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Ransom Riggs El hogar de Miss Peregrine para nifios peculiares SUENO NO ES, MUERTE NOES; ‘QUIEN PARECE MORIR VIVE. LACASADONDE NACISTE, LOS AMIGOS DE TU PRIMAVERA, ANCIANO Y DONCELLA, EL TRABAJO DIARIO Y SU RECOMPENSA, ‘TODO ELLO SE DESVANECE, REFUGIANDOSE EN FABULAS, NO SE LES PUEDE AMARRAR. Ralph Waldo Emerson Prélogo ACcABABA de aceptar que mi vida seria de 1o més normal cuando empezaron a suceder cosas extraordinarias, La primera me legé en forma de una conmocién terrible y, como cualquier cosa que te cambia para siempre, me partié 1a vida en dos: Antes y Después. Como muchas de las cosas extraordinarias que iban a suceder, involuerd a mi abuelo, Abraham Portman. Durante mi infancia, el abuelo Portman era la persona mas fascinante que conocia. Habia vivido en tun orfanato, combatido en guetras, surcado océanos en barcos de vapor, cruzado desiettos a caballo, actuado en circos, 1o sabia todo sobre amas y autodefensa, y de como sobrevivir en la jungla, y hablaba al menos tres idiomas ademas del inglés. Todo resultaba inconmensurablemente exdtico para tun nifio que jamas habia abandonado Florida, y le suplicaba que me obsequiara con mevas historias cada vez que le veia. El siempre me complacia, contindolas como si fueran secretos que sélo yo podia escuchar. ‘Cuando tenia seis afios decidi que mi tinica posibilidad de tener una vida la mitad de emocionante que Ja del abuelo Portman era convistiéndome en explorador. El ine animaba pasando las tardes a mi lado, encorvado sobre mapas del mundo, urdiendo expediciones imaginarias y marcando las rutas con chinchetas rojas, a la vez. que me hablaba de los fabulosos lugares que descubniria algiin dia. En casa daba a conocer mis ambiciones desfilando con un tubo de cartulina ante el ojo y gritando: «Tierra a la vistal» y «jPreparad un grupo de desembarco!» hasta que mis padres me echaban afuera. Creo que les pteocupaba que mi abuelo fuera a infectarme con alguna ensoftacién incurable de la que jamas me recuperaria —que aquellas fantasias me estuvieran vacunando de algiin modo contra ambiciones mas realistas—, asi que un buen dia mi madre me hizo sentar y me explicé que no podia convertirme en. explorador porque ya no quedaba nada por descubrir en el mundo. Yo habia nacido en el siglo equtivocado, y me senti estafado. Me senti atin mas estafado cuando comprendi que la mayoria de las mejores historias del abuelo Portman no podian de ningtin modo ser ciertas. Los relatos mas fantésticos giraban siempre en tomo a su infancia, como que habia nacido en Polonia pero a los doce afios lo habian enviado en barco aun hogar para nifios en Gales. Cuando le preguntaba por qué habia tenido que dejar a sus padres, su respuesta era siempre la misma: los monstruos iban tras él. Polonia estaba sencillamente repleta de monstruos, segiin él. —,Qué clase de monstruos? —preguntaba yo, con ojos como platos, y aquello se convirtié en una especie de ruina, —Unos teriblemente jorobados, con la came putrefacta y los ojos negros —contestaba— jY caminaban asi! 'Y me perseguia arrastrando los pies como un monstruo sacado de una pelicula antigua y yo huia riendo. Cada vez que los describia, incluia algtin mevo y escabroso detalle: apestaban igual que basura podrida; eran invisibles salvo por sus sombras; un montén de tentaculos que se tetorcian acechaban dentro de sus bocas y podian salir disparados de repente y arrastrarte al interior de sus poderosas faces, No tardé mncho en tener problemas para dormir. Mi imaginacién hiperactiva transformaba el silbido de neumaticos sobre el asfalto Inimeclo en una respiracién fatigosa justo fuera de mi ventana y las sombras bajo la puerta en retorcidos tentéculos de wm gris negruzco. Temia alos monstruos, pero me emocionaba imaginar a mi abuelo peleando conta ellos y saliendo victorioso. ‘Mas fantisticas ain eran sus historias sobre la vida en el hogar para nifios de Gales. Era un lugar encantado, decia, diseffado para mantener a los chicos a salvo de los monstruos, en una isla donde el sol brillaba cada dia y nadie enfermaba ni moria jamas, Todos vivian juntos en una gran casa protegida por ‘un viejo pajaro sabio... o eso contaba la historia. A medida que fui creciendo, empecé a tener dudas. Qué clase de péjaro? —le pregunté una tarde, a los siete afios, observandole con escepticismo desde el otro lado de 1a mesa plegable donde me estaba dejando ganar al Monopoly. —Un halcén enorme que fimaba en pipa —respondis. —Debes de pensar que soy muy tonto, abuelo. £1 eché um vistazo a su cada vez més reducido montén de billetes naranja y azules “Yo jams pensaria eso de ti, Yakob. Supe que le habia ofendido porque el acento polaco del que jamés pudo desprenderse por completo sali6 con mas fuerza de su escondite, de modo que jamas se convertia en jamaz y pensaria en penzaria. Sintiéndome culpable, decidi otorgarle el beneficio de la dud —Peto {por qué querian haceros dafio los monstruos? —insisti —Pues porque no éramos como el resto de la gente. Eramos peculiares. eculiares? peculiares —continné—. Habia una chica que podia volar, un muchacho que tenia abejas viviendo en su interior, unos hermanos, chico y chica, que podian levantar cantos rodados por encima de sus cabezas Era dificil saber si hablaba en serio, Por otra parte, mi abuelo no tenia fama de bromista. Francié el entrecejo, leyendo la duda en mi rostro. —My bien, sino crees en mi palabra, ahora verds —dijo—. ;Tengo fotografias! Eché hacia atras su sillén y entré en la casa, dejandome solo en el porche. Al cabo de un minuto, regres6 sosteniendo una vieja caja de cigaros. Me incliné para mirar mientras 61 extraia cuatro ‘nstanténeas amarillentas y arrugadas. La primera era una foto borrosa de 1o que parecia un traje completo sin nadie dentro, O eso 0 Ta persona no tenia cabeza — Pues claro que tiene cabeza! —exclamé mi abuelo con una gran sonrisa—. Lo que sucede es que no puedes verla (Por qué no? (Es invisible? — Vaya, este chico piensa! —Enarcé Jas cejas como si le Inubiera sorprendido con mis poderes de deduccién—. Millard, se Hamaba. Un chaval divertido. A veces decia: «Eh, Abe, sé lo que hiciste hoy», y te contaba donde habias estado, qué habias comido, site habias hnugado ta natiz. cuando pensabas que nadie miraba, A veces te seguia, sin decir ni pio, y sin ropa no podias verle... ;é1 10 observaba todo! — ‘Sacuié la cabeza—. Qué cosas, eh? ‘Me pasé otra foto. Después de que yo dedicara tin momento a contemplarla, pregunté: LY bien? ;Qué ves? — (Una nite? iy? —Lleva puesta una corona Dio wn gotpecito a la parte inferior de la fotografia —i.Qué hay de sus pies? Examiné la foto mas de cerca. Los pies de 1a nifta no tocaban el suelo; pero no saltaba... parecia suspendida en el aire. Me quedé boquiabierto, —jEsta volando! —Algo parecido —repuso mit abuelo—. Esta levitando. Sélo que no podia controtarse demasiado bien, jasi que a veces tenfamos que atarle una cuerda alrededor de Ja cintura para impedir que se fuera flotando! ‘Yo tenia los ojos pegados a su cautivador rostro de muteca. — (Es real? —Desile Inego que es real —respondié 1 con aspereza, cogiendo la fotografia y sustituyéndola por otra, Ja de un muchacho delgaducho que alzaba una roca, —;Vietor y su hermana no eran demasiado listos —explicé—., pero oye, eran la mar de fuertes! —Pues no parece fuerte precisamente —replique, estudiando los brazos flacuchos del muchacho. ate de mi, lo era, jIntenté echarle un pulso una vez y estuvo a punto de arrancarme la mano! ero la foto mas extrafia era la tltima, Mostraba la parte posterior de la cabeza de alguien, con tna cara pintada en ella. El muchacho invisible, Robert Jackson Lanna que levita, Yefim Tovbis Muchacho alzando una toca, Robert Jackson La cabeza pintada, Robert Jackson Me cedé mirando aténito esa iltima foto mientras el abnelo Portman exnticaba —Tenia dos bocas, ;1o ves? Una delante y otra detras. ;Por eso se volvié tan grande y gordo! —Pero es falsa —dije—. La cara sélo esta pintada, —Pues claro que es tna pintura. Se la hizo para un especticulo de circo, Pero te lo digo en serio, tenia dos bocas. ,No me crees? Pensé en ello, contemplé las fotografias y Inego a mi abuelo, que tenia una expresion seria y franca Qué motivo tendria para mentirme? —Te creo —respondi finalmente. Y de verdad que le crei —durante unos cuantos afios, al menos—, aunque principalmente porque queria hacerlo, igual que otros crios de mi edad querian creer en Papa Noel. Nos aferramos a nuestros cuentos de hadas hasta que el precio se vuelve demasiado alto, 1o que para mi fue aquel dia en segundo afio cuando Robbie Jensen me bajo los pantalones a la hora del almuerzo frente a una mesa llena de nifias y antincié que yo creia en las hadas, Me lo tenia bien merecido, supongo, por repetir los cuentos de mi abuelo en la escuela, pero desde aquellos Immillantes segundos me vi persegnido por el apodo «Nifio de las hadas» durante afios y, con razin o sin ella, le guardé rencor por ello. E] abuelo Portman me recogié en Ta escuela aquella tarde, como hacia a menndo cuando mis padres estaban trabajando, Subi al asiento del copiloto de su viejo Pontiac y le comuniqué que ya no creia en sus cuentos de hadas —1.Qué cnentos de hadas? —pregnnt6, miréndome con atencién por encima de las gafas. —Ya sabes. Las historias, Sobre los nifios y los monstruos. Pareci6 confundido. —.Quién dijo nada sobre hadas? Le dije que tna historia inventada y un cuento de hadas eran lo mismo, y que los cuentos de hadas eran para nifios que aiin Ilevaban pafiales, y que sabia que sus fotografias e historias eran falsas. Esperé que se enfureciera o que protestara, pero en lugar de eso se limito a decir: «De acuerdo», y puso el Pontiac en marcha. Pis6 a fondo el acelerador y nos apartamos del bordillo de un bandazo. ¥ ahi acabé todo, Imagino que lo habia visto venir —con el paso del tiempo yo tenia que acabar por no creérmelas—, pero abandoné el tema con tal rapidez que me dejé con la sensacién de que me habia mentido. No podia comprender por qué habia inventado todas aquellas historias, por qué me habia engafiado hhaciéndome creer que esas cosas asombrosas eran posibles cuando no lo eran. No fue hasta algunos afios mas tarde que mi padre me lo explicé todo: el abuelo también le habia contado algunas de esas mismas historias cuando él era niflo, y no eran mentiras, al menos no exactamente, sino versiones exageradas de la realidad... porque la infancia del abuelo no habia sido en absoluto un cuento de hadas, sino mas bien un cuento de terror. Mi abuelo fue el tmnico de su familia que logré escapar de Polonia antes de que estallara la segunda gnerra mundial. Tenia doce afios cuando sus padres lo dejaron a cargo de desconocidos, subieron a su hijo menor a un tren con direccién a Gran Bretafia con tan sélo una maleta y las ropas que Hevaba ‘puestas. El billete era sélo de ida. Jamas volvié a ver a sus padres ni a sus hermanos ni a sus primos ni a sus tios. Todos y cada uno de ellos habrian muetto antes de que él cumplieta los dieciséis afios, asesinados por los monstruos de los que él habia escapado por tan poco, Peto éstos no pertenecian ala clase de monstruos con tentéculos y came putrefacta, 1a clase de monstruos que un nifio de siete atios podia llegar a comprender, eran monstnios con rostros hmmanos, con wniformes bien planchados, que desfilaban hombro contra hombro, algo tan normal que uno no los reconocia hasta que era demasiado tarde. Al igual que los monstruos, el relato de Ja isla encantada era también una verdad disfrazada. Comnarado con los horrores de la Enrona continental el centro de acovida ane habia aloiada a abuelo debia de haber parecido un paraiso, y por tanto en eso se habia convertido en sus historias: un refuigio seguro de veranos interminables, angeles guardianes y nifios mégicos, quienes en realidad no podian ni volar ni volverse invisibles ni levantar cantos rodados, por supuesto. La peculiaridad por la que habian sido perseguidos era simplemente 1a de ser judios. Eran hnérfanos de guerra, arrojados a aquella pequefia isla por una marea de sangre. Lo que los convertia en setes asomibrosos no era que poseyeran poderes especiales, sino que haber escapado a los guetos y las cémaras de gas ya era milagro suficiente Dejé de pedir a mi abuelo que me contara historias, y creo que secretamente se sintié aliviado. Una atmésfera de misterio rode6 los detalles de sus primeros afios. No curioseé. El habia pasado por un calvario y tenia derecho a sus secretos. Me senti avergonzado por haber tenido celos de su vida, considerando el precio que habia pagado por ella, ¢ intenté sentirme afortunado por la vida segura y nada extraordinaria de que disfiutaba y que no habia hecho nada para merecer. Entonces, wnos pocos alos mas tarde, cuando yo tenia quince, sucedié una cosa extraordinaria y terrible, y a pattir de ese momento sélo hnbo un Antes y un Después UNO Pas ta tttima tarde del Antes construyendo wna reproduccion a escala 1/10,000 del Empire State Building con cajas de paiiales para adultos. Era una auténtica belleza; la base media metro y medio y se alzaba imponente por encima del pasillo de los cosméticos, el tamafio gigante para los cimientos, los normales para la terraza panorémica y las cajas de prueba apiladas con meticulosidad para conseguir la icénica aguja. Era casi perfecto, salvo por un detalle crucial. —Usaste «Siempre Seco» —dijo Shelley, observando mi obra con wna expresion escéptica— Las cajas en liquidacién son las de «Siempre Fijo», —Shelley era la encargada de la tienda, y sus hombros hnundidos y su expresion adusta formaban parte de su uniforme, tanto como los polos azuiles que todos teniamos que levar. —Pero tii dijiste «Siempre Seco» —me quejé, porque eso habia dicho. —«Siempre Fijo» —insisti6 ella, sacudiendo 1a cabeza con pesar, como si mi torre fuera un caballo de carreras lisiado y ella la portadora de la pistola con las cachas de nicar. Hubo un breve pero incémodo silencio durante el cual ella siguio sacudiendo la cabeza y pasando los ojos de mi a la torre y de vuelta a mi. La contemplé con mirada inexpresiva, como si no consigniera captar lo que queria decir con su actitud pasivoagresiva, —jAhhhhhh! —dije por fin—. ;Te refieres a que quieres que vuelva a hacerlo? —Lo que sucede es que usaste «Siempre Seco» —repitio. —No pasa nada. Ahora lo arreglo. Con la punta de mi zapatilla de deporte de color negro di un golpecito a una de las cajas de los cimientos. En un instante la espléndida construccién se derrumbé en cascada a nuestro alrededor, cubriendo el suelo como wn enorme maremoto de patiales; las cajas hicieron carambola contra las piemas de unos sobresaltados clientes y rodaron hasta la puerta automitica, que se abrid, dejando entrar 1 sofocante calor de agosto. El rostro de Shelley adquirié el tono de una granada madura. Deberia haberme despedido en aquel mismo instante, pero yo sabia que jamés tendria esa suerte, Habia estado intentando que me despidieran de Smart Aid todo el verano, y habia resultado poco menos que imposible, Llegaba tarde, repetidamente y con las excusas més rocambolescas; me equivocaba al devolver el cambio; incluso colocaba mal las cosas en las estanterias a propésito, mezclando lociones con laxantes y anticonceptivos con champiis para bebés. Pocas veces me habia esforzado tanto en algo, y sin embargo ‘no importaba lo incompetente que fingiera ser, Shelley me mantenfa tozudamente en la plantilla Deja que matice mi anterior declaracién: Era poco menos que imposible que me despidieran de ‘Smart Aid. Cualquier otro empleado habria salido por la puerta a la primera de cambio por cualquier infraccion menor. Fue mi primera leccion sobre politica. Hay tres Smart Aid en Englewood, la pequefia y aburida ciudad costera donde vivo, veintisiete en el condado de Sarasota y ciento quince en toda Florida, extendiéndose por todo el estado como un sarpnllido sin cura. La razén por la que no me podian despedir era que mis tios eran los propietarios de todos ellos. Y la razén por Ia que yo no podia marcharme era que trabajar en Smart Aid, antes de incorporarte a tu vida laboral, habia sido desde hacia mucho tiempo tna sactosanta tradicién familiar. Todo lo que habia consegnido con mi campaiia de autosabotaje era una contienda perpetua con Shelley y el resentimiento profundo y perdurable de mis compatieros de trabajo; quienes, reconozcémoslo, iban a sentirse molestos conmigo de todos modos, porque por muchos expositotes que tirara o por muy mal que devolviera el cambio, un dia yo iba a heredar una buena tajada de la compatia, y ellos no. ‘Vadeando entre pafiales, Shelley presiond el dedo contra mi pecho y estaba a punto de decir algo desagradable cuando el sistema de megafonia la interrumpi6: —Jacob, tienes tma llamada en la linea dos. Jacob, linea dos. Me fulmind con la mirada mientras yo retrocedia, dejando su rostro colorado como una granada entre las ruinas de mi torre. La sala de descanso para los empleados era una