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2 Latagmeracén 8. Leeneres comm emanaacin eroraica y' eoree suede Entramos en un tema de importancia capital pues compren- | 4 Seonomiay scissors de schided pose der acecuadamente la naturaleza del trabajo humano es,endefi- | nitiva, entender la naturaleza de la sociedad. Si no entendemos que el trabajo es servicio a otros y no interés propio, no podemos entender qué es ser-con-otros, convivir, como opuesto a sobrevi- vir (a otros). Hemos de preguntarnos qué concepto se tiene de trabajo. No es ésta una cuestidn ret6rica. Si nos paramos a pensar qué idea tenemos del trabajo veremos que es dificil llegar a una res- puesta satisfactoria que englobe todas las situaciones humanas en las que los protagonistas de las mismas piensan que estan tra- bajando. No es de extrafiar, por tanto, que el estudio del conteni- do del trabajo, su valoracién social, sus fines y modos nos haya deparado diversas interpretaciones. La dificultad de llegar a una distincin entre trabajo y no-trabajo ha llevado a algunos autores aafirmar que toda actividad humana es trabajo en Ia medida en que, directa o indirectamente, hay interaccién social y la socie- dad como tal transforma la naturaleza y se transforma a s{ mis- ma continuamente. Algunos autores, como en el caso de la pen- sadora judfa-alemana Hannah Arendt (1906-1975), nos dan una perspectiva mas restrictiva al incorporar la finalidad y autocon- ciencia de la persona que desempefia la actividad laboral en el © concepto de trabajo. Pero volvamos a la cuestiGn sobre cémo dis- | tinguimos el trabajo de otras actividades. ;Cémo distinguiremos trabajo de ocio? :Bs el empleo remunerado el tinico trabajo? ¢Dénde termina el trabajo y empieza el hobby? Sonel arte yla "Hugo seraderer expmserense st contemplacién trabajo? dad de a Republics en Monte Hemos de llegar a cierto acuerdo sobre el significado del tra- eo, las waioss aporteconesrea- bajo si después queremos apreciar el verdadero sentido de expre- Hanelas a chore oe racionales Universitarias, ler la humaniddad en el siglo XX, | La preduccién® | Ce I José Pérez Adén, Socioiogta. | Compre 110 Sociologia. Comorencer a humaridad ena sigloXX) © siones come «civilizacién del ocio» 0 «sociedad del bienestar». El trabajo en sentido amplio podemos definirlo como el ejercicio de actividades que capacitan a las personas para mantener cultural y materialmente su existencia cotidiana en el ambiente donde se encuentran. Este ejercicio de actividades supone el desarrollo de las potencias personales en provecho de otros. Naturalmente, para esta visi6n, el trabajo es algo mas que el empleo y ahi se en- globa tanto el trabajo doméstico como todas aquellas ocupacio- nes que la sociedad espera que sus miembros ejecuten bien por necesidad, personal o social, o bien voluntariamente, pero siem- pre respondiendo a ciertos condicionamientos ambientales de re- clamo social. La importancia del entorno, que es lo que en cierta manera define el cardcter de nuestra actividad, es fundamental para distinguir la accién de trabajar. Es decit, el trabajo no tiene una definicién unfvoca y transtemporal: el trabajo es fruto tam- ign, por tanto, de una construccién social En nuestro entomno cultural, sin embargo, domina un enten- dimiento sesgado del trabajo donde prima el economicismo. A ello no es ajeno que la mayorfa de los estudios realizados sobre el trabajo hoy en dia, casi todos en el marco conceptual de la eco- nomia neoclésica, que después analizaremos, se refieren al em- pleo remunerado. Y esto considerando que este tipo de trabajo tiene una historia muy limitada que no se remonta més alld de tunos doscientos afios. Hoy en dfa, aunque el economicismo no lo quiera reconocer, la mayoria empleamos gran parte de nues- tro tiempo en trabajar gratis (estudiamos, cuidamos a otros, etc). En muchas sociedades con economias de recolecci6n y subsis- tencia el tiempo dedicado al trabajo no pasa de 4 6 5 horas dia- rias y s6lo para algunos del grupo, tal es el caso de los aborige- nes australianos y los bosquimanos sudafricanos que siguen el estilo de vida tradicional. En nuestra propia tradicisn histérica, se tienen datos para calcular que en la Roma del siglo IV el née mero de fiestas al afio era de 175 dfas. En la Edad Media el gre- mio de artesanos de Parts tenfa sélo 194 dias habiles al afio. Si comparamos esto con las 70 y hasta 80 horas semanales que lle- garon a trabajar los obreros en las fabricas de los paises indus- trializados de Europa a mediados del siglo XIX, nos damos | cuenta de las variaciones a que ha estado sujeta la medida del ‘trabajo a lo largo del tiempo. Sin embargo, las diferencias més importantes seguin los mo- dos de entender el trabajo son culturales y apuntan a la finalidad del trabajo mas que a su contenido. Asf pues, podemos ver el tra- bajo bien como aquello que hace posible la continuidad fisica de la vida asegurando el nivel de subsistencia, o bien como aquello que da sentido a la vida y a través de lo cual se llega a la autorze- alizacién personal. Podemos verlo como un deber penoso 0 como un derecho individual o social que tiene que estar ampara- do por el Estado o la comunidad. Si consideramos Ja escala de valores de un monje medieval, un yuppie (young upward professio nal) 0 un dink (double income no kids) neoyorquino, 0 un trabaja- dor de subsistencia en la economia informal de una gran ciudad del Tercer Mundo, podemos obtener tres distintas acepciones del trabajo. Por eso decimos que el trabajo en su descripcién de mo- dos y fines esté socialmente construido: no existe una cosa obje- tiva, universal y permanente Hamada trabajo. La diferencia entre trabajo y no-trabajo raramente se refiere al tipo de actividad. Mas probablemente esa diferencia estriba en el contexto social que reconoce y acepta la actividad humana concreta, contexto que naturalmente varfa espacial y temporalmente. En las socie~ dades materialistas se prima la remuneracién sobre otras consi- deraciones. Fijémonos en dos actividades que tienen tremenda importan- cia y que invariablemente han recibido distinto tratamiento en las investigaciones referentes