resurreccién. El arte (las pinturas sobre los muros de las cavernas) y la literatura oral dieron for- ma al impulso que hoy liamamos religién. Cuando estos primeros pueblos pasaron de la caza a Ja agricultura, cambiaron las historias que contaban para interpretar los misterios de la vida. Ahora fue la semilla la que ocupé el lugar como simbolo magico del ciclo sin fin. La planta moria, y era enterrada, y su se- milla volvia a nacer. A Campbell le fascinaba el modo en que este simbolo era retomado por las grandes reli- giones del mundo como la revelacién de la verdad etor- nna; que Ia vida proviene de la muerte o, en sus pala- bras, «del sacrificio, la bienaventuranza». «Jestis tenfa buen ojos, decia, «Qué magnifica reali- dad vio en el grano de mostaza» Citaba las palabras de Jestis en el Evangelio de san Juan: «En verdad os digo que si un grano de trigo no eae a tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto», y de inmediato pasaba al Cordn: «{Acaso piensas que entrards en el Jardin de la Gloria sin pasar por las pruebas que su- frieron los que te precedieron?s. Recorrié toda esta in- mensa literatura espiritual, incluso traduciendo textos hinddes del sénscrito, y siguié recogiendo historias mas actuales que sumaba a la sabiduria de las antiguas. Una historia que le gustaba especialmente es la de la mujer que fue al santo y sabio Ramakrishna y le dijo: «Ay, Maestro, no creo amar a Dios». Y él le pregunté: «gAcaso no hay nada que ames en el mundo?», A lo que ella respondié: «A mi pequefio sobrino». Y él le dijo: «En tu amor y entrega a ese nifio est tu amor y entrega a Dios» «¥ abi», dijo Campbell, «esté el alto mensaje de la religién: “Lo mismo que hagas con el mas humilde de todos..."» Era un hombre espiritual, que encontré en la litera- tura de la fe los principios comunes al espiritu humano. Pero esos principios debfan ser liberados de su forma tribal, o las religiones del mundo seguirian siendo, como 20 El poder del mito Jo son hoy en el Medio Oriente o en Irlanda del Norte, fuente de odio y violencia. Las imagenes de Dios son muchas, decfa, y las Hamaba «las mAscaras de la eterni id» que a Ia vex cubren y revelan «el Rostro de la Glo- ria». Queria saber qué significado tenfan esas diferentes ‘méscaras de Dios en las diferentes culturas, y por qué en tradiciones divergentes pueden hallarse historias comparables, historias de creacién, de nacimientos vir- ginales, encarnaciones, muerte y resurreceién, segundas venidas y dias del juicio. Le gustaba esa reflexién pers- picaz de la escritura hinds: «La verdad es una; los sa- bios le dan muchos nombres». Todos nuestros nombres € imagenes de Dios son méscaras, decta, que significan la realidad ultima que por definicién traseiende la lengua y el arte. Un mito es también una méseara de Dios, una ‘metéfora de lo que yace debajo del mundo visible. Por mucho que las tradiciones misticas difieran, decfa, todas concuerdan en Ilevarnos a una més profunda conciencia del acto mismo de vivir. El pecado imperdonable, segin Campbell, era el pecado de inadvertencia, de no estar alerta, no estar totalmente despierto. ‘Nunca conoci a nadie que pudiera contar tan bien ‘una historia. Escuchdndolo hablar de sociedades primiti- ‘vas, me sentfa transportado a las grandes lanuras bajo Ja edipula del cielo abierto o a lo més profundo e inextri- cable de la selva, bajo un dosel de Arboles, y empecé a comprender eémo hablaban las voces de los dioses en el viento y el trueno, y el espiritu de Dios flufa en cada arroyo de montafia, y la tierra entera florecfa como un lugar sagrado, el campo de la imaginacién mitica. Y me pregunté: ahora que los hombres modernos han despoja- do a la tierra de su misterio, ahora que han hecho, seguin la descripeién de Saul Bellow, «una limpieza general de creencias», {qué alimentara nuestra imaginacién? {Ho- llywood y la televisién? ‘Campbell no era pesimista. Crefa que hay «un punto de sabidurfa més alld de los conflictos de ilusién y ver- dad, gracias al cual las vidas pueden volver a unirse». Hallarlo es la cuestién primordial de la época». En sus 21 Introduccion afios finales se esforzaba en hallar una nueva sintesis de ciencia y espiritu. «El paso de una eosmovisién geooéntri- ca.a.una heliocéntrica», escribié después de que los astro- nautas pisaran la Luna, «parecié apartar al hombre del centro. Y el centro parecia ser muy importante. Pero, es- piritualmente, el centro esta donde esta la visi6n. Suba- ‘mos a una cima y miremos el horizonte. Situémonos en Ja Luna y miremos eémo se alza la Tierra... aunque lo hagamos, mediante la televisién, en la sala de estar». El] resultado es una expansién