habitacién sin ventanas que ola a humedad donde encontré a la dependienta de la farmacia, Linda, mordisqueando wm emparedado sin corteza bajo el vivido resplandor de la maquina de refrescos. Indicé con la cabeza un teléfono atomillado a la pared. —La linea dos es para ti. Quienquiiera que sea esté fuera de si Levanté el oscilante auricular, —iYakob? {Eres ti? —Hola, abuelo Portman. —Yakob, gracias a Dios. Necesito mi llave. ,Dénde esta mi lave? —Sonaba alterado, sin aliento. {Qué llave? —No juegues conmigo —espeté—. Ya sabes a qué lave me refiero. —Probablemente la habras extraviado, —Tu padre te obligé a hacerlo —dijo—. Sélo dimelo. No tiene que saberlo, —Nadie me obligo a hacer nada. —Intenté cambiar de tema—. Te tomaste las pastillas esta ‘mafiana? —Vienen a por mi, jentiendes? No sé cémo me encontraron después de tantos afios, pero lo hicieron. ,Con qué se supone que debo enfrentarme @ ellos, con el maldito cuchillo de la mantequilla? No era la primera vez que le oia hablar asi, Mi abuelo se hacia viejo y, francamente, empezaba a perder el juicio: las sefiales de su deterioro mental habian sido imperceptibles al principio, como olvidar comprar los comestibles 0 Hamar a mi madre con el nombre de mi tia, Pero a lo largo del verano st progresiva demencia habia adguirido wn giro cruel. Las historias fantisticas que habia inventado sobre su vida durante la guerra —los monstmos, la isla encantada— se habian vuelto total y opresivamente reales para él. Habia estado particularmente nervioso las iltimas semanas, y mis padres, que temian que se convistiera en un peligro para si mismo, estaban considerando muy en serio Ia idea de ingresarlo en wna residencia, Por alguna razén, yo era el tnico que recibia estas apocalipticas Mamadas telefnicas suyas. ‘Como de costumbre, hice todo lo posible por tranquilizarle —Estis a salvo, Todo va bien, Traeré una cinta de video para que la veamos més tarde, gqué te parece? —iNo! jQuédate donde estas! jEste Imgar no es seguro! —Abuelo, los monstruos no vienen a buscarte. Los mataste a todos en la guerra, ;recuerdas? Me volvi de cara a la pared, intentando ocultar parte de mi estrambética conversacion a Linda, quien me lanzaba curiosas ojeadas a la vez que fingia leer una revista de moda. —No a todos —respondié él—. No, no, no, Maté a muchos, sin duda, pero siempre aparecen mas. —Pude oirle andando por su casa haciendo ruido, abriendo cajones, cerrando cosas con violencia; estaba hecho una furia— Ti mantente alejado, ;me oyes? Estaré perfectamente... jse les corta la lengua y se les acuchillan los ojos, es0 es todo lo que hay que hacer! jSi pudiera encontrar esa maldita LLAVE! La Tlave en cuestién abria una taquilla enorme del garaje del abuelo, Dentro habia un arsenal de amas y cuchillos en cantidad suficiente para armar a una pequefia milicia. Mi abuelo habia pasado la mitad de su vida coleccionandolos, habia asistido a ferias de armas fuera del estado, participado en argas cacerias y también habia arrastrado a su renuente familia a poligonos de tiro durante soleados domingos para que todos aprendieran a disparar. Amaba tanto sus armas que a veces incluso dormia con ellas. Mi padre tenfa una vieja instanténea que lo demostraba: el abuelo Portman echando un suefiecito pistola en mano. Abe echando una siesta, Robert Jackson Cando le pregunté a mi padte por qué el abuelo estaba tan obsesionado por las armas, me contests que €s0 les sucedia a menudo a personas que habian sido soldados o que habian pasado por experiencias trauméticas. Imagino que con todo lo que habia pasado mi abuelo, ya no se sentia a salvo en ninguna parte, ni siquieta en su casa. Lo comico de la situacién era que, atora que los delitios y la paranoia empezaban a aduefiarse de él, eso se habia vuelto cierto: no estaba a salvo en casa, no con todas aquellas armas por alli; por eso mi padre le habia birlado la lave Repeti la mentira de que no sabia dénde estaba. Hubo mas imprecaciones y golpes mientras iba de un lado a otro, enfurecido, buscandola —|Uf! —Aijo por fin— Que tu padre se quede con la Have si es tan importante para él. jQue se quede con mi cadaver, también! Puse fin a la conversacién telefénica con toda Ia educacion de que fii capaz y Inego Hamé @ mi. padre —E1 abuelo esté percdiendo la chaveta —te dije —1 Se ha tomado sus pastillas hov? —No quiere decitmelo, pero me da la impresién de que no. Of suspirar ami padre —(Puedes pasaite por alli y asegnrarte de que esta bien? No puedo abandonar el trabajo justo ahora, Mi padre trabajaba como voluntario a media jomada en el refugio para aves, donde ayudaba a rehabilitar garcetas blancas atropelladas y pelicanos que se habian tragado anzuelos. Era omitélogo amateur y aspirante a escritor sobre temas de la naturaleza —con un montén de manuscritos inéditos como prieba—, empleos que sélo podian ser considerados como tales si por casualidad estabas casado con una mujer cuya familia era propietaria de ciento quince drugstores Desde luego, mi empleo tampoco acababa de ser serio, asi que era facil abandonarlo siempre que ‘me venia en gana. Me comprometi a ir a ver al abuelo, —Gracias, Jake, Te prometo que solucionaré todo este astnto del abuelo pronto, ;de acuerdo? «Todo este asunto del abuelo» —(Te refieres a meterlo en un asilo? —pregunté—. {Hacer que se convierta en el problema de otros? —Mami y yo no lo hemos decidido atin —Claro que lo habeis decidido —Jacob. —Puedo manejarle, papa. De verdad. —Tal vez ahora todavia puedas, pero no haré més que empeorar —Mny bien. Lo que ti digas. Colgué y lamé a mi amigo Ricky para que me Ievara en coche. A los diez minutos of el inconfundibie bocinazo gutural de su vetusto Crown Victoria en el aparcamiento. De camino a la calle Je di la mala noticia a Shelley: su torre de «Siempre Fijo» tendria que esperar hasta el dia siguiente. —Emergencia familiar —expliqué. —De acerdo —respondié ella Sali a la hiimeda y calurosa tarde y me enconiré con Ricky fumando sobre el capo de su destartalado coche. Sus botas, con una costra de barro, el modo en que dejaba que el humo saliera en volutas de sus labios y cémo los tiltimos rayos del sol iluminaban sus cabellos verdes le daban un aspecto de James Dean paleto y punk. Era todas esas cosas, una polinizacién crwzada estrafalaria de subculturas, posible tinicamente en el sur de Florida Me vio y salté del caps. —|gNo te han despedido todavia?! —grité desde el otro extremo del aparcamiento. —Chissst! —siseé, comtiendo hacia é—. jNo conocen mi plan! Ricky me asesté un pufietazo en el hombro como para dar animos, pero que casi me parte el mangnito rotador, —No te preocupes, Edu Especial. Siempre hay un mafiana. Me Iamaba Edu Especial porque yo asistia a unas cuantas clases para superdotados, clases que conformaban, estrictamente hablando, pate del curriculo de educacién especial de nuestra escuela, tna sutil nomenclatura que Ricky encontraba infinitamente graciosa En eso consistia nmestra amistad: partes iguales de inritacién y cooperacién. La parte de cooperacién era un oficioso acuerdo de intercambio de inteligencia por miscuios, mediante el cual yo le ayudaba a no suspender inglés y él evitaba que me mataran los sociépatas hinchados de esteroides que rondaban por los pasillos de muestra escuela. El hecho de que mis padres se sintieran profindamente incémodos con él también le daba ‘puntos extra, Era, supongo, mi mejor amigo, lo que es un modo menos patético de decir que era mi tinico amigo. Ricky dio una patada a la porteznela del copiloto del Crown Vic, que era la ttnica manera de abrirla, Y subi al cocne. #1 Vie era afucmnante, una pteza aigna de Un Museo de arte ToLK mvolUNtaMIo. KICKY 10 comprd en el vertedero municipal a cambio de un bote eno de monedas de veinticinco centavos —o eso afirmaba él—, un pedigri cuyo perfume ni siquiera el bosque de Arboles ambientadores que habia colgado del retrovisor podia disimular. Los asientos estaban reforzados con cinta adhesiva industrial para que los muelles rebeldes de la tapiceria no se te metieran por el trasero. Lo mejor era el exterior, un oxidado paisaje hmar de agujeros y abolladuras, resultado de un plan para obtener dinero extra para gasolina permitiendo que fiesteros borrachos aporrearan el coche con un palo de golf a un délar el golpe. La tinica regla, que no se habia hecho valer con demasiada rigurosidad, era que uno no podia apuntar a nada hecho de cristal El motor se puso en marcha con un traqueteo y una nube de humo azul. Mientras abandonabamos el aparcamiento y pasabamos ante hileras de pequetios centros comerciales en direccién a casa del abuelo Portman, empecé a inquietarme por lo que nos podiamos encontrar al llegar. Los peotes casos inclutan a mi abuelo cortiendo desnudo por Ia calle, empufiando un rifle de caza, sacando espumarajos por la boca en el césped del jardin o acechando con un objeto puntiagndo en la mano. Cualquier escenario era posible, y que ésa fuera la primera vez que Ricky iba a ver a un hombre del que yo habia hablado con veneracién me ponia especialmente nervioso. El cielo empezaba a adquitir el color de un moretén recién estrenado cuando entramos en 1a urbanizacién donde vivia el abuelo, un laberinto desconcertante de calles sin salida entrelazadas, conocido colectivamente como Circle Village. Paramos ante la caseta del guarda para damos a conocer, pero el anciano de la cabina estaba roncando y la verja estaba abierta, como acostumbraba a ocumtir, asi {que nos limitamos a seguir nuestro camino, Mi teléfono lanz6 un pitido con un mensaje de texto de mi padte preguntando cémo iban las cosas y, en el poco tiempo que necesité para responder, Ricky se las apaiié para perdemos completamente del modo mas pasmoso. Cuando dije que no tenia ni idea de dénde estibamos, lanzé una imprecacién y efectud una sucesién de chirriantes cambios de sentido, escupiendo arcos de jugo de tabaco por la ventanilla mientras yo escrutaba el vecindario en busca de un punto de referencia. No era facil, ni siquiera para mi, que habia ido a visitar a mi abuelo innumerables veces desde nifio, porque todas las casas eran idénticas: bajas y cuadradas con variaciones de poca importancia, adomnadas con revestimientos exteriores de aluminio o madera oscura al estilo de los setenta, o bien revestidas con columnatas de yeso que resultaban delirantemente pretenciosas. Los rrotulos de las calles, 1a mitad de los cuales habian quedado blancos y desconchados y con el texto ilegible por la exposicién al sol, tampoco eran de gran ayuda. Los tinicos puntos de referencia reales eran los estrafalarios y vistosos adomos de los jardines, en eso Circle Village era un auténtico museo al aire libre Finalmente, reconoci un buzén que sostenia en alto un mayordomo de metal que, a pesar de tener la espalda recta y una expresidn altanera, parecia llorar ligrimas de xido. Grité a Ricky que girara a la izquierda; los neumaticos del Vic chirriaron y me vi Ianzado contra la puerta del copiloto. Fl impacto debid de desatascar algo en mi cerebro, porque de improviso las instrucciones regresaron en tropel a mi cabeza —iA la derecha en la orgia de flamencos! {A la izquierda en el tejado de Papés Noel multiéinicos! jRecto por delante de los querubines meones! ‘Cuando dejamos atras los qnembines, Ricky aminor6 a paso de tortuga y escruté dubitativo la casa de mi abuelo. No estaba encendida la luz en ninguno de los porches, no brillaba ningiin televisor tras Jas ventanas, no habia ninguna limusina en un garaje abierto. Todos los vecinos habian Intido al norte para escapar del extentiante calor del verano, dejando que los enanos de los patios se ahogaran en. céspedes descuidados y asegurandose de que las persianas contra huracanes estaban bien cerradas, de modo que cada casa tenia el aspecto de un pequetio refugio antiaéreo de color pastel. —La titima a la izquierda —aiadi Ricky dio un golpecito al acelerador y petardeamos calle abajo. Al egar a la cuarta o quinta casa pasamos ante un anciano que regaba el césped. Era calvo como una bola de billar y Llevaba un albornoz Yy zapatillas, la hierba le legaba hasta los tobillos. La casa estaba oscura y los postigos cerrados. Volvi Ja cabeza para observatlo y él parecio devolverme la mirada, aunque eso era imposible, comprendi con tn leve sobresalto, porque sus ojos eran de un perfecto blanco lechoso. «Eso es extrafio —pensé— el abuelo Portman jams mencioné que uno de sus vecinos fuera ciego.» La calle terminaba ante na barrera de abetos falsos y Ricky efectud un violento giro a Ta izquierda para coger el camino que levaba hasta la casa de mi abuelo, Apagé el motor, salio y abrié mi puerta dandole una patada. Nuestros zapatos susurraron a través de la hierba seca hasta llegar al porche Llamé al timbre y esperé. Un perro ladré en alguna parte, un sonido solitario en la bochomosa tarde, Al no obtener respuesta, aporreé la puerta, pensando que alo mejor el timbre habia dejado de funcionar. Ricky asest6 manotazos alos mosquitos que habian empezado a envolvemos. —A lo mejor ha salido —aventuré Ricky, con una sonrisa burlona—. Una cita con alguna nena. —Ya puedes teitte —repliqué—. Tiene mas posibilidades que nosotros cualquier noche de la semana, Este lugar esta plagado de viudas deseables brome, solo para calmar los nervios, pues el silencio me inquietaba Recogi la Have esconctida en los arbustos. —Espera aqui. —Y tn enero. Por qué? —Porque mides tn metro noventa y ocho, tienes el pelo verde y mi abuelo no te conoce, y tiene un arsenal en casa. Ricky encogié los hombros y se introdujo otro taco de tabaco en la mejilla; Inego fue a tumbarse en un sillén mientras yo hacia girar la llave en la puesta principal y entraba Incluso bajo la lwz cada vez mas tenue pude darme cuenta de que la casa estaba hecha tn desastre; parecia como si la hubiesen saqueado unos ladrones. Habion vaciado estanterias y vitrinas, y las clucherias y los Reader's Digest con letra grande estaban desperdigados por el suelo. Los cojines del sofi y las sillas tirados en cualquier sitio, Las puertas de la nevera y del congelador estaban abiertas y su contenido se derretia en charcos pegajosos sobre el lindleo. Se me cayé el alma a los pies. Finalmente, el abuelo Portman se habia vuelto loco, Grité su nombre... pero no of nada. Fui de habitacin en habitacién, encendiendo Inces y mirando en cualquier rincén donde un anciano Pparanoico pudiera ocultarse de los monstruos: detris de los muebles, en el angosto espacio del altillo, bajo la mesa de trabajo del garaje. Incluso comprobé si estaba dentro de sw armatio de las armas, aninque por supnesto estaba cerrado con lave, con la manija lena de araitazos alli donde habia intentado forzarla. Fuera, en el porche, en un armazén colgante, unos helechos muertos de sed oseilaban bajo la brisa. Me puse de rodillas sobre el suelo de hierba artificial y atisbé bajo los bancos de rratan, temiendo lo que pudiera encontrar. ‘Vi un destello de Iz procedente del patio trasero. Crucé a todo correr la puerta mosquitera y enconiré una linterna abandonada en Ja hierba: el haz. de uz sefialaba el bosque que bordeaba el patio de mi abuelo: una jumgla enmaratiada de palmitos y palmeras que discurtia durante casi dos kilémetros entre Circle Village y la siguiente urbanizacion, Century Woods. Segiin las leyendas locales, el bosque estaba plagado de serpientes, mapaches y jabalies, Cuando me imaginé a mi abuelo alli fuera, perdido y desvariando sin llevar otra cosa encima que su albornoz, un siniestro sentimiento me invadd. Casi cada semana aparecia una noticia sobre algiin ciudadano de edad avanzada que habia tropezado y caido en algin embalse pequeiio y acababa devorado por caimanes. El peor de los casos posibles no era dificil de imaginar. Llamé a gritos a Ricky y al cabo de un momento doblaba a toda velocidad la esquina de la casa. Al instante repard en algo que yo no habia visto: un largo desgarro de aspecto desagradable en la puerta ‘mosquitera, Solté un silbido quedo. —Eso es un buen araiiazo, Un jabali podria haberlo hecho, © un lince tal vez. Deberias ver las Zaxpas que tienen esos bichos. Unos salvajes ladridos se dejaron oi a poca distancia, Ambos dimos un respingo y nego intercambiamos tna mirada nerviosa. —O un perro —die. El sonido ocasioné una reaccién en cadena por todo el vecindario y pronto Megaron ladridos de todas direcciones. Podria ser —repuso Ricky, asintiendo—. Tengo una pistola del 22 en el maletero. Ti espera aqui. Y se alejé. Los ladridos se fueron apagando y un caro de insectos noctumos ocupé su lugar, monétonos y extrafios, El sudor me corria por el rostro. Estaba oscuro, pero la brisa habia cesado y de algiin modo el aire parecia mas caliente de lo que habia sido en todo el dia. Recogi la lintema y caminé en direcci6n a los arboles. Mi abuelo estaba alli fuera en alguna parte, estaba seguro, Peto ;dénde? Yo no era ningtin rastreador, y tampoco lo era Ricky. Y sin embargo. algo parecié guiarme de todos modos —una aceleracién en el pecho; un susurro en el aire viscoso— y