al trabajo en el mundo industrializado. Nos referimos al trabajo doméstico y al desempleo remunerado. El trabajo en el hogar ensefia que el trabajo es algo mds que el em- pleo remunerado. El trabajo doméstico', lo haga quien lo haga sea mujer o varén, ha de ser tenido como tal para los efectos de consideracién social y préctica que todo trabajo tiene. Ello, como sabemos, esté por hacer en la mayoria de nuestros paises. Un caso inverso es el desempleo, donde podemos encontrar situa- ciones en las que en algunos paises se obtiene una remuneracién sin necesariamente desempefiar un trabajo. Cuando una situa- cin de desempleo masivo y permanente se pretende estabilizar de manera no traumatica y se acepta el desempleo como una «ocupacién» estamos quizé levando al limite la idea de que tra- bajo es igual a empleo remunerado. Esta desacertada opinion se basa en la idea de que la remuneraci6n en el peor de los casos es una compensacién por el esfuerzo realizado al trabajar o por las frustraciones que el trabajo o la ausencia del mismo pueden pro- vocar. Aquila diferencia entre trabajo y no-trabajo es meramente monetatia, Io que reduce las aspiraciones humanas a la supuesta Laproduccin 114 2. Nos eferimos a trabajo domésico no remunerado que excluye al esempefado por los yas emples- dos del hogar. incluye sin embar 0, el tabelo domésticn que pue- Ae ser fruto de Geta gratesion staal como e! que conterpla el rogram de fy ef de Hogaren ‘argentina. 112 Sociologia. Comprender la huanicad en el siglo X00 centralidad exclusiva del dinero en la vida de unas personas que probablemente se autocalificarian antes como desempleadas que como jardineros, madres 0 enfermeras. Esta es quizd una de las mayores contradicciones de la cultu- rade la economia esténdar (neoclésica), donde la centralidad del trabajo (remunerado) esta enfrentada con su escasez, donde los graves traumas que provoca su ausencia se intentan remediar con compensaciones transitorias, y donde el desamparo de los que no tienen derecho a remuneracion esté acentuado por la fal- ta de alternativas a lo que estrechamente se considera un trabajo normal. No siempre ha sido asi y también ahora afortunadamen- te estén apareciendo situaciones que abogan por una mayor fle- xibilidad en lo que entendemos por trabajo. Como mostramos en la columna izquierda en el esquema que sigue, el trabajo pro- duce satisfacciones y, por tanto, realizacién intrinseca. Apostar Glo por lo extrinseco lleva a confundir trabajo con empleo, y no es lo mismo. Como puede apreciarse en el contraste de estos dos modos de entender el trabajo se derivan dos actitudes vitales, una humanista (columna de la izquierda) y otra materialista (co- lumna de la derecha). trabajo notene valor en simisma 8 trabao es un medi pare cbtener un vero ‘lindvidvo se autoealza ene trabajo La autoreaizacon se busca fuera trabajo tiene un sentido expresivo El tabaiotene un seni instrumental Los socidlogos clasicos y en concreto esos pioneros que for- man la troica sociol6gica por excelencia: Marx, Durkheim y We- ber, tuvieron todos ellos una concepeién del trabajo que en su mayor parte derivaba de los condicionantes del advenimiento de la sociedad industrial y del sistema de produccién y consumo capitalista. De las similitudes y diferencias que se pueden apre- iar en sus aportaciones surgirian distintos modelos en la con- cepcidn del trabajo. Para Karl Marx lo que diferencia esencialmente a la especie k humana de las demas es la capacidad para producir los medios E de su propia subsistencia y mejoramiento material. E] mundo del trabajo encierra el secreto y nos da los indicadores para saber 2 2 sina sociedad se orienta o no a la liberaci6n, bienestar y atmés- fera de felicidad a que esté llamado el ser humano. El andlisis de lasociedad contemporénea y mas en concreto el sistema de pro- duccion y consumo capitalista y no el industrialismo en general Tepresenta para Marx un grave obstéculo para la consecucién de esas metas. Por eso distingue entre objetivacién y alienacién. Objetivacin es la consecuencia del trabajo en el trabajador cuando éste transforma la materia prima y ve en el producto ela- borado el fruto de su creatividad y logro y, por tanto, su realiza- cin como persona. La produccién de bienes es necesaria para la vida social, para el sostenimiento de la estructura material sobre Ja que se asienta, y también para la autorrealizacién del poten- cial humano*. Sin embargo, dice Marx, en el sistema de produc- cin capitalista, o sea, donde los bienes de produccién estén de- tentados por una minoria, donde la mayoria sélo dispone de su fuerza de trabajo, y donde la producci6n esta orientada al lucro a ‘través del mercado, el resultado no es la objetivaci6n sino la alie- naci6n, es decir, la imposibilidad de la autorrealizacién a través del trabajo y, por ende, la imposibilidad de la realizacién huma- na misma. Marx s6lo analiza un tipo de trabajo, el trabajo asalariado que tiene lugar en el seno de la factorfa industrial o en los cam- pos de labor y naturalmente pasa un poco de largo de todas las otras formas de dominacién y alienacién que no tienen su origen en Ja relacién entre propietario y asalariado. En definitiva, si bien Marx intents hacer un enfoque y una comprensién metae- conémica y liberadora del trabajo, su vision reduccionista de la historia y experiencia humanas le llev6 a obtener una teorfa so- cioldgica de la factorfa industrial de una época que no era aplica- ble fuera de ella. A pesar de esto su aportacién ha sido y es tre- ‘mendamente importante. La contribucién de Emile Durkheim se deriva fundamental- mente de su obra La divisin del trabajo social. Inicialmente Dur- kheim se pregunta por la funcién o papel que tiene la divisién del trabajo en la sociedad, a qué necesidad corresponde. La res- puesta inmediata que daban los economistas era: la de aumentar la fuerza producida y la habilidad del trabajador. Sin embargo, ello se cumple en dmbitos més amplios que el econémico y, por tanto, la respuesta de los economistas, y concretamente de Marx, en este campo no puede seros suficiente. La divisién del trabajo tiene mas repercusiones sociales