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LAS RELACIONES ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE DURANTE EL PRIMER MILENIO A.C. Por Joaquin Maria CORDOBA ZOILO* Para un orientalista que se asoma al mundo de la Espafia Antigua, no deja de ser inquietantemente atractivo el encuentro con las huellas de remotos navegantes del Oriente que aqui, en el extremo del ocaso del sol mediterré- neo, dejaron un trasunto confirmado de su paso en sus propios objetos y asentamientos, en sus tumbas y en la joven cultura primitiva de unos incier- tos primeros espafioles que recibieron, a través del intercambio comercial y el cruce de culturas, una aportacién esencial. Aquellos orientales que como cuenta Herodoto, se dieron al comercio en sus largas navegeciones !, hubieron de navegar muy largas singladuras en pos de leyendas 0, tal vez, narraciones y relatos micénicos, hasta llegar a las cos- tas de Espafia. Escribe Veleya Patérculo a su vez que la flota de los tirios, unos ochenta afios después de la caida de Troya, fundé Gadir en el extre- mo de Espafia y términa del mundo ?. Esta fecha que vendria a traducirse en torno al 1101 a.C., parece la primera registrada del desembarco fenicio en nuestra costa, sefialando también el comienzo de una larga relacién, Pero tan lejana Hlegada y desde antiguo sometida a controversia, hubo de estar originada en poderosos motivos, en razones suficientes como para empujar a los marinos orientales mucho més alld de sus seculares rutas. Por qué pues ilegaron entonces y a qué vinieron?. Contemplando sus restos en las mudas vitrinas de los museos, podemos hoy reconstruit sus motivos, sus afanes, sus miedos a lo desconocido. Agradezco aD. Juan José Blinquer Pérez. organizador de las Joenadas, su_amable invitacion a participar en las mismas as{ como la sugerencia del tema de colaboracion spropiado, sua consejos y aus opiniones, Del mismo modo mi agradecimionto al resto ee, ‘sus organizadores. Dila. Mercedes Sanchez Garcia - Arista y D, Rail F, Amitrano "AI Dr. D. Jaime Alvar Exquerra fe agradesco aus orlentactones respecto al tema de sus propins investigaciones y por su amable apinién respecto al conjunto de los temas tratados. 1) HERODOTO 1, 1,3. 2)VELEYO PATERCULO: H.R.1, 2,3. —34- L— LA VIDA COMERCIAL EN ORIENTE Y LA CRISIS DE FINES DEL, MIL, Si pudieramos abarcar con Ia vista los siglos inmediatos a la fecha de ta gran crisis, aquella que en mi opinién vino a determinar las navegaciones hasta Espafia, quedariamos sorprendidos ante la gran vitalidad desarrolla por los habitantes costeros de la franja siriopalestina, Pero mucho antes de que Ja presion de las circunstancias empujara a las grandes aventuras mat nas, la vida comercial de los antepasados de los marineros de altura fenicios habfa comerizado. La actividad de las ciudades fenicias debi nacer en fechas muy remotas. Hay testimonios arqueolégicos que confirman la existencia plena de Biblos, ‘Ugarit y Alalakh en Ja Primera Edad del Bronce, mientras que la inexisten- cia de éstos para Tiro o Sidén por ejemplo - de fundaciGn estimada por algu- nos en torno al 2750 a, Jc- no debe atribuirse sino a Ja inaplicacion de una préctica arqucolégica intensiva, hasta el momento, por multiples causas. Es de sobra conocido un dato de las tempranas relaciones comerciales egipcias con Ia regién que nos ocupa, Ya en torno al 2700 a. Jo. el faraén Snefru de la IV dinastia, hizo evar a Egipto grandes cantidades de madera de cedro y otro drbol no bien precisado *. El cedro se utilizé en la construccién con notable fortuna *, prueba indirecta de que el conocimiento de sus propie- dades y explotacién deben remontarse cronaldgicamente inclusa més alld Nacen asi unas relaciones econdmicas bilaterales particularmente estables en el tiempo y que solo decaeran cuando las condiciones generales del marco oriental lleve el interés de los asigticos por otros derroteros, También se ori- gina en este periodo, y ello es muy importante puesto que su falla ser un factor mas que empuje hacia Occidente, una conducta politico - econémica habitual en las grandes potencias respecto a los niicleos de las costa pales- tina, El discreto control y la no intervencién - salvo rarisimas ocasiones - en sus asuntos internos. Es lo que Robert B. Revere ° llama, como veremos mas adelante, la “tierra de nadie”. Lgipto cumplira este acuerdo técito. El largo brazo de la III dinast/a de Ur ejercer un discreto protectorado. Mi- tanni y los hititas después, mantendrdn la sabia politica de no intervencién. Slo Asitia y, mucho después, Persia, pareceran no comprender o no desear el mantenimiento de esta situacion. 3) DRIOTON, F. y VANDIER, J. : Historia de Egipto, Buenos Aires, 1973, ig. 145, 4) EDWARDS, LES. : Les Pyramides d~ Egypte, Pe 36. 5) REVERE, Robert F. : ‘Tierra de nadie: las puertos comerciales det Medi- terréneo Oriental”, en Comercio y Mercado en los Imperios Antiguos, Ma- rid, 1976, pégs. 878 130. 1967, pig, 104, UL Del periodo anterior a la crisis del 1200 a. Jc.. 1a documentacién que me- jor nos retrata la vida comercial de las ciudades costeras es aquella que la Arqueologia pudo rescatar de las ruinas de Ugarit. Ugarit, la Ugarit de los siglos XIV y XIII a. Jc. y hasta su destruccién, fué tun emporio comercial hirviente de actividad. Pese a lo fragmentario de la do- cumentaciOn salvada, sabemos de mas de cien tipos de mercancias ® cuyo centro de recepcion o reexpedicion era la actual Ras Shamra. La franja ribe- refla mantenia relaclones comerciales con Anatolia, Mesopotamia, Siria inte- rior y Egipto por tierra, y con la costa de Anatolia, Chipre, el Egeo, Egipto y toda la orilla mediterranea sirio - palestina por mar. De ello tenemos cons- tancia tanto por la Arqueologia como pur lus textos, donde se mencionan coneretamente los puertos de Biblos, Tiro, Akko y Egipto, asi como Chipre, Creta y Asia Menor 7. El comercio maritimo, mas barato y répido, llevaria a su cargo el mayor volumen de las mercancfas pesadas como el grano y, a veces, metales, Mas parece que, salvo imponderables como el mineral procedente de Chipre, los metales eran transportados mediante caravanas de asnos 