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INTERPRETACION DE LA NORMA PROCESAL POR EvcEnto Pérez Moreno Sumario: I) Introduccién. I) Necesidad. III) El intérprete. IV) La interpretacién con relacién a la fuente o a los sujetos: a) Auténtica; b) Doctrinaria o libre; c) Judicial o jurisdiccional. V) La interpretacién con relacién a los medios 0 métodos: a) Gramatical o literal; b) Légico; c) Teleolégico; d) Histérico; ) Sistemético; f) Conclusién. VI) La interpretacién con relacién a los resultados: a) Declarativa; b) Extensiva; d) Restrictiva. VII) El problema de la interpretacién de la ley procesal penal en particular. INTRODUCCION Interpretar es una actividad del intelecto encaminada a enten- der, comprender © desentrafiar algo. Generalmente, toda expresién dotada de sentido puede ser objeto de interpretacién con el propé- sito de lograr esclarecer su. significado. La interpretacién es una tarea necesaria con relacién a cual- quier disciplina y hasta puede afirmarse que es un interrogante de orden filoséfico. Toda expresién o signo puede y debe ser interpre- tado; y asi tenemos que se habla de: interpretar una comedia, un poema, un suefio, una frase, una palabra, una norma, etc., etc. EI derecho, como conjunto de normas que regulan la conducta externa del hombre en sociedad (o como “vida humana objetivada” segin le llama Recasens Siches), también puede ser, y debe ser con mayor razén, objeto de interpretacién. Si bien es cierto que Ja interpretacién no es algo exclusivamen- te juridico, conviene destacar la fundamental necesidad de ella cuan- 51 FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES do queremos conocer y comprender los preceptos de un determinado ordenamiento juridico. El estudio de la interpretacién de las normas juridicas es algo primordial, pues sin interpretacién no hay posibilidad de que exista un orden juridico. Primero hay que comprenderlo para poder obser- varlo y también aplicarlo. Y la interpretacién de la ley no es otra cosa que explicar, decla- rar, entender, comprender su significado y su alcance, para poder observarla y aplicarla o actuarla mejor. Aplicar el derecho es esen- cialmente, interpretarlo. Lo primero que tiene que hacer el juez o el jurista cuando se encuentran frente a un caso que tienen que resolver, es establecer el texto de la ley aplicable, pero como sus normas es- tén abstractamente concebidas, precisan que se aclare su sentido y alcance. E] problema de la interpretacién de la ley es antiquisimo. Mo- dernamente, Ia sancién del cédigo civil francés replanted el proble- ma de la interpretacién de la ley, “pues esa sancién reducia a unidad las varias fuentes del derecho en Jas cuales antes de aquel cuerpo juridico, debfa ser buscada la disposicién legal aplicable”, como afir- ma Sebastidn Soler 1. Con anterioridad existfa una variedad de disposiciones legales bastante heterogéneas y de repente surge un solo cuerpo legislativo. Ya no era necesario buscar la norma aplicable entre un conjunto de disposiciones de distinta naturaleza y procedencia, de las que a ve- ces era dudosa su propia vigencia. Por otra parte, surge la figura del “legislador”, sujeto que redacta los preceptos de la ley de acuerdo con lo que él siente y piensa, por lo que resulta de singular interés saber qué quiso decir, qué pensaba y deseaba cuando redacté la norma. Uno de los problemas fundamentales de la interpretacién con- siste en saber qué debe entenderse por sentido y alcance de la ley. 1 Sorer, Sebastian: “Interpretacién de la ley”. — Ediciones Ariel, 1962. En esta obra se realiza un profundo estudio sobre el problema de la interpreta~ cién de la ley, como asi también de las distintas escuelas y sus principales autores. 52, INSTITUTO DE DERECHO PROCESAL Estimamos que por sentido debemos entender la finalidad de Ja norma, que como todo objeto cultural tiende a satisfacer un propé- sito o una finalidad. Por ejemplo: una norma que prohibe denunciar a su cényuge, ascendiente, descendiente o hermano, tiene por fina- lidad proteger la integridad y armonia del niicleo familiar, y ése es, precisamente, el sentido de dicha norma. Por alcance debemos en- tender la extensién que la norma tiene con relacién a las personas, lugares © cosas; en otras palabras, a quiénes, dénde y sobre qué co- sas se proyecta la finalidad y en qué medida. Hay quienes sostienen que el sentido de la ley no puede ser otro que la voluntad del legislador: “el derecho es Jo que el legislador quiere”. Pero facil es advertir que lo expresado en la norma no es todas las veces lo que quiere el legislador. Adems, lo que debe interpretarse no es la voluntad del legis- lador, sino el texto de la ley, lo cual no quiere decir que la interpre- tacién debe ser exclusivamente gramatical o literal. Los textos lega- les tienen un significado propio independiente de la voluntad real © presunta del legislador. NECESIDAD DE LA INTERPRETACION, Con frecuencia suele decirse: “ley clara no necesita interpreta- cién”, pero