de repente ya no pude esperar ni um segundo mas, Me meti entre los matorrales bajos como un sabueso olfateando un rastro invisible Es dificil comrer en un bosque de Florida, donde cada metro cuadrado no ocupado por arboles esta erizado de brotes de palmitos que te legan hasta el muslo y redes de envolventes paederias foetidas, pero me las arreglé lo mejor que pude, gnitando el nombre de mi abuelo y pasando la luz de la lintema por todas partes. Capté wn destello blanco con el rabillo del ojo y fii derecho hacia él, pero al inspeccionar més de cerca resull6 ser una pelota de fiitbol deshinchada que habia perdido hacia atios. Estaba a punto de darme por vencido y regresar en busca de Ricky, cuando avisté un pasillo estrecho de palmitos recién pisoteados no muy lejos. Me introduje en él y paseé la Inz de la linterna a un lado y a otro; las hojas estaban salpicadas de algo oscuro. Se me secd la garganta. Armandome de valor, empecé a seguir el rastro, Cttanto més avanzaba, mayor era el mdo que sentia en el estomago, como si mi mente supiera lo que habia mas adelante ¢ intentara advertirme. Y entonces el sendero de ‘maleza aplastada se ensanchd, y le vi Mi abuelo yacia boca abajo en un lecho de plantas trepadoras, con las piemas despatarradas y un brazo torcido bajo él como si hubiera caido de una gran altura, Pensé que sin duda estaba muerto, Tenia Ja camiseta empapada de sangre, los pantalones desgarrados y le faltaba un zapato, Durante un largo rato me limité a mirarle fijamente, con el haz de Inz de la lintema temblando sobre sn cuerpo. Cuando pude volver a respirar pronuncié su nombre, pero no se movid. Cai de rodillas y presioné la palma de la mano sobre su espalda. La sangre que la empapaba estaba atin caliente, Pude percibir que respiraba de un modo muy superficial Le pasé los brazos por debajo y le hice girar sobre la espalda. Estaba vivo, pero muy débil; tenia los ojos vidriosos y el rostro hundido y blanco. Entonces vi los cortes a lo largo de su cintura y estuve a punto de desmayarme. Eran amplios y profindos y estaban sucios de tiema, y el suelo embarrado por la sangre. Intenté cubrir las heridas con los jirones de su camisa sin mirarlas ‘Oi a Ricky que gritaba desde el patio trasero. —jiESTOY AQUI! —chille, y tal vez deberia haber afiadido «peligro» o «sangren, pero era incapaz de articular ninguna palabra mas Lo tinico en lo que podia pensar era que los abuelos tenian que morir en camas, en Ingares silenciosos donde zumbaban méquinas, no desplomados sobre el suelo empapado y apestoso, con hormigas pasindoles por encima y un abrecartas de laton aferrado en ma mano temblorosa Un abrecartas. Eso era todo lo que habia tenido para defenderse. Se lo quité y él abtié y cerré los Aadne an vann an al aire aci ana la rani le mann w ta onstmia Mis dadac de nfiac mardides co Meuue Git val GH 6F aS, aot YE IE LUGE Ja HAH y 1a suSLUYE, HID MOULD UE Uae sMuLUNIA® 90 entrelazaban con los suyos, pélidos y cubiertos de aratias de venas moradas, —Tengo que moverte —le dije, deslizando un brazo bajo su espalda y el otro bajo sus piemas. Empecé a levantarme, pero gimié y se quedé rigido, asi que me detuve. No podia soportar la idea de hacerle dafio, Tampoco podia dejarle allt, asi que no se podia hacer otra cosa que esperar. Le sacudi con delicadeza la tienra suelta de los brazos, el rostro y los cabellos blancos, cada vez més ralos. Fue entonces cuando adverti que movia los labios. Su voz era apenas audible, algo menos que un susurro. Me incliné sobre él y acerqué la oreja a sus labios, Farfullaba, perdiendo y recuperando la Incidez, pasando del inglés al polaco, —No comprendo —amusité Repeti su nombre hasta que sus ojos parecieron fijarse en mi y enttonces inhal6 con fuerza y dijo, en vor baja pero clara —Ve a laisla, Yakob. Esto no es seguro. La vieja paranoia volvia. Le oprimi la mano y le aseguré que estabamos perfectamente, que él ibaa estar perfectamente. Era la segunda vez. que le mentia en un mismo dia Le pregunté que habia sucedido, qué animal le habia atacado, pero él no me escuchaba. —Ve a la isla —repitio—. Estaris a salvo alli, Prométemelo. —Lo haré. Te lo prometo, {Qué otra cosa podia decir? —Pensaba que podria protegerte —aitadié—. Deberia habértelo contado hace mucho tiempo... Me di cuenta de que se le escapaba la vida —Contarme qué? —pregunté, conteniendo las Kigrimas —No hay tiempo —susurr6. Entonces alz6 la cabeza del suelo, temblando por el esfuerzo, y me musité al ofdo: —Eneuentra al pajaro, En el buele, En el otro lado de Ia tumba del viejo. Tres de septiembre de 1940. Asenti, pero él pudo darse cuenta de que no le comprendia, Con el tiltimo apice de energia que le quedaba, atiadis: —Emerson... Ia carta, Cuéntales Io que sucedié, Yakob. Dicho esto se dejé caer, agotado y apagéndose. Le dije que le queria. Y enfonces parecid desaparecer en si misino, con la mirada alejéndose despacio para posarse en el firmamento, repleto ahora de estrellas, Al cabo de un momento Ricky salié como una exhalacién de la maleza, Vio al anciano inerte en mis brazos y retrocedid wm paso, —iOh, tio! (Oh, Dios! jOh, Dios mio! —balbuceé, froténdose la cara con las manos, mientras decia cosas inconexas sobre encontrarle el pulso, amar a la policia y si habia visto algo en el bosque. Entonces me embargo la mas extratia de las sensaciones, Solté el cuerpo de mi abuelo y me puse en pie, cada terminacién nerviosa hormigueaba con un instinto que no sabia que tuviera. Habia algo en el bosque, ya lo creo... podia percibislo. No habia luna y ningiin movimiento en la maleza aparte de los nuestros, y a pesar de eso, de algiin ‘modo, yo supe justo cuando alzar mi lintema y justo adénde apuntarla, y durante un instante en aquella estrecha franja de Inz vi un rostro que patecia haber salido directamente de las pesadillas de mi infancia, Me devolvié 1a mirada con ojos que nadaban en liquida oscuridad, con profundas zanjas negras como el carbén de came floja sobre su cuerpo encorvado, la boca abierta grotescamente de par en par de modo que tmna masa de lenguas langas parecidas a anguilas podian agitarse al exterior. Grité algo y entonces aquello se retorcid y desaparecié, sacudiendo los matorrales y atrayendo la atencién de Ricky. Este alz6 su 22 y disparé, pampampampam, diciendo Qué era e50? {Qué diablos era es0? Pero no Jo habia visto y yo no podia hablar para contarselo; me habia quedado petmicado, con 1a linterna que agonizaba parpadeando sobre el bosque vacio. Y entonces debi de perder el conocimiento, porque oi que él decia: «Jacob, Jake, eh Ed, jestasbienoqué?, y eso es lo tiltimo que recuerdo, DOS Pass tos meses que siguieron ala muerte de mi abuelo recorriendo un purgatorio de salas de espera beige y oficinas anénimas, analizado y entrevistado, convertido en tema de conversacién cuando no podia oitles, asintiendo cuando me hablaban, repitiéndome, siendo objeto de wn millar de miradas compasivas y entrecejos fruncidos. Mis padres me trataban como si fuera una reliquia fiégil, temerosos de discutir 0 mostrarse inquietos en mi presencia, no fuera a hacerme afficos, Me acosaban de tal manera las pesadillas que me despertaba pidiendo a gritos un protector bucal para impedir que rechinara los dientes hasta dejarlos convertidos en pequefias protuberancias mientras dormia, No podia cerrar los ojos sin verla..., aquella cosa horrible con tentéculos en la boca, Estaba convencido de que habia matado a mi abuelo y que pronto regresaria a por mi. En ocasiones, aquella nauseabunda sensacidn de panico me inundaba como habia hecho aquella noche y yo tenia la seguridad de que me acechaba a poca distancia, entre un grupito de arboles oscuros, mas alla del coche siguiente en un aparcamiento o detris del garaje donde guardaba la bicicleta La tinica solucion que encontré fue dejar de salir de casa. Durante semanas rehusé aventurarme incluso al camino de acceso para recoger el periédico de la mafiana. Dormia entre una marafia de ‘mantas en el suelo del lavadero, la tinica parte de la casa que no tenia ventanas y cuya puerta se cerraba desde dentro. Alli fue donde pasé el dia del funeral de mi abuelo, sentado sobre la secadora con mi portatil, intentando ensimismarme en juegos online. Me culpaba por lo sucedido, «Si al menos le hubiese creido», era mi continua cantinela, Pero no le habia creido, ni yo ni nadie, y ahora yo sabia cémo debia de haberse sentido. porque tampoco nadie me creia a mi, Mi version de los acontecimientos sonaba perfectamente racional hasta que me veia forzado a prommeciar las palabras en voz alta y entonces sonaba demencial, en especial el dia que tuve que promunciarlas ante el agente de policia que vino a casa. Le conté todo lo que habia stcedido, incluso lo de la extrafia criatura, mientras él permanecta sentado asintiendo en el otro lado de la mesa de la cocina, sin escribir nada en su cuademo de espiral. Cuando terming, todo lo que dijo fue: «Estupendo, sracias», v luego volvié la cabeza hacia mis padres v pregunté si me habian Uevado «a ver a alguien» Como si yo no fuera a saber lo que eso significaba, Le dije que tenia otra declaracion que hacer y entonces alcé el dedo medio y me fui Mis padres me gritaron por primera vez en semanas. En realidad fue una especie de alivio.... aquel viejo y dulce sonido. Yo también les grité algunas cosas desagradables. Que si se alegraban de que el abuelo Portman hubiera muerto, Que si yo era el nico que de verdad le habia querido, E] poli y mis padres conversaron en la entrada durante un rato y luego el poli se fue en su coche para regresar al cabo de una hora con tin hombre que se presenté a si mismo como dibujante de retratos robot, Habia traido un enorme cuademo de dibujo y me pidid que le describiera la eriatura otra vez, y mientras yo lo hacia él improvis6 un boceto, deteniéndose de vez en cuando para pedir aclaraciones, Cantos ojos tenia? —Dos. —Aja —tepuso, como si los monstruos feran algo que un dibujante de la policia dibujara todos los dias Como intento de apacignarme, fue de lo més patético. Lo que acabé de delatarlo fue cuando intenté darme el boceto finalizado, —{No lo necesitan para sus archivos 0 algo asi? le pregunté. Intercambio tna mirada estupefacta con el policia. —Desde nego. {En qué estaria yo pensando? Fue insultante a mas no poder. Ni siquiera mi mejor y tinico amigo, Ricky, me creia, y eso que él habia estado alli conmigo. Jur6 y perjuré que no habia visto ninguna criatura en el bosque aquella noche —aun cuando yo habia dirigido a Inz de Ja lintema directamente hacia ella—, eso fue todo lo que contd a los polis. Habia oido ladridos, no obstante. Los dos los habiamos oido, De modo que no fue ninguna sorpresa cuando Ta policia concluyé que tna jauria de perros asilvestrados habia atacado y matado a mi abuelo. Al parecer, Jos habian avistado en ottas partes y habian mordido a tna mujer que paseaba por Century Woods la semana anterior. Todo ello de noche, claro, —jJusto cuando es mds dificil ver a las criaturas! —exclamé Pero Ricky se limité a sacudir la cabeza y farfullé algo sobre que yo necesitaba a alguien que me «amirara el cerebro». —;Te refieres a un loquero? —repliqué—. Te lo agradezco muchisimo. Es fantastico poder contar con amigos como ti. Estibamos sentados en Ia azotea de mi casa, contemplando la puesta de sol sobre el golfo. Ricky se habia enroscado como un muelle en una silla Adirondack injustificablemente cara que mis padres hhabian traido de un viaje al pais de los amish. Tenia las piemas dobladas bajo él y los brazos cruzados con fuerza, fumando wn cigamillo tras otro con una especie de liigubre determinacion. Siempre parecia ligeramente incémodo en mi casa, pero me di cuenta por el modo en que sus ojos resbalaban sobre mi cada vez. que me miraba que ahora no era el dinero de mis padres lo que le hacia sentirse violento, sino yo. —Como quieras, tan sélo intento ser sincero contigo —dijo—. Sigue hablando de monstmmos y van a encerrarte, Entonces si que seras de verdad Edu Especial —No me Hames asi Lanzé lejos el cigamillo con wn veloz movimiento y escupié un enorme y reluciente taco de tabaco por encima de la barandilla —(Bstabas fumando y mascando tabaco al mismo tiempo? {Quin eres ti, mi mama? — Tengo aspecto de chnparsela a los camioneros a cambio de vales de comida? Ricky era un entendido en chistes sobre «tu mami», pero al parecer éste era mas de lo que podia soportar. Salté de la silla y me empujé con tal fuerza que casi me cai del tejado. Le chillé que se fuera, pei tu tia meceoaniy, yo ou Haute iantaUe: Pasaron meses antes de que volviera a verle. Vaya con los amigos. Al final, mis padres me levaron a un loquero; un hombre tranguilo de piel aceitunada lamado doctor Golan. No me resisti. Sabia que necesitaba ayuda. Pensé que yo seria un caso dificil, pero el doctor Golan fue sorprendentemente répido conmigo. El ‘modo sosegado y carente de emocién con el que explicaba las cosas era casi hipndtico y s6lo necesité dos sesiones para convencerme de que Ja criatwa no habia sido nada més que el producto de mi exacerbada imaginacin; que el trauma de la muerte de mi abuelo me habia hecho ver algo que no estaba alli en realidad, Eran los relatos del abuelo Portman los que habian colocado a la eriatura en mi ‘mente, explico el doctor Golan, por eso era del todo logico que, arrodillado y con su cuerpo entre mis brazos, sin haberme repnesto todavia del peor shock de mi joven vida, hmbiera hecho aparecer al hombre del saco de mi abuelo. Incluso habia tn nombre para aquello: reaccién a un estrés agudo. —Pues no le veo 1a agudeza por ningtin sitio —declaré mi madre cuando oyé mi flamante nuevo diagnéstico. Su chiste no me molest. Casi cualquier cosa sonaba mejor que «loco» ‘Sin embargo, el simple hecho de que ya no creyera en monstruos no significaba que estuviera mejor. Seguia teniendo pesadillas, estaba nervioso y paranoico, incapaz de interactuar con otras personas, asi que mis padres decidieron contratar a un profesor particular para que s6lo tuviera que ir a Ia escuela los dias que me sentia con émimo para ello, También —jpor fin!— me permitieron dejar el ‘Smart Aid, «Sentirme mejor» pasé a ser mi nueva ocupacion, Muy pronto, tomé la decision de ser despedido también de éste. Una vez que quedd aclarada la pequeiia cuestion de mi locura temporal, la funcién del doctor Golan parecio consistir principalmente en escribir recetas. «;Todavia tienes pesadillas? Tengo algo para eso.» «Un ataque de panico en el autobis escolar? Esto te ira bien.» «{No puedes dormir? Subamos la dosis»» Todas aquellas pastillas me estaban engordando y atontando, y segutia sintiéndome deprimido, sin poder dormir mas de tres 0 cuatro horas por noche. Fue por ese motivo que empecé a mentirle al doctor Golan, Fingi estar perfectamente, cuando cualquiera que me mirara podia ver las bolsas debajo de mis ojos y el modo en que saltaba como un gato nervioso ante nuidos repentinos, Una semana falsifiqué todo un diario de suefios, haciendo que parecieran insulsos y simples, tal y como debian de ser los de wna persona normal. En un suefio iba a visitar al dentista. En otto, yo volaba. Dos noches seguidas, le conté, habia sofiado que estaba desnudo en la escuela, Entonces me interrumpio. — iQue hay de las criaturas? Encogi los hombros, —Ni rastro de ellas. Imagino que eso significa que estoy mejorando, :no? El doctor Golan dio golpecitos con su boligrafo durante un momento y nego escribid algo. —Espero que no me estés contando simplemente lo que crees que quiero oir —Desde nego que no —menti, mientras mi mirada pasaba entre los titlos enmarcados, que daban fe, todos ellos, de su pericia en varias subdisciplinas de la psicologia, incluida, estoy seguro, como saber cuando un adolescente sumamente estresado te esta engafiando, —Seamos realistas por un minuto, —Dejé el boligrafo sobre la mesa—. Me estas diciendo que no has tenido el swesto ni siquiera una noche esta semana? Siempre he mentido fatal, asi que en lugar de humillarme, confesé. —Bueno, tal vez tna La verdad era que habia tenido el suetio todas las noches de aquella semana. Con pequeitas vanaciones, stempre sucedia lo msmo: Estoy agazapado en el nuicon del dormutono de mi abuelo, con la Inz ambarina del crepasculo retrocediendo en las ventanas, y apunto con una carabina de aire comprimido de pléstico rosa a la puerta. Una enorme y refilgente maquina expendedora se alza donde deberia estar la cama, pero no esta llena de caramelos, sino de hileras de afiladisimos cuchillos tcticos y pistolas de balas perforadoras. Mi abuelo esta alli, ataviado con un viejo uniforme del ejercito britanico, introduciendo délares en la maquina, pero hacen falta muchisimos para comprar una arma y se nos acaba el tiempo. Por fin, 1m reluciente 45 gira sobre si mismo en direccién al cristal, pero antes de caer queda atascado, Mi abuelo lanza una imprecacién en yidish, da wna patada a la maquina, luego se arrodilla e introduce Ja mano para intentar agarrarlo, pero el brazo queda atorado. Es entonces cuando aparecen, con sus largas lengnas negras deslizéndose hacia arriba por el exterior de los cristales, buscando un modo de entrar. Les apunto con el arma de aire comprimido y aprieto el gatillo, pero no sucede nada, Entretanto el abuelo Portman chilla como un loco —Encuentra al pajaro, encuentra el bucle, Yakob, zpor qué no me comprendes, maldito yutzi estipido?»