sin precedentes del horizon- te, que podria servir en nuestra época, como las viejas mitologfas lo hicieron en las suyas, para abrir las puer- tas de la percepcién «a la maravilla, terrible y fascinante a la vez, de nosotros mismos y el universo». Decia que no es la ciencia la que ha empequeftecido a los humanos 0 nos ha divorciado de la divinidad. Al contrario, los nue- vos deseubrimientos de la ciencia «nos unen a los pueblos de la antigtiedad» permitiéndonos reconocer en este uni- verso entero «un reflejo aumentado de nuestra naturale- 2a mas profunda, porque somos, en realidad, sus ofdos, sus ojos, su pensamiento y su habla o, en términos teol6- eos, los ofdos de Dios, los ojos de Dios, el pensamiento de Dios y la Palabra de Dios». La ultima vez que lo vi le pregunté si todavia erefa, como lo habia escrito una vez, ‘que en este momento estamos asistiendo a uno de los més grandes saltos del espfritu humano hacia un conoci- miento no sélo de la naturaleza externa sino también de ‘nuestro més genuino y profundo misterio interior». Lo pens6 un minuto y respondié: «El ms grande en toda la historia». Cuando of la noticia de su. muerte, abri el ejemplar que me habia regalado de El héroe de las mil caras. Y pensé en la época en que descubri el mundo del héroe mitico. Estaba en la pequefia biblioteca publica del pue- blo en el que me erié y, revolviendo en las estanterfas encontré un libro que me revelé mundos maravillosos: Prometeo robando el fuego de los dioses para el bien de Ja humanidad; Jasén enfrenténdose al dragén para apo- derarse del Vellocino de Oro; los Caballeros de la Tabla 22 El poder del mito Redonda en busca del Santo Grial. Pero sélo cuando co- nocf a Joseph Campbell comprendf que las pelfculas de vaqueros que vefa en las sesiones matinales del sabado habian tomado mucho prestado de aquellos cuentos an- tiguos. Y que las historias que aprendiamos en el cate- cismo se correspondian con las de otras culturas que también relataban las elevadas aventuras del alma, el esfuerzo de los mortales por aprehender la realidad de 3s. Campbell me ayud6 a ver las conexiones, a com- prender cémo encajaban las piezas, y a no temer sino a dar la bienvenida a lo que él describia como «un futuro poderosamente multicultural». Fue, por supuesto, eriticado por hacer tanto hincapié en la interpretacién psicolégica del mito, por dar la im- presién de querer confinar el papel contemporéneo del mito a una funcién ideoligica o terapéutica. No tengo elementos para entrar en esa discusién. Pero sé que él nunca le dio importancia, Se limitaba a seguir ensefian- do, abriendo a los demas a una nueva manera de ver. Lo que més nos instruye es, sobre todo, la vida auténtica que vivié. Cuando decia que los mitos son cla- ves para nuestro potencial espiritual mas profundo, ca- paces de levarnos al deleite, a Ta iluminacién y aun al éxtasis, hablaba como alguien que ha estado en los si- tios que nos invita a conocer. ¢Qué me atrafa en 61? La sabidurfa, sf; era un hombre muy sabio. Y la erudicién; él realmente «conocia la vasta exten- sién de nuestro pasado panorémico como pocos hom- bres la han conocido nunca». Pero habfa mas. . Una historia es la manera de contarla. BI era un hombre con mil anéedotas. Esta era una de sus favori- tas. Estaba en Japén asistiendo a un congreso interna- cional sobre religién, y oy6 que otro delegado norteame- ricano, un filésofo social de Nueva York, le decfa a un sacerdote sintoista: «Hemos presenciado muchas de sus ‘ceremonias y hemos visto bastantes templos. Pero lo que no capto es su ideologia. No capto su teologia». El 23 Introduccién Japonés hizo un silencio, sumido en profundos pensa- mientos, y después sacudi la eabeza. «Creo que no te- nemos ideologia», dijo. «No tenemos teologia. Bailamos.» Y eso fue lo que hizo Joseph Campbell. Bail6, con la misica de las esferas. Bill Moyers 24 EL PODER DEL MITO EL MITO Y EL MUNDO MODERNO Se dice que todo cuanto ansiamos es encontrarle un sentido a la vida. No ereo que sea eso lo que realmente buscamos. Creo que lo que buscamos es experimentar el hecho de estar con vida, de modo que nuestras expe- riencias vitales en el plano puramente fisico tengan re- sonancias dentro de nuestro ser y realidad mds inter- nos, y ast sentir realmente el éxtasis de estar vivos. ‘MOYERS: {Por qué los mitos? {Por qué deberian intere- sarnos los mitos? ¢Qué tienen que ver con mi vida? CAMPBELL: Mi primera respuesta serfa: «Adelante, vive tu vida, es una buena vida. No necesitas la mitolo- gta», No creo que haya que interesarse en un tema sélo porque digan que es importante, Creo més bien que el interés es algo que a uno lo atrapa