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PSYKHE Vol. 5, 82, 1996 El] MMPI-2: ,Un Caso de Validez Incremental? Fernando J. Rissetti N. Servicio de Salud Estudiantil, Pontificia Universidad Catdlica de Chile Resumen Se hace una revisién de los resultados reportados en Ia literatura extranjera en relaci6n a la validez. incremental de} MMPI-2. Se contrastan dichos resultados con los obtenidos en Chile cn el proceso de estandarizacién y validacién de In psicoteenologia, Se concluye que el MMPI-2 mantiene intacta su estructura interna, en To relativo a las escalas de valider. y clinieas tradicionales, permitiendo una transicién fluida desde ef MMPI al MMPI-2. Con respecto al aporte incremental de las 15 nuevas escalas de contenido del inventario, en su tarea de evaluar personalidad, Ia evidencia es promisoria, aunque ain no concluyente. Se espera que futuros estudios entreguen mayores datos para dilucidar este t6pico crucial Palabras claves: MMPI2, Evaluacién de personalidad, Valide incremental, Comparacién transcultural Abstract A revision of the results published in the foreign literature about the incremental validity of the MMPI-2 is done. These results are contrasted with the evidence gathered in Chile in the standardization and validation process of the MMPI-2, The MMPI-2 maintains unaltered its internal structure with respect to the functioning of the traditional validity and clinical scales, $0 allowing a smooth transition from the MMPI to the MMPI-2, With respect to the incremental contribution of the new MMPI-2 content scales, the results are promising, although not yet conclusive. It is expected that new studies will contribute with further ‘evidence, in order to answer this crucial question, Key words: MMPI-2, Personality assessment, Incremental validity, Transcultural ‘comparison, Conocido es et hecho que el hnventario Multi- Sisico de Personalidad de Minnesota (MMPD es el instrumento de evaluacidn objetiva de persona lidad mds utitizado e investigado en los Estados Unidos -y probablemente en el mundo~ en os Ltimos 50 afios, con mis de 150 traducciones y adaptaciones a distintos contextos nacionales. y culturales, alo largo de aproximadamente 50 pat ses (Butcher, 1995). Este ha sido el caso en Chi- le, desde fines de la déeada de los 70, particular mente en el mbito de su uso e investigacién en poblacién universitaria y, en menor grado, en otros grupos poblacionales (Rissetti, Himmel, Maltes, Gonzalez & Olmos, 1989; Rissetti & Maltes, 1985a, 1985H). Durante In’ década de 1980 esta psicotecno- Jogfa experiments en su pats de origen, tos Esta dos Unidos, un desarrollo hacia el denominado MMPI-2 (Butcher, Dahlstrom, Graham, Tellegen & Kaemmer, 1989), en base ala primera revisién sustantiva realizada al Iuventatio desde su cons- truccién en la década de 1940, incorporandose 15 ‘nuevos indicadores escalares denominados esca- las de contenido, ‘Aun cuando, como se verd, esta revisién fue de naturaleza conservadora (Weed y Butcher [1992} la han comparado con ta “refaccién de una antigua ¢ histérica casa” [p. 66)), mantenigndose pricticamente intactas las 3 escalas de validez y las 10 escalas elfnicas originales del MMPI, sur- ge la interrogante de fondo en relacién a en qué medida el MMPI-2 es un instrumento diferente al MMPI y en qué medida es capaz de hacer todo 0 eventualmente mds de 10 que es eapaz el instru 83 risserni mento original, en Ta tarea de evaluar objetiva nente variables de personalidad. Se plantea, por ende, el t6pico de ta validez incremental del MMPI-2, esto es, su capacidad de aportar infor- macign sobre el estatus psicoldgico del individuo, 1 través de Tas nuevas escalas incorporadas, que ‘exceda o refine la aportada por los indicadores escalates tradicionales, EI presente articulo tiene por objetivo comen- tar los resultados de Ios estudios realizados, en el extranjero y en Chile, para evaluar empiricamen- te Ia eficacia de las escalas de contenido como indicadores psicométvieos per se, su clicacia en Ja tarea de diferenciar la normalidad de la anor- malidad psicolégica y su capacidad para prede Ja ocurrencia de un eriterio externo mediato. DI SARROLLO DEL MMPI-2 Producto de la toma de conciencia, tanto de las debilidades psicomeétricas del instrumento como de la obsolescencia de las normas de interpreta- cidn —derivadas en los Estados Unidos en la d6- cada de 1940-, la Universidad de Minnesota tomé la decisién estratégica de iniciar a comien- zos de Ia década de los ochenta un proyecto de reestandarizaci6n, que persiguis los siguientes objetivos centrates (Butcher et al., 1989): 1. Obtener una muestra normativa contempors- nea, representativa de la poblacién mayor de 18 afios de los Estados Unidos. 