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PRIMERA CARTA A LOS TESALONICENSES Miguel Salvador Garcia INTRODUCCION _____ 1, Circunstancias de la carta Tesal6nica fue evangelizada por Pablo du- rante su segundo viaje misional; muy pro- bablemente en el invierno de los afios 49-50. Era entonces una ciudad populosa y lo sigue siendo hoy con sus més de 300.000 habitantes; de hecho, es la segunda ciudad griega en importancia después de Atenas. Estratégicamente situada al fondo del golfo de Termas, su puerto era uno de los mejores y mAs seguros puertos comerciales del mar Egeo. El tiempo de evangelizacién fue corto, pe- ro suficiente -unos tres 0 cuatro meses al menos-, para dejar una comunidad cristiana elementalmente organizada, que supo man- tenerse fiel a la ensefianza recibida (1 Tes 1,2-10), defendiéndose eficazmente tanto del ambiente pagano siempre seductor y ame- nazante (1 Tes 4,1-12), como de las conti- nuas presiones y asechanzas provenientes de la comunidad judfa muy activa y beligeran- te en la ciudad de Tesalénica (1 Tes 213-16). Era légico, sin embargo, que no faltasen di- ficultades. Previéndolas, Pablo les envia des- de Atenas a Timoteo, quien regresa unos me- ses més tarde portador de buenas noticias en conjunto, pero también de algunos proble- mas. Efectivamente, los judios contintan su campania de descrédito contra Pablo, se vis- lumbran restos de costumbres paganas, y so- bre todo han comenzado a morir algunos cristianos. Una doble pregunta se hace apre- miante: gqué va a ser de los difuntos sor- prendidos por la muerte antes de la venida gloriosa del Senor? ¥ ,cudndo tendra lugar esa venida? Pablo considera necesario darles una respuesta y, ante la imposibilidad de vi- sitarlos personalmente, decide escribirles. Lo hace en Corinto, probablemente en la pri- mavera-verano del aiio 50 (0 del 51, segin otro cdlculo cronolégico). Esta primera carta a los Tesalonicences, de cuya autenticidad paulina apenas nadie ha dudado, constituye con toda probabilidad el primer escrito del Nuevo Testamento y es casi seguro que Pablo se sirvié de Silas y Ti- moteo como amanuenses. 2. Estructura y contenido Con esta carta, Pablo da los primeros pa- ‘sos como escritor cristiano. Es una carta de dimensiones modestas, més pastoral que doctrinal, y en la que seria intitil buscar pro- fundas y sistematicas disquisiciones teol6- gicas. En ella Pablo se dirige sobre todo al coraz6n: gozo, congratulacién, reconocimien- to, avisos, plegarias, palabras de aliento y de 563 1 TESALONICENSES consuelo. En este aspecto, la primera carta a los Tesalonicenses tiene la mejor conti- nuacién en la escrita a los Filipenses, cote- rrneos suyos. Ademés del saludo (1 Tes 1,1) la despe- dida (1 Tes 5,23-28), podriamos descubrir en el micleo de la carta dos partes principales. La primera (1 Tes 1,2-3,13) tendria como hi- 1o conductor el motivo de la accion de gracias que en esta carta no se limita a una afirma- cién inicial sino que se prolonga de forma sor- prendente a lo largo de los tres capitulos (1 Tes 1,2; 2,13; 3,9). En cuanto a la segun- da parte (1 Tes 4,1-5,22) el elemento unifi- cador seria el permanente tono parenético de Ja misma: exhortaciones, instrucciones, re- comendaciones, avisos. Todo ello expuesto con calor, casi con pasién, con un ardiente de- seo de convencer. Tiene esta carta el encan- to de ofrecernos la descripcién viva de una co- munidad joven y fervorosa sélo veinte afios después de la fundacién de la Iglesia. Y tiene el mérito de anunciar ya una buena parte de los temas que Pablo ira desarrollando con mas amplitud en sus escritos posteriores. En- tre estos temas destacan la misién apostéli- ca, el desarrollo y consolidacién de la Iglesia, la dimensién trinitaria de la vida cristiana, el misterio del mal, los acontecimientos finales de la historia de la salvacién. Precisamente a este tiltimo tema, que preocupaba de mane- ra especial a la comunidad de Tesal6nica, de- dica Pablo una parte importante de la carta (1 Tes 4,13-5,11). En ella responde a las pre- 564 ocupaciones y preguntas de los tesalonicen- ses poniendo el acento en lo verdaderamen- te decisivo, a saber, en que tanto para los que mueran antes de la venida del Sefior como para los que puedan presenciarla personal- mente, lo importante es alcanzar la salvacion. Todo lo demas es accesorio y en realidad per- tenece al misterio. Asf se explica que para re- ferirse a ello Pablo utilice el género literario apocaliptico muy en boga por aquel entonces; un género que evoca el proceso de la accién divina a base de simbolos e imagenes que en ningiin caso deben ser entendidos al pie de la letra. 8. Bibliografia J. Leal, Cartas a los Tesalonicenses. (Vol. Il de Sagrada Escritura), Madrid 1962. L. Turrado, Epistolas paulinas, (Vol. VI de Bi- blia Comentada), Madrid 1965. L. M, de Wailly, La joven iglesia de Tesals- nica, Madrid 1971. J. Terence Forrestel, Cartas a los Tesalont- censes, (Vol. IV de Comentario Biblico San Jerénimo"), Madrid 1972. K. Staab, Cartas a los Tesalonicenses, Bar- celona 1974. H, Schiirmann, Primera carta @ los Tesalo- nicenses, Barcelona 1975. M. Trimaille, La primera carta a los Tesalo- nicenses, Estella 1982. J.A. Ubieta, La iglesia de Tesalénica, Bilbao 1988. COMENTARIO — 1,1 Saludo. El saludo de este primer es- crito del Nuevo Testamento, en consonan- cia con las cartas greco-romanas de aquel tiempo, es manifiestamente conciso. Pero la inigualable personalidad de Pablo se hace ya presente en él, Pocas palabras pero in- creiblemente lenas de contenido teolégico. El hecho de que Pablo asocie a Silvano -sin duda el mismo a quien en Heh 15,22. 