You are on page 1of 6

LA EVANGELIZACIÓN A TRAVÉS DEL DEPORTE

Rubén Fernández Morales

Aceptando que la Gran Comisión en los evangelios comienza en Jerusalén y se extiende a todo el
planeta, el dilema para la Iglesia es entonces identificar la metodología a emplear para cumplir esta
tarea. ¿Tiene el deporte algún lugar en la estrategia de cumplir este mandato, localmente y alrededor
del mundo?

El Juego. Ocio o Recreación.

El carácter lúdico del juego forma parte de la esencia del ser humano y de cada cultura en el mundo
desde los orígenes de la humanidad. Hay evidencias de juegos en Ásia y la India del 8000 a.C.
Sumerios e Hititas los practicaban 4000 a.C. Hay rastros de juegos con esquís del Neolítico en el
Norte de Europa.
Platón (c. 428-c. 347 a.C.) dijo, “En media hora de juego podremos descubrir mejor a una persona
que en un año de conversación”.
En el Antiguo Testamento encontramos referencia a juegos de pandillas o muchachos por las calles y
plazas de Jerusalén (cf Jeremías 6:11 y 9:20; Ezequiel 6:11: jóvenes que baten palmas y bailotean;
Zacarías 8:5: “tus jóvenes bailarán en las calles”, como signo de paz). Job se refiere al tiro de flechas
al blanco (cf. Job 16:11s; ver Lamentaciones 3:12.
En Europa, la Reforma supuso un impulso a la comprensión del significado bíblico y teológico de la
re-creación. Jugar es una oportunidad de glorificar y adorar a Dios con nuestros dones y talentos. Y
este avivamiento fue la base ideológica y teológica que unos cientos de años después inspirara las
bases de la realidad actual entre iglesia y deporte, y los movimientos deportivos cristianos.

Sin embargo en España, definimos este concepto con el término “ocio”. Nuestra cultura ve pecado y
no virtud en la práctica del ejercicio y el deporte, y queramos o no, y a pesar de la globalización y
nuestra cercanía actual con el resto del mundo, incluso en la iglesia evangélica estamos fuertemente
influidos por esta mentalidad y cosmovisión.

El mundo del deporte es... un campo blanco para la siega

El deporte, como fenómeno universal, produce su propio y singular campo de misión. En Juan 4:35,
Jesús dice: “¿No decís vosotros: "Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega"? Yo os digo:
Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.” [Cf. Mt 9.37-38; Lc
10.2].
En diferentes épocas, la Iglesia ha hecho un buen trabajo entendiendo este principio y atendiendo los
campos no alcanzados de este mundo. Pero, asombrosamente, la Iglesia no ve estos campos
necesitados de siembra, cuidados y siega al mirar estadios deportivos, al sentarse frente al televisor
para ver las noticias deportivas o al leer la prensa deportiva junto a cientos de millones de otras
personas en todo el mundo cada día.
Alrededor del mundo, jóvenes participan en actividades deportivas regularmente, junto a los cuales
millones de padres, profesionales del deporte y aficionados estarán muy cerca de ellos cada semana.
Cientos de millones se congregan en estadios y pabellones sábados y domingos de las 52 semanas del
año. ¿Son estos campos de misión?
En el deporte, un punto de encuentro para millones de personas, el participante y el aficionado
podrían ser herramientas efectivas en la proclamación del evangelio. Para alcanzar a una multitud,
qué mejor forma que con los que la componen. Para alcanzar a un atleta, qué mejor forma que otro
atleta. De hecho, ¿qué supuso para Dios salvarnos? ¿No fue la encarnación de Cristo (Juan 1:1,14)?
La mayoría de las culturas adoran a los atletas. Erróneamente, por supuesto, les sitúan en un podio
equivocado. Que precioso es ver como atletas rinden su vida a Cristo y se convierten en modelos y
embajadores a Su servicio. El lugar de preeminencia dado a los atletas es una poderosa herramienta
para la proclamación del evangelio.
Cuando Jesús pidió a sus discípulos que pescasen en otro lugar (Lucas 5:4, Juan 21:6), estaba
mostrando su poder y autoridad sobre la naturaleza, pero también les mostraba que hay más de una
forma de pescar. Es entonces cuando les llama a ser pescadores de hombres. La Escritura
continuamente nos repite que el Cuerpo de Cristo es diverso, dotado de diversidad para el servicio de
la Iglesia y la extensión del reino. Junto a esto, el Apóstol Pablo muestra su pasión e indica el valor
de ser relevante culturalmente al indicar que sería griego para alcanzar a los griegos o judío para
alcanzar a los judíos (Corintios 9:22).
¿Crees que Pablo hubiese sido deportista o entrenador si eso le permitiese llegar hasta la mente y el
corazón de millones de personas con las Buenas Nuevas de Jesucristo (I Corintios 9: 22-23)?