2, Superar las debilidades de! denominado empi- ricismo ciego, con el que fueron construidas las escatas de’ validez y clinicas tadicionales {método de_grupos contrastados), incorpora do escalas derivadas con metodologia te6rico- cempftica destinadas a facilitar ol proceso de autorrevelacién por parte del individuo que rinde el inventario y evaluar émbitos nuevos de comportamiento, potencialmente ditites para Uecisiones elfnicas y de investigacién, 3. Mantener, sin embargo, In continuidad del MMPI, preservando Ias escalas tradicionales y, con ello, el vasto cuerpo de conocimiento acu :mulado en su uso ¢ investigacién. Resultado de esta estrategia, en Estados Uni- dos fue publicado en 1989 un producto “hfbrid el MMPI-2, cuyas caracteristicas esenciales son las siguientes (Butcher, 1992): 84 NOVIEMBRE 1995 Contiene 567 ftemes (uno més que la versién original). Se eliminaron 109 ftemes objetables u obso- Telos, siendo reemplazaclos por igual némero de ftemes con contenidas relevantes para la exploracién de: ideacién suicida, abuso de al cohol y sustancias, comportamiento tipo A, re Jaciones familiares, adaptaci6n laboral y adhe- sidn a tratamiento, Contione tres nuevas escalas de validez (Fb, VRIN y TRIN), destinadas a idemtificar el pa- trén de respuesta infrecuente a los ftemes de la segunda mitad del cuadernillo y Tn consisten- cia de las respuestas, respectivamente, mante- nigndose las escalas de validez. tradicionales (L, Fy K). Contiene las escalas esténdar 0 cffnicas (Hs, D, Hy, Pd, Mf, Pa, Pt, Sc, Ma y Si, las que se mantionen de manera casi idéntiea en su com posicién, eliminindose sélo algunos flemes ‘objetables de Hs, D, MPy Si. Contiene 15 nuevas escalas de contenido, deri- vadas con técnicas estadisticas. Estas escalas, isenadas para ser utilizadas como comple mento a la interpretaciGn de las escalas clini- «as, son Tas siguientes: |ANX (Ansiedad): Es una medida de ansiedad generalizada, que incluye dificultades so- iticas, problemas de concentraci6n, tase tornos del sueio, dificultades para enfrentar a tensién vital y preocupaciones, entre otras, ERS (Temores): A diferencia de la anterior, que correlaciona con sintomas de ansiedad gencralizada, esta eseala de contenido eva Tia temores ‘ms especificos, tales como a lugares altos, desastres naturales, la obscu- ridad y los lugares cerrados. OBS (Obsesividad): Esté relacionada tanto co tuna dimensin de temor y de desajuste cconductual general como con problemas en €l funeionamiento cognitive, tales como di ficultades on In toma de decisiones, tenden cia a “rumiar” los problemas y dificultades para aceptar los cambios, DEP (Depresién): Posee contenidos relaciona- dos con snimo y moral bajo y autoimagen negativa, orientindose a medir niveles sig- nificativos de depresién clinica (pensamien- tos suicidas 0 deseos de estar mucrto, por ejemplo). HEA (Preocupaciones por la Salud): Los co- relatos de esta escala corresponden a diver sas preocupaciones y sfntomas en distintos stemas corporates, tales como gastrointes- Linales, neurolSgicos, problemas sensoriales y eardiovasculares. BIZ (Cognicién Bizarra: Esta centrada en detec- tar procesos de pensamiento psicstico. idea- ign paranoidea y confusién psicoldgica se- ANG (Rabia): Sus contenidos se centran en ex- plorar la expresin en el individuo de senti- inientos de rabia y hostilidad. CYN (Cinismo): Bsta orientada a explorar Ia pre- sencia de acttudes nogativas exteriorizades y de crvencias misintropas acerea de las personas que rodcan al individuo. ASP (Pricticas Antisociales): En esta escala se espera que el individuo reporte compor- tamientos asociados a dificultades en Ia conducta escolar, dificultades con la ley, exigencias desmedidas hacia los demés, amenazas hacia quienes no estin de acuerdo con é1o ella, et. ‘TPA (Comportamiento Tipo A): Est orientada a ‘medi contenidos asociados tpicamente eon el pairén conduetual conocido como Com- portamento Tipo A, con correlatos tales como orientacion al trabajo duro, ambicin ¥ afin de logro desmodidos, impaciencia, itrtabilidad y competitividad excesiva LSE (Baja Autoestima): Esta escala identifica a Jas personas con una actitud negativa havia s{ mismas, incluyendo creencias de ser poco atractivas, initles, torpes 0 ser una carga para los dems SOD (Incomodidad Social): Identifica a las per- sonas timidas, inhibidas, poco amistosas y que evitan Jos contacts sociales FAM (Problemas Familiares): Esti orientada a idemtficar disfuncionalidad det sistema fa niliar de individuo, en los planos de abuso, conflictos matrimoniales y manejo y expre= sidn de Tos conflictos, entre otros WRK (Interferencia Laboral): Explora dificulta- des para funcionar y rendir eficazmente en el entorno labora, tales como dificultades de concentracin y en la toma de decisiones Y acttudes nepativas havia otras. personas en este émbito, (Indicadores Negativos de ‘Tratamiento Fue construida para evaluar la disposici del individuo a someterse a tratamiento, tanto en la esfera orgénica como conduc: tual-emocional, Contiene ftemes que explo- ran ereencias del individuo en relacién a la factibilidad del cambio conductual o vita, TRY EL MMP2:,UN CASO DEV) LIDEz INCREMENTAL® tendencia a derrotarse y no enfrentar las di- ficultades 0 crisis, entre otros. Williams (1994) postula que es iil considerar alas evaldan cuatro dreas elinicas 1. Conductas sintométicas internas (ANX, FRS, OBS, DEP, HEA y BIZ). 