32.40; 16,19; etc. se da el nombre de Silas~ y a Timoteo en el saludo, no debe hacer pensar en una carta escrita en colabora- cién, El responsable tinico y directo de la carta es Pablo, aunque es mas que proba- ble que se sirviese de uno de ellos, o de los dos, para la redaccién material de la mis- ma. Pero este dato, aparentemente sin ma- yor importancia, pone de relieve la perma- nente preocupacién de Pablo por compar- tir estrechamente con sus colaboradores la tarea y la responsabilidad apostélica. Pablo trabaja en equipo y a pesar de su tempera- mento, mas bien recio e incluso algo suspi- caz, programa comunitariamente su accién misionera, La carta va dirigida a la iglesia de los te- salonicenses. Es confortante constatar que el hermoso nombre de iglesia resuena ya en la primera pagina del Nuevo Testamento. Pablo no escribe a individuos aislados, sino a una comunidad de fe. Lo cual no significa que las personas individuales no le interesen. Le in- teresan y sabe muy bien que Cristo ha muer- to por todos y cada uno; pero en linea con to- do el pensamiento biblico, piensa en primer término en la comunidad de salvacién. Y aunque con el término iglesia designe direc- tamente la comunidad cristiana local, la re- ferencia a la Iglesia universal en cuanto nue- vo pueblo de Dios parece evidente. Desde muy pronto Pablo tiene clara conciencia de que todas las iglesias locales no son sino pro- longacién y realizacién concreta de la winica y universal Iglesia de Jesucristo. Y como ta- les tienen que comportarse. Se trata ademas de una comunidad -igle- sia, asamblea—absolutamente original. Sus miembros no son simples cludadanos que se retinen para resolver democrdticamente sus problemas socio-politicos. Han sido elegidos, convocados, por Dios Padre y por Jesucris- to, el Sefior, y a ellos pertenecen con todas las consecuentas. Los titulos Padre y Seftor dados respectivamente a Dios y a Jesucris- to son asimismo significativos. El Dios de los cristianos no es un dios cualquiera, sino el que ha sido revelado por Jestis de Nazaret como Abba, como Padre lleno de amor. ¥ Je- sucristo no es un maestro o un lider cual- quiera; es el Serior con toda la dimensién divina que este titulo tiene en el Antiguo Tes- tamento, y con toda la célida cercania hu- mana de la figura evangélica de Jestis. Y se trata, ademds, no del Dios Uno del Antiguo Testamento, sino del Dios revelado por Je- sucristo como misteriosa e inefable “Trini- dad” de personas. Es cierto que en este pri- mer versiculo de la carta no se menciona ex- presamente al Espiritu Santo, pero sf lo hace Pablo inmediatamente en 1 Tes 1,5-6 y lo hard mas adelante otro par de veces en el decurso de la carta (1 Tes 4,8; 5,19). No de- Ja de ser significativo que en este primer es- crito del Nuevo Testamento aparezca ya for- mulada con toda contundencia esta verdad de la Iglesia cristiana. Pablo concluye el saludo deseando a los tesalonicenses gracia y paz. Es saludo y al mismo tiempo bendicién; una formula de bendicién inspirada sin duda en las celebra- ciones littirgicas y muy probablemente en Nm 6,25-26. No hariamos justicia a Pablo dan- do a estas palabras el valor de una formula puramente convencional. Cuando Pablo de- sea a los cristianos de Tesalénica gracia y paz lo hace con todo el coraz6n y conscien- te de la enorme riqueza -amor, reconcilia- cién, perd6n, alegria; en una palabra, ple- nitud de salvacién- encerrada en tales pa- labras. 565 1 TESALONICENSES 1 1 BAJO EL SIGNO DE LA ACCION DE GRACIAS 1 Tes 1,2-3,13 Quedé dicho en la introduccién que el motivo del agradecimiento impregna de ma- nera singular los tres primeros capitulos de la carta. La comunidad cristiana de Tesalé- nica ha nacido y se ha consolidado de forma tan prodigiosa y en tan poco tiempo, que s6- lo ala intervencién divina puede deberse. El corazén de Pablo se siente traspasado de go- zo y de agradecimiento. Alguien ha llamado con acierto a esta célida evocaci6n de la ac- cién misionera de Pablo y sus colaboradores en Tesal6nica una eucaristia narrativa Desde el punto de vista literario lama la atenci6n la alternancia entre el nosotros y el vosotros. Es como si Pablo estuviese con- tando una historia a dos vertientes; pero dos vertientes que al fin confluyen en el mismo cauce: la alegria y el agradecimiento tanto de los evangelizadores como de los evangeliza- dos. .Qué pretenderd Pablo con este suges- tivo entramado de nosotros — vosotros? Sin duda aludir a una realidad més profunda, la de comunién de vida y de objetivos entre la comunidad de Tesalénica y sus fundadores. Una comunién que arranca de la misma pa- labra proclamada y acogida, de la misma fe iluminadora, de la misma esperanza com- partida. Es la comunién de vida y amor que debe existir siempre entre los miembros de cualquier comunidad y sus dirigentes y ani- madores. Es la fraternidad espiritual que de- be presidir y penetrar cualquier realidad 0 cualquier experiencia cristiana. Tal vez no sea casualidad que Pablo utilice diecisiete ve- ces la palabra hermanos en 1 Tes. Era un término usado con cierta frecuencia tanto por los judios como por griegos. Pero aqui Pablo proyecta sobre él una luz nueva: la fraterni- dad cristiana hunde sus raices en Dios que es Padre y en Jesucristo que, ademas de Se- fior, se ha hecho hermano de los hombres. 