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Aporno Y BENJAMIN: UNA CORRESPONDENCIA A MEDIANOCHE EN EL SIGLO La correspondencia entre Adorno y Benjamin cons- tituye un documento precioso sobre una época tan cereana ~cuando Europa ardfa en medio de gue- rras y revoluciones, de dictaduras y genocidios— y que sin embargo parece estar a afios luz de la nues- tra, Un periodo trastornado y trdgico que ha dejado huellas evidentes en algunos de sus aforismos: aquel de Adorno, en Dialektik der Aufhlarung, don- de indicaba la tendencia de la racionalidad occi- dental a volverse totalitaria, y el de Benjamin, en sus tesis “Sobre el concepto de la historia”, donde escribfa que todo documento de cultura es a la vez un documento de barbarie.! Esta correspondencia es el espejo fiel de tal constatacién dialéctica. Se ! Theodor W. Adrono, Max Horkheimer - La dialectique de [a raison, Gallimard, Paris, 1974, p. 24 (Cast. Dialéctica de la Ilustracién, Trotta, 1994); Walter Benjamin, “Sur le concept dhistoire”, Oeuvres III, Folio-Gallimard, Parfs, 2000, [119] presta a lecturas multiples y nadie se queda con hambre en este yacimiento de ideas, de evocacio- nes, de anotaciones erfticas sobre la cultura, el arte y la historia. Puede leérsela como una ventana abierta hacia los talleres de pensamiento de dos fildsofos que han marcado el siglo xx, como un do- cumento precioso de la cultura alemana en vispe- ras del diluvio que sumergirfa a Europa, o aun como un testimonio emocionante de la grandeza y la mi- seria del exilio judeo-alemén frente al nazismo. Se puede leer en fin -y esta lectura no es necesaria- mente la menos compleja— como la historia de una amistad intelectual anudada y reforzada a lo largo de las cartas, en otras palabras, como el relato del encuentro, del didlogo, de la afinidad y de las incomprensiones que unen y separan al mismo tiempo a dos grandes espfritus. Lejos de ser incom- patibles, estos itinerarios de lectura se cruzan cons- tantemente, dado que tocan aspectos {ntimamente ligados, mezclados entre ellos, y a menudo imposi- bles de separarlos. Hay que tratar de enlazar los hilos de esta amistad.’ Una época cercana y lejana p. 433 (Cast. “Tesis de la filosoffa de la historia”, Angelus Novus, Edhasa, 1971). ? Para una reconstruccién dtil del debate entre Adorno y Benjamin, ef. Richard Wolin, Walter Benjamin, an Aesthetic of Redemption, University of California Press, Berkeley, 1994, cap. 6 (“The Adorno-Benjamin Dispute”), pp. 163-212; y Eugene Lunn, Marxism and Modernism. An Historical Study of Lukdcs, Brecht, Benjamin and Adorno, Verso, Londres, 1985, section II] (“Benjamin and Adomo”), pp. 149-279. 120 CosmOpous. FicuRAS DEL EXILIO JUDEO+ALEMAN ala vez. Cercana, porque sélo en el curso de estos Ultimos veinte afios la mayorfa de los amigos y co- laboradores de Benjamin —de Gershom Scholem a Leo Léwenthal, de Pierre Missac a Hans Mayer- han desaparecido, no sin haber hablado copiosa- mente de él, y muy numerosos son atin hoy, sobre todo en Alemania, los antiguos discfpulos de Ador- no, Lejana, muy lejana por razones que van més all de la constataci6n evidente de que la Europa dominada por Hitler y los fascismos pertenecen a un pasado caduco, tragado. Lejana también por el estilo y las modalidades mismas de esta correspon- dencia, que es testigo de un placer por la comuni- cacién epistolar entonces habitual —cuando el te- léfono tenfa una difusién atin limitada, e Internet no exist{a ni siquiera en la ciencia fiecién— y hoy ampliamente desaparecido. Adorno nos dice que Benjamin alimentaba una verdadera pasién por las cartas, actividad a la cual le dedicaba mucho tiempo. El acto de escribir le procuraba un placer del que no podia privarse y que cultivaba como un arte, cuidadosamente sus- tentado en los detalles minimos. Infrecuentes son sus cartas escritas a mdquina y sus pdginas ma- nuscritas saltan a la vista por la caligraffa cuidada, con sus caracteres finos y regulares, y por el cui- dado extremo de la forma que hace de cada pagina un todo armonioso. Parece que él atribufa una gran importancia al apoyo y que, incluso en el exilio, su amigo de infancia Alfred Cohn segufa proporcio- CosmOPouis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO*ALEMAN 121 ndndole una cierta calidad de papel. Les hdbitos —Adorno formula la hipétesis de la influencia de Stefan George que le habfa ensefiado “el modelo del ritual”—* superan las normas corrientes para las generaciones intelectuales de entreguerras. In- terpretando el estilo epistolar de Benjamin a la luz de su teorfa del Trauerspiel, el drama barroco ale- m4n, Adorno escribe que “las cartas eran para él grabados de historia natural, eso que sobrevive a Ja muerte”.* En cuanto a Adorno, casi siempre mecanografiaba sus cartas, agregando a menudo correcciones a mano. Hay allt, sin duda, un sinto- ma. El perdonavidas despiadado de Ja sociedad administrada y de la reificaci6n universal -el re- verso dialéctico de la Aufkldrung— siempre logra, a pesar de todo, acomodarse con los apremios de la sociedad de masa. Se instalé de manera bastante confortable en Estados Unidos —donde es dudoso que Benjamin alguna vez hubiese podido aclima- tarse— iniciando en seguida una colaboracién con la radio, que sin embargo era a su manera de ver una expresién de una tendencia histérica a la “re- gresion de la escucha”. Una foto de los afios sesen- ta, €poca en la que tomé la direccién del Instituto de Investigaciones Sociales de regreso en Alema- nia, nos lo muestra en su oficina, hablando por te- § Theodor W. Adorno, “Benjamin, Pépistolier”, Sur Walter Benjamin, Alia, Parts, 1999, p. 55 (en lo sucesivo citade como SWB). 4 Ihid., p. 57. 122 COSMOPOLIS, FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN léfono como un banal jefe de empresa.’ Seria de lo mas diffeil imaginarse a Benjamin en tal postura. Ciertamente, los tiempos no eran los mismos. Eso sin duda es lo que explica la fascinacién que ejer- efa sobre Adorno la escritura de Benjamin, al pun- to que evocard sus cartas, varios afios después de su muerte, como una marca arqueolégica, como la secuela preciosa de una era perimida. Una fasci- nacién en la cual se mezclaban, sin duda, tanto su apego a la memoria del amigo desaparecido como su nostalgia roméntica por una forma clasica de la comunicacién que él mismo no estaba en condi- ciones de perpetuar. oki Esta correspondencia concieme esencialmente a los afios de exilio. Para el perfado de Weimar, sélo quedan las cartas de Benjamin. Las de Adomo, que quedaron en Berlin en 1933, en el momento de la partida de su destinatario a Paris, se perdieron. Los dos fildsofos se encontraron en Alemania en varias ocasiones, en Francfort y en Berlfn, asf como tam- bién en Kénigstein, cerca de la capital prusiana, donde mantuvieron, en 1929, “interminables con- versaciones” respecto del Libro de los pasajes, cuyo proyecto Benjamin acababa de elaborar. Sus car- tas de ese perfodo apuntaban més a mantener los contactos que a desarrollar un didlogo, que podia 5 Ver esta foto en Hartmut Scheible, Theodor W. Adorno, Rowohlt, Hamburgo, 1989, p. 135. Cosmérouis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 123 tener lugar en encuentros bastante frecuentes. Adorno se inspiré ampliamente, en su tesis de ha- bilitacién sobre Kierkegaard, en el método epis- temolégico enunciado por Benjamin en su intro- duccién al Drama barroco alemdn. En cuanto a Benjamin, debfa dedicar a este trabajo un informe muy elogioso, cuando fuera publicado en 1933 bajo el tftulo Kierkegaard. La construccidn de la estéti- ca.° “Este libro —asf terminaba su artfculo— perte- nece a la categorfa de esas raras primeras obras en jas cuales un pensamiento alado se eleva en el ni- cleo de la eritica”.? Durante los afios de Weimar, Adorno y Benjamin habfan echado los cimientos de un didlogo que debfa desarrollarse fuera de Ale- mania. A partir de 1934, su correspondencia se volvié mds asidua y se enriquecié con un intercam- bio intelectual intenso de manera extrema. El exi- lio es, de alguna manera, el que los acercé y quien consolidé su comunidad de pensamiento, tanto m4s fuerte en cuanto compartian una misma condicién de outsiders. Sus cartas se volvieron el lugar de un debate en lo sucesivo imposible en Alemania, ersaiz [alem. sustituto, n. de la t.] de un espacio publico aniquilado donde eran analizados y discutidos ma- * Theodor W. Adorno, Kierkegaard. Construction de Vesthétique, Payot, Parfs, 1995; Walter Benjamin, Origine du drame baroque allemand, Flammarion, Parfs, 1985. * Walter Benjamin “Kierkegaard. Das Ende des phi- losophischen Idealismus”, Gesammelte Schriften, Bd. III, Suhrkamp, Franefort/M, 1987, p. 383. CosMOPOLis, FIGURAS DEL EXILIO JUDEQ-ALEMAN 124 nuscritos que corrfan el riesgo de no ser publica- dos y que, en el mejor de los casos, aparecfan en revistas y con editores confidenciales, sin poder pretender una verdadera recepcién ni una verda- dera critica. Pero en principio, gcémo nacié la amistad entre Adomo y Benjamin? Su primer encuentro tuvo lu- gar en Francfort, en 1923, en un lugar tomado por la intelligentsia de la ciudad: el café Westend, Opernplatz. En el origen de este encuentro estaba un amigo en comin, Siegfried Kracauer, a quien las péginas de esta correspondencia, es lo menos que se puede decir, no hacen justicia, ni tampoco al lugar que tuvo en la cultura alemana de la época ni el rol que jug6 en el camino seguido por nues- tros dos epistolégrafos. Redactor de péginas cultu- rales de la Frankfurter Zeitung, el diario alemén mas prestigioso de la época de Weimar, Kracauer habfa sido, en cierto modo, el padre espiritual de Adomo, a quien inicié en el estudio de la filosoffa desde la adolescencia, durante los afios de la Pri- mera Guerra Mundial. Era también amigo de Benjamin, a quien volvié un colaborador regular de su periédico. Pero Kracauer no fue mds que un intermediario. Filosoffa, critica literaria, estética, marxismo, teologfa, cultura de masas son las com- ponentes de una vasta constelaci6n intelectual judeo-alemana de la que Francfort y sobre todo Berl(n fueron entonces las capitales y en la cual se inscribe la amistad objeto de este texto. COSMOPOLIS. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 125 Una amistad que se consolidara con el correr de los afios, pero que nunca fue, hay que precisarlo, la mds importante de sus vidas. Prueba de esto es el tono formal y muy respetuoso que adoptan para escribirse durante més de diez afios: Lieber Herr Benjamin, Lieber Herr Wiesengrund. Su diferencia de edad de once afios, en el seno de una misma generacién intelectual —la de la Primera Guerra Mundial, que en este caso serfa sin embargo ina- propiado, de llamar Frontgeneration [generacion del frente, n. de la t.], ya que ni uno ni el otro conocie- ron las trincheras—, pesaba sin duda de manera nada despreciable en el mantenimiento de la dis- tancia en esta amistad.® Con veinte afios de edad, Adorno ocupaba entonces la posicién, segtin sus propias palabras, de “aquel que recibe”.? Fl escri- bird haber tenido el sentimiento, al encontrar a Benjamin, de descubrir Ja filosoffa. Son numero- sos los testimonios sobre la fascinacién ejercida por la personalidad de Benjamin, su autoridad, el rigor y el poder de conviccién de su palabra. Caracterfs- ticas que marcarén muy pronto, y quiz4s incluso més, con una buena dosis suplementaria de aris- 8 Sobre la generaci6n intelectual de Adorno y Benjamin, ef. Detlev Peukert, Die Weimarer Republik. Krisenjahre der Klassischen Moderne, Subrkamp, Francfort/M, 1987, pp. 26- 30, y E. Traverso, “Les juifs et la culture allemande. Le probléme des générations intellectuelles”, Revue germanique internationale, 5/1996, pp. 15-30. * Th. W. Adorno, “Souvenirs”, SWB, p. 68. Cosmopois. FIGURAS DEL EXiLIO JUDEO-ALEMAN 126 tocratismo altanero, la personalidad de Adorno. Tratamos de imaginar su conversacién en el café Westend, acompafiada por Kracauer, aquel que pa- saba inevitablemente, y que siempre ha tenido gran dificultad para expresarse por causa de su tarta- mudez. Unos afios antes de este encuentro, Kracauer habfa escrito, inspirado en su afeccién por el joven Adorno, un ensayo notable sobre la amistad cuya esencia captaba en “la consonancia de las perso- nalidades”, y de la que evocaba una de las formas posibles en “el amor erético espiritualizado” (durchgeistigte Sinnenliebe).° En este mismo afio 1923, Adorno escribia a Leo Léwenthal, después de haber leido Las afinidades electivas de Goethe, que él se sentia “en unién espiritual con Friedel” (Friedel era el diminutivo de Siegfried Kracauer)."" Ciertamente, su amistad con Benjamin era enton- ces de otro orden, igual que para este dltimo, el encuentro con Adorno no mareé un giro en su vida y en su camino interior comparable a su acerca- miento, unos afios antes, con Gershom Scholem, 1 Siegfried Kracauer, “Uber dic Freundschaft”, Schriften, 5.1, Aufsdtze 1915-1926, Suhrkamp, Francfort/M, 1990, p. 37, 1 Citade en Leo Lowenthal, “Erinnerung an Theodor W. Adorno“, Schrifien 4. Judaica, Vortrage, Briefe, Suhrkamp, Francfort/M, 1984, p. 78. Sobre la amistad atormentada entre Adorno y Kracauer, ef. Enzo Traverso, Siegfried Kracauer. Itinéraire d'un intellectuel nomade, La Découverte, Parfs, 1994. Cosm6roris. FIGURAS DEL EXILIO SUDEO-ALEMAN 127 que se aprestaba a emigrar a Palestina y que per- manecerd en lo sucesivo como su mejor amigo y su primer interlocutor. Incluso cuando comenzaron a Ilamarse por sus nombres de pila —Lieber Walter, Lieber Teddie— después de un encuentro en Parfs en octubre de 1936, Adorno y Benjamin siguieron tratandose de usted. En resumen, durante largos afios su correspondencia guardaré un car4cter un poco formal, estirado. Ciertamente, es la marca de una época y de convenciones propias de cierto medio social, pero también de una distancia que ellos no tenfan frente a otros interlocutores. Es im- presionante constatar, en cambio, la familiaridad, se dirfa incluso la gran intimidad que revela la co- rrespondencia entre Benjamin y Gretel Karplus, la mujer de Adorno, que Walter habfa conocido en Berlfn en medio de los afios veinte y que debfa ayu- darle (incluso en el plano financiero) en el curso de la década siguiente. Ellos se tuteaban y se Ila- maban por sus apodos, Detlef y Felizitas, dirigién- dose a veces notas llenas de afecto y de simpatia que el lector actual no podrfa evitar leerlas como “transgresiones” a los cénones estéticos postula- dos por Adomo. En 1938, cuando la pareja Adorno se instalé en Nueva York y el equipo del Institu- to de Investigaciones Sociales consideré la posibi- lidad de hacer emigrar a Benjamin del otro lado del Atlantico, Gretel trataba de animarlo al descri- birle el cardcter “surrealista” de la metropolis ame- ricana, donde a final de cuentas él podria sentirse Cosm6roLis. FICURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 128 en casa tanto como entre sus “arcadas” parisinas.'* Por su parte, Detlef escribfa a Felizitas que habfa visto por vez primera a Katharine Hepburn y esta- ba impresionado por su gran parecido.'* En resu- midas cuentas, el lugar limitado del humor en su amistad con Theodor no le autorizaba el atrevimien- to de felicitar al crftico inflexible de la cultura de masas de compartir su vida con una belleza holly- woodense. AK Esta “distancia”, que disminuye indiscutiblemen- te en el curso de los afios, sin desaparecer comple- tamente sin embargo, se manten{a debido a una re- lacién paradéjica: Adorno, el m&s joven, “aquel que recibe”, se ubicé raépidamente, desde 1933, en una posicién de superioridad tanto material como, po- driamos decir, “institucional”. Los afios veinte y treinta habtan visto surgir la obra de Benjamin, de su teorfa de la alegorfa en Los orfgenes del drama barroce alemdn a los aforismos de Direccién tinica, de su reflexién sobre la pérdida del aura de Ja obra de arte bajo el capitalismo industrial a sus tesis de la filosoffa de la historia, de sus erfticas literarias a su proyecto inacabado sobre Paris en el siglo x1X. ” Carta de Gretel Adorno a Walter Benjamin del 7 de marzo de 1938, en Theodor W. Adorno, Walter Benjamin, Brief- wechsel 1928-1940, Franefort/M, Suhrkamp, 1994, p. 314 (en lo que sigue citado como ABB), “| Walter Benjamin, Correspondance, Aubier-Montaigne, Parfs, 1979, t. HL, p. 258. Cosm6PoLis. FIGURAS DEL EXILIG JUDEO-ALEMAN 129 La obra de Adorno apenas comenzaba a tomar for- ma en esa época —despunta s6lo en la posguerra— y no habrfa que olvidar, leyendo las paginas de esta correspondencia, que han sido escritas por un lado por el autor del Passagen-Werk y por otro, por el futuro autor de Minima Moralia (1951), de Dialéc- tice negativa (1966) y de una Teorfa estética tam- bién inacabada (1970). En el momento de la muer- te de Benjamin, en 1940, Adormo sélo habfa escri- to un libro sobre Kierkegaard y algunos ensayos notables de critica musical. Algunos de estos tra- bajos debfan mucho a la reflexién teérica del autor de La obra de arte en la época de la reproductibili- dad técnica, algo que por lo demas Adorno recono- cia. Si Benjamin era para él una fuente inspiradora, serfa exagerado afirmar lo inverso. En el curso de las cartas, Adomo se revela como un lector atento de los escritos de Benjamin, extremadamente fi- no y penetrante, al punto de imponerse a sus ojos como un critico privilegiado y en muchos aspec- tos irreemplazable, pero ciertamente no como un inspirador. La paradoja reside en el hecho de que “aquel que recibe” no se acomodaba para nada en esta postura, ni tampoco aquella, répidamente adquiri- da, de crftico fraternal y riguroso, para adoptar la del mediador indispensable; por momentos, de manera indirecta, la del amigo mecenas, y a veces inclusive la mds detestable, la de censor. {Cudles son los arcanos dialécticos de una relacién tan 130 CosMOPous, FiGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN fundamentalmente desigual, donde la primacia in- telectual de Benjamin se volvia indisociable de su subordinacién material, con todas las consecuen- cias que inevitablemente se desprenden de esto? {Cémo ocurrié que “aquel que recibe” haya podi- do transformarse en juez, en el que decide, aquel cuya opinién e influencia determinaban el porve- nir, en aquel cuyas cartas eran esperadas con pal- pitaciones porque podian anunciar la salvacién o la catdstrofe? Serfa sin duda injusto atribuir esta paradoja a una estrategia de dominacién conscien- temente perseguida por Adorno. Esta relacién con rodeos se debfa sobre todo a una situacién objeti- va, creada por un contexto histérico que ellos no habfan elegido: el ascenso del nazismo al poder en 1933. Los apremios materiales y psicolégicos que se desprendian de esto se impusieron en esta amistad transforméndola, reforzdndola y remode- landola sobre la base de una nueva “jerarqufa”. Sin embargo, da la impresidn, que si bien Adorno no hubiera creado una situacién tal, se instalé con- fortablemente en ella. Para tomar la medida de esta metamorfosis, basta comparar la carta de Benjamin fechada el 17 de julio de 1931 con las de los afios 1938-1940. En la primera, él expresa- ba, a la vez con elegancia y firmeza, su resenti- miento por el uso desenvuelto que su amigo habfa hecho de sus propias ideas sin citar la fuente, en ocasién de su curso inaugural en la universidad de Francfort. Lo conminaba educadamente a reme- CosMOPoLts. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 131 diar este olyido en el momento de la publicacién del texto y seguidamente aceptaré la proposicién de una dedicatoria a guisa de resarcimiento.'* Una seguridad tal serfa inimaginable en las cartas de 1938-1940, donde el tono mucho més amigable e fntimo esconde a menudo el temor de expresarse con juicios susceptibles de ser mal interpretados y en las cuales, en todo caso, se cuidaba bien de cri- ticar los trabajos de su corresponsal. Tratemos de sondear este vuelco paraddéjico de los roles. Se trataba, ante todo, de una separacién en sus condiciones materiales de existencia. Am- bos provenian de la burguesfa judeo-alemana: Adorno era el hijo de un gran comerciante de vinos de Franefort (su madre, de origen corso y genovés, era catélica), Benjamin era hijo de un vendedor de arte en Berlin. Ambos debieron enfrentarse a la hostilidad y al conservadurismo de la universidad alemana donde siempre reiné un antisemitismo larvado. Benjamin répidamente debié renunciar a su carrera universitaria; apoyado por Pau! Tillich, Adorno obtuvo muy joven su status de Privatdozent, es decir, de docente no titular y no retribuido, que 4 ABB, p. 18. +5 Para un perfil de Adorno, ef. Detlev Claussen, Theodor W, Adorne. Ein letztes Genie, Francfort/M, Fischer, 2003, y Stefan Milller-Doohm, Adorno. Eine Biographie, Francfort/M, Suhrkamp, 2003, Sobre Benjamin, cf. Bernd Witte, Walter Benjamin. Une biographie, Cerf, Paris, 1988, y Momme Bro- dersen, Walter Benjamin. A Biography, Verso, Londres, 1996. 