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14. Las reacciones de los progenitores frente a los adolescentes y a su comportamiento* E. James Anthony : Introduccién de los compiladores A medida que aumenta en nuestra época la complejidad del medio so- cial y cultural, el periodo de la adolescencia se va ampliando puco a poco (en especial en el mundo occidental), En el pasado, se lo consideraba una fase breve y pasajera que levaba de la nifiez a la adultez, y que sélo tenia importancia transicional; pero en las diltimas décadas ha co- brado relieve como una etapa fundamental del desarrollo, que requiere atencién médica y psiquidtrica especial. La razén de ello parece residir en el hecho de que los tipicos conflictos evolutivos entre las fuerzas pro- gresivas y regresivas que se movilizan en esa ctapa en el interior del indi- viduo se han intensificado a raiz del malestar que afecta al medio cul- tural contemporanco, Los datos antropolégicos y sociolégicos que se ofrecen en este capitulo ilustran la marcada diferencia entre la vida civilizada de nuestros dias y la situacién del ser humano en sociedades mds simples de épocas no tan recientes. Para el observador adulto, y para el propio adolescente, la cultura de los jévenes pareceria estar experimentando un rapido cambio, semejante a un estado de flujo continuo (de rebelién, de regresion o de repliegue), en comparacién con el ambiente mds aptitud para la com. Brension y la empatfa en estos casos de jévenes en transicién. Esto les permite sentirse lo suficientemente oSmodos y segurcs {ine para enfrentar al adotescente més turbulento, y aminora las fluctuaciones entre la cautela y el descuido. Los sdolescen. Hee muy sensibles a las actitudes falsas y amaneramientor les adultos que no saben con certeza si deben tratarios como inferiores, superiores 0 iguales, y es posible que exploten a méximo esa incertidumbre asumiendo actitudes provocativas La reaccién estereoti considerado como objeto sexual ‘Aun en esta €poca aparentemente muy ava ualquier quiosco se puede obtener Ineraire is S¥Ndo ey dad infantil y los periédicos ofrecen vividos °°, sexual las actividades heterosexuales prepuberaice ef M98 acerca ie madurez sexual bioldgica de los hijos pascte’ eM de Ip mente de sorpresa a Ia familia, como dine eo ivarehie alguno preparada para este hecho natural anon svit® Mods ho tiempo ats. Se dira que las primerae ee dese my del impuiso sexual son pasadas por Balto o'eqrna stations, «juegos de nifios», por lo cual no Seles toma con °8*4MS come rrollo de las earactristicas sexuales secundangar'®, El dese nes yflujos menstruales hacen que la familia erat, Poli. tome coneiencia del nuevo objeto sexual que haar oeent [ea respuesta varia segin las familias. En ‘iguned,@® SY Sn0 de acontecimientos de la pubertad es compatida ia’ eon imiembros del mismo modo que otes hechon, micas otras se los silencia, confindndoos a la intimidad aati, o22 20 el cuarto de bafo. ens 68 Sormri Las reacciones de los progenitores ante Ia pubertad guon estrecha relacin con la medida en que se ha nccrraas Some? srado la serualidad en ta familia, que se manificts oases ™ostraciones de afecto entre los miembros de esta'y cn (os ocimientos bioldgicos precisos que poseen los nice, Hig co dres que ven en ese acontecimiento la consumacion de su peony desarrollo psicosexual, que completa el cielo de lav gence nes, Otros sienten una lasciva curiosided por la lipids 4 6 tubeante sexualidad del novicio, y disfrutan vicariamente Yt ‘ulando su eclosién a la vez que se burlan de la incompetence del joven. Un tercer grupo de progenitores,sexvalmente min reprimidos, suelen reaecionar con desolacion y desaprado onic Ja menor manifestacién erdtica, "La mujer frigida, infantil en Wo