— y entonces las ventanas se hacen pedazos, cae wna Iluvia de cristales y las lenguas negras descienden sobre nosotros. Entonces, por lo general es cuando me despierto, empapado en sudor, con el corazon desbocado y un gran nmdo enel estomago. ‘Aun cuando el suefio era siempre el mismo y lo habiamos repasado un centenar de veces, el doctor Golan siempre queria que se lo describiera en cada sesién. Era como si interrogara a mi subconsciente, en busca de alguna pista que podria habérsele escapado las noventa y nueve veces anteriores. —Y en el suetio, ,qué es lo que dice tu abuelo? —Lo mismo de siempre —respondi—. Aquello sobre el pajaro, el bucle y la sepultura —Sus tiltimas palabras, Asenti, El doctor Golan juunts las yemas de los dedos de ambas manos y los presioné contra la barbilla: Ia viva imagen de un loquero meditabundo. — Alanna idea meva sobre lo que podrian significar? —Claro, Una mierda, eso es lo que significan. —Vamios. No hablas en serio. Yo queria actnar como si no me importaran las titimas palabras de mi abuelo, pero claro que me importaban, Me habian estado corroyendo casi tanto como las pesadillas. Sentia que se lo debia, que no podia desestimar Ia iltima cosa que habia dicho en este mundo, no podia tratarlas de delirio estitpido, Ademas, el doctor Golan estaba convencido de que comprenderlas podria ayudarme a desterrar mis espantosos stefios. Asi que lo intenté. Parte de lo que el abuelo habia dicho tenia sentido, como lo de que queria que fuese a Ia isla. Le preocupaba que los monstruos fueran tras de mi y pensaba que la isla era el tnico refugio donde podria escapar de ellos, como habia hecho él de nifio. Después de eso, habia aiiadido: «deberia habértelo contado», pero puesto que no habia tiempo para contarme lo que deberia haberme contado, me pregunté si no habria optado por la mejor altemativa posible y dejado un rastro de miguitas de pan que conducia a alguien que si podia contarmelo; alguien que conocia su secreto, Deduje que a eso se referia con todo aquello tan enigmatico sobre el bucle, la sepultura y la carta Durante algiin tiempo pensé que «el bucle» podria ser una calle de Circle Village —un barrio residencial que no era otra cosa que calles serpenteantes sin salida— y que «Emerson» podria ser alguien con quien mi abuelo se habia carteado. Un viejo camarada de la guerra con quien se habia mantenido en contacto o algo parecido. Quiz el tal Emerson vivia en Circle Village, en uno de los bucles, por ast decirlo, que formaban sus calles, junto a un cementerio, y una de las cartas tenia fecha del tres de septiembre de 1940, y era ésa la que yo debia leer. Sabia que sonaba a cosa de locos, pero cosas mas demenciales han resultado ser ciertas. Asi pues, al no encontrar online mas que callejones sin salida, me dirigi al centro civico de Circle Village, donde los ancianos del lugar se reiinen para jugar al tejo y hablar de la tiltima operacién sufiida. Alli pregunté dénde estaba el cementerio y si alguien conocia a un tal sefior Emerson. Me miraron como si me estuviera creciendo otra cabeza del cuello, desconcertados por el hecho de que un adolescente les dirigiera la palabra, No habia cementerio en Circle Village ni nadie en el barrio que se Hamara Emerson mi ninguna calle con un nombre tan ridiculo como Camino del Bucle o Avenida del Bucle o Bucle lo que fuera. Fue un completo fracaso, Con todo, el doctor Golan no me permitié abandonar. Sugirié que dirigiera mi atencién a Ralph ‘Waldo Emerson, un antiguo poeta supuestamente famoso. —Emerson escribié tna buena cantidad de cartas —dijo—. A lo mejor es a eso alo que se referia tu abuelo. Parecia como si estuviera dando palos de ciego, pero sdlo por quitarme a Golan de encima, una tarde pedi ami padre que me dejara en la biblioteca. Averigiié rapidamente que Ralph Waldo Emerson en efecto habia escrito gran cantidad de cartas que habian sido publicadas. Durante unos tres minutos me senti emocionado de verdad, como si estuviera cerca de un gran descubrimiento, y entonces dos cosas resultaron evidentes: primero, que Ralph Waldo Emerson habia vivido y fallecido en el sigho XIX y por lo tanto no podia haber escrito ninguna carta fechada el tres de septiembre de 1940, y segundo, {qne sus escritos eran tan densos y arcanos que era imposible que hmbieran tenido el menor interés para mi abuelo, que no era precisamente un lector avido, Descubri las cualidades soporificas de Emerson por las malas, es decir, quedindome dormido sobre el libro, babeando sobre un ensayo titulado «Confia en ti mismo» y reviviendo el suefio de la maquina expendedora por sexta vez esa semana, Desperté chillando y fii expulsado sin miramientos de la biblioteca, maldiciendo todo el tiempo al doctor Golan y sus estipidas teorias. La gota que colmé el vaso lege al cabo de unos pocos dias, cuando mi familia decidid que era hora de vender la casa del abuelo Portman. Sin embargo, antes de que se permuitiera la entrada a posibles compradores, habia que vaciar y limpiar el lugar. Signiendo el consejo del doctor Golan, que pens6 que seria bueno para mi «enfrentarme al escenario del trauma», fii rechutado para ayudar a mi padre y a la tia Susie a clasificar las pertenencias de mi abuelo. Al principio de nuestra legada a la casa mi padre no dejé de preguntarme si estaba bien. Sorprendentemente, yo parecia estarlo, a pesar de los restos de cinta policial pegados a los matorrales y a la mosquitera rota del porche, que ondeaba bajo la brisa. ‘Todas esas cosas —como el contenedor de escombros alquilado que habian colocado en la acera para engullir lo que quedaba de la vida de mi abuelo— me entristecian, pero no me asustaban. En cuanlo quedd claro que no estaba a punto de sufrir un alaque de nervios de esos que hacen salir espumarajos por la boca, nos pusimos manos ala obra. Armados con bolsas de basura, recorrimos tristemente la casa, vaciando estantes, vitrinas y altillos, descubtiendo figuras geométricas de polvo bajo objetos que no se habian movido en afios. Construimos pirémides de cosas que podian salvarse 0 recuperarse y pirdmides de cosas destinadas al contenedor Mi tia y mi padre no eran muy sentimentales, asi que el montén del contenedor era siempre el mayor. Yo insisti tozudamente para conservar ciertas cosas, como el montén de casi dos metros y medio de altura de revistas del National Geographic estropeadas por el agua que se tambaleaba en tna esquina del garaje —,cuéntas tardes habia pasado estudi¢ndolas minuctosamente, mientras me imaginaba entre los hombres de barro de Nueva Guinea o descubriendo un castillo en la cima de un precipicio en Butin?—, pero ellos siempre decidian en mi contra. Tampoco me petmitieron conservar la coleccién de camisetas antiguas de jugar a bolos del abuelo («Son penosas», afirmé mi padre), sus discos de 78 revoluciones de las grandes orquestas del jazz y del swing («Alguien pagaré ima buena cantidad de dinero por esto») o el contenido de su enorme, y todavia cerrado con Mave, arsenal («Es una broma, verdad? Espero que sea wna broma»), Dije a mi padre que no tenia corazén. Mi tia abandond el lugar, dejindonos solos en el estudio, donde habiamos estado ordenando nna montaiia de antisnos documentos financieros —Simplemente soy practico. Esto es lo que sucede cuando la gente muerte, Jacob. —Ah, si? ZY qué hay del dia en que tt mueras? ;Deberia quemar todos tus viejos manuscritos? Se puso colorado. Yo no deberia haber dicho eso; mencionar sus proyectos de libros a medio terminar era definitivamente un golpe bajo. En lugar de chillarme, sin embargo, se mostré calmado —Te dejé que vinieras conmigo porque pensaba que ya eras lo bastante maduro para hacerlo. ‘Supongo que me equivoqué —Si, te equivocas. Piensas que deshacerte de todas las cosas del abuelo hara que le olvide, Pero no Jo hard E] alz6 las manos. —jSabes qué? Estoy harto de discutir sobre esto. Quédate 1o que quieras. —Arrojé un fajo de documentos amarillentos a mis pies—. Aqui tienes una lista desglosada de deducciones del aiio en que asesinaron a Kenedy. |Haz que te lo enmarquen! Aparté los papeles de una patada y abandoné ta habitacién, cerrando 1a puerta de un portazo, y Iuego esperé en la salita a que saliera y se disculpara. Cuando oi ponerse en marcha la trituradora supe ne no iba a hacerlo, asi que crucé la casa dando fuertes pisotones y me encerré en el dormitorio. Olia a rancio, a cuero de zapatos y a la colonia levemente ‘icida de mi abuelo. Me recosté en la pared y segui con la mirada un caminito desgastado de Ia alfombra, entre Ia puerta y la cama, donde un recténgulo de apagada luz solar cafa sobre el borde de una caja que asomnaba por debajo de la colcha. Me acerqué, me arrodille y la saqué. Era la vieja caja de cigarros, recubierta de polvo... como si la hmbiera dejado alli {justo para que yo la encontrara, Dentro estaban las fotos que tan bien conocia: el chico invisible, la miffa que levitaba, el levantador de cantos rodados, el hombre con la cara pintada en 1a parte posterior de la cabeza. Eran fiigiles y se empezaban a pelar —también eran mas pequeiias de 1o que recordaba—, y al mirarlas ahora, ya casi adulto, me amé 1a atencién lo descarada que era la falsificacion. Una leve quemadura y un raspado eran probablemente todo lo que hizo falta para que desapareciera la cabeza del chico «invisible». La gran roca que alzaba aquel muchacho tan sospechosamente escuélido podria haber sido creada facilmente con yeso o espuna. Peto tales observaciones eran demasiado sutiles para un nitto de seis afios, en especial uno que quiere creer. Debajo de aquellas fotos habia cinco mas que el abuelo Portman jamas me habia mostrado. Me pregunté por qué, hasta que las miré con més detenimiento. Tres estaban manipuladas de un modo tan evidente que incluso un nifto lo habria advertido: una era una doble exposicion ridicnla de una nifia atrapaday en una botella; otra mostraba 2 una criatura que devitaba>, suspendida por algo oculto en la coscuridad; Ia tercera era un perro con el rostro de un nifio pegado encima. Como si éstas no fueran lo bastante estrafalarias, las tltimas dos eran como sacadas de una pesadilla de David Lynch: una era una infeliz joven contorsionista efectuando un espantoso puente; en Ja otra, una pareja de extrailas gemelas aparecian vestidas con los disfraces mas estrambéticos que habia visto jamés. Incluso mi abuelo, que me habia Henado 1a cabeza con historias de monstruos con tentaculos por lenguas, habia comprendido que esas imagenes provocarian pesadillas a cualquier nitto Lanijia dentro de la botella, Robert Jackson El bebé flotante, Peter Cohen. ' Bae El perro con cara de nifio, Robert Jackson La contorsionistaRobert Jackson, Las bailarinas enmascaradas, Robert Jackson. Arrodillado alli, en el suelo polvoriento de la habitacién del abuelo, con aquellas fotos en las manos, recordé lo traicionado que me habia sentido el dia que comprendi que sus historias no eran ciertas, Ahora Ia verdad parecia evidente: sus wltimas palabras no habian sido més que otro cambalache y lo titimo que habia hecho habia sido infectarme con pesadillas y delirios paranoicos que necesitarian de afios de terapia y medicamentos para acabar desapareciendo Cerré la caja y Ia llevé a la salita, donde mi padre y tia Susie vaciaban en aquellos momentos tn cajén leno de vales de descuento, recortados pero jamas utilizados, en una bolsa de basura, Les ofteci la caja. No preguntaron qué habia dentro, —De modo que eso es todo? —pregunté el doctor Golan—. ;Su muerte carecio de sentido? Yo habia estado tumbado en el divan observando una pecera situada en el rincén, donde su imtico ptisionero dorado nadaba en perezosos circulos. —A menos que a usted se le ocura algo mejor, si —repuse—. Alguna gran teoria sobre st significado que no me haya contado, De lo contratio. —1.Queé? —De lo contrario, no es mas que una pérdida de tiempo. Suspir6 y se pellizco el caballete de la nariz como si intentara disipar un dolor de cabeza —Lo que significaban las tiltimas palabras de tu abuelo no es algo sobre lo que yo tenga que sacar una conclusion —continué—. Es lo que tit pienses lo que importa. —Eso es una porqueria de psicologia barata —escupi—. No es lo que yo piense lo que importa, jsino la verdad! Pero imagino que jamés lo sabremos, asi que a quién le importa? Limitese a doparme ya cobrar las facturas. Queria que se enfureciera, que discutiera, que insistiera en que yo estaba equivocado, pero en su Iugar permaneci6 sentado con cara inexpresiva, tamborileando sobre el brazo de su sillén con el boligrafo. —Me parece que te ests rindiendo —. Los sacaba a colacién tan a menudo como podia sin parecer desesperado (incluso en una ocasién recurri al «Por problemas de dinero no seri», una tactica que lamenté al instante), pero daba la impresion de que nada iba a hacerlos cambiar de idea. Entonces sucedieron varias cosas que contribuyeron enormemente a mi causa, En primer lugar, tio Bobby se echo atras sobre lo de pasar el verano con él; porque zquién quiere a un chiflado en su casa? Asi que, de repente, mi agenda qued6 totalmente en blanco. A continuacion, mi padre averignd que Caimholm Island era una especie de paraiso para aves y, por decitlo de alguna manera, que la mitad de Ja poblacién mundial de alguna especie que le pone a cien desde un punto de vista omitolégico vivia alli, Empezé a hablar con frecuencia sobre su hipotético libro nuevo y siempre que salia el tema yo hacia todo lo que podia por animarle y parecer interesado. Pero el factor clave fue el doctor Golan. Tras tun minimo intento de persuaditlo, nos dejé anonadados a todos al no tan s6lo refrendar la idea, sino a animar a mis padres para que me permitieran i. —Podria ser bueno para él —dijo a mi madre, tras una sesién ma tarde—. Su abuelo convitti6 ese Iugar en algo mitolégico y visitarlo quizé lo ayudaria a desmitificarlo. Vera que es tan normal y carente de magia como cualquier otro sitio y, en consecuencia, las fantasias de su abuelo perderén poder. Podria ser un modo muy efectivo de combatir fantasia con realidad, —Pero yo pensaba que él ya no creia en esas cosas —repuso mi madre, volviéndose hacia mi— Crees en esas cosa, Jake? No —le aseguré, —No de un modo consciente —afiadié el doctor Golan—. Pero es su subconsciente Io que le causa problemas en estos momentos. Los suetios, la ansiedad, —Y realmente cree que ir alli podria ayudarle? —pregunté mi madre, miréndole con los ojos entomados, como si se preparara para escuchar la crada realidad. Cuando se trataba de cosas que yo debia o no debia hacer, la palabra del doctor Gotan era ley. —Si, lo creo —respondio. Y eso fie todo lo que hizo falta Tras eso, las piezas fueron encajando con sorprendente rapidez.. Compramos los billetes de avién, planificamos horarios ¢ hicimos planes. Mi padre y yo itiamos a pasar tres semanas en junio, Me pregunté si eso no seria demasiado tiempo, pero él afirmé que era lo minimo para llevar a cabo un estudio exhaustivo sobre las colonias de pajaros de la isla, Imaginé que mi madre pondria objeciones —jtres semanas enteras!