132 CosmoPouis. FICURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN era la posicién académica més elevada a la cual, fuera de algunas raras excepciones, podfa aspirar un intelectual judfo que trabajaba en las ciencias humanas. Pero Adorno pudo beneficiarse amplia- mente del apoyo financiero de su familia, al menos hasta 1938, mientras que Benjamin debié apren- der a ganarse la vida como crftico literario desde la muerte de su padre en 1926, que nunca dejé de considerar una verdadera maldicién. A partir de 1933 se encontré exiliado en Paris, privado de me- dios, obligado a contar con la asistencia esporddica de algunas instituciones judfas (como la Alliance Israélite Universelle), con la ayuda de algunos amigos y largas estancias junto a su exmujer, Dora, en San Remo, o en casa de Bertolt Brecht, en Dina- marca. Desde 1937, la pequefia beca de ochenta délares que le otorgaba el Instituto de Investiga- ciones Sociales, en lo sucesivo instalado en Gine- bra y poco después en Nueva York, al lado de la Universidad de Columbia, bajo la direceién de Max Horkheimer, se habia vuelto para él una con- dicién esencial de supervivencia. Adorno habfa iniciado su colaboracién con el Instituto en 1934 y s6lo se volvié miembro efectivo en la primavera de 1938 en cl momento de su instalacién en Nueva York, pero répidamente se impuso, gracias a su relacién privilegiada con Horkheimer, como el mediador habitual entre este tltimo, director cien- tffico y financiero del Instituto, y Benjamin. Era Adorno quien abogaba por la causa de Benjamin Cosm6potis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 133 ante Horkheimer, quien solicitaba y luego organi- zaba el encuentro de ellos en Parfs, quien informa- ba a Benjamin acerca de la intencién del Instituto de apoyar su proyecto de investigacién sobre Pa- ris en el siglo xix, ademas de favorecer su emigra- cién a Estados Unidos. Finalmente fue él, quien, desde el principio de la guerra, y sobre todo des- pués de la derrota francesa en 1940, desplegé es- fuerzos considerables para tratar de salvar a su amigo que se qued6 en Europa. En resumen, la historia de su relacién es la crénica de la depen- dencia creciente de uno respecto del otro. En una carta a Scholem de febrero de 1935, Benjamin evoca, por una vaga alusién al Proceso de Kafka, “el Instituto de Ginebra en el desvan del cual [...] se extravfa el hilo tan fatigado de mi existencia”.1® En otra carta de marzo de 1939, después de que su ensayo sobre Baudelaire, severamente criticado por Adorno, haya sido rechazado por la revista del Instituto, la Zeitschrift fiir Sozialforschung, hizo participe a su amigo de Jerusalén, “el corazén ex- tremadamente pesado”, de su temor de que Hork- heimer pudiese decidir cortar sus subvenciones,”” dejando escuchar las consecuencias catastréficas que una eleceién tal implicarfa para su vida y su 6 Walter Benjamin, Gershom Scholem, Briefwechsel 1933- 1940, Suhrkamp, Francfort/M, 1980, p. 188 (en lo siguiente citado como BSB) [Trad. cast. Correspondencia 1933-1940, Taurus, 1987]. 1 BSB, p. 300. 134 CosMOPOLIS. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN trabajo. En un ensayo de 1968, Hannah Arendt, que frecuentaba asiduamente a Benjamin en Parfs durante sus afios de exilio, recordé el “golpe” que fue para él darse cuenta de que su colaboracién con el Instituto podia cesar. Ella ciertamente exage- raba al ubicar la relacién de Benjamin con Adorno bajo el signo del “miedo”, un miedo debido tanto a la timidez como a la “dependencia” del primero frente al segundo, pero su sefialamiento —sin duda fundado més en el conocimiento de ambos hom- bres que sobre su correspondencia, entonces aun ampliamente inédita— captaba sin embargo el as- pecto mds problematico de su amistad.’* sek Esta correspondencia es asf el relato de un exilio que no fue vivido de la misma manera por los dos autores. Benjamin fue uno de los primeros en aban- 18 Hannah Arendt, “Walter Benjamin 1892-1940”, en Vies politiques, Gallimard, Parts, 1974, pp. 263-265. Si esta hipé- tesis de H. Arendt estaba sin duda inspirada por su antipatfa extrema respecto de Adorno (“;Ese no puede poner los pies en nuestra casa!” le debi6é declarar ella a Gunther Stern, su espo- so cn aquel entonces, después de su primer encuentro con el filésofo aleman [Elisabeth Young-Bruehl, Hannah Arend:, Calmann Lévy, Parfs, 1999, p. 101)), no obstante ella tiene el mérito de subrayar los aspectos probleméticos de la relacién Adorno-Benjamin. Los aspectos problematices, que en cam- bio Rainer Rochlitz queria ignorar reduciéndolos simplemen- te a “episodios de una critica recurrente por la cual el mejor disefpulo de Benjamin insta a su maestro a estar a Ja altura de sus promesas” (cf. R, Rochlitz “Le meilleur disciple de Walter CosMOPolis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 135 donar Alemania en 1933; desde mediados de mar- zo ya estaba instalado en Parts. Sus cartas a Scholem (y més atin aquellas escritas por este ultimo, en Je- rusalén) revelan una toma de conciencia extrema- damente precoz y aguda del “alcance histérico mundial” del giro que acababa de producirse.!” En tanto critic literario judfo, conocido por su orien- tacién politica de izquierda, Benjamin se percaté répidamente que toda posibilidad de trabajo para la prensa o la radio —sus principales fuentes de in- greso desde hacfa afios— se agotaria pronto. Si cl hecho de no haberse adherido jam4s al partido co- munista lo protegfa de la amenaza de un arresto inmediato, sabia que su carrera de eritico estaba terminada en Alemania. Todos sus contratos ha- bfan sido anulados. El 28 de febrero, le escribfa a Scholem que “el aire ya no se puede respirar” en Berlin y que él debfa hacer frente a un verdade- ro “estrangulamiento [...] econédmico”2° Su herma- no Georg, dirigente comunista, igual que el her- mano de Gershom, Werner, antiguo diputado y animador de la oposicién trotskista alemana, ha- bfan sido detenidos y torturados. Ellos serén de- portados y morirdn en los campos nazis. En abril, Scholem tomaba nota de la “catéstrofe” y hacfa ya Benjamin”, Critique, 1996, n° 593, p. 834). Si la amistad yla admiracién de Adorno por Benjamin son indiscutibles, sin duda es exagerado afirmar que él se consideraba su “disetpulo”. 19 BSB, p. 55. » BSB, p. 38. 136 CosMopoLis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN el paralelo entre el desmoronamiento del movi- miento obrero y el fin del judafsmo alemén.”! “La emancipacién de los judfos se presenta bajo una nueva luz”. ;Habria que sorprenderse, al leer en un curriculum vitae que este Ultimo escribird en el exilio, en su pedido de visa para Estados Unidos, que su recorrido intelectual se dividfa “de manera completamente evidente en dos perfodos: antes y después de 1933”?3 Después de la “puesta en cintura” de la cultura alemana hecha por el minis- tro de Propaganda, Joseph Goebbels, Benjamin debié abandonar un pafs donde no habfa ningtin lugar para él. Su cardcter de intelectual “sin par- tido” bajo la Reptblica de Weimar contribuyé sin duda a acentuar su aislamiento en la emigracién, donde se encontraba en gran manera cortado de las redes de acogida del antifascismo alem4n. “La vida entre los emigrados —escribfa a Scholem en diciembre de 1933-— es insoportable, una vida so- litaria no es mds tolerable y es imposible vivir en- tre los franceses. No queda més que el trabajo, pero nada lo amenaza més que distinguirlo tan cla- ramente como el tinico recurso interior”.* El nom- bre de Benjamin no figura en la lista tan henchida 21 BSB, pp. 55-56. 22 BSB. p, 50. 23 W. Benjamin, Gesammelte Schriften, Bd. VI, p. 227; M. Brodersen, Walter Benjamin, op. cit., p. 204. %4 BSB, p. 119. Ver sobre este tema Ingrid Scheurmann, “Un Allemand en France. L’exil de Walter Benjamin 1933- ” Cosmépo.is. FiGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 137 de los participantes en el Congreso Internacional por la Defensa de la Cultura, el primer gran en- cuentro de la intelligentsia antifascista que se Ile- v6 a cabo en Paris en 1935. El exilio privaba a Benjamin de toda base eco- néomica que fuese algo sélida, hundiéndolo en la precariedad mds grande. Pronto él no podré publi- car nada mas, ni siquiera bajo seudénimo (durante | un tiempo firmaba bajo el nombre de Detlef Holz). | Su Infancia en Berlin no seré més editada en vida; Deutsche Menschen, una colecci6n de cartas de clé- sicos alemanes que edité en Suiza, en 1936, tuvo un impacto muy limitado y el porvenir de su gran proyecto, el Libro de los pasajes, quedé dependien- do de los cambios de humor del director del Insti- tuto de Investigaciones Sociales. En enero de 1940, dirigfa a Scholem un estado de las cosas que era a la vez una deseripcién de la situacién mundial y un balance exacto de sus afios de exilio: “El porve- nir [...J es tan incierto que la minima lfnea que podemos publicar hoy es una victoria arrancada a las potencias de las tinieblas”.”* Su biblioteca, que él habfa enriquecido con el correr de los afios con una verdadera pasién de coleccionista, como una obra de arte, habfa quedado en Berlfn; recuperé sélo una parte en Paris, via Dinamarca, para ser 1940”, en Ingrid y Conrad Scheurmann (eds.), Pour Walter Benjamin, AsKI, Inter Nationes, Bonn, 1994, pp. 248-264. % BSB, p. 316. CosmOPoLis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 138 obligado a abandonarla otra vez durante la ocupa- cién alemana.”* Entre 1933 y 1940, cambié de vi- vienda muchas veces en la capital francesa, sobre todo debido a sus dificultades para pagar la renta. Adorno, en cambio, no se consideré como un exiliado en el sentido propio del término sino a partir de 1938, en el momento de su partida a Nue- va York.