psicosexual,insiste en mantener un estedo asexuado no slo para ella sino también para sus hijos [14]. Se mucsira ccys ante los indicios de la pubertad, y le repugna cualquier forme de heterosextalidad adulta. En cambio, no la perturba mich el despliegue de tendencias homosexuales del adolescentc, los sintomas que indican fijaciones orales y anaes o los inter. incestuosos. Las reacciones de hostilidad frente. Iv madwre? sexual contrastan con el desborde de erura patoléica que ose siona la inmadurez, de manera que los hijos quedan attapudes en un forbellno de attudes y eomportamientoscambintes ais Tos confunden ain més que los sucesosbiolgieos qu ten gor en su interior. Ineapaz de aceptar eu prop fein. mujer frigida se ve Hevada inevitablemente a sabotear el 320 sequal de su hija edolescente. Mientras la nia es algo roll Sex adr esté en buenos ‘Grmincs con ella, pero le einer plano un conflcto dindmic, yia madre pubertad oe ana intensa animadversin, No puede ni quiere ae presa de hija se convierte en mujer, y el conflicto tons Pee co de nied exe de seat cl p> ete or propia identidad. A cualquier nif le reslta di Blea de PryPpropia evoucion las inhibiciones neuétias de stor en oni clan nes rer gus pate: Fesarolo de Ta identidad sexual come en tein del vii xaseruado> al. adolescente sexuado actatiataie poner « procba le madorez pscoserual Gel pro 7m i no que suele pesar en st vinculo con elo. «El mis sel tee a qulen el progenitor podia prodigar rancas ma. io clones de afesto durant le nifer sea convertido en un aifeatersalments extimulante y tabd. En consecucncia, lot ie teren que movilizar sus defensas para afvontar a argue aire ig ruclan sus props Tentasias inccstucsasy [3] ir efecto de Ia adoleseencia sobre el aduto es la reactive: id tease propios conliictos adolescentcs, con abierios com. Cees muoerotics, homesexuales Yediicus. Tone ager Jig asf como una descompensacign adotescente de efecto te tiado. En ocasiones, esta irrupciin de emociones adolescen- {etafocadas leva al progenitor # someterse a una psicoterapla (Oven gor una familia potde suir dos erie al mismo tempo fide le aolescencia, que afecta al hijo, yuna crisis adolescente rractvada en el progenitor, a irpeién de estos impulsos sexuales puede limitarse al dominio de In psicopatolotar pero no es rao qu afest la vida fetdlane, especialmente en hogares con males condiciones de Wid, cam consecvencia de Ins privaciones economica, el sleo halismo y la enfermedad mental. En tales eircunstanclas, Ta Bui barter contra el incesto pucde ceder. dando iuger a una tie de aborios y embarazos, En un studio realizado en un hospital obstérico, ze calculé que all menos un tere de lon embarezs iegitimos eran producto. de una unién incestoose, Prinipalmente con el padre, Sorprende que la ifra no sea in mayor, dad la difusion de las Fantasias tipo xLolitay entre les ombres de mediana edad con hijas adolesentes, que nos es revelade en la psicoterapia, Atimisimo, es earacterstico que les padres que mantienenelacfones cuas\incestuoses con is has reasionen con. pudibunda indignacion ante cualquier interés heterosenual adulto de estas, También en este caso encontramos esa ambivalencia en ta reucidn de los progenitores a aque aludimos al hablar del Adolescente considerado como un objeto peligro. Un andi de las comunicasiones entre los padres y los adolescente a raiz ico encublertamente sexuel puede frustrar ef moye os desempenian Sus papeles concientes e incert ‘n'a desos ¥ temores que permanecen yn vez son express verblent. En ico, por itor puede reaccionar con justiicable ansidad, Sets i ck see Conduee de una manera apropiada al c6digo predom yer Se qrupo de pares. Por dcbeio de esta reaccién puede mam Ste mnos eonciente, con Ia cual el padre. provaca. al “Ghicscnte para que exprese en su actuaciOn algunas dea seo intense fantasies inconcentes, catigéndol al misme Pere cuando tate de hacerlo. Tal vez el joven tenga. una aura vislumbre de eta manipulacin inconciente,respondien Gora lay opuestes comunicacones de los dos niveles con une Sonunicacon propia de «doble vinculo».. Quizé niegue, por ffempo, que haya hecho algo malo, indignéndose ante la sor pecha de eso, ya Ia ver exagere la importancia de la experien ia serual heclendo una montana de tn ignominioso grano de freon ive an, cl prose utd estar reasonan do ante Ia honda insatsfcsign que le produce su propia suet senual en Ia vida, envdiando al hij porgue esc obtene sige deo que Al debe privarse. Por su pate, cl adolescente puede reaccionar coléreemente porgue aque! fo acusa de emprender aetividades que a menudo ha deseado pero no se ha atrevido A levar ata préctica debido asus propia inhibiciones y ls de su consort. En tals circunstancia, padres e hijos pueden tenet Ia imprsion de que los impulos biolégicos de los j6ve nes estinergiendo una insuperable bartera entre ellos {131 wa rivaldad sexoal que se manfieta en la familia en ests <época puede ejercer efectos perturbadores en el matrimonio. atreciva puede convertrse en rival para una madre aque durante muchos afos hs frusirado a su esposo. El padre comienca a reparar en su hija y halla razones para llevara cll de paseo en lugar de levarla ala madre. También puede co mena a reasciona ante ls elas de agula can aos fe venes de una manera celossy host éndolas mal- Fmeorado'o refinéndose'a les ou acerbas lca (Une jovencita decia risuefiamente que su padre habia tenido un ataque de eedipts.) La rivaled entre madre ¢ hija halla su expresin extrema en el contexto del «sindrome de lu me- opausiay la menarca, cuando la terminacién de la vide re Broductva dela madre coincide con al florecimiento de la se Aualided en Ia hija. La interaciGn suscita en ambas angusti uate en tabi smbas angustia 2 depesionconsiderables, yas qurllas de fa prepubertd inet ua guerra abieta en Ie gue a prestinds de reaceiones de los adultos ante las premiosas stu de un conti Gn que ambas par tientes en respuest plieitos, pero que rara 322 adolescentes pueden aberca esde el autoerotismo hast ee cn or i ir a Spal nik ea mete ete gal oe G28 a Tins ee cn, ince Oped ere cote ile io acs ra ra ge onda sacs eal a en ico 0 La reaccién estereotipica ante el adolescente considerado como objeto de envidia Resulta claro que, en términos psicolégicos, el adolescente cesté en un camino ascendente en el momento en que los adultos {que cuidan de él se hallan en declinacién. Esta distinci6n bé- lea entre anabolismo y catabolismo provoca en el adulto, com- prensiblemente, sentimientos de envidia por el vigor juvenil, la libertad, la frescura y la alegre despreocupacién del adolescen- Esa envidia puede manifestarse en un constante menospre- io burlén ante la simplicidad, torpeza e inexperiencia mun- Gana del joven. En el peor de ios casos, puede tomar la forma de actitudes sumamente sidicas, disimuladas tras los rituales Una causa frecuente de trastornos en la familia es la com- petencia de un progenitor narcisista con el adolescente del mis- mo sexo. Durante mucho tiempo ha sido més eficaz que su hijo en la mayoria de les cosas, y no puede concebir que este llegue a superarlo. En este punto, el padre bien adaptado se retira elegantemente del escenario, admitiendo el nuevo estado de cosas, pero el inmaduro se esfuerza con pertinacia por i Ponerse a su rival en todos los campos, arriesgindose incluso a sufrir una lesiGn coronaria —como le sucedié hace poco a un padre que trat6 de vencer a su hijo adolescente en diez com- ilgticas diferentes y tuvo que ser Ilevado al hospital al finalizar