2. Tendencias agresivas externas 0 comporta- miento extemalizable (ANG, CYN, ASP y TPA). Visidn negativa de sf mismo (LSB), 4. Areas gonerales de problemas (SOD, FAM, WRK y TRI), LOS HALLAZGOS DE LA INVESTIGACION CON BL MMPI-2 Se procederd a realizar una revisién panorami- ca de los principales resultados que los investiga- ores han informado en la literatura publicada en estos iltimos affos, en el extranjero y en Chile, sobre ef comportamiento de esta psicotecnologsa, ‘que oriente sobre el tépico de su validez psico- métrica en general y de su validez incremental en particular, Investigaciones en el Extranjero Desde una perspectiva global, las revisiones del MMPI-2 van desde un continuo de articulos bastante crfticos, como el de Helmes y Reddon (1993), quienes lo catalogan como un instrumen- ficiente bajo cualquier esténdar psicomé- (p. 467), hasta visiones muy optimistas, como Ins de Kaplan y Sacuzzo (1989), quienes cestiman su futuro como “extremadamente brillan- te" (p. 378). Butcher (1992) define al MMPI-2 como una revisién y expansién del MMPI original, que contiene normas nuevas, representativas de Ta po- blacién de los Estados Unidos, que aporta una base de comparaci6n y de inferencias mucho mis vélida que el instrumento original. En segundo lugar, este autor afirma que el MMPI le entrega al clinico, a un costo-beneficio favorable (poten- ciado por la velocidad y exactitud de la correc- cin -e incluso interpretacién— por computador), tuna evaluacién objetiva de las caracterfsticas de personalidad del individuo, patrones de sfntomas y actitudes personales que se ha demostrado son Televantes para dimensionar distintos aspectos de su cuadro y de su prondstico elinico, 85 Por otro lado, Williams (1994) asevera que las nuevas escalas de contenido fueron construidas para facilitar una comunicacién mas directa entte Ja persona que responde al cuestionatio y el clfi- co 0 investigador. Las define como indicadores psicométricos que poseen una alta confiabilidad test-retest (medida por 1), fa que oscila entre 078 0.90 para ambos sexos de la muestra normativa horteamericana (n= 1.462 mujeres y 1.138 hom= bres), y una alta consistencia interna (medida por el coeficiente alfa de Cronbach), que presenta va- lores de 0,72 a 0,86 para ambos sexos (Butcher, Graham, Williams & Ben-Porath, 1990; Wi HHinms, 1994). Williams (1994) afirma que estas escalas son ‘un valioso complemento en la elarifieacin de Ia interpretaci6n de las heterogéneas escalas clinicas © estindares originales, citando el caso de la cala Pd (Desviacidn Psicopstica). Al observar las clevaciones relativas de ASP (Précticas An ciales) y FAM (Problemas Familiares), el clinico podria determinar si la elevacién de Pd realmente rofleja Ja presencia de actitudes antisociales, con- Aictos familiares o ambas, por ejemplo. Lo mis- mo podria hacerse en el caso de la interpretacisn de tina eseala tan compleja y heterogénea en su contenido como es Sc (Esquizofrenia), en su interacedn eon BIZ (Cognicidn Bizarra), para la idemificacién de un proceso psicético © pre- psicético, 0 en el caso de In depresién clinica mayor, con la interpretacién configural de las es- alas Dy DEP (Depresién). ‘Asimismo, segin Willinms (1994), las escalas de contenido constituirian per se una fuente vl: a de informacién adicional sobre el individuo, cen la medida en la que se han derivado empirica ‘mente coeficientes de validez que son semejantes a los de las escalas tradicionales, pudiendo ser utilizadas por sf solas para generar hipotesis interpretativas sobre el individuo, Afirma que los terapeutas conductuales pueden encontrar que las ‘esealas de contenido son aun més relevantes para su trabajo que las escalas tradicionales, en la me dida en la que son mas homogéneas y consisten- tes con el concepto de conducta objetivo (target behavior). Este seria el caso, por ejemplo, de ANX (Ansiedad), FRS (Temores), OBS (Obse~ sividad), ANG (Rabia), ASP (Prdcticas Antiso- ciales) y TPA (Personalidad Tipo A). Finalmente, TRT (Indicadores Negativos de Tratamiento) puede constituirse en una medida til para identi- ficar, en Ia fase inicial de evaluacién, a aquellos individuos que es improbable que se beneficien de una estrategia de tratamiento de esta natura leza, 86 NoviEMBRE 1996 Con respecto al funcionamiento de tas escalas de validez, intsoducidas, las revisiones apuntan a ‘un comportamiento promisoriamente eficaz. en el plano de la identificacién de patrones de respues {as al azar o de deseabilidad social (Ben-Porath & ‘Tellegen, 1994) in lo que dice relaci6n con la contribucién de Tas esealas de contenido al diagndstico diferencial de psicopatologia, Ia literatura revisada veporta Iallazgos de diversos tipos. Ben-Porath, Butcher y Graham (1991) investi- garon Ia capacidad del MMPI-2 de diferenciar la esquizolrenia de ka depresién mayor en pacientes hospitalizados (n = 87 hombres y 73 mujeres). Reportan que tanto las escalas originales como Jas de contenido aportan informacisn itl para el diagndstico dilerencial de estas dos condiciones ‘anormales. Es nis, encontraron que las de conte nido poseen validez incremental con respecto a este pico, en la medida en la que apottan infor- macién dilerente a Ia que es posible obtener de las escalas elfnicas estindar. En efecto, con res- pecto @ Ia elevacién escalar, las escalas de conte- nido BIZ, (Cognicién Bizarra) y DEP (Depresién) aparecieron entregando un cuadro diagnéstico mils refinado que Ins escalas clinicas. La escala de contenido con mayor elevacién para ambos sexos fue la que correspondié al grupo diagnésti- cco, es decir, DEP en el grupo con depresién ma yor y BIZ en cl grupo con diagnéstico de esqui: zofrenia (Ben-Porath et al., 1991). Los analisis de regresién mattiple, por otro lado, demostraron que las escalas de contenido ‘contfibuyen incrementalmente a la tarea de diag- \istico diferencial entre esquizolrenia y depre- sin mayor, observindose que estas esealas con- ticnen un importante peso predictivo para ambos sexos (DEP = 0,58 y BIZ = 0,63 en el grupo masculino: solo BIZ = 0,56 en el grupo femeni- no). Coneluyen que estas escalas poscerfan un potencial considerable para