8. Es decir, que las principales fuentes procedian del interior. En lincas generales los abjetos de comercio eran. variadisimos, yendo desde los mas ricos metales y piedras pre- ciosas hasta los mas humildes frutos de la tierra y el mar, pasando por toda suerte de tejidos, vasijas, esclavos, animales y muchos mas productos. La relativa abundancia del oro obtenido de Egipto donde su precio era ba- rato, hacia que su cotizacién en Ugarit fuese a su vez razonable, mds asequi- ble que en Babilonia o el Imperio hitita donde escaseaba. Ello habla por si mismo de la pujanza comercial de la urbe ugaritica y de las demds ciudades costeras”. Otros minerales objeto del comercio de esta ciudad fueron la plata, el cobre y sl estafto. El cobre procedia de Chipre o Anatolia”, 6) HELTZER, M. : “The Goods and Prices in Ugaritic Trade", PS 19, 1969, Pigs. reat 7) Véanse PRU VI. 126 (RS 19.28), PRU V, 106 donde se despachan mereane: para Biblos o se menciona al monarca de esta ciudad. PRU V, $9 (UT 20.59) y E. PINSKI: “L amarrage ae yr”, Syria 44, 1967, pégs. 282 y ss. PRU V, 95 (UT 20.95) y otras sobee Chipre. En torno a Creta PRU Ill, 16.238, 10-18. M, MELTZER + “Tam. kar et son role dans I Asie Occidentale du XIV . XII siécles”, VDI 22, 1964, pégs. 3.3 16 sobre la costa anatoli “The metal trade of Ugartt und the problem uf transportation of commercial goods” Irak XXXIX, 2, 1977, pag, 208. 9) HELTZER, M "pag. 206. 10) MADDIN, "Some notes on the copper trade in the An- ‘clente Near Bast”, IM 26/5, 1974, pigs. 24 0 30. ¥ tamt \CHOL2, H. E, : “Kef- ‘ubarren und Erchandel in 'zweiten vorchrstichen Jahrtausend”, PZ, 37, 1955, pass. 21425 = Posiblemente también de aqui se extracria buena parto del estafo y le plata. Me pregunto.si el estafio cle los Zagros y las estribaciones montafiosas cerca nas al Caspio alcanzaria Ugarit. Esta milenaria fuente siempre estuvo amena- zada por las tribus de las montafias. Su inseguro control y el agotamiento o bloqueo del acceso a las explotaciones anatolias obligarian a cambios decisi- vos en Ia historia fenicia. Con todo, pese a la indudable importancia del esta- fio en el mundo del periodo, creo que se ha hipervalorado. No olvidemos que si bien su abundancia es extrema y la proporcién en Ugarit con respect a la plata es de 1:227 a favor del estafio, sabemos que éste no solo se utili- zaba como componente del bronce sino que desde tiempos muy antiguos se empleo para satistacer los pagos de pequefto monto y como expresién del precio de diversas mercancias ‘*, cuando menos desde la época de las tran- sacciones comerciales en el Karam de Kanish. Del mismo modo se ha de ha- cer notar la presencia de una incipiente industria det hierro posiblemente propiciada por los hurritas mitannios **, industria ugarftica que en la Feni- cia de las grandes navegaciones en tomo al aflo 1000, también deberia ha- comnos feflexionar sobre ¢l papel del estalo. Este comercio que s6lo podemos esbozar, era llevado a cabo por un tipo nuevo que comenzaba a surgir en la costa, Hasta la época, cl comerciante del interior que cubria miles de kilémetros en sus rutas caravaneras para unir la Baja Mesopotamia con Anatolia, pasando por Asiria o abriendo cami- nos hacia Asia Central, el Caucaso y Siria Palestina, debié funcionar de acuer do con las reglas del karum. instalacién permanente con almacenes, cimara de comercio, compensacién y depésito de dinero '3. Y aunque el comer- ciante asirio era un funcionario, a mediados del milenio se comenzé a nego- ciar con capitales privados '4, y esta nueva figura de comerciante, de hombre de negocios, consigue incluso tal influencia en el aparato estatal que los go- bernantes utilizan su actividad para granjearse servicios de céracter diploma- tico y la apertura, por cuenta del estado, de nuevas sedes comerciales 5. El hecho de que la mayor documentacién existente de este tipo de comereian- te provenga de Ugarit, me sugiere la hipétesis de que tue aqui, en la costa fenicia, donde nacié la verdadcra personalidad del mercader que arriesga un capital, es decir, donde vi6 la luz el verdadero comerciante y e} auténtico 11) GARELLI, P. : Les Assyriens en Cappadoce, Pat{s, 1983, pég. 265. 12) CORDOBA, J. M. : Mitennt » toe hurritas, 13) ZACCAGNINI: "The merchant at Nuzi”, 14) Para una sintesis del comercio mesopotdmico de la época, con especial referen- ia. al mundo nurrita, J. M. CORDOBA, op. cit. pags. 135 38. 15) KESTEMONT + “Remarques sur les aspects juridiques du commerce dans te Proche - Orient du XIV siécle avant notre ere”, Irak XXXIX. 1977. pi. 198, 37. comercio. Y Ugarit presentaba una faz multinacional. Los hombres de nego- cios cambiaban con frecuencia de nacionalidad con todos los problemas juri- dicos consiguientes *°. La suma pues de intereses que se reunian en estas ciudades costeras era tan grande ¢ implicaba a tantos que, muy probable- mente. indujo a esa politica tacita y no escrita de “tierra de nadie” como es- cribié Robert Revere. La costa fué pricticamente siempre durante el I] m: lenio y ain antes, una zona comercial respetada por los imperios en virtud, posiblemente, de las importantes reservas economicas que podia movil © prestar, Slo unos pueblos bérbaros, ajenos a este marco y a su compli- cado juego de-interes, o una potencia rigidamente centralista como la de Asitia, podfan poner en peligiu su existencia, La vida comercial del Oriente seguia cste curso cuando, en torno al 1200, ‘ocurti6é 0 improbable, lo imposible, y este mundo de pacificos y egoistas comerciantes cuyos beneficios alcanzaban cotas clevadisimas 17, se hundié bajo el ataque de gentes extrafias. Llegaron los Pueblos del Mar y el mundo de Hatti, del equilibrio y del comercio protegido, se hundié para siempre. La tormenta estall6 arrasando todo este complicada juiega de mecanismos de relaciones comerciales y equilibrios politicos. Todavia hoy nos parece imposible creer en la caida del Imperio Hitita, poderoso, bien asentado. Y habria que pensar en una conjuncién de factores. La desesperada presién de pueblos en marcha, el agotamiento interno, las luchas interdinasticas. Es di- ficil explicarse cmo pudo caer la fenomenal e inexpugnable