El deporte como herramienta especializada para la Iglesia Local

Si el deporte y la recreación son tan comunes y populares, por qué no verlos como aliados en lugar de
como enemigos. A continuación tenemos una lista de posibles beneficios en la utilización de estos
elementos como parte del ministerio en una iglesia local:
Una Estrategia para Ministrar
Los deportes crean una atmósfera cómoda, en la que es muy fácil encontrar vínculos y
oportunidades de desarrollar relaciones con inconversos y compartir vivencialmente nuestra
fe.
Una Herramienta en el Discipulado
El deporte es una excelente “escuela”. De acuerdo a la Escritura nuestra fe es refinada con la
prueba. No hay mejor “test” que el del entrenamiento y la competición para descubrir lo que
cada uno de nosotros es capaz de vivir y no sólo profesar. Al usar el deporte para trabajar con
jóvenes o adultos, la teoría bíblica pasa a la práctica cuando hay que mostrar el fruto del
Espíritu, o simplemente que los versículos memorizados en la Escuela Dominical o la Escuela
Bíblica de Vacaciones, significan realmente algo en tu vida.
Un Medio para la Comunión
Sea con el Cuerpo de Cristo practicando “koinonia” unos creyentes con otros, o
evangelización relacional a través del propio estilo de vida, el deporte y la recreación proveen
millones de oportunidades para la interacción y la fraternidad.
Un Recurso de Apoyo
Un ministerio deportivo puede servir como soporte a otros departamentos de la iglesia. Niños,
jóvenes, evangelización, acción social u otros, ayudándoles a cumplir sus objetivos.
Un Forjador de Líderes
Siempre encontraremos gente con diferentes niveles de enseñabilidad, disponibilidad y
fidelidad. Un ministerio deportivo podría ser un excelente campo de pruebas para el desarrollo
y formación de líderes para la iglesia.
Un Gancho
Cuando las luces de neón atraen y tientan al joven que pasa por sus difíciles años de
adolescencia, un ministerio deportivo podría ser el único vínculo relevante entre él y la iglesia.
El/la joven podría no sentirse identificado con el sermón, el profesor de la escuela dominical o
incluso sus colegas cristianos. Es en estos casos cuando nuestro trabajo con un ministerio
2
deportivo podría suponer la permanencia y la continua exposición a la Palabra de Vida. Las
semillas plantadas podrían no mostrar fruto inmediato, pero como sabemos, Su Palabra no
volverá nunca vacía, y cuanto mayor sea el tiempo que la iglesia puede cultivarla más
probabilidad habrá de fruto abundante.
Un Conductor para el Llamamiento de Dios
Servir a Dios de forma activa a través de un ministerio deportivo es el medio por el cual
muchos han sentido el llamado de Dios a servirle a pleno tiempo como pastores, misioneros,
capellanes deportivos, y otros.
Una Herramienta y Estímulo para las Misiones
Siendo el deporte un fenómeno universal, la colaboración entre los departamentos de misiones
(o agencias misioneras) y deporte puede ser tremendamente efectiva. Atletas y equipos
sirviendo a obreros en el campo misionero pueden ayudar en tareas pioneras de levantar
iglesias, y podría suponer una nueva generación de misioneros. Proyectos de este tipo proveen
de estímulo al Cuerpo de Cristo y son abiertamente aceptados incluso en lugares donde el
evangelio esta prohibido.

Deporte y Discipulado. Una Relación Muy Estrecha


La palabra discípulo, del griego “matetes”, que significa aprendiz, no implica sólo a una persona que
ejercita su intelecto. El discipulado es un proceso en el que nos desarrollamos desde una infancia
espiritual hasta la madurez en Cristo. El propósito último de la madurez, no es meramente un
ejercicio de desarrollo. Hay un propósito divino para nuestra madurez.
Dios es un Dios redentor. Él nos llama, y después decide desarrollarnos a través de la reproducción y
la multiplicación. En otras palabras, cuando recibimos la salvación hay un progreso de nuestra
infancia hacia la madurez espiritual, y el propósito no es otro que la reproducción en nuevas vidas
transformadas por y para Cristo. El cristiano maduro proclama el mensaje de vida en Cristo a la vez
que demuestra dicha vida con sus acciones.
El deporte es un perfecto vehículo para este proceso. Usando el deporte y la recreación es posible
construir un laboratorio viviente para llevar a la práctica y demostrar lo aprendido del púlpito, la
escuela dominical o un estudio bíblico.
Una cosa es decir que estamos controlados por el Espíritu Santo, y otra demostrarlo tras cometer una
falta, ser sancionados injustamente o perder un partido contra alguien que ha hecho trampas.
Reconocer verbalmente autocontrol y modelar una vida que muestre de forma sólida el fruto del
Espíritu Santo son dos cosas diferentes.

¿Cómo pueden los deportes ayudarnos a crecer espiritualmente?