ello constituye una falsa afirmacién. En primer lugar te- nemos que ponernos de acuerdo en saber cudndo una ley es clara. Lo ser4 cuando resuita facil interpretarla, en consecuencia, la inter- pretacién existiré aun cuando no sea dificil lograrla. La interpretacién es una actividad del intelecto que se inter- pone inevitablemente entre el texto objetivo de la ley y su signifi- cado, entre las palabras de Ja ley y la voluntad insita de la misma. La labor interpretativa consiste justamente en buscar el sentido y alcance de la norma como un querer juridico propio y especifico de la ley, con prescindencia de lo que fue o es la voluntad del legislador. Con el auge del racionalismo de fines del siglo XVIII y princi- pios del XIX se Iegé a pensar que la interpretacién de Ja ley no era necesaria por cuanto se suponia que las leyes y los cédigos contenfan 53 FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES la solucién de todos los posibles conflictos humanos. Y es asi que en algunos casos se prohibié expresamente escribir comentarios de la ley, como ocurrié con el Cédigo Penal de Baviera en el afio 1813-7. Ya, anteriormente, el Fuero Juzgo —S. XII— establecia la pena de azote para el que hiciera interpretacién del mismo. El propio Napo- leén expresé: “jMi cddigo est perdido!”, cuando aparecié el primer comentario sobre dicho cuerpo legal. Claro que entonces se pensaba que una gran codificacién lograba una regulacién definitiva y fija de la realidad juridica y se queria evitar el caos que derivaria de interpretaciones contradictorias o encontradas. Por ello esa actitud de adoracién a las palabras de la ley. Hoy nadie se anima a discutir la necesidad de la interpretacién de las normas juridicas. Aunque la tarea sea en algunos casos rela- tivamente sencilla, siempre ser4 necesaria. Es suficiente tener en consideracién que el legislador se vale para expresar sus pensamien- tos de palabras y que toma para ello las que tiene a su alcance. Pero las palabras entrelazadas en una oracién pueden ser equivocas, o la expresién resultar confusa, o puede ocurrir que resulten contradicto- rios los términos usados entre si. También puede ocurrir que haya oposicién entre la finalidad o propésito de la ley y el texto de la misma. Y por ultimo, puede existir contradiccién entre una parte de la ley y el resto de ella (entre un articulo y todo el Codigo), o entre una ley y el resto del ordenamiento juridico. A su vez, esta contra- diccién u oposicién puede ser simplemente aparente, etc. EL INTERPRETE La ley se pone de manifiesto a través de palabras (de las que se valié el legislador). La palabra es una expresién del pensamiento, un medio de comunicacién entre el que habla y el que escucha. El problema se presenta cuando quien escucha no comprende a aquél 2 Cofr.: SoLer, Sebasti4n, “Obra citada”; “Lecciones de ee al Derecho”; Toané, Abelardo, ‘ingteasclon ona Derecho”, pag. 4 INSTITUTO DE DERECHO PROCESAL que le habla. Surge en dicha emergencia la necesidad de una media- cién, que es la tarea del intérprete. Cuando la ley es sencilla en su redaccién porque esta destinada a regular relaciones relativamente simples y faciles de comprender, los ciudadanos no tropiezan con mayores dificultades para com- render la ley y se las ingenian para cumplir por si solos con el man- dato 6 para observar el precepto, sin necesidad de auxilio de ter- ceros. Pero cuando la norma resulta dificil de interpretar por estar in- serta en una ley que regula un complicado asunto, y cuando més aumenta el conjunto de leyes de un determinado ordenamiento juri- dico, se advierte como necesaria la intervencién del intérprete, pero en este caso de un intérprete técnico que esté capacitado para de- sentrafiar el sentido y alcance de la disposicién legal. Aparece asf la figura del jurista, el técnico que hace profesién de la actividad de explicar o hacer conocer a los demis el significado del contenido de las leyes, precisando su sentido y alcance, aclarando sus conceptos e indicando sus desaciertos*. La profesién de abogado, en cuanto técnico capacitado especi- ficamente para la interpretacién de la ley, se concreta en tres as- pectos fundamentales: 1) Como auxiliar de la Justicia cuando coope- ra con el magistrado en el esclarecimiento del sentido y alcance de la ley para su actuacién concreta, no obstante que lo hace actuando con absoluta independencia de criterio y siempre con interés de “parte”; IL) Como elemento decisivo para la transformacién y me- joramiento del derecho, cuando advierte e indica Ja orientacién que la ciencia del derecho y los principios juridicos aconsejan para el perfeccionamiento y adecuacién de la legislacién; y II) Como ér- gano de consulta y de consejo, cuando a sus conocimientos y probi- dad recurren los ciudadanos que necesitan resolver un caso concreto de la vida, o precisan orientarse en el intrincado mundo juridico moderno *, 2 Confr. Tonnes Bas, Rail E.: “La funcién social y técnica de la abo- gacfa”, en Cuaderno N° II del Instituto de Derecho Procesal. Fac. Der. y C. Soc, de Cérdoba, afio 1960. 