de un modo u otro. Pero es muy probable que, con una introduecién ade- cuada, la mitologia te aprese. Y entonces sf, podemos Preguntarnos, qué puede hacer la mitologia por ti, si te atrapa? Uno de nuestros problemas en la actualidad es que no estamos familiarizados con la literatura del espfritu. Nos interesan las noticias del dia y los problemas de la hora. Antes una universidad era una especie de drea herméticamente cerrada donde las novedades del mo- ‘mento no entraban a distraer la atencidn de la vida in- terior y del espléndido tesoro que constituye nuestra gran tradicién: Platén, Confucio, Buda, Goethe y otros 27 El poder del mito que hablaron de los valores eternos que estan en el con- tro de nuestras vidas. Cuando uno envejece, y todas las reocupaciones cotidianas han sido atendidas, y uno se vuelve hacia la vida interior... bueno, si no sabe dénde esta 0 qué es, lo lamentard. Antes, las literaturas griega, latina y biblica forma- ban parte de Ia educacién de todo el mundo. Ahora que se han abandonado, toda una tradieién de informacién mitolégia occidental se ha perdido. Antes esas histo- rias estaban en la mente de todos. Cuando una historia est en tu mente, puedes ver su aplicacién a algo que ocurre en tu propia vida, Te da una perspectiva sobre lo que te esta pasando, Con su desaparicién hemos perdi- do realmente algo importante porque no tenemos una literatura comparable que la reemplace. Estos frag- mentos de informacién de los tiempos antiguos, que es- tn relacionados con temas en los que se ha apoyado la vida humana, se han construido ivilizaciones y se han alimentado las religiones durante milenios, son el refle- Jo de problemas internos muy profundos, misterios in- teriores, umbrales de pasaje internos, y si no sabes cud- les son las sefiales a lo largo del camino, tienes que hacerlo todo solo, Pero una vez que este tema te atrapa, es tal la sensacién, a partir de cualquiera de estas tra. diciones, de disponer de una informacién tan rica y vi- vificante, que ya no querras abandonarlo. ovERS: {De modo que contamos historias para tra- tar de ponernos de acuerdo con el mundo, para armoni- zar nuestras vidas con la realidad? CAMPBELL: Creo que sf, asf es. Las novelas, las gran- des novelas, pueden ser maravillosamente instructivas. Cuando tenfa veinte afios, treinta y hasta cuarenta, Ja. mes Joyce y Thomas Mann fueron mis maestros. Lef to- do lo que eseribieron. Los dos escribfan en términos de lo que podria lamarse la tradicién mitolégica. Toma, por ejemplo, la historia de Tonio, en el Tonio Kréger de Tho- mas Mann. El padre de Tonio era un comerciante prés- pero, un hombre importante en su ciudad. Pero el peque- ho Tonio tenia un temperamento artistico, asi que se 28 El mito y el mundo moderno trasladé a Munich y se unié a un grupo de escritores que se sentian por encima de los meros especuladores finan- cieros y hombres de familia. Pues bien, ahi tienes a Tonio entre dos polos: su pa- dre, que ha sido un buen padre, responsable y todo eso, ‘pero que nunca hizo lo que querfa en toda su vida; y por otro lado, el joven que abandona su ciudad natal y se vuelve un critico de esa clase de vida, Pero Tonio deseu- brid que él en realidad amaba a esa gente de su ciudad. Y aunque intelectualmente se erefa un tanto superior a ellos, y podia deseribirlos con palabras crucles, de todos ‘modos su corazén estaba con ellos. Pero cuando se marché a vivir con los bohemios, en- contré que éstos eran tan desdefiosos de la vida que no podfa soportarlos tampaco. Asf que los dejé y le escribié una carta a alguien del grupo diciendo: «Admiro a esos seres frios y orgullosos que se aventuran por la senda de la gran belleza deménica y desprecian a Ia “humani- dad"; pero no los envidio. Pues si hay algo que pueda hacer de un literato un poeta, es mi amor pueblerino a Jo humano, a lo viviente y comin. Toda calidez se deri- va de este amor, toda bondad y todo humor. De hecho, me parece incluso que éste debe de ser ese amor de! que esté escrito que “puede hablarse con las lenguas de los hombres y de los ngeles”, mientras que sin amor suena “como bronce de un efmbalo”.» Y agrega: «El escritor debe ser fiel a la verdad». ¥ eso es lo dificil, porque sélo se puede describir veridica- mente a un ser humano describiendo sus imperfeccio- nes. El ser humano perfecto no tiene interés... ya sabes, el Buda que abandona el mundo. Sélo podemos amar las imperfecciones de la vida, Y cuando el escritor lan- za el dardo de la verdad, duele. Pero lo lanza con amor. Esto es Io que Thomas Mann lamé «ironfa erética», el amor por lo que uno mismo esté matando con su pala- bra cruel y analitica. MOYERS: Me gusta esa imagen: el amor hacia el pueblo natal, los sentimientos que ese lugar te inspira, fa pesar de todo el tiempo que hayas estado ausente, 0 29 El poder del mito aunque no regreses nunea. Alli fue donde uno descu- brio a la gente, Pero ¢por qué dices que amamos a la gente por sus imperfecciones? CAMPBELL: {Los nifios no son adorables porque se estén cayendo todo el rato y tienen cuerpos pequefios con cabezas demasiado grandes? No lo sabia muy bien Walt Disney cuando hizo los siete enanitos? ¥ esos gra- ciosos perritos que tiene la gente: los queremos porque son muy imperfectos, ‘MOYERS: La perfeccién serfa aburrida, gno? CAMPBELL: Necesariamente. Seria inhumana, El Punto umbilical, la humanidad, aquello que te hace hu- mano y no sobrenatural e inmortal; eso es lo que ama- mos. Por eso a mucha gente se le hace tan dificil amar Dios, porque no encuentran Ia imperfeccién, Se lo uede reverenciar, pero eso no se parece al verdadero amor. Es a Cristo en la cruz al que podemos amar. MOYERS: {Por qué? CAMPBELL: Por el suftimiento. El suftimiento es una imperfeccién, ;no? MOYERS: La historia del sufrimiento humano, de las Juchas, la supervivencia... CAMPBELL: ...y Ia juventud que lega a conocerse, a saber lo que le espera. MOYERS: Leyendo tus libros (Las mdscaras de Dios 0 EI héroe de las mil caras, por ejemplo) legué a com- render que lo que tienen en comiin los seres humanos Jo podemos hallar como revelacién en los mitos. Los mi tos son historias de nuestra busqueda de la verdad a través de los tiempos, del sentido. Todos necesitamos contar nuestra historia y comprenderla. Todos necesita- mos comprender la muerte y Hegar a un acuerdo con ella, y todos necesitamos ayuda en nuestros pasajes del nacimiento a la vida y después a la muerte. Lo necesita- ‘mos para que la vida signifique algo, para que se comu- nique con lo eterno, para que atraviese el misterio y po- damos deseubrir quiénes somos. CAMPBELL: Se dice que todo cuanto ansiamos es en- contrarle un sentido a la vida. No ereo que sea eso lo 30 El mito y el mundo moderno que realmente buseamos. Creo que lo que buscamos es experimentar el hecho de estar con vida, de modo que nuestras experiencias vitales en el plano puramente fi- sico tengan resonancias dentro de nuestro ser y reali dad mas internos, y asf sentir realmente el éxtasis de estar vivos. Al fin y al eabo, de’eso se trata, es lo unico importante, una serie de pistas que nos ayuden a en- contrarnos dentro de nosotros mismos. ‘MOYERS: {Los mitos son pistas? CAMPBELL: Los mitos son pistas de las potencialida- des espirituales de la vida humana. MOYERS: {De lo que somos capaces de conocer y ex- perimentar en nuestro interior? CAMPBELL: Si. MOYERS: Has eambiado la definicién del mito, de ser la busqueda del sentido pasa a ser la experiencia del sentido. CAMPBELL: La experiencia de la vida. Del sentido se ccupa la mente. {Cual es el sentido de una flor? Hay ‘una historia Zen sobre un sermén de Buda que consis- ti6 simplemente en coger una flor. Hubo un solo hom- bre que con los ojos le hizo un signo de que entendfa lo que habia dicho. Ahora bien, el mismo Buda se llama «el que viene». No hay sentido. {Cual es el sentido del universo? {Cual es el sentido de una pulga? Es algo que esté ahi, nada mas. Eso es todo. Y tu propio sentido es que estds ahi. Estamos tan ocupados en hacer cosas pa- ra lograr fines con valores externos que olvidamos que el valor interior, el éxtasis que se asocia con la vida, es Jo tinico que importa. ‘MOYERS: {Cémo llegar a esa experiencia? CAMPBELL: Leyendo mitos. Te ensefiardn que pue- des volverte hacia dentro, y empezards a recibir el mensaje de los simbolos. Lee mitos de otros pueblos, no los de tu propia religién, porque tu propia religién tiendes a interpretarla desde el punto de vista de los hhechos; pero si lees los otros, empiezas a captar el mensaje. El mito te ayuda a poner tu mente en contac- to con esta experiencia de estar vivo. Te dice qué es la 31 El poder del mito experiencia. El matrimonio, por ejemplo. ;Qué es el ‘matrimonio? El mito te dice qué es. Es la reunién de la diada separada. Originalmente eras uno. Ahora eres dos en el mundo, pero el reconocimiento de la identi- dad espiritual es lo que es el matrimonio, Es muy dife- rente de un amorio. No tiene nada que ver con eso, Es otro plano mitolégico de la experiencia, Cuando la gen- te se casa pensando que inician un prolongado idilio, se divorciardn muy pronto, porque todos los idilios ter- minan en la desilusién, El matrimonio en cambio es el reconocimiento de una identidiad espiritual. Si vivi ‘mos una vida adecuada, si nuestras mentes estén sin- tonizadas