fortaleza hitita de Biyiikkale si no pensamos en una traicion '® La destrucciGn lego a la costa sirio - palestina. Cuando el monarca de Uga- rit desalentado y temeroso escribia al de Alashiya, quien le habfa notificado la traicion de los marinos ugariticos al pasarse al enemigo 1%, el de Ugarit Testimonta su propia indefensiOn, su carencia de fuerzas con las que opo- nerse a la Invasién que, como dice en un emocionante documento, ya “han Hegado hasta nosotros y nos han causado estragos” >°. Es el principio det fin. Mas de la destruccién nacié un mundu nueve y, muy poco después, las 16) KESTEMONT . op. cit. pay. 19. HELTZER, M. : “Problems of the sociat his- tory of Syria in the Late Bronze Age”. USTB, Roma, 1969, pies. 40 y 3 17) En algunos textos se mencionan ganancias del orden de un 50 pot cien e incluso de un 100 por cien en las transacciones comerciales del II milenio. Asi P. GARELLL ‘Marchands et Tamkans Astyriens en Cappadoce", teak XXKIX, 1977, phy. 99, 7 del mismo autor : Les Assyriens en Cappadioce, Patis, 1963, pag. 269. 18) SANDARS, N. K. : The Sea Peoples Warriors of the Ancient Mediterranean, Lon- don, 1978, pig. 139. 19) UGARITICA V, 22 20) NOUGAYROL, J, “Guerre et paix & Ugarit™, rak XXV, 2, 1963, pée. 121. 38 costas de Espata serian divisadas por avante en la guardia de un cansado ma- tinero fenicio. I~ LA PRIMERA AVENTURA Y LOS CONTACTOS INICIALES, Cuando 2 to largo del siglo XII el escenario oriental vuelve a it recompo- niéndose, la situacién ha cambiado sobremanera para los paises riberefios. Los dafios producidos por la invasiéu de los Pueblos del Mar comenzaron 4 ser restaflados. Algunas ciudades como Alalakh 0 Ugarit, la otrora poderosa. Jamas se levantarfan y caerfan en el olvido. Otras mas como Aruad o Aradus y Sidén, si bien fuertemente dafiadas - destrufdas scgiin Justino 2! - reini- ciarian su actividad. En opinién del mismo Justino fué justamente la des- truccién de Sid6n la que posibilité el nacimiento de Tiro 22. Los habitan- tes de aquella, huyenda de los invasores del mar, se fugarfan y fundarfan Tiro. Mas como sabemos de la existencia tiria en fecha mucho més tempra- na, habriamos de interpretar el dato como un fortalecimiento de Tiro por los sidonios. Una razén mas para avalar la creencia de que Tiro pudo lanzar- se_poco después a largas navegaciones. En cualquier caso los habitantes de la costa pudieron sobrevivir y.restau- rar mal que bien, sus ciudades y puertos. Una conjuncién de factores multi- ples parecen decidir las aventuras maritimas. més que simplemente diferentes ideas 0 sangre nueva como motor de esta mentalidad La nueva Fenicia y Tiro en particular, pudo hacer balance de una serie de datos. Hatti estaba destruido, no existia y la region permanecfa cerrada al comercio. Imposible importar metal. Los arameos recorrian Siria y cortaban las comunicaciones con el interior que, por otra parte, también Asiria ame- nazaba. No se recibfan pues mercanctas ni metales de los Zagros ni del Cau- caso. Lgipto se alejaba. Cierlu desurden se imponfa en él y aunque se man tenia un comercio. no bastaba. Las fuentes del oro Nilo arriba se perdfan para el control egipcio. Al sur de Palestina se seguian moviendo. pueblos westables, Por otra parte ya no Ilegaban los barcos del Egeu y sus islas eran inseguras para los navegantes semites. Habia pirateria y los nuevos poblado- res resultaban amenazadores. Y sobre todo, Asiria, que habia conseguido asomarse al Mediterrineo con Tiglatpileser I, no olvidaria jams la riqueza vista y se obsesionard en poseeria destruyendo poco a poco y dos siglos des- 21) JUSTINO, xvIM. 3, 5 22) JUSTINO, XVIII, 3, 5 23) HARDEN, D. : £05 fenicios, Barcelona, 1967, pig. 58. 39 - pués finalmente, el equilibrio técito de los antiguos. Habia pues que buscar lun nuevo lugar, un nuevo objetivo. Entre las poblaciones de las ciudades fenicias vivian colonias de antiguos micénicos y cretenses. Quizés entonces si Ilegaron a los oidos de los cons- temados mareantes y comerciantes fenicios, los relatos de remotas navega- clones micénicas que muy lejos, alld hacia la puesta del sol, habian encon- trado paises ricos en metales. Se ha indicado la posibilidad ce que en la se- gunda mitad del IT smilenio, naves del Egeo hubleran alcanzado la peninsu importando una serie de elementos culturales como la escritura ?*. Sus na- ves vendrian documentadas por las pinturas de Laja Alta, realizadas por un indigena que habia visto barcos ciclado minoicos 7. El hundimicnto del mundo al que pertenecfan las naves de Laja Alta habria cortado radicalmen- te la posibilidad de nuevos contactos, breves por otra parte pero no su re- cuerdo transmitido a los fenicios. Si los orientales fenicios no habian sobre- pasado la regién cretense hasta entonces, ello seria debido a que sus necesi- dades estaban cubiertas con un importante comercio interiar camo vimos unas relaciones navales cercanas egipcio - chiprioto - anatdlicas, y una si- tuaci6n de equilibrio politico privilegiado. Si sumamos un aparente predo- minio naval creto - micénico, el ambito fenicio es claro. Roto este esquema y contanda con todos los factores indicados, sabiendo que la navegacion fenicia era ya capaz de alcanzar lejanas costas 7°, la posibilidad de que los datos de Veleyo Patéroulo sean exactos cobra mayores visos de verosimili- tud. Las cludades costeras renacen y recobran su énimo hasta tal punto que el pobre Wen Amon >? pudo confitmar el poco aprecio y respeto que el Egip- tu milenario imponfa ya a los vivaces comerciantes fenicios. Y su viaje se si- ‘tia justamente en torno al $100 a. Jc. , es decir, la época en fa que los nave- gantes fenicios fundaban rudimentarivs enclaves en Ciidiz y Utica. Eso al menos nos cuentan los antiguos. De nuevo volvemos a los datos que Veleyo Patérculo escribiera diciendo que la flota de Tiro, dominadora on: 24) ALVAR EZQUERRA, J. : La navegacién prerromana en la Peninsula Tbérica: colontzadores € indigenas, Miaditd, 1981, pig. 312. En los sucesivo citado como LNP PI. 25) BARROSO RUIZ, C.: “Nuevas pinturas del abrizo Cueva de Laia Alta (Cédiz)", Jabega, 24, 1978, 26) ALVAR EZQUERRA, J. : LNP- PI, pags. 313 y 314. 