*’ Ciertamente, la llegada de Hitler al po- der ponfa fin a sus ambiciones académicas en Ale- mania, pero el hecho de no figurar en las listas de la jtidische Gemeinde (hab{a sido bautizado catéli- co, la religién de su madre, luego inscrito en la co- munidad protestante) y los medios considerables de su familia Je ahorraron el “estrangulamiento econémico” descrito por Benjamin en sus cartas. El pudo asi ser admitido en calidad de “advanced student” en el Merton College de Oxford, en la pers- pectiva de iniciar una carrera universitaria en In- glaterra. Un proyecto que no le atrafa en absoluto y que abandonard unos afios mds tarde, a principios de 1938, cuando fue Ilamado por Horkheimer a Nueva York para trabajar junto al Instituto de In- vestigaciones Sociales. Entre 1933 y 1938, Ador- no se desplazaba regularmente entre Oxford y 26 Sobre las vicisitudes de esta biblioteca, cf. el prefacio de Jennifer Allen a: W. Benjamin, Je déballe ma bibliotheque, Rivages, Paris, 2000. 2 Susan Buck-Morss, The Origin of Negative Dialectics. Theodor W. Adorno, Walter Benjamin and the Frankfurt Institute, Free Press, Nueva York, 1977, p. 137. Cosmopouis, FICURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 139 Franefort, donde residian su madre y su tia, una cantante y una pianista profesionales que lo ha- bfan orientado hacia la musica, y por las que tenfa un gran afecto (del que la correspondencia con Benjamin es testigo). Sin duda esta libertad de movimiento y esta soltura econémica permitieron a Adorno no resentir como un “golpe” el giro de 1933. No se explicarfa de otro modo la ingenuidad con que aconsejaba a Benjamin, en una carta de abril de 1934, inscribirse en la Reichsschrifitumskammer, la Asociacién de Escritores del Reich creada un afio antes por Goebbels, cuyo estatuto no contenfa atin un “Arierparagraph”.*® Esté de mds decir que Benjamin no seguird su consejo y que su propia solicitud serd rechazada al afio siguiente. No se explicarfa de otro modo su artfculo —esta vez ver- daderamente indecente— aparecido en Die Musik, en junio de 1934: una critica clogiosa dedicada a una obra del compositor Herbert Miintzel inspira- da en una coleccién de poemas del dirigente nazi Baldur von Schirach. Adorno saludaba en ella la aparicién de “la imagen de un nuevo romanticismo [...] quiz4s andlogo al que Goebbels ha denomina- do el ‘realismo romantico’”.?° Guardando memoria de este texto —que él reconoceré mas tarde como 28 ABB, p. 53. 2° Th. W, Adorno, informe de la obra de Herbert Miintzel, “Die Fahne der Verfolgten. Ein Zyklus fiir Mannerchor nach dem gleichnamigen Gedichtband von Baldur von Schirach”, Die Musik, junio de 1934, p. 712, citado en Rolf Wiggershaus, 140 COsMOPOLIS. FICURAS DEL. EXILIO JUDEO-ALEMAN un error— se puede apreciar mejor el aplomo con el cual demolia en 1937, en sus cartas a Benjamin, el magnifico libro de Siegfried Kracauer sobre Jakob Offenbach, una obra “vergonzosa” en la cual él descubrfa miras comerciales, un cardcter “apolo- gético” y la marca certera del “resentimiento del emigrado”.*° Para él era evidente que, después de tal crimen, el Instituto debfa modificar sus relacio- nes con Kracauer, de quien ya habfa rechazado una contribucién. En pocas palabras, Adomo no pare- cia conocer las angustias de la emigracién. Su co- rrespondencia con Benjamin s6lo guarda una hue- Ia de esto, en 1936, un afio después de la entrada en vigor de las leyes de Nurenberg, cuando le pide que se informe, con insistencia y discrecién a la vez, sobre la posibilidad de naturalizarse él mismo francés haciendo valer el origen corso de su madre*! (proyecto que debfa fracasar, asf como el pedido de naturalizacién de Benjamin). A partir de 1939, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el Instituto de Nueva York em- prendié esfuerzos reales para salvar a Benjamin y este ultimo abandonard sus reticencias de dejar Europa. Durante afios, la posibilidad de su emi- LEcole de Francfort. Histoire, développement, signification, Presses Universitaires de France, Parfs, 1993, p- 251, ABB, pp. 242-244. El libro en cuesti6n es S. Kracauer, Jacques Offenbach ou le secret du Second Empire, Le Promeneur, Parfs, 1994, *) ABB, p. 198. CosmOrotis. FiGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 141 gracién a América habfa sido evocada pero nunca se habia dado ningtin paso en ese sentido. Al res- pecto, habrfa que hacer el paralelo entre la corres- pondencia de Adorno y Benjamin con Ja que in- tercambié este tiltimo con Scholem a propésito de su eventual emigracién a Palestina —posibilidad vislumbrada pero nunca alentada por Scholem, consciente de las dificultades considerables que eso implicaba tanto en el plano material (la univer- sidad de Jerusalén no ten{a los medios de contra- tarlo) como en el plano intelectual (en Palestina, hubiera tenido que abandonar todos sus proyectos iniciados en Europa). Repetidas veces, las cartas de Benjamin fueron tenidas en cuenta por su in- tencién, nunca seriamente realizada, de aprender hebreo e inglés. A partir del verano de 1939 -so- bre todo después de la internacién de Benjamin, en otofio, en un campo para naturales alemanes, luego su hufda de Parfs, al afio siguiente, durante la ocupacién alemana— sus tentativas de dejar Francia se volveraén concretas. El Instituto no es- catimé esfuerzos, Adorno renuncié a sus vacacio- nes para seguir las operaciones de salvamento de su amigo, sin resultado. Es muy dudose que haya podido hacer algo més. Dos exiliados muy cerca- nos a Benjamin, Arendt y Kracauer, lograran lle- gar a Nueva York, Si él no lo consiguié eso no se debfa a una falta de ayuda sino a su mala suerte, al azar, a su agotamiento, a su desesperaci6n. Se sui- cidé en Port Bou, después de haber sido obligado COSMOPOLIS. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 142 a retroceder en la frontera espajfiola, amenazado con ser entregado a las autoridades francesas (y en con- secuencia a la Gestapo), pero sus compafieros de viaje pudieron cruzar la frontera espafiola, alcanzar Lisboa y embarcarse hacia Nueva York. El no tenfa la fuerza para tal periplo, para llegar a un pafs donde se sentirfa como uma pieza de museo, “el dl- timo de los europeos”.? Su suicidio no fue una re- nuncia, fue tanto un acto de desesperacién como su ultima protesta contra el fascismo, en el momento en que ninguna alternativa le parecia posible. aba Es impresionante constatar el silencio de esta co- rrespondencia acerca de los grandes acontecimien- tos politicos de la époea. Si 1a conversién de Euro- pa hacia el fascismo, luego la precipitacién de la crisis internacional hasta e] estallido de la guerra constituyen su telén de fondo, estas no son casi nunea objeto de ningtin comentario. No hay reflexio- nes sobre el proceso de Mosc, como en las con- versaciones entre Benjamin y Brecht® (salve una vaga alusién de Adorno a La révolution trahie de Trotsky),** ni informaciones sobre la represién en Alemania, ni apreciaciones sobre la Guerra Civil espaiiola y sobre el Frente Popular en Francia ni 22.1, Arendt “Walter Benjamin”, op. cit., p. 167. 34 Walter Benjamin, Essays sur Bertolt Brecht, Maspero, Parfs, 1969. *% ABB, p. 329. COsMOPOLIS. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN tampoco hipétesis después de la firma de los acuer- dos de Munich, como en la correspondencia de Benjamin con Scholem o de otros exiliados.** La raz6n fundamental de este silencio reside sin duda en el hecho de que ni Adorno ni Benjamin eran analistas polfticos, pero ello tiene que ver también, al menos en parte, con su diferencia de aprecia- cién del fascismo. Para Benjamin, el fascismo toma- ba una forma histérica y politica, la de la Alemania nazi, y constituia una amenaza bien concreta, cons- tantemente recordada, cuando escribfa sus tesis “Sobre el concepto de historia”, por la mascara de gas que decoraba su estudio, “doblemente descon- certante esta cabeza de muerto con la que los mon- jes estudiosos adornaban su celda”.®* En estas te- sis, en las que aparece bajo la imagen metaforica del “Anticristo”, el fascismo representa un peligro para la humanidad en su conjunto. Nada sobrevi- virfa a su advenimiento, ni la esperanza de una li- beracién por venir ni Ja memoria de los combates perdidos: “Si el enemigo triunfa, ni siquiera los muertos estaran a salvo”.2? Adorno, en cambio, to- * Por ejemplo W. Benjamin, Correspondance, t. II, op. cit. p. 224. %6 Jbid., p. 320 {carta a Gretel Adorno). 3? Walter Benjamin, “Sur le concept d'histoire”, (uvres HII, op. cit., p. 431. Sobre la identificacién del “Anticristo” con las clases dominantes, ef. la puntualizacién de Rolf Tiedemann, Dialektih im Stillstand. Versuche zum Spitwerk Walter Benjamins, Suhrkamp, Francfort/M, 1983, p. 113, 144 Cosmorouis. FIGURAS DEL EXILJO JUDEO-ALEMAN maré conciencia més tardiamente de la ruptura histérica encarnada por el fascismo. No es sino durante la guerra, bajo el impacto del genocidio judio, que percibird a los regfmenes totalitarios como el momento paroxistico de “la autodestruc- cién de la razén”.® A partir de 1944, Auschwitz sera ubicado duraderamente en el centro de su re- flexidn y de su obra. Hasta la guerra, sin embargo, el fascismo no era a sus ojos m4s que la expresién contingente de una tendencia més general hacia la “sociedad administrada” y la reificacion de las re- laciones humanas: el hecho de uniformizar los mo- dos de vida y de pensamiento, el rechazo de la alteridad, la eliminacién de lo “no-idéntico” (Nichti- dentisches), lo que llamar, en varios de sus escri- tos, la ticket mentality.*? E] resultado es que no se encuentra en sus escritos una minima linea sobre los medios de combatir el fascismo. Nada de com- parable con los sefialamientos mordaces de Ben- jamin sobre la polftica de los partidos comunistas o socialdeméeratas a quienes tenfa por responsa- 3! Th. W. Adorno, M. Horkheimer, Dialectique de la raison, op. cit., p. 14. %9 Ibid. p. 215. Ver también Th. W. Adorno, “Types and Syndromes”, en Th. W. Adorno, E. Frenkel-Brunswik, D. J. Levinson, R. Nevitt Sanford, The Authoritarian Personality, Harper & Row, Nueva York, 1950, p. 747. Ver sobre este tema E. Traverso, L’histoire déchirée. Essai sur Auschwitz et les intellectuals, Cerf, Parfs, 1997, pp. 137-140 (Trad. cast. Herder). CosMOPOLIS. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 145 bles de las derrotas del movimiento obrero. Eso explica su interpretacién bastante paraddjica del ensayo de Horkheimer sobre “Los judfos y Euro- pa” (1939), en el cual él erefa encontrar una con- firmacién de su propia “enemistad feroz contra el optimismo beato de nuestros Ifderes de izquierda”.” La mirada melancélica que Benjamin echaba so- bre la historia no era para nada insensible ante las bifurcaciones del presente, ante la autonomfa de lo politico como intervencién activa y consciente, ante la accién revolucionaria como arte del “tiempo ac- tual” (Jetztzeit), cuyo paradigma a su manera de ver segufa siendo Blanqui, con su “resolucién de arran- car en el ultimo momento a la humanidad de la catastrofe que la amenaza”.*! Para Adorno, preocu- pado por conciliar la dialéctica hegeliana con el diagnéstico weberiano de la modernidad, la histo- ria era un movimiento lineal cuyo recorrido se aca- baba en Occidente, como el Espfritu absoluto de Hegel, pero bajo la forma de una sociedad alienada, de una “jaula de hierro” indestructible, del totali- tarismo. El fascismo era omnipresente, invasor y *° W. Benjamin, Correspondance, T. Il, p. 318 (carta a Horkheimer}, Hay que recordar que Scholem no compartfa este juicio sobre el texto de Horkheimer (Walter Benjamin. Histoire une amitié, Calmann Lévy, Paris, 1981, pp. 245-247), “|W. Benjamin, Charles Baudelaire, Payot, Parts, 1983, p. 247. Sobre Benjamin como pensador polttico del “tiempo actual”, cf. Daniel Bensaid, Walter Benjamin. Sentinelle messianique, Pion, Parts, 1990. 146 CosmOpo.is. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN sobre todo consubstancial con la sociedad moder- na donde, escribfa en 1942 en un ensayo sobre Aldous Huxley, la tinica utopfa atin concebible era la de una “colectivizacién total”, sobre la base de la téenica mds avanzada, correspondiente en fin a Ja “dominacién total”, see Los destinos cruzados pero distintos de estos dos corresponsales aclaran las reflexiones mds tardfas de Adorno sobre los intelectuales en el exilio, es- critos en 1944 y publicados luego en Minima moralia. La importancia de este pasaje amerita el desvio de una cita: Todo intelectual en emigraci6n esta mutilado, nadie escapa aesto, y hard bien en darse cuenta por sf solo si no quiere tener de manera cruel la experiencia, hasta detrds de las puertas de Ja estima que se tiene asf mismo aunque estén bien cerradas. Vive en un medio que sigue siendo para él incomprensible, aun cuando fuese un perfecto entendido tanto en lo que concierne a la circulacién automovilistica como a las organizaciones sindicales del pafs; él no deja de errar el camino. Entre la reproduccién material de su pro- pia existencia, en las condiciones que son las de la cultura de masas, y el trabajo exigente y concienzu- do, hay para é] una zanja infranqueable. Su lengua es confiscada, y disecada la dimensién histérica en * Th, W. Adorno “Aldous Huxley et l’utopie”, Prismes, Payot, Parfs, 1986, p. 83. CosM6PoLts. PIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 147 que se alimenta su reflexién. La formacién de gru- pos estables y politicamente organizados, desconfia- dos respecto de sus propios miembros y hostiles res- pecto de los otros etiquetados como tales, no hace més que agravar su aislamiento. La parte de] pro- ducto nacional bruto que les toca a los extranjeros no alcanza, lo que los impulsa a hacerse entre ellos una competencia desesperada, que viene a redoblar la competencia general. De todo eso, cada individuo Ilevard los estigmas. Aquel que escapa a la humilla- cién de una puesta en cintura inmediata Heva el es- tigma personal de este privilegio, y la existencia que es la suya en el seno del proceso de reproduccién de la sociedad aparece fantasmag6rica e irreal. Las re- laciones que los exiliados tienen entre ellos estén envenenadas, mucho més atin que aquellas que exis- ten entre los autéctonos. La medida de todas las co- sas estd alterada y las perspectivas son falseadas. La vida privada toma una importancia desproporcionada, se vuelve febril e invasora, precisamente porque ha- blando propiamenie ella no existe mds, y porque in- tenta desesperadamente probar que atin existe. La vida publica toma el cariz de un juramento de fideli- dad para con el conformismo.”* Hay en estas palabras, con toda seguridad, una parte de testimonio: con la vara de una mirada re- trospectiva, el exilio no estd falto de nobleza, pero es padecido por el emigrado como una pérdida y * Th. W. Adomo, Minima moralia. Réflextons sur la vie mutilée, Payot, Paris, 1991, pp, 29-30. 148 CosM6PoLis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN una “mutilaci6n” irreparables. S6lo Kracauer, en 1938, serd capaz de hacer un elogio del emigrado como figura “extra-territorial”.# Muy pocos exilia- dos, en Paris, en Praga, en Londres o en Nueva York tendrn el sentimiento de enriquecerse con los pri- vilegios epistemoldégicos del “extranjero” descritos a principios de siglo por Georg Simmel.’ El exilio es triste y miserable para aquellos que lo viven. Entonces otra parte de testimonio: no es dificil captar un rasgo autobiografico en la afirmacién de Adorno segiin la cual la lengua del exiliado es “con- fiscada”. Orgulloso de escribir en una lengua “intraducible” que merecfa bien la definicién dada por Arthur Lovejoy: un “pathos metaffsico de la obscuridad”,* Adorno no hubiera podido aceptar nunca, como Herbert Marcuse o Hannah Arendt, trocar definitivamente el alemdn por el inglés. A semejanza del conservador prusiano Werner Sombart, él consideraba la lengua de Shakespeare como mucho mas adaptada a un Héindlervolk [pue- blo mercante, n. de Ja t.] que al pensamiento filo- séfico. Una parte de testimonio, atin, en su evoca- cién de las “relaciones envenenadas” de los exiliados entre ellos, al igual que en su alusién al 44Cf. E. Traverso, “Bajo el signo de la extraterritorialidad. Kracauer y la modernidad judia”, en este volumen. 48 Cf. G. Simmel, “Exkursus iiber dem Fremdem”, Dunker &Humboldt, Munich, 1922, p. 510. “6 Citade en la introduccién de M, Jay, Adorno, Fontana, Londres, 1984. Cosmopouis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 149 “conformismo” que estarian tentados de adoptar para sobrevivir. Eso recuerda la censura a la cual é] mismo y Horkheimer sometfan, preocupados por la respetabilidad, los articulos de la Zeitschrift fir Sozialforschung, sistematicamente limpiados de toda expresién de consonancias demasiado radi- cales. En un artfculo de Benjamin sobre el colec- cionista socialdemécrata alem4n Eduard Fuchs, “fascismo” se transformé en “doctrina totalitaria” y “comunismo” cedié su lugar a “fuerzas cons- tructivas de la humanidad”; todo eso con el obje- to, explicaba Horkheimer a Adorno en 1938, de “no pronunciar una palabra que podria recibir una interpretacién polftica”.” La meditacién de Adorno suena justa, mas all4 de toda subjetividad, come diagnéstico de la con- dicién del exiliado, en la referencia a su aislamiento y a su confrontacién con la hostilidad del medio circundante. Mir4ndolo bien, toda la vida de Ador- no y de Benjamin, en el curso de los afios treinta, se desarroll6 en un universo poblado de exiliados alemanes, la mayoria judfos. En Oxford, Adorno tenfa la sensacién de vivir como “un estudiante de la Edad Media in cap and gown”. No guardara de esto un buen recuerdo (tampoco dejard buenos * CER. Wieggershaus, L’Ecole de Franefart, op. cit. p. 199, y Martin Jay, Limagination dialectique. Histoire de PE cole de Francfort 1923-1950, Payot, Parts, 1977, cap. 6. “ABB, p. 76. 150 COSMOPOLIS. FIGURAS DEL EXILIG JUDEO-ALEMAN recuerdos, segtin el testimonio de Isaiah Berlin).” Sus cartas no mencionan ningtin contacto fecundo en Inglaterra, pafs cuya filosoffa no presentaba para él ningdn interés. Sélo la obra del exiliado hiingaro Karl Mannheim, antiguo profesor de la universi- dad de Francfort, merecfa su atencién y fue objeto de un estudio eritico. En Nueva York, exceptuan- do el primer perfodo en que trabajé en el Princeton Radio Research Project dirigido por Paul Lazars- feld, la vida intelectual de Adorno evolucionaba exelusivamente en el interior de las fronteras del Instituto de Investigaciones Sociales, en el que su interlocutor principal era Horkheimer.™ Una sola vez, en las cartas a Benjamin, aparece la referen- cia a una cena con otro exiliado de Francfort, el filésofo protestante Paul Tillich. La unica perso- nalidad de envergadura que Adomo parece haber descubierto en Nueva York es Meyer Schapiro, el historiador marxista del arte de la Universidad de Columbia que era cereano a los medios del exilio alemdn cuya lengua practicaba, y que en su época no escondia su simpatia por Trotsky. En Parfs, Benjamin estaba realmente aislado, No solamente por causa de una actitud difusa de des- * Cf. Martin Jay, “The Ungrateful Dead”, Salmagundi, 1999, n°. 123, p. 25. *° Ver sobre todo Martin Jay, “Adorno in America”, Permanent Exiles. Essays on the Intellectual Migration from Germany to Anerica, Columbia University Press, Nueva York, 1986, pp. 120-137. Cosmopotis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 151 confianza de los franceses con relacién a los exiliados, que él no habfa dejado de grabar en una carta a Scholem citando un refrén entonces de moda: “Los emigrados son peores que los boches [expresién francesa injuriosa para nombrar a los alemanes, n. de la t.J’ Hannah Arendt escribié que a él le gustaba la capital francesa, donde se sentia “en casa” tanto 0 m4s que en las calles de Berlin. £] amaba esta ciu- dad que, desde hacia un siglo, era “como una se- gunda patria para todos los sin-patria”. Pero lo que més le atrafa en Parfs, agrega Arendt, era el pasa- do: “el viaje de Berlin a Parfs equivalfa a un viaje en el tiempo: no a un viaje de un pafs a otro, sino un viaje del siglo xx al siglo x1x".