con las cualidades adecuadas cuando mira- ‘mos al otro sexo, encontraremos nuestra contrapartida masculina o femenina adecuada. Pero si nos distraen los intereses sensuales, nos casaremos con la persona que no nos conviene. Al casarnos con la que sf nos con- viene reconstruimos la imagen del Dios enearnado, y es0 es el matrimonio, MOYERS: {La persona adecuada? {Cémo elegir a la persona adecuada? CAMPBELL: El corazén te lo dird, Deberfa decirtelo, MOYERS: El ser interior. CAMPBELL: Ahi esté el misterio. ‘MOYERS: Reconoces a tu otro yo. CAMPBELL: Bueno, no sé, pero hay un reldmpago que atraviesa el espacio, y algo en ti sabe que ésa es la persona. MOYERS: Si el matrimonio es la reunién del yo con el yo, con la otra parte masculina o femenina de nosotros, por qué se ha convertido en algo tan frégil en la socie- dad moderna? CAMPBELL: Porque no es considerado como un ma- trimonio. Yo diria que si el matrimonio no constituye una prioridad absoluta en tu vida, es que no estas real- mente casado. El matrimonio significa los dos en uno, Jos dos que son una carne. Si el matrimonio dura lo su- ficiente, y si ta te riges constantemente por él en lugar de hacerlo por tu eapricho individual, entonces llegas a 32 El mito y el mundo moderno confirmar que es cierto: uno. MOYERS: Uno, no sélo biolégicamente sino espiri- ‘tualmente. CAMPBELL: En primer lugar espiritualmente. Lo iolégico es la distraccién que puede Ilevarte a una identificacién errénea. ‘MOYERS: Entonees Ia funcién social del matrimonio, la reproduecién de la especie, no es la primordial. CAMPBELL: No, eso en realidad es sélo el aspecto primario del matrimonio. En el matrimonio hay dos estadios completamente diferentes. Primero esta el matrimonio joven que sigue el impulso maravilloso que les ha dado la naturaleza para producir hijos me- diante la interaceién bioldgica de los sexos. Pero llega ‘un momento en que los hijos se independizan de la milia y la pareja queda sola, Me asombra ver la canti- dad de amigos mios que a sus cuarenta o cincuenta afios se separan. Han tenido una vida matrimonial muy buena mientras estaban los hijos, pero interpre- taron su unién como una relacién mediada por los hi- jos. No la interpretaron centréndose en su propia rela- cién personal. El matrimonio es una relacién. Cuando te sacrificas en aras del matrimonio, te estas sacrificando no a tu c6nyuge sino a la unidad existente en una relacién. La imagen china del Tao, con su interaccién de luz y som- bra, ésa es la relacién del yang y el yin, lo masculino y o femenino, y de eso trata el matrimonio. Y en eso te has transformado cuando te casas. Ya no eres esta per- sona sola; tu identidad se halla inscrita en una rela- cién, El matrimonio no es un simple amorfo, es una or- dalia, y la ordalia es el sacrificio del ego a una relacién en que los dos se han vuelto uno. MOYERS: De modo que el matrimonio es totalmente incompatible con Ia idea de desarrollar una vida indivi- dual CAMPBELL: No se trata sencillamente de llevar una vida individual, sabes. En cierto sentido sf, pero es que los dos encarnan realmente 33 El poder del mito la vida ya no es individual de uno solo, sino de los dos Juntos como uno, ¥ ésa es una imagen puramente mito- légica que significa el sacrificio de la entidad visible pa- ra lograr un bien trascendente. Es algo que se realiza hermosamente en el segundo estadio del matrimonio, en 0 que yo llamo el estadio alquimico, de los dos experi- ‘mentando ser uno. Si siguen viviendo como en el estadio Primario del matrimonio, se separarén cuando sus hijos se vayan del hogar. Papé se enamoraré de alguna ado- lescente y correrd tras ella, y mama se quedaré con la casa y el corazén vacios, y tendra que arreglirselas sola, a su modo. MOYERS. Eso porque no comprendemos los dos nive- les del matrimonio. CAMPBELL: Porque no se adquiere un compromiso. MOYERS: Pero decimos hacerlo... Nos compromete- mos para lo mejor y lo peor. ‘CAMPBELL: Esos son remanentes de un ritual, MOYERS: Y el ritual ha perdido su fuerza. El ritual que en una época transmitfa una realidad interior, aho- Ta es sélo forma, Y es0 es cierto tanto para los rituales de la sociedad como para los rituales personales del matrimonio y la religion. CAMPBELL: {Cudnta gente, antes del matrimonio, recibe adiestramiento espiritual sobre el significado del mismo? Cualquiera puede ir a la oficina de un juez, xy en diez minutos ya est casado. La ceremonia matri- monial en la India dura tres dias, Esa pareja queda pegada. MOYERS: Estés diciendo que el matrimonio no es 56 Jo una disposicién social, sino también un ejercicio espi- ritual, CAMPBELL: Primordialmente es un