complementar a las ‘esealas elfnicas tradicionales, en la tarea de dife- renciar éstas y otras formas de desérdenes psico- ogicos (Ben-Porath et al, 1991). Ben-Porath y McCully (1993), a diferencia del estudio anteriormente comentado, en el que se ulilizé como criterio el diagnéstico elinico, bus caron demostrar In contribucién de tos puntajes de las escalas de contenido a la prediccién de puntajes en dos instrumentos de auto-reporte, el Inventario de Depresién de Beck y el Symptom Checklist 90-R. Su grupo de estudio estuvo for- mado por estudiantes universitarios norteameri- ccanos (257 hombres y 339 mujeres). vous wa Estos autores postularon que el uso de instru mentos de autorreporte como medidas de critetio les permitirfa evaluar directamente la capacidad de las escalas de contenido del MMPI-2 para ‘cumplir su tarea primaria como escalas derivadas racionalmente, esto es, facilitar una comunica- cién psicométricamente confiable entre la perso- nna evaluada y el que interpreta sus respuestas, Encontraron que Ins escalas de contenido cfee- tivamente hacen un aporie incremental Ia pro- diceién de la varianza en estos insirumentos de medicién, tanto en hombres como en mujeres, por sobre lo que son capaces de prodecir las esca Jas clinicas tradicionales det MMPI. Los an‘ de regresién demostraron que la conttibucis incremental de estas escalas era, en promedio, de ‘un 10% para el caso de los hombres, poseyendo los mayores pesos Ins esealas ANG (Rabia) y DEP (DepresiGn) en Ia prediccidn de la varianza adicional (24% en ambas), y de 124 para las mu- Jeres (con las escalas ANG y TPA), agregando ambas escalas un 33% a la prediceién de Ia varianza. Alerian, sin embargo, sobre la naturale za del contenido directo (face validity) de los ftemes de estas escalas, que las haria vulnerables a la distorsion intencional por parte del individuo evaluado. Especifican, por tanto, que “dado un exaininado cooperador, las escalas de contenido del MMPI-2 entreyan un medio de comunicacién directo, confiable y valido, entre el sujeto evalua: do y ef que interpreta el test” (Ben-Porath & MeCully, 1993, p. 573). Menos optimistas son los resultados informa. dos por Morrison, Edwards y Weissman (1994), El objetivo de su estudio fue evaluar en una ‘muestra “anormal” de 200 pacientes ambulatorios (100 hombres y 100 mujeres) si cl MMPI-2 es ccapaz de aportar una ventaja sobre el MMPI oF ginal en Ia identificaciGn de distintos diagnést os psiquiduicos, formulados en la admision el ica. Globalmente, los andlisis practicados no revelaron diferencias sustantivas entre el MMPI y cl MMPI-2, como predictores de! diagnéstico, Al utilizar el diagndstico como criterio, ambos ins- trumentos mostraron aproximadamente la misma tasa de clasificacién correcta, siendo de magnitud modesta la capacidad predictiva de ambos (33% de coincidencia global con el criterio externo). Concluyen estos autores, como numerosos otros que han investivado la relacién enire el MMPI y el diagndstico elinico (juicio impresiontstico), que la evidencia de una validez diferencial entre cl MMPI y el MMPI-2 debers ser buseada en indicadores mas diferenciados, tales como sinto- ‘mas espeeificos y correlatos conductuales de las escalas 0 c6digos-tipo (Morrison et al., 1994) FL MMGPL2:,N CASO DE VALIDEZ INCREMENTAL? Investigaciones en Chile Adaptacion y Estandarizacién del MMPI-2 Conocidos los resultados del proyecto de re- cestandarizacién en los Estados Unidos, el equipo de investigacidn del Servicio de Salud Estudiantil de la Pontificia Universidad Catélica de Chile tom6 la decisién de iniciar un trabajo de adapta- cidn de este instrumento en Chile, que permitiera waximizar las fortalezas que esta psicotecnolo- fa aparecta poseyendo. La investigacién (Pro yecto FONDECYT 819/90), inicinda en 1991, iuvo como objetivo traducir, adaptar, estandarizar ¥ validar et MMPI-2 en la poblacién chilena, con tuna perspectiva de investigacién transnacional, que permitiera corroborar las caracteristicas de las escalas tradicionales y de tas nuevas escalas de contenido del inventario observadas en Ia po- blaciGn de origen Por medio de la utilizacién de una estrategia de comité y de “rettotraduceién” (back-transla- tion), se practic6 una revisiGn del total del pool de ftemes del inventario, a objeto de traducir al castellano los flemes nuevos incorporados y pulir la traduccién de los existentes, capitalizando de esta manera Ia experiencia acumulada en el uso de la version original del MMPI a lo largo de 13 aos (Rissetti, Montiel, Maltes, Hermosilla & Fleischli, 1978). La versién en castellano obteni- daa través de esta metodologia fue sometida a un studio test-retest en una muestra de 22 profesio- nales bilingies de ambos sexos con experiencia bicultural relevante. En este grupo de estudio el promedio de as cortelaciones test-retest de los puntajes brutos en ambas «administraciones del insirumento fue cer- eano a r= 0,80, aportando evidencia sobre una robusta confiabilidad escalar de esta traduceién, Se demosttS una alta equivalencia linguistica y psicométrica entre la versidn original en inglés desatrollada por el Comité de la Universidad de Minnesota y la versién en castellano construida cen Chile (Rissetti, Himmel, Gonzilez, & Olmos, 1996). Participantes La versién asi raducida fue administrada a lo largo de 11 meses a una muestra normativa ini- cial, estratificada por edad y nivel de escolaridad, de 3.175 