1,2-10 Accién de gracias por el com- portamiento de los tesalonicenses. ‘Tres ideas principales parece oportuno resaltar en 566 este pasaje: la temprana mencién de la fe, el amor y la esperanza como realidades consti- tutivas de lo especifico cristiano; la inevitable presencia de dificultades a la hora de vivir comprometidamente el evangelio; y la prime- raalusién paulina a que la venida gloriosa del Sefor es algo inminente. En cuanto a la fe, el amor y la esperanza como componentes fundamentales de la exis- tencia cristiana, estan agrupados tan es- ponténeamente (véase también 1 Tes 3,6-8; 5,8) que se trata sin duda de una formula- cién anterior a esta carta. Tal vez lo especi- fico de Pablo esté en los calificativos que afia- de. Porque no se trata de una fe, un amor 0 una esperanza cualquiera, sino de una fe ac- tiva, de un amor esforzado, de una esperan- za firme. En efecto el cristiano cree y la fe le introduce en el mundo de la salvacién y de la luz, mientras los demés pertenecen al mun- do de las tinieblas (1 Tes 4,14; 5,5) ; pero esa. fe ha de encarnarse en Ja vida como fuerza dindmica y operativa que desemboque en la conversi6n (1 Tes 1,9) y el servicio (1 Tes 3,6. 10.12; 5,8). Tras las huellas de Pablo (1 Tes 2,8) y sobre todo de Dios (1 Tes 4,9), el cris- tiano ama; pero no con un amor puramente sentimental. Amar de veras exige entrega, desprendimiento, generosidad; Pablo lo sabe y elogia el esfuerzo del amor a la vez que pre- viene contra el cansancio, Finalmente el cris- tiano espera. Se trata por supuesto de una esperanza que le proyecta hacia un futuro glorioso (1 Tes 4,17) y por lo mismo encuen- tra en ella una fuente inagotable de alegria, mientras que los que carecen de esperanza viven condenados a una irremediable triste- za (1 Tes 4,13). Pero no se trata de una acti- tud que nos arranque del mundo y del tiem- po presente; el cristiano que aguarda espe- ranzado ese futuro glorioso en el mas alla de este mundo y esta historia, debe también Ile- var responsablemente sobre sus hombros el peso de la historia humana, y debe luchar in- trépidamente aqui y ahora contra toda clase de mal y de opresién. Pablo recuerda a los tesalonicenses cémo acogieron el evangelio en medio de tribula- ciones, pero con profunda alegria. Incluso parece insinuar que esa paradégica expe- riencia de dolor y gozo sigue presente, segin sus noticias, en la vida de la comunidad. Es logico que asi sea. Ellos, como los cristianos de cualquier época, estan en la corriente de ese proceso histérico que arranca de Jestis (Le 24,26; Jn 12,22-26), se prolonga en los apéstoles (Hch 5,41) y tlene que ser experi- mentado en mayor o menor escala por todo seguidor del evangelio (Mt 10,21-25; Le 6.40; Jn 16,20-22;). Pablo se hace eco de esta mis- teriosa y singular experiencia ~gozo y sufri- miento al mismo tiempo- en otros lugares de sus cartas (Rom 5,3; 12,12; 2 Cor 6,4-10; 7,4; 8,2; Fip 2,17-18; Col 1,24). Pone de ma- nifiesto con ello que el Sefior, los apéstoles y los creyentes comparten un tinico destino y que la Iglesia a de entonces y la de cual- quier época— no puede por menos de seguir las huellas del Maestro. En 1 Tes 1,10 nos encontramos con la primera referencia al tema de la venida glo- riosa del Senor, tema muy importante en la carta. En realidad dirfase que estamos ante una muy antigua y sintética formula de fe cristiana expresada en categorias griegas. El titulo “Hijo del hombre” dificilmente asimi- lable por el mundo griego, ha dado paso al de Hijo de Dios; el verbo liberar ha sustituido al més semitico juzgar; el acontecimiento del Juicio se expresa mediante el término ira. Y Jo caracteristico de esta formula de fe es que tiene como contenido central no la muer- te-resurreccién de Jesucristo, sino la espe- ranza de su manifestacion gloriosa. Es, pues, una cristologia en clave escatolégica. Proba- blemente la cristologia mas antigua de la Igle- sia, toda ella voleada hacia una salvacién li- beradora que se realizaré en un futuro in- minente. 2,1-12 Pablo recuerda su misién en Te- sal6nica. Pablo contintia evocando con una enorme emocién cémo nacié la comunidad tesalonicense. Recuerda sobre todo cual fue el comportamiento de los misioneros, es de- cir, el suyo propio y el de sus colaboradores. Un comportamiento valiente, limpio, sacri- ficado, servicial, insobornable, desinteresa- do, Puede haber alguna intencién apologé- tica en las palabras de Pablo, pero lo que sin 1 TESALONICENSES 2 duda hay es un claro mensaje pedagégico y teol6gico. Se trata de constatar que ninguna dificultad podra impedir la difusion del evan- gelio ni amedrentar a sus anunciadores por- que en ultima instancia no defienden una causa propia y personal, sino la causa de Dios, el evangelio de Dios (1 Tes 2,4.8.9). Se trata de comprender que aunque la presen- tacién del mensaje tiene que adaptarse siem- pre a las distintas circunstancias histéricas y culturales de los destinatarios, nadie pue- de adulterar o manipular el contenido del mensaje con el fin de agradar a los hombres (1 Tes 2,4). Se trata, en fin, de proclamar que los anunciadores del evangelio no pueden ser simples funcionarios frios y distantes, st no que con el mensaje tienen que entregar la propia persona, como una madre que cuida de sus hijos, como un padre dispuesto a dar Ja vida por sus hijos (1 Tes 2,7-8.11). El anun- cio del evangelio tiene que ser ante todo un servicio de amor. No imponer, sino proponer. Y proponer siempre con amor. En 1 Tes 2,9 es probable que Pablo se esté refiriendo al mismo tipo de trabajo que realizar més tarde en Corinto en casa de Aquila y Priscila, a saber. el de confeccionar tiendas de campafia (Hch 18,3). Este oficio Jo debié aprender Pablo en su nifiez, tejien- do junto a su padre en Tarso el célebre pe- lo de las cabras de Cilicia; un oficio que le acompafiara después a lo largo de su vida como una especie de ciudadania humana. Pablo conoce los derechos que le asisten co- mo apéstol y que le autorizan a vivir a cos- ta de la proclamacién del evangelio. Incluso reivindica tales derechos cuando lo cree opor- tuno. Pero con frecuencia prefiere renunciar a estos derechos para evitar toda apariencia de interés personal y hacer asi mas eficaz su apostolado (véase comentario a 1 Cor 9,1-18 y 2 Cor 11,18). Por lo demas, el hecho de que Pablo bus- case trabajo en Tesal6nica sugiere que su labor evangelizadora en dicha ciudad no se limité a unos pocos dias. En cuanto a la ex- presién trabajamos dia y noche debe proba- blemente entenderse en el sentido de que fue un trabajo exigente y duro; lo normal es que trabajase durante el dia y dedicase a la evan- 567 1 TESALONICENSES 2 gelizaci6n las ultimas horas de la tarde y pri- meras de la noche. 