ejercicio espiri- tual, y se supone que la sociedad nos ayuda a compren- derlo. El hombre no deberia estar al servicio de la so- ciedad, sino la sociedad al servicio del hombre. Cuando el hombre se pone al servicio de la sociedad, tienes un Estado monstruo, y eso es lo que est amenazando al mundo hoy. 34 El mito y el mundo moderna MOYERS: {Qué sucede cuando una sociedad ya no se adhiere a una mitologia poderosa? CAMPBELL: Sucede lo que hoy tenemos en las ma- nos. Si quieres saber qué significa tener una sociedad sin rituales, lee el New York Times. ‘MOYERS: Y qué encuentras? CAMPBELL: Las noticias del dia, incluyendo actos destructivos y violentos por parte de jévenes que no sa- ‘ben eémo comportarse en una sociedad civilizada. ‘MOYERS: La sociedad no les ha proporcionado ritua- les mediante los cuales ser miembros de la tribu, de la comunidad. Todos los nifios necesitan nacer dos veces, aprender a funcionar racionalmente en el mundo, de- jando la infancia atrés. Pienso en ese pasaje del primer : «Cuando yo era nifio, hablaba co- 2, comprendia como nifio, pensaba como nifio, pero cuando me volvi un hombre dejé a un lado las co- sas infantiles. CAMPBELL: Asf es, exactamente. Esa es la funcién de los ritos de pubertad. En las sociedades primitivas se arrancan dientes, se practican esearificaciones, cir- cuncisiones, se hacen toda clase de cosas. Lo que im- porta es despojarse del cuerpo de nifio pequefio, volver- se otra persona, Cuando yo era pequefio us4bamos pantalones cor- tos, sabes. Y después venta el gran momento en que te ponfas los pantalones largos. Hoy los chicos ya no tie- nen eso. Veo a nifios de cinco afios con pantalones lar- gos. {Cuéndo sabrén que ya son hombres y que deben dejar atrés las cosas infantiles? MOYERS: {De dénde sacan sus mitos hoy en di chicos que crecen en una ciudad, en la calle veinticinco esquina con Broadway, por ejemplo? CAMPBELL: Los fabrican ellos mismos. Es por eso que hay pintadas cubriendo toda la ciudad. Esos chicos tienen sus propias bandas, sus propias iniciaciones y su propia moralidad, y lo hacen lo mejor que pueden. Pero son peligrosos porque sus leyes no son las de la ciudad. No han sido iniciados en nuestra sociedad. 35 El poder del mito MOYERS: Rollo May dice que la violencia de la socio- dad norteamericana actual se debe a la desaparicién de grandes mitos que ayuden a los jévenes de ambos sexos a relacionarse con el mundo o a comprenderlo mas alld de lo que puede verse. CAMPBELL: Si, pero otra razén para nuestro alto ni- vel de violencia es que los Estados Unidos es un pafs sin un cardeter nacional. ‘MOYERS: Explicate. CAMPBELL: En el fitbol amerieano, por ejemplo, las reglas son muy estrietas y complejas. Pero si vas a Ingla- terra, verds que las reglas del rugby no son tan rigidas, ‘Cuando yo era estudiante, en los afios veinte, habia un par de j6venes que formaban una fantéstica pareja de delanteros, Fueron a terminar sus estudios a Oxford y se ‘unieron al equipo de rugby, y un dia introdujeron el pase adelantado. Y los jugadores ingleses les dijeron: «Bueno, nosotros no tenemos una norma para eso, as{ que por fa. vor no lo hagan. Nosotros no jugamos ast». En una cultura que ha sido homogénea durante cierto tiempo, hay una cantidad de reglas sobreentendi- das, no escritas, de acuerdo con las cuales vive la gente, Abi hay un carécter nacional, hay una modalidad, un acuerdo de «no hacerlo asiv MOYERS: Una mitologia CAMPBELL: Una mitologia técita, podria decirse. Asi 5 como manejamos el cuchillo y el tenedor, asf es como nos entendemos con la gente, y todo lo demas. No todo estd escrito en libros. Pero en los Estados Unidos tene- mos gente procedente de todas partes, viviendo todos Juntos, y en consecuencia la ley se ha vuelto muy im- Portante en este pais. Los abogados y las leyes son los ue nos mantienen unidos. No hay un eardcter nacio- nal. ¢Comprendes a qué me refiero? MOYERS: Si. Es lo que describié Tocqueville cuando Tlegé aquf hace ciento sesenta afios y descubrié «un tu- multo anérquico». CAMPBELL: Lo que tenemos hoy es un mundo des- mitologizado. De ahf que los estudiantes tengan tanto 36 El mito y el mundo moderno interés en la mitologia, porque los mitos les dan men- sajes. Ahora bien, no puedo decirte qué mensajes les estd aportando a los jévenes de hoy el estudio de la mi- tologia. Sé lo que a mi me dio. Pero algo est haciendo por ellos, Cuando doy una conferencia en cualquier tuniversidad, la sala esta repleta de estudiantes que han ido a ofr lo que tengo que decir. Suelen asignarme tun aula que resulta pequefia, porque los organizadores no sospechaban cudnto entusiasmo despertaria el te- ma entre los