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DIALOGO DE LA NATURALEZA Y UN ALMA Naturaleza: Ve, hija mia predilecta, que asi seras tenida y llamada por largo orden de siglos. Vive y sé grande e infeliz. Alma: {Qué mal he cometido yo antes de vivir, que me condenas a esta pena? Naturaleza: Qué pena, hija mia? Alma: No me ordenas que sea infeliz? ‘Naturaleza; Pero por cuanto quiero que seas grande, y no se pue- de esto sin aquello, Ademas th estas destinada a vivificara un cuer- po humano; y todos los hombres, necesariamente, nacen y viven infelices. ‘Alma: Pero en cambio seria de raz6n que proveyeses de manera que fuesen felices necesariamente: ono pudiendo hacer esto, te con- vendria abstenerte de ponerlos en el mundo. Naturaleza: Ni una ni otra cosa esté en mi pader, ya que estoy sometida al destino, quien ordena de otro modo, cualquiera que sea Ia causa de ello; que ni tii ni yo podemos entender. Ahora, como til has sido creada y dispuesta para conformar una persona humana, ya ninguna fuerza, ni mia ni de nadie mas, tiene poder para librarte de la infelicidad comin a los hombres. Pero ademas de ésta, te sera necesario sostener una propia, y mucho mayor, por la excelencia de la cual te he proveide. Alma: Yo no he aprendido atin nada, empezando a vivir en este punto: y de esto debe provenir que no te enticnda. Pero dime, gexcelencia ¢ infelicidad extraordinaria son sustancialmente una misma cosa? O cuando sean dos cosas, ,no podrias desacompaiiar una de otra? Naturaleza: En las almas de los hombres, y a proporcién en aque- Tlas de todos los géneros de animales, se puede decir que una y otra son casi lo mismo; porque la excelencia de las almas trae consigo snayor intensidad de su vida: lo que trae consigo mayor sentimiento de la propia infelicidad; que es como si dijese imayor infelicidad, Similarnente la mayor vida de los Animos inclaye mayor eficacia de amo- propio, hacia donde quiera que él se incline, y bajo cual- quier apatiencia que se manifieste; y esta preeminencia de amor propio trae consigo mayor deseo de felicidad, y, sin embargo, ma- yor descontento y afliccién de tener necesidad de ella, y mayor do- lor de las adversidades que sobrevengan. Todo eso esta contenido enc! orden primigenio y perpetuo de las cosas creadas, que yo no puedo alterar. Ademiis de esto, la fineza de tu propio intelecto yla vivacidad de ta imaginacion te apartarin en una grandisima parte del dominio de ti misma. Los animales salvajes usan con facilidad, para los fines que se proponen, toda su facultad y fuerza. Pero los hombres rarisimnas veces hacen uso de todo su poder: impedides or dinariaraente por la razén y la imaginavién, que crean mil dudas al deliberar y mil frenos al ejecutar. Los menes aptos o menos acos- tumbracos a ponderar y considerar consigo mismo, son los mis Prontos en resolverse, y al obrar los maseficaces, Pero las parecidas a ti, coraplicadas continuamente en si mismas, y come superadas 1p) por la grandeza de sus propias facultades, y por lo tanto impotentes ante si riismas, estan sujetas la mayor parte del tiempo a [a irreso- luci6n, tantoal deliberar como al realizar: que es una de las mayores penas que afligen ala vida humana. Afiade que, mientras por la ex- celenciade tus disposiciones superards facilmente y en poco tiempo a casi todas las demas de tu especie en los conocimientos mas gra- yes y onlas disciplinas también dificilisirnas, sin embargo, te resul- tard siempre o imposible o sumamente dificil el aprender o el poner en pract ca muchisimas cosas minimas en si, pero necesarisimas al relacionarse con los demas hombres: y éstas las veras, al mismo tiempo, gjercitar perfectamente y aprender sin trabajo por mil talen- tos, no silo inferiores a fi, sino despreciables en todos los aspeetas, Estas y otras infinitas dificultades y miserias acupan y circundan a Jas grandes almas, Pero éstas son tecompensadas abundantementc por la fana, por las alabanzas y por los honores que acarrea a estos egregios cspiritus su grandeza, y por la durabilidad del recuerdo que dejan de ellas a sus venideros. Alma: Pero estas alabanzas y estos honores que dices, jlos reci- biré del cielo, o de ti, © de quién si no? Naturaleza; De los hombres: porque ofro que cllos no los pue- de dar, Alma: Ahora mira, yo me imaginaba que no sabiendo hacer aquello que es necesarisimo, como ti dices, para Ia relacién con fos demas hombres, ¥ que resulta incluso fécil hasta a los mas pobres talentos, yo tendtia que sex vilipendiada y rehuida, y no alabada, por los propias