27) PRITCHARN, I, Rt Anciont Near Eastern Texts, 29. Hay una traduccidn espafiola del viaje de Wen - Amon en sabtaurta det Antiguo Oriente, Barcetona, 1966, pigs. 19 8 21 una antologia de los textos del ANET. eon, 1980, négs, RITCHARD, J.B. - EL libro es en realidad 40 tonces de la mar, fundé Cédiz en el extremo de Espafla ochenta aos des- pués de la caida de Troya ?® y, muy poco después, Utica en Africa, Tam- bién Estrabén se refiere a esta remota antigtiedad de la presencia oriental en Espafa. Dice incluso que los fenicios posefan lo mejor de Iberia y Libia an- tes de los tiempos de Homero *®, asi como que a poco de la guerra de Troya Pasaron las columnas de Hércules y fundaron ciudades aqui y en las costas africanas °°. Es decir, parecio haber comiin acuerdo en favor de tan remota arribada a las costas espanolas. Que necesitaban llegar a una fuente de mine- rales ya lo hemos visto, que sabian a dénde ir, también. Y que podian alcan- Zar con sus naves nuestra pen nsula, es un hecho incontrovertible. Ya se hu hecho notar en otro lugar 3! el prestigio de que gozaba la navega- cin fenicia entre los griegos homéricos, y el hecho de que sus naves apare- cieran calafateadas con bettin. De su capacidad de carga habla la documen- tacién relativa a un barco del Ugarit del siglo XIII a. Jc., poco antes de su destruccién pues, que podia acoger hasta cerca de 500 toneladas de mercan- cias 32. Légicamente entre este maximo y un minimo rentable, las variantes serian numerasas. Et Dr. Alvar, en su estudio sobre la navegacién prerroma- naen Espafia, se refiere a un texto de Homero (Odisea, XIII, 276 y ss.) que explicarfa cémo unos marineros fenicios, alejados de su ruta por el viento, se aproximaron a la costa donde largaron e] ancla y pasaron la noche dur- miendo en tierra. Al dia siguiente, gracias a un viento favorable, alcanzaron su destino *¥. No podemos garantizar que el texto indique un sistema de navegacién donde mande el cabotaje, pero tampoco seria improbable. A tal efecto es instructiva la consulta de un mapa del Mediterraneo (Fig. 1 ) que indica las corrientes y las rutas fenicias. Y es curioso hacer notar, desde aho- Ta mismo, la existencia de una tacita frontera naval mediterranea en sentido este - oeste que dividirfa la mar en dos regiones de Influencia, griega a! norte y fenicia al sur, von la costa africana mds all4 de la Cirenaica que serfa, an- dando el tiempo, el imperio de Cartago. Los fenicios pues navegardn desde su costa # Chipre y de alli a Creta. Una vez aqui se imponia o bien el salto hasta S costear hac estribor, cilia, © bien bajar hasta Africa y el oeste hasta que Espatia estuviera a la vista por Ia parte de 28) VELEYO PATERCULO, I, 2, 3 29) ESTRABON, Ill, 2, 14, C. 150, 30) ESTRABON, 1, 3, 2, C. 48. 31) ALVAR EZQUERRA, J. LNP - Pl, pie 32) NOUGAYROL, J, : “Nouveaux textes accadiens de Ras - Shamra”, CRAI, 1960, - 165 y las valoraciones de J. ALVAR sobre el mismo: LNP - PI, pag. 8. 33) ALVAR EZQUERRA, J. : LNP- Pl, pag. 5. YD Corrientes més frecuentes en el Mediterréneo. + CokeAe — Tinerarios Fenicis, Fig. 1. Mapa de itinerarioe Fanicios, gti J, Alva, ~42 Los partidarios contrarios a tan temprana presencia han sido numerosos, Sobre todo, posiblemente, hasados en Ja ausencia de restos arqueolégicos. Bosch Gimpera consideraba que no podia situarse la fundacién de Cadiz mas alla de fines del siglo IX, y asi muchos mas. Pero el comercio inicial hubo de ser muy primitivo. Los navegantes expondrian sus objetos en un lugar idéneo - la entonces isla gaditana por ejemplo - cerca de sus naves cuando atin no contaran con almacenes o asentamientos, y esperarian la oferta de Jos indigenas. ¥ tal conducta pudo perdurar mucho mas de lo que podemos imaginar. Es mas, los tejidos °* serian posiblemente la mayor parte de las baratijas ofrecidas a cambio de plata y otros minerales. Estos productos y este sistema inicial explicaria la ausencia de restos arqueoldgicos durante mucho tlempo. ¥ en cuanto al interés mayor de los comerciantes, cabria preguntarse si no estaba mds dirigido a proporcionarse oro y plata como ya ha sido apuntado pos algunos investigadores ?®, que al cobre y estaiio a los que tradicionalmente se ha otorgado prioridad. Una pequena cantidad de plata y oro debia hacer rentable un viaje en circuite completo Fenicia, Es- Pafia, Fenicia, méxime cuando el comercio anterior a lus grandes estable- cimientos hubo de ser limitado. Pero hay que dejar constancia de que los textos citan con asiduidad el estaflo. Y se ha valorado el hecho de que los fenicios gaditanos lo importaron de las costas gallegas 37 Los antiguos cantaban la riqueza que los orientales ganaban en Espafi Diodoro transcribe datos de otros historiadores cuando indica la adquis cién que los fenicios hacian de grandes cantidades de plata a cambio de pa- Cotilla, y los cuantiosos beneficios que obtenian de su comercializacién en Oriente **. La Biblia, aunque para una fecha posterior, es fuente de datos relativos al comercio fenicio, Celebérrima es la cita del profeta Ezequiel en su Ordculo contra Tito, donde dice que las mercancias de esa ciudad eran pagadas por los de Tarsis con plata, hierro, estafio y plomo 39. Esto nos levaria al problema de Tarsis o Tartesos y'su realidad cultural en nuestra peninsula pero, pese a su atractivo, me limito a remitirme a los autores, 34) BOSCH GIMPERA, P. : Frentstorta de Europa, Madrid, 1975, pig. 729. 38) F2EQUIFL, 27, 24. 36) TARRADELL, M. : “Economia de la colontzacién fenicla", en Estudios de Eco- ‘nomia Antigua de la Peninsila Wbérica, Barcelona, 1968, pigs. 81a 97. Vid. paz, 92, 37) ALVAR EZQUERRA, J. : “Formas de intercambio durante le intigiedad”, en Memorias de Historia Antigua, IV, 1980, pigs 43.0 49, 38) DIODORO, V, 35, 4 39) EZEQUIEL, 27, 12. 