estudiantes. ‘MOYERS: Conjetura. {Qué crees que les aporta la mitologfa, las historias que escuchan de tu boca? CAMPBELL: Son historias sobre la sabiduria de la vi- da, y lo son de verdad. Lo que aprendemos en nuestr escuclas no es Ia sabiduria de la vida, Aprendemos tee- nologias, recibimos informacién. Entre el profesorado existe hoy una inquietante nogativa a ensefiar a los alumnos los valores de la vida relacionados con las asig- naturas. En nuestras ciencias de hoy (y esto ineluye ala antropologia, la lingustica, el estudio de las religiones, ete.) hay una tendencia a la especializacién. Y¥ cuando ves todo lo que tiene que saber un especialista para ser ‘un buen especialista, puedes entender esta tendencia. Para estudiar budismo, por ejemplo, tienes que acceder no sélo a todas las lenguas europeas en las que se ha ex- puesto la materia oriental, particularmente francés, ale- man, inglés e italiano, sino también sénserito, chino, ja- ponés, tibetano y varias més. Solamente eso ya es una tarea tremenda. Un especialista asi no puede empezar a interrogarse ademés sobre las diferencias entre el iro- qués y el algonquino. La especializacién tiende a limitar el campo de pro- blemas de los que se ocupa el especialista. Sin embar- go, la persona que no es un especialista, sino un gene- ralista eomo yo, se ocupa de una cosa que ha aprendido de un especialista, de otra cosa que ha aprendido de otro especialista, y ninguno de los dos ha considerado el problema de por qué esto ocurre aqui y también all. Asi es como el generalista (y entre académicos éste es 37 El poder del mito un término peyorativo) pasa a un espectro de proble- mas distintos que son mas humanos, podria decirse que especificamente culturales. ‘MOYERS: Y después viene el periodista que tiene li- cencia para explicar cosas que no entiende. CAMPBELL: No es sélo una licencia sino una carga; el periodista tiene la obligacién de educarse a sf mismo en publico. Recuerdo haber asistido a las clases de Heinrich Zimmer cuando era joven. Fl fue el primero, que yo sepa, que hablé de los mitos como vehiculos de ‘mensajes vélidos para la vida, no sélo como asuntos in- teresantes para estudiosos. Y eso me confirmé un pre- sentimiento que yo tenia desde mi infancia, MOYERS: Recuerdas la primera vez que descubris- te el mito? {La primera vez que una historia tom6 vida enti? CAMPBELL: Fui educado en la religién catélica. Una de las grandes ventajas de una formacién catélica es ue te ensefian a tomar en serio el mito y a dejarlo ope- rar en tu vida y a vivir en funcién de estos temas miti- cos. Fui educado siguiendo una relacién estacional con el ciclo de la venida al mundo de Cristo, sus ensefian- zas, su muerte, su resurreccién y su regreso al cielo, Las respectivas ceremonias a Io iargo del afio te man. tienen en contacto con el centro eterno de todo lo que cambia en el tiempo. El pecado es simplemente perder contacto con esa armonia, Y después me enamoré de los indios norteamerica- ‘nos, porque Buffalo Bill venia todos los afios al Madison ‘Square Garden con su maravilloso «Show del Salvaje Oestes. ¥ quise saber més sobre los indios. Mis padres me compraron todos los libros que encontraron sobre in- dios americanos. Fue asf como empecé a leer los mitos de los indios americanos, y no pasé mucho tiempo hasta que empecé a encontrar los mismos temas en las histo- rias que me hacfan leer las monjas en la escuela. MOYERS: La creacién... CAMPBELL: ...1a ereacién, la muerte y la resurreccién, el ascenso a los cielos, el alumbramiento de una madre 38 El mito y el mundo moderno virgen... No sabfa bien de qué se trataba, pero reconocia el vocabulario. Uno tras otro. ‘MOYERS: ;Y qué sucedit CAMPBELL: Me entusiasmé. Fue el comienzo de mi interés por la mitologia comparada. ‘MOYERS: {Empezaste a preguntarte: por qué aqui lo dice de este modo, y en la Biblia lo dice de forma dife- rente? CAMPBELL: No, no empecé el anélisis comparativo hasta muchos afios después. ‘MOYERS: {Qué te atraia de las historias de los in- dios? CAMPBELL: En aquellos dfas la tradicién indfgena todavia se mantenfa en el ambiente. Los indios conti- nuaban siendo una realidad. Incluso ahora, cuando trabajo con mitos procedentes de todo el mundo, en- cuentro que los cuentos y narraciones de los indios norteamericanos son muy ricos, estén muy bien desa- rrollados. YY ademés mis padres tenfan una casa en los bos- ques donde habfan vivido los indios Delaware, quienes fueron atacados por los iroqueses. Habia una colina donde podfamos cavar en busca de puntas de flechas y_ cosas asf. Y los mismos animales que juegan un papel tan importante en las historias indias estaban por en- ‘tonces en el bosque, a mi alrededor. Fue una gran in- troduccién a la materia. ‘MOYERS: {Todas estas historias chocaron con tu fe catélica? CAMPBELL: No, no hubo choque. El choque con mi religién vino mucho después, provocado por estudios cientificos y cosas de ese tipo. Mas tarde me interesé por el hindufsmo, y volvi a encontrar las mismas histo- rias. Asi que no puedes decirme que no son las mismas historias. He vivido con ellas toda mi vida. ‘MOYERS: Proceden de todas las culturas, pero con temas intemporales. CAMPBELL: Los temas son intemporales, pero la in- flexién es de la cultura. 