—, pero cuanto mas se acercaba muestro viaje, mas entusiasmada parecia estar, —iMis dos hombres —decia con uma sonrisa radiante—, que marchan a una gran aventura! La verdad es que encontré su entusiasmo un tanto conmovedor... hasta la tarde en que la of por casualidad hablando por teléfono con una amiga, desahogindose sobre lo satisfecha que estaba de caecuperar sw vide» durante tres semanas y no tener «que estar pendiente de dos nifios que no saben arreglarselas solos» «Yo también te quiero», quise decir con todo el sarcasmo hiriente del que era capaz, pero ella no me habia visto y me quedé callado. Si que la queria, desde luego, pero s6lo porque querer a tu madre es obligatorio, no porque fuera alguien con quien me gustaria crwarme en la calle. Algo que ella no haria, de todos modos, caminar es cosa de pobres. Durante las tres semanas entre el final de la escuela y el inicio de nuestro viaje, hice todo 1o posible por Verificar que la sefiorita Alma LeFay Peregrine seguia residiendo entre los vivos, pero las biisquedas por Intemet no dieron ningin resultado. Suponiendo que siguiera viva, habia tenido la esperanza de ponerme en contacto con ella por teléfono para advertirle al menos de que iba a ir, pero no tardé en descubrir que casi nadie tenia teléfono en Caimholm. Sélo habia uno que daba servicio a toda Taisla, asi que ése fue el que marqué Hizo falta casi un minuto para establecer la comunicacion. La linea siseaba y daba chasquidos, Imego se quedaba en silencio y volvia a sisear otra vez, de modo que pude percibir cada kilémetro de la inmensa distancia que nos separaba, Por fin of aquel extrafio timbre europeo —raaapraaap. raaapraaap— y un hombre que parecia totalmente ebrio descolgs el teléfono. —jHoyo del cerdote! —vociferd. Habia un ruido de mil demonios de fondo, la clase de clamor sordo que tno esperaria en el punto Algido de una fiesta enloquecida en tna residencia universitaria, Intenté identificarme, pero no creo que 41 pudiera oirme. —jHoyo del cerdote! —volvié a vociferar—. {Quién es? —Pero antes de que yo pudiera decir nada aparté el auricular de su oido para gritarle a alguien—: ;Dije que cerraseis el pico, bastardos atontados, estoy al..! '¥ entonces la linea se corté. Permaneci sentado con el anricular contra ta oreia durante un prolongado y perplejo momento: Inego colgué. No me molesté en volver a amar. Si el tiico teléfono de Cairnholm conectaba con algtin antro de perdicién llamado el Hoyo del cerdote, ,qué auguraba eso para el resto de la isla? {Pasaria mi primer viaje a Europa esquivando a maniacos borrachos y observando aves defecando en playas rocosas? Tal vez si. Pero si es0 significaba que por fin seria capaz, de entertar el misterio de mi abuelo y proseguir con mi poco interesante vida, valia la pena soportar lo que fuera. TDVe wa Lis miebia se cer a nuestro alrededor igual que wna pared, Cuando el capitin ammeié que casi habiamos legado, en un principio pensé que bromeaba; todo lo que yo podia ver desde la bamboleante cubierta del transbordador era una inescrutable cortina gris. Me aferré a la barandilla y clavé los ojos en las olas verdes, pensando en los peces que muy pronto podrian estar disfrutando de mi desayuno, mientras mi pace tiritaba en mangas de camisa a:mi lado, Jamas se me habria ocurrido que un mes de junio pudiera ser tan frio y Iinvioso. Tenia la esperanza, por su bien y por el mio, de que las extemtantes treinta y seis horas que habiamos afrontado para Hegar hasta alli —tres aviones, dos escalas, cabezaditas por tumos en estaciones de ferrocarril mugrientas, y ahora esta interminable travesia en transbordador que te revolvia las tripas— fueran a valer la pena. Entonces mi padre grité: «jMiral» y al alzar la vista descubri una altisima masa de roca que emergia del lienzo en blanco que tenfamos delante Era la isla de mi abuelo, Elevindose imponente y desolada, envuelta en neblina, custodiada por un millon de aves chillonas, parecia wna antigna fortaleza constnuida por gigantes. Mientras alzaba la vista para contemplar sus acantilados verticales, ctyas cimas desaparecian en tn banco de mbes espectrales, Taidea de que era un lugar magico no parecia tan ridicula, Mis néuseas se esfumaron. Mi padre daba vueltas corriendo igual que un nifio en Navidad, con los ojos pegados a las aves que describian circulos sobre nosotros. —jJacob, mira eso! —chillé, sefialando un grupo de manchitas transportadas por el. aire— jPardelas pichonetas de Manx! ‘A medida que nos acercébamos a los acantilados, empecé a reparar en unas formas curiosas acechando bajo las aguas. Un miembro de 1a tripulacién que pasaba en aquel momento por alli me pescé inclinado sobre la barandilla y dijo: —Nunca antes habias visto los restos de un naufragio, ,eh? ‘Me volvi hacia él —(Un nautragio? —Toda esta zona es un cementerio maritimo, Como decian los viejos capitanes... «Entre Hartland Point y Caimholm Bay, la tumba el marino, tanto de dia como de noche hallaral Justo entonces pasamos cerca de nos restos que estaban tan préximos a la superficie, el contorno de su verdeante carcasa era tan nitido, que parecia como si estuviesen a punto de alzarse fuera del agua, igual que un zombi saliendo de una sepultura poco profunda, —Ves esa nave? —dijo él, sefialéndola—. La hnndié un submarino alemén. —Hubo submarinos alemanes por aqui? —Un monton, Todo el mar de Irlanda estaba podrido de submarinos alemanes, Apostaria a que podrias tener media armada a tu disposicion si pudieras reflotar todas las naves que torpedearon. — Enarcé nna ceja con gesto teatral, y lego se alejé riendo. Trolé a lo largo de Ia cubierta hasta la popa, siguiéndole la pista al barco naufragado mientras éste desaparecia bajo nuestra estela, Entonces, justo cuando empezaba a preguntarme si necesitariamos equipo de escalada para subir a la isla, sus empinados acantilados descendieron a mmestro encuentro. Rodeamos un cabo y penetramos en una bahia rocosa en forma de media lina. A lo lejos vi un pequefio puerto en el que cabeceaban embarcaciones de pesca de vivos colores y mas alla un pueblo, en una hondonada verde. Un mosaico de campos salpicados de ovejas se extendia a través de colinas que se iban alzando al encuentro de un elevado cerro, donde wna barrera de nubes se erguia igual que un parapeto de algodén. Era espectacular y hermoso, como ningiin otto sitio que hubiera visto. Senti el cosquilleo de 1a aventura mientras entrabamos resoplando en 1a bahia, como si avistara tierra alli donde Jos mapas sefialaran tan s6lo una extension de azul indiscriminado. El transbordador atracé y acarreamos nmestras bolsas hasta la pequefia poblacién. Tras un examen minucioso decidi que no era, como sucedia con gran cantidad de cosas, tan bonita de cerca como parecia de lejos. Unas casitas enjalbegadas, primorosas a excepcién de las antenas parabolicas que brotaban de sus tejados, bordeaban wna pequefia cuadticula de fangosas calles de grava, Debido a que Caimholm estaba demasiado lejos y era demasiado insignificante para justificar el coste, no se habia hecho el tendido eléctrico desde 1a isla grande y apestosos generadores de gasdleo zumbaban en cada esquina igual que avispas enfurecidas, en armonia con el rugido de los tractores, el tinico trafico rodado de la isla. En los extremos del pueblo, habia viejas casitas abandonadas y sin tejado, prueba de una poblacién menguante Los mas jovenes habian dejado de lado las tradiciones pesqueras y el cultivo de Ta tierra, actividades con siglos de antigitedad, seducidos por oportunidades mucho mas atractivas en otra parte, Arvastramos nuestras cosas por todo el pueblo, buscando algo amado el Hogar del Sacerdote, donde mi padre habia reservado wna habitacién. Imaging que seria wma vieja iglesia transformada en pensién; nada extravagante, sdlo un lugar donde dormir cuando no estuvigramos observando pajaros 0 yendo tras pistas, Pregintamos el camino a algunas personas que nos encontramos, pero sdlo obtuvimos miradas de perplejidad en respuesta. —Hablan inglés, ,no? —se pregunté mi padre en voz alta. Justo cuando la mano empezaba a dolerme por el peso itracional de mi maleta, dimos con una iglesia. Pensamos que habiamos encontrado nuestro alojamiento, hasta que entramos y vimos que si que la habian reformado, pero en tin pequefio y liigubre museo, no en tna pensién. Hallamos al conservador a tiempo parcial en wna sala en Ia que habia colgadas viejas redes de pesca y tijeras de esquilar. Se le ilumind el rostro al vernos, pero Inego volvio a ensombrecersele cuando vio {que simplemente nos habiamos perdido —Me parece que lo que ustedes buscan es el Hoyo del Sacerdote —dijo—. Es el tmico lugar donde se alquilan habitaciones en toda Ia isla Procedié a damos indicaciones con un acento cantarin, que enconiré enormemente divertido. Me encantaba oir hablar galés, aun cuando la mitad de lo que decian fuera incomprensible para mis oidos. Mi padre dio las gracias al hombre y se dio la vuelta para marcharse, pero habia sido tan servicial, que me quedé atrés para hacerle otra pregunta —{Dénde podemos encontrar el antiguo hogar para nifios? —(El antiguo qué? —inguirio él, mirandome con ojos entomados. Por un terrible instante tem. que hnbiésemos ido a la isla equivocada o, peor atin, que el hogar fuera tan s6lo otra de las cosas que mi abuelo habia inventado, —Era wn hogar para nifios refugiados —insisti—. Durante la guerra. Una casa grande. El hombre se mordisqque6 el labio y me contemplé dubitativo, como decidiendo si ayudarme o pasar del asunto. Finalmente, se apiadé de mi —No sé nada sobre refugiados —confesé—, pero creo que conozco el Iugar al que te refieres. Esta al otro lado de la isla, pasada la ciénaga y después del bosque. Aunque yo de ti no andaria tonteando por alli arriba solo. Aléjate demasiado del camino y eso sera lo titimo que se sepa de ti; alli no hay nada que te impida caer por un acantilado salvo pastos hiimedos y cacas de oveja, —Es bueno saber eso —tepuso mi padre, mirindome con fijeza—. Prométeme que no iris por tu cuenta. —De acuerdo, de acuerdo. —.Qué interés tienen en ese Ingar, de todos modos? —quiso saber el hombre—. No puede decirse «que salga en los mapas turisticos, —Es tan sélo un pequefio trabajo genealogico —respondié mi padre, quedéndose cerca de la puerta — Mi padre pas6 unos cuantos aftos alli de nifio. Pude darme cuenta de que estaba ansioso por evitar cualquier mencién a psiquiatras 0 abuelos difuntos. Volvié a dar las gracias al hombre y me hizo salir rapidamente. Siguiendo las instracciones del conservador, volvimos sobre mestros pasos hasta que legamos a una estatua de aspecto sombrio esculpida en piedra negra, un monumento llamado La mujer que espera dedicado a los islefios desaparecidos en el mar. Lucia un semblante lastimero y estaba de pie con los brazos extendidos en direccién al puerto, a muchas calles de distancia, pero también en direccién all Hoyo del Sacerdote, justo al otro lado de la calle, A pesar de no ser un entendido en hoteles, s6lo una ojeada al ajado letrero me indico que no era muy probable que muestra estancia fuera a ser una experiencia de cuatro estrellas con chocolatinas en la almohada. Escrito en letras gigantes en la parte superior aparecia’ «VINOS, CERVEZAS, LICORES». Debajo de eso, en caracteres mas modestos, «Comida de calidad», Y escrito a mano a lo largo de la parte inferior, a todas Ices wma ocurrencia tardia, «Alquiler de habitaciones», aunque la «ce» y la «=» habian sido tachadas, dejando sélo chabitacion» en singular. Mientras arrastrabamos nuestras bolsas en direccién a la puerta, con mi padre refimfiviando sobre estafadores y publicidad engaftosa, eché una ojeada a La mujer que espera y me pregunté si no esperaria simplemente que alguien le llevara una copa Introducimos a duras penas las bolsas en la pension y nos quedamos parados, pestaiieando bajo la repentina penumbra de wn pub de techo bajo. Cuando mis ojos se hnbieron adaptado a la falta de luz, comprendi que «hoyo» era una descripcién bastante precisa del lugar: diminutas ventanas emplomadas dejaban entrar justo la claridad suficiente para encontrar la espita del barril de cerveza sin tropezar con el mobiliario por el camino. Las mesas, destartaladas y tambaleantes, podrian haber sido de més uitilidad como lefia. La barra estaba medio lena, fuera cual fuese la hora de la matiana en aquel momento, de hombres en diversos estados de silenciosa embriaguez, con las cabezas inclinadas como en oracion sobre jarras de liquido de color ambar. —Debéis de venir por la habitacién —dijo el hombre sitado tras 1a barra, saliendo para estrechamos la mano—, Soy Key y éstos son los muchachos. Saludad, muchachos. —Hola —farfullaron, asintiendo en direccién a sus bebidas Seguimos a Kev por una escalera angosta que ascendia a un conjunto de habitaciones (jen plural!) qne podrian describirse caritativamente como sencillas. Habia dos dormitorios, de los cuales mi padre reclamé para si el mas grande, y una habitacién que hacia triplete como cocina, comedor y salita, 1o que significa que contenia una mesa, un sofa apolillado y un homillo, E1 batio fincionaba «la mayor parte del tiempo», segrin Kev, «pero si alguna vez se pone chungo, siempre esta El Viejo Cumplidor». Dirigid nmestra atencién a un retrete portétil en el callején de la parte de atris, convenientemente visible desde la ventana de mi dormitorio —Oh, y necesitaran esto —afiadi6, sacando un par de quingués de un armarito—. Los generadores dejan de fimcionar a las diez, ya que es condenadamente caro traer el combustible en barco, asi que 0 bien se acuestan temprano o aprenden a amar las velas y el queroseno, —Sonrio ampliamente—. Espero que no sea demasiado medieval para ustedes! Asegtramos a Kev que excusados exteriores y queroseno serian perfectos, que sonaba divertido, de hecho —una pequefia aventura, si sefior—, y a continuacién nos condujo abajo para la tiltima etapa de nuestra visita turistica —Pueden comer aqui —dijo—, y espero que lo hagan, teniendo en cuenta que no hay ningiin otro sitio donde hacerlo. Si necesitan telefonear, tenemos wna cabina en aquel rincén. A veces hay un poco de cola para utilizarla, debido a que lo tenemos mal para la recepcién de méviles aqui y ésta es ta tinica linea de teléfono fijo de Ia isla, Asi es, lo tenemos todo: ja tinica comida, Ia tinica cama, el tinico teléfono! —Y se incliné hacia atras y 1i6, largo y tendido, «El tinico teléfono de la isla» Le eché una mirada a la cabina —era de la clase que tiene una puerta ‘para tener privacidad, como las que se ven en las peliculas antigas— y comprendi con creciente horror que ésa era la orgia griega, Ia fiesta enfloquecida de wna residencia universitaria a la que habia estado conectado cuando telefoneé hacia tnas semanas. Entendi que me encontraba en el Hoyo del cerdote. Kev entrego a mi padre las Haves de nuestras habitaciones: —Si tienen alguna pregunta —concluyé—, ya saben donde encontrarme. —Yo tengo uma pregunta —repuse— 2Qué es un cerdote.... quiero decir, un hoyo del sacerdote? Los hombres de Ia barra prommumpieron en carcajadas. — Pues qué va a ser, un hoyo para sacerdotes, claro! —respondid tmo, lo que hizo que el resto riera con mas ganas atin Kev se dirigio hacia unas tablas irregulares en el suelo, junto a la chimenea, donde dormia un perro samoso, —Iusto aqui —indicd, dando golpecitos con el zapato alo que parecia una trampilla en el suelo— Hace siglos, cuando el solo hecho de ser catélico podia hacer que te colgaran de un arbol. Gentes de la Iglesia venian aqui en busca de refugio. Silos matones de la reina Isabel los persegniian, nosotros los escondiamos en pequeflos lugares cémodos y acogedores como éste: hoyos para sacerdotes. Me Iams la atencién el modo en que dijo «nosotros», como si hubiera conocido personalmente a aquellos islefios que Llevaban muertos tanto tiempo. —iComodos y acogedores, ya lo creo! —exclamé uno de los bebedores—. ;Apuesto a que estaban Jamar de calentitos y comodos abi abajo! —Yo preferiria eso a ser colgado por asesinos de sacerdotes, lo mires por donde Io mires —iBien dicho! —exelamé el primer hombre—, (Por Caimholm... que sea siempre nuestro refuugio! — (Por Caimholm! —corearon todos, y alzaron sus vasos a la vez. Con desfase horario y agotados, nos fiimos a dormir temprano... 