43 — autorizados 4° El caso es que la discutida fecha para la fundacién de Cadiz no parece te. ner nada de descabellada segiin los antiguos, segiin los objetas de comercio, segin las posibilidades de navegacién y, finalmente, segiin la reflexion de muchos historiadores. Que fundaran Cédiz antes que Litiea no es un contra- sentido. Moscati piensa que situando el eje de su comercio en la ruta de los metales “quisiron asegurarse sélidas hases al término de esta ruta, en la z0- na misma de extraccién de metales” **. No deberia ser ademas necesario insistir en el hecho de que las navega- ciones fenicias no fueron las primeras en legar a Espafia. Ya comentamos la posibilidad ciclado - minoica de Laja Alta pero, atin antes, ; de donde viene el Megalitismo ? - si es que viene y no va -, ,de donde viene el Argar y su ci- vilizacién urbana, la primera de Occidente, si no tiene al menos un pequeflo componente y motor oriental ? 7. Se ha podido decir, y creo que con jus- ticia, que la colonizacién que introducen los fenicios no viene a ser sino la “renovacion de los antiguos contactos maritimos recobrado un equilibrio tras los pueblos det Mar” *?. Los fenicios debieron conocer desde lejos nucstras costas andaluzas antes de la milenartia fundaciOn gaditana, Si costearon el fitoral africano, le fecha del 1100 seria para Schubart la comprobacién de anteriores viajes de reco- nocimiento previos a la definitiva instalacién 4*, Lo que ya no parece tan claro es que el establecimiento de posteriores asentamientos siguieran ré- pidamente al primero, como parece preconizar el profesor Schubart ** Y veremos por qué. 40) BLAZQUEZ, J. M. : Tartessos y los origenes de la colontzacton fenteta en Oct dente, Salamanca, 1908. Varios autorcs on: Tartesnot y aus problemas. V Symposium {atemactonal de prehistorks Peninsular, Barcelona, 1969, También: CARRIAZO, J. de M.' Tartessosy ef Carambolo, Madrid, 1913. 41) PARROT, A. , CHEHAB, M. H. y MOSCATI, 8. Los fenletos, La expansién fe nicl, Carrago, Madvid, 1978, pig. 239- 403) SCHUPART. H : “Relaclones mediterrdneas de la cultura de El Argar’, Zephy- 108,26 -27, 1976, pigs. 331 8. '43) MALUQUER DE MOTES, J. : prologo a Los Zoeros, de ARRIBAS, A., Baroe tons) 1976, pag. 16. ¥ también MALUQUER DE MOTES, J.: “La Prehistoria”. péss Tha 119 de ia Historia Econdmica y Social de Espafa: Voi. I, Le Antigiedad, 1973, pig. 86, donde dice que “puede asegurarse que ls colontzaciones histricas s6to Droipera sobre wnas costes que hecten recibido constantements Infuencias mediterrd- eas desde hacia varios milenios ¥ que. por 10, mismo hemos de admitir que habian asimilado en buena parte la sensibilided mediterranea”. 'sa) SCHUBART, H., LILLIU, G. ¥ THIMME, J. : Citations anctenner du bassin Mediterranden, Paris, 1879, pig. 154 46) SCHUBART. 11; LILLIU, G. y THIMME, J. : op. cit. 156. 44 En resumidas cuentas, los fenicios costeando Africa diviseron Espafia y posiblemente se acercaron a explorar. De nuevo en la costa afticana - de donde conseguirian oro y marfil *® - pudieron comprobar que desde época calcolitica se mantenian relaciones desde Espafia hacia la regién de Tinger y no ala inversa, y que “el grado de civilizacién de estos indigenas era evi- dentemente debido a cambios exteriores”*”. Y enfrente estaba la desembo- cadura del Guadalquivir. Asi que fueron a la regiGn de Cédiz v fundaron su asentamiento. Carcopino acept6 el hecho de la doble fundacién a ambos la- dos de las columnas de Hércules, en Cadiz y en la regién de Larache Lixus. Pero la ausencia de restos arqueolégicos le hizo decir honradamente que tras una milenaria fundacién que él apoya, “después se produjo la oscuri- dad hasta las postrimerias del siglo VI a. Jc."** La falta de yacimientos hasta el momento no puede ser causa para poner en cuestion tan fuerte tradicién. Ademas, en Arqueologia, la frase “hasta el. momento” deberia estar slempre grabada en las reflexiones del excavador. Con un comeicio extraurdinariamente elemental, con unos focos de inter- cambio y objetos tan poco variados como perecedeius u efectus arqueulogi- 08 - tejidos, por ejemplo - y contando con que el suclo de Cadiz no ha po- dido devolver todos sus secretos y que, muy posiblemente, los mds antiguos permanezcan sepultados bajo las aguas y toneladas de aluvién, no parece in- verosimil defender la milenaria fundacién. Y si faltan hallazgos, la verdad es que en la cerémica indigena de los primerns siglas del primer milenio apare- cen unos rasgos orientales acusados que hacen muy probable la existencia de una colonia oriental “en las proximidades de la desembocadura del Gua- dalquivir” *°. Pero casi sin darnos cuenta, estamos ya muy dentro del pri- mer milenio a. Je 46) SCHULLE, W. : “ Tartessos y el Hinterland (excavaciones de Orce y Galera)” Tartessos y sus problemas. V Symposium Intomactonal de Prehistoria Peninsular, B celona, 1969, pags. 1§ a 32. Vid. pag. 19. 47) PONSICH, M. : “Unfluencies pheniciennes sur les populations rurales de la région de Tanger” en Tartessos sus proDiemas. ¥ Symposium de Prenistonia Peninsular, Har celona, 1969, pigs. 173 2 185. Vid. pig. 184. 48) CARCOPINO, J. : Le Maroc Antique, Paris, 1943, pég. 25. 49) SCHUBART, H. , LILLIU, G. y THIMME, J. : op. cit, pag. 156. 45 Ill. LA CONSOLIDACION DE LOS CONTACTOS Y LAS HUELLAS ORIENTALES EN LA CULTURA PENINSULAR DEL I MILENIO A. JC. Nos encontramos en pleno primer milenio de la historia de la humanidad, En las costas luminosas del sur no tenemos las densas nieblas de la mar del norte, pero la historia se sigue moviendo en parte entre sol y nieblas persis- tentes. Hemos de rastrear las huellas orientales de los navegantes que sin du- da persisten en sus recaladas y partidas, aunque los restos de sus arribadas sean escasos hasta que el milenio avance seguro. El impacto cultural fenicio se dejé sentir desde muy temprano. Al extre- mo del hinterland de Tartessos Hegaria una cessitniva prowibériva, “la prime- ra influencia materialmente visible de los fenicios, més tarde que en las cer- canias de Cadiz’, Pero atin antes deberian datarse restos sorprendentes. El profesor Blizquez, en una obra a la que ya me he referido, hizo un catélogo de los diversos materiales orientales hallados en Espafia y anteriores a la fe- cha del siglo VIIT 51. De los materiales catalogados me interesa sobre todo que nos fijemos en el sello cilindrica de Véle2 - Mélaga y en el vaso de boca de seta de Torre del Mar. El primero, fechado en la primera mitad del siglo XIV y pieza hoy perdida, es un ejemplar