voluntarios, definidos operacionalmente como “psicoldgicamente normales”, residentes en las Regiones Metropolitana, Il, VII y IX. La nor- ‘malidad psicoldgica fue detinida como la ausen- 87 issermi cin de una condicién psicopatol6gica en el part cipante en el momento de rendir el inventario, inserto en actividades habituales de earcter estu- Giant 0 laboral y sin exhibir comportamientos desajustados manifiestos. Una serie de etapas de depuracién de esa muestra, en base al control de calidad de los protocolos de respuesta y a a utili- zacién de chterios empiricos (Rissetti et al. 1989), condujeron a la seleceiGn de una muestra nnormativa definitiva, que estuvo compuesta por 1.111 participantes (522 hombres y 589 mujeres) ‘Su composicién demogritica fue la siguiente: ta ‘ead promedio de los hombres fue 27.9 aiios (DS = 10,8) y lu de las mujeses 31,9 aos (DS = 146). La distibucidn de escolaridad, en el caso de Tos hombres, fue Ia siguiente: 24% de los individuos tenia educacisn bisica, 44% educacién media, 9% educacién téenica y'23% educacién superior En eleaso de las mujeres, esta distribucién Tue de 15, 38, 17% y 30%, respectivamente (Risseti et a, 1996), ‘Esta versién del MMPI-2 fue administrad ademés, a 518 part anormalidad psicol6gica, definida por la presen- cia de alain tipo de psicopatologfa en el momen- to de rendir ef inventario, diagnosticada a través el juicio elinico, Todos estos participantes se ‘encontraban bajo algtin tratamiento psicoldgico 0 psiquistrico, ambulatorio (de carter privado, en el Servicio de Salud Estudiantil de la Pontificia Universidad Catsliea de Chile, 0 en un hospital priblica) o internados en un hospital pablico o en luna elfnica psiquidirien universtaria. Diversos pasos de depuracién de esta muestra clinica, por motivos de control de ealidad de los protocolos 0 pata efectos de balancear Ia muestra en st: com posicién demogréfica, condyjeron a una muestra linica definitiva de 243 participantes (109 hom- bres y 134 mujeres). Estos patticipantes fueron clasificados por los profesionales tratantes ~0 pe- ticidn del equipo de investigacion- en cuatro ca- tegortas diagndsticas geuesas, resultando 1a si- guicnte distribucién: neurosis reactiva (38%), trastorno de la personalidad (39%), psicosis (1.79) y otras (6%) (Rissetti etal, 1996), Resultados A continuacisn se sintetizan los principales re~ sultados de Ia investigacién (Rissett et al., 19%). Confiabilidad. Al igual que en el estudio de re cestandatizacién de la Universidad de Minnesota (Butcher et al., 1989, 1990), las escalas de conte- 88. NOVIEMBRE 1996 nido del MMPI-2 mostraron coeticientes de con- sistencia interna significativamente mas altos que las esealas clinicas tradicionales. En el caso de ka ‘muestra normativa chilena de hombres, presenta ron una media de cocficientes alfa de Cronbach de 0,82, versus 0,63 en las escalas tradicio- nales. En el caso de 1a muestra de mujeres, los valores fueron 0,81 versus 0,62, respectivamente (Rissett et al., 1996), Estos resultados evidencia- ran la fortaleza de 1a metodologia de construc ccidn de estos indicadores escalares, ya comentada (Williams, 1994). Valicer dle constructo. Se realizé un anilisis fuetorial de componentes principales, con rota én varimax (cuatro factores), para las escalas clinicas y las escalas de contenido. En el caso de Tas escalas elinicas y de validez tradicionales, 1a estructura factorial del MMPI-2 es esencialmente la misma que Ia extraida en estudios de estan- darizacién del instrumento original en Chile (Risseuti & Mates, 1985a; Rissetti et al., 1989), dobservndose en ambos sexos una alta consisten- tanto en el fiempo como a nivel transnacio- nal, si se la compara con las magnitudes de los resultados obtenidos en el estudio de re- estandarizacién en los Estados Unidos (Butcher et al., 1989), Se mantienen un primer factor de Desajuste General (Sc, Pt, F, Hs y Pd con los ‘mayores pesos), un segundo factor de Sobrecon- tol, con altos pesos en Hy y K, un tercer factor denominado Depresidn-Inhibicién Social, con pesos altos en Dy Si, y un cuarto factor denomi~ nado Masculinidad-Femineidad, en el grupo de hombres, dado que la escala Mf es Ja dinica que texhibe un peso alto pero con signo opuesto al de a muestra masculina norteamericana. Este cam- bio de signo puede atribuirse a la probable pre seneia de diferencias culturales entre las mues- twas, en el sentido que los hombres chilenos poseerfan una identificacién sexual més este- reotipada que los hombres norteamericanos Rissetti et al., 1996). En el caso de las escalas de contenido se extra Jeron los cuatro Factores que se detallan a conti ruacisn, En el primer factor los mayores pesos en am- bos sexos correspondieron a las escalas LSE (0.76 para los hombres y 0,79 para las mujeres), ‘DRT (0,75 y 0,78), WRK (0,70 y 0,77), SOD (0.11 y 0,68), DEP (0,61 y 0,66) y OBS (0,55 y 0,63), Se denominé a este primer factor Distress Socitil, conjeturando que podria estar asociado a ‘deficits de personalidad en los dominios sociales y laborales y en un estilo conductual inhibido y vou. wr resistente al cambio, Este factor entrega informa- in complementaria al primer factor extraflo de las escalas clinicas tradicionales. El segundo factor también mostr6 una alta convergencia entre ambas muesiras normativas, lade Chile y la de Estados Unidos. Los mayores pesos se centraron en HEA (0,84 en ambos 'ex0s), FRS (0,60 en ambos sexos), BIZ (0.59 y 0,61 en