2,13-16 Persecucién por el evangelio. La comunidad cristiana de Tesalénica no es ‘inicamente fruto de la palabra proclamada, sino también de la palabra escuchada, aco- gida y vivida. Pero debe quedar bien claro que se trata de la palabra de Dios, no de la palabra de Pablo o de cualquier otro predi- cador. En el proceso de anuncio, acogida y transmisién del evangelio, todos debemos ser conscientes de que lo definitivo no es el ins- trumento humano (que ojala sea lo mas ade- cuado y atrayente posible), sino el mensaje y su fuente divina. Precisamente por eso, por que no se trata de sonidos mas o menos agra- dables, sino de una energia creadora, de una fuerza vital, los tesalonicenses han sido ca- paces de superar las mds duras pruebas. Por otra parte, con ello no han hecho sino in- sertarse en esa corriente de persecucion y sufrimiento que, iniciada por Cristo, ha de ser completada y compartida por todas las iglesias de Dios. En 1 Tes 2,15-16 encontramos una du- risima invectiva antijudia en cuyo contexto Pablo menciona por primera vez dos temas muy queridos para él: el de la salvaci6n y el de su especifica tarea de apéstol de los pa- ganos. Pero lo que de veras sorprende es la crudeza de la polémica con sus compatrio- tas judios. Las acusaciones que Pablo les di- rige son gravisimas. Ademas de hacerles res- ponsables de la muerte de Cristo, se ade- lanta al conocido historiador romano Tacito y les acusa, entre otras cosas, de “alimentar un odio visceral contra todos los demas hombres” (Tacito, Hist. V. 5). ¢Cémo puede compaginarse este pasaje de 1 Tes con Rom 9-11 donde el apéstol manifiesta un amor entranable por todo el pueblo judio para el que prevee una futura salvacién definitiva? La dificultad es tan seria que algunos auto- res niegan la autenticidad paulina de 1 Tes 2,14-16 y piensan en una interpolacién tar- dia, que seria posterior a la ruptura total en- tre la Iglesia y la Sinagoga acaecida después del afo 70. Pero tal vez no haya necesidad de recurrir 568 a tan drdstica solucién. Cabe también pen- sar que entre 1 Tes y Rom han pasado cer- ca de siete afios y el pensamiento de Pablo puede haber experimentado un significative cambio en relacién con el tema. Un cambio no tanto de sentimientos, aunque en parte también, cuanto de perspectiva teolégica. En efecto, por una parte cuando Pablo escribe 1 Tes acaba de pasar por una serie de amar- gas experiencias en sus relaciones con los ju- dios (Hch 17,5-7.13; 18,6) y es posible que esté pensando en ese grupo reducido de ju- dios enemigos acérrimos del evangelio y per- fectos imitadores de quienes dieron muerte a Jestis. Por otra parte, en este momento con- creto de su vida, Pablo esta convencido de la inminencia de Ja venida gloriosa del Seiior. Este acontecimiento traera consigo el juicio -vengador de Dios anunciado por los profetas (is 13,9), ante el cual el Israel infiel y pecador tendré necesariamente que sucumbir. Sélo un resto se salvar. En esta linea habria que entender 1 Cor 1,18.23-24 y 2 Cor 5,15-16. Pero en Rom 9-11 la perspectiva es distinta. La parusia -es decir, la venida gloriosa del Seiior- ya no se prevee tan inminente. En consecuencia, al profundizar en los designios salvadores de Dios, Pablo entiende el fraca- so del anuncio del evangelio entre los judios como una condicién necesaria, pero sdlo pro- visional, para el anuncio del evangelio a los no judios. Es posible que esta explicacion no convenza del todo a todos. En realidad hay que reconocer que clertos interrogantes no acaban de desvanecerse. Algtin autor sugie- re una interpretacién mAs radical del pasa- Je, diciendo que Pablo utiliza aqui la palabra “judio" como concepto teolégico: judio es “cualquier hombre” que no ha acogido el mensaje, cualquiera que persiga a Jestis y a los cristianos. Es ésta una interpretacién que puede parecer sugestiva, pero no es ni mu- cho menos convincente. Concluyamos con dos observaciones. La primera, que en la frase de 1 Tes 2,16: ha descargado ya de forma definitiva sobre ellos, el tiempo en pasado se explica por la certe- za absoluta que tiene el apéstol de que asi se realizara. Y la segunda, que el de forma de- Jinitiva admitirfa absolutamente hablando una traduccién en sentido cronolégico, a sa- ber: pero en este tiempo final, la ira de Dios ha descargado ya sobre ellos. 