que laborales o econémicas. El Laproduccién 113 2. Un desanollo interesante quest pera esta distineén mariana es fefectuado por ef gran papa Juan Pablo Then su enciclice Latoren Excercens (1981) en la que distin- [gusente trabajo objetivay subj. tivo, para referee como table ssubjetivo a Ja tansformacisn del sujet que trabaja mediante el a= bajo realizado. Aqui el tebe) puede ser una actividad humeni= 2zadora yhumenizente y este so Sido sel que se eberis potencies 114 Sociologia. Comprender la hurmanigad en el siglo 00 principal resultado de la divisi6n del trabajo desde el punto de vista social no es que aumentase el rendimiento de las tareas di- vididas, sino que las hace mas solidarias. La divisin del trabajo sirvis para integrar més la sociedad a fuerza de diversificarla funcionalmete. En consecuencia, la division del trabajo va més allé de lo econémico, pues estriba en los modos de cohesién social que imponen los diversos ti- pos de solidaridad. Esta es un fenémeno ético que se revela en sus manifestaciones juridicas y que corresponden a dos tipos fundamentales de solidaridad que, a su vez, determinan dos tipos extremos de sociedad: la «solidaridad mecanica», rigida, impositiva y no sujeta a eleccidn; y la «solidaridad organican, fle- xible y funcional, La solidaridad orgénica, que se da en las socie- dades modemas, afirma la sociedad frente al individuo en el sentido de que éste tendré una funcién social mas claramente definida y precisa. Segiin este concepto, la «solidaridad orgéni- ca» constituye para Durkheim, a la vez, un diagnéstico de las tendencias propias de la nueva sociedad, y un ideal al que siem- pre hay que tender. Cuando no se cansigue se produce una en- fermedad social llamada anomia (asociabilidad o falta de reco- nocimiento de las normas sociales). Durkheim veia que era posible superar las consecuencias anémicas de la divisi6n del trabajo y encontrar trabajos coopera- tivos, en los que se pudiesen valorar los méritos individuales. En este sentido el optimismo de Durkheim, que ve posible crear es- pacios de solidaridad en todos los ambientes, se contrapone al pesimismo marxiano, que no ve posible superar las injusticias de la fabrica decimonénica més que con la revolucién. Para Max Weber la Epoca Moderna se caracteriza por la pér- dida de la certitudo salutis, de la certeza de la salvaci6n, que es lo que en su opinién cambia la estimacién del trabajo en la socie- dad y, por tanto, propicia el nacimiento de una nueva ética. Se trata de la ética protestante, que justifica y propone al mismo tiempo la acumulacién de bienes y la austeridad de vida. Segtin Weber en el lugar de trabajo confluye no sélo una ne- cesidad econémica, sino también la aceptacién de una ética de trabajo y de una jerarquia social. Esto construye un sistema de relaciones flexible y estable al mismo tiempo donde cada indiv- duo se posiciona en la estructura social de acuerdo con unas perspectivas de movilidad y sus circunstancias de prestigio, in- gresos, etc. No estamos, como en Marx, ante una estructura de trabajo alienante en un sistema que no facilita el acceso del tra- bajador a la propiedad de los medios de produccién. Para Weber las caracteristicas del trabajo no estén supeditadas a los condi- ionamientos de clase en el sentido marxiano del término. Aqui prima sobremanera la cultura. La movilidad y flexibilidad presentes en la estratificacién so- cial weberiana dejan al trabajo una gran amplitud de maniobra, aunque la fuerza de los aspectos organizativos (burocracia) y culturales (ética protestante’), por otro lado, marquen la activi- dad productiva con ciertos condicionamientos. Para los tres sociélogos clasicos, trabajo y construccién social estan intimamente ligados. Ninguno imagin6 la cultura del ocio. moderno que separa trabajo y realizacién social. Para todos ellos elentendimiento del trabajo como aglutinador social es indis- pensable para entender la sociedad como cooperacién y por eso el trabajo era lo més importante de la vida. Ello choca, no obs- tante, con Ja experiencia moderna de la fragmentacién, una de las marcas distintivas del vigente sistema de produccion y con- sumo. » La conciencia del nosotros no es un mero sentimiento ya que, como matizamos los socislogos, de esa realidad colectiva se derivan ciertas responsabilidades comunes. Esto siempre ha sido un axioma dificil de aceptar para el liberalismo insolidatio que ha celebrado la autonomia como negacién de las dependen- ias mutuas. Por eso, mientras que el liberalismo radical ha adoptado como medio el individualismo de carécter centrifugo, las visiones que entienden lo piiblico desde la perspectiva del humanismo solidaric han intentado subrayar la unidad del todo social. En esta disyuntiva la cultura modema parece que se ha decantado momenténeamente por el liberalismo y ello ha trafdo laaparicion de la disgregacién social y el consecuente fenémeno de la fragmentacién. La fragmentacién, sin embargo, constituye un serio obstécu- Jo para entender la sociedad como un todo continuo. Este no es un impedimento teérico sino eminentemente practico y denun- cia el hecho de la dificultad creciente que causa el individualis- Laproduccién 115 3. Aunquella tess de Ween de 1905 en La ica protestentey el exits el copitetiomo (1988, Barcelons, Peninsula) se ha mostado defve: ‘os lib es uno de los poco textos clisioos que han sigo ant pliamente leidosyestudiados. 