™ Parfs, para Benjamin, era la ciudad del siglo xx que habia que- dado casi intacta, una ciudad cargada de memoria, que lo habia seducido en ocasién de su primer via- je en 1913 y que lo llevard diez afios més tarde a concebir el proyecto del Passagen-Werk, En su ensayo de 1935 sobre Eduard Fuchs, Benjamin resumié en pocas Ifneas su imagen de Francia: “tie- rra de tres grandes revoluciones, pais de los exiliados, origen del socialismo utépico, patria de Quinet y de Michelet que odiaban a los tiranos, tierra en la que reposan los partidarios de la Co- 5) BSB, p. 95. %2H, Arendt, “Walter Benjamin”, art. cit., p. 269. COSMOPOLIS. FIGURAS DEL EXILIG JUDEO-ALEMAN 152 muna”.®* La cultura francesa, que él habia contri- buido a difundir en Alemania tanto como traductor de Baudelaire y de Proust asf como también en tanto erftico de la Literarische Welt, sdlo descubriré su obra unos afios después de su muerte. Conocfa a Valéry y a Gide, a quienes dedicé ensayos impor- tantes y que les escribirdn una atestacién para pre- sentar, sin éxito, su expediente de naturalizacién, pero sus relaciones no tenfan nada de {ntimo. En 1935, Jean Paulhan se negard a publicar su ensayo sobre Bachofen que habfa escrito (cn francés} para la WRF y s6lo algunos textos en francés apareceran en vida. Paris, para Benjamin, era sobre todo la sala de lectura de la Biblioteca Nacional —allf es donde la fotégrafa Giselle Freund tomaré de él un retrato famoso— donde pasaba largos perfodos re- gularmente interrumpidos por sus viajes a San Remo, Svendborg e Ibiza, donde era invitado de su exmujer, de Brecht o de Jean Selz. La unica fran- cesa con la que mantenfa, a semejanza de otros exiliados, relaciones de familiaridad, era la librera Adrienne Monnier, que movilizaré a todos sus co- nocidos en otofio de 1939 para sacarle del campo de Nevers donde habfa sido internado.** *3 W. Benjamin, “Eduard Fuchs, colectionneur et histo- rien”, Qeuvres II, cit., p. 203. 84 Adrienne Monnier “Benjamin”, Rue de l’Odéon, Albin Michel, Paris, 1960, pp. 171-184. Cosm6rouis. FIGURAS DEL. EXILO JUDEO-ALEMAN 153 Mas compleja y sin duda marcada por una in- comprensién recfproca fue la relacién de Benjamin con el Colegio de Sociologia. Habiendo entrado en contacto en 1936 con Pierre Klossowski, a quien debemos la primera traduccién francesa de La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica, luego con Georges Bataille, conservador de la Bi- blioteca Nacional, Benjamin participé en algunas reuniones del Colegio, entre 1937 y 1989. Ultimo movimiento de vanguardia de entreguerras, esta agrupacién intelectual animada por Bataille, Leiris y Caillois se orientaba hacia una superacién del sutrealismo a través del abandono de Marx y la re- cuperacién de la herencia sociol6gica y antropo- légica de Durkheim y Mauss. Su radicalismo an- tiburgués, su interdisciplinariedad y su mirada nueva sobre lo “sagrado” a Ja vez atrafan y espan- taban a Benjamin. Esta desconfianza era compar- tida, hasta acentuada, por Adorno que captaba en Roger Caillois “una fe en la naturaleza ahistdrica y cripto-fascista”, no sin afinidades con la mi{stica de Gustav Jung y Ludwig Klages, incluso con la concepcién nazi de la Volksgemeinschafi.> Mucho més tarde, Klossowski relatard una anécdota que ilustra bien la incomprensién que marcé todas las relaciones entre los exiliados alemanes y los escri- tores franceses agrupados alrededor de las revistas Contre-Attaque y Acéphale, A una pregunta de Ador- $5 ABB, p, 277. 154 CosmOpouis. FicuRAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN no concerniente a las actividades del Colegio de Sociologia, Klossowski respondia: “Inventar nue~ vos tabties.” Desconcertado, Adorno replicaba: “;No tenemos suficientes tabties?” mientras que Ben- jamin meneaba la cabeza. Segiin Klossowski, Benjamin segufa las reuniones del Colegio “con tanta consternacién como curiosidad”, evocando si Ilegaba el caso “la sobrepuja metaffsica y polfti- ca” de los escritos de sus miembros como un error imperdonable. A su manera de ver, la experiencia alemana habfa probado ampliamente que este jue- go peligroso era susceptible de crear “un terreno psicolégico favorable al fascismo”.*” El confirmaré este juicio negativo en un informe de otro libro de Caillois, L’aridité, aparecido en el Zeitschrift fiir Sozialforschung, y que firmé bajo seudénimo para no complicar sus relaciones con Bataille que a menudo le hacfa favores® (este altimo salvard, al esconderlo en la Biblioteca nacional, el manuscri- to del Passagen Werk), +e *6 Citado en Denis Hollier (ed.) Le Collage de Sociologie 1937-1939, Folio-Gallimard, Parfs, 1995, p, 504. *1 Ibid., p. 884, Hans Meyer, que conoci6 a Benjamin y participé en algunas actividades del Colegio de Sociologta, se mantiene extrafiamente callado respecto de esta controversia (cf. Hans Meyer, Walter Benjamin. Réflextons sur un contem- porain, Le Promeneur, Parfs, 1995, pp. 67-69). $8 ABR, pp. 355-357. CosmOPois, FIGURAS DEE EXILIO JUDEO-ALEMAN 155 Esta reserva compartida frente al Colegio de So- ciologfa no evitaba en absoluto que Adorno y Benjamin tuviesen una mirada sensiblemente di- ferente del surrealismo, su correspondencia lo ates- tigua. El surrealismo era un componente esencial de la fascinacién que Francia ejercfa sobre Ben- jamin, desde su descubrimiento de Paysan de Pa- rts de Aragon, del que incluso habfa traducido al- gunos extractos para la Literarische Welt. En un extenso articulo de 1929, Benjamin saludaba en el sutrealismo el primer movimiento de vanguardia que habia reencontrado en Europa “una idea radi- cal de la libertad” de la que no quedaba huella desde Bakunin.® Su proyecto consistfa en “ganar a la revolucién las fuerzas de la ebriedad” conci- liando asf libertad y emancipacién humana. La ma- gia, el suefio, la transfiguracién onfrica de lo real en los surrealistas se volvfan prdcticas creadoras que apuntaban a “anticipar” una liberacién total, no solamente liberacion de la explotacién sino tam- bién liberacién de los cuerpos, de la imaginacién, del arte, del espfritu. Este era el “componente anér- quico” del surrealismo en cuyo potencial explosivo él hacfa hincapié, mientras denunciaba los Ifmites de su indiferencia ante la “preparacién metédica y disciplinaria de la revolucién”.” En pocas pala- 8° W. Benjamin, “Le surréalisme”, Geuvres 11, op. cit., p. 130. © Ibid. CosmopoLis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 156 bras, la pars construens le faltaba. Como lo escribe Michael Lowy siguiendo los pasos de Margaret Cohen, Benjamin compartia con Breton un mismo “marxismo gético”, nutrido de una gran sensibili- dad para con la dimensién magica del pasado, po- tente en el encantamiento y en lo maravilloso de las fuentes de una imaginaci6n utépica anclada en el presente."’ A semejanza de las creaciones su- rrealistas, los aforismos y el estilo fragmentario, “microlégico”, de Benjamin daban forma a “ilumi- naciones profanas”, que dejaban percibir la ima- gen de una sociedad liberada. No es dificil captar una afinidad entre la prdctica surrealista de las “asociaciones libres” y el desvio de las leyes del capitalismo erigido en arte por el flaneur de Benjamin, capaz de aprehender la modernidad * Michael Lowy, “Walter Benjamin et le surréalisme. Histoire d’un enchantement révolutionnaire”, L’Ftoile du matin, Syllepse, Paris, 2000, pp. 40-42. “Marxisme gothique” es el titulo del primer capitulo de Margaret Cohen, Profane Hluminations. Walter Benjamin and the Paris of Surrealists Revolution, University of California Press, Berkeley, 1993. M. Cohen sugtere, de manera muy seductora, que el marxis- mo de Benjamin era a los manuales ortodoxes de materialis- mo histérico lo que la Guia negra del Parts misterioso era a las Guéas azules tradicionales. No obstante, ella tiende a in- terprelar este “marxismo gético” simplemente como un mar- xismo contaminado por “lo irracional”, pp. 1-3. Ver también Jean-Mare Lachaud, “Walter Benjamin et le surréalisme”, en J.-M. Lachaud (ed.) Présence(s) de Walter Benjamin, Publica- ciones del servicio cultural de la Universidad Michel de Montaigne, Burdeos, 1994, pp. 83-96. COoSMOPOLIS. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 157 como fuente de goce estético sustrayéndose de su reificacién mercantil y de su racionalizacién pro- ductiva, utilitarista, cuantitativa del tiempo. La teo- rfa surrealista del suefio habfa estimulado el inte- rés de Benjamin por Freud y le habfa dado una clave esencial para imiciar su estudio de Parfs en el siglo xIx. Para el autor del Libro de los pasajes, el “despertar” (Erwachen) era “el paradigma del re- cuerdo” (des Erinners) y la gran ciudad moderna, con su condensacién del pasado en la arquitectura y en el paisaje, constituia un lugar privilegiado de activaci6n de la memoria.®? Los “choques eléetri- cos” y las “experiencias vividas”, en el sentido proustiano, de la gran ciudad, bien podfan —més all4 y a través de la fantasmagorfa de su universo mercantil, en las ruinas de un pasado triturado por el capitalismo industrial— instaurar una tensién dia- léctica con el pasado. En el Passagen Werk, Ben- jamin indicaba que el surrealismo habia mostrado esta articulacién entre el suefio y la rememeracién: “El siglo xix, para hablar como los surrealistas: es el rumor que penetra en nuestro suefio, y que in- terpretamos al despertar”.* Para Benjamin, una ca- racterfstica que marca al mundo moderne reside en el reemplazo de la “experiencia” (Erfahrung), la memoria transmisible, por la “experiencia vivi- ® W, Benjamin, Poris capitate du X/Xeme siecle. Le lire des Passages, Cerf, Parfs, 1989, p. 880. 8 Ibid. p. 829. 158 CosMOPoLis. FICURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN da” (Erlebnis), fragmentaria y efimera. La “reme- moracién” (Eingedenken), es decir, la reactivacién del pasado en el presente, su “reliquia seculari- zada’”’,* dejé de ser una préctica social esponténea cuyas modalidades naturalmente son legadas de una generacién a otra. En su ensayo sobre la figura del “narrador”, dedicada a la obra de Nicolas Leskov, Benjamin indieaba en la Primera Guerra Mundial el momento decisivo de disolucién de la experien- cia transmisible. Cuando las masacres tecnolégi- cas del 14-18 habian quebrado los ritmos natura- les de existencia de millones de seres humanos, ubicando sus cuerpos “mindsculos y frdgiles” en medio “de un campo de fuerzas atravesado por ten- siones y explosiones destructivas”, las experien- cias adquiridas anteriormente se mostraron int- tiles y caducas”.