2,17-20 Amor de Pablo a los tesaloni- censes, Para expresar su profunda afioran- za por los tesalonicenses Pablo emplea un verbo que alude a la orfandad (el vocablo griego “orfanizso” que ha sido traducido por algjados de, cabia también traducirlo por “privados de”, “huérfanos de"). Sorprenden- temente no son los tesalonicenses los que han quedado huérfanos al faltarles Pablo, si- no que es Pablo quien se siente huérfano al estar lejos de sus queridos tesalonicenses. De ahi que manifieste unos deseos incon- tenibles de volver junto a ellos. Pero algo 0 al- guien se lo impide. Tal vez se trata de los mismos judios que provocaron su marcha de Tesalonica y estan ojo avizor a ver si regre- say le echan mano. En cualquier caso, Pa- blo, como hijo fiel de su tiempo, echa la cul- pa al responsable tiltimo de todo el mal que sucede en el mundo, es decir a Satands. Es éste un vocablo de origen hebreo cuyo sig- nificado etimolégico es el de “adversario”. En él personifica Pablo con toda la tradicién ju- dia el misterio del mal en cuanto oposicién a Dios. Creyente y realista al mismo tiempo, Pablo sabe que tras el telén de todo aconte- cer terreno se desarrolla la batalla entre Dios y su “adversario” a quien en 1 Tes 3,5 cali- fica de tentador. Pablo dice de los tesalonicenses que son su esperanza, su corona de gloria, su alegria. Practicamente lo mismo que arios mas tarde dir de sus cristianos de Filipos (Flp 4,1). ¥ es que en realidad la raz6n existencial del apéstol son los demas; el evangelizador se realiza en los evangelizados: los evangeliza- dos abogarén por el evangelizador a la hora de rendir definitivamente cuentas. Misterio- sa y consoladora intercomunicacién, tam- bién para hoy, de intereses, inquietudes, ale- grias, preocupaciones, amores y esperanzas entre el que proclama el mensaje y aquellos que lo acogen. 3,1-5 Mision de Timoteo en Tesaléni- ca. Insiste Pablo en el tema de las tribula- 1 TESALONICENSES 3 ciones por las que inevitablemente ha de pasar todo creyente. Es éste un tema muy repetido en la catequesis apostdlica. Lo en- contramos en el libro de los Hechos de los Apéstoles (Hch 14,22), en los escritos judeo- cristianos del Nuevo Testamento (Sant 1,2- 3.12: 1 Pe 1,6-7; Heb 12,3-13), en el Apo- calipsis (Ap 1,9; 2,2-10; 7,14) y en los pro- pios escritos paulinos de forma repetida (Rom 5,3-4; 8,18; 2 Cor 1,4-7; 416-17; Flp 4,13- 14; Ef 3,13; 2 Tim 3,12). Podrian ofrecerse distintas razones para explicar el por qué de estos sufrimientos, pero la grande y al mismo tiempo misteriosa razén sigue siendo el ejemplo de Cristo. La tradicién sinéptica es al respecto clara y contundente, tanto por lo que se refiere a las tribulaciones de Cristo (Mc 8,31; 9,30-31; 10,32-34; Le 12,50; 24,26), como a las de los cristianos (Mc 8,34-38; Mt 5,11-12; 10,38-39; Le 14,26-27). La cateque- sis apostélica tiene que moverse necesaria- mente en la misma linea (Hch 17,3; 2 Cor 4,10-12; Col 1,24; 2 Tim 2,10-11). En el ca- so concreto de Pablo podemos pensar, ade- més, que interpreta a la luz de la pascua una conocida ensefianza de los sabios de Is- rael (Eclo 2,1-5: Sab 3; 4-6) y una creencia Judia segiin la cual en la hora final de la his- toria ~que en este momento Pablo prevee in- minente- van a abatirse sobre los creyentes pruebas y calamidades abundantes. Sefialemos, finalmente, que en 1 Tes 3,2 son numerosas las variantes del texto grie- go. Ademés de la lectura propuesta, he aqui algunas otras avaladas por distintos manus- critos: Hermano nuestro y servidor de Dios en el evangelio de Cristo; 0 bien: Hermano y co- laborador nuestro en el evangelio de Cristo: bien esta de caracter acomodaticio: Herma- no, nuestro, servidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo. 3,6-8 Timoteo regresa con buenas no- ticias. Es este un pasaje que invita a todo apéstol, a todo evangelizador, a mantenerse permanentemente en tensién, como Pablo, por sus comunidades. No es cosa de lanzar la semilla y despreocuparse de cémo nace, crece y se consolida. La fidelidad al evange- lio y a los evangelizados pide al mensajero 569 1 TESALONICENSES 3 que siga en la brecha compartiendo y alen- tando, sufriendo y gozando con las vicisitu- des del mensaje. Que siga en la brecha co- mo sea. Pablo entendié que en aquel mo- mento s6lo podia hacerlo por carta. Y nacié el primer escrito, la primera carta del Nue- vo Testamento. Nacié del amor de un apés- tol por su comunidad. Es también éste un pasaje en el que se demuestra que la gracia no destruye al hom- bre. Que el apéstol, como cualquier hombre, tiene necesidad de carifio, de amistad, de consuelo. Los tesalonicenses le recuerdan, le quieren, desean verle de nuevo. A Pablo se le ensancha el coraz6n. Que no todo van a ser sufrimientos en la vifia del Sefor; que no to- do va a ser tierra dura y pedregosa, llena de espinas y cardos, al paso del sembrador. Que habrd también una tierra acogedora; que los discipulos podrén volver, al menos de vez en cuando, llenos de alegria diciendo: Seftor, has- ta los demonios se nos someten en tu nombre (Le 10,17). 3,9-13 Accién de gracias y suplica. Concluye Pablo la primera parte de la carta con una reiterada accién de gracias, un de- seo y una suiplica. Accién de gracias porque esta completamente seguro de que las bue- nas noticias que le han hecho vivir de nue- vo no serian tales sin la intervencién de Dios. Un deseo ardiente de volver a Tesal6nica por- que, a pesar de que la comunidad se man- tiene en la fe y progresa en el amor, resta atin mucha tarea por hacer. Y una stiplica en la que Pablo, ya desde su primera carta, quiere dejar bien claro cudl es lo mas im- portante en la vida cristiana: no otra cosa si- no crecer y sobreabundar en el amor . Ni que decir tiene que Pablo habla del amor que contempla a Cristo como supremo punto de referencia, Un amor desinteresado, compro- metido y practico que no suponga en ningdn caso una huida de los problemas concretos del mundo presente, sino que los asuma ple- namente. Es, en ultima instancia, el amor traducido en obras de que habla Mt 25,31-46 y que en el dia del encuentro final se consti- tuird en juez tinico e inapelable del hombre y de la historia. En este sentido quizds no sea 570 simple casualidad el que en 1 Tes 3,9 Pablo evoque explicitamente por tercera vez en lo que va de carta (véase 1 Tes 1,10 y 2,19) la manifestacién gloriosa de Cristo Ya parusia del Seftor — al final de los tiempos. Cierra asi Pablo la primera parte de la carta y abre la segunda. En efecto, la cdlida exhortacién a vivir en clima de amor una vi- da irreprensible propia de consagrados a Dios que esperan el encuentro final con Cris- to que viene, va a ser el tema central de los capitulos siguientes. Lo que Pablo va a exi- gir a los tesalonicenses como un esfuerzo propio, aqu{ se lo pide a Dios como un don precioso. Gracia de Dios y responsabilidad humana no se excluyen, se complementan. 