realizado en hemetites, de clara ico. nografia siria y que, siguiendo un dibujo superviviente (fig. 2 ) cabria ex- traer en mi opinién el empleo de una técnica particular, bien conocida y de- sarrollada por los hurtitas de la época, el taladro de cabeza redondeada, Fl disefio de los animales y la aparente presencia de esta técnica me lleva a con- firmar ta data propucsta, la fuente siria y, desde luego, su nacimiento en un centro impregnado de hurrismo como seria la Siria 0 Fenicia del periodo y, por qué no, la misma Ugarit anterior a la catastrofe $7. Este hecho de im- portancia excepcional y que por si mismo en solitario, no dirfa mucho - mé- xime cuando s6lo se sabe que fué halladv por un campesino en una tumba adquiere una mayor importance puesto en relacién con cl vaso de boca de seta pues, como indica el Dr. Blézquez 3, aparecicron ambos en la zona donde segiin Estrabén (3, 5, 5) se hizo la primera tentativa de asentamiento fenicio. El vaso de boca de seta (fig. 3) es una pieza de barro rojizo cubierto con una capa silicea de color castatio rojizo y presenta huellas de espatula- $0) SCHULLE, G. : op. cit, pag. 32 51) BLAZQUEZ, J.M it. pa 1.2, Cilindro-Sello de Velez (slag), segin A. Blanco. —47_ do, pateciendo poder datarse en torno a los inicios tempranos del I mile. nio **, Hay que hacer constar, que una especialista de la cerdmica sirio - pa. lestina como Ruth Amiran, lleva la técnica del baraiz rojo aplicada a piezas de muy diversa tipologéa, ala éooca del Hierro TIA - B, lo que supone un margen tan amplio como desde en torno al 1000 hasta el 800 a. Je. °5, aun- que para la especifica tipologia del vaso de boca de seta fija una cronologia mas baja, el Hierro Il C. Y eso, para ella, se traduce en un marco entre el 800 y el 386 a. Jc, Pero también tenemos las énforas de tipo oriental que suelen aparecer en los establecimientos costeros y poblados del Valle del Guadal- quivir, énfora ciya tipologia deriva del hippo - jar, un ejemplar del cual se data en Megiddo entre 1090 y 1000 a. Je. # Todo ello no son sino escuetas referencias que se podrian multiplicar pero en las que corremos el peligro de perdernos. Interesa que confirmemos que no hay ruptura entie la milenaria fundacién y ta fecha con la que vamos a cerrar los contactos con ¢] Oriente del primer milenio, Nos vamos a situar en los albores del siglo VIII a. Jc. y vamos a buscar primeru, como cuando co- menzamos nuestra andadura, qué es lo que buscan aqui lus urientales y qué ofrecen. Los nuevos asentamientos fenicios que la Arqueologia saca a la luz se re- montan al siglo VII. En parte ahora podemos explicar por qué no me pare- cia claro que a las primeras fundaciones del eje comercial, Gades, Africa, Utica, hubieran seguido otras de. inmediato. Los fenicios se aseguraron las cabeceras del comercio en los extremos del mar, en su tierra y en Espafia, y continuaron a lo largo del eje los contactos con la técnica y el sistema habi- tual, Pero su mayor entramamiento con la cultura tartésica y la aparicidn de una nueva demanda de materia prima impensada, la madera, les llevd a cos- tear el sur de Espafia hacia el este fundando factorias cuyos asentamientos y técnicas constructivas denotan una perfeccién, una calidad y un nivel que solo pueden explicarse porque fueran en realidad emanaciones de una me- trOpoli asentada y desarrollada en la cultura fenicia siglos atrds, con unas ca- pas sociales que precisasen para su vida de ultratumba hipogeos como los de Trayamar. 54) BLAZQUEZ, J. M, : op. cit. pég. 31 55) AMIRAN, Ruth: Ancient Pottery of the Holy Land, Masada Press, Israel, 1968, iy. 272 $6) BLANCO. A. : LUZON NOGUE, |. My RUIZ MATA, D. : “Panorama tartéeloo en Andalucia Oriental” en Tartessos, V Symposium Internacional de Prehistoria Penin- Sular, Barcelona, 1969, pégs. 118 4 161. Vid. pag. 132. 48 - Los metales siguen siendo la gran pasion del comercio oriental que se acer- ca a Espafia y las regiones de Huelva o Tartessos, Cordoba y Céstulo, los ina- gotables emporios de cobre, plata, oro, hierro ... Schulten nos leg6 un,am- plio repertorio de metales peninsulares a través de las fuentes antiguas °? y la regiGn que firmemente controlaba el comercio fenicio, la de Huelva y Cadiz, seguia siendo la mas rica® y la que abria camino ademas hacia la region de Castulo - a la que posiblemente llegarian después los griegos en una jugada de magistral astucia, burlando a los fenicios subiendo por el valle det Segura y entrando por las sierras hacia la alta Andalucia - con lo que, insisto una vez més, parece que lo que verdaderamente atraia y fijaba a los fenicios a la regiOn eran la plata y el ofo, no el estano, ausente en la region y, pese a to- do, mineral que “es fundamental para cualquier metalurgia desarrollada” *? . Pero los fenicios necesitan ahora algo mds y en grandes cantidades: made- ra. Como Schiile ha seflalado, los asentamientos en las costas granadina y maleguefia proporcionaron ahora un producto antes innecesario, la madera de los “corpulentos pinos y abetos de la sierra de Mélaga, razén de la exis- tencia, segiin mi modesto entender, de estas factorias fenicias del siglo VI 6 VIT en las costas granadinas desprovistas en aquella época de se arbolado de monte alto, debido a su relativa riqueza on precipitaciones y su escases en minerales, ya que junto a la cabra, la mineria es el peor enemigo del ér- bol por su gran consumo de vigas y de carbén, lo que es peor atin” ©. Dis. pénsenme la larga cita pero me parece esencial y todavia no valrada en to- da su importancia por los especialistas. Los materiales y la calidad técnica constructiva de los hipogeos fenicios en Trayamar, datados hacia la primera mitad del siglo VII, no pudieron im- provisarse. Ademés de que la zona debja ser visitada con frecuencia uno 0 dos siglos atras por los fenicios, las construcciones son, insisto, emanacion necesaria de un gran centro. Gadir sin lugar a dudas. Si las formas de jarras y tipos de nforas de la sepultura 1 llevan a los tiempos més tempranos del sigio, el complejo de ofrendas de la sepultura 4, un poco posterior quizé, no $9) SCHULTEN, A. : Geografia y Emografiaontiquas de la Peninsula Ibérica, Ma- dria, 1980, tome Ie Mossi, 1969, lomig Me ago ato eet enna Teri, Ms $8) MARTIN, Ry RAURET, &. MO, “Lat porttiadve metaligion y la cdvitbus tin de tos metales en et drea tartésica” en Tartessos y sue problemas, V Sompocion Iwicrnctonl de Prenitona entnuler, Barcelona, 1968" pags, 37 38 Wie $9) MARTIN, R.y RAURET, A. M4, : op. cit. i. 387 60) SCHULLE, G. sop. ct pig. 19. 