hombres; o que sin duda tendria que vivir descono- cida de casi todos ellos, como inepta para el censoreio humano. Naturaleza: A mi no me es dado prever el futuro, ni por consi- guiente tampoco prenunciarte infaliblemente aquelle que Jos hom- bres vayan a hacer y pensar respecto a ti mientras estarés sobre la tierra. Bien es verdad que de la experiencia del pasado saco en consecuencia como lo mas verosimil que te van a perseguir con la envidia, que es otra calamidad que corrientemente nace contra las almas excelsas; a bien que te van a opritnir con el desprecia y la desatencién, Ademas de que le misma fortuna, y el mismo easo, suelen ser enemigos de tus similares. Pero en seguida después de la muerte, como sucedié a uno Ilamado Camoens, 02 lomasal cabo de algunos afios, como ocurrié con otro llamado Milton, seris cele- brada y levantada al cielo, no diré por todos, pero si, al menos, por el pequeiio numero de los hombres de buen criterio. Y quizé las ce- nizas de la persona en la que ta habris morado repasaran en mag- nifiea sepultura, y sus facciones, imitadas de diversas guisas, co- rerin por las manos de los hombres, y serdn descritos por muchos, y por otros memorizados con gran estudio, los accidentes de su vida; y finalmente todo el mundo civilizado estara lleno de su nom- bre. A menos que si por la malignidad de la fortuna, 0 por la misma sobreabundancia de tus facultades, no te sca perpetuamente impe- dido el mostrar a los hombres ningiin signo proporcionado de tu valor: de que no hayan faltado verdaderamente muchos ejemplos de ello, culpanos a mi sola y al hado. Alma: Madre mia, no obstante estar atm privada de los demas conocimientos, yo siento, sin embargo, que el mayor, mejor el solo, deseo que me has dado es aquel de la felicidad. ¥ puesto que yo soy capaz deaquel de la gloria, ciertamente no de otra manera puedo: apetecer este no sé si [lamarlo bien o mal, sino solamente como fe- licidad, o como itil para alcanzarla. Ahora bien, segin tus palabras, Ja exeelencia de que me has dotado podra ser necesaria 0 prove- chosa para la consecucién de la gloria, pero sin embargo no lleva a la felicidad, antes tira violentamente a la infelicidad. Ni tampoco ala misma gloria es creible que me cenduzea antes de la muerte: y sobrevenida ésta, qué utilidad 0 qué goce me podra legar de los mayores bienes del mundo? Y por ultimo, puede facilmente suce- der, como dices, que esta tan esquiva gloria, precio de tanta infeli- cidad, no me sea obtenida en manera alguna, ni después de la muer- te. De manera que de tus mismas palabras concluyo que ti, en vez de amarme singutarmente, como afirmabas al principio, me tengas mas bien odio y malevolencia mayores de los que me tendran los hombres y la fortuna mientras esté en el mundo, puesto que no has dudado en hacerme tan calamitoso don como lo es esta excelencia que ti me alabas. Que sera uno de Jos principales obstéculos que me impediran aleanzar mi unico propésito, 6 aca Ia felicidad. Naturaleza: Hija mia: todas las almas de los hombres, camo te decia, estan destinadas come presa a la infelicidad, sin culpa mia. Pero en la universal miseria de la condicién humana y en la infinita vanidad de todo goce y provecho suyos, la gloria es juzgada por la mayor parte de los hombres el mayor bien que hayaside concedida a los mortales, y ¢] mas digno objeto que éstos pueden proponer a sus cuidados y a sus acciones. De donde, no por odio, sino por ver- dadera y especial benevolencia que te habia depositado, deliberé prestarte para la consecucidn de este fin todas las ayudas que esta- ban en mi poder. Alma: Dime: entre los animales salvajes que mencionabas, ¢hay por ventura alguno provisto de menor vitalidad y sentimiento que los hombres? Naturaleza: Comenzando por aquellos que son como plantas, to- dos son en eso, unos mas, otros menos, inferiores al hombre, quien tiene mayor cantidad de vida y mayor sentimiento que ningéin otro animal, por ser de todos los vivientes el mas perfecto. Alma: Pues bien, aléjame, si me amas, en el mAs imperfecto. © si esto no puedes, despojada de las funestas dotes que me ennoble- cen, hazme conforme al mis estipido e insensato espiritu humano que tt hayas producido jamas. Naturaleza: En esto tiltimo puedo complacerte. Y voy a hacerlo, puesto que rehiisas Ja inmortalidad, hacia la que te habia encami- nado. Alma: Y a cambio de la inmortalidad, te ruego acelerarme la muerte lo mas que se pueda Naturaleza: De esto hablaré con el Destino.

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