116 Sociologia. Comprendor la umsnicad en el siglo 00 4 Frederick W. Tavion publics sus Prinipias dee adoinigtracion cen fica at abajo en 1911 y Heny Favor su Administacin dustrial 1 generel en 1916, La primera ca- ‘dena de montsje pars Ie Fabrica ‘én del modelo Ford Te puso en ‘marcha en 1915, mo para ver ala sociedad como algo distinto y anterior a la agre- gacién de individuos. La fragmentacion se ha producido, fundamentalmente, a dos niveles. Por una parte, el proceso de fragmentacién (produc liva) de las unidades de manufactura y transformacién en el sis- tema econémico dominante ha ido en aumento en los tiltimos afios. Por otra, la fragmentacién estructural (social) también ha aumentado con el incremento de los niveles de desigualdad y el alejamiento los unos de los otzos. La fragmentaci6n productiva es consecuencia del proceso de especializacién en que culmina la nueva divisin del trabajo que acaba por introdiucir, de manera més acendrada cada vez, la implementacién de las nuevas tecnologias en un tejido laboral que ha perdido mayoritariamente su sentido cooperativo. La fragmentacién productiva no es la simple divisién de tareas y el ordenamiento del trabajo en cadena que estudiaron en su dia Taylor y Fayol y establecié Henry Ford (fordismo)*. Nos referi- ‘mos a la desvinculacién efectiva de los participantes en el proce- so de produccién que va aneja a fenémenos como la deslocaliza- cin y globalizacién empresarial. La praxis del sistema continuo de produccién se ha perdido, lo cual hace tremendamente com- pleja la idea de visionar un proceso completo de transformacién de bienes y, sin esa idea, es précticamente imposible delimitar responsabilidades colectivas para el conjunto de ese proceso. Con la superespecializacién es muy dificil cimentar lazos de co- rresposabilidad y de pertenencia entre todos los involucrados en el mismo producto. Consideremos, por ejemplo, el objeto de investigacién més querido por la sociologfa industrial clésica, el automévil, y pen- semos en una unidad acabada con partes montadas procedentes de diferentes fébricas de distintos lugares geogréficos: zeémo es- tablecemos responsabilidades por el producto final entre unida- des de especializacién y manufacturacién que tienen poco que ver entre si?, ja quién achacamos responsabilidad por los resi- duos finales como la chatarra?, a quién por los residuos de utili- zacién como el ruido o el humo? Introducir al consumidor, como hacen algunos neoclasicos, en la linea de produccién para exigit- le responsabilidades de uso, es una error porque entonces el po- der adquisitivo no es un poder decisorio y la misma cultura eco- némica dominante no acepta como legitima la participacién de Jos no propietarios en las decisiones internas de las organizacio- t i : i i 5 empresariales. La fragmentacién productiva y la difumina- in de responsabilidades que conlleva, van parejas a la pérdida de poder relativo de los sujetos individuales, que se produce pa- ralelo a la acumulacién de poder en las estructuras econémicas anénimas. Por eso creemos que la recomposicién del marco de relaciones y de corresponsabilidad entre las diferentes partes ¢ individuos que conforman un sistema productive complejo debe darse mediante una devolucién de poder (y de responsabi- lidad) al individuo como trabajador, y esto pasa por una nueva ordenacién econémica en la que cuente de manera activa y pri- mordial la democratizaci6n interna de las empresas, e, incluso, Ia introducci6n en ellas de précticas de democracia inclusiva (que incluya a todas las partes en la toma de decisiones). La ex- tensién de la democracia al sistema productivo es a nuestro jui- cio un paso ineludible para que la fragmentaciGn deje de produ- cir una irresponsabilidad generalizada. Por otro lado, Ja fragmentacién social es consecuencia del aumento de la desigualdad ocurrido en los tiltimos afios. Se trata de un fenémeno de dificil explicacién para los economistas neo- clasicos’, pero el hecho es obvio: en los tiltimos treinta afios la distancia en percepcién de renta entre el Norte y el Sur ha au- mentado, lo mismo puede afirmarse de paises paradigmaticos como los Estados Unidos, donde la distancia entre el 20% de la poblacién més rica y el 20% de la poblacién més pobre también se ha incrementado. Las causas no derivan solamente del mal funcionamiento de las politicas econémicas. Hay razones estruc- turales: culturales y morales, que debemos de tener en cuenta y en las que profundizaremos en el siguiente punto. Un aspecto a considerar es que las desigualdades en renta podrfan apuntar también desigualdades culturales que son en sf mismas positivas. Efectivamente, medir la riqueza en términos de incrementos porcentuales en el PLB., que es como se mide, es tremendamente estrecho. Una estrechez que se manifiesta en no dar valor a las infraestructuras y en ignorar la riqueza no moneta- rizable, por ejemplo, la riqueza moral y lo que ésta conlleva como Jos indicadores de estabilidad familiar y solidaridad, entre otros, que tevelan sintomas de salud y bienestar social. En el supuesto de satisfacciGn de las necesidades bésicas, distintos niveles de ri- queza bien podrian representar la diferencia entre quien todo lo cuantifica en términos monetarios y quien tiene otros objetivos en la vida. La pregunta es: es éste el caso que estamos consideran- S » Laproduccion 117 5. En este texto utizamos como s- rénimas economia estendrdo, economia neoliberal» y =econo- nia neoclisica»(véase punto 4 de ‘este capitulo) 5 ben los casio de la economia (Adam Smith 0 David Ricardo) si vivieran ahora ro starian muy de acuerdo on lo ‘gue defienden losneacisicos (pe srdigmiticamente Millon Fried ‘many sus discipulos dela Escuela ‘deChicago-exisen otras Eecusas ‘de Chicago en Sociologia yen Eo Jogia Humans que comviene no ‘confundir on ess-) los neoclés- ‘os dominan hoy el amplio expe=- tno delo que se considera oriodo- xia econdmics 118 Sociologia. Comprender a humanided en eso XX do? Nos tememos que no. La uniformidad cultural impuesta des- de el poder -ese tipo de poder amorfo, sistémico, al que nos refe- riamos en el capitulo 2~no permite suponer que las aspiraciones al bienestar alcanzado en otros lugares dejen de producirse entre Jos que menos tienen. Lo cual no parece objetable en principio. El problema radica fundamentalmente en las aspiraciones de los que més tienen; que son Jos que por tener mas pueden reproducir su riqueza con més inversi6n, De hecho, si calculamos exclusiva- mente la riqueza que mide el paradigma econémico dominante, las desigualdades se producen y aumentan porque los ricos son cada vez mas ricos. La fragmentacién social radica, pues, princi- palmente en la falta en la cultura econdmica vigente del concepto de suficiencia. Afin de cuentas observamos que la fragmentaci6n nos lleva a la disgregacién social y ello no es ajeno al reduccionismo de entender el