hombres y mujeres, respectivamente) y ANX (0,53 para ambos sexos). Se infirid que co- respondia a un factor especifico de Neuroti- ‘eisnio, aun cuando la presencia de la escala BIZ. (Pensamiento Bizarro) amerita un mayor anslisis ‘en futuros estudios, a objeto de dimensionar el significado de este hallazgo. El tercer factor, en el caso de fa muestra nor: ‘mal masculina, aparece con altos pesos en ANG y TPA (0,83 y 0.81, respectivamente), Estaria Apuntando'a un factor que se denomin6 Estilo Conduetal o de Personatidad. Fn ta muestea de mujeres se da. una configuracidn diferente, con Jos més altos pesos en ASP y CYN (0,86 y 0,83, respectivamente), apuntanda a un factor que se denominé Desorden de Personalidad. I tltimo factor, en el caso de los hombres, es cequiyalente al tercero de las mujeres chilenas y. a su vez, en el caso de las mujeres corresponde al tercero de los hombres. En sfntesis, on la versiGn traducida al castella- no desarrollada en Chile el anilisis factorial de las esealas de contenido del MMPI-2 entreganfa tuna primera evidencia positiva en relacidn a la presencia de una potencial contribucién adicional ide estas escalas a la identificaciOn de factores clinicos y de estilo conduetual especificos!. Po- ‘rfan, en este sentido, enriquecer la capacidad de evaluacién del nuevo instrumento, en le medida en La que Tuturos estudios corroboren este con portamiento escalar en la poblacién chilena 0 de ‘otros paises, Validez concurrente. Los anélisis diserivn nantes realizados con las esealas elinicas tradi- cionales en las muestras de personas “normales” y “anormales” chilenas (muestra normativa ver~ ‘sus muestra elfnica) mostraron una funci6n cand- nica altamente significativa para los hombres (A= 0,60, 72 = 318.8, p< 0,0001) y para las mu- jeres (A= 0,52, 22 = 468,6, p < 0,0001) (Rissetti etal., 1996), Ts resulados de este ansisis fetorial de las esealas de contenido del MMPL2 son Tos primeros publicados en Chile o ene extanjero, hasta donde legs et conocimien- to de autor sobre la literatura cienica. EL MMIE-2:,UN CASO DE VALIDEZ INCREMENTAL? En el caso de estas escalas, los més altos coefi- cientes canénicos correspondieron a las escalas Pi, Dy Hy en hombres y D, Sc y Hy en mujeres. Comparando estos resultados con los obtenidos ten estudios anteriores realizados en Chile con et MMPI original (Rissett et al., 1989), se hace evi dente un alto grado de consistencia, En el caso de los hombres chilenos normales, ef porcentaje de clasificacién correcta es de 88% y en el de los hombres anormales, 75%. En cambio, en el caso de las mujeres es de 90% para las normales y de 814% para Ins anormales. En ambos casos se da, entonces, una proporcién mayor de falsos negati- vos que de falsos positives, Io que apunta, una vex més, a una de las fortalezas més estables det MMPI, esto es, su potencial para ser altamente efectivo en tareas de screening de anormalidad 0 desajust. En el caso especifico de las escalas de conte- nido, los andlisis discriminantes también mostra- ron diferencias estadisticamente significativas, tanto para el grupo de hombres como de muje- res (Rissotti et al,, 1996). En el caso de los hom- bres, estos valores fueron A= 0,61, 72 = 314,5, p< 0,0001; y en el caso de las mujeres, A= 0,56, y2= 413.6, p < 0,001. ‘Todas las escalas, con excepeién de CYN (Ci- nismo), presentaron diferencias significativas, en el caso de los hombres. Por el contrario, en ef caso de las mujeres todas ellas, sin excepeién, discriminaron significativamente entre los grupos de normales y anormales, presentando DEP (De- presién) y WRK (Interferencia Laboral) los pesos mis signifieativos. Este thtimo hallazgo seria consistente con Ia dimensi6n de Desajuste Social comentada anteriormente respecto de los resulta- dos de los andlisis factoriales, ‘También se realiz6 un anélisis discriminante centre los cuatro grupos diagnésticos gruesos en los que fue clasificada la muestra clinica, Sin em- bargo, se debe ser cautelosos con estos resultados: preliminares, pues estos grupos nosoldgicos fue- ron bastante pequefios (Rissetti et al., 1996). En el caso especifico de las escalas de conteni~ do se obtuvieron en este anilisis dos funciones discriminantes significativas para el grupo de hombres (A = 0,47, 2 = 467.0, p < 0,0001 y = 0,19, 2 = 149,3, p < 0,001). Bn la primera funcién WRK (0,79), DEP (0,76), CYN (0,56), ‘TRT (-0,39) y LSE (-0,30) poseen los mayores pesos. La escala BIZ. supera a todas las dems en fa segunda funcién discriminante, con un peso muy significativo, 0,97 (Rissetti et al., 1996). Este hallazgo es coincidente con lo reportado en Jos Estados Unidos respecto de la capacidad 89 rissern discriminativa de la. escala BIZ (Ben-Porath et al., 1991), apuntando a su significative valor incremental. B] porcentaje promedio de clasificacién co- teeta, con respecto al juicio impresiontstico © clinica, alcanz6 en el easo de los hombres chile- nos al 74%, siendo el grupo de psicsticos el que mas exactamente fue identificado por el MMPI-2 (78% de los casos). En el caso de las mujeres, también se identifi- caron dos funciones discriminantes (A = 0,47, = 435.5, p <0,0001 y A= 085, 2 = 116.8, P< 0,001). La primera funcidn presentd los ma- yores pesos en WRK (0,58), DEP (0,53), ANX (0,35) y CYN (0,36). En la segunda, el peso ms alto ~il igual que en el caso de los hombres— nuevamente estuvo dado por BIZ. (0,93), seguida por ASP (0,55), ANX (-0,50) y WRK (-0.43), EL porcentaje promedio de clasifies recta aleanz6, en el caso de las mujeres, a 74% yy, en general, se puede conjeturar que estas esca- las de contenido tienen un potencial predictivo algo mejor que las escalas elinieas tradicionales, ‘manteniéndose, no obstante, la nota de cautela en relacién a Ia estructura muestral de estos grupos clinicas nacionales, Investigacion sobre Ia Validez Predictiva del MMPI-2 En el plano de fa validez predictiva del MMPI- 2, se comentan sucintamente a continuacién los hallazgos de un estudio en desarrollo, cuyos 1e- sultados de Iu primera etapa serdn publicados este aifo. Por medio de un disco de investigacion Jongitudinal, su objetivo es estudiar, en dos co: hortes de ingreso a la Pontificia Universidad C: {Glica de Chile, la relacién entre el estatus psico- I6gi¢o observado al ingreso a la universidad y ciertas variables de criterio, tales como ta deser- cin, ef rendimiento académico y la ocurrencia de des-compensaciones psicoligicas a To largo de la estadfa en la universidad (Rissetti, Himmel, Gonziilez & Gallardo, en prens: Para ello, se operacionaliz6 la medicién del distress psicolégico 0 el estado emocional negat vo de un alumuo en dos oportunidades: al ingreso a la universidad y en un momento de alta deman- da o estrés académico (eximenes del segundo se~ mestre del primer aio). El distress psicoldgico fue detinido por una funcidn en Ja que se integra- ‘on las demandas o presiones a las que el alumno percibe que estd sometido, la vulnerabilidad de su estructura de personalidad, los recursos psicols- gicos 0 de coping disponibles y los recursos o red 90. NOVIEMBRE 1996, de apoyo social con los que cuenta en un momen- to dado en el entorno en el que se desenvuelve. El indicador de vulnerabilidad de ta personalidad, como variable predictora, fue disefiado con una metodolugéa empirico-tedrica, como se explica mis adelante Método Participantes. Con este diseio de medi sucesivas se evalus a un total de 3.202 alumnos de las promociones de 1993 y 1994 de la Pon- lificia Universidad Cat6lica de Chile. Se trabajé ‘con la poblacién completa de ingreso a la univer- sida! en esos afios, administrindose grupalmente tuna baterfa de prucbas a 1.544 hombres y 1.658 mujeres, Adem, se recopil6 informacién sobre uun grupo de 393 alumnos (192 hombres. y 201 ‘ujeres) de las promociones de 1993 y 1994 que ‘on algdn momento de su estadfa en la universidad consultaron a Ia. unidad especializada de salud mental del Servicio de Salud Estudiantil de ta Universidad, constituyendo la muestra clinica del estudio, Insirumentos. Se utilizaron el MMPI-2 y otros {cuatro instrumentos. Estos instrumentos, traduci- dos, adaptados y validados para esta poblacién ‘universitaria, fueron el Cuestionario de Estrés Pereibido (Reifman & Dunkel-Schetter, 1990), el Inventario de Estados-Rasgos de Ansiedad de Spielberger (Spielberger, Gorsuch & Lushene, 1970), el Inventario de Procesos de Estudio U. C. (Rozas, Manzi & Moore, 1987) y la Escala de Red de Apoyo Familiar), construida en Chile por Himmel, Arancibia, Legtiez y Olivares (1993). Resultados Se efectué un andlisis factorial de componen- tes principales, con rotacién varimax, de las esca- las del MMPI-2 en la muestra elinica de la prime- ra cohorte de admisién, esto es, alumnos de la promocién de 1993 que presentaron descompen- saciGn psicolégica en algdn momento del aiio ‘académico. Posteriormente se replicé y_validé este andlisis en la muestra elfniea de la promo- cin de 1994. EI primer factor extratdo explicé més del 50% de Ia varianza. En el caso de los hombres, la es- cala de contenido LSE (Baja Autoestima) presen- 16 el peso factorial mas significative, con valores ‘de 0,90 y 0,94 en las promociones de 1993 y 1994, sespectivamente, seguida por las siguientes esealas clinicas, de validez y complementarias vous na tradicionales: Si (Introversién Social), PL (Psi- castenia), F (infrecuencia), Se (Esquizofrenia) , D (Depresién) y Mt (Desajuste Psicolbgico, En el caso de las mujeres, Ia escala LSE tam- bign presents un peso importante, 0.84 y 0,83 en las promociones de 1993 y 1994, respectivamen- tc, siendo ésta la de: mayor significacion, despu: de la escala Si (0,86 y 0,88). Formaron también parte de este factor, con pesos significativos, las escalas Mt, F, D, Hs, Pty Se. ‘Con base en Lo anterior, para ambos sexos se construyé el indice de vulnerabilidad como un promedio ponderado de los pesos factoriales de Jas escalas LSE, Si, Pt, F, Se, Dy Mt Incorporandose este indicador de vulnerabiti- dad de la personalidad a ta ecuacién predictiva, junto con el indice de estrés percibido (dado por el puntaje en el cuestionario de Estrés Percibido (Reitman & Dunkel-Sehetter, 1990), fue posible observar lo siguiente: 1. Los estudiantes que al ingreso a la universidad presentaron altos niveles de distress psicol6 co (ie. presentaron vulnerabilidades signilica- tivas en su personalidad y tendieron a perci- birse como altamente estresados), mostraron mayores © iguales niveles de distress en una posterior medicién en un periodo de alta e: sgencia académica, 2, Los estudiantes con un alto nivel de distress psicoldgico al ingreso a la universidad obi vieron resultados académicos significativa- mente més bajos que Ios alumnos eon un nivel de distress inicial medio 0 bajo. 3. Los estudiantes con un alto nivel de distress psicolégico al ingreso a ta universidad presen- taron mayores tasas de