0 EXHORTACIONES CON LA PARUSIA AL FONDO (4,1-5,22) En esta segunda parte de la carta la aten- cin de Pablo se centra no tanto en el pasa- do, cuanto en el presente y el futuro. Los dos verbos con que abre la seccién: os rogamos y os exhortamos van a ser el hilo conductor de toda ella (1 Tes 4,1-2.10; 5,4-6.12-14). Enel. desarrollo de la exposicién destaca el énfasis con que se subrayan, por una parte, las exi- gencias propias de una vida consagrada a Dios (1 Tes 4,3.7), y por otra, la actitud de constante esfuerzo y progreso que debe pre- sidir la existencia de todo creyente (1 Tes 4,1.10; 5,13; véase 1 Tes 3,12). Todo ello te- niendo como telén de fondo el acontecimiento inminente y decisivo de la venida gloriosa del Sefior (1 Tes 5,4-11.23). Es significativa la se- rie de imperativos (y de infinitivos con senti- do imperativo) empleada por Pablo (1 Tes 4,1- 6.10-12; 5,6.8.11-22), No deben entenderse, sin embargo, estos imperativos, como si fue- ran crudas normas impositivas (véase co- mentario a 1 Tes 2,1-12). Expresan mas bien el profundo convencimiento de Pablo de que no se pueden separar doctrina y comporta- miento. No es posible ~al menos para Pablo no lo es, aunque nosotros nos empefiemos tantas veces en Ilevarle la contraria—- pensar como cristianos y vivir como paganos. Y es también significativa la constante apelacién a Dios y a Jesucristo como puntos de obli- gada referencia (1 Tes 4,1-3.5-9.15; 5,9.12. 18 }, No es la palabra de Pablo, o la de sus co- laboradores, lo importante, sino la palabra de Dios y el mensaje de Jestis que resuena por medio de ellos. En cualquier caso, nos en- contramos ante un espléndido ejemplo de ca- tequesis evangélica destinada a iluminar y a fortalecer la vida cristiana. 4,1-8 Elogio de la castidad. En una bre- visima introduccién a esta segunda parte de la carta, Pablo evoca el proceso de transmi- sién del mensaje cristiano que se remonta siempre a Jestis de Nazaret. Sefala al res- pecto que no se trata sdlo de oir o recibir pa~ sivamente, sino de poner en practica y pro- gresar (véase Sant 1,22-25). Y en seguida aborda una cuestién que puede estar crean- do problemas en la comunidad de Tesaléni- ca: problemas relacionados con el compor- tamiento en el campo de la sexualidad. El ambiente pagano de Tesalénica, abigarrada ciudad portuaria, es sin duda altamente fa- vorable a una permisiva conducta sexual. Pero la vocacién cristiana exige hacer fren- te al libertinaje y al desenfreno, y sobre to- do exige fidelidad en la vida conyugal. En 1 Tes 4,4 el texto griego dice literal- mente que cada uno posea su vaso. Esta ima- gen que creemos debe traducirse por viva con su mujer, algunos la refleren al propio cuer- po y traducen: sepa dominar su cuerpo. El contexto no apoya esta segunda interpreta- cién que supondria una redundancia. Pablo habla de una conducta individual casta, pe- ro también de una vida matrimonial casta y fiel. En esta linea 1 Tes 4,6a debe ser enten- dido con toda probabilidad como una clara condena del adulterio. La manera de expresarse de Pablo es a to- das luces fuertemente exigente. Hace entrar en juego a las tres personas divinas y dice que el Sefior -es decir, Jesucristo- vengard cual- quier desafuero en este campo. Los términos vengar, vengador, venganza, se aplican a Dios algunas veces, aunque més bien raras, en el Antiguo Testamento (Sal 94,1; 99,8; Dt 32,35; 1 TESALONICENSES 4 Nah 1,2). En el Nuevo Testamento tampoco se utilizan muchas veces y casi siempre evo- cando pasajes veterotestamentarios (Le 21,22; Rom 12,19; 2 Tes 1,8; Ap 6,10; 19,2). Cabria decir que se trata de un término mas bien po- co afortunado con el que Pablo paga tributo a su formacién judia y al contexto histérico cultural en que se mueve. Precisamente este contexto histérico cultural nos invita a mati- zar, e incluso a relativizar en cierta medida, algunas perspectivas paulinas de corte mas bien machista dentro del campo de la ética se- xual. Pero hay algo permanente, y es que no todo esta permitido en este campo. El cris- tiano, las comunidades cristianas, tienen que confrontar seriamente su comportamiento se- xual con los prineipios evangélicos y concluir que no pueden abandonarse sin mas a los ca- prichos del instinto pasional. En este sentido el mensaje de Pablo resulta valido y estimu- lante para cualquier época; tanto mas cuan- to nos recuerda que no estamos solos en el empefio, sino que contamos con la fuerza del Espiritu. 4,9-12 Invitacién al amor y al trabajo. El amor es una asignatura de tal calibre en la comunidad cristiana que sélo Dios puede ser el profesor autorizado. Por lo de mas, segan las antiguas profecias (Jr 31,34; Is 54,13) cuando Dios mismo instruya a los hyjos de Is- rael habran llegado los tiempos mesianicos. éPor qué Pablo relaciona tan estrechamen- te en este pasaje amor fraterno y trabajo? Tal vez para subrayar que el amor auténtico no es el que se cruza de brazos esperando sim- plemente recibir, sino el que se pone en ca- mino para dar (Hch 20,35). El mismo Pablo les ha dicho mas arriba (1 Tes 2,9) que su trabajo manual en Tesalénica fue sobre to- do una manifestacién de su amor por ellos. Lievar una vida de parasito no es precisa- mente una forma de amar como se debe a los demés, ya que en tal situacién el amor resultaria estéril e ineficaz. Es posible, ademas, que Pablo esté pen- sando en aquella injusta organizacién del mundo laboral greco-romano donde el tra- bajo manual era cosa de esclavos. No es el momento de iniciar una revuelta callejera 571 1 TESALONICENSES 4 contra la esclavitud, pero si es preciso que la fe cristiana comience a transformar desde dentro esas relaciones sociales injustas. Cual- quier trabajo, lejos de envilecer, dignifica a cualquier cristiano. Eso si, con tal que sea ejercido en funcién del reino. Lo cual no siem- pre ser facil, porque el cristiano durante el tiempo de su vida terrena habra de mover- se en un dificil equilibrio entre su condicin de hijo de esta tierra y su vocacién de ciuda- dano de una tierra y unos cielos nuevos (2 Pe 3,13). 