39 El poder del mito MOYERS: ;Pueden las historias tomar el mismo te- ma universal pero aplicarlo de un modo ligeramente Gistinto, segxin el acento del pueblo que esté hablando? CAMPBELL: Oh, si, Si uno no estd atento a los para- lelismos, podria pensar quizds que se trata de historias completamente diferentes, pero no lo son, MOYERS: Ti ensefiaste mitologia durante treinta y ocho afios en la Universidad Sarah Lawrence. Cémo lo- grabas que esas j6venes, todas provenientes de hogares de clase media y de religiones establecidas, se interesa- ran por los mitos? CAMPBELL: Los j6venes tienen un interés natural cn todo esto. La mitologia te ensofia qué hay detras de la literatura y el arte, te ensefia sobre tu propia vida, Es un tema vasto, muy estimulante, enriquecedor. La mitologia tiene mucho que decir sobre los estadios de la vida, las ceremonias de iniciacién cuando uno pasa de la infaneia a las responsabilidades adultas, de solte- ro a casado. Todos esos rituales son ritos mitolégicos. ‘Tienen que ver con tu reconocimiento del nuevo papel que asumes, el proceso de desembarazarse de la vieja personalidad y adoptar la nueva, o acceder a una pro- fesién con responsabilidades. ‘Cuando un juez entra en la sala del tribunal y todos se ponen de pie, no estdn revereneiando al hombre sino a la toga que esta usando y al papel que representa, Lo que lo hace digno de ese papel es su integridad, como Tepresentante de los principios de ese papel, y no un conjunto de prejuicios personales, De modo que cuando te pones de pie en un tribunal de justicia, lo haces ante tun personaje mitolégico. Supongo que algunos reyes y einas son las personas més estuipidas, absurdas y ba- nales que nadie pueda imaginarse, probablemente inte- resados nada més que en caballos y mujeres, ya sabes. Pero el subdito no responde a ellos como personalidades sino como enearnaciones de un papel mitolégico. Cuan- do alguien adopta el papel de juez, 0 presidente de los Estados Unidos, el hombre ya no es ese hombre, es el representante de una funcién eterna; tiene que sacrifi- 40 El mito y el mundo moderno car sus deseos personales ¢ incluso sus posibilidades vi- tales a la funcién que esta representando. ‘MOYERS: Asf que en nuestra sociedad hay rituales mitolégicos en vigor. Uno es la ceremonia del matrimo- nio. La ceremonia de juramento de un presidente o un juez es otra. ZQué otros rituales tienen importancia en Ta sociedad actual? CAMPBELL: Ingresar en ol ejército, ponerse un uni- forme, es otro. Tu abandonas tu vida personal y acep- tas un modo de vida socialmente determinado al ser cio de la sociedad de la que formas parte. Por ello ‘encuentro obseeno que se juzgue a la gente eon eédigos civiles por lo que hicieron en tiempos de guerra. Alli ac- tuaron no como individuos sino como agentes de algo que estaba por encima de ellos y a lo que se habfan en- tregado por dedicacién. Juzgarios como si fueran seres humanos individuales es totalmente incorrecto. MOYERS: Hemos visto lo que sucede cuando las so- ciedades primitivas son desplazadas por la civilizacién del hombre blanco. Se caen en pedazos, se desintegran No nos ha estado pasando lo mismo desde que nues- tros mitos comenzaron a desaparecer? ‘CAMPBELL: Exactamente, eso es lo que ha pasado, MOYERS: {Por eso las religiones conservadora: claman hoy una recuperacién de la antigua tradicién religiosa? CAMPBELL: Sf, y estan cometiendo un terrible error. Estn volviendo a algo que es arqueolégico, que ya no sirve a los fines de la vida. MOYERS: Pero {no nos ha servido a nosotros? CAMPBELL: Claro que si MOYERS: Comprendo esa nostalgia. En mi juven- tud yo tenfa estrellas fijas. Me confortaban con su permanencia. Me daban un horizonte conocido. Y me decfan que habja un padre amante, bueno y justo allé arriba miréndome, dispuesto a recibirme, pensando en mf todo el tiempo. Ahora, Saul Bellow dice que la ciencia ha barrido todas las creencias. Pero para mi esas cosas tenfan valor, Hoy soy lo que soy gracias a 41

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