4 Ver mismo autor y obra citada, pag. 61 y sgts. 55 FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES Pero la figura tipica del intérprete en el campo del derecho es el juez. Claro que éste no solamente es un intérprete por excelencia de la ley, sino también de las pruebas, de los hechos afirmados y de los alegatos de las partes. Pero en cuanto intérprete de la norma legal el juez adquiere una dimensién extraordinaria y excepcional. El aparece entonces como un mediador entre la ley y la parte o las partes a las que la ley se re- fiere o dirige, para declarar a quien le asiste la razén y a quien no, 0 bien, qué parte de razén le asiste a cada una de ellas. Y al hacer esto, el juez declara cual es la voluntad de la ley de una manera tal que su interpretacién para el caso concreto que de- cide constituye una norma de cumplimiento obligatorio para las partes. Observamos ademés, que el juez después de haber escuchado a las partes, testigos, peritos, intérpretes y de analizar la prueba —para conocer lo que él no conocia— debe hacer saber aquello que las partes quieren saber de él, decidiendo mediante una resolucién fundada sobre el fundamento de las pretensiones que se han hecho valer en el proceso; es decir, afirmando cul de las partes tiene ra- zén y cul no la tiene; o bien si corresponde aplicar o no una pena *. Su interpretacién de la ley en el ejercicio de la jurisdiccién, si bien esta destinada a las partes, va formando lo que conocemos como la furisprudencia, LA INTERPRETACION DE LA LEY CON RELACION A LA FUENTE O A LOS SUJETOS Dentro de la teorfa general de Ja interpretacién de la ley es co- rriente la clasificacién que se hace en relacién a: I) La fuente o los sujetos de la interpretacién; Il) Los medios de interpretacién; y III) 5 Confr. CarneLurti: “Derecho Procesal Civil y Penal”, T. I, pig, ee juien elegantemente dice: “Mientras el juez no habla el ius no es diction y iurisdictio no est todavia ejercitada”’. 56 INSTITUTO DE DERECHO PROCESAL Los resultados de la interpretacién. Con relacién a los sujetos o a la fuente, la interpretacién puede ser: a) Auténtica o legislativa: Es la interpretacién de la norma me- diante un acto legislativo y por lo tanto se afirma que la misma tiene fuerza obligatoria en general, “erga ommes”, Puede hacerse en el mismo cuerpo legal o mediante otra ley interpretativa. En este ultimo caso, mds que una interpretacién, puede decirse que se trata de una nueva ley. Se la llama auténtica porque emana del mismo cuerpo que san- cioné la ley, y por eso se afirma que nadie més indicado para in- terpretar una ley que aquél que la ha dictado. Conviene advertir que esta afirmacién debe tomarse con cierta cautela: El Jegislador tiene plenos poderes para legislar y dictar normas generales dentro del marco de facultades que le acuerda la Constitucién%; pero el ejercicio de la funcién jurisdiccional y la manera de ejercerla es- capan de la funcién legislativa, en el sentido de que no puede ser absorbida por ésta. Por eso, cuando el legislador quiere decirle a los jueces cémo o de qué manera deben interpretar la ley, sus palabras en esta materia han de resultar ineficaces. La funcién jurisdiccional es una cosa muy distinta de la de legislar y por ello sélo le compete al érgano encargado de ejercerla. La pretensién del legislador de indicarle a los jueces cémo deben interpretar las leyes es tan equivocada como pretender prohibirle la interpretacién de las normas que sanciona. Un poder no puede anu- lar o neutralizar la funcién del otro. E] legislador dicta la ley con caracteres en general y abstracta. En oposicién a ello, la vida humana y los casos en que aquélla debe aplicarse son concretos. Para que el juez pueda resolver el caso, es necesario convertir la regla general en norma individualizada, trans- formando los términos abstractos en preceptos concretos. 8 Confr. Leone, Giovanni: “Tratado de Derecho Procesal Penal”, T. 7 pég. 51; Lanza, Vincenzo: “Sistema de diritto processuale penale italiano”, fs i pg 11; Torré, Abelardo: “Introduccion al Derecho”, pag. 348; Onsia! 0: ““Leceiones de Introduceién al Derecho”. ae EI art. 31 de nuestra Constitucién aii dice: “Esta Constitucién y las leyes que en su consecuencia se dicten...”. 