0 mas bien nos acostamos temprano y permanecimos tumbados en nuestras camas tapindonos la cabeza con Tas almohadas para no oir la algarabia retumbante que atravesaba las tablas del suelo, que alcanz6 tal volumen que leg un momento en que pensé que sin duda los juergnistas habian invadido mi habitacién. Entonces el reloj debid de dar las diez, porque de repente los zumbantes generadores del exterior petardearon y se apagaron, igual que sucedio con la misica procedente de la planta baja y la luz de la calle. De improviso me hallé arropado por tna oscuridad callada y dichosa, con tan solo el susurro de las olas lejanas para recordarme dénde estaba Por primera vez en meses, me sumi en un suefio profiindo, libre de pesadillas. Sofié en su lugar con mi, abuelo de nifio, en su primera noche alli, un extranjero en tiera extratia, bajo un techo ajeno, debiéndoles la vida a personas que hablaban wn idioma desconocido, Cuando desperté, con el sol penetrando a randales por mi ventana, comprendi que no eta tan s6lo 1a vida de mi abuelo la que habia salvado Miss Peregrine, sino la mia también y la de mi padre, y ese dia, con un poco de suerte, podria agradecérselo, Bajé y me encontré a mi padre bien atrimado a tna mesa, sorbiendo café y sacando brillo a sus caros prismaticos. Acababa de sentarme cuando Kev aparecié cargado con dos bandejas lenas de una came de no sé qué y tostadas fiitas. —No sabia que se podia freir una tostada —comenté, alo que Kev respondid que no habia ninguna comida que él conociera que no pudiera mejorarse friéndola Durante el desayuno, papa y yo discutimos el plan para ese dia, Tha a ser una especie de reconocimiento del tetxeno, para familiarizamos con la isla. Explorariamos primero los puntos de observacién de aves de mi padre y luego iriamos en busca del hogar para nifios. Me zampé la comida, ansioso por empezar Bien fortalecidos con grasas, abandonamos el pub y atravesamos el pueblo, esquivando tractores y gzitandonos el uno al otro por encima del barullo de 103 generadores hasta que Las calles dejaron paso a campos y el miido se desvanecié a muestra espalda. Era un dia borrascoso, frio y vigorizante —con el sol ocultandose tras bancos de nubes gigantes para apatecer apenas instantes después y vetear las colinas con espectacuiares rayos de Iwz—, y yo me sentia Teno de energia y esperanza. Nos encaminamos a una playa rocosa donde mi padre habia divisado una bandada de pajaros desde el transbordador, Yo no estaba seguro de cémo Legariamos hasta ella —Ia isla tenia una leve forma de cuenco, con colinas que se alzaban en direccién a sus extremos para luego descender abruptamente al legar a precarios acantilados—, pero en ese lugar concreto el borde habia quedado redondeado y un sendero descendia hasta una pequefia lengua de arena a lo largo del agua. Descendimos con cuidado hasta la playa, donde lo que parecia ser wna civilizacion entera de aves aleteaban, chillaban y pescaban en charcos formados por la marea. Contemplé cémo los ojos de mi padre se abrian de pat en par. —Fascinante —mumiur6, arafiando un poco de guano petrificado con el extremo grueso del boligrafo—. Voy a necesitar pasar algiin tiempo aqui. Te parece bien? Habia visto esa expresion de su rostro antes y sabia con exactitud lo qne «algiin tiempo» Significaba: horas y horas, —Entonces iré en busca de la casa por mi cuenta —dije. —No, no iris solo, Me lo prometiste. —Entonces encontraré a alguien que pueda levarme —_Quién? —Kev conocer a alguien, Mi padte dirigio la mirada a alta mar, donde un gran faro oxidado sobresalia de un montén de rocas. —Ya sabes lo que diria tu madre si estuviera aqui —dijo. Mis padres mantenian teorias distintas sobre cuanto cuidado requeria yo. Mi madre era la encargadla de imponer la disciplina, siempre con la guardia alta, en tanto que mi padre se mantenia més distante, phes pensaba que era importante que yo cometiera mis propios errores de vez en cuando, Ademés, si ‘me dejaba ir podria jugar con el guano todo el dia. —De acuerdo —dijo—, pero asegiirate de dejarme el niimero de quienquiera que sea con quien vayas —Papa, nadie tiene teléfono. Suspird. —Claro, Bueno, siempre y cuando sea de confianza Kev estaba fuera haciendo recados y puesto que pedir a uno de sus parroquianos borrachos que me hiciera de acompaitante parecia una mala idea, entré en la tienda mas cercana para preguntar a alguien que al menos llevaba a cabo un trabajo remunerado. En la puerta ponia «PESCADERIA». La empujé y ‘me quedé inmediatamente acoquinado ante un gigante barbudo que Hevaba un delantal empapado de sangre. Abandono la tarea de decapitar peces para dirigirme una mirada hostil, con wn chorreante cuchillo de carnicero en la mano. Me juré no volver a discriminar a los ebrios. —jPara qué diablos quieres ir alli? —grusié al saber mis intenciones—. No hay nada en aquel lugar parte de cenagales y un clima chiflado. Le hablé sobre mi abuelo y el hogar para nifios. Me miré con cara de pocos amigos, y Inego se inclind sobre el mostrador para echar una mirada dubitativa a mis zapatos. —Supongo que Dylan no estar demasiado atareado para Ilevarte —dijo, indicando con su cuchillo de camicero a un muchacho aproximadamente de mi edad que estaba ordenando pescado en un cajén congeladot—. Pero vas a necesitar calzado adecuado. No estaria nada bien dejatte ir alli con esas zapatillas de deporte... jel barto te las suecionaria directamente! — De verdad? —pregunté—. ist seguro? — (Dylan! (Traele a muestro amigo wn par de botas de agua! El muchacho gimié y con gran alarde cerré lentamente el cajén congelador y se limpié las manos antes de arrastrar los pies hasta tna pared lena de estantes atestados de articulos de confeccién. —Da la casuatidad de que tenemos unas botas muy resistentes de oferta —indicé el pescadero— jCompras una y te Hevas la otra gratis! Promumpid en carcajadas y dej6 caer con fuerza el cuchillo sobre un salmon, cuya cabeza salio disparada por el mostrador cubierto de sangre para aterrizar perfectamente en un pequeito cubo para despojos Extraje del bolsillo el dinero para emergencias que me habia dado mi padre, calculando que una pequefia extorsion era un precio insignificante a cambio de encontrar a la mujer por la que habia atravesado el océano. Abandoné la tienda levando un par de botas de goma tan grandes que mis zapatillas de deporte habrian cabido dentro y tan pesadas que era dificil seguir a mi renuente guia —Asi pues, ;vas a la escuela en la isla? —pregunté a Dylan, correteando para alcanzarle, Sentia anténtica curiosidad; ,cémo seria la vida en aquel lugar para alguien de mi edad? El masculld el nombre de una ciudad en la isla grande —_Qué hay, una hora de trayecto en transbordador? —Aja. Y eso fue todo. Responclio a nuevos intentos de entablar conversacién con menos silabas si cabe — o que significa ninguna—, asi que finalmente me di por vencido y le segui. Una vez fuera del pueblo tropezamos con uno de sus amigos, un muchacho de mas edad que levaba puesto wn chéndal de un amarillo cegador y falsas cadenas de oro. No podria haber parecido mas fuera de lugar en Cairmholm si Imbiera ido vestido de astronauta. Saludé a Dylan chocando los ndillos con los de él y se present a si mismo como Gusano. —jGusano? —Es su nombre attistico —aclaré Dylan. —Somos el diio rapero mas guay de Gales —explicé Gusano—. Yo soy Maestro de Ceremonias Gusano y éste es Cirujano Esturién, también conocido como Maestro de Ceremonias Dylan el Sucio, también conocido como Maestro de Ceremonias Asuntos Sucios, el percusionista vocal mimero uno de Caimholm. ,Quieres enseftarle a este yanqui qué tal lo hacemos, D el Sucio? Dylan parecié inritado, —Ahora? —;Snelta unos cuantos compases de primera, tio! Dylan puso los ojos en blanco, pero hizo lo que le pedian. Al principio pensé que se estaba asfixiando con su propia lengua, salvo que el petardeo de sus toses tenia cierto ritmo —paa, pa, cha, pa, ‘paaa, pa, cha—, sobre el cual Gusano empez6 a rapear, —Al pub voy a cogerla bien gorda/Tu padre, el parado, la coge atin més gorda/Mis rimas son lo més y me salen sin mas/jCosa fina, como pollo a 1a mostaza, los ritmos de Dylan no son ninguna guasal Dylan paro. —Eso ni siquiera tiene sentido —dijo—. Y es t padre quien esta en el paro. —iOh, mierda, D el Sucio mandé al carajo el compas! —Gusano empez6 a efectuar ruiditos con la ‘boca mientras realizaba unos movimientos pasables de robot, abriendo agujeros imegulares en la eravilla con las zapatillas de deporte—. jCoge el micro, D! Dylan parecia violento, pero solté sus propias rimas de todos modos. —Con tna gatita borracha Hamada Sharon tropecé/mucho le molaban mi chandal y zapatillas /De viaje la levé, igual que el Doctor Who en su cabina/Esta rima pensé mientras estaba en el W.C.! ‘Gusano sacudié la cabeza wc? {No estaba preparado! Se volvieron hacia mi y me preguntaron qué pensaba. Considerando que a ninguno le gustaba siquiera el rap del otro, no estuve seguro de qué decir. —Imagino que me va mas la musica con, digamos, canciones y guitarras y cosas asi Gusano me desestimé con un ademan, —ste no reconoceria una rima fabulosa ni aunque le mordiera en las pelotas —rezongo. Dylan 1i6 y ambos intercambiaron una serie de complejos apretones de manos en varias fases de ‘golpes con los nudillos y de entrechocar las manos con los cinco dedos extendidos. —Podemos imos ahora? —pregunté. Refunfiiiaron y se eniretuvieron un poco mas, sin embargo no tardamos en ponemos en camino, esta vez con la compaifia de Gusano Ocupé la retagnardia, intentando dilucidar qué le diia a Miss Peregrine cuando la conociera Esperaba encontrarme con toda una dama galesa, tomar el té en el salon y mantener una conversacion educada sobre temas triviales hasta que se presentara el momento oportuno de darle a conocer Ta maka noticia. «Soy el nieto de Abraham Portman —diria yo—. Lamento ser yo quien le diga esto, pero él ya no esta entre nosotros.» Luego, una vez que ella hubiera acabado de secarse las lagrimas en silencio, la acosaria a preguntas, Segui a Dylan y a Gusano por un sendero que serpenteaba entre pastos repletos de ovejas que rumiaban antes de llegar a una ascensién por una cresta que quitaba el resuello. En lo alto flotaba un muro de niebla ondulante y simmosa tan espesa que era como penetrar en otro mundo. Resultaba realmente biblica; una niebla en a que podias imaginar a Dios en uno de sus ataques de célera ‘menores, maldiciendo a los egipcios. A medida que descendiamos por el otro lado la nicbla no parecia hacer otra cosa que tomarse mas espesa. El sol se apagé hasta quedar convertido en una palida flor blanca. La humedad se tomaba pegajosa, cubriendo de gotas mi piel y mojéndome la ropa. La temperatura descends, Perdi a Gusano y a Dylan por un instante y entonces el sendero se allané y tropece con ellos alli parados, esperandome. — (Chico yanqui! —lamé Dylan—. jPor aqui! Les segui obedientemente, Abandonamos el sendero para avanzar con dificultad por un campo de pastos fangosos. Unas ovejas nos miraron fijamente con enormes ojos Iorosos, la lana empapada y las colas gachas. Una casita surgié de la bruma, Estaba toda tapiada con tablas. —jEstis seguros de que es esto? —dije—, Parece vacia. —{Vacia? Ni hablar, hay una barbaridad de mierda ahi dentro —respondié Gusano. —Vamos —prosignié Dylan—. Echa wna mirada ‘Tuve la sensacién de que era una broma, pero me acerqué a la puerta y amé de todos modos. No estaba echado el pestillo y se abrié sola cuando la toqué. Estaba demasiado oscuro para ver nada, asi que di un paso adelante y, ante mi sorpresa, hacia abajo, hacia el interior de lo que parecia un suelo de tierra pero que en realidad era un océano de excrementos que me egaban hasta la espinilla. Aquella casucha deshabitada, con un aspecto exterior tan inocente, era en realidad tm improvisado establo para ovejas, Un agujero Teno de mierda, dicho del modo més literal. —jOh, cielos! —chillé con repugnancia. Sonaron estmuendosas carcajadas en el exterior. Retrocedi a trompicones antes de que el olor pudiera dejarme inconsciente y encontré a los dos muchachos desternillandose de risa, —Sois tmos imbéciles —dije, dando patadas en el suelo para quitarme el estiércol de la botas. —Por qué? —dijo Gusano—. |Ya te dijimos que estaba llena de mierda! Me planté frente a la cara de Dylan, —,Vas a ensefiarme Ia casa 0 n0? —Habla en serio —dijo Gusano, secéndose las lagrimas de los ojos. — (Desde Inego que hablo en serio! La sonrisa de Dylan desaparecié. —Pensaba que estabas de guasa, tio. — Que estaba de qué? —De broma. —Bueno, pues no. Los muchachos intercambiaron una mirada inguieta. Dylan susurr6 algo a Gusano, Gusano swswrré algo en respuesta. Finalmente, Dylan gird y setiald sendero adelante —Si de verdad quieres verla —dijo—, sigue caminando mas alli de la ciénaga y a través del bosque. Es un sitio enorme y viejo. Seguro que lo encuentra. —Qué diablos. jSe suponia que veniais conmigo! Gusano desvi Ja mirada y respondid: —Hasta aqui es lo mas lejos que Tegamos. (Por qué? ‘Simplemente es asi YY dieron media vuelta y empezaron a alejarse pesadamente por donde habiamos Iegado, perdiéndose en la niebla. Sopesé mis opciones. Podia meter el rabo entre las piemnas y segnir a mis atormentadores de vuelta al pueblo o podia seguir adelante solo y mentirle a mi padre. Tras cuatro segundos de intensa deliberacion, continué mi camino Una enorme ciénaga lunar se extendia a Jo lejos, hacia el interior de la neblina desde ambos lados del sendeto; sélo hierba seca y agna del color del té hasta donde yo podia ver, sin ninguna caracteristica especial a excepeidn de algiin que otro monticulo de piedras apiladas. Finalizaba bruscamente ante un bosque de Arboles esqueléticos, cuyas ramas ascendian Targuiruchas igual que Ias puntas de pinceles mojados, y durante un rato el sendero quedé tan perdido bajo troncos caidos y alfombras de hiedra que orientarse era cuestién de fe. Me pregunté cémo una persona anciana como Miss Peregrine podria ser capaz, de sortear tal carrera de obstaculos. «Deben de traerle las cosas, pensé, aunque el sendero daba Ja impresion de no haber sido pisado en meses, por no decir atios, ‘Trepé por encima de un tronco gigante resbaladizo por el musgo, y el sendero describié una curva cerrada, Los arboles se separaron como una cortina y de improviso alli estaba, envuelta en niebla, alzéndose en lo alto de una colina invadida de maleza. La casa. Comprendi al momento por qné los muchachos se habian negado air ali. Mi abuelo ta trabia descrito un centenar de veces, pero en sus relatos 1a casa era siempre un lugar radiante y feliz; grande y laberintico, si, pero Heno de Iuz y risas. El caserén que se alzaba ante mi ahora no era un refugio contra los monstnucs, sino un monstruo en si mismo, mirando fijamente desde su posicion privilegiada en la colina con ociosa hambre. Brotaban arboles de las ventanas rotas y capas de enredaderas mgosas corroian los mmros igual que anticuerpos atacando un virus —como si la naturaleza misma hubiera librado batalla y Imbiera vencido—, pero parecia como si fuera imposible hacer desaparecer Ia casa, que permanecia firmemente en pie a pesar de lo incorrecto de sus éngulos y Jos dentados pedazos de cielo visibles a través su tejado medio desplomado. Intenté convencerme de que era posible que alguien pudiera vivir atin alli, minoso como estaba. Cosas asi no eran insdlitas en el lugar de donde yo procedia; una casa que se caia a trozos en el extremo de la ciudad, con las cortinas siempre comidas, podia ser perfectamente el hogar de algin anciano ermitaiio que habia sobrevivido a base de fideos chinos y recortes de ufias de los pies desde tiempo inmemorial, aunque nadie se daba cuenta hasta que wm tasador de propiedades o un oficial del censo demasiado ambicioso entraban sin lamar y descubrian al pobre tipo fiambre en un sillén teclinable, La gente se vuelve demasiado mayor para cuidar de si misma y su familia los da por perdidos por un motivo u otro, es triste pero sucede. Lo que significaba que, me gustase o no, iba a tener que llamar a la puerta, Hice acopio del escualido valor del que disponia y vadeé entre 1a maleza, que me llegaba a la cintura, hasta Hegar al porche, todo baldosas rotas y madera podrida, para atisbar por un ventana resquebrajada, Todo lo que pude distinguir a través del cristal cubierto de mugre fueron los contomos de los muebles, asi que lamé a la puerta y di un paso atras para aguardar en el sobrecogedor silencio, tesiguiendo con el dedo el contomo de Ia carta de Miss Peregrine guardada en mi bolsillo. La habia Hevado conmigo por si necesitaba demostrar quién era, pero a medida que transcuria un minuto, luego dos, parecié cada vez menos probable que fuera a necesitarla Descendiendo al patio, di la vuelta a la casa en busca de otto modo de entrar, a la vez que evaluaba aquel lugar, aunque parecia imposible de evaluar, como si con cada esquina que doblaba surgieran mevos balcones, torrecillas y chimeneas. Entonces legné por fin a la parte de atrés y vi mi oportunidad: un acceso sin puerta, con una barba de enredaderas colgando, un agujero enorme y oscuro, como tna boca abierta que aguardaba para engullirme. Solo mirarla me puso la came de gallina, pero no habia atravesado medio mundo para salir corriendo despavorido ante la visién de una casa que daba miedo, Pensé en todos los horrores a los que el abuelo Portman se habia enfrentado en st. vida y senti que mi determinacién se reforzaba. Si habia alguien dentro, le encontraria, Ascendi los peldaiios que se desmoronaban y crucé el umbral. De pie en un coredor oscuro como tna tumba, justo al otro lado de Ia puerta, me quedé contemplando paralizado lo que tenia todo el aspecto de ser pieles colgando de ganchos, ‘Tras un ‘momento de intranquilidad en el que imaginé a algiin canibal retorcido saltando de las sombras cuchillo en mano, comprendi que no eran mas que abtigos podridos convertidos en harapos y a los que el tiempo habia dado una patina verdosa. Me estremeci sin querer y respiré con fuerza. Sdlo habia explorado tres metros de la casa y ya estaba a punto de mearme en los pantalones. «Mantén la calma, me dije, y Inego avancé poco a poco, con el corazén martilleéndome en el pecho. Cada habitacién era increiblemente mas desastrosa que la anterior, Habia periédicos acumuados en montones. Juguetes desperdigados, evidencia de nifios que se habian marchado hacia mucho, recubiertos de polvo. El moho trepador habia convertido las paredes adyacentes a las ventanas en superficies negras y peludas. Las chimeneas estaban atascadas con enredaderas que habian descendido del tejado y habian empezado a desplegarse por los suelos igual que tentaculos extraterresires. La cocina era tn experimento cientifico que habia salido terriblemente mal —estantes enteros de comida en tarros de vidrio que habian estallado debido a sesenta estaciones de congelacién y deshielo, salpicando la pared con manchas de aspecto maléfico— y la capa de revoque caido que cubria el suelo del comedor era tan gruesa, que por tn momento pensé que habia nevado dentro de la casa, Al final de un pasillo privado de Inz puse a prueba mi peso en na escalera desvencijada; mis botas dejaban Imellas frescas en las capas de polvo. Los peldafios crujieron como si despertaran de un largo sueiio. Si habia