trabajo como sinénimo de empleo, un empleo sujeto a competencia y en el que prima la realizaci6n extrinseca que se consigue con dinero. En el origen de este malentendido esté, como ya hemos apuntado mas de una vez, el individualismo. Una de las voces que con més insistencia y coherencia ha de- nunciado los males sociales que como la fragmentaci6n produce la deshumanizacién del trabajo en la Epoca Moderna es la de la Iglesia catélica en lo que se Hama la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Los textos en los que se recogen los fundamentos de la DSI, son muy variados y abundantes. Mencionaremos sélo unos cuan- tos que incorporamos con siglas en el cuadro que sigue mas aba- jo: Rerum Novarum (1891), Quadragesimo Anno (1931), Gaudium et Spes (1965), Laborem Exercens (1981), Libertatis Conscientia (1986), Sollicitudo Rei Socialis (1987) y Centesimus Annus (1991). A nuestro entender, la postura critica de la DSI para con la cultura econémica dominante y sus consecuencias sociales es si- milar a la actitud genérica de la socioeconomia, que aqui defen- demos, en la busqueda de caminos aceptables para la sustitucién del vigente sistema de produccién y consumo. De hecho, sirepa- samos los documentos més notables, el ataque de la DSI al capi- talismo practico es ciertamente demoledor. Los postulados por Jos que se rige la economia esténdar comparados con los de la DSI, hacen de ésta una teoria radical y subversiva en términos politicos. No obstante, la razén de este posicionamiento es ob- viamente moral. La DSI persigue herir los fundamentos del max terialismo y del consumismo vigentes, deshacer la relaci6n exis- tente entre poder y capital, y redefinir el concepto de riqueza para que pesen més los criterios cualitativos y éticos que los acu- mulativos. NCPALES TE FERENGIS | Primacia debs sobre casita (4 88, 107; 68 64: LE 12 | Princpes de soldardad y subsided oa 7e:LO73 sins ert rabao ceive y subjetvo lee Propiedad arvade y destino universal elas tienes | FIN, 6; OA 45 La DSI ha sido, en la promulgacién de estos postulados', una de las primeras escuelas ideol6gicas en defender una vision ‘omnicomprensiva de las relaciones econdmicas y sociales en tor- no al trabajo y la produccién como actividades én las que se ma- nifiesta todo, y no s6lo una parte, del ser humano. La extensién de la cultura democrética ha sido uno de los, grandes logros sociales del nwundo moderno. La capacidad de autoperfeccionamiento social debe hacernos ver que en el terre- no de la civilidad la democracia no es un estado que hay que consolidar, en el sentido de perpetuar, sino un valor y, por tanto, un proceso en el que hay que continuar ininterrumpidamente introduciendo variables estructurales de modo paulatino. En este sentido somos peregrinos: hacemos camino con nuestras pi- sadas. Por lo que afecta al continuo incremento de poder que las soberanias consolidadas se otorgan con cada innovaci6n tecno- logica, con cada ordenamiento legal, con cada regulaci6n y con cada monopolio féctico, la democracia debe entenderse como una mdquina que no acumula sino que disperisa poder, en el sentido que lo distribuye de manera continua y equitativamente. Las empresas, sean del sector productivo 0 no, en la medida en que son organizaciones humanas deben apostar también por Ia cultura democratica. Nos parece importante recalcar que esta cultura no debe de verse sélo como una opcién de la que depen- Laproduscién 119 6, Para la DST el trabajo es un factor Jrumanizador. El abajo no == 6lo algo (ad ext) que hace el JRombre sino algo que le pas € ella (ad intra). Para una visisn senérca dela DST vease Cape So de ln Doetrina Soca ae a ei (2005, Libresia Ealece Vasc} 120 Sociologia. Comorender ia humaniad en al siglo XX! | La cadena de monta, El atomv, su frodvocién en masa y'su uso ganeraiza do simbolzan la repercusién social dela revolucién industrial. Hay dos especies 00 [es cus este sinibol, ave muchos Cconsieran lo es también de progeso, use interretarse como dstuncional, Uno a2 la desaersonaizacion del vatalo ue og a corwersion det obreo an un auiémeia y eu consiguente y progesia sustivcién por méquines;y co ei to medoarnbien! dela quema a gan es: cela de combustbie foe no renovable, de la configuracién de una empresa, bien como una empresa co- operativa 0 solidaria, o bien como una empresa que mire tinica- mente al rendimiento del capital. La democracia no es ya s6lo una opcién de gestién empresarial, por el contrario, en la era de Ja implementacién de tecnologias complejas que cambian e in- novan velozmente, la democracia se ha convertido en una nece- sidad. La cultura democratica se ve imprescindible para impedir que ganen terreno las tecnologias deshumanizadoras. Creemos que forma parte de esa cultura la propuesta y eleccién de los avances tecnolégicos adecuados para la mejora social y el recha- 20 de aquellas otras innovaciones que, si bien pueden verse be- neficiosas desde el punto de vista de los rendimientos del capital, sona la postre negativas para el bienestar y la calidad de vida. ‘Contra lo que parecfa adivinarse hace unos afios, las tecnolo- gias nuevas no han mejorado la vida en todos sus aspectos. Asi, enla calidad ambiental, unas tecnologias aparentemente inocuas como las de la informacién (educacién y compra a distancia, tra- bajo en casa, reuniones a distancia, etc.) no han reducido el volu- men de desplazamientos y, por tanto, la emisién de gases conta- minantes, Las nuevas practicas (just in time y la diversificacion de la oferia), por otro lado, han producido una tendencia hacia la proliferacién de intercambios de una mayor variedad de mer- cancfa en volimenes menores, lo que multiplica el transporte; el consumo de papel también se ha multiplicado exponencialmen- te, y cuando se ha producido, generalmente por fuerza de legis- Iaci6n ad hoc, una mejora de las condiciones ambientales, se han utilizado nuevos recursos biotecnolégicos que se han aftadido (tecnologias de adicién) a una cadena de mecanismos de pro- duccién ya existente, con lo que en muchos casos se ha dado a los procesos que componen esa cadena visos de continuidad aun cuando la tecnologia empleada