57 FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES De manera que resulta licito y posible que el legislador, en el mismo cuerpo legal (como ocurre con los arts. 77 y 78 del C. P. y el art 53 del C. Procesal Penal de Cha. que explica el alcance del vo- cablo “interesados”), 0 mediante una nueva ley aclare la “significa- cién” de algunos conceptos o términos utilizados; pero no es cienti- ficamente aconsejable que pretenda prohibirle o imponerle una de- terminada interpretacién (la que en dltima instancia también de- berd ser interpretada). Es evidente que el legislador: de esa manera quiere imponerle su criterio al intérprete, pero ello no podré jamas afectar Ja libertad e independencia de la funcién jurisdiccional para interpretar segiin su conciencia la disposicién legal. b) Doctrinaria o libre: Es la interpretacién que realizan los es- tudiosos del derecho. Contribuye a la formacién de la conciencia ju- ridica necesaria para la inteligencia de la ley, pero no tiene fuerza obligatoria alguna, aunque suele influix en buena medida en las re- soluciones judiciales. Su valor depende en gran medida del presti- gio y autoridad cientifica del intérprete. Su eficacia cobra importan- cia “de lege ferenda”, para cuando el legislador necesita de orien- tacién para elaborar o reformar la ley. Se le suele lamar también interpretacién “libre”, porque el in- térprete no se encuentra vinculado a ningin caso determinado (como ocurre con el juez o con los defensores de las partes) y por lo tanto resulta en principio mas objetiva. Hay quienes suelen Ilamarle asimismo, interpretacién “cienti- fica”; pero esta no es una caracterfstica diferencial, por cuanto la in- terpretacién judicial también es cientifica. En otras palabras, tanto el juez como el jurisconsulto, tratadista, etc., deben interpretar cien- ‘ificamente la ley. : c) Judicial o jurisdiccional, o “usual”: Es la interpretacién que leva a cabo el juez antes de aplicar la norma al caso concreto some- tido a su decisién. No tiene fuerza obligatoria en general sino para el caso concreto decidido; siendo menester aclarar que en esta cir- cunstancia Ja obligatoriedad de Ja interpretacién para el caso re- suelto no resulta en razon del érgano que la practica, sino del con- tenido jurisdiccional de la resolucién que con motivo de ella se dicta. 58 INSTITUTO DE DERECHO PROCESAL Hablamos de interpretacién judicial para comprender tanto a la que realiza el juez como a la que hacen otros érganos judiciales (Mi- nisterio Fiscal), que no tienen ejercicio de la funcién jurisdiccional. Es bueno advertir que Ja interpretacién de la ley no es tarea ex- clusiva del juez, ni el fin ultimo de su funcién. El juez debe actuar el derecho, para lo cual la interpretacién es el medio indispensa- ble para el cumplimiento de su funcién. Se deduce facilmente que la interpretacién judicial no significa que el juez pueda crear una norma de derecho (aunque se puede decir que la sentencia es una norma individualizada); é1 sdlo se vale de Ja interpretacién para actuar la norma de derecho vigente, declarando cuél es Ja voluntad objetiva de Ja misma, pero no crea el derecho. La uniformidad de la interpretacién judicial en una serie de ca- sos similares, en forma reiterada y concordante, es lo que frecuente- mente se Ilama la jurisprudencia. Ella tiene una particular eficacia, como dice Giovanni Leone 8, por cuanto los jueces se sienten liga- dos a dicha orientacién y no facilmente acceden a separarse de ella. No obstante debemos destacar una vez més, que la jurispruden- cia no tiene cardcter vinculante obligatorio; que el juez es libre para elegir la norma aplicable al caso y también para interpretarla; sin que ello signifique, desde luego, que pueda llegar a desconocer el sentido de la ley. Lo contrario significa ignorar la divisién de las tres grandes funciones que cumple el Estado, y atribuirle al Poder Ju- dicial la facultad de dictar normas obligatorias de cardcter general y abstracto, en cuanto se pretenda atribuirle a una interpretacién ju- dicial cardcter obligatorio para todos los casos. No desconocemos el valor y la ventaja que significan, especial- mente en materia de derecho procesal, una relativa uniformidad en cuanto a la interpretacién de ciertas normas que permita ponernos a resguardo de Ja incertidumbre y Ia permanente mutacién de cri- terios; pero pensamos que la jurisprudencia puede y debe evolucionar al ritmo que lo hacen la ciencia y la cultura juridica. La obligatoriedad de una cierta interpretacién judicial, como en el caso de los “acuerdos plenarios”, responde generalmente a una 8 Leong, Giovanni, “obra citada”, pag. 51. 59 FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES determinada ideologia del intérprete, que no tiene el derecho de im- poner a la posteridad, y que, ademds, puede contener un error cien- tffico, y no es posible persistir en él. Por ultimo diremos que a la interpretacién judicial también sue- le Hamérsele “usual”, en el sentido de que la interpretacién de las leyes y demas normas juridicas y su correspondiente aplicacién co- rresponde a los jueces, 0 sea al Poder Judicial. Pero ello no es del todo exacto por cuanto la interpretacién de la ley no es tarea exclu- siva de los jueces, sino que todo érgano o persona que aplica 0 ej cuta las leyes, cualquiera sea el Poder al cual pertenece, debe in- terpretarla, Interpreta la ley hasta el m4s modesto empleado pi- blico que cumple un deber impuesto por la misma, y hasta el sim- ple ciudadano que ajusta su conducta a la norma juridica. LA INTERPRETACION DE LA LEY CON RELACION A LOS MEDIOS O METODOS En cuanto