© La rememoraci6n necesitaba en lo sucesivo un disparador, una mecha. El surrea- lismo era, en el dominio estético, la tentativa mds ambiciosa de llenar esta zanja entre el instante, el choque fugitivo, y la memoria. La dicotomfa entre Erlebnis y Erfahrung no de- jaba ningtin lugar, en la interpretacién de Adorno, para la rememoracién condensada en los suefios y las imagenes ut6picas, sin embargo fundaba, es- “WW. Benjamin, Charles Baudelaire, p. 239. 5 W, Benjamin, “Le conteur. Réflexions sur l'oeuvre de Nicolas Leskov”, Euvres HI, op. cit., p. 116. (Trad cast. en Muminaciones IV, Taurus). CosméPpoLis, FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 159 cribe a Benjamin en febrero de 1940, “una teoria dialéctica del olvido”, en otras palabras, “una te- orfa de la reificacién”. La anulacién de la memo- ria en la sociedad mercantil no hacia mas que aca- bar un proceso histérico ubicado siempre bajo el signo de la dominacién. Si para Benjamin la re- memoraci6n significaba también hacer revivir en el presente el recuerdo de una sociedad sin ela- ses, Adorno sélo vefa en esta postura la idealiza~ cién romantica de un pasado erigido en “edad de oro”. En “Parfs capital del siglo x1x”, Benjamin utilizaba la memoria a fin de exhumar una “cate- goria mitico-arcaica” que no estaba fuera del al- cance de las derivas reaccionarias, ya que Adorno no dudaba en acercarla a la teorfa del “incons- ciente colectivo” de Jung y a la visién del mito de Klages.7 Adome criticé el ensayo de Benjamin sobre “El Parfs del Segundo Imperio en Baudelaire”, cuya publicacién en la revista del Instituto denegard, por su “materialismo inmediato”, casi “antropolégico”, reduciendo el concepto de fantasmagorfa al com- portamicnto de la bohemia atasc4ndose en un ato- lladero, “en la encrucijada entre la magia y el po- sitivismo”. Dicho claramente: la magia del flaneur y el positivismo de una reconstrucci6n histérica de la bohemia, defecto mayor que le recordaba el © SWB, p. 152, ABB, p. 417. ° ABB, p. 142, SWB, p. 113. 160 CosmdpoLis. FiGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN sociologismo de los escrites de Georg Simmel so- bre la ciudad en la cual, a sus ojos, habfa caido ya Kracauer queriendo buscar en los bulevares la esencia de Paris en la época del Segundo Impe- rio. Benjamin analizaba las metamorfosis poéti- cas de Baudelaire (el flaneur, el bohemio, el dandy) a la vez como un producto de la “fantasmagoria” de la sociedad mercantil —-una definicién que él tomaba de Marx— y como una tentativa de escapar a sus coacciones. F ligaba la obra de Baudelaire al ange de la sociedad de masas, marcado por el advenimiento de la iluminacién a gas, las grandes tiendas, del folletin, de la fotograffa, de los pasa- jes, de los bulevares y las multitudes, de las insu- rrecciones urbanas y también, inevitablemente por la aparicién de nuevas figuras sociales tales como el periodista, el detective, el policta y el conspira- dor profesional. Los “shocks” que marcan el ritmo de la poesia de Baudelaire, a la manera de la vida en las grandes ciudades, encontraban su corres- pondencia politica, segtin Benjamin, en los “putschs” de Blanqui, “el mas importante de los jefes de las barricadas”.©* Ambos se inseribfan en el mismo hu- mus de la gran ciudad moderna; ambos compartian * ABB, pp. 366, 368; SWB pp. 134, 136. Ver también al respecto, R. Wolin, Walter Benjamin, op. cit., pp. 173-179. ° Cf. E. Lunn, Maraism and Modernism. An Historical Study of Lukdcs, Brecht, Benjamin and Adorno, Londres, Ver- so, 1985, pp. 163-165. CosmopoLis. FicuRAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 161 el mismo rechazo por la filosoffa del progreso, con su fe positivista en la sociedad industrial. En el fondo, esta critica “préctica” del capitalismo, nu- cleo comtin tanto de la estética de Baudelaire y de los surrealistas como de la polftica de Blanqui, irri- taba a Adorno. Este ultimo reafirmaré su hostili- dad radical respecto al surrealismo en varios de sus escritos, de Philosophie de la nouvelle musique aun estudio de 1956 retomado en sus Notes sur la littérature. En este texto, él subrayaba la impoten- cia del surrealismo frente a la reificaci6n dominante y llegaba a considerar con desprecio su entusias- mo por los objetos oniricos como una forma de feti- chismo digno de la pornografia.”” Después de la guerra, Adorno dard una defini- cién totalmente exacta del estilo de Benjamin al presentar sus textos aforfsticos y fragmentarios como “imagenes de pensamiento” (Denkbilder).” La idea como imagen, no como “representaci6n” sino como “un ente en si que sélo se puede con- templar de una manera espiritual”. Esta interpre- tacién particularmente penetrante sin embargo no le impedira reilerar sus criticas respecto de una “filosofia del fragmento [...] que queda ella mis- ma fragmentaria” y de un método micreldégico siempre extrafio a la idea hegelo-marxista de tota- Th. W, Adorno, “Le surréalisme. Une étude rétrospec- tive”, Notes sur la littérature, Flammarion, Parts, 1984, p. 68. "Th. W. Adorno, “Sens unique”, SWB, p. 23. 162 CosmMOPoLis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN lidad dialéctica.” Estas divergencias explican la actitud contradictoria de Adorno: por un lado, in- tervino ante Horkheimer para abogar por la causa de Benjamin y apoyar su proyecto del Passagen Werk, al que presentaba como “una contribucién a la teorfa realmente extraordinaria”, calificando- la como “obra maestra”;® por otro lado, no podfa esconder sus reservas frente al ensayo de Benjamin sobre Baudelaire, hasta el punto de ejercer su po- der de censura. La amistad, la admiraci6n, una sen- sibilidad compartida, visiones teéricas a menudo convergentes pero a veces salpicadas de desacuer- dos y, sobre todo, una indiscutible superioridad “je- rérquica” en el seno de la institucién considerada como encarnaci6n de la teorfa erftica: he aqui el conjunto que determinaba la conducta de Ador- no respecto de Benjamin. CK Otra disonancia revelada por esta corresponden- cia se debe al andlisis del arte en la sociedad de masas. El ensayo de Benjamin sobre La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, que aparecié en francés en 1936 en la Zeitschrift fur Sozialforschung, suscité la adhesién del joven filé- sofo de la masica. El compartia una teorfa estética 2 Th. W. Adorno, “Portrait de Walter Benjamin, SWB, pp. 20, 16. ® SWB, p. 106. CosmOPoLis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 163 cuyo punto de partida era la constatacién del adve- nimiento de la industria cultural, que ubicaba a la creacién bajo el signo de la decadencia del aura. Pero el entusiasmo de Adomo se desprend{fa de una interpretacién fuertemente unilateral del texto. Allf donde Benjamin analizaba las transformaciones del arte vuelto reproducible técnicamente, indican- do las dos consecuencias mayores de este proceso —por una parte el fin del car4cter irreductiblemente Unico de sus creaciones (la pérdida del “aura”), por otra parte las nuevas potencialidades de su di- fusién (su democratizacién)—, Adorno sélo vefa una reflexi6n sobre la “liquidacién del arte”. Allf don- de Benjamin recalcaba que, “por primera vez en la historia universal”, la obra de arte concebida para ser reproducible, como el cine, “se emancipa de la existencia parasitaria que le era impartida en el marco del ritual”,”’ Adorno sélo vefa una nueva ilus- tracién del “sadismo burgués” apoderdndose de las masas.”° Para Benjamin, el arte de masa podia ser portador de un micleo emancipador, contrapunto y compensacién dialéctica de la decadencia del aura; para Adorno sélo podfa tragar definitivamente toda creacién en la reificacién universal. La sistemati- zacién teérica de Benjamin revelaba huellas de multiples influencias: el teatro épico de Brecht, el 14 ABB p. 168, SWB, p. 123. *5 W_ Benjamin, “L’oeuvre d’art a |’époque de sa repro- ductibilité technique”, Euores HIE, op. cil., p. 281. % ABB p. 172, SWB, p. 126. 164 Cosmopo.is. Ficuras DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN constructivismo soviético (al que habfa sido intro- ducido por Asja Lacis), sin olvidar la reflexion de Kracauer sobre el “ornamento de la masa”;” la erf- tica de Adorno llevaba el sello evidente de un cier- to conservadurismo estético y de un profundo pesi- mismo cultural. Unos afios antes de su muerte, Adorno no dudaré en presentar el ensayo de Ben- jamin de 1936, en términos psicoanaliticos, como “ana identificacién con el agresor”.™ La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica contribuiré a inspirar dos ensayos de Ador- no, el primero sobre el jazz y el segundo sobre el “caracter fetichista de la misica”, aparecidos res- pectivamente en 1936 y en 1938 en la revista de la Escuela de Francfort. Como le escribfaa Benjamin, él tenia a los pretendidos “elementos progresistas” del jazz como una fachada que en realidad escon- dfa “algo profundamente reaccionario”.” En su ensayo, la esencia del jazz era llevada a eso que Horkheimer denominaba, en la misma época, la “revuelta de la naturaleza” vehiculada por el fas- cismo, es decir, una violencia regresiva suscepti- ble de reforzar las cadenas de la dominacién.” 77 §, Kracauer, “Lornement de la masse”, Le Voyage et la Danse. Figures de ville et vues de films, Presses Universitaires de Vincennes, Saint-Denis, 1996, pp. 69-80. 8 Th. W. Adorno, “Benjamin l’épistolier”, SWB, p. 56. ABB p. 175, SWB, pp. 129-130. ® Max Horkheimer, Eclipse de la raison, Payot, Paris, 1974, pp. 101-135, CosmOrouis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 165 Derivado de las masas prisioneras de la sociedad alienada, el jazz se limitaba a despertar el poten- cial destructor de la racionalidad instrumental. La “excitacién mondétona” del jazz a su manera de ver daba cuenta de “la fusién del gesto de la revuelta con la desesperacién de una obediencia ciega” poniendo al dia asf su componente “sadomaso- quista”.