sea ecolégicamente deficiente. Observamos, pues, que la tecnologia nueva no es necesariamen- te tecnologia buena. La naturaleza del proceso cientifico esta condicionada por dos caracteristicas que han de darse simulténeamente para que ese progreso sea verdadero, Una es el trabajo investigador, que corrige, descubre y propone. Otra es la estructura sociocultural, que anima, fomenta y elige lo mejor desechando lo peor. Nuestra preocupacién es ver la manera en que la cultura democratica, que supuestamenie est presente en la estructura sociocultural, se inserta en el sistema productivo y en las empresas en general psi para que las decisiones sobre las nuevas tecnologias sean ade- cuadas. Por eso la pregunta que nos hacemos es cudiles son los condicionamientos de una tecnologia y de una produccién avan- zadas y sanas al mismo tiempo. En vista de los descubrimientos recientes y las posibilidades de innovacién podemos afirmar que el advenimiento de la era tecnolégica todavia estd en sus inicios. Las propuestas de inno- vacién van muy por delante de la implantaci6n, lo que nos dice que la velocidad de la investigacién supera, en estos momentos, lacapacidad de asimilacién. Asi, por ejemplo, disponemos ya de diferentes alternativas al motor de explosi6n pero todavia est lejos la posibilidad del uso generalizado de automéviles no mo- vidos por combustiGn de fésiles no renovables. Una de las pre- misas que hacen que cada vez sea més dificil predecir el futuro estado del desarrollo tecnolégico es que no sabemos cudles de las variadas innovaciones cientificas acabarén por implantarse de manera generalizada, sobre todo teniendo en cuenta que su aceptacién por parte del mercado esta condicionada por tremen- dos intereses econémicos y geopoliticos’. La tecnologia en sf no es neutra: tiene siempre consecuen- cias. Lo importante es que nos dotemos de mecanismos de co- rrecci6n para hacer reversibles las malas decisiones. Por eso pen- samos que el condicionamiento més importante de la decision de optar por una u otra soluci6n tecnoldgica debe ser el demo- crético. Si deseamos un impacto globalmente positivo, hemos de considerar, pues, los condicionamientos que un sistema demo- crético impone a la produccién y también al consumo. Ast, por ejemplo, la posibilidad de eleccién por parte del consumidor de energia, de la fuente de la misma a la hora de utilizar un enchufe nos parece basico y primario: gsi yo reconozco la inmoralidad de la energia nuclear por qué no se me da una alternativa a la hora de encender el interruptor? En este sentido, sila tecnologia esta ensu infancia, también lo esta la democracia. Pensar de nuevo cémo podemos hacer genuinamente demo- crdticos nuestros procesos productivos implica proyectar nuevas formas de organizacién empresarial y nuevos estilos de vida. ‘También entrafia replantearse inercias acriticamente asumidas como la aceptaci6n del sistema de intercambios de los contratos laborales entre tiempo y dinero (en estricta ortodoxia democréti- ca deberia ser entre producto y dinero), pero ello ciertamente su- pone replantearse la finalidad de la actividad productiva. Laproduccién 124 7, Paraun examen seria civertide 3 1a ver escrito desde ef liberalism sobre lainrecionalided de lguns dlecisiones de innovacicn tenole- ica, wéase Rivets, Juan Antonio (2006): Cote mbna de Woody Alen 1 Plt, Madr Expose 122 Sociologia. Comprender la humaridad ene silo Xe La economia esténdar, en su deseo de predecir para justifi- car su estatuto cientifico, ha intentado encapsular el comporta- miento humano para tratar de saber con antelacién qué actitu- des van a desarrollarse dadas unas condiciones determinadas. A esas actitudes se las llama racionales en oposicidn a las que no pueden presumirse, en el supuesto de que el comportamiento humano, al menos el que se da en el Ambito del mercado que es el que interesa, es predecible dentro de unos parémetros de l6gi- ca y sentido comin. Bésicamente el criterio de racionalidad que contempla la ‘economia esténdar 0 neoclésica supone dos condiciones omni- comprensivas que etiquetarian como racional un comportamien- to que cumpliese lo siguiente: a) que fuese consistente (que se re- pitiese cuando se repitan las condiciones), y b) que maximizase una tinica utilidad Hamada interés propio. Podria pensarse que se ha llegado aqui tras una ardua tarea de introspeccién psicol6- gica a lo largo y ancho de la historia y del mundo, pero no: lo que se pretende no es tanto la veracidad y el conocimiento que sobre el ser humano se obtiene con el «descubrimiento» de los ctiterios de racionalidad, sino la posibilidad de hacer proyeccio- nes y predicciones econémicas a través de los supuestos de mo- tivaci6n que encierra la ley de la oferta y la demanda. Amitai Etzioni ha demostrado fehacientemente en su trata- do sobre la dimensién moral de la economia (The moral dimen- sion, Nueva York, The Free Press, 1990), que la racionalidad axio- logica que propugnara Max Weber es tan racional como le racionalidad mercantil que propugna el paradigma econémico dominante. El supuesto hedonista sobre el que se basa éste: «to- dos tendemos al minimo esfuerzo y si alguien hace més es por- que le gustan, es sencillamente inverificable, y, por tanto, no se puede proponer como cierto, y, mucho menos, como criterio ex clusivo de racionalidad. Ni la experiencia histdrica ni la intros: peccién psicolégica avalan que «todos» tendemos al minimo e fuerzo, aunque su utilidad para poder predecir sea probada. Estamos ante dos visiones contrapuestas de la actividad econémica. De una parte, la racionalidad econémica dominante (Hamada economia esténdar, neoclésica, que propugna el homo economicus) y, de otra, la socioeconomia, que rechaza all indivi- dualismo y que tiene carécter social (homo sociologicus). Nols socionoccus Colectvo Condicionada Sentimientos, valores Sociedad Descripciin| La socioeconoméa propugna que puede haber criterios alter nativos de racionalidad a los propuestos por la economia neoclé- sica y que, por tanto, han de considerarse otras vias de justifica- ci6n y prediccién de las actitudes que pueden concurrir a la hora de efectuar la