a los medios o también Iamados métodos de inter- pretacién, es decir, los procedimientos que generalmente se ponen en practica para lograr entender y comprender el exacto sentido y alcance de Ja ley, puede hacerse la siguiente clasificacién: 1) Gramatical o literal: Es decir, acudiendo al significado gra- matical de las palabras conque se expresa la ley. Desde luego, se trata del significado de las palabras consideradas en s{ mismas y también en conexién con las demds empleadas en el texto legal. Es necesario tener en especial consideracién que por lo general Ja nor- ma utiliza las palabras en el lenguaje técnico-juridico y por lo tanto con un significado particular; como por ejemplo: cuando se habla de “tentativa”, “consumado”, “indagatoria”, etc. Conviene advertir que cl atenerse estrictamente a la letra de la ley puede constituir en algunos casos el peor sabotaje que se le hace a la misma, cuando se interpreta con “hiriente literalidad”. La interpretacién gramatical por si sola puede resultar en mu- chos casos un procedimiento insuficiente para descubrir el signifi- 60 INSTITUTO DE DERECHO PROCESAL cado de una norma legal, pero constituye un inmejorable punto de partida para averiguarlo; por cuanto como primer método ha de partirse del texto literal, estableciendo el significado de las pala- bras segin las reglas gramaticales y el léxico técnico-juridico. b) Légico: Cuando la ley no resulta clara al simple andlisis de sus palabras, la interpretacién por medio de la légica suele ser la més socorrida y apropiada, por cuanto ella se obtiene mediante ope- raciones mentales formuladas en base a la razén. Pero es que la 16- gica es siempre necesaria para la obtencién del significado de la norma, atin cuando se trate de una ley considerada clara y contra el criterio que considera innecesaria la interpretacién las leyes de esta clase, siempre se requiere un razonamiento para descubrir su con- tenido. Recasens Siches observa que el funcionamiento del derecho no consiste solamente en una operacién de légica deductiva y encuen- tra atendible Ja ofensiva que se nota contra la légica en el campo de Ja interpretacién juridica. Para él, la légica tradicional, la razén pura, no sirve para tratar ni para resolver los problemas del proceso de interpretacién de las normas juridicas y afirma que “se necesita otro tipo de légica, la cual es también légica, pero distinta de Ja tra- dicional, se necesita la Iégica de lo humano, la légica de lo razonable, a diferencia de la légica de lo racional” ®. Destaca este autor que la ineficacia de Ja ldgica tradicional, se debe a la necesidad de contemplar Ja norma juridica desde el punto de vista histérico y desde el punto de vista practico, ambos radical- mente diferentes. Para demostrar su afirmacién se vale de un ejemplo que menciona Gustavo Radbruch, referente a un letrero que estaba en un andén de una estacién ferroviaria de Polonia, en el cual se leia: “Se prohibe el paso al andén con perros”, y entonces sucedié que hubo quien pretendié entrar con un oso, alegando que no era un perro. Segiin Recasens Siches, argumentando con la légica tradi- cional deberia permitirse la entrada de otros animales, por cuanto 9 Recasens Sicues, Luis: “Una nueva filosofia de la interpretacién del derecho”, pag. 140, 61 FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES a la palabra “perro” no se le puede atribuir un significado diferente al que tiene, y la prohibicién sélo le impide la entrada a dicho tipo de animal. Estimamos que atin cuando se trate de diferenciar entre una l6gica tradicional y otra razonable, siempre ser4 necesario el razona- miento légico para descubrir el significado de una norma. Claro est& que no seré el tmico procedimiento utilizable, desde que la ldgica no es la unica fuerza decisiva del derecho, no obstante que los abo- gados desarrollamos nuestra formacién mental fundada principal- mente en la légica; pero cualquier ataque que quiera hacerse a la légica, hasta en la Iégica deberd apoyarse o fundarse. c) Teleoldgico: Se tiene en cuenta prevalentemente la finalidad que se propone la ley. Es decir, que se tiende a reproducir el espi- ritu de la disposicién legal, a tratar de obtener la voluntad contenida en la ley, la “mens lege”. Se suele distinguir dentro de este método de interpretacién, entre la voluntad de la ley y Ja voluntad del legislador. A Ja primera se la llama objetiva (concepcién més moderna) y a la segunda teorfa subjetiva. Pero en esta distincién existe cierto bizantinismo, como afirma Garcia Maynez"; pues hablar de la voluntad de la ley para distinguirla o diferenciarla de la voluntad del legislador no es muy acertado. Si la ley expresa alguna voluntad, slo puede ser la volun- tad del legislador. “La ley no quiere nada, sino lo que ha querido hacerle querer el legislador quien la estableié”, pero Garcia May- nez" sostiene que debe romperse con el mito de Ja voluntad del legislador “pues lo que el legislador quiso no lo sabemos sino a tra- vés de la ley, o mejor, a través de todo el sistema del orden juridico, de suerte que no hay otra posible investigacién de Ja voluntad del legislador que la interpretacién objetiva. Pero como un dato o ele- mento de ésta, figura también una voluntad del legislador que; en ocasiones, puede haberse manifestado en forma indubitable, inequi- 3 Garcia Maynez, Eduardo: “Introduccién al estudio del derecho”, pag. 325. iL Garcia Maynez, Eduardo: “Obra citada”. 