4,13-18 La suerte de los difuntos. He aqui, sin duda, una de las probables lagunas en la formacién cristiana de los tesaloni- censes a las que Pablo alude en 1 Tes 3,10. Qué va a ser de los cristianos fallecidos an- tes de la venida gloriosa del Sefior? 4Cémo podran salir al encuentro de Cristo y entrar en el reino de Dios si ya estén muertos? Pa- rece que el apéstol no les habia hablado, al menos con la suficiente claridad, de la re- surreccin de los muertos. Al fin y al cabo la venida gloriosa de Cristo era para ellos algo tan inminente que no habia por qué pensar en cristianos fallecidos. Pero la muerte se dio prisa en visitar a la comunidad cristiana de Tesalénica 0, en todo caso, stempre cabfa pensar en la posibilidad de que para algdn miembro de la comunidad legase antes de que Cristo se hiciese de nuevo presente en la historia del mundo. En la respuesta de Pablo hay que distin- guir el hecho de las circunstancias. En cuan- to al hecho mismo, Pablo es absolutamente contundente: Cristo vendré a clausurar la historia humana, y todo el que por la fe par- ticipe en su muerte y su resurreccién, esté muerto 0 esté vivo, alcanzara la salvacin. Esto es lo decisivo: estar siempre con el Seftor. ¥ esto es lo que debe llenar de esperanza al cristiano manteniéndolo en todo momento alegre y animoso. La raiz tiltima de esta es- peranza es la fe en el poder de Dios que lo mismo que ha arrancado a su Hijo Jesucristo de las garras de la muerte, arrancard tam- bién de esas mismas garras a los que crean en él. Existe una misteriosa y feliz corres- pondencia de destino entre Cristo y los cris- 572 tianos. La suerte de uno sera la suerte de los otros. Asi lo ha querido el Padre y asi ser4. Pero gcémo se alcanzar4 concretamente este objetivo de participar en la resurreccién de Cristo y estar siempre con el Seftor? Aqui Pablo es consciente de que se trata de algo misterioso y para expresarlo de alguna ma- nera, utiliza imagenes del género literario apocaliptico. Un género literario utilizado también por Jesucristo para referirse a los mismos acontecimientos (Mt 24,30-31.36.42- 49; 25,31-32; Le 21,34-36) y en el que cier- tos simbolos e imagenes sirven para evocar una realidad desconocida en sus detalles. Pa- blo no tenfa a mano otras imagenes mejores, y por otra parte sabe que cualquier imagen es pobre ¢ insuficiente para describir el transi- to del hombre a un nuevo modo de existen- cla junto a Dios. Lo que sf parece claro es que Pablo, en el momento concreto en que escribe 1 Tes, pien- sa que este transito a un nuevo modo de exis- tencia es tan inminente que para unos -los que ya han muerto- se realizar mediante un proceso de resurreccion, pero para otros -los que atin estén vivos cuando venga el Serior y que serdn la mayoria tendra lugar a través de un encuentro transformador con Jesu- cristo. De este encuentro transformador vol- vera a hablar Pablo afios mas tarde escri- biendo a los cristianos de Corinto (1 Cor 15,51-53). ¥ en ambas cartas parece que no duda en incluirse personalmente entre los que van a asistir atin vivos a la venida gloriosa de Cristo. A primera vista parece ésta una ex- trafia conviccion, pero no lo es tanto si pen- samos que Pablo compartia con toda la pri- mitiva Iglesia cristiana aquella singular ten- sién escatolégica que se tradujo en un irresistible deseo de que la obra de Cristo, que habia conocido su momento culminante en la muerte y resurrecci6n de Jestis, alcan- zase “pronto” su meta final. Tenemos la im- presi6n de asistir a una transposicién de pers- pectivas: la proximidad teolégica (que es el da- to revelado) se ha convertido en proximidad cronolégica (véase 1 Cor 1,1-9; 15,51-52). 5,1-11 El dia del Senor vendré como un ladr6n. Hay que esperar vigilantes. En un segundo momento de su respuesta a las pre- ocupaciones de los tesalonicenses, Pablo se refiere a la fecha concreta en que tendré lu- gar la venida gloriosa de Cristo. Una fecha que él prevee préxima, pero al mismo tiem- po desconocida e imprevista. En consecuen- cia la vida cristiana ha de estar marcada por una actitud de preparacién y vigilancia. El discurso de Pablo sigue siendo exhor- tativo y sigue moviéndose en un clima apo- caliptico. Literariamente llama la atencién el amontonamiento de antitesis: dia-noche, paz- dolor, seguridad-ruina, ellos-vosotros, luz-ti- nieblas, dormir-vigilar, estar sobrio-embo- tracharse, muerte-vida, despiertos-dormi- dos. Se hace eco también Pablo de ciertos elementos originales de la primitiva tradicion cristiana tales como el ladrén que irrumpe de improviso (Mt 24,42-43; Le 12,39 -nun- ca en el Antiguo Testamento o en la litera- tura intertestamentaria y si en 2 Pe 3,10; Ap 3,3; 6,15- 0 los dolores de parto que aco- meten de forma imprevista a la mujer en- cinta. Ademés el dia de Dios -o de Yavé- pro- pio del Antiguo Testamento, es substituido por el dia del Senor Jestis con lo que los acontecimientos finales de la historia ad- quieren un inequivoco sentido cristiano. En realidad Pablo es