49 deja de mantenerse en el mismo siglo 61. Y en esta sepultura 4, entre su ajuar, se encontré una pieza excepcional, un amuleta de oro 62 sobre el que volveré més adelante. La factoria de Toscanos que “parece haber durado poco mds de un siglo”, fue fundada por fenicios a mediados del siglo vill. El indigena ya se ha hecho més exigente. Quiere tejidos pero también ob- jetos de lujo, cerémica, marfiles, perfumes, aceites, vidrios y adornos, hier- 'bas arométicas, y junto con los materiales fenicios legan continentes grie- 80s como las anforas Sos, producto y contenido en el que los fenicios no hacen sino el mero y mas productivo papel de intermediarios. Y, en cualquier casv, el influju orientalizante se dejé sentir no s6lo en el area tartesica, sino en el resto del mundo al que ilegaban los comerciantes semitas, derivando a Js vioja cultura espafiola unos préstamos culturales importantes. El mundo de os bronces y las joyas lurtésicas, el mundo de la cerdmica de barniz rojo, las cerdmicas grises, las joyas castreflas quizas?. La cerdmica de barniz rojo se comienza a fabricar in situ cn torno al siglo VIII 4. La famo- sa necrépolis de La Joya en Huelva 65 nos proporcioné un conjunto de ma- teriales exeepcional que habla de la importancia del influjo oriental. Ala- hastros. ungiientarios del siglo VII a.tc.®®, nforas pinicas y platos de bar- niz. rojo §7 y, en la tumba 5, ademas de un anilla con grifo inciso imparta- do “probablemente del area siria o chipriota” ®8, un jarro y un “brasero” de bronce que encuentran paralelos rodios el primera’®9 y fenicia - chi- priotas el segundo” segin su excavador, para el que todo es importacion sin que quepa hablar de indigena o tartésico 7", Claro que un jarto como el de La Joya encuentra su paralelo en los bronces tartésicos estudiados por 6) SCHUBART, H. y NIEMEYER. H. G.: Trayumar. Los hipogeos fenictos y et asentamiento en la desembocadura del rio Algarrobo. Madrid. 1976. péa. 236 62) SCHUBART, H. y NIEMEYER, H, G, : op. cit. pag. 217 y ss. Lam. 54a. 03) SCHUBART, H. y NIEMEYER, H. G, y PELLICER CATALAN, M. : Toscanos, La factarta paleoptinica en la desembooadura dol rio Vélee, Madrid, 1969, pis, 146 64) PELLICER, M.: “Las primeras cerdmicat a toma pintadas andalucat y sus proble- mas" en Tartestos y sus problemas, V Symposium de Prehistoria Peninsular, Barcelona, 1969, pigs, 291 0.310. Vid. pg. 310, 65) GARRIDO ROIZ, J. P. : Excavaciones en la necrdpolie de “La Joya", Huelva, primera y segunda campafias, Madrid, 1970. 66) GARRIDO ROIZ;J. P. : op. cit. pag. 71 67) GARRIDO ROIZ, J.P. + op. cit. pig. 51 y 52, 68) GARRINO ROIZ_T P= op cit pie. 69. 69) GARRIDO ROIZ, J. P. : op. cit. pag. 23. Figs. 12,13, 14, 15 y 16. 70) GARRIDO ROIZ, J.P, : op. cit. pag. 28. Figs. 17 y 18 71) GARRIDO ROIZ, J.P, : op. cit. pag. 79. 50 Garcia Bellido, para el que los jarros tan ampliamente esparcidos por el te- rritorio peninsular, en lugares tan separados incluso como Coca y Niebla, se- rian obras peninsulares, fruto de la orientalizacién, que imitarian clara mente “tipos fenicios - chipriotas”. Y consigna que, ya en plata, ya en bron- ce, se encuentran ejemplares muy semejantes en “fodo el Mediterraneo pti- nico’’”?, Lafamosa placa hatérica (fig 4) de procedencia desconocida, serfa otro ejemplo del influjo oriental. Pero, {c6mo calibrar por ejemplo la orientalizacién de las joyas del Carambolo, donde la técnica del granulado y vestigios de esmaltes saltan a la vist La cerdmica de barniz rojo parece haberse introducido desde las colonias en las desembucaduras de los rfos hacia el interior indfgena 74, donde co- menz6 a desarrollarse. Son sumamente caracteristicos de los primeros tiem- pos de la colonizacién los platos “de barniz rojo, labio plano y muy ancho” 78, Para Tarradell es un tipo que perduré on la zona del estrecho hasta el siglo IV 76, Pero su procedencia o aliento es tan oriental que en Ibiza, la colonia de Cartago. la que rompe si se me permite decir con el mun- do de Oriente, Ia cerémica de barniz rojo no existe. Una breve referencia, pues el tiempo apremia, merece el yacimiento de Castulo donde las cerémicas grises “con espatulado minucioso y a torno lo- gran calidades excepcionales con efectos de jaspeado y vidriado” 77, y que se podrian fechar a mediados del siglo VII. También en Céstulo, los sectores A y B del yacimiento de! Bronce estaban separados por un muro que se rela- cionaba estrechamente con obras fenicias de Toscanos del afio 700 a.Jc.™, y Ciertas dnforas remitirian incluso al siglo Vill por sus estrictas semejanzas con las de Huelva de tal periodo 79. Cabria hacer alguna referencia al mundo de la orfebreria castrefta, Pese a que segtin el profesor Blanco Freijeiro, su investigador mas exhaustivo, es 72) GARCIA RFLLIDO, A. : “Tne hronces tartésioos” on Tartessas y sus problems. V Symposium Internacional de Prehistoria Peninsular, Barcelona, 1969, pags. 163 171. Vid. pig. 171. 73) CARRIAZO, J, de M. : “El cerro del Carambolo” en Tartessos y ous problemas V Symposium Internacional de Prehistoria Peninsular, Barcelona, 1969, pégs. 311 2340. 74) CUADRADO, E. 1 “Origen y desarrotio de ta cerdmica de Darntz rofo en et mun- do tartésica” en Tartezsos y sus prablemas, V Sympasium Internacional de Prehistoria Peninsular, Barcelona, 1969, pags. 257 a 290. Vid. pag. 285. 75) BLANCO, A. , LUZON, J. M. y RUIZ MATA, D. + op. cit. pég. 136, 70) TARRADELL, M. : op. cit. pig. 83. 