62 INSTITUTO DE DERECHO PROCESAL voca, y entonces esa manifestacién constituye un criterio seguro de interpretacién de lo que no se presenta con la misma claridad: y en ese caso podriamos decir que la mas segura interpretacién objetiva es la subjetiva”. Nosotros entendemos, no obstante, que se puede afirmar que el texto legal tiene una significacién propia independiente de la voluntad real o presunta de su autor, el legislador. La ley es mds sabia que el legislador y una vez sancionada adquiere una significacién y una voluntad propia que vive auténo- ma dentro de la misma ley. Nos inclinamos por el valor objetivo de la voluntad de la ley. d) Histérico: Este procedimiento se basa fundamentalmente en la busqueda de los antecedentes que han dado motivo a la ley y también en Ja legislacién que le ha servido de base; todo para lo cual se tienen en cuenta la exposicién de motivos, Ja discusién par- lamentaria (en los que suele encontrarse las razones que se han tenido en consideracién para dictar Ja ley) y también en las con- sultas previamente formuladas a Institutos de Investigacién, Profe- sores, Juristas, etc. El procedimiento histérico como medio de interpretacién es también de notable importancia. Las normas juridicas siempre tie- nen un antecedente mds o menos remoto, en el que se puede encon- trar la razén de su sancién y a veces la forma de interpretarla. Para ello debe hacerse un estudio comparativo de Ja norma vigente con las anteriores, para apreciar la evolucién sufrida. También es pro- vechoso el estudio de los trabajos preparatorios (anteproyectos), las discusiones parlamentarias y la exposicién de motivos, todo lo cual resulta de suma utilidad para descubrir el pensamiento de la ley. Aqui también se puede hacer el planteamiento sobre si el mé- todo histérico tiende a reconstruir el pensamiento del legislador, o bien la voluntad objetiva de la ley. La respuesta ha de ser idéntica a la propugnada para el método anteriormente tratado. ) Sistemdtico: Mediante este método se investiga el sentido y alcance de Ja ley, no en forma aislada, sino teniendo en cuenta todas las normas que integran el cuerpo legal. 63 FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES Es considerado por algunos como el método de int mAs importante por cuanto mediante él se capta el s una norma en correlacién con otras y también con los principios generales del derecho. Se tiende a evitar que una parte de la ley se interprete en for- ma contradictoria con otra parte o disposicién de ella, o con relacién al ordenamiento juridico en su totalidad. Se debe tener en cuenta principalmente el sistema de principios que informan el conjunto de normas que integran todo el cuerpo legal. f) Conclusién: Después de habernos referido a los distintos me- dios a que puede recurrir el intérprete para llegar a conocer correc- tamente el contenido de Ja ley, conviene que pongamos de relieve que no se puede afirmar rotundamente que un método sea evidente- mente superior a otro u otros, ni que se trate de caminos 0 proce- dimientos que haya que recorrer uno después del otro, o que se los puede elegir alternativamente y menos en forma arbitraria. Todos ellos constituyen medios convergentes destinados a un mismo fin y que, en cierta medida, se complementan. Ninguno que eligiera un método como el més adecuado conse- guiria repudiar integramente los demas. Como sostiene Legaz Lasambra ™, “una norma no es un mero conjunto de palabras, sino que expresa un pensamiento que, a su vez, esté en conexjén orgénica con otros pensamientos por lo que seria absurdo interpretar la ley solamente mediante la gramatica, prescindiendo del pensamiento que expresa, como seria imposible una interpretacién del pensamicnto haciendo en absoluto caso omiso de las palabras en que se expresa”. Una justa ponderacién de los elementos gramatical, légico, sis- tematico, histérico y finalista 0 teleolégico, parece el procedimiento més seguro para Iegar a una interpretacién acertada. Ser conve- niente partir del texto literal de Ia ley, el que habra de ponerse en claro utilizando las reglas de la gramdtica y el significado técnico del lenguaje juridico, para Megar a obtener una conclusién légica 12 Lecaz Lacampna, Luis: “Filosofia del Derecho”, pig. 410. 