la octa iosa ante los acontecimientos biolégicos de ta puberiad puede asumir ‘verses formes, Une anata he descripto las manifestaciones sédicas de Ia madre en su modo 323 ‘a su hija en Ia epoca de la menarca: «De de tat ia que muchas madres hacen todo cians ara mantenerse jOveDes y PATA NegAr, AUN ante si migmecoe® Patho de que estin enveeciendo. Su hija adolescente t= cverda desagradablemente lo que estén tratando de olviga"™ Geecultara los demés. A menudo ocurre que Ia primers? & ftuscién de la hija coincide con la menopausia de'la Ib cual intensifica enormemente las reacciones de es » (al. , ; Faas comunidades primitvas, la apresén contra el pe, cst insttucionalizada, y por ende es més franca. Un Pest pelogo describe ast la reacién de las madres ante la abie® del clitoris, en 1a ceremonia de iniciacién femeni Tan pronto como el trozo de came hubo caido al suelo, la mack Gumbre de mujeres comenzé a chillar y a gritar aiegrememe 4 algunas se pusiron a bailar solas» [10]. El conflicto genes Cional tiene como finalidad, en part, evitar que la juventud co sscenso —con toda su pujanza y entusiasmo, sus erecientes ce rocimientos y habilidades, su mente ya bastante abierta y oy ‘colosal capacidad para asimilar nuevas ideas y modos de vidas erribe al exégimen» y subvierta los roles adultos. Los rivoe de iniciacién contribuyen a mantener al joven en su lugar, y Io mismo hacen los exdmenes de calificacién [15]. El examine dor puede ver en esa prueba un medio para «tomarse la revan cha» contra su propio padre, o para lograr que sus hijos «sc ajusten a las normase y hagan exactamente lo que se les dice La animosidad de algunos examinadores en estas ocasiones ya es un tema del «folklore» estudiantil, y conduce a una intensa aunque impotente animosidad contraria por parte de los estu- diantes. Interesa recordar que en los exémenes medievales se Je hacia jurar al candidato que «no se vengaria: del exam nador». Los mecanismos de la envidia adulta suelen basarse er diferencia entre la experiencia de la vida que tiene el hi Ja que tuvo el progenitor a su edad. «Nunca posei un automé- ‘cuando tenia tus ailos; no veo por qué tii habrias de po. scerlo»; «Tu asignacién mensual es mayor que la que yo recibia en un afio»; «Yo debi trabajar para poder ir a la escuela, y ta vas a un colegio privado». La situacién es agravada por los abuelos, otrora tan severos con sus hijos y que ahora aparcn temente se dedican a «malcriar» al nieto adolescente. . Uno de los métodos que han hallado los padres para mane- jar estos dolorosos sentimientos de envidia consiste en identifi- ‘carse con el joven y hacer suyo, de un modo narcisista, el fu- turo de este, El adolescente se trasforma en el portador de las ambiciones y aspiraciones instisfechas de los padres, cuyas nergias se drigen ahora ayudar al hijo en su aseenso y no Mens. Madre te ali. la 324 refrenarlo, si bien este proceso puede suscitar en el adolescente ‘conflictos y resentimientos no menores que en el otro caso. La reaccién estereotipica ante el adolescente considerado como objeto perdido Muchos autores se han referido ala depresign que carate iza a la primera parte de la adolescencia, cuando el joven re- tra Ia investiduraafectiva de ss objets infantis. Los hijoe den a sus padres, pero estes también empiezan a perder @ sus hijos, y la depresién que esto les causa puede trasformarse en una melancolia clinicamente seria. Los padres experimen- tan una sensaciOn ce vacfo en el hogar y una ausencia de loz objetivos que los habian motivado tan intensa y persistentemen- te durante la nifiez de sus hijos. i Tal vez intenten en forma desesperada recuperar el objeto perdido, Algunos apelan a todos los expedientes para cerrar las puertas, levantar los puentes y cavar