77) BLAZQUEZ, 1. M.y VALIENTE MALLA, 1. = Césnilo HIT, Madrid, 1981, pi au. > 78) BLAZQUEZ, J, M. y VALIENTE MALLA, J 79) BLAZQUEZ, J. My VALIENTE MALLA, J. op. clt. pég. 235. Lam. 1. Placa Matécica (Bronce Carriazo) Lam, 2. Carnero alado de Ribadeo Lam. 3. Jarro de bola de seta, Torre del Mar (M.A.N.) 53 - debida austancialmente a la influencia de la orfebreria centrocuropes del Hallstatt TD, no deja de precisar que la filigrana y el granulado se deberfan relacionar con un aliento meridional aunque muy posterior. Y, desde lue- go, en una forma muy especial puesto que los grénulos castrefios no estén sumidos por su base en un fundente de oro baja como, par ejemplo, es el ca- so de las joyas de La Aliseda ®°, piezas de indudable influencia orientalizan- te. Como el amuleto de oro de la sepultura 4 de Trayamar al que me referi anteriormente, con granulado y filigrana en trabajo, con iconografia egipti- zante y cronologia de “poco antes de mediados del siglo VII a. Jc.” 81, En- tre ambos mundos, el orientalizante y el castrefio, pienso que estd la peque- fia joya o figurita, pues la disposicion de sus patitas indica que podia perma- necer en pié, del Hamado carnero alado de Ribadeo 52. Sea o no peninsular €1 taller que Jo realiz6, es innegable que presenta un influjo oriental (fig. 5). Finalizando ya estas reflexiones preciso sera referirse, bien que somera- mente, al problema de la cerdmica ibérica y sus relaciones o no con el mun do orientalizante, Hay un problema primordial y sobre el que no hay tiempo material para incidir, y es el de que en el estudio de esta cuestién se han se- parado con excesiva frecuencia formas y decoracién. Para algunos estudiosos no peninsulares parece claro que la cordmica ibérica “toma las formus fent- clas y puinicas tradicionales : céntaro de borde trilobulado o cdntaro de aran- dela, tazas carenadas, platos de ombligo, limparas de pico, ete” ®3, mientras que entre nosotros y desde antiguo parece predominar la raiz helénica y “en cierto modo helénooriental” incluso en parte a través de lo piinico 84, Pero helénica al fin, En cualquier caso, preciso es reconacer Ia existencia de un “eslabdn entre 10 paleoptinico y lo ibérico pleno” 85 , cermicas procedentes del Cerro de Ja Tortuga y del Tell del Guadalhorce que “significartan ef inicio de una cerimica ibérica propiamente andaluza” ®6. En Orce y Cerro del Real en Galera, a partir del 800 - 700 a. Jc., recogemos una cerdmica que Schiille llama pinica o protoibérica, de bandas horizontales anchas y policromas 87 80) BLANCO FRENEIRO, A. : “Origen y desurrolto de fa orfeoreria castrena CEG, vol. XII, 36 - 38, 1987, pégs. § a 28,1378 157 ¥ 267 a 30) 81) SCHUBART, Hy NIEMEWER, H. G. : op. cit. pag. 217 a 220, 82) BLANCO FELSEIRO, A. : “El carnero alado de Ribadeo” Bellas Artes 16, nume- 40 83,1976, pigs 307 83) PARROT, A., CHEHAB, M. Hy MOSCATI, S. : ap. elt. pés. 257. 84) PERICOT, L. : prologo'al Corpus Vasorum Hispanorum, Cerdmica del cerro de San Miguel. Lire, Madrid, 1984, pig. XX1. 85) PELLICER, a. : 86) PELLICER, M. : op. eit. pég, 293 87) SCHULLE, G. : op. cit. pag. 21. Junto a estos tipos de decoracién los fenicios estarian introduciendo algu- nas formas cerdmicas, qué duda cabe. Formas que se encuentran en Cartago, en Motya y en Mogador y aparecen a partir del siglo VIII en los enclaves del litoral andaluz ®8, Para el profesor Blanco, el tipo que més nos debe intere- sar como precedente de la cerémica ibérica pintada es el de le cerdmica mo- delada y decorada a torno, donde encuentra una tradicién del Mediterraneo Oriental “que en lineas generales podriamos lamar mundo griego - micéni- co” 89 que habria sobrevivido en Grecia, Jonia y Chipre. La ornamenta- cin propia seria la de “bandas y aros como plantilla para la decoracion, bandas y aros pintados con barnices de distintos colores apoyando el pincel sobre el vaso ya cocido mientras que éste gira en el tora” 9°, Luego, a tor- no parado, reticulos, circulos concéntricos, rayitas oblicuas, etc, En cuanto a la tipologia de las formas, la introduccion orientalizante estarfa ligada a platillos, urnas, vasijas altas, énforas “muy caracteristica la globular con el cuello citindrico y asas pequenas geminadas"*?* Clara impronta orientalizante tendrian también lus escasus fragmentos de cerémica pintada con capullos de loto, toros, ete.ide Aguilar de la Frontera que, por comparacién con la estratigrafia de la Colina de los Quemados, se podrian fechar entre un VII y un siglo VI 92, Pero es un cpisodio efimero y Ta generalidad de esta cerimica protoibérica en mi opinién sigue fielmente el “sucinto lenguaje decorative que sus maestros fenicios les habian inspi- rado” 93 E] influjo fenicio llegard hasta algunos ejemplares de la cultura ibérica ple- na, como las urnas ovoideas policromadas que siguiendo ejemplos fenicios se hallaron en Toya, Peal del Becerro. Por sus formas se puede apreciar cla- ramente el aire orientalizante hasta el punto de que licitamente pueda hi blarse de “pura raigambre oriental y punica’’*4. Mas, de todos modos, algo esta comenzando a cambiar en el mundo ibérico y la raiz helénica va ensefio- reandose. Tal vez traducida, interpretada, pero innegable. Cuanto més en las 88) BLANCO FREUJEIRO, A. :Cenémica ibérica de Andalucia y Levante, La Corula, 1976, pig. 9. 89) BLANCO FREUEIRO. A. : 0p. cit. pag. 9. 90) BLANCO FREUEIRO, A. : op. cit. pag. 9. 91) BLANCO FREUEIRO, A. : op. cit. pag. 92) BLANCO FREIFIRO, A. , LUZON NOGUE, J. M. y RUIZ MATA, D. : op. cit pige. 146 2 149. 93) BLANCO FREUJEIRO, A. sop. ct. pig. 9 94) PELLICER, M. : op. ct. pa 37 55 — regiones que,,como el Levante, permanecieron refractarias a lo fenicio. Y si bien es verdad que ain llegaban a nuestras costas y seguirfan llegando, ma- teriales orientales como las lujosas vasijas de alabastro de Sexi, de proceden- cia egipcia o siria y “decoradas con inscripciones jeroglificas”” °5, no es me- fos cierto que un mundo nuevo estd naciendo, El mundo de los iberos Llegamos asi al final del camino que iniciamos inquictados ante las hue lias que del remoto Oriente podiamos advertir en nuestra tierra. Porque como dijo Veleyo Patérculo un dia, ochenta afios después de la caida de Troya, naves fenicias legaron a las costas espafiolas y, con ellas, el men- saje de Oriente. JM. 2. 95) MALUQUER DE MOTES, J. : “La Prehistoria”, pags. 13 a 110 de la Historia Econdmica y Soctat de Expafia, Vol. I. La Antisiieded, Madrid, 1973, pip. 8

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