alguien arriba, habia estado alli durante muchisimo tiempo. Finalmente Tegné a un par de habitaciones a las que les faltaban paredes enteras, en cuyo interior habia crecido wn pequefio bosque de maleza y arboles raquiticos. Permaneci de pie bajo la repentina brisa, preguntindome qué podtia haber causado aquellos destrozos, y empecé a tener a sensacién de que algo terrible habia sucedido alli, No podia encajar los relatos idilicos de mi abuelo con aquella casa de pesadilla ni con la idea de que habia hallado refugio alli: 1a sensacién de desastre dominaba el lugar. Quedaba mas por explorar, pero de improviso me parecid wn pértlida de tiempo; era imposible que nadie puciera vivir atin alli, mi siquiera el més miséntropo de los ermitatios. Abandoné la casa sintiendo que estaba més lejos que munca de la verdad. CUATRO Una vee que iube trineado, tropezado, avanzado a tientas como un ciego a través del bosque y Ia niebla, y vuelto a emerger al mundo de la luz, me sorprendié descubrir que el sol se ponia y el horizonte adquiria wn tinte rojizo. Sin saber cémo, habia transcumrido el dia entero. En el pub me esperaba mi padre, con wma cerveza negra como la noche y el portétil abierto sobre 1a mesa frente a él. ‘Me senté y le cogi la cerveza antes de que tuviera la oportunidad de alzar siquiera los ojos del ordenador —Oh, santo cielo —farfullé, engullendo como pude el trago—, {qué es esto? ;Aceite de motor fermentado? —Mas 0 menos —dijo él, riendo, y nego me artebaté la jarra—. No es como la cerveza americana Aunque ti no deberias saber a qué sabe ésta, ;n0? —Por supnesto que no —tepnse con tm guifio, aun criando era cierto. A mi padre le gustaba creer que yo era tan popular y aventurero como lo habia sido él a mi edad un mito que siempre habia parecido que valia mas perpetuat. Fui sometido a un breve interrogatorio sobre cémo habia Hegado a ta casa y quién me habia llevado alli, y puesto que Ta forma de mentir més facil es cuando uno se deja cosas fuera del relato en Igar de inventarlas, aprobé con todos los honores. Olvidé muy convenientemente mencionar que Gusano y Dylan me habian engafiado para que me metiera entre excrementos de oveja y luego se rajaron a menos de un kilémetro de nuestro destino, Mi padre parecié contento de que hubiera conseguiido conocer a un par de chicos de mi edad; imagino que también olvidé mencionar Ia parte sobre que ellos me odiaban. LY como estaba la casa? —Destrozada. Se estremeci6. —Supongo que ha pasado mucho tiempo desde que tu abuelo vivi abi, ,no? El abuelo y cualquiera Cerré el portatil, seffal inequivoca de que iba a recibir toda su atencién. —Veo que estis desilusionado, —Bueno, no recorri miles de kilémetros buscando tna casa lena de porqueria repulsiva. —Asi pues ,qué vas a hacer? —Encontrar a alguien con quien hablar Alguien sabri qué les sucedié a los crios que vivian all. Caleulo que unos pocos todavia deben de estar Vivos, aunque sea en la isla grande, si es que no estan por aqui. En una residencia para gente mayor o algo parecido, —Clato, Es una idea. No soné convencido, Hubo una pausa curiosa y Inego dijo: Asi que tienes la impresion de que empiezas a ver con més claridad quién era tu abuelo, al estar aqui Pensé en ello, —No lo sé, Supongo que si. Es sélo una isla, ¢sabes? Asintié —Exactamente. —2Qué hay de ti? —1Yo? —Se encogid de hombros—. Yo dejé de intentar comprender a mi padre hace mucho tiempo. —Eso es triste, No estabas interesado? —Claro que lo estaba, Luego, tras un tiempo, dejé de estarto. Podia percibir como Ia conversacién tomaba unos derroteros en los que no me sentia del todo comodo, pero insisti de todos modos (Por qué no? —Cuando alguien no quiere dejarte entrar, al final acabas por dejar de lamar, gSabes alo que me refiero? El casi munca hablaba asi. A lo mejor era la cerveza o que estabamos lejos de casa o a lo mejor habia decidido que finalmente yo era lo bastante mayor para oir estas cosas. Fuera cual fuese la razén, no queria que parara, —Pero era tu padre. ;Cémo pudiste darte por vencido? —iNo fai yo quien se dio por vencido! —contest6 en un tono demasiado alto: nego bajé los ojos avergonzado ¢ hizo girar la cerveza en el interior del vaso—. Es solo que... la verdad es que, creo que tu abuelo no sabia ser padre, pero sentia la obligacién moral de serlo de todos modos, porque ninguno de sus hermanos y hermanas habia sobrevivido a la guerra. Asi que resolvié el problema estando fuera todo el tiempo... en cacerias, viajes de negocios, de todo. Incluso cuando estaba, era como si no estuviera, —Tiene esto algo que ver con aquel Halloween? —yDe qué hablas? —Ya sabes... lo de la foto Era una vieja historia. Sucedié en Halloween. Mi padre tendria cuatro o cinco atos y mua habia ido por las casas pidiendo dulces, por eso el abuelo Portman le prometid Hevarle cuando saliera del trabajo. Mi abuela Je habia comprado a mi padre un ridiculo disfraz rosa de conejito y él se lo puso y se senté en el camino que levaba a casa a esperar la llegada del abuelo. Esperé desde las cinco de la tarde hasta el anochecer, pero él no vino. La abuela estaba tan furiosa que le hizo wna fotografia a mi padre Morando en la calle para podérsela mostrar a mi abuelo y decizle 1o muy imbécil que era, No hace falta decir que la foto ha sido desde siempre un objeto legendario entre los miembros de mi familia, y una gran vergtlenza para mi padre Niflo con disfiaz de conejito, Robert Jackson —Fue mucho més que un Halloween —refinfurié é—. La verdad, Jake, es que tit estabas mas unido a €1 de lo que yo lo estuve mca, No sé... sencillamente existia algo tacito entre vosotros dos, ‘No spe qué responder. ,Estaba celoso de mi? —jPor qué me cuentas esto? —Porque eres mi hijo y no quiero que suftas. —1.Que sutra, cémo? Hizo una pausa, Fuera las nubes cambiaron de posicién y los titimos rayos de luz proyectaron nuestras sombras sobre la pared, Senti tna sensacion horrible en el estomago, como cuando tus padres, estan a punto de contarte que van a separarse, pero tit lo sabes antes de que abran la boca —Nunca ahondé demasiado en tu abuelo porque temia lo que podria encontrar —dijo por fin. —1Quieres decir sobre la guerra? —No. Tu abuelo guardaba esos secretos porque eran dolorosos, Eso lo comprendia, Me refiero a los viajes, a que estuviera siempre fuera. Lo que hacia realmente, Creo..., tu tia y yo creemos..., vaya, que habia otra mujer. A lo mejor mas de una Sus palabras flotaron entre nosotros tin instante, El rostro me ardié de un modo curioso. —Eso es tna locura, papa —Encontramos wma carta en una ocasién, Era de una mujer cuyo nombre no conociamos, iba dirigida atu abuelo. «Te amo, te echo de menos, ,cudndo vas a regresar?», esa clase de cosas. Esa clase de cosas sordidas como las manchas de carmin en el cuello de la camisa, Senti una ardiente punzada de vergiienza, como si de algin modo fuera mi propio crimen lo que describiera. Y con todo no podia acabar de creetlo, —Hicimos pedazos la carta y la tiramos al inodoro. Jams encontramos ninguna otra, Imagino que tuvo mas cuidado después de eso. No supe qué decir. Fui incapaz de mirar a mi padre —Lo siento, Jake. Esto debe de ser duro de oit. Sé que le adorabas. Alargé la mano para estrecharme el hombro, pero yo me lo quité de encima con un encogimiento de hombros, Iuego ech la silla atrés y me levanté, —Yo no adoro a nadie —De acuerdo, Yo tan sélo..., no queria que te Hevaras una sorpresa, es0 es todo. Agarré mi chaqueta y me la eché al hombro. — Qué haces? La cena esta a punto de Hegar. —Estas equivocado respecto a él —afiadi—. Y voy a demostratto. Suspird, Fue una especie de suspiro de los de dejarlo estar. —De acuerdo. Espero que lo hagas, Sali del Hoyo del Sacertlote dando un portazo y empecé a andar, sin dirigirme a ninguna parte en concreto. A veces unto simplemente necesita salir por una puerta Era cierto, desde Inego, lo que mi padre habia dicho: si que adoraba a mi abuelo, Habia cosas sobre él que necesitaba que fuesen verdad, pero que fuera un adiiltero no era una de ellas, Cuando era nifio, las historias fantisticas del abuelo Portman me hacian creer que era posible vivir una vida magica Incluso después de que dejara de cteerlas, existia ain algo magico respecto a mi abuelo. Haber soportado todos lo horrores que soportd, haber visto lo peor de la humanidad, darte cuenta de que tu vida se vuelve isteconocible v a vesar de todo conseguir ser la persona honorable. buena v valerosa ave yo sabia que era... eso de verdad era magico. Asi que no podia creer que fuera un mentitoso, un tramposo y un mal padre. Porque si el abuelo Portman no era honorable y bueno ya no estaba seguro de que alguien pudiera ser, Las puertas del museo estaban abiertas y Tas luces encendidas, pero no parecia haber nadie dentro, ‘Habia ido alli en busca del conservador, con Ja esperanza de que supiera algunas cosas sobre la historia de Ia isla y su gente, y pudiera arrojar algo de fuz sobre el caserén vacio y el paradero de sus antiguos habitantes. Figurindome que solo tardaria tn minuto —no habia precisamente multitudes derribando a patadas la puerta para entrar—, deambulé por el interior del santuario para pasar el rato exarninando los objetos expuestos en el museo. Las pocas cosas que habia estaban dispuestas en grandes vitrinas abiertas por delante que cubrian las paredes y se alzaban donde antatio habian estado los bancos. En su mayoria eran insoportablemente aburridos, todo sobre la vida de un pueblo pesquero tradicional y los permanentes misterios de la cria de animales, pero un objeto destacaba del resto. Ocupaba un Iugar de honor en la parte delantera de la estancia, dentro de una Iujosa caja que descansaba encima de lo que habia sido el altar. Estaba tras un cordon, por encima del que pasé, y un catelito de advertencia que no me molesté en leer. La caja tenia Jaterales de madera pulida y una tapa de plexiglas, de modo que sélo podias ver su interior desde arriba. ‘Cutando miré dentro, creo que lancé un grito ahogado —y durante tn aterrado segundo pensé: «Un ‘monsiruo!»— porque me habia encontrado, de improviso y de un modo inesperado, cara a cara con un cadaver ennegrecido. El cuerpo contraido mostraba un parecido sobrenatural con las criaturas que asaltaban mis suefios, igual que sucedia con el color de su came, que era como el de algo asado con espetén a fuego lento. Pero cuando vi que el cuerpo no cobraba vida ni dejaba una marca permanente en mi mente al romper el cristal e ir a por mi yugnlar, mi panico inicial decrecié, No era mas que un objeto expuesto en tn museo, si bien uno morboso en exceso. —;Veo que has conocido al viejo! —grité una voz a mi espalda, y al volverme vi al conservador dirigiéndose hacia mi a grandes zancadas—. Lo has levado la mar de bien, he visto a hombres crecidos caer redondos al suelo! —Sonrié ampliamente y alagé el brazo para estrecharme la mano—. Matin Pagett. No creo haber oido tu nombre el otro dia —Jacob Portman —respondi—. ;Quién es éste, la victima de asesinato més famosa de Gales? —jJa! Bueno, podria ser eso, también, aunque jamais pensé en él de ese modo. Es el residente mas antiguo de nuestra isla, conocido en circulos arqueolégicos como el Hombre de Caimholm; aunque para nosotros es simplemente e Viejo. Tiene mas de dos mil setecientos afios, para ser exactos, annque sélo tenia dieciséis cuando muri6. De modo que es un anciano bastante joven, en realidad —Dos mil setecientos? —repeti, echando una ojeada al rostro sin vida del muchacho, cuyas facciones delicadas estaban en cierto modo perfectamente conservadas—. Pero parece tan. —Eso es lo que sucede cuando pasas tus afios dorados en un lugar donde ni el oxigeno ni las bacterias pueden existir, como el fondo de nuestra ciénaga, Es una verdadera fuente de Ia juventud lo que hay ahi abajo... siempre y cuando ya estés muerto, claro. —Ahi es donde lo encontré? (En ia ciénaga? Lanz6 una carcajada, —iNo yo! Los cortadores de turba lo hicieron, cuando cavaban para recoger turba junto al enorme caim de piedras que hay alli, hacia los aiios setenta. Tenia un aspecto tan lozano que pensaron que podria haber un asesino suelto en Caimholm, hasta que los polis echaron una mirada al arco de la Edad de Piedra de su mano y al dogal de cabello humano que le rodeaba el cuello, Ya no los hacen de ese ‘modo. Me estremeci —Suena a un sactificio hmano o algo asi Snaatameme, Aeauaivit LUN EF MMEWAINY Ulla LUIIUUIALIUN Ue EDtLAIEWAKEAY, advgenies, destripamiento y un golpe en la cabeza. Parece mas bien una exageracion. {10 ctees? —Supongo. Martin 16 a carcajadas, — Dice que lo supone! —De acuerdo, si, es una exageracion. —Ya lo creo que lo es, Pero lo que es de verdad fascinante, para nosotros Ta gente modema, es que con toda probabilidad el muchacho fue a su muerte voluntariamente. Con entusiasmo, incluso. Su pueblo creia que las ciénagas... y nuestra ciénaga en pasticular... eran entradas al mundo de los dioses y por lo tanto el lugar perfecto para offecer su regalo mas preciso: ellos mismos, —Eso es tna locura —Supongo. Aunque imagino que nosotros alora nos matamos también de toda clase de maneras que parecerin demenciales a la gente del fururo. Y en lo que se refiere a umbrales al otro mundo, una cignaga no es una mala eleccién, No es del todo agua ni tampoco es del todo tierra... es un Ingar intermedio. —Se incliné sobre la caja, estudiando la figura del interior—. ,No es hermoso’ Volvi a mirar el cuerpo, estrangulado, desollado, ahogado y de algiin modo convertido en inmortal durante el proceso, —A mi no me lo parece —respondi. Martin se irguid, luego empez6 a hablar en un tono grandilocuente. —jVenid, contemplad al hombre de brea! jEmnegrecido descansa, el tiemo rostro del color del hollin, las extremidades atrofiadas como venas de carbén, los pies pedazos de madera a la detiva adomados con uwvas resecas! —Extendié los brazos violentamente igual que un histridnico actor de teatro y empez6 a pasear ufano alrededor de la caja—. ;Venid, y dad fe del cruel arte de sus heridas! Lineas simosas y orladas dibujadas por cuchillos; cerebro y Imeso dejado al descubierto mediante piedras, con la soga clavndosele atin en la garganta. (Primer fruto acuchillado y tirado... buscador del Cielo... anciano detenido en la juventud... casi te amo! Efectuo una reverencia teatral mientras yo aplaudia, —Vaya —dije—. {Escribié usted eso? —Culpable! —respondid con una sonrisa avergonzada—. Trasteo con versos de vez en cuando, ‘pero no es mas que un pasatiempo, En cualquier caso, gracias por seguirme la corriente Me pregunté qué hacia aquel hombre extrafio y de habla educada en Caimholm, con sus pantalones de pinzas y poemas disparatados, cuyo aspecto era més propio de un director de banco que de alguien «que viviera en una isla barrida por el viento con un tinico teléfono y sin carreteras asfaltadas. —Bueno, me encantaria mostrarte el resto de mi coleccion —prosiguid, escoltandome hacia la puerta—, pero me temo que es hora de cerrar. Si quieres regresar mafiana, no obstante —A decir verdad, tenia la esperanza de que usted pudiera saber algo —repuse, deteniéndole antes de que pudiera echarme—. Es sobre la casa que mencioné ayer. Fui a verla — Vaya! —exclamé—. Crei que te habia quitado las ganas de verla, 2Cémo le va a nuestra ‘mansion encantada en la actualidad? ;Sigue en pie? Le aseguré que si, nego fui directo al grano. —Las personas que vivian alli... gtiene alguna idea de qué les sucedi6? —Estan muertas —contest—. Sucedio hace mucho tiempo. Me sorprendi.... aunque probablemente no deberia haberlo hecho. Miss Peregrine era anciana. La gentle anciana muere. Pero eso no significaba que mi biisqueda hmbiera finalizado. —Busco a cualquier otra persona que también pudiera haber vivido alli, no tan sélo ala directora —Todos muertos —repitio—. Nadie ha vivido alli desde la guerra, Necesité tin momento para procesarlo, — (Que quiere decir? ;Qué guerra? —Cuando decimos «la guerra» por estos parajes, muchacho, sélo hay wna ala que nos podamos referir: la segunda, Fue wn alaque aéreo alemién lo que acabo con ellos, sino me equivoco, —No, es0 no puede ser cierto, EL asinti. —En aquellos dias, habia una bateria antiaérea en la punta més alejada de la isla, pasado el bosque donde esta la casa. Eso convertia a Caimholm en un blanco justificado. Aunque no es que lo de ustificado» les importara mucho a Ios alemanes, tenlo en cuenta En cualquier caso, una de las bombas se desvié de su ruta, y, bueno... —Sacudié la cabeza—. Una mala suerte asquerosa, —Eso no puede ser cierto —volvi a decir, aunque empezaba a tener dudas. — (Por qué no te sientas y dejas que te prepare tn poco de té? —-pregunté—. Haces mala cara. —Sélo me siento un poco mareado.... Me condujo a una silla en su despacho y fue a preparar té. Intenté poner en orden mis pensamientos, «Bombardeada durante la guerra»... eso sin duda explicaria aquellas habitaciones destrozadas, Pero entonces ,qué pasaba con la carta de Miss Peregrine —con matasellos de Caimholm —enviada hacia sélo quince aitos? Martin regres6 