fosos que impidan el slejamiento de sus hijos adolescentes, pues no Hlegan a conven- cerse de que esa pérdida es tan inevitable y casi tan irreversible como la muerte. Pueden presentarse ante estos como objetos aparentemente nuevos, disfrazados de compaficros de juego adolescentes, pero el joven percibe con facilidad al viejo objeto ‘en el nuevo y se esfuerza atin més por evadirse. Quizés inten- ten también vivir al mismo ritmo que los jSvenes, desgastandose cen esa empresa, o bien logren impedir el ingreso de nuevos objetos, al menos por un lapso. Puede llevar algiin tiempo el descubrir que la conquista de nuevos objetos y Ta pérdida de los anteriores son hechos natura- lesen el curso de la adolescencia normal, y que la tinica posibi lidad de impedir la evasién del adolescente la ofrece el sistems- tico sometimiento del nifio desde sus primeros afios de vida, de modo que cuando Hegue a la adolescencia el sojuzgamicnto incestuoso sea completo. Este es el tipo de nifio que parece no entrar nunca en la adolescencia. Su nifiez se prolonga de ma- nera indefinida, y los padres poseen sin duda al hijo, pero Ja ambivalencia que entrafia la fijacién es tan grave, y tan extre ‘mos los procesos patol6gicos en el nifio, que la conservacién de este junto @ si brinda a los padres escasos motivos de felicidad. ‘Un modo més seguro de conservar, por lo menos en parte, al hijo perdido es colaborar con el proceso de separacion e indivi duacidn, hasta que se complete y Iegue a su culminacién en la edad adulta, ‘Se hace posible entonces una nueva relacién, en la que dos personas adultas, ligadas por recuerdos felices de Is vida en comin, comprueban con sorpresa (pues ignoran 325, Ia fuerza de ls procesos de identifica imeresescompertidos y descubren un nosso 2% mu sy comp ua. Est pcr 20 proven yg By lo anacltico, sino del redescubrimiento dei yi! Sitio nie abjetoadulto, una vez que el progenitor ha rng £ Gian, mente a 6] al comenzar su adolescencia, “so sian” La reaccién estereotipica ante el e adolescent considerado como individuo inadaptado eee ee eens rn a evel dome id ares een ne Sl un secmeraie min oe tiene en un columpio mecénico: «A veces se cath ae Sonchsupe eae ea areas re ‘se producird el préximo envién». El adulto, en nuestt pala occidental, ha aprendido en aparienci . Tau cece aa cee ity neta Sammi, ype ecg eo leone acne pe sitesi Rite late 9 porn le texto quiz se requiera una investig — Ss Pasa ued ries og nen ela erg ter, Set aie ae RB ane ths 2 lay an i en pepe ry eer wots & ata dh aa ri pirat mas de la mitad pensaban que a cste fn el ga a I eho on pte meer gu ks pros ase temo pute es mag orl a lenacin de pares do locos. inestable, como el sexualmente Sensaciones de desorden inte 26 See onc generaciones», que puede esi Ut ge a vide cuando 18 screen mia a veces Prema dad, mane nse eolexeete er ‘, Ment. Dis. Monogr., 56:1, 1932, “ pac . Denny, T., Feldhusen, J..'y, Condon, ing, and ‘achievernentay 7” Bon’ Pay . Frazer, J., The Golden Fraser, J., The Gold 4 s. 6. 7. Freud, A, 8. 9. 5, G., cAnsiety, divergent thine J'Bdue, Prychot.. 96.4045. 1965 Bough (ed. abrev.), Londres: Macmillan, [ogy A> «Adolescences, Psychoanal, Stud. Child, Gelecrd, E.R, Some iscsi Pechoanal” stad ey Pneneana Jacobson, E \e 13:255-278, lytic technique in ado nig er heanal. Si i 283, 195; > shdotesene "poods and the remodeling of psychic feanal, “sa, Child, 16:164-183, A Gussi Communi (ea), Six’ Gultusee Nocera » «Adolescence in Primiti: . oe ony gepnes ih Primitive and Modern Societys Mataviny, 1990. pan (EaE)+ The New Gensresien °R,Y- 14. Stekel, w., pag. 24, 15, Sutherland, J. D., «Three case: f i + tons», Brit, J, Med. Psychol, 19: 73-81" Foard failure in ming,

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