®! Los ritmos sincopados le recordaban la escansién regular de una marcha militar, lo que hacfa del jazz una expresién perfecta del totalita- rismo inherente a la sociedad de masas. En su en- sayo sobre el “cardcter fetichista de la musica”, llegaba a comparar a los directores de orquesta americanos de misica ligera (band leaders) con los Fiihrer fascistas.® Su andlisis de la misica de masa, donde é] reformulaba la idea de la decadencia del aura en términos de “regresién de la escucha”, ter- minaba con una condena inapelable: esta forma de arte era la expresién mds acabada del masoquismo de la eseucha, de la alienacién generalizada (el “sacrificio de sf”) y de la identificacién con la au- toridad.™ Como lo indican claramente sus escritos posteriores, la respuesta a la decadencia del aura 51 Th. W. Adorno “Uber Jazz”, Musikalische Schriften IV, Suhrkamp, Francfort/M., 1982, pp. 74-108. Ver también el estudio mds tardfo “Mode intemporelle. A propos du jazz”, Prismes, op. cit., p. 116. ® Th. W. Adorno, Le caractore fétiche de la musique, Allia, Parfs, 2001, pp. 46-47. °3 Ibid., p. 73. CosMOPoLis. FIGURAS DEL EXILIG JUDEO-ALEMAN 166 no era, segtin Adorno, la estética brechtiana sino Ja musica atonal de Schénberg. Esta musica, re- calcaba, no querfa ser “decorativa” sino “verdade- ra”, eligiendo el abandono de las consonancias ar- monicas a fin de alcanzar la expresién auténtica de un tormento interior, de la inquietud y de la angus- tia de los hombres frente a la violencia del mundo reificado.™ En una carta de 1936, Adorno presen- taba a Viena como su “segunda patria”, al mismo titulo que Paris para Benjamin:** uno tenia su mira- da vuelta hacia la capital de las revoluciones del si- glo xIx, el otro sobre el epicentro de la crisis del mundo burgués moderne y de una puesta en cues- tién de la identidad del sujeto. A partir de una misma constataci6n —el naci- miento de un arte sin aura en el capitalismo mo- derno-, Benjamin y Adorno sacaban conclusiones opuestas: el primero proponta la politizacién del arte, que se habfa vuelto posible por sus nuevas bases técnicas, como respuesta necesaria a la estetizacién de la. politica practicada por el fascis- mo;* el segundo no vefa otra solucié6n m4s que el % Th. W. Adorno, Philosophie de la nouvelle musique, Gallimard, Paris, 1962. 5 ABB p. 209. 36 W. Benjamin, “L’Oeuvre d’art a l’époque de sa repro- ductibilité technique”, Euvres If, op. cit., p. 316. $i el fas- cismo ofrecia a las masas una “representacién mimética”, el comunismo debfa volverse cl instrumento de su accién polfti- ca (ver sobre el tema las observaciones esenciales de Esther Cosmérouis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 167 repliegue en una suerte de romanticismo conser- vador y resignado, acantonado en una critica pura- mente contemplativa. ;Cémo explicar entonces la carta de Benjamin en la que da parte a su amigo, luego de haber lefdo su ensayo sobre el jazz, de una “comunicacién intima, profunda y espontdnea de nuestros pensamientos”™’ (no obstante matiza- da durante sus conversaciones en 1936 en Parts)?®* Ciertamente se podrfa invocar el desconocimiento del jazz de parte del exiliado de Parfs, sin embargo posiblemente los méviles de su actitud estan liga- dos més al contexto: el “miedo” de Benjamin fren- te a los hombres de los que depende, las “relacio- nes envenenadas” entre los emigrados y la parte de disimulacién, m&s 0 menos consciente, que esto implica. En sus cartas, Benjamin no osa mds criti- car a Adorno. aetok En la primavera de 1938, poco después de su lle- gada a Nueva York, Adormo encuentra a Scholem, de paso por América para efectuar unas investiga- ciones y dar una serie de conferencias. Este en- cuentro muy cordial con el gran amigo de Benjamin fue objeto de una larga carta que dio a Adomo la oportunidad de hacer una puntualizacién notable Leslie, Walter Benjamin. Overpowering Conformism, Pluto Press, Londres, 2000, pp. 162-167). * ABB, p. 190, "8 ABB, p. 435. CosMGPOLIs. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 168 sobre la relacién diferente que mantenian con la teologfa sus dos interlocutores, tema sobre el que ya habfa sido tratado entre ellos en ocasién de una conversacién precedente que tuvo lugar en San Remo. Al método de Scholem, que trataba simple- mente de “salvar la teologfa” de una manera extra- fiamente “roméntica”, él] oponfa el de Benjamin, que se esforzaba por “movilizar la fuerza de la ex- periencia teolégica, anénimamente, en el seno de lo profano (die Kraft der theologischen Erfahrung anonym in der Profanitéit mobil zu machen)”.” Este método, escribfa, se acercaba al suyo y también se alejaba del materialismo ortodoxo de Brecht, evo- cado por una fugaz alusién a la “piedra filosofal y escollo viviente en Dinamarca”.” El reafirmard este juicio en 1950, en un articulo donde presenta el proyecto de Benjamin como una tentativa de intro- ducir la mistica judia en la Aufklérung. Benjamin no buscaba ninguna trascendencia, pero interpre- taba la literatura profana como si se tratara de tex- tos sagrados y querfa preservar la herencia teolégica por medio de una “profanacién radical”.” Este jui- cio particularmente penctrante indica que Adorno habia captado las lfneas generales del modo de pensar de Benjamin. A diferencia de Brecht, que ABB, p. 324. °° fbid. Th. W. Adorno, “Portrait de Walter Benjamin”, SWB, p. 14. CosmOPoLis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEQ-ALEMAN 169 expresard su admiraci6n hacia un soberbio mani- fiesto revolucionario como las tesis “sobre el con- cepto de historia” lamentando su envoltorio m{fsti- co, y de Scholem, que consideraba el pensamiento de su amigo como esencialmente “metaffsico” re- prochéndole su “disfraz materialista”,” Adorno habfa comprendido, incluso antes de la redaccién de ese texto, que Benjamin era un marxista y un tedlogo a la vez. Politica y religién, marxismo y mesianismo judo coexistfan en su pensamiento sin disolverse jams. Innumerables serdn los exégetas de sus tesis sobre la historia, que, tan pronto en el linaje religioso de Scholem, como en el linaje ra- cionalista de Brecht, decretardn el fracaso de esta tentativa de injertar el marxismo en la teologia ju- dia o viceversa. Benjamin, podrfamos replicar si- guiendo a Michael Léwy, nunca quiso “teologizar” el marxismo ni “secularizar” el mesianismo judfo | en el materialismo histérico. Fl los interpretaba co- mo dos fuerzas complementarias: “Lo religioso y lo polftico tienen en Benjamin una relacién de rever- sibilidad recfproca, de traduccién mutua, que es- capa a toda reduccién unilateral: en un sistema de vasos comunicantes, el fluido est4 necesariamente presente en todas las ramas simulténeamente”.™* * Bertolt Brecht, Journal de travail, L’Arche, Paris, 1976, p. 15; y Gershom Scholem, Benjamin et son ange, Rivages, Parfs, 1995, p. 53. 53 Michael Léwy, Avertissement d'incendie. Une lecture des thases “Sur le concept d'histoire”, Presses Universitaires de Cosm6Pouis. FIGURAS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 170 Esta articulacién original de lo religioso y de lo profano, de lo mesidnico y de lo secular, desembo- ca finalmente en Benjamin en una nueva visién de la historia y de la revolucién. En sus tesis de 1940 —que har4 llegar milagrosamente a Adorno por medio de Hannah Arendt, y que el primero publi- car dos afios mds tarde, en Nueva York, en un cuademo del Instituto de Investigaciones Sociales— esta nueva visién de la historia toma rasgos som- bries y apocalipticos. La més famosa, la novena, ubica a la historia bajo la mirada espantada de un Angel, empujado hacia el ciclo por una tempestad, ¢ identifica el progreso con una cadena ininterrum- pida de derrotas de los oprimidos. Sobre todo esta “imagen de pensamiento” es la que Adorno y Horkheimer adoptan en La dialectique de la Raison, su opus magnum de los afios de guerra, interpre- tdndola de manera bastante restrictiva.™ Pero para Benjamin la historia no se reduce a este temible cortejo de vencedores celebrado por los cronistas del tiempo lineal, homogéneo y vacfo del progreso; ella lleva también la memoria de los vencidos, el recuerdo de las derrotas padecidas y la promesa de una redencién futura. Esta promesa se sittia en France, Parfs, 2001, p. 179 (Cast. Walter benjamin. Aviso de incendio, FCE, Bs. As., 2002). % “F] Sngel con espada de fuego, que echa a los hombres del parafso y los empuja en el camino del progreso técnico, es é1 mismo el sfmbolo de ese progreso” (Th. W. Adorno, M. Horkheimer, La dialectique de la Raison, op. cit., p. 189). Cosmépous. FiGuRaS DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 171 el porvenir donde, segtin la tradicién judfa, “cada segundo es la puerta estrecha por la que pudiese entrar el Mesias”.® A la aproximacién historicista del pasado, él opone una visién mesidnica de la revolucién: el advenimiento de una era nueva que, rompiendo este encadenamiento de derrotas, inte- rrumpe el curso de la historia. En lugar de “hacer avanzar” la historia en su camino, la revolucién debe “detenerla”. A diferencia de Marx, que defi- nfa las revoluciones como las “locomotoras de la historia”, Benjamin las interpreta como el “freno de alarma” que puede detener la carrera del tren ha- cia la catdstrofe, una catdstrofe eternamente reno- vada. Es ailf, en esa ruptura repentina del tiempo hist6rico, que hace entrar en juego al mesianismo, una fuerza redentora que no apunta al cumplimiento sino a la salida de la historia. Para Benjamin, las revoluciones sacian también una necesidad de me- moria. Eseribe, a propésito de las revoluciones del siglo xIX, que ellas portaban “imagenes de deseo” (Wunschbilder) que remitian a un pasado ancestral: “A la forma del nuevo medio de produccién, que en principio queda dominado por la forma antigua (Marx), corresponden en las conciencias colecti- 5. W. Benjamin, “Sur le concept Qhistoire”, Eunres HT, cit., p. 443, % W. Benjamin, Sens unique, Les Lettres Nouvelles/ Maurice Nadeau, Paris, 1978, p. 206, y también las notas preparatorias de W, Benjamin a sus tesis “Sobre el concepto de historia”, Cesammelte Schriften, Bd. 1, 3, p. 1232. Cosmépous. FicuRas DEL EXILIO JUDEO-ALEMAN 172

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