y me entregé una taza alta —He aiiadido tm dedal de Penderyn —indico— Una receta secreta, ya sabes, Te dejara como nuevo en un instante Le di las gracias y tomé un sorbo, advittiendo demasiado tarde que el ingrediente secreto era whisky de alta gradnacién. Parecié como si fuera napalm descendiendo por mi eséfago. que te deja como nuevo —admiti, ala vez que mi rostro enrojecia Fruncio el entrecejo. —Me parece que deberia ir a buscar atu padre 0, no, estaré perfectamente, Peto si hay alguna cosa més que pueda contarme sobre el ataque, le estaria agradecido, ‘Martin se instal6 en una silla frente a mi, —Sobre eso, siento curiosidad. Dices que tu abuelo vivid aqui. ylamés lo menciond? —También yo siento curiosidad sobre eso —repuse—. Imagino que debid de ocumir después de st estancia aqui. {Sucedié a finales o al principio de la guerra? —Me avergttenza admitir que no lo sé. Peto si realmente te interesa, puedo presentarte a algnien que lo sabe..., mi tio Oggie, Tiene ochenta y tres afios y ha vivido aqui toda su vida, Todavia tiene el cerebro totalmente licido. —Martin echo un vistazo a su reloj—. Si lo pescamos antes de que den Father Ted en latele, estoy seguro que estara mas que encantado de contarte todo lo que quieras Al cabo de diez minutos, Martin y yo estébamos incrustados profundamente en un sof’ rehenchido en la salita de Oggie, que estaba repleta de libros, cajas de zapatos desgastados y Lamparas suficientes para iluminar las Cavernas de Carlsbad, todas funcionando excepto una. Vivir en wna isla remota, empezaba a comprender, convertia a las personas en urracas. Oggie estaba sentado delante de nosotros vestido con un blazer raido y pantalones de pijama, como si hubiera estado esperando compafiia —sdlo que no compaitia que mereciera la pena ponerse pantalones—, y se mecia incesantemente en una poltrona recubierta de plastico mientras hablaba. Parecia feliz de tener priblico y, una vez. que se Imbo explayado largo y tendido sobre el clima y Ia politica galesa y el lamentable estado de la juventud actual, Mastin consignié por fin desviar el tema hacia el ataque y los nifios del asilo. —Claro, los recerdo —dijo—. Una coleccién curiosa de gente. Los veiamos por el pueblo de vez en cuando... a los nifios, en ocasiones a su cuidadora también... comprando leche, medicinas y cosas por el estilo, Les decias «Buenos dias» y miraban hacia otro lado. Eran reservados, ya lo creo, metidos en aquella casa enorme, Se decian muchas cosas sobre lo que podria estar sucediendo alli, aunque nadie sabia nada con seguridad, (Qué clase de cosas? —Muchas paparruchas. Como he dicho, nadie sabia nada, Todo lo que puedo decir es que no eran Ja clase comiente de hnérfanos; no como los crios de los Hogares del doctor Bamardo que hay en otros Ingares, a los que veras ir a la citdad para los desfiles y cosas asi, y que siempre tienen tiempo para charlar. Bsa gente era distinta, Algunos de ellos ni siquiera sabian hablar el inglés del rey. © ningin inglés, bien mirado. —Porque no eran huérfamos en realidad —dije— Eran refugiados de otros paises, Polonia, Austria, Checoslovaquia — Bra eso lo que eran, entonces? —inquirié Oggie, enarcando wna ceja en direccién hacia mi— Es curioso, no habia oido eso, Pareci6 ofendido, como si le hubiera insultado al pretender saber més sobre su isla que él. Empez6 ‘a mecerse con mas rapidez, con mas agresividad. Si ésta era la clase de recibimiento que mi abuelo y los otros nifios tuvieron en Caimholm, no era de extratiar que se mantuvieran apartados. Martin carraspes. —Asi pues, tio, zel bombardeo? —Vale, no te sulfures. Si, si, los condenados cabezas cuadradas. ,Quién podria olvidarse de ellos? Se embarcé en una interminable descripcién de como era la vida en Ia isla bajo la amenaza de los ataques aéreos alemanes: las estruendosas sirenas; las carreras aterradas en busca de refugio; el encargado voluntario de los ataques aéreos que corria de casa en casa por las noches para asegurarse de qne se habian cortido los estores y apagado las Inces de 1a calle para privar a los pilotos enemigos de blancos faciles. Se preparaban lo mejor que podian, pero en realidad jamas pensaron que los iban a bombardear, teniendo en cuenta todos los puertos y las fabricas de la isla grande, todos ellos objetivos mucho mas importantes que el peqnefio emplazamiento antiaéreo de Caimholm. Pero wna noche, las bombas empezaron a caer, —EI mido era espantoso —explicé Oggie—. Como gigantes pisoteando toda la isla, y parecié durar una etemidad, Nos vapulearon a conciencia, aunque nadie del pueblo resulté muerto, gracias al cielo. No puedo decir lo mismo de los attilleros... aunque dieron tanto como recibieron.... ni por las pobres criaturas del orfanato, Solo hizo falta una bomba, Dieron sus vidas por Gran Bretafia, ya lo creo. Asi que de donde fuera que vinieran, que Dios los bendiga por eso. —Recuerda cuando sucedié? —pregunté—. ;.A principios de la guerra oa finales? —Puedo decitte el dia exacto —respondid—. Fue el tres de septiembre de 1940. E] aire parecio desaparecer de la habitacion. En un instante volvi a ver el rostro livido de mi abuelo, con los labios moviéndose apenas, promunciando aquellas mismas palabras. «Tres de septiembre de 1940.» — (Esti... est seguro de eso? De que fe ese dia? —Jamis legué a combatir —afiadié— Demasiado joven por un afio, Esa noche fue toda mi guerra Asi que si, estoy seguro. ‘Me senti aturdido, desconectado. Era demasiado extrafio, «{Me estaba gastando alguien una broma —ime pregunté—, una broma rara y nada divertida?» —Y no hubo ningtin superviviente? —pregunté Mautin. El anciano pensé durante un momento, ditigiendo la mirada al techo —Ahora que lo mencionas —dijo—, tengo entendido que si, Solo uno, Un muchacho, no mucho mayor que este chico. —Dejé de mecerse mientras lo recordaba—. Entré en la ciudad la mafiana signiente sin un solo rasguiio. No parecia trastomado apenas, teniendo en cuenta que acababa de ver a suis compafieros pasar a mejor vida. Fue de lo mas peculiar —Probablemente estaba conmocionado —diio Martin —No me extraflaria —respondié Oggie—. Habl6 sélo una vez, para preguntar a mi padre cudndo zarpaba el signiente barco hacia la isla grande. Dijo que queria alistarse y matar a los malditos ‘monstruos que habian asesinado a los suyos La historia de Oggie era casi tan exagerada como las que el abuelo Portman contaba y, sin embargo, ‘no tuve ningiin motivo para dudar de él. —Le conoci —confesé—. E1a mi abuelo. Me miraron atonitos, —Bueno —repuso Oggie—, que me aspen. Me disculpé y me puse en pie. Martin, reparando en que no parecia sentirme bien, se offecid a acompafiarme de vuelta al pub, pero rehusé. Necesitaba estar a solas con mis pensamientos. —Pnes ven a verme pronto, entonces —dijo, y prometi que lo haria. Tomé el camino més largo para regresar, pasando ante las oscilantes Iuces del puerto, con el aire cargado de olor a salitre y de humo de chimenea procedente del centenar de hogares encendidos, Caminé hasta el final de un muelle y contemplé cémo la una se alzaba sobre el agua, imaginando ami abuelo alli de pie aquella horrible mafiana del dia después, aturdido por la conmocién y esperando una embarcacién que le Ievaria lejos de toda la muerte que habia soportado, hacia la gherra, y a mas muerte. No habia modo de escapar de los monstruos, ni siquiera en aquella isla, que en el mapa apenas era mas grande que un grano de arena, protegida por montaiias de niebla, rocas afiladas y mareas furiosas, No era posible en ninguna parte, Hsa era la horrible verdad de a que mi abuelo habia intentado protegerme A lo lejos, of como los generadores petardeaban y perdian potencia, y todas las Inces a lo largo del muelle y en las ventanas de las casas se intensificaron un momento antes de apagarse del todo. Imaginé cémo se veria algo asi desde la altura de un aeroplano; toda una isla desapareciendo como si jamas hubiera estado alli, Una supernova en miniatura, Regresé, iluminado por la Inna, sintiéndome pequesio. Encontré a mi padre en el pub en la misma mesa de antes, con una bandeja a medio comer de temera, con la salsa del asado solidificandose ante él —Mira quién ha regresado —dijo cuando me senté—. Te he guardado la cena, —No tengo hambre —respondi, y le conté lo que habia averiguado sobre el abuelo Portman. Parecié mas enojado que sorprendido. —No puedo creer que jamas sacara a colacién esa historia —se quejé—. Ni una vez, ‘Yo podia comprender st enojo: una cosa era que un abuelo ocultara algo asi a un nieto y otra muy distinta que un padre no se lo contara a su hijo... y durante tanto tiempo. Intenté conducir la conversacién hacia tna direccién més positiva —iBs increible, no? Todo lo que paso. Mi padtre asintio. —No creo que sepamos jamas el alcance de todo ello. —EI abuelo Portman sabia de verdad cémo gnardar un secreto, :no es cierto? —Estés de broma? Ese hombre era un Fort Knox emocional. —Sin embargo, me pregunto si eso no explica algo. El motivo por el que actud de un modo tan distante cuando erais pequefios. —Mi padre me lanzé una aguda mirada, y supe que tenia que ir al grano con rapidez o arriesgarme a traspasar los limites—. Ya habia perdido a su familia dos veces con anterioridad. Una vez. en Polonia y luego otra vez, aqui... su familia adoptiva. Asi que cuando tit y tia ‘Susie aparecisteis —Asi que me bombardean una vez y ya no quiero saber nada de nadie? —Hablo en serio, papa. {No crees que esto podria significar que a lo mejor no estaba engafiando a 14 ayuens, uespues ue (UL: —No lo sé, Jake, Supongo que las cosas no son munca tan simples. —Solt6 un suspiro; el aliento empafiaba el interior de su vaso de cerveza—. Sin embargo, creo que s¢ lo que explica todo esto. Por qué tity el abuelo estabais tan unidos, —Bueno. —Necesito cincuenta afios para superar su miedo a tener una familia, Té apareciste justo en el ‘momento correcto. ‘No supe qué responder. ,Cémo le dice uno «Siento que tu padre no te quisiera lo suficiente» a su propio padre? Yo no podia, asi que en lugar de eso me limite a desearle buenas noches y me marché escaleras arriba a acostarme Di vueltas en Ia cama Ia mayor parte de la noche, No podia dejar de pensar en las cartas; 1a que mi padre y tia Susie habian encontrado de niflos, de aquella «otra mujer», y la que yo habia encontrado hacia un mes, de Miss Peregrine. La idea que me mantenia despierto era ésta’ «jY si eran la misma mujer?» El matasellos de la carta de Miss Peregrine era de hacia quince aiios, pero segiin todo el mundo ésta habia volado en pedazos en direccién a la estratosfera allé en 1940. En mi opinién, eso dejaba dos explicaciones posibles: o bien mi abuelo habia mantenido comespondencia con una persona muerta — Jo que tno tenia que admitir que era improbable— o la persona que escribid la carta no era, de hecho, Miss Peregrine, sino alguien que utilizaba su identidad para enmascarar la propia ¢Por qué disimularias tu identidad en una carta? Porque tienes algo que ocultar. Porque eres la otra jer, GY si la tnica cosa que yo habia descubierto en este viaje era que mi abuelo era un adiltero ‘mentiroso? ,Y si con su tltimo aliento, intentaba hablarme sobre la muerte de su familia adoptiva....0 admitir algxin asunto escabroso que se habia prolongado durante décadas? Quiz eran ambas cosas y la verdad era que le habian hecho tanto dafio que cuando le toco formar su propia familia ya no sabia cémo hacerlo, o como se mantenia uno fiel a ella, Todo eran conjeturas, de todos modos. Yo no sabia nada y no habia nadie a quien preguntar. Cualquiera que pudiera haber tenido la respuesta, hacia tiempo que habia muerto. En menos de veinticuatro horas, todo el viaje se habia vuelto init Me sumi en un suefio inquieto, Al amanecer, me desperts el sonido de algo en la habitacién, Me di Ja vuelta para ver qué era y me senté de golpe en la cama, Un péjaro enorme estaba posado en mi tocador, miréndome con fijeza. Tenia un porte elegante, con plumas grises y garras que taconeaban sobre el tocador de madera mientras se desplazaba a un lado y a otro del mueble, como para poder vermne mejor. Le devolvi la mirada con rigidez, pregunténdome si seria un suefio, Llamé a gritos a mi padre y, asustado por el muido, el p4jaro abandoné el tocador. Cologué un brazo ante el rostro y rodé a un lado, y cuando volvi a mirar ya se habia ido, habia salido volando por la ventana abierta Mi padre entré dando un traspié, con cara de suefto —1.Qué stcede? Le mostré las marcas de garras sobre el tocador y una pluma que habia aterrizado en el suelo —Cielos, eso es raro —murmurd, dindole vueltas en las manos—. Los peregrinos casi munca se acercan tanto a los humanos, Pensé que alo mejor le habia oido mal. —iDiiiste peregrinos? Sostuvo la pluma en alto. —Un haleén peregrino —contesté—. Son unas criaturas asombrosas, las aves més veloces de la Tiera, Podria decirse que cambian de aspecto, por el modo en que estilizan sus cuerpos al volar. El nombre no era mas que una coincidencia curiosa, pero me dejé con tma sensacion extrafia que no podia quitarme de encima Durante el desayuno, empece a preguntarme si me habia dado por vencido con demasiada facilidad. Aungue era cierto que no quedaba nadie vivo con quien pudiera hablar sobre mi abuelo, todavia estaba la casa, con tna gran parte de ella inexplorada. Si habia contenido alguna vez tespuestas sobre mi abuelo —en forma de cartas, a lo mejor, o un album de fotos 0 un diario—, probablemente tales cosas habian ardido o se habian podrido hacia décadas, pero si abandonaba la isla sin asegurarme, sabia que Jo Jamentaria Y es asi como alguien inusitadamente susceptible a pesadillas, a terores noctumos, a sentir cangnelo, a que se le pongan los pelos de punta y a Ver Cosas Que En Realidad No Existen se convence a si mismo para efectuar un iltimo viaje a una casa abandonada y casi con toda seguridad encantada, donde una docena o mas de nifios hallaron una muerte prematura. CINCO Enea una matiana casi demasiado perfecta, Abandonar el pub fue como meterse en una de esas fotos profusamente retocadas que vienen de serie como fondo de pantalla en los ordenadores nuevos: calles de aatisticas y decrépitas casitas que se alargan a lo lejos, dando paso a campos verdes cosidos unos con otros mediante sinuosos muros de piedra, toda la escena coronada por nubes blancas que eruzan raudas el firmamento. Pero més alla de todo eso, por encima de las casas, los campos ¥ las ovejas que renqueaban por todas partes igual que bolitas de algodén hilado, podia ver lenguas de niebla espesa Jamiendo la cresta del cerro a lo lejos, alli donde este mundo finalizaba y empezaba el otro, fio, Inimedo y sin sol Justo al pasar al otro lado de la cresta, fiti a dar directamente con un chaparrén. Como era de esperar, habia olvidado mis botas de agua y el sendero se convertia con rapidez en una profunda franja de barro. Pero mojarme un poco era del todo preferible a ascender aquella colina dos veces en una ‘matiana, asi que incliné la cabeza para protegerla de la Iluvia y segut adelante penosamente, No tardé en dejar atris la casucha, con los contomos borrosos de ovejas acuumucados en el interior para protegerse del frio, y Inego la ciénaga envuelta en niebla, silenciosa y espectral. Pensé en el muchacho de dos mil setecientos afios del museo de Caimholm y me pregunté cuéntos mas como él contendian aquellos terrenos, sin descubrir, preservados en la muerte; cuantos més habrian dado sus vidas alli, buscando el cielo, Para cuando legué al hogar para nifios, 1o que habia empezado como una Hovizna era un aguacero en toda regia, No habia tiempo para entretenerse en el salvaje patio y reflexionar sobre sw figura ‘malévola; el modo en que la entrada sin puerta parecié engullimme cuando la crucé a toda prisa y el modo en que las tablas hinchadas por la Ihvia del suelo del vestibulo cedieron un poco bajo mis zapatos. Permaneci de pie escurtiendo agua de mi camisa y sacudiéndome el pelo, y cuando estuve todo lo seco que podia estar —Io que no era mucho— empecé a buscar. Qué? No estaba seguro. {Una caja con caitas? {EI nombre de mi abuelo garabateado en una pared? Todo parecia muy poco probable. Enr€ por alli despegando esteras de viejos periddicos y mirando bajo sillas y mesas, Imaginé que sacaba a la luz alguna escena horrible —una marafia de esqueletos vestidos con andrajos ennegrecidos por el fiego—, pero todo lo que encontré fueron habitaciones que se habian vuelto mas exteriores que interiores, despojadas de personalidad por la humedad, el viento y capas de suciedad. La planta baja era un desastre. Regresé a la escalera, sabiendo que esta vez tendria que utilizarla. La tinica pregunta era: gamtiba 0 abajo? Un punto en contra de subir eran sus limitadas opciones para una huida répida (de okupas, necrdfagos o cualquier otra cosa que mi mente inquieta pudiera inventar), aparte de arrojarme nor nna ventana dal niso snnerior Raiar tenia el mismo nroblema v con el ineonveniente afiadido de

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