• Los participantes aprenden por el oír y también por el hacer.


• Los deportes pueden producir una atmósfera de presión que revele un comportamiento carnal
que de la oportunidad de reprobar, corregir e instruir. Así como de confesar, arrepentirse y ser
restaurados.
• El elemento competitivo del deporte nos ayuda a identificar metas y perseguirlas con
perseverancia, hasta poder decir como Pablo, “he luchado la buena batalla, he acabado la
carrera, he guardado la fe”.
• Los deportes organizados favorecen la posibilidad de desarrollar el carácter. Rendir cuentas,
por ejemplo, en una relación deportista-entrenador.
• El deporte te da la oportunidad de ejemplificar la vida en Cristo, tanto a través de situaciones
positivas como negativas.

3
• Para poder discipular a alguien, la persona debe escuchar y responder al Mensaje de Vida
antes. Los deportes son un excelente puente de enlace entre creyentes e inconversos, y ofrece
multitud de oportunidades de compartir y mostrar la nueva vida en Cristo.

Pablo indica en I Corintios 9 que se haría griego para alcanzar a los griegos y judío para alcanzar a
los judíos. Esto era social y culturalmente ofensivo para ambas partes. La pasión de Pablo por Cristo
era tal que las raíces históricas de odio entre dos pueblos y las obvias diferencias religiosas, políticas
y sociales no eran obstáculo que frenasen su pasión y su libertad de comunicar a ambas partes el amor
de Cristo.
¿Podemos aplicar esto a la libertad por parte de la Iglesia Local de usar el deporte para glorificar a
Dios, en el desarrollo de sus propósitos? ¿Podría esto significar que la Iglesia Local puede y debe
utilizar el deporte como una de sus estrategias para su desarrollo numérico y cualitativo? ¿Podría esto
significar la inclusión de deportistas equipos y entrenadores en la visión y programación misionera de
la Iglesia Local? ¿Podría incluso implicar el desarrollo de liderazgo, promoción y recursos para
animar a otras iglesias en todo el país a utilizar el deporte como medio para alcanzar y edificar a los
perdidos?
En I Corintios 9:22,23 Pablo dice, “a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a
algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.” Pablo conocía la
realidad de su tiempo y trabajó para descubrir lo que era relevante a las personas a las que deseaba
comunicar el evangelio. Dios es soberano sobre la creación y Su reino, y Él completará Su obra. Pero
si queremos ser copartícipes de ella, debemos hacer comprensible el Mensaje Eterno a los oídos de
cada tiempo.

IV. CONCLUSIÓN

Si una iglesia considera ministrar usando el deporte y desarrolla una filosofía de ministerio que sea
consecuente con su declaración de propósito, muchas preguntas saldrán a la superficie. Preguntas
sobre filosofía, teología e implicaciones respecto a ministerios existentes, que deben ser contestadas.
Los nuevos parámetros habrán de ponerse sobre la mesa, el potencial de la herramienta debe ser
visualizado y reconocido.

Para tener éxito, cualquier ministerio debe tener claramente enunciado su propósito y su misión
dentro del programa general de la iglesia. Este es el primer y más importante paso para evitar
malos entendidos sobre la función y el lugar de un ministerio deportivo en la iglesia.

Debe haber apoyo por parte del liderazgo. Verbal, moral, espiritual y práctico, de forma
comprometida. Este soporte debe ser afianzado antes de afrontar ninguna iniciativa práctica o
actividad.

Sin supervisión y dirección pastoral, un nuevo ministerio no podrá madurar. Un equipo de liderazgo
debe ser reclutado y formado.
Todos los creyentes en la iglesia deben ser exhortados y animados a orar y participar en este
nuevo ministerio que servirá para alcanzar a los perdidos y para edificación de los santos, de
maneras inclusivas y creativas.

Con otras palabras, una estrategia lógica, cuidadosa y plena de discernimiento espiritual debe ser
llevada a cabo para integrar y desarrollar un ministerio deportivo en la iglesia local.

Ministrar de forma sólida y eficaz a través del deporte implica:

4
 Un llamamiento específico.
 Tener la pasión/motivaciones correctas.
 Tener a persona/s adecuada/s (que amen al Señor y les encante el deporte).
 Coordinar el plan más estratégico.
 Identificar posibles necesidades sentidas con respecto al deporte en nuestra
comunidad.
 Reclutar a los voluntarios y colaboradores idóneos.
 Capacitar a nuestro equipo de forma excelente y continua. Técnica y espiritualmente.
 Desarrollar el método y programas más indicados.
 Promover generosamente y sin descanso la visión.
 Supervisar/evaluar diligentemente los procesos de desarrollo.

Cuando estos elementos empiecen a orquestarse, el ministerio a través del deporte empezará a servir a
la iglesia en la evangelización, el discipulado y el pleno cumplimiento de su propósito, glorificar a
Dios.

5
6

You might also like