64 INSTITUTO DE DERECHO PROCESAL dentro del sistema legal en su totalidad, luego de haber analizado el proyecto con relacién a sus antecedentes y a los propésitos que persigue. En todos los casos, el intérprete no deberd jaméas alterar la voluntad soberana expresada en la ley, bajo el pretexto de su in- terpretacié LA INTERPRETACION DE LA LEY CON RELACION A LOS RESULTADOS Desde el punto de vista del resultado, la interpretacién puede ser declarativa, extensiva y restrictiva. a)Declarativa: Se dice de aquélla que se circunscribe normal- mente a reproducir el texto de Ia ley. Se trata practicamente de una interpretacién literal y ello sera factible cuando se trate de una nor- ma legal cuyo texto sea simple, claro y preciso. b) Extensiva: Es la interpretacién mediante la cual el intérprete extiende el alcance de Ia norma, partiendo de la base de que ella contiene en su espiritu esa posibilidad, aunque e!lo no surja aparen- temente del tenor literal de la norma. No puede ni debe confundirse la interpretacién extensiva o ampliante, con la aplicacién anlégica, como ya veremos. c)Restrictiva: Es la que limita el alcance de la norma, y gene- ralmente se realiza cuando aplicando el texto expreso de la ley en su sentido lato, puede resultar ésta insuficiente 0 puede provocar una injusticia. Entendemos que més técnicamente debe hablarse de inter- pretacién estricta, para contraponerla de esa manera a la extensiva, destacando que ello implica reducir Ia letra de la ley a los limites de su espfritu. Prescindimos aqui, por razones de brevedad y por la indole de este estudio, del tratamiento de las concepciones que sobre la inter- pretacién contienen las distintas tendencias doctrinarias, entre las que podemos destacar a la escuela exegética; la escuela de Ja evolu- cién histérica (en la que destacamos a Saleilles); la escuela de la libre investigacién cientifica (siendo su principal exponente Francois 65 FACULTAD DE DERECHO ¥ CIENCIAS SOCIALES Geny); la escuela del derecho libre (cuya maxima expresién la cons- tituye Kantorovicz), y otras corrientes menos importantes. Todas constituyen ponderables esfuerzos para el anilisis de este tema —aunque no compartimos plenamente las conclusiones a que arriban— y en algunos casos se advierten criterios totalmente contrapuestos entre una y otra escuela *, EL PROBLEMA DE LA INTERPRETACION DE LA LEY PROCESAL PENAL EN PARTICULAR Después de todo lo que hasta ahora hemos expresado, resulta de sumo interés establecer si las normas procesales pueden llegar a ser objeto de una teorfa especial de la interpretacién de la ley, 9 bien, si les resulta aplicable a ellas la teorfa general de la interpre- tacién del derecho. Existen posiciones doctrinarias encontradas al respecto. Ya Ro- cco™, se planteaba el interrogante referente a la razén de ser de una investigacién especial sobre la interpretacién de las leyes pro- cesales y ademés, si realmente existe una teorfa particular de la interpretacién de estas leyes 0 debe considerarse el problema desde el punto de vista general, sin atender a Ja naturaleza particular de las normas. Termina por afirmar que a su entender, en derecho pro- cesal, como se trata de una rama del derecho con principios auté- thomos y diferentes de las otras Jeyes en general, existe una teoria especial de la interpretacién de las leyes procesales. En cambio, la mayor parte de la doctrina es partidaria de la negativa, partiendo de la base de que el derecho es uno solo y sus distintas ramas no son sino clasificaciones para su mejor estudio, explicacién y comprensién. 13 Un estudio exhaustive sobre el tema se encuentra en Ia magnifica obra de Souen ya citada: “Interpretacién de la ley”. También pueden verse: Tonné, Abelardo: “Introduccién al derecho”; REcasens Sices: “Una nueva filosofia de la interpretacién del derecho”; Rocoo: “La sentencia civil. La interpretacién de las leyes procesaies”, entre otros. 14 Rocco: obra citada, 66 INSTITUTO DE DERECHO PROCESAL Por nuestra parte estimamos que el derecho procesal, no obs- tante su indiscutida autonomia cientifica, doctrinaria y legislativa, no constituye un sector independiente del ordenamiento juridico total y sdlo se trata de una rama del derecho que posee ciertas notas prepias que permiten su individualizacién y un grupo de principios auténomos que le imprimen una caracteristica particular. Por lo tanto, basta con los principios de la teorfa general de la interpreta- cidn de la ley para aplicarlos al derecho procesal. Esto, desde luego, sin olvidar que se trata de una rama del derecho que est4 informada por principios propios y con instituciones que poseen caracteristicas peculiares convenientes a la finalidad que sirven. La teoria general de la interpretacién de la ley es valida para to- do el ordenamiento juridico, y precisamente con una adecuada y exac- ta interpretacién es que podemos distinguir las particularidades conve- nientes a las instituciones del derecho procesal. De esa manera lle- garemos a establecer si en materia procesal es posible la interpre- tacion extensiva; cuando debe interpretarse en forma estricta una disposicién legal; si esté permitida la analogia; cémp juega el prin- cipio de la carga de la prueba; cuando se aplica el