desercisn, Estos resultados corroboran la evidencia en contrada en el extranjero por otros equipos de investigacién (Vitaliano, Maiuro & Mitchell 1989), en el sentido que las caractersticas de per. sonalidad y las estrategias adaptativas utilizadas por los individuos son una variable mediadora sgravitante on los resultados que obtienen en ki ensefanza superior e, incluso, en el posterior des- empeno profesional (McCranie & Brandsma, 1988; Vitaliano etal, 1989). Dentro de estos factores, el estudio realizado cen Chile demostré empiricamente que la vulnera- bilidad presente en Ia estructura de personalidad juega un rol decisive como predisponente del grado de distress o suftimiento psicolégico que Inhabilita al individuo y de su respuesta disfun- ional frente a las demandas del ambiente, part EL MMPL2: UN CASO DE VALIDEZ INCREMENTAL? cularmente si dichas vulnerabilidades se dan en toro @ fa presencia de una baja autoestima, ten dencia a la inhibieidn y aistamiento social, baja tolerancia a la presién y propensidn a la depre~ si6n (Rissetti etal, en prensa). Desde esta perspectiva, el MMPI-2, con el nuevo indicador LSE (Baja Autoestina), estaria ‘aportando un valor ineremental a la capacidad predictiva de las escalas elinieas tradicionales que evalan los otros dominios comportamenta- Tes descritos, DISCUSION, Los resultados revisados permiten coneluir que €l 1Gpico de Ia validez. incremental de la versién ampliaca del MMPI, el MMPI-2, después de siete aifos desde su publicacién en el pafs de origen y de cuatro afios desde su estandarizacién en Chile, una interrogante atin no plenamente resuelta, No obstante, fue posible observar, a partir det andlisis de Ia experiencia extranjera y nacional, os hechos relevantes que se sefialan a conti= rnuacién, Se ha obtenido en Chile una traduccion vilida y confiable del instrumento, con una alta equiva- Teneia linguistica y psicoméirica con la versién original, lo que permite continuar investigando con confianza las potencialidades del instrumento y realizando las comparaciones transnacionales Gue incrementen el cuerpo de conocimientos.y permitan, a su vez, realizar aportes en el campo Ue la investigacin transcultural de personalidad. En lo relative al comportamiento de Jas escalas ude valide y elinicas tradicionales, se ha demos- trado que el MMPI-2 conserva esencialmente las fortalezas y debilidades psicométricas de la ver- sion original, en la medida en la que los resulta- dos de Tos andlisis factoriales de su estructura in- terna pricticamente replican los resultados encontrados respecto do Ia versién original, Ello daria sustento a una transicién fluida desde uno al ‘tro, en Jo relativo al uso e interprotacién de di- chos indicadores escalates. Con respecto al comportamiento de las 15 nuc= vas escalas incorporadas al inventario, con el ob- Jelo de incrementar, por un lado, su amplitud de banda en [a tarea de evaluar objetivamente la per~ sonalidad y, por oto, maximizar las ventajas de In estrategia empirico-teérica en la construccién de escalas de personalidad, los hallazgos comen- tados tienden, en general, a ser razonablemente auspiciosos. mn aissern Se ha comprobado empfricamente que estas cescalas son indicadores altamente confiables.y {que poseen una alta vatidez interna, como medi- das de autorreporte, En relacién a su validez concurrente, los ha- azgos todavia no son concluyentes. Se ha anali- zado la evidencia publicada por investigadores cexiranjeros, la que apunta a una alta validez incremental de algunas de estas escalas en Ia ta- rea de identificacién de trastornos severos, tales como la esquizofrenia y Ia depresién mayor, constituyéndose en un complemento potencial potente de Ia interpretaciGn de las escalas clinicas tradicionales que miden estos émbitos com- portamentales. En Io sustantivo, ello habria sido corroborado por la experiencia en Chile, particu- Tarmente en lo relativo a su capacidad de diseri- ‘minar entre individuos psicol6gicamente norma- Tes y anormales, apareciendo como particularmente ‘fectiva en esta tarea Ta escala BIZ. Sin embargo, falta atin por demostrar en Chile su capacidad de contribuir incrementalmente al polémico pico del diagndstico diferencial entre distintos grupos elinicos. En el caso de la poblacién estudiantit univers taria, por Jo menos una de estas escalas (LSE) ue ceapaz de hacer un aporte incremental sustantivo en Ia evaluacién de la vulnerabilidad de la perso: nalidad basal y en la prediccidn de eritetios tales como la desercién y cf rendimiento académico. De corroborarse esia propiedad en los estudios {que continiien desarrollindose, el MMPI-2 podria constituirse en una eficaz y mds refinada ayuda a la tarea de evaluar personalidad, en este tipo de poblaciones y en otras con caracteriticas simila- tes, con fines de screening, asistenciales 0 de identificacién de grupos de riesgo. REFERENCIAS Bea-Porah, Y. S.. Butcher, 3. N. & Graham, J. R. (1991). ‘Contribution ofthe MMPL-2 content scales tothe differ ental diagnosis of schizopvenia and major depression Paychotogieal Assessment 3 (8), 64-640, then: Porath, Y. S. de MeCully. E. 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Rissetti N., Jefe de In Unidad de Ciencias de la Conducta, Servicio de Salud Estudiantil, Pontificia Univer- sidad Catéliea de Chile, José’ Vietorino Lastarria 65, Santiago 1, Chile. E-mail: fissett@lascar.puc.e] 93

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