aqui del todo fiel a la ensefianza de la primitiva iglesia. Debe destacarse el fuerte contraste entre los no creyentes y los creyentes. Los primeros viven anclados en el presente, absolutamente des- preocupados del futuro: “todo va sobre rue- das, somos los duefios del mundo y de la historia, comamos y bebamos”. Los segun- dos esperan tensos y vigilantes la salvacién que ya han recibido, como anticipo, en la muerte de Cristo, pero que tiene que con- sumarse en el dia del Seftor. Estan, pues, abiertos al futuro. Un futuro a conquistar, desde luego, con fe y con amor, pero sobre todo un futuro a esperar como don al que Dios nos ha destinado. Un futuro que en 1 Tes 4,17 se describia como estar con el Se- for y aqui como vivir con el Sefior. Tenjan los tesalonicenses entonces y te- nemos hoy nosotros sobradas razones para Ja esperanza. Por encima de todo tenemos a Cristo que ha muerto por nosotros. Esta for- 1 TESALONICENSES 5 mula de fe, sin duda muy antigua, debe ser interpretada en el contexto de solidaridad to- tal de Jestis de Nazaret con los hombres, sus hermanos (Heb 2,10-18). Jestis muere por los hombres porque vive para los hombres desde su entrada en el mundo. Tal vez lo co- rrecto serfa decir que Jestis nos salva con su vida. La muerte es simplemente remate y co- rona de una existencia hecha de amor. Por lo demds nuestra esperanza debe ser una ¢s- peranza compartida: animaos mutuamente; confortaos unos a otros. El tema de la comu- nidad que se construye solidariamente, sin fieros encastillamientos individualistas, se convertira pronto en uno de los temas es- trella de la eclesiologia paulina, 5,12-22 Vivir en armonia evitando el mal. Un nuevo bloque de exhortaciones en- caminadas a poner a punto y a potenciar lo més posible la vida comunitaria. Dos puntos merecen ser destacados: la probable alusién a una comunidad ya elementalmente orga- nizada (1 Tes 5,12-13), y las vivencias ca- rismaticas de la comunidad (1 Tes 5,19-21). En cuanto al primer punto, Pablo habla de unos miembros de la comunidad que ejercen una especie de ministerio especial en favor del resto de los hermanos. El término griego que hemos traducido por atender (véase 1 Mac 5,19; Sal 20,2; Rom 12,8) podria traducirse también por presidir. En cualquier ¢aso, se trata de miembros cualificados por su ser- vicio a la comunidad. Es excesivo hablar de una consolidada organizacién jerarquica, pe- ro no debe minimizarse la presencia de estos hermanos que trabajan, attenden ~gpresi- den?- y amonestan. Por lo demas, el contex- to deja bien claro que el amor y la conside- racién que se les debe, no es ningtin culto a la personalidad, ninguna sacralizacion de una supuesta autoridad, sino un reconoci- miento de su servicio a la comunidad. Como sucederé mas tarde en Corinto (1 Cor 12-14), parece que también en Tesa- I6nica las experiencias carismaticas comen- zaban a crear problemas. Lo nuevo, lo es- pontédneo, lo libre, lo creativo, chocan facil- mente con lo rutinario, lo encasillado, lo establecido, lo prefijado. Pues bien, el mismo 573 1 TESALONICENSES 5 Pablo que dir més tarde: donde esta el Es- piritu del Seftor estd la libertad, denuncia también ahora una posible accién represiva contra los carismas en la Iglesia: no apaguéis, no menosprecies. Pero a renglén seguido po- ne en guardia frente a ingenuas credulidades © a engafiosas manifestaciones. Porque no siempre la accién del Espiritu es evidente. ‘También aqui por sus frutos los conoceréis (Mt 7,16). El fruto es el bien de la comunidad (1 Cor 12,14-26; 14,12-19) y todo carismati- co, todo profeta, deber4 poner sobre la mesa estas cartas credenciales, es decir debera de- mostrar la bondad de su carisma. 5,23-28 Saplica final y despedida. Pablo concluye esta segunda parte de la carta lo mismo que la primera: con una ardiente st- plica a Dios. Las exigencias contenidas en el apretado racimo de exhortaciones que acaba de hacer a los tesalonicenses, harian pre- guntarse a cualquiera: gno sera esto un sue- io irrealizable? No lo es. Dios puede y quie- re hacer que no lo sea. Dios ha comprometi- do con los hombres su fidelidad y por mucha que sea la fragilidad del hombre, es mayor la fidelidad de Dios. El Antiguo Testamento es ya bastante explicito al respecto (Nm 23,19; Dt 32,4; Is 55,3; Jr 33,20-21; Os 1-3; Sal 89) y No es menos contundente el Nuevo (Rom 574 3,3-7; 9,6; 1 Cor 1,9; 2 Tes 3,3; 2 Tim 2,13; Tit 1,2; 1 Jn 1,9; Heb 10,23; 1 Pe 4,19). Con la expresién espiritu, alma y cuerpo no parece que Pablo quiera hacer suya una concepcién del hombre compuesto de tres partes fisicamente separables. Es la tinica ‘vez que se expresa de esta manera y sin du- da lo que pretende es subrayar que la tota- Udad del hombre est bajo la proteccién di- vina y que todo el hombre es el sujeto de la salvaci6n definitiva. Y el saludo final. En él encontramos el pri- mer testimonto del abrazo de paz que desde la més remota antigiiedad se intercambian los cristianos en la celebracién de la eucaristia. Y tenemos también la primera constatacién de que las cartas apostélicas fueron desde muy pronto lefdas en la asamblea y consi- guientemente conservadas e intercambiadas con solicitud y esmero en el seno de las co- munidades. Los tesalonicenses intuyeron, sin duda, que aquella carta podia tener un valor singular y la conservaron como oro en pafio. Tertuliano menciona a Tesalénica como una de las comunidades cristianas donde las car- tas del apéstol a ella dirigidas, se lefan toda- via -mediados del siglo HI- en sus ejemplares originales. Se iniclaba asi el proceso de for- macién de la lista -también llamada canon ~ de libros sagrados del Nuevo Testamento.

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