principio “in dubbio pro reo”, etc., etc. Respecto de la interpretacién con relacién a los sujetos (autén- tica, doctrinaria y judicial), como con relacién a los medivs (literal, légica, teleolégica, histérica y sistematica) no existen diferencias entre el derecho procesal y el resto del ordenamiento juridico. Pero con relacién a los resultados de la interpretacién (declara- tiva, extensiva y restrictiva) las conclusiones no han de ser exacta- mente las mismas con respecto a las distintas ramas del derecho, partiendo de la ‘base y consideracién de los distintos intereses que tutelan. Y asi es que la doctrina y la legislacién han establecido ciertas reglas con relacién a Ja interpretacién de la ley procesal penal, como concretamente lo hace el Cédigo Procesal Penal para Cérdoba en su art. 3 cuando dice: “Sera interpretada restrictivamente toda dis- posicién legal que coarte la libertad personal, o que limite el ejer- 67 FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES cicio de un poder conferido a los sujetos del proceso, o que esta- Dlezca sanciones procesales”. Asi tenemos entonces, que en materia procesal penal, en algu- nos casos ser4 posible una interpretacién extensiva de Ja norma, cuando de ello no resulte alguna restriccién para los derechos o fa- cultades de las partes, o cuando no se trate de una norma de excep- cién. En estos casos el intérprete puede validamente extender el con- tenido literal de la norma para captar situaciones que se consideran que estén comprendidas dentro de su espiritu. En otros casos, cuando se encuentra en juego la posible restric- cién de la libertad personal, 0 cuando se pretenda poner trabas o limites al ejercicio de facultades o derechos acordadas por la ley a los sujetos procesales, o bien cuando se establezcan sanciones pro- cesales. Una reflexion nos provoca la necesidad de lograr establecer cual es el criterio que debe guiar Ja interpretacién de Ja extensién del poder discrecional que la ley procesal acuerda en algunos casos al juez penal con relacién a ciertos actos procesales, cuando dice: “Bl juez. podrd”; o “el juez ordenaré”; 0 “el juez deberd” y otras ex- presiones similares que adopta la ley. Advertimos que en estos casos la ley procesal penal Je acuerda al juez un poder mds o menos extenso que, en iltima instancia puede traducirse en la limitacién de los derechos de libertad individual o del ejercicio de facultades por las partes. Aqui es donde mis adver- timos la presencia de los dos intereses que tutela la norma procesal penal: el individual por la libertad personal y el social por la actua- cién de la ley penal. El criterio que nos puede conducir a una solucién acertada del problema debe ser recabado solamente mediante la determinacién de la finalidad a que tiende la ley procesal penal. Y aqui se renue- van las disquisiciones sobre la cuestién de si la ley procesal penal tiende a tutelar la inocencia o si ella tiende mas bien a tutelar el derecho social al castigo del delincuente; cuestién que cada cual resuelve segtin sus propias preferencias politicas o segtin los pre- supuestos légicos de la escuela doctrinaria en la que se enrola. 68 INSTITUTO DE DERECHO PROCESAL Si el juez es un intermediario entre la realidad y la norma penal que tiene que actuar, debe cumplir todos los actos conducentes al esclarecimiento de la verdad real, Para ello, la norma procesal penal le acuerda poderes que en ultima instancia pueden traducirse en limitaciones de los derechos de libertad individual, y algunas veces hasta la posibilidad de inquirir sobre la vida privada de los ciu- dadanos. Pero los derechos individuales de libertad (la mayoria de ellos constitucionalmente garantizados) funcionan como un limite a todo poder del juez durante la investigacién de Ja verdad real, por cuanto la funcién que le compete no significa la destruccién de toda garan- tia de derechos individuales durante el proceso. Por el contrario, el juez es el primer encargado de tutelar la libertad y los derechos indi- viduales frente a todo acto de prepotencia o de arbitrariedad, a veces frecuentes en momentos de conmociones politicas muy propicias para los desbordes bajo el cémodo pretexto de un proceso penal. El criterio fundamental para llegar a una adecuada interpreta- cién jamas debe perder de vista que la ley procesal penal debe lo- grar una arménica proteccién y regulacién de los dos intereses fun- damentales que estan en pugna en todo proceso penal, sin dar abso- luta preferencia al predominio del interés del Estado 0 la colectivi- dad, sobre el interés del individuo, o viceversa. Pensamos, en consecuencia, que en estos casos la interpretacién de la ley procesal penal deber& estar guiada por la necesidad de asegurar el pleno ejercicio de los poderes de los érganos encargados de la actuacién de la ley, dentro del limite del maximo respeto’a los derechos a la libertad individual e inviolabilidad de la defensa. 69

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