elecci6n o de establecer las preferencias segiin las cuales se elige. Ello ciertamente haria mas dificil la tarea del eco- nomista a la hora de predecir, pero también le estaria ayudando a insertarla en Ia realidad social, ademés de por las razones apuntadas, porque el criterio de racionalidad neoclésico contem- pla un sélo sujeto o elector (consistente y maximizador de una utilidad), y como ya vimos, ceftirse al individuo es cercenar la realidad. ‘socioscononal. ‘Aimenos dobie: pacer y toa “También valores yemociones ‘Systolnavici Tambiencokctvo Morcedo atone —=*«Crena amecarles Elpoderlocaelmecado———=~=S«Heyepartcaprevos La reticencia neocldsica para aceptar la pluralidad de opcio- nes que ofrece la socioeconomfa cae en el sirplismo de equipa- rar maximizacién con minimizacién. Asi, el altruista, el santo, el héroe, que pone a los demés por delante (minimiza su interés propio), lo que hace es, dice el neocldsico, maximizar un valor suyo (altruismo, santidad, herofsmo). Vamos, que los héroes 0 Laproduccién 123 124 Sociologia. Comprender la huraricad ena siglo 200 8. La deshumanizacion del plantea- miento neodlisicono se ve de ma- era mis certers que cuando £6 ‘ecplica el amor. Fara el neocdsico puro todo amor es egoits los santos lo son porque les gusta y en ese sentido son tan egois- tas como todos los demés*. Se trata de un cinismo barato pero desgraciadamente muy extendido. Para el neoclasico es muy dificil la distincién de contrarios (yo y el otro, o lo bueno y Io malo): y esta confusi6n es la peor que se puede dar desde el punto de vista légico. La extensiGn del discurso neoclasico a otras reas hace imposible la ciencia: qué diferencia la salud de la enfermedad?, ¢qué, la funcién de la disfuncién? La ciencia trabaja con lo « priori segtin criterios de excelencia que se supo- nen culturalmente informados y la misma excelencia tiene con- trario. Por eso la ciencia, como no podia ser de otro modo, es valorativa No hay nada mas descorazonador que encontrarse con dos tipos de actitudes, que desgraciadamente abundan, entre perso- nas que se supone que detentan responsabilidades sociales de trascendencia y que tienen su origen en el predominio de este tipo de pensamiento Gnico que llamamos neoclasicismo econé- mico o neoliberalismo. Una actitud es la de ciertos intelectuales que se esfuerzan en esgrimir una critica al sistema desprovista de coherencia (cinica: hecha desde el sistema que se critica), des- provista de esperanza (el mal es irremediable), y desprovista de voluntad de mejora (tras de mf el apocalipsis). Este mal afecta principalmente a pensadores que se han llamado de izquierdas y que después se han convertido al consumismo y al estilo de vida neoliberal y como resultado suelen transitar en una continua cri- sis de identidad sin ideas ni propuestas de mejora. La otra act- tud es la de gente de empresa que, desgraciadamente, persevera en desconocer por completo cudil es el estatus moral y social de su profesiGn por la comodidad que ello le repara en orden a dis- frutar de una asumida irresponsabilidad. La socioeconomfa presenta una alternativa saludable a estas actitudes y da respuestas certeras a unos y a otros. La socioeco- noma es en este sentido una concepcién intelectual liberalizado- ra que rescata al intelectual y al empresario del autosecuestro en el que se encuentran y los dispone de nuevo para servir a la so- ciedad con su trabajo. Al intelectual desencantado le devuelve la fe en la capacidad transformadora de los ideales mediante la es- peranza plausible de encontrar altermativas al vigente sistema de produccién y consumo, y al empresario avergonzado le da razo- nes para ver con orgullo y autoestima su propio quehacer. En conereto puede dar al empresario unos motivos para pensarse de manera distinta y ello puede hacerse hablando del fin de la empresa. Asf como la transmisién de conocimientos y la educa- ci6n integral son los fines de la docencia, prevenir la enfermedad y curarla lo son de las profesiones sanitarias, y trabajar por una convivencia mas justa es el fin de los juristas, zeudl es el fin de Jos empresarios? La mayorfa lo desconocen. La actividad empresarial y productiva tiene unas metas pre- cisas que cobran sentido y legitimidad social en la medida en que los bienes que persigue el empresario con su profesién son {nfemnos a ella: bienes sociales que ninguna otra profesién puede proporcionar. Lo que dignifica la profesin de educador, de mé- dico 0 de abogado es el motivo por el cual una persona la ejerce: Tacultura, la salud y la justicia, Ninguno de los tres puede justifi- car su mala préctica alegando que entraron en la profesién para ganar dinero. La sociedad actuarfa punitivamente contra ellos en fal caso, De modo anélogo, la finalidad del empresario no puede ser la ganancia: no puede ser ésa la razén por la cual una o uno se hace empresario, Ser empresario es una profesién, no un deli- to. Ahora bien, si es una profesin, qué bien persigue? La excusa neoclésica es contestar esta pregunta diciendo que el bien perseguido es la generacién de riqueza (puestos de trabajo e inversiones), para lo cual el beneficio econémico es el bien mediato. Naturalmente el neoclésico bienpensante asume que el beneficio es un mal menor no finalista y que la riqueza es directamente monetarizable. Lo cual son dos exrores de bulto, el primero porque el carécter finalista del beneficio en Ia empresa neoclésica es estructural (de la empresa aunque no lo sea del empresario) y, por tanto, manifiesto (no puede pensarse como un mal menor no finalista), y el segundo porque confunde des- arrollo (un bien cualitativo y supuestamente global) con creci- miento econémico (de cardcter cuantitativo y supuestamente sectorial). Ademés, y esto es lo mds grave desde el punto de vis- ta de la dignidad de la profesién de empresario, el planteamien- to neoclésico priva a la profesién de estatuto social legitimador ges el dinero afin a la cultura, la salud y la justicia?, podemos explicar qué es el dinero como fin de la actividad empresarial de forma similar a como explicamos qué es Ia cultura como fin dela actividad educativa? No, el planteamiento neoclésico esté equivocado. El fin dela empresa no es el beneficio. Antes al contrario, el bien que persi- gue el empresario es triple y noble en sus tres partes: La produccién 125 126 Sociologia. Comprendsrla humericaden elsigiowx) © © Ls esponsabildad social dala empresa, as orgenizaciones econtmicas pus 10 ‘isten. Toda organizacin econémice lo es también sooialy en este senior es posibe separa fa nalded esoncmica de 'fnaided soci de as empresas, Ciera visiones sesgadas cel rateio dectvo y el mundo empressia hacen dapender e ‘io dal bance econtsmico, pero to es siemore soca incluso cuando nos re fermos excluivalernta al mercado, Por 80, rire otras razones, es necesarioh- Corpora y hacer més presente la ano: én dela socitoga en os estudios de acmirisraciin, de economia, da gerencia y emaresa, y en las escuelas de nego- os. 9. Se trata ademas de Ta realidad de las empresas y productos excelen tes. Piénsese, por ejemplo, coma fsumplen las ues condiciones pro- ducts como Coca-Cola las or (anas lade lalumnsca pusde fenumerar en claceatos productos yy empresas que tambien camplen laste nalidades 1. Producir los mejores bienes y servicios en vista de la dignidad de quienes los van a.utilizar. 2, Suministrarlos y ha- cerlos accesibles al maximo neimero posible de gentes en vista de la salud y provecho que esos bienes y servicios van a procurar. 3. Mantener esta activi- dad durante el mayor tiempo posible en vista del efecto multiplicador que la perma nencia produce en el niimero de clientes y usuarios. La finalidad de la empresa asi entendida es genuinamente profesional y, por supuesto, socialmente legitimada’. El hueco que llena esta finalidad o lo cubre el empresario 0 no se cubre y, por tanto, se generaria disfuncionalidad. Por otra parte, esta fi- nalidad es asumible de inmediato. No hace falta cambiar ningu- na estructura ni mediar ningtin acuerdo sectorial, basta con dar- Je una vuelta a la clavija. Genuinamente se trata de un cambio de actitud que es necesario implementar. Ello supone ademas abrir. sea la realidad: si el beneficio fuese de verdad el fin del empre- sario la mayorfa cerrarfan sus empresas y transformarian el capi- tal social en capital econémico, se lo meterfan en el bolsillo y se injan a disfrutar de su lucto. Pero la mayoria no lo hacen. No lo hacen porque a fin de cuentas, y aunque algunos no lo sepan ex: plicas, la maximizacién del beneficio no es su finalidad. Parece importante que el mundo de la empresa se abra a es- tas explicaciones sobre lo que constituye la meta de la actividad productiva. En este cometido la apuesta excluyente por la so- cioeconomia frente a la economia neoclésica es una opcin nece- saria y ajustada a la realidad. La produccién 127 disico: en economia, enfoque que mantiene que el trabajo es la medida del valor de los bienes. Adam Smith y la escuela escocesa son los méximos representantes. deapaciones de cuello las primeras requieren primeramente el desemperio de habilidades mentales blanco y de cuello azul: las segundas de habilidades manuales. neoclasico: ‘en economia, teorfa que mantiene consistentemente que las instituciones huma- ras hacen relacién alas acciones y reclamaciones de los individuos y que rechaza considerar Ia normatividad abstracta. Milton Friedman y la escuela de Chicago son los méximos representantes. iecno-sistema: ‘segiin A. Hawley, la aplicacién inmediata y continua de los avances tecnoldgicos al sistema de produccién industrial que al tiempo que se corrige se perpetia sconomfa sumergida: todas las actividedes econémicas que generan renta que no se declara al Estado. fordismo: sistema de produccién basado en la gran escala y la cadena de montaje y orient do para el consumo de masas. «© 1. Teniendo en cuenta el siguiente esquema sobre las distintas orientaciones del trabajo, se propone visitar ‘una empresa y realizar seis entrevistas (dos a directivos, dos a mandos intermedios y dos a personal de planta o fabrica) con el objeto de hacer una reflexién sobre cul es le orientacién laboral dominante en la empresa. El disefio de la entrevista correré a cargo del alumno, que podré hacerla como encuesta de pre- ‘guntas con multirrespuesta pero en todo caso de facil manejo para el entrevistado. Se presentaré asimismo ‘una ficha de la empresa donde conste: sector, tipo de procesos productivos, ntimero de empleados y factu- raci6n. ena deltabjo Setinpnaioteayp Mesenteric CCompromiso personal Rain tron aaj ei pr coeprun 5 Dito et pinpalin| Ga disainie a tat fin (beneficio) cra terés ni autorrealiza dan las relaciones i ” Feat depend ‘ Ceo spodesestiosin Leposinlaonlessine | Sedacecamendaen is ls sTaoenncin pew nda deWeGocn sod scones ita poids | Mond camdohayilen 175 7 | Sedans ib soldaia poriesiercneumadadeting ene LSCRSIESCS ENG er ln _lesiad de rp | ‘cuando json eng toestrictament aboral m Seevciosin nites Moral ena medida en que ascend dubleslénbio —weeouiden sn velo FESS ONSITE a ditt roane eigen 128 — Sociologta. Comprencerahumaridadenelsigh xx! © & © 2 A partic de informacién obtenida en la red, elaborar para la precentacién en el aula los perfiles biogré- ficos de: Enrique Shaw (1921-1962) Emst F. Schumacher (1911-1977) ‘Mohamed Yunus (nacido 1940) Eric Gill (1882-1940) Ramén Areces (1904-1989) Algo ms que wn jefe (In good company), Paul Weitz, 200 (Qué verde era mi valle (How green zoas my valley), John Ford, 1941 ‘Ssinbolo de fuerza (Fist, Norman Jewison, 1978 ‘Tucker (Tucker: the mars and his dream), Francis F. Coppola, 1998 ‘Gusra, Pablo (2002): Socioeconomia de ta soidaridad, Montevideo, Nordan. — (1998); Sociologia del trabajo, Montevideo, FCU. ‘GUILLEN, Manuel (2005): Etica en las organizaciones, Madrid, Prentice Hall Lucas, Antonio y Garcia Ruz, Pablo (2002): Sociologia de las organizaciones, Madtid, McGraw-Hil Manrinez ECHEVARKIA, Miguel Alfonso (2004): Repensar el trabajo, Madzid, internacionales. Pérez ADAN; José (1997): Socioeconomiia, Madrid, Trott. Potanvt Karl (2003): La gran transformacién, México, Fondo de Cultura